¿PARA QUÉ CAMBIAR EL MODELO DE TELEVISION PÚBLICA? La discusión sobre la norma técnica para la adopción de la televisión digital en Chile y las adaptaciones que implica, probablemente serán la ocasión para que algunos nostálgicos de la intervención estatal impulsen un debate sobre el cambio de nuestro modelo de televisión y particularmente sobre el rol de la televisión pública. Este cambio, a nuestro juicio, es innecesario. Es cierto que estudios recientes indican un nivel creciente de insatisfacción de las audiencias con los contenidos de la programación de televisión abierta, pero éste es un argumento de coyuntura que no debiera esgrimirse para impugnar el modelo televisivo que impera desde inicios de los noventa y que, como sistema, ha provisto al país de una diversidad y calidad adecuadas, considerando que la televisión abierta es un medio de comunicación eminentemente masivo y orientado a la entretención. Por lo demás, sin tocar el modelo, la normativa vigente provee las herramientas e incentivos para estimular esos atributos. El fondo de fomento a la calidad del Consejo Nacional de TV ha demostrado ser un ejemplo de una política pública eficaz y transparente. En todo caso, el advenimiento de la televisión digital, independiente del estándar que se adopte, ampliará significativamente esas opciones. Lo más riesgoso es que la sola posibilidad de sustituir el modelo de televisión pública, planteando, por ejemplo, su financiamiento estatal, puede terminar por poner en jaque la independencia de la televisora estatal respecto del gobierno y contrariar su delicada misión de proporcionar información equilibrada y pluralista. Estos objetivos han sido posibles, aunque con altibajos, gracias a la obligación de TVN de competir en igualdad de condiciones con los demás canales por su financiamiento y sin recibir apoyo estatal. Esos altibajos han estado condicionados por la acción de algunos directores de TVN designados por el gobierno con un evidente sesgo de cuoteo partidario o de intervención política, como lo demuestra que muy luego dos de ellos hayan sido nombrados ministros del área política. Sin embargo, sobreponiéndose a estas vicisitudes, y sobre todo si se la compara con el otro medio de comunicación de propiedad del Estado, TVN ha conseguido buenos índices de audiencia, logrado rentabilidad, fidelizado un público y mantenido cierta independencia, mientras que el diario La Nación paulatinamente se ha transformado en un medio de propaganda política del gobierno, con escasa participación en la inversión publicitaria y mínima lectoría.
Jorge Jaraquemada R. Director Área Legislativa Fundación Jaime Guzmán E.