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Sistema público de salud: ¿un enfermo crónico? Parece evidente que el sistema de salud público se encuentra muy enfermo. De qué otra forma la opinión pública podría entender las largas esperas para ser atendido, los cientos de enfermos graves en camillas que llenan los pasillos de los hospitales o los menos afortunados que son atendidos en sillas en los servicios de urgencia. Y como guinda, el Colegio Médico llamando a un paro nacional a los once mil doctores que trabajan en el sistema público. No hay duda que está enfermo. El Ministerio de Salud podrá discutir sobre su gravedad o su carácter epidémico, pero cuando un lactante muere en una camilla compartida en un reanimador es justo reconocer que la calidad ofrecida a la población dista mucho de ser aceptable. El tema parece ser la causa de la enfermedad. ¿Faltan camas? Al menos es discutible, si se considera que Chile tiene poco más de 38.000 camas disponibles, esto es, menos de 450 habitantes por cama. Según la OMS, si medimos el número de camas por 10.000 habitantes, Chile con 24 se ubica cerca del promedio de nuestra región, pero atrás de Estados Unidos (33), Canadá (36), España (35), Italia (40), Inglaterra (39), Francia(75), o Alemania (84). Estos números deben ser mirados con cautela, dado que nuestra pirámide poblacional es más joven que muchos de estos países, quienes llevan años intentando disminuir el número de camas y hospitales. Más que un problema de números, la crisis se genera porque el millón y medio de hospitalizaciones se concentran en los meses fríos. Por ello, uno quisiera que las autoridades fueran más pro activos, flexibles y se anticiparan, no sólo a las mayores demandas invernales, sino también a los cambios de nuestra sociedad. Dos ejemplos. La distribución de las camas no se correlaciona con el número de habitantes de cada región; es de esperar, entonces, que la presión asistencial se distribuya en forma desigual. La tasa de natalidad ha caído considerablemente en Chile y la población ha ido envejeciendo. Es sintomático que los mayores problemas se estén dando en la atención de adultos, pero ¿cuánto ha cambiado la oferta? La reforma de salud enfrentó este desafío parcialmente. Uno de los más aplaudidos consensos fue la creación de 56 “hospitales autogestionados”. La administración Bachelet no ha incentivado lo suficiente los cambios requeridos y hoy sólo 6 de ellos gozan de mayor autonomía y responsabilidad. Sin embargo, el problema no desaparecería aún cuando todos esos hospitales se encontraran en esta categoría. La solución a los problemas que aquejan al sistema público de salud es fácil, pero difícil a la vez. Fácil, porque la respuesta es clara. Es imprescindible introducir niveles crecientes de autonomía y competencia, permitiendo a los hospitales flexibilizar su oferta, asociarse con privados, pagar más a los buenos médicos y despedir a los profesionales deficientes. Difícil, porque hay que avanzar hacia un cambio cultural: no se ve que el MINSAL esté muy convencido de impulsar la creación de hospitales autogestionados, se han detenido los proyectos de concesiones de hospitales, no se ha reforzado el nivel primario de atención, el AUGE ha fortalecido un enfoque esencialmente curativo y no preventivo. Las imágenes y testimonios con que nos han bombardeado estos días los medios de comunicación son elocuentes. Hay un problema estructural, que hace que la enfermedad sea crónica, pero desgraciadamente no se ven luces de que se estén haciendo los cambios necesarios para mejorar la salud del enfermo. Dr. Thomas Leisewitz V. Profesor P. Universidad Católica Investigador Fundación Jaime Guzmán


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