Publicación mensual de FLACSO
Nueva época, Año II, No. 13, febrero de 2002 / 1
Publicación mensual de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales/FLACSO-Guatemala. Nueva época, Año II, No. 13, febrero de 2002
LA
INTERCULTURALIDAD:
¿UNA
RESPUESTA PARA LA
GUATEMALA
DEL SIGLO
XXI?*
Santiago Bastos y Manuela Camus*
© José Alberto Ovalle
D
esde hace varios años es usual el empleo creciente de una serie de términos que testimonian el interés de los pueblos indígenas (y en concreto el maya), por desempeñar un papel más importante en la arena política de Guatemala. Este proceso, que dura ya más de una década, se refleja en vocablos y conceptos nuevos que han venido a enriquecer la terminología que se emplea para describir las relaciones interétnicas y también en el discurso político del país: “derechos específicos”, “pueblos”, “autonomía”, “multiculturalidad”, entre otros.
Estas ideas han transitado de un reducido círculo de activistas y académicos, a la boca de políticos y agentes de desarrollo, para finalmente llegar a las páginas de los diarios más leídos de Guatemala.1 Dentro de ellos se encuentra el término “interculturalidad”, que podría considerarse como expresión de la necesidad de “transformar mentalidades, actitudes y comportamientos”, según lo reconoce el propio Acuerdo de Identidad y Derechos de los Pueblos Indígenas –AIDPI–. 1
*
Antropólogos, miembros del cuerpo de investigadores de FLACSO-Guatemala.
A inicios de 2001, el diario Prensa Libre inició la publicación de un suplemento denominado “Guatemala Multicultural”, mientras que un conocido ron fabricado en Quetzaltenango es anunciado como “el ron del mundo maya”.
Las opiniones expresadas en este suplemento son de la exclusiva responsabilidad de sus autores.
2 / Publicación mensual de FLACSO
EL
Nueva época, Año II, No. 13, febrero de 2002
USO POLÍTICO DE LA
INTERCULTURALIDAD
En sus formulaciones iniciales, el término “intercultural” se vinculaba al ámbito educativo, como un salto respecto de la educación bilingüe. Pero su pretensión era ir más allá del campo idiomático para alcanzar la integración de otros contenidos culturales y relacionales, con el fin de lograr un mayor impacto social y desarrollar, desde la base, el futuro de esa sociedad-nación multicultural (Heckt, 1997). Posteriormente, el concepto de “interculturalidad” escapa del campo educativo, y de ser un adjetivo toma rango de sustantivo, con la intención de ofrecer una clave a partir de la cual sea posible superar las situaciones de enfrentamiento étnico. La interculturalidad pretende ser un paso adelante en el reconocimiento de la diferencia para ofrecer una forma de gestionarla. Se la concibe como una “relación de intercambio positivo y convivencia social entre actores culturalmente diferenciados”, tratando que la “coexistencia” entre grupos se transforme en “convivencia” y que, de señalar las diferencias, se tienda a enfatizar las convergencias (Giménez, 2000: 31). Pero como cualquier observador puede constatar, el término ha invadido prácticamente todos los ámbitos, refiriéndose a una diversidad de metas, políticas y situaciones para convertirse en un vocablo “políticamente
es una publicación de FLACSO-Guatemala y de elPeriódico.
Secretario general de FLACSO Wilfredo Lozano San José, Costa Rica
CONSEJO ACADÉMICO DE FLACSO-GUATEMALA Víctor Gálvez Borrell-director Virgilio Álvarez/Walda Barrios-Klée /Silvel Elías/Gisela Gellert/Irene Palma/ Edgar Pape/Jorge Solares/Edelberto Torres-Rivas
CONSEJO HONORARIO ■ Alain Touraine, Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales, París, Francia. ■ Alejandro Portes, Johns Hopkins University, USA. ■ Volker Lühr, Freie Universitat Lateinamerika-Institut, Berlín, Alemania. ■ Mitchell A. Seligson, University of Pittsburgh, USA. ■ Guy Hermet, Instituto de Ciencias Políticas, París, Francia.
Tels: (502) 362-1431 al 33 Fax: (502) 332-6729 Correo electrónico: flacsoguate@flacso.edu.gt Página web: http://www.geocities.com/athens/rodes/9162 Coordinación de edición: Hugo de León Diseño, edición y diagramación: Magna Terra editores Esta edición es posible gracias al apoyo financiero de la agencia SAREC
Foto proporcionada por Berta Englenton
correcto”. Se ha transformado así en un nuevo y ubicuo “eje transversal” que acompaña al “desarrollo sostenible” y a la “equidad de género” en muchos proyectos y organizaciones de desarrollo. Además, “interculturales” buscan ser también las políticas del Estado (aunque sólo sea en sus enunciados), las relaciones sociales, las experiencias de viaje al extranjero, el mestizaje o hibridismo cultural, o el propósito de lograr que los mayas accedan a compartir el poder.2 La interculturalidad se convierte así en uno de los pocos términos legítimos para designar la diferencia étnica; incluso, en niveles académicos ya no se habla de “etnicidad”, “diferencia étnica”, ni siquiera de “diferencia cultural”. Esta ubicuidad de la “interculturalidad” está teniendo un efecto colateral que puede ser muy positivo: abre un espacio para discutir un tema que siempre ha provocado recelos, silencio y angustias entre las mentes bien pensantes. Pareciera que “despojándosele” de su contenido conflictivo, y limitándolo a la forma en que pueden “dialogar” dos culturas, es 2
Un ejemplo sería la “Colección Intercultural” del Fondo de Cultura Económica, con diez volúmenes editados en k’iche’ y en español. Sin restar mérito alguno a la iniciativa, se trataría más de una colección “bilingüe” que dé una “intercultural”.
Publicación mensual de FLACSO
Nueva época, Año II, No. 13, febrero de 2002 / 3
© José Alberto Ovalle
más fácil abordar la profunda brecha que divide a la población en Guatemala. Aprovechando ese espacio, queremos plantear que para que se pueda llegar a una convivencia intercultural entre todos los guatemaltecos, este concepto de vocación universal debe ser puesto en relación con el contexto complejo, dinámico y a veces paradójico que se vive en el país. Creemos que esta tarea es primordial para enfrentar la confusión, los despropósitos y las ambigüedades de los términos que llegan a vaciar de contenido la discusión y, con ello, favorecen el mantenimiento de esa radical y discriminadora ideología de la diferencia étnica. En este momento de actividad y transformación, puede ser muy útil incluir la idea de la interculturalidad y su proyecto, pero sometiendo el concepto a unos “términos de referencia” más concretos y específicos, no a la manera de una panacea terminológica que puede conducir a la disolución del problema étnico, cultural y nacional por la misma confusión de su aplicación. La interculturalidad trata de desarrollar una regulación pacífica de los conflictos, pero en la situación en que estamos corre el peligro de convertirse en un eufemismo de las relaciones interétnicas, al enfrentarlas de forma lateral, situacional, evasiva y utópica, y no de forma objetiva, integral y plausible. Pareciera que el énfasis de la interculturalidad en el diálogo y en la “diferencia cultural” trata de evadir las connotaciones más “peligrosas” y complejas de conceptos como la etnicidad, que haría más énfasis en las diferencias y en la existencia de fronteras y desencuentros.3 3
Cuando Giménez se refiere a las relaciones interétnicas las señala como “basadas en la desconfianza, los estereotipos y los prejuicios, la incomunicación o mala comunicación, etc.”
LA
CULTURA Y LA TRAMPA DE LA DOMINACIÓN ÉTNICA
Es necesario insistir en el hecho que el campo de estudio de la etnicidad hace referencia a una situación de interacción, con algún grado de asimetría, entre dos o más grupos sociales, que remite simultáneamente a diferencias de orden cultural, socioeconómico y de acceso a los medios de poder, dentro de un “contenedor” político común –normalmente los estados nación– , y en el que “la cultura” es el lenguaje mediante el cual se codifican, justifican y simbolizan estas diferencias.4 La construcción histórica de la ideología que rige las relaciones sociales en Guatemala ha hecho que las cosas parezcan diferentes a lo que son, creando así la “trampa ideológica de la dominación étnica”. Esta dominación está basada, precisamente, en hacer creer que las diferencias culturales y raciales son la causa de la diferencia social y del acceso desigual al poder y los derechos entre unos ciudadanos “modernos” y otros “atrasados”. Hubo un momento histórico en el que dos grupos culturalmente diferentes se pusieron en contacto, (2000: 32). Posteriormente afirma que su uso descriptivo es conveniente porque esa es la realidad de la que se parte y la que se vive. Y la razón por la que se necesite llegar a una “relación intercultural”, añadiríamos nosotros. 4
Esto implica que la etnicidad es un fenómeno que incide en la conformación de las relaciones sociales; lo que también la convierte en una forma en que la sociedad se interpreta a sí misma. Pero la etnicidad también puede ser una estrategia metodológica y de análisis de la realidad social.
4 / Publicación mensual de FLACSO
Nueva época, Año II, No. 13, febrero de 2002 hay sujetos y grupos con culturas más diferenciadas que la “maya” y la “ladina” y que, sin embargo, no forman parte, por ese hecho, del conflicto social (como el caso de los que llamamos “chinos” o “libaneses”, por ejemplo).
y esta diversidad fue utilizada por uno de ellos para justificar su dominio sobre el otro, recreándose y variando desde ese momento hasta la actualidad. Todos los sujetos tenemos “cultura” (que se puede interpretar como sinónimo de “cosmovisión”), es decir, una serie de significados compartidos a través de los cuales entendemos el mundo y lo transformamos. Estos significados se matizan para diferentes grupos sociales: el étnico, el generacional, el de género, el nacional, el religioso. Eso nos permite reconocernos y compartir entre mujeres frente a los hombres, entre compañeros frente a abuelos, entre indígenas frente a quienes no lo son, pero también como guatemaltecos frente a mexicanos, europeos, etc. Igualmente permite recibir de otros códigos culturales, resignificarlos, adaptarlos, prestarlos y, gracias a ello, disfrutar de competencias para movernos entre diferentes culturas. Desde esta perspectiva, nos atrevemos a decir como una forma de provocación, pero también de necesaria reflexión para el planteamiento mismo del problema étnico, que no existen “las culturas”, que no hay una “cultura ladina” ni una “cultura maya”, sino elementos culturales que ciertos grupos sociales comparten por provenir de experiencias e historias semejantes (Bastos, 2000). Estos términos son categorías analíticas, abstracciones que utilizamos de forma genérica para entendernos, pero que, si los damos por hechos, terminamos por confundirnos. El problema está en identificar cultura y etnicidad, como si lo étnico sólo se refiriera a la cultura, y como si otras facetas sociales no tuvieran también su dimensión cultural. Además, en el entorno de la creación de relaciones étnicas, este significado amplio y dinámico se constriñe a lo que Solares denomina “etnocultura”, que es la que se realza con fines étnicoideológicos, buscando marcar fronteras entre el “nosotros” y “los otros” (1989). Pero hay que repetir que aunque existen diferencias culturales, la cultura no es “la” causa de la diferencia social y el conflicto. En Guatemala
Los textos sobre interculturalidad y multiculturalidad tienden a asociar mecánicamente los grupos con las “culturas”, viéndolas en muchas ocasiones como entes diferenciados y autocontenidos que establecen el diálogo entre sí. De esta forma se reedifican y sustantivizan las culturas y, queriendo crear espacios de encuentro, de diálogo y de consenso entre los colectivos, caen en el mismo reduccionis© José Alberto Ovalle mo bipolar que se pretende combatir, a partir de su previa definición y demarcación como entes abstractos. Así, el problema es que, manejado de forma absoluta, el multiculturalismo se basa en plantear las relaciones entre los grupos sociales a partir de su “identidad cultural”, mientras la “interculturalidad” parece que supusiera un diálogo “entre culturas”. Si llevamos este argumento al extremo, corremos el peligro de pensar en grupos cerrados, sin reconocer los siglos de existencia en común, y con ello, de relaciones y préstamos culturales que se han dado y se dan entre mayas y ladinos, por lo que sus culturas actuales contiene bastantes elementos comunes y mezclados. Más allá, esta insistencia en las diferencias puede acabar creando identidades que sean excluyentes entre sí, lo que puede ser también el primer paso para unas “identidades asesinas” (Malouf, 1999) que ven al “otro”, al “diferente”; a manera de enemigo más que de vecino. Para salir de los encasillamientos del sistema ideológico de la diferencia étnico-cultural en Guatemala, hay que recordar que la “interculturalidad” no se refiere sólo a los grupos dados por hechos: mayas y ladinos –y ahora también xincas y garífunas. Por una parte, también ellos poseen diferentes “culturas” y relaciones “interculturales”, dada su misma heterogeneidad. Con la gran variedad de vivencias entre gente de un mismo “pueblo”, habría que aplicar el sentido de “nación pluricultural” al interior de cada uno de ellos, sin que se impongan los estereotipos oficiales que coartan algo tan dinámico como es la cultura. Hay que repensar también cuántas incorporaciones de poblaciones diversas se han recibido históricamente en Guatemala (y se siguen recibiendo), que ofrecen sus aportes culturales y permiten experiencias de interacción: alemanes, judíos, chinos, libaneses, japoneses, y coreanos más recientemente. En el actual contexto de la globalización, con la dispersión poblacional y la interacción creciente entre las personas por la expansión de los medios de comunicación y de los transportes, hay una gran capacidad de parte de
Publicación mensual de FLACSO las personas y los grupos por manejar elementos culturales diversos: la relación unívoca y total de cultura-territorio-grupo es cada vez menos obvia. Por lo mismo, es preciso vacunarse frente a la idea de la “autenticidad” y manejarse con cuidado frente a la política de las identidades. Las relaciones “interculturales” –entre personas de culturas diversas– van a incrementarse por la vía del turismo y por la vía de la diáspora migratoria al Norte, a la que la población guatemalteca se está sumando de forma masiva. Para las llamadas “comunidades transnacionales” (Kearney y Nagenast, 1989), integradas por guatemaltecos, es parte de la realidad el identificarse como hispano o latino en Los Ángeles, o maya en Indiantown (Florida); ser un chapín nacido en Oregon, o bien formar parte de los matrimonios de “indios” y “ladinos” con chicanos, anglosajones o afroamericanos, rompiendo cualquier esquema simplista y limitado de lo que es la interculturalidad. Si lo pensamos en términos lingüísticos, el inglés ya no es sólo una lengua de prestigio, forma parte de la cotidianidad de tantos cientos de miles de guatemaltecos que residen en los Estados Unidos de Norteamérica o aquí. Las negociaciones identitarias y las categorías étnicas se han multiplicado, y debemos crear un marco más amplio para pensarlos a todos. Incluso muchas personas y, en especial, buena parte de las nuevas generaciones, no se sienten representadas en ninguno de los “pueblos” en los que oficialmente se divide esta nación.
LA
INTERCULTURALIDAD Y EL FUTURO DE
GUATEMALA
Fruto de su historia, la sociedad guatemalteca está cruzada por recelos, prejuicios y conflictos, basados directa o indirectamente en el hecho de haberse construido justificando la desigualdad entre sus miembros por la diferencia de origen y cultura. Desde hace algún tiempo, ese modelo está siendo cuestionado por una parte de la población, sobre todo por los más afectados por esa diferencia: quienes habían sido considerados como indios o indígenas y ahora reclaman formar el pueblo maya. Este proceso ha ido tomando diversas formas a lo largo del último medio siglo, y en la actualidad, como ocurre en muchas otras partes del globo, se basa en lo que se conoce como “la multiculturalidad”, cuyo último hijo conocido es la “interculturalidad”. Esta forma de encarar la problemática étnica de Guatemala puede ser muy útil por ser una fórmula que busca activamente la convivencia, que promueve utopías y promociona cambios más allá de la mera coexistencia conflictiva en que históricamente se han dado las relaciones interétnicas en el país. Sin embargo, como hemos intentado mostrar, surge de un supuesto que es cuestionable: la división étnica de Guatemala no es un problema de culturas hay que pensarla como parte importante de un todo más amplio. Con todo lo que tiene de positivo, el Acuerdo de Identidad y Derechos de los Pueblos Indígenas supuso una definición estrecha de lo que eran los “problemas” de estos pueblos, mientras que se les “expulsó” de otras discusiones en las que también deberían estar involucrados, pero que son
Nueva época, Año II, No. 13, febrero de 2002 / 5 más conflictivas (Bastos y Camus, 1995). Mientras no se solucionen los problemas que afectan a la sociedad en su conjunto –la distribución de la riqueza, el acceso al poder político, no se solucionarán los problemas “culturales”. Y de la misma forma, mientras en este país no se actúe reconociendo de hecho la existencia de varios colectivos con historias y culturas diferenciadas, no se podrán resolver los problemas que afectan a toda la sociedad. Por lo anterior, si la interculturalidad tiene que ver con ciudadanía y democracia incluyente, de repente no debería sostenerse desde términos estrictamente “culturales”. Esta visión de la realidad guatemalteca es limitada y excluyente. Si hace 30 años no se pensaba que la cultura fuera importante como forma de articulación política, quizá hayamos llegado ya al punto opuesto del movimiento del péndulo, y haya que comenzar a pensar en términos que, sin negarla, la pongan en relación con otras muchas dimensiones que están presentes y en una interrelación muy estrecha. El andamiaje histórico de la dominación nos ha llevado a esta construcción social que es necesario reformular. El modelo multicultural nos ha dado la pauta para idear otras, pero no avanzaremos mucho si no nos cuestionamos esas bases impuestas, si consideramos estas fórmulas –multi e interculturalidad– como nuevos catecismos en vez de herramientas de trabajo. Se puede participar en la vida social, y de hecho un gran número de sus habitantes participan desde otros ángulos, y son muchas las identidades sociales que los sujetos ponemos en juego. Pero en la actual “gramática de las identidades” parece que las polaridades étnicas son las únicas articulaciones, y en torno a ellas es que se genera todo el enconado debate como un laberinto cerrado. Un buen análisis de la actual realidad social guatemalteca y de sus dinámicas, permitiría asumir a qué población estamos invocando, comprendiendo, representando; qué conflictos y desencuentros estamos enfrentando; qué marcos resultan obsoletos. Es preciso reconocer otras identificaciones (género, generación, religión), su combinación, hibridismos y mestizajes, el peso de lo indio en el ladino, la diversidad entre los mayas, las historicidades de cada uno de los grupos sociales y las acciones en el territorio. Pero lograr un mejor análisis no se puede hacer desde el eufemismo, el ausentismo y, en definitiva, el miedo. Si la idea es reformular la variable étnica de la sociedad guatemalteca –y con ella todas las demás, puede ser muy interesante plantearse un proyecto nacional de espíritu intercultural. Pero para lograrlo es necesario confrontar y sujetar a revisión el esquema de sociedad que hemos heredado, redefinir el pacto social que lo concreta desde las bases de lo que la gente, los guatemaltecos, estamos experimentando. Y para ello, es útil examinar la “interculturalidad” desde su realidad conflictiva, desde sus dificultades y problemas, desde las diferencias estructurales y los recelos históricos que se reflejan en las interacciones cotidianas. Es necesario empezar por asumir y externar los estereotipos y prejuicios que nos movilizan, por destapar las discriminaciones ocultas y las arbitrariedades de cualquier signo, por desmontar la interiorización social del color de la piel y rescatar las figuras de los no indígenas y de los indígenas como sujetos con sus propias historias y capacidades de acción y de pensamiento.
6 / Publicación mensual de FLACSO
Nueva época, Año II, No. 13, febrero de 2002
LA FACULTAD LATINOAMERICANA DE CIENCIAS SOCIALES FLACSO-SEDE ACADÉMICA GUATEMALA INVITA AL
DÍA DE LA GEOGRAFÍA EN FLACSO Actividad programada dentro de los eventos de la QUINCENA DE LA GEOGRAFÍA EN GUATEMALA
PROGRAMA MARTES 5
DE MARZO
10:00 - 10:50
El SIG (Sistema de Información Geográfica) como herramienta de investigación: conceptos y aplicaciones realizadas en el Área de medio ambiente y desarrollo sostenible de FLACSO. INGA. VIOLETA REYNA, encargada del SIG-FLACSO.
10:50 - 11:00
Café
11:00 - 12:00
Continuación presentación SIG.
15:00 - 15:45
Dinámicas de población en Guatemala (enfoque geográfico). LICDA. GISELA GELLERT, coordinadora del Área de estudios urbanos y de población –FLACSO–.
15:45 - 16:30
El enfoque social del riesgo. GEO. LUIS GAMARRA –FLACSO–.
16:30 -17:15
Managua, ¿ciudad dislocada? Efectos de los riesgos naturales sobre el proceso de fragmentación urbana. MTRO. SEBASTIÁN ARDI, Universidad de París X.
17:15 - 18:00
Café
18:00 - 19:00
Proceso de evaluación del impacto ambiental y vulnerabilidad territorial. DR. LUIS FERRATÉ, consultor independiente.
FLACSO: Salón de clases 5ª. Avenida 6-23 zona 9 Ciudad de Guatemala
Embajada de Francia Centro Francés de Estudios Mexicanos y Centroamericanos –CEMCA– Academia de Geografía e Historia de Guatemala Escuela de Historia –USAC– FAU-USAC FLACSO Instituto Geográfico Nacional –IGN– Secretaría de Planificación y Programación –SEGEPLAN– Universidad Rafael Landívar Universidad del Valle de Guatemala UTG-PROTIERRA
Publicación mensual de FLACSO
Nueva época, Año II, No. 13, febrero de 2002 / 7
LA FACULTAD LATINOAMERICANA DE CIENCIAS SOCIALES FLACSO-SEDE ACADÉMICA GUATEMALA invita a la Presentación de la memoria visual y escrita del Primer encuentro mesoamericano de estudios de género Comentarista: licenciada Rosalinda Hernández Alarcón Periodista mexicana, coeditora de la publicación feminista La Cuerda, integrante de la Red de Mujeres Periodistas de México, Centroamérica y el Caribe Jueves 7 de marzo Fondo de Cultura Económica
Coctel Entrada libre
Nueva Librería de Ciencias Sociales La Librería de Ciencias Sociales, creada por la FLACSO Guatemala en 1998, es única en su género y pone a disposición de especialistas, estudiantes y público en general, su vasta colección de informes, ensayos y trabajos académicos sobre medio ambiente, género, realidad política, social y económica del país. El lector también encontrará publicaciones especializadas de otras editoriales, tanto nacionales como extranjeras. Durante el mes de marzo continúa el 15% de descuento en todos los títulos de la Editorial FLACSO.
Nueva sede, nueva administración 8 calle 7-38 zona 9, Ciudad de Guatemala. Tel/fax: 339-3873
8 / Publicación mensual de FLACSO
Nueva época, Año II, No. 13, febrero de 2002
NoVEdaDeS Próximas publicaciones A
CINCO AÑOS DE LA FIRMA DE LA PAZ EN
MEMORIA PRIMER ENCUENTRO
UN BALANCE CRÍTICO MESOAMERICANO
DEBATE 51
DE ESTUDIOS DE GÉNERO
112
GUATEMALA:
188
PÁGS.
Este texto contiene la Memoria del Primer encuentro mesoamericano de estudios de género, desde el documento base que sirvió de marco teórico filosófico al mismo, hasta un dossier de recortes de periódicos con artículos publicados en la prensa nacional.
RUBÉN ZAMORA FRANCISCO LEAL BUITRAGO EDELBERTO TORRES-RIVAS
PÁGS.
CARLOS F. CHAMORRO LUIS PÁSARA ALBERTO FUENTES K. RAQUEL ZELAYA
Los siete ensayos que integran la publicación número 51 de esta serie debate corresponden a las ponencias que sus diversos autores presentaron en el foro interno de FLACSO-Guatemala titulado: “A cinco años de la firma de la paz en Guatemala: un balance crítico”. El mismo se realizó a finales de noviembre de 2001 en esta capital y contó con el apoyo del International Peace Research Institute –PRIO– de Oslo. Al publicar estas siete ponencias, FLACSO-Guatemala espera reactivar la reflexión y el debate sobre el tema de la paz en Guatemala y su abordaje desde perspectivas distintas de las que tradicionalmente se han aplicado al mismo.
CONVENTOS, AULAS Y TRINCHERAS UNIVERSIDAD Y MOVIMIENTO ESTUDIANTIL GUATEMALA VOLUMEN I Y II
EN
VIRGILIO ÁLVAREZ ARAGÓN COEDICIÓN FLACSO-ESCUELA DE HISTORIA USAC Estudio sobre las actividades políticas de los estudiantes universitarios como grupo social determinado, en su relación con el desarrollo y transformación del sistema de educación superior y del contexto social de Guatemala.