Diálogo 52 Nueva Época / La aventura de ir al Consejo de Seguridad

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Nueva época, No. 52

Guatemala octubre de 2006

La aventura de ir al Consejo de Seguridad

Composición sobre original de Salvador Dalí


Introducción Edgar Gutiérrez* Quiso la historia que el canciller Gert Rosenthal cerrara personalmente el círculo de su propio aserto. Fue él quien, en 2002, como representante de Guatemala ante Naciones Unidas, contagió la convicción de que el país merecía ejercer su derecho de hacer política internacional en las “grandes ligas”. Sus argumentos centrales fueron que Guatemala había sido capaz de superar un extenso como atroz enfrentamiento armado, y sostener la paz por casi una década –a pesar de las fallas y rezagos; adicionalmente, que ya hemos permanecido impasibles durante seis décadas formando parte del “club de los de afuera”, o sea, del puñado de países fundadores de la ONU que siguen sin integrar el Consejo de Seguridad.1 La representación proporcional de los miembros no permanentes en el Consejo es por bloques geográficos que compiten y/o acuerdan una suerte de delegación, aunque excepcionalmente ésta opera como tal en las discusiones y votaciones decisivas.2 En el llamado Grupo de Latinoamérica y el Caribe (GRULAC), el oponente en este tramo final que deberá despejarse el próximo 16 de octubre es la República Bolivariana de Venezuela, una potencia intermedia en el hemisferio, con enorme gravitación internacional, quinto exportador mundial de petróleo y poseedor de las más grandes reservas de crudo, cuya tradición y capacidad institucional han estado mejor preservadas que las de Guatemala.

La carrera por una silla en el Consejo de Seguridad en el periodo 2007-2008 es otra oportunidad de abrir un renovado debate nacional sobre cuál tendría que ser el papel del país en el mundo del siglo XXI. ¿Asumirse como país chico y débil, incapaz de lidiar con sus propias taras y condenado a jugar un rol pasivo de espectador y, quizá, hasta de víctima? ¿Atreverse a entrar a la cancha grande equivale a un inevitable bochorno? ¿Cuál debiera ser, entonces, la estrategia de inserción en el proceso de globalización? ¿Bajo qué pautas de interés nacional? ¿Con qué objetivos de política democrática?

El Consejo de Seguridad El Consejo de Seguridad es el órgano más poderoso de Naciones Unidas. Su mandato, conforme a la Carta de la ONU, es preservar la paz y seguridad global. 3 A diferencia de otros órganos del sistema, sus resoluciones tienen capacidad vinculante (Ver Recuadro 1). Significa que los Estados miembro están comprometidos a acatarlas, o se ven expuestos a sanciones de la comunidad internacional. Será por eso que es un foro tan exclusivo, regido abiertamente por las relaciones de poder y la lógica implacable de la realpolitik. El Consejo está integrado por menos del 8% (quince) de los Estados miembro y, de ellos, apenas 2.5% (cinco países) son permanentes y tienen poder de veto (Ver Cuadro 1). Sin embargo, en los últimos tiempos también se ha ocupado de violaciones sistemáticas de derechos humanos. Por ejemplo, decidió en marzo de 2005 enviar contingentes militares al Sudán en apoyo a los soldados que la Unión Africana ya había desplegado en ese país. Pocos días después, encomendó a la nueva Corte Penal Internacional investigar el genocidio en Sudán. Otros temas recurrentes en su agenda de estos meses son las situaciones en Haití (cuya misión de paz está bajo responsabilidad del embajador guatemalteco Edmond Mulet), Irak, Líbano e Irán. 3

Pero en la discusión que nos interesa, los puntos focales son otros. En lo doméstico la duda es si, eventualmente, se llegara al Consejo, ¿se podría desempeñar un papel decoroso? E internacionalmente, entre las naciones que a fin de cuentas inclinarían la balanza, la cuestión es si tenemos el carácter para sostener razonablemente los principios multilaterales de las Naciones Unidas, tan decisivos en esta época inopinadamente convulsa en el mundo. Dicho con franqueza, lo que se preguntan afuera es: ¿qué tanto Guatemala sería una simple caja de resonancia de Washington?

Publicación mensual de FLACSO -Guatemala y elPeriódico Secretario general de FLACSO Francisco Rojas Aravena San José, Costa Rica CONSEJO ACADÉMICO DE FLACSO-GUATEMALA Víctor Gálvez Borrell-director Claudia Dary / Virgilio Álvarez / Oscar López / Luis F. Mack Virgilio Reyes / Simona V. Yagenova Edición: Víctor Gálvez Borrell; coordinación y diagramación: Hugo de León P.

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Noti Hebreos

*Economista, con posgrados en matemática aplicada a la economía y en política internacional. Dirigió el proyecto de la Conferencia Episcopal sobre la Recuperación de la Memoria Histórica (Remhi), que culminó en 1998 con el Informe “Guatemala Nunca Más”. Durante el gobierno de Alfonso Portillo se desempeñó como secretario de Análisis Estratégico de la Presidencia de la República y como ministro de Relaciones Exteriores. 1 Se trata de cinco países, cuatro pertenecientes al área del Gran Caribe (El Salvador, Guatemala, Haití y República Dominicana) y Sudáfrica. Oficialmente son reconocidos 51 Estados fundadores de las Naciones Unidas. Guatemala, que figura en esa lista, es parte de la ONU desde el 21 de noviembre de 1945. En la actualidad, de los 192 Estados miembro, 76 no han sido parte del Consejo de Seguridad. 2 Tal comportamiento puede parecer lógico si las representaciones diplomáticas son parte de gobiernos electos por mayorías nacionales. Sin embargo, ésta es una de las limitaciones del Consejo de Seguridad que se ve sujeto a estrategias o intereses locales volviendo lento y poco efectivo su desempeño.

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Desde 1992 se viene arrastrando un encendido debate sobre la integración y prerrogativas de ciertas potencias en el Consejo. Las críticas, básicamente, son dos. Por una parte, la integración del Consejo debe reflejar el mundo que se ha conformado desde la segunda mitad

del siglo XX y en lo que va del nuevo siglo. Por ejemplo, el número de países independientes dentro de la ONU se elevó de 51 a 192, finalizó la guerra fría y han surgido nuevos y acuciantes conflictos; y la gravitación de ciertas potencias como Alemania, Japón, India e incluso Brasil no puede seguir ignorándose en el mapa de poder de Naciones Unidas. Por otra parte, deben revisarse los criterios de toma de decisiones, sobre todo, acotarse el poder de veto de las cinco potencias permanentes en el Consejo. En 1965 creció el cupo del Consejo de Seguridad de once a quince miembros, y se elevó de siete a nueve los votos necesarios para adoptar decisiones de procedimientos y también en cuestiones de fondo, aunque en este caso es requisito que ningún miembro permanente vote en contra. En marzo de 2005, el secretario general Kofi Annan presentó un informe titulado Un concepto más amplio de la libertad: desarrollo, seguridad y derechos humanos para todos, que traza un ambicioso plan de reforma de la ONU para hacer frente a las amenazas y los desafíos planetarios del siglo XXI . Esa propuesta subraya que ningún cambio en la Organización sería completo sin una reforma del Consejo de Seguridad y sugiere dos modelos (Ver Recuadro 2). La Asamblea General de ese año estaba destinada a que los Jefes de Estado debatieran abiertamente la cuestión, pero el plazo (del 14 al 16 de septiembre) fue insuficiente para cristalizar un acuerdo.

Ministerio de Relaciones Exteriores entre diciembre de 2002 y enero de 2004 y, tras el cambio de Gobierno, el canciller Jorge Briz le dio seguimiento y la intensificó. La idea inicial del ahora ministro, Gert Rosenthal (entonces embajador en Nueva York), era conseguir el endoso del GRULAC , pero ese intento se desvaneció muy pronto, pues Ecuador también dio a conocer su interés por llegar, por cuarta vez, al Consejo de Seguridad.4 Guatemala compitió amablemente con esa nación hasta junio de 2005, cuando los ecuatorianos renunciaron a sus aspiraciones. Entre tanto, Nicaragua y Perú corrían por el puesto que iba a quedar vacante para el periodo 2006-2007. Con Ecuador hicimos una suerte de entendimiento (no fue un acuerdo formal): si Nicaragua ganaba en 2005, Guatemala se retiraba, pues los dos países pertenecen a la entente del Sistema de Integración Centroamericana (SICA ); y si le correspondía la plaza a Perú (lo que ocurrió), Ecuador declinaba, pues ya habría en el Consejo un miembro de la región andina. Por razones de política 4

Ecuador integró el Consejo de Seguridad en 1950-51, 1960-1 y 1991-2.

El camino de Guatemala al Consejo El 1 de julio de 2002, el entonces ministro de Relaciones Exteriores, Gabriel Orellana, firmó un memorando que dio inicio oficialmente –con cuatro años de antelación, como suele hacerse en Nueva York– a las gestiones por el puesto que estará libre en el Consejo de Seguridad de la ONU , a partir del 1 de enero de 2007. Esa gestión la continué en el

Francoise Demulder

Como sea, la necesaria reforma del Consejo de Seguridad será un tema clave en los próximos años, justamente para la preservación de la paz mundial y para darle un gobierno más democrático y eficaz al proceso de globalización. Y el debate ha continuado (Ver Recuadro 3, pág. 6).

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interna –no por arreglos bilaterales– la Cancillería ecuatoriana abandonó la carrera, pero ya en junio de 2004, Venezuela había presentado su candidatura. De manera que durante un año éramos tres (dos andinos y un centroamericano) los candidatos del GRULAC para la plaza que dejará Argentina el 31 de diciembre. Venezuela entró en escena de manera sorpresiva. Hasta donde sé,Guatemala no tuvo aviso previo. Más bien parecía repetirse la historia, según la cual, cada vez que los países pequeños levantan su postulación se les cruza uno mayor en el camino y los deja fuera. Le ocurrió a República Dominicana en 2002, cuando México tardíamente frustró su aspiración. En el hemisferio, prácticamente son los países grandes los que han dominado las postulaciones imprimiendo una baja rotación en el Consejo (Ver Cuadro 2). Con el presidente Hugo Chávez, en especial desde que revirtió el golpe de Estado en su contra en 2002, Venezuela ha desplegado una política exterior notablemente activa, influyente en la región y ríspida con el gobierno de EEUU. Es una política inspirada en el ideario bolivariano de integración latinoamericano, que se propone como alternativa al Tratado de Libre Comercio de las Américas ( ALCA ) promovido por Washington. La Alternativa Bolivariana para América Latina y el Caribe (ALBA ) sugiere otro modelo de cooperación5 que se abre cauce a través de la oferta de Chávez de comercialización de petróleo, su principal recurso natural, que le sirve a la vez para proyectar eficazmente su labor diplomática.

El ALBA se define como “una propuesta de integración diferente”. Se contrasta con el en objetivos y procedimientos. El ALCA, dice, responde a “los intereses del capital trasnacional y persigue la liberalización absoluta del comercio de bienes y servicios e inversiones”. El ALBA, en cambio, “enfatiza en la lucha contra la pobreza y la exclusión social… se fundamenta en la creación de mecanismos para (fomentar) ventajas cooperativas entre las naciones que permitan compensar las asimetrías” de sus aparatos productivos, para lo cual promueve fondos compensatorios. Véase: ¿Qué es el alba? www.alternativabolivariana.org 5

ALCA

s/a

Así, Chávez ha pasado a liderar, más allá de Latinoamérica, un bloque importante de naciones críticas del modelo neoliberal de mercado, que, además, resienten las formas de intervención política y militar de la

administración del presidente George W. Bush en varias regiones del planeta. Su aspiración al Consejo de Seguridad se entiende, entonces, como un abierto desafío a la administración estadounidense en la zona más sensible del sistema multilateral. Y de hecho así fue asumida por la secretaria de Estado Condoleezza Rice, que ha intervenido directamente en el debate, tras el batiente discurso del presidente Chávez en la 61 Asamblea General de Naciones Unidas el pasado 20 de septiembre. Es claro que en la disputa de modelos contrastantes de desarrollo internacional que escenifican Washington y Caracas, el Estado guatemalteco no es neutral. La opción de sus elites, siempre alérgicas a regímenes revolucionarios que ahora denominan populistas, es a favor de EEUU; además, que las relaciones de comercio exterior y la asociación geopolítica –incluyendo las notables corrientes migratorias– nos convierte en un país cuya dependencia de los influjos de la potencia del norte, para nada resulta un dato marginal. No obstante, cierta tradición de autonomía relativa en las relaciones de Guatemala con EEUU ha matizado unos vínculos que a muchos se les antoja mecánicos.6 En este Gobierno se han notado dos inclinaciones en materia de relaciones internacionales. La Cancillería, por un lado, ha mantenido una línea orientada a diversificar los vínculos y dilatar o en todo caso sostener los márgenes de autonomía relativa. En Casa Presidencial, por otro lado, ha rondado el cabildeo de ciertos empresarios poderosos –conectados con los grupos republicanos de Miami– a favor de estrechar la alianza con Washington. Aunque el presidente Óscar Berger admite su escasa afición e inexperiencia en los temas internacionales, es inevitable que se refiera a ellos. 7 Sus incursiones en ese campo han sido infortunadas. Justamente Chávez es un tópico de flagrantes inconsistencias. Pareciera que una política razonable de Estado le Varios eventos, de distinta índole, se registran en la historia reciente: el choque abierto del periodo 1952-54 que derivó en el golpe de Estado de la CIA contra el gobierno de Jacobo Arbenz; el rechazo del Ejército guatemalteco a la política de derechos humanos de la administración Carter que llevó a la suspensión de la asistencia en 1977; la política de neutralidad y neutralidad activa ante Nicaragua, aplicada por tres gobiernos (dos militares y uno democrático), desde 1982 hasta 1990; la abstención en las resoluciones sobre derechos humanos en Cuba en los años 90 (Gobierno Arzú) y el no envío de tropas a Irak en 2003 (Gobierno Portillo). 7 La Constitución establece como función del Presidente de la República “dirigir la política exterior y las relaciones internacionales” (Artículo 183:o). 6

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aconseja al gobernante prudencia y respeto a Caracas; pero otras voces más coléricas o ideológicas se le cuelan con exabruptos.8

Quien reiteradamente ha incursionado en ese campo de la diferenciación crítica con EEUU es el vicepresidente Stein. Se ha pronunciado contrario al acento de Washington sobre los asuntos de seguridad bilateral. Sus declaraciones resultaron inflamatorias contra el endurecimiento de la política migratoria de EEUU, y no dejó pasar la reunión de países No Alineados, en La Habana el mes pasado, para criticar la política antinarcóticos de los estadounidenses. De la vocación multilateral de Guatemala en Naciones Unidas da cuenta el sitio WEB del Ministerio de Relaciones Exteriores; es un reciente periodo fulgurante que corresponde, en gran medida, a la gestión de Rosenthal en Nueva York (Recuadro 4). 8 Fue el caso cuando, a inicios de 2006, tras anunciar públicamente que solicitaría una entrevista con el presidente Chávez para ampliar el acuerdo de cooperación energética, acusó al gobernante venezolano de inmiscuirse en los asuntos internos de los países centroamericanos. En la pasada Asamblea de las Naciones Unidas, Berger mantuvo durante su discurso oficial un tono respetuoso hacia Chávez, pero al siguiente día en una entrevista de prensa lo acusó de ser un elemento perturbador si llegase al Consejo de Seguridad.

Raymond Depardon

La Cancillería, bajo la dirección de Rosenthal y con respaldo del vicepresidente Eduardo Stein, es más claramente partícipe del ejercicio leal con Washington, aunque con márgenes de autonomía política. Pero también en el periodo del canciller Jorge Briz (enero 2004-julio 2006) la orientación de las relaciones internacionales –con mayor acento en los asuntos comerciales– tendió a favorecer acuerdos con potencias del sur (Brasil, Argentina, Colombia) y posesionarse en el nuevo mapa de Asia (India), a fin de diversificar la dependencia. De todos modos, en el campo político –incluyendo diversos tópicos que interesan a las relaciones internacionales del país y de la agenda multilateral– Cancillería había perdido en los últimos años algún ímpetu. Por tanto, desde agosto, cuando Rosenthal asumió, una parte sustantiva que se introdujo en el diseño de la campaña para favorecer el acceso de Guatemala al Consejo de Seguridad, fue diferenciar agendas con Washington sin renunciar a las afinidades.

son referentes en las grandes capitales de poder. Los gobiernos, grupos de presión y formadores de opinión pública se decantan porque están a favor o en contra de Chávez. Eso incomoda a algunas naciones que no quieren o no tienen necesidad de optar en un espectro polarizado. Es la razón por qué ganó terreno en las últimas semanas la tesis del “cesarismo”; es decir, la idea que un tercer país9 emerja antes que en el terreno se dirima la batalla, que a ciertas naciones neutrales no conviene. Eso dice la lógica del “poder blando”. 10 Empero, la lógica de las relaciones de poder, basadas esta vez en un simple cálculo matemático, podría indicar que ni Venezuela ni Guatemala tienen los votos suficientes (128/192) para ganar la elección. Y los países neutrales son minoría. Por tanto, en ese terreno polarizado, el primer camino no sería forzar la elección de un tercer candidato sino de provocar varias votaciones hasta disuadir a algunos que no quieren tomar posición. Este escenario – paradójicamente– pudo haber sido forzado por el propio presidente Chávez tras su discurso en la última Asamblea de la ONU.11 Él plantó el acceso de Venezuela al Consejo de Seguridad como objetivo de victoria sobre EEUU y, a juzgar por la reacción de un irritado Departamento de Estado, Washington recogió el desafío. Por ello, como señal, EEUU comenzó a enviar una suerte de veto ampliado hacia la Asamblea, con un mensaje nada cifrado: con Venezuela dentro del Consejo la adopción de medidas efectivas será extremadamente complicada. Ergo: las situaciones conflictivas que preocupan al mundo podrían exacerbarse. Ello no obstante que este es un momento en que Washington también comienza a resentir costos de su estrategia de “poder duro” en el Medio Oriente. Bajo esa tormenta política, la Cancillería guatemalteca siguió operando en las últimas semanas. Nueva York es un escenario idóneo para un ministro de Exteriores que durante seis años (1998-2004) incursionó con talento en los exclusivos claustros reservados a las grandes potencias. Para Rosenthal, ganar una elección en Naciones Unidas equivale a resolver, con inteligencia, una ecuación de tercer grado, asunto que no se nos da a la mayoría. Pero el Consejo de En círculos diplomáticos se ha mencionado a República Dominicana, Uruguay y Panamá. Hago una metáfora de la tesis de Joseph S. Nye, ex subsecretario de Defensa, ex consejero de Seguridad Nacional de EEUU y ahora profesor de Harvard. Se trata en esencia, que las naciones que acumularon suficiente poder económico, militar y político pueden traducirlo crecientemente en poder hegemónico, y no seguir ejerciendo poder dominante aplastante. Ahora bien, la pasada elección de secretario general de la OEA (mayo 2005) mostró la profunda soledad de EEUU y de sus incondicionales en Latinoamérica, lo cual hizo sacar a flote una suerte de “poder blando” en el sentido de constituirse en tercerista y conciliador, que Washington consintió en una elección de tal naturaleza por primera vez. Esta tesis parece estar nuevamente en juego, por parte de Chile, visiblemente, aunque el escenario es mucho más amplio y complejo. 11 Antes de la Asamblea, Venezuela sabía que tenía una ligera ventaja sobre Guatemala en número de países adherentes. Y a juzgar por la reciente conversación del presidente Fidel Castro con un diputado argentino (“No van a poder bloquear el ingreso” de Venezuela al Consejo. Véase: Miguel Bonasso. La máquina a reparar ya tiene 80 años, en Informe Guatemala, número 52), casi la seguridad del triunfo. El guión de Guatemala en el foro fue no atacar a Venezuela; Venezuela tampoco agredió a Guatemala, en cambio, se lanzó contra el símbolo de poder en Washington, el presidente Bush. 9

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Las perspectivas La carrera latinoamericana por una silla en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas ha tenido esta vez una resonancia inusitada en el mundo, por la posición beligerante –y por momentos hostil– de Venezuela frente a EEUU. Guatemala –sus posiciones y razones– no están visibles en ese debate. El peso y la estatura internacional de nuestro país no

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Pablo Sigismondi

Seguridad demanda otros requisitos que, muy probablemente, como país, en el contexto descrito, no estamos en condiciones de garantizar de manera razonable, dado nuestro zigzagueo político y debilidad institucional. Con todo, hasta ahora, la Cancillería y Rosenthal realizaron un papel meritorio. Independiente del resultado de la elección programada para el 16 de octubre en Naciones Unidas, me parece un desempeño digno de ser estudiado a fondo y debatido para extraer lecciones de él y líneas de trabajo futuro. No puedo concluir estas notas sin referirme a cierto debate local que ataca la base ética o de eficacia política del Estado para manifestar su desacuerdo con la decisión de optar por un cargo en el Consejo. La mayoría de esas críticas, me parece, son valederas de contenido, pero al ofrecer el enclaustramiento del Estado como reprimenda, poco favor hacen a su causa y al ejercicio de la democracia local. Lo cierto es que lo poco aunque endeble que –podrá a regañadientes admitirse– alcanza Guatemala en los últimos años en materia de libertades, tiene como fuente la apertura al exterior. No por ociosidad los gobiernos autoritarios hicieron del aislamiento internacional un motivo de orgullo nacional. La materia en realidad pendiente es la construcción de políticas de Estado. No dudo que la prioritaria –ya que está consumada la política macroeconómica– es la política social, y el turno siguiente debiera corresponder a la política exterior. Dejó de ser asunto de expertos o iniciados, y se convirtió en materia de supervivencia local. Quienes afirman que hay que renunciar al Consejo de Seguridad porque domésticamente no hemos resuelto nuestra epidemia de criminalidad, son quienes creen que el mundo es cuadrado o que la distancia más breve entre dos puntos es la línea recta. La globalización es la revisita de Cristóbal Colón. NotMun 84

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Finalizan cursos El 30 de agosto se clausuraron los cursos “Teoría y análisis de la pobreza” e “Investigación social: teoría y métodos”, impartidos en FLACSO Guatemala. Claudia Dary, coordinadora académica de FLACSO y Óscar López, coordinador del Área de estudios de pobreza, hicieron entrega de las certificaciones a los participantes. Culminaron el curso 32 personas, entre quienes estuvieron los becarios del Programa de formación de investigadores. Dicho Programa concluye en diciembre de 2006 y cuenta con el apoyo de la Agencia Sueca de Cooperación. Por otra parte, la convocatoria para las becas 2007 en Guatemala, Huehuetenango, Cobán y Chiquimula, ha dado inicio y el plazo para la recepción de solicitudes para quienes deseen aplicar a las mismas, culmina el 11 de diciembre de 2006. La información está disponible en el sitio de Internet: www.flacso.edu.gt/pobreza.htm y con Fernanda Mazariegos. fmazariegos@flacso.edu.gt o al teléfono 23621431 ext. 142

Becarios del Programa de formación de investigadores del Área estudios de pobreza acompañados de Oscar López, coordinador del Área y Claudia Dary, coordinadora académica.

Eventos de realizados en agosto por el Área estudios de educación Primer panel-foro, de izquierda a derecha: el Dr. Carlos González Orellana, la Licda. Carmen María Galo de Lara y el estudiante David Godoy, quien actuó como moderador, en el Seminario-taller “Transformación en la formación de maestros: expectativas y desafíos desde la perspectiva de los estudiantes de magisterio”, realizado el 21 y 22 de agosto 2006, en las instalaciones de PRODESSA, con la participación de estudiantes normalistas de Alta y Baja Verapaz, Guatemala y Chimaltenngo.

El Dr. Cristian Cox Donoso, de Chile, sostuvo una reunión con los diputados miembros de la Comisión de educación del Congreso de la República, con quienes se discutió sobre el tema de las “Negociaciones y consensos para la reforma educativa”. Dicha actividad se realizó el 22 de agosto 2006.

Segundo panel-foro; de izquierda a derecha, Raúl Hernández (Comisión Consultiva para la Reforma Educativa), Roberto Madriz (Frente Nacional de Lucha), Carlos Gómez (Asociaciones de Comunidades Normalistas), y Álvaro Fortín (MINEDUC), quienes presentaron diferentes puntos de vista ante la propuesta de Transformación de las Escuelas Normales del país, dentro del Seminario-taller “Transformación de la formación de maestros: expectativas y desafíos desde la perspectiva de los estudiantes de magisterio”, que tuvo lugar el 21 y 22 de agosto de 2006.

El Dr. Virgilio Álvarez Aragón, coordinador del Área de estudios de educación de FLACSO, tuvo a su cargo la conferencia de cierre del Seminario-taller, a la que asistieron estudiantes normalistas y miembros de la Organizacional Nacional de Estudiantes de Guatemala (ONEG).

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