Diálogo extraordinario Nueva Época / LA CRISIS ARGENTINA:¿LECCIONES PARA CENTROAMÉRICA?

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Publicación mensual de FLACSO

Nueva época, Año II, extraordinario, febrero de 2002 / 1

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Publicación mensual de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales/FLACSO-Guatemala. Nueva época, Año II, febrero de 2002

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CRISIS CRISIS ARGENTINA ARGENTINA:

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DEL

FERVOR A LA FRUSTRACIÓN

C

como uno de los países con el producto anual medio por habitante más alto de Latinoamérica, con una próspera economía exportadora y una sólida base industrial. No parece tratarse entonces del mismo país: ¿qué sucedió?

orrían las primeras décadas del siglo XX y un escritor entonces desconocido escribía Fervor de Buenos Aires, en el escenario de una Argentina próspera, alejada de los avatares de la hiperinflación, los golpistas militares y del neoliberalismo de años posteriores. Así, Jorge Luis Borges empezaba una larga carrera que logró trascender los encantos de los ajustes estructurales, la reducción del Estado, la liberalización económica y otras fórmulas que ya en las postrimerías del milenio, por lo visto, han sumido a aquel fecundo país en una crisis económica, política, social y cultural, sin precedentes en América Latina.

En ese sentido, el último libro del poeta Juan Gelman, Valer la pena, resulta aleccionador: el olvido de la historia reciente, la negativa a sanear ética y moralmente a la clase política, la manía de escapar hacia adelante, el cerrar los ojos a los desmanes de la dictadura militar y los destrozos que ésta causó al interior del cuerpo de la sociedad argentina, son elementos que contribuyen a entender este debate.

Crisis en todos los sentidos y todas las direcciones. Sin lugar a dudas, el resto de países del continente, y especialmente Centroamérica, ve con preocupación los hechos que a diario sacuden a los argentinos. Reemplazo de presidentes como si se tratara de un partido de futbol; “cacerolazos”, “corralito financiero”, y demás ocurrencias de los políticos a la hora de enfrentar una crisis profunda, arrebato quizá de los tiempos; inconsistencia moral ante el ciudadano; miopía ante la historia. Y es que Argentina estaba catalogada hacia 1930

Del fervor a la frustración podría resumir este azaroso pasaje, en el que el entusiasmo y la esperanza de inicios del siglo, han sido sustituidos por la amargura y la sensación de desamparo en la que se encuentran muchos argentinos en la actualidad. Bajo esta introducción se agrupan dos trabajos de académicos y periodistas argentinos que destacan la compleja multicausalidad entre la economía y la política, y a los que la FLACSO solicitó colaboración para este número extraordinario.

Las opiniones expresadas en este suplemento son de la exclusiva responsabilidad de sus autores.


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CRONOLOGÍA ☞3 de diciembre: El gobierno limita a 250 dólares la cantidad

semanal que podrá retirar cada ciudadano de su cuenta bancaria para frenar la fuga de capitales: nace el “corralito”. ☞13 de diciembre: Huelga general contra las restricciones bancarias. ☞17 de diciembre: Comienzan los saqueos. ☞ 19

de diciembre: Se generalizan los saqueos a supermercados y estallan violentas protestas. El gobierno declara el estado de sitio. Un cacerolazo provoca la renuncia de Domingo Cavallo. ☞20 de diciembre: De La Rúa dimite tras un ineficaz intento de

lograr un gobierno de coalición con los peronistas. Batalla campal

en torno a la Plaza de Mayo. Se mencionan 30 muertos en las refriegas con la policía. Asume Ramón Puerta, presidente del Senado, que convoca a la Asamblea Legislativa. ☞23 de diciembre: Rodríguez Saá es investido nuevo presidente

provisional y declara la mayor suspensión de pagos de la historia económica internacional. ☞30

de diciembre: Rodríguez Saá y su gobierno presentan la dimisión ante las protestas populares. Renuncia de Puerta. Asume Eduardo Caamaño, presidente de la Cámara de Diputados.

☞2 de enero de 2002: El peronista Eduardo Duhalde asume la

presidencia, cargo para el que es elegido por la Asamblea Legislativa para un período de dos años. Devaluación y fin de la convertibilidad.

LA

ENCRUCIJADA ARGENTINA Sandra Lefcovich* Edgardo Loguercio**

es una publicación de FLACSO-Guatemala y de elPeriódico.

Secretario general de FLACSO Wilfredo Lozano San José, Costa Rica Director de FLACSO-Guatemala Víctor Gálvez Borrell

CONSEJO ACADÉMICO DE FLACSO-GUATEMALA Víctor Gálvez Borrell Virgilio Álvarez/Walda Barrios-Klée /Silvel Elías/Gisela Gellert/Irene Palma/Edgar Pape/Jorge Solares/Edelberto Torres-Rivas

CONSEJO HONORARIO ■ Alain Touraine, Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales, París, Francia. ■ Alejandro Portes, Johns Hopkins University, USA. ■ Volker Lühr, Freie Universitat Lateinamerika-Institut, Berlín, Alemania. ■ Mitchell A. Seligson, University of Pittsburgh, USA. ■ Guy Hermet, Instituto de Ciencias Políticas, París, Francia.

Tels: (502) 362-1431 al 33 Fax: (502) 332-6729 Correo electrónico: flacsoguate@flacso.edu.gt Página web: http://www.geocities.com/athens/rodes/9162 Coordinación de edición: Hugo de León Diseño, edición y diagramación: Magna Terra editores Esta edición es posible gracias a: SAREC

A

las 23 horas del miércoles 19 de diciembre, Fernando De La Rúa, con estudiada firmeza, se dirigió al país por cadena nacional. “Grupos enemigos del orden y de la república aprovechan para sembrar discordia y violencia, buscando crear el caos”. El discurso fue escrito, como era habitual, por su hijo Antonio, mejor conocido por su romance con la cantante Shakira. “Así como enfrenté los problemas económicos, así como dispuse medidas de emergencia para asistir a los más necesitados, decidí poner límite a los violentos que se aprovechan de las penurias ajenas”. Desde el lunes, una ola de saqueos a supermercados se extendía por todo el país. “Decreto el estado de sitio en todo el territorio de la república”. En todos los barrios de la capital y el gran Buenos Aires la reacción fue inmediata: con cacerolas, botellas, utensilios de cocina, la gente salió decidida a la calle, desautorizando la medida. “El estado de sitio, se lo meten en el c...”, cantaba una multitud reunida una hora más tarde en la Plaza de Mayo. El país había comenzado el año 2001 soportando treinta meses de depresión económica. La puja de intereses para sobrevivir a la crisis se hacía cada vez más aguda. Por un lado, el sector financiero y las empresas privatizadas exigían mayor seguridad jurídica y recortes en el gasto público. Por otro, la industria nacional y la banca pública pedían políticas que reactivaran la producción. Crecientes reclamos de trabajadores y desempleados profundizaban la debilidad del gobierno de la Alianza,

* Periodista argentina, miembro del cuerpo editorial de la sección internacional del diario Correio Brazilense, de Brasil. Especialista en América Latina que ha cubierto in situ varios eventos importantes en el continente, como la actual crisis argentina. ** Escritor y poeta argentino. Ha publicado varios textos en editoriales independientes.


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coalición de la centenaria Unión Cívica Radical (UCR) con el Frente País Solidario (FREPASO). Las presiones y la parálisis de la política económica condujeron finalmente a la renuncia del ministro de economía José Luis Machinea, el 2 de marzo. El plan de ajuste ensayado por su reemplazante, Ricardo López Murphy, un liberal ortodoxo, provocó un amplio rechazo popular, obligándolo a dimitir apenas dos semanas más tarde. Domingo Cavallo, el mentor de la convertibilidad, fue el elegido para encauzar la crisis económica. Se fueron sucediendo iniciativas que, una tras otra, produjeron mayores problemas y recesión: un megacanje de bonos de la deuda; el otorgamiento de “superpoderes” al ministro; un plan de competitividad para bajar los costos de las empresas; un plan de déficit cero que incluyó recortes del 13% en los salarios estatales y las jubilaciones. El riesgo país1 crecía y el valor de los bonos argentinos caía en picada. La situación social empeoraba. La pobreza era marginal en la Argentina hasta la llegada de los militares en 1976: apenas el 5% de los hogares eran pobres. 25 años después, el 44% de la población vive debajo de la línea de pobreza. Sólo en el año pasado, tres millones de personas de la clase media se sumaron a ese grupo. El ritmo de crecimiento de la tasa de desempleo se volvió vertiginoso, pasando del 18% en octubre al 20% en diciembre. La prensa empezó a hablar de una “latinoamericanización” de la Argentina, donde la distancia entre ricos y pobres aumentó de doce veces en 1974 a 28 veces en 2001. Como consecuencia de esa crisis, el movimiento “piquetero” ganaba la escena política organizando, desde el mes de julio, cortes de ruta (“piquetes”) coordinados, que paralizaron el país en varias oportunidades, en reclamo de trabajo. Los desocupados, después de cinco años de luchas aisladas, se reunieron por primera vez en una Asamblea Nacional que elaboró un programa y un plan de acción. Con un gobierno que se debatía entre la voracidad de los mercados y las crecientes demandas sociales, Argentina se convertía en el país más riesgoso del mundo, superando los 1916 puntos básicos en los primeros días de octubre.

VOTO

BRONCA

Las elecciones legislativas de ese mes dieron una muestra clara del profundo descontento popular. El llamado voto bronca –sumatoria de los sufragios blancos y anulados– fue la estrella del comicio, un castigo en las urnas dirigido no sólo al oficialismo gobernante. En la ciudad de Buenos Aires y en la provincia de Santa Fe se impuso a todos los partidos políticos. La Alianza sufrió un derrumbe electoral al perder cinco millones de votos. El peronismo, que a pesar de retroceder logró un 25%, se colocó como la alternativa de recambio, alcanzando la mayoría en ambas cámaras. Pero ni De La Rúa ni Cavallo reaccionaron ante el mensaje. Se dio continuidad a una política económica sostenida dogmáticamente, que permitía grandes negocios a la especulación financiera mientras se multiplicaban las quiebras y los despidos. La cadena de pagos se rompía. El marasmo económico y el malhumor social parecían no conmover al gobierno, encerrado en un aislamiento pronto calificado de “autista”. La última jugada intentada 1

Es un índice denominado Emerging Markets Bond Index Plus (EMBI+) y es elaborado por el banco de inversiones J.P. Morgan, de Estados Unidos. Mide el grado de “peligro” que entraña un país para las inversiones extranjeras.

por Cavallo fue un nuevo canje de deuda que permitiera cumplir con los compromisos del año ante los acreedores externos. El FMI anunció que no giraría un préstamo de 1260 millones de dólares, pactados como parte del blindaje suscrito en enero. El canje no pudo completarse y el default, que era un hecho inminente, provocó una corrida financiera el último viernes de noviembre. En un fin de semana interminable, y ante el riesgo de una bancarrota del sistema bancario, el gobierno decretó el “corralito”. La bancarización compulsiva, restringiendo el uso de efectivo, y la retención de los salarios y los depósitos a plazo fijo, paralizó aún más la actividad económica. Para sostenerse, los defensores del libremercado privaban a la población del uso de su dinero. Miles de personas se abarrotaron en los cajeros automáticos, multitudinarias filas esperaban durante horas, intentando hacer gestiones en los bancos. La vida cotidiana se volvió un infierno, dominada por el temor. La economía informal, que permitía sobrevivir a millones de familias, había recibido un golpe de muerte. En los barrios populares y en el interior del país, a causa del hambre, combinada a la imposibilidad de conseguir un mínimo peso, la situación se tornaba explosiva.

REBELIÓN

POPULAR

El 17 de diciembre empezaron a producirse saqueos en algunos supermercados, en los barrios pobres de las provincias de Entre Ríos y Mendoza. Las imágenes registradas por la televisión fueron una mecha en pasto seco, y el país se incendió. El 19, en el gran Buenos Aires estalló una ola de asaltos a supermercados, protagonizados por gente desesperada que, de a miles, avanzó sobre los comercios para conseguir comida. Cuando el gobierno atinó a reaccionar, pretendió arrogarse una autoridad que a esa altura no era más que una ilusión. La noche del 19, después del anuncio del estado de sitio, el “cacerolazo” era la expresión de una rebelión popular generalizada contra el gobierno. Cavallo, acorralado por miles de personas en su propia casa, fue el primero en presentar la renuncia. Para la mañana siguiente lo había hecho todo el gabinete.


4 / Publicación mensual de FLACSO Pero la movilización quería la caída del presidente. Pasado el mediodía del 20, De la Rúa ofreció al peronismo la formación de un gobierno de unidad nacional y puso todos los ministerios a su disposición. Los justicialistas, desde el Congreso, se negaron a sostener al gobierno. Mientras tanto, en las calles cercanas a la Casa Rosada se libraba una batalla feroz. Hombres, mujeres, jóvenes, enfrentaban a la policía con piedras y palos. De la Rúa debió abandonar la sede del gobierno en helicóptero, desde donde pudo ver a los miles de manifestantes que pugnaban por entrar en la Plaza de Mayo, las barricadas y las columnas de humo. Era la primera vez en la historia del país en que un presidente dejaba el cargo por el reclamo directo de la población rebelada. La jornada había dejado un saldo de más de 30 muertos, cientos de heridos y 4,000 detenidos, a manos de una salvaje represión. Como en el pasado, Argentina pagaba con sangre el comienzo de una nueva etapa política.

ASAMBLEA LEGISLATIVA

El Congreso debió convocar a una Asamblea Legislativa, puesto que el vicepresidente electo en 1999 había renunciado un año atrás. La Asamblea se reunió el 22 de diciembre, designando presidente al gobernador de la provincia de San Luis, Adolfo Rodríguez Saá, para liderar una transición de tres meses, tras la cual se convocaría a elecciones presidenciales. Debido a las divergencias en el seno del Partido Justicialista, mayoría en el Congreso Nacional, y a la urgencia, que no permitía el desgaste de hacer elecciones internas, los peronistas, aliados a la minúscula derecha parlamentaria, impusieron al país que las presidenciales se hicieran aplicando la ley de lemas; o sea, que cada partido podría presentar más de un candidato. Distintos partidos menores, como el Argentinos por una República de Iguales (ARI) de Elisa Carrió, y legisladores del interior del país, denunciaron que la Constitución impedía expresamente la aplicación de esa metodología, por lo que Rodríguez Saá fue electo por el ajustado margen de 169 a 138 votos. En su discurso de asunción ante la Asamblea, Rodríguez Saá declaró con tono de victoria la mayor suspensión de pagos de la deuda de la historia mundial; la creación de un millón de empleos y ayudas para los más necesitados, además de la extradición de los militares acusados de crímenes durante la dictadura. Pero pronto se vio que los anuncios eran pura demagogia. Pagó en su única semana de mandato 75 millones de dólares al FMI, y mantuvo el compromiso con los bancos por el canje de deuda local impulsado por Cavallo. Para peor, sin haber definido el rumbo económico que tomaría el país, el presidente del Banco Central propuso la emisión de 15,000 millones en bonos Lecop, causando alarma en los sectores financieros. La designación de funcionarios en la primera línea del gobierno, sobre los que pesaban graves acusaciones de corrupción, sumó descrédito para el flamante presidente. Los argentinos, oscilando entre el drama de la penuria

Nueva época, Año II, extraordinario, febrero de 2002 económica y el espíritu de cambio que alumbrara en las jornadas del 19 y 20, veían que el hombre designado por el justicialismo para conducir la transición, con un escaso apoyo político, ventilaba sus pretensiones de completar el mandato dejado vacante por De la Rúa hasta el 2003. La población reaccionó con furia ante la decisión de la Corte Suprema de Justicia de respaldar el “corralito”. Un nuevo “cacerolazo”, en la noche del viernes 28, hizo tambalear al gobierno provisional. “Que se vayan todos, que no quede ni uno sólo”, cantaba la multitud. La “bronca” desatada tras la represión llegó al mismo Salón Azul del Congreso, donde un grupo de manifestantes ingresó por la fuerza, prendiendo fuego y sacando el mobiliario a la calle. Las imágenes de la movilización que, en una sola noche, tuvo como blanco a cada uno de los tres poderes del Estado, muestran al mundo la profundidad de la crisis política argentina. Ese fin de semana, los gobernadores justicialistas hacen fracasar una reunión convocada por Rodríguez Saá en el balneario de Chapadmalal. Abandonado por sus pares, vuela a su provincia para anunciar la renuncia, una semana después de asumir el poder. Argentina despediría el turbulento e inolvidable 2001 sin presidente y sumida en la incertidumbre.

QUINTO PRESIDENTE

La nueva Asamblea Legislativa, reunida el 1 de enero, eligió para la presidencia a Eduardo Duhalde, ex vicepresidente de Carlos Menem, que había sido derrotado por De La Rúa en las elecciones de 1999. Contando con un poderoso aparato político en las concentraciones urbanas de la provincia de Buenos Aires, Duhalde fue designado por sus pares justicialistas como el dirigente con mejores condiciones para encabezar un gobierno de unidad nacional. El peronismo obtuvo el apoyo de los radicales, liderados por Raúl Alfonsín, de un sector del centroizquierdista FREPASO, y de buena parte de los partidos provinciales, sumando 262 votos sobre 301. Ese acuerdo representó la alianza, por primera vez, entre los dos partidos mayoritarios, enfrentados durante 50 años, unidos ahora ante la crisis más grave que haya conocido el país. La paradoja es que uno y otro se encuentran en el momento de mayor desprestigio de toda su historia. Al aceptar la presidencia, Duhalde anunció ante la Asamblea que terminaría “con un modelo agotado” que beneficiaba a los sectores financieros, en favor de la producción y el mercado interno. Al mismo tiempo, aseguró a los ahorristas que el dinero retenido en el “corralito” sería devuelto en la moneda original; es decir, que quienes tuvieran depósitos en dólares recibirían dólares. Detrás del vallado que rodeaba al Congreso y en muchos barrios de la ciudad, un nuevo “cacerolazo” dejó en claro al nuevo presidente que su gobierno no tendría margen para maniobras. “Yo no lo voté”, era la consigna preferida de los manifestantes.


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OPINIÓN DE LA GENTE

la pobreza que sufrimos ahora”, reclama la mujer de 46 años. “Tuve que cerrar mi negocio por el h.d.p. de Menem que, mientras sufrimos, pasea por las playas de México con la mujer”.

Antonio di Luca Tiene un minimercado de verduras y alimentos en el barrio de Once. En diciembre y enero las ventas disminuyeron un 60%. “Las personas están presas en el ‘corralito’ bancario”, reclama el comerciante de 54 años. Antonio no tenía dinero depositado en el banco. Pero su hija sí: 30 mil dólares a plazo fijo, ahorrados con el novio para comprarse una casa. Ahora no saben cuándo se casan, y mucho menos dónde irán a vivir. Pedro di Silvestre Dueño de una pequeña constructora, fue a la quiebra hace ocho meses. Está furioso. Acompañado de sus hijos, participa de las protestas con un mapa de la Argentina colgado en el pecho. “Todos esos políticos fracasados del radicalismo y del justicialismo se unirán para llevar a Duhalde a la presidencia. Son una mafia, son todos corruptos.” Silvia Rodríguez Vestido de algodón y cabello teñido de rubio, no le alcanzan las malas palabras para definir la crisis argentina. “Estoy furiosa con el desempleo y

PROTESTA

Olga La madre de Gustavo Benedetto, uno de los seis jóvenes que murieron el día 20 de diciembre por la represión policial en la capital argentina, espera que se haga justicia. Era la primera vez que el muchacho de 23 años participaba en una manifestación. Fue a la Plaza de Mayo porque lo habían echado del supermercado donde trabajaba, destruido por los saqueos. “Salió a defender su trabajo”, cuenta la madre. Está preocupada. “La situación no está nada calma. No me gusta nada lo que viene pasando en la Argentina.” Manuel Alonzo La bocina del Ford-T sirve para hacer mucho ruido. Manuel tuvo que cerrar su distribuidora de libros porque lo hundieron las deudas. “Ya echamos presidentes. Podemos echar hasta el FMI”, dice entusiasmado. En el barrio las relaciones cambiaron. “Antes ni nos hablábamos. Ahora nos unimos en asambleas para discutir cómo seguir la lucha. Esto es lo más grande que me ha pasado en 44 años de vida.”

SOCIAL Y CRISIS POLÍTICA EN

¿LA

ARGENTINA:

DEBACLE NEOLIBERAL?1 José Seoane*

IMÁGENES

DEL FINAL

E

l jueves 20 de diciembre, al caer la tarde, presentaba su renuncia el presidente De la Rúa y concluía, precipitadamente, el breve gobierno de la “Alianza2” que había ganado holgadamente las elecciones presidenciales en Argentina en octubre de 1999. Mientras el helicóptero oficial transportaba al ya ex presidente, en los alrededores de la Casa de Gobierno y a lo largo de todo el centro de la ciudad de Buenos Aires, las fuerzas policiales intentaban disolver, bajo el peso de una violenta represión, la incansable manifestación popular que había ocupado y disputado la simbólica Plaza de Mayo desde la noche del día anterior. Estas imágenes retrataban el fracaso de la coalición política oficial que había por demás defraudado las expec-

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Sociólogo. Coordinador del programa Observatorio Social de América Latina (OSAL) del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO). Profesor de la Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, Argentina.

tativas populares que acompañaron su triunfo dos años atrás. Tras el compromiso electoral de trabajo, educación y justicia3, el significativo incremento de la desocupación, la asfixia presupuestaria de la educación pública y los intentos de arancelamiento de los estudios universitarios, y la concupiscencia con los jueces federales designados bajo la gestión


6 / Publicación mensual de FLACSO

Nueva época, Año II, extraordinario, febrero de 2002 distribución regresivo, un ciclo de crecimiento económico sostenido, queda de manifiesto en la prolongada recesión actual. Y, en este caso, la crisis de la “Argentina de la convertibilidad” –forjada por el ex presidente Menem y el ministro Cavallo a principios de 1990, y prolongada bajo la gestión de De La Rua, otrora ejemplo internacional de los impulsores del “libre mercado” y del camino a seguir, reflejaba también, con toda la intensidad de un caso testigo, la profunda crisis económica que afronta la llamada “globalización neoliberal” a nivel internacional.

FISONOMÍA

DEL

NEOLIBERALISMO

“menemista”, habían señalado ya el fácil olvido de los pactos ciudadanos del que parecen hacer gala las élites políticas contemporáneas. Los “cacerolazos” y movilizaciones de finales de diciembre, protagonizados en buena medida por los propios sectores sociales que habían apoyado la coalición gobernante, reponían en las calles la esencia vital de la democracia, vilipendiada y corroída bajo la aplicación de las políticas neoliberales. Finalizaba una gestión que sólo había profundizado, una y otra vez, el ajuste fiscal y, consecuentemente, acelerado brutalmente el largo ciclo recesivo –que lleva más de cuatro años– y el proceso de pauperización social que signa la política económica argentina –casi sin discontinuidades– desde mediados de la década de 1970. La renuncia forzada del ex presidente De La Rúa se incorporaba así a la lista –por cierto, nada breve si consideramos los casos de Brasil, Ecuador, Perú y Venezuela en la última década– de gobernantes “neoliberales” latinoamericanos que debieron abandonar apresuradamente el poder al calor del repudio y la movilización social. Pero la caída del gobierno y la crisis política desencadenada a partir de allí –que, entre otras cuestiones, se expresó en el devenir de cinco presidentes en menos de 15 días, y que aún está lejos de haberse resuelto– reflejaba también el colapso del régimen forjado a principios de la década de 1990, conocido bajo el nombre de la “convertibilidad”, y que fuera la cristalización histórica particular de un ciclo de más largo aliento que hunde sus raíces casi tres décadas atrás con el inicio de las políticas de corte neoliberal en Argentina. Las consecuencias sociales de dichas políticas quedan, por demás, graficadas ante el hecho que mientras en 1975, sobre 22 millones de habitantes, la población que vivía por debajo de la línea de pobreza se contaba en 2 millones; hoy, entre una población de 37 millones, son casi 14 millones los condenados a ser pobres, de los cuales casi un tercio (un poco más de 4,5 millones de personas) son indigentes. Por otra parte, su incapacidad siquiera de garantizar, aun con un patrón de

Impuesta a sangre y fuego a partir de 1976 con la dictadura militar, la estrategia neoliberal en Argentina supuso la constitución de un nuevo régimen socioeconómico, caracterizado por un patrón regresivo de distribución del ingreso y la riqueza, que significó un furioso proceso de concentración del capital y expropiación de bienes, ingresos y derechos de amplias franjas sociales; así como también de los bienes públicos y recursos naturales. Bajo inspiración de la “ortodoxia” económica, basado en la liberalización financiera y comercial, dicho régimen significó la instalación de un modelo signado por la valorización financiera y la transferencia de recursos al exterior. El endeudamiento externo del gran capital local –luego “estatizado” bajo la gestión de Domingo Cavallo al frente del Banco Central– ligado a la especulación financiera y la fuga de capitales, y el endeudamiento estatal que acompañó a éste para proveer las divisas necesarias al ciclo especulativo, hicieron del crecimiento de la deuda externa un componente esencial del régimen neoliberal. Por otra parte, el predominio de la inversión financiera –en detrimento de la productiva– combinado con la apertura comercial, indujo al extremo la destrucción del aparato productivo y consumó la desindustrialización, con la consecuente expansión del desempleo y la reducción de los ingresos. La implementación en 1991 del régimen de la convertibilidad significó, más allá de sus efectos sobre la contención de la espiral inflacionaria, la profundización radical del rumbo neoliberal acentuando la apertura comercial y abriendo paso a la privatización radical de los activos públicos. En este esquema, las privatizaciones permitieron, tanto al gran capital local como al internacional, apropiarse, a valores irrisorios, de parcelas de la actividad económica, en condiciones, por lo menos, de cuasi-monopolio y de alta rentabilidad, obteniendo nuevas alternativas de valorización sobre la base de trastocar la otrora vigencia de determinados derechos de carácter público en un objeto más del proceso de acumulación del capital. La asociación en una nueva “comunidad de negocios” de los grandes empresarios locales con la banca internacional y empresas trasnacionales en la gestión de las


Publicación mensual de FLACSO empresas públicas privatizadas, constituyó tanto un punto de consenso entre el poder económico como un permanente sostenedor de la gestión del gobierno del ex presidente Menem. El otorgamiento de estos sectores de alta rentabilidad al capital más concentrado, se vinculó a un nuevo ciclo de endeudamiento externo y fuga de capitales que caracterizó la década de 1990, y marcó, una vez más, el carácter prebendario y rentístico del régimen económico en Argentina. Es fácil percibir que el desarrollo de este proceso no sólo profundizó la crisis social y la injusticia en términos distributivos, sino que a su vez llevó al extremo las condiciones de fragilidad fiscal y de deterioro del país, en términos de su balance externo. En este sentido, la dependencia estructural del régimen iniciado a mediados de la década de 1970 hacia el flujo de capitales externos –sea bajo la forma de endeudamiento o de capital especulativo o de inversión– significa, claro está, que cuando el acceso al crédito se interrumpe, el mencionado orden es puesto en crisis y afronta momentos de colapso. Así ocurrió en 1982 (crisis de la deuda externa); en 1989 (quiebra fiscal e hiperinflación); en 1995 (efecto Tequila), y vuelve a darse desde mediados de 1998 como efecto de la crisis mundial.4 Así, la crisis argentina, en su particular complejidad, expresa los efectos de los temblores financieros que atravesaron la “globalización neoliberal” desde finales de 1997 (con el derrumbe de las economías asiáticas), y que prolongaron sus efectos a lo largo de 1998 (en Rusia y Brasil) para alcanzar al centro de las grandes potencias –particularmente Estados Unidos– en 2001, bajo la forma de un recesión económica que parece hoy instalarse a nivel internacional. Sin embargo, a diferencia de las crisis anteriores, la particularidad de la presente nos remite a tres cuestiones o procesos que intentaremos analizar a continuación.

EL

RESURGIR DE LA MOVILIZACIÓN SOCIAL

Los “cacerolazos” y movilizaciones encarnados por los sectores urbanos –particularmente las capas medias y amplios grupos juveniles en la ciudad de Buenos Aires, que signaron las jornadas de diciembre, coronaron un largo proceso de incremento de la protesta social y de fortalecimiento de los movimientos populares forjado a lo largo del año 2001. En este sentido, vale mencionar que, por ejemplo, los registros de seguimiento de los conflictos sociales elaborados por el Observatorio Social de América Latina (OSAL-CLACSO) indican que en el caso de Argentina, el número de protestas impulsadas por diferentes movimientos y organizaciones, a lo largo del año que acaba de concluir, se incrementó en más de un 50% respecto del año anterior.5 Este crecimiento de la protesta se manifestó también en la ampliación de la territorialidad social de la misma –que abarcó a trabajadores con empleo, a los desocupados, los estudiantes, los sectores medios, los comerciantes y los pequeños productores agrícolas; en su densidad; en el avance organizativo que algunos de estos procesos supusieron –especialmente en los sectores de trabajadores desocupados y urbanos; en el desarrollo de nuevas formas de acción colectiva y entramados organizativos, y en la importancia de los conflictos. En su amplia configuración e intensidad,

Nueva época, Año II, extraordinario, febrero de 2002 / 7 estos procesos reflejaban la profundidad del impacto de la recesión económica y de las políticas de ajuste. En este sentido, las movilizaciones de diciembre de 2001 portaban como herencia, experiencia y antecedente, las intensas luchas sociales desencadenadas en marzo y julio del mismo año frente a los renovados intentos de recorte del gasto fiscal impulsados por el gobierno. El primero, condensado entre los días 16 y 21 de marzo, originó el rechazo al feroz paquete de medidas de recorte del gasto público anunciado por el ministro de economía Ricardo López Murphy. Si bien se concretó sólo parte de las medidas anunciadas, la masiva movilización contribuyó a precipitar la renuncia del nuevo ministro. El segundo intento, iniciado a mediados de julio y que se extiende hasta septiembre, es respuesta al plan de déficit cero de Domingo Cavallo (sucesor de Murphy en el Ministerio de Economía). La rebaja del 13% en los salarios del sector público (que incluye también a las jubilaciones), las cesantías, el pago de parte de los salarios con bonos –en el caso de los empleados provinciales– o directamente el no pago, a lo que se agregaba la deuda del incentivo docente –plus salarial obtenido en los inicios del gobierno aliancista– y el recorte del presupuesto universitario –lo que condenaba a varias casas de estudio a su virtual paralización, motivaron las protestas y señalaban ya el colapso del régimen económico conocido como “convertibilidad”. El ciclo de movilizaciones, huelgas, cortes de ruta y “cacerolazos” que recorrió el 2001 y que se concentró en el fin del año, nos remite a tres cuestiones


8 / Publicación mensual de FLACSO a resaltar. En primer lugar, parece marcar el final del “disciplinamiento” social consolidado bajo el terror represivo de la pasada dictadura y recuperado por el “terror económico” que instaló la serie hiperinflacionaria y el desempleo de masas en la década de 1990. La irrupción social en la escena del poder y su demostrada capacidad de incidencia en la crisis, han puesto de manifiesto, por lo menos, la vigencia de un límite social a los intentos de resolución de la situación actual. El bullar de las cacerolas resuena aún en los oídos de la élite política y económica. En segundo lugar, en tanto las políticas aplicadas durante estas décadas contaron con la participación o beneplácito de la mayoría del establishment político, el crecimiento de los movimientos de protesta se consolidó en una manifiesta autonomía de los partidos mayoritarios y fue forjando una crítica al conjunto del régimen político, dando inicio a un complejo y germinal proceso de “democracia callejera”, asambleísta y participativa. Finalmente, en su vitalidad y sus formas, parecen rememorar otras experiencias de rebeliones sociales recientes en Latinoamérica, como el levantamiento indígena de Ecuador en enero de 2000, o la llamada “Guerra del Agua”, en Cochabamba, Bolivia, en abril de ese mismo año, en contra la privatización de la empresa proveedora de agua, señalando así también el carácter regional de estas luchas.6

LA

CRECIENTE ILEGITIMIDAD DEL RÉGIMEN POLÍTICO

Como lo señala Noam Chomsky,7 la liberalización del capital (característica de las contrarreformas neoliberales), conduce a la instalación de un “parlamento virtual” que, tras el control cotidiano de los flujos especulativos, obtiene un “poder de veto y decisión” sobre las políticas de gobierno, restringiendo de facto la democracia. También Atilio Boron8 ha señalado la profunda contradicción vigente entre la democracia –entendida como efectivo gobierno del pueblo– y el neoliberalismo. La experiencia argentina reciente resulta un trágico y claro ejemplo de estas consideraciones. La aplicación de las políticas neoliberales durante la década “menemista” supuso una particular concentración del poder en el Ejecutivo –a través de los decretos presidenciales, de control y subordinación de la Justicia –ampliación de la Corte Suprema, reemplazo de los Jueces Federales; y de generalización de la corrupción. Las victorias electorales obtenidas por el presidente Menem –abonadas por estos procesos y por la ficticia bonanza económica y extensión del crédito de los primeros años– comenzaron a opacarse en la segunda mitad de la década de 1990 con la profundización de la crisis económica. Así, el retroceso electoral del partido gobernante (Justicialista) en las elecciones parlamentarias y provinciales de 1997 -particularmente en la provincia de Buenos Aires, y la derrota estrepitosa en las elecciones presidenciales y parlamentarias de 1999, marcaban la exigencia social de un cambio de rumbo. Sin embargo, como ya lo señalamos, el gobierno de la Alianza lejos de escuchar las

Nueva época, Año II, extraordinario, febrero de 2002 razones democráticas de su apoyo electoral, fue marcando una continuidad, cada vez más acentuada, con el gobierno menemista anterior. La renuncia del vicepresidente Álvarez en octubre de 2000, justificada por la no resolución del escándalo de la compra de votos de los senadores para la aprobación de una nueva reforma laboral precarizante; la renuncia de los ministros del Interior y Educación ante el ajuste anunciado por López Murphy en marzo de 2001, y la asunción de Domingo Cavallo en su segundo mandato como Ministro de Economía –una muestra palmaria de la continuidad– marcaron el aislamiento social que consumió al Poder Ejecutivo en su respeto a los dictados de los mercados y la incapacidad del régimen dominante de conquistar alguna legitimidad social. De cara a la sociedad, la creciente ilegitimidad política que había sabido ganarse el gobierno en su corta gestión (y la amplia mayoría del establishment), se reflejó en los resultados de las elecciones de octubre de 2001, con el fabuloso derrumbe electoral de la alianza gobernante, la pérdida de votos del Partido Justicialista –aunque le permitió conquistar la primera minoría en la Cámara de Diputados y, en ese sentido, asegurarse un relativo control del Parlamento. Esto jugará un rol decisivo en la transición abierta en diciembre y el vertiginoso crecimiento del voto nulo o blanco, que alcanzó a casi el 22% y se convirtió en la tercera fuerza a nivel nacional. En este sentido, el cuestionamiento al conjunto de los poderes del Estado (Ejecutivo, Parlamento y Corte Suprema) de las protestas de diciembre, expresó en las calles, con mayor intensidad, el reclamo de un “demos” huérfano de representación que, aun germinalmente, demandaba una reforma radical del régimen político capaz de hacer efectivo el gobierno del pueblo.

LA

DISPUTA DE LOS PODERES ECONÓMICOS

Como ya lo señalamos, el ciclo de la “convertibilidad” aseguró un nuevo proceso de enriquecimiento para los poderes económicos dominantes,


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Nueva época, Año II, extraordinario, febrero de 2002 / 9

cifrados en su participación en las privatizaciones de las empresas públicas. La entrega de estos activos públicos significó el traspaso de áreas cuasi-monopólicas en condiciones regulatorias altamente favorables –aumento tarifarios, dolarización de las facturas, indexación bianual por la inflación norteamericana, etc.– garantizando por esta vía, un nuevo ciclo de transferencia de ingresos y riquezas al poder económico más concentrado. Sin embargo, el relativo cierre del acceso al crédito internacional, las devaluaciones competitivas encaradas por otros países de la región –particularmente Brasil, y la creciente magnitud de la recesión mundial, marcaron el agotamiento de este círculo “virtuoso”, en términos del capital más concentrado, de la convertibilidad. Esta crisis se expresó en la creciente disputa y tensión al interior de dicho bloque de capital, entre las fracciones financieras y de los servicios públicos privatizados (que sobre la segunda mitad de los 90 pasaron a manos de las trasnacionales que pugnaban por la dolarización), y la fracción acaudillada por los llamados “grandes grupos locales” (fundamentalmente exportadores) que defendían la devaluación.9 Ciertamente, más allá de estas diferencias y de los intentos de volcar a su favor a otros sectores sociales, ambos grupos coincidían, y siguen coincidiendo, en sostener el patrón regresivo de distribución del ingreso. Dicha puja atravesó al conjunto del establishment político y se expresó ante cada adopción de medidas económicas. Bajo los reiterados “golpes de mercado” –que se mostraban particularmente bajo la escalada del riesgopaís y la fuga de depósitos, el gobierno de De la Rúa privilegió, con la adopción de sucesivos ajustes fiscales, la preeminencia de los sectores financieros.

LAS

JORNADAS DE DICIEMBRE

Durante las últimas semanas de diciembre, los procesos descritos se combinaron e intensificaron para sellar la suerte del oficialismo, cuestionar al régimen político y poner en debate las salidas a la crisis de la “convertibilidad”. Su detonante fue la sanción de una serie de medidas que el ministro Cavallo, bautizadas luego como el “corralito”, y que significaron un virtual congelamiento de los depósitos bancarios afectando tanto a los “plazos fijos” como al cobro de salarios (que habían sido obligados en buena parte a bancarizarse por medidas anteriores del propio ministro). El impacto de estas políticas rápidamente hizo oír su voz. El miércoles 12 de diciembre múltiples protestas y cortes de ruta se realizaban en todo el país, y se escuchaban los primeros

“cacerolazos” y “bocinazos”. Al día siguiente, todas las centrales sindicales convocaban a un paro nacional contra la política económica que recogió un altísimo acatamiento –uno de los mayores de la década.10 Ese mismo día aparecen los primeros saqueos y reclamos de comida en el interior del país, que se prolongan y se multiplican en todo el conurbano bonaerense y en buena parte de las ciudades del país. Bajo estas acciones (que rememoran aquéllas de 1989), los sectores más empobrecidos de las populosas barriadas de las principales ciudades del país, reaparecen en la arena del conflicto –redefiniendo las experiencias de cortes de ruta que habían caracterizado al movimiento de trabajadores desocupados en los meses y años anteriores. Es difícil aún evaluar con certeza este dramático proceso, sobre el que seguramente incidió la profundización de la crisis que supuso el “corralito bancario” y la proximidad de las fiestas, así como aquéllos que intentaron sacar provecho del “río revuelto”. La noche del 19 de diciembre el ex presidente De la Rúa anunciaba por cadena nacional el estado de sitio, medida aparentemente consensuada con los gobernadores justicialitas. Sobre el final de su discurso y en un acto de abierta desobediencia civil, los vecinos de Buenos Aires –y de numerosas ciudades del país– comenzaban a hacer sonar sus cacerolas, para reunirse luego en las esquinas e iniciar una larga marcha hacia los lugares símbolos del poder político: la residencia presidencial de Olivos, la casa del ministro Cavallo, el Congreso Nacional y la Plaza de Mayo. Cuando las primeras columnas de vecinos –donde se destacaban las mujeres, los jóvenes y los niños– llegaban a la Plaza de Mayo repiqueteando las cacerolas, ya era pasada la medianoche. Singularmente, la represión que


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Nueva época, Año II, extraordinario, febrero de 2002 la creciente resistencia social a la prolongación del patrón regresivo de distribución del ingreso. En lo que corresponde al movimiento social, las experiencias de los “cacerolazos”, los piquetes barriales y las movilizaciones, han abierto, al interior de los sectores urbanos, nuevos procesos de organización local cuya potencialidad y riqueza todavía no pueden ser evaluadas en toda su dimensión. A la par de los nuevos “cacerolazos” (que, particularmente dirigidos a la banca, ya acompañan la gestión de Duhalde), otras protestas vuelven a manifestarse, particularmente protagonizadas por los trabajadores del sector público y del movimiento de trabajadores desocupados que ya habían encarnado el ciclo de movilizaciones durante agosto y septiembre de 2001. La gestación de estas experiencias y la instalación en la calle, más allá de sus reclamos particulares, dan cuenta de una aspiración de renovación y democratización radical de la vida social -en la que la política económica y la distribución de los recursos sociales, lejos de quedar fuera, están en el centro de la atención ciudadana.

se descargó sobre los primeros manifestantes que se concentraban en la plaza, no hizo desistir al conjunto. Durante buena parte de la noche, en una jornada que se reinicia el jueves desde la mañana, se prolonga una verdadera batalla callejera por su ocupación, la que se extiende paulatinamente a todo el centro de la ciudad. Las imágenes de estos enfrentamientos, la distintiva presencia juvenil y el encarnizamiento policial, hacen recordar a las jornadas de Génova de julio de 2001 contra la Cumbre del G8. La brutal represión cobra cientos de heridos y detenidos y, por lo menos, siete muertos bajo las balas policiales. Hacia el fin del día, el ministro Cavallo y, luego, el gobierno en su conjunto, renuncian. La tan inesperada como intensa protesta y movilización ciudadana –de aquéllos que fueron principales apoyos electorales del triunfo de la Alianza en 1999, y la respuesta represiva que los acogió, marcan, así, el fin del gobierno de De la Rúa. Señalan también la profundidad de la crisis de hegemonía que cuestiona hoy al modelo neoliberal en Argentina. Tras la asunción de Rodriguez Saá de su brevísimo mandato como presidente, las disputas de poder al interior del Partido Justicialista (a la que no fue ajena el conjunto del establishment político) y la puja entre las distintas fracciones del “poder económico”, abrieron el espacio para que el bullar de las cacerolas y las movilizaciones marcaran el tiempo de la crisis política.

UNA

RESOLUCIÓN PENDIENTE

La elección de Eduardo Duhalde como nuevo presidente por la Asamblea Legislativa está lejos aún de haber resuelto la profunda crisis de hegemonía expresada con particular intensidad desde finales de diciembre. A diferencia de los sucesos de 1989 (cuando la hiperinflación y los saqueos apresuraron la asunción de Carlos Menem a la presidencia), hoy la constitución, sobre las cenizas de aquel régimen, de un nuevo modelo, enfrenta varios retos: tanto la dificultad de reconstruir la unidad de los poderes económicos –ahora bajo la aparente preeminencia de los “grupos exportadores”– como

En tanto los hechos no concluyen, quizá valdría interrogarse en qué medida, si la otrora “Argentina convertible” forjada por Menem y Cavallo fue presentada por los organismos internacionales de crédito como el exitoso camino a seguir, la de hoy no podría ser pensada como el espejo del posible futuro del neoliberalismo.

NOTAS 1

Agradezco especialmente a Ivana Brighenti la colaboración en la preparación de este artículo. 2 Nombre de la coalición electoral conformada por la Unión Cívica Radical y el FREPASO (Frente País Solidario). 3 Éste fue el lema principal de la campaña electoral realizada por la Alianza en 1999. 4 Lozano, Claudio. “Contexto económico y político de la protesta social en la Argentina contemporánea”, en OSAL (CLACSO) No. 5, septiembre 2001. 5 Ver Seoane, Taddei y Algranati, 2001; Seoane y Taddei, 2001; Iñigo Carrera y Cotarelo, 2001; Dinerstein, 2001; Scribano y Schuster, 2001; Spaltenberg y Maceira, 2001; Rodríguez, 2001; Seoane, Viú, Rodríguez y Santucho, 2001; Spaltenberg, Seoane, Rodríguez y Santucho, 2000. 6 Ver AA.VV. Bolivia. La “Guerra del Agua” en Cochabamba y AA.VV. La revuelta indígena en Ecuador. 7 Pueden consultarse, entre otros, Chomsky, 2002. 8 Boron, Atilio. Tras el búho de Minerva. Mercado contra democracia en el capitalismo de fin de siglo, Fondo de Cultura Económica: Buenos Aires, 2000. 9 Ver Lozano, Claudio, 2001. 10 Vale señalar también que entre el viernes 14 y el lunes 17, el Frente Nacional contra la Pobreza –multisectorial que agrupa a la CTA, organismos de derechos humanos, asociaciones de pequeños propietarios del campo y la ciudad y partidos políticos– realizó una consulta nacional por el reclamo de un seguro de empleo y formación para los jefes y jefas de hogar desocupados que recogió más de 2,9 millones de votos a favor.


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1987-2002: QUINCE AÑOS DE EXISTENCIA DE LA FLACSO-GUATEMALA

L

a Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales –FLACSO– es un organismo internacional, regional y autónomo, integrado por los países latinoamericanos y del Caribe para promover la enseñanza e investigación de las ciencias sociales, que se creó en 1957 a iniciativa de la UNESCO. En los 45 años transcurridos desde entonces, la Facultad cuenta con unidades académicas en diez países: Argentina, Brasil, Costa Rica, Cuba, Chile, El Salvador, Ecuador, Guatemala, México y República Dominicana. Constituye el programa regional más antiguo e integrado de ciencias sociales en América Latina y el Caribe. La FLACSO inició sus actividades en Guatemala en 1986, por iniciativa de un grupo de profesores e investigadores de las universidades de San Carlos y Rafael Landívar. En 1987, el Congreso de la República emitió el Decreto 96-87 por el que Guatemala se adhería al acuerdo constitutivo de la FLACSO, formalizando así las funciones académicas de

MAESTRÍA

la Facultad en el país. En la actualidad realiza actividades de investigación, docencia y extensión en las siguientes áreas académicas: Áreas académicas

Actividades

Estudios económicos Estudios étnicos

Investigación

Estudios de género y de juventud

Docencia (cursos, diplomados y maestrías)

Medio ambiente y desarrollo sostenible Estudios de seguridad

Extensión (foros, conferencias, publicaciones)

Estudios urbanos, de población y migraciones

De 1987 a la fecha, la FLACSO-Guatemala ha realizado 210 investigaciones, publicado y reeditado más de 160 títulos, e impartido varios diplomados y cursos superiores (en Relaciones Internacionales, Forestería comunitaria, Sociología ambiental, Liderazgo de jóvenes y mujeres mayas, entre otros). En colaboración con la Universidad Rafael Landívar ofrece una Maestría en relaciones internacionales e iniciará otra Maestría centroamericana en ciencias sociales.

CENTROAMERICANA EN CIENCIAS SOCIALES INICIA EL

18

L

as tres unidades académicas de la FLACSO en Centroamérica –Guatemala, El Salvador y Costa Rica– inician el 18 de febrero un importante Programa regional de posgrado en ciencias sociales. A partir de ese día, 22 profesionales, mujeres y hombres provenientes de las seis repúblicas centroamericanas, recibirán sus primeras clases como estudiantes de la Maestría en ciencias sociales. Durante el resto del año 2002, estudiarán bajo las orientaciones de destacados profesionales del área y europeos, entre los que se encuentran Edelberto Torres-Rivas, René Poitevin, Juan Pablo Pérez Sainz, Win Savenije y Gustavo Palma. Completados los cursos reglamentarios, cada estudiante se dedicará a la investigación y redacción de su respectiva tesis de grado, la cual debe concluir y defender en diciembre de 2003. Según el tema de la tesis que

DE FEBRERO

hayan escogido, los estudiantes se trasladarán a El Salvador o Costa Rica, o se quedarán en Guatemala, donde las respectivas unidades académicas de la FLACSO se encargarán de proporcionarles las orientaciones metodológicas y temáticas correspondientes. El Programa centroamericano de posgrado cuenta con el apoyo financiero de SAREC, la oficina para la cooperación cultural y educativa del gobierno de Suecia. Además, se nutre de las abundantes y dilatadas experiencias en posgrados que han impartido las unidades académicas de la FLACSO en México, Chile y Ecuador. Todos los estudiantes de la maestría de ciencias sociales se benefician con una beca de estudios, y más de dos terceras partes también reciben becas de manutención a través del Programa de posgrado de la FLACSO y de otras instituciones académicas en Centroamérica.


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Nueva época, Año II, extraordinario, febrero de 2002

Nueva Librería de Ciencias Sociales La Librería de Ciencias Sociales, creada por la FLACSO Guatemala en 1998, es única en su género y pone a disposición de especialistas, estudiantes y público en general, su vasta colección de informes, ensayos y estudios académicos sobre la realidad política, social y económica del país. El lector también encontrará publicaciones especializadas de otras editoriales, tanto nacionales como extranjeras. Durante el mes de febrero todos los títulos de la Editorial FLACSO se pondrán a la venta con un 15% de descuento.

Nueva sede, nueva administración 8 calle 7-38 zona 9, Ciudad de Guatemala. Tel/fax: 339-3873

Editorial FLACSO, S.A. y su Librería de Ciencias Sociales invitan a la PRESENTACIÓN de la Colección de estudios de género Desarrollo de los programas de género en América Latina María Luisa Tarrés Chilena, doctora en sociología por la Universidad de París Profesora investigadora del Centro de Estudios Sociológicos El Colegio de México

Temas de género, su edición y difusión en Guatemala Isabel Aguilar Umaña Guatemalteca, licenciada en letras por la Universidad de San Carlos de Guatemala Miembro del Consejo Editorial de la Revista La Ermita y del Consejo Académico de la Editorial Letra Negra Hotel Meliá Guatemala Salón Centro América 17:30 horas Viernes 8 de febrero 2002

Exposición venta Todos los libros de Editorial FLACSO con 15% de descuento Coctel


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