多Es posible una escuela sin fracaso escolar?
Es habitual que se responsabilice al alumno por su éxito o fracaso escolar desentendiéndose la escuela de este resultado. Se han construido muchísimas argumentaciones para dar cuenta de por qué a un educando le va mal en la escuela. Las explicaciones más comunes frente a fenómenos asociados con el fracaso tales como la repitencia, la sobreedad, la baja apropiación de conocimientos, recaen sobre las “capacidades del alumno”. Para los propios alumnos y padres esto es natural.
Hasta los años 70, el éxito o el fracaso escolar era consecuencia de la capacidad intelectual del niño, no se tienen en cuenta el contexto social, económico y familiar. En los años 80 el ámbito familiar era determinante en el rendimiento escolar. Las expectativas, la motivación y las técnicas de estudio que se generaban alrededor de cada niño variaban en función de la familia que tuviese. Una tercera postura defiende que el principal responsable es el ambiente donde crece el niño La cuanta postura cuestiona las tres anteriores: la principal causa del fracaso es la escuela, la que privilegia la cultura, los procesos y ritmos conocimientos de determinados grupos sociales, en especial las pertenecientes a las clases altas y medias.
Este tipo de explicaciones está asociado a una visión determinista del aprendizaje, muy arraigada en el sentido común social, que concibe los fracasos como naturales y, por ende, inevitables. La perspectiva socioeducativa de matriz crítica discute dos formas argumentativas del determinismo. Por un lado, el impacto del determinismo biológico sobre la “capacidad de aprender”. Es una visión muy extendida que argumenta como causa del fracaso de un alumno que “su cabeza no le da”.
Por el otro, el determinismo ambientalista, sintetizando en el refrán popular de “tal palo, tal astilla”, que considera que la familia y el ambiente heredero en el que se mueve el alumno constituye el límite infranqueable que tendrá para escolarizarse. Esta última le quita la responsabilidad al supuesto destino natural (biológico o social) del alumno y traslada los interrogantes a las condiciones desiguales de la estructura educativa y social.
AsĂ, el fracaso escolar es una construcciĂłn social. No hay nada de naturaleza en ĂŠl y, por tanto, puede evitarse o, por lo menos, atenuarse en sus efectos.
El fracaso en la escuela es, para algunos, una situación transitoria que puede superarse mejorando las prácticas institucionales de la educación o las condiciones individuales de personas o familias, mientras que, para otros, el fracaso es parte inescindible de la escuela capitalista, ya que ésta constituye uno de los mecanismos de reproducción y legitimación de la desigualdad social. Esta vertiente es conocida como críticoreproductivista.
Sobre esta base se construyeron las ideas acerca del proceso de socializaciรณn que hoy circulan en las escuelas y que se caracteriza por la acciรณn de la sociedad sobre el individuo. La posiciรณn de clase, es decir, el lugar social que cada persona ocupa en funciรณn de su grupo econรณmico de pertenencia, era definitoria de la trayectoria educativa que se habilitaba a cada sujeto.
Una escuela que favorezca la reactualización de experiencias vividas, que se aleje por momentos de la pedagogía de lo concreto, esto es, del mundo más próximo, de lo conocido, “de lo que ya se sabe que es así” puede generar espacios nuevos para estos sujetos, articulando sus propias condiciones de existencia con nuevas experiencias de descubrimiento acerca de lo desconocido. Podríamos decir que cuando un sujeto adquiere el afán de saber, ya no lo pierde jamás; es entonces cuando las barreras sociales que articulan orígenes y destinos, ya no actúan de manera eficaz y selectiva.