Revista de pesca a mosca y fotografía
www.flymage.net
Nº 10 Diciembre 2011
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Revista de pesca a mosca y fotografía
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Nº 10 Diciembre 2011
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La Navidad es tiempo de estar con la familia y los amigos más queridos. Nadie quiere estar solo. ¿O sí?
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Llevar un equipo de iluminación para hacer fotos de pesca es todo un engorro, pero los resultados pueden ser sorprendentes.
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La búsqueda de los lugares más inexplorados para la pesca a mosca en el Ártico. Historias del Gran Norte en busca de salvelinos y lucios gigantes.
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Vea el primer vídeo de montaje de nuestra nueva serie mensual. Mikel Exlexpuru desvela el secreto de sus moscas paso a paso.
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S LO EN NAVIDAD Texto y Fotos: Ray Montoya
Tres horas al sur de Hawai, nuestro vuelo de Air Pacific aterriza en la vieja pista de la Segunda Guerra Mundial del Cassidy Internacional. Ocho de nosotros desembarcamos, recogemos nuestro equipaje y nos despedimos de los pasajeros que se dirigen a Fiji y que nos miran por sus ventanillas de plástico, tal vez preguntándose, dónde demonios estaremos. James Cook tuvo la misma reacción cuando llegó la Nochebuena de 1777, por eso la llamó Isla de Navidad, pero no tuvo nada positivo que destacar de la isla en su diario de abordo.
L
a isla de Navidad permaneció deshabitada durante el siglo siguiente. Inevitablemente, los misioneros llegaron y comenzaron a plantar cocoteros y explotar a los polinesios que podían atraer hasta este atolón estéril. El 8 de noviembre 1957 Gran Bretaña detonó su primera bomba atómica. La explosión fallida quemó la mitad sureste del atolón, rompiendo los tímpanos de muchos locales y matando a millones de aves tropicales. En total, los británicos y los estadounidenses detonaron 32 artefactos termonucleares sobre Navidad durante un período de seis años. Después de la prohibición de las pruebas, la isla se hundió en el olvido hasta 1983, cuando Kiribati tomó posesión. Hasta la fecha, no ha habido ninguna
investigación formal de los efectos contra la salud y el medio ambiente de las pruebas de la guerra fría. Los británicos regresaron hace poco para llevarse finalmente su viejo material militar.
U
na semana en un bajío de macabíes le dejará salivando pidiendo más. Dos semanas le harán ver peces fantasma al cerrar los ojos por la noche. El año en que cumplí los cuarenta, pesqué tres destinos de macabí en el transcurso de un mes, las Islas Cook, Los Roques y Méjico. Cuando volví a casa sólo pensaba en regresar a esos bajíos. He revisitado Méjico y Los Roques en numerosas ocasiones, así como Belice y Cuba, y ahora por fin, después de once años, lo he hecho de nuevo al Pacífico Sur.
Al principio, traté de contratar el viaje a Christmas a través de una reputada agencia, pero por desgracia, la mayoría de campamentos no alojaban a un pescador solo. Después de una exhaustiva investigación, simplemente me decidí a comprar el billete de avión y hacerlo por mi cuenta. Cuando las barcas escasean, muchos de los campamentos llevan en coche a los pescadores hasta los bajíos, así que sabía que era posible llegar a ellos a pie. También sabía que la búsqueda de estos bajíos y, más importante, los peces, requería un profundo conocimiento de las mareas
y los hábitos alimenticios de los macabíes residentes de la isla. Incluso con un poco de conocimiento local, también necesitaba un GPS, un buen mapa, y lo más importante, el lujo del tiempo. La toma de decisiones cada día acerca de dónde y cómo pescar fue el aspecto más liberador de este viaje, y créanme, no siempre las cosas salían bien, pero tener tiempo para tomármelo con calma y perderme en la serenidad de los atolones y su gente, hizo que este viaje fuera extraordinario. Dicho esto, si usted no está familiarizado con la isla de Navidad o el macabí, le recomiendo imperiosamente un guía.
Con mĂĄs de 40 bajĂos con nombre y dos semanas de pesca por delante, mi plan era sencillo, basta con explorar.
Descubrí una serie de pequeñas lagunas cerca de Banana. A escasos metros de la carretera, las colas de los macabíes se movían como haciéndome señas para que me detuviera. Estas pequeñas lagunas interiores ofrecen sólo una franja de agua pescable a lo largo de su línea de costa. Para llegar a los bajíos más extensos, necesitaba continuar hacia el oeste, cruzando varias motus. En el camino, me encontré con un hombre
I-Kiribati vadeando un canal con una bicicleta al hombro. Una vez atravesado, montó en su bicicleta y desapareció a través de una maraña de Naupaka hacia un banco de nubes de color verde. Estas nubes marcan la presencia de grandes bajíos someros, por lo que le seguí. La marea bajaba rápidamente cuando por fin llegué, pero tuve tiempo suficiente para sacar algunos macabíes grandes antes de que se fueran con la marea.
En mi continua búsqueda de bajíos, hoy me he encontrado con un hombre mayor en una bicicleta. Más tarde, he seguido sus instrucciones hasta llegar a un precioso bajío de un canal. El primer macabí que me encontré coleaba de manera obvia a lo largo del borde del canal. Al tercer lance, se abalanzó sobre la mosca y corrió durante medio minuto antes de enderezar el anzuelo. Hubo otros macabíes ese día, pero ninguno podía sustituir el recuerdo de esa carrera brutal o del anciano I-Kiribati con el que había compartido un momento.
Durante la siesta bajo un Naupaka esta tarde, he sido atacado por un pequeño charrán blanco. Era muy persistente, y se cernía a escasos centímetros de mi cabeza, tratando de meterme una sardina en el ojo. Seguí ahuyentándolo hasta darme cuenta de que su polluelo estaba en la rama que había sobre mi.
Hoy mi paseo me ha llevado a uno de los bajíos más extensos que he visto nunca. Tomar cualquier dirección implicaría peces todo el día, pero he elegido el camino para tener el viento y el sol a la espalda. Haciendo caso omiso a los macabíes pequeños, he conseguido capturar 5 de los grandes. Un guía, preocupado por conseguir que sus clientes capturaran un gran número de peces, se hubiera perdido algunos de estos macabíes grandes. No hay nada más frustrante que estar peleando un macabí pequeño, mientras uno tres veces más grande pasa por delante!
Los vientos han sido brutales, justo cuando la marea de la tarde empezaba a ser la correcta. Lanzar hacia atrás ha sido la forma más eficaz de presentar la mosca, aunque de vez en cuando se clavaba en mi cabeza, Las mareas vivas no ayudaban, convirtiendo las aguas cristalinas del bajío en un verde lechoso. Nunca he hecho todo el camino hasta Poland, como tenía previsto hoy, esta vez por culpa de tres bajíos sorprendentes, Smoky, Taina y Nine Mile. Me acuerdo que llegué a estos bajíos por barco en 1999. Eran buenos en aquel entonces, pero no hoy. He pescado unos cuantos macabíes, pero sobre todo he caminado.
Aroita me preguntó si podía acudir temprano a la cena de hoy ya que su hija bailaba en el banquete para el Presidente. Después del baile y los discursos de rigor, el Presidente cortó un pastel y el cerdo fue trinchado. No pasó mucho tiempo antes de que dos de sus colaboradores oficiales se acercaran a mí. Pensé que podría tener problemas, pero al parecer el presidente tenía curiosidad sobre de mi presencia y había requerido mi compañía. En el transcurso de la tarde hablamos de distintos temas, desde el agotamiento de los
recursos pesqueros, hasta el impacto que el aumento del nivel del mar podría tener sobre la soberanía de las naciones insulares. El Presidente parecía relajado y realmente interesado en mi opinión. Me imaginaba pescar con este hombre. Cuando le di las gracias por su tiempo, señaló que el placer era suyo, y que se disponía a pasar la semana próxima en varias mwaneabas (casas de reunión tradicionales) atendiendo los muchos problemas de su pueblo. Luego sonrió y siguió comiendo.
Volví al gran bajío cerca del campo de copra, donde sabía que los macabíes eran fáciles. Después de varias horas sin peces, tenía los pies en carne viva y escocidos por la sal y la arena. Abatido, empecé de nuevo a andar con paso pesado, pensando sólo en una cerveza fría y en tener los pies secos. Mientras desandaba el camino hacia el campo de copra, de pronto, milagrosamente, apareció un macabi, y luego otro. Al principio sueltos, pero más tarde en pequeños grupos. Volvió la confianza, y estuve pescando hasta el anochecer, capturando cerca de una docena de macabíes.
Al atravesar el campamento de copra por la noche, una chica se sentó cerca de la laguna a peinarse. Cerca de allí, los niños más pequeños estaban jugando en el canal, sus risas y gritos contra los últimos rayos de luz. Minutos más tarde, el cielo estaba en llamas, con la silueta de los cocoteros mecidos por el viento. El universo era perfecto otra vez.
Las comunidades isleñas, al menos las más remotas y áridas, dependen de un suministro regular de productos de primera necesidad a través de aviones de carga. El vuelo de Air Pacific trae carga, en su mayoría de productos frescos, pero es caro. Productos básicos diarios como aceite, gasolina, arroz, harina, azúcar, alimentos enlatados, cigarrillos, el correo y la cerveza, llegan en barco desde Tawara. El barco es muy lento, de hecho, acaba de salir y me han dicho que tarda unas dos semanas en llegar a Kiritimati. La isla ha
estado sin arroz durante la semana pasada, así como azúcar, cerveza y refrescos. Le pregunté a mi cocinera, Aroita, qué come la gente cuando el barco tarda tanto. ¿Hay suficiente pan en la isla para suplir la falta de arroz? Ella se echó a reír, sólo hay algunos árboles del pan y aún menos papayas. I-Kiribati son pescadores, no agricultores. ¿Has visto algún huerto? No había. Entonces, ¿qué hace la gente cuando los suministros se agotan, le pregunté? Ella sonrió, comemos coco y pescado, eso es todo lo que hay en la isla de Navidad.
Mi viejo Tibor tiene 300 metros de backing, pero ningún pez ha sacado nunca más de un tercio. Esta mañana el primer macabí sacó más de la mitad y lo hizo dos veces. De nuevo estaba en la carretera llegando a Paris, cuando apareció otro bajío increíble. Cerca del mar abierto, encontré tres bajíos de París de aguas cristalinas. Estos son algunos de los bajíos de arena firme y blanca más bellos de la laguna. Paris tenía un montón de macabíes grandes, pero estaban muy recelosos, se comportaban como si hubieran visto moscas recientemente. Dejé rápidamente estos peces nerviosos y me dirigí hacia la orilla, con la esperanza de encontrar un bajío que no hubiera sido pescado últimamente. La marea comenzaba a cambiar y los vientos fueron levantando un poco de oleaje. Llegando a la playa, me fijé en una macabí que coleaba en las olas, al igual que hacen las palometas en Omán. Una vez que los localicé, la pesca no paró en todo el día. Debí capturar dos docenas de macabíes, y no me avergüenza admitir que disfruté cada minuto.
Ray Montoya Originario de Nuevo México, en 1994 se trasladó con su familia al extranjero para enseñar en escuelas internacionales en Papúa Occidental, Islas Filipinas y en los últimos nueve años, en Omán. Ray ha publicado numerosos artículos de pesca a mosca. En el nº 7 de Flymage publicamos sus “Diarios de Omán”
BAJO LA SUPERFICIE
Nicolai Munch Andersen
SIGANOS
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A DIARIO
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LUCES Y ACCIÓN
Acompañamos a Javier Fdez del Rivero en una sesión de fotos. Su objetivo en los últimos tiempos, conseguir la iluminación perfecta con la ayuda de luz artificial. A pesar del engorroso trabajo de desplazar los materiales, montarlos e incluso rescatar un foco del agua cuando el viento lo tiró, la experiencia mereció la pena.
Pescador a mosca, fotógrafo y viajero incansable, Javier Fernández del Rivero siempre busca escenarios y una luz especial para sus fotos. Con su incursión en el uso de luz artificial da un paso más allá en sus magníficas fotografías. ¿Recuerdan aquellas truchas saltando fuera del agua cazando libélulas? Si no las vio, le aconsejamos descargarse el nº #6 de nuestra revista. Por favor visite la web de Javier: www.javierf.com
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Historias del Gran Norte Texto: Peter Christensen Fotos: Peter Christensen Rasmus Vive and Peter Lyngby
“Crecí en el campo danés en una pequeña granja, siendo el único niño en un pequeño pueblo. Sin amigos, pasé mucho tiempo solo en los bosques cercanos. A través de mi imaginación, hasta la más mínima perca del lago era una criatura magnífica y maravillosa y la naturaleza se convirtió, de alguna manera, en mi mejor amiga. Pero a medida que fui creciendo esa amistad empezó a envejecer, y soñaba con lugares más distantes para reavivar la magia. Desde entonces, la pasión por los viajes ha sido el motor de mi vida y me ha llevado a lugares de todo el Círculo Polar Ártico y más allá. “
Auroras boreales sobre las barcas por encima de un pequeĂąo remanso del rĂo Innoko. Alaska
Gran parte de la vida consiste en hacer las cosas de la manera más fácil posible, mientras en la pesca con mosca se trata de hacer algo tan poético y difícil como sea posible. Me gusta que sea un deporte para los soñadores, bordeando la locura en búsqueda de algo raro y hermoso en un mundo duro e implacable, utilizando el arma más eficiente que se pueda imaginar, una delicada línea y una frágil caña.
Como si fuera Lucky Luke, lance visto a travĂŠs de un objetivo sĂşper angular. Groenlandia
En el Ártico, encuentro el escenario perfecto para el tipo de pesca con mosca que me gusta. Hay extensiones enormes de tierra, donde pocas personas han estado alguna vez, y si buscas lo suficiente, encuentras la pesca en estado puro. Encuentro la felicidad en la vida sencilla de la pesca y la exploración. El misterio de los bosques sin senderos me hace sentir como un niño otra vez, y además me gusta la independencia y los retos que la naturaleza salvaje me ofrece.
Macho de salvelino Ártico con su intenso color de freza, capturado después de 6 semanas en plena naturaleza. Canadá
La pesca de salvelinos en el norte de Canadá puede ser fácil y difícil al mismo tiempo. A veces encuentras grandes concentraciones de peces, pero pueden ser difíciles de localizar y además desconfían rápidamente de la mosca. En los ríos más grandes la pesca del salvelino es muy similar a la de la steelhead en la Columbia Británica, lanzando grandes “Intruders”, con líneas Skagit y cañas de dos manos. En algunos de los ríos más pequeños, una caña de 9 pies, línea 7, es más que suficiente.
La pesca puede ser muy exigente, pero la recompensa es igual de grande. Pasé más de 3 meses pescando salvelinos en el Norte de Canadá y experimenté las dos caras de la moneda, con una pesca tan buena que era difícil de creer y con periodos realmente duros de semanas enteras sin una picada. Los remontes son difíciles de predecir y el tiempo allí arriba puede pasar del verano a invierno en pocas horas. En julio y agosto el Ártico canadiense es generalmente benigno y generoso y hay unas posibilidades de pesca increíbles.
Hembra de salvelino en una mañana gélida, tras 7 semanas frustrantes de viaje. El verano nunca llegó ese año al ártico Canadiense y el remonte fue tardío y escaso.
Hembra de salvelino con los colores de freza. Groenlandia
Prefiero planificar los viajes yo mismo. No hay nada malo, por supuesto, en contratar un guía, pero para mí la pesca con mosca es una vocación íntima, poética e imaginaria que no se mezcla bien con la vida en un lodge. La mayor atracción de la pesca con mosca para mí es el camino para llegar a los peces grandes en lugares remotos, las dificultades, la gente que conoces en el camino, la incertidumbre del proyecto, el esfuerzo por tratar de hacer realidad un sueño. A mi modo de ver, la pesca con mosca y la vida en general es mucho más intensa y gratificante, si te pones en situaciones imprevisibles, o dicho de otra manera, si vas en busca de problemas y aventura.
Campamento en una zona pantanosa bajo las estrellas. Alaska
Oso grizzly. Alaska
Ir a Alaska para pescar lucios era un viejo sueño, desde que escuché por primera vez las historias de sus lucios enormes en los años 90. El río Innoko, que probablemente ofrece la mejor pesca a mosca de lucios del planeta, contrasta con las zonas más visitadas y conocidas de Alaska en todas las formas imaginables. El Innoko serpentea a través de llanuras interminables, monótonas. No hay montañas a la vista, arroyos de aguas claras, no hay salmones saltando rápidos espumosos. Sólo un gran laberinto, de un perfecto hábitat acuático para el lucio. El aura amenazadora y feroz del lucio es por lo que es tan divertido de pescar, es el villano perfecto, pero también un depredador tremendamente hermoso e imponente, digno del mayor respeto de los pescadores a mosca.
Peter, con el lucio de su vida, pescado despuĂŠs de vivir algunos de los momentos difĂciles del viaje.
La planificación del viaje no fue muy complicada. En general es fácil planificar un viaje a América del Norte, si tienes algo de experiencia al aire libre. Encontramos un gran piloto cerca del área del Innoko que nos ayudó con las barcas neumáticas, los generadores y los motores, algo difícil de llevar desde Europa. Llenamos dos avionetas Beaver a su máxima capacidad con las barcas, provisiones, combustible, generadores y todo el equipo necesario para pescar y grabar durante un mes en plena naturaleza. Llevamos alrededor de 50 kilos de equipo fotográfico y por supuesto, siendo unos fanáticos de la mosca, repuestos de repuestos de cañas y carretes.
Una avioneta rumbo al “Backyard in Nowhere”
El Innoko es un afluente del Yukon, el río más grande de Alaska. Es una gran planicie húmeda de aguas estancadas, pantanos, lagos y pequeños parches de tierra firme. Pescar allí es una experiencia extraña, no es un lugar bonito según los cánones convencionales, pero tiene su propia atmósfera inquietante y extraña, que muy lentamente aprendí a apreciar.
Mikkel Poppelhoej, estrella emergente en el panorama de la pesca con mosca, navega a travĂŠs del drenaje del Innoko para encontrar combustible en una remota aldea nativa.
Parece una locura cuando echamos cuentas, pero sólo tuvimos alrededor de 15 días de pesca ya que pasamos un montón de tiempo cambiando los campamentos, grabando y conociendo a los nativos de una aldea local. Por lo tanto, en alrededor de 2 semanas de pesca, capturamos cerca de 1000 lucios, con un peso medio de entre 4 y 5 kilos. No pesamos ninguno para producirles el mínimo estrés, pero capturamos alrededor de 30 lucios estimados en más de 10 kilos y algunos de cerca de 15. Por supuesto, todos los grandes están en la película, desde que nos picaron hasta que los tuvimos en las manos.
Mikkel Poppelhoej logra la primera captura en Alaska, un lucio bien fuerte.
Resultó que la gente era mucho más peligrosa que los animales. Como he dicho antes, me encantan las expediciones de pesca que tienen un elemento de incertidumbre, y el viaje al Innoko fue sin duda salvaje e imprevisible. A veces parecía que estábamos en una película del oeste porque la situación se puso muy tensa, pero la gente puede verlo todo en nuestra película.
Dean, un cazador de alces nativo, posa con Mikkel y su presa abatida.
Peter Lyngby, editor de revistas y fanรกtico del lucio, trata de mantener el equilibrio mientras un lucio enorme salta por la superficie.
Estoy seguro de que en algún momento pescaré de nuevo en Norte América, pero nunca volveré al río Innoko. Me alegré de salir de allí sano y salvo.
Peter con un sheefish o inconnu, una captura incidental durante la pesca del lucio.
HAGA Click AQUI PARA VER EL trailer Fue algo desesperante lanzar “A Backyard in Nowhere”. Mathis y yo trabajamos casi un año en la “cueva” de edición. En otras palabras, cada minuto de película ha llevado una semana de edición. Antes de comenzar con el proyecto, no me di cuenta del tiempo y el esfuerzo que lleva hacer películas de pesca a mosca que realmente merezcan la pena ver. Pero gracias a Dios, la respuesta del mundo de la pesca a mosca ha sido muy positiva. Como realizadores de reportajes de pesca a mosca, llegamos a un mercado pequeño y apreciamos todo el gran apoyo que recibimos, así que si le gusta nuestro trailer puede comprar el DVD completo de 52 minutos en:
www.flyfishingwestern.com
Peter Andreas Christensen, productor de vídeo, fotógrafo y escritor, se centra en la pesca con mosca y aventuras al aire libre. Peter acaba de lanzar su primer DVD de pesca a mosca, “A Bacyard in Nowhere”, un western de pesca en la Alaska más indómita y sin ley. Otras aventuras le han llevado desde las tierras de la Patagonia y los salvajes ríos del Ártico de Canadá, a los escarpados volcanes de Kamchatka o los tranquilos bosques de Nueva Zelanda. La obra de Peter ha sido publicada en una amplia gama de medios de pesca en América del Norte, Australia y Europa. E-mail: peterachristensen@gmail.com
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Revista Flymage
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PUPA DE TRICÓPTERO
Colaboran en este número Ray Montoya - Peter Christensen Javier Fdez del Rivero - Mikel Elexpuru - Juan Urán John Langridge - José Luís Garrido - José Luís García
E D I T O R E S José H. Weigand Pescador y fotógrafo, ha sido editor de TV durante los ultimos 14 años en el canal Caza y Pesca de Digital+. Colaborador habitual de revistas, blogs y foros internacionales.
Antonio Goñi Productor y realizador de videos de pesca a mosca, fotógrafo y pescador. Actualmente realiza, entre otros reportajes, la serie “El rincón de la seda” emitida en Caza y Pesca, de Digital +.
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