Educación y políticas de la memoria en América Latina Por una pedagogía más allá del paradigma del sujeto víctima
Educación y políticas de la memoria en América Latina Por una pedagogía más allá del paradigma del sujeto víctima
Martha Cecilia Herrera Cortés Carol Juliette Pertuz Bedoya
C at a logac ión en l a f u ente - Bibliote c a C e nt ra l d e l a Un ive rs i d a d Pe d agó g i c a Na c i ona l Herrera Cortés, Martha Cecilia. Educación y políticas de la memoria en América Latina. Por una pedagogía más allá del paradigma del sujeto víctima / Martha Cecilia Herrera Cortés, Carol Juliette Pertuz Bedoya. – 1ª. ed. – Bogotá: Universidad Pedagógica Nacional, 2016 400 p. Incluye: Bibliografía Incluye: Anexos ISBN impreso: 978-958-8908-99-1 ISBN digital: 978-958-5416-00-0 1. Educación para la Paz – América Latina. 2. Política y Gobierno. 3. Violencia Política – América Latina. 4. Violencia - Investigaciones. 5. Violencia – Historia – América Latina. 6. Construcción de la Paz – Enseñanza – América Latina. 7. Control Social. I. Pertuz Bedoya, Carol Juliette. II. Tít. 370.11. cd. 21 ed.
© Universidad Pedagógica Nacional © Martha Cecilia Herrera Cortés © Carol Juliette Pertuz Bedoya ISBN impreso: 978-958-8908-99-1 ISBN digital: 978-958-5416-00-0 Primera edición, 2016 Adolfo León Atehortúa Cruz Rector Sandra Patricia Rodríguez Ávila Vicerrectora de Gestión Universitaria Mauricio Bautista Ballén Vicerrector Académico Luis Alberto Higuera Malaver Vicerrector Administrativo y Financiero Helberth Augusto Choachí González Secretario General Nydia Constanza Mendoza Romero Subdirectora Gestión de Proyectos - ciup
preparación editorial Grupo Interno de Trabajo Editorial Universidad Pedagógica Nacional Alba Lucía Bernal Cerquera Coordinadora Miguel Ángel Pineda Cupa Editor Keyla Díaz Muñoz Correctora de estilo Carol Juliette Pertuz Bedoya Fotografías de portada e interiores
Murales situados en Bogotá, Colombia y pintura en Museo Espacio Memoria y Derechos Humanos, galería de la ex-esma, Buenos Aires (fotografía portadilla capítulo 1)
Johny Adrián Díaz Espitia Portada, diagramación y finalización de artes Fredy Espitia Ballesteros Edición de fotografías en portadillas de capítulo Impreso en Xpress Estudio Gráfico y Digital S.A. Bogotá, D. C., 2016
Fecha de evaluación: 9 de octubre de 2016 Fecha de aprobación: 20 de octubre de 2016 Hecho el depósito legal que ordena la Ley 44 de 1993 y el decreto reglamentario 460 de 1995.
Contenido
Prólogo
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Presentación
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I. Cultura política, políticas públicas de la memoria y emergencia del sujeto/víctima
Demandas de la memoria y transmisión del pasado reciente La historia del tiempo presente Educación, formación y transmisión
Cultura política, políticas de la memoria y sujeto/víctima Cultura política y violencia política Políticas de la memoria y emergencia de la figura de la víctima
II. Políticas públicas de la memoria en Chile y Argentina a partir de los regímenes de transición Políticas públicas de la memoria en Chile
Estrategias de transmisión del pasado reciente en Chile Políticas de la memoria en las instituciones escolares Políticas de la memoria y lugares de la memoria
Políticas públicas de la memoria en Argentina Estrategias de transmisión del pasado reciente en Argentina Políticas de la memoria en las instituciones escolares Políticas de la memoria y lugares de la memoria
Reflexiones sobre las políticas de la memoria en Chile y Argentina
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III. Políticas públicas de la memoria en Colombia y estrategias de transmisión del pasado reciente Políticas públicas de la memoria en Colombia
Estrategias de transmisión del pasado reciente en Colombia Políticas de la memoria en las instituciones escolares Políticas de la memoria y lugares de la memoria
Algunas reflexiones sobre las políticas de la memoria en Colombia
IV. Cuento para no olvidar, una propuesta de formación más allá del paradigma del sujeto víctima
157 157 187 190 200 215
Delimitaciones iniciales
235 237
Enseñanza del pasado reciente en clave intergeneracional: consideraciones ético-políticas y pedagógicas
241
Ejes analíticos Regímenes represivos y violencia política Memoria individual y colectiva Identidad y subjetividades Cultura política y derechos humanos
Componentes pedagógico-didácticos de Cuento para no olvidar La indagación crítica La lectura intertextual La producción de narrativas
Ejercicios de memoria Genocidio De los centros clandestinos de detención a los espacios de memoria Identidades robadas El camino de la paz: sociedades democráticas
¡Aviso importante! Cuento para no olvidar en la web
254 255 258 258 259 260 261 266 269 271 272 272 272 272 274
Conclusiones
279
Referencias
289
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Anexo A. Actividades de introducción para la indagación crítica
325
Anexo B. Actividades para la lectura intertextual
331
Anexo C. Actividades para la producción de narrativas
333
Anexo D. Unidad didáctica. Genocidio
337
Anexo E. Unidad didáctica. De los centros clandestinos de detención a los espacios de memoria
351
Anexo F. Unidad didáctica. Identidades robadas
367
Anexo G. Unidad didáctica. El camino de la paz: sociedades democráticas
381
Anexo H. Directorio de instituciones, organizaciones e iniciativas de memoria
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Autoras
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Prólogo
La pedagogía y el (des)ajuste de cuentas con el pasado reciente
¿
Qué puede hacer la educación por la paz y contra la violencia? ¿Qué podemos hacer los educadores y los investigadores en educación? ¿Pode-
mos hacer algo más que denunciar, criticar, marchar? ¿Pueden la educación y concretamente las escuelas aportar algo más, contribuir a un futuro distinto, trabajar en un mediano y largo plazo para que estos eventos, alguna vez, no sucedan nunca más? ¿Pueden ayudar a que las sociedades elijan opciones distintas a aniquilar al otro, y escojan el diálogo, la paz y la convivencia con el otro, aunque no nos gusten su modo de vida o su ideología? ¿Podemos hacer algo para que quienes quieren expulsar y segregar a media humanidad no sean aplaudidos y celebrados? Sé, sabemos, que esas son preguntas muy grandes, quizás demasiado grandes. La tarea es enorme, y la escuela y los educadores no pueden hacerla solos. Pero hay que animarse a abordarla, paso a paso, con lo que tenemos a mano: nuestras ideas, nuestra voluntad, nuestras ganas de anteponer, frente a la muerte y la desesperanza, la cultura, el conocimiento, el lenguaje, el cuidado del otro como horizonte de futuro. Este libro, que tengo el honor de prologar, es un gran aporte en esa dirección. ¿Cómo trabajar la memoria desde la educación para que no sea la reproducción de los mismos enfrentamientos? ¿Cómo ayudar a consolidar una cultura de la paz y del diálogo, sin acallar en ese proceso los disensos
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Educación y políticas de la memoria en América Latina
y las diferencias? Si, como decía Walter Benjamin (1969), cada generación tiene su propia cita con el pasado, nos corresponde a los educadores dejar que cada nueva generación asuma la suya, a sabiendas de que hay contextos, entendidos como textum o tejidos, que los condicionan. Quizás nuestra mayor responsabilidad sea darles recursos y condiciones a los niños y jóvenes para que entiendan mejor esos contextos y puedan, a su turno, ayudar a crear otros, ojalá que más hospitalarios y más democráticos que los tiempos que nos toca vivir. Mientras leía el libro que las autoras nos ofrecen, recordé el trabajo que distintos escritores y artistas vienen realizando en el Cono Sur para contar memorias traumáticas desde otro lugar que el de la víctima. Quisiera aquí retomar solo uno, El azul de las abejas, un texto que nace de las memorias que Laura Alcoba, escritora argentino-francesa, puede reconstruir desde su vida adulta sobre sus primeros tiempos de exilio en Francia, a donde llega con diez años para reunirse con su madre. Cuenta la autora: Este libro nació de ciertos recuerdos persistentes, aunque muchas veces confusos; de un puñado de fotografías y de una larga correspondencia de la que no subsiste más que una voz: las cartas que mi padre me envió de la Argentina, donde estaba preso hacía varios años por razones políticas. Entre el mes de enero de 1979 y el momento en que pudo él salir del país, papá y yo nos escribimos una vez por semana. Mis cartas desaparecieron, pero yo conservo las suyas. La primera está fechada el 21 de enero de 1979, la última el 21 de septiembre de 1981, es decir, pocas semanas después de su liberación. (Durante más de treinta años las había conservado conmigo, pero no tuve el coraje ni la fuerza de releerlas). Lo hice durante la primavera francesa del año 2012 (Alcoba, 2014, p. 125).
Treinta y un años pasaron para que pudiera volver a leer las cartas de su papá y revisitara los rastros de una época que la marcó profundamente. Entre otras cosas, el libro abre varias preguntas sobre el tiempo y las formas que toma ese trabajo con la memoria, que no es automático o inmediato y toma vericuetos muy distintos en cada experiencia personal y colectiva.
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Prólogo
El relato de Alcoba, autobiográfico pero también ficcionado, “conmovedor pero jamás sentimental” (como se dice en la contraportada de otro de sus libros donde cuenta su niñez clandestina, La casa de los conejos, del 2007), dialoga muy bien con el libro de Martha Cecilia Herrera y Carol Pertuz Bedoya. Alcoba fue una víctima de la represión y el exilio en el Cono Sur, y es muy consciente de todo lo que perdió por ello. Pero su escritura elige no victimizar a esa niña, sino mostrar sus miedos y sus esperanzas con una gran amorosidad, si existe el término, con una gran dignidad, sin esconder sus contradicciones y sentimientos encontrados. La narración cuenta sus pequeños y grandes logros en el largo camino de volver a “sentirse en casa” en un país e idioma extraños, y de hacer de ese camino una elección y un aprendizaje, y no solamente un destino impuesto por los dictadores. Salirse del paradigma de la victimización reabre las preguntas sobre qué hacer con la historia reciente en las sociedades latinoamericanas. Son muchos los dolores acumulados, y también las controversias. Y aunque tenemos muchos muertos, y siguen pesándonos los desaparecidos y torturados, también hay muchos actores vivos que tienen intereses investidos en una u otra forma del recuerdo. Sin dudas, la memoria es un asunto candente, polémico, difícil de tratar en la escuela. Si esta es una constatación que puede hacer a algunos educadores retirarse y dejarla al costado, prefiriendo sostener una supuesta neutralidad de la educación frente a los debates y problemas sociales, habría que volver a afirmar que es más grave para una sociedad mirar al costado y no ocuparse de cómo se tramitan esos dolores y controversias. Silenciar o reprimirlos no hará que se olviden; al contrario, volverán con más fuerza, menos revisados y más cristalizados en posiciones de dolor y duelo desde las cuales es difícil dialogar con otros y encontrar modos para volver a establecer algunas reglas que protejan la vida de todos y que permitan dar cauce a las disidencias pacíficamente. Creo, entonces, que no hay otra opción para nuestras sociedades que trabajar pedagógicamente la memoria de la historia reciente, conscientes de
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Educación y políticas de la memoria en América Latina
las dificultades, pero también convencidos de la importancia y la urgencia que tiene ese trabajo. Hay procesos urgentes que llevan, quizás paradójicamente, décadas, y no se cuentan en meses ni en años: esos son los tiempos de la pedagogía y la educación. Involucrarse en esos procesos implica tomar posición, desmantelar la ilusión de neutralidad y aventurarse en el viaje de una transmisión pedagógica que no tiene asegurado un puerto fijo de llegada. Pero digo, a riesgo de caer en un lugar común, que es el viaje lo que valga la pena, el recorrido que propongamos. Quizás, como en el caso de Laura Alcoba, en ese viaje que empezamos por razones tan dolorosas podamos hacer aprendizajes que valgan la pena, que nos enseñen algo valioso como sociedad. Estoy convencida de que eso depende en gran medida de qué pedagogías pongamos en juego para transitarlo. Este libro me parece una contribución valiosísima para ese recorrido por varios motivos, de los que selecciono dos en este prólogo. El primero tiene que ver con abrir un diálogo con la experiencia del Cono Sur, lo que permite pensar a los procesos de memoria más allá de la experiencia de los estados nacionales y poder adentrarse en otros acontecimientos y procesos que son cercanos pero no idénticos. Analizar esas distintas experiencias en la construcción de la justicia y la memoria como caminos hacia la paz, y entender su entramado jurídico, institucional y político, ayuda a tomar impulso, poner en perspectiva, encontrar elementos de inspiración y de diferenciación, saber que no se está solo. Hace falta más diálogo Sur-Sur en este aspecto; muchas sociedades, lamentablemente, han pasado en su historia reciente por procesos desgarradores, ya sea guerras civiles, dictaduras o represiones sistemáticas, y han adoptado políticas y posiciones diferentes en el tiempo que los separa de esos acontecimientos. Este libro permite analizar esos procesos y acercarse a ellos con más conocimiento, con numerosas fuentes que no son conocidas, y actúa como una especie de guía para el viaje que va poniendo balizas para orientarse en esa exploración de estas otras experiencias.
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Prólogo
Hay un segundo aspecto que, como pedagoga, valoro mucho de la aportación que hacen las autoras, y es su preocupación por dar orientaciones y propuestas concretas para la enseñanza. La educación está irremediablemente ligada a las políticas de memoria, lo quiera o no, sea consciente o no, porque contribuye con sus enunciados y con sus silencios a sedimentar no solo relatos sobre el pasado sino modos de vivir la historia. Ante esa situación, es mejor que esta relación sea analizada y problematizada, y sea objeto de decisiones explícitas y fundadas en políticas y éticas democráticas; por eso también es importante cuestionar las pedagogías de esa transmisión. Pienso, por ejemplo, en lo que decía Marx (1981) en El dieciocho brumario de Luis Bonaparte: “La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos” (párr. 2). ¿Puede la historia no ser esa pesadilla opresora? ¿Cómo sería una transmisión histórica que haga lugar a esas “citas nuevas de cada generación con el pasado” de las que hablaba Benjamin? ¿Cómo hacer para que la enseñanza no cristalice lugares o posiciones, sino que permita mayores márgenes de libertad y creación a cada nueva generación? Es un enorme desafío para la pedagogía trabajar con el horizonte de la crítica y la creación, y al mismo tiempo buscar reafirmar y renovar el compromiso de que nunca más sucedan esos hechos aberrantes, de que nunca más se busque aniquilar al otro, de que prevalezcan el diálogo y la convivencia pacífica. Martha Cecilia y Carol dan varias ideas sobre cómo enseñar con esas tensiones, por ejemplo, promoviendo la reescritura del relato histórico desde distintas perspectivas, enriqueciéndolo con textos históricos, con fuentes, películas y novelas. No descuidan la necesidad de una indagación crítica de los hechos históricos, pero tampoco dejan de lado la necesidad de que cada joven pueda producir su relato y su visión de ese pasado tan complejo. Buscan dar herramientas y recursos intelectuales que ayuden a un estudio más sistemático del pasado y a la par permitan poner en diálogo a ese pasado con este presente atravesado por dolores y por políticas de memoria que siguen operando y produciendo efectos entre nosotros.
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En su pedagogía, es muy importante el trabajo con la afectividad. Este es otro aspecto que ha sido considerado tabú por ciertos educadores: parece que la educación es una acción que solo tiene que ver con lo cognitivo y lo racional. Sin embargo, aprendemos con el cuerpo, con los afectos, con todos nuestros sentidos. Educar es darse un tiempo de mirar, pensar y sentir; también implica habilitar un tiempo para poner en relación, contextualizar, confrontar perspectivas y producir otras nuevas. Este libro da muchas pistas sobre ese aspecto de la pedagogía que no puede “empaquetarse” fácilmente, ni despacharse a la ligera. Hay que volver a hacer audibles y visibles ciertas historias, y para eso hay que abandonar una empatía sentimentalista que cree que con dos o tres ejercicios podemos ponernos en el lugar del otro y, en su lugar, promover situaciones y experiencias pedagógicas que ayuden a abrirse y exponerse a la alteridad como parte de uno mismo, como algo central para la propia vitalidad. Viene a la memoria un libro de un gran sociólogo sudafricano, Stanley Cohen, Estados de negación. Ensayos sobre atrocidades y sufrimiento (2003), que reflexiona sobre cómo aprendió sobre el apartheid. Comienza con lo que él llama su primer recuerdo “político” en alguna noche de invierno en Johannesburgo a mediados de la década de 1950, cuando tenía 12 o 13 años. Recuerda estar mirando por la ventana de su casa de clase media blanca sudafricana, al nochero, Night Watch Boy, el “Chico Sereno”, un hombre adulto negro —un viejo zulú—, y preguntarse por qué él estaba ahí afuera y él, el niño blanco, estaba adentro, abrigado y protegido. Sentía que algo estaba mal. “¿Por qué ese hombre tenía que sentarse afuera en el frío toda la noche? ¿Por qué nuestra familia (y todos los demás como nosotros) tenía asignados hombres y mujeres negras —que eran llamados chicos y chicas o bien “nativos”— como sirvientes domésticos? ¿Por qué vivían en pequeños cuartos traseros? ¿Dónde estaban sus esposas, esposos, hijos? ¿Por qué me llamaban ´baas´ o señor?” (2003, p. ix).
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Prólogo
Esta epifanía nocturna de que algo estaba mal con esa escena quedó allí —a veces encendida, a veces apagada—, pero le permite reflexionar a Cohen sobre cómo es posible que uno pueda seguir con la vida cotidiana en un “estado de negación” que es ambivalente y complejo psicológicamente, porque implica a la vez saber y no saber. Muchos veían lo mismo que él, pero no lo veían de la misma manera, o no les importaba. De estas memorias mínimas, de estas múltiples texturas y sentimientos, están hechos las políticas de memoria y los consensos sociales que aceptan o rechazan ciertos órdenes injustos. Los ejercicios de memoria que se proponen en este libro tienen mucho en común con esas preocupaciones de Stanley Cohen. Cohen se pregunta: “¿qué hacemos con nuestro conocimiento sobre el sufrimiento de otros, y qué nos hace, qué nos produce, ese conocimiento a nosotros?” (2003, p. x). Pero también habría que preguntarse, volviendo incluso un paso más atrás de lo que lo hace Cohen, ¿cómo es que se llega a conocer? ¿Por qué uno llega a conmoverse con el dolor de los demás? ¿Cómo es que esa conmoción se traduce en conocimiento y en acción? ¿Por qué es que algunos “ven” y no les importa, y otros “ven” y sí les importa? Como bien lo saben las autoras, ahí la educación tiene un papel que cumplir, con un trabajo para una formación ética, estética, política, ciudadana, que haga lugar no a la piedad sino a la capacidad de sentir con otros, a identificar las causas de lo que pasa, a emprender acciones que no repitan esos mismos horrores y violencias. Por todo eso, el trabajo con la historia reciente es siempre un desafío, y navega en medio de múltiples tensiones. Dice Alain Badiou (2013) que “la experimentación es absolutamente necesaria en el arte, como, por lo demás, lo es en la política” (p. 24). Diría que también es necesaria en la educación, y más todavía en la educación que se preocupa por la memoria histórica: no hay modo de hacer este viaje sin experimentar, sin animarse, sin arriesgar. En ese recorrido, creo que ayudan mucho las guías de navegantes avezados como son Martha Cecilia y Carol. Enhorabuena por este libro que llega
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cuando más se lo necesita, en esta Colombia y esta América Latina que aún siguen ajustando y desajustando cuentas con su pasado.
Inés Dussel Investigadora, die-cinvestav (Departamento de Investigaciones Educativas del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional), México.
Referencias Alcoba, L. (2014). El azul de las abejas. Buenos Aires: Edhasa. Badiou, A. (2015). Elogio del teatro. Diálogo con Nicolas Truong. Buenos Aires: Nueva Visión. Benjamin, W. (1969). Illuminations. Essays and Reflections, traducido por Harry Zohn, editado y con introducción de Hannah Arendt. New York: Schocken Books. Cohen, S. (2003). Estados de negación. Ensayos sobre atrocidades y sufrimiento. Buenos Aires: Eudeba. Marx, K. (1981). El dieciocho brumario de Luis Bonaparte. En C. Marx y F. Engels, Obras escogidas (Tomo I, pp. 404-498). Recuperado de https://www.marxists.org/espanol/m-e/1850s/brumaire/brum1.htm.
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