Narrativas
Mi casa
testimoniales
Solo hay una casa pequeña, primigenia y queda en una esquina.
poéticas de la alteridad
Más cerca, en la cocina la gracia con que mi mamá picaba la cebolla. En el comedor y la escalera los pasos en la noche de mi tío que estaba loco. Cerca de mi cama la llave del baúl que guardaba los vestidos doblados de mi hermana. Y en el vidrio de la ventana, los ojos de una niña con el miedo intacto de salir. Patricia Ariza, Hojas de papel volando, 2007
ISBN 978-958-8908-89-2
Narrativas testimoniales: poéticas de la alteridad
En el segundo piso está intacto el modo de mi padre de empuñar el martillo.
Jeritza Merchán Díaz, Piedad Ortega Valencia, Clara Castro Sánchez, Lorena Garzón Godoy
Allí dentro, reposan todavía algunos gestos que recorro minuciosamente.
Jeritza Merchán Díaz Piedad Ortega Valencia Clara Castro Sánchez Lorena Garzón Godoy
Narrativas testimoniales
PoĂŠticas de la alteridad
Narrativas testimoniales
Poéticas de la alteridad
Jeritza Merchán Díaz Piedad Ortega Valencia Clara Castro Sánchez Lorena Garzón Godoy
Narrativas testimoniales : poéticas de la alteridad / Jeritza Merchán Díaz, Piedad Ortega Valencia, Clara Castro Sánchez, Lorena Garzón Godoy. -- Bogotá : Universidad Pedagógica Nacional, 2016 214 p. : ilustraciones Incluye: Bibliografía ISBN: 978-958-8908-89-2 (impreso) ISBN: 978-958-8908-90-8 (digital). 1.Educación para la Paz. 2. Sociología de la Educación – Colombia. 3. Víctimas del Conflicto Armado – Colombia. 4.Guerrilla – Colombia. 5. Conflicto Armado – Aspectos Sociales – Colombia. 6. Violencia. 7. Proceso de Paz – Colombia. 8.Educación – Investigaciones - Colombia. 9. Ciencias Sociales – Enseñanza – Metodología – Colombia. I. Merchán Díaz, Jeritza. II. Ortega Valencia, Piedad. III. Castro Sánchez, Clara. IV. Garzón Godoy, Lorena 370.11 cd. 21 ed.
Narrativas testimoniales: Poéticas de la alteridad. Reservados todos los derechos Universidad Pedagógica Nacional ISBN: 978-958-8908-89-2 (impreso) ISBN: 978-958-8908-90-8 (digital) Autoras: Jeritza Merchán Díaz; Piedad Ortega Valencia; Clara Castro Sánchez; Lorena Garzón Godoy. Adolfo León Atehortúa Cruz Rector Sandra Patricia Rodríguez Ávila Vicerrectora de Gestión Universitaria Mauricio Bautista Ballén Vicerrector Académico Luis Alberto Higuera Malaver Vicerrector Administrativo y Financiero Helberth Augusto Choachí González Secretario General Nydia Constanza Mendoza Romero Subdirectora de Gestión de Proyectos - ciup
Preparación editorial: Alba Lucía Bernal Cerquera Coordinadora Catalina Moreno Correa Edición Catalina Moreno Correa Miguel Ángel Pineda Corrección de estilo Carolina Romero Montes Diagramación, diseño de carátula y collage Enrico Aimola Jorge Armando Moreno Plazas Fotografías collage y carátula Juan Manuel Echavarría Fernando Grisalez Fotografías Capítulo 2 Xpress Estudio Gráfico y Digital S.A. Impreso y hecho en Bogotá, Colombia Hecho el depósito legal que ordena la Ley 44 de 1993 y decreto reglamentario 460 de 1995. Fecha de primera evaluación: 3 de octubre de 2016 Fecha de aprobación: 10 de octubre de 2016 240 ejemplares Prohibida la reproducción total o parcial sin permiso escrito.
Índice Dedicatoria
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Apertura
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Capítulo I. La didáctica: Una puesta en escena reflexiva
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Capítulo II. Didáctica de la pedagogía de la memoria: Un encuentro con la palabra
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Capítulo III. Narrativas memoriales: Relatos latinoamericanos
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Capítulo IV. Formar para la sumisión o para la dignidad, ¿es esta la cuestión de la memoria?
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Bibliografía
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Referencias de medios audiovisuales y otros
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sin
mordaza
Dedicatoria A Miguel Ángel Beltrán Villegas Miguel Ángel es una ceiba de dignidad. En este árbol buscamos nidos de esperanzas para poder sobrevivir en medio de un país de callejones y golondrinas oscuras. Alambres de púas y miserias por doquier. Que este nido de esperanzas se cubra con mapas nuevos y con sonrisas llenas de utopías, las que tú nos regalaste desde el presidio y hoy en tus espacios de vida cotidiana. Gracias Miguel Ángel, por abrir puertas y ventanas en este país de oscuros gobernantes. Por darnos respiro, tu propio respiro en el atosigo de la opresión a la que te impusieron. Por poner alas en nuestras manos a pesar de las mordazas que colocaron a tus palabras. Gracias Miguel Ángel, por los modos como enfrentaste tu situación de preso político. Por ser testigo de esta violencia implacable. Por tus tiempos y abrazos sonoros en la defensa del pensamiento crítico y la disidencia política. Miguel Ángel, sostenemos la “bandera en alto”, tus postulados sobre la ética. Asumimos con radicalidad tus más férreas convicciones sobre la libertad, la dignidad y la democracia. Es nuestro deber de memoria, en acción política. Compartimos tu consigna y proclama: “Porque el silencio no es la alternativa”. Para ti este libro.
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Abel García Hernández Abelardo Vázquez Peniten Adán Abrajan de la Cruz Antonio Santana Maestro Benjamín Ascencio Bautista Bernardo Flores Alcaraz Carlos Iván Ramírez Villarreal Carlos Lorenzo Hernández Muñoz César Manuel González Hernández Christian Alfonso Rodríguez Telumbre Christian Tomas Colón Garnica Cutberto Ortiz Ramos Dorian González Parral Emiliano Alen Gaspar de la Cruz Everardo Rodríguez Bello Felipe Arnulfo Rosas Giovanni Galindes Guerrero Israel Caballero Sánchez Israel Jacinto Lugardo Jesús Jovany Rodríguez Tlatempa Jonas Trujillo González Jorge Álvarez Nava Jorge Aníbal Cruz Mendoza Jorge Antonio Tizapa Legideño Jorge Luis González Parral José Ángel Campos Cantor José Ángel Navarrete González José Eduardo Bartolo Tlatempa José Luis Luna Torres Julio César López Patolzin Leonel Castro Abarca Luis Ángel Abarca Carrillo
memoria
is-
Apertura —Hijo, ¿qué quieres ser de grande? —Yo quiero ser maestro, mami, maestro, mami. Todo comienza en un sueño por quererse superar. Madre, ya me voy de casa, me voy para la ciudad. Madre, ya me voy de casa, mamá, tengo ganas de estudiar. Eso de ser un maestro, de niño yo lo soñé. Jugando en aquel patio en la escuela, a mi hermanito enseñé. Como no había pal’ viaje, me puse yo a trabajar. Hice mi examen de entrada, con ansias, contento de ir a estudiar. Hice mi examen de entrada, con ansias, a esa escuela rural. El 26 de septiembre sucedió todo lo peor: Fuimos todos agredidos con armas por el gobierno opresor, tirando a darnos directo, a mansalva, y mi hermanito cayó.
e la
Corrimos todos a un lado, para podernos salvar. Los policías en cambio llegaban dispuestos a asesinar.
sús
Ya no pudimos salvarnos, a golpes nos levantaron, nos desnudaron a puras mentadas. Nada podíamos hacer. Boca abajo con la bota en la cara, nos querían desaparecer. Nos levantaron de allí, nos llevan a otro lugar, donde empieza la masacre, mi hermano, empezamos a llorar, donde empieza la masacre, mi hermano, todo se empieza a nublar.
oza egiález
ntor onolo
Después de un golpe en la nuca, todo se me oscureció. Se me borraron los sueños, hermano, de ser un buen profesor. Se me borraron los sueños, hermano, pinche gobierno opresor. En mi jacal alguien llora: Mi madrecita querida, me quiere ver de regreso como cuando yo me iba. No pierde las esperanzas que me regresen con vida. Pinche gobierno mal criado, ¿Qué es lo que has de merecer? Yo era el cuarto en la lista en mi escuela, ahora soy 43. —Mi hijo, ¿a qué escuela quieres ir? —Yo quiero ir a la Escuela Rural de Oyotzinapa, de Oyotzinapa. Miguel Carrillo, 2014
Apertura
presentamos este libro Narrativas testimoniales: Poéticas de la alteridad desde nuestras propias implicaciones afectivas, políticas y académicas, como maestras que ponemos el cuerpo para decir, nombrar y demandar que ¡Nunca Más! exista en este país la gran represión que organismos del Estado despliegan por todo el territorio nacional en contra de jóvenes estudiantes, campesinos, sindicalistas, madres comunitarias, indígenas, maestros opositores políticos; con sus múltiples dispositivos de violencia como desapariciones forzadas, desplazamiento, torturas, masacres, desapariciones y detenciones. Por ello decimos: Nuestra voz, la que está formando; nuestra memoria, la que está enseñando; nuestra escucha, la que está aprendiendo; nuestra acción, la que está transformando. Teniendo en cuenta estos elementos, presentamos a continuación nuestra posición en torno a unos posibles horizontes de posacuerdo como apertura a la esperanza. Tantos años de conflicto socialarmado, de guerra han marcado los territorios, las identidades, los cuerpos, las prácticas, las narrativas y las memorias. La coyuntura actual genera tensiones entre la esperanza y el miedo a la repetición de tragedias pasadas. La apertura en 2012, en medio de un gran escepticismo, de los diálogos para la firma de un acuerdo de paz con el principal y más antiguo grupo guerrillero de Colombia, las farc-ep, ha ido dando la opción de pensar en horizontes cercanos 13
Narrativas testimoniales: Poéticas de la alteridad
de posacuerdo, paulatinamente. Tras cuatro años de conversaciones se ha logrado avanzar más que en otros procesos con el grupo insurgente. Se ha firmado un acuerdo de cese bilateral al fuego y las hostilidades, el cual se encuentra en vigencia, y se obtuvo un acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera, en el que se abordan temas como: la reforma rural integral, la profundización de la participación política, un plan integral antidrogas, un sistema integral de justicia transicional, las condiciones para la dejación de armas y el tránsito hacia la vida civil. No obstante, tanto el proceso de consecución de los acuerdos como las dinámicas de refrendación mediante las urnas y las renegociaciones, tras el rechazo de los primeros acuerdos hasta la obtención de un nuevo pacto, han constituido un momento de aprendizaje para ambas partes y la sociedad en su conjunto, lo cual demuestra la complejidad que supone entrar en un posacuerdo que permita transformar el ejercicio de la política eliminando de ella el uso de las armas para la tramitación del disenso. En el mismo sentido, la sociedad civil ha propendido por consolidar los acercamientos iniciales entre el gobierno colombiano y el eln. Si bien, en abril de 2016 se anunció el acuerdo sobre una agenda de negociación, el debate acerca de la condición impuesta por el gobierno de entregar a los secuestrados en poder de la agrupación guerrillera ha retrasado la apertura de los diálogos. La agenda acordada retoma puntos discutidos en La Habana en lo concerniente a los derechos de las víctimas y la justicia transicional, así como a la desmovilización, el desarme y la reinserción (ddr). A lo anterior se le agrega la exigencia de la apertura de un espacio de participación para las comunidades que sea paralelo a la mesa entre las partes; la idea de dicho espacio es discutir acerca de los modelos de desarrollo regionales o territoriales. El contexto descrito está lleno de paradojas; en efecto, el sorprendente avance con las farc y los aún inconclusos acercamientos con el eln podrían constituir un periodo de diálogo no solo entre las partes, perspectiva que se ha privilegiado, sino a nivel social. Por el contrario, 14
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paralelamente a las negociaciones, se ha acentuado la polarización política y social. Esta consideración nos lleva a reflexionar sobre uno de los primeros desafíos del posacuerdo: crear las condiciones para hablar, conversar, relatar, cantar, representar y escuchar.
“
La narración es portadora de sentido, no intenta resolver los problemas, sino provocar que el ser humano se enfrente a las condiciones fundamentales de su existencia. Por la narración, el ser humano vive el pasado, comprende que el pasado sigue abierto, que no ha concluido. Por la narración, el ser humano es oyente de las voces excluidas de la historia. Por la narración el lector es hospitalario, es receptivo y responsable del otro. (Mèlich, 2001, p. 56).
“
Lo propio de la política en democracia es el disenso; no obstante, la cultura política colombiana se ha construido a partir de la anulación física o simbólica del otro. El inmediato posacuerdo (que comienza mientras se leen estas palabras, independientemente de las fechas institucionales), nos interpela acerca de la imperativa necesidad de iniciar la transformación de esa cultura y desde allí nos surgen preguntas como: ¿Qué debemos hacer para garantizarnos las condiciones sociales “para hablar”? ¿Cómo podemos fomentar una cultura de la negociación para llegar a consensos y acuerdos? Lo anterior entendiendo que negociar supone reconocer y escuchar al otro en condiciones de equidad, concesión y compromiso. En otros términos, se trata de construir una ética y una política tanto del compromiso como del reconocimiento que entiendan el conflicto como necesario, y por ende lo aprendan a resolver con equidad, es decir sin ver al otro como un objeto aniquilable. “En la mesa solo se le está poniendo fin al conflicto armado”, este es un argumento recurrente de observadores, columnistas, académicos y políticos que pareciera una verdad a puño. Sin embargo, “solo” se trata de disminuir los posibles enfrentamientos armados, los desplazamientos forzados, los asesinatos, las desapariciones, la violencia sexual, los secuestros, las minas antipersonales, las vidas cercenadas, los sueños truncados y el miedo imperante. “Solo” se 15
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trata de eliminar la violencia como recurso aceptable y aceptado en el ejercicio de la política, es decir darnos la primera condición de posibilidad para discutir entre todos los proyectos colectivos de bien común, esencia misma de la democracia. La construcción de un país equitativo en su acepción más comprensiva no puede estar circunscrito a una mesa entre dos actores sociopolíticos. Para ello, es necesario pensar en las condiciones de apropiación social que legitimen los acuerdos con los grupos insurgentes. En primer lugar, es necesario fomentar una ciudadanía activa y veedora que exija seguridad al repensar el concepto desde la confianza social y no desde la sospecha. En segundo lugar, que aprehenda los conflictos latentes desde la demanda constante de derechos y no de favores o actos de fuerza, ya que las fuentes de conflicto son patentes; a modo de ejemplo: exigir al Estado el enfrentamiento desde la legalidad del neoparamilitarismo, consolidar una cultura democrática en la que la apología a las armas y a la exclusión simbólica no sea políticamente rentable, responder a las disputas en torno a los modelos de desarrollo desde las distintas territorialidades presentes en el país o tomar en serio lo que supone la convivencia en la diversidad. Para ejemplificar lo anterior, se toma como referencia la famosa frase de Marx, según la cual la historia se repite dos veces: una como tragedia y la otra como comedia, que en el caso colombiano ha tomado siempre la dimensión de la tragedia. Allende la constatación, debemos considerar cuáles son las razones para que la resolución de los diferendos desemboque en tragedias, por esto es necesaria la tarea de abordar las memorias. Los procesos de salida de violencias extremas no son periodos fáciles, como lo muestran las experiencias internacionales, y apostar por ellos desde el cuestionamiento de las memorias colectivas es aún más complejo. ¿Cómo enfrentar lo inenarrable para construir a partir de allí nuevos imperativos ético políticos? Las pistas las encontramos en las víctimas y las comunidades que a lo largo de estos años han afrontado el horror resistiendo, dignificándose y re-existiendo.
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Ante esta complejidad, cuestionarse por lo pedagógico es crucial. La construcción de paz en el posacuerdo es ante todo un vínculo intergeneracional, un proceso de enseñanza-aprendizaje continuo, una incitación a la reflexión crítica y autocrítica, una propuesta creativa. En suma, ante la ratificación cada vez más cercana de los acuerdos finales de paz con las farc, la necesidad de presionar al gobierno y al eln para que llegue en poco tiempo al mismo punto, es posible sintetizar el desafío creativo en un interrogante: ¿Cómo afrontar, desde los distintos ámbitos, el reto histórico-creativo de crear urdimbres sociales respetuosas de los derechos humanos, de la alteridad, de la diversidad y del reconocimiento? Esto, teniendo en cuenta que seguir legando a cada nueva generación un sofisticado repertorio de tecnologías de deshumanización y unas cifras de varios dígitos de víctimas nos convierte en una sociedad que claudica su propia humanidad. Es por ello que acorde con estos planteamientos desde nuestro quehacer como pedagogas de la memoria y formadoras de ciudadanías memoriosas lloramos, tenemos dolor y recordamos infamias, pero asumimos también nuestra voz como narración necesaria para generar procesos formativos junto con niñas, niños, jóvenes y adultos; al igual que con sobrevivientes, víctimas, testigos, comunidades, organizaciones, colectividades, territorios e instituciones, teniendo en cuenta que estos sujetos pertenecen a todas las clases, son escolarizados en todos los niveles y representan identidades varias; lo anterior, entendiendo que en colectivo podemos lograr el propósito fundamental de nuestra tarea: transformar humanizando nuestra existencia. La cual en nuestro país no puede dejar de entretejer y articular lo que somos como sujetos y lo que queremos construir como sociedad, lo que sabemos por experiencia y lo que podemos elaborar como conocimiento, lo que padecemos por dolor y lo que potenciamos como resistencia; en fin, lo que contamos como nuestra historia y lo que podemos hacer para narrarnos con ella de manera distinta. Para así elaborar ese tejido dialógico que permita desarchivar nuestros duelos, soltar nuestras palabras, elaborar nuestros discursos y construir nuevas gramáticas de vida que acojan nuestros
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testimonios como puntadas vinculantes para la elaboración de un tejido narrativo, es decir, ese que nos trama integralmente como especie, como individuos, como colectivos, como históricos, como simbólicos y como proyectos ético políticos capaces de decidir cuáles son los principios que conducen nuestro crecimiento en términos de relación y convivencia con Otros y entre Nos-Otros. Al respecto Mèlich plantea que:
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el valor ético de la comparación se trata del hecho que invita a relacionar los valores y las opciones de la sociedad a la que se pertenece, tanto si se ha nacido en ella por la gracia de Dios, o se ha escogido por su historia idiosincrática, o porque uno se ha visto empujado a vivir en ella hasta convertirse en residente más o menos asimilado, aceptado o aculturado. (Mèlich, 2006, p. 119).
“
No solo anterior sino también educado, en términos de formación; ese relacionar implicado con los pronombres sufijados exige el cuestionamiento, la reflexión y también la acción con respecto a nuestra existencia como sujetos ligada a Otros-Yo. El relacionarme o relacionarnos, es hacer historia de otros, hacer mi historia, escuchar la voz de los otros me permite escuchar la mía, recuperar la memoria de otros es construirme como ser memorioso; educar desde la memoria no es enseñar a memorizar por medio de la repetición, sino potenciar espacios, experiencias, actividades, ejercicios, métodos y formas de abordaje para estimular nuestras capacidades memoriosas con sentido reflexivo y crítico. En espacios de formación, abordar la memoria histórica como campo de saber implica potenciar cualidades, aptitudes, destrezas, pensamientos, cogniciones, valores, creencias, costumbres y acciones, a través de la comprensión del testimonio como categoría didáctica que permite aprender del dolor, la esperanza, la resistencia, los horizontes de construcción ética; así como asumir el quehacer pedagógico como acontecimiento, acción y postura ética política en escenarios fragmentados, vulnerados, rotos y sumidos en la desesperanza. En este sentido el abordaje de la memoria tiene como 18
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finalidad enseñar, aprender e investigar sobre la condiciones cognitivas, físicas, emocionales, culturales, sociales, artísticas, espirituales (es decir,desde la relación cosmogónica), políticas y éticas que tenemos los sujetos educativos para generar procesos de transformación en todos los espacios y niveles de formación al asumir categorías construidas desde la experiencia, la alteridad, la solidaridad, el acogimiento y las resistencias construidas y demostradas por las acciones de sociedades que han sufrido historias de dolor a lo largo del siglo xx. Ya que en ese tiempo sucedieron acontecimientos que han sido hito, como la Primera y la Segunda Guerra Mundial, en los que el proyecto de humanidad racional y lógica se rompió, y en los que el vejamen, la sevicia y el crimen fueron instalándose como políticas de Estado, lo cual dejó consecuencias nefastas como la vulneración del derecho más importante de todos… la existencia. Recuperar y hacer valer siempre este valor nos exige hacer memoria, para no olvidar que es un derecho fundamental; recordarlo, evocarlo, memorarlo y hacerlo presente implica que escuchemos, creemos, narremos, imaginemos, juguemos, recitemos, representemos, analicemos, reflexionemos y accionemos; también nos invita a que rompamos mitos, desvirtuemos esquemas, descentremos “verdades”, desacomodemos prácticas, aventuremos proyectos, aventemos ideas, corramos riesgos y desordenemos; así mismo nos invita a que seamos rebeldes y alteremos, a que seamos críticos y controvirtamos, a que seamos autónomos y nos responsabilicemos… Lo que queremos decir es que vivamos la experiencia pedagógica como un acto de existencia ilimitado, como un acontecimiento único y como un hecho trascendente. El recorrido que proponemos para el reconocimiento del libro está compuesto por cuatro momentos: el primero de ellos se denomina “La didáctica: Una puesta en escena reflexiva”, en este apartado se reconoce la necesidad de analizar y reflexionar sobre la forma en que se adelantan los procesos pedagógicos y su construcción teórica y práctica con otros y otras, no solo en el campo de la palabra, sino también en el de la acción y el acontecimiento como fuentes de experiencias 19
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compartidas. De igual manera, se profundiza en la capacidad de decir y poder contar y poder contarse, en medio de un contexto de silenciamiento y en ocasiones de ausencia de escucha por parte de la sociedad, enfatizando en el potencial pedagógico y didáctico de la narrativa testimonial. El segundo apartado se titula “Didácticas de la pedagogía de la memoria: un encuentro con la palabra”, en él se reflexiona sobre los fundamentos didácticos de una pedagogía de la memoria en escenarios formativos, para reconocer la narrativa testimonial como un medio para “crear”, activar, recuperar y posicionar públicamente memorias olvidadas, no enunciadas, y por ende no reconocidas. El tercero es denominado “Narrativas memoriales: Relatos latinoamericanos”, en este se realiza un recorrido por el contexto de América Latina en aras de reconocer las relaciones de la memoria con la deshumanización y la exclusión, la resistencia y la no repetición de los hechos atroces, o desde los trabajos de la memoria, la relación dialéctica entre el silencio y la inquebrantable lucha por la palabra y la visibilización, la alteridad y sus consecuentes poéticas. El último capítulo llamado “Formar para la sumisión o para la dignidad, ¿es esta la cuestión de la memoria?”, en él se analizan los desafíos de adelantar procesos de este tipo en el contexto colombiano y los cuidados éticos, políticos y estéticos para potenciar procesos pedagógicos desde la memoria, que sean cuidadosos y dignificantes. Este proceso escritural se inscribe en el marco de los procesos de formación e investigación adelantados por el grupo de Educación y Cultura Política de la Facultad de Educación de la Universidad Pedagógica Nacional, y es producto del proyecto de investigación titulado Narrativas testimoniales: Hacia una didáctica crítica para una pedagogía de la memoria; el cual fue desarrollado por las autoras durante los años 2015 y 2016, y permitió construir este paisaje reflexivo en torno a la didáctica de las narrativas testimoniales, soporte para trabajar una pedagogía de la memoria en espacios escolares y comunitarios. Nuestra gratitud va para tantos rostros pintados por la vitalidad, el cuestionamiento, la palabra oportuna, el sentido crítico y la mano amiga; por sus aportes en el tejido de este libro como el resultado 20
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de un proceso de investigación que nos permitió construir conjuntamente, a partir de un diálogo respetuoso entre profesores y maestros en formación, reflexiones teóricas y experienciales sobre la memoria en medio de los retos que impone el contexto actual. En este sentido, extendemos nuestro agradecimiento a cuatro jóvenes: Deyanira Castillo, Sebastián Gauta, Cristian Gutiérrez y Jhon Diego Domínguez, quienes en calidad de monitores hicieron parte fundamental de este proceso de investigación sobre la relación entre las narrativas testimoniales y la didáctica crítica; su gran potencial para la realización de lecturas críticas y situadas, y su vocación como maestros y maestra nos reconfortan y alientan la esperanza de saber que somos varios los que nos encontramos en un caminar conjunto marcado por la necesidad de construir horizontes y sueños posibles. En esta construcción colectiva fue posible pensarnos y hacer viable la idea de construcción de un Semillero sobre Memoria, Pedagogía y Paz, que buscó desarrollar una línea de investigación desde el Eje de Paz de la Universidad Pedagógica Nacional, encaminada a la formación de educadores que contribuyan a la consolidación de una sociedad en paz en un horizonte de posacuerdo. En la materialización del semillero fueron fundamentales los aportes de Guillermo Pérez y Jhon Diego Domínguez, así como la participación de diferentes colegas de la Universidad Pedagógica Nacional y de investigadores sociales y documentalistas que han abordado desde diferentes vertientes los temas de violencia política, memoria y paz en el contexto nacional, pues sus planteamientos permitieron la generación de reflexiones sobre el sentido y los desafíos de la paz, de la narración y de la lucha contra el paramilitarismo en el país. De igual manera, queremos extender el agradecimiento a los maestros que en calidad de estudiantes de la Maestría en Educación participaron de los espacios académicos “Perspectivas éticas y políticas en procesos de pedagogía de la memoria”, “Narrativas testimoniales sobre la violencia política: Un diálogo entre la pedagogía, la memoria y la historia” y “Violencia política y simbólica en Colombia: Campo de análisis e investigación desde la pedagogía”. 21
Narrativas testimoniales: Poéticas de la alteridad
También queremos agradecer a nuestros estudiantes del Seminario Proyecto de Investigación (sip) María Fernanda Carreño, Luz Helena Rincón, Luisa Fernanda Cantor, Yuri Suleima Tinoco, Alejandro Pulgar, Hernando Riaño, Jorge Ramírez, Ferney Quintero, Adriana Molina, Adriana Munévar, Hermes Javier Medina, César Mayorga, Javier Hernández, Rosa Montes, Andrés León, Darío García, Ana María Torres, Hans Santamaría, Luisa Fernanda Torres, Diana Fernanda Villareal, Walter Cobos y Freddy Ruíz. A los estudiantes de la Licenciatura en Educación Comunitaria con énfasis en Derechos Humanos que han participado en diferentes electivas y seminarios de profundización sobre los temas de violencia política, pedagogía de la memoria y narrativas testimoniales porque ha sido a partir del intercambio y la reflexión tanto sobre las condiciones que enmarcan nuestra realidad, como sobre las posibilidades de actuación en la relación pedagogía-memoria, que hemos avanzando en estas reflexiones sobre la didáctica de una pedagogía de la memoria basada en la narrativa testimonial y en la alteridad. No sería posible renovar la motivación, las ideas y las posibilidades de construcción de conocimiento conjunto, sin la potencialidad de cada una de las sesiones que compartimos cada semestre, por la calidad de las reflexiones y los cuestionamientos. A nuestros colegas Pablo Vargas y Gerardo Vélez, quienes han estado presentes en este proyecto escritural con sus aportes, conocimientos y reflexiones sobre la memoria en Colombia, con su calidez humana y como compañeros de sueños y horizontes de actuación. Nuestra gratitud igualmente a la Subdirección de Gestión de Proyectos, Centro de Investigaciones ( ciup ) de la Universidad Pedagógica Nacional por entregarnos condiciones materiales para hacer posible el desarrollo de la investigación que es soporte de esta escritura colectiva.
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“
Apertura
Si abrí los labios para ver el rostro puro y terrible de mi patria, si abrí los labios hasta desgarrármelos, me queda la palabra.
“
Blas de Otero, En el principio
Jeritza, Clara, Lorena y Piedad
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Mi casa
testimoniales
Solo hay una casa pequeña, primigenia y queda en una esquina.
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Más cerca, en la cocina la gracia con que mi mamá picaba la cebolla. En el comedor y la escalera los pasos en la noche de mi tío que estaba loco. Cerca de mi cama la llave del baúl que guardaba los vestidos doblados de mi hermana. Y en el vidrio de la ventana, los ojos de una niña con el miedo intacto de salir. Patricia Ariza, Hojas de papel volando, 2007
ISBN 978-958-8908-89-2
Narrativas testimoniales: poéticas de la alteridad
En el segundo piso está intacto el modo de mi padre de empuñar el martillo.
Jeritza Merchán Díaz, Piedad Ortega Valencia, Clara Castro Sánchez, Lorena Garzón Godoy
Allí dentro, reposan todavía algunos gestos que recorro minuciosamente.
Jeritza Merchán Díaz Piedad Ortega Valencia Clara Castro Sánchez Lorena Garzón Godoy