FAUNA IBÉRICA/14; Por el Dr. Rodríguez de la Fuente
UNA SEMANA CON LOS ORNITÓLOGOS OE DONANA KJTOSr ARCHIVO DE lA ÍSTACION SlOlOGlCA Dt DOf^AfJA
A
L IFegar, hace cuatro dfas, a la estación bjológica de Doñana para escribir *en directo» este articulo de fa Fauna Ibérica, al estrechar Ja mano tJel direcior de la Reserva, que me recjbfa a la puerta del palacio, me quedé un rnomenio en suspenso^ profundamente emocionado y admirado. Admirado de que lodo cuanto me rodeaba fuera realidad, y adniirado, sobre lodo, de que el hombre que me saludaba bajo ol sol de la marisma fuera, precisamente, José Antonio Va I ver de. Porque hace casi veinte ai^os, cuando en España apenas se había oído hablar de ornitologra, cuando la creación de
una reserva biológica en la marisma dsl Guadalquivir hubiera parecido una fanlasia irrealizable, ef doctor Valverde, entonces un muchacho con insólitas aficiones, que aún no había comenzado Ea carrera de Ciencias NaLuraleSn nie hablaba, en nuestras excursiones por los rejecos páramos de Valladolíd. tJe un paraíso que había conocido aquella primavera; las garcíllas anidaban por miles en los alcornoques, las ánades y las fochas pululaban entre los carrizos, los linces y venados podían ser sorprendidos en pleno día. Era el coio de Doñana. Y me repetia <Tono», con entusiasmo, que aquel paraje privitegJado debía quedar
El palacio de Doñana aco^c hoy a Jos hombres de ciencia del munilo entero con U mjj^ma. hospIlaJidad con Que ?n1¡iñr> r e d b l ó a los nobles que acudían de nionltría.
a salvo de cualquier peligro, que era preciso que el incomparable enclave ornitológico se transformara en una reserva con Mnes cienifficos y conservacionistas. Poro se necesitaban muchos millones para la adquisición de los terrenos; la formación del hombre de ciencia que asumiera la responsabilidad de dirigir la futura estación biológica deberfa ser 'arga y minuciosa. Para dos personas sensatas todo esto hubiera parecido demasiado diffcif, mas al estudiante de Medicina que pretendía resucitar el medieval arle de cetrería le resultaba muy reconfortante y tranquilizador escuchar a aquel amigo que pretendía nada menos que crear una reserva ornitológica en el coto de unos buenos señores que le habían invitado a pasar unos días. Por eso, al llegar ai palacio y saludar al muchacho de Valladolíd que se disponía a mostrarme a su reserva*, me quedé mudo de emoción admirativa. Porque olvidé de pronto los veinte largos añüs de lucha del doctor Valverde; su destacada formación profesional; sus viajes a la Camarga francesa para estudiar al funcionamiento de una re* serva; sus publicaciones acerca de Doñana, que fueron abriendo al interés del mundo científico la privilegiada región; sus trabajos en el seno del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, decisivos para que este organismo acometiera sin reservas el proyecto de la Estación Biológica: sus comunicaciones internacionales y su premio en la Sorbona que le otorgan la confianza del World Wildlífe Fund, y deciden n la fundación a gastarse un montón da millones de pesetas para comprar una parte del coto de DoJíana y de la marisma. Sin la perspectiva de estos años de lucha tenaz, ignorando sus canas, ya profusas, vi a mi amigo a la puerta del palacio de Poñana, rodeado de los estudianies que hacen prácticas en la marisma bajo su dirección, como si én una de aquellas apasionadas charlas del páramo de Cabezón o el castillo de Fuensaldaña hubiera cerrado los ojos para imaginarme mejor su acariciado proyecto. Y !a verdad as que a uno !e inunda un sano optimismo y una infinita confianza en la vida al comprobar que proyectos irrealizables a los ofos de las personas sensatas, sueños que llenaron la cabera de jóvenes «que debieran pensar en otras cosas mds serias», se transforman en espléndidas reaÜíaciones que pueden Ifegar a ser orgullo de la nación,
AIRE MITAD MONTERO, MITAD ORNITOLÓGICO En el portal del palacio de Doñana hay un nido de golondrinas que muy bren podría ser el emblema de la Reserba biológiía, Ef rugoso cuenquecitío de barro está pegado al hueso fronral de una cuerna de venado. Los polluelos se asoman confiados entre las iuchaderas^ V sus padres, cuando vienen de la ma-
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C*^w> ArHba, Los puestos ríe obsetvaciún, p r e p a r a d o s pmm que IOH omitólo^DS puedan estudiar U H aves a salvo de aguaceros Invernales, a u n q u e en p r i m a v e r a prefieran la caricia del sol. L^is flamencos ^abajo) han liUeniado sin ésito eslablecerst en Doñana. rJsma con el pico Heno de mosquitos, se posan en lo 3I10 de los candiles. El viejo y reseco trofeo, con la caüa de \at golondrinas apoyada en la frente, parece haber recobrado el orgullo y la vida, dispuesto en iodo momenío a defender con sui calorce puntas la seguridad de los pajarillo^. Como en el emblema del portal, aquí todo tiene un aire miiad montero, niítad ornitológico, t o s salones y palillos del edificio están decorador con relraios de caladores insignes, colgados entre foicn grafías de garzas, espátulas o águilas i m perialcí que llevan la firma de los mejores fotógrafos animalistas del mundo. Y en la marisma, el guarda que cabalga con sombrero y traje corto-—recia estampa de la montería andaluza— descenderá de pronto de su jaca, se quitará las botas, trepará hasta la copa de un alcornoque y anillarí unos polluelos de milano con la metícufostdad y el entusiasmo de un acabado ornitólogo. Como la sílída cuerna del venado cobija y defiende, en el portal del palacio, al nido de tiernas golondrinas, un amplio cinturón de cotos dp cara alberga B la '\aver\ estación ornitológica y la sirve de soporte. Y un coto impar, escenario de reates monterías, una tierra reservada desde haca cuatrocientos año^ a la f a u n a — p o r la Casa de Medina Sidonra, los duques de Tarifa, marqueses de Borgheto, y sus últimos propietarios, el marqués del Mérito y los señores Gonz i í e í Gordón y Nogueras— ha engendrado y ha dado nombre y esencia, como
En la noche, la vieja música de los pantanos •
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íSaí cfílLílas q u e se d i v i d e n en dos para r e p r o d u c i r s e , al p r i m e r sanfuarío n a t u ral espano!, dedicado eícfusivainenre a I3 conservación y e s t u d i a de la Naturafeza. Esto Gíplrca el c o n t e n i d o b i l i n g ü e d e i letrero colocado a fa e n l r a d a de Ifl reserva: Estación Biológica de D o ñ a n a — Consejo S u p e r i o r d e Investigaciones Científicas—World Wildlife Fund. • o ñ a n a tenía las t i e r r a s y los animales, el Conse¡o SuperiO"" p r o m o v í a U idea de crear una resa^va y eJ W o r l d W i l d f i f e F u n d ( F o n d o M u n d i a l pgra la p r o t e c c i ó n d e la vida s a l v a j e ] puso los ' inillones para a d q u i r i r la m i t a d del coto / del palacio. REDES JAPONESAS Y UNA CAZA NOCTURNA
Sobre cstflS líneas, el doctor Valvcrde, con el caparazón de una giKantesca lortuga laúd q u t queiló v a r a d a en la plava de la reserva. Kn la foto ilf uliiiju. Enrique Hflfncr el anillador s u í i o , en pleno trabajo de su e*i|>edalidad, Hafíicr hace lambicn peliculii de pájaros. V no es poaible verle nunca r e p a r a d o de su vieja pip^i-
Cuando llegamos al Uucio d e l Cochinato, una de las pocas aguas que este año quedan en la m a r i s m a , los c a r n c e ros cantan e n í r e el b a l l u n c o . Su voi tiene ásperas resonancias que recuerdan e! Cí'oar d e las ranas q u e viven, precisamente^ en las m i s m a s charcas. El doct o r V a l v e r d e habla d e e^ta convergencia fónica con fos Tres a l u i i i n o s de ciencias biológicas que no3 a c o m p a ñ a n . tfEs posible - — d i c e — que el sonido grave y carraspeante se propague m e | o r e n t r e la densa vegetación m a r i s m e ñ a . Esto explicaría la semejanía en el c a n t o de dos animales tan d i s t i n t o s c o m o una rena y u n p á j a r o . » Y u n servidor de ustedes q u e si atisba el rnás pequeño resq u i c i o no vacua en i n t r o d u c i r su p r o f a na o p i n i ó n , tercia con la teoría de que cuando aparecieron los c a r r í c e r o s , l a i ranas cantaban ya, cada noclie, en las lagunas y es m u y posible q u e los pájaros, i m i t a d o r e s natos, aprendieran la vieja música d e tos pantanos ¡ n t r o d u c i e n ÓO algunos arreglos personales. Entre tanto, E n r i q u e H a f n e r ha ido desembalando las r&ÓGí d e seda y ens a m b l a n d o Ms cañas Cfui? í o p o r t a r a n las mallas a lo ancho de la laguna. Observar al aniílador profesión 131 suizo en pleno t r a b a j o es un v e r d a d e r o pnvJIegio. Curt i d o p o r los íoles y vientos de Ocho años de t r a b a j o I n i n t e r r u m p i d o al aire l i b r e , e!^le f o r m i d a b l e cazador, que no fia matado u n a n i m a ! en su v i d a , manefa las redes, las nasas y c u a l q u i e r s u t i l proced i m i e n t o que ie p e r m i t a c a p t u r a r un ser v i v o , con sorpréndante h a b i l i d a d . Enr i q u e se fia f o r m a d o en Ja Camarga, a la vera del profesor n o í m a n , y en la
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La paviola picofina —arriba— t'C>nstru>'c s u nlüo —abajo— cu» iJiílilus y p l u m a s en l a s vetas y cíhera.s de la marisma, cerca ya de IDÜ espacios salobres m a r b i c r a s q u e le orrcccn s u s cotos de cajia, en cuyas apuas bullen m u l t i l u ü e s ágiles de peces atlánticos. famosa reserva o r n í i o l ó g k a francesa hti c r l s l a U z a d o su pasión p o r la n a l u r a l e í a . Los esrudianíes españoles q u e [e acomp a ñ a n m e h a n h a b l a d o de su s e n t i d o del h u m o r , de su c o m p a ñ e r i s m o , d e su l e m pie, de 5U serenidad, q u e se m a t e r i a l i z a al csar la l a r d e , cuando f u m a su pipa y saborea su fnevitable boleíla de cerveza. E n r i q u e ^e pasa meses sin acercarse a Savilla, sin a s p i r a r el ó x i d o da c a r b o n o de los [ u b o s d e escapa, sin escuchar los r i t m o s epilépticos de los nye-yéss, sin deb a t i r s e e n t r e las prisas d e las grandes urbes. Hace películas de p á j a r o s , escribe l i b r o s , dedica poemas ¡nóditos a fa luna de la m a r i s m a y c u b r e todas sus necesidades gracias a u n m ó d i c o sueldo q u e recibe det p r o f e s o r H o f f m e n y del W o r l d W i l d l i f e F u n d . E n r i q u e tienev e i n t i c i n c o años y hace d u r a n t e toda su vida lo q u e los m i l l o n a r i o s pretenden hacer d u r a n t e sus vacaciones. El h o r i z o n t e se ha v e s t i d o con matices p u r p ú r e o s tan bellos c o m o solamente he t e n i d o la dicha de c o n t e m p l a r en el corazón de Arabia o en el Sahara. Pero en la M a r i s m a , se r e c o r t a n ías siluetas gráciles de las cigüeñuelas y avocetas contra el disco del sol La llamada melancólica de [os archibebes, el g r i t o e s t r i d e n -
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El esquema del üocior Valvcrdc muestrA el rifrurosD rcpartn territorial que BF Imponen lan íarcl][a>i hobrc una vaca. Mientras una deapAra^Kn ton cuarto? traiKros, otra» actúan sobre In grupa y el lomo. V ha> también espediUf,stAS en c o m c n e b u Eatrapatan del c u e n o y |DB ftallamonlrn que la vaca levanta.
te de Iflí Fúlicas y Ift queja de l o í c h o r l i Tejos c o m p o n e n u n h i m n o solemne. En ese m o m e n t o Cae É\ p r i m o r p á j a r o en nuestras redes. Es una garcilla cangrejeran do c o l o r p a j ' n o , tan grácil COnio una porcelana de Sfevre^. Lo^ estudianles y E n r i q u e , el aniMador de o f i c i o , le colocan uno anilla en el tarso, miden la l o n g i t u d de su ala, / la pesan, moifén-
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J dala previamente en una bolsa de pláirico. Ejecutan todas las maniobras con tal delicadeza, manipulan a la frágil avecilla con tanto amor, que a uno se le pone la carna de gaílina, pensando en la ruda mano que arrancará la anilla de aluminio al ave abatida. Porque deagraciadamenie, el noventa por ciento de las anillas que se recuperan, se deben a la actividad mortífera de las escopetas. Según los datos recopilados en los cinco últimos años, la mayor parre de fas fochas que le mafen en la mitad meridional de la Península, anidan en la Marisma del Guadalquivir, por lo que, además de un interés científico, esta reierva es d e indudable importancia cinegética, como salvaguardia de las áreas de cria de ánades y gallinetas. Durantft toda la noche contemplo el cielo estrellado al amparo de mi saco de d o r m i r . Los ornitólogos hacen guardia
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A la Izquierda, el p a d r e Guadalquivir limita la maH*;ma por el Esli^ j la n u d r 4:on ías aguas úe sux avenidas. Sobre estas lincas, la avoeeta, pájaro elegantísimo, empolla confiadamente en AU nido: una depresión en e] b a r r o reseco. El polluelo de avoceta, recién anillado, m u e s t r a sus desarrolladísimos pico y azaneos*.
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Sobre estáte lincas, 3 la aquictúa. UÍVA c s b d t a dj^úeheb de las j^utr anillan por miles en DoLiíiLin; ¡il fin»l dt- v t r a n o abandonan en maríU la m a r i s m a para inicrnarse en Afrícii^ En el centro, rJ millón otea el hoTÍxontc: PH una i^apccie de ágü Eiiango.<ta medÜerránea y ba
Trasiego de vida incesante en la marisma
La p a r í a real b a t e s u s alas, salla al aire cálido y abandona los alcornoques de la colonia al caer la larde. Es Já hora de sn eviipdición diaria a la pesca de angiulas y carpas que la m a r i s m a le ofrece crin Uheral abundancia >' punlualiriad.
de dos horas y, m i e n t r a s su c o m p a ñ e r o s d u e r m e n , lo> ceniinelas sacan las aves de la r e d , las pesan, las mid^enn anillan y ponen nuevaniEnte en l i b s r i a d . Hacia laí t r e j de la madrugada el m o v i m f e n t o de la& acuáticas d i s m i n u y e y 1*^ c a p l u ras se hacen más escasas. Damos una cabezada; a las c u a i r o y m e d i a , E n r i q u e Hafner se de^pierla p u n t u a l m e n t e cada noche c o m o si Tuviera un r e l o j i n t e r n o semejante al de las aves que captura, Hasia Ea salida del so! a c o m p a ñ o al orn i t ó l o g o suizo; me hül?la en la Ín[ÍmidaH de la amanscida de ->u obra de cinco años: una película de aves, rodada en la Camarga, cuyo p r o t a g o n i s t a es una g a r í a p u r p ú r e a . T o d o lo que ven lo^ glaucos OÍOS de la zancuda: el r i i m o viCaf def ñU
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El drama de los polluelos de la urraca Carranca y Rofaeí Trecu, los hambrea de la lorre, son dos apasionados caiadores, como EnrJque Hafner, el sui^o; tampoco han matado un animal en su vida. Acechan durante semanas enreras, hacen largos viajas, soportan el calor espante^ so del >h¡dej*. o el frfo da las aguas del Cantábrico, p*ra aprehender la gracia. la fuerza, la elegancia suprema de Ees criaturas salvajes; sus armas no matan, dan oira vida al pájaro o al peí: la vida de las imágenes. Rafael es perito industrio!; Francisco, arquilecio; han realizado ya una larguísima serle documental, sin fines comerciales. Por el momento.
el placer de contemplar las íguílas de Doñana o loa tiburones del mar Rojo, durante la^ tardes lluviosas en su casa en San Sebastián, compensa todos $us e^fuerTos. VELADAS NOCTURNAS EN EL PALACIO DE DOÑANA A la hora de la cena so va congregando en ei ala d d palacio que pertenece r* la eslaciíin biológica, todo este mundillo de amantes de la naturaleza. Con aire de sanas campesinas^ llegan dos entornólogas, cargadas de frascos y bocales en los que conservan las menudas piezas de su cacería; escarabajos, mosquitos y extraños abejorros. Los estudiantes encargados de fotografiar y numerar los alcornoques vienen a caballo^ como dos vaqueros de la marisma. E! grupo que tiene la misión de observar y marcar los desplazamientos de un polluelo de chcn tatabras trae, por lo visto^ muy buenas noticias para el profesor Valverde. Los fuTuros investigadores que permanecen aquí durante todo el verano gratuitamente, comen como limas. Los guardas van matando jabalíes o viejas cier-
vas para alimentar a la ciencia, porque los medios normales de suministro quedan a muchos kjlómelrosDespués de cenar nos reunimos todos en un amplio salón, sentados en torno de una mesa que preside el profesor Valverde. Los más variados temas de la biolcgía se ponen sobre ef tapete. Mientras abajo canta fandangos de Huelva Antonio el guarda, on torno a la mesa ds roble se habla de la bioquímica de la genética, del factor ecológico en la evolución, o del sencillo y tremendo drama de los polluelos de Ea urraca, cuyo nido ha sido parasilado por el cuco real, La^ hembras de esce pájaro tienen una diabólica habilidad para arrojar del nido algunos huevos de la legítima propietaria y sustituirlos por los suyos. Las urracas y los cucos nacen al mismo tiempo, pero estos últimos crecen más de prisa y esfán dotados por la naturaleza de unos exagerados caracteres ínfantfles q u e atraen de manera irresistible a sus madres adoptivas. Cuando son capaces de volar, las urracas les siguen, para alimentarlos y protegerlos mientras sus propios hijos se mueren de hambre en
Esquema demo*tnliro di- ías amplísimas áreas de oriffcn de lo« palos y Ánsares ™ ^ " " ^ ^ ^ ' i ! ^ í , ^ ' " " ^ " f" ^ ^ ^ ^ ^ J H ^ ^ T ^ Í ^ E I ? Gnadfllqidvir, procederías de los paisas n6tdlcoa, a los que del»n cuando el ris^r de las lerapetaturas bajas les empuja al vyejo.
E n la bella folORrafía afrca—-irríba—. q u e m u e s l r a la inmensiilad tíe ta marisma, pucik obtervarsc a la bandada de g^arcillar buejer^íí en vuelo hacia EJ rebano vacuno [|up ]as nutre con sus parásitos- Ht^bajrj: los alcomuquc-A de Dnñana, iodos HLos. SÍIJ dejar uno, ríptrosamcnte n u m e r a d o s y registrado* p o r los hombres de ciencia, soportan un gran número de nidos de Kana.^ y o t r a s aves zancudas, q u e en este propicio fsccnarío n a t u r a l se encuentran proicfidas y estudiadas durante sus larcas estancias. el a b a n d o n a d o n i d o . Mañana hay q u £ levaniar^e al amanecer; los cuartos del palacio, que llevan e í c r i i o en la puerta el n o m b r e de famosos m o n t e r o s , van acogiendo a los c s l u d i a n t e s . Antes de retirarnos acompañamos a José, el guarda m a y o r , un h o m b r e nacido en la m a r i i m a . que conoce c o m o nadie la fauna de la región, N O i lleva preocupado hasta la cerca donde cría un tierno gabaio- El peqaefio tiene diarrea y J o s é prueba pacientemente variadas dietas y específicos para sacar adelante al cervatllloHace tan sblo unos años, los desvelos d e José, el guarda m a y o r , g r a v i t a b a n en t o r n o a las rehalas, los puestos y las dist i n t a s sueríes de la m o n r e r i a . Hoy le preocupa m u c h o más la crianza del pequeño venado, o el a n i l l a m i e n i o de unas garbas. A la l u í del f a r o l , en B1 p o r t a l , las g o
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fJuraiiÉc la sequía la vltla se conercga en (nruo a laí. citasiaa la.eiinas: un üriipo de venados huíca la sombra y la frescura ñv la ullíma cliarca. Abaju, el lintc, señor de Ui r r a m - a , cuando cae la noche a b a n d o n a su refUfiio l>ata iniciar su ronda diaria de caza.
Llegarán aves de Dinamarca o de Laponia ondrínas d u e r m e n ya ^obre lo? candÜei de la c u e r n a , colgada en Id pared. Y la reserva, el coto de l05 cazadores que no ca?3n para m a t a r , se sume en el siJencío. Mañana'^crá o t r o día y, al amanecer, estaremos de nuevo en la marjsnia. Porque p r o n t o llegarán pájaros de Dinamarca o de Laponia y en la reserva española del G u a d a l q u i v i r habrá unos p r i s m á t i cos, delante de un c o r a i ó n j para darles a bienvenida
Félix R. DE LA FUENTE