CAPÍTULO 4 Contra vetustam duritiam Iudeorum
El Mesías no vendrá hasta que se sequen las lágrimas de Esaú1.
El fin de los tiempos
El historiador británico Norman Cohn (1915- 2007) estudió en su obra The Pursuit of the Millenium cómo las fantasías apocalípticas se extendieron con mucha fuerza en Europa occidental entre el final del siglo XI y la primera mitad del siglo XVI. El deseo de las partes más empobrecidas de la población por mejorar las condiciones materiales de sus vidas dio fuerza a las antiguas profecías que pronosticaban el comienzo de un nuevo Paraíso en la tierra, un mundo el que tanto el dolor como el pecado serían desterrados para siempre. Es decir, se trataba de tomar el cielo por asalto y traer sus míticas bondades a la existencia terrenal. La herencia intelectual recibida por las sociedades del medievo incluía no sólo la teología de los padres de la Iglesia cristiana ni los restos dispersos que iban apareciendo de los filósofos clásicos y los rétores griegos y romanos. Este tesoro —gran parte del mismo llegó al mundo cristiano tras ser traducido y estudiado primero por eruditos árabes y judíos2— se guardaba en la tupida red de monasterios que fue creciendo
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Proverbio jasídico extrapolado de un pasaje del Zohar (II, 12b). Citado en Gershom SCHOLEM, “Para comprender la idea mesiánica en el judaísmo”, en Conceptos básicos del judaísmo. Dios, creación, revelación, tradición, salvación, trad. de José Luis Barbero, Trotta, Madrid, 1998, p. 133. 2 Américo Castro ha estudiado de manera profunda y con un estilo brillante las valiosas aportaciones de los sabios árabes y judíos de Al-Andalus a la ciencia de la Europa cristiana, véase por ejemplo Américo CASTRO, España en su historia, Crítica, Barcelona, 2001, pp. 458ss.
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