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TEMA 6 LOS VALORES EN EDUCACIÓN INFANTIL

GRUPO 9. DONALD Gloria sánchez fúnez Fortunata liceras bustinza Eva matarredo morquillo Cristina zapata Arredondo

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1.- INTRODUCCIÓN Para conocer primero el tema de educación en valores, resulta necesario definir el concepto de “valor”. Este está relacionado con la propia persona: su conducta, sus sentimientos y la configuración y modelación de sus ideas. Los valores dependen, en parte, de lo interiorizado a lo largo del proceso de socialización, ya que los niños/as aprenderán el sentido del valor (la responsabilidad, el respeto, la solidaridad, etc.), dependiendo en gran medida de las verdades vividas o descubiertas a través de su experiencia. Lo valores presentan cuatro características fundamentales: - Son trascendentes: Se añaden a los hechos desde fuera, es decir, trascienden. - Son apreciaciones mentales. La amistad o la solidaridad no se pueden tocar, pero sabemos que existen. - Los valores son individuales y colectivos al mismo tiempo: Son individuales porque son interiorizados por un el sujeto y formarán su personalidad, pero también son colectivos porque los compartimos con la sociedad y personas que habitan en esta. - Los valores son histórico-sociales: es decir, se asignan a un periodo y a un estado determinado (si has vivido una guerra los valores te marcarán y no serán los mismos que para personas que no la han experimentado). Los aprendizajes colectivos en la escuela fomentarán la cooperación con los alumnos, lo cual nos servirá para negociar los derechos y deberes de convivencia que debemos plasmar en el aula. Uno de los valores que tienen más relevancia en esta etapa es la Educación moral y cívica, que pretende enseñar al individuo a comportarse en la sociedad, establecer una jerarquía de valores, a saber lo que es un valor y un contravalor (dificultad del sujeto para ser persona), conocer sus derechos humanos y respetarlos, ser crítico, etc. Como maestros nos debemos preguntar qué personas queremos formar, porque si educamos en unos valores mínimos y básicos, entonces los alumnos y las alumnas serán capaces de poder enfrentarse a los problemas que se den en la sociedad. En función del tipo de persona que queramos formar, trabajaremos unos valores u otros, pero siempre será necesario formar personas críticas y reflexivas de la realidad. Por lo tanto, educar en valores será la respuesta para una educación democrática y participativa.

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Además como educadores debemos tener en cuenta aquellos valores que desarrollen la personalidad del alumno para su mayor integración en la sociedad/aula, potenciando así su felicidad.

Algunos de los valores que se pueden desarrollar son:

La autoestima La autoestima se construye a partir de las personas que nos rodean, principalmente de los educadores y padres, de las experiencias, vivencias y sentimientos que se producen durante todas la etapa de la vida. Las etapas más importantes para adquirirla son la infancia y adolescencia. Desde pequeños tenemos que enseñar a nuestros alumnos a descubrir su interior lo mejor de su personalidad. Es importante que como maestros resaltemos los aspectos positivos de todos nuestros alumnos/as pero sobretodo de aquellos que tienen más dificultades y necesidades. Tampoco hay que olvidar que comparar las cualidades positivas entre los alumnos/as puede favorecer su auto-superación. Para considerar que una persona tiene un autoconcepto positivo y, por tanto, una autoestima positiva debe cumplir las siguientes características: - Se siente persona de valor. - Cree que tiene muchas buenas cualidades. -Siente simpatía hacia sí mismo. - Puede cuidar de sí mismo. - Se siente libre y no tiene ningún miedo de ser él mismo y asumir las consecuencias. - Se siente seguro de sus relaciones con los demás. - No tiene que ser perfecto, cuando hace alguna cosa. - Cree que tiene capacidad para salir adelante con su vida. - No considera necesario que otros compartan sus puntos de vista. - Se comprende a sí mismo y se siente a gusto, aunque no siempre caiga bien a los demás.

La responsabilidad

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La responsabilidad es la capacidad de sentirse obligado a dar una respuesta o a cumplir un trabajo sin presi贸n externa alguna. Puede ser de dos tipos: - Colectiva: Capacidad de influir en las decisiones que se toman como grupo social. No s贸lo tienen que ser responsables en las decisiones del grupo, sino que tambi茅n tienen que responsabilizarse de las tareas de clase, cumpliendo las normas que se hayan marcado en la escuela. - Individual: Capacidad de las personas de conocer y aceptar las consecuencias de sus actos libres y conscientes. Con esta responsabilidad individualizada se intentar谩 responsabilizar al alumno/a de ir limpio y bien arreglado y de tener una buena autoestima y rendimiento escolar.

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La cooperación La cooperación se puede definir como la acción que se realiza entre dos o más personas para conseguir un mismo fin. Para que la cooperación se lleve a cabo los dos tienen que salir beneficiarios, es decir, tiene que haber una reciprocidad. Es muy habitual que en clase inconscientemente se haya fomentado la competición (aspecto negativo) en vez de la cooperación. Es importante que los maestros seamos los iniciadores para fomentar la cooperación. Algunos objetivos que promueven la interiorización de este valor por parte de los niños son: - Promover la cooperación y observar la necesidad que tenemos de los demás. - Intensificar la comunicación y coordinación del grupo. - Concienciar de que las personas somos distintas pero que eso no tiene que ser un problema para que se lleve a cabo una buena convivencia.

La solidaridad La solidaridad según la Real Academia de la Lengua es un modo de derecho u obligación y por lo tanto, un valor que debe fomentarse y fortalecerse donde las personas se pueden situar en el lugar del otro y ofrecer la ayuda que éstos necesitan. Para que los niños comiencen a experimentar este sentimiento, han de haber interiorizado antes la idea propia de ellos mismos (el “yo”). A los dos años de edad los niños tienen conciencia y sentimientos morales, y son capaces de ponerse en el lugar del otro (empatía). Además este valor ayuda a desarrollar conductas pro-sociales, tales como cuidar, ayudar y compartir. Para esto, el desarrollo cognitivo de los pequeños, la interacción social y el ejemplo de padres y entorno es esencial. A partir estos tres pilares el alumnado de educación infantil desarrolla valores instrumentales (imaginación), valores morales (honestidad, responsabilidad, etc.) y valores sociales (igualdad, justicia, etc.), formando su personalidad hacia un ser solidario. En conclusión, para educar a los niños en la solidaridad hay que tener presente los tres pilares nombrados anteriormente y contribuir en las casas a un clima afectivo, una buena comunicación y demostraciones de afecto.

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2.- ¿CÓMO EDUCAR EN VALORES? Educar en valores debe formar parte de la programación del aula. De esta forma resulta más cómodo a la hora de incluirlo en el desarrollo de todas nuestras actividades, de una forma transversal a lo largo de todo el curso. La educación en valores no trata de transmitir conceptos aislados, sino consiste en una interiorización de los mismos, de modo que contribuyan al desarrollo y a la conformación de la personalidad y ayuden a actuar en consecuencia ante diferentes situaciones. La educación en valores, y más concretamente en la etapa de Educación Infantil ha de ser trabajada desde la globalidad, íntimamente relacionada con las 3 áreas del currículum vigente y prestando especial atención a la etapa de desarrollo en la que se encuentren los niños y sus contextos sociales y culturales. Desde la Educación Infantil y adaptándonos a sus características y necesidades, podemos comenzar centrándonos en el desarrollo de la autoestima y en la empatía o sensibilización con los problemas de los demás desde los primeros años, para fomentar el respeto de los valores dentro de la escuela. Con esta propuesta se pretende que los alumnos desarrollen actitudes básicas de convivencia, y en la transmisión de estos contenidos, la propia actitud del docente en el día a día, será determinante. Por esto, prestaremos especial atención a ofrecer a los alumnos modelos de identificación de modo que puedan interiorizar fácilmente las actitudes propuestas; sin olvidar la importancia de la colaboración familia-escuela, debido a la situación actual en que nos encontramos, donde no sólo se han ido perdiendo valores en una sociedad de prisas y cambios, sino que además hoy en día se hacen más necesarios que nunca por las desigualdades sociales, inmigración, globalización, etc. La educación en valores ha de ser una tarea compartida, continuada y coordinada ya que la transmisión cultural de los valores no es tarea única de la escuela, sino de toda la comunidad educativa. Por ello, resulta necesario facilitar los medios suficientes para que esta colaboración sea posible. Más adelante en la propuesta práctica se verán posibles vías y algunas estrategias para hacer de la educación en valores una tarea compartida entre los diferentes agentes educativos que rodean al niño y a la niña de educación infantil.

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3.- LA EDUCACIÓN EN VALORES EN EDUCACIÓN INFANTIL La educación desde las primeras edades debe potenciar el desarrollo de todos los aspectos y dimensiones que conforman al ser humano. Por tanto, los valores, entendidos como un elemento básico e indisociable de la persona, forman parte del proceso educativo. Son diversos los agentes socializadores que de una forma implícita o explícita y de manera más o menos sistemática, contribuyen a que ese objetivo se haga realidad: la familia, la escuela, el grupo de iguales, los medios de comunicación, etc. Centrándonos en la institución escolar, puede decirse que ésta es considerada un estamento social en el que la educación entendida en un sentido global e integral tiene el máximo protagonismo, es una pieza fundamental, no única, naturalmente, cuando hablamos de valores. Los sistemas educativos actuales contemplan este ámbito y nadie discute, en principio, el hecho de que la institución educativa no sólo ha de transmitir conocimientos e informaciones, sino que también debe tener presente y hacer realidad una pedagogía de los valores. Es preciso, pues, que en la educación infantil se potencien actuaciones abiertas hacia la comunidad social más inmediata, con la finalidad de sensibilizar a las generaciones del futuro hacia unas estructuras más solidarias y más abiertas hacia otros sistemas de valores. Es necesario, además, que el profesorado tenga unas actitudes personales basadas en la colaboración, el interés por el trabajo y su mejora, y por la flexibilidad para los cambios. Debe ser capaz de generar un buen ambiente, ser receptivo a las necesidades, deseos e inquietudes de los pequeños y pequeñas, tener una actitud positiva en las diferentes situaciones, ser abierto para aceptar sinceramente la diversidad, y buscar la objetividad y la imparcialidad con todo el mundo. La sinceridad en la propia opinión, respetando la de otros, debe ser la base del diálogo para solventar situaciones cotidianas, saber escuchar y evitar dogmatismos y saber dar negativas razonadas. La reflexión sobre el trabajo diario, su actitud y su forma de ser, la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace, deben ser el fundamento que sostenga el proceso de construcción de los valores de nuestros niños y niñas. Una educación que, ya desde los primeros años, propicie la convivencia en una escuela democrática, ayuda a las personas a tener criterios de actuación ante situaciones

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concretas de conflicto y a poder construir de forma racional y autónoma sus propios valores. Por otro lado, debemos considerar una educación moral de mínimos, entendida como ... Una educación moral que, mediante el diálogo, la reflexión, la empatía y la autorregulación, quiere ser capaz de facilitar la construcción de unos principios que sean universalmente aceptables, y que permitan no sólo regular la propia conducta, sino también construir autónomamente las formas de vida concretas que en cada situación se consideren, además de justas, mejores y más apropiadas(Buxarrais, Martínez, Puig y Trilla, 1995). Existen una serie de aspectos en los cuales, además, deberíamos hacer hincapié los profesionales de la educación infantil: el equilibrio personal y en situaciones de grupo; el trabajo colectivo; la valoración de nuestras iniciativas personales y de la creatividad propia; la práctica de la libertad, la democracia y la tolerancia activa; la potenciación de valores de cooperación y solidaridad; la práctica del diálogo; la coherencia entre pensamiento y acción; la aplicación de habilidades sociales básicas; el incremento del autoconcepto y de la autoestima; la intervención positiva en la transformación y mejora del entorno; la lucha por la injusticia y la desigualdad; la capacidad de crítica; el saber escuchar y la reflexión honesta ante una toma de decisiones. En consecuencia, todo ello conllevará la potenciación, ya desde la educación infantil, del autoconocimiento, la iniciativa personal y la creatividad, y también la coherencia personal. Depende, pues, de los adultos el que los niños y las niñas puedan establecer su propio sistema de valores, sean cada vez más autónomos en la adquisición de los hábitos básicos, tengan una imagen ajustada de sí mismos, y sepan fomentar la justicia y la solidaridad entre ellos. Que sean capaces, también, de expresar sus propios sentimientos, de manifestar cariño, compartir con los otros, escuchar, colaborar, cooperar, ayudar, etc. Todo ello es necesario para que la persona adquiera las habilidades sociales requeridas para que en el futuro pueda convivir y comportarse con verdadero civismo. 4.-VALORES INNATOS Y VALORES INTEGRADOS Entre estos aspectos que se enseñan y se aprenden hay unos que podrían considerarse intrínsecos a la persona y, otros, adquiridos. Entre los primeros, destacamos, entre otros,

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la autoestima y el autoconocimiento. Es importante que los niños y niñas se conozcan, que sepan expresar sus gustos y emociones, que conozcan sus posibilidades de actuación y tengan confianza en sí mismos. Consideramos como aspectos más afectados por los aprendizajes la adquisición de habilidades sociales y la autonomía. Estos aspectos pueden ayudar a favorecer relaciones interpersonales tales como el saber jugar con los compañeros, el aprender a saludar, el saber pedir ayuda o saber dar una negativa, entre otros muchos ejemplos. Si a todo esto sumamos un trabajo sistemático de hábitos, elementos educativos esenciales en las primeras edades, es fácilmente demostrable que la carga de la educación en valores tenga un gran protagonismo en las tareas diarias. Podemos definir los hábitos como aquellas conductas que se van integrando con el ejercicio y se aprenden en el proceso de desarrollo inicial, y cuyo aprendizaje y automatización facilitan la adquisición de determinadas conductas. Las estrategias y los recursos que se utilicen pueden ser muy diversos, y cada educador o educadora puede plantear la situación según sus propuestas docentes y las necesidades y características de cada niño o niña. Los valores que podemos transmitir en una actividad tan cotidiana como el lavarse las manos o el respetar el turno de palabras, según canalicemos nuestra intervención didáctica, puede reportar una reflexión personal y una adquisición razonada o una mera repetición de un mecanismo higiénico o de una pauta de orden. Las metodologías que hay que utilizar pueden ser las que ya se usan normalmente. Podemos asociar, por ejemplo, una canción al acto de lavarse las manos en lugar de una orden escueta. Las canciones suelen invitar al niño a que participe en alguna actividad, y en muchas ocasiones le ayudan a integrarse como miembro del grupo clase. Los títeres son otro recurso muy válido para crear situaciones ficticias y representar o establecer diálogos entre iguales. Cualquier elemento lúdico o juego es básico, ya que además de permitir a los niños y niñas conocer y relacionarse con el mundo que les rodea, también les implica en aspectos tales como aceptar las reglas del juego, compartir juguetes, no estropearlos, etc. Mediante el lenguaje plástico, podemos presentar situaciones para comentar y trabajar, y los pequeños pueden plasmar soluciones determinadas al problema que les ha planteado una narración o los títeres, y a través de un dibujo individual o una realización

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colectiva pueden recrear una nueva situación en la que tengan que compartir los pinceles y pinturas y el espacio. También los vídeos pueden ser un recurso que puede tenerse en cuenta, puesto que aportan elementos objeto de valoración y de crítica en términos de consumismo, otorgación de roles y lenguajes estéticos, entre otros muchos. Es importante que todas o casi todas actividades que se lleven a la práctica en el entorno de la educación en valores sean compartidas por las familias, lo cual garantiza su implicación más allá de los límites de la simple colaboración. No hay que olvidar que es en el seno de la familia donde los pequeños establecen sus primeras relaciones afectivas y, en consecuencia, las influencias son muy destacables. Su estructura y costumbre inciden en el aprendizaje de los hábitos, de los comportamientos, en la forma de plantear el tiempo de ocio, etc. Es básica la relación entre la escuela y la familia. Las aficiones y prioridades, las conductas positivas o negativas, los objetivos y pautas que se van secuenciando en el proceso educativo, deben ser debidamente comunicadas desde la institución educativa a los padres, madres y/o tutores, con la finalidad de que las propuestas compartidas por ambas instituciones nunca sean contradictorias y puedan así cumplimentar, mediante un proyecto colaborativo, la doble misión de educar desde una perspectiva integral y válida para la correcta inserción de niños y niñas en una sociedad más justa y solidaria. 5.- ACTIVIDADES PARA EDUCAR EN VALORES Para trabajar la Educación en Valores dentro del aula de infantil, hemos recopilado los siguientes recursos: -El cuento Trabajar a través de cuentos resulta realmente funcional dentro de cualquier aula, pero especialmente en las aulas de los más pequeños, ya que acercamos realidades a los niños mediante estas narraciones. De esta manera les invitamos a pensar acerca de distintas cuestiones, desarrollando en su mente distintas estrategias de resolución de problemas, al mismo tiempo que les transmitimos los conocimientos que consideramos necesarios para ellos. La actividad de transmisión mediante el cuento en Educación Infantil está pensada para desarrollarse dentro del entorno de la asamblea. Los niños, sentados alrededor del maestro, realizarán una lluvia de ideas acerca de los valores que tengamos pensado trabajar con ese cuento. Después, el maestro o la maestra será el encargado de presentar a los personajes y de contar la historia (bien sea leyendo, a través de una escenificación, teatro, guiñoles…) y

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acto seguido se realizará un debate en la asamblea en el que los niños pondrán en común las ideas extraídas del cuento. Exponemos a continuación dos cuentos escritos por Pedro Pablo Sacristán que nos pueden ayudar en la transmisión de valores en el aula.

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- Trabajo a través de fichas Las fichas también son un recurso importante y que nos permite averiguar si los niños han llegado a interiorizar la información que les transmitimos. Un ejemplo de actividad a través de fichas para reforzar la educación en valores podría ser el siguiente:

En esta ficha, pediremos a nuestros alumnos que rodeen con un círculo las acciones que son positivas y que tachen las que no lo son. Después les pediremos que coloreen a las personas que están haciendo cosas buenas.

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-Manualidades La experimentación es un recurso totalmente necesario dentro del aula de Educación Infantil ya que los niños recuerdan mucho mejor aquellas cosas que han hecho, antes que las que simplemente les han sido contadas. Por ello, la realización de actividades manipulativas incrementará no sólo el interés y la motivación, sino también el aprendizaje. Actividades como la construcción del siguiente móvil resultan motivadoras para el niño y son un reforzador de los aprendizajes ya que visualmente vuelven a recordarle la información que han aprendido.

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-Debates El aula de Educación Infantil posee una ventaja muy grande gracias a la asamblea, dado que los niños se encuentran en un entorno relajado en el cual no se sienten cohibidos a la hora de expresar sus ideas. Este espacio debe ser aprovechado para crear debates y desarrollar las estrategias de resolución de problemas. Para ello podemos utilizar fichas como la siguiente, en la que los niños tendrán que poner en común sus opiniones acerca de la mejor forma de ser solidario en cada una de las situaciones representadas:

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