El dolor es un ensayo de la muerte - Daniel Medina

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El dolor es un ensayo de la muerte



El dolor es un ensayo de la muerte

Daniel Medina

FĂ“SFORO


Colección de libros de la caja de cerillos 1 Daniel Medina | El dolor es un ensayo de la muerte Primera edición: junio, 2020. Diseño editorial: Fósforo fosforocuu@gmail.com Fósforo. Literatura en breve. La literatura y las ideas son libres. ¡Que corra la voz! ¡Que ardan los fósforos! Impreso y editado en Chihuahua, México.


Informes de la Fiscalía General del Estado (fge) indican que hasta el pasado 13 de agosto se registraron 154 suicidios. Mientras que en 2017 fueron 198 casos y en 2016 se registraron 227 El Universal

Sólo los inmortales no se suicidan Ramón López Velarde



3:03 AM No sólo arrojé monedas a la fuente sino al mar. Siempre pensé que los deseos dependían de la magnitud del agua. Pedí entonces el amor de mis hijos y mi esposa. Llegué a casa con arena en los zapatos, con el pulso de la ola golpeándome el pecho y me adentré sin forcejear la cerradura. La noche entonces me devolvió la risa como lo hace el mar con los ahogados.

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4:47 AM Cargo en la espalda a mi familia como se carga un muerto. Semanas de refugio al interior del mar: peticiones como cicatriz de aceite en el corazĂłn del agua. A pesar de sĂ­ mismas, las palabras que escupo son el movimiento de la noche, la noche esculpida en los ojos de los ĂĄngeles.

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10:00 AM Escribo el inicio de otra carta que llegará pronto. Escribo que me duele no estar cerca y golpeo las enormes puertas de esta casa. Entonces recuerdo: mirábamos subir la fruta desde las raíces, los pájaros volaban sobre el aire de nuestros pulmones. Daniel, con sus tres años en la espalda, sonreía. Acariciabas su cabello lentamente, con otra de tus manos atendías las plantas. Caía el agua desde ti sobre la tierra. Y aquí estoy, escribiendo en los papeles que te necesito.

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11:16 AM Entre calandrias, Daniel juega a regar el jardĂ­n. En su boca se hace el pan mientras su madre yace al interior del cuarto. No sĂŠ decirlo, hijo, pero pienso en ti y el verbo amar. No lo pronuncio aunque lo escribo. Y no sospecho, a pesar de las seĂąales, que tengo contigo una deuda insostenible.

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2:30 PM Ten, hijo, esta moneda. Corre al agua y pide que tu madre no se vaya nunca. Pide que detrás de la puerta nos esté esperando, que riegue su jardín y nos abrace. Sólo tómala, hijo, y no la pierdas.

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8:50 PM Durante la cena también se riegan plantas. Frecuentamos tan poco la cocina en estas horas. Alguna vez leí que peso y medida son útiles en tiempo de escasez. Ahora o nunca —me digo—, más que nunca: la pobreza es un caballo que nos patea el rostro.

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7:02 AM Tras el desayuno golpeé a mi esposa. Estrujé su corazón hasta dejarlo mudo y entre sangre la besé profundamente. Me respondió el beso como quien ama por primera vez, como quien descubre el sexo en la mano ensangrentada y a plena luz del día se sonríe. Sobre nosotros, entonces, el rigor absoluto del deseo.

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8:56 AM Cuando crezcas, hijo, no arranques las calandrias de tu pecho. Tu madre las criรณ mientras lloraba.

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3:51 PM Esta casa es una herencia como el humo en los pulmones. Dice mi madre con la felicidad colgando por los ojos, que mi abuelo se pronunció ante los muros y dijo: aquí levantaremos una casa verde. Por ese lado habrá columpios, por ese otro mesas circulares. Una fuente por ahí, un segundo piso. Los árboles serán como estas hojas dispersadas por el aire, como este viento que golpea sin piedad nuestras sonrisas. Sólo falta la piedra del principio la piedra que será su padre cuando muera.

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11:04 PM La vela que reposa en el altar tiene mis ojos. Gorjea y se mueve en cĂ­rculos, avanza en los territorios del calor. Muerde la luna y derrama su cera en todas partes. Desmemoriada, blanca fisura vertical que deletrea padre como en los labios de mi hijo y mi heredad completa. La misma forma, la misma arquitectura del dolor, fuego arriba y propagado, consumiĂŠndose con fin previsto en la oraciĂłn del viento.

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12:17 AM Escribir es tallar el árbol de la infancia, ceñirse a las heridas de la muerte. Cuando escribí este diario eliminé las fechas: el tiempo sólo es útil para el epitafio.

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1:07 AM De la niĂąez devienen los muertos, hijo. Por ella es que vivimos largo rato. Mi boca es un perdĂłn desde la infancia. La tuya es un lamento.

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6:39 PM El jardín en que crecimos no es otro que el jardín de la memoria. Lleno de peligros y de luces, de este paisaje como casa invertida, de este amanecer que alarga nuestras sombras sin piedad y nos recorre por adentro. El jardín en que crecimos lo tenía todo, hijo, menos tu nombre: sinónimo de ti todo el amor todo el milagro.

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7:50 PM Rota ya la tarde, abierta completamente de sus bordes y a la hora primera del vacĂ­o, visito el mar. Arrojo la moneda que no tengo y he guardado por semanas. Miro tus ojos, amor: no hay mĂĄs deseos en la eternidad del aire. Soy un hombre unido al agua desde las cicatrices. Gota por gota me he vertido en este mar que cabe en uno sĂłlo de tus huesos.

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6:54 AM Amanece. La lluvia toca la ventana con sus manos: tu madre al interior del sueño desdibuja las ojeras de la noche y cría los árboles. Da lo mejor de sí para bajar la fruta demasiado alta. La temperatura de la tierra, dice, es propicia: aquí plantaremos el amor.

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2:21 AM Vuelvo sobre las páginas de este cuaderno, de esta hoja abisal que te toca aunque te alejes, que otra vez reviste de altísima fruta lo que soy de ti. Vuelto sobre los pasos para librarme de la oscuridad, te acaricio mientras duermes, mientras tu piel amoratada por un punzón amargo late con toda la intención de hacerse ola. Golpea mis labios todo el mar que crece de tus piernas: la ventana con su luz se alarga como el amanecer en tu irreconocible rostro tan apacible mientras sueñas.

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12:38 AM Temperaturas bajo cero. Velas encendidas en medio de la noche. La palabra familia me corta las muñecas. La habitación golpea mi cráneo. Parecen haber huido las calandrias, las avispas, los peces de luz que se ocultaban tras mis ojos. Tengo la fe depositada en los bolsillos. Han vuelto a mí las intenciones de desaparecer han vuelto con más fuerza.

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4:51 AM De origen lo he pensado, por nacimiento y por necesidad: somos pájaros apátridas cuyo fin es desplomarse. Somos un mal reproducido millones de veces en el mismo espejo. Esta es la razón que nos reduce a miligramos de certeza, de prodigiosa ansia de morder el aire. Quizá por ello, por este gen oscuro, habita en mí la necesidad de hacerme polvo junto al polvo de todas las cosas.

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Esta obra obtuvo el primer lugar del Premio Nacional al Estudiante Universitario “José Emilio Pacheco” de Poesía 2019, y fue escrita gracias al apoyo del Programa de Estímulo a la Creación y al Desarrollo Artístico 20172018 con el proyecto Ensayo del polvo. Una visión desde la paternidad.


Contenido El dolor es un ensayo de la muerte 3:03 AM 4:47 AM 10:00 AM 11:16 AM 2:30 PM 8:50 PM 7:02 AM 8:56 AM 3:51 PM 11:04 PM 12:17 AM 1:07 AM 6:39 PM 7:50 PM 6:54 AM 2:21 AM 12:38 AM 4:51 AM

18 cerillos altamente flamables



Daniel Medina (Mérida, Yucatán, 1996) Es autor de los libros de poemas Una extraña música (Sombrario Ediciones, 2018) y Médium (Sangre ediciones, 2018). Ha publicado crítica, traducción y poesía en medios como Periódico de poesía, Punto de Partida y Tierra Adentro. Obtuvo el Premio inba-cedart de Poesía 100 Años de letras mexicanas 2014, Premio Nacional de Poesía Joven Jorge Lara 2014, Premio Peninsular de Poesía José Díaz Bolio 2017 y Premio Nacional Universitario de Poesía José Emilio Pacheco 2019. Becario en poesía del pecda Jóvenes Creadores (2017-2018) y de verano de la Fundación para las Letras Mexicanas (Xalapa, 2018). Director de Ediciones O. Forma parte del Centro de Experimentación Literaria.


El dolor es un ensayo de la muerte de Daniel Medina se termin贸 de imprimir el mes junio de 2020 en la ciudad de Chihuahua en los talleres de Editorial Laripse por F贸sforo dentro de la colecci贸n de libros de la caja de cerillos. El tiraje const贸 de 100 ejemplares.




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