Lo que dejaron mis abuelos

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Lo que dejaron mis abuelos Paula Ariza Moreno



La semana santa era una de las ocasiones más importantes para la familia Ariza, hoy después de 17 años de la partida de Marco y Teresa siguen vigentes las tradiciones que reviven deliciosos platos y costumbres que los abuelos han dejado. Este foto libro esta dedicado a mis abuelos y la huella que dejaron en mi familia.


Marco Tulio Ariza y Teresa de Ariza fallecieron el 17 de noviembre del 2005, eran una pareja tradicional y conservadora de La Belleza, Santander, desplazados por la violencia de los 70’s decidieron abandonar sus finquitas llenas de cultivos y animalitos que habían construido con tanto amor y esfuerzo, para arribar a la fría Bogotá, tuvieron 12 hijos de los cuales uno nació en la capital, la mayoría de sus hijos tienen muy presente su infancia y la vida del campo, todos y todas son personas trabajadoras y ante todo muy familiares, porque la mayor enseñanza que tienen de sus padres es que, pase lo que pase, la familia esta primero. Después del fallecimiento de los abuelitos, sus hijos decidieron vender la casa para evitar tristes recuerdos, pero solo unos meses después compraron otra finca en Arbeláez, muy cerca a Portones realmente, con el paso de los años, los hijos han construido y remodelado el lugar, para ellos, para sus hijos y gracias a sus padres, perseverancia de todas las enseñanzas de sus padres.


ellos sabían que sin sus viejitos iba a ser muy difícil reunirse o mantener contacto, así que decidieron adquirir la finca como un proyecto de unión y perseverancia de todas las enseñanzas de sus padres, anualmente se reúnen para semana santa y para octubre, suelen hacer una misa en memoria de la vida y los valores que les dejaron, muchos de los nietos de Teresita y Marquitos no saben que esperar con ansias cada semana santa para ver a sus primos y compartir con ellos, es gracias a sus abuelos, o en el actual caso bisabuelos, ahora son 12 hermanos con 35 hijos, además de los primos que los visitan, en el 2021 es muy difícil encontrar una familia así de grande y unida, no son perfectos y a veces se caen mal, pero “Familia es familia y cariño es cariño” dijo Rubén Blades.








La abuela se encargaba de cocinar con sus hijas, hacían todo un festín de deliciosa comida tradicional santandereana, se preparaba la famosa sopa de novios, los molidos de maíz, el pescado salado, patacones con queso, cuajada con papayuela y los más deliciosos, los amasijos de la abuelita.

















Para la familia Ariza, la religión es un pilar muy importante de sus valores, cada integrante de la familia debía conocer cada oración y canción a cerca de la Virgen de Chiquinquirá, la favorita de Teresita, ella era una mujer llena de fé y bondad, que entregaba su vida al servicio de su familia y dios.











Las semanas santas en la villa Santa Teresita y San Marcos, suelen ser frias pero acojedoras, se sientan a reposar el almuerzo y tomar un tinto, disfrutan de la tertulia, hablan de la familia, en qué universidad entro el hijo de alguno o en qué proyectos están trabajando, pero definitivamente, la mejor parte es cuando cuentan historias de su infancia en el campo, de su primer trabajo, de su primera pareja o de cualquier tema que genere nostalgicas carcajadas.







Durante años, el billar ha sido el pasatiempo favorito de los hermanos, después del trabajo solían reunirse entre ellos para jugar durante horas, ahora que cada quien tiene una familia y varias responsabilidades, reviven esta vieja costumbre en la finca.









La tienda más cercana a la finca de portones, era la de Don Maximiliano, un hombre que en su época le vendía o fiaba el mercado a Teresita y Marquitos, luego de abastecerse debían tomar un transporte o caminar durante horas con el mercado hasta su casa.













Después de muchos años, visitaron la antigua casa de sus padres, se encontraba abandonada pero aún en pie, los actuales dueños planean derribarla dentro de poco, para hacer de esta tierra fertil un lugar lleno de cultivos, lo mismo hizo Marquitos. En la casa de los Ariza podia faltar lo que sea, pero no comida, él solia cultuivar: arracacha, yuca, platano y malanga, mientras Teresita tenía su jardin al rededor de la casa, haciendo de el lugar la casa más colorida de toda la zona.







Siempre que los abuelitos enfermaban, acudían a la finca vecina, donde un generoso hombre llamado Rodrigo le informba a los hijos que estabaán en Bogotá la situación de sus padres, ya que para la época, ellos eran los vecinos más cercanos con teléfono, además era un muy buen amigo de Marquitos y Teresita.












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