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Ni nos fuimos ni hemos estado
FotografĂas por: A n d r ĂŠ s S an d o v a l Andres Palomeque Laura Alvarez
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Introducción
Changes- Black Sabbath es nuestra recomendación para hacer de su experiencia más completa. Cuando hablamos de cómo un espacio evoluciona dentro de nuestra cultura, se ve como el hecho de tener que trasladarse constantemente de un lado a otro, lo cual puede o no cambiarnos como personas, al igual que desprenderse de los objetos o no que uno usa como con los que adorna su casa. Lo otro son las personas que normalmente pierden ese contacto físico con uno, cosa que se podría recuperar, mas normalmente puede perderse. Es este el dilema que hemos tenido en el transcurso de nuestras vidas.
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La mayoría de sus hijos fueron bautizados en la Parroquia las Aguas. Las fiestas de aniversarios y primeras comuniones de mis dos tíos mayores se celebraron en la casa de la Familia Moreno. Una vez mi abuela compra su casa, las demás celebraciones de cualquier otra índole se organizaron en el segundo piso de la actual casa. Las escaleras fueron el escenario para la foto de recuerdo. Los vestidos de comunión y los disfraces se heredaron durante unas dos décadas. Las copas para el vino fueron y siguen siendo las mismas. El tercer piso pasó a ser el nuevo escenario para las celebraciones y, aunque todos tengan ya su nuevo hogar, es en la casa de mi abuela donde nos reunimos todos para festejar. Del lugar que les hablo se encuentra en la Localidad la Candelaria. Inicialmente la casa de los padres de Clementina Muñoz (Directora del colegio Comercial moderno) y actualmente propiedad de Alcira Sopó, el hogar, en donde mi familia creció. La fachada, imposible de cambiar y los interiores se modifican siempre y cuando se expida un permiso a la administración local. -Laura Alvarez
A pesar que yo haya cambiado de hogar al menos una vez cada año o dos durante mis 20 que he vivido, puedo llegar a tener un cierto apego a unos lugares en particular; a memorias espaciales de ellos que se han mantenido hasta el tiempo presente. Aunque muchas veces estos parecen quedarse en un olvido que apenas se recuerda en la vida familiar, debido a esa necesidad de estar siempre cambiando ciertos hábitos, personas, comidas, vestidos e incluso de pensamiento. Lo más claro que me queda de ello es como ese “excepcionalismo” paisa, el cual contagia al uno vivir en Medellín. Hace que uno pinte esa ciudad en particular como la gran oportunidad perdida del país, no sólo de una forma de ser el del centro del país, sino que la más importante y la más avanzada. Aparte de esa conformación de ciudad que ha quedado en mí, no sabría decir de donde me considero, haber vivido en 4 ciudades distintas, muchas veces teniendo vacaciones en lugares lejos de donde vivía, conocer lugares tan distantes en este país como los llanos en el Casanare o la puerta de la amazonia en el Caquetá, he visto tanto y por ser de tantos lados, no me apego a nada. Pero aunque haya comentado todo esto, no significa que todo me haya importado un bledo. Acompáñenme a conocer eso que no solamente para mí, sino para mi familia, tiene una profunda carga emocional.
Cali fue su primer hogar, donde aprendió a caminar, a hablar y a disfrutar de las cosas que tiene la vida. Una serie de sucesos hicieron que él tuviera que cambiar de ciudad y con ella su estilo de vida. El cambio no fue fácil, sin embargo, el apoyo y cariño de su familia siempre lo hacían sentirse en casa. El dio el paso que muy pocos se atrevieron a dar, pasar del ambiente “sabroso” de cali, a la arenosa costa atlántica, a la humedad tropical del pacifico colombiano y finalmente al ambiente frío e indiferente de Bogotá. Pero no fue en vano. Hoy en día gracias a ese paso, gran parte de su núcleo familiar emigró a Bogotá y encontraron mejores oportunidades laborales y una vida mejor. A pesar de todos estos cambios de ciudad el conserva memorias de cada una, memorias como: cuando aprendió a nadar en Buenaventura (Valle del Cauca), su primera vez en un “gusanito/banana” en Cartagena (Bolívar), las calles coloridas de Nuquí (Chocó) y el pescado de la señora Celia, el parque de los frutos pichos en Cali (Valle del cauca). Todas estas memorias siempre le hacen recordar que en cada lugar él ha encontrado el calor y amabilidad de un hogar y que ni me fui, ni estuve. -Andrés David Palomeque
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Conclusión
A partir del proyecto nos dimos cuenta que los espacios no solo se conforman de paredes o calles sin color. Sino que por el contrario, son lugares llenos de recuerdos dulces y amargos, estos al llenarse de recuerdos se convierten en espacios significativos por su carga emocional. Durante la realización de este proyecto, especialmente durante la búsqueda de las fotos, los tres coincidimos en que al ver las fotos, tuvimos una sensación difícil de describir, casi como si miles de recuerdos, que pensábamos que ya se habían perdido, volvieran con absoluta claridad a nuestra actualidad. De lo anteriormente mencionado, nace la importancia del título “Ni nos hemos ido, ni hemos estado”, ya que aunque hayamos cambiado de espacios durante nuestras vida, la memoria apoyada desde lo emocional y, también desde la fotografía, hace que estos se sientan como si estuvieran en su estado original, puesto que siempre van a guardar esas memorias, sin importar si estamos o no en el lugar. Ya no solamente consideramos visitar a los vecinos o siempre ir al mismo lugar de la ciudad. El límite se expande. La posibilidad de viajar a otras regiones o de emigrar a las grandes metrópolis, es un contraste entre lo dinámico y lo inamovible. Aunque en un comienzo las ciudades fueran nómadas en la época colonial, a medida que formaron su cultura e identidad, en gran parte gracias a la geografía montañosa del país, se empezó a cimentar la ideología del “ser de aquí, orgulloso de aquí”.
A diferencia del desplazamiento forzoso, la mayoría de la población se asienta en el lugar donde nació, en especial si es la ciudad o el pueblo relativamente grande, con el fin de imprimir su vida en él y para ser no solamente el acreedor de un gentilicio, sino también de toda una identidad. Muchas veces impresas por la transversalidad de Hispano América, como el idioma y la religión, de exponer esa forma de hacer y ser particular. Por eso cada foto, aun teniendo a la persona como centro, caracteriza el ambiente en el que se encuentra y se encontró, lo retrata con de manera que se ven las cosas y los ambientes como fueron y como son.
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