Orgullo y lucha Melissa Andrea Baraque Agamez
ORGULLO Y LUCHA Melissa Andrea Baraque Agamez
Profesor Gabriel Rojas
Universidad Externado de Colombia Facultad de Comunicación social y periodismo
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ORGULLO Y LUCHA
Melissa Andrea Baraque Agamez
Mi familia es una de las partes más importantes en mi vida, son ellos quienes me han forjado a partir de sus experiencias y opiniones. Somos una familia que ha salido adelante por medio de la dedicación y el arduo trabajo, la humildad y la responsabilidad son una pieza fundamental dentro de la gran pieza en construcción que somos como familia, sin embargo, aspectos como el orgullo relucen constantemente a la hora dehacer referencia a los miembros de esta familia. “Lo errores son formas de volver a empezar desde cero, y ser mejores de los que fuimos ayer”, esta frase dentro de un gran repertorio de lecciones que mi dos abuelos maternos y mi madre me han formado como mujer. Mi familia es tan especial para mí como una flor en invierno.
Semiramis Baraque Madre e hija. Semiramis Esther Baraque Agamez nació en Cartagena el 15 de Enero de 1972. Su nombre al igual que sus hobbies estan llenos de creatividad y singularidad. Desde muy joven el amor hacia las artes jugó un papel muy importante en su vida; desde la pintura hasta la danza se desempeño con excelencia y rectitud durante toda su vida escolar. Estos hobbies se convirtieron en su refugio. Lamentablemente, no podía convertirlos en su profesión y se dedicó a estudiar, ser profesional y trabajar. En un mundo liderado por hombres alcanzo sus objetivos y se consolido profesionalmente; en constante estudio y capacitación permanentemente ingreso a la Policía Nacional como funcionario público en carrera administrativa y en casi 26 años de labor, ha hecho de “Dios y Patria” su lema de vida. Su labor administrativa comprendía viajar por el territorio colombiano y asesorar, guiar y acompañar a las diferentes unidades a nivel país. “Yo sé a qué hora entro a laborar pero no sé a qué hora salgo”, decía antes de los 29 años, tiempo en el que el amor la obligo a parar un rato y por situaciones ocasionales decidió y acepto ser madre. Su vida cambio 360º, su trabajo ya no era el centro de su vida, una pequeña niña de ojos negros se convirtieron en su fortaleza para seguir luchando y su debilidad. “Puedes estudiar para cualquier profesión, pero para ser madre no se estudia, se aprende con el día a día. Y esa hermosura no tiene botón de apagado”, siempre lo dice. Transformo su vida, sus amigos, su trabajo, todo en torno a su hija. En el 2003 llega la neumonía y pone a prueba la salud de su tesoro y su fe. De rodillas, perdona y pide perdón, con lágrimas pide al altísimo un milagro, que se ve hecho realidad poco a poco. Por la misma razón que acepta ser madre, tres años y medio después, se radica en la ciudad de Bogotá, para dar un mejor entorno de vida a su hija y contra viento y marea comienza de cero, pero con su corazón lleno de fe y esperanza, lucha y vie como Dios la bendice con salud, trabajo y fortaleza.
“...Caminante, son tus huellas el camino y nada más; caminante, no hay camino, se hace camino al andar. Al andar se hace camino y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar. Caminante no hay camino, sino estelas en el mar...” -Antonio Machado.
RUTH DE BARAQUE Madre y abuela Ruth del Socorro Agamez Oviedo nació en el Carme de Bolívar en medio de dificultades económicas y sociales. Los paramilitareas rondaban las zonas aledañas e incluso presenció en una ocasión el secuestro de su tío por parte de estos; el papel de la mujer estaba relegado y su abuela tomó la decisión de no enviarla a estudiar bajo la premisa de la inseguridad y la falta de valor que era propio de la época. Sin embargo, posterior a contraer matrimonio sus funciones como ama de casa se ampliaron y fue necesario que su esposo se dedicara a explicarle sobre las matemáticas y la economía. Años más tarde, recibiría a su aliada, su primera máquina de coser. Hasta el día de hoy mi abuela se ha encargado de confeccionar los trajes de bautizo de cada nuevo miembro de la familia y a pesar del constante progreso de su diagnosticado alzheimer, sus memorias y destreza frente a la máquina siguen intactas. Dentro de los recuerdos dolorosos que su mente se niega a olvidar se encuentra la muerte de su primer hijo varón, Boris, quién se desempeñó un tiempo en la infantería de marina siguiendo los pasos de su padre y quien más adelante en compañia de sus compañeros en una solitaria carretera sufriría un aparatoso accidente que lo llevaría a la muerte a sus cortos 27 años. Posterior a su muerte, Ruth y su hija Semiramis se encargaron de recopilar fotografías y logros en busca de un consuelo a su incesante dolor que la persigue hasta la actualidad. Cuando llego a la capital se aferró a una pequeña caja negra la cual había sido el regalo de bodas de su abuela poco antes de abandonar el Carmen de Bolívar para mudarse junto a su esposo, a su nuevo hogar en un prominente barrio de Cartagena.
“Porque para amar hay que sentir, y para querer hay que saber. Que falta el corazón para que pueda sentir y aprenda, a querer. Un corazón de madera, te voy a mandar a hacer...” -Orlando Contreras.
SALOMÓN BARAQUE AGAMEZ Padre y abuelo
La pobreza y la incesante lucha son algunos aspectos que resaltan de la vida de mi abuelo, quien después de servir a la Infantería de Marina por más de 25 años, ser galardonado y reconocido tanto por colegas como superiores, es hoy un hombre que descansa plácidamente en un cómodo sofá de cuero negro, sin embargo, su cuerpo es la memoria de una vida ampliamente activa y llena de riesgos. En la actualidad mi abuelo no puede ver absolutamente nada en su ojo derecho y un poco más del 2% por su ojo izquierdo, además, se ha sometido a varias cirugías de rodilla y hombros, e incluso se encuentra en la amplia lista de espera para un trasplante de riñón. La adquisición de la silla de ruedas fue un conflicto latente posterior a la primera cirugía de rodilla, sus condiciones físicas no eran óptimas y fue por medio de proezas que entre todos los miembros de la familia logramos convencerlo de utilizarla como un medio para su comodidad. Hasta el día de hoy, mi abuelo se siente inmensamente agradecido por esta, y es una herramienta que le ha permitido mantenerse cerca de aquellas salidas de fin de mes a los centros comerciales en compañía de toda la familia. Debido a su enfermedad y condición fue necesario adaptar todo el cuarto para sus necesidades, permitiéndole tener todo más cerca y sencillo a la hora de usarlo. La radio negra que mantiene al lado de su cama es un recuerdo de su juventud, mientras que la pequeña radio plateada en la cabecilla de su cama es su fiel compañera en sus largas sesiones de diálisis. Durante mi niñes, mi abuelo fue aquel hombre fuerte e indestructible, capaz de hacerme volar por los aires con una sola mano y reparar todo lo dañado, desde mi cocinita hasta las filtraciones en los cuartos. Además, era capaz de señalar los cielos y nombrar cada pequeña estrella a kilómetros.
“ Soy Infante de Marina , brazo fuerte de mi armada soy valiente en mar y tierra por mi patria colombiana. ... A la compañia antares le rindo culto en mi voz, aquellos bravos Infantes patriotas de mi nación.”
- Himno Infantería de Marina.
Agradecimientos
Previamente a la elaboración del trabajo tenía la certeza de las dificultades que enfrentaría en el camino. Desde el manejo del tiempo, hasta la poca colaboración por parte de algunos miembros de la familia, que no tuvieron tapujo alguno en exponer su descontento al colocar el lente de la cámara muy cerca; me encuentro inmensamente agradecida con los tres miembros de mi familia que aceptaron y posaron con gusto ante este inexperto lente de la cámara.
A mi abuelo Salomón le agradezco inmensamente sus esfuerzos físicos y la confianza depositada en mis manos, permitiéndome entrar en su “cueva” personal y realizar las primeras fotografías cercanas a su rostro posterior al desarrollo de la ceguera.
A mi madre le debo el mayor de los abrazos. Hizo de la elaboración de este arduo proyecto un camino de risas, lágrimas y recuerdos.
Le agradezco a mi abuela su dedicación, poca modestía a la hora de desenvolverse frente a la cámara, y fortaleza a la hora de recordar sus últimos momentos en conjunto con su fallecido hijo, Boris.
A mi profesor le agradezco por sus aportes, y correciones que buscaron hacer de este trabajo un acervo familiar.