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En esta foto se representa la union que existe entre mi madre Claudia y su hermana Sandra. La foto fue tomada en el embalse de Tomine, que esta ubicado en Guatavita, en un viaje al cual fueron junto con su hermano Jhon, y sus novios en ese entonces Ricardo y Alberto. Los recuerdos de ese viaje aun perduran y saln a la luz en cada reunion familiar.
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Se busco crear la misma escencia de la foto anterior, sin embargo, en esta ocasion no se muestra una conexion de sangre, sino de una fraternal en donde dos amigas se eligen como familia.
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Ricardo, quien es mi padre, luego del trabajo paso a visitar a mi madre, cuando ellos aun eran novios. En esta foto se encuentra en el estudio de la casa, la foto lo tomo por sorpresa y es la razรณn por la que se encuentra tan serio.
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Para el remake de la foto decidí ser la protagonista, meterme en los zapatos de mi papá e intentar crear la misma posición y facciones faciales que tenia él en ese momento.
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La foto en donde aparecen mi madre, mi tĂa y mi tĂo, fue tomada en el mismo viaje al Embalse de Tomine. Ellos se encontraban en ese momento en un bote, disfrutando de la brisa y de estar lejos de tierra firme. La alegrĂa que muestran sus rostros hace que los recuerdos vuelvan a surgir.
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Fue un tanto complicado realizar esta foto, ya que los escenarios son completamente diferentes, sin embargo, al estar juntos como amigos pudimos sentir una felicidad similar a la que demuestra la foto original.
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El bebé que se encuentra a la mitad de Claudia y Herminda soy yo, Catalina. Para ese momento tenia solo 20 días de nacida, era un gran avance el que yo estuviera en casa, ya que por cuestiones de salud tuve que estar 15 días en el hospital después del parto. Fue una de las primeras fotos de mi llegada al mundo.
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En este momento tengo 18 años y sigo siendo la consentida de la familia, la unión que tengo con mi abuela es fuerte como una roca y mi mamá se convirtió en mi mejor amiga.
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En esta foto tenia aproximadamente 3 años, fue tomada cuando estaba desprevenida, y aún así es sorprendente que mi cara de bebé estuviera tan fija en la cámara. El muñeco que traigo en la foto era uno de mis favoritos, una oruga que cuando la tirabas de un extremo se encogía.
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El remake de la fotografía representa el cambio de mi vida a través de los años, donde una yo de 18 años prefiere los estudios a estar jugando con una oruga. Sin embargo, el que haga un puchero significa que no he perdido del todo esa esencia que me representa.
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Se estaban celebrando los 15 años de Claudia, mi madre, que, aunque la celebración estuvieron sus seres queridos, la felicidad no pudo ser completa ya que habían sufrido una calamidad familiar. Eso no quita el hecho de que su familia no deseo que ella pasara mal su cumpleaños.
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Decidimos que la protagonista de el remake no fuera mi madre sino yo, ya que desde que tengo memoria las personas a mi alrededor han dicho que somos prรกcticamente gemelas, y que seria buena idea interpretar a mi mamรก en sus tiempos de joven.
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Esta foto fue tomada en uno de los mejores días de mi vida. Nos encontrábamos en un Dia de la familia y teníamos preparada una presentación para los padres, la maestra decidió que yo sería una de las protagonistas, por esa razón en la foto pareciera que estuviera inquieta y mi madre me tenía atrapada.
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Mi madre y yo tenemos muy buena relación, aunque en ocasiones chocamos demasiado ya que tenemos un carácter similar, así que volver a vivir ese momento nos hizo darnos cuenta de que, no solo ya crecí, sino que también cada momento lo hemos compartido juntas.
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En esta foto Claudia, mi madre, se encontraba embarazada de mí, y quien está a la derecha es mi tía Sandra, la cual considero una segunda madre. Desde ese momento el vinculo de mi madre y mi tía se unió algún más, lo que provocó que nuestras familias fueran aún mas unidas.
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Aunque en mis planes a futuro no esta tener un bebé decidí que sería una experiencia interesante representar a mi mamá, además de que la relación con la persona que esta a mi lado es casi igual de fuerte que la de mi madre y mi tía.
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El cumpleaños número 16 de mi mamá fue muy especial, toda su familia planeó su fiesta, hubo muchos regalos y felicitaciones. Fue uno de los cumpleaños en donde mi mamá recuerda ser feliz todo el tiempo, y sus padres estaban felices también por ella.
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La idea de este remake, era mostrar la misma escena, pero una generaciĂłn despuĂŠs, donde mi madre sintiera la misma felicidad que sintiĂł su madre en ese momento de su historia.
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Oscar Collantes, fue el mejor amigo de Ricardo, mi padre. Se preguntarán porque lo digo en pasado, pues lamentablemente el falleció por causa del covid-19, sin embargo, el siempre será parte de mi familia, y siempre se tendrá su recuerdo en nuestros corazones. Su amistad fue de años, y compartían momentos increíbles como se demuestra en la fotografía.
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Para el remake de esta foto, quise ser la protagonista junto a mi mejor amiga, no solo por la uniĂłn que tenemos como amigas, sino tambiĂŠn para poder representar una amistad tan fuerte como la de ellos, una amistad que perdurarĂĄ hasta el final.
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En Diciembre del año 2007, mi madre debía renovar mi matricula en el colegio, así que como de costumbre, me pidieron las clásicas fotos en fondo azul. No obstante, el dueño del negocio donde siempre habíamos tomado las fotos decidió obsequiarnos una foto grande, así que creímos conveniente tomar una foto de madre e hijo.
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Recrear dicha foto, permite evidenciar que aquel niño ahora es un adulto, quién ahora tiene que abrazar él a su madre, pues al ser más grande, siente la profunda obligación de proteger a quien más ama.
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Tenia solo 2 años cuando mi mamá se vio obligada a meterme al colegio (pre- kínder), pues no había quien me cuidara ni tampoco jardines en la zona. En dicho año, se realizo una celebración para conmemorar el día de la madre, en medio del espectáculo mi padre decidió capturar el momento, pues era la primera vez que me veía sobre una tarima.
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Tener la experiencia de presentarme frente a un grupo de personas siendo tan chico me ayudo, pues nunca he sufrido de pánico escénico. Además, la música se ha vuelto fundamental en mi vida; y de la mano de la guitarra, he caído hechizado por la diversidad que existe en el arte de la melodía.
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A mediados de los 90, mi padre vivía junto a su madre y hermanos en Bochica, un barrio humilde en el sur de Bogotá. Hember, hermano gemelo de mi padre se dirigió hacia la cocina con su cámara nueva, llego y tomó la foto sin previó aviso, pero retrató algo que no ha cambiado pese a los años. Alguien metido en la cocina de mi abuela.
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Esta fotografía fue la más fácil de recrear, pues aquella escena cotidiana retratada el siglo pasado, sigue siendo rutinaria en la actualidad, así que conseguir que mi padre estuviera en la cocina de mi abuela esperando por algo fue pan comido. Además, refleja que, aunque la cocina haya cambiado, la familia no.
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Tenía apenas 18 meses de edad; mi madre, estaba completamente enamorada de mí, así que decidió ponerme la ropa que mi padrino me había regalado hace apenas 6 meses en mi bautizo, me llevo a la peluquería para intentar que estuviera lo más arreglado posible. No obstante, de camino a el lugar mi padre boto una de las botas que tenia aquel día, hecho que mi madre aún lamenta profundamente, pues le encantaba verme con ellas.
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A la fecha tengo 19 años, crecí, pero pese a ello, mantengo facciones faciales que dejan notar, que pese a los cambios que ha traído el tiempo, la esencia se conserva, tal como mi papá conserva su manía de botar todo.
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Frente a la que aún es mi casa, hace 16 años, mi padre y mi tío buscaban retratar aquellos niños que ellos esperaban fueran muy unidos a lo largo de sus vidas. Ambos, riendo a carcajadas, con inocencia en las miradas, sin percatarnos de que aquella fotografía dejaría para la historia de nuestra familia la evidencia de que las amistades de toda la vida son posibles.
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La vida trajo cambios en nuestras vidas que jamás llegamos a imaginar, crecimos y al hacerlo perdimos aquella inocencia que permanece en los ojos de los niños, ambos hemos a travesado eventos que formaron nuestro carácter. Sin embargo, seguimos siendo tan unidos como aquellos días, queriéndonos como si fuésemos hermanos y comprometidos a estar para el otro siempre.
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Era el año 2004, mi familia se reunió en mi casa el domingo para almorzar y charlar; de pronto surgió el tema de como los entonces niños de la casa habían crecido de rápido, así que decidieron comenzar a tomarnos fotos frente a la casa. Mi padre me convenció para poner cara de serio pues le pareció gracioso.
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A la fecha vivo en el mismo lugar, lo que permite ver el paso del tiempo no solo en mi sino en el entorno y genera que la familia se emocione al comprobar de primera mano que los aĂąos no pasan en vano.
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En 1997 y tras un año de casados, mis padres decidieron realizar un viaje en moto hasta Tuluá, con la intención de visitar al tío de mi madre, Pedro, quien vivía allí junto a su familia. Fue un viaje inolvidable para ellos, en el que pudieron conocer gran parte del valle colombiano en pareja. Hoy en día, perduran en su memoria aquellos momentos de locas aventuras y mucho amor.
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Han transcurrido 23 aĂąos de aquel viaje, su relaciĂłn ha ido cambiando junto al paso del tiempo, ahora son padres de un hijo que ya ha cumplido la mayorĂa de edad. Pero pese a las transformaciones que han impactado su vida y pese a las adversidades, continĂşan juntos, intentando preservar ese amor que los ha mantenido unidos a pesar de todo.
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Tenia un año y medio de vida, saldría a un centro comercial a comer junto a mi mamá y abuela; esta última, fue la que se encargó de arreglarme y vestirme. Se sintió orgullosa e invadida de ternura, así que le pidió el favor a mi madre que me fotografiar, además de hacer ver su interés en tener la foto de su primer nieto.
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El amor de abuela, como era de esperar, a perdurado, ya no es ella quien se encarga arreglarme o vestirme. Pero se mantiene orgullosa al ver como su nieto se convierte en el hombre que ella anhelaba mientras me cuidaba en el pasado.
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Aquel día de la reunión familiar, mi primo; quien es solo un par de semanas mayor que yo, tampoco fue exento de la sesión de fotos organizada por nuestros papás, pues todos querían hacer registro de los niños que en un suspiro serian hombres.
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Tras 16 años, y a pesar de la sensación de que varias cosas no son las mismas, como aquellos tatuajes y tintura en el cabello, sigue siendo un joven amigable y alegre, que busca siempre preservar la esencia de aquel niño inocente que posaba hace tantos años.
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TenĂa 5 aĂąos cuando mis padrinos me regalaron mi primera bicicleta, me monte de inmediato, emocionado, aunque confundido pues no tenia idea como moverme en ella; me pusieron el casco con la que venĂa, para que todos pudieran verme con el kit completo. Al verme, decidieron tomar la foto para inmortalizar aquella experiencia.
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La bicicleta se convirtió en algo muy natural para mí, pues mi padre me infundo el ciclismo como una manera de transportarse libremente haciendo deporte, y claro, exigiendo el cuerpo. He tenido que pasar por diferentes tamaños y modelos a medida que crecía, pero el amor por el caballito de acero me acompañara hasta el fin de mis días.
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En un lugar lleno amor y alegrĂa, yo (Stefania) disfrutaba de mi hogar y de los buenos momentos junto a mis padres a los que les posaba constantemente para que me tomaran fotografĂas.
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aún vivimos en el mismo lugar donde disfrutamos de la compañía de cada uno y nos enfocamos en capturar los buenos momentos por medio de fotografías, por eso el remake de está foto.
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En el 2013 la familia Torres Hernandez se reunió para celebrar el cumpleaños 85 del mayor de la familia, mi abuelo oliverio, sin saber que ese sería el ultimo cumpleaños en el que nos acompañaría.
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En memoria de Oliverio recreamos está fotografía para mostrar el vacio que nos dejó con su partida.
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Alvaro en busca de un mejor futuro para su familia decidio comprar un apartamento para que toda su familia pudiera vivir mas comoda. La nueva casa era un cambio para todos, y un nuevo comienzo lleno de ilusiones para ellos.
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Actualmente la familia Torres Otalora continua viviendo en este apartamento que esta ubicado en suba, y lo ven como un hogar lleno de recuerdos de la infancia de Stefania.
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Ofelia vivía en el Libano Tolima donde en 1988 quedó embarazada de su primogenito Miguel y es en está fotografía donde representa la felicidad y las ansias que tenía por la espera de su hijo.
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Actualmente Ofelia no vive con el padre de su primer hijo, se trasladĂł a BogotĂĄ y goza de su vida en la ciudad junto con sus hijos y su nuevo compaĂąero de vida
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Ofelia disfrutaba de los primeros aĂąos de su hijo con mucha felicidad y conmemorada por ser la mejor vendedora de su epoca en su pueblo natal.
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Ahora representamos la fotografĂa de tal manera que se evidenciara que aunque no vive con su hijo si disfruta de la compaĂąia de su hija con la que vive actualmente.
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Era el año 1978, mi papá Alvaro disfrutaba de la celebración del 24 de diciembre junto a su familia, en especial junto a su mamá Teresa a quíen podemos ver en la fotografía.
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Alvaro disfruta de la compaĂąia de su esposa Ofelia, la persona que escogĂo como su compaĂąera para el resto de su vida.
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En el Libano Tolima, Ofelia luego de tener su bebĂŠ trabajaba en la galeria del pueblo donde se dedicaba de dĂa a vender calzado y de noche a cuidar de su hijo.
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Ofelia actualmente cuida niĂąos en la ciudad de BogotĂĄ, vive con su hija Stefania y su pareja Alvaro.
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Alvaro y Ofelia se conocieron a mediados de 1998, se dedicaron a creccer y evolucior como pareja, se graduaron y es allí donde los podemos ver celebrando 2 años después de formalizar su relación.
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Alvaro y Ofelia aĂşn viven juntos a la espera de iniciar nuevos proyectos como pareja, ademĂĄs que se dedican a cuidar de mi, su hija Stefania.
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En el 2009 la familia Torres Otalora salio de una presentacion del colegio en donde estudiaba su hija Stefania, decidieron tener un recuerdo de ese dia ya que la estrella de la presentacion fue su hija.
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El remake de esta foto tuvo la finalidad de recordar un momento feliz que tiveron los tres como familia. Actualmente desean compartir mas momento juntos.
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En colaboraciรณn con las familias: Hernรกndez Barbosa Zarate Chaparro Torres Otalora
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