Francisco Clavijo Viรณzquez
“Imagínate un campo tapizado de azul hasta el horizonte y un perfume intenso de mil flores de lavanda que impregna toda una región. Ahora visualiza un camino salpicado de châteaux, iglesias románicas y pintorescos pueblos de callejuelas adoquinadas que cada mañana cobran vida con el rumor de sus mercadillos. Sí, hablamos de la Provenza que ha cautivado ya a celebrities de la talla de Angelina Jolie y Brad Pitt, quienes han adquirido una mansión allí para disfrutar de sus encantos durante todo el año. Sigue la ruta trazada por valles, laderas y montañas teñidas de azul intenso y callejea por los populares mercadillos de los pueblos de la región. Activa tus cinco sentidos y adéntrate en el jardín de Francia. ” Este párrafo, sacado de una guía de viajes, captó poderosamente mi atención y me hizo pensar que, al fin y al cabo, no sería tan mala idea el cambio de planes. Y es que cuando Mª Reyes, ya avanzada la primavera de 2011, nos propuso cambiar el proyectado viaje veraniego a Italia por este otro más cercano a la Provenza, para mí fue una decepción (¡Adiós mi Siena querida!) y para Juani un alivio. En los nuevos planes entraba realizarlo con nuestro coche y así, al evitar visitas concertadas, horarios apretados, autobuses para acá y para allá… Juani lo veía más cómodo ya que últimamente no está para los trotes de un viaje organizado por agencia. En cuanto a mí, qué remedio, tuve que adaptarme y como me gusta saber de antemano dónde me voy a meter, heme aquí buscando información sobre la Provenza, pues aparte de que fue la primera provincia romana, de que allí está la Costa Azul, que deben criarse muchas hierbas aromáticas, que sus muebles son de un rústico acogedor y de que fue elegida por muchos pintores buscando la luz para sus obras… poco más sabía de esta tierra. “La región de Provenza se halla en el sudeste de Francia. Limita con los Alpes al norte, con el valle del río Ródano al oeste, con el mar Mediterráneo al sur, y con Italia al este. Se distribuye entre los d e p a r t a me n t o s de Alpes-de-HauteProvence, Hautes Alpes, Alpes Maritimes, Var, Bouches-du-Rhône y Vaucluse.” Como sólo disponemos de una semana, nosotros nos vamos a centrar sólo en dos de esos departamentos: Bouches du Rhone y Vaucluse. Mª Reyes piensa establecer nuestro centro de operaciones en Arles donde, a través de Internet, ha alquilado un apartamento. Internet también me permite ver dónde se encuentra el tal apartamento y ¡oh, sorpresa! está situado al lado del anfiteatro romano. ¡Más céntrico, imposible!
Place du Forum
Place de la Republique Saint Trophine
Teatro romano
Boulevard des Lices
Rue Voltaire Arènes (Anfiteatro) Apartamento. Rue Renan, 16 Place de la Major
Rue de la Madeleine
Nuestra zona de operaciones.
Boulevard Emile Combes
Lacoste
¿Y ya que estamos en Francia, por qué no visitamos Carcasona? ¿Y ya en Carcasona, por qué no atravesamos los Pirineos? ¿Y por qué no volvemos por Cuenca que nos han dicho que es muy bonita? Y así planificamos nuestro viaje:
Itinerario
Castellar —- La Junquera
Distancia en km. 859 km
La Junquera —- Arles
264 km
Carcasona —- Ribes de Freser
262 km
Arles —- Carcasona
Ribes de Freser —- Cuenca Cuenca —- Castellar
226 km 649 km
Total recorrido:
326 km
2.586 km
(Más desplazamientos en Provenza) Arles
Parking: Place de la Major
Boulevard des Lices
Boulevard Emile Combes Estación Avignon
Boulevard Saint Roch Place du Palais
Boulevard du Rhone
Aix en Provence
Place de Bellegarde
Rue Enmanuel Signoret Rue du Chapitre
Carcassonne
7 Avenue du Marechal Fox Chemin des Ourtets
Plateau Narbonnise
Chemin des Anglais Hotel Bristol
Ribes de Freser
Ntra. Sra. de Gracia, 3 Hostal Puerta de Nuria +34972727137
Cuenca
Ronda de San José, 1 Hotel NH Ciudad de Cuenca +34969230502
Parking:
Auditorio: Paseo del Huécar,
junto al Teatro Auditorio, a los pies de las Casas Colgadas.
Ext.: Gratis. Subterrá: Pago. C/. Andrés Cabrera: Subiendo a la Plaza Mayor a la izquierda.
C/. Larga: Por el Castillo.
Estos son los lugares donde vamos a pernoctar. Todo lo llevamos planificado, incluso hemos visto por Internet los lugares donde podemos aparcar. ¡La red es una gran ayuda!
Claro que, luego vendrán los imprevistos.
Viernes, 22 de julio de 2011 Salida:
Castellar—La Junquera
LLegada:
7:30 h.
17:30 h.
Hemos hecho 3 paradas. Llevamos el coche de Mª Reyes, un SEAT Ibiza nuevo, ya que es el que menos consume de los tres.
El trayecto no se nos ha hecho pesado, nos hemos relevado los tres en la conducción.
Hotel “La Jonquera” Está situado en un polígono industrial, prácticamente en la frontera.
Hay supermercado, peluquería, restaurante, cafetería, gasolinera y club nocturnos a montones… como “Ciudad Juarez”.
Luego me enteraría que La Junquera es algo así Aquí acuden multitud de franceses los fines de
semana buscando diversión.
Sábado, 23 de julio de 2011 Salimos a las 8 h. tras desayunar por turnos. He observado que unos rumanos estaban pendientes de nuestros movimientos y no hemos querido dejar el coche cargado sin vigilancia.
El trayecto ha sido ameno, la autopista magnífica. Conducía Nieves, así que he podido empaparme del paisaje, mucho más verde que en España.
Llegamos a Arles y primer contratiempo. Es día de mercadillo y los boulevares les Lices y Emile Combes están cerrados al tráfico.
Menos mal
que traemos planos y decidimos aparcar en la Estación a la que llegamos tras dar no pocos rodeos, ya
que
el trayecto
que
nos
sabíamos está cortado. De allí nos
vamos andando a la Place Major pues sabemos que está muy cerca del apartamento.
No hay nadie esperándonos en la
plaza, pero no importa, la vista es impresionante.
El apartamento está en la Rue Ernets Renard, una preciosa callejuela con escaleras empedradas que por un extremo da a la Place Major...
...y por el otro al Anfiteatro romano.
Aparece le dueña, nos enseña el
apartamento y quedamos prendados de él. Mientras Juani, Reyes y Nieves se quedan en él, yo voy a por
el coche y tengo la suerte de que al llegar a la plaza hay un aparcamiento libre.
Nos instalamos apresurada-
mente y salimos a comer. Estamos deseando conocer la ciudad.
famille_combaluzier@yahoo.fr
Esta preciosa acuarela de “nuestra calle” está en un libro que se compró Mª Reyes:
“Un petit tour en Provence…”
Nuestro apartamento. Una vieja casa adaptada a las necesidades actuales. Me encantan los techos con sus viejas vigas de madera.
Nos decidimos por un restaurante de la plaza Lamartine, lentísimo. Menos mal que nos ameniza la
espera un músico callejero cantando
canciones
españolas.
Al
comprobar que las coreamos se acerca y comienza la juerga:
“Olí, olá, cada día te quiero más
Olí olí, olá olá, cada día te quiero más…”
Tras llenar el frigorífico con las compras hechas en una pequeña
tienda, sacamos un pase para ver
los monumentos y museos de Arles en la Oficina de Turismo del Boulevard des Lices. Visitamos los Cryptoportiques en el subsuelo del Ayntamiento, base del antiguo Foro romano. Callejeamos el casco antiguo y orillas del Ródano.
Frédéric Mistral, poeta y defensor de la lengua provenzal.
Los Nombres de las calles y
Plaza du Forum
plazas de Arles, llamada la
“pequeña Roma de las Galias”
por el poeta Ausonio (s. IV), aún recuerdan su pasado romano: Rue des Arenes
Rue des Thermes
Place du Forum... Place de la Republique.
Al fondo el Ayuntamiento y
a la derecha la catedral de Saint Trophime.
En la calle que sale de esta
plaza hacia el B. des Lices hay
una tienda llena de “santons”, figurillas de arcilla hechas a mano con las que decoran los
belenes en Navidad. Los hay de todas las formas y tamaños, pero sus precios los hacen
“Sa nt
on sd
el
aP ro
ve nz a
”.
prohibitivos.
En nuestro callejear tropezamos
con rincones preciosos, como éste.
El pórtico de la catedral de Saint
Trophime es una joya del románico.
Cada vez que pasábamos delante de ella, y fueron muchas, no me
cansaba de admirarlo. Desde su
tímpano un Pantocrátor imparte su bendición. La limpieza que le han
hecho ha dejado las esculturas como recién salidas del cincel. Los doce
apóstoles que hay bajo el Pantocrátor parecen hechos de plástico.
A las 9:30 asistimos a una muestra de
mĂşsica provenzal en el Claustro de Saint Trophime. El canto de un trovador
y la tenue luz del Claustro
pone punto final a un dĂa
pleno de emociones.
La joya de Arles es el Anfiteatro
romano. Fue construido siguiendo el modelo del Coliseo y es uno de los
mejor conservados. Durante la Edad Media sirviรณ de fortaleza y en su
interior se construyeron mรกs de 200 casas y dos capillas. En el siglo XIX recuperรณ su aspecto original.
Las contraventanas Posando ante
dan a las casas un
frente a las Arenes.
acogedor, aunque a
que pintĂł
falta una mano de
la casa amarilla, Aunque no es la Van Gogh
aspecto rĂşstico y
algunas les hace pintura.
En realidad cada casa ,
Cada ventana
es un espectĂĄculo
Cerca de un centenar de talleres perpetúan todavía en la actualidad la tradición del santón de Provenza. La más antigua Feria de santones, inaugurada en Marsella en 1803, tiene hoy un éxito intacto, cada año, de mitades de noviembre a finales de diciembre. ¿Pero qué es un santón? Pequeñas figurillas de arcilla de muchos colores, para belenes de Navidad, los “santouns” o “pequeños santos” aparecieron en Provenza a finales del siglo XVIII, representando la escena de la Natividad, los Reyes Magos y los pastores, pero también toda una serie de personajes, testimonios del pueblo raso provenzal de antaño y de sus oficios tradicionales. Historia de los santones Para entender como aparecieron, cabe remontarse a la creación del primer belén de Navidad, tradicionalmente atribuido a san Francisco de Asís, quien hubiera pedido a los habitantes de su pueblo de Grecchio, en 1223, que desempeñaran los papeles de los personajes de la Natividad. Los primeros belenes con figurillas aparecen posteriormente en las iglesias, en torno al siglo XVI. Pero, tras la Revolución Francesa, que genera la supresión de la misa de gallo, el belén, hasta entonces de gran tamaño, cambia de formato para convertirse en belenes en miniatura que las familias colocan en sus hogares. Una pequeña industria se pone a fabricar los personajes. Fue entonces que aparecen, en Provenza, los santones. El belén provenzal En su origen, el belén se limita a los personajes de la Natividad. Los santoneros, o fabricantes de santones, van a inspirarse del pueblo provenzal para ampliarlo con nuevos personajes. Citando solo unos cuantos: el ángel Boufareu que guía el pueblo hacia el establo; el ciego que recupera de repente la visión; el cura, barrigón y calvo, de la parroquia vecina; Marius, personaje esencial que, como el personaje de Tartarín de Tarascón de A. Daudet, no tiene la lengua en el bolsillo; también hay una gitana, el pescador, el portador de agua, el encantado, el afilador...
Avignon
Los
p r o v e n za l e s
dicen
Domingo, 24 de julio de 2011
que
“quedarse a las puertas de Avignon es
quedarse
a
las
puertas
del
plazas,
sus
Paraíso”. Algo exageran, aunque sus fortificaciones,
sus
palacios y el río que la baña les dan
algo de razón. Conseguimos aparcar, tras muchas vueltas en Allées de Lóuille, entre las murallas y el Ródano. Atravesamos las murallas y nos dirigimos hacia la
Rue de la
République, la cual se encuentra muy animada.
Hay
festival de teatro y las
distintas compañías se anuncian de mil maneras. Verjas, farolas y paredes están empa-
peladas con propaganda del festival. Oficina
Nos acercamos a la
de
Turismo
y
nos
dirigimos, siguiendo esta vía
principal, hacia el Palacio de los Papas. Pasamos por la Plaza del Reloj,
bordeada por numerosos cafés y restaurantes y
presidida
Ayuntamiento y la Ópera.
por el
El Ayuntamiento, del 2º Imperio,
engloba la Tour de l´Horloge, último resto de la época gótica.
El Palacio de los Papas es uno de los diez monumentos franceses más
visitados. En el residieron varios sucesores de San
Pedro desde 1309, cuando el gascón Clemente V
cambió las orillas del
Tiber por las del Ródano.
Del esplendor del palacio poco queda, salvo la mole de sus edificios y sus salas vacías.
El Claustro de Benedicto XII invita a la
meditación. Su galería porticada se sustenta
con austerísimas columnas y está coronada de almenas. Sólo quedan dos habita-
Sacristía Norte
El Duque de Borgoña
ciones decoradas: La del Papa (abajo) y la “Habitación del ciervo”.
Mª Reyes y yo subimos a las
almenas del Palacio y fotografiamos vistas espectaculares. Enfrente se encuentra el
Hotel des Monnaies. Nació en
1619 para acoger a la delegación pontificia del cardenal
Scipione Borghese, de quien se puede ver el emblema consti-
tuido por dragones y águilas. A la derecha, tras el Calvario
que precede a la Catedral, se
aprecia, al fondo, el Petit Palais. Tras comer en un restaurante
frente al Ayuntamiento, visita-
mos la Catedral (a la derecha el Calvario que precede a su pórtico) y los jardines Rocher des
Doms, el punto más elevado de la ciudad.
Desde sus miradores contemplamos unas vistas excelentes, destaca el
“medio puente” Saint Bénézet (s. XII). De sus 22 arcos sólo quedan cuatro. Hace demasiado viento.
Regresamos por la Rue de la Republique y volvemos al aparcamiento
rodeando las murallas restauradas por Viollet-le_Duc.
¡Una hartá de andar!
Les Baux
Por carreteras estrechas, pero
preciosas, nos vamos a Lex Baux, un precioso pueblecito encaramado encima de una peña.
Aunque actualmente viven muy pocos habitantes, entre los años 1000 y 1400 tuvo un periodo de gran esplendor, cuando los
señores feudales de Baux eran temidos en toda la zona.
Presidido por las ruinas del
castillo, el pueblo es de lo más
pintoresco. Hay que aparcar en las afueras y merece la pena
admirar las magníficas vistas de la cadena de los Alpilles cruzando el horizonte.
Les Baux parece haber sido convertido en un
“parque temático” para
turistas. Hay unos cuantos museos y galerías de
arte, pero lo más atractivo es recorrer sus empinadas y bien arregladas
calles hasta la parte alta donde encontramos la
iglesia de San Vicente, del siglo XII.
Compramos dulces típicos de la Provenza en una
tienda adornada con mucho gusto. Callejeamos, cada
casa ha sido transformada en un pequeño negocio de cara al turismo, todo
carísimo. Juani compra jabón, Reyes y Nieves
curiosean en las tiendas y yo exploro.
Como curiosidades
apuntar que, de 1642 a
1791, el pueblo perteneció a la familia Grimaldi de Mónaco.
El nombre de bauxita, mineral de donde se extrae el aluminio,
proviene de esta localidad por ser donde se
explotó por primera vez.
Los señores
feudales de Les Baux se creían descendientes del rey mago Baltasar,
de ahí su divisa:
“Au hasard Baltasar”.
Regresamos a Arles por carreteras distintas, también estrechas pero mejores.
No hay aparcamientos en la Place Major, por
lo que dejamos el coche en Emile Combes.
Corre viento y hace
fresco. Salgo solo a dar una vuelta pero el
“casi frío” me hace desistir.
Monumental atasco para llegar a Place Bellegarde donde hay un parking.
La Provenza se aburguesa en Aix: grandes bulevares como
el paseo Mirabeau, palacetes, mansiones , elegantes
tiendas, plazoletas, viejas
calles color amarillo ocre…
Lunes, 25 de julio de 2011 Hay que recorrer a pie el viejo Aix y
regalarnos la vista con algunas de sus joyas arquitectónicas como su
Catedral. Como hay un servicio religioso comenzamos por su Claustro,
pequeño y bonito. Mientras hacemos
tiempo tomamos un café muy caro en
una de sus encantadoras plazoletas. La Catedral de Saint Sauver reúne
una variedad de estilos, me gusta el gótico de su cabecera.
dicen que es un distrito más
de París y una de las ciudades más caras de Francia.
En su interior destaca el tríptico de Nicolás Froment “La zarza
ardiendo”. También nos ha gustado un
sarcófago paleocristiano que un señor
nos ha explicado muy amablemente y Reyes nos ha traducido.
Bajamos hasta la Plaza del Ayuntamiento con su Tour de
l´Horloge de 1510. En una plazoleta cercana nos encontramos
un mercadillo donde compramos varios tipos de salchichones típicos de la Provenza.
Y dos cajas de los célebres
“calissons”, dulces típicos de la ciudad a base de almendras y frutas confitadas. Todo muy caro, por supuesto.
Seguimos callejeando y en el Cours Mirabeau,
en la Oficina de Turismo, nos informan sobre la “Ruta de Cézanne”, un camino de tachuelas
doradas en el suelo que marcan el recorrido de
la vida del pintor, desde su casa natal hasta su
taller. Lo seguimos y nos pegamos una “hartá de
andar”. Tomamos el autobús 1 en la Rotonda que nos lleva al “Atelier” de Cézanne, su estudio
situado en las afueras. Vemos sus utensilios de trabajo y nos parece que el pintor ha salido a
tomarse un café y en cualquier momento aparecerá por esa puerta.
Desde el taller de Paul Cézanne, encaramado en la colina de Lauves, entre
olivos y hoy rodeada de chalets, el maestro disfrutaba de una vista perfecta
de su modelo preferido, la silueta azulada de la montaña de Sainte Victoire.
“Mirad a la Sainte Victoire -exclamaba fascinado por esa mole rocosa de 1000 m. de altura 8 km. de ancho- ¡Cuánta energía, cuánta sed imperiosa de sol, y cuánta melancolía al atardecer, cuando toda esta luz declina.”
En Aix el culto a la “Bonne Mère” (la Virgen) y el agua están omnipresentes. Las fuentes públicas se disputan el lugar de honor en el casco
antiguo. La de la rue des Bagniers (1865) está decorada con un
medallón de Cézanne con guirnaldas de
frutos y flores, hecho a partir de un dibujo de Renoir.
Calissons dÁix El Calisson es un bombón o caramelo tradicional francés que consiste en una pasta suave y homogénea, de color amarillo pálido, con aromas a frutas confitadas o glaseadas (en especial a melones y naranjas) y almendras molidas recubiertas de una capa de caramelo blanco (glaseado real). Los calissons poseen una textura similar al mazapán, pero con un toque más afrutado, en el que el melón le proporciona un sabor característico. Los calissons poseen forma romboidal, que recuerda a las almendras y suelen ser del orden de medio centímetro de ancho y un centímetro de espesor. Los calissons se han identificado principalmente con la ciudad de Aix-en-Provence, en el sur de Francia. Ingredientes: (Para 50 bombones).
300g de polvo de almendras
50g de mermelada de damascos o albaricoques.
150g de melón confitado o glaseado
200g de azúcar glace o impalpable
1 cucharadita de agua de azahar
2 o 3 gotas de esencia de almendras
Para el glaseado real (glaçage royal)
1 clara de huevo
150g de azúcar
Zumo de medio limón
Tapenade El tapenade es un condimento típico provenzal que consiste en aceitunas negras machacadas finamente junto con alcaparras, anchoas y aceite de oliva. Puede llevar también ajo, hierbas diversas, atún, aceto balsámico, zumo de limón o brandy. Su nombre proviene de la palabra provenzal "tapéno", que en castellano significa "tápenas" o "alcaparras". También puede ser de aceitunas verdes y de tomates secos. Se trata de un alimento popular en la cocina del sur de Francia, donde es servido como aperitivo, untado en una tostada. A veces se puede poner como condimento de los filetes o de verduras. Tapenade. (Para 6 personas
150 grs. aceitunas negras sin hueso
2 cucharadas pequeñas alcaparras encurtidas
4 anchoas
1 diente de ajo pequeño
10 hojitas de romero
1 cucharada de aceite
Zumo de limón (al gusto)
Por carreteras preciosas, bordeadas de plátanos, llegamos a Saint Remy cuando aún no la han invadido los turistas.
Una silenciosa plaza,
escondidas callejuelas que exhalan aromas provenzales quizá escapados de sus
Martes, 26 de julio de 2011
tiendas atestadas de hierbas y jabones,
deliciosos escaparates,
acogedoras terrazas de
restaurantes. La Provenza en estado puro.
La Colegiale de Saint Martin tiene una enorme fa-
chada neoclásica y un campanario gótico. Su interior conoció tiempos mejores pues está muy deteriorado.
Sain Remy estuvo
hace unos años de
moda en las pági-
nas rosas ya que la princesa Carolina
de Mónaco se retiró aquí con sus tres hijos, al morir su
marido en un accidente. La verdad
es que Saint Remy
define la esencia de la Provenza.
Callejear por este lugar es un regocijo para los sentidos.
Compramos jabón , láminas de paisajes provenzales y, sobre todo, disfrutamos.
Me encantan sus pequeñas placitas, sus encantadoras callejuelas, sus tiendas de
hierbas provenzales, sus muy cuidados escaparates. En Saint Remy nació Nostradamus un 14
de diciembre de 1510.
A la izquierda la “Fuente de Nostradamus”.
En la Oficina de Turismo nos informan de
que el “Glanum”, una antigua ciudad grecogala-romana, se encuentra a un paseo y
hacia allá nos vamos. ¡Otra hartá de andar! En el trayecto contemplamos el campo que inspiró a Van Gogh más de 150 cuadros,
muchos de ellos reproducidos a lo largo del camino. Y en el campo, entre los pinos y los olivos se escucha el incesante y monótono canto de las cigarras.
Juani pilla un cabreo monumental por la caminata. Nos
detenemos en “Les Antiques”, un arco y un muy bien conservado mausoleo romano.
Reyes, Nieves y yo nos vamos al Glanum que está a unos
cien metros. Allí, en el centro de visitantes, compramos
agua y un espejo para Juani, pero no se lo doy porque al
volver a Les Antiques su ca-
breo ha aumentado de nivel.
Vuelta a caminar, con el consiguiente aumento del cabreo. ¡Se fastidió el 35º aniversario de
boda! Pasamos delante del hospital psiquiátrico de Saint Paul de Mausole, donde Van Gogh
estuvo internado durante un año (de mayo de 1889 a mayo de 1890) uno de los periodos más creativos del artista.
LA CIGARRA El canto de las cigarras es una señal infalible de que llegó el verano a los campos mediterráneos. Estos insectos, parientes cercanos de los pulgones, son mayoritariamente tropicales, pero algunas especies viven en el Sur de Europa, quizá como reliquias del pasado subtropical de este continente. Las cigarras cantan haciendo vibrar unas membranas (timbales) que tienen bajo el abdomen, y hay tantos cantos como especies, desde el chirrido desquiciante y sostenido de Tibicina tomentosa, pasando por el familiar chicharreo de la abundantísima Cicada orni, tan común en los olivares, hasta el canto estilo saltamontes de la pequeña Cicadetta tibialis - las tres especies principales de nuestro ecosistema. Como es natural, unos insectos tan sonoros y tan robustos no pasan inadvertidos, aunque se camuflen muy bien, y hay numerosas referencias a las cigarras en muchas culturas - en algunas incluso se consideran... ¡un manjar! Por ejemplo, la cigarra es un símbolo de la parte mediterránea de Francia (la Provenza), y en un mito de la antigua Grecia se dice que el troyano Titono fue transformado por los dioses en cigarra. Pero si preguntamos a los niños por estos insectos seguramente nos contarán alguna versión de la fábula de Esopo: después de pasarse la cigarra todo el verano cantando despreocupada y disfrutando de la vida, mientras la hormiga trabajaba incansable almacenando provisiones para el invierno, llegó el frío y entonces la cigarra se acercó al hormiguero a mendigar algo para mantenerse viva, pero solamente recibió la regañina de la hormiga y una moraleja en pro de la previsión y el trabajo duro. En este caso, ¡qué lejos está la fábula de la realidad! En la naturaleza, las cigarras pasan sus días plácidamente al Sol, cantando mientras succionan savia de las ramas leñosas de los árboles, a menudo de las encinas o de los olivos. Tienen un impresionante "pico" con el que pueden taladrar literalmente la madera hasta llegar a los vasos conductores de savia elaborada, de la cual se alimentan como gigantescos pulgones. Pero a menudo la savia rezuma por los bordes del agujero en el que la cigarra ha hundido su "pico", y eso no pasa desapercibido a las hormigas que recorren las ramas siempre atentas a cualquier cosa comestible o bebible. Las hormigas comienzan a reunirse en torno a la cigarra, deseosas por sorber si quiera una gota del azucarado líquido que hace surtir lo que para ellas es un insecto colosal y virtualmente inatacable. Se arremolinan, trepan sobre la cigarra, le intentan mover las patas para acceder a la savia, y la molestan tanto que al final seguramente acabará marchándose de un vuelo y buscando otra rama en donde practicar otro sondeo. De manera que toda la fábula está al revés: las hormigas en realidad hacen de mendigos aprovechados, y el trabajador duro y legítimo es la cigarra. Todo esto nos lo cuenta Jean Henri Fabre en el capítulo que dedicó a la cigarra, dentro de su serie Souvenirs Entomologiques. En él nos narra cómo este insecto es en su juventud una larva de patas excavadoras que horada la tierra en busca de raíces de las que succionar savia. Después de largos años, un buen verano esa larva decide por fin emerger al mundo exterior, donde se transformará en una cigarra adulta cuya vida apenas durará un mes. La "piel" de la larva, vacía tras salir de ella la cigarra, a veces se encuentra en los troncos de los olivos. Como concluye Fabre (traduzco), "Durante cuatro años ha excavado la tierra con sus patas, ¡y luego de repente está arreglada con una librea exquisita, provista de alas que rivalizan con las de los pájaros, y bañada en calor y luz! ¿Qué timbales pueden sonar lo bastante alto para celebrar su felicidad, tan duramente ganada, y tan, tan corta?".
De vuelta a Arles, no hay forma de encon-
trar aparcamiento (hay un concierto en el Anfiteatro), me pierdo con el coche y al
final lo meto en un parking que hay en
Les Lices. Reyes, Nieves y yo nos vamos a “Les Alyscamps” , una necrópolis de los primeros tiempos del cristianismo.
Actualmente es un paseo bordeado de
sarcófagos y al final están las ruinas de la iglesia románica de Saint Honorat.
Lloviznea de vez en cuando, creando el ambiente adecuado para esta visita.
Antes nos habíamos pasado por el “Espace Van Gogh” y compramos unas reproducciones de
sus cuadros. Al volver al apartamento Juani seguía con su
cabreo, la conven-
cemos para salir a
cenar y lo hacemos en la “Hostellerie
les Arenes” donde, como es natural , nos clavan.
Día de descanso. Nos levantamos
tarde y en Les Lices nos encontramos con la profesora de francés de Mª
Reyes, Isabel y su familia con Silvie, una amiga inglesa. Nos vamos a
comer a “Les jardin des arts”. Aquí no nos clavan, se nota que vamos con
nativos. Tras despedirnos nos vamos
Miércoles, 27 de julio de 2011
a tomar café a la terraza del “Café la Nuit”, el mismo que pintó Van Gogh en la Plaza del Forum.
Volvemos a callejear. Juani compra más jabón, Nieves más tazas, Reyes más
postales y yo, una reproducción del “Café la Nuit” de Van Gogh. ¡Ah, por cierto! En el Café la Nuit le doy a Juani el espejo que compré en el Glanum.
Esta tarde en el Anfiteatro hay un Festival de Recortes y se oyen pasodobles.
En el exterior una mujer se gana unas
monedas cantando canciones españolas. Y en la puerta de una tienda de
recuerdos veo un cartel de toros de la Plaza de Linares.
¡Me siento como en casa!
Jueves, 28 de julio de 2011
“Paisajes salvajes y montañosos, pueblos ocres colgados sobre promontorios, viejas murallas desdentadas, mercadillos que desbordan un sinfín de colores y aromas…” Así nos pintan El Luberon las guías turísticas. Aún no
sabemos la razón que pueden llevar, lo cierto es que esta zona tiene fama de ser una de las más bonitas de Francia, tanto por su paisaje como por sus
pueblos y a ella vamos a dedicar el día. Tras tomas dos autopistas que nos
llevan a Cavaillon, famosa por sus melones, nos adentramos en El Luberon por carreteras estrechas compensadas por las vistas que desde ellas se observan.
La ventaja de llegar
temprano es el disfrutar de sus callejas solitarias, un subir y bajar
cansándonos en paz y admirando el verde
paisaje que nos ofrece.
Me llama la atención el
gran número de galerías de arte instaladas en
estas viejas casas que
ninguna desentona en el ambiente rural y
acogedor que nos rodea.
Lacoste tiene todas sus
calles empedradas y la
vegetaciรณn asoma hasta en
las grietas de sus paredes. Su ambiente parece trans-
portarnos tres siglos atrรกs. En la plaza un grupo de
ciclistas descansan. Les
envidio, debe ser maravilloso
circular por estas carreteras.
Las ruinas del
Castillo de Lacoste, donde residió el
Marqués de Sade, el Barba Azul Provenzal,
fueron adquiridas por el modisto
Pierre Cardin
para salvarlo de la destrucción.
En su explanada hay una estatua
dedicada al Marqués. También hay otra escultura de bienvenida,
dos brazos abiertos.
Continuamos por Roussillon en día de mercadillo, lo que nos obliga a aparcar a un kilómetro del pueblo.
Nos sorprende el color rojizo de sus casas y es que de
aquí se extraía el “Colorado de Provenza”, una arcilla
rojiza que se utilizaba para
pintar. Echamos de menos la tranquilidad de Lacaste.
En el pueblo de Roussillon todo es color:
sus casas, sus campos y su mercadillo. Sus pequeñas plazas y sus estrechas calles nos llevan a lo alto del pueblo
desde donde se contemplan excelentes vistas.
En el pueblo de Roussillon, la “Roja
Delfos”., como la llamaba poéticamente el actor y director de teatro Jean Vilar, siempre ha estado presente el ocre
Sus rojos acantilados alternan aquí y allá con el verde de los pinares. Dicen que desde el
blanco dorado, pasando por el
amarillo, hasta el rojo púrpura se pueden obtener hasta 17
matices. Por cierto, los ocres si-
guen explotándose y se pueden comprar aún en esta región.
Pero si se os pasa la idea por la cabeza, preparaos para pa-
garlos a precio de oro: hoy día
se trata de un producto de lujo
utilizado en decoración . Hay una leyenda que explica el por qué del color rojizo de estas tierras.
“La bella Sermonde, esposa de Raymond de Aviñón, Señor de Roussillon, harta de
las ausencias de su marido, se enamoró perdidamente de un joven trovador, Guillermo de Cabestang. Loco de celos, su marido preparó una cruel venganza: asesinó al trovador y su corazón le fue servido a su mujer como comida para servirle de lección. Cuando ella supo le que le habían hecho, se suicidó desde lo alto del acantilado de Roussillon, y su sangre tiñe desde entonces estas tierras.” La realidad es mucho más prosaica que la leyenda. La presencia de esta materia se debe a la sucesión de períodos sedimentarios y de oxidación durante el Cretácico. El descubrimiento de las propiedades de los ocres creó una verdadera industria en la región. Sus colores de tonos amarillos, ocres y rojos resisten bien a la alteración y desde tiempo inmemorial han sido utilizados como pigmentos en varias formas y mezclas. Como ejemplo de la antigüedad de su uso, en la cueva de Lascaux gran parte de las pinturas rupestres que la decoran fue realizada con ocres. En Roussillon, la explotación de los ocres comenzó en el siglo XVIII, y conoció rápidamente una época dorada, en que se utilizaban sobre todo para fabricar pigmentos para pintura y para dar su color característico a las fachadas de la región. El descubrimiento de los colorantes químicos en el siglo XX supuso su decadencia definitiva.
Gordes es uno de esos pueblos provenzales
que enamoran nada más verlos.
Encaramándose sobre una colina luce en
todo lo alto las moles
de su castillo y de su
iglesia, mientras sus casas se asientan
escalonadas en la ladera.
Cuando llegamos a Gordes ya va siendo hora de comer y como nos hemos
traído bebida y bocadillos decidimos seguir hasta la Abadía de Sénanque.
La sinuosa carreterilla es de vértigo y, cuando vemos la abadía allá abajo, en el fondo del valle, nos sorprenden sus
La abadía cistenciense de Notre-Dame de
Sénanque, fundada en 1148, aún hoy está ocupada por una comunidad de monjes.
Por la hora que es sólo podemos visitar su
tienda. Compramos libros y agendas decoradas con unas acuarelas
preciosas. Y ya que vamos a comer, también compramos dulces típicos de esta zona, para el postre. Comemos bajo un pino, ahí, a la izquierda de la foto donde está Juani, y los bocadillos nos saben a gloria.
Gordes es el principal centro turístico del Luberon. Seguimos
echando de menos la
tranquilidad de Lacoste. El castillo, situado en la parte más alta de la
colina sobre la que se
asienta el pueblo, es una mole imponente, y la
iglesia la encontramos muy deteriorada.
Otro subir y bajar
calles empedradas
entre galerías de arte, tiendas artesanales, restaurantes
y turistas a montones.
No sé si será porque estamos en la cima de una colina o porque
en la Provenza no falta el viento, el caso es que Juani ha tenido que ponerse el pañuelo.
Tomamos unos cafés, A precio de oro,
en un pequeño restaurante que hay en la plaza, justo el que se ve
a la derecha de la foto.
En el centro la Capilla de los Penitentes Blancos,
al menos, eso creí traducir.
Al marcharnos, tras doblar una curva,
detenemos el coche. La vista es preciosa.
LA LAVANDA El nombre de lavanda procede del latín lavare, que significa lavar y se refiere al uso de la flor en el agua de baño como aromatizante. La Lavanda o espliego (lavanda angustofolia) es un arbusto de tallos leñosos, ramas de espigas alargadas y flores de color morado que desprenden un aroma intenso y fresco. Dentro de sus componentes destacan principalmente el lanilol, que tiene propiedades energizantes y los taninos, que son útiles como antisépticos, cicatrizantes, antioxidantes y protectores de la piel. Esta planta es originaria de los países mediterráneos de Europa y norte de Africa y desde siempre se ha utilizado la esencia de sus flores para la fabricación de lociones y perfumes. En Provenza, sur de Francia, existen enormes plantaciones de Lavanda para ese fin. Para los turistas suele ser un deleite a los sentidos pasar algunos días en el campo francés. Desde tiempos remotos la Lavanda se usa para perfumarse, se dice que los Romanos la utilizaban en sus baños y también acostumbraban a llevar un ramito entre las ropas para ahuyentar a los insectos. Buen dato para los alérgicos a las picadas de mosquitos. La planta florece en verano y la recolección de las flores para uso medicinal se lleva a cabo entre los meses de julio y agosto. Las flores se cosechan a mano una vez que estén abiertas, idealmente en un día soleado y bien entrada la mañana. Como contiene componentes alcohólicos (linalol, geraniol y borneol) se debe secar a la sombra y a una temperatura inferior a los 35 ºC. A mayor temperatura se evaporan los alcoholes, se altera la esencia y se pierde la actividad terapéutica de la planta. Propiedades e indicaciones: La Lavanda es un remedio eficaz para calmar los nervios y en caso de ansiedad, irritabilidad, insomnio, taquicardia y migrañas. Es también excelente como tónico digestivo ya que ayuda a expulsar los gases. Por su acción calmante, antiséptica y cicatrizante, en uso tópico se aplica en baños y compresas para tratar dolores reumáticos, infecciones cutáneas, heridas, picaduras de insectos, etc.
Nos dirigimos a
L´Isle-sur-le-Sorgue
esperando encontrar un
oasis de tranquilidad y nos topamos con un tráfico endiablado.
La “Venecia del Condado”, llamada así por los
numerosos canales que
la atraviesan, tiene aires de “ciudad balneario”.
El encanto de sus canales está en sus puentecitos adornados con flores y en los restaurantes que los
bordean con sus preciosas terrazas.
Hay que reconocer que los franceses
dominan la “puesta en escena”, sus terrazas y escaparates son dignos de admirar.
Dicen que su mercadillo de antigüedades,
que se celebra todos los fines de semana, es un paraíso para los que no tengan
problemas de presupuesto.
Pareces ser que aquí se han
establecido un gran número
de anticuarios y chamarileros.
Dejamos el tranquilo correr de los canales y nos
adentramos en sus calles
hasta llegar a la Collégiale Notre Dame des Anges (s. XVII-XVIII) con una
monumental fachada clásica y un interior
barroco con mucho colorido pero, como en todas las
iglesias que hemos visitado, muy deteriorado.
Al salir compramos
unos dulces en una
vieja pastelería, que hay en la misma
plaza de la iglesia,
con un escaparate de “dulce”.
Volver a Arles ha sido toda una odisea: un
sinfín de rotondas y carreteras con dos
atascos monumentales de varios kilómetros de caravana. Dos horas para
recorrer 50 km. Los atascos nos han costado la cena, a las nueve las cocinas de los restaurantes están cerradas. ¡Horario europeo! Aquí todo cierra a las
siete de la tarde. Menos mal que todavía nos quedan los embutidos y quesos que compramos en Aix.
Pensábamos ir a Salon pero hemos
decidido conocer La Camargue, así que nos vamos a Saintes Maries de la Mer. En el paseo marítimo
vemos unos barcos que hacen un
recorrido turístico por La Camarga, nos decidimos y pagamos los 48 € que nos cuesta a los cuatro. Juani y yo nos subimos a la
cubierta superior y Reyes y Nieves se quedan en la inferior. El barco se mete en la boca del “Pequeño
Ródano” y observamos lo que nos ofrece esta inmensa llanura.
Viernes, 29 de julio de 2011 Encerrada entre los dos brazos del Ródano esta
inmensa planicie aluvial sigue siendo un mundo salvaje que se reparten estanques, marismas,
praderas, cañaverales y arrozales.
Está poblada por flamencos rosas, garzas púrpura, fochas, garcetas y… mosquitos.
Sin olvidar a Su Majestad
lou biou, el toro, depositario de todas las pasiones.
Desde el barco, buscando el “Pequeño Ródano”,
seobserva Saintes Maries de la Mer, destacando la mole de su iglesiafortaleza.
El “Pequeño Ródano”,
uno de los dos brazos en que se divide
cerca de su desembocadura..
Harto de ver toros en España sin
hacerles apenas caso y aquí echo
una veintena de fotografías a estos toros de La Camarga, con sus
cuernos apuntando al cielo y que carecen de la gallardía de los nuestros.
También fotografío caballos. El caballo camargués
ss gris al nacer, pero se torna
de color blanco al llegar a adulto. También echo en falta el porte de los caballos andaluces.
Saintes Maries de la Mer es un pueblo de
playa mediterráneo,
como los nuestros: con sus playas y restau-
rantes, sus tiendas de recuerdos, su luz y su plaza de toros.
Si quitamos los nombres de las calles y las
contraventanas pare-
cería que estuviésemos
en un pueblo de MálaDecidimos celebrar aquí
nuestro “fallido aniversario” y nos sentamos en un restaurante del paseo marítimo,
“La Cabane aux Coquillages” Allí pedimos cervezas, vino
blanco, ostras, caracoles de
mar (cañaillas), chipirones, calamares y almejas.
Cosa rara, no nos clavan.
La iglesia es una verdadera
fortaleza. De estilo románico
provenzal tiene una sola nave que, debido a las escasas
aberturas que tiene y al color de la piedra, está sumida en la penumbra.
Cada 24 de mayo, millares de gitanos que llegan de toda Europa se congregan aquí para venerar a Santa Sara, la Virgen Negra, patrona de los “hijos del viento”.
La imagen de Santa Sara, en una cripta de la iglesia-fortaleza está rodeada de ofrendas y velas, creando una atmósfera sofocante.
LA HISTORIA DE SANTA SARA KALI (LA SANTA DE LOS GITANOS) Cuenta la leyenda que María Magdalena, María Jacobé, María Salomé, José de Arimatea y Trofino, con Sara, una gitana esclava, fueron arrojados al mar, en una barca sin remos y sin provisiones. Desesperadas, las tres Marías empezaron a llorar y a orar. En ese momento Sara se quita el dikló (pañuelo) de la cabeza, reza a Jesucristo y promete que si todos se salvaran ella sería esclava de Jesús, y jamás andaría con la cabeza descubierta en señal de respeto. Milagrosamente, la barca sin rumbo y a merced de los elementos, atravesó el océano y fondeó con todos salvos en Petit-Rhóne, hoy Saintes-Maries-de-La-Mer. Sara cumplió la promesa hasta el final de sus días. Su historia y milagros la hicieron Patrona Universal del Pueblo Gitano, y es festejada todos los años los días 24 y 25 de mayo. Debe haber nacido de esta actitud de Sara Kali la tradición de que todas las mujeres gitanas casadas llevan un pañuelo que es la prenda más importante de su vestimenta: la prueba de ello es que cuando se quiere ofrecer el más hermoso regalo a una gitana se dice: Dalto chucar dikló (te daré un bonito pañuelo). Además de traer salud y prosperidad, rinden culto a Sara Kali también las gitanas, por ayudarlas ante la dificultad de quedarse embarazadas. Muchas que no lograban tener hijos le hacían promesas, en el sentido de que, si concibiesen, irían a la cripta de la Santa, en Saintes-Maries-de-La-Mer, harían una noche de vigilia y depositarían a sus pies como ofrenda un dikló, el más bonito que encontrasen. Y allí existen centenares de pañuelos, como prueba de que muchas gitanas recibieron esta gracia.
El ajetreo de estos días nos está
pasando factura y regresamos a Arles, pero no descansamos, nos
vamos a ver el anfiteatro y por poco
si nnos dejan entrar ya que dentro de media hora comienza una “Course Camargueña”
De allí al Espace Van Gogh pues Nieves quiere comprarse la
reproducción de uno de sus
cuadros, un almendro en flor.
Juani se compra un cojín con los
“Girasoles”y Reyes un libro sobre la
Provenza con ilustraciones a acuarela y donde descubrimos que viene pintada la calle donde tenemos el apartamento.
El orden que se sigue en una corrida camarguesa es el mismo: Al primer toque de trompeta se abre la puerta del toril y sale el toro al ruedo. Durante un minuto el animal tiene la oportunidad de desplazarse a sus anchas para reconocer la plaza. Cuando suena el segundo toque, los "razeteurs" comienzan a realizar los razets (recortes) que tienen por objetivo quitarle los atributos sujetos en los cuernos del toro, con la ayuda de un crochet (gancho).
Último día en Arles. Como la entrada en el hotel de Carcasota la tenemos a
partir de las 2 de la tarde, decidimos visitar el Museo Arqueológico o Museo de Arles Antiguo.
Sábado, 30 de julio de 2011
Nos impresionan las maquetas
de la Arlete romana: Anfiteatro, teatro, circo, foro…, debió ser espectacular. Sobre todo
cuando sus mármoles luciesen en todo su esplendor, como las muestras que aquí vemos.
Destacan también los mosaicos y los sarcófagos paleocristianos, algunos parecen recién labrados.
En el
exterior visitamos la reproducción de un jardín romano. Yo me llevo tres
picaduras de mosquito y y Juani los ojos irritados por el eterno viento.
Provenza es uno de esos lugares a los que a mí me gustaría dedicar algunos de mis días de jubilación.
No es un lugar para ir de paso,
alojándote en un hotel u apartamento y haciendo expediciones por la comarca como
nosotros hemos hecho en esta ocasión. Provenza
es para vivirla, para disfrutarla, para sabore-
arla desde dentro. En los días que pasamos allí tuve la sensación de que ejercía sobre mí
una fuerte atracción y te invitaba a integrarte en su quehacer diario. Para alguien que ha
nacido en Andalucía y conocido pueblos como Frigiliana no es la luz lo que más te atrae de la Provenza, es su acogedor ambiente rural, sus delicados y
atractivos detalles en ventanas, terrazas y
escaparates, sus callejuelas empedradas donde ni una sola casa escapa a ese apacible escenario campestre, es ese encanto especial que encuentras en cada rincón.
La Provenza es un país de contrastes, pueblos
costeros parecidos a los nuestros, montañas que son el anticipo de los Alpes, un enorme río como es el
Ródano, pueblos y ciudades medievales
como Avignon , otras atestiguan su pasado romano como Arles, una zona salvaje y
taurina como es la Camarga… Pero sin lugar a dudas, si algún día me perdiera
en la Provenza que me busquen en el Luberon. Este parque natural es una
bendición, una alegría constante para
los sentidos. Los pueblecitos que adornan esta preciosa región se encuentran colgados en las laderas de las colinas, los suelen coronar una iglesia y un castillo, y te atrapan desde el momento en el que los oteas en el horizonte. Es una región regada continuamente por los rayos del sol y mecida por brisas y vientos, un auténtico vergel: viñedos, olivos, árboles frutales, grandes campos de lavanda organizados como si de un jardín se tratara, que se erigen como la postal más emblemática de Provenza. El sábado, 30 de julio, la dejamos para diri-
girnos a la ciudad medieval por excelencia: Carcasona, pero eso ya es otra historia.