¡No cambies! Creo que lo habré oído mil veces. Y casi siempre envuelto con mucho cariño. Pero desde la última vez que lo escuché se ha quedado enredado entre mis ideas. Salta, rueda, rebota, hace piruetas como un testarudo trapecista entre mis conexiones neuronales. De vez en cuando se desequilibra, y hace un curioso sonido al chocar con mi cráneo. No cambies. ¿Por qué no? No cambiar es permitir que te secuestre la repetición de los días. Anhelar la seguridad como compañera de viaje consiguiendo así que el temor nunca nos visite y que la placidez del tedio oxide nuestra capacidad de ilusión. Vivir es cambiar, es evolucionar, es creer que puedes descubrir algo nuevo cada día, aunque vuelvas con los bolsillos vacios cada noche.Tu mirada está agotada y llena. Cambiar es vivir.