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Quiero que tú lo veas
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FE DE ERRATAS franela magazine #cuatro se equivocó en la entrevista de DISTORTLED BOX, llamó Bit Rabit al festival francés de música 8 bits, cuando era Electro Circus, y cambió el nombre al grupo francés Cui Cui Box, por Quick Quick Box.
MAGAZINE#CINCO 11 /2011
Quiero arrugarme, quiero que el tiempo marque mi piel. Quiero que alguien me descubra olvidada en un rincón y me vuelva a sentir valorada. Quiero que alguien escriba sobre mí y que alguien me recuerde. Quiero sonarle a alguien sin que pueda descubrir quién soy y anclarme en sus pensamientos durante una temporada. Quiero que la gente se olvide de mí y que me echen de menos sin saber por qué. Quiero que alguien mire dentro de mí y no se acuerde que soy vieja. Quiero que mis ojos y todo lo que han visto puedan leerse con una mirada. Quiero que alguien se olvide del reloj y deje que mis parpadeos marquen el paso del tiempo. Quiero que las patas de gallo sean las raíces de una sonrisa. Quiero que cumplir años no duela y que los que ya no están puedan asomarse a nuestra mirada desde nuestro corazón. Quiero cambiar, evolucionar, estancarme, congelarme, desesperarme, romperme y resurgir. Y sobre todo, quiero que tú lo veas.
BRAZO DE HIERRO MALAKKAI COSECHA PROPIA DAVID PUJOL JORDI MUNS franelamagazine te pide por favor, que chupes, huelas, recortes, pintes, regales, destroces,... esta revista. con el soporte de:
gràcies Marçal!
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BRAZOdeHIERRO Esa tarde sofocante de verano, dejó pausadas las gestiones que lo habían mantenido en hiperactividad durante todo el día. Tras ser abducido brevemente por la pantalla gigante de su Mac pasamos al estudio fotográfico de Tiny Coffe Table, donde habita el sillón de respaldo eterno en que dispara a sus víctimas. Pero esta vez él era el objetivo. Estuvo respondiendo con paciencia infinita todas nuestras preguntas mientras le acariciaba las orejas a Hera, su mascota, una carlino que apenas abandonó su falda en toda la entrevista a pesar del calor.
Cargado de tatuajes, casi todos hechos por amigos. Medio aro en la nariz y un par dilataciones en las orejas. Los rasgos ligeramente camuflados tras la barba, y los ojos, a veces, tras la sombra de una gorra. Cruzar varias palabras y alguna mirada con él es convertir en fragmentos insignificantes los prejuicios que pudiéramos arrastrar con nosotros. Está en tu terreno incluso antes de que decidas bajar la guardia. Armado con esa misma sutileza consigue dotar de humor, ironía y sobretodo mucha clase sus fotografías, especialmente los retratos. Es un apasionado de su trabajo, no puede esconderlo y no lo hace. Disfruta con cada pequeño detalle y no se cansa de hablar de su oficio. Se le llena la boca describiendo las posibilidades estéticas que le brinda el último juguetito que ha conseguido por internet. Y el diálogo puede transformarse en un lenguaje ininteligible para los no iniciados si hay otro fotógrafo en la conversación. Aunque puede transmitir esa emoción a quien lo escucha y a quien mira sus retratos sin necesidad de conocimientos previos.
Empezó de manera autodidacta en la calle, a la que le debe aún algún proyecto. Observaba y disparaba grafitis, primero los propios y más tarde los ajenos, equipado con su arma digital. Fue educando la mirada a partir de la experiencia dando el protagonismo a las pinturas, ya estuvieran finalizadas o en proceso, o a sus autores, generalmente tras una máscara o dándonos la espalda. Fue, y continúa siendo, un proceso lento pero imparable. Le llevó del grafiti al hip hop en cuestión de tiempo y de muchas fotos, acompañado de la calidad de sus instantáneas y de su capacidad para atrapar la mirada. Desde la portada de un disco, a los conciertos, y por el camino el retrato le fue contagiando su magia, como una curiosa tela de araña capaz de interconectar espacios más o menos lejanos. Sigue vinculado al hip hop, pero es cada vez más exigente con él, especialmente en relación a los retratos. Le pide que juegue, que deje espacio a la creatividad, aunque no siempre sea fácil en un mundo dominado por estereotipos que secuestran la originalidad. Aun así, sigue cubriendo conciertos en Barcelona o Girona de la mano de Urban Music Online, revista especializada en música negra, sin la intermediación de la cual a Brazo de Hierro le ha sido más complicado trabajar. Además le permite
ejercer el estatus de cazador de instantes que ha adquirido con el tiempo y el trabajo duro. La espera paciente, ocultándose entre el público o desde el fondo del foso, de la caza del momento adecuado, de la luz definitiva o de la mirada de fuego. El momento del disparo perfecto en lugar de la ráfaga indiscriminada para seleccionar después. Rindiendo honor a las dos palabras tatuadas en su índice, THINK TWICE (piénsatelo dos veces) aunque tras charlar un ratito con él, bien podría ser también piensa entre líneas.
El momento del disparo perfecto en lugar de la ráfaga indiscriminada
Pero últimamente con lo que más se divierte es con algo que se genera en espacios algo más pequeños, varios cráneos y alguna habitación para ver qué locura se les ocurre. De la mano de la fascinación por el retrato y sus variantes y de la posibilidad de trabajar en equipo, con estilista y maquilladora, han nacido historias ácidas, cómicas y con bastante mala leche. En ellas mezclan temas de actualidad económica con referentes colectivos que habitan nuestro subconsciente como Santa Claus o Frankesntein. Hablamos de Santa’s Crisis, su segunda parte La venganza del Grinch o Monstruos de Serie B. Pero esa mala baba, esa manera de enfrentarse a la realidad con una sonrisa o media carcajada irónica, que brota de muchos de sus trabajos, no debería sorprendernos si sabemos de dónde viene el nombre de guerra de Jack. Brazo de Hierro, más allá de ser una película italiana de los años 60, es un nombre que nace en la cama de un hospital a partir de una charla entre amigos, como casi todas las grandes cosas. Por culpa de la traición de una puerta metálica que le partió el húmero por la mitad, le introdujeron desde el codo un alma de titanio de al menos treinta centímetros que aún le habita. Como se porta bien y es discretita aún no la han expulsado. Aunque, quién sabe, igual podría ser porque aparte de que no molesta, su dueño es algo hipocondríaco, como nos detalla uno de sus tatuajes: un cerebro enfermo en una cama. Con esas previas, no era factible pensar que la ironía y el humor no estarían presentes en cualquier creación que pase por sus manos.
Otros momentos que han marcado su carrera han sido los festivales y encuentros de artistas urbanos. Asalto en Zaragoza, Hipnotik en Barcelona o Cantamañanas en Pamplona entre otros. Éstos han puesto en su camino a futuros compañeros de viaje y a él en el horizonte de los que aún no lo conocían. Los intercambios entre disciplinas conectadas se convierten en momentos de explosión de creatividad, en origen de vínculos sociales o de amistad y con suerte, en la aparición de posibilidades profesionales que la crisis amenaza, sino con la desaparición, al menos con la intermitencia. Además permiten el contacto directo con artistas que suelen flotar en la red, haciendo reales las obras que suelen sufrir de cierta ingravidez en internet. Y como no, convirtiendo el boca a boca en un arma poderosa.
Fue en uno de ellos, en Asalto, que se celebra en Zaragoza, donde conoció a Malakkai. El ilustrador de trazo elegante con quien da vida al TCT, Tiny Coffe Table, un lugar de trabajo que compartir y el estudio que intentan levantar entre los dos. Allí pasan el tiempo entre viaje y viaje, trabajan, crean, colaboran con otros artistas, alimentan su amistad, o acogen a intrusos como nosotros para explicarnos a que dedican la mayoría de su tiempo mientras intentan convencernos que el nombre del estudio se debe a la adición al café de los dos y a las ganas de cubrir unas de las paredes de tazas. Y a pesar de que afirme rotundamente que más que vivir del arte, se pase mucha hambre con él, ahí siguen dando guerra. Tras congelar la realidad miles de veces con su cámara, finalmente ha caído en la tentación de la dirección de videoclips. Ha experimentado con el vídeo y tiene proyectos en mente con Malakkai. Pero en lo que se refiere a este tema, después de dejarse seducir ha descubierto que sencillamente se aburre. Una vez ha dejado la iluminación a punto, ha localizado el encuadre y ha disparado, solo le queda esperar. Tiempo para pensar que lo que le atrae de esta rama de la imagen es la idea del vídeo como fotografía en movimiento.
Le gustaría devolverle a la calle algo de lo que ella le ha dado Como proyecto de futuro de Brazo de Hierro, le gustaría devolverle a la calle algo de lo que ella le ha dado. La calle forma parte de la infancia y de la adolescencia de casi todos nosotros, pero en su caso además es una parte indivisible de su despertar artístico. Por eso, le gustaría tomar la calle, abandonar (temporalmente) las galerías para trasladar la fotografía a los callejones y avenidas. Inundar el centro de Girona de fotografías de sus monstruos y observar las reacciones de los peatones. Hacerles olvidar que las carreteras y las aceras son lugares de paso, trayectos, que son algo más que territorio de coches y prisas. Trabajar en la calle le permite, como en la infancia, volver a disfrutar de ella. Quizá ya no jugando al escondite o tocando timbres pero sí corriendo o con las bicis. De pasar el tiempo con los amigos lejos de los tejados protectores, de reconquistar las calles y darles color. Intentar despertar a los peatones de la dictadura monocolor del gris en muchas de nuestros muros y fachadas. Devolver la calle a sus legítimos propietarios, huyendo de la normativización inflexible y de la cuadriculación de las mentes que gestionan nuestras calles.
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MALAKKAI Sencillo, cercano en el trato, de sonrisa franca y contagiosa. Con sinceridad y sin barreras comparte con nosotros sus inquietudes, la voracidad por aprender y superarse, y las reflexiones, tantas veces pensadas, sobre qué hacer con sus manos y sus pasos. Combina proximidad y profundidad. Humor y reflexión. Ironía y observación. Habla de sus viajes y de cómo ha ido transitando por diferentes caminos. Desde Almería a Vidreres, pasando por Madrid y Figueres, zigzagueando con miles de paradas intermedias para adquirir equipaje o deshacerse de él. Trazando una línea intensamente elástica para unir un sur y un norte que cambian de nombre dependiendo desde el punto en que los observes.
Se le intuye en la voz, o en como mira algunas veces, que a pesar de su juventud el escepticismo respecto al mundo del arte se ha ido acumulando sobre sus hombros. Por suerte, la pasión por dibujar y las ganas de sentir las emociones que le produce, han crecido en proporción. Quizá por ese escepticismo contagioso cuando le preguntamos si se puede vivir del arte, la primera respuesta es un no rotundo, pero luego matiza. Recuerda una conversación con un anciano en un bar en Madrid. Estaba haciendo tiempo camuflando el blanco de una servilleta cuando el abuelo le preguntó si era dibujante. Asintió. Resultó que aquel señor cargado de años era un artista que había expuesto bastante durante su madurez y que ahora se ganaba la vida haciendo retratos a los viejos ricos de los geriátricos. Ante tanta acumulación de experiencia quiso saber que visión tenía sobre el arte y el mundo que lo rodeaba. Para aquel viejo artista, la única manera de vivir del arte era comprarse una máquina del tiempo, viajar al París del siglo
XVIII o XIX y tener algo de suerte. Un diagnóstico bastante desalentador. A Isaac el día a día lo convence de que es muy complicado vivir del arte, pero se puede. En ocasiones se obliga a ser práctico. Se da cuenta que hay tareas que simplemente son trabajo y no oportunidades para expresarse. En esos momentos la versatilidad para conseguir lo que le piden es su mejor aliada. Incluso hay gente que asegura que si eres constante y trabajas duro da sus frutos, eso dicen... Para Malakkai el dibujo conecta con la escritura o la composición, ya que son artes que florecen en la soledad. Una soledad rebosante de imágenes, trazos, colores y emociones. El dibujo es un arte tímido, que crece y se desarrolla sin la necesidad de nadie más que su creador. Pero tremendamente extrovertido con él, ya que se deja contemplar cuando y donde desees sin ruborizarse. En cambio el grafiti es calle. Es un arte social, que nace del diálogo con tus compañeros y crece con la mirada de los transeúntes. Se nutre de la búsqueda de espacios, de la espontaneidad, de los bocatas de tortilla y del poder creativo de varias cabezas trabajando con un mismo objetivo. Básicamente es pintar con los colegas.
Aprender de ellos, de ceder, de sumar, de construir y de mirar por otros ojos. Ahí está la clave, aprender sin importar de quien, y trabajar en equipo te lo pone muy fácil, si quieres. Compartir diferentes soluciones a un mismo problema. Y aunque cuando hablamos de trabajo en equipo solemos pensar en colorear paredes colectivamente, hay algo que solo un papel blanco o ligeramente amarillento te puede proporcionar (y que una pared no sabría) poder conservar un pedazo de alma que se escapó de un lápiz que no es el tuyo. Elefantes y pájaros se empeñan en poblar el imaginario de Isaac. Animales poseídos por emociones humanas que transmiten con intensidad mediante sus rasgos. La sabiduría, el respeto y la pesadez que unen los pies del elefante a la tierra en contraposición con lo instintivo, frágil y emocional que representa el pájaro. Hay otros seres que habitan el mundo surrealista y parcialmente humano de este dibujante de trazo sutil. Pero aún no han acabado de averiguar qué los habita. Andan algo desorientados. Quizá porque no saben si son animales humanizados, títeres con corazón o personas de mirada ausente. O quizá porque, ya sean más o menos humanos, a su creador no le gusta romper la simetría de sus rostros y gestos con una sonrisa o una mirada de furia.
El sonido de la pintura chocando contra la pared y el aroma a grafiti, se convirtieron en atmósfera y banda sonora de la entrevista
Prefiere expresar la belleza a través de las acciones, un beso o un abrazo. Dándoles una apariencia de maniquí estático y misterioso. Una representación sobre papel o cemento de la introspección. Con el sonido del lápiz al romper el blanco marcando el paso del tiempo, ha logrado conseguir un estilo propio. Orgánico, emocional, tremendamente humano, que mediante la inexpresividad apresa toneladas de emociones que luchan por escapar ante nuestra mirada desorientada. Originalidad buscada que empapa cada trazo. Movimientos de muñeca que pueden ser aprendidos, pero que sin la creatividad de una mente viva nunca alzarán el vuelo.
El grafiti es el verdadero culpable de que ahora quiera dibujar a todas horas
Aunque siempre ha dibujado, hubo un tiempo en el cual el paso de los años, los estudios y las rutinas lo habían enfriado bastante. Vivía en un micro mundo donde dibujar se consideraba un pasatiempo. Pero igual que le pasó a su socio Brazo de Hierro, fue la calle quien despertó sus instintos creativos. Para Malakkai el grafiti es el verdadero culpable de que ahora quiera dibujar a todas horas. Dibujar solo y con gente. Hacer bocetos que pintar en paredes, láminas, lienzos o servilletas. Experimentar en vertical lo que no te atreves en horizontal. Perder el miedo a trasladar lo aprendido en equipo al trabajo personal. Y especialmente a hacer crecer la motivación exponencialmente por el contacto con la gente. Quizá por esa relación casi pasional con la calle, le revuelve por dentro que la hayamos dejado marchitarse y perder el color para convertirla en un lugar de paso entre el trabajo y el sofá y entre la tele y las grandes superficies. Pero para llegar al punto donde hoy dibuja, ha dejado unas cuantas huellas en el camino. Cambió su ciudad natal, donde había empezado a pintar, por la capital. Almería por Madrid. A pesar de que piense que en las grandes ciudades las ideas se dispersan demasiado, guarda un buen recuerdo de ese año y medio en la capital. Allí conoció mucha gente de la que aprender y con la que mezclarse. En una escapada a Asalto, el festival internacional de arte urbano de Zaragoza conoció a Brazo de Hierro. También intentó vivir un sueño que ahora considera algo ingenuo. Prefirió malvivir de sus dibujos e ilustraciones antes que irse, por ejemplo, a la sección de devoluciones de la Fnac. Al cabo de un tiempo estaba en Figueres, donde vivía su hermano.
Tal vez sí fue algo ingenuo, pero solo había una manera de comprobarlo. Estando en Figueres cada vez se veía más con Brazo de Hierro, hasta que dejó de recorrer los setenta quilómetros que lo separaban de Vidreres. Allí fundaron el estudio que comparten para tener un lugar donde trabajar y proyectarse. El primer reto fue bautizar el estudio. Una semana antes Brazo de Hierro nos había dado la versión políticamente correcta cediendo el honor de contarnos la versión original a Isaac. El humor y un punto de sarcasmo tomaron el mando. Entre varios nombres ocurrentes acabó situándose en la final Donde hay pelo hay alegría, pero a pesar de lo peludo de sus fundadores acabó haciéndose con la victoria Mesita de Café, que con el glamour que se gana gracias a la concreción y a la funcionalidad del inglés, quedó en Tiny Coffe Table. Si queréis seguir teniendo una visión inocente y pura de su logo, ha llegado el momento de dejar de leer. Dejando a un lado las buenas maneras que se suponen alrededor de una mesita de café, lo que representa para Malakkai y sus colegas la mesita de café es, básicamente, el espacio entre los cojones y el ojete, también conocido en otros lugares como zona cero. Lo que nos sabe especialmente mal es acabar con el pequeño placer que le proporciona reprimir una sonrisa cuando alguien más inocente de lo previsto le dice lo gracioso que es el logo, que a pesar de su candor, es brutalmente descriptivo.
COSECHA PROPIA mi mayor secreto
En estos días en que la belleza y la juventud son valores de por sí mismos, sin necesidad de que envuelvan nada interesante, tengo que confesaros un secreto: mi mayor deseo es hacerme vieja. Quiero poder arrugarme, sentir como los días han dejado su huella en mi piel. Quiero ver como la lentitud va apoderándose de mis movimientos, como la fragilidad se convierte en compañera inseparable. Quiero descubrir que los que vinieron tras de mi piensan flojito que ya estoy desfasada, que crean que ya no es mi momento. Quiero que los jóvenes crean que son mucho más listos que yo. Y yo miraré de reojillo desde mi atalaya de tiempo, sabiduría, paciencia y experiencia sin ningún reproche porque mi mayor secreto es que yo también era como ellos.
COSECHA PROPIA mi mayor secreto
David Pujol
Hablar de David, es hablar de un lápiz, un lápiz con el que empieza los bocetos de cualquier trabajo, o ese lápiz con el que acaba una gran ilustración, con el que la perfila hasta el más mínimo detalle. Pienso en ese lápiz que ya es una prolongación de su brazo, de su mente, que dibuja todo aquello que ve o siente en sus carnes, que proyecta una energía que no nos deja indiferentes, ese lápiz, el que nos enseña al verdadero David. En esta ocasión, nos trae una serie de cuatro ilustraciones, cuatro estados de ánimo que nos cogen de la mano para dar el deseado paseo por su cabeza, un paseo lleno de trazos, experiencias, gritos y gemidos, un paseo lleno de vida.
paseandoporunacabeza.blogspot.com
una boya feliz
Jordi Muns Cuando pensamos en kitesurf, la mayoría localizamos en nuestra memoria imágenes de trapecistas colgados de una vela y con una pala en los pies. Pero lo que ha conseguido Jordi Muns es hacernos pensar en el kite como en otra forma de navegar. Solo así ha conseguido recorrer en solitario 1300 kilómetros de costa brasileña empujado por el viento. Una locura muy bien planificada que empezó a gestarse dos años atrás cuando viajó a Brasil con un grupo de amigos para navegar. Una lesión de rodilla el tercer día le obligó a recorrer la costa en solitario en un coche alquilado. No podía parar de pensar en que tenía que volver a recorrer esa línea de litoral pero desde el agua. Y así fue. Sin saber exactamente el propósito del viaje se dedicó en cuerpo y alma a hacerlo realidad. Entrenamiento. Reducción al mínimo del equipaje. Búsqueda de financiación y estudio y elección del recorrido más adecuado. Una aventura en la que ha luchado con el viento y con su ausencia (que lo dejó colgado a dos km de la costa), con la lluvia e incluso perder una de las aletas principales. Pero quizá lo más complicado es bregar con uno mismo y no dejarse llevar por una mente que quiere descansar. Unos días antes de llegar a la meta descubrió el objetivo del viaje al mismo tiempo que lo alcanzaba. Envuelto en aire y agua, con horizontes de arena y roca y empujado por el viento, consiguió sentir que formaba parte de todo aquello, que él era lo que sus ojos veían. Misión cumplida. ¿Y después qué? Después la India. O el parapent. O ambos. ¿Para que escoger si hay tantísimas cosas por las que ilusionarse? Para un apasionado de las nuevas experiencias, el modo de vivirlas no es tan importante como poder sentirlas. Al fin y al cabo aventurarse para descubrir un nuevo objetivo.
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estos de franela son como ni単os...
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