UCHURACCAY
Franz Krajnik
Lima, enero de 2018
Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas
© Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC)
Primera publicación: enero de 2018 Impreso en el Perú – Printed in Peru
Autor: Franz Krajnik
Fotografía y edición gráfica: Franz Krajnik
Asesoría fotográfica: Mayu Mohanna Edición: Diana Félix Corrección de estilo: Jessica Vivanco Diseño: Gabriela Morales
Editor del proyecto editorial
Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas S. A. C. Av. Alonso de Molina 1611, Lima 33 (Perú) Teléf: 313-3333 www.upc.edu.pe
Primera edición: enero de 2018 Tiraje: 1000 ejemplares Este libro se terminó de imprimir en el mes de enero de 2018, en los talleres gráficos de Gráfica Biblos S.A. Dirección: Jr. Morococha 152, Surquillo, Lima - Perú
Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC) Centro de Información
Krajnik, Franz Uchuraccay / Franz Krajnik.-Primera EdiciónLima: Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas, 2018 ISBN (versión impresa): 978-612-318-123-9 1. Ayacucho (Perú: Dpto) 2. Perú 3. Terrorismo 4. Fotografía periodística 5. Víctimas de terrorismo 6. Campesinos 7. Perio distas 8. Violación de los derechos humanos 9. Fotografía documental 10.Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas 303.625 KRAJ
DOI: http://dx.doi.org/10.19083/978-612-318-123-9
Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú nº 2017-15909 Registro de Proyecto Editorial en la Biblioteca Nacional del Perú: 31501401701212
Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, ni registrada en o trans mitida por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo, por escrito, de la editorial. El contenido de este libro es responsabilidad del autor y no refleja necesariamente la opinión de los editores.
Franz Krajnik
Prólogo de Salomón Lerner F. e introducción de María Eugenia Ulfe Diseño de Gabriela Morales
A JOSEFINA Y ALEJANDRA.
La mirada y el compromiso del fotógrafo
Siguiendo la concepción andina del tiempo cíclico, donde el pasado se ubica delante y no detrás (porque se conoce y se ha visto), este notable ensayo fotográfico de Franz Krajnik propone, de acuerdo con sus propias palabras, visibilizar el dolor de aquellas generaciones que cargan en brazos el peso de la muerte.
Mientras para muchos Uchuraccay es un lugar emblemático de la violencia política del país, un lugar, por lo tanto, encerrado y olvidado en un espacio determinado de la historia política del Perú, para Franz se trata de una comunidad que aprendió a renacer de las cenizas de la muerte, a la cual llegó como parte de un propio viaje personal con el propósito de averiguar cómo se podía con(vivir)con el dolor.
Para poder llevar a cabo su registro, en las condiciones buscadas por el autor, este ha tomado decisiones metodológicas importantes como el uso del blanco y negro; una decisión fundamental, ya que va de la mano con el concepto transtemporal que Franz desarrolla en su libro. Hay fotografías que parecen tomadas no en el periodo de cinco años que Krajnik comenta le demoró desarrollar el trabajo, sino, incluso, de un tiempo previo mucho más antiguo. Franz se conmueve, se identifica ante el dolor de los demás que, como él mismo señala, es el suyo propio.
Llama la atención el manejo de la luz, la calidad de los retratos, la cercanía que tiene con sus personajes, la forma en que Franz es aceptado por la comunidad y como, por medio de las fotografías, observamos la vida cotidiana de sus pobladores. La mirada de Krajnik no es la de un extraño. No es la de un viajero. Es la de alguien integrado en Uchuraccay. Franz nos muestra las luces y las sombras de la comunidad, sus escalas de grises. Sus fotografías se complementan con su texto. Son uno solo y van de la mano. El manejo de las atmósferas y sensaciones que transmite son notables. La violencia, el dolor, la ausencia persisten en las imágenes. La postguerra, para aquellos que han sufrido muerte, destrucción, la pérdida de seres queridos, puede ser tan dolorosa como la guerra en sí. Forman parte de un solo proceso. Aquello lo vemos en las fotos. Sin embargo, conviven con risas, alegrías, escenas de siembra, juventud y fortaleza. A partir del dolor, que continua y se mantiene, es que renace la vida. El dolor no se niega, es la herramienta que sirve para continuar hacia adelante.
El compromiso de Franz con el país lo llevó a realizar este libro. Para nosotros como Facultad de Comunicaciones de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas es una gran satisfación respaldar y publicar el trabajo de uno de nuestros más destacados docentes de la naciente carrera de Comunicación y Fotografía. Mantenemos y asumimos plenamente nuestro compromiso con nuestro país, sociedad, profesores y alumnos.
Renzo Babilonia
Director de la Carrera de Comunicación y Fotografía
Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas
DE LA MEMORIA
Cuando una comunidad ha sufrido los embates de la violencia, la memoria se revela como un instrumento fundamental para que ella logre cumplir con las exigencias de la justicia y la paz, deterioradas por el drama padecido y que ha causado, muchas veces, rupturas entre los vínculos sociales e institucionales preexistentes. Cuando la violencia vivida ha manifestado el grado de crudeza que se registró en Uchuraccay, al punto que suscitó el éxodo de sus pobladores por espacio de diez años, el ejercicio de la memoria se constituye como una actividad dolorosa y al mismo tiempo como un desafío moral y político de alta significación.
Uchuraccay es una de las zonas del país más golpeadas por el conflicto armado interno, el más cruento que ha sufrido la república peruana. Es una comunidad de las alturas de Ayacucho que se hizo tristemente célebre a fines de enero de 1983, cuando ocho periodistas y un guía perecieron a manos de los comuneros del lugar. La Comisión Vargas Llosa atribuyó la masacre a la confusión de los comuneros, y a las distancias entre el “Perú oficial” y aquellas regiones del país generalmente olvidadas por el Estado peruano. A poco tiempo de este suceso, 135 pobladores de Uchuraccay fueron asesinados por incursiones de Sendero Luminoso y por la posterior represión militar. El debate mediático y político abarcó el terrible caso de los periodistas asesinados, pero dejó en el silencio lo sucedido después con la señalada comunidad, contentándose muchos con la atribución no reflexionada de un estigma indeleble para ese grupo social.
que sus efectos negativos no vuelvan a acecharnos y podamos llevar una vida plena y razonable con nuestros conciudadanos. Los pobladores de Uchuraccay dejaron la comunidad en la primera mitad de la década de 1980, y retornaron a ella el 10 de octubre de 1993 —según declara el autor del libro—―, después de una década. La experiencia del retorno, luego de una experiencia dolorosa y conflictiva ― —el célebre nóstos de los griegos—―, deja su sello en las personas y en las comunidades. Reencontrarse después de un periodo de exilio, volver a mirarse a los ojos, reconstruir los vínculos de solidaridad que cohesiona las comunidades, constituye un reto decisivo. Un reto que, asumido con compromiso ―—como dan fe los habitantes de Uchuraccay—, puede reestructurar la comunidad en cuanto tal.
El libro de Franz Krajnik se propone retratar de manera reflexiva y emocionalmente concernida la conexión entre el pasado y el presente experimentada por la comunidad de Uchuraccay. Sus fotografías en blanco y negro dan cuenta del recuerdo de la violencia que acompaña a los habitantes de Uchuraccay, pero también recogen las vivencias y las esperanzas de los miembros de la comunidad, encarnadas en diversas situaciones de la vida diaria. Recoge, asimismo, vistas panorámicas a las zonas antigua y nueva de Uchuraccay, y extraordinarios paisajes altoandinos de gran belleza. Krajnik concibe su trabajo explícitamente como un ensayo de memoria. Y lo es, sin duda.
En efecto, el cuidado de la memoria no es solo una exploración del pasado, sino una meditación en torno a la conexión entre el pasado, el presente y las posibilidades del futuro en el curso de la vida de los seres humanos, y también de las instituciones que conforman. Se trata de hacernos cargo del pasado, para aprender de él, para
La situación de Uchuraccay es la de muchos pueblos del Perú que enfrentaron el conflicto armado interno. Pueblos a los que el Estado apenas llega o no está presente en absoluto. Pueblos cuyos habitantes no hablan español y que formalmente son parte del “Perú oficial”. El Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación recabó diversos testimonios de víctimas del conflicto que señalan con claridad y con profundo dolor que muchos compatriotas no fueron tratados como peruanos y como ciudadanos cuando denunciaron los actos que padecieron ante las autoridades correspondientes. Su condición de pobres, de comuneros, de campesinos o de hablantes de un idioma andino o amazónico fue asumida por sus interlocutores como motivo para negarles el reconocimiento debido a ciudadanos libres e iguales.
El ejercicio de la memoria señala esa forma básica de injusticia: la comisión del daño y la condición de víctima hacen patente una situación contraria a las exigencias morales de cualquier forma de humanismo democrático. El punto de partida moral y político de este humanismo es el reconocimiento de la
dignidad inherente a toda persona humana, el reconocimiento de los derechos fundamentales de todo ciudadano de una república libre. El daño físico y la restricción ilegal de las libertades suponen —parafraseando a Hannah Arendt—― el inadmisible desconocimiento del más elemental “derecho a tener derechos” que asiste a todo ciudadano.
El trabajo de la memoria pretende revelar la injusticia como lo inaceptable en una perspectiva moral y política. Su objetivo es servir a la justicia en el proceso de reparación de la víctima y de sanción a los perpetradores. La memoria constituye un primer e ineludible paso en la lucha por lograr justicia allí donde se desató la violencia. Quienes son responsables del daño producido se proponen imponer el silencio frente a los crímenes contra los derechos humanos. El silencio no solo propicia políticas de impunidad, sino también bloquea el aprendizaje moral y político de una sociedad que ha sufrido violencia. La memoria exige nadar en contra de la corriente. Ella cumple un rol transformador en el escenario de las prácticas sociales y las instituciones.
La memoria constituye un elemento esencial de cualquier proyecto de reconciliación social. La CVR formuló esta idea en términos de la reconstrucción de las relaciones sociales lesionadas por la violencia y por la exclusión. La recuperación de estos vínculos supone el reencuentro del Estado peruano con las poblaciones altoandinas y amazónicas cuyos derechos no supo proteger. La reconciliación implica, asimismo, la reconfiguración de los nexos entre los grupos sociales y las organizaciones de la sociedad civil (universidades, sindicatos, iglesias, etcétera). Además, invoca la necesidad de la recuperación de los vínculos interpersonales dentro de las comunidades locales que fueron golpeadas por la violencia terrorista y militar. Esas comunidades fueron en su día abandonadas por sus habitantes ―—como Uchuraccay—― para conseguir salvar la vida; la vuelta a la comunidad supone,
entonces, el intento del restablecimiento de la comunicación y la participación de los comuneros en actividades colectivas. Se propone superar las antiguas fracturas y los conflictos para reconstruir la comunidad. Así, pues, la reconciliación exige el trabajo de la memoria. Solo será posible recuperar los vínculos sociales si llegamos a examinar y a comprender qué nos separó o incluso nos enfrentó, si ponderamos la naturaleza y la gravedad de los conflictos que hemos enfrentado, y si discutimos con honestidad las medidas que tenemos que elegir para resolver estos conflictos y así evitar el retorno de propuestas violentas a la comunidad local y a la comunidad nacional. Sin el serio debate sobre la verdad de lo ocurrido no podremos reestructurar las bases de nuestra comunidad.
Este estrecho lazo moral y político entre memoria y reconciliación está explícitamente presente en el libro de Franz Krajnik. El autor muestra una comunidad viva que no sucumbe a la tentación de verse doblegada por la experiencia del dolor, un pueblo que enfrenta la desesperanza. El libro examina las diversas facetas de la vida cotidiana de Uchuraccay —el trabajo, la escuela, las celebraciones religiosas, etcétera— que ponen de manifiesto una comunidad que se propone sobrepasar la herencia del dolor. El retrato de los claroscuros de la vida de la localidad, así como la victoria de la vida sobre la muerte a pesar de la tragedia vivida, constituye los temas centrales tanto de las fotografías como de los textos que componen el volumen. En él, y a través de fotografías en las que se establece una especial relación entre hermosura de la imagen, tristeza que nos contagia e información que nos ilustra, Uchuraccay es retratado como un pueblo cuyas esperanzas parecen prevalecer sobre las sombras del miedo y la violencia.
Salomón Lerner Febres*
Es doctor en Filosofía por la Universidad Católica de Lovaina y licenciado en Derecho por la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Ha sido rector de la PUCP durante dos periodos (1994-2004). Actualmente es rector emérito y presidente del Instituto de Democracia y Derechos Humanos (IDEHPUCP) y profesor de Filosofía, Edu cación, Ética y Metodología de la misma universidad. Además, es presidente de la Filmoteca (PUCP) y presidente de la Socie dad Filarmónica de Lima. Ha sido presidente de la Comisión de la Verdad y Reconciliación del Perú (2001-2003) y es autor de diversas publicaciones, artículos y ensayos relacionados con los derechos humanos, filosofía, educación superior, glo balización y gobierno.
UCHURACCAY
EN BLANCO Y NEGRO
English: p. 156
El Apu Razuhuillca mira vigilante. Las ovejas corren despavoridas en el campo. La luz se deja entrever en blanco y negro. Las fotografías de Franz Krajnik se alzan en la plaza del centro poblado. El nuevo Uchuraccay yace unos metros del antiguo centro poblado que quedó prácticamente deshabitado luego de los dolorosos sucesos del 26 de enero de 1983. Los primeros meses de 1983 fueron de gran tensión aumentada también por uno de los más duros fenómenos de El Niño, que cada cierto tiempo asola la costa peruana subiendo la temperatura del mar que provoca lluvias, gran calor y huaicos en la costa, y frío y sequías en la zona andina. Kilómetros al sur, los pobladores de Lucanamarca, Sacsamarca y Huancasancos se rebelaban a los líderes senderistas en sus localidades. Fruto de estos enfrentamientos, sufrieron masacres espantosas como actos de represalia.
En diciembre de 1982, el entonces presidente del Perú, el arquitecto Fernando Belaúnde Terry, declaró a varias provincias ayacuchanas en estado de emergencia y autorizó el ingreso de las Fuerzas Armadas. Una nueva distribución geopolítica operó entonces sobre Ayacucho: el Ejército tomaba el control sobre Huamanga y las provincias del sur, mientras la Marina de Guerra del Perú asumía el control sobre la provincia de Huanta y las partes altas del norte ayacuchano —un control compartido también con el Ejército—.
El nombre del lugar quedó entrelazado con el caso y con la comisión presidida por el laureado noble de literatura Mario Vargas Llosa. Un trabajo de campo de poco menos de seis horas con intérpretes de quechua bastó para la redacción de un informe (que se conoce como el “Informe Vargas Llosa”) y que reproduce los ya existentes prejuicios en contra de la población indígena (Cristóbal, 2003; Mayer, 1992; Informe final de la CVR, 2003, vol. V, cap. 2: 149-155). Dicho informe reprodujo el paternalismo limeño-céntrico de muchas maneras —las distancias entre un “Perú oficial” y un “Perú profundo”, “separado en espacio y tiempo”, casi viviendo en un tiempo anterior al presente, prístino (Mayer, 1992: 193)—. El caso también coadyuvó a reforzar la metáfora de un campesinado “atrapado entre dos fuegos”, en medio de la insania de una guerra que no entendía. Y reprodujo, de otro lado, nuestro peor racismo y discriminación social. Traigo esto último a colación porque los sucesos en Lucanamarca ocurrieron el 3 de abril de 1983; es decir, poco tiempo después del asesinato de los periodistas y su guía en el paraje cercano a Uchuraccay. Ningún diario local informó de los hechos de Lucanamarca. Las primeras noticias que aparecieron fueron a partir del día 6 de abril y con notas inexactas sobre el número de fallecidos. Es recién a partir de ese momento que Oscar
Medrano viaja a Ayacucho y fotografía a los sobrevivientes en el Hospital Regional de Ayacucho. Entre sus fotografías más emblemáticas quedarían las del señor Edmundo Camana (Ulfe, 2013). En Lucanamarca fueron asesinados 69 campesinos por huestes senderistas.
El caso Uchuraccay provocó un álgido debate público que ocupó editoriales en medios escritos como los diarios Marka y El Comercio. Lo peculiar es que tanto grupos conservadores como sectores de izquierda incidían en argumentos que niegan la capacidad de los sujetos de poder tomar decisiones por propia cuenta. Desde la izquierda se manejaba la hipótesis que los comuneros habían sido azuzados por las fuerzas del orden para que atacasen y dieran cuenta de cualquier “visitante” en el lugar (el mismo argumento que he recogido en Lucanamarca) y en el caso de los sectores más conservadores, que era su “natural” alejamiento que haría imposible que estuvieran informados de lo que sucedía —eran ellos “buenas personas”, que a causa de su “ignorancia” no podían actuar o pensar por sí mismos (Informe final de la CVR, 2003, vol. V, cap. 2: 155)—. Sin embargo, las fotografías de Willy Retto encontradas después desbarataron ambos argumentos mostrando la tensión del momento, las discusiones y hasta los atuendos que, más bien, describen pobladores en un constante tránsito con la ciudad.
Carlos Iván toma la frase “Jamás tan cerca arremetió lo lejos” como título de uno de sus libros más emblemáticos que estudia el conflicto armado interno (Degregori, 2003). En esta edición, el capítulo de Ponciano del Pino está dedicado a Uchuraccay, autor que a partir del artículo publicado por Mayer (1992) vuelve sobre el paternalismo y el esencialismo desplegado por el informe de la comisión Vargas Llosa dando cuenta precisamente de lo que esta distancia sociocultural significa:
JAMÁS, HOMBRES HUMANOS, HUBO TANTO DOLOR EN EL PECHO, EN LA SOLAPA, EN LA CARTERA, EN EL VASO, EN LA CARNICERÍA, EN LA ARITMÉTICA! JAMÁS TANTO CARIÑO DOLOROSO, JAMÁS TAN CERCA ARREMETIÓ LO LEJOS, JAMÁS EL FUEGO NUNCA JUGÓ MEJOR SU ROL DE FRÍO MUERTO! JAMÁS, SEÑOR MINISTRO DE SALUD, FUE LA SALUD MÁS MORTAL Y LA MIGRAÑA EXTRAJO TANTA FRENTE DE LA FRENTE! Y EL MUEBLE TUVO EN SU CAJÓN, DOLOR, EL CORAZÓN, EN SU CAJÓN, DOLOR, LA LAGARTIJA, EN SU CAJÓN, DOLOR.
César Vallejo, Poemas humanos
Pero hay aquí una doble discriminación. Se habla siempre de la muerte de los periodistas y el guía y muy poco del asesinato sucesivo y aterrador de más de 140 comuneros. La población de Uchuraccay quedó diezmada en las semanas y meses siguientes a los hechos de enero de 1983. Del Pino describe el pavor que sentía la gente de definirse como procedente de Uchuraccay. El nombre no solo quedó atado al caso, sino también a ser señalado como “terruco”. Ello explica que años más tarde cuando a través del PAR se promoviera el repoblamiento y retorno de los migrantes uchuraccaínos, el pueblo se refunde en un nuevo lugar —al lado del pueblo viejo, quemado y destruido—.
Refundarse era también una manera de dotarse de una nueva historicidad. De dejar atrás aquello que se desea olvidar y dar pase a una nueva vida. Connerton (2008) describe la importancia del olvido en el ejercicio de la memoria. Se vuelve necesario e imprescindible. Es este tiempo y esta memoria que llevan a Franz, en su propia búsqueda personal, a acercarse a Uchuraccay. Y al hacerlo con él, lo hace a través del lente de su cámara fotográfica. Mirar, a través de su propio marco temporal y espacial, la reconstrucción de un pueblo derruido por años de violencia y discriminación; acercarse a la gente en sus actividades y dar cuenta de sus vidas. Fueron varios viajes y una exposición condensados en este libro homenaje a una población en su propia lucha por recuperar su historia y su memoria. ¿Por qué en blanco y negro? Fue una de las preguntas que más le hicieron los pobladores de Uchuraccay cuando tomó la plaza con sus fotos. En su tesis, Franz recoge el testimonio de Emiliano Ramos, para quien lo que sucedió en Uchuraccay, la muerte de su padre, es un recuerdo gris, en blanco y negro. Hay veces que la memoria funciona en colores. Edilberto Jiménez narra algo similar para el caso Chungui,
mientras dibuja en lapicero los pobladores de Chungui le narran los sucesos de sus vidas e inciden en los colores, en el amarillo de la retama, el viento, el momento del día que trae sus propios colores y los colores del alma como los recuerda. Pero el blanco y negro obedece también a las decisiones del fotógrafo como autor ―a su momento y lo que el viaje implicaba para él―. Si bien las fotografías originales están a color, él las vuelve en blanco y negro como parte del recuerdo de Emiliano, quien en ese momento se conecta con su propia vida.
Referencias bibliográficas
Comisión de la Verdad y Reconciliación. (2003). Informe final . Recuperado de http://www.cverdad.org.pe
Connerton, P. (2008). Seven Types of Forgetting. En: Memory Studies , 1 , 59-71.
Cristóbal, J. (2003). Uchuraccay o el rostro de la barbarie . Lima: Editorial San Marcos.
Degregori, C. (Ed.). (2003). Jamástancercaarremetiólolejos Lima: IEP.
Mayer, E. (1992). Peru in Deep Trouble: Mario Vargas Llosa’s “Inquest in the Andes” Reexamined. En George M. (Ed.), RereadingCulturalAnthropology . Durham: Duke University Press.
Ulfe, M. E. (2013). Dos veces muerto: la historia de la imagen y vida de Celestino Ccente o Edmundo Camana. En Memoria ySociedad , 17 (34), 81-90.
María Eugenia Ulfe*
Antropóloga de la Pontificia Universidad Católica del Perú con Master in the Arts of the Americas, Oceania and Africa de la Universidad de East Anglia (Sainsbury Research Cen tre), Norwich, Inglaterra (1995). Doctora en Human Sciences de la Universidad George Washington, Washington D.C. Estados Unidos (2005). Actualmente es docente en el Departamento de Ciencias Sociales y coordina la maestría en Antropología Visual y la Maestría en Antropología en la Escuela de Posgra do de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Es profeso ra honoraria en la Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga. Cuenta con una serie de publicaciones sobre te mas de memoria, etnicidad, violencia y arte. Tiene también un gran interés académico en la metodología, sobre todo en el uso de herramientas audiovisuales en la investigación.
TRANS TEMPORAL
ENSAYO DE LA MEMORIA
English: p. 158
Krajnik* FranzRecuerdo aquellos momentos en que mi padre, como muchos otros en la década de 1980, inventaba historias fantásticas para convertir el miedo y el silencio de un apagón, producto de un ataque terrorista, en una verdadera aventura apta para niños, la cual transcurría a luz de vela, en medio de la oscuridad que invadía a la ciudad de Lima. Mis hermanos y yo ignorábamos que en ese instante estaban ocurriendo crueles asesinatos en medio del peor conflicto armado interno de la historia reciente del Perú; en él, más de 69 000 personas1 murieron o desaparecieron entre 1980 y 2000, la mayoría en las zonas más pobres del sur andino, donde el conflicto se vivió entre prójimos (Theidom, 2009).
A partir de la década de 1990, con la violencia y corrupción generalizadas y enraizadas en el Estado2, el malestar era innegable y el país dejó de ser para mí ese mundo de fábula en el que me había protegido tiempo atrás. Con ello inició una etapa de conciencia y búsqueda personal para establecer los hitos de una investigación que años después me llevaría a este libro. La muestra Yuyanapaq (CVR, 2003), que evidencia la gravedad del conflicto a través de la fotografía, me brindó la claridad que necesitaba para establecer el siguiente paso: acercarme, cámara en mano, a las diversas historias de dolor que no coincidían con el Perú de mi infancia, pero que estaban presentes en un país que empezaba a recordar.
Sin embargo, no fue sino hasta mediados de 2012 que probé el inmenso vacío que deja la ausencia forzosa, injusta y prolongada de un ser amado. Tal dolor cuestionó diversos aspectos de mi propia identidad y me volcó, casi sin pensarlo, a buscar respuestas en una pequeña comunidad de los andes peruanos: Uchuraccay, ubicada a 4000 m s. n. m. en las alturas de la provincia Huanta, departamento de Ayacucho; para muchos, lugar emblemático de la violencia política en el país; para mí, una comunidad que aprendió a renacer de las cenizas de la muerte, a la cual llegué con el único propósito de averiguar cómo se (con)vive con el dolor.
La historia que envuelve a Uchuraccay es quizá la más enigmática del conflicto. Por un lado, están los sucesos del 26 de enero de 1983, fecha en que ocho periodistas, junto a un guía y un poblador, fueron asesinados por cerca de 40 comuneros luego de un diálogo frustrado por el miedo y el desconcierto de un contexto esencialmente violento. Estos hechos fueron investigados por la comisión Vargas Llosa3 como un mito y no como un crimen, y generó una visión romántica y paternalista de Uchuraccay que permitió su estancamiento en el imaginario colectivo peruano, creando un vacío en el tiempo, el cual nos volvió ciegos ante los hechos posteriores.
Por otro lado, entre 1983 y 1984, Uchuraccay se encontraba entre dos fuegos, y 135 campesinos fueron perseguidos y ejecutados sistemáticamente por escuadrones del PCP-Sendero Luminoso, así como por miembros de las Fuerzas Armadas4, quienes en su afán por combatir al enemigo terminaron convirtiéndose también en enemigo. El caos de esta época provocó el éxodo masivo de 300 sobrevivientes y una década de exilio, en la que los pobladores se refugiaban en comunidades y ciudades cercanas donde la resistencia era mayor. El 10 de octubre de 1993, un grupo de 60 pobladores dio inicio al proceso de retorno, que involucraba la reconstrucción de sus vidas y su identidad; esta fecha se ha convertido hoy en el aniversario de la comunidad.
No es fácil hablar de Uchuraccay cuando, sin importar lo que se diga, siempre se corre el riesgo de herir susceptibilidades, pues constituye un capítulo abierto en la historia sobre el conflicto armado interno en un país que no termina de reconciliarse consigo mismo. Además, es necesario precisar que el Uchuraccay de esta historia será diferente para cada lector que invierta su tiempo en estas páginas. El Uchuraccay de una generación no será igual al de otra, así como el de los pobladores no será el mismo que el de los familiares de los periodistas. No se trata entonces de hallar una verdad absoluta sobre los diversos hechos ocurridos en Uchuraccay, sino de observar qué se ha hecho con ese fragmento que cada grupo humano ha conservado para sí.
Elegir este camino implica renunciar a la pregunta inicial que muchos podríamos hacernos al pensar en Uchuraccay, es decir, preguntarnos exclusivamente por los sucesos que enlutaron aquel 26 de enero. Este planteamiento es válido si partimos de una motivación preocupada en el hallazgo de datos perdidos; sin embargo, su alcance resulta pobre en el tiempo y reduce la historia a un solo hecho, el cual es proyectado peligrosamente como un todo cerrado. Por el contrario, se debe abrir el espectro
a cuestionamientos más profundos sobre los efectos de la violencia a través del tiempo, aquello invita necesariamente a deconstruir el imaginario social creado en torno a Uchuraccay y permite observar la historia como un proceso en tránsito.
Debido al sistema de vida occidentalizado, en el que la búsqueda de experiencias impulsa a mirar al futuro, dejando el pasado atrás, nos hemos olvidado que es en realidad el pasado el que está presente en la construcción de ese futuro, siendo la cosmovisión andina la que pone énfasis en la memoria como elemento vivo que rige dicha acción5. Por lo tanto, no es posible separar el dolor que invade a Uchuraccay, ya que es Uchuraccay mismo el que está construido a partir de él; sin embargo, los pobladores lo han dotado de un nuevo significado en las prácticas cotidianas. El dolor de la ausencia es, en todos sus sentidos, la presencia utilizada como motor que impulsa la vida. Un dolor que es rencor, nostalgia y pena, pero que a la vez es trabajo, lucha y amor; un dolor que potencia la vida debido a que no es estático, sino que se mueve en el tiempo para ser transformado y capitalizado por los pobladores en pos del desarrollo de su comunidad.
Entonces, la memoria en Uchuraccay es definida por este dolor transtemporal que, al resignificarse (Del Pino, 2003), edifica nuevas narrativas sobre las consecuencias del conflicto, las cuales rompen el silencio de tres décadas de olvido y nos muestran la incansable lucha por la vida en una comunidad que hoy, junto a otras cinco comunidades campesinas afectadas por la violencia, conforma el nuevo distrito de Uchuraccay, evidenciando la relación entre la oscuridad de la muerte y luz de una vida nueva como síntesis de una existencia plena.
En los cinco años que me tomó elaborar las imágenes de este libro, cultivé una relación cercana con la población y aprendí a valorar la persistencia de la memoria como proceso activo y
continuo en la construcción de la identidad. Este proceso, al ser fotografiado, implica elecciones metodológicas que vayan más allá de la captura de un instante decisivo6, ya que este recurso pretende fijar un hecho en el tiempo totalizando su sentido; se requiere de una apertura hacia caminos interpretativos más amplios que puedan plantear interrogantes en función a quiénes somos luego de todo lo que ha pasado, lo cual propicia la reflexión y el diálogo sobre las consecuencias del Sasachacuy tiempo (Theidom, 2009) o tiempo difícil y las estrategias de sanación/reconciliación de las poblaciones afectadas.
El trabajo propone, bajo una mirada intersticial7, explorar el dolor de la ausencia en Uchuraccay desde una visión personal, subjetiva y sincera ubicada en el pasado-presente-futuro del conflicto, rompiendo así el esencialismo tanático que ha envuelto esta historia en las últimas décadas. Desde que se involucra la subjetividad de la mirada, la búsqueda de imágenes toma un carácter íntimo que va otorgando sentido a aquello que observa apropiándose de lo fotografiado como si se tratase de un espejo (Sontag, 2006). Así, el espacio de espera antes de realizar una fotografía no representa un vacío de sentido por llenar, sino un espacio lleno de sentido, el cual va construyendo la propuesta desde el ensayo fotográfico documental.
Ya que las discusiones sobre memoria raras veces pueden hacerse desde afuera, sin incorporar la propia experiencia, creencias y emociones (Jelin, 2012), no puedo más que fotografiar visceralmente mi propio vacío y la oscuridad que lo envuelve, el cual ha sido compartido con los demás aprendiendo, como lo hizo Uchuraccay, a resignificarse en dador y constructor de vida nueva, al igual que aquellas historias fantásticas que mi padre solía contar en medio de la penumbra.
*1. Cifra de víctimas de la violencia política que maneja la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR, 2003) en su Informe Final.
*2. Entre 1990 y 2000, el presidente Alberto Fujimori —ahora preso por delitos de lesa humanidad— vulneró la democracia, las instituciones del Estado y el respeto por los derechos humanos hasta su renuncia desde Japón, a través de un fax.
*3. En febrero de 1983, el presidente Fernando Belaúnde Terry creó la Comisión Investigadora de los Sucesos de Uchuraccay, al mando del escritor Mario Vargas Llosa.
*4. Uchuraccay fue visitado constantemente por SL y las FF. AA. entre 1983 y 1984, acusando a los pobladores de pertenecer o apoyar a uno u otro bando.
*5. Existen numerosos estudios sobre la cosmovisión andina del tiempo (Véase Ansión, 1987; Urbano, 1993; Sosa, 2009; y Zuidema, 2015).
*6. El instante decisivo, del famosísimo Cartier Bresson, es la cláusula más perseguida de la historia de la fotografía, la cual coloca la responsabilidad de la carga narrativa en el clímax de la acción.
*7. Se hace referencia al momento intersticial, propuesto por Robert Frank en 1958, el cual plantea la apropiación de la carga narrativa por parte del autor, haciendo evidente el nivel interpretativo de la fotografía.
Referencias bibliográficas
Cartier-Bresson, H. (2003). Fotografiar del natural. Madrid: Gustavo Gili.
Comisión de la Verdad y Reconciliación. (2003). Informe Final [Tomo V]. Lima: CVR. Recuperado de http://www. cverdad. org.pe
Comisión de la Verdad y Reconciliación. (2003). Yuyanapaq. Para recordar. Lima: CVR.
Del Pino, P. (2012). Uchuraccay: memoria y representación de la violencia política. En I. Degregori (Ed.), No hay país más diverso. Lima: Instituto de Estudios Peruanos.
Jelin, E. (2012). Los trabajos de la memoria. Lima: Instituto de Estudios Peruanos.
Sontag, S. (2003). Ante el dolor de los demás. Madrid: Santillana.
Sontag, S. (2006). Sobre la fotografía. México D.F.: Alfaguara. Theidom, K. (2009). Entre prójimos. Lima: Instituto de Estudios Peruanos.
Vargas Llosa, M. (1983). Informe de la Comisión Investigadora de los Sucesos de Uchuraccay. Lima: Editora Perú.
Fotógrafo documental y autor del presente libro. Magíster en antropología visual por la Pontificia Universidad Católica del Perú y licenciado en periodismo por la Universidad de San Martín de Porres. Ganador del VII Concurso Nacional de Fotografía Eugène Courret y el Concurso Internacional del Fotografía De la Memoria y el Olvido, ambos en 2013. Ha sido editor gráfico de sección en el diario El Comercio y coeditor de fotografía en el diario La República, actualmente es docente de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas. Sus proyectos visuales giran en torno a la vida y la muerte, contemplando la fragilidad del tiempo desde la mirada subjetiva del autor.
ORCID 0000-0003-4458-5058
Antiguo Uchuraccay. Ubicado en las faldas de las montañas, contiene las ruinas de lo que alguna vez fue la plaza, hacienda, escuela e iglesia del pueblo, las cuales perduran hoy como silenciosos testigos de la muerte de ocho periodistas, un guía y 135 pobladores.
Nuevo Uchuraccay. Construido en la cima de una montaña a partir de 1995, comprende la nueva estructura que toma la comunidad luego del retorno. Alrededor de la plaza de la Paz, se ubica el municipio, la posta de salud, el local comunal y las casas de 400 pobladores.
AUSENCIAS
EN LOS MESES SIGUIENTES A LA MATANZA DE LOS PERIODISTAS, UCHURACCAY SE VIO ENVUELTO ENTRE DOS FUEGOS PRODUCTO DEL PROFUNDO ODIO Y VENGANZA DEL CAOS. EN REPETIDOS ATAQUES, 135 CAMPESINOS FUERON EJECUTADOS SISTEMÁTICAMENTE, TANTO POR COLUMNAS DEL PCP-SENDERO LUMINOSO COMO POR ESCUADRONES MILITARES Y RONDEROS DE COMUNIDADES VECINAS. MUCHOS FUERON ENTERRADOS EN EL CEMENTERIO DEL PUEBLO; SIN EMBARGO, NO TODOS TUVIERON LA MISMA SUERTE: HUBO POBLADORES QUE NO FUERON DEBIDAMENTE SEPULTADOS O QUE SIMPLEMENTE FUERON DESAPARECIDOS. SUS TUMBAS SON AHORA LA ÚNICA PRUEBA DE SU EXISTENCIA Y DAN TESTIMONIO DEL HORROR EXPERIMENTADO A INICIOS DE LA ÉPOCA DE VIOLENCIA. ESTE LUGAR, UBICADO AL LADO DE LA ANTIGUA PLAZA DE UCHURACCAY, CONSTITUYE UN ESPACIO DE MEMORIA PARA LOS SOBREVIVIENTES, QUIENES DEBEN CONVIVIR CON EL DOLOR DE LA MUERTE COMO VÍCTIMAS DE LA MÁS FEROZ Y ABSURDA VIOLENCIA DE NUESTROS TIEMPOS.
DOS FUEGOS
PLENITUD
MEMORIA VIVA
Teófila Chávez Soto Teodoro Soto Ticlla Ignacio Figueroa Gavilán Baltazar Figueroa Gavilán Daniel Chocce Ayala Lorenzo Figueroa Cunto Alejandro Huamán Leandro
HATUN RUMI
COPLAS DE CARNAVAL
Uchuraccay parque patampi hatun rumi tiyanallay chay rumipi tiyaspaymi warma yanayta suyarqani suyachkaptiy tiyachkaptin warma yanallay qispirqamun haku niñuchay carnavalispi purikamusun nillawaspan.
EN EL PARQUE DE UCHURACCAY, HAY UNA PIEDRA GRANDE. SENTADO EN ESA PIEDRA ESPERÉ A MI AMORCITO, Y CUANDO ESTABA ESPERANDO APARECIÓ MI AMORCITO. VAMOS, CARIÑO, A PASEAR EN LOS CARNAVALES.
HAN
Julio 11, 2012
La imagen de un poblador de Uchuraccay y su hijo es reflejada en una laguna del antiguo pueblo. El padre revive cada día el dolor de su pasado, mientras que el hijo lo resignifica para construir un futuro de paz y modernidad.
Enero
28, 2013
A 4800 m s. n. m., el Apu Razuhuillca o montaña protectora de Uchuraccay sirvió de helipuerto a los “sinchis” de la Guardia Civil, quienes incitaron a los pobladores a defenderse y a matar a todo aquel que llegue a pie.
El caos y la persecución que sufrió Uchuraccay, aún habitan en la memoria de quienes tuvieron que escapar en 1984 dejando sus tierras y animales abandonados a su suerte.
Octubre 13, 2012
Enero 30, 2016
Uchuraccay es cubierta por una intensa neblina que subyuga los ánimos en la víspera de carnavales. Sus calles, plazas y colinas lucen vacías como si estuvieran abandonadas.
Octubre 09, 2013
Al cumplirse 20 años del retorno, las nuevas generaciones recuerdan a sus familiares muertos y desaparecidos por la violencia. A este acto de profunda nostalgia llaman “estar con pensamiento”.
Octubre 13, 2012
De una loma llamada Accno, emana agua sulfurosa que embriaga a quien la bebe. Los pobladores cuentan que perteneció al Qhapaq Ñam o red de caminos incas, pero que nadie la visita.
Febrero 17, 2015
Un vigía del comité de Autodefensa se cubre con un plástico para protegerse de una tormenta. A pesar de no existir en el presente amenaza terrorista en la zona, los pobladores se mantienen siempre alertas.
Octubre 12, 2013
Durante un altercado por una carrera de caballos, dos miembros del comité de Autodefensa se acercan a poner orden portando unas escopetas Winchester, legendarias en la lucha contra el terrorismo.
Franco Quispe, de nueve años, juega con su mascota en la cruz de Los Mártires, colocada en la antigua plaza de Uchuraccay. Hoy, el espacio es resignificado en la coexistencia de la vida y la muerte.
Julio 12, 2012
Octubre 09, 2013
Al presentarme como periodista, un niño juega a dispararme con un trozo de madera como si se tratase de un fusil. “¡Señor terrorista!”, gritaba el niño en alusión a la trágica matanza del 26 de enero de 1983.
Enero 29, 2013
Las finas hojas de ichu susurran al viento el testimonio escondido entre sus raíces. Al ser arrancadas de la tierra, sirven como tejados que coronan los tapiales de las nuevas viviendas en Uchuraccay.
Enero 28, 2016
La humareda de un fuego cercano esconde la identidad de un joven que realiza labores de campo. Durante los diez años de exilio, muchos ocultaron su identidad por temor a ser perseguidos y asesinados.
Octubre 14, 2012
Janet Figueroa danza en la celebración de su boda religiosa, mientras la banda local toca un huaino quechua alusivo al compromiso de una vida nueva.
Octubre 14, 2013
Unos niños se asoman curiosos al interior de una casa donde se realiza un funeral. Uchuraccay vivió de cerca aquella relación constante con la muerte que trajo la violencia.
Enero 25, 2016
U n niño juega en la nueva loza deportiva de Uchuraccay construida al borde del pueblo, sobre la colina que lleva a las ruinas de la antigua plaza.
Enero 26, 2016
Un toro es sacrificado para recibir a los familiares de los periodistas. Su discurso sobre la matanza recuerda el heroísmo de los hombres de prensa, pero olvida la sangre derramada de los pobladores.
El pastor evangélico
Adrián
Gavilán realiza una plegaria en nombre de la comunidad pidiendo perdón por los actos contra los periodistas y recordando a los 135 campesinos asesinados.
Octubre 13, 2012
Julio 12, 2012
U n poblador levanta un bloque de hielo durante las heladas de invierno. Debido al agreste clima, Uchuraccay no recibe visitas ni turismo alguno durante el año.
Octubre 8, 2013
En los andes, vida y muerte se rigen por el ordenamiento cósmico, el cual ubica el pasado en el presente. Así, los 135 pobladores asesinados brillan hoy en la memoria de sus familiares.
Octubre 13, 2012
Una niña es bautizada por el pastor evangélico de Uchuraccay en una laguna cercana a la antigua plaza. Este acto se enmarca en las celebraciones de una nueva vida a partir del retorno.
Octubre 11, 2013
L a cabeza de un toro, sacrificado para honrar la visita de un funcionario de la PCM en pleno proceso de distritalización, es arrojada sobre una piel de cordero en el local municipal de Uchuraccay.
Octubre 14, 2012
Familiares e invitados a una boda conversan mientras esperan por la comida. Son pocas las ocasiones en las cuales hombres y mujeres de la comunidad se reúnen.
Octubre 14, 2012
E merson Romero y Janet Figueroa reciben los aplausos de la comunidad como flamantes esposos, mientras recuerdan a sus familiares ausentes, conviertiendo diversos rituales de la vida en verdaderos actos de memoria.
Octubre 14, 2012
Joel Pacheco, expresidente del comité de Autodefensa, acuesta a su hija Flor Andina, mientras brinda en memoria de su padre y su hermano mayor, asesinados por los “sinchis” en 1984.
Octubre 14, 2013
Esposa e hijo de un hombre que murió por una causa desconocida se despiden de sus restos cantando el Almakunapaq antiguo cántico quechua ofrecido a las almas para que no pierdan su camino al “otro mundo”.
Febrero 18, 2015
En la pared de una vivienda se luce un afiche con el rostro del ex presidente Alberto Fujimori, quien en 1995 presentó a los pobladores como herramientas políticas de su plan de pacificación, pero a la vez promulgó la Ley de Amnistía 26479, la cual favoreció a implicados en violaciones de derechos humanos.
Una donación de cientos de árboles de pino llega a Uchuraccay para ser plantados como parte de los muchos esfuerzos de los pobladores por llenar de vida su comunidad.
Enero 25, 2016
Octubre 14, 2012
La banda de músicos de Uchuraccay ensaya en el templo evangélico antes de participar en los pasacalles que dan por finalizada la festividad del 19.avo aniversario del retorno.
Octubre 13, 2013
Ceremonia de la luz en el templo católico de Uchuraccay, donde alrededor de 30 niños y niñas son bautizados en la fecha del 20.avo aniversario del retorno.
Octubre 10, 2013
María Figueroa arrulla a su bebe de seis meses de nacida, mientras prepara el desayuno para su famila a base de caldo, papa y especias.
Octubre 14, 2012
Alabanzas y cánticos quechuas son entonados por Rayda Figueroa, en el templo evangélico de Uchuraccay. El perdón y la esperanza de un renacimiento son los temas que repiten los cantos litúrgicos.
Octubre 08, 2013
Eladio Huaylla, sobreviviente de los ataques de SL, enseña a su hijo las costumbres tradicionales de Uchuraccay, mientras habla de su labor como nuevo presidente del comité de Autodefensa.
Anatulia y Nancy juegan a las escondidas huyendo a toda prisa de su casa, mientras Alejandro, su hermano menor, las persigue. “Antes jugábamos a los terruquitos”, menciona su tío Julián.
Octubre 12, 2012
Julio 11, 2012
Durante el tiempo de cosecha, el aini o sistema de reciprocidad de trabajo comunitario concluye con la preparación de la huatia, plato típico de la gastronomía andina que es preparado asando papas en la tierra.
Octubre 13, 2012
U na gallina escapa de la olla en la que iba a ser hervida como parte de los platillos de aniversario. En fechas especiales se preparan potajes típicos que son compartidos por toda la comunidad.
Febrero 17, 2015
Tres jinetes recorren las montañas de Uchuraccay en camino a las yunzas que se realizan por carnavales. A su llegada dan inicio a los bailes y eligen a las damas solteras, quienes los reciben con pinturas y talco.
Enero 29, 2013
Pobladores de Uchuraccay trabajan en la construcción de una represa para beneficiarse de las aguas de la laguna Ticllaccocha, al pie del Apu Razuhuillca.
Octubre 13, 2012
Con ronda de penales, se define el ganador del campeonato de fútbol intercomunidades en Uchuraccay. Este evento marca el final de las celebraciones por el aniversario del retorno y estrecha los lazos de unidad entre los comuneros.
Febrero 18, 2015
En medio de una yunza, Aydeé Solier levanta su látigo, hecho de hojas de ichu, dispuesta a golpearme como acto de bienvenida e inclusión a sus ritos tradicionales de carnaval.
Enero 28, 2016
Una banca vacía en la iglesia evangélica de Uchuraccay resume el carácter transtemporal del dolor de la ausencia. La oscuridad del pasado es ahora la luz que impulsa su camino.
Las actividades diarias de ganadería y agricultura obligan a los pobladores a recorrer todos los días las partes bajas de Uchuraccay, en dirección a las ruinas del antiguo pueblo.
Octubre 12, 2012
Octubre 13, 2014
Un poblador trabaja separando el ichu que será utilizado para la construcción de nuevas viviendas en el proceso de distritalización de Uchuraccay.
Febrero 19, 2015
Por las agrestes condiciones climáticas, los pobladores de Uchuraccay solo pueden sembrar papa, haba y oca. El trueque sigue siendo una práctica común entre las comunidades altoandinas de Huanta.
Octubre 10, 2013
Al concluir la celebración de un bautismo en el templo católico de Uchuraccay, los padrinos lanzan caramelos al aire como parte de las tradiciones que envuelven las festividades del 20.avo aniversario de la comunidad.
Febrero 19, 2015
Danzando en los cerros cercanos, hombres y mujeres de diversas comunidades afectadas por la violencia política beben licor de caña y cantan alegres coplas de amor durante los carnavales.
Febrero 18, 2015
Un monumento ubicado en la plaza de la Paz de Uchuraccay les recuerda que de las mismas tinieblas del conflicto se ha construido la paz por su oposición, por su persistente presencia en la memoria.
Octubre 13, 2012
A más de 4000 metros de altura, los deportistas de las diversas comunidades vecinas se disputan, cuerpo a cuerpo, la llamada maratón de los pueblos, una de las principales actividades del aniversario de Uchuraccay.
UCHURACCAY
Tercera semana de enero Los comuneros de Uchuraccay matan a cinco miembros del PCP-Sendero Luminoso.
Julio Militantes de SL ingresan a Uchuraccay buscando conformar bases de apoyo. 12 de octubre Las provincias de Huamanga, Huanta, Cangallo, La Mar y Víctor Fajardo, del departamento de Ayacucho, son declaradas en emergencia.
21 de enero Siete miembros de Sendero Luminoso son asesinados por comuneros de Huaychao.
29 de enero Se confirma la masacre de los periodistas y la noticia es difundida en el ámbito nacional e internacional.
02 de febrero
El gobierno nombra la Comisión Investigadora de los Sucesos de Uchuraccay, presidida por el escritor Mario Vargas Llosa.
23 de enero
En Lima, el presidente Alberto Belaunde felicita la acción “patriota y saludable” de los comuneros de Huaychao. En Uchuraccay, una patrulla de 15 ‘sinchis’ llega en helicóptero e incita a los campesinos a matar a todo extraño que llegase a pie.
20 de mayo
En la madrugada, el PCP-SL incursiona en Uchuraccay días previos a la fiesta de Espíritu Santo y asesina alrededor de 20 pobladores.
Durante todo el año Uchuraccay es atacada repetidas veces, tanto por el PCP-SL, los militares y las rondas campesinas de las comunidades aledañas, con el saldo de numerosos pobladores muertos y el completo abandono del pueblo debido a que los sobrevivientes huyen hacia la selva, Tambo, Huanta, Huamanga y Lima.
10 de octubre 82 pobladores retornan a Uchuraccay después de casi una década, luego de meses de coordinaciones impulsadas por el comunero Elías Ccente, con el apoyo del Concilio Nacional Evangélico del Perú
Enero
Se da inicio a la construcción de la nueva plaza de Uchuraccay con el financiamiento del Programa de Apoyo al Repoblamiento (PAR).
26 de enero Ocho periodistas que se dirigían a Huaychao, su guía y un poblador son asesinados luego de un diálogo frustrado en medio de momentos de extrema tensión y miedo por cerca de 40 comuneros de Uchuraccay.
16 de julio A la medianoche, concluida la fiesta de la Virgen del Carmen, el PCP-SL ataca la comunidad matando a otros 20 comuneros.
Entre 1984 y 1993 Los sobrevivientes trabajaron como peones en tierras ajenas, donde fueron perseguidos, abusados y repudiados; muchos incluso ocultaron su identidad por temor a ser reconocidos como pobladores de Uchuraccay.
Octubre-diciembre Los comuneros de Uchuraccay expulsan a miembros de SL, quienes asesinan al presidente de la comunidad Alejandro Huamán. Las FF. AA. asumen el control interno de las provincias declaradas en emergencia bajo el mando del general Roberto Clemente Noel Moral.
24 de diciembre En víspera de Navidad, el PCP-SL realiza una nueva incursión en Uchuraccay, matando a ocho pobladores.
14 de junio La Corte Suprema condena a los pobladores Dionisio Morales Pérez, Mariano Ccasani Gonzáles y Simeón Auccatoma Quispe a 15 años de prisión por el delito de homicidio agravado en el caso Uchuraccay.
15 de junio El presidente Alberto Fujimori promulga la ley de amnistía 26479 que beneficia a implicados en violaciones a los derechos humanos desde 1980. 1981
Mayo Los comuneros entregan a los miembros de la Comisión de la Verdad la lista de los 135 uchuraccaínos muertos por la violencia política.
26 de enero
Se realiza el «I Encuentro de la Paz y la Reconciliación Nacional» en conmemoración de los quince años de la muerte de los periodistas.
09 de agosto Inauguración de la exposición Yuyanapaq. Para recordar (CVR), relato visual del conflicto armado interno donde se incluye una sala sobre el caso Uchuraccay.
28 de agosto Es presentado el Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación.
26 de enero
Se realiza la primera caminata por la paz a Uchuraccay, en la que ocho periodistas y un guía siguen la misma ruta utilizada por los periodistas en 1983.
10 de octubre
Se inaugura la primera exposición fotográfica en Uchuraccay con 28 fotografías de este proyecto colocadas en la plaza de la Paz.
26 de enero
Se inaugura en Uchuraccay el Santuario Ecológico en memoria de los ocho periodistas y los 135 campesinos asesinados, es la primera vez que se incluye a los pobladores en las actividades oficiales de memoria.
26 de enero
Se inaugura en Uchuraccay el museo de la memoria, conteniendo fotografías de la matanza de los periodistas pero no de los pobladores.
29 de noviembre Se realizan las primeras elecciones municipales del distrito de Uchuraccay.
22 de agosto
La Corte Interamericana de Derechos Humanos declara la incompatibilidad e improcedencia de la ley de amnistía 26479.
24 de marzo
La Corte Interamericana de Derechos Humanos declara la admisibilidad sobre el pedido de los familiares de los periodistas a presentar denuncia, quienes alegan una supuesta participación de los militares en los hechos del 26 de enero de 1983.
27 de junio Se promulga la ley 30221 de creación de distrito de Uchuraccay, que reúne a los centros poblados de CCano, Iquicha, Carhuahurán, Pampalca, Uchuraccay y su capital Huaynacancha.
IN BLACK & WHITE
The Apu Razuwillca looks attentively. Sheep run terrified on the field. A glimpse of light is seen in black and white. Franz Krajnik’s photographs rise up in the square of the village. The new Uchuraccay lies a few meters from the old village that was left uninhabited after the painful events of January 26, 1983. The first months of 1983 were of great tension, augmented also by one of the strongest El Niño phenomena that, from time to time, devastates the Peruvian coast by increasing the sea temperature, provoking rains, great heat and landslides on the coast and cold and drought in the Andean zone. Kilometers south, the population of Lunamarca, Sacsamarca and Huancasancos rebel against the terrorist leaders in their villages. As a result of those confrontations, they suffered terrible massacres as acts of retaliation.
In December 1982, the then president of Peru, architect Fernando Belaunde Terry had declared many provinces of Ayacucho in a “state of emergency” and authorized the entry of the Armed Forces. A new geopolitical distribution operated then upon Ayacucho: the Army took control of Huamanga and the southern provinces while the Peruvian Navy took over the province of Huanta and the higher parts of the north of Ayacucho—a control that was shared also by the Army.
The name of the place remained associated with the event and with the commission presided by the Nobel prize in Literature, Mario Vargas LLosa. A field work of less than six hours with Quechua interpreters was enough to draft a report (known as the “Vargas Llosa Report”) that reproduces the already existing prejudice against the indigenous population (Cristóbal, 2003; Mayer, 1992; Final Report of the Truth and Reconciliation Commission, 2003, vol. V, chap. 2: 149-155). It reproduced the Limenian-centric paternalism in many ways —the divide between the “official Peru” and a “deep Peru,” “separated by time and space,” almost living in a time prior to the present, pristine (Mayer, 1992: 193)—. The case also contributed to reinforcing the metaphor of a peasant population “trapped between two fires,” amidst the insanity of a war they did not understand. And it reproduced, on the other hand, our worst racism and social discrimination. I mention this because the events in Lucanamarca occurred on April 3, 1983. In other words, short after the murder of the journalists and their guide in a location close to Uchuraccay. No local newspaper reported on the events in Lucanamarca. The first news appeared on April 6 and with inexact notes on the number of deaths. It is only since then that Oscar Medrano travels to Ayacucho and photographs survivors at the Regional Hospital of Ayacucho. Amongst his most emblematic photographs were those of Edmundo Camena (Ulfe, 2013). Sixty-nine peasants were murdered in Lucanamarca by terrorist followers.
The case of Uchuraccay triggered a critical public debate that occupied editorials in the written media like Diario Marka and El Comercio. What is peculiar is that both conservative groups and left-wing sectors persisted with arguments that deny the individuals’ capacity to make decisions on their own. From the left-wing, the hypothesis was posed that the comuneros had been pressured by law enforcement agents to attack and report any “visitor” to the place (the same argument I have gathered in Lucanamarca) and in the case of the most conservative sectors, that it was their “natural” distancing that made it impossible for them to be informed of what was happening —they were “good people” that because of their “ignorance” could not act or think on their own (Final Report of the Truth and Reconciliation Commission, 2003, vol V, chap. 2: 155)—. However, Willy Retto’s photographs found afterwards ruined both arguments by showing the tension of the moment, the arguments, and even the clothes that rather describe a population that constantly traveled to the city.
Carlos Iván took the phrase Jamás tan cerca arremetió lo lejos (Never did what is far rush so close) as the title of one of his most representative books that studies the internal armed conflict (Degregori, 2003). In this edition, Ponciano del Pino’s chapter is dedicated to Uchuraccay. Based on Mayer’s article (1992), Ponciano deals again with the paternalism and essentialism shown by the Vargas Llosa commission, regarding what this sociocultural distance means,
Never, human men, was there so much pain in the chest, in the lapel, in the wallet, in the glass, in the butcher’s, in arithmetic!
Never so much painful tenderness, never did what is far rush so close, never did the fire ever play better its role of deal cold!
Never, mister minister of health, was health more mortal, did the migraine extract so much forehead from the forehead!
Did furniture have in its drawer, pain, the heart in its drawer, pain, the newt in its drawer, pain
César Vallejo, HumanPoems (Translated by Clayton Eshleman)But there is a double discrimination here. The death of the journalists and the guide is always mentioned, but very few times that of the subsequent and terrifying murders of more than one hundred forty comuneros. The population of Uchuraccay was decimated in the following weeks and months after the events of January 1983. Del Pino describes the fear people felt to say they came from Uchuraccay. The name not only remained associated with the case, but also with being pointed at as a “terrorist.” This explains why years later, when —by means of the PAR— the repopulation and return of migrants was promoted, the village was founded in a new place, next to the old village, destroyed and burnt.
Refounding the village meant also providing themselves with a new historical authenticity. That of leaving all they want to forget behind, and welcoming a new life. Connerton (2008) describes the importance of forgetting in the rehearsal of memory. It becomes necessary and indispensable. It is this
time and this memory that lead Franz, in his own personal quest, to approach Uchuraccay. And he does it through his camera lens. Looking through his own time and space frame at the reconstruction of a village destroyed by the years of violence and discrimination; approaching the people in their activities and telling about their lives. There were many trips and an exhibition condensed in this book that is a homage to a population in their own struggle to recover their history and their memory. Why black and white? It was one of the most frequent questions the population of Uchuraccay asked when he took over the square with this pictures. In his thesis, Franz presents the testimonial of Emiliano Rosa for whom what happened in Uchuraccay, the death of his father, is a gray memory, in black and white. There are times in which memory works in colors. Edilberto Jiménez narrates something similar for the Chungui case —while drawing with a pen, the population of Chungui tells him about the events of their lives and emphasizes colors, that of the yellow broom, the wind, that moment of the day that brings along its own colors and the colors of the soul as he remembers them. But black and white also obey to the decisions of the photographer as the author—in his time and what the journey implied for him. Although the original photographs are color, he turns them into black and white as part of Emiliano’s memory who in that moment connects with his own life.
References
Comisión de la Verdad y Reconciliación. (2003). Informefinal Retrieved from http://www.cverdad.org.pe
Connerton, P. (2008). Seven Types of Forgetting. In Memory Studies , 1, 59-71.
Cristóbal, J. (2003). Uchuraccayoelrostrodelabarbarie . Lima: Editorial San Marcos.
Degregori, C. (Ed.). (2003). Jamástancercaarremetiólo lejos . Lima: IEP.
Mayer, E. (1992). Peru in Deep Trouble: Mario Vargas Llosa’s “Inquest in the Andes” Reexamined. In G. Marcus (Ed.), RereadingCulturalAnthropology . Durham: Duke University Press.
Ulfe, M. E. (2013). Dos veces muerto: la historia de la imagen y vida de Celestino Ccente o Edmundo Camana. In: Memoriay Sociedad , 17(34): 81-90.
TRANS TEMPORAL
MEMORY ESSAY
KrajnikI remember those moments when my father, like many other fathers in the 80s, made up fantastic stories to transform the fear and silence during a black-out, resulting from a terrorist attack, into a true kids adventure that took place at candlelight, amidst the darkness that overtook the city of Lima. My siblings and I ignored that at that moment cruel assassinations were happening in the thick of the worst armed conflict of the recent history of Peru; in it, more than 69 000 people died or disappeared between 1980 and 2000, and most in the poorest zones south of the Andes, where the conflict was experienced among fellowmen (Theidom, 2009).
From the 90s on, with violence and corruption generalized and rooted in the State, the unrest was undeniable and the country was, for me, no longer the fairytale world where I had found shelter before. With it, a personal awareness and pursuit stage started to establish the milestones of a research work that would lead me to this book years later. The Yuyanapaq exhibition (CVR, 2003), which gives evidence of the seriousness of the conflict through photography, gave me the clarity I needed to take the next step: approach, camera on hand, the various stories of pain that did not match the Peru of my childhood, but that were there in a country I started to remember.
However, it was not until mid-2012 that I experienced the immense void left by the forced, unfair, and prolonged absence of a loved one. Such pain questioned different
aspects of my own identity and made me, almost without thinking, look for answers in a small Andean community in Peru: Uchuraccay, located at 4000 masl, in the heights of the province of Huanta, department of Ayacucho; to many, an emblematic place of the political violence in the country; to me, a community that learned to come back from the ashes of death, where I arrived with the sole purpose of finding out how you can (co)exist with pain.
The history that surrounds Uchuraccay is maybe the most enigmatic of the conflict. On the one hand, the events of January 26, 1983, when eight journalists, together with a guide and a villager, were murdered by nearly forty comuneros (peasants) after a frustrated dialog out of the fear and confusion of an essentially violent context. These facts were researched by the Vargas Llosa commission as a myth and not a crime, generating a romantic and paternalist view of Uchuraccay that triggered its stagnation in the collective Peruvian imaginary, creating a void in time that blinded us in the face of the following events.
On the other hand, between 1983 and 1984, Uchuraccay was between two fires and 135 peasants were followed and executed systematically by Peru’s Communist Party PCPShining Path squads, as well as by members of the Armed Forces who, in their will to fight the enemy, also became the enemy. The chaos during that time triggered the massive exodus of 300 survivors and a decade of exile, finding shelter in communities and cities close to where resistance was greater. On October 10, 1993, a group of sixty villagers started the return process that involves the reconstruction of their lives and identity. This date has become the anniversary of the community.
It is not easy to speak of Uchuraccay when, regardless of what is said, you always run the risk of hurting susceptibilities, as it is an open chapter in the history of the internal armed conflict in a country that is not done reconciling with itself. In addition, it is necessary to point out that the Uchuraccay in this story is different for every reader that invests their time on these pages. The Uchuraccay of this generation will not be the same of others’, and the Uchuraccay of the villagers will not be the same as that of the families of the journalists. It is not then about finding an absolute truth about the different events occurred in Uchuraccay, but about observing what has been done with that fragment that each human group has kept for itself.
Selecting this road implies giving up the initial question that many of us would ask ourselves when thinking of Uchuraccay, that is, ask us exclusively for the events that put that January 26 in mourning. This approach is valid if we start
from a concerned motivation to find lost data; however, its reach is poor over time and reduces history to one fact only, projecting it dangerously as a closed circle. On the contrary, deeper questionings on the effects of violence over time should be open, which necessarily invites to deconstruct the social imaginary created around Uchuraccay and allows observing history as a process in transit.
Due to a westernized life system in which the search for experiences encourages looking into the future leaving the past behind, we have forgotten that it is in fact the past which is present in the construction of such future, and the Andean world view puts emphasis on memory as a live element that drives such action. Therefore, it is not possible to do away with the pain that invades Uchuraccay since Uchuraccay itself is constructed upon it; however, the villagers have given it a new meaning in their daily practices. The pain of absence is, in all senses, a presence used as an engine that drives life. A pain that is resentment, nostalgia, and sadness, but at the same time is work, struggle and love; a pain that improves life because it is not static, but moves in time to be transformed and capitalized by the villagers in favor of their community’s development.
Thus, memory in Uchuraccay is defined by this transtemporal pain, with this new meaning (Del Pino, 2003) it creates new narratives on the consequences of the conflict that break the silence of three decades of disregard and show us the relentless struggle for life in a community that, today, together with other five peasant communities affected by violence, have formed the new district of Uchuraccay, evidencing the relationship between the darkness of death and the light of a new life as the synthesis of a full existence.
In the five years it took me to elaborate the images in this book, I built up a close relationship with the population, learning to value the persistence of their memory as an active and continuous process in the construction of an identity. This process, by being photographed, implies methodological choices that go beyond capturing a decisive moment, as this resource intends to fix a fact in time completing its sense; on the contrary, an openness is needed toward broader interpretative paths that may pose questions according to who we have become after everything that’s happened, fostering reflection and dialog on the consequences of a Sasachacuy time (Theidom, 2009) or difficult time and the healing/reconciliation strategies of the populations affected.
It is in this line that the work proposes, under an interstitial view, exploring the pain of absence in Uchuraccay from a personal, subjective, and sincere view located in between
the past-present-future of the conflict, thus breaking the thanatic essentialism that has surrounded this history in the last decades. Since the view’s subjectivity is involved, the search for images takes on an intimate nature that progressively gives sense to what is observed, owning what has been photographed (Sontag, 2006) as if it were a mirror. Hence, the waiting lapse before taking a picture does not represent a lack of sense to be filled in, but a lapse full of sense, which constructs the proposal based on the documentary photography essay.
Since discussions on memory may rarely be done from the outside, without incorporating your own experience, beliefs, and emotions (Jelin, 2012), I can only but photograph viscerally my own void and the darkness that surrounds it, which has been shared with others by learning, like Uchuraccay did, by gaining a new meaning as the provider and constructor of a new life, as those fantastic stories that my father would tell in the middle of the shadows.
References
Cartier-Bresson, H. (2003). Photographingthenatural . Madrid: Gustavo Gili.
Comisión de la Verdad y Reconciliación. (2003). Informe Final . Lima: CVR. Retrieved from http://www.cverdad. org.pe
Comisión de la Verdad y Reconciliación. (2003). Yuyanapaq. Para recordar.Lima: CVR.
Del Pino, P. (2012). Uchuraccay: memoria y representación de la violencia política. In I. Degregori (Ed.), Nohaypaísmásdiverso . Lima: Instituto de Estudios Peruanos.
Jelin, E. (2012). Los trabajos de la memoria . Lima: Instituto de Estudios Peruanos.
Sontag, S. (2003). Regardingthepainofothers . Madrid: Santillana. Sontag, S. (2006). Onphotography . México D.F.: Alfaguara.
Theidom, K. (2009). Entreprójimos . Lima: Instituto de Estudios Peruanos.
Vargas Llosa, M. (1983). Informe de la Comisión Investigadora de los SucesosdeUchuraccay . Lima: Editora Perú.
RECONOCIMIENTOS
Durante el proceso de elaboración de este libro, diversas imágenes del proyecto han obtenido las siguientes distinciones:
Concurso PHE OjodePez de Valores Humanos 2015. Festival Internacional de Fotografía y Artes Visuales PhotoEspaña. Madrid, España. FINALISTA
IV Salón de la Fotografía ICPNA 2014.
Instituto Cultural Peruano Norteamericano. Lima, Perú. MENCIÓN HONROSA
Concurso Fotográfico Internacional “De la Memoria y el Olvido” 2013.
Los Ojos del Tiempo. Guadalajara, México. PRIMER LUGAR
VII Concurso Nacional de Fotografía Eugène Courret 2013. Alliance Francaise. Lima, Perú. PRIMER LUGAR
AGRADECIMIENTOS
Quiero agradecer a todos y cada uno de los pobladores de Uchuraccay, que me acogieron y me trataron como uno más. Agradezco de manera especial por su carisma, por su paciencia, por su generosidad y por su interés en este proyecto a Alejandro Ccente, a Julián Yancce, a Joel Pacheco, a Guillermo Figueroa, a Primitiva Huaylla, a Janet Figueroa, a Yuri Huachaca, y a mis compadres Emiliano Ramos y Antonio Gómez. A ellos y a todos los hermanos de Uchuraccay les estaré eternamente agradecido porque me enseñaron la mejor lección que alguien puede aprender: seguir luchando pese a todo.
Quiero agradecer a Gessel Robles, mi esposa y compañera, quien ha sido la fuerza detrás de esta aventura; a mis padres Franco y Rosa, y a mis hermanos Melina y Bruno, quienes me apoyaron en todo momento. A Mayu Mohanna, por su paciencia, por su sabiduría, por su amistad y por su compromiso desinteresado con este y otros proyectos a lo largo de los años. A Makena Ulfe y Rocío Trinidad, quienes contribuyeron con sus ideas a la evolución del proyecto. A Fernando Miranda, quien ha sido un gran apoyo y amigo durante varios de los viajes, y a Gabriela Morales por su tiempo y pasión en la elaboración del libro. A Salomón Lerner Febres, Ponciano del Pino, Jorge Villacorta, Carlo Trivelli, Milko Torres, José Vidal, Miguel Gutiérrez, Carolina Cardich, Renzo Babilonia, Fernando Sánchez, Adriana Krajnik e Iris Jave, quienes me han brindado su opinión y consejo sobre el material gráfico en diversas ocasiones. A todos los que de una u otra forma han aportado a la realización de este proyecto.
Uchuraccay es una comunidad de las alturas de Ayacucho que se hizo tristemente célebre a fines de enero de 1983, cuando ocho periodistas y un guía perecieron a manos de los comuneros del lugar. A poco tiempo de este suceso, 135 pobladores de Uchuraccay fueron asesinados por incursiones de Sendero Luminoso y por la posterior represión militar.
El libro de Franz Krajnik se propone retratar de manera reflexiva y emocionalmente concernida la conexión entre el pasado y el presente experimentada por la comunidad de Uchuraccay. Sus fotografías en blanco y negro dan cuenta del recuerdo de la violencia que acompaña a los habitantes de Uchuraccay, pero también recogen las vivencias y las esperanzas de los miembros de la comunidad, encarnadas en diversas situaciones de la vida diaria. Krajnik concibe su trabajo explícitamente como un ensayo de memoria. Y lo es, sin duda.
Salomón Lerner Febres