en la escuela de las
e s cr i t v ra s
DAVID, MI SERVIDOR LA MONARQUIA ISRAELITA En la escuela de las Escrituras
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SUMARIO
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Ungido como jefe de Israel Los nuevos movimientos étnicos desplegados en el país de Canaán durante el siglo XII aEC condujeron al desarrollo de una organización político y social con capital, ejército y administración pública centralizada en la persona de un rey.
DAVID Y GOLIAT. Obra de Caravaggio.
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He encontrado a David mi servidor la tradición bíblica dejar bien claro que la monarquía israelita nació a la luz de la historia humana, donde no falta miseria e intenciones poco santas. Y, si bien se insiste en la elección y unción divina de David , no se oculta el hecho de que fueron «los hombres de Judá» y, después, «todos los ancianos de Israel» quienes «ungieron a David como rey de Israel».
en la e s cuela de las
escritvras Autor y diseño: fray Domingo Cosenza OP Esta publicación electrónica ha sido realizada para ser compartida en las redes sociales. Por eso está totalmente permitida su reproducción total o parcial por cualquier medio. Está disponible para ser descargada en el sitio: www.scribd.com/domingocosenza 2
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La riqueza del rey Salomón A la muerte de David su heredero Salomón tuvo las manos libres para dedicarse a su propia política. Nueve capítulos dedica el primer libro de los Reyes a las diversas actividades del sucesor de David.
Sarcófago del rey Ahiram de Tiro. Salomón imitó el estilo de los tronos usados por los reyes orientales (cf. 1 Re 10,18).
«UN REY QUE NOS GOBIERNE, COMO LO TIENEN TODAS LAS NACIONES» (1 Samuel 8,5). Con la instalación más o menos estable de las tribus israelitas no se termina el proceso de formación de su realidad social y política. Los contactos con los pueblos y grupos de la región llevarán poco a poco a la creación, en Israel, de instituciones del mismo tipo que las de sus vecinos. La principal de ellas será la monarquía. Sobre todo fue la expansión filistea desde la llanura costera hacia el interior del país la quepresionó de tal manera a las tribus israelitas, hasta producir una profunda reestructuración dentro de su federación. La coalición tribal de estilo patriarcal, con sus limitadas posibilidades de autodefensa, ya no era suficiente para enfrentar a un enemigo mejor equipado. Los filisteos, poseedores de veloces carros de combate y armas de hierro, superaban ampliamente a las milicias dispersas de las tribus equipadas con armas de bronce.
Por eso, los hebreos buscaron procurarse un jefe que uniera a sus clanes de modo permanente y los organizara para enfrentar la superioridad filistea. Así, en tiempos de Samuel, el último de los jueces, se recurrió a un proyecto de poder centralizador. Es decir, una organización político social con capital, ejército y administración pública común, unidos en la persona de un rey. La estructura monárquica no sólo ayudó a Israel a hacer frente a las amenazas exteriores. La solidez militar alcanzada bajo el rey David proporcionó a su hijo Salomón un modesto imperio que se impuso sobre los pequeños reinos vecinos y le permitió relacionarse en un nivel de igualdad con las potencias, débiles en ese período, de Egipto y Mesopotamia. fray Domingo Cosenza OP En la escuela de las Escrituras
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«LO UNGIRÁS COMO JEFE DE MI PUEBLO ISRAEL Y ÉL LIBRARÁ A MI PUEBLO DE LA MANO DE LOS FILISTEOS» (1 Samuel 9,16)
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n el siglo XII aEC una ola invasora, conocida generalmente como «los Pueblos del Mar», asoló los países del Mediterráneo oriental. El imperio hitita y la ciudad de Ugarit, entre otros, fueron sus víctimas. Ramsés III pasó grandes apuros en sus luchas contra ellos. Un grupo de esta avalancha, los filisteos, se instalaron en la costa cananea y en las llanuras circundantes. Los asentamientos más importantes de los filisteos constituían una asociación de cinco ciudades: Gaza, Ascalón, Asdod, Gat y Eglón. Cada una de ellas se administraba de manera autónoma, siendo gobernadas por «seranim» (en griego, «tirannos»): «Son las ciudades de los filisteos, las de los cinco tiranos» (1 Sam 6,4.16.18). Poco se sabe de su lengua, salvo que no era semítica y que parece emparentarse con otras de las regiones del Mar Egeo. Con respecto a 4
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su religión, los pocos datos que se poseen muestran que adoptaron las religiones semitas de Canaán, como lo atestiguan los dioses venerados: Dagón (Jue 16,23; 1 Sm 5,2) Astarté (1 Sam 31,10), Baal Zebul de Eglón (2 Re 1,2). Esto indica cierta asimilación con las poblaciones locales, aunque la dirección política y militar habría estado en manos de los filisteos. La expansión filistea en Canaán puede seguirse a través de los restos de cerámica que se han encontrado en diversos lugares del país y de la costa fenicia. Estos indicios también
Las inscripciones del templo egipcio de Medinet Habu mencionan la confederación de los filisteos cheker, los shekelesh, los denyen y los ueshesh, y describe un recorrido de la invasión que incluye amplias zonas de Asia Menor: Cilicia (Qode), Anatolia (Arzaua), Chipre (Alashia) y la tierra de Amurru (Líbano). En la página anterior: los filisteos arrollan a los libios con sus lanzas y espadas, según un relieve egipcio.
ARZAUA
Ugarit
QODE
ALASHIA AMURRU
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EGIPTO
evidencian un parentesco cultural con los pueblos del Egeo. Algunas de sus ciudades, como Ugarit, desaparecieron bajo la presión de los Pueblos del Mar. Otras, sin embargo, aprovecharon la caída del imperio hitita y la debilidad de los egipcios para instaurar una política comercial y marítima que las llevaría con el tiempo hasta el otro extremo del Mediterráneo. Entre estas ciudades, Sidón y Tiro llegaron a ejercer cierta hegemonía. También fueron importantes Biblos y Beirut. Todas ellas son prácticamente ciudades-estado con una monarquía hereditaria como forma de gobierno.
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1. Gaza 2. Ascalón 3. Asdod 4. Gat 5. Eglón
El camino hacia la monarquía en Israel El libro de los Jueces (Jue 6-9) presenta una serie de tradiciones sobre Gedeón y Abimélek en las que aparecen los primeros intentos israelitas para establecer una monarquía. De hecho las acciones militares de los llamados «jueces», aunque esporádicas, se parecen a las de los reyes. Cuando Gedeón, perteneciente a un clan de la montaña de Efraím, consigue hacer frente a los madianitas y alejarlos del territorio tras En la escuela de las Escrituras
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«Ocurrió en aquel tiempo que los filisteos se reunieron para combatir a Israel, y los israelitas salieron a su encuentro para el combate» (1 Sam 4,1).
El poder militar de los filisteos estaba reforzado por la calidad de su organización y por el armamento de que disponían. Los primeros restos de elaboración de hierro en Canaán pertenecen a la ocupación filistea. Ellos introdujeron la técnica de fundición de dicho metal, adquiriendo así superioridad por la calidad de sus armas. Si a esto se añade que poseían una cantidad considerable de «carros de combate» (1 Sam 13,5), no es difícil imaginar el peligro que corrían los israelitas frente a ellos. En la página siguiente: Un carro filisteo con un arquero equipado con «yelmo sobre su cabeza y revestido de una coraza de escamas», semejante a la descripción de Goliat en el relato bíblico (1 Sam 17,5). Relieve en marfil de una caja encontrada en Enkomi, Turquía (s. XII aEC).
una exitosa batalla (Jue 7-8), los hombres de Israel le ofrecieron la realeza dinástica. Este la rechazó diciendo: «Vuestro jefe será el Señor» (Jue 8,23). Sin embrago Abimélek, el hijo de su concubina, procedente de Siquem, obtiene de los notables de la ciudad sus pretensiones a la monarquía (Jue 9,1-3). Su argumento es claro: a los siquemitas les interesa que los gobierne un pariente suyo y no un extranjero. Abimélek fue proclamado rey. Sin embargo su gobierno es efímero y aparece como la copia de las monarquías cananeas. El liderazgo del juez Samuel representa el paso de la federación tribal a la monarquía israelita. Corresponde precisamente al momento de mayor poderío de los filisteos. Samuel es un efraimita que pasa su vida en la ciudad-santuario de Silo. Su historia refiere los desgraciados acontecimientos de la batalla contra los filisteos de Eben-Haezer: «Israel fue batido y cada cual huyó a sus tiendas; la mortandad fue muy grande, cayendo de Israel 30.000 infantes. El arca de Dios fue capturada y murieron Jofní y Pinjás, los 6
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dos hijos de Elí [el sacerdote de Silo]» (1 Sam 4,10-11). El arca recorrerá las conocidas ciudades filisteas de Asdod, Gat y Ekrón, hasta ser devuelta a Israel en Quiryat-Yearim (2 Sam 5-6). Samuel juzga a Israel de un modo itinerante, sin sede estable, entre la ciudad fronteriza de Betel y las ciudades benjaminitas de Mispá, Rama y Guilgal. En este ambiente de predominio benjaminita aparece el primer rey, Saúl. Cuando Yabés de Galaad (ciudad de la tribu de Gad, en Transjordania) fue asediada por los ammonitas, sus habitantes pidieron desesperadamente ayuda a las tribus israelitas del otro lado del Jordán. El mensaje llegó a Guibeá, patria de Saúl, y éste convocó a sus compatriotas de Israel para combatir a los ammonitas: «Invadió a Saúl el espíritu de Dios al oír estas palabras, y se irritó sobremanera. Y tomando una yunta de bueyes los despedazó y los repartió por todo el territorio de Israel por medio de mensajeros, diciendo: «Así se hará con los bueyes del que no salga detrás de Saúl». Y el temor de YHWH cayó sobre el pueblo, y salieron como un solo hombre» (1 Sam 11,6-7).
«Se concentraron los filisteos para combatir a Israel: 3.000 carros, 6.000 caballos y un ejército tan numeroso como la arena de la orilla del mar; y acamparon en Mikmás, al este de Bet Avén. Cuando los hombres de Israel se vieron en peligro, porque se les apretaba de cerca, se escondió la gente en las hendiduras de las peñas, los subterráneos y las cisternas. Algunos hebreos pasaron también el Jordán al país de Gad y Galaad» (1 Sam 13,5-7).
Saúl se manifiesta así como uno más entre los jueces que guiaron a Israel en situaciones de emergencia. Saúl consiguió reunir un ejército y liberar la ciudad. Pero, aprovechando el entusiasmo de la victoria, invitó a las tribus a reunirse en Guilgal y se hizo proclamar rey de Israel: «Fue todo el pueblo a Guilgal, y allí en Guilgal, proclamaron rey a Saúl delante de YHWH, ofreciendo allí sacrificios de communión delante de YHWH; y Saúl y todos los israelitas se alegraron en extremo» (1 Sam 11,15). Ese Israel gobernado por Saúl probablemente no contaría por entonces más que con las tribus de Benjamín, Gad y tal vez Efraím. Éste y otros relatos de la designación de Saúl presentan ya una de interpretación de los hechos. En primer lugar, se atribuye a Samuel (juez y profeta) la iniciativa de la proclamación, con lo cual se le asigna una aprobación divina: «Samuel dijo al pueblo: «Vamos todos a Guilgal e inauguraremos allí la monarquía» (11,14). En los otros dos relatos interviene Dios. En
un caso, indirectamente, por medio de las suertes: «Samuel hizo acercarse a todas las tribus de Israel y fue designada la tribu de Benjamín. Hizo que se acercara la tribu de Benjamín por familias y fue designada la familia de Matrí, y luego mandó acercarse a la familia de Matrí por inviduos y quedó finalmente Saúl, hijo de Quis Dijo Samuel a todo el pueblo: «¿Veis al que ha elegido YHWH? No hay como él en todo el pueblo». Y todo el pueblo gritó: «¡Viva el rey!» (1 Sam 10,20-21-24). En otro caso la elección divina se realiza directamente, mediante una revelación a Samuel: «Mañana, a esta misma hora, te enviaré un hombre de la tierra de Benjamín, le ungirás como jefe de mi pueblo Israel y él librará a mi pueblo de la mano de los filisteos, porque he visto la aflicción de mi pueblo y su clamor ha llegado hasta mí». Y cuando Samuel vio a Saúl, YHWH le indicó: «Este es el hombre del que te he hablado. El regirá a mi pueblo» (1 Sm 9,16-17). Pero el origen histórico de la realeza de Saúl En la escuela de las Escrituras
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se encuentra simplemente en su acción victoriosa contra los ammonitas. La proclamación de Saúl parecía ser la alternativa más segura ante la situación peligrosa planteada por los filisteos. Cada vez más infiltrados en los territorios de los hebreos, amenazaban ahora a las tribus de Efraím y Benjamín a través del valle de Yizreel. La única respuesta eficaz podría venir de una acción concertada y centralizada. El éxito de Saúl lo convertía en la persona apropiada para esta empresa. Y Saúl concentró sus fuerzas para lograr la expulsión de los filisteos del centro de Canaán (1 Sam 13-14).
Valle de Elah visto desde Azekah. 8
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Sin embargo, la actividad de Saúl se extendió también hacia el sur. Se conserva el recuerdo de sus batallas contra los amalecitas al sur de Hebrón (1 Sam 15) y, sobre todo, de una campaña contra los filisteos en las colinas bajas de Judá (1 Sam 17). De esta manera, a la vez que se congraciaba con la tribu de Judá, también mantenía alejados del territorio de Benjamín a estos enemigos. Prueba de estos contactos establecidos con la tribu de Judá es la presencia en su ejército de David, un talentoso guerrero de Belén.
«Reunieron los filisteos sus tropas para la guerra y se concentraron en Soko de Judá, acampando entre Soko y Azeká, en Efesh Dammim. Se reunieron Saúl y los hombres de Israel, acamparon en el valle del Terebinto y se ordenaron en batalla frente a los filisteos. Ocupaban los filisteos una montaña por un lado y los israelitas ocupaban la montaña frontera, quedando el valle por medio. Salió de las filas de los filisteos un hombre de las tropas de choque, llamado Goliat, de Gat, de seis codos y un palmo de estatura. Se plantó y gritó a las filas de Israel diciéndoles: «Yo desafío hoy a las filas de Israel; denme un hombre y lucharemos mano a mano» Dijo David a Saúl: «Que nadie se acobarde por ése. Tu siervo irá a combatir con ese filisteo» (1 Sam 17,1-4.10.32).
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El filisteo se detuvo y gritó a las filas de Israel: «Elijan a un hombre, y que baje a enfrentarme. Si él es capaz de combatir conmigo y me derrota, seremos esclavos de ustedes. Pero si yo puedo más que él y lo derroto, ustedes serán nuestros esclavos y nos servirán». Cuando el filisteo se puso en movimiento y se acercó cada vez más para enfrentar a David, este enfiló velozmente en dirección al filisteo. En seguida se metió la mano en su bolsa, sacó de ella una piedra y la arrojó con la honda, hiriendo al filisteo en la frente. La piedra se le clavó en la frente, y él cayó de bruces contra el suelo. David fue corriendo y se paró junto al filisteo; le agarró la espada, se la sacó de la vaina y lo mató, cortándole la cabeza. Al ver que su héroe estaba muerto, los filisteos huyeron. Inmediatamente, los hombres de Israel y de Judá lanzaron el grito de guerra y persiguieron a los filisteos hasta la entrada de Gat y hasta las puertas de Ecrón. Después, los israelitas volvieron de su encarnizada persecución contra los filisteos y saquearon su campamento». (1 Sam 17,8-9.48-53) La Historia de Sinuhé el egipcio, relata un combate contra el fuerte de Retenu. Se trataría de uno de esos combates singulares como el que la Biblia nos refiere entre David y Goliat, costumbre guerrera que permitía evitar una matanza general El vencido acaba su vida bajo su propia arma y Sinuhé pisa el cuerpo de su enemigo lo mismo que hace David con el filisteo. Luego sigue el saqueo.
El conflicto entre los dos personajes es famoso. Las razones resultan comprensibles. Por un lado, David, joven y guerrero excepcional, no podía menos de suscitar los celos de su jefe, a pesar de que se había casado con su hija Mikol. «Cuando volvió David de matar al filisteo, salían las mujeres de todas la ciudades de Israel al encuentro del rey Saúl para cantar danzando al son de adufes y triángulos con cantos de alegría. Las mujeres, danzando, 10 En la escuela de las Escrituras
«Vino un hombre fuerte de Retenu que me provocó en mi tienda. Era un héroe sin par y había vencido al país de Retenu todo entero. Decía que lucharía conmigo; pensaba que me despojaría y se proponía robar mis rebaños según el consejo de su tribu. Después que hube escapado a sus armas, dejé pasar sus flechas ante mí sin efecto, a pesar de que una seguía a la otra. Luego se lanzó contra mí. Yo disparé contra él y mi flecha se clavó en su cuello. Gritó y cayó sobre su nariz. Lo abatí con su propia hacha y proferí mi grito de guerra sobre su espalda. Todos los Aamu vociferaron. Realicé una acción de gracias a Montu, mientras que sus gentes se lamentaban sobre él. El príncipe Amunenshi me abrazó. Entonces me apoderé de sus bienes, tomé sus animales; lo que él había planeado hacer conmigo, se lo hice a él. Tomé lo que había en su tienda y saqueé su campamento»
cantaban a coro: «Saúl mató sus millares y David sus miríadas». Se irritó mucho Saúl y le disgustó el suceso, pues decía: «Dan miríadas a David y a mí millares; sólo le falta ser rey». Y desde aquel día en adelante miraba Saúl a David con ojos de envidia» (1 Sam 18,6-9). Por otro lado, la amistad entre David y Jonatán, hijo y presunto heredero de Saúl, no evitó la enfermiza susceptibilidad del rey, llamada
«David tomó en la mano su bastón, eligió en el torrente cinco piedras bien lisas, las puso en su bolsa de pastor, en la mochila, y con la honda en la mano avanzó hacia el filisteo» (1 Sam 17,40).
Arriba izquierda: Un hondero arameo, según un relieve de Tell Halaf (Siria s.X). A la derecha: Un guerrero filisteo con hacha, según un relieve de marfil encontrado en Enkomi (Turquía). Abajo: Piedras para arrojar con honda halladas en Lakish, ciudad que padecerá un implacable asedio por los asirios a finales del siglo VIII.
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«Saúl le buscaba sin cesar, pero Dios no le entregó en sus manos» (1 Sam 23,14).
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en los textos «espíritu malo de YHWH», que se apodera con frecuencia y lo empuja a intentar la muerte de David (1 Sam 16,14-23; 18,6-17; 19,8-13). Los conflictos con Saúl empujaron a David a huir hacia el sur y a refugiarse en los áridos parajes del desierto de Judá: «David se refugió en la caverna de Adullam. Lo supieron sus hermanos y toda la casa de su padre y bajaron allí, junto a él. Todos los entrampados y desesperados se unieron a él y fue jefe de ellos. Había con él unos cuatrocientos hombres» (1 Sam 22,2-3). Con estas fuerzas libera la ciudad de Queilá del asedio filisteo (1 Sam 23,5). Saúl intentó varias veces capturar al fugitivo, pero fracasó: «David se asentó en el desierto, en refugios, y se quedó en la montaña del desierto de Zif; Saúl le buscaba sin cesar, pero Dios no le entregó en sus manos» (1 Sam 23,14). Según la tradición, David se permitió el lujo de dejar con vida a Saúl por respeto «al ungido del Señor» (1 Sam 24,11). Sin embargo eso no fue suficiente para que la persecución de Saúl cesara. Finalmente, David tomó la decisión radical de hacerse mercenario de los filisteos: «David se dijo a sí mismo: «Algún día voy a 12 En la escuela de las Escrituras
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1. Yabés de Galaad 2. Adullam 3. Engadí 4. Queilá 5. Gat 6. Siquelag 7. Hebrón 8. Belén
perecer a manos de Saúl. Lo mejor será refugiarme en tierra de filisteos. Saúl dejará de perseguirme por todos los términos de Israel y escaparé de sus manos». Levantóse David y pasó, con los seiscientos hombres que tenía, a Akís, hijo de Maok, rey de Gat» (1 Sam 27,1-8). Al asignarle el filisteo la ciudad de Siquelag en feudo, David debía combatir contra los israelitas y llevar el botín a su señor. Tal antecedente hubiese comprometido, por falta de lealtad hacia los israelitas, todo su futuro. La táctica de David fue distinta: lucha contra los nómadas de los confines del Negev, ofrece una parte de su botín a las ciudades de su tribu de Judá y otra a su señor (1 Sam 30,26-31). De este modo David supo aprovechar sus conflictos con Saúl para preparar su futuro, ganando la confianza de las tribus israelitas. Saúl aparece también enfrentado con Samuel, personaje notable en la historia de Israel. Sus funciones de sacerdote, profeta y juez han sido releídas por la tradición a través de la experiencia posterior. Los textos intentan explicar un hecho clave: Saúl fracasó, y ninguno de sus hijos le sucedió en el trono. ¿Por qué? Dos relatos intentan explicar la pérdida de la legitimación divina. En el primero se trata de la desobediencia de Saúl a la orden de Samuel de no sacrificar en Guilgal hasta que él llegase, ya que sólo Samuel, como sacerdote, podía ofrecer sacrificios:
«Subió David y se asentó en los refugios de Engadí» (1 Sam 24,1)
Oasis de Engadí, convertido hoy en Parque Nacional en Israel. En la escuela de las Escrituras
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Vista desde el Monte Gelboé. El campamento filisteo estaría ubicado en la parte izquierda del valle.
Monte Tabor
Valle de Yiz reel
Monte Gelboé
La batalla final, en la que muere Saúl y su hijo Jonatán, tiene lugar en los montes de Gelboé, asomándose sobre Yizreel (foto). Los filisteos estaban acampados en Sunem [1] en el valle, y Saúl había ido a consultar a una pitonisa que vivía al pie del Tabor, en Endor [3]. Por su parte, para Saúl lo más seguro era acampar en las alturas [2], pues desde allí podía dominar el movimiento de los filisteos en el valle. Los filisteos entonces debieron atacar el promontorio desde las laderas del sur, que suben por terreno abierto y así pudieron maniobrar sus carros y su caballería: «Saúl se apoyaba en su lanza, mientras que los carros y sus guerreros lo acosaban» (2 Sam 1,6).Los despojos del rey vencido y muerto y de su hijo fueron colgados en los muros de la cercana ciudad de Bet Shean, adonde fueron a recogerlos algunos israelitas de Transjordania, de Yabés de Galaad. 14 En la escuela de las Escrituras
Mt. Tabor Sunem Megiddo
Endor Bet Shean
Mt. Gelboé
Silo
Yabés de Galaad
Gilgal
«Habiéndose reunido los filisteos vinieron a acampar en Sunem. Reunió Saúl a todo Israel y acampó en Gelboé. Trabaron batalla los filisteos contra Israel y huyeron los hombres de Israel ante los filisteos y cayeron heridos de muerte en el monte Gelboé» (1 Sam 28,4; 31,1).
«Si hubieras cumplido la orden que YHWH tu Dios te ha dado, entonces YHWH hubiera afianzado tu reino para siempre sobre Israel. Pero ahora tu reino no se mantendrá. YHWH se ha buscado un hombre según su corazón, al que ha designado caudillo de su pueblo, porque tú no has cumplido lo que YHWH te había ordenado» (1 Sam 13,13-14). En el segundo relato Saúl no cumplió las reglas del anatema: destruir el botín y matar a los prisioneros, según las normas de la guerra santa: «¿Acaso se complace YHWH en los holocaustos y sacrificios como en la obediencia a la palabra de YHWH? Mejor es obedecer que sacrificar, mejor la docilidad que la grasa de los carneros. Como pecado de hechicería es la rebeldía, crimen de terafim la contumacia. Porque has rechazado la palabra de YHWH, él te rechaza para que no seas rey» (1 Sam 15,22-23). La primera explicación es anacrónica, ya que en aquella época todos los cabezas de familia podían ofrecer sacrificios; con mayor razón, el rey. La segunda proyecta el conflicto que más tarde opondrá constantemente al rey y al profeta, particularmente en el reino del Norte. En realidad el fracaso de Saúl se debió a que su reino no tenía la solidez que una administra-
ción más organizada podía proporcionar. Además su ejército sólo se podía desempeñar bien en las montañas, fuera del alcance de los carros filisteos. Esta circunstancia fue aprovechada por sus enemigos en el último combate que libró Saúl. Los filisteos sabían que vencerían si luchaban en la llanura. El valle de Yizreel era el lugar ideal para ellos. Por su parte, para Saúl lo más seguro era acampar en las alturas vecinas de Gelboé. Desde allí podía dominar el movimiento de los filisteos en el llano. Pero Saúl fue derrotado y murió con tres de sus hijos en Guelboé. Los filisteos colgaron sus cuerpos en los muros de la cercana ciudad de Bet-Shean. Quienes habían sido salvados por él del poder filisteos le ofrecieron un póstumo homenaje: «Supieron los habitantes de Yabés de Galaad lo que los filisteos habían hecho con Saúl, se levantaron todos los valientes y caminando durante toda la noche, tomaron del muro de Bet San el cuerpo de Saúl y los cuerpos de sus hijos y llevándolos a Yabés los quemaron allí. Tomaron sus huesos y los sepultaron bajo el tamarisco de Yabés y ayunaron siete días» (1 Sam 31,11-13). El primer intento serio de monarquía en Israel terminaba en un fracaso. La situación de las tribus del norte frente a la amenaza filistea era más apurada que antes de Saúl. En la escuela de las Escrituras
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DAVID. Escultura de Miguel Ángel.
HE ENCONTRADO A DAVID MI SERVIDOR, CON MI ÓLEO SANTO LO HE UNGIDO (Sal 89,21)
Los redactores bíblicos no tuvieron ningún problema en mostrar a los reyes de Israel en su humanidad integral, frágil y en situaciones escandalosas. David llegará a ser, a la vez, el obediente servidor de Dios y también el transgresor afligido por su pecado.
Foto: Lista de los reyes y ciudades antes del diluvio. Babilonia (2000-1800 aEC).
«Cuando la monarquía bajó del cielo, entonces por primera vez existió la monarquía en Eridu...». Así empieza la lista de los primeros reyes de Babilonia. En cambio la tradición bíblica va a dejar bien claro que la monarquía israelita nació a la luz de la historia humana. Allí no faltan miserias e intenciones poco santas. Y, si bien se insiste en la elección y unción divina de David (1 Sam 16,1-13; Sal 89,21), no se oculta el hecho de que fueron «los hombres de Judá» (2 Sam 2,4) y, después, «todos los ancianos de Israel» quienes «ungieron a David como rey de Israel» (2 Sam 5,3). En la escuela de las Escrituras
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El ascenso de David ca. 1050 Los filisteos vencen a Israel en Afeq
ca. 1040 Samuel es juez en el santuario de Silo
ca. 1030 Saúl lidera a las tribus de Benjamín y del Norte
ca. 1010 Saúl muere en la batalla de Gelboé David conquista Jerusalén y reina sobre todo Israel
ca. 970 Salomón sucede a David
Una vez preparado el terreno, a la muerte de Saúl, David logró ser proclamado rey de Judá en Hebrón: «David hizo subir a los hombres que estaban con él, cada cual con su familia, y se asentaron en las ciudades de Hebrón. Llegaron los hombres de Judá, y ungieron allí a David como rey sobre la casa de Judá» (2 Sam 2,3-4). Comenzó así una nueva fase de la actividad de David. Poco a poco intentó ganarse la confianza del resto de las tribus hebreas. Comenzó por Galaad, elogiando su piadosa actitud de sepultar a Saúl: «Que YHWH sea con ustedess misericordioso y fiel. También yo los trataré bien por haber hecho esto. Y ahora tengan fortaleza y sean valerosos, pues murió Saúl, su señor, pero la casa de Judá me ha ungido a mí por rey suyo» (2 Sam 2,6-7). Sin embargo, Abner, general de las tropas de Saúl, se había refugiado al otro lado del Jordán, con Isbaal, hijo de Saúl: «Lo proclamó rey sobre Galaad, sobre los aseritas, sobre Yizreel, sobre Efraím y Benjamín y sobre todo Israel (2 Sam 2,9). Estalla entonces la lucha entre los hombres de Abner y los de Joab, general de David. Y la balanza se inclina cada vez más en favor del rey de Hebrón. Por eso Abner inicia conversaciones para que las tribus de Israel reconozcan a David como su rey: «Envió Abner mensajeros para decir a David: «... Haz un pacto conmigo y me pondré de tu parte para traer a ti todo Israel» (2 Sam 3,12). Pero la venganza de sangre empujó a Joab a matar traicioneramente a Abner (3,27). Isbaal quedó así des-
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amparado, y fue asesinado por oportunistas que quisieron congraciarse con David. Pero él, hábilmente los ejecutó como traidores: «Al que me anunció que Saúl había muerto, creyendo que me daba buena noticia, le agarré y ordené matarle en Siquelag dándole este pago por su buena noticia; ¿cuánto más ahora que hombres malvados han dado muerte a un hombre justo en su casa y en su lecho no les voy a pedir cuenta de su sangre, exterminándolos de la tierra?» (2 Sm 4,10-11). Los responsables de las tribus de Israel no tenían más remedio que volverse hacia David. Ya que no había participado con los filisteos en el ataque a Saúl en Guelboé, no tuvo dificultad para que lo eligieran rey también las tribus que habían seguido a Saúl: «Vinieron todos los ancianos de Israel donde el rey, a Hebrón. El rey David hizo un pacto con ellos en Hebrón, en presencia de YHWH, y ungieron a David como rey de Israel» (2 Sam 5,3). No deja de ser llamativo que, al relatar la ascención de David al trono de Israel, estas tradiciones bíblicas no oculten que el sucesor de Saúl no haya seguido un camino directo hacia su oficio sagrado. Al contrario, muestran que David se perdió desde el principio en una red de negocios profanos y políticos que difícilmente dejaban ver en él a un representante sagrado. Y hasta su misma elección como rey es presentada en algunas ocasiones como una mera iniciativa humana, sin el menor rastro de elección divina.
El rey de Jerusalén Tal vez los filisteos no vieran con malos ojos la unción de David como rey de Judá, ya que, de esta forma, el conjunto de las tribus israelitas se dividía. La proclamación de David
«Marchó el rey con sus hombres sobre Jerusalén contra los jebuseos que habitaban aquella tierra. Dijeron éstos a David: «No entrarás aquí; porque hasta los ciegos y cojos bastan para rechazarte» (2 Sam 5,6).
La fortaleza jebusea constaba de una muralla, cuyo resto se aprecia una gran estructura escalonada de piedra (foto) datada generalmente en torno al 1200 aEC. La dimensión de esta defensa en el punto más alto de la ciudad nos muestra una urbe cananea muy organizada. Esta estructura de piedra podría ser el Mil-lo (2 Samuel 5,9)
como rey de Israel, en cambio, les provocó grandes inquietudes. Por ello los filisteos intentaron cortar las dos partes del reino de David y ocuparon el valle de Refaím, al norte de Jerusalén, separando así el territorio de Judá del de Benjamín. Pero David frustró la tentativa filistea: «Hizo David lo que YHWH le ordenaba y batió a los filisteos desde Gabaón hasta la entrada de Guézer» (2 Sam 5,25). Más allá de la victoria, el territorio de los filisteos no llegó a quedar incluido en las posesiones
del rey. Las conquistas de David se orientarán hacia el norte y el este, y ya no hacia el oeste. Al unir en su persona la realeza sobre la tribu de Judá y sobre las tribus del antiguo reino de Saúl, David debió prestar un especial cuidado para conservar el equilibrio en las relaciones entre los clanes hasta entonces rivales. La conquista de la ciudad cananea de Jerusalén fue un acto político de envergadura. En efecto, Jerusalén no se encontraba en el territorio de ninguna de las tribus israelitas. David la conquistó con sus hombres e hizo de ella la capital de su reino, convirtiéndola en «la ciudad de David». En la escuela de las Escrituras
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La topografía de Jerusalén en esta época de la monarquía de David constaría de tres partes: al sur, el promontorio rocoso de la zona residencial «Ciudad de David» (1); al norte, en la parte más alta, el Monte Moriah donde se construyó el templo (2) y entre ellos la zona conocida por el Ofel (3). Toda esta superficie alargada está flanqueada al este por el valle del Cedrón y al oeste por el valle del Tyropeón
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Según la narración bíblica el Ángel que exterminaba el pueblo a causa del pecado de David se detuvo junto a la era de Arauná el jebuseo. Entonces, según las indicaciones del profeta Gad, «David compró la era y levantó allí un altar a YHWH y ofreció holocaustos y sacrificios de comunión» (2 Sa 24,16-25). El Cronista informa que allí su hijo Salomón edificó la Casa de YHWH (2 Cro 3,1) e identifica el lugar con el monte Moriah. Se trataría del significativo sitio donde Abraham se dispuso a sacrificar a Isaac (Gn 22,2).
«David se instaló en la fortaleza y la llamó Ciudad de David. Edificó una muralla en derredor, desde el Milló hacia el interior» (2 Sam 5,6.9)
Monte Moriah
Ofel
n eó p o yr T el d lle Va
Va lle de lC ed ró n
Reconstrucción del palacio de David, según Leen Rithmeyer
Los jebuseos habían construido un conjunto formado por dos torres, un estanque y un túnel para el acceso desde el interior de la ciudad que, en caso de asedio, protegía el sistema de abastecimiento de agua. Este sistema se alimentaba de la fuente de Guijón, situada en la ladera oriental que da al valle del Cedrón. El complejo (foto) fue descubierto por los arqueólogos Ronny Reich y Eli Shukron. Algunos opinan que la instalación jebusea pudo ser usada por el ejército de David para entrar y conquistar Jerusalén: «Todo el que quiera atacar a los jebuseos que suba por el canal» (2 Sam 5,8).
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«Hiram, rey de Tiro, envió a David mensajeros con maderas de cedro, carpinteros y canteros que construyeron la casa de David» (2 Sam 5,11).
Las excavaciones al norte de la Ciudad de David sacaron a la luz restos de un edificio construido en el siglo X aEC. Más allá de la muralla jebusea el terreno había sido rellenado con materiales de desecho que contiene abundante cerámica cananea. Sobre esta superficie se halló una «gran estructura de piedra». También se halló, en una zona escarpada junto con restos de piedras sillares, un capitel protoeólico de 1,2 x 0,6 x 0,45 m (como el de la foto inferior). Estos restos hacen pensar en un edificio monumental semejante a otros conocidos, de estilo fenicio, y concuerda con el relato bíblico de la construcción del palacio de David. La vista del torrente Cedrón desde esas excavaciones (pág. siguiente), ha inspirado la reconstrucción artística del Palacio de David (imagen superior).
El texto bíblico no menciona la toma de otras ciudades cananeas. Sin embargo, más tarde, en tiempos de Salomón, aparecen como parte integrante de su territorio. Si se tiene en cuenta que el sucesor de David no brilló por sus actividades militares, lo más probable es que el conjunto de enclaves cananeos hubiera pasado a manos de David (por ejemplo, Megiddo, Tanak, Bet Shean y las ciudades gabaonitas). En este intento de organizar el reino en torno a su persona, David dio un paso importante con el traslado del Arca de Dios a Jerusalén: «David e hizo subir el arca de Dios desde la casa de Obededom a la Ciudad de David, con gran alborozo» (2 Sm 6,12). La ciudad tenía evidentemente su culto, su templo y su sacerdocio desde antiguo. La tradi22 En la escuela de las Escrituras
ción de Melquisedec «rey de Salem, sacerdote de El-‘Elyon» nos lo recuerda (Gn 14,18). Pero, con la venida del Arca, David va a dar a su capital un carácter religioso israelita que Jerusalén no poseía. No hay que olvidar que, como objeto de culto, el Arca era el único símbolo visible de la fe común de las diversas tribus de Israel. Al instalarla en la nueva capital, David se convertía en el rey de aquel Israel que era el pueblo de Dios congregado en torno al Arca de la Alianza de YHWH. Se consolida de esta forma, un poco más, la unidad del reino en torno a la persona del rey y de su capital. La tradición bíblica menciona una serie de funcionarios de la corte de David: «David reinó sobre todo Israel, y administraba el derecho y la justicia a todo su pueblo. Joab, hijo de Seruiá, era el comandante del
ejército; Josafat, hijo de Ajilud, el heraldo; Sadoc y Abiatar, hijo de Ajimélec, hijo de Ajitub, eran sacerdotes; Seraías, el secretario; Benaías, hijo de Iehoiadá, comandaba a los quereteos y peleteos; y los hijos de David eran sacerdotes» (2 Sam 8,15-18). Joab, jefe del ejército, aparece en primer lugar, prueba de la importancia de lo militar en el reinado de David. Benaías es el jefe de la guardia personal de David, formada por mercenarios no israelitas.
dad de David se extendió a los reinos de Moab y Ammón, a varios principados arameos y al territorio de Edom: «David derrotó a los moabitas y, haciéndolos echarse en tierra, los midió con una cuerda: a lo largo de dos cuerdas, los hizo matar; y a lo largo de una cuerda completa, les perdonó la vida. Los moabitas pasaron a ser vasallos de David, sometidos a tributo» (2 Sam 8,2).
La conquista de otros pueblos
«Puso gobernadores en Edom, estableciéndolos por todo el país, y todos los edomitas pasaron a ser vasallos de David» (2 Sm 8,13-14).
La momentánea decadencia de las potencias del Nilo y de Mesopotamia le permitieron convertir su reino en un pequeño imperio con con sus propios estados vasallos. Así la autori-
«David batió a Hadadézer, hijo de Rejob, rey de Sobá, cuando iba a imponerse su dominio en el Río. David le apresó 1.700 hombres de carro y 20.000 de a pie y desjarretó toda la En la escuela de las Escrituras
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«Salomón dominaba sobre toda la región comprendida entre el Eufrates y el Mar, desde Tifsá hasta Gaza, sobre todos los reyes que estaban más acá del Eufrates, y gozó de paz en todas sus fronteras. Judá e Israel vivieron seguros, cada uno bajo su parra y bajo su higuera, desde Dan hasta Beersheba» (1 Re 5,4-5).
AR AM -S OB Á AR AM -D AM AS CO
Jamat
AMMON
FILISTEA El imperio davídico, que supera ampliamente las fronteras clásicas de los territorios israelitas, pudo existir gracias a la debilidad de las grandes potencias de la región en aquella época. De todas formas, da la impresión de que las campañas y los vasallajes que las sucedieron no fueron el resultado de un proyecto deliberado de David, sino, en cierto modo, el fruto de su fuerza y de las circunstancias.
cabellería de los carros reservando cien tiros. Los arameos de Damasco vinieron en socorro de Hadadézer, rey de Sobá: pero David causó 22.000 bajas a los arameos. Y estableció David gobernadores en Aram de Damasco. Los arameos quedaron sometidos a David, pagando tributo» (2 Sam 8,3-6). El triunfo hizo que el rey de Jamat, Tou, se declarara vasallo de David (2 Sam 8,9). «David reunió todo el ejército, fue a Rabá, la atacó y la tomó. En cuanto a la población, la hizo salir de la ciudad, la obligó a trabajar con sierras, con picos de hierro y hachas, y la empleó en los hornos de ladrillos. Lo mismo hizo con todas las ciudades de los ammonitas» (2 Sam12,29-31).
La crisis de la sucesión No basta con instaurar el principio dinástico para asegurar la sucesión. Hace falta también precisar el funcionamiento de ese principio, sobre todo cuando se tienen hijos de varias esposas. De ahí surgieron los principales problemas del reinado de David. Normalmente, es el primogénito el que hereda el trono. Pero Am24 En la escuela de las Escrituras
MOAB
EDOM
món, el primogénito de David, tuvo la osadía de violar a Tamar, hermana de Absalón (1 Sam 13). Este no tardó en asesinarlo. Tras una reconciliación nada fácil con su padre, Absalón, ya como el mayor, se rebeló contra él (1 Sam 15,1-12). El rey tuvo que huir, pero poco después las tropas de Absalón fueron vencidas, y el rebelde fue muerto (1 Sam 18,1-17). Todavía quedaban dos hijos: Adonías, el mayor, y Salomón. Los personajes influyentes de la corte se dividieron en dos bandos: Joab y Abiatar con Adonías (1 Re 1,7). Con Salomón estaban Sadoq, Benaías, el profeta Natán y su madre, Betsabé (1,8). En complicidad con el profeta Natán, Betsabé, hicieron creer a David que Adonías se había hecho proclamar rey sin que él lo supiera. Entonces David ordenó ungir como rey a Salomón: El sacerdote Sadoq tomó de la Tienda el cuerno del aceite y ungió a Salomón, tocaron el cuerno y todo el pueblo gritó: «Viva el rey Salomón» (1 Re 1,39). La sucesión estaba decidida. Sólo quedará a Salomón consolidar la herencia de su padre eliminando a sus adversarios (1 Re 1-2) cuando muera David.
Según el relato bíblico Salomón hizo construir un trono con «doce leones de pie sobre seis gradas» (1 Re 10,20). Se trataría de la influencia artística que ejerció en su corte el estilo fenicio. En la foto: leones de piedra procedentes de las ruinas del templo de Tainat (Turquía).
EL REY SALOMÓN SOBREPUJÓ A TODOS LOS REYES DE LA TIERRA EN RIQUEZA Y SABIDURÍA (1 Re 10,23) Cuando, con la muerte de David, los adversarios de Salomón desaparecieron uno tras otro, el rey tuvo las manos libres para dedicarse a su propia política. Nueve capítulos dedica el primer libro de los Reyes a las diversas actividades del sucesor de David. Salomón dividió el extenso territorio heredado de su padre, «desde Dan hasta Beersheba» (1 Re 5,4-5), en 12 provincias al frente de las cuales puso gobernadores (1 Re 4,7-19). Otra novedad del gobierno de Salomón es la creación del trabajo obligatorio, a cuyo frente puso a un fenicio. Hizo el rey Salomón una leva en todo Israel; la leva fue de 30.000 hombres. Los envió al
Líbano, 10.000 cada mes, por turnos; un mes estaban en el Líbano y dos meses en sus casas. Adoram estaba al frente de la leva. Tenía además Salomón 70.000 porteadores y 80.000 canteros en el monte aparte los capataces de los prefectos puestos por Salomón al frente de los trabajos, 3.300 que mandaban a la gente empleada en los trabajos. (1 Re 5,27-30). Un grupo de obreros trabajaba por turno en En la escuela de las Escrituras
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Relieves asirios de Sargón II, mostrando el trabajo de corte y transporte de cedros del Líbano.
«Hiram envió a decir a Salomón: «He oído lo que me enviaste a decir. Yo haré cuanto deseas en madera de cedro y de ciprés. Mis siervos los bajarán desde el Líbano hasta el mar, y yo los pondré en balsas y los llevaré al lugar a que me mandes; allí se soltarán y tú los cargarás, y por tu parte harás según mi deseo dando víveres a mi casa» (1 Re 5,22-23).
el Líbano (1 Re 5,20) y otro en Israel (5,32). La medida no debió de agradar a la población, y Jeroboam, que había sido nombrado jefe de trabajo de la Casa de José en Israel, se puso de parte de los trabajadores y tuvo que huir a Egipto (11,26-40).
Comerciante y constructor Los contactos con el rey fenicio Hiram de Tiro, además de madera de cedro, también le proporcionaron una flota con base en el puerto de Eilat, en el extremo sur del reino, junto al Mar Rojo. Así también pudo encarar importantes empresas comerciales: «Hiram envió a las naves a sus servidores, marineros, conocedores del mar, con los ser26 En la escuela de las Escrituras
vidores de Salomón. Llegaron a Ofir, y trajeron de allí cuatrocientos veinte talentos de oro que llevaron al rey Salomón» (1 Re 9,27-28). En estas relaciones comerciales Salomón no dudó en alienar parte del territorio de los antepasados por dinero: «Como Jiram, rey de Tiro, había proporcionado a Salomón madera de cedro y madera de ciprés y todo el oro que deseaba, entonces el rey Salomón dio a Hiram veinte ciudades de la tierra de Galilea» (1 Re 9,11).Salomón se destacó principalmente por sus actividades constructoras, comenzando de fue la ampliación de la muralla de Jerusalén englobando en el perímetro de la ciudad las nuevas construcciones, como su palacio y el Templo (9,15).
«El rey Salomón construyó una flota en Esyón Guéber, que está cerca de Elat, a orillas del mar de Suf, en la tierra de Edom» (1 Re 9,26).
El episodio de la reina de Sabá (1 Re 10) puede enmarcarse en la actividad comercial. De hecho, los sábeos eran originariamente nómadas instalados en el sur de Arabia y dedicados al comercio. Salomón controlaba la salida de sus caravanas en el Mar Rojo, y la visita de la reina no era de pura curiosidad. Otro elemento del comercio de Salomón concierne a los caballos y los carros de combate:
En Meguido y en otros lugares estratégicos, como Hazor y Gézer (1 Re 9,15), se construyeron grandes cuarteles para albergar a un ejército modernizado de acuerdo al modelo de los imperios vecinos:
«Los caballos de Salomón procedían de Musur y de Cilicia. Los mercaderes del rey los compraban en Cilicia por su precio en dinero. Un carro que subía de Egipto valía seiscientos siclos de plata y un caballo 150. Los traían también como intermediarios para todos los reyes de los hititas y todos los reyes de Aram» (1 Re 10,28-29).
La construcción más famosa de su reino es, sin duda alguna, la del Templo de Jerusalén. Gran parte del material (sobre todo el de valor) y los obreros especializados para dicha construcción fueron alquilados al rey Hiram de Tiro (1 Re 5,1532). Es muy probable que los textos primitivos referentes a las obras y a las fiestas de inauguración del nuevo santuario fueron ampliamente
«Tenía Salomón cuatro mil establos de caballos para sus carros y doce mil caballos» (1 Re 5,6).
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«El rey Salomón estableció para construir la Casa de Yahveh y su propia casa, el Milló y la muralla de Jerusalén» (1 Re 9,15).
Templo Casa «Bosque del Líbano»
Palacio Complejo Real
La configuración del terreno obligaba a ensanchar la muralla de la ciudad hacia el norte, y en esa dirección Salomón construyó el nuevo soberano su palacio y, más hacia el norte todavía, el Templo.
Nuevas murallas
Ciudad de David
La arqueóloga Eliat Mazar afirma haber encontrado, al sur del Monte del Templo, restos de edificaciones construidas por Salomón. Se trata de una antigua muralla que integra una puerta de cuatro cámaras y una torre.
completados en los siglos posteriores. Entre el texto de la construcción del templo y el de su consagración se mencionan rápidamente la obras del palacio de Salomón, para las que se empleó gran cantidad de materiales preciosos (1 Re 7,1-12).
Un rey como en otros pueblos Salomón se comportó como uno de los tantos reyes de la época. Construyó en Jerusalem un magnífico palacio y organizó su corte al estilo del faraón. En él disponía de un harén formado por muchas concubinas y varias mujeres venidas de otras naciones: El rey Salomón amó a muchas mujeres extranjeras, además de la hija de Faraón, moabitas, ammonitas, edomitas, sidonias, hititas, de los pueblos de los que dijo YHWH a los israelitas: «No os uniréis a ellas y ellas no se unirán a 28 En la escuela de las Escrituras
vosotros, pues de seguro arrastrarán vuestro corazón tras sus dioses», pero Salomón se apegó a ellas por amor; tuvo setecientas mujeres con rango de princesas y trescientas concubinas (1 Re 11,1-3). Todas ellas traían a sus dioses patrios, con la consiguiente pérdida de la pureza de la fe yahvista en el ámbito de la corte. En la corte también ocuparon un lugar importante los escribas. Formados en el arte de escribir, eran también sabios, hombres dotados de discreción y que habían aprendido el arte de dirigir su propia vida. Si la sabiduría era necesaria para guiar la propia vida, ¿cuánto más necesaria era para dirigir un estado? Rodeado de sus consejeros, el rey forjaba sus proyectos y emprendía obras para el gobierno del país. Los consejos de los sabios, considerados casi como oráculos divinos, podían mantener o destruir los fundamentos de la realeza, que eran el derecho y la justicia. Podían abusar de su
Vall ed eY izre el
Reconstrucción de la fortaleza de Megiddo, una de «las ciudades de los carros y las ciudades para los caballos» (1 Re 9,19), ubicada en un punto estratégico de la ruta que une Egipto y Mesopotamia. Desde su recinto se podía controlar el valle de Yizreel.
El sistema de defensa de sus puertas (abajo) es similar al de Hazor y Gézer. Consistía en puertas de triple tenaza. Sus murallas en casamata también muestran el nivel y la calidad de las obras salomónicas.
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«Edificó junto al muro de la Casa una galería en torno al Hekal y al Debir, e hizo habitaciones laterales en derredor. La galería inferior tenía cinco codos de ancho, la intermedia seis codos y la tercera siete codos. La entrada del piso inferior estaba en el ala derecha de la Casa, y por una escalera de caracol se subía al piso intermedio y del intermedio al tercero. La galería estaba unida a la Casa por vigas de cedro» (1 Re 6,5-10).
«El cedro del interior de la Casa estaba esculpido con figuras de calabazas y capullos abiertos; todo era cedro, no se veía la piedra. Había preparado un Debir al fondo de la Casa en el interior para colocar en él el arca de la alianza de YHWH. El Debir tenía veinte codos de largo, veinte codos de ancho y veinte codos de alto ; lo revistió de oro fino; y alzó un altar de cedro delante del Debir y lo revistió de oro. Revistió de oro también la Casa, absolutamente toda la Casa. Hizo en el Debir dos querubines de madera de olivo de diez codos de altura» (1 Re 6,18-23) 30 En la escuela de las Escrituras
«Hizo la puerta del Debir con batientes de madera de olivo. esculpió sobre ellos esculturas de querubines, palmas y capullos abiertos, y los revistió de láminas de oro» (6,31-32).
«Revistió los muros de la Casa en el interior con planchas de cedro desde el suelo de la Casa hasta las vigas del techo; revistió de madera el interior y recubrió el suelo de la Casa con planchas de ciprés. Construyó los veinte codos del fondo de la Casa con planchas de cedro desde el suelo hasta las vigas, formando así por la parte interior el Debir, el Santo de los Santos; cuarenta codos tenía la Casa, es decir, el Hekal, delante del Debir» (6,15-17).
«Hizo también las diez basas de bronce de cuatro codos de largo cada basa, cuatro codos su anchura y tres su altura» (7,27).
«Hizo en la Casa ventanas con celosías» (6,4).
«La Casa que edificó el rey Salomón a Yahveh tenía sesenta codos de largo, veinte de ancho y veinticinco de alto. El Ulam delante del Hekal de la Casa tenía veinte codos de largo en el sentido del ancho de la Casa y diez codos de ancho en el sentido de largo de la Casa» (6,3).
«Erigió las columnas ante el Ulam del Hekal; la columna de la derecha la llamó Yakín; la columna de la izquierda la llamó Boaz» (7,21.) «Hizo lo mismo en la puerta del Hekal: Esculpió querubines, palmeras, capullos abiertos y embutió oro sobre la escultura» (6,33-35).
«Hizo el Mar de metal fundido que tenía diez codos de borde a borde; era enteramente redondo, y de cinco codos de altura; un cordón de treinta codos medía su contorno. Se apoyaba sobre doce bueyes, tres mirando al Norte, tres mirando al Oeste, tres mirando al Sur y tres mirando al Este; el Mar estaba sobre ellos, quedando sus partes traseras hacia el interior» (7,23-25).
La Casa de YHWH en jerusalen
«Construyó también un altar de bronce de veinte codos de largo, veinte codos de ancho y diez codos de alto» (2 Cro 4,1).
Querubín. Marfil de Nimrud. En la escuela de las Escrituras
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TEMPLO
CASA DE SALOMÓN
CASA DE LA HIJA DEL FARAÓN
ATRIO
SALA DE LAS COLUMNAS
poder o entregarse a la demagogía para complacer al soberano. Las reflexiones de los sabios de la corte salomónica aprovechó ampliamente el fruto de las tradiciones sapienciales desarrolladas en Jerusalén durante el periodo cananeo, que se habían cultivado según el modelo de las cortes egipcias. Ejemplo de esto es la semejanza existente entre algunos proverbios bíblicos y la llamada Sabiduría de Amenemope: «No hables a los oídos del necio: despreciaría el valor de tus ideas» (Prov 23,9). «No vacíes tu corazón ante cualquiera: rebajarás tu crédito (Amenemopé XXII, 11-12). A este ambiente cortesano de Jerusalén de32 En la escuela de las Escrituras
SALA DEL TRONO
CASA DEL BOSQUE DEL LIBANO
El complejo edilicio del Monte del Templo en Jerusalén guarda similitud con la arquitectura cultual y palaciega del antiguo Oriente. La planta tripartita del Templo es la misma que se utilizó en otros Templos de la zona de Siria. El mejor ejemplo es del Templo de Tainat (al sur de Turquía). La descripción de la Casa «Bosque del Líbano» (1 Re 7,2-5) evoca el diseño de la Apadama de Persépolis (una gigantesca sala donde siglos más tarde los reyes persas recibirían a sus embajadores). El «Pórtico de las columnas» (7,6) evoca la sala hipóstila de los templos egipcios. Y como se puede ver hoy en las ruinas de Persépolis, había un lugar reservado para el harén real. Un sitio especial era «para la hija de Faraón que Salomón había tomado por mujer» (7,8).
bemos las primeras colecciones de proverbios: , titulada «Proverbios de Salomón» (Prov 10,122,16), y otra que comienza con la frase: «También estos son proverbios de Salomón, transcritos por los hombres de Ezequías» (Prov 25-29). Pero más que a un lugarteniente de Dios, Salomón podía compararse a cualquier rey poderoso de Oriente. Por eso los primeros años de la monarquía israelita pudieron dar la impresión de que la antigua federación tribal, congregada a partir de un vínculo religioso en torno a la fe en el Dios de Moisés, se había sustraido a la soberanía de YHWH. Aquel Israel, cuya protección se había reservado en otros tiempos YHWH haciendo sur-
«Salomón edificó su casa, y en trece años la concluyó del todo. Edificó la Casa «Bosque del Líbano», de cien codos de longitud, cincuenta codos de anchura y treinta codos de altura, sobre cuatro filas de columnas de cedro; había capiteles de cedro sobre las columnas» (7,1-2).
Los capiteles que estaban en la cima de las columnas tenían forma de azucenas, cuatrocientas en total, colocadas sobre la prominencia que estaba detrás del trenzado; doscientas granadas alrededor del segundo capitel. (7,19-20). Izquierda: Capitel de columna encontrado en las ruinas del Templo de Tainat (Turquía). Derecha: Marfil del palacio de Sargón II en Nimrud,
con motivos botánicos muy propios del arte fenicio. Ambos ejemplos ilustran el estilo asumido en las obras salomónicas
gir caudillos carismáticos (los jueces) con los cuales iba también a la guerra, se había convertido ya en un Estado que decidía sobre su propio territorio y su potencial militar interno. El mismo David no había sido más que un antiguo cabecilla de soldados asalariados, desprovisto de cualquier dignidad sagrada que lo autorizase a tomar posesión de la corona. Por eso, al fundar su reino, David había procedido inmediatamente a instalar el Arca de la Alianza en la nueva capital. Un paso más dio Salomón al construir un Templo para albergarlo. Edificado en un terreno de propiedad real, fue el rey quien ordenó su construcción y él quien debía subvencionar el culto. Los mismos sacerdotes se convirtieron en funcionarios reales. De este modo el antiguo culto yahvista de las tribus, celebrado en cada santuario patriarcal y
unificado en las peregrinaciones anuales en torno al Arca en Silo, se centralizó en Jerusalén. Porque todas las tribus de la antigua federación se sabían ligadas al Arca de la Alianza de Dios. Pero lo cierto era que cada vez había menos semejanza entre el nuevo Israel que afluía al templo donde se ofrecía el culto oficial y aquella antigua convocación de los miembros de la federación tribal, dispuestos a dejarse conducir por YHWH a la guerra santa y prontos a escuchar sus mandamientos en las peregrinaciones. ¿Qué clase de federación era esta, cuyos miembros perdían cada día mayor libertad de acción al deshacerse su constitución tribal bajo el peso del poder de un Estado cada vez más emancipado de YHWH en el campo político? Semejantes innovaciones en la vida sagrada de un pueblo antiguo exigían una legitimación. En la escuela de las Escrituras
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«¡Verdad es cuanto oí decir en mi tierra de tus palabras y tu sabiduría! No daba yo crédito a lo que se decía hasta que he venido y lo he visto con mis propios ojos, y hallo que no dijeron ni la mitad. Tu sabiduría y tu prosperidad superan todo lo que oí decir. Dichosas tus mujeres, dichosos estos tus servidores que están siempre en tu presencia y escuchan tu sabiduría. Bendito YHWH tu Dios que se ha complacido en ti y te ha colocado en el trono de Israel para siempre, a causa del amor de YHWH a Israel, y te ha puesto como rey para administrar derecho y justicia» (1 Re 10,6-9).
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«Cuando la reina de Sabá vio toda la sabiduría de Salomón y la casa que había edificado» (1 Re 10,4). SALOMON Y LA REINA DEEnSABÁ. Obradede Pointer. la escuela lasEdward Escrituras 35
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