en la escuela de las
e s cr i t v ra s
HE PUESTO MIS PALABRAS EN TU BOCA EL PROFETISMO EN ISRAEL En la escuela de las Escrituras
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SUMARIO
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Rebelión contra la casa de David Al final del reinado de Salomón estalló una revuelta a causa de la falta de atención de los reclamos sociales. El resultado fue la división del estado hebreo en dos reinos autónomos. En el sur, la dinastía davídica conservó sólo la tribu de Judá, mientras que las tribus del norte se congregaron en torno a Jeroboam.
EL PROFETA ELISEO Y EL REY JOAS. Obra de W. Dyce.
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No solo de pan vive el hombre A partir de las intervenciones de Elías y Eliseo nos encontramos por primera vez con el que fue, tal vez, el fenómeno más asombroso de toda la historia israelita: la predicación de los profetas.
en la e s cuela de las
escritvras Redacción y diseño: fray Domingo Cosenza OP Esta publicación electrónica ha sido realizada para ser compartida en las redes sociales. Por eso está totalmente permitida su reproducción total o parcial por cualquier medio. Está disponible para ser descargada en el sitio: www.scribd.com/domingocosenza 2
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YHWH apartó a Israel de su presencia. La prosperidad económica de Israel llevó al reino del Norte a una creciente pérdida de identidad con trágicas consecuencias.
El profeta Elías asesinando a los profetas de Baal. Convento de los Frailes Carmelitas en el Monte Carmelo (Israel).
YHWH ADVERTÍA A ISRAEL Y JUDÁ POR BOCA DE TODOS LOS PROFETAS (2 Re 17,13) La unificación de todos los clanes hebreos había sido posible por el genio militar de David. Por entonces la Alianza de las tribus israelitas constituyó un Estado centralizado con capital en Jerusalén y organizado monarquicamente. Pero este reino davídico no pudo afrontar el brusco cambio cultural desarrollado bajo Salomón. Al final de su gobierno estalló una revuelta a causa de las desigualdades establecidas por el rey entre su tribu natal de Judá y las tribus del Norte. El resultado de esta rebelión fue la división del Estado hebreo en dos reinos autónomos y rivales (1 Re 12,16). En el Sur del país, la dinastía davídica conservó únicamente la tribu de Judá, mientras que las tribus del Norte conformaron el Reino de Israel. El cisma político muy pronto pasó también al campo religioso, enfrentando al antiquísimo santuario de Betel con el
reciente templo de Jerusalén. Sin embargo muy pronto, tanto Israel como los demás reinos de la región, tuvieron que enfrentar una difícil situación: el despertar de Asiria, después de muchos años de letargo, desde el siglo IX aEC. Tal situación, agravada por la degradación social y religiosa a la que condujeron los reyes, influenciados por las alianzas extranjeras, despertaron la denuncia de parte del pueblo representado por el movimiento profético en el reino de Israel. La predicación de los profetas impulsaría el retorno a las antiguas tradiciones tribales apoyados en la amenaza que representaban las invasiones de los reyes asirios. Israel sobreviría sólo en virtud de la Alianza establecida con YHWH y no en otros pactos con las naciones. fray Domingo Cosenza OP En la escuela de las Escrituras
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«Hizo el rey Salomón una leva en todo Israel; la leva fue de 30.000 hombres. Los envió al Líbano, 10.000 cada mes, por turnos» (1 Re 5,27-28).
Transporte de troncos de cedro en el Líbano. Relieve asirio de Sargón II. 4
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LA DIVISIÓN DEL REINO UNIFICADO
ISRAEL EN DESOBEDIENCIA CONTRA LA CASA DE DAVID (1 Re 12,19)
Salomón explotó a su pueblo. Y, si él logró contener la rebeldía que empezaba a incubarse, ésta estalló a su muerte. La falta de habilidad política de su hijo Roboam provocó la división de las tribus del Norte y de la del Sur. Desde entonces seguirán por separado su propia historia: en el Norte el reino de Israel, con capital en Samaría, y en el Sur el reino de Judá con capital en Jerusalén. El reino unificado había durado sólo 70 años.
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os relatos del comienzo del Libro de los Reyes conservan una ima gen muy positiva del reinado de Salomón. La tradición referente a la gloria de el hijo de David manifestaba la seguridad de que el esplendor de este soberano poderoso se apoyaba en su luminosa sabiduría. Por tanto, el sueño narrado respecto al comienzo de su gobierno debía mostrar que la destreza política del rey estaba en conformidad con la sabiduría de Dios: Porque has pedido esto y, en vez de pedir para ti larga vida, riquezas, o la muerte de tus enemigos, has pedido discernimiento para saber juzgar, cumplo tu ruego y te doy un corazón sabio e inteligente como no lo hubo antes de ti ni lo habrá después (1 Re 3,11-12). Pero parece claro que redacciones sucesivas han idealizado en gran medida la imagen de Salomón. Esta tendencia se advierte ya en la narración de la sucesión del trono de David, con su tono prosalomónico. Pero, a pesar de su intención teológicamente justificadora, la redacción no ha borrado otros relatos negativos con respecto a la persona y la obra de Salomón. 1 Re 11 constituye el resumen de las críticas y de los hechos negativos de su reinado. En la escuela de las Escrituras
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Puerta de Gézer, enclave cedido por el Faraón a Salomón y fortificado por éste.
Sombras del reinado de Salomón Un primer punto negativo subrayado por el texto se refiere a las mujeres de Salomón. La acusación afirma que sus muchas mujeres desviaron el corazón del rey hacia los dioses extranjeros. «El rey Salomón amó a muchas mujeres extranjeras, además de la hija de Faraón, moabitas, ammonitas, edomitas, sidonias, hititas, de los pueblos de los que dijo YHWH a los israelitas: «No os uniréis a ellas y ellas no se unirán a vosotros, pues de seguro arrastrarán vuestro corazón tras sus dioses», pero Salomón se apegó a ellas por amor; tuvo setecientas mujeres con rango de princesas y trescientas concubinas. En la ancianidad de Salomón sus mujeres inclinaron su corazón tras otros dioses, y su corazón no fue por entero de YHWH su Dios, como el corazón de David su padre.
970 SALOMÓN sucede a su padre David en el trono (1 Re 2,12)
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Salomón se fue tras de Astarté, diosa de los sidonios, y tras de Milkom, monstruo abominable de los ammonitas. Salomón hizo lo malo a los ojos de YHWH, y no siguió plenamente con YHWH como David su padre. Entonces edificó Salomón un altar a Kemós, monstruo abominable de Moab, sobre el monte que está frente a Jerusalén, y a Milkom, monstruo abominable de los ammonitas. Lo mismo hizo con todas sus mujeres extranjeras que quemaban incienso y sacrificaban a sus dioses» (1 Re 11,1-8). Se trata de una crítica hecha desde la mirada de los profetas, que tratarían de rescatar el carácter monolátrico del culto israelita. Pero tanto el hecho de tener un harén numeroso, como el que cada princesa siguiese adorando a sus propios dioses, era algo común en aquella época. El matrimonio de Salomón con la hija del Faraón aparece como parte de un tratado entre ambos soberanos para controlar a otros pueblo de la región:
HADAD recupera el trono de Edom, que David había sometido (1 Re 11,25)
REZÓN recupera el trono de Damasco que David había sometido (1 Re 11,24)
IA SIR eA d nce ava
ARAMEOS Damasco
Samaria FILISTEA Gaza
«Viendo todo Israel que el rey no le oía, replicó el pueblo al rey diciendo: «¿Qué parte tenemos nosotros con David? ¡No tenemos herencia en el hijo de Jesé! ¡A tus tiendas, Israel! ¡Mira ahora por tu casa, David!» Israel se fue a sus tiendas. Roboam reinó sobre los israelitas que habitaban en las ciudades de Judá» (1 Re 12,16-17).
REINO DE ISRAEL Jerusalén
REINO DE JUDÁ
Al final del reinado de Salomón estalló una revuelta a causa de los pesados trabajos con los que las tribus del Norte debían contribuir a los grandes emprendimientos reales. La intransigencia de Roboam, el heredero real, y de sus consejeros en la falta de atención de los reclamos desencadenó la rebelión de los clanes de la casa de José, encabezada por el efraimita Jeroboam. El resultado de ésta fue la división del estado hebreo en dos reinos autónomos y rivales. En el sur del país, la dinastía davídica conservó únicamente la tribu de Judá, mientras que las tribus del norte se congregaron en torno a Jeroboam.
«Faraón rey de Egipto había subido y se había apoderado de Gézer, la incendió y mató a los cananeos que habitaban en la ciudad, y se la dio en dote a su hija, la mujer de Salomón» (1 Re 9,16).
nar y reinó diecisiete años en Jerusalén, la ciudad que había elegido YHWH de entre todas las tribus de Israel para poner en ella su Nombre. El nombre de su madre era Naamá, ammonita» (1 Re 14,21).
Otro elemento negativo del reinado de Salomón es la revuelta de Jeroboam, capataz de los cargadores de la casa de José (1 Re 11,26). Poco antes de fugarse a Egipto, el profeta Ajías de Silo le anunció que sería rey de las diez tribus de Israel (1 Re 11,29-39). La intervención del profeta será en adelante característica de las situaciones de injusticia provocadas durante la monarquía. A la muerte de Salomón la situación, tanto política como económica y militar, era delicada. Entre los hijos que Salomón tuvo de sus muchas esposas, el heredero fue el hijo de una princesa ammonita:
Era imprescindible que el nuevo soberano fuese hábil y decidido. Pero Roboam no lo era.
«Roboam, hijo de Salomón, reinó en Judá; tenía 41 años Roboam cuando comenzó a rei-
La división del reino La reunión de todas las tribus bajo la autoridad de David había sido fruto de un acuerdo con Judá y el resto de las tribus. Por eso, cuando Roboam se presentó en Siquem ante «toda la asamblea de Israel para proclamarlo rey», ésta le puso una condición para aceptarlo como soberano: «Tu padre ha hecho pesado nuestro yugo; ahora tú aligera la dura servidumbre de tu padre y el pesado yugo que puso sobre nosotros, y te serviremos» (1 Re 12,1-4).
931 ROBOAM sucede a su padre Salomón en el trono (1 Re 11,43).
JEROBOAM se rebela y es aclamado como rey de ISRAEL (1 Re 12,20).
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Jeroboam se dijo en su corazón: «Si este pueblo continúa subiendo para ofrecer sacrificios en la Casa de YHWH en Jerusalén, el corazón de este pueblo se volverá a su señor, a Roboam, rey de Judá, y me matarán». Tomó consejo el rey, hizo dos becerros de oro. Colocó uno en Betel, y el pueblo fue con el otro hasta Dan» (1 Re 12, 26-30).
Restos del lugar de culto edificado en Dan durante el período monárquico de Israel. Una estructura metálica proporciona al visitante una imagen de la forma que podría haber tenido el altar de piedra, que ya no se conserva.
Pero, en lugar de escuchar a los ancianos servidores de su padre partidarios de la moderación, Roboam se dejó influir por los jóvenes, imbuidos de una concepción absolutista de la monarquía, y se negó a la petición de la asamblea. Las tribus del norte rechazaron, en consecuencia, la dinastía davídica (1 Re 12,16-17) y aclamaron al capataz rebelde y fugitivo como rey: «Cuando todo Israel supo que Jeroboam había vuelto, enviaron a llamarle a la asamblea y le hicieron rey sobre todo Israel; no hubo quien siguiera a la casa de David, aparte sólo la tribu de Judá» (1 Re 12,20). Los intentos de Roboam de recuperar el Nor-
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te por la fuerza fracasaron. El texto bíblico lo atribuye a la recomendación del profeta Semaías: «Llegando a Jerusalén reunió Roboam a toda la casa de Judá y a la tribu de Benjamín, 180.000 hombres guerreros escogidos, para combatir contra la casa de Israel y devolver el reino a Roboam, hijo de Salomón. Pero fue dirigida la palabra de Dios a Semaías, hombre de Dios, diciendo: «Habla a Roboam, hijo de Salomón, rey de Judá, y a toda la casa de Judá, a Benjamín y al resto del pueblo y diles: Así habla YHWH: No subáis a combatir con vuestros hermanos los israelitas. Que cada uno se vuelva a su casa porque esto es cosa mía».
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Jeroboam se instala primero en Siquem y poco más tarde en Penuel (1 Re 12,25)
El faraón SHOSHENQ saquea Jerusalén y otras ciudades (1 Re 14,25).
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«Jeroboam dijo al pueblo: «Basta ya de subir a Jerusalén. Este es tu dios, Israel, el que te hizo subir de la tierra de Egipto» (1 Re 12,28).
Jeroboam ofrece sacrificios al ídolo. Obra de J.H. Fragonard.
Ellos escucharon la palabra de YHWH, y se volvieron para ir conforme a la palabra de YHWH» (1 Re 12,21-24). Posiblemente la relación de fuerzas era favorable a Jeroboam y Roboam se dio cuenta de que ya no podía hacer nada. Pero Judá disponía, frente a su rival, de una estabilidad religiosa marcada por la presencia del Arca de la Alianza en Jerusalén. La fuerza religiosa de Israel era el rico patrimonio de tradiciones de los santuarios ligados al pasado patriarcal de las tribus, como Siquem, Betel, Silo y Dan. Pero esto no podía compararse con el Arca en torno a la cual desde el principio se congregaba la asamblea de Israel. Por eso, la división política se plas-
mó muy rápidamente como división también religiosa y el reino de Israel se independizó del culto sostenido en Jerusalén. Una de las primeras medidas tomadas por Jeroboam para impedir que las tribus del norte peregrinaran a Jerusalén fue la de erigir en dos santuarios afamados dos toros de fundición destinados al culto (1 Re 12,28). Los santuarios elegidos fueron Dan y Betel, en las extremidades del reino. Betel era, por otro lado, el centro de las antiguas tradiciones en torno a la manifestación de Dios al patriarca Jacob (Gn 28,18-22). Jeroboam vaciló mucho al erigir su centro político. La elección primitiva de Siquem se vio desplazada hacia Penuel, en la Transjordania (1 Re 12,25), tal vez para asegurarse contra las
913 ABIYYAM sucede a su padre Roboam en el trono de JUDÁ (1 Re 14,31).
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«se han hecho imágenes fundidas, con su plata, ídolos de su invención: ¡obra de artesanos todo ello! ¡Con ellos hablan los que sacrifican hombres que envían besos a becerros!» (Os 13,2)
Al hacer los becerros de oro, Jeroboam tal vez no pensó en representaciones de YHWH, ni mucho menos en las de otro dios. Sus «becerros de oro» habían de sobrepujar a los bueyes de bronce que sostenían el Mar de Bronce en el Templo de Salomón (1 Re 7,23-25), a la par que se les atribuía la función del Arca, como trono del invisible YHWH. Están inspirados, igual que el Arca, aunque en forma más tosca, en la idea, corriente en la historia de las religiones, de que a un huésped divino se le brinda ocasión para presentarse corporalmente, al ofrecerle un asiento desocupado. El toro ha sido elegido como sede de Dios porque su imagen ha quedado profundamente grabada en la por el arte semítico, siendo el animal sagrado sobre cuyo lomo se erguía el dios del tiempo. Igualmente la figura del toro era venerada en Egipto (foto), de donde podría resultar familiar a los israelitas. Así se comprende que ni Elías hablara en contra de los «becerros», ni Jehú acabara con ellos (2 Re 10,29). Y lo que Oseas alega contra ellos, con altivez y con sorna, sería debido a que el pueblo no sabía distinguir entre el sitial de un dios y una representación de Dios mismo, y besaba el pedestal (Os 13,2) como si fuera Dios mismo.
incursiones del faraón Sheshonq. Finalmente trasladó la capital a Tirsá (cf. 1 Re 14,17). Esta fluctuación era un signo evidente de la búsqueda de Jeroboam de un equilibrio político entre los distintos clanes que conformaban el reino del Norte. Tras la ruptura, los dos reinos se opusieron entre sí, llegando a ser la frontera entre ambos, entre Jerusalén y Betel, una zona de continuos conflictos durante varios años:
«Hubo guerra continua entre Roboam y Jeroboam» (1 Re 14,30). Los reyes de Judá hicieron todo lo posible para hacer retroceder hacia el Norte la frontera y evitar así que Jerusalén quedara muy expuesta en caso de guerra. Del reinado de Roboam el relato bíblico recuerda únicamente la incursión militar que el faraón Sheshonq efectuó contra Judá e Israel (1
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ASÁ sucede a su padre Abiyyam en el trono de JUDÁ (1 Re 15,8).
NADAB sucede a su padre Jeroboam el trono de ISRAEL (1 Re 15,25).
BASÁ asesina a Nadab y usurpa el trono de Israel (1 Re 15,28).
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«El año quinto del rey Roboam, Sosaq, rey de Egipto, subió contra Jerusalén y se apoderó de los tesoros de la Casa de YHWH y de los tesoros de la casa del rey; de todo se apoderó» (1 Re 14,25-26).
En el templo de Karnak, el faraón Sheshonq I hizo grabar la crónica de su campaña contra las ciudades fortificadas de Oriente, entre las que se encontraban Jerusalén y otras de Judá e Israel. Cada una de las poblaciones vencidas es representada como un cautivo, con su respectivo nombre, y sujeto a un lazo que sostiene el vencedor en su puño.
Re 14,25-26). Tal vez la división del imperio de Salomón habría sido la ocasión propicia para reanudar la presencia egipcia en la región. Es posible que Jeroboam I se instalase en Penuel, al otro lado del Jordán, a causa de la invasión egipcias. Roboam tuvo que pagar un tributo importante. Seguidamente fortificó varias ciudades: «Roboam habitó en Jerusalén y edificó ciudades fortificadas en Judá. Fortificó Belén, Etam,
Técoa, Bet Sur, Sokó, Adullam, Gat, Maresá, Zif, Adoráyim, Lakís, Azecá, Sorá, Ayyalón y Hebrón, ciudades fortificadas de Judá y Benjamín» (2 Cro 11,5-10).
El afianzamiento de Israel Al cabo de dos años, la dinastía de Jeroboam, el efraimita, se extingue por asesinato. Mientras que Judá contaba con la ventaja de
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ITBAAL usurpa el trono de la ciudad de Tiro
ELÁ sucede a su padre Basá en el trono de Israel (1 Re 16,18).
ZIMRÍ asesina a Elá y usurpa el trono de Israel (1 Re 16,10).
OMRÍ asesina a Zimrí y usurpa el trono de Israel (1 Re 16,18).
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Valle de Yizreel.
El contraste entre la prosperidad del reino de Israel y los escasos recursos de Judá era muy marcado. Jerusalén está rodeada de montañas, muy cerca de donde comienza el desierto. Su suelo es pedregoso y, además de algunos cereales, sólo permite el cultivo de la vid y del olivo, así como la cría de ovejas. El pequeño reino de Judá estaba privado de la salida al mar, porque la rica llanura costera estaba en manos de los filisteos. Sus horizontes eran, más bien, el valle del Jordán y el desolador Mar Muerto.
una estabilidad dinástica a través de la sucesión davídica, Israel padecía una inestabilidad política al momento de decidir a qué tribu pertenecería el rey que los presidiera. Esta inestabilidad se pondrá de manifiesto en el hecho que de los 19 reyes que reinarían en Israel 8 serán asesinados. Después de una sangrienta sucesión de reyes, Omrí consiguió el trono de Israel. Y decidió edificar una nueva ciudad, Samaría, sin pasado alguno y libre de las rivalidades entre las distin-
882 Omrí casa a su hijo Ajab con la princesa tiria Jezabel (1 Re 16,31).
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El reino de Israel, en cambio, ocupaba las colinas de Samaría con verdes valles, y las llanuras de Sharón y de Yizreel. Contaba con su propia salida al mar y disponía, además, de la posibilidad de acceder mediante alianzas a los puertos fenicios de Tiro y Sidón. En cuanto a territorios, población y poder militar, Israel superaba a Judá y poseía la mayor proporción del reparto del imperio salomónico. Pero también su situación geográfica lo exponía con anterioridad a los ataques de las potencias del Norte, especialmente Asiria.
tas tribus, para que fuese la capital del reino. En el plano de la política exterior, Omrí se asoció a los fenicios y estableció con ellos una alianza. El matrimonio de su hijo Ajab con la princesa Jezabel, hija de Itbaal de Tiro consagró una nueva orientación de la política de Israel. Los israelitas se beneficiaban mediante la salida de sus productos a través de los puertos fenicios, y las ciudades fenicias contaban así con la tierra productora que ellas no tenían para sostener su industria mercante.
879 Omrí funda SAMARÍA sobre un terreno adquirido a Shemer (1 Re 16,24).
ELÍAS. Obra de Ferdinand Bol.
NO SOLO DE PAN VIVE EL HOMBRE, SINO TAMBIÉN DE TODO LO QUE SALE DE LA BOCA DE YHWH (Dt 8,3) A partir de las intervenciones de Elías y Eliseo nos encontramos por primera vez con el que fue, tal vez, el fenómeno más asombroso de toda la historia israelita: la predicación de los profetas. En la escuela de las Escrituras
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La colina de Samaria estaba en el territorio de la tribu de Manasés, pero no estuvo muy habitada hasta la época del Rey Omrí, cuando se edificó en ella la ciudad que fue la capital del reino de Israel. Samaria está bien posicionada con cuestas empinadas en cada lado. Esta caracterítica del terreno le permitió soportar repetidamente los ataques de los arameos y de los asirios.
La reacción de los profetas En la época de Josué y de los Jueces, los israelitas habían tomado contacto con la religión cananea y a veces habían adoptado sus prácticas. Por su parte David incorporó a su reino amplias regiones cananeas que no practicaban el culto de YHWH. Necesitada de integrar dentro del territorio de sus tribus a muchas ciudades-estado cananeas, la dinastía fundada por Omrí procuró una política religiosa de integración: YHWH y Baal fueron adorados uno junto al otro. Pero esto fue producendo la desintegración de las antiguas ideas acerca de YHWH, de la exclusividad de su adoración y de su voluntad de justicia, en un proceso sutil desapercibido por la mayoría. Exteriormente todo permanecía como antes en lo que se refería al culto: los altares humeaban, se pronunciaban las oraciones y el lenguaje religioso en el que se actualizaba la
revelación de YHWH tal vez no habían cambiado mucho. Pero, en esa época en que parecían quedar en el pasado las grandes amenazas de los enemigos poderosos, ¿todavía se adoraba al «guerrero YHWH» (Ex 15,3)? ¿O se pensaba más bien en Baal, con sus bendiciones naturalistas, necesarias para el sustento cotidiano? Este era un problema que reaparecería continuamente. La región al este del Jordán, en cambio, no era terreno de la antigua cultura cananea, sino que había sido un territorio colonizado directamente por los antepasados de Israel. Allí la fe en YHWH se había mantenido más firme en su exclusividad que en el Oeste, donde Israel se abría con creciente despreocupación a la religión de Baal. De esta región oriental del Jordán procedía Elías, de Tishbé de Galaad. Es fácil imaginarse cómo horrorizaría a Elías esa mezcla religiosa, ya que en su tierra había sido educado en la fe de YHWH propia de los patriarcas.
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ASSURNASIRPAL II accede al trono de Asiria y emprende la expansión del imperio hacia el Oeste
AJAB sucede en el trono de Israel a su padre Omrí (1 Re 16,29). BEN HADAD accede al trono de Damasco y reina sobre los arameos.
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«Ajab, hijo de Omrí, hizo el mal a los ojos de YHWH más que todos los que fueron antes que él. Lo de menos fue haber seguido los pecados de Jeroboam, hijo de Nebat, sino que, además, tomó por mujer a Jezabel, hija de Itbaal, rey de los sidonios, y se fue a servir a Baal postrándose ante él. Alzó un altar a Baal en el santuario de Baal que edificó en Samaría» (1 Re 16,31-32). Impresión (izquierda) de un sello (derecha) que lleva el nombre de ‘YeZaBeL. Tal vez haya sido propiedad de la esposa de Ajab. Bajo la influencia de la predicación de los profetas, los narradores de la historia del rey Ajab (y de su esposa extranjera) han dibujado un retrato deliberadamente negativo, convirtiéndolo en el prototipo del rey impío.
l be za ye
‘
sentido de la lectura en hebreo
La boda de ambos había inaugurado unas relaciones políticas y comerciales entre Israel y las ciudades fenicias, como en tiempos de Salomón. La alianza permitía, eventualmente, establecer un frente político y militar sólido frente al expansionismo de otras naciones. Pero, como en tiempos de Salomón, se iniciaba también un ciclo de profunda injusticia social, que los profetas denunciarían muy acertadamente.
La esposa del rey Ajab, Jezabel, no sólo había seguido activamente, y a título personal, las prácticas cúlticas de su tierra natal fenicia, sino que también sostenía en Israel a los dirigentes del culto a Baal. Así, mientras que en el campo se servía a YHWH, en la corte y entre la clase dirigente de la ciudad de Samaría se veneraba a Baal. Por otra parte la arqueología ha mostrado la actividad de Ajab en el terreno de la construcción. En Samaría no sólo se han descubierto los restos de su palacio y de potentes fortificaciones de su época, sino que preciosas incrustaciones en marfil ricamente esculpidas han puesto de manifiesto el nivel de vida de ciertas clases de la capital. Éste es un aspecto importante en el que se fijan los textos bíblicos, y por el cual el rey y la corte serán descalificados. «Los hechos de Ajab, todo cuanto hizo, la casa de marfil que edificó, todas las ciudades que
BEN HADAD II rey de los arameos intenta varias invasiones contra AJAB DE Israel (1 Re 17-19; 21).
fortificó, ¿no está escrito en el libro de los Anales de los reyes de Israel?» (1 Re 22,39). La historia de la viña de Nabot constituye un ejemplo de la política social del rey, contraria a la tradición yahvista y de la que Elias aparece como el representante legítimo y eficaz: «Te has vendido para hacer el mal a los ojos de YHWH. Yo mismo voy a traer el mal sobre ti y voy a barrer tu posteridad y a exterminar todo varón de los de Ajab, libre o esclavo, en Israel. Y haré tu casa como la casa de Jeroboam, hijo de Nebat, y como la casa de Basá, hijo de Ajías, por la irritación con que me has irritado y por haber hecho pecar a Israel» (1 Re 21,20-22). En esta situación, no es raro que se creasen grupos de oposición que cristalizarán en una
869 JOSAFAT sucede a su padre Asá en el trono de Judá (1 Re 16,18).
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«Elías tesbita, de Tisbé de Galaad, dijo a Ajab: «Vive YHWH, Dios de Israel, a quien sirvo. No habrá estos años rocío ni lluvia más que cuando mi boca lo diga». Elías subía a la cima del Carmelo, y se encorvó hacia la tierra poniendo su rostro entre las rodillas. Dijo a su criado : «Sube y mira hacia el mar». Subió, miró y dijo: «No hay nada». El dijo: «Vuelve». Y esto siete veces. A la séptima vez dijo: «Hay una nube como la palma de un hombre, que sube del mar». Entonces dijo: «Sube a decir a Ajab: Unce el carro y baja, no te detenga la lluvia». Poco a poco se fue oscureciendo el cielo por las nubes y el viento y se produjo gran lluvia» (1 Re 17,1; 18,42-45).
«Bajo Itbaal hubo falta de lluvia desde el mes de Hyperbereteo hasta el mismo mes del año siguiente; pero cuando él hizo suplicas se desataron grandes tormentas. Con estas palabras [Menandro] designó la falta de lluvia que hubo en los días de Ajab» (Flavio Josefo, Antigüedades Judías VIII,324). encarnizada resistencia a la dinastía, en la cual ciertos círculos proféticos desempeñarán un papel decisivo. Fue entonces cuando la religión yahwista fue capaz de surgir de una forma nueva e impetuosa, gracias a la predicación de los grandes profetas. Entre las causas principales de su aparición se pueden señalar: 1) La degeneración de la religión yahwista. 2) La falta de interés por la protección de YHWH. El estado israelita, confiando en sus armamentos y alianzas, se fue olvidando de YHWH y fue adquiriendo autonomía política. 3) El sistema tributario disolvió la antigua solidaridad tribal, originando grandes desequilibrios sociales entre las ciudades y la población campesina. 4) La rápida ascensión desde el siglo VIII de
Mt. Carmelo ISRAEL GALAAD
Samaria
El Carmelo habría sido desde tiempos antiguos un santuario de Baal. Pero en algún momento de la historia (¿durante la expansión davídica?) el culto de YHWH se impuso en el lugar por algún tiempo. Finalmente habría decaido y el altar de YHWH fue derribado. Esta situación que Elías encuentra en el Carmelo se repetiría en cada lugar en que ambos altares rivalizaran. Un relato alternativo de la tradición bíblica le reconoce al rey fenicio el final de la sequía.
los imperios mesopotámicos que dirigieron su política expansionista sistemáticamente hacia el oeste, privando de autonomía nacional, entre otros, a Israel y a Judá. La exigencia de veneración exclusiva a YHWH se opuso entonces a la transformación que quería implantar la clase dirigente, cuyo fin era convertir la sociedad israelita en un Estado como los que tenían los cananeos. En contra de esa tentativa se activaron las antiguas tradiciones yahwistas. En este contexto se ubican las tradiciones que relatan la intervención de Elías en favor de la fe en YHWH, el Dios de los padres. Convocó al pueblo al monte Carmelo a una asamblea cúltica para resolver allí la disputa entre las dos formas de culto. Nadie había visto hasta entonces como Elías la incompatibilidad del culto de Baal con las antiguas tradiciones de YHWH, propias de Israel. Elías tenía que obligar al pue-
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Josafat casa a su hijo Joram con Atalía, la hija de Ajab, estableciendo una alianza entre JUDÁ e ISRAEL (1 Re 22,4).
SALMANASAR III sucede a su padre en el trono de Asiria
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Ajab envió a todos los israelitas y reunió a los profetas en el monte Carmelo. Elías se acercó a todo el pueblo y dijo:«Hasta cuándo van a fluctuar de un lado a otro? Si YHWH es Dios síganlo; si es Baal, sigan a éste» (1 Re 18,21).
blo a tomar una decisión, cuya necesidad nadie había comprendido hasta el momento. Por eso la narración que recordaba a la asamblea convocada por Elías tomó la forma de un duelo determinante: «Invocaréis el nombre de vuestro dios; yo invocaré el nombre de YHWH. Y el dios que responda por el fuego, ése es Dios» (1 Re 18,24). El dasafío quería resolver la cuestión sobre quién era el dios providente que brindaba la lluvia necesaria para el campo. La sequía que asolaba la tierra era achacada por Elías a la infidelidad religiosa que habían fomentado Ajab y su esposa extranjera: «Elías dijo a Ajab : «No soy yo el azote de Israel, sino tú y la casa de tu padre, por haber abandonado a YHWH y haber seguido a los Baales» (1 Re 18,17-18).
La sequía, que habría comenzado por orden de Elías, terminaría si el pueblo reconocía a YHWH como el dador de la lluvia. Sin embargo la respuesta sobre quién era verdaderamente Dios en Israel no la habría dado el pueblo, sino el mismo YHWH. Para el narrador Israel por sí mismo nunca hubiera podido arrancarse de aquel abandono de la fe y del culto verdadero si YHWH mismo no se hubiera manifestado una vez más con su gloria. Elías (hebr. Eli-Yah: YHWH es Dios) había planteado la irreductible oposición entre YHWH y Baal, que reaparecía así bruscamente cuando ya se los creía reconciliados. ¿Ya no iba a ser Baal el que diera la lluvia; el que curara las enfermedades? Esa pregunta del pueblo no existía en la mente de Elías, pues él combatía en nombre de YHWH todopoderoso contra el impotente Baal. Elías había defendido como nadie la antiquísima tesis de que Israel sólo pertenecía a YHWH.
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BAAL AZOR sucede a su padre Itbaal en el trono de Tiro
SALMANASAR III realiza una campaña de conquista hasta el Mediterráneo
En la escuela de las Escrituras
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«Josafat, hijo de Asá, comenzó a reinar en Judá el año cuarto de Ajab, rey de Israel. Respondió al rey de Israel: «Yo soy como tú, mi pueblo como tu pueblo, mis caballos como tus caballos». Josafat estuvo en paz con el rey de Israel» (1 Re 22,4.41.45).
En el ámbito diplomático, Ajab continuó la política de alianza de su padre Omrí, añadiendo nuevos aliados a su programa. Su hija, Atalía, fue casada con el rey Joram de Jerusalén, asegurando paz durante todo su reinado.
Al intento infructuoso por atraer la atención divina por medios humanos (1 Re 18,26-29), se opone la serenidad de Elías que, si se compara con los frenéticos esfuerzos de los profetas de Baal, casi parece pasividad. Elías sabía que su Dios siempre estaba dispuesto a manifestarse, y no necesitaba ir a buscarlo o atraerlo: «A la hora en que se presenta la ofrenda, se acercó el profeta Elías y dijo: YHWH, Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, que se sepa hoy que tú eres Dios en Israel y que yo soy tu servidor y que por orden tuya he ejecutado todas estas cosas. Respóndeme, YHWH, respóndeme, y que todo este pueblo sepa que tú, YHWH, eres Dios que conviertes sus corazones». Cayó fuego de YHWH que devoró el holocausto y la leña, y secó el agua de las zanjas. Todo el pueblo lo vio y cayeron sobre su rostro y dijeron: ¡YHWH es Dios, YHWH es Dios!» (1 Re 18,36-39).
El relato prosigue con el exterminio de 450 profetas de Baal. Perseguido por la reina Jezabel, Elías huyó y experimentó en el camino un total abatimiento, hasta no querer vivir más. El motivo de su desesperanza era el fin de la fe en YHWH. El profeta pensaría que sólo quedaba él y experimentó entonces la debilidad. ¿Quién podría ser más débil que un profeta que sólo puede apoyarse en el brazo y la boca de Dios? El relato fija la huida hasta el Sinaí. Querría buscar a Dios en su montaña, en el lugar en el que se había revelado, y manifestarle su sufrimiento allí donde Moisés había actuado. Estaba convencido que la fe en YHWH había dejado de dominar en Israel definitivamente. Sin embargo YHWH tenía todavía muchos planes sobre el pueblo: «Me reservaré 7.000 en Israel: todas las rodillas que no se doblaron ante Baal, y todas las bocas que no le besaron» (1 Re 19,18).
853 SALMANASAR III es detenido en Qarqar por una coalición de reyes
18 En la escuela de las Escrituras
OCOZÍAS sucede a su padre Ajab en el trono de Israel.
«...incendié Qarqar, su ciudad real. 1.200 carros, 1.200 soldados de caballería, 20.000 soldados de Hadad Idri del pais de Imerishu (Aram), 700 carros, 700 soldados de caballería, 10.000 soldados de Irhuleni de Hamat, 2.000 carros, 10.000 soldados de Ajab del país de Israel...» La estela de Salmanasar III describe una de sus campañas militares en occidente, donde él mismo se atribuye la victoria sobre una coalición de 12 reyes, entre los cuales estaba Acab. La alianza intentó frenar la expansión de Asiria, que ya había sometido a los estados del norte de Hamat en el Eufrates superior y Cilicia. El ejército israelita por el número de efectivos aportados, 2.000 carros y 10.000 soldados de infantería, parece ser el mayor de cuantos intervinieron. Este enfrentamiento no parece haber sido un triunfo para el invasor, pues al menos durante unos años se detuvo el avance asirio hacia el Mediterráneo.
Israel seguiría existiendo ante YHWH, pero como un mero resto instituido por Él. Ya antes se sabía que Dios podía castigar al pueblo; pero era una novedad la posibilidad de destruirlo y dejar solo un resto. Y sin embargo era solamente el comienzo de lo que otros anunciarían después de Elías. Mientras tanto, el reinado de Ajab fue testigo del aumento del poder asirio. Para contrarrestarlo se formó una importante liga antiasiria a la que Ajab aportó recursos humanos y materiales. El promotor de esta empresa fue el rey de Damasco, Hadadidri. La alianza con Damasco fue coyuntural e interesada, con vistas a hacer frente al enemigo común. El texto bíblico no habla de estos acontecimientos, pero la estela de Salmanassar III los menciona con bastante detalle. Ajab aparece en tercer lugar de la lista de coaligados en la batalla de Qarqar en el año 853. La coalición no constituyó ni un éxito ni un desastre, pero consiguió que los asirios no re-
presentasen un peligro durante cierto tiempo. Por otro lado, Israel mantuvo su control sobre el otro lado del Jordán, ya que según la estela del rey Meshá, Moab pagó tributo a Israel durante todo el reinado de Ajab.
Golpe de Estado Yahwista La situación se deterioró muy rápido a la muerte de Ajab. Ocozías el primer heredero del trono, murió rápidamente a consecuencia de un accidente (1 Re 22,52-54). El texto bíblico dice que, a la muerte de Ajab, Moab se rebeló contra Israel (2 Re 1,1). La estela de Meshá parece confirmarlo. De hecho, a la muerte del señor, el vasallo intentaba casi siempre recobrar su independencia aprovechando las incertidumbres de la sucesión. A Ocozías le sucedió su hermano Joram. El único texto bíblico sobre Joram se refiere a su actividad política y militar: precisamente la gue-
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JORAM sucede a su hermano Ocozías en el trono de Israel.
JORAM de Judá sucede a su padre Josafat en el trono de Jerusalén.
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rra contra Moab (2 Re 3,1-27). Frente a la rebelión de Meshá de Moab, Joram decidió reducir al rebelde juntando sus fuerzas con las del rey de Jerusalén, emparentado con su hermana Atalía, y con las de su vasallo Edom. La ruta de los aliados no deja de sorprender, ya que dan un rodeo por el sur para llegar a Moab. Esto podría confirmar que Meshá, como indica en su estela, habría fortificado sus defensas por el norte, haciendo así más difícil un ataque. El resultado del enfrentamiento fue que Moab se liberó del yugo israelita. Según el texto bíblico (2 Re 3,26), Meshá pidió ayuda a los arameos para librarse de los israelitas. Fue el preludio de la amenaza aramea
que se abatiría contra Israel. En efecto, en Damasco la situación había cambiado después de la batalla de Qarqar, ya que Jazael había usurpado el poder (2 Re 8,15). Viéndose libre momentáneamente de la presión asiria, el nuevo rey arameo se lanzó a una política de conquista de los territorios israelitas al este del Jordán. Mientras Jazael tenía cercada a Ramot de Galaad, Joram de Israel, resultó herido y fue a reponerse a su propiedad de Yizreel (2 Re 9,1415). Jehú, un general del ejército, fue ungido entonces en secreto por un enviado del profeta Eliseo, y, al conocer la noticia, los otros oficiales del ejército lo proclamaron rey de Israel (2 Re 9,15). Jehú reinará veintiocho años.
843 JAZAEL de Damasco usurpa el trono de los Arameos.
20 En la escuela de las Escrituras
JAZAEL hostiga a Israel.
«A la muerte de Ajab, el rey de Moab se rebeló contra el rey de Israel» (2 Re 3,5).
Izquierda: ESTELA DE MESHÁ, rey de Moab. Museo de Louvre. Según esta inscripción (derecha), Omrí de Israel oprimió a Moab durante mucho tiempo. El dato muestra una de las facetas de la actividad de Omrí. Si bien la cifra de «100.000 corderos y 100.000 carneros con su lana» (2 Re 3,4) puede ser exagerada, sin duda el tributo que Meshá debió pagar a Samaría pudo ser una fuente importante de recursos para el reino de Israel. El texto confirmaría el relato del libro de los Reyes, según el cual los ejércitos aliados de Israel, Judá y Edom no lograron aplastar la rebelión moabita (2 Re 3,27).
Yo soy Mesá, hijo de Kemoshyat, rey de Moab, el dibonita. Mi padre reinó sobre Moab durante treinta años y yo reiné después de mi padre. Hice este alto lugar para Kemosh en Qeriho, alto lugar de salvación, pues me salvó de todos los asaltos y me hizo triunfar de todos mis enemigos. Omrí era rey de Israel y oprimió a Moab durante muchos días, ya que Kemosh estaba irritado contra mi país. Y su hijo le sucedió y dijo: «Oprimiré a Moab». En mis días habló de este modo, pero yo triunfé de él y de su casa. E Israel quedó arruinado para siempre. Pues bien, Omrí había tomado posesión de todo el país de Madaba y había habitado allí durante sus días y la mitad de los días de sus hijos, cuarenta años. Pero Kemosh lo abatió durante mis días. Y yo construí a Baal Maón e hice la piscina y edifiqué Qiryatôn. Las gentes de Gad habían habitado en el país de Atarot desde siempre y el rey de Israel había construido Atarot para sí. Yo combatí contra la ciudad y la tomé. Y maté a todo el pueblo...; la ciudad fue ofrecida a Kemosh y a Moab. Allí me apoderé del altar de su Bien amado y lo arrastré ante Kemosh en Qeriyot. Hice habitar allí a las gentes de Sarón y a las gentes de Maharot... Kemosh me dijo: «Vete, quítale Nebo a Israel». Yo fui de noche y combatí contra ella desde el amanecer hasta el mediodía. La tomé y maté a todos, siete mil hombres con extranjeros, mujeres, extranjeras y concubinas, ya que la había destinado al anatema por AshtarKemosh. De allí tomé los vasos de YHWH y los llevé ante Kemosh. El rey de Israel había construido Yasa y permanecía allí mientras me hacía la guerra, pero Kemosh lo expulsó ante mí. Tomé de Moab doscientos hombres, toda su gente escogida; los llevé contra Yasá y la tomé para anexionarla a Dibón...
El siguiente paso de la conspiración fue la eliminación de Joram. Jehú encuentra en Yizreel no sólo a Joram de Israel, sino también a su sobrino Ocozías de Judá, que había ido a visitarlo. El relato del encuentro da a entender que la revuelta estuvo motivada por la intención de suprimir en el reino el culto extranjero fomentado por Ajab y su esposa: «¿Qué paz mientras duran las prostituciones de tu madre Jezabel y sus muchas hechicerías?» (2 Re 9,22). Pero Jehú aprovechó la ocasión para asesinar igualmente al rey de Judá, que llevaba en sus
venas sangre de Omrí (2 Re 9,24-27). También se deshizo del resto de la familia real para conseguir la sumisión de la capital, Samaría. Y, ante todo, acabó con los funcionarios. Tal vez la conspiración de Jehú y el entusiasmo del ejército en su nombramiento fueron motivados por un deseo de reforzar la política de Israel frente a los arameos. Para frenarlos se necesitaba el apoyo de Asiria. Y la condición impuesta para eso habría sido la desaparición de la dinastía de Ajab, que había logrado frustrar su expansión en la batalla de Qarqar. Más tarde el golpe de estado sería legitimado como una continuación de la obra del profeta Elías (2 Re 10,17). Sin embargo otros profetas,
841 JEHÚ asesina a Joram de Israel y a Ocozías de Judá y usurpa el trono de Samaría.
MESHÁ de Moab se rebela contra el dominio de Israel.
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«Ungirás a Jehú, hijo de Nimsí, como rey de Israel, y a Eliseo, hijo de Safat, de Abel Mejolá, le ungirás como profeta en tu lugar. Al que escape a la espada de Jazael le hará morir Jehú, y al que escape a la espada de Jehú, le hará morir Eliseo» (1 Re 19,16-17). Dijo Eliseo a Jazael: «Sé el mal que vas a hacer a los israelitas: pasrás a fuego sus fortalezas, matarás a espada a sus mejores, aplastarás a sus pequeñuelos y abrirás el vientre a sus embarazadas... YHWH ha hecho que te vea como rey de Aram» (2 Re 8,12-13). JAZAEL DE DAMASCO. Placa de marfil proveniente de Arslan Tash (Siria). Jazael Usurpó el trono arameo, asesinando a Ben Hadad II (2 Re 8,15). Aunque algunas tradiciones bíblicas atribuyeron a Elías la unción de Eliseo como profeta y de Jehú como rey de Israel, otras refieren a su discípulo la unción de Jehú y el preanuncio del advenimiento del rey arameo y de sus ataques contra Israel. El movimiento profético intentaron una vuelta a las tradiciones yahwistas, tratando de convencer a sus oyentes de la validez inmutable de unos preceptos que habían sido abandonados hacía ya mucho tiempo. Pero también hicieron una lectura del presente de Israel, considerando las intervenciones de las naciones extranjeras como un castigo de YHWH debido al quebrantamiento de su Alianza.
como Oseas, terminaron rechazando su revolución y denunciando su carácter sanguinario: «Pediré cuenta a la casa de Jehú por la sangre derramada en Yizreel, y pondré fin al reinado de la Casa de Israel» (Os 1,4). De todos modos el relato no deja de mostrar el cinismo y la crueldad de Jehú con toda su fuerza: «Jehú mató a todos los que quedaban de la casa de Ajab en Yizreel, a todos sus magnates, sus familiares, sus sacerdotes, sin dejar ni uno con vida. Entró en Samaría y mató a todos los supervivientes de Ajab en Samaría,
841 ATALÍA, hija de Ajab, ejerce la regencia de Judá ante la muerte de Ocozías.
22 En la escuela de las Escrituras
SALMANASAR III de Asiria vence a Jazael y domina hasta el Mediterráneo
«Cuando Jehú entraba por la puerta, Jezabel le dijo: «¿Todo va bien, Zimrí, asesino de su señor?» Alzó su rostro hacia la ventana y dijo: ¿Quién está conmigo, quién?» Se asomaron dos o tres eunucos, y él les dijo: «Echadla abajo». La echaron abajo y su sangre salpicó los muros y a los caballos, que la pisotearon» (2 Re 9,31-33).
Marfil procedente de Nimrud.El motivo de la MUJER ASOMADA EN LA VENTANA fue muy frecuente en el arte asirio. No se sabe con certeza si representa a la diosa Innana o a sus sacerdotisas que ejercían la prostitución sagrada. Tal imagen pudo servir de inspiración a los narradores de la historia de Jezabel, a quien se había estigmatizado con la fama de prostitución (en realidad, idolatría).
hasta exterminarlos, según la palabra que había dicho YHWH a Elías. La guardia y los escuderos entraron, pasaron a filo de espada a los siervos de Baal y llegaron hasta el santuario. Sacaron el cipo del templo de Baal y lo quemaron. Derribaron el altar, demolieron el templo, y lo convirtieron en cloaca hasta el día de hoy. Jehú exterminó a Baal de Israel. Pero Jehú no se apartó de los pecados con que Jeroboam, hijo de Nebat, hizo pecar a Israel, los becerros de oro de Betel y de Dan» (2 Re 10,11.17.25-29). Por textos asirios sabemos que Jehú tuvo que
pagar tributo a Salmanasar III. Es probable que el tributo pagado a los asirios por Jehú fuera el precio para aligerar la presión aramea: «En el decimoctavo año de mi reinado crucé el Eufrates por decimosexta vez. Jazael, del país de Damasco, había confiado en la gran cantidad de sus tropas y las puso en movimiento en gran número... Trabé combate contra él y lo derroté. Abatí con las armas 16000 de sus hombres de guerra. Le arrebaté 1121 carros, 470 de sus jinetes con su campamento. Escapó para salvar su vida. Fui detrás de él y lo encerré en la ciudad de Damasco, su ciudad real; talé sus jardines, quemé sus mie-
JEHÚ paga tributo a SALMANASAR III de Asiria
En la escuela de las Escrituras
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«Tributo de Jehú, hijo de Omri; recibí de él plata, oro, un cofre de oro, un vaso de oro con el fondo en punta, cubiletes de oro, copas de oro, estaño, un cetro real y venablos».
Obelisco de piedra caliza conservado en el Museo Británico. Contiene la crónica de 31 campañas militares realizadas por Salmanasar III. La descripción en 190 líneas y 5 niveles de paneles, muestra escenas de varios reyes rindiéndole tributo. Entre ellos Jehú de Israel (abajo).
ses. Marché hasta el monte Haurán; ciudades sin número destruí, demolí, incendié; me llevé su botín innumerable. Fui hasta el monte Ba’lira’si, que está en frente al mar y frente al país de Tiro. Erigí en él una efigie real mía. En aquellos días recibí los tributos del país de Tiro, del país de Sidón, de Jehú, hijo de Omrí» (cf. Pritchard, ANET 280). La conspiración de Jehú hizo un gran favor a los asirios, ya que exterminó a la dinastía que
había logrado aliar a Israel, Tiro y Damasco contra Salmanasar. Sin obstáculos, el conquistador siguió avanzando hasta el Mediterráneo, sometiéndolos a todos a pagar tributo. Por eso, a pesar de todo, Jehú perdió todas las posesiones israelitas al otro lado del Jordán: «En aquellos días comenzó YHWH a cercenar a Israel, y Jazael batió todas las fronteras de Israel, desde el Jordán al sol levante, todo el país de Galaad, de los gaditas, de los rubenitas,
835 ATALÍA es asesinada y se corona como rey de Judá al joven JOAS.
24 En la escuela de las Escrituras
824 BEN HADAD hostiga a Israel.
SHAMSI ADAD V sucede a su padre Salmanasar en el trono de Asiria.
«Se encendió la ira de YHWH contra los israelitas y los entregó en manos de Jazael, rey de Aram, y en manos de Jazael, rey de Aram, y en manos de Ben Hadad, hijo de Jazael, todo aquel tiempo. No le quedaron a Joacaz como tropas sino cincuenta jinetes, diez carros y 10.000 infantes, pues el rey de Aram los había exterminado y reducido a polvo de la tierra» (2 Re 13,3.7). Derecha: BEN HADAD de Damasco, derrotado, es llevado de la mano del rey asirio. Abajo. Estela del rey asirio Adad-nirari III, que relata sus victorias sobre los arameos. El texto reproduce parte de la inscripción.
«Yo, Adad-nirari, rey poderoso, rey de la Totalidad, rey de Asiría sometí a mis pies el país de Amurru y el país de Hatti; recibí el tributo de Damasco: 2000 talentos de plata, 1000 talentos de cobre, 2000 talentos de hierro, 3000 vestido multicolores y de lino. Recibí los tributos de Joás el samaritano, del rey tirio y del sidonio...».
de Manasés, desde Aroer, sobre el torrente Arnón, Galaad y Basán» (2 Re 10,32-33).
no asirio. En tales circunstancias, el rey de Samaría pudo emprender la reconquista de parte, al menos, de los territorios perdidos por su padre:
Joacaz sucedió a su padre, Jehú. Los textos bíblicos señalan que, durante su reinado, los arameos oprimieron a Israel: Joás, el nuevo rey de Samaría, pidió ayuda a Adadnirari III, rey de Asiría, para librarse una vez más de los arameos. Estos datos se conocen desde hace poco gracias a una estela del sobera-
«Joás, hijo de Joacaz, volvió a tomar de mano de Ben Hadad, hijo de Jazael, las ciudades que había tomado de mano de Joacaz su padre, por las armas. Joás le batió tres veces y recobró las ciudades de Israel» (2 Re 13,25).
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JOACAZ sucede a su padre Jehú en el trono de Israel.
ADAD NIRARI III ocupa el trono de Asiria.
JOAS sucede a su padre Joacaz en el trono de Israel.
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Reveladores de los secretos divinos
Oración de un adivino «Shamash, señor del juicio, Adad, señor de la adivinación, yo os traigo, os ofrezco una cordera de un año que ningún carnero ha asaltado, en cuyo seno la inseminación de Shakkan no ha caído; ha comido la hierba en país llano, no bebe más que aguas de los regatos puros; el cordero ha estado lejos de ella. Os ofrezco esta cordera, pongo en la boca de esta cordera cedro puro en nudos, virutas y buena resina. Shamash y Adad, venid a esta cordera. Y a lo que yo digo, con mi mano alzada, a todo lo que hago, a la petición de oráculo que pronuncio, que haya una respuesta sin ambigüedad».
L
a consulta a un especialista en revelar los hechos ocultos fue frecuente en el primitivo Israel. Una de las primeras menciones de un profeta es respecto a Samuel, a quien se lo llama vidente (Ro´eH). Saúl va a consultarlo para encontrar unas asnas que había perdido (1 Sam 9,6-20). El desplazamiento de las nubes en el cielo o el rumor del viento en la copa de los árboles también podía ser leído como anuncio de lo que sucedería. Hesíodo nos describe que el oráculo de la ciudad de Dodona surgía de una encina. Por su parte la tradición bíblica recuerda la «encina de los Adivinos» (Jue 9,37), que probablemente sea la misma «encina de Moré» (Instructor), donde Abram recibe de YHWH la promesa de poseer esa tierra (Gn 12,6s).
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Foto: Amuleto sumerio representando una oveja. No se debe considerar el profetismo como un fenómeno exclusivo de Israel, pues personajes de características semejantes aparecieron también en el resto del Oriente antiguo. En Mesopotamia existían personajes que tenían la función de emitir oráculos de parte de los dioses, pues tanto si se trataba del rey como de una persona privada, era preciso asegurarse de que toda empresa de cierta importancia no estuviese en contra de la voluntad divina, si no se quería fracasar en ella. De este modo, el arte de la adivinación consistía en analizar ciertos signos mediante los cuales se intentaba descubrir la respuesta de los dioses (mediante el vuelo de los pájaros, los sueños, la observación de las entrañas de los animales, etc.). Antes de actuar, el adivino tenía que recitar a los patronos de la adivinación unas oraciones especiales. Un ejemplo es la siguiente fórmula babilónica anterior al año 1600 aEC.
Otras técnicas han sido la observación de los líquidos (hidromancia), de acuerdo a los círculos formados por objetos arrojados en medio de ellos, o por las formas de manchas de aceite en el interior de una copa. Ésta parecería ser la práctica de José, que tiene una «copa de plata con la que suele adivinar» (Gn 44,5). En la Biblia abundan los sueños a través de los cuales se da a conocer a los hombres lo que deben hacer. Así Jacob decide fundar el santuario de Betel (Gn 28,11-16); José aconseja al faraón hacer acopio de provisiones para los años de penuria (Gn 41). Otras veces los sueños son premonitorios, como cuando se anuncia a José la superioridad sobre sus hemanos (Gn 37) o el destino que aguarda al copero y al panadero de la corte (Gn 41).
Si bien la divinidad es la que concede el sueño que presagia lo que ocurrirá, el hombre puede buscarlo deliberadamente durmiendo en un santuario. A este recurso se lo llama incubación. Parecería ser lo que Salomón hace cuando recibe el augurio de su reinado durante el sueño en el santuario de Gabaón (1 Re 3,5). La consulta a los muertos o necromancia es una práctica bastante extendida, según los testimonios bíblicos.Israel debe evitar las abominaciones de los cananeos, y por eso no debe haber en el pueblo «ningún encantador ni consultor de espectros o adivinos, ni evocador de muertos» (Dt 18,11). El caso más lamentable es el de Saúl que, después de haber intentado otros medios de consulta a Dios, hace evocar el espíritu del difunto Samuel. La nigromante dice «Veo un elohim que sube de la tierra» (1 Sam 28,13). El espectro del anciano profeta fallecido, después de reprochar al rey la interrupción de su descanso, comunica un anuncio desfavorable: «Mañana tú y tus hijos estaréis conmigo» (28,19). El oráculo o palabra reveladora era la forma preferida en Israel y en Grecia, mucho más que los signos y portentos. Diversas circunstancias sugerían la consulta. A veces se trata de la elección de un gobernante. Los israelitas recurren a Samuel para que elija, en nombre de Dios, a la persona adecuada para ser su rey (1 Sam 8). Otras veces había que considerar la oportunidad de hacer o no la guerra. David no se olvida de consultar a YHWH antes de iniciar una campaña: «¿Puedo atacar a los filisteos? ¿Me los entregarás?» (2 Sam 5,19). En cambio el rey Ajab prefiere escuchar sólo los buenos augurios, aunque provengan claramente de falsos profetas. Los malos augurios de Miqueas pretende neutralizarlos encarcelando al profeta: «Meted a éste en la carcel y racionadle el pan y el agua hasta que yo vuelva victorioso» (1 Re 22,28). Pero más allá de todas las consultas, existe la posibilidad de que la divinidad espontáneamente ordene algo o revele el futuro. Ésta será la orientación fundamental de la profecía hebrea. La conclusión de una comparación entre los textos bíblicos y los de otras culturas permite evitar tanto la negación de la posibilidad de comunicación divina a personas de cualquier raza, como la equiparación de un vidente casi desconocido con profetas de la talla de Isaías. Probablemente la más primitiva profecía bíblica en los siglos XI y X aEC tenga origen en un entorno afín al de otros pueblos. Pero si bien no se puede afirmar la exclusividad del fenómeno en Israel, sus profetas tienen su propia peculiaridad. Su originalidad no consiste en haber sido un caso único, sino en el desarrollo que llegó a adquirir con el tiempo.
DESARROLLO DE LA PROFECÍA BÍBLICA Antes de la actuación de Elías y Eliseo, otros predicadores habían ejercido un ministerio de proclamación de la voluntad de YHWH. Natán habría proclamado como palabra divina la posteridad davídica en el trono de Jerusalén: (2 Sam 7,4ss). Gad, vidente de David, propuso al rey la elección de una entre tres desgracias como castigo divino por haber hecho el censo de Israel (2 Sam 24, 11ss). Ajías de Siló habría anunciado a Jeroboam como voluntad divina la división del reino salomónico (1 Re 11,31). La profecía de Israel fue dando los siguientes pasos: De una palabra buscada por el hombre, a una palabra enviada por Dios. Del descubrimiento de un enigma, al descubrimiento de una misión. De la búsqueda de seguridad personal, al choque con una responsabilidad. Del interés personal, a la responsabilidad frente a los demás. Se trata del paso del oráculo solicitado por interés al oráculo que transmite la voluntad de Dios.
El último episodio referido por las tradiciones sobre Eliseo lo presenta anunciando a Joás de Israel el triunfo sobre los arameos. Después de disparar su arco hacia Oriente según la orden del profeta, el rey escuha la interpretación del gesto: «Flecha de victoria de YHWH, flecha de victoria contra Aram. Batirás a Aram en Afeq hasta el exterminio» (2 Re 13,17). Efectivamente, Joás venció a Ben Hadad y recuperó las ciudades perdidas durante el reinado de Joacaz
En la escuela de las Escrituras
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YHWH APARTÓ A ISRAEL DE SU PRESENCIA, COMO HABÍA ANUNCIADO POR MEDIO DE TODOS SUS SIERVOS LOS PROFETAS (2 Re 17,23)
Jeroboam II, hijo de Joás, tuvo el reinado más largo de la historia de la monarquía del Norte, durante un periodo de prosperidad sin precedentes, que sería recordado durante mucho tiempo como una Edad de Oro. La razón más probable de tal progreso fue la supremacía asiria sobre Damasco y la entusiasta participación de Israel en la próspera economía mundial asiria.
S
i bajo el liderazgo del rey Joás, el reino del Norte se restableció y comenzó a recuperar sus territorios perdidos a manos de Damasco (2 Re 13,25), la expansión de Israel continuó bajo Jeroboam II, de quien se dice que amplió las fronteras de Israel hasta muy al interior de los antiguos territorios de Aram: «Jeroboam restableció las fronteras de Israel desde la Entrada de Hamat hasta el mar de la Arabá. Guerreó con bravura y devolvió Hamat y Damasco a Judá y a Israel» (2 Re 14,25.28). El autor de los libros de los Reyes trató de buscar buscar una explicación a aquella buena suerte de que disfrutó el nuevo monarca, a quien no deja de reprochar por un instante que «no se apartó de todos los pecados con que [su antecesor] Jeroboam, hijo de Nebat, hizo pecar a Israel» (2 Re 14,24). Y explicó el giro de los acontecimientos por la repentina compasión del Dios de Israel: En la escuela de las Escrituras
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«Cuando mi padre enfermó y se fue con sus antepasados, el rey de Israel vino ante la tierra de mi padre. Pero Hadad me hizo rey y Hadad vino ante mí y yo partí de mi reino, y maté a setenta reyes que habían uncido miles de carros y miles de caballos.Y yo maté a Joram, hijo de Ajab, rey de Israel, y yo maté a Ocozías, hijo de Joram, rey de la casa de David. Y yo dejé sus ciudades en la ruina y su tierra inmersa en la desolación...»
Fragmento de una estela de piedra escrita en arameo, hallada en Tell Dan. En ella se hace referencia a la invasión de Israel por un rey arameo, seguramente Jazael rey de Damasco, que se ufana de vencer y dar muerte a los reyes de Israel y de Judá. Aunque fue Jehú quien dio muerte a ambos reyes, Jazael pudo considerar que la sublevación sirvió a sus intereses. Pero en realidad terminaría beneficiando a los asirios. Cuando Joás recuperó para Israel las ciudades conquistadas por los arameos (2 Re 13,25) debió destruir la estela, reutilizándola como material de construcción.
«Según la palabra que YHWH, Dios de Israel, había dicho por boca de su siervo, el profeta Jonás, hijo de Amittay, el de Gat de Jéfer, porque YHWH había visto la miseria, amarga en extremo, de Israel; no había esclavo ni libre, ni quien auxiliara a Israel. No había decidido YHWH borrar el nombre de Israel de debajo de los cielos y lo salvó por mano de Jeroboam, hijo de Joás» (2 Reyes 14,25-27).
La prosperidad de Israel Al asesinato de Ocozías de Judá en la conspiración de Jehú había seguido grandes disturbios en Judá. Un largo relato describe la regencia de su madre Atalía y la conspiración que la destronó y acabó con su vida. Atalía, no era de la dinastía de David, de modo que ordenó asesinar a los herederos reales de la casa de David sin de-
«El rey Joram se volvió a Yizreel para curarse de las heridas que le habían infligido los arameos en Ramot cuando combatía a Jazael, rey de Aram; Ocozías, hijo de Joram, rey de Judá, bajó a Yizreel a visitarlo» (2 Re 8,29).
jar uno, para asegurarse el trono (2 Re 11,1). Un sacerdote del Templo llamado Yehoyadá, esperó durante seis años. Llegado el momento, anunció públicamente que un heredero davídico se había salvado de la masacre de Atalía, y presentó Joás, hijo de Ocozías. Atalía fue asesinada en la ceremonia de unción de Joás como legítimo rey davídico. La revolución fue paralela a la del Norte, pero en Jerusalén contó con el apoyo del pueblo del interior, guardián de la tradición yahwista, en oposición a la clase dirigente de la capital, alcanzada por la influencia extranjera: «Yehoyadá hizo una alianza entre YHWH, el rey y el pueblo, para ser pueblo de YHWH; y entre el rey y el pueblo. Fue todo el pueblo de la tierra al templo de Baal y lo derribó. Destrozaron sus altares y sus imágenes, y mata-
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ATALÍA es asesinada y se corona como rey de Judá al joven JOAS.
ADAD NIRARI III ocupa el trono de Asiria.
AMASÍAS sucede a su padre Joas en el trono de Judá.
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«En el décimo año, de parte de Azzah to Gaddías, un ánfora de aceite refinado»
Los famosos óstraca de Samaría —una colección de sesenta y tres fragmentos de cerámica escritos en hebreo con tinta— anotan cargamentos de aceite y vino enviados a la capital desde las aldeas de los alrededores de Samaría. La foto muestra el fragmento clasificado como 17a, cuya inscripción se reconstruye el dibujo de abajo y cuya traducción se transcribe arriba.
Este territorio agrícola de Israel se había poblado, entre tanto, con mayor densidad que nunca. Al estar ligada a una economía mundial y no tener que enfrentarse a ninguna amenaza militar de importancia, la población del reino del Norte se expandió de forma espectacular. A finales del siglo VIII, las tierras altas de Samaría y los valles del norte eran el territorio más densamente ocupada de todo la región.
ron ante los altares a Matán, sacerdote de Baal. El sacerdote puso centinelas en la Casa de YHWH, y después tomó a los jefes de cien, a los carios y a la guardia y a todo el pueblo de la tierra, e hicieron bajar al rey de la Casa de YHWH y entraron a la casa del rey por el camino de la guardia, y se sentó en el trono de los reyes» (2 Re 11,17-19).
El péndulo de reyes judaítas buenos y malos continuaría. Amasias, fue considerado un rey moderadamente virtuoso que «hizo lo que YHWH aprueba, aunque no como su antepasado David» (2 Reyes 14,3). Emprendió con éxito una guerra contra Edom, pero acabó derrotado y hecho prisionero por los ejércitos del rey de Israel, que invadió su territorio:
La edad de Joás y el preponderante papel representado por Yehoyadá en su subida al trono explican la influencia de este último durante su reinado. Joás reinó en Jerusalén durante cuarenta años e «hizo siempre lo que YHWH aprueba» (2 Reyes 12,2). Su acto más importante fue la restauración del Templo. Pero lfinalmente fue asesinado por sus oficiales. La sucesión dinástica funcionó normalmente y su hijo Amasias subió al trono.
«Abrió brecha de cuatrocientos codos en la muralla de Jerusalén desde la puerta de Efraím hasta la puerta del Angulo. Tomó todo el oro, toda la plata y todos los objetos que se hallaban en la Casa de Yahveh, los tesoros de la casa del rey y también rehenes, y se volvió a Samaría» (2 Re 14,14). Mientras tanto, el registro arqueológico nos permite ver un afianzamiento económico en
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JEROBOAM II sucede a su padre Joas en el trono de Israel.
OZÍAS sucede a su padre Amasías en el trono de Judá.
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«Propiedad de Shema, servidor de Jeroboam». Otra prueba del esplendor del renacido reino de Israel es el hecho significativo que Jeroboam II sea el primer monarca israelita de quien se conserva un sello oficial. Este sello de tamaño excepcional fue encontrado a comienzos del siglo XX en Megiddo. Muestra la imagen de un poderoso león rugiente y una inscripción en hebreo que menciona a su propietario. El dibujo del león es típico del siglo VIII aEC y no puede atribuirse, por tanto, a Jeroboam I, fundador del reino casi dos siglos antes.
Norte bajo Jeroboam II. Este progreso tuvo mucho que ver con el abandono de la política de resistencia antiasiria que había mantenido la dinastía de Omrí, y con el sometimiento de los arameos, que no habían logrado conseguir la adhesión de Israel para esa causa. Se trataría de una recompensa obtenida por sumarse al nuevo orden mundial impuesto por Asiria. En efecto, en la frontera Norte una estela triunfal que Jazael habría erigido en Dan fue hecha pedazos y reutilizada en la construcción de un edificio posterior. En Betsaida, la estela con una deidad de estilo arameo fue desmochada también deliberadamente y colocada en posición invertida. Pero la mejor demostración de la fuerza de la economía israelita durante el reinado de Jeroboam II es, posiblemente, el desarrollo de la agricultura y su impresionante crecimiento demográfico. Las tierras altas que rodeaban Samaría habían constituido durante milenios la mejor región del país para el cultivo de viñedos y olivares. En el siglo VIII observamos por primera vez la construcción de asentamientos sobre los salientes rocosos en las regiones más aptas para el cultivo de árboles productivos, donde se excavaron instalaciones para procesar aceitunas. No faltaban mercados para la producción: el aceite de oliva de Israel podía exportarse a Asiria y ser enviado por barco a Egipto, pues allí se carecía de zonas de cultivo dedicadas a olivares.
El lado oscuro de la prosperidad En este momento culminante de prosperidad del reino del Norte es cuando podemos reconocer finalmente todo el conjunto de criterios de una formación estatal: alfabetización, administración burocrática, producción económica especializada y ejército profesional. También es el periodo del que tenemos la primera información sobre protestas proféticas. Los oráculos de los profetas Amós y Oseas son los más antiguos conservados en los libros proféticos y contienen materiales que reflejan los años de apogeo de Jeroboam II. Los oráculos recogidos en su nombre constituyen una virulenta condena de las formas de vida fastuosas y la realidad material de la aristocracia israelita en el siglo VIII aEC. «Canturreáis al son del arpa, inventáis, como David, instrumentos musicales; bebéis vino en copas, os ungís con perfumes exquisitos...» (Amós 6,5-6). Amós pasa luego a condenar a los que «han construido mansiones de piedras labradas» (5,11); y su contemporáneo, el profeta Oseas, clama contra quienes «hacen acopio de embustes funestos. Hacen alianza con Asiria, envían aceite a Egipto» (Oseas 12,1). En éstas y otras muchas alusiones, ambos profetas esbozan las relacio-
783 - 743 JEROBOAM II ocupa el trono durante el reinado más extenso de la historia del reino Israel.
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«Acostados en camas de marfil, arrellenados en sus lechos, comen corderos del rebaño y becerros sacados del establo» (Amos 6,4). La prosperidad y relevancia conseguidas por el reino de Israel durante el reinado de Jeroboam II proporcionaron gran riqueza a la aristocracia israelita. En Samaría se hallaron más de doscientas placas de marfil exquisitamente talladas en estilo fenicio con motivos egipcios y fechadas por razones estilísticas en el siglo VIII aEC (abajo). Debieron decorar, probablemente, los muros del palacio o el excelente mobiliario de la realeza israelita. Son un testimonio de la riqueza y los gustos cosmopolitas de los monarcas de Israel y las familias nobles. Sus banquetes tratarían de imitar a la aristocracia asiria. Izquierda: Assurbanipal de Asiria bebe en un lecho de su jardín.
nes económicas y una cultura material tan abundantemente ilustradas por la arqueología. Más allá de las condenas contra los ricos y los poderosos, tanto Amos como Oseas critican con virulencia las injusticias sociales, la idolatría y las tensiones internas generadas por el comercio internacional y la dependencia de Asiria. Amós condena la perversidad de quienes se limitan a observar externamente los dictados de la religión mientras acumulan riquezas para sí y maltratan a los pobres: Escuchadlo los que exprimís a los pobres y elimináis a los miserables; pensáis: ¿Cuándo pasará la luna nueva para vender trigo, o el sábado para ofrecer grano y hasta el salvado de trigo? Para encoger la medida y aumentar el precio, para comprar por dinero al desvalido, y al pobre por un par de sandalias» (Amós 8,4-6). Amós predicó entonces que Dios enviaría un castigo terrible si los israelias no se convertían: «No saben obrar con rectitud -oráculo de YHWH- los que amontonan violencia y rapiña en sus palacios. Por eso, así dice el Señor YHWH: el adversario invadirá la tierra, abatirá tu fortaleza y serán saqueados tus palacios» (3,10-11).
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Profetas con obra escrita En el siglo VIII ocurre un fenómeno nuevo dentro de la profecía de Israel: la aparición de profetas de cuya obra queda registro escrito. No se trata simplemente de que el aumento de la alfabetización en ese tiempo haya propiciado la consignación de su palabra. Más bien sucede que el mensaje profético a partir de esa fecha es lo suficientemente novedoso respecto a lo anterior como para no permitir que se olvidara.
«Entronizaron reyes, pero sin contar conmigo; designaron príncipes, pero sin mi aprobación. Se hicieron ídolos con su plata y su oro, para su propio exterminio» (Oseas 8,4).
En efecto, hasta el momento los profetas habían dirigido su duro mensaje contra los reyes para corregir sus errores y pecados personales, pero no cuestionaban la estructura vigente en la sociedad. Los profetas que surgen en el siglo VIII acusan a la totalidad del sistema, que está corrupto, y que debe ser suprimido para que surja una nueva realidad.
Las instituciones políticas y religiosas del reino del Norte fueron denunciadas, desde Amós y Oseas, como el abandono de la Alianza con YHWH, con terribles consecuencias. La puesta por escrito de un mensaje tan radicalmente opuesto a ellas serviría de testimonio para demostrar, cuando la ruina se consumara, que Dios lo había predicho a través de sus profetas.
Amos fue un pastor que marchó al Norte desde la localidad judaíta de Tecoa (foto). Y Betel era, desde el cisma de Jeroboam I, el santuario del reino de Israel donde se ofrecían los sacrificios del Estado, de la misma manera como el templo de Jerusalén era el santuario real de Judá. No era extraño, entonces, que allí fuera muy mal acogida la predicación del castigo divino contra la clase dirigente del reino. Amós fue considerado un profesional que se ganaba la vida profetizando, y entonces se le prohibió la palabra en ese santuario enl que él no había sido contratado. Pero el ser profeta no era simplemente un oficio, sino que era una situación nueva que repercutía en todas las dimensiones de la vida y arrancaba al elegido de la sociedad y de todas la seguridades que ésta le ofrecía, y lo hacía independiente de ella. Se hacía dependiente de YHWH y carente de toda seguridad. La expulsión de Amós estaba también vinculada a un temor. La palabra del profeta era considerada eficaz, y por eso se temía que produjera infaliblemente las desgracias anunciadas. Callar al profeta era evitar la tragedia. Porque la palabra tenía un poder de conjuro y era una realidad cargada de poder.
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El sacerdote Amasías dijo a Amós: «Vete vidente; huye a la tierra de Judá; come allí tu pan y profetiza allí. Pero en Betel no has de seguir profetizando, porque es el santuario del rey y la Casa del reino». Respondió Amós: «Yo no soy profeta ni hijo de profeta, yo soy pastor y cultivador de sicomoros; pero YHWH me tomó detrás del rebaño y me dijo: ve y profetiza contra mi pueblo Israel (Amos 7,12-15).
Becerro de bronce hallado en Samaría.
Los profetas anunciaron lo que estaba por venir también mediante acciones simbólicas. Estos signos tenían igual poder creador que la palabra. En los signos YHWH mismo actuaba en Israel, pues el profeta por medio de ellos insertaba en la historia, como anticipación, aquello que vendría más tarde. La importancia del signo en la predicación sobresale especialmente en Oseas, un profeta contemporáneo de Amós que también predicó en el reino de Israel. Oseas predicó la relación de Dios con su pueblo a través del ejemplo de su propio matrimonio. La Alianza quedó entonces presentada como un desposorio entre Dios y el pueblo, y la idolatría como un acto de prostitución. La ruina se precipitaría sobre la dinastía real de Jehú, que había llegado al poder mediante una gran cantidad de crímenes entre la familia de Ajab y Jezabel. Sin embargo, la última palabra sería el restablecimiento de la Alianza con YHWH.
«Por eso voy a seducirla; la llevaré al desierto y hablaré a su corazón. Allí le daré sus viñas, el valle de Akor lo haré puerta de esperanza; y ella responderá allí como en los días de su juventud, como el día en que subía de Egipto. Y sucederá aquel día -oráculo de YHWH- que ella me llamará «Marido mío», y no me llamará «Baal mío». Yo te desposaré conmigo para siempre; te desposaré conmigo en justicia y en derecho, en amor y en compasión, te desposaré conmigo en fidelidad, y tú conocerás a YHWH ( Oseas 2,16-22).
«Quedará hecho trizas el becerro de Samaria. Pues que viento siembran, segarán tempestad: tallo que no tendrá espiga, que no dará harina; y si la da, extranjeros la tragarán. ¡Tragado ha sido Israel! Están ahora entre las naciones como un objeto que nadie quiere. Porque han subido a Asiria, ese onagro solitario; Efraím se ha comprado amores; aunque los compre entre las naciones, yo los voy a reunir ahora y pronto sufrirán bajo la carga del rey de príncipes» (Oseas 8,6-10).
Oseas denunció el carácter ilusorio de la Alianza con Asiria. Y en poco tiempo la historia dio un giro trágico para Israel.
Dijo YHWH a Oseas: «Ve, tómate una mujer dada a la prostitución e hijos de prostitución, porque la tierra se está prostituyendo enteramente, apartándose de YHWH (Oseas 1,2). «Tomó a Gómer, hija de Dibláyim, la cual concibió y le dio a luz un hijo. YHWH le dijo: «Ponle el nombre de Yizreel, porque dentro de poco visitaré yo la casa de Jehú por la sangre derramada en Yizreel, y pondré fin al reinado de la casa de Israel» (1,3-4).
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«Asiria no nos salvará, no montaremos a caballo» (Oseas 14,3).
Foto: Un soldado extranjero lleva caballos como tributo al rey de Asiria. Museo Británico. Las tablillas llamadas «listas de caballos» informan acerca sobre el ejército asirio en tiempos de Sargón II. Estos registros indican que algunas tropas especializadas de regiones conquistadas eran incorporadas al ejército asirio. Después de la conquista del reino del Norte por Asiria la brigada de carros israelita pasó a formar parte de las fuerzas de Sargón: «Formé una unidad con doscientos de sus carros para mi fuerza real».
Las conquistas logradas sobre los arameos no deberían ilusionarlos, pues Asiria estaba momentáneamente dormida: ¡Vosotros que os alegráis por Lo-Debar, que decís: «¿No tomamos Carnáyim con nuestra propia fuerza?» ¡Pero he aquí que suscito contra vosotros, casa de Israel, -oráculo del Señor YHWH, Dios Sebaot- una nación que os oprimirá desde la entrada de Jamat hasta el torrente de la Arabá! (Amós 6,13-14). Por lo tanto, la Alianza con Dios no era una seguridad que permitía vivir de cualquier manera, sino que implicaba una grave responsabi-
745 TIGLATPILESER III usurpa al trono de Asiria.
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lidad frente al prójimo: «Buscad el bien, no el mal, para que viváis, y que así sea con vosotros YHWH Sebaot, tal como decís. Aborreced el mal, amad el bien, implantad la justicia en la Puerta, quizá YHWH Sebaot tenga piedad del Resto de José» (Amós 5,14-15). Estas condenas fueron conservadas por los seguidores de Amós y Oseas. Su repugnancia ante los efectos de las formas de vida extranjeras sobre las del pueblo de Israel, presagiaban el movimiento espiritual y social que dejaría una huella indeleble en la redacción de la historia bíblica.
743 ZACARÍAS sucede a su padre Jeroboam en el trono de Israel.
SALÚM asesina a Zacarías y usurpa el trono de Israel.
N
ASIRIA
ARAM
Una revuelta militar puso en el trono de Asiria a un hombre que llevaría al imperio a su mayor esplendor: Tiglatpileser III, un conquistador con un poderoso ejército a su disposición. Su plan fue conquistar Asia de forma definitiva. Por eso, una vez consolidados sus dominios en el Norte, se volvió hacia el oeste a partir de 738 aEC. En la era imperialista inaugurada por Tiglatpileser, el vasallaje solía dar paso inmediatamente a la conquista y a la anexión. Las poblaciones locales eran deportadas a donde desearan las autoridades asirias.
Damasco
ISRAEL Samaría Jerusalén
JUDÁ
EGIPTO
La sombra amenazante de Asiria Al morir Jeroboam II la estructura de la sociedad israelita mostró ser una cáscara vacía. Surgieron facciones entre grupos con intereses particulares y los reyes se sucedieron con rapidez y crueldad. La dinastía de Jehú acabó sangrientamente, como había comenzado, y como lo había anunciado el profeta Oseas (1,3-4). La sucesión de trastornos dinásticos violentos en Samaría no podía haber ocurrido en un momento más peligroso. En Mesopotamia se estaban produciendo grandes cambios. El ambicioso gobernador de la ciudad asiria de Calaj se sublevó contra sus propios soberanos y co-
740 MENAHEM asesina a Salúm y usurpa el trono de Israel.
JOTAM sucede a su padre Ozías en el trono de Judá.
menzó el proceso de transformar Asiria en un Estado brutal y depredador. Este nuevo rey, Tiglatpileser III, condujo a su ejército hacia el oeste en una gran campaña amedrentadora en la que consiguió doblegar a los vasallos de Asiria, hasta entonces semiindependientes, imponiéndoles exigencias económicas sin precedentes. En 738 Menahem de Israel figuró en los anales asirios entre los tributarios del Imperio. Mientras crecía el poder de Asiria, el reino de Israel se iba consumiendo en disputas tribales por el poder. Por su parte Egipto, protegido por la distancia respecto de Asiria, alentaba a los pequeños reinos de la región para que se aliaran para enfrentar al poderoso Imperio.
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PECAJÍAS sucede a su padre PECAJ asesina a Pecajías Menahem en el trono de Israel. y usurpa el trono de Israel.
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«Cometieron los israelitas todos los pecados que hizo Jeroboam, y no se apartaron de ellos, hasta que YHWH apartó a Israel de su presencia, como había anunciado por medio de todos sus siervos los profetas; deportó a Israel de su tierra a Asiria, hasta el día de hoy» (2 Re 17,22-23).
Cautivos de las ciudades conquistadas son desterrados. Relieve asirio.
Impulsado, quizá, por la desesperación ante el cambio de medidas tomado por Asiria y la incapacidad para satisfacer sus demandas, Pécaj se unió a una coalición de otras potencias locales —entre ellas, el rey Razín de Damasco y algunas ciudades filisteas— en una apuesta por lograr la independencia. Pécaj intentó arrastrar también al rey Ajaz de Judá. Al no lograrlo, israelitas y arameos sitiaron Jerusalén para deponer a su rey y coronar a otro que adhiriera a sus causa. En esa situación angustiante Ajaz buscó la protección del más poderoso: «Ajaz envió mensajeros a Tiglatpileser, rey de Asiria, diciendo: «Soy tu siervo y tu hijo. Sube,
736 AJAZ sucede a su padre Jotam en el trono de Judá.
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pues, y sálvame de manos del rey de Aram y de manos del rey de Israel que se han levantado contra mí». Y tomó Ajaz la plata y el oro que había en la Casa de YHWH y en los tesoros de la casa del rey y lo envió al rey de Asiria como presente» (2 Re 16,7-8). Aprovechando el llamado de Ajaz, el rey de Asiria puso sitio a Damasco y se apoderó de la ciudad (cf. 2 Re 16,9). También redujo el territorio de Israel y llevó a cabo una primera deportación: «En tiempo de Pecaj, rey de Israel, vino Tiglatpileser, rey de Asiria, y tomó Iyyón, Abel Bet Maacá, Yanóaj, Cadés, Jasor, Galaad,
732 DAMASCO es conquistada por Tiglatpileser, que también deporta a la población de Galilea
OSEAS sucede a Pecaj en el trono de Israel por imposición de Asiria.
«Desde el comienzo de mi reinado hasta el decimoquinto año del mismo, derroté a Humbanigash, el elamita, en los alrededores de Der. Sitié y conquisté la ciudad de Samaría; me llevé como botín 27.290 habitantes de ella. Reuní 50 carros de entre ellos, e hice trabajar al resto en su oficio. Puse al frente de ellos un alto funcionario mío y les impuse el mismo tributo que el rey anterior». Anales de Sargón II (Inscripción de Fastos)
«Restauré la ciudad de Samaría y la hice mayor de lo que era antes. Hice venir gente de los países, conquista de mis manos». Anales de Sargón II (Prisma de Nimrud ) Arriba: Los textos relatan la conquista de Samaría en 721 aEC. La conquista de Samaría fue iniciada por el rey Salmanasar V y concluida por su sucesor, Sargón II (foto derecha). Además de deportar a la población israelita de Samaría, procedió a repoblar el territorio con las tribus árabes por él conquistadas. Según la política asiria se recurría a estas prácticas de desarraigo para impedir las sublevaciones de los naturales en los territorios sometidos. La llegada de pueblos muy distintos a Samaría trajo como consecuencia un sincretismo religioso y el rechazo de éstos por parte de la población de Judá (2 Re 17,32-34).
Galilea, todo el país de Neftalí, y los deportó a Asiria» (2 Re 15,29). En un nuevo intento de rebelión, confiando contar con la ayuda del faraón Tefnakht, el rey Oseas de Israel cayó prisionero y la capital fue sitiada. Samaría cayó finalmente después de un largo asedio, en el comienzo del reinado de Sargón II de Asiria: «El rey de Asiria descubrió que Oseas conspiraba, pues había enviado mensajeros a So, rey de Egipto, y no pagó tributo al rey de Asiria, como lo venía haciendo cada año; el rey de Asiria lo detuvo y lo encadenó en la cárcel.
El rey de Asiria subió por toda la tierra, llegó a Samaría y la asedió durante tres años. El año noveno de Oseas, el rey de Asiria tomó Samaría y deportó a los israelitas a Asiria; los estableció en Jalaj, en el Jabor, río de Gozán, y en las ciudades de los medos» (2 Re 17,4-6). El territorio de Israel pasó a ser una provincia asiria y el rey Ajaz de Judá, convertido en vasallo suyo, fue fiel a los asirios hasta su muerte. Así acabó la historia de la mayoría de las tribus de Israel. No se había escuchado a los profetas que exhortaban a no poner la confianza en los poderes humanos. La tribu de Judá tenía mucho por aprender para evitar el mismo final.
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SALMANASAR V ocupa el trono de Asiria.
SARGÓN II ocupa el trono de Asiria.
721 Sargón CONQUISTA SAMARÍA y deporta a su población.
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