Abolengos y orígenes de mis antepasados

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Abolengos y Orígenes de mis Antepasados Por el Presbítero Rogelio Gallegos y Mendizábal

Documento salvado del olvido y la polilla por Fernando Moncayo R. 1


Fernando Moncayo Rivadeneira, Quiteño, titiritero, poeta y pintor. Libros publicados: “Poemas del Tiempo embrujado”; “La fiesta que bajó del cerro”; “Elementos de la fiesta popular sacra para la educación”: “Historia de la memoria perdida”. Artículos en revistas y periódicos de Colombia, México, España y Ecuador.

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Jennie Carrasco Corrección de estilo Freddy Coello Diseño y fotografía Febrero 2018

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Abolengos y Orígenes de mis Antepasados Por el Presbítero Rogelio Gallegos y Mendizábal

Documento salvado del olvido y la polilla por Fernando Moncayo R.

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Introducción

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entadáctilo, al final de la bota italiana, se vislumbraba a lo lejos, sobre una escarpada montaña como un viejo sentado que, oteando el paisaje, escrudiñaba el pasado. Sobre las ruinas de sus casas y dominando el monte, se encontraban las paredes imponentes de lo que otrora fuera el castillo del duque Fernando y, a los lados, un campo yerto surcado, de vez en cuando, por rebaños de orejigachas ovejas que, con el cencerro al cuello, impregnaban de místicos arreboles la comarca. Recorriendo sus estrechas callejuelas y mirando las desvencijadas puertas que, sin embargo, conservaban todavía la fortaleza y altivez de otros tiempos, no pude dejar de imaginar cómo sería el pasado de ese auténtico burgo cuyos habitantes habían visto y sufrido el transcurrir de tantos avatares históricos. Tal vez estos suelos escucharon el paso de las tropas griegas de Alcibíades en su fallida y desastrosa expedición a la Sicilia; quizá acamparon por aquí los soldados romanos de la época imperial. Lo que sí se conoce es que ya en el siglo XIV albergaba a una próspera población que criaba ovejas y cabras, sembraba viñedos y comerciaba con otros habitantes de la Calabria y Sicilia.

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La vieja iglesia se encontraba en buen estado pese a que una parte de su techo se hallaba agujereado. Sobre los armarios de gruesa madera, papeles y libros todavía se sujetaban unos a otros como si, en postrero rasgo de solidaridad, quisiesen evitar el derrumbe de los tiempos. Varios días dediqué a escudriñar páginas con actas de matrimonio, partidas de bautizo que constituían, indudablemente, un variopinto inventario de la vida parroquial en los últimos siglos. Un manuscrito llamó mi atención. Tanto por su título como por el hecho de estar redactado en español. Recordé que esta zona fue, durante mucho tiempo, adscrita a la corona borbónica. Pero el documento que tenía en las manos guardaba un léxico y una sintaxis a todas luces contemporáneos. Su autor –según rezaba la primera página- se anunciaba como “oriundo de la villa de Riobamba” y “ciudadano americano inquieto por descifrar abolengos y orígenes de mis coterráneos”. No podía creerlo. Tenía en mis manos una seria y profunda investigación sobre las raíces – muchas de ellas se creía perdidas en el tiempo- de importantes y linajudas familias del Ecuador. Están por demás los detalles sobre lo acucioso que fue descifrar la enredada caligrafía del autor, escrudiñar con lupa allí en donde la impecable humedad había casi borrado lo escrito y reconstruir, en parte con la imaginación y la lógica gramatical, los pedazos devorados por ratas y polillas. Considero, eso sí, comunicar algunos datos sobre su autor basándome en una nota, en italiano, escrita por mano anónima en el anverso del documento y en posterior investigación realizada en la curia de Riobamba y en archivos de Quito y Alausí. El presbítero Rogelio Gallegos y Mendizábal, hijo de padres desconocidos, vio la luz en la ciudad de Riobamba a finales del si4


glo XIX. Se ha llegado a conocer que su abuelo fue un canónigo oriundo de Cádiz que ejerció algún poder y autoridad en la época colonial. El niño Rogelio parece fue abandonado en la puerta de una sastrería con un simple papel en el cual se podía leer una plegaria: “rogando a Dios se apiade de su vida” e indicando su nombre, apellidos y sexo. Igualmente se ha indagado, como nota curiosa, que la mujer del sastre Váscones – su protector- al salir en horas de la madrugada a cumplir con la antigua costumbre de arrojar el contenido de la bacinilla en la calle, encontrase con un canasto de cuyo interior salía como un gorjeo. Recogiendo el hallazgo El sastre Vásconez en Latacunga con su mujer veny retirando la blanca tela diendo empanadas que lo cubría grato fue el contemplar a un rosado niño que en aparente actitud de hambre, se había chupado la mitad de la nota, justamente en el lugar en que se indicaba el nombre de sus padres, dirección de estos y también- es muy probable- a quién acudir para hacerse a cuantiosa fortuna que garantizase la supervivencia del infante. Así fue criado por la pareja Váscones Ricaurte – que no tenía hijos- en medio de puntadas, tijeretazos y telas y uno que otro olor a fritos, pues la nombrada señora fama tenía de preparar unas deliciosas empanadas de viento.1 *Menuda polémica ármase en la Academia de Historia del Cotopaxi cuando los unos –llamados “autóctonos”- afirmaban que la citada señora preparaba allullas en tanto que los otros – llamados extranjerizantes- afirmaban que freía empanadas de claro origen 1

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Se sabe que Rogelio estudió la escuela primaria con las hermanas carmelitas y que al cumplir los quince años entró como aprendiz en la sastrería del afamado Cevallos de Quito. En aquella época estos talleres de confección de ternos reunían a lo más agraciado de la sociedad que, entre medida y medida, daban rienda suelta a variados y extravagantes comentarios. El joven Rogelio desde muy joven se habiEl presbítero en España tuó a escuchar dimes y diretes de la gente enterándose de no muy pocos secretos de orígenes, herencias y herederos. Así pudo saber por qué los Torres se convirtieron en De la Torre de la noche a la mañana; por qué los Rivadeneira, unos escriben su apellido con “B” y otros con “V”; la diferencia entre los Gangotena y cientos de otros vericuetos de los apellidos quiteños.

español. Parece que la polémica continúa. Nosotros hemos preferido la tesis de las empanadas dado el humo que se desprende del cuadro. Todos conocemos que las allullas se preparan en horno.

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Poco tiempo después veremos a Rogelio seguir la carrera sacerdotal, llegando a ser presbítero y viajando como tal por diversos países del mundo. Aducía un deseo vehemente por llevar la verdad evangélica a todos los rincones del globo terráqueo pero, según se colige de investigaciones posteriores, su deseo oculto pero primordial era el de poner a luz documentos desconocidos sobre genealogías quiteñas. Su estadía en Pentadáctilo parece que se remonta a finales de los cuarenta, justificada por la amistad con el cura Gambino párroco de dicha localidad. Se sabe que anduvo por España, país en el cual obtuvo artículos y documentos desconocidos de figuras eminentes como el Doctor Gregorio Marañón y el padre Coloma. Escritos que gracias a él trascienden a la posteridad y algunos de los cuales nos honramos en dar a conocer en el presente opúsculo. Rogelio Gallegos y Mendizábal murió asesinado, alrededor de los años sesenta, en un lupanar del tradicional barrio de Chimbacalle cuando se hallaba investigando orígenes y raíces de algunos prestante políticos ecuatorianos. Ponemos a consideración de estudiosos el presente documento que no dudamos aportará luces sobre nuestro remoto pasado y dará a conocer al gran público el nombre y la valía de un importante investigador. Hemos transcrito el documento literalmente conservando, por supuesto, el orden establecido por el presbítero.

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El presbĂ­tero autor de los escritos

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Abolengos y origenes de mis antepasados

Por el Presbítero Rogelio Gallegos y Mendizábal

A manera de introducción o prefacio

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a sangre tira” reza un antiguo adagio castellano. Y no le falta razón pues lo que se mece en la cuna, a lo largo de la vida se cosecha. Personas hay que habiendo nacido entre oropeles, por desafueros de la vida caen en la más espantosa miseria: pero miseria pecuniaria, carente de emolumentos, mas no de alma pues de sus magníficos orígenes quedan el porte y la nobleza de sus sentimientos. De allí la certeza de esos proverbios que nos recuerdan que “el hábito no hace al monje” y que “el diamante brilla aunque se encuentre sumergido en el cieno”. Nobles y prestantes personas han forjado nuestra historia. Afortunadamente pocos e ilustres apellidos se han repetido a lo largo de ella ocupando, bien cargos administrativos de primera, o llenando con su brillo y altivez otros espacios de la vida pública. Desde muy pequeño sentí el llamado del Señor para que mi humilde figura y con las escasas dotes que dióme Natura recorra comarcas propias y ajenas recopilando datos y documentos que traigan a luz orígenes remotos y valiosos de tantos apellidos orgullosamente hoy ecuatorianos. En mi largo peregrinar tuve la fortuna de conocer a fondo perso9


najes trascendentales para la humanidad como el eximio médico español Doctor Gregorio Marañón- a quien acompañé en su laboratorio y durante algunas intervenciones quirúrgicas- y que iluminó a mi escaso cacumen con sus doctas enseñanzas. También trabé amistad muy profunda con el padre Coloma quien, pese a su avanzada edad, todavía se deleitaba jugando a la rayuela o al “sin que te roce” que – según comentaba- le recordaban su rosada infancia en la pequeña aldea. El padre Gambino me acogió muchas veces en el pequeño villorrio calabrés de Pentadáctilo y allí me enseñó a preparar “ricota” con la deliciosa e inigualable leche de cabra. A él le debo tantos datos y documentos rescatados del olvido en su cercana Sicilia. A él le adeudo, también, contactos con personas “claves” para mi trabajo en aldeas remotas de Italia, España y Portugal en las cuales se había desempeñado como capellán. Al final de mi trabajo he agregado una bibliografía que podrá ser consultada por aquellas personas deseosas de profundizar y continuar estos humildes escritos que pongo a consideración de mis contemporáneos.

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BIBLIOGRAFIA

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de los mejores personajes de la tierra de los mucho ríos” -1876, Edición Garnier, París. Marqués de Santillana. “Sobre lo dicho antiguos que las viejas decían junto al fuego”-publicado por Siscar, Madrid 1761 Velasco de, Juan. Historia del Reyno de Quito. Ministerio de Educación, Quito, 1932 Vinci da, Leonardo. “Código Romanoff, Archivo del Vaticano Rivadeneira, Manuel Ignacio. “Familias ilustres del Tena”. Ed. Don Bosco, Quito 1936 Robalino Dávila, Luis. García Moreno, orígenes del Ecuador de hoy. Talleres gráficos nacionales. Quito, 1949 Tácito. “Anales” Ed. Labor, Madrid 1936 Taylor, William. “Los huevos, la leche y el ritmo genético” N. York, libros del calzoncillo, 1942 Catedral románica de Lugo. “Croniquillas de la cuenca del Miño” Archivo General de Indias, Sevilla Archivo de Historia de Bogotá Archivo de Historia del Ayuntamiento, Burgos, España Archivo de la Iglesia de San Francisco de Lugo

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“Abolengos y orígenes de mis antepasados” nos descubre historias y documentos hasta el momento desconocidos sobre las principales familias de la sierra ecuatoriana. Libro apasionante producto del acucioso trabajo de un fraile que recorrió remotas comarcas de Italia,España y Portugal y se adentró en los recovecos de archivos y bibliotecas de nuestra patria.

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