Soñar con los achuar: Transporte solar en la Amazonía ecuatoriana

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Soñar con los achuar:

Transporte solar en la Amazonía ecuatoriana

Mariana Landázuri Camacho

U

n bote impulsado por el sol está ya surcando el río Pastaza. Cerca de la frontera oriental con el Perú (provincias de Morona Santiago y Pastaza), la nave es la primera en su género de lo que puede llegar a ser una nueva forma de transportación por los ríos navegables del Ecuador, si es que ayudamos a soñar este sueño.

necesitaba para su concreción inicial: un bote que ha superado su máxima prueba (ver más adelante), acuerdos de manejo comunitario y adhesión inmediata a una idea brillante. Tan brillante como el sol.

Como toda nueva realidad, esta surgió de un mundo intangible al que se llega sólo en determinados estados de consciencia, según lo saben muy bien los pueblos amazónicos. Kara, en idioma achuar, es el vocablo para designar al sueño que se hace realidad; de ahí que a este se le haya denominado Kara Solar.

De tanto vivir bajo estos rayos ecuatoriales, nos hemos acostumbrado a que nos achicharren, en vez de desarrollarnos como la potencia solar que podríamos ser. El kara achuar permite no sólo demostrar cómo puede el sol ser transformado en energía kinética, sino también abre la posibilidad a una población indígena marginal de mostrar el camino al resto de la sociedad.

Tan potente es este kara que hasta el presente ha manifestado lo que

Dejarnos guiar


Este no es pequeño reto para quien viva en el Ecuador. Supone un doble o tripe salto mortal porque la mayoritaria población urbana tiende a arrasar todo lo que ve con su patrón de consumo, considera que lo rural es inferior y casi no sabe cómo hacer silencio. Si es que tenemos la sensatez de dejarnos guiar, no sólo revertimos esta inconsciencia, sino también admitimos que las poblaciones indígenas del mundo sean las expertas a las que escuchar cuando buscamos, por ejemplo, la estabilización climática de nuestro planeta. No solamente en temas energéticos las sociedades originarias tienen la clave, sino en investigaciones consideradas de punta como la neurobiología. Como si necesitáramos estudios para probarlo, también esta ciencia avala las prácticas ancestrales para el desarrollo de seres humanos plenos (ver en la red, por ejemplo: Darcia Narvaez: The Indigenous Worldview: Original Practices for Becoming and Being Human ). No es falta de evidencia, sino de hacerle caso.

Transporte comunitario Este sueño solar pone la tecnología moderna al servicio de una visión ancestral. Al contrario de lo que asumimos, esa visión es evolutiva, como lo muestra la arqueología ecuatoriana, en este caso la amazónica. Esa región es la que más nos está haciendo replantear la comprensión de las sociedades originarias en el actual territorio ecuatoriano. Aunque un sistema de transporte fluvial comunitario con energía solar sea un logro notable y único en sí mismo, la innovación central de este kara es poner la energía renovable al servicio del manejo territorial indígena. Eso requiere que dicho sistema perdure, por un lado, sostenido en una empresa comunitaria local, y por otro lado, en nuestra adhesión consciente. Hasta el momento lo que se ha concretado es una canoa prototipo de 16 metros de largo, que usa energía fotovoltaica a través de 32 paneles recargables en el techo, con capacidad para 18 pasa-


jeros. Por el número de paneles este bote navega autónomamente, pero hay otra canoa más pequeña en camino que necesitará acercarse a recargar sus baterías en micro-estaciones a la vera del río Pastaza. Ambos botes pueden llegar a servir a unas 900 personas de nueve comunidades achuar a lo largo de 67 km. de ese río. Hasta el momento seis jóvenes motoristas achuar han sido capacitados y todo ha sido sonrisas. Para Agustín Tentets, presidente de la Nacionalidad Achuar del Ecuador (NAE): “Kara Solar es un proyecto que nos permite como nacionalidad seguir cuidando nuestra selva. Es dar beneficios de transporte a las comunidades y familias, sin contaminar.”

De sonrisas a caras serias El apoyo urbano a esta iniciativa es la pieza de la que depende todo lo demás, aunque parezca depender única-

mente de que este sistema se administre bien. Sin bajar la presión que ejercemos sobre los recursos que yacen en territorio amazónico, se pone en jaque este o cualquier otro uso de energía renovable. También aquí la evidencia abunda y también de ella hacemos caso omiso. La más directa es la referida a la liberación de carbono a la atmósfera por deforestación. Si se continuaran abriendo las carreteras que apuntan hacia esta zona casi intocada de nuestra Amazonía, se talarían cientos de hectáreas de bosque, lo que a su vez hace casi inevitable que se incorporen zonas aledañas para actividades productivas, una vez abiertas las vías. La liberación de carbono es la principal causa del cambio climático mundial, tan innegable ahora en nuestro propio clima. Este sistema de transporte solar no solamente está libre de emisiones; su mayor contribución ambiental seguramente sea lograr el reto de evitar que


una enorme cantidad de carbono siga llegando a la atmósfera. Cada hectárea de bosque primario logra contener en sí 191 toneladas de carbono y esto es lo que evitamos liberar al dejar los bosques en pie. Este efecto indirecto es más notable aún que el directo. A esta conclusión llega Oliver Utne, co-fundador de Kara Solar, en un cálculo que toma en cuenta variables como la distancia y frecuencia de los viajes fluviales con gasolina, el número de personas transportadas y el combustible para avionetas y canoas que se requiere para sostener el sistema basado en combustibles fósiles. Hasta ahora para movilizar las embarcaciones a gasolina que mueven a los achuar, el combustible sólo puede ser traído por vía aérea desde pistas como la del Puyo (Pastaza) o incluso desde el Perú, a un costo que puede superar los $5 el galón. No solamente ese precio duplica el que se paga en el resto del país, sino que los motores a gasolina son la fuente inmediata de contaminación

–también auditiva- de los ríos en toda la Amazonía. Si viéramos a esta región como la ve el mundo, es decir como el último pulmón del planeta, entenderíamos que es mucho más que nuestra propia comodidad lo que está en juego. A los grandes males que nos aquejan necesitamos encontrarles grandes soluciones. Una de ellas es pensar en otra energía para transportarnos. La respuesta factible para los achuar es el sol. Sería la respuesta obvia para el resto de la población ecuatoriana, pero no hemos escogido ese camino y todo está por aprender. Escoger es el verbo clave, aunque usualmente la humanidad espera que sean los factores externos los que nos determinen (por ejemplo, las subidas y bajadas del precio del petróleo). El aprendizaje que se logre consolidar de este ejemplo puede servir para expandir el sistema al resto de la cuenca amazónica y replicarlo incluso en el mar. ¿Por qué no, si lo que necesitamos son innovaciones que funcionen?


Y para descender esta conversación a nuestras propias prácticas cotidianas, está el auto examen de la huella de carbono que deja cada uno, prueba que está estandarizada y se consigue fácilmente en la red. En querer darnos cuenta empieza el reconocimiento de nuestro propio poder.

La nueva realidad La expedición con la que se bautizó este primer bote solar -que fue matriculado con el nombre achuar de Tapiatpia (o pez eléctrico en español)- fue tan ambiciosa como es su potencial réplica. Salió de la comunidad siekopai (este término es el que está recuperando la nacionalidad que hemos designado como secoya) de San Pablo de Kantesiaya (prov. de Sucumbíos) el 28 de marzo de 2017, por el río Aguarico hasta el Napo, llegó a Iquitos (Perú) donde tomó el río Marañón y el Amazonas hasta encontrarse con el Pastaza, por el que llegó a la comunidad achuar de Kapawi, de vuelta a tierra ecuatoriana, en abril de este mismo año. En total fueron 1.800 km. de travesía.

El propósito ha sido múltiple y asombrosamente multicultural. Por un lado, se transportó a la propia embarcación desde territorio siekopai hasta territorio achuar, ubicado dentro de los cantones Taisha (prov. de Morona Santiago) y Pastaza (prov. de Pastaza). La canoa fue construida en un taller de fibra de vidrio en Dureno (territorio cofán) a orillas del río Aguarico en la Amazonía norte, sobre el diseño ancestral amazónico, y luego alojada por el pueblo siekopai (ambos en la prov. de Sucumbíos), hasta lograr la matrícula y la capacitación de los motoristas. La construcción no se podía hacer en territorio achuar por razones logísticas, y la mejor manera de transportar el bote fue motivo de debate. Nuevamente ahí fue una decisión basada en el sueño de los achuar la que definió que se realizara este inmenso viaje fluvial. En él se puso este kara a su máxima prueba, se graduó a los motoristas, se confirmó el potencial del barco y se celebró el futuro. Al término de la expedición se inauguró a su vez una nueva realidad. Por un lado, la canoa entró al servicio de la


población achuar ecuatoriana asentada a lo largo del río Pastaza. Y por otro lado, para que esa realidad pueda consolidarse, ahora escogemos darle espacio en el imaginario urbano. Cuanta mayor población nuestra se informe, mayor anclaje tendrá en nuestra consciencia como forma válida de transportación. Si no nos lo creemos nosotros, ¿entonces, quiénes? Si no lo visualizaban los ancianos achuar, este kara no podía haber llegado hasta aquí, y si no lo soñamos ahora juntos no puede convertirse en nuestro siguiente paso evolutivo. Para esparcir la idea sirve desde compartir este mismo artículo, hasta hacer donaciones (ver https://www.facebook.com/KARASOLARECUADOR/). Allí mismo se puede estar al tanto de cada nuevo paso que da Kara Solar, o llegar a su página oficial (www.karasolar.com) para conocer información de contexto, como el acuerdo firmado con el Banco Interamericano de Desarrollo

(2017) que permite co-financiar no sólo el segundo bote, sino la construcción de un centro solar comunitario. A nivel simbólico, el 4 de marzo de 2017 líderes de la Coordinadora de Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA) viajaron al muelle de partida para inaugurar el bote, y su mensaje en esta ceremonia fue que Kara Solar es una opción no sólo para toda la cuenca sino para el mundo. Institucionalmente quienes sostienen el proyecto son la Asociación Latinoamericana para el Desarrollo Alternativo (ALDEA) y la Nacionalidad Achuar del Ecuador (NAE). Si este pueblo está dando su primer paso para dejar los combustibles fósiles bajo tierra, no sólo está predicando con el ejemplo, sino está urgiendo a la sociedad urbana a prestar atención y a seguir los pasos de quienes llevan la delantera.


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