EL FUTURO DE LA CLASE OBRERA
FARC MIL VECES HEROICAS
JOSÉ ESCODA
JOSÉ ESCODA
LA LUCHA POR LA DEMOCRACIA Y LA AUTODETERMINACIÓN EN EL PAÍS VASCO
JORGE ENRÍQUEZ RIVERA
¿AFL-CIO O AFL-CIA?
PAUL LABARIQUE
BOLIVIA: CAMBIAR PARA QUE NO CAMBIE ENRIC MOMPÓ
FRENTE SOCIALISTA EN ONU 2005
¿MULTITUD, SOCIEDAD CIVIL O LUCHA DE CLASES Y FRENTE AMPLIO?
CÉSAR F. ROSADO MARZÁN
JORGE FARINACCI GARCÍA AÑO XXVII #95 - VERANO 2005 PUERTO RICO $3.00 EUA $4.00Una vez engranados los mitos éstos tienden a ser más fuertes que consideraciones de datos, números y análisis ponderados, máxime cuando el mitema es cónsono con la ideología predominante. Y la política es tal vez la mayor fábrica de mitos a través de la historia. El siglo veinte por ejemplo nos dejó varias de estas hipérboles de la condensación-falsificación, que sirven para distorsionar el recuerdo y cumplir su función de alterar el análisis del presente y la toma de decisiones del qué hacer pal porvenir.
Ejemplos notables pa los efectos de las ideas que quisiera desarrollar en estas líneas son: En la Segunda Guerra Mundial la ofensiva propiciada por el ejército de Estados Unidos fue la que derrotó al ejército nazi (ocultando cómo ya este ejército estaba semidestrozado tras la resistencia soviética y del pueblo ruso). La desobediencia civil pacífica de Mahatma Ghandi doblegó al imperio británico y sirvió de partera de la India
moderna (ocultando como ya Inglaterra estaba debilitada por su guerra en Europa, la lucha irlandesa, etc. y más aún: obviando en todo discurso la lucha armada del pueblo indio que le ocasionó bajas y ridículo al ejército invasor. Por ejemplo, casi todo el mundo habla del Ghandi pacifista, pero Tilák o Savarkar quedan bien ocultos, así como el millón de muertos en paso hacia su consolidación y división). Rosa Parks, Martin Luther King y las marchas masivas son iconos favoritos para hablar de como los afronorteamericanos levantaron su lucha por derechos civiles elementales en la sociedad yanki, (relegando a Malcolm X, la defensa de los Black Panthers –con otros grupos parecidos– y los motines en las ciudades como Detroit a incidentes aislados sin relevancia en el poco logro efectivo que alcanzó este grupo). Mucho más r eciente, el destaque de un resurgir –esperanzador sin dudas– de una “izquierda” democrática electoral en Latinoamérica (a expen-
sas de 50 años de guerra(s) en Colombia, más de un decenio del zapatismo armado en Chiapas, sobre 45 años de una Cuba revolucionaria, solidaria y en constante autodefensa). Y no se debe olvidar como la historiografía reciente –bien impulsada por Hollywood, en otras palabras: la industria yanki que más $$$ exporta– presenta que
años después siguen hablando de Vietnam del “Sur” y Vietnam “del Norte”, como si en realidad se hubiese tratado de dos países distintos).
El trabajo organizativo y persistente de grupos e individuos previo a la muerte de David Sanes y el trabajo de destrucción de la propiedad de la Marina desarrollado particularmente durante los años 1999 al 2003, han sido menospreciados, obviados o simplemente ocultados.
EUA perdió en Vietnam gracias a las protestas liberales en sus ciudades (mientras apenas menciona que la alta cantidad de bajas fue el acicate mayor para estas protestas, y mucho menos presenta que era el pueblo de Vietnam en armas el que ocasionaba esas bajas, y por cierto, treinta
Tal vez la reciente victoria en Vieques sobre la Marina de Guerra de Estados Unidos, está demasiado fresca como pa hacer un análisis riguroso de qué pasó y qué enseñanzas podemos extraer de ella. Y no sólo es bien reciente esta victoria, si no que t ambién todavía es una parcial, pues sigue –igual de importante, aunque menos publicitada– la lucha por la Descontaminación, Devolución y Desarrollo. Pero también por lo fresca, es importante dejar consignado pal archivo de nuestra historia que junto a –y más allá de– los titulares de Claridad, El Nuevo Día, las cientos de horas de videos, miles de fotos y htmles, comunicados de prensa y todo el aparato público que consigna la victoria viequense, la lucha contra la Marina contó con una serie de intervenciones, que sin tener que reclamar algún tipo de relevancia particular o específica, deben siempre recordarse y sumarse a cualquier análisis al respecto. No vaya a ser que de aquí a X años se hayan opacado tanto en la memoria que entonces el mito se haya tragado la realidad y que cuando alguien diga que en Vieques se tumbaron miles de pie de verja de la Marina o se le tiraba pedrás a sus vehículos, alguien diga que es falso porque el libro de Sutano no lo incluye.
Lo público y lo real Antes que nada, para que un mito funcione éste tiene que tener algún tipo de base en la realidad. En el caso de Vieques, prácticamente nada de lo publicitado es falso: para el logro de Vieques se sumaron tanto la heroica tradición de varios pescadores viequenses, comités y grupos comunitarios de Isla Nena, las iglesias, los partidos, médicos, apoyo legal, artistas, uniones, estudiantes, raperos, cocolos, raftas y rockeros, políticos de todas las denominaciones, atletas, sobre 1,500 desobedientes civiles fichados, la gest a de Rubén Berríos, el “Don’t push it” de Rosselló, la conversión de Norma Burgos, Ricky Martin y sus fan clubs de Europa, un periodismo objetivo pero no imparcial que vivió tal vez a la mejor altura moral de muchos años, los encapuchados a pie y a caballería, el heroico riesgo de servir de parapetos humanos contra los bombardeos tanto en mar como en tierra, la solidaridad internacional (que incluyó lo conocido a lo menos conocido: En Irlanda, en una protest a contra prácticas bélicas anglo-norteamericanas, un grupo irlandés evitó el aterrizaje de un helicóptero militar izando en un asta gigantesca la monoestrellada boricua), los campamentos, la expansión de la desobediencia a monumentos militares españoles bajo control directo yanki, la cargaera y siembra de botellas de agua en manantiales ocultos, la consistencia de las brigadas de parapetos después de 11 de septiembre (en particular recordar PIP y MST), la dramática gestualidad de Tito Kayak y sus compas, y no hay suficientes etcéteras para abarcarlo todo.
La cantidad de incidentes y formas particulares aglomeradas tras esta lucha debe ser motivo de recopilación y estudio que espero alguien serio esté organizando. Pero más allá de la lista de los elementos de los conjuntos, hay que tener ojo avizor a qué tipo de conjuntos incluye. Pues hay –al menos– dos categorías principalísimas que en casi todos los análisis públicos sobre qué fue lo que funcionó para la lucha por Vieques tienden a ser menospreciados, obviados o simplemente ocultados: El trabajo organizativo y persistente de grupos e individuos previo a la muerte de David Sanes y el trabajo de destrucción de la propiedad de la Marina desarrollado particularmente durante los años 1999 al 2003.
Los deslindes entre voluntarismo y tesón muchas veces son vectores aleatorios
A grandes rasgos, la protesta viequense contra las operaciones de la Marina yanki comenzó con fuerza desde los avisos de grandes expropiaciones que dejaron a miles de boricuas sin techo en la década de 1940. De ahí en adelante, Vieques agotó más de un catálogo de recursos de protestas civiles, desde, por ejemplo, el recogido de firmas en 1946 censurando el establecimiento de la base por el abuso político contra los viequenses y las consecuencias funestas para el resto de Latinoamérica que conllevaba, hasta lo que ya son imágenes mundiales de las lanchas pescadoras contra los enormes buques armados. Como en toda historia verdadera esta lucha viequense se desarrolló por un camino cuyas curvas desde Júpiter tal vez ni se ven, pero que para la pedagogía de los pueblos son importantes.
Esto es fundamental machacarlo, pues más de uno ha señalado que el trabajo de la lucha contra la Marina surgió del independentismo y se expandió hacia todo el pueblo. Considero más correcto insistir en que la lucha de Vieques recorrió como serpentina alzas y bajas entre sectores del pueblo viequense al movimiento independen-tista, para concentrarse de nuevo en sectores multipartidistas viequenses, retornar al independentismo, de nuevo a Vieques, etc. Incluso no cabría en este texto un análisis de lo ocurrido desde el 1990 al mismo umbral del 1999, cuando sectores independentistas defendieron fórmulas de república con permanencia de bases militares y sus labores a cambio de remesas federales (O sea: el inquilino se quedaba envenenando a Vieques, pero San Juan cobraba ¿Circa 1991: proyecto Johnston no?); o de como cuando en el 1997 los viequenses organizados intentaron lanzar junto a agrupaciones independentistas una ofensiva de protestas para el 1998, y las mismas fueron postergadas por éstas por la huelga de la teléfonica, otras manifestaciones contra el centenario de la invasión yanki y por sus posiciones frente al plebiscito.
Es consenso señalar que la muerte de David Sanes fue la gota que colmó la copa, pero esta imagen obliga a la pregunta: ¿Y quién mantuvo esa copa llena a tal nivel que se desbordara en abril del 1999? No es ni siquiera arriesgado postular que sin el trabajo de denuncia constante de
los grupos viequenses durante todo el periodo previo, la muerte de David Sanes hubiese sido una desgracia más que no hubiese ocupado más de una semana en la atención pública de un país donde ya se considera positivo que las muertes violentas no pasen de dos al día. A las gestas de lanchas de pescadores y ocupaciones de playas de los 1970 se le sumó una estrategia de denuncia constante tanto en Vieques como a nivel nacional de los daños a la salud. En particular, en el segundo tercio de la década de 1990, fue el asunto de la salud el que más destacó en varias campañas viequenses. La transformación de una muerte en un sacrificio por el bien de millones fue posible por que estos grupos viequenses, sin estar de moda, siguieron dando y dando en el clavo. Y los “grupos viequenses” si bien estaban aguijoneados por individuos independentistas, éstos estaban casi al margen del movimiento organizado, e incluían a miembros destacados tanto del PNP como del PPD y otras personas residentes nacidas o no en Vieques.
El ambiente pues estaba preparado en gran medida por la denuncia constante de la intensificación de los problemas del cáncer, en especial en la población nacida tras el cierre de Culebra y el aumento de las explosiones de todas clases en la Isla Nena. Esta variación del énfasis indica menos un cambio de estrategia de varios líderes que la selección (no siempre sin fuertes discusiones) de añadir otros enfoques al tradicional para que incluso individuos y agrupaciones que pudieran estar a favor de la presencia de Estados Unidos en Puerto Rico, comprendiesen que la Marina en Vieques tenía efectos nefastos para todos, incluyendo los por nacer. Conjuntamente, la disposición a modificar la consigna histórica:
“Fuera la Marina de Vieques” a “Paz para Vieques” (ojo: la paz se reclamaba pa Vieques, y era un r eclamo contra la Marina), incluía su
contraparte de insertar la misma en una denuncia y un reclamo, que se condensó en las 4 D’s: Desmilitarización, Devolución, Descontaminación y Desarrollo. Así, mientras se mostraba flexibilidad en los conceptos a comunicar y la propaganda, se profundizaba el reclamo y junto a él la dirección a la que se encaminaría la lucha. Esto impedía caer en la práctica de que fueran la propaganda y las consignas las que le dieran la dirección al asunto.
Una vez detonado el polvorín, gran parte de lo acontecido es de conocimiento común, y no hay espacio para cubrirlo aquí. Pero ojo, no está de más machacar: Ese polvorín detonó porque hubo gente organizada guardando las tacas y los cartuchos secos y evitando que el olvido los enmoheciera.
A demás de desobedecer: Destruir
Antes de seguir, insisto: estas notas en nada pretenden cuestionar la efectividad de la desobediencia civil pacífica como herramienta de lucha en Vieques. Pero sí, insistir en destacar que la misma no actuó sola, y considero irresponsable dejar que una de las maneras de la batalla se trague de nuestro archivo otros modos de lucha por que su mención no encaje en una ideología de un consenso peligrosamente amorfo. Y es necesario machacar que en Vieques no solo se desobedeció, si no que también se destruyó mucha propiedad de la armada yanki.
Hay un tipo de destrucción de verjas que es casi harto conocida: cuando se le hacía unos cortes a la verja para que entraran los desobedientes civiles. Incluso en varias ocasiones estas incisiones se hicieron frente a las cámaras de TV. Sin entrar a considerar su necesidad real o efectividad, estos simples cortes ya de por sí eran un abierto desafío más allá de la desobediencia. Y como desafío claro lo entendió bien la derecha, pues se llegó al absurdo que la entonces gobernadora, Sila Calederón, reclamara a los cortadores que se quitaran las capuchas y paños con los que tapaban su cara al destruir la verja, amenazando con mandar a arrestar a quien tuviese una capucha o máscara en su cara, orden a la que más de uno se allanó.1 Tan disonante con una paz descontextualizada eran esas imáge-
nes que tuvo que intervenir la mayor autoridad de la colonia para borrarla de la faz pública… El “¿por qué?” sería otro artículo hermano pero tangencial –por ser más analítico– a éste.
Otro tipo de destrucción prácticamente no ha sido recogido en ningún lado, y es el que quiero destacar. Como decía arriba, desde mediados del 1999 a los comienzos del 2003, con más intensidad tras los desalojos de mayo del 2000 hasta finales del 2002, hubo uno o varios grupos que entendieron que su mejor colaboración era la de dedicarse a trabajar de manera callada y oculta a destruir propiedad de la Marina en Vieques. Como tal vez haya delitos que no han prescrito, me limito ahora en mi función de periodista de esta revista a describir parte de la teoría y dinámica desarrollada por uno de estos grupos.
Antes que nada, quien no haya visto la reacción de un viequense frente a la verja que les cercenó la patria chica por más de 50 años, se le hace difícil entender lo que en Vieques era (y es todavía) “La Verja”. Ese cyclon fence reforzado pica a Vieques en tres, dejándole al pueblo el tercio encerrado entre las dos esquinas militariza-
das. El estimado es que en Vieques había siete millas de verja, tras la cual los militares se sentían seguros.2 Dentro de ella, por casi toda la base, en especial hacia el lado donde estaba el puesto de observación donde murió Sanes, hay un camino de tierra por el que los vehículos de patrullaje (militares y los de guardia privada contratada) daban las rondas como en hacienda esclavista.
La Verja, obsesión del civil y símbolo de poder del militar, se convirtió en un frente ideológico y estratégico. Y el plan de trabajo contra la misma era bien simple: aprovisionarse de tenazas, sierras manuales y de motor, varios implementos para camuflajearse y entonces ir periódicamente (de 4 a 6 noches a la semana) a cortar varios pies de verja en cada incursión. Tumbarle unos pies a una verja de 7 millas no suena a mucho, pero el tesón de estos grupos fue tal, que en entrevista a EFE en el 2002, el almirante Green admitió que la destrucción de la verja ya reportaba para la Marina pérdidas de varios
millones de dólares. Esto fue así, pues un grupo –por ejemplo– cada noche podía destruir un promedio de 100 pies de verja, en 5 noches eso es 500 pies, en dos semanas: 1,000 pies. En un año eso es igual a 26,000 pies. Ponga que hubo días libres, lluvias, intentos fracasados, pero también hay que tener en cuenta lo que los gringos llaman “la curva de aprendizaje” y los grupos en ocasiones se ponían creativos: a veces solo le hacían el suficiente daño a la verja como pa obligar a tener que repararla; también se dieron cuenta que era más eficiente cortar la verja en varios sitios de
manera interrumpida, pues a la larga, si en un área de 200 pies lineales, lograban dañar la verja en 125 de esos pies, la Marina tenía que reemplazar los 200 pies completos. En otras ocasiones se dedicaban a cortarle grandes figuras geométricas a la verja, sin tumbarla por completo. Así con una fracción del esfuerzo obligaban a la Marina a reparar el mismo daño.
Con todo y eso, digamos que la fuente exageró, y réstele 5 mil pies. Como una milla es igual 5,280 pies, si se limitaron a destruir 21,000 pies por año, pie más, pie menos, eso es igual a 4 millas, en tres años eso es 12 millas, o casi dos veces la verja. Otro estimado que un conocedor del asunto me dio es que en total se tumbó la verja 3 veces, o 21 millas en total. De nuevo, pie más pie menos, lo corroborable es que el daño no fue poquito.
A esto entonces hay que sumarle dos costos adicionales: el ocasionado por los jueyitos y por la reacción de presas acosadas que ocasionó el asedio constante de los cortaverjas.
Salmorejo contra los arrestos Como casi toda la verja tenía caminos de acceso en su derredor, para proveer protección contra posibles arrestos, las zonas donde se iba a desmontar la verja eran antes roceadas por decenas de jueyitos, esos asteriscos tridimensionales de metal como los “jacks” con cuatro a ocho puntas bien puyúas que perforaban las gomas de los vehículos de vigilancia. Este estorbo ocasionó que toda la vigilancia de la base tuviese que eventualmente cambiar los neumáticos regulares por unos blindados. Se sabe de al menos una factura por gomas de vehículos que ascendió a 25 mil dólares. Y como con la verja, no hacía falta dañar las cuatro gomas de una vez, con una sola que se vaciara, el vehículo quedaba detenido. Y si le ponían la repuesta, varios pies más adelante habían más jueyitos.
El costo de reparar cada pie lineal de la verja, por declaraciones de funcionarios marinos, era de mil dólares el pie (compra y transportación de materiales, brigada de trabajo, brigada de “protección”, papelería relacionada, …). O sea, un solo grupo de 4 a 5 personas, trabajando con consistencia, podía costarle a la Marina más de 2 millones de dólares en un año, ¡en cambiar la verja nada más! Y que conste, eso es un promedio bien conservador. Uno de los grupos reclama que durante una ofensiva bien intensa de 6 meses tumbaron cerca de 150 pies al día… (180 días x 150 pies = 27 mil pies, ó $2.7 millones en 6 meses). Yo no tengo razón alguna por la cual no creerles, pero si usted q uiere reste unos cuantos pies… el daño sigue siendo importante.
Estos operativos en muchas ocasiones no se limitaban al área donde se fuera a cortar, lo que aumentaba los niveles de ansiedad en los encargados de dar vigiliancia a la base, pues no sabían en qué momento se quedarían a pie. Durante dos años del periodo, diariamente se ponchaban de 4 a 7 gomas por noche, a $75.oo la goma (precio barato), saque cuenta usted de los gastos que seguían subiendo (De nuevo, saquemos cuentas conservadoras de 5 gomas al día x 30 días al mes x $75 la goma = $11,250.oo al mes. Y $11,250.oo al mes x 12 meses = $135,000.oo ¡de aumento en la partida de gomas para vehículos!); a esto sume el costo en personas/horas perdidas por la Marina con cada estorbo y encima de eso las recriminaciones que tienen que haber ocasionado el bochorno de que la armada más poderosa del planeta no pudiese siquiera defenderse de unos jueyes. ¿Se imagina a todo un almirantote almidonado como Green mendigando más chavos a los contables militares para gomas de sus vehículos… y diciendo que era por culpa de unos «jacks»?
Y sobre ese bochorno se acumulaban los efectos de una guerrilla sicológica que los cortaverjas con varios de sus compinches desarrollaron. Por las tardes y temprano en la noche, con grititos, ruidos, luces, fogatitas, globos de inflar llenos de pintura que lanzaban sobre la verja y de vez en
Pensamiento Crítico \ Año XXVII #95 - Verano 2005
cuando uno más enfogano que los otros –y casi siempre joven viequense–, al menos par de pedrás le pegaba al cristal de un yip o una hummer (eso también cuesta), le seguían destruyendo la tranquilidad al militar. En más de una ocasión la pérdida de ecuanimidad de los soldados explotó en público y desesperados lanzaron gases y balas de goma contra manifestantes fuera de la base, lo que les ocasionó el repudio hasta de sectores ti-
El elemento de la destrucción de la propiedad le abrió un frente a la Marina que se sumó bien armoniosamente al enorme bochorno de relaciones públicas y al incumplimiento de los itinerarios para los bombardeos. El costo en dinero para el mantenimiento regular y cotidiano de una base militar es un factor que nunca debe menospreciarse. Cuando este costo aumenta vertiginosamente ocasiona que la “eficacia” de tal base disminuya. Las acciones de destrucción entonces abonan de manera bien eficiente, categórica y directamente a favor de la lucha desplegada y la intención expresa del cese de operaciones militares.
Antes de seguir insistimos en que no hay por qué regatearle el carácter heroico que puede adquirir la desobediencia civil pacífica en ciertos contextos históricos. Y la desplegada a favor de Vieques fue heroica. Por otro lado, su efectividad tampoco tiene que ser cuestionada: fue una de las armas efectivas utilizadas en el proceso. Incluso fue el carácter masivo de todo el mosaico de manifestaciones, lo que creó un marco ideológico para que la destrucción de propiedad tuviese el matiz político buscado. Pero el carácter pacífico de las otras categorías no debe tampo-
bios. Claro, nadie está proponiendo una relación directa de una sola causa, si no todo lo contrario: las causas fueron múltiples, pero incluyeron la tumbaera de la “protección”, jueyitos y otros chispitos. El trabajo de los cortaverjas abonaba a quitarle de los pies la alfombra de gente de bien que quiso proyectar la Marina con sus programas de radio y acercamientos a la prensa, y por sus fotutos civiles. Y eso también tiene costos, tanto a nivel moral como económico. (Un estimado confiable es que la suma de desobediencia y destrucción ocasionó que operar la base en Vieques costase al menos $12 millones más al año del 2000 al 2003…)
co llevar a nadie a menospreciar la efectivad que tuvo la destrucción de propiedad militar durante tres años. Sin las centenares de personas con esposas plásticas en sus brazos la destrucción de un pedazo de verja hubiese sido hasta catalogado de delito común. Pero sin el trabajo de hormiga consecuente de semanalmente romper verjas,
explotar gomas de vehículos, volver a cortar verjas, tres globazos (y par de pedrás) a un vehículo militar y cien pies más de verjas al piso, –y hacerlo sin ostentaciones–, el asedio del pueblo contra la Marina también habría sido distinto. La Marina hubiese tenido un frente menos que atender… y más prestigio y presupuesto con qué atender los otros retos.
Otra faceta que abona a entender como esta destrucción sintonizaba con el carácter masivo y popular de la lucha viequense, es que el grupo de personas que se arriesgaron a hacerla lo haya logrado amparado y respaldado por el pueblo viequense y por sectores particulares insertados en esa lucha.3 Máxime se debe recordar que en más de una ocasión hubo llamados públicos para manifestaciones a plena luz del día de “abrazar” la verja para que cayera y se cortaron cientos de pies de verja a las 12 del día, de frente a todos y todas. Estas acciones públicas se convertían de facto en una manifestación política a favor de seguir con el trabajo de destrucción oculto. Era un mensaje inequívoco de que los viequenses consideraban esa verja como un insulto a su dignidad y quien colaborase a su destrucción estaba afirmando el derecho del pueblo a su tierra y vida. Nos consta que la inteligencia militar intentó dar con y acusar vía judicial a los “tumba verjas” vespertinos, pero el hermetismo del pueblo colaboraba con la eficiencia de los concernidos. Los viequenses se sentían (y especulo que se sienten y sentirán) orgullosos también de ese tipo de acción. Nunca ninguno de los líderes salió a denunciar estas actividades como contrarias a la lucha desplegada. Y esta simbiosis, aunque a veces difícil de sopesar en su justo valor, no debe ser menospreciada. El balance entre unas fuerzas encontradas no se logra con un fulcro en el medio, si no en aquél eje donde ambas se contrapesen; y lograr tambalear la balanza en favor de una dirección u otra a veces se logra con la inclusión de un solo par de manos más (o en su contrario:
por la falta de un par de manos del lado contrario). La destrucción a la propiedad en la lucha contra la Marina en Vieques fue una colaboración4 en el sentido correcto, en el momento correcto y no debe borrarse de nuestra memoria de lucha.
En relación con esto último, las acciones de cortaera de verjas y más, también aportaban otro componente ideológico valioso. Estas acciones señalaban también hacia donde la lucha de Vieques pudiera haberse desarrollado en caso de que el gobierno yanki hubiese sido más testarudo. Manifestaban sin ambages: “Vamos a luchar… de manera pacífica…, pero también estamos dispuestos a simplemente luchar…” Y uno de los axiomas principales de la menta lidad militar es que a mayor la disposición de un lado a batallar, mayores son sus probabilidades de triunfo. Por eso, sopesar cuánto el enemigo está dispuesto a sacrificar pa lograr su victoria es parte de la cartilla fonética militar. Y junto a lo anterior, dicen los mismos manuales que al enemigo no siempre hay que destruirlo pa ganarle, si no meramente aniquilarle su disposición a luchar. Si la lucha de Vieques hubiese sido más estreñía y contenida en lo meramente público y civil, el análisis del yanki casi seguro hubiese sido otro.
Resumiendo: la decisión, desarrollo y logro del frente de batalla de destruir propiedad a la Marina de Guerra en Vieques, fue una acción armónica con el resto de las acciones desplegadas, comunicaba un reclamo real y válido del pueblo viequense, y fue una colaboración de peso en el triunfo. De nuevo, estas notas no son pa reclamar que la destrucción a la propiedad haya sido el factor determinante, si no que fue parte del cúmulo de acciones que en su conjunto fueron determinantes.
Por otro lado, insistimos en que no hay detonante si la pólvora no se ha acumulado. A veces ocurre la combustión espontánea, pero ahí el fue-
go arranca en la dirección de los vientos, matando tanto malas yerbas como cosechas. Los pueblos no siempre se levantan, pero cuando lo hacen, si no hay trabajo organizado, confianza ganada, experiencia acumulada, y un liderato orgánico dispuesto a ser vanguardia y trabajar más allá de los ratings, el furor puede quedarse en humo o disiparse como fama farandulera. No es lo mismo ser chirlider cuando la gente se ha levantado que mantener núcleos testarudos que aún cuando los issues no estén de moda siguen machacando en el asunto.
Y el derrotero de cuando una lucha particularizada de una comunidad o sec-
Privilegiar unos métodos desde los olimpos de la “paz” termina muchas veces en confabulación contra los sectores oprimidos y en lucha que optan en un momento dado por tomarse el riesgo de ir más allá de lo legal o lo pacífico.
tradicción subjetiva, y en ocasiones bien particulares la realidad demuestra que las posiciones no se contradicen si no que se complementan, pero a un nivel X que requiere firmeza ideológica y claridad estratégica.5 Y es que la lucha por lo “nacional” y sus métodos concebidos ambos desde abstracciones o formalidades jurídicas, tienden a ser acicate menos útil que la organización más directamente sustentada en problemas y reclamos concretos (por lo tanto particulares de sectores o de clase). Asimismo las diferencias que surgen no son de tácticas a seguir, ni siquiera de estrategias, es que son actores ideológicamente disímiles (y a v eces contrarios), que le apuestan a formas distintas de modificar la historia.
tor se convierte en una lucha “nacional”, depende casi siempre más de la consistencia de la lucha de la comunidad particular (relacionada, pero no siempre directamente, con el nivel de daño que recibe la comunidad) que de otras instancias organizativas… (por ejemplo partidos electorales o sus facsímiles). En más de un asunto los argumentos que estas organizacioes dirimen en la discusión (pública y privada) presentan una agria con-
De ahí, que si lo que fructif icó de una experiencia comunitaria (única y proyectada a t odo Puerto Rico, pero de una comunidad geográfica particular) nos ha de servir pa algo más en el futuro, será necesario que cuando se hable de la lucha por sacar la Marina de Vieques no se repita acríticamente lo de la amplitud y la paz sin al menos la mención a estos dos factores ya entrando al olvido: El trabajo consecuente de organización de muchos años y la disposición de recurrir no solo a la desobediencia si no también a la destrucción. Ocultar ambos distorsiona peligrosamente cómo ha sido la lucha de nuestro pueblo para obtener sus reclamos. La memoria de los pueblos no tiene por qué escoger entre “Palomas o Centauros” (pienso en Guatemala), cuando ambos son parte de la historia. Martin Luther King es tan icono como Malcolm X, India
se independizó gracias a la paz y gracias a la guerra… (Y aunque en la historia hubo de ambos, no sería fútil problematizar en otro lado que hubiera sido de esas paces sin esas guerras.)
Privilegiar unos métodos desde los olimpos de la “paz” termina muchas veces en confabulación contra los sectores oprimidos y en lucha que optan en un momento dado por tomarse el riesgo de ir más allá de lo legal o lo pacífico. Esto es así, pues frenar luchas cuando el pueblo está en la calle, termina trabajando a favor de los opresores, porque oculta armas que los oprimidos tienen todo el derecho a conocer y muchas veces la necesidad, y por lo tanto la obligación, de utilizar.
1 Al menos uno no ha vuelto a Vieques desde cuando tras este “regaño” de la ex-gobernadora, un miembro de la disciplina de los viequenses le ordenó a que se quitara de la cara una pañoleta durante un piquete en Isla Nena. Pero esa política de mollerear el pacifismo aún contra compañeros es otra discusión.
2 NO se debe olvidar que por años, los militares no necesitaron La Verja, pues pensaban que todo el pueblo era para ellos. Pero tras muchas pedradas, peleas, volcaeras de carros y otros, el repudio viequense pudo más que la arrogancia naval y los militares habían dejado hace muchos años de lucirse por el pueblo.
3 Como en toda situación semejante, las acciones de los rompeverjas tuvieron también su complemento logístico y de aprovisionamiento de herramientas, equipo, comida, etc., lo cual
requería la convicción ideológica de otros sectores de que era una herramienta adecuada.
4 Repito el termino “colaboración” con varias intenciones, una de ellas es para denotar que las decisiones al respecto no fueron tomadas por un grupo en particular y asignado a otros, si no que los mismos grupos de cortaverjas fueron casi autogestionados. Esto gracias en gran medida a que la lucha de Vieques se dio sincronizada, pero no coordinada bajo un mando centralizado. Aspecto que encierra otro tipo de enseñanza que también amerita una discusión futura bien importante en la lucha por nuestra liberación nacional, pues si el sector estrictamente pacifista-superamplitud hubiese logrado imponer sus criterios, muchas acciones efectivas hubiesen natimuerto por consideraciones que en más de una ocasión colocaron a la Iglesia Católica y a una figura como Norma Burgos a la izquierda de algunos actores y organizaciones políticas independentistas.
5 Vieques no es el único caso fresco, ejemplos de otras supuestas contradicciones más cercanas pueden ser: la reciente huelga en Acueductos se presentó por muchas figuras que tradicionalmente no asociamos con la derecha como un atentado en contra del “pueblo”; los derechos de los trabajadores dominicanos vs nuestro derecho real a defender nuestras propias fronteras; el derecho al aborto - que existe en Puerto Rico por la decisión de la corte del gobierno federal yanki- vs. la contención de no pocos de que ese derecho constituye una imposición yanki sobre los valores de nuestro pueblo. Los últimos dos casos están directamente relacionados con la relación imperiocolonia, pero no justifican entonces la xenofobia y las cortapisas al libre flujo del Trabajo en igualdad de condiciones con el Capital, ni reconocer que sin la corte federal, también sería necesario el derecho al aborto.
Ilustraciones:
JAM, Claridad, Archivo de CPRDV, Internet