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EL PORQUE DE LAS COSAS Y TUS DECISIONES. Salmo139:23-24. “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; Pruébame y conoce mis pensamientos; Y ve si hay en mí camino de perversidad, Y guíame en el camino eterno”. La masonería, a mi modesta forma de pensar y entender, es una experiencia que reúne a personas que quieren crecer, que sienten la necesidad o voluntad de intentar ser mejores, pero también debemos reconocer que en masonería se ingresa ya con una cultura, experiencia, vivencias, ideales, quizás hasta con aspiraciones equivocadas y cada uno deberá crecer en su propio entorno y profundizar en su propio “yo”, trabajar su piedra. Las circunstancias de cada uno son personales y no son transferibles, cada uno tiene que recorrer su propio camino, de seguro diferente, al de sus hermanos en la Orden. Este camino, una experiencia que comparto con otros hermanos con los que hoy me encuentro y disfruto, de seguro que vamos en diferentes destinos del mío, incluso no tendrían por qué tener la misma dirección, pero están, ahí, realizando su propio trabajo. Para mí, este camino en el que me encuentro supone no olvidar mi deber de crecer como ser humano, crecer en mi entorno familiar y por consiguiente en sociedad. Los católicos afirmamos que todo lo que Dios nos dice que hagamos, nos pone en el camino, se nos presenta, es por nuestro bien, aunque no sepamos por qué lo dice. Lo único que nos pide es obrar con “FE”. Quizás no podamos entender todas las cosas que Dios permite que nos pasen (buenas o malas), pero si hacemos lo que dice Dios en su palabra, tendremos paz en el corazón y nos libraremos de los peligros de la ansiedad. En definitiva, a menudo se nos presentan o suceden cosas, cuando esto ocurre muchas veces nos preguntamos ¿Por qué a mí?, ¿me merezco esto?, incluso a modo de broma decimos ¿Qué estaré pagando? La respuesta corta es que no hice nada para merecer tal situación, porque la palabra "merecer" ni siquiera aplica a la ecuación, muchas cosas le pasan a las personas durante la vida que no tienen nada que ver con merecerlas o no. Algunos tratadistas en el tema señalan que, a veces, en estas circunstancias, perdemos el control de nuestras propias emociones, no tenemos la voluntad necesaria para alcanzar nuestras metas o nos vemos envueltos en serios conflictos originados por asuntos sin importancia o simplemente nos saboteamos, como si una parte de nosotros quisiera vernos fracasar. En esas situaciones