A:.L:.G:.D:.G:.A:.D:.U:. MASONERIA Y SOCIEDAD. V:.M:. RR:.Y QQ:.HH:. Permítanme iniciar la lectura trayendo a colación la frase de nuestro ilustre poeta y escritor peruano Cesar Vallejo, y dice: “¡Ah! Desgraciadamente, hombre humanos, hay, hermanos, muchísimo que hacer”. Empiezo mencionando a Vallejo, por la sencilla razón que venimos siendo testigos de la práctica habitual de antivalores éticos y morales entre los individuos y las estructuras organizacionales de nuestras sociedades, comprometiendo seriamente a sus autoridades, generadoras por su inacción o accionar errático de un espiral de violencia con la consiguiente inseguridad social y que es resaltado a diario por la prensa mundial. En muchos casos los hombres simulan ser lo que en realidad no son y las sociedades y sus organizaciones se sumergen en una decadente moral de la que se hace necesario rescatarlas. La práctica social nos demuestra, hoy más que nunca, que si la demanda de bienes y servicios es creciente en las sociedades de un mundo globalizado, también lo es, la efervescente demanda de seres humanos ética y moralmente superiores a los que estos duros tiempos de crisis de valores nos propone. Debo señalar, que para que una sociedad funcione como conglomerado armónico se requiere del establecimiento y respeto de un marco normativo, aceptado y acatado por todos sus miembros, de manera general, sin privilegios ni excepciones. Veremos de seguro que esto causará molestias individuales, debiendo entenderse como el costo de oportunidad personal, para lograr el bienestar social deseado colectivamente. Definitivamente Las leyes, normas y reglamentos, limitante de las acciones de quienes viven en sociedad y que al momento de irrespetar tales linderos se promueve el desorden y el caos. Si bien nadie puede asegurar con absoluta solvencia no haber roto una norma, aunque sea alguna vez en la vida, quebrantar el orden constantemente es el inicio