MENTALIDAD CASTRADORA Por: Hernando Sequera Nunca faltará a nuestro alrededor el individuo que se encarga (pues se lo permites) de echar por tierra los proyectos y anhelos personales que estás construyendo o intentando alcanzar por vías que al parecer de ellos no son las idóneas. Son seres que se especializan, excusándose en que quieren lo mejor para ti, en destruir tus sueños. En evitar que cimentes tu propia vida. La palabra favorita de estos personajes en el corto diccionario de su existencia es NO. No hagas esto. No hagas aquello. No pierdas tu tiempo. No lo vas a lograr. No lo intentes, seguro vas a fracasar. El modo de pensar que caracteriza a este tipo de personas es altamente dañino para quienes tienen la poca fortuna de verse obligados a compartir con ellas, y he allí lo absurdo, por los lazos afectivos que les unen. Sus experiencias de vida, caracterizadas por el fracaso y la amargura les conducen a llenarse de un pesimismo enfermizo. Y así como a ellos les fue mal, consideran inconscientemente, que quienes hacen todo lo posible por alcanzar un sueño van también a fracasar y es su deber evitarles las frustraciones que tales derrotas implican. La siguiente historia puede ilustrarnos bien sobre el tema acá planteado: Había una persona que vivía al lado de una carretera donde vendía
bocadillos. Era sordo, por lo que no escuchaba la radio. Tampoco veía muy bien, así que tampoco veía la televisión ni los noticieros. Tampoco leía los periódicos. Sus bocadillos eran muy buenos y gustaban por lo que cada vez vendía más. Para vender más alquilo un trozo de terreno, colocó un gran cartel y anunció su mercancía gritando a pleno pulmón: ¡Compren deliciosos bocadillos calientes! Y la gente compraba más y más. Decidió poder ocuparse mejor de su negocio y para ello llamó a su hijo. El joven era universitario y podía ayudarle por las tardes. Salió entonces a relucir la mentalidad castradora. Su hijo le dice: Padre, acaso ¿no escuchas la radio ni lees los periódicos? Estamos sufriendo una grave crisis. La más grande de los últimos tiempos. La situación es francamente mala y seguramente irá a peor. El padre pensó “mi hijo estudia en la universidad, lee los periódicos y escucha la radio. También ve la televisión. Es persona de mundo, no como yo, que solo vivo en una carretera vendiendo bocadillos. Sabrá muy bien lo que dice”. Entonces compró menos pan y menos carne. Quitó el gran cartel, desalquiló el terreno para eliminar gastos y no anunció sus bocadillos. Las ventas disminuyeron cada día más. “Tenías razón hijo mío -dijo al muchachoverdaderamente estamos sufriendo una gran crisis. No puede irme peor. Como verán esta historia bien podría ser real. Con una mentalidad castradora los sueños jamás verán la luz,
debemos aprender a correr riesgos, con lo bueno y lo malo que eso implica, de ambos podemos aprender. No a la mentalidad castradora. Tengamos mentalidad ganadora.
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