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La incertidumbre llega, de nuevo, a los mercados
El año 2022 ha comenzado con altibajos que marcan un avance incierto en un futuro complicado. A los ya conocidos incrementos, casi se podría decir que semanales, del precio de las materias primas, lo que condiciona el valor final de los componentes y de las propias máquinas, se une ahora el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, una variable nueva en la ecuación que influirá de una forma negativa en el desarrollo de la economía mundial.
Nadie podía esperar, en un mundo actual civilizado, que un caudillo invadiera un país soberano e intentara anexionarse los territorios, aunque, claro, este es el pensamiento de una mayoría democrática y no la de un dirigente que lleva en el poder desde el año 2000, perpetuado gracias a diversas tretas y artimañas.
El gran problema de la energía, agravado por el cierre de las centrales térmicas, como consecuencia de la clausura de las explotaciones de carbón en muchos países, ha llevado a una escalada de precios tanto del gas como de la electricidad. El conflicto bélico ruso-ucraniano igualmente está alterando el precio del gas, la electricidad y el petróleo, y todo ello afecta a las materias primas. La extracción mineral mundial continua en un momento muy bueno, aunque el precio de la energía afecta directamente a la obtención de los minerales y a su transformación, lo que hace que el valor en origen ya sea superior al de hace unos meses. A partir de ahí, según se vaya transformando en producto final, seguirá sufriendo diferentes incrementos. Si todo esto se pudiera controlar, el mercado podría absorber estos incrementos, pero las variaciones son, en muchos casos semanales, lo que no permite ajustar los precios.
Todo esto se observa en la comercialización de equipos. Un presupuesto que se prepara en una semana concreta no tiene validez en cuestión de días y menos si la máquina tarda en llegar varios meses, algo difícil para los importadores y distribuidores de maquinaria, que tienen que hacer entender al cliente final que el precio inicialmente presupuestado nada tiene que ver con el precio final al que llega la máquina.
El año 2021 en España había terminado muy satisfactoriamente y las previsiones para los próximos dos o tres ejercicios indicaban un crecimiento interesante, algo muy esperado, ya que, desde la crisis que comenzó en 2008, realmente el mercado de la maquinaria todavía no se había recuperado. Los indicadores de la venta de cemento, hormigón y áridos en enero en España marcaron un incremento con respecto al año anterior (salvando el problema asociado a Filomena) de en torno a un 5%, un dato muy esperanzador que las empresas veían como el arranque de una nueva
etapa, preludio de tres años de bonanza, elevadas ventas y estabilidad de los mercados.
La situación generada por Rusia, o más bien por su dirigente, puede continuar y machacar a los mercados o puede terminar en breve, no se sabe si de una forma positiva para los ucranianos, aunque hay que esperar que no desestabilice mucho a la economía mundial. Si algo es cierto es que la Comunidad Internacional, aún con mucho retraso, está reaccionando contra Putín y sus propósitos expansionistas, aplicándose ya determinadas sanciones que, al igual que al pueblo ruso, afectarán a todas las empresas que tienen intereses en Rusia y en todos los países de la antigua URSS. En cualquier caso, se trata de que Rusia se vea totalmente aislada, pese a que cuenta con China, y eso haga recapacitar a Putin y sus ínfulas de conquistador.
El futuro del mercado es incierto porque inciertos son los desenlaces que van a tener lugar en esa parte del mundo. Todo ello influye en el precio de las diferentes energías y materias primas, en la economía mundial y en la estabilidad de los mercados, algo que contribuye directamente en las economías nacionales y locales, y más en un país como España, en el que todo está cogido con pinzas y el propio Gobierno no sabe cómo actuar en este tipo de situaciones.
El incremento de los precios de la energía, y lo que falta por venir, ha
hecho que muchos se acuerden hoy del carbón, esa energía barata, aunque contaminante, que hubiera venido muy bien para tener los precios de la electricidad más contenidos. La locura que le entró al Gobierno actual por cerrar cuanto antes las minas de carbón y las centrales térmicas se está pagando ya y seguirá a medio plazo. Se está muy lejos de haber alcanzado los precios máximos de la electricidad, gas y petróleo, y ello conllevará un incremento generalizado del precio de los bienes y servicios, lo que supone un incremento de la inflación.
En definitiva, todos aquellos que se frotaban las manos a finales de 2021 pensando en los tres años de bonanza económica previstos hasta el 2024 ya pueden poner estos pensamientos en la fresquera y esperar unos meses a ver cómo se desarrolla todo a nivel mundial. La situación energética, los precios de las materias primas, el enfrentamiento ruso-ucraniano y la situación actual de globalización serán determinantes para cómo queda el nuevo orden mundial.