EL PENTAGRAMA IV ENERO 8

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EL ESPECTADOR

EL ESPECTADOR / LUNES 8 DE ENERO 2018 / 19 ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

ElPentagrama N° 4

Schumann Quartett

La etapa en la que todo es posible Mark, Erik, Kenz y Liisa Randalu conforman uno de los cuartetos de cuerda más importantes de la escena actual. El grupo alemán se presentará en el Cartagena XII Festival Internacional de Música para demostrar a qué suena la hermandad. GERMÁN GÓMEZ POLO

ggomezp@elespectador.com @TresEnMil

Suenan las cuerdas del violonchelo que interpreta Mark. Lo sigue Liisa Randalu en la viola y, a los pocos segundos, entran en arpegio los violines de Erik y Kenx. Es así como se inicia una memorable interpretación de los Schumann del Cuarteto de cuerdas No. 6 en F menor, que el alemán Felix Mendelssohn (1809-1847) compuso en 1847 y que se mantiene vivo en cada compás. La imagen, por sí sola, es poderosa. Tres hombres y una rubia que rompe la uniformidad de las fotos, de los trajes enteros, con sus vestidos de strapless. Una presencia necesaria y casi imprescindible porque sin Randalu, en la viola, no existe el cuarteto de los Schumann, del que hace parte con los tres hermanos desde 2012. Los Schumann crecieron en Renania

(Alemania), pero surgieron como cuarteto en los albores de 2007, en la ciudad de Colonia, a unos 600 kilómetros de Berlín. Por eso no es extraño asimilar la disciplina mantenida durante diez años en los que lograron posicionarse como uno de los cuartetos más representativos contemporáneos de su país. Además, como si fuera un presagio de lo que sería el futuro de los tres hermanos, llevan a un lado de sus nombres el mismo apellido de Robert Schumann (1810-1856), compositor alemán considerado como uno de los más importantes de la era del romanticismo, porque no solo empapó pentagramas de música, sino que llenó otras páginas de prosa, de dramas y poesías. Las manos que fabrican la música del cuarteto Schumann, a pesar de lo que se podría saber como un corto recorrido en los escenarios, han tenido paradas importantes, como la de ganar el galardón Quatuor à Bordeaux, y su primer trabajo discográfico, titulado Beethoven Bartók Brahms, fue merecedor al reconocimiento al mejor disco nuevo, de la revista de

música de la BBC de Londres. Con este recibieron muy buenos comentarios de la crítica. Una travesía que, por supuesto, no parece detenerse: en sus piezas han contado con la participación de otros artistas notables, como Albrecht Mayer, Kit Armstrong, Edgar Moreau y Menahem Pressler. Ahora, la majestuosidad de sus obras sólo significa una cosa. Que han logrado elevarse a un nivel para nada despreciable de madurez. Y lo asumen sin ruborizarse, pues califican su momento actual como un estado en el que todo es posible. El Schumann Quartett “ha prescindido de certezas”, se lee en su biografía, lo que tiene consecuencias para el público que los escucha, pues deben “estar preparados para todas las eventualidades”. En 2015, sus integrantes lanzaron Mozart Ives Verdi y en él asumieron nuevas responsabilidades, como un niño que crece sobre la base de un juicio artístico más maduro. Tomaron riesgos. Allí quedó grabada la interpretación del String Quartet KV 575, de Mozart, el primero de los llamados cuartetos prusianos de 1789

y uno de los más complejos y desafiantes de la obra del compositor vienés. “Era hora de hacer nuestra declaración sobre las piezas en CD”, dijo Erik Schumann sobre el trabajo. Dos años más tarde, en 2017, presentaron Landscapes, que terminó por ser un “álbum conceptual sin planeación”. Cuatro obras diferentes, pero, sobre todo, una de ellas (Béla Bartók String Quartet no. 2), un homenaje al padre del cuarteto de cuatro cuerdas. El episodio más reciente de su destacada carrera fue el inicio de su residencia en la Chamber Music Society of the Lincoln Center, en Nueva York, parte de uno de los complejos de artes escénicas más grandes del mundo. Por fortuna, Mark, Erik, Kenz y Liisa Randalu, los integrantes del Schumann Quartett hacen parte de la nómina del Cartagena XII Festival Internacional de Música. Ellos tendrán a su cargo varias presentaciones hasta el 9 de enero, en escenarios en los que recrearán repertorios de Beethoven, los cuartetos de cuerda de Mozart, las piezas de Joseph Haydn y un divertimento en la Plaza de San Pedro Claver.


EL ESPECTADOR / LUNES 8 DE ENERO 2018 ElPentagrama 20 / ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

/ Ilustración: William Botía Suárez

Maestro del estilo clásico

Simplemente Ludwig van El escritor y periodista español Eugenio d’Ors escribió: “De Shakespeare, la alegría; de Miguel Ángel, la estatura; de Beethoven, la claridad. // La claridad de Beethoven es tal, que en los mejores momentos llega a dotar al arte puro de los mismos privilegios comúnmente reservados a la vulgaridad”. Aquí una semblanza del compositor.


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“Escuchando a Beethoven” de la mano de Giovanni Bietti

RICARDO BADA

Si hubiera sido de ascendencia franconormanda, de unos 100 km más al sudoeste, probable es que lo conociéramos por el nombre Louis de Bethencourt. Pero puesto que sus ancestros fueron belga-flamencos, ha pasado a la posteridad como Ludwig van Beethoven (1770-1827). Y a partir de Clockwork orange se le conoce simplemente como Ludwig van... aunque ya el argentino Mauricio Kagel había compuesto un año antes, en 1970, una pieza titulada de ese modo. ¿Quién fue Ludwig van? Además de ser yo, desde la mera noche de los tiempos, un oyente apasionado de su música, a partir de enero de 1965 tuve motivos todavía más personales para preguntármelo. Durante 35 años, hasta que me jubilé en la Radio Deutsche Welle –la emisora alemana para el exterior–, mi trabajo tuvo como hilo musical su melodía de reconocimiento al menos una vez al día, antes de que el técnico le dispensara luz verde a mi micrófono:

Es una línea de la partitura de Fidelio, la única ópera de Beethoven, está tomada del final de la misma, cuando Don Fernando canta «Es sucht der Bruder seine Brüder [El hermano busca a sus hermanos]». Para quienes trabajábamos en la emisora, esa línea beethoveniana no era tan sólo nuestra seña de identidad en el éter sino que además definía nuestro desempeño. Así pues, ¿quién fue Ludwig van? Nacido probablemente el 16-12-1770 en el # 515 (hoy 20) de la Bonngasse, en Bonn, lo que sí es seguro fue que lo bautizaron el día 17 y que ya a los siete años dio su primer concierto en público, un concierto de piano, instrumento con el que llegaría a ser el heredero natural de otro niño prodigio, un tal Mozart, y el precursor genial de otro improvisador de muchos quilates: un tal Keith Jarrett. ¡Qué no daríamos por poseer una máquina del tiempo que nos permitiera grabar los conciertos improvisados de Beethoven! ¡Quién sabe si no habría entre ellos un The Köln Concert con el que medirse el de Jarrett en Colonia el 24-1-1975! Protegido desde el comienzo por los regentes de su ciudad natal, viajó por primera vez a Viena en 1784, teniendo como propósito estudiar composición con Mozart, pero por razones que nunca se han aclarado ello no tuvo lugar. Es más, ni siquiera se sabe con certeza si es que ambos llegaron a conocerse. Lo que sí se sabe de cierto es que regresó a Bonn con las manos vacías, y no sin cierto disgusto por parte de sus valedores y mecenas. Su segundo viaje a Viena, esta vez para estudiar con Haydn (desde noviembre 92 a enero 94), sí que cuajó, no sin choques entre ambos; pero es evidente que el maestro influyó en él, una influencia que incluso se percibe en sus dos primeras sinfonías, así como la de Mozart, quien había muerto el año 1791. Esta vez el viaje a Viena fue sin retorno, en primer término porque en 1794 se produjo la ocupación de su Renania natal por tropas francesas. Aunque, desde luego, lo decisivo fue que echó raíces en la capital austríaca y que bien pronto gozó del mecenazgo del príncipe Karl Lichnowsky, quien puso a su disposición una vivienda en su propia casa, y a partir de 1800 le concedió una asignación anual de 600 flori-

nes. Con esta seguridad financiera garantizándole una existencia artística independiente, pudo dedicarse por completo a la composición, hasta 1807, en que se rompen sus relaciones con el príncipe. Para entonces ya tiene una nombradía y unos ingresos que en principio le permiten prescindir de ese mecenazgo, si bien sus amigos no tardan en conseguirle otros, para poderlo retener en Viena. Los hitos más remarcables de su vida madura pueden considerarse los siguientes : En 1803 la composición de la que hoy conocemos como La sonata a Kreutzer,y que antes se tituló Sonata mulattica composta per il mulatto Brischdauer [Bridgetower], gran pazzo [gran loco] e compositore mulattico. Y es que Ludwig van era tan humano... Esa sonata se la había dedicado al violinista mulato George Augustus Polgreen Bridgetower, cuyo padre dizque era natural de la caribeña isla de Barbados, pero después de pelearse con él cambió la dedicatoria y se la endosó al virtuoso Rudolphe Kreutzer, quien dijo que Beethoven no entendía el violín y esa sonata era imposible de tocar, y no la tocó jamás. Así se escribe la historia. Dicho sea de paso: a) debido a su tez morena y sus ojos negros, a Beethoven le cayeron el mote de “el español” y hasta la sospecha de ser mulato; y b) más de dos siglos después, en el 2009, la lírica norteamericana Rita Dove publicó una hermosa colección de poemas titulada Sonata mulattica: A life in five movements and a short play e inspirada por esta obra de Luwig van. En 1804 la composición de su tercera sinfonía, primero intitulada Bonaparte, otro título que tachó enfurecido al enterarse de que Napoleón iba a coronarse emperador en la catedral de Notre Dame, en París. El nuevo título que le encasquetó fue Sinfonía heroica para celebrar el recuerdo de un gran hombre, y se la suele llamar, a palo seco, La heroica. En 1812 escribió su Carta a la amada inmortal, cuya personalidad es uno de los secretos mejor guardados de la historia universal, pese a que conocemos con nombres y apellidos todos y cada uno de los amores y amoríos de don Ludwig van, que no fueron pocos. Y días después de esa carta escrita en el balneario de Teplitz/Bohemia, se produce su anhelado encuentro con Goethe, en ese mismo balneario, un encuentro que el polígrafo español Eugenio d’Ors comenta así en su admirable libro El valle de Josafat: «Goethe adoraba a Shakespeare. Goethe no comprendía a Beethoven. (“Si vos no me entendéis –sollozaba éste–, ¿quién, Dios mío, me entenderá?”) No puede negarse que esto es un indicio contra Beethoven. // Pero podría ser también que Goethe no comprendiese la música o que no fuese capaz de juzgar a sus contemporáneos; y una cosa y otra serían entonces indicios contra Goethe». En 1813/14 se celebra el Congreso de Viena, que le consagra como el gran compositor de su época, con el estreno del poema sinfónico La victoria de Wellington o La batalla de Vitoria”. Los siguientes años están marcados por preocupaciones económicas amén de las derivadas, a la muerte de su hermano Kaspar Karl, por el juicio para conseguir la tutela de su sobrino de 9 años, también llamado Karl, quien a final de cuentas no hizo más que darle disgustos: carecía de la altura moral que su tío esperaba de él. Y en medio de esas mudanzas de la suerte sigue componiendo de manera incansable, sonatas, sinfonías, su Missa solemnis, amén del ciclo de lieder A la amada lejana. Finalmente, en

1824, el estreno de su Novena sinfonía, que es la apoteosis de su fama, la cumbre de su carrera, el pasmo de su tiempo. Y lo sigue siendo, pese al reduccionismo que implica el que muchos no conozcan de ella sino la versión light del Himno a la alegría de Waldo de los Ríos o la del himno de la Unión Europea. [A título puramente personal diré que aunque venero el poema de Schiller y el trato con que Beethoven lo agasaja en el 4.º movimiento, yo más bien entro en éxtasis gracias a la genialidad de los primeros compases del 1er. movimiento, cuando Ludwig van realiza el prodigio de hacer como que escuchamos el afinamiento de los instrumentos antes de comenzar un concierto, es un momento de veras mágico –por su desarmante sencillez– en la historia de la música]. Para entonces ya se ha quedado sordo por completo, una dolencia que comenzó a afectarle tan pronto como el año 1798 y se fue acentuando con el paso del tiempo. No existe una claridad absoluta acerca de las causas del mal: hay quienes lo achacan a una atrofia de los nervios auditivos, hay quienes opinan que fue el resultado de una otoesclerosis. Sea lo que fuere, la sordera le obliga a renunciar a seguir dando conciertos de piano, y en algunos momentos de auténtica desesperación le lleva a pensar en el suicidio. Murió el lunes 26-3-1827 y fue enterrado el jueves 29: el dramaturgo Franz Grillparzer, poeta nacional austríaco, y Franz Schubert (quien moriría al año siguiente, a la edad de 31 años), fueron dos de los portadores de las 36 antorchas en el cortejo fúnebre que acompañó el ataúd, rodeados por el luto de 20.000 condolientes. Este sería el resumen fáctico de su vida, que no responde de ningún modo a la pregunta del porqué de la grandeza de Beethoven, a qué se debe que su nombre sea poco más o menos que sinónimo de la Música por antonomasia. Y aquí debo regresar a Eugenio d’Ors, quien lo dejó dicho de una manera insuperable: «De Shakespeare, la alegría; de Miguel Ángel, la estatura; de Beethoven, la claridad. // La claridad de Beethoven es tal, que, en los mejores momentos, llega a dotar al arte puro de los mismos privilegios comúnmente reservados a la vulgaridad. El de la fácil popularidad, por ejemplo. Beethoven es el único artista puro, y a un mismo tiempo completa y sinceramente popular. Conocemos a multitud de filisteos que sienten entusiasmo por Beethoven, y –esto es lo más notable– lo sienten por las mismas razones, serias y legítimas, que los delicados. // No es completamente análogo el caso de Rafael. También Rafael gusta sinceramente a públicos muy distintos. Place al que busca en el arte un ritmo, al que busca un canon, al que busca un sentimiento, al que busca una anécdota, al que busca un disimulado afrodisíaco. Pero place a cada grupo por una particular razón: las madonnas no interesan análogamente a los gustadores de los símbolos eternos que a los aficionados a las mujeres guapas... Pero Beethoven no tiene más que un público; no conoce diferencia entre intelectuales, curiosos, sentimentales y eróticos; se dirige a lo que de humanidad hay en cada uno de ellos. // Un solo producto, en la historia universal del espíritu, y en este punto de la claridad y de la popularidad auténtica, se parece a la [obra] de Beethoven: los Evangelios». Tal vez fuese conveniente destacar que el libro de d’Ors es de 1918, y que lo que en él nos dice es que los evangelios se parecen a la obra de Beethoven, y no al contrario.

Agresivo, sencillo e inmediato es el lenguaje musical que trabajó el apasionado Ludwig van Beethoven (1770-1827) en las composiciones que realizó durante el período clásico, en el que también se destacaron Mozart y Haydn. Beethoven, quien además era un virtuoso en el piano, el más joven de los tres músicos, nació en 1770 en Bonn, Alemania, se basó en los trabajos de los anteriores maestros del estilo, pero les imprimió a sus piezas su carácter original. De esta manera, Giovanni Bietti comenzó su conferencia-concierto Escuchando a Beethoven, en el Festival. Bietti, quien es pianista, musicólogo y compositor, tiene la suficiente idoneidad para dictar charlas acerca de música, tanto que algunos de los asistentes lloraron de la emoción al conocer y escuchar, de manera directa, las obras de un creador como Beethoven. Los tres músicos conformaron la primera escuela de Viena, ciudad donde confluían comercio y movimiento cultural. Beethoven, por su parte, fue el hijo de la Revolución Francesa por lo que su música simboliza una profunda identificación con su tiempo, en sus composiciones como la Heroica o el concierto Emperador se alcanzan a escuchar trompetas y redobles de tambor. “A diferencia de sus predecesores, Beethoven fue un músico independiente, no le gustaba trabajar para nadie, así que se consolidó como freelance y se caracterizaba por su originalidad e ingenio, siempre buscando realizar un proceso experimental en su música”, según lo que manifestó Bietti durante su charla musical ofrecida ayer en Cartagena. Beethoven definitivamente tenía la música en el corazón, puesto que a pesar de los maltratos que tuvo que padecer de su padre, que le dejaron profundas heridas en el alma, mantuvo su espíritu musical vivo, siempre con un sentido de libertad y alivio en sus composiciones. En características como ésta hizo énfasis el musicólogo durante su conversación. De acuerdo con las palabras de Bietti, Beethoven era lo suficientemente inteligente como para reconocer cuáles eran sus alcances, así que obtuvo el éxito el componer obras como la Quinta sinfonía. La charla se puede redondear con la frase que le escribió el conde Graf Von Waldstein en 1792: “Estimado Beethoven, por favor, reciba el espíritu de Mozart a través de las manos de Haydn”, a quien el músico le dedico la Sonata op. 53.

Giovanni Bietti. / Cortesía


EL ESPECTADOR / LUNES 8 DE ENERO 2018 ElPentagrama 22 / ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Horarios y transmisiones para hoy Disfrute el concierto “Mozart: las sonatas para piano” en la Capilla Sofitel Legend Santa Clara a las 11:00 a.m. Puede sintonizarlo en directo por Radio RCN Clásica, y en diferido el día viernes 12 de

enero a las 10:00 p.m. por la TDT RCN HD2; 10:30 p.m. por RCN Señal internacional, y a las 12:00 de la noche por NTN24. También viva la función “Mozart: los géneros sinfonía y

concierto” desde el Teatro Adolfo Mejía a las 7:00 p.m. Además, puede seguir la transmisión en directo por Radio RCN Clásica y Señal Colombia; y en diferido por la

TDT RCN HD2 a las 10:00 p.m., RCN Señal internacional a las 10:30 p.m.; y a las 12:00 de la noche por NTN24. Vea las transmisiones vía Facebook Live en:

@NoticiasRCN. Siga el especial de los conciertos en streaming en: www.senalcolombia.tv/señal-en-vivo , www.canalrcn.com , www.noticiasrcn.com.

Tiene en su haber el galardón “Estrella naciente”

Aaron Pilsan: el heredero del piano clásico

/ Cortesía

El joven austriaco, promesa de la música académica, interpretará en Cartagena obras de Beethoven, Haydn y Mozart. Comenzó en el instrumento a los cinco años y en la actualidad la crítica habla sobre su condición artística virtuosa.

JUAN PABLO GONZÁLEZ

En medio de la avalancha de propuestas del género urbano y otras más vinculadas con los estilos populares, la música clásica ha perdido cabida entre los jóvenes. Los trabajos de Beethoven, Mozart y Chopin, o de figuras menos conocidas como Shostakovich o Gershwin, se quedaron como algo del pasado, algo superado por la música hecha con secuenciadores, sintetizadores y autotune. Pero no para Aaron Pilsan. Él es un adelantado –o atrasado– de la música que se ha dedicado a poner de nuevo las formas clásicas en el radar de las audiencias jóvenes del planeta. Es uno de los talentos más importantes del instrumento, destacando por su habilidad técnica y versatilidad en la interpretación de las piezas incorporadas a su repertorio. Nació en Dornbirn, Austria, en 1995. Empezó a estudiar piano desde los cinco años y en 2007 tuvo la asesoría directa del

EL PENTAGRAMA Periódico oficial del Cartagena Festival Internacional de Música

maestro Karl-Heinz Kämmerling en el Mozarteum de Salzburgo. Su trayectoria ha sido tan impresionante como vertiginosa. A los 16 fue nombrado mejor artista joven del año por la revista Fono Forum de Alemania, y desde ahí su nombre comenzó a sonar con fuerza en la escena europea de música clásica. Grabó su primer disco en 2014. En él expuso interpretaciones de la Sonata en Sol Mayor, op. 31/1 de Ludwig van Beethoven (1770-1827) y la Fantasía en Do Mayor, op. 15 de Franz Schubert (17971828), entre otras obras de los compositores alemanes. El álbum fue ampliamente elogiado por la crítica y catapultó a Pilsan a algunos de los escenarios más prestigiosos del viejo continente. Tanto fue el impacto del trabajo discográfico que el joven fue invitado a ofrecer recitales en escenarios como la Filarmónica de Luxemburgo, la Cité de la Musique de París y el Palacio de Bellas Artes de Bruselas. A partir de ahí, Pilsan estableció los cimientos para ser un pianista de renombre

en la escena clásica. Impulsado por el buen recibimiento de su álbum y el galardón de Estrella naciente que recibió por parte de la European Concert Hall Organisation, fue invitado a un manojo de festivales prestigiosos en Alemania y Suiza como el Mozartfest de Würzburg y el Festival de Piano del Ruhr. El éxito logrado en la temporada 2014/15 culminó para Aaron Pilsan con el nombramiento como erudito de la Mozartgesellschaft de la ciudad de Dortmund. A pesar de ser el consentido de la música de cámara, el austriaco se ha mantenido centrado y aterrizado. Afirma ser su mayor crítico y prefiere tener una vida tranquila, junto a esos amigos que lo han respaldado desde que casi sin proponérselo optó por dedicar sus días a explorar el escenario complejo de las blancas y las negras. En la actualidad continúa su proceso de formación con el maestro Lars Vogt en la ciudad de Hanover, en Alemania. El virtuosismo de este pianista va rela-

PRESIDENTA: Julia Salvi DIRECTOR GENERAL: Antonio Miscenà SOCIOS PRINCIPALES: Postobón, RCN Radio, RCN Televisión SOCIOS: Cine Colombia, El Espectador FUNDADORA DE EL PENTAGRAMA: Paula Ojeda Palacio DIRECTORA DE EL PENTAGRAMA: María Camila Castellanos

cionado directamente con la intención en la interpretación de las obras que elige para su repertorio. En una entrevista con The Culture Trip, Pilsan se refirió a la idea de que la música clásica es rígida y carente de emoción, argumentando que si los jóvenes creen que ese es el caso, es porque no conocen suficiente de música clásica. Por eso, el austriaco ha construido un repertorio que se destaca por su dificultad, pero también por el fuerte elemento de grandeza de las piezas. En el marco del Cartagena XII Festival Internacional de Música, Aaron Pilsan presentará, entre otras piezas, tres sonatas de Joseph Haydn, para rendir tributo a esta forma genuina de composición. El recital específico se realizará el martes 9 de enero en la capilla del hotel Sofitel Legend Santa Clara. Con este concierto, esta promesa de la música y quien ha sido considerado uno de los herederos del piano clásico, dará inicio a su temporada 2018, que lo llevará a escenarios prestigiosos de Austria, Alemania, Inglaterra y Holanda.

EDITOR GENERAL: Juan Carlos Piedrahíta B. COLABORADORES EL PENTAGRAMA: Germán Gómez, Ricardo Bada, Juan Pablo González, David Luciano Buelvas, María Cecilia Rodríguez, Julián Mora Peña

DISEÑO: William Botia Suárez

http://www.cartagenamusicfestival.com


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