EL PENTAGRAMA V ENERO 9

Page 1

EL ESPECTADOR

EL ESPECTADOR / MARTES 9 DE ENERO 2018 / 15 ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

ElPentagrama N° 5

Diego, Lucas y Daniel integran el colectivo

Palos y Cuerdas: música andina para bailar

Esta agrupación se creó en la década del 90. Su trayectoria musical ha posicionado de tal manera a sus integrantes que su estilo ha sido aplaudido en escenarios de Francia, Inglaterra, Ecuador y Holanda.

Acostumbrados a los sonidos musicales que representan el interior del país, los hermanos Saboya de la ciudad de Tunja buscaron que la música que habían escuchado varias generaciones no se perdiera. Diego, Lucas y Daniel, desde pequeños, soñaron con seguir viajando en el tiempo por medio de aquella música que los hacía recordar y amar tanto su país, y se propusieron seguir consolidando algunas de esas creaciones que ya habían tenido eco en otras latitudes. Sin buscarlo se fueron especializando en los sonidos de la música clásica, pues de pequeños empezaron estudiando en la Escuela Superior de Música de Tunja. Gracias a que en su familia siempre hubo un interés por la cultura del país, estuvieron permeados por la música tradicional de Colombia, escuchando referentes de tríos como los hermanos Hernández, el trío Joyel, el trío Morales Pino y el trío instrumental de Medellín. Así, en 1995 crearon Palos y Cuerdas, una agrupación que tiene como base

tres instrumentos: tiple, bandola y guitarra. Diego es el bandolista de la agrupación y ha sido declarado como mejor intérprete de su instrumento en festivales importantes de Música Andina Colombiana. En 2007, recibió el premio Diego Estrada al mejor bandolista del Festival Mono Núñez en Ginebra, Valle, y en 1997 fue declarado como mejor bandolista en el Festival Nacional del Pasillo en Aguadas, Caldas. Al lado de Diego está su hermano Lucas, el tiplista, quien es considerado como uno de los más destacados en la interpretación de su instrumento, y él ha desarrollado importantes proyectos junto a artistas como Mike Marshall, de Estados Unidos; Caterina Lichtenberg de Alemania; Alexis Cárdenas, C4 Trío y Gustavo Colina de Venezuela; Edwin Colón Zayas de Puerto Rico; y Fernando León, Germán Darío Pérez, Fabián Forero y Antonio Arnedo de Colombia. Por su parte Daniel, el guitarrista, recibió el premio “Marino Gómez Estrada” al mejor guitarrista en el Festival Nacional del Pasillo Colombiano 1999; fue el Ganador del premio al mejor guitarrista en el Festival Mono Núñez 2008, ganador de la beca de creación en interpretación grupal del Ministerio

de Cultura de Colombia año 2002. Además, fue el ganador del premio de obra inédita instrumental en el Concurso Nacional de Música Colombiana de Cajicá en 2013. Cada uno de los integrantes de Palos y Cuerdas han dedicado gran parte de su vida a la especialización de sus instrumentos y a su enseñanza. Ellos no sólo han dictado clases magistrales para universidades y escuelas, sino que han creado sus propias composiciones para la misma agrupación. Durante dos décadas, Palos y Cuerdas ha estado convirtiendo la música tradicional de Colombia en una de las mejores representaciones artísticas y culturales que deslumbran y ponen a bailar a las personas en otros países. Basta con que alguno de ellos toque su instrumento para que las personas que están escuchando la interpretación, viajen hasta el interior de sus emociones o busquen alcanzar la paz que proponen estos tres artistas cuando están sobre el escenario. Dos de las producciones discográficas de la agrupación han sido premiadas por el Ministerio de Cultura, siendo merecedores de la beca de creación de la entidad. Su música ha trascendido a lo largo de su carrera para convertirse en una agrupación que tiene en sus ritmos matices de

jazz, música clásica y música tradicional de Colombia. Esto los ha hecho merecedores, además de una gran fanaticada, de grandes invitaciones a nivel del mundo. Países como Inglaterra, Brasil, Francia, Chile, Ecuador, Venezuela, Argentina, Holanda, entre otros, han contado con la presentación de la agrupación, que como es de esperarse, deja al país en lo más alto. Ahora, para el 2018, la agrupación tendrá el lanzamiento de uno de los discos que grabaron en vivo hace varios años en Ámsterdam, harán un concierto con la Orquesta Sinfónica de Colombia en el que cada uno de los instrumentos serán solistas, y harán el lanzamiento de varios de los discos que cada uno ha hecho por aparte con sus instrumentos. La agrupación no entra en el dicho popular de que “nadie es profeta en su propia tierra”, pues ellos, por fortuna, han contado con la acogida del público colombiano y empezarán el año con uno de los conciertos más importantes para el país como es el de música clásica de Cartagena. Uno de los deseos más grandes para la agrupación es que la música, en especial la que mantiene y conserva las raíces de cada país, se siga escuchando en todas las partes del mundo.

/ Cortesía

LUISA RENDÓN MUÑOZ


EL ESPECTADOR / MARTES 9 DE ENERO 2018 ElPentagrama 16 / ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Música de cámara para la aldea perdida. Así tituló uno de sus más hermosos poemas el poeta Luis Vidales. Apareció publicado el 5 de julio de 1964 y sintetiza, desde una mirada contemplativa, su región, el país, en fin, esta aldea privilegiada y multicolor que se llena de música del mundo a comienzos de enero. Hoy recuerdo este conmovedor poema a propósito de la presencia en Cartagena de Indias de los músicos Antje Weithaas y Thomas Hoppe, quienes con su violín y su piano, respectivamente, traen a nuestra aldea macondiana la magia de la música de cámara y nos devuelven, así sea por un instante, las grandes emociones que a través de muchos siglos estos instrumentos nos han brindado por medio de un formato sencillo e íntimo. Precisamente a pocos kilómetros de la ciudad amurallada, donde estarán frente a un exigente público estos dos importantes músicos, por la entrada del Río de la Magdalena que siglos atrás descubriera don Rodrigo de Bastidas, llegaron, a finales del siglo XIX y comienzos del XX, inmigrantes, familias, gentes con otros ademanes y costumbres y con ellos anclaba para siempre en estas tierras algo de la civilización y modernidad. Traían la moda, el arte, joyas y grandes vajillas pero arribaban también instrumentos musicales y con ellos el piano y el violín que definiría también nuestro carácter y modificaría nuestra manera de entender el mundo. Eran instrumentos, que además, traían noticias de territorios y geografías desconocidas y que, sin embargo, lograron su feliz mestizaje con los materiales populares de la región, con los instrumentos de viento que bajaban de la Sierra Nevada y algunos de percusión del bajo Magdalena, con los que se celebrarían para siempre el festejo, la parranda y la fraternidad. Mucho tiempo ha pasado desde aquel primer piano de Bartolomeo Cristofori de 1695 aproximadamente y del primer violín de Andrea Amati de 1580. Largo ha sido el viaje de los dos instrumentos que por fortuna de las afinidades estéticas han evolucionado muy cerca, como si hicieran parte de una misma genealogía y han contribuido a la construcción de identidades culturales en muchas latitudes. Sin embargo, uno de los espacios de mayor plenitud de la comunión entre el piano y el violín ha sido el de la recámara, las habitaciones donde los reyes convocaban a los músicos para interpretar, principalmente, la música pagana que no era digna de ser tocada en los grandes escenarios y capillas. De ahí que empezara la costumbre de nombrar estas interpretaciones como música de cámara, donde la intimidad y cierta privacidad permitían una mayor cercanía con los ritmos, sonidos y melodías que allí se emitían. Algo se sabía de que la música pagana de la Edad Media y el Renacimiento estaba compuesta para pequeños conjuntos vocales o instrumentales, pero es en el barroco donde se perfecciona y logra su mayor influencia en el mundo occidental. Es por esa intimidad que se pueden detallar ciertas delicadezas en el momento de la interpretación que al no tener el peso de la exigencia de los grandes públicos y las composiciones por encargo permiten una comunicación más cercana entre el selecto público y el músico. Desde el clasicismo, muchos composito-

Antje Weithaas (violín) y Thomas Hoppe (piano)

Música

FEDERICO DÍAZGRANADOS

de cámara para la aldea perdida Es en el período del clasicismo, la época en que la sonata para violín y piano tuvo su mayor esplendor. Luego algunos compositores como Mozart o Beethoven o Schubert llevaron la denominada música de cámara más allá de las habitaciones. hacia otros escenarios.


/ 17 ElPentagrama ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ EL ESPECTADOR / MARTES 9 DE ENERO 2018

/ Fotos: Cortesía

Giovanni Bietti y la revolución sensorial de Mozart

res empezaron a preferir este formato. Ese aire de intimidad lograba que muchas emociones verdaderas se comunicaran con mayor fluidez a través de esos registros. Ciertas similitudes rítmicas y una perfecta armonía lograron en muy poco tiempo en convertirse en el formato preferido de muchos públicos. Por eso, independiente de las combinaciones tan variadas como diferentes como el trío (violín, viola y violoncelo); trío de piano (piano , violín y violoncelo); cuarteto de cuerda (dos violines, viola y violoncelo); quinteto con piano (piano y cuarteto de cuerda); sonatas para violín y piano o violoncelo y piano; quinteto para clarinete y cuarteto de cuerda; tríos, cuartetos, quintetos, sextetos, septetos y octetos en diferentes combinaciones de cuerda, viento y piano, sea el sencillo matrimonio entre el piano y el violín el más común en el corpus de música de cámara. Dos instrumentos cuyos destinos están irremediablemente ligados para siempre. Y en es ese período del clasicismo, la época en que la sonata para violín y piano tuvo su mayor esplendor. Era música escrita a dos voces con acompañamiento armónico de los bajos del piano. Luego algunos compositores como Mozart o Beethoven o Schubert, entre otros, llevaron la denominada música de cámara más allá de las habitaciones, hacia otros escenarios. De igual forma, tanto el piano como el violín han sido dos instrumentos muy admirados por las otras artes. La pintura, el cine y la literatura han recreado historias alrededor de los que ellos encierran en su misterio y significan. Ahora cuando aterrizan en Cartagena estos dos músicos Antje Weithaas (violín) y Thomas Hoppe (piano), y que regresaremos a esa intimidad, quisiera recordar ese fragmento del cuento El piano blanco, incluido en Todos estábamos a la espera, de Álvaro Cepeda Samudio, que nos devuelve la atmósfera de los pequeños cuartos: “Me privaba a mí mismo del infinito placer de tocar el piano blanco para que ella no lo viera, para que no lo oyera, porque ya estaba seguro de que ella lo odiaba con la misma fuerza con que yo lo amaba. Yo no quería dejarla en la casa. El concierto que tenía que dar anoche iba a ser el comienzo de una larga gira y el médico insistió en que el ajetreo de los viajes le daría daño por su estado. Sabía lo que iba a suceder, por eso volví hoy. Por eso no pude tocar anoche. Esta salita es como un túnel oscuro y silencioso. Sin el piano blanco y con ese hueco negro y ese vientre tan grande que yo no había notado antes: esta salita parece un túnel”. A ese fragmento podría responder perfectamente su amigo García Márquez en este fragmento de Vivir para contarla cuando el nobel, afirmó que “En mis tiempos de Aracataca había soñado con la buena vida de ir cantando de feria en feria, con acordeón y buena voz, que siempre me pareció la manera más antigua y feliz de contar un cuento. Si mi madre había renunciado al piano para tener hijos y mi padre había colgado el violín para poder mantenernos, era apenas justo que el mayor de ellos sentara el buen precedente de morirse de hambre por la música”. Violín y piano engalanan a Cartagena para que regrese, como en los versos de Vidales, una música de cámara para la aldea perdida que desate para siempre el “nudo de nuestra soledad”.

Si sus oídos han tenido el placer de escuchar algunas de las piezas musicales de Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791), por favor continúe con este relato; si, por el contrario, nunca se ha deleitado con alguna de sus obras, corra inmediatamente, encienda su reproductor de música favorito y viva la experiencia de disfrutar alguna de las composiciones clásicas del maestro mientras prosigue con la lectura. Dentro de una gigantesca casa colonial, en el desarrollo del Cartagena XII Festival Internacional de Música, el pianista, compositor, y musicólogo italiano Giovanni Bietti, analiza a modo de charla informal, frente a más de un centenar de personas, el estilo y la obra de Mozart, haciendo énfasis en “su capacidad para crear innovaciones musicales que rompieran las reglas establecidas. Cuando hablamos de Mozart hay que destacar que una de sus máximas revoluciones radica en que sus creaciones están vinculadas con la oralidad”. A través de la Sinfonía N°40, Sonata K454, Fantasía k475 para piano en do menor, o cualquier otra composición del maestro, Bietti ejemplifica y describe a los espectadores la esencia de la obra mozartiana; denominándola como una manifestación musical cargada de transiciones, pausas, alternancia vocal-instrumental, rupturas y armonías que por lo general sorprenden al público, haciendo de él un músico prácticamente indescifrable. Por ejemplo: “Beethoven era un músico más lineal, en cambio Mozart siempre estaba buscando nuevos caminos para llegar a quien lo escuchaba”. En sus más de 626 obras, el genio musical austríaco consiguió generar un permanente diálogo entre los instrumentos de la ópera. “Para Mozart todo era una conversación, alternaba lo instrumental con lo vocal, tenía la capacidad de pensar las melodías más hermosas e increíbles para ponerlas a dialogar”. Entre risas, caras de satisfacción, y luego de una pedagogía acogedora, Giovanni Bietti destaca como reflexión final una de las razones para escuchar a Wolfgang Amadeus Mozart: el maestro cargó sus obras de sonidos y melodías que palpan las fibras de los espectadores generando emociones, “por eso se dice que la gente se vuelve más inteligente escuchando a Mozart, ya que siempre genera estímulos sensoriales mediante melodías armónicas u otras no armónicas, balbuceos”. ¡Sigamos escuchando a Mozart!

/ Wilfredo Amaya


EL ESPECTADOR / MARTES 9 DE ENERO 2018 ElPentagrama 18 / ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Horarios y transmisiones para hoy Sea parte del concierto “Haydn: las sonatas para piano” en la capilla Sofitel Legend Santa Clara a las 11:00 a.m. También puede disfrutar de esta experiencia sintonizando en

directo Radio RCN Clásica o verlo en diferido el sábado 13 de enero a las 10:00 p.m. por la TDT RCN HD 2 y RCN Señal Internacional o en NTN24 a las 12 de la noche. Además,

disfrute del concierto “Una mirada latinoamericana”, en el Centro de Convenciones Cartagena de Indias a las 7:00 p.m., y puede seguir la transmisión en directo en Radio

RCN Clásica y Señal Colombia; y en diferido a las 10:00 p.m. por TDT RCN HD 2 y RCN Señal Internacional: y a las 12 de la noche por NTN24. Vea las trasmisiones vía

También es diestro con la guitarra eléctrica

Santiago Cañón-Valencia, la joya del violonchelo El bogotano se ha caracterizado desde muy pequeño por estar ligado al arte. Rocío Valencia y Henryk Zarzycki han sido sus principales maestros. A su corta edad ostenta algunos de los galardones más prestigiosos de la música clásica. PAULA CASAS MOGOLLÓN

pcasas@elespectador.com @PauCasasM

/ Wilfredo Amaya

Santiago Cañón-Valencia desde muy pequeño estuvo aferrado al arte. Tendía a ser perfeccionista en todo lo que hacía y lo plasmaba en sus actividades diarias. Aquel niño que desde los dos años coloreaba sin salirse de la línea y armaba rompecabezas en un abrir y cerrar de ojos, comenzó a desarrollar un nuevo talento: distinguir desde su corta edad,

EL PENTAGRAMA Periódico oficial del Cartagena Festival Internacional de Música

con naturalidad, los sonidos musicales. La encargada de potenciar esta aptitud fue su madre, Rocío Valencia, quien también interpreta el chelo. Desde que Santiago estaba en la barriga, le confesó Rocío a la revista Semana, ella comenzó a incentivarle el amor por la música clásica. Y su fórmula tuvo efecto. A los cuatro años y medio, él comenzó sus estudios en este instrumento, siendo Rocío su primera profesora. “El chelo se parece a la voz humana, en él se pueden encontrar tanto los registros altos como los bajos, entonces puede haber voz de hombre y de mujer también. El violín sólo tiene la gama femenina y el contrabajo la masculina, pero en

el chelo están todas reunidas”, comentó Cañón Valencia en una entrevista con El Espectador hace tres años. ºEl talento de Santiago comenzó a crecer y las enseñanzas de Rocío Valencia empezaron a quedarse cortas. Por tal razón, decidió contratar al maestro polaco Henryk Zarzycki, quien había sido profesor de ella por un año y medio. Zarzycki dudó en aceptar la propuesta, pues aseguraba que su proyecto de alumno era muy pequeño y temió no poder instruirlo para tocar el chelo. Al ver los avances significativos de Santiago en tan poco tiempo, aceptó. Desde ese momento su carrera comenzó a crecer como la espuma. Aquel alumno destacado

Facebook Live en: @Noticias RCN. Siga el especial de los conciertos en streaming en: www.señalcolombia.tv/señal-en-vivo, www.canalrcn.com y www.noticiasrcn.com.

del jardín Rafael Pombo de Bogotá, donde recibió su primer pago como chelista, se convertiría con el tiempo en una joya de la música clásica. Él cuenta, entre risas, que sus compañeros del jardín le daban algunas monedas por tocar el instrumento o por hacerles dibujos. En abril de 2002, en el auditorio León de Greiff de la Universidad Nacional de Bogotá, Cañón Valencia, con seis años, hizo su debut en el violonchelo. Un niño sigiloso a paso lento se acercaba a la tarima. Su sonrisa era tímida. Se acomodó y comenzó a hacer lo que más sabe: tocar el chelo. En el concierto Vivaldi, la Orquesta Filarmónica lo acompañó. Por sus estudios en la música le tocó dejar el Colegio Angloamericano, ya que sus padres y su maestro de chelo se dieron cuenta de que él debía dedicarle más tiempo al instrumento. Por tal razón, cuando estaba en tercer grado, a los ocho años, se pasó al Colegio Virtual Siglo XXI. Gracias a su disciplina y buenas notas, logró graduarse como bachiller a los 14. Aunque comenzó a adquirir responsabilidades desde muy niño, Cañón Valencia y sus padres, Rocío y Ricardo, quien toca el clarinete, trataron de llevar una vida normal. Consiguieron balancear el tiempo que debía dedicar a la música y a sus estudios, con el que debía darles a sus padres y sus amigos, que vivían en su mismo conjunto y con quienes jugaba fútbol. Él siguió sus estudios en la música. Se graduó a los 18 años del pregrado de música de la Universidad de Waicato, en Hamilton (Nueva Zelanda), donde consiguió grabar su primer disco, Solo, que salió al mercado en febrero de 2012. Esta grabación recibió muy buenas críticas internacionales y fue recomendada por la revista inglesa de música clásica Strad, que aseguró que aquí hay obras de compositores del siglo XX: Kodaly, Cassado, Ligeti y Ginastera. Posteriormente, en agosto de 2013, inició sus estudios de posgrado en Dallas, Texas (Estados Unidos). Actualmente realiza su diploma de Professional Studies con Wolfgang Emanuel Schmidt en Kronberg Academy, en Alemania, una escuela diseñada para jóvenes solistas. A pesar de la vida tan agitada que lleva, Santiago Cañón-Valencia emplea su tiempo libre para sus otras pasiones: la fotografía y la pintura. No sólo se deleita con la música clásica, también lo hace con el post-rock, el shoegaze y el metal que, según él, lo ayudan a relajarse. Su destreza en los instrumentos no solamente se evidencia en el violonchelo, también es muy bueno con la guitarra eléctrica. Desde los 11 años ha participado en varios concursos de talla internacional, como el Carlos Prieto, en México, en donde recibió el premio a “La joven promesa del violonchelo”; o en el Concurso Internacional del Chelo “Adam”, en Nueva Zelanda. Por su talento y su destreza con el instrumento, Santiago hace parte del Cartagena XII Festival Internacional de Música. Los amantes de la música clásica podrán deleitarse con este chelista el 9 de enero con la actividad “Haydn: los géneros sinfonía y concierto”.

PRESIDENTA: Julia Salvi DIRECTOR GENERAL: Antonio Miscenà EDITOR GENERAL: Juan Carlos Piedrahíta FOTOGRAFÍA: Wilfredo Amaya, COLABORADORES EL PENTAGRAMA: Tico Angulo, Sebastián Delgado SOCIOS PRINCIPALES: Postobón, RCN Radio, RCN Televisión Luisa Rendón Muñoz, Federico Díaz-Granados, SOCIOS: Cine Colombia, El Espectador DISEÑO: William BotÍa Suárez Paula Casas Mogollón FUNDADORA DE EL PENTAGRAMA: Paula Ojeda Palacio DIRECTORA DE EL PENTAGRAMA: María Camila Castellanos http://www.cartagenamusicfestival.com


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.