horario de atenci贸n: lunes a viernes de 14 a 19. viamonte 1465, piso 10, (c1055abd), buenos aires tel-fax (54 11) 4372-8810, info@fundacionalon.org www.fundacionalon.org
Victorica
Miguel Carlos Victorica
Miguel Carlos Victorica
Miguel Carlos Victorica Organización y producción: Fundación Alon para las Artes Exposición realizada en la Fundación Alon en los meses de agosto/octubre de 2007, Buenos Aires
Exposición
Libro
Agradecimientos
Coordinación General Ingeniero Jacobo Fiterman
Coordinación General Ingeniero Jacobo Fiterman
Curaduría Ana Canakis
Diseño Gráfico Estudio Marius Riveiro Villar
Producción Marcela Roberts
Fotografía de obras Marina Bonavento Adrián Rocha Novoa Pedro Roth
Museo Nacional de Bellas Artes Museo de Artes Plásticas Eduardo Sívori Museo de Bellas Artes de la Boca Benito Quinquela Martín Fundación Espigas Galería Vermeer Roberto Malkassian Mauricio Neumann Erica Roberts Francisco Traba
Diseño de montaje Ana Canakis Adriana Fiterman
Fotografías de Victorica Anatole Saderman
ISBN: 978-987-22437-6-0 Impreso en Argentina
Esta publicación y la exhibición realizada en la Fundación Alon tienen por objeto acercar al público y a los que deseen ampliar la investigación sobre Victorica, una guía, o quizás mejor, un punto de partida para un conocimiento más amplio de su trayectoria. Con este ensayo, la Fundación prosigue con el objetivo de recrear la producción de artistas argentinos que constituyeron los fundamentos de nuestra pintura, sumándolo a los ya dedicados a Marcelo Bonevardi y a Juan Batlle Planas, a quienes seguirá próximamente el de Enrique Policastro. Agradezco muy especialmente la colaboración del Museo Nacional de Bellas Artes, el Museo de Artes Plásticas Eduardo Sívori, el Museo Municipal de Bellas Artes Juan B. Castagnino y el Museo de Bellas Artes de La Boca Benito Quinquela Martín, así como a los coleccionistas que han nos cedido sus obras para esta exposición.
Corrección de textos Olga Martedí
©2007, Fundación Alon Todos los derechos reservados Hecho el depósito que marca la ley 11.723
La Fundación Alon ha convocado a la investigadora Ana Canakis para glosar la vida y la obra de Miguel Carlos Victorica poniendo particular atención tanto en algunas obras que no han sido aún publicadas como en la elaboración de una ajustada cronología que registre sus momentos más importantes.
Victorica, Miguel Carlos Victorica - 1a ed. - Buenos Aires: Editorial Fundación Alon, 2007. 96 p. : il. ; 21x21 cm. ISBN 978-987-22437-6-0 1. Arte Argentino Contemporáneo. I. Título CDD 709.82 Fecha de catalogación: 29/06/2007
Jacobo Fiterman Presidente Fundación Alon
Miguel Carlos Victorica Organización y producción: Fundación Alon para las Artes Exposición realizada en la Fundación Alon en los meses de agosto/octubre de 2007, Buenos Aires
Exposición
Libro
Agradecimientos
Coordinación General Ingeniero Jacobo Fiterman
Coordinación General Ingeniero Jacobo Fiterman
Curaduría Ana Canakis
Diseño Gráfico Estudio Marius Riveiro Villar
Producción Marcela Roberts
Fotografía de obras Marina Bonavento Adrián Rocha Novoa Pedro Roth
Museo Nacional de Bellas Artes Museo de Artes Plásticas Eduardo Sívori Museo de Bellas Artes de la Boca Benito Quinquela Martín Fundación Espigas Galería Vermeer Roberto Malkassian Mauricio Neumann Erica Roberts Francisco Traba
Diseño de montaje Ana Canakis Adriana Fiterman
Fotografías de Victorica Anatole Saderman
ISBN: 978-987-22437-6-0 Impreso en Argentina
Esta publicación y la exhibición realizada en la Fundación Alon tienen por objeto acercar al público y a los que deseen ampliar la investigación sobre Victorica, una guía, o quizás mejor, un punto de partida para un conocimiento más amplio de su trayectoria. Con este ensayo, la Fundación prosigue con el objetivo de recrear la producción de artistas argentinos que constituyeron los fundamentos de nuestra pintura, sumándolo a los ya dedicados a Marcelo Bonevardi y a Juan Batlle Planas, a quienes seguirá próximamente el de Enrique Policastro. Agradezco muy especialmente la colaboración del Museo Nacional de Bellas Artes, el Museo de Artes Plásticas Eduardo Sívori, el Museo Municipal de Bellas Artes Juan B. Castagnino y el Museo de Bellas Artes de La Boca Benito Quinquela Martín, así como a los coleccionistas que han nos cedido sus obras para esta exposición.
Corrección de textos Olga Martedí
©2007, Fundación Alon Todos los derechos reservados Hecho el depósito que marca la ley 11.723
La Fundación Alon ha convocado a la investigadora Ana Canakis para glosar la vida y la obra de Miguel Carlos Victorica poniendo particular atención tanto en algunas obras que no han sido aún publicadas como en la elaboración de una ajustada cronología que registre sus momentos más importantes.
Victorica, Miguel Carlos Victorica - 1a ed. - Buenos Aires: Editorial Fundación Alon, 2007. 96 p. : il. ; 21x21 cm. ISBN 978-987-22437-6-0 1. Arte Argentino Contemporáneo. I. Título CDD 709.82 Fecha de catalogación: 29/06/2007
Jacobo Fiterman Presidente Fundación Alon
Índice 9 Miguel Carlos Victorica, un intuitivo por Ana Canakis
Obras 25 Retratos y desnudos 57 Naturalezas muertas y paisajes
Apéndice 87 Cronología 90 Exposiciones 94 Bibliografía
Índice 9 Miguel Carlos Victorica, un intuitivo por Ana Canakis
Obras 25 Retratos y desnudos 57 Naturalezas muertas y paisajes
Apéndice 87 Cronología 90 Exposiciones 94 Bibliografía
Miguel Carlos Victorica, un intuitivo Ana Canakis
Al abordar una figura como la de Miguel Carlos Victorica, se plantea la necesidad de un relevamiento exhaustivo de todo lo que se ha escrito sobre el pintor, por quienes lo conocieron personalmente y por aquéllos, historiadores y críticos, que rescatan como emblemática la presencia del artista en el proceso cultural que se inicia en nuestro país a fines del siglo XIX. La lectura de una prolífica bibliografía y la consulta de catálogos que provienen de exposiciones individuales y colectivas, de salones nacionales y provinciales, de homenajes y premios, permiten reunir una importante información sobre la vida y la trayectoria de este singular artista. En tanto que las noticias periodísticas relacionadas con algunos de los más destacados eventos de los que participa, nos hablan de la recepción que tuvo su obra por parte del público a lo largo de todos estos años, desde que expone por primera vez en el Salón Nacional de 1917. Muchas semejanzas, y también algunas diferencias, se pueden constatar en las numerosas biografías que se publicaron antes y después de su fallecimiento. Sin embargo, la alteración de datos concretos no modifica la estructura de su producción ni la calidad de sus trabajos que, tempranamente, fueron admitidos y exhibidos junto con los de los, por entonces, conocidos representantes del arte argentino. A esta altura de los acontecimientos, considero poco valioso el referirme a las mencionadas diferencias, sobre todo, porque están a la vista de cualquiera que quiera explorar un poco ese terreno. Prefiero, en cambio, tratar de ordenar las coincidencias, algunas documentadas y otras basadas en la tradición oral, para de esa manera allanar el camino hacia la comprensión de su estética, que alcanza a definirlo como un artista independiente pero sensible a los cambios que se daban en la sociedad. Desde José León Pagano hasta Jorge Larco y Manuel Mujica Láinez, la lista de los que se ocupan con detenimiento de la personalidad artística de Victorica es muy extensa. Tanto las historias generales, entre las que se puede mencionar la -9-
Miguel Carlos Victorica, un intuitivo Ana Canakis
Al abordar una figura como la de Miguel Carlos Victorica, se plantea la necesidad de un relevamiento exhaustivo de todo lo que se ha escrito sobre el pintor, por quienes lo conocieron personalmente y por aquéllos, historiadores y críticos, que rescatan como emblemática la presencia del artista en el proceso cultural que se inicia en nuestro país a fines del siglo XIX. La lectura de una prolífica bibliografía y la consulta de catálogos que provienen de exposiciones individuales y colectivas, de salones nacionales y provinciales, de homenajes y premios, permiten reunir una importante información sobre la vida y la trayectoria de este singular artista. En tanto que las noticias periodísticas relacionadas con algunos de los más destacados eventos de los que participa, nos hablan de la recepción que tuvo su obra por parte del público a lo largo de todos estos años, desde que expone por primera vez en el Salón Nacional de 1917. Muchas semejanzas, y también algunas diferencias, se pueden constatar en las numerosas biografías que se publicaron antes y después de su fallecimiento. Sin embargo, la alteración de datos concretos no modifica la estructura de su producción ni la calidad de sus trabajos que, tempranamente, fueron admitidos y exhibidos junto con los de los, por entonces, conocidos representantes del arte argentino. A esta altura de los acontecimientos, considero poco valioso el referirme a las mencionadas diferencias, sobre todo, porque están a la vista de cualquiera que quiera explorar un poco ese terreno. Prefiero, en cambio, tratar de ordenar las coincidencias, algunas documentadas y otras basadas en la tradición oral, para de esa manera allanar el camino hacia la comprensión de su estética, que alcanza a definirlo como un artista independiente pero sensible a los cambios que se daban en la sociedad. Desde José León Pagano hasta Jorge Larco y Manuel Mujica Láinez, la lista de los que se ocupan con detenimiento de la personalidad artística de Victorica es muy extensa. Tanto las historias generales, entre las que se puede mencionar la -9-
Desde 1901, y hasta un año después de la nacionalización de la Academia de Bellas Artes en 1905, Victorica tiene la oportunidad de recibir instrucción artísti-
ca de maestros como Ángel Della Valle, Eduardo Sívori, Reinaldo Giudice y Ernesto de la Cárcova, en el viejo recinto de la ya tradicional academia. Los primeros años de la centuria están teñidos por un fuerte sentimiento de cambio, pero al mismo tiempo de crecimiento y madurez, que se manifiesta, sobre todo, a nivel cultural. Si bien la sociedad se ve sacudida por las luchas, producto del movimiento migratorio que en pocos años duplica prácticamente la población de nuestro territorio, y de las ideas anárquicas provenientes del otro lado del océano, hay sin embargo, desde el punto de vista artístico, una clara tendencia a promover acciones individuales y colectivas, que hagan posible el desarrollo de un arte nacional. En ese sentido, los viajes al extranjero que desde el siglo anterior efectúan nuestros artistas para completar su formación, se ven incrementados por las generaciones nuevas, que no se satisfacen con su paso por la academia, y buscan romper con una tradición que sienten hostil a sus deseos de renovación plástica. Sin embargo, dicha renovación no es sólo de forma, sino que involucra la necesidad de encontrar un estilo propio, un modo de expresión más genuino y afín a la mentalidad y el paisaje argentinos, aunque al principio esta actitud estuviera limitada a los representantes de la metrópoli. Victorica no es una excepción, y en 1911, al año siguiente de la Gran Exposición del Centenario, cuyo significado y alcance para el arte argentino todos conocemos, parte para Europa munido de una beca oficial que le permitirá una larga permanencia en el viejo continente. París se convierte en el centro de sus intereses, pese a haber realizado viajes cortos a otras regiones. Allí, interactúa con los jóvenes de la colonia argentina que integran el grupo de la Rue de Bagneux, entre los que se cuentan Valentín Thibon de Libian y Ramón Silva, pero también va al Louvre a pintar las obras de los grandes maestros del pasado, y asiste al taller de Désiré-Lucas, alumno de Bouguereau y admirador de los maestros flamencos, quien influirá en el uso que hace Victorica de los tonos bajos, terrosos, de su primera época. Todo es aprendizaje para el joven pintor, convertido desde el primer momento en testigo de las principales corrientes que por entonces pueblan el horizonte artístico de la capital francesa. Con posterioridad, se ha querido vincular el arte personal, generalmente intuitivo, de formas que se funden con el fondo y contornos muchas veces sin definir, a las diversas expresiones que conviven durante las primeras décadas del siglo y configuran lo que se ha dado en llamar la modernidad.
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publicada por la Academia de Bellas Artes y la más reciente, producto de la labor de Jorge López Anaya, como los trabajos monográficos de Cayetano Córdova Iturburu y Sigward Blum, apuntan a mostrar los rasgos de un creador que, en la soledad de su taller y en contacto con los objetos cotidianos, va dando forma a un sinfín de imágenes a partir del uso hábil y apasionado del color. Miguel Carlos Victorica, como sabemos, nace en Buenos Aires el 4 de enero de 1884. “‘Yo soy argentino. Y antes español. Argentino y español desde siempre’. Su físico y su apostura lo proclamaban. Y su elegancia racial, esa elegancia que procede del esqueleto y de los músculos, del plegar los labios y el dejar las manos sobre una mesa, y que puede más que el desaliño en el traje, circunstancial, pasajero, sujeto a modas y costumbres, pues se elabora en la carne misma y en el alma que gobierna su arquitectura”.1
Pertenece a una familia tradicional, de escasos recursos a la sazón, con antecedentes de profunda religiosidad y gran apego entre sus integrantes. Los primeros recuerdos de la niñez se remontan a la casa de San Fernando y al descubrimiento de su temprana vocación, cuando asiste a las clases de dibujo en la escuela Lacordaire. Rodeado del afecto de las mujeres de la casa, su abuela y las hermanas de la madre, creció protegido y admirado en su empeño constante por dibujar cada rostro, cada rincón del viejo ámbito hogareño. Finalmente, la intervención azarosa del pintor romano Ottorino Pugnaloni, que lo sorprende pintando en el jardín de la casa y lo estimula a tomar clases con él y a perfeccionar lo que ya era su manera, constituye el antecedente necesario para su posterior ingreso en la Academia de la Sociedad Estímulo. “Y empezó, con Ottorino Pugnaloni, que así se llamaba su maestro, las primeras lecciones, los rudimentos primarios de una religión, en la que se sumía con inquietud y deleite. De su profesor le quedó la afición por la técnica del pastel, que le fue tan propicia”.2
Desde 1901, y hasta un año después de la nacionalización de la Academia de Bellas Artes en 1905, Victorica tiene la oportunidad de recibir instrucción artísti-
ca de maestros como Ángel Della Valle, Eduardo Sívori, Reinaldo Giudice y Ernesto de la Cárcova, en el viejo recinto de la ya tradicional academia. Los primeros años de la centuria están teñidos por un fuerte sentimiento de cambio, pero al mismo tiempo de crecimiento y madurez, que se manifiesta, sobre todo, a nivel cultural. Si bien la sociedad se ve sacudida por las luchas, producto del movimiento migratorio que en pocos años duplica prácticamente la población de nuestro territorio, y de las ideas anárquicas provenientes del otro lado del océano, hay sin embargo, desde el punto de vista artístico, una clara tendencia a promover acciones individuales y colectivas, que hagan posible el desarrollo de un arte nacional. En ese sentido, los viajes al extranjero que desde el siglo anterior efectúan nuestros artistas para completar su formación, se ven incrementados por las generaciones nuevas, que no se satisfacen con su paso por la academia, y buscan romper con una tradición que sienten hostil a sus deseos de renovación plástica. Sin embargo, dicha renovación no es sólo de forma, sino que involucra la necesidad de encontrar un estilo propio, un modo de expresión más genuino y afín a la mentalidad y el paisaje argentinos, aunque al principio esta actitud estuviera limitada a los representantes de la metrópoli. Victorica no es una excepción, y en 1911, al año siguiente de la Gran Exposición del Centenario, cuyo significado y alcance para el arte argentino todos conocemos, parte para Europa munido de una beca oficial que le permitirá una larga permanencia en el viejo continente. París se convierte en el centro de sus intereses, pese a haber realizado viajes cortos a otras regiones. Allí, interactúa con los jóvenes de la colonia argentina que integran el grupo de la Rue de Bagneux, entre los que se cuentan Valentín Thibon de Libian y Ramón Silva, pero también va al Louvre a pintar las obras de los grandes maestros del pasado, y asiste al taller de Désiré-Lucas, alumno de Bouguereau y admirador de los maestros flamencos, quien influirá en el uso que hace Victorica de los tonos bajos, terrosos, de su primera época. Todo es aprendizaje para el joven pintor, convertido desde el primer momento en testigo de las principales corrientes que por entonces pueblan el horizonte artístico de la capital francesa. Con posterioridad, se ha querido vincular el arte personal, generalmente intuitivo, de formas que se funden con el fondo y contornos muchas veces sin definir, a las diversas expresiones que conviven durante las primeras décadas del siglo y configuran lo que se ha dado en llamar la modernidad.
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publicada por la Academia de Bellas Artes y la más reciente, producto de la labor de Jorge López Anaya, como los trabajos monográficos de Cayetano Córdova Iturburu y Sigward Blum, apuntan a mostrar los rasgos de un creador que, en la soledad de su taller y en contacto con los objetos cotidianos, va dando forma a un sinfín de imágenes a partir del uso hábil y apasionado del color. Miguel Carlos Victorica, como sabemos, nace en Buenos Aires el 4 de enero de 1884. “‘Yo soy argentino. Y antes español. Argentino y español desde siempre’. Su físico y su apostura lo proclamaban. Y su elegancia racial, esa elegancia que procede del esqueleto y de los músculos, del plegar los labios y el dejar las manos sobre una mesa, y que puede más que el desaliño en el traje, circunstancial, pasajero, sujeto a modas y costumbres, pues se elabora en la carne misma y en el alma que gobierna su arquitectura”.1
Pertenece a una familia tradicional, de escasos recursos a la sazón, con antecedentes de profunda religiosidad y gran apego entre sus integrantes. Los primeros recuerdos de la niñez se remontan a la casa de San Fernando y al descubrimiento de su temprana vocación, cuando asiste a las clases de dibujo en la escuela Lacordaire. Rodeado del afecto de las mujeres de la casa, su abuela y las hermanas de la madre, creció protegido y admirado en su empeño constante por dibujar cada rostro, cada rincón del viejo ámbito hogareño. Finalmente, la intervención azarosa del pintor romano Ottorino Pugnaloni, que lo sorprende pintando en el jardín de la casa y lo estimula a tomar clases con él y a perfeccionar lo que ya era su manera, constituye el antecedente necesario para su posterior ingreso en la Academia de la Sociedad Estímulo. “Y empezó, con Ottorino Pugnaloni, que así se llamaba su maestro, las primeras lecciones, los rudimentos primarios de una religión, en la que se sumía con inquietud y deleite. De su profesor le quedó la afición por la técnica del pastel, que le fue tan propicia”.2
Entre todas las posibles fuentes de inspiración que agitan y conmueven el alma sensible de Victorica lejos del hogar, parecería que es el fauvismo la que más se adecua al espíritu que desde un principio anima el conjunto de su producción. Con esto, no quiero decir que siga estrictamente sus supuestos, sino que su modo de sentir y de vivir el arte lo acercaría ideológicamente al movimiento fundado por Matisse, pese a haber explorado y tenido en cuenta otras propuestas, como las de los simbolistas Vuillard, Bonnard y Maurice Denis, todos pertenecientes al grupo de los Nabis. No cabe duda de que la presencia de Victorica en una ciudad como París en la segunda década del siglo pasado tiene una particular significación respecto del impacto que produce en la sensibilidad y en la obra del artista, si tenemos en cuenta la diversidad de corrientes estéticas y la velocidad con que se producen los cambios, en los tiempos que preceden la primera conflagración mundial. Los ismos se multiplican y representan otras tantas tendencias que pugnan por destacarse y hacerse de un espacio en el campo sin límites de la creación. Expresionismo, Fauvismo, Cubismo y Futurismo comparten la responsabilidad de plantear una visión posible de la realidad a partir de ciertos códigos estéticos, y con entera adhesión a una línea de pensamiento que les es propia. Después de una permanencia de siete años lejos de su ciudad natal, Victorica regresa a Buenos Aires en 1918, y como lo hiciera un año antes desde Francia, se hace presente en el Salón Nacional con tres óleos. Esta presencia se va a repetir con algunas intermitencias hasta el fin de sus días, logrando, en ocasiones, importantes premios, como el que obtiene en 1926, por El expatriado (Segundo Premio); en 1932, por el óleo Francine (Primer Premio); y en 1941, por Cocina bohemia (Gran Premio Adquisición), entre otros. También participa de Salones como el Municipal de Otoño de Artes Plásticas, en el que obtiene un Primer Premio por su obra El precursor (1946); y en el interior, lo hace en reiteradas oportunidades en el Salón Anual de Santa Fe, donde en 1943 logra el Premio Comisión Nacional de Bellas Artes por la obra Navidad, en tanto que en 1947, alcanza el Gran Premio Martín Rodríguez Galisteo con la obra Otoño, y en 1952, el Gran Premio de Honor con una obra religiosa, Jesús Nazareno. Poco antes de la partida a Europa, fallece su padre, dejando un vacío que el pintor intenta llenar, abandonando por fin la casa paterna y emprendiendo el desafío del crecimiento artístico y personal. Viaja en compañía de la madre, a la cual vere- 12 -
Palacio Cichero
mos reiteradamente retratada en sus óleos, pero a su regreso debe afrontar esta nueva pérdida, como consecuencia de la cual decide instalarse definitivamente en el barrio de La Boca, donde, desde fines del siglo XIX, se ha asentado gran parte de la inmigración italiana que llega al país. “Allí vive entre un vecindario sórdido que lo quiere sin saber quién es, que le confía sus penas, a quien asiste con su caridad siempre que puede”.3 En el antiguo solar de los Cichero, donde también tenían su estudio Lacámera y Quinquela, Victorica vive y trabaja con una particular devoción por los objetos que forman parte de su mundo íntimo, muchos de los cuales habían sido rescatados de la vieja casa familiar. Todos, y cada uno de ellos, son parte del lenguaje que utiliza para expresar el sentimiento de soledad que caracteriza, no sólo su obra, sino también su existencia. Esa tendencia al aislamiento, y una concepción mística de la realidad, posiblemente heredada de sus ancestros, nos trasladan a esa otra - 13 -
Entre todas las posibles fuentes de inspiración que agitan y conmueven el alma sensible de Victorica lejos del hogar, parecería que es el fauvismo la que más se adecua al espíritu que desde un principio anima el conjunto de su producción. Con esto, no quiero decir que siga estrictamente sus supuestos, sino que su modo de sentir y de vivir el arte lo acercaría ideológicamente al movimiento fundado por Matisse, pese a haber explorado y tenido en cuenta otras propuestas, como las de los simbolistas Vuillard, Bonnard y Maurice Denis, todos pertenecientes al grupo de los Nabis. No cabe duda de que la presencia de Victorica en una ciudad como París en la segunda década del siglo pasado tiene una particular significación respecto del impacto que produce en la sensibilidad y en la obra del artista, si tenemos en cuenta la diversidad de corrientes estéticas y la velocidad con que se producen los cambios, en los tiempos que preceden la primera conflagración mundial. Los ismos se multiplican y representan otras tantas tendencias que pugnan por destacarse y hacerse de un espacio en el campo sin límites de la creación. Expresionismo, Fauvismo, Cubismo y Futurismo comparten la responsabilidad de plantear una visión posible de la realidad a partir de ciertos códigos estéticos, y con entera adhesión a una línea de pensamiento que les es propia. Después de una permanencia de siete años lejos de su ciudad natal, Victorica regresa a Buenos Aires en 1918, y como lo hiciera un año antes desde Francia, se hace presente en el Salón Nacional con tres óleos. Esta presencia se va a repetir con algunas intermitencias hasta el fin de sus días, logrando, en ocasiones, importantes premios, como el que obtiene en 1926, por El expatriado (Segundo Premio); en 1932, por el óleo Francine (Primer Premio); y en 1941, por Cocina bohemia (Gran Premio Adquisición), entre otros. También participa de Salones como el Municipal de Otoño de Artes Plásticas, en el que obtiene un Primer Premio por su obra El precursor (1946); y en el interior, lo hace en reiteradas oportunidades en el Salón Anual de Santa Fe, donde en 1943 logra el Premio Comisión Nacional de Bellas Artes por la obra Navidad, en tanto que en 1947, alcanza el Gran Premio Martín Rodríguez Galisteo con la obra Otoño, y en 1952, el Gran Premio de Honor con una obra religiosa, Jesús Nazareno. Poco antes de la partida a Europa, fallece su padre, dejando un vacío que el pintor intenta llenar, abandonando por fin la casa paterna y emprendiendo el desafío del crecimiento artístico y personal. Viaja en compañía de la madre, a la cual vere- 12 -
Palacio Cichero
mos reiteradamente retratada en sus óleos, pero a su regreso debe afrontar esta nueva pérdida, como consecuencia de la cual decide instalarse definitivamente en el barrio de La Boca, donde, desde fines del siglo XIX, se ha asentado gran parte de la inmigración italiana que llega al país. “Allí vive entre un vecindario sórdido que lo quiere sin saber quién es, que le confía sus penas, a quien asiste con su caridad siempre que puede”.3 En el antiguo solar de los Cichero, donde también tenían su estudio Lacámera y Quinquela, Victorica vive y trabaja con una particular devoción por los objetos que forman parte de su mundo íntimo, muchos de los cuales habían sido rescatados de la vieja casa familiar. Todos, y cada uno de ellos, son parte del lenguaje que utiliza para expresar el sentimiento de soledad que caracteriza, no sólo su obra, sino también su existencia. Esa tendencia al aislamiento, y una concepción mística de la realidad, posiblemente heredada de sus ancestros, nos trasladan a esa otra - 13 -
gran temática de su pintura, el arte religioso. Así como las naturalezas muertas cobran fuerza bajo el influjo y el calor del recuerdo, las imágenes devocionales se impregnan del misterio divino, cuando describe escenas de la vida de Cristo o evoca los crucifijos que ornan los altares. Esta actitud contemplativa de Victorica se pone en evidencia en el párrafo que se rescata a continuación, tomado de Remembranzas, opúsculo que sobre el pintor publica Marcos Estrada: “En el fondo ¿sabe, Estrada? , tengo un temperamento austero y no he hecho mal a nadie: podría ser un religioso de algún convento o, mejor, de alguna ermita perdida en las montañas […]”.4
Son particularmente interesantes los ejemplos de algunos Cristos, como el del Totoral y el que se exhibe en esta ocasión, ambos pertenecientes a una época tardía del artista, para acceder a la síntesis formal y al expresionismo que alcanza casi sin proponérselo, en esa búsqueda constante que desde un principio distingue su producción. Forma y color se combinan intuitivamente para representar, no una idea, sino un sentimiento. Un sentimiento que habla de la profunda fe y de la gran soledad de Victorica, quien, en la vida como en el arte, intenta conciliar los opuestos. En cuanto a la naturaleza muerta, género en el que incursiona con cierta asiduidad, se nos presenta, en general, como un conjunto de elementos heterogéneos que comparten el mismo escenario, tal como es concebido por el pintor. Como además de frutas y flores, a menudo incluye una gran variedad de objetos cuyo único factor de enlace es el valor afectivo que cada uno de ellos tiene para su dueño, cabe un análisis más detallado de este tipo de composiciones. Si nos atenemos a la definición que da Charles Sterling, estaríamos muy cerca de lo que a primera vista propone Victorica: “Una auténtica naturaleza muerta nace el día en el que un pintor toma la decisión fundamental de organizar en una unidad plástica un grupo de objetos”.5
decorativos de Pompeya y Herculano, y alcanzando su madurez como género independiente durante el siglo XVII, en los Países Bajos; aunque sólo cien años después logra su denominación definitiva, con la cual hoy todavía se la conoce en Francia. Las múltiples derivaciones y las continuas transformaciones sufridas a través del tiempo, llevan a que la naturaleza muerta en nuestros días se parezca más a un ejercicio plástico, que a una representación ordenada de objetos. En ese sentido, en las obras de Victorica es posible una doble lectura, la que por un lado le permite reunir los objetos más queridos, priorizando ciertas presencias, como las fotografías familiares o las imágenes religiosas, a las que subordina el resto; y la simple especulación estética, donde el color se convierte en constructor y protagonista de sus composiciones. Como consignan sus biógrafos, en 1931 Victorica lleva a cabo la primera exposición individual de sus obras en Amigos del Arte. La Asociación, fundada a mediados de la década del ‘20 y dirigida por Elena Sansinena de Elizalde, se constituye en un referente de la vida cultural porteña. Los cambios políticos y sociales producidos en el país, así como el impacto de la guerra europea en la economía local, fueron algunos de los factores determinantes de lo que se ha dado en llamar la “irrupción de la modernidad”; el regreso de nuestros artistas del viejo continente, la aparición de periódicos como Martín Fierro, Campana de Palo y Claridad, y la construcción de espacios alternativos para las artes y las letras, hicieron el resto. De una nota publicada en La Nación, extraemos la siguiente información sobre la mencionada muestra: “En tres salas de Amigos del Arte ha reunido Miguel Carlos Victorica una producción copiosa y varia. Resume ella el esfuerzo de no pocos años. Allí están sus afanes y sus búsquedas. Y también sus afirmaciones. Entre un apunte rápido y una obra conclusa no hay incertidumbre, ni se advierten desvíos […] Expone figuras, paisajes, bodegones y naturalezas muertas. Los realiza al óleo, al pastel, a la acuarela, al carboncillo y al lápiz […] El cambio es en él, crecimiento, es desarrollo, es evolución” (1º de junio de 1931, p.3).
Sin embargo, históricamente, la naturaleza muerta pasa por diversas etapas, diferenciándose cada vez de su expresión primaria, tal como se detecta en los frescos
Ya para entonces, parecería que la obra de Victorica había alcanzado todo o gran parte del valor artístico que más tarde le reconocen los diferentes autores. En pocas palabras, nos muestra a un pintor maduro, pero al mismo tiempo en per-
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gran temática de su pintura, el arte religioso. Así como las naturalezas muertas cobran fuerza bajo el influjo y el calor del recuerdo, las imágenes devocionales se impregnan del misterio divino, cuando describe escenas de la vida de Cristo o evoca los crucifijos que ornan los altares. Esta actitud contemplativa de Victorica se pone en evidencia en el párrafo que se rescata a continuación, tomado de Remembranzas, opúsculo que sobre el pintor publica Marcos Estrada: “En el fondo ¿sabe, Estrada? , tengo un temperamento austero y no he hecho mal a nadie: podría ser un religioso de algún convento o, mejor, de alguna ermita perdida en las montañas […]”.4
Son particularmente interesantes los ejemplos de algunos Cristos, como el del Totoral y el que se exhibe en esta ocasión, ambos pertenecientes a una época tardía del artista, para acceder a la síntesis formal y al expresionismo que alcanza casi sin proponérselo, en esa búsqueda constante que desde un principio distingue su producción. Forma y color se combinan intuitivamente para representar, no una idea, sino un sentimiento. Un sentimiento que habla de la profunda fe y de la gran soledad de Victorica, quien, en la vida como en el arte, intenta conciliar los opuestos. En cuanto a la naturaleza muerta, género en el que incursiona con cierta asiduidad, se nos presenta, en general, como un conjunto de elementos heterogéneos que comparten el mismo escenario, tal como es concebido por el pintor. Como además de frutas y flores, a menudo incluye una gran variedad de objetos cuyo único factor de enlace es el valor afectivo que cada uno de ellos tiene para su dueño, cabe un análisis más detallado de este tipo de composiciones. Si nos atenemos a la definición que da Charles Sterling, estaríamos muy cerca de lo que a primera vista propone Victorica: “Una auténtica naturaleza muerta nace el día en el que un pintor toma la decisión fundamental de organizar en una unidad plástica un grupo de objetos”.5
decorativos de Pompeya y Herculano, y alcanzando su madurez como género independiente durante el siglo XVII, en los Países Bajos; aunque sólo cien años después logra su denominación definitiva, con la cual hoy todavía se la conoce en Francia. Las múltiples derivaciones y las continuas transformaciones sufridas a través del tiempo, llevan a que la naturaleza muerta en nuestros días se parezca más a un ejercicio plástico, que a una representación ordenada de objetos. En ese sentido, en las obras de Victorica es posible una doble lectura, la que por un lado le permite reunir los objetos más queridos, priorizando ciertas presencias, como las fotografías familiares o las imágenes religiosas, a las que subordina el resto; y la simple especulación estética, donde el color se convierte en constructor y protagonista de sus composiciones. Como consignan sus biógrafos, en 1931 Victorica lleva a cabo la primera exposición individual de sus obras en Amigos del Arte. La Asociación, fundada a mediados de la década del ‘20 y dirigida por Elena Sansinena de Elizalde, se constituye en un referente de la vida cultural porteña. Los cambios políticos y sociales producidos en el país, así como el impacto de la guerra europea en la economía local, fueron algunos de los factores determinantes de lo que se ha dado en llamar la “irrupción de la modernidad”; el regreso de nuestros artistas del viejo continente, la aparición de periódicos como Martín Fierro, Campana de Palo y Claridad, y la construcción de espacios alternativos para las artes y las letras, hicieron el resto. De una nota publicada en La Nación, extraemos la siguiente información sobre la mencionada muestra: “En tres salas de Amigos del Arte ha reunido Miguel Carlos Victorica una producción copiosa y varia. Resume ella el esfuerzo de no pocos años. Allí están sus afanes y sus búsquedas. Y también sus afirmaciones. Entre un apunte rápido y una obra conclusa no hay incertidumbre, ni se advierten desvíos […] Expone figuras, paisajes, bodegones y naturalezas muertas. Los realiza al óleo, al pastel, a la acuarela, al carboncillo y al lápiz […] El cambio es en él, crecimiento, es desarrollo, es evolución” (1º de junio de 1931, p.3).
Sin embargo, históricamente, la naturaleza muerta pasa por diversas etapas, diferenciándose cada vez de su expresión primaria, tal como se detecta en los frescos
Ya para entonces, parecería que la obra de Victorica había alcanzado todo o gran parte del valor artístico que más tarde le reconocen los diferentes autores. En pocas palabras, nos muestra a un pintor maduro, pero al mismo tiempo en per-
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manente cambio; conocedor de las distintas técnicas, pero dueño de recursos expresivos que poco tienen que ver con su paso por la academia y por lo aprendido junto a sus maestros. Su formación le da seguridad y libertad para ser él mismo. Ésta, y no otra, sería la razón por la cual se mantuvo al margen de las tendencias importadas de Europa por los artistas que regresaron al país en la década del ’20, como Pettoruti y Xul Solar, entre otros. Su intuición y sensibilidad le permiten ser creativo y fecundo, en el sentido más amplio del término, aunque muchos de sus trabajos no alcanzan la calidad de los más logrados. Recién en la década del ‘40 vuelve a exponer sus trabajos individualmente, y lo hace en el Centro Argentino de Ingenieros (1942), en el Salón Peuser (1946), en el Ateneo Popular de La Boca (1949) y en la Sociedad Hebraica Argentina (1949). En el siguiente decenio alcanza la consagración con las muestras que, cuatro años seguidos, le dedica la Galería Bonino. El 7 de mayo de 1951 abre sus puertas la mencionada galería, y antes de que finalice el mes, se inaugura una Muestra-Homenaje a Victorica. Hecho muy significativo, si se toma en cuenta que sólo por invitación era posible acceder a ese espacio del arte, y que la calidad era el motor de dueños y organizadores. Un año después, llama la atención el siguiente comentario, a propósito de Flor amarilla, obra presentada en una nueva exhibición del artista en la misma galería:
Victorica rodeado de amigos en su estudio de La Boca
Sin duda, Victorica no deja de asombrar a sus contemporáneos por esa versatilidad con que maneja, no sólo el color. Como hemos visto al tratar el tema previamente, se hace particularmente patente en sus naturalezas muertas, porque es allí donde se pone más en evidencia la libertad que predomina en la concepción espacial de sus composiciones, en la manera de distribuir los objetos, de alejarlos y acercarlos, de jerarquizarlos y de poner en diálogo unos con otros. Convertidos en simples manchas de color, los diversos elementos se distribuyen en la superficie del cuadro, casi sin referencia alguna al volumen, lo cual, en algunos casos extremos le permitiría llegar a la abstracción.
Victorica nunca sale del confinamiento que se autoimpuso. La Boca atrapa definitivamente al hombre y al artista. En las humildes casas, en las melancólicas calles y en la presencia siempre silenciosa del legendario río, encuentra la paz necesaria para dedicarse a lo que constituye el gran amor de su vida. Vive solo y a veces, se hace acompañar, participa de la bohemia de pintores y escultores como Lacámera, Quinquela y Stagnaro, de los encuentros y de las charlas, pero su estilo es íntimo, personal, casi místico. No parece inspirado por el medio sino por la espiritualidad que emana de los objetos que lo acompañan desde la niñez, desde la juventud, desde siempre. En cuanto a los desnudos, uno de los temas fuertes de su repertorio, él mismo nos refiere que tuvo que recurrir a “hombres o mujeres de la calle que por unos pesos consentían en posarle: gente humildísima”.7 Desde los primeros que se conservan, El collar de Venecia, realizado en Francia en 1914, es probablemente uno de los más sugestivos. La colorida imagen, en la que se destaca el cuerpo desnudo de la joven en el centro mismo del cuadro, es parte de lo que nos propone el artista en esta composición. La fusión de fondo y forma, la atmósfera envolvente y la intimidad que se desprende de la escena, constituyen características que volveremos a encontrar en la obra de Victorica.
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“¡Qué cerca está Victorica de los pintores que llamamos abstractos al tratar, en esta tela, de darnos su versión, tan sensible como sensual, del espacio, subordinando a su creación –real en muchas de sus telas, virtual en esta última– todos los elementos en que se apoya para producirlo!”.6
manente cambio; conocedor de las distintas técnicas, pero dueño de recursos expresivos que poco tienen que ver con su paso por la academia y por lo aprendido junto a sus maestros. Su formación le da seguridad y libertad para ser él mismo. Ésta, y no otra, sería la razón por la cual se mantuvo al margen de las tendencias importadas de Europa por los artistas que regresaron al país en la década del ’20, como Pettoruti y Xul Solar, entre otros. Su intuición y sensibilidad le permiten ser creativo y fecundo, en el sentido más amplio del término, aunque muchos de sus trabajos no alcanzan la calidad de los más logrados. Recién en la década del ‘40 vuelve a exponer sus trabajos individualmente, y lo hace en el Centro Argentino de Ingenieros (1942), en el Salón Peuser (1946), en el Ateneo Popular de La Boca (1949) y en la Sociedad Hebraica Argentina (1949). En el siguiente decenio alcanza la consagración con las muestras que, cuatro años seguidos, le dedica la Galería Bonino. El 7 de mayo de 1951 abre sus puertas la mencionada galería, y antes de que finalice el mes, se inaugura una Muestra-Homenaje a Victorica. Hecho muy significativo, si se toma en cuenta que sólo por invitación era posible acceder a ese espacio del arte, y que la calidad era el motor de dueños y organizadores. Un año después, llama la atención el siguiente comentario, a propósito de Flor amarilla, obra presentada en una nueva exhibición del artista en la misma galería:
Victorica rodeado de amigos en su estudio de La Boca
Sin duda, Victorica no deja de asombrar a sus contemporáneos por esa versatilidad con que maneja, no sólo el color. Como hemos visto al tratar el tema previamente, se hace particularmente patente en sus naturalezas muertas, porque es allí donde se pone más en evidencia la libertad que predomina en la concepción espacial de sus composiciones, en la manera de distribuir los objetos, de alejarlos y acercarlos, de jerarquizarlos y de poner en diálogo unos con otros. Convertidos en simples manchas de color, los diversos elementos se distribuyen en la superficie del cuadro, casi sin referencia alguna al volumen, lo cual, en algunos casos extremos le permitiría llegar a la abstracción.
Victorica nunca sale del confinamiento que se autoimpuso. La Boca atrapa definitivamente al hombre y al artista. En las humildes casas, en las melancólicas calles y en la presencia siempre silenciosa del legendario río, encuentra la paz necesaria para dedicarse a lo que constituye el gran amor de su vida. Vive solo y a veces, se hace acompañar, participa de la bohemia de pintores y escultores como Lacámera, Quinquela y Stagnaro, de los encuentros y de las charlas, pero su estilo es íntimo, personal, casi místico. No parece inspirado por el medio sino por la espiritualidad que emana de los objetos que lo acompañan desde la niñez, desde la juventud, desde siempre. En cuanto a los desnudos, uno de los temas fuertes de su repertorio, él mismo nos refiere que tuvo que recurrir a “hombres o mujeres de la calle que por unos pesos consentían en posarle: gente humildísima”.7 Desde los primeros que se conservan, El collar de Venecia, realizado en Francia en 1914, es probablemente uno de los más sugestivos. La colorida imagen, en la que se destaca el cuerpo desnudo de la joven en el centro mismo del cuadro, es parte de lo que nos propone el artista en esta composición. La fusión de fondo y forma, la atmósfera envolvente y la intimidad que se desprende de la escena, constituyen características que volveremos a encontrar en la obra de Victorica.
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“¡Qué cerca está Victorica de los pintores que llamamos abstractos al tratar, en esta tela, de darnos su versión, tan sensible como sensual, del espacio, subordinando a su creación –real en muchas de sus telas, virtual en esta última– todos los elementos en que se apoya para producirlo!”.6
El esquema visto de una figura en reposo, de espaldas, con inclusión o no de elementos heterógeneos que completan la escena, se reitera en la mayoría de los desnudos que hace, pero, dependiendo de la época de su realización, hay considerables diferencias en lo a que a color y materia se refiere. En los más tempranos, se observa todavía el uso de tonalidades terrosas y pinceladas con mucho empaste, en tanto que en los posteriores, la paleta se aclara paulatinamente y pierde densidad la aplicación del pigmento sobre la tela, llegando a dejar al descubierto la textura del soporte. Retratos y autorretratos constituyen otro polo de interés para la inspiración del artista. Desde los primeros que le hace a su madre y a sus tías, hasta los que más tarde rescatan la fisonomía de su asistente y los rostros familiares de amigos y mecenas, ponen de manifiesto la modernidad y la libertad, no sólo formal sino también espacial, de sus trabajos. Las imágenes de Luis León de los Santos, Carlos Otto Müller, Benito Quinquela Martín y Antonio Mónaco, el compañero fiel que vemos en El secretario y presidiendo la ya mítica Cocina bohemia, forman parte de la galería de retratos que enriquece, con aciertos y errores, su producción. El autorretrato tiene, además, carácter documental y anecdótico, al constituir la imagen que el pintor nos da de sí mismo, de su entorno y de los objetos que le son caros. Con procedimientos análogos a los mencionados, logra un clima de gran comunicación interior. A propósito de un autorretrato de 1948, Manuel Mujica Láinez dice:
La torre Eiffel, el Sena, las Tullerías y la colina de Montmartre, son algunos de los escenarios posibles, que llega a descubrir con su original paleta de monocromías. Francia, España, Italia, pero también Chile, Bolivia, y en nuestro territorio, Córdoba, Mar del Plata y las ruinas jesuíticas de Misiones, estimulan la imaginación y la sensibilidad del pintor, quien recurre, sobre todo en las obras más tardías, a sus ya tradicionales formas fragmentarias, de límites poco definidos, más cerca del boceto, de la expresión espontánea, que de las enseñanzas académicas. Los colores que emplea también cambian con el transcurso del tiempo, se aclaran y se iluminan con la luz que envuelve los objetos y con la atmósfera que unifica calles y edificios en el paisaje urbano, en tanto que la vibración es aún mayor, en las vistas que se conservan de las serranías cordobesas. En estos tres géneros que hemos visto: los retratos, los desnudos y el paisaje, que según Horacio Caillet-Bois, “definen a Victorica de manera particular”, cabe la reflexión sobre la dimensión temporal, pues parecería que la idea del non finito que se percibe en la forma difusa, la línea entrecortada o ausente, la aplicación sutil del color que transparenta el soporte, es la manifestación de un sentimiento o una preocupación por ese valor tan cambiante y tan determinante para la vida de un individuo.
“No sé si Victorica tuvo conciencia de lo que hacía, al pintarse así; lo indudable es que se ha zambullido dentro de sí mismo, psicológicamente, hasta alcanzar, en lo más recóndito de su abismo, regiones esenciales desde las cuales emergió a la luz de la realidad diaria […]”.8
Otro de los grandes temas de Victorica es el paisaje, probablemente uno de los más cultivados a lo largo de toda su carrera. Distintas vistas de París en tonalidades terrosas o grises, con un tratamiento plástico en el cual la línea está prácticamente ausente y las formas se insinúan apenas bosquejadas, dan cuenta de las influencias a las que se ve sometido el pintor durante su estada en la capital francesa, y de cómo va gestando su propio estilo, el que lo identifica y lo ubica entre los mejores de su tiempo. - 18 -
Cartas desde La Paz y Mar del Plata
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El esquema visto de una figura en reposo, de espaldas, con inclusión o no de elementos heterógeneos que completan la escena, se reitera en la mayoría de los desnudos que hace, pero, dependiendo de la época de su realización, hay considerables diferencias en lo a que a color y materia se refiere. En los más tempranos, se observa todavía el uso de tonalidades terrosas y pinceladas con mucho empaste, en tanto que en los posteriores, la paleta se aclara paulatinamente y pierde densidad la aplicación del pigmento sobre la tela, llegando a dejar al descubierto la textura del soporte. Retratos y autorretratos constituyen otro polo de interés para la inspiración del artista. Desde los primeros que le hace a su madre y a sus tías, hasta los que más tarde rescatan la fisonomía de su asistente y los rostros familiares de amigos y mecenas, ponen de manifiesto la modernidad y la libertad, no sólo formal sino también espacial, de sus trabajos. Las imágenes de Luis León de los Santos, Carlos Otto Müller, Benito Quinquela Martín y Antonio Mónaco, el compañero fiel que vemos en El secretario y presidiendo la ya mítica Cocina bohemia, forman parte de la galería de retratos que enriquece, con aciertos y errores, su producción. El autorretrato tiene, además, carácter documental y anecdótico, al constituir la imagen que el pintor nos da de sí mismo, de su entorno y de los objetos que le son caros. Con procedimientos análogos a los mencionados, logra un clima de gran comunicación interior. A propósito de un autorretrato de 1948, Manuel Mujica Láinez dice:
La torre Eiffel, el Sena, las Tullerías y la colina de Montmartre, son algunos de los escenarios posibles, que llega a descubrir con su original paleta de monocromías. Francia, España, Italia, pero también Chile, Bolivia, y en nuestro territorio, Córdoba, Mar del Plata y las ruinas jesuíticas de Misiones, estimulan la imaginación y la sensibilidad del pintor, quien recurre, sobre todo en las obras más tardías, a sus ya tradicionales formas fragmentarias, de límites poco definidos, más cerca del boceto, de la expresión espontánea, que de las enseñanzas académicas. Los colores que emplea también cambian con el transcurso del tiempo, se aclaran y se iluminan con la luz que envuelve los objetos y con la atmósfera que unifica calles y edificios en el paisaje urbano, en tanto que la vibración es aún mayor, en las vistas que se conservan de las serranías cordobesas. En estos tres géneros que hemos visto: los retratos, los desnudos y el paisaje, que según Horacio Caillet-Bois, “definen a Victorica de manera particular”, cabe la reflexión sobre la dimensión temporal, pues parecería que la idea del non finito que se percibe en la forma difusa, la línea entrecortada o ausente, la aplicación sutil del color que transparenta el soporte, es la manifestación de un sentimiento o una preocupación por ese valor tan cambiante y tan determinante para la vida de un individuo.
“No sé si Victorica tuvo conciencia de lo que hacía, al pintarse así; lo indudable es que se ha zambullido dentro de sí mismo, psicológicamente, hasta alcanzar, en lo más recóndito de su abismo, regiones esenciales desde las cuales emergió a la luz de la realidad diaria […]”.8
Otro de los grandes temas de Victorica es el paisaje, probablemente uno de los más cultivados a lo largo de toda su carrera. Distintas vistas de París en tonalidades terrosas o grises, con un tratamiento plástico en el cual la línea está prácticamente ausente y las formas se insinúan apenas bosquejadas, dan cuenta de las influencias a las que se ve sometido el pintor durante su estada en la capital francesa, y de cómo va gestando su propio estilo, el que lo identifica y lo ubica entre los mejores de su tiempo. - 18 -
Cartas desde La Paz y Mar del Plata
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“Por eso bien podría decirse que Victorica, en la última y más brillante etapa de su carrera, nos ha ofrecido una apoteosis de lo inconcluso: de lo que queda inconcluso porque fluye y es viviente”.9
Algunas cartas que conservan los hijos del conocido coleccionista Luis Arena, confirman la presencia de Victorica en Santiago de Chile, La Paz, Mar del Plata, Parma y Roma. Además de la precisión que nos dan sobre las fechas (Chile, enero de 1951; Mar del Plata, diciembre del mismo año; La Paz, enero de 1952 y Roma, febrero de 1953), muy importante para elaborar una cronología verídica, estas cartas o tarjetas postales proporcionan información y algunas de ellas, hasta dibujos coloreados que reproducen sintéticamente vistas de la regiones visitadas por el artista. En base a la documentación hallada, conviene destacar dos aspectos: su particular relación, entre amigable y distante, con los potenciales compradores que se acercaban al estudio; y la falta de recursos, como una constante de toda su existencia. Su naturaleza caprichosa y contradictoria, a menudo complicaba la negociación con los clientes, porque podía terminar regalando la obra o bien, decidir no venderla. Esta modalidad contribuyó a incrementar las dificultades económicas que desde un principio tuvo que afrontar. Un ejemplo de lo antedicho es el contenido de una carta que le envía a don Luis Arena desde Roma el 3 de febrero de 1953: “La presente es para pedirle un servicio con todo el dolor de mi alma y es que debido a la carestía de la vida pues cuesta mucho comer y viajar y los museos –y como somos dos– imagínese y yo con el temperamento de artista no lo pensé y es que si Ud. puede me envíe en calidad de préstamo 2000$ pesos (Dos mil) […]”.
Frente y dorso de carta desde Roma 13-02-1953
pués, en 1953 como ya vimos, emprende un segundo viaje a Italia. Esta vez llega a Roma y manifiesta explícitamente su sorpresa y admiración por la capital del viejo imperio, a tal punto, que decide no ir a Francia ni España, como tenía previsto, para centrar su atención en lo que considera todo un descubrimiento para su espíritu: “Roma me dominó y me puse a pintarla y a quererla, –así el tiempo de Francia y España lo dejo para Italia” (Carta a don Luis Arena, Roma 13-2-1953).
Durante su primer viaje a Europa, Victorica visita Venecia, donde se siente especialmente atraído por la pintura de Tiziano y Veronese. Muchos años des-
Antes todavía de su último viaje a Italia, del cual regresó con la salud quebrantada, Victorica ya había dado lo mejor de su arte. Fue convocado para la primera edición del Premio Palanza, llegó a integrar, como miembro de número, la Academia Nacional de Bellas Artes y llevó a cabo una retrospectiva de su obra en una galería de la calle Florida. “En el mundo artístico de Buenos Aires esa exposición significó un acontecimiento. Victorica —de manera muy evidente— sigue siendo uno de los más firmes valores de nuestra plástica. Su obra, de tan visible madurez espiritual y técnica, es la expresión, no sólo de una feliz concurrencia de facultades poco co-
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Otra, del mismo lugar, pero con fecha 21 de febrero de 1953, agradece la recepción de lo solicitado en estos términos: “Le comento por la presente que ya recibí 103.600 liras, muchísimas gracias de nuevo […]”.
“Por eso bien podría decirse que Victorica, en la última y más brillante etapa de su carrera, nos ha ofrecido una apoteosis de lo inconcluso: de lo que queda inconcluso porque fluye y es viviente”.9
Algunas cartas que conservan los hijos del conocido coleccionista Luis Arena, confirman la presencia de Victorica en Santiago de Chile, La Paz, Mar del Plata, Parma y Roma. Además de la precisión que nos dan sobre las fechas (Chile, enero de 1951; Mar del Plata, diciembre del mismo año; La Paz, enero de 1952 y Roma, febrero de 1953), muy importante para elaborar una cronología verídica, estas cartas o tarjetas postales proporcionan información y algunas de ellas, hasta dibujos coloreados que reproducen sintéticamente vistas de la regiones visitadas por el artista. En base a la documentación hallada, conviene destacar dos aspectos: su particular relación, entre amigable y distante, con los potenciales compradores que se acercaban al estudio; y la falta de recursos, como una constante de toda su existencia. Su naturaleza caprichosa y contradictoria, a menudo complicaba la negociación con los clientes, porque podía terminar regalando la obra o bien, decidir no venderla. Esta modalidad contribuyó a incrementar las dificultades económicas que desde un principio tuvo que afrontar. Un ejemplo de lo antedicho es el contenido de una carta que le envía a don Luis Arena desde Roma el 3 de febrero de 1953: “La presente es para pedirle un servicio con todo el dolor de mi alma y es que debido a la carestía de la vida pues cuesta mucho comer y viajar y los museos –y como somos dos– imagínese y yo con el temperamento de artista no lo pensé y es que si Ud. puede me envíe en calidad de préstamo 2000$ pesos (Dos mil) […]”.
Frente y dorso de carta desde Roma 13-02-1953
pués, en 1953 como ya vimos, emprende un segundo viaje a Italia. Esta vez llega a Roma y manifiesta explícitamente su sorpresa y admiración por la capital del viejo imperio, a tal punto, que decide no ir a Francia ni España, como tenía previsto, para centrar su atención en lo que considera todo un descubrimiento para su espíritu: “Roma me dominó y me puse a pintarla y a quererla, –así el tiempo de Francia y España lo dejo para Italia” (Carta a don Luis Arena, Roma 13-2-1953).
Durante su primer viaje a Europa, Victorica visita Venecia, donde se siente especialmente atraído por la pintura de Tiziano y Veronese. Muchos años des-
Antes todavía de su último viaje a Italia, del cual regresó con la salud quebrantada, Victorica ya había dado lo mejor de su arte. Fue convocado para la primera edición del Premio Palanza, llegó a integrar, como miembro de número, la Academia Nacional de Bellas Artes y llevó a cabo una retrospectiva de su obra en una galería de la calle Florida. “En el mundo artístico de Buenos Aires esa exposición significó un acontecimiento. Victorica —de manera muy evidente— sigue siendo uno de los más firmes valores de nuestra plástica. Su obra, de tan visible madurez espiritual y técnica, es la expresión, no sólo de una feliz concurrencia de facultades poco co-
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Otra, del mismo lugar, pero con fecha 21 de febrero de 1953, agradece la recepción de lo solicitado en estos términos: “Le comento por la presente que ya recibí 103.600 liras, muchísimas gracias de nuevo […]”.
munes, sino asimismo, de una conducta artística, de la consagración sin reservas a los dictados de una vocación que ha tenido la energía suficiente para eludir esas tentaciones debilitadoras que para un artista suelen ser las cátedras, los puestos, ciertas distinciones más o menos mundanas”.10 En 1951 fue invitado a exponer sus trabajos en el marco del Salón Nacional, inaugurando una nueva modalidad del certamen. Fueron seleccionadas diecisiete pinturas de toda la cosecha, con el objeto de destacar la labor del maestro: “Correspondió la invitación, esta vez, a uno de nuestros pintores de más incuestionable mérito. Nos referimos al maestro Miguel Carlos Victorica, cuya trayectoria en el arte, libre de toda atadura que no responda al cumplimiento de una vocación irrenunciable, puede proponerse como ejemplo a las nuevas generaciones argentinas”.11
Ya por entonces, las voces que silenciaron las primeras apariciones de Victorica en las arenas artísticas, habían sido reemplazadas por numerosos y significativos comentarios sobre la originalidad y trascendencia de su pintura. Cuando en 1949 obtiene el Primer Premio de pintura Ministro de la Gobernación Manuel S. Mainer, en el VIIIº Salón de Arte de Mar del Plata, la crónica refiere el hecho con las siguientes palabras:
Miguel Carlos Victorica, 1953
personalidad […] con la certidumbre de que sus cuadros tienen la trascendencia a lo permanente y de que su alto ejemplo no morirá” (10 de febrero de 1955, p.2).
“Tócanos despedir a una de las glorias más auténticas del arte argentino. Ha muerto Miguel Carlos Victorica, el gran pintor, que quienes admiran su obra y valoran su
En tanto que notas similares aparecen en la revista Plática (Nº 13, marzo de 1955, p.11) y en la revista Continente (Nº 95, febrero de 1955, p.43), entre otras. Varios homenajes siguieron a las notas en los periódicos. Con tal motivo, se hicieron exposiciones del artista en la Galería Bonino, en la Sociedad Hebraica Argentina, en la Galería Van Riel y en el Museo Rosa Galisteo de Rodríguez, como parte del XXXIIº Salón Anual de Santa Fe.También la Sociedad Argentina de Artistas Plásticos lo honra con una exposición póstuma de sus obras en el Salón Peuser. La presencia de Victorica en las salas de Buenos Aires, sigue siendo una constante hasta nuestros días. Generalmente, sus obras forman parte de exposiciones temáticas colectivas o integran la exhibición de conjuntos pertenecientes a museos y colecciones privadas, pero también se han llevado a cabo muestras dedicadas exclusivamente a exaltar el talento y la trayectoria del recordado maestro. Curiosamente, un pintor de nuestro tiempo, Alfredo Prior, le dedica una poesía a su talento, a su estilo y a su expresión, inspirada en ciertas imágenes del artista.
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“[...] uno de los pintores que entre nosotros ha desarrollado más amplia e intensa trayectoria ascendente conquistó esa recompensa con Balcón, óleo que lo muestra en la plenitud de sus medios expresivos”.12
No cabe duda de que expresiones como éstas sellan de alguna manera, el reconocimiento y el respeto de los contemporáneos por esta figura señera que se agranda y empieza a ocupar un lugar entre los que, rompiendo con el clasicismo académico, se arriesgaron en el camino de una forma genuina de expresión. Miguel Carlos Victorica muere, en la misma ciudad que lo vio nacer, el 9 de febrero de 1955. El diario La Nación lo despide con estas palabras:
munes, sino asimismo, de una conducta artística, de la consagración sin reservas a los dictados de una vocación que ha tenido la energía suficiente para eludir esas tentaciones debilitadoras que para un artista suelen ser las cátedras, los puestos, ciertas distinciones más o menos mundanas”.10 En 1951 fue invitado a exponer sus trabajos en el marco del Salón Nacional, inaugurando una nueva modalidad del certamen. Fueron seleccionadas diecisiete pinturas de toda la cosecha, con el objeto de destacar la labor del maestro: “Correspondió la invitación, esta vez, a uno de nuestros pintores de más incuestionable mérito. Nos referimos al maestro Miguel Carlos Victorica, cuya trayectoria en el arte, libre de toda atadura que no responda al cumplimiento de una vocación irrenunciable, puede proponerse como ejemplo a las nuevas generaciones argentinas”.11
Ya por entonces, las voces que silenciaron las primeras apariciones de Victorica en las arenas artísticas, habían sido reemplazadas por numerosos y significativos comentarios sobre la originalidad y trascendencia de su pintura. Cuando en 1949 obtiene el Primer Premio de pintura Ministro de la Gobernación Manuel S. Mainer, en el VIIIº Salón de Arte de Mar del Plata, la crónica refiere el hecho con las siguientes palabras:
Miguel Carlos Victorica, 1953
personalidad […] con la certidumbre de que sus cuadros tienen la trascendencia a lo permanente y de que su alto ejemplo no morirá” (10 de febrero de 1955, p.2).
“Tócanos despedir a una de las glorias más auténticas del arte argentino. Ha muerto Miguel Carlos Victorica, el gran pintor, que quienes admiran su obra y valoran su
En tanto que notas similares aparecen en la revista Plática (Nº 13, marzo de 1955, p.11) y en la revista Continente (Nº 95, febrero de 1955, p.43), entre otras. Varios homenajes siguieron a las notas en los periódicos. Con tal motivo, se hicieron exposiciones del artista en la Galería Bonino, en la Sociedad Hebraica Argentina, en la Galería Van Riel y en el Museo Rosa Galisteo de Rodríguez, como parte del XXXIIº Salón Anual de Santa Fe.También la Sociedad Argentina de Artistas Plásticos lo honra con una exposición póstuma de sus obras en el Salón Peuser. La presencia de Victorica en las salas de Buenos Aires, sigue siendo una constante hasta nuestros días. Generalmente, sus obras forman parte de exposiciones temáticas colectivas o integran la exhibición de conjuntos pertenecientes a museos y colecciones privadas, pero también se han llevado a cabo muestras dedicadas exclusivamente a exaltar el talento y la trayectoria del recordado maestro. Curiosamente, un pintor de nuestro tiempo, Alfredo Prior, le dedica una poesía a su talento, a su estilo y a su expresión, inspirada en ciertas imágenes del artista.
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“[...] uno de los pintores que entre nosotros ha desarrollado más amplia e intensa trayectoria ascendente conquistó esa recompensa con Balcón, óleo que lo muestra en la plenitud de sus medios expresivos”.12
No cabe duda de que expresiones como éstas sellan de alguna manera, el reconocimiento y el respeto de los contemporáneos por esta figura señera que se agranda y empieza a ocupar un lugar entre los que, rompiendo con el clasicismo académico, se arriesgaron en el camino de una forma genuina de expresión. Miguel Carlos Victorica muere, en la misma ciudad que lo vio nacer, el 9 de febrero de 1955. El diario La Nación lo despide con estas palabras:
A Miguel Carlos Victorica Ese ritmo —constelación de ajos y cebollas— nace de proporciones no medidas. Su obra fue más compromiso que contrato. Mi paisaje preferido es el hombre —dijo argentino, y fue luna. Pero al hombre todos los contornos lo recorren y corroen. En su centro lo encuentran, Zona de infinitud donde lo terrible arriva. ¡Perejiles! pensad estudiantes que los designios de cada generación se cumplen para que no se cumpla otra: definición de oscuridad aún no conocida Miguel Carlos, con el corazón en la boca, fue en sus días (pero no en todas sus noches) enfrentamiento y sangre. (Página 12, sábado 30 de octubre de 2004)
Notas 1 Manuel Mujica Láinez: Victorica 1884-1955, Buenos Aires, ed. Bonino, 1955 2 Jorge Larco: Miguel Carlos Victorica, Buenos Aires, Losada, 1954, p.14 3 Julio Rinaldini: Miguel Carlos Victorica, en: Catálogo de la Exposición Amigos del Arte, mayo de 1931 4 Marcos Estrada: Miguel C. Victorica, Remembranza, Buenos Aires, Cajica, 1965, p. 9 5 Charles Sterling: La nature morte, de l’Antiquité au XXe siècle, Paris, Macula, 1985 6 Beatriz Huberman: Miguel Carlos Victorica, en: Ver y Estimar, números 29-30, noviembre de 1952, p.118 7 Ibídem Nota 4 8 Manuel Mujica Láinez: Sobre un autorretrato de Victorica, en: Lyra, núm. 248-249, setiembre de 1982,
p.42 9 Julio E. Payró: Miguel Carlos Victorica, Colección Los homenajes, Buenos Aires, 1957 10 Cayetano Córdova Iturburu: La exposición de Victorica, en Continente, Nº 39, junio de 1950, p.124 11 El Salón Nacional de Bellas Artes, en: Continente, Nº 56, noviembre de 1951 12 Joaquín F. Dávila:Valores en el VIII Salón de Arte de Mar del Plata, en: Continente, N13
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Retratos y desnudos
A Miguel Carlos Victorica Ese ritmo —constelación de ajos y cebollas— nace de proporciones no medidas. Su obra fue más compromiso que contrato. Mi paisaje preferido es el hombre —dijo argentino, y fue luna. Pero al hombre todos los contornos lo recorren y corroen. En su centro lo encuentran, Zona de infinitud donde lo terrible arriva. ¡Perejiles! pensad estudiantes que los designios de cada generación se cumplen para que no se cumpla otra: definición de oscuridad aún no conocida Miguel Carlos, con el corazón en la boca, fue en sus días (pero no en todas sus noches) enfrentamiento y sangre. (Página 12, sábado 30 de octubre de 2004)
Notas 1 Manuel Mujica Láinez: Victorica 1884-1955, Buenos Aires, ed. Bonino, 1955 2 Jorge Larco: Miguel Carlos Victorica, Buenos Aires, Losada, 1954, p.14 3 Julio Rinaldini: Miguel Carlos Victorica, en: Catálogo de la Exposición Amigos del Arte, mayo de 1931 4 Marcos Estrada: Miguel C. Victorica, Remembranza, Buenos Aires, Cajica, 1965, p. 9 5 Charles Sterling: La nature morte, de l’Antiquité au XXe siècle, Paris, Macula, 1985 6 Beatriz Huberman: Miguel Carlos Victorica, en: Ver y Estimar, números 29-30, noviembre de 1952, p.118 7 Ibídem Nota 4 8 Manuel Mujica Láinez: Sobre un autorretrato de Victorica, en: Lyra, núm. 248-249, setiembre de 1982,
p.42 9 Julio E. Payró: Miguel Carlos Victorica, Colección Los homenajes, Buenos Aires, 1957 10 Cayetano Córdova Iturburu: La exposición de Victorica, en Continente, Nº 39, junio de 1950, p.124 11 El Salón Nacional de Bellas Artes, en: Continente, Nº 56, noviembre de 1951 12 Joaquín F. Dávila:Valores en el VIII Salón de Arte de Mar del Plata, en: Continente, N13
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Retratos y desnudos
Franchise, 1913. Ă“leo sobre tela, 61 x 50,5 cm. Col. Museo Nacional de Bellas Artes
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Franchise, 1913. Ă“leo sobre tela, 61 x 50,5 cm. Col. Museo Nacional de Bellas Artes
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Cabeza masculina, s/f. Óleo sobre tela, 55 x 45 cm. Col. particular
Cabeza femenina. Óleo sobre cartón, 46 x 39,5 cm. Col. particular
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Cabeza masculina, s/f. Óleo sobre tela, 55 x 45 cm. Col. particular
Cabeza femenina. Óleo sobre cartón, 46 x 39,5 cm. Col. particular
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Sin título. Óleo sobre cartón, 60 x 50 cm. Col. particular
Homenaje a Rembrandt (Figura), 1927. Óleo sobre tela, 44 x 40 cm (vista). Col. Mauricio Isaac Neuman
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Sin título. Óleo sobre cartón, 60 x 50 cm. Col. particular
Homenaje a Rembrandt (Figura), 1927. Óleo sobre tela, 44 x 40 cm (vista). Col. Mauricio Isaac Neuman
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Apunte de mi madre, 1914. Dibujo sobre papel, 36 x 40 cm. Col. Museo de Bellas Artes de La Boca Benito Quinquela Martín Página opuesta: Mi madre, c. 1914. Óleo sobre tela, 100 x 74 cm. Col. Museo de Bellas Artes de La Boca Benito Quinquela Martín - 32 -
Apunte de mi madre, 1914. Dibujo sobre papel, 36 x 40 cm. Col. Museo de Bellas Artes de La Boca Benito Quinquela Martín Página opuesta: Mi madre, c. 1914. Óleo sobre tela, 100 x 74 cm. Col. Museo de Bellas Artes de La Boca Benito Quinquela Martín - 32 -
Mi tía Catalina, 1951. Óleo sobre tela, 61,5 x 50 cm. Col. Museo Nacional de Bellas Artes Página opuesta: Mi tía, 1926. Óleo sobre tela, 121 x 90 cm. Col. Museo de Artes Plásticas Eduardo Sívori
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Mi tía Catalina, 1951. Óleo sobre tela, 61,5 x 50 cm. Col. Museo Nacional de Bellas Artes Página opuesta: Mi tía, 1926. Óleo sobre tela, 121 x 90 cm. Col. Museo de Artes Plásticas Eduardo Sívori
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El secretario, 1935. Óleo sobre tela, 120 x 90 cm. Col. Museo de Artes Plásticas Eduardo Sívori
Cocina bohemia, 1941. Óleo sobre tela, 151 x 118,7 cm. Col. Museo Nacional de Bellas Artes
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El secretario, 1935. Óleo sobre tela, 120 x 90 cm. Col. Museo de Artes Plásticas Eduardo Sívori
Cocina bohemia, 1941. Óleo sobre tela, 151 x 118,7 cm. Col. Museo Nacional de Bellas Artes
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Retrato del escultor Madariaga, 1912. Óleo sobre tela, 116 x 89 cm. Col. Museo Nacional de Bellas Artes
Benito Quinquela Martín, 1923. Óleo sobre tela, 93 x 75 cm. Col. Museo Municipal de Bellas Artes Juan B. Castagnino
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Retrato del escultor Madariaga, 1912. Óleo sobre tela, 116 x 89 cm. Col. Museo Nacional de Bellas Artes
Benito Quinquela Martín, 1923. Óleo sobre tela, 93 x 75 cm. Col. Museo Municipal de Bellas Artes Juan B. Castagnino
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Carlos Otto Müller, 1926. Óleo sobre tela, 100 x 80 cm. Col. Carlos Otto Müller Página opuesta: Autorretrato, 1936-1946. Óleo sobre tela, 120 x 94 cm. Col. Museo Nacional de Bellas Artes
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Carlos Otto Müller, 1926. Óleo sobre tela, 100 x 80 cm. Col. Carlos Otto Müller Página opuesta: Autorretrato, 1936-1946. Óleo sobre tela, 120 x 94 cm. Col. Museo Nacional de Bellas Artes
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Retrato, c. 1930. Ă“leo sobre tela, 89 x 97 cm. Col. Mauricio Isaac Neuman
Autorretrato, c. 1930. Ă“leo sobre tela, 50 x 40,5 cm. Col. particular
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Retrato, c. 1930. Ă“leo sobre tela, 89 x 97 cm. Col. Mauricio Isaac Neuman
Autorretrato, c. 1930. Ă“leo sobre tela, 50 x 40,5 cm. Col. particular
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Hombre del pueblo, c.1930. Óleo sobre tela, 100 x 70 cm. Col. particular
Meditación, c. 1930. Óleo sobre tela, 96 x 107 cm. Col. Museo de Bellas Artes de La Boca Benito Quinquela Martín
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Hombre del pueblo, c.1930. Óleo sobre tela, 100 x 70 cm. Col. particular
Meditación, c. 1930. Óleo sobre tela, 96 x 107 cm. Col. Museo de Bellas Artes de La Boca Benito Quinquela Martín
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La cancionera, 1932. Pastel sobre papel, 121 x 106 cm Col. Museo de Bellas Artes de La Boca Benito Quinquela MartĂn
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La cancionera, 1932. Pastel sobre papel, 121 x 106 cm Col. Museo de Bellas Artes de La Boca Benito Quinquela MartĂn
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Pensativa, c. 1915. Óleo sobre tela, 54 x 44 cm. Col. Museo de Bellas Artes de la Boca Benito Quinquela Martín Página opuesta: Retrato de don Andrés Garmendia Uranga, 1941. Óleo sobre tela, 96,5 x 78,5 cm. Col. particular
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Pensativa, c. 1915. Óleo sobre tela, 54 x 44 cm. Col. Museo de Bellas Artes de la Boca Benito Quinquela Martín Página opuesta: Retrato de don Andrés Garmendia Uranga, 1941. Óleo sobre tela, 96,5 x 78,5 cm. Col. particular
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Cristo, 1954. Óleo sobre tela, 55 x 45,5 cm. Col. particular Página opuesta: El precursor, 1945. Óleo sobre tela, 200 x 79 cm. Col. Museo de Artes Plásticas Eduardo Sívori
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Cristo, 1954. Óleo sobre tela, 55 x 45,5 cm. Col. particular Página opuesta: El precursor, 1945. Óleo sobre tela, 200 x 79 cm. Col. Museo de Artes Plásticas Eduardo Sívori
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El collar de Venecia, 1914. Ă“leo sobre tela, 115 x 90 cm. Col. particular
Desnudo (Supersticiosa), 1923. Ă“leo sobre tela, 115 x 146 cm. Col. Museo Nacional de Bellas Artes
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El collar de Venecia, 1914. Ă“leo sobre tela, 115 x 90 cm. Col. particular
Desnudo (Supersticiosa), 1923. Ă“leo sobre tela, 115 x 146 cm. Col. Museo Nacional de Bellas Artes
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Desnudo de mujer reclinado, s/f. Óleo sobre tela, 53 x 84 cm. Col. Mauricio Isaac Neuman
Francine, 1932. Óleo sobre tela, 125 x 101 cm. Col. Museo de Artes Plásticas Eduardo Sívori
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Desnudo de mujer reclinado, s/f. Óleo sobre tela, 53 x 84 cm. Col. Mauricio Isaac Neuman
Francine, 1932. Óleo sobre tela, 125 x 101 cm. Col. Museo de Artes Plásticas Eduardo Sívori
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Naturalezas muertas y paisajes
Desnudo de hombre o Ruinas JesuĂticas, 1950. Ă“leo sobre tela, 120 x 145 cm. Col. Mauricio Isaac Neuman
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Naturalezas muertas y paisajes
Desnudo de hombre o Ruinas JesuĂticas, 1950. Ă“leo sobre tela, 120 x 145 cm. Col. Mauricio Isaac Neuman
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Naturaleza muerta, 1912. Ă“leo sobre tela sobre madera, 17 x 23 cm. Col. particular
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Naturaleza muerta, 1912. Ă“leo sobre tela sobre madera, 17 x 23 cm. Col. particular
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Naturaleza muerta, c. 1950. Óleo sobre cartón entelado, 40 x 50 cm. Col. Mauricio Isaac Neuman Página opuesta: Naturaleza muerta, 1951. Óleo sobre tela, 75 x 60 cm. Col. particular
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Naturaleza muerta, c. 1950. Óleo sobre cartón entelado, 40 x 50 cm. Col. Mauricio Isaac Neuman Página opuesta: Naturaleza muerta, 1951. Óleo sobre tela, 75 x 60 cm. Col. particular
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La torre Eiffel, 1911. Óleo sobre cartón, 21,5 x 16,5 cm (vista). Col. Roberto Malkassian
Impresión de Francia, c.1915. Óleo sobre hardboard, 34 x 26 cm. Col. Galería Vermeer.
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La torre Eiffel, 1911. Óleo sobre cartón, 21,5 x 16,5 cm (vista). Col. Roberto Malkassian
Impresión de Francia, c.1915. Óleo sobre hardboard, 34 x 26 cm. Col. Galería Vermeer.
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Montmartre, 1916. Óleo sobre cartón entelado, 43 x 56,5 cm. Col. Museo de Artes Plásticas Eduardo Sívori
Notre Dame de París y estatua de Carlo Magno bajo la niebla, 1916. Óleo sobre cartón, 37 x 25 cm. Col. particular
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Montmartre, 1916. Óleo sobre cartón entelado, 43 x 56,5 cm. Col. Museo de Artes Plásticas Eduardo Sívori
Notre Dame de París y estatua de Carlo Magno bajo la niebla, 1916. Óleo sobre cartón, 37 x 25 cm. Col. particular
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Paisaje (Parque Lezama), c. 1925. Óleo sobre cartón, 14 x 20 cm. Col. particular
Paisaje (Parque Lezama), c. 1925. Óleo sobre cartón, 25 x 33,5 cm. Col. particular
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Paisaje (Parque Lezama), c. 1925. Óleo sobre cartón, 14 x 20 cm. Col. particular
Paisaje (Parque Lezama), c. 1925. Óleo sobre cartón, 25 x 33,5 cm. Col. particular
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Paso a nivel, 1929. Óleo sobre cartón, 23 x 26 cm. Col. particular
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Paso a nivel, 1929. Óleo sobre cartón, 23 x 26 cm. Col. particular
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Paisaje, c. 1930. Óleo sobre cartón, 19 x 25 cm. Col. Mauricio Isaac Neuman
Paisaje de Córdoba, c. 1940. Óleo sobre cartón, 27 x 35 cm. Col. particular
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Paisaje, c. 1930. Óleo sobre cartón, 19 x 25 cm. Col. Mauricio Isaac Neuman
Paisaje de Córdoba, c. 1940. Óleo sobre cartón, 27 x 35 cm. Col. particular
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Paisaje de Córdoba, c. 1940. Óleo sobre cartón, 27,5 x 34,5 cm. Col. particular
Paisaje, 1943. Óleo sobre cartón entelado, 47,5 x 58 cm (vista). Col. Roberto Malkassian
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Paisaje de Córdoba, c. 1940. Óleo sobre cartón, 27,5 x 34,5 cm. Col. particular
Paisaje, 1943. Óleo sobre cartón entelado, 47,5 x 58 cm (vista). Col. Roberto Malkassian
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Paisaje de Córdoba, c. 1940. Óleo sobre cartón, 18 x 23,5 cm. Col. particular Paisaje, c. 1940. Óleo sobre cartón, 17 x 26 cm. Col. particular
Paisaje, c. 1940. Óleo sobre cartón, 23,5 x 30,5 cm. Col. particular
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Paisaje de Córdoba, c. 1940. Óleo sobre cartón, 18 x 23,5 cm. Col. particular Paisaje, c. 1940. Óleo sobre cartón, 17 x 26 cm. Col. particular
Paisaje, c. 1940. Óleo sobre cartón, 23,5 x 30,5 cm. Col. particular
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Convento en Río Ceballos, 1941. Óleo sobre cartón, 15,5 x 24,5 cm. Col. particular
Paisaje de Córdoba, c. 1940. Óleo sobre tela, 45 x 55,5 cm. Col. particular
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Convento en Río Ceballos, 1941. Óleo sobre cartón, 15,5 x 24,5 cm. Col. particular
Paisaje de Córdoba, c. 1940. Óleo sobre tela, 45 x 55,5 cm. Col. particular
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Paisaje de Toledo, 1949. Sobre la paleta del pintor. Col. particular
Paisaje de Córdoba, 1943. Óleo sobre cartón, 50 x 37 cm. Col. particular
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Paisaje de Toledo, 1949. Sobre la paleta del pintor. Col. particular
Paisaje de Córdoba, 1943. Óleo sobre cartón, 50 x 37 cm. Col. particular
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Paisaje, c.1946. Óleo sobre cartón, 34 x 27 cm. Col. Galería Vermeer
Llegada a Luján, 1947. Óleo sobre cartón, 19 x 21 cm. Col. particular
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Paisaje, c.1946. Óleo sobre cartón, 34 x 27 cm. Col. Galería Vermeer
Llegada a Luján, 1947. Óleo sobre cartón, 19 x 21 cm. Col. particular
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Ruinas de Mendoza, c. 1940. Óleo sobre tela, 35 x 28 cm. Col. Mauricio Isaac Neuman
Sin título, 1952. Óleo sobre cartón, 29 x 33,5 cm. Col. particular
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Ruinas de Mendoza, c. 1940. Óleo sobre tela, 35 x 28 cm. Col. Mauricio Isaac Neuman
Sin título, 1952. Óleo sobre cartón, 29 x 33,5 cm. Col. particular
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Apéndice
Plaza Essedra (Roma), 1953. Óleo sobre cartón, 12 x 16 cm. Col. particular
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Apéndice
Plaza Essedra (Roma), 1953. Óleo sobre cartón, 12 x 16 cm. Col. particular
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Cronología Ana Canakis
E. Madariaga (1912) y Cabeza de estudio. Lleva a cabo la decoración del despacho del titular del Ministerio de Obras Públicas de la Nación, y concreta una exposición en L’eclectique, París.
1926 Integra la lista de artistas admitidos en el Salón Nacional con el óleo El expatriado, por el cual obtiene el Segundo Premio.
1918 Regresa a Buenos Aires. Expone nuevamente en el Salón Nacional tres obras: Impresión sobre mi madre, Franchise (MNBA) y Autorretrato. Seguirá presentándose en el mencionado salón, en reiteradas oportunidades a lo largo de toda su carrera artística.
1927 Dos óleos, Don B.Q.M (Benito Quinquela Martín) y Doña C.G.R. (Catalina González Rivadavia), confirman nuevamente su presencia en el Salón Oficial. Participa del IVº Salón Anual de Santa Fe con el óleo de 1924, Cabeza de Estudio.
1911 Después del fallecimiento de su padre, viaja a Europa con una beca oficial que le permite continuar sus estudios en el Viejo Mundo. Pasa por España y hace viajes cortos a los Países Bajos, Suiza e Italia. En París asiste al taller de Désiré Lucas, alumno de Bouguereau y representante de la corriente académica finisecular. Visita los museos y copia las obras de los grandes maestros.
1922 Muere la madre. Instala su taller en la Vuelta de Rocha, Pedro de Mendoza 2087, en la antigua propiedad de los Cichero, donde también habían recalado Lacámera y Quinquela.
1929 Participa del Nuevo Salón, del VIº Salón Anual de Santa Fe y del XVº Salón de Acuarelistas, Pastelistas y Grabadores de Buenos Aires; en este último, con el Retrato del señor Blas Molina.
1923 En el Salón Nacional presenta dos óleos: Retrato del Sr. Orlando Stagnaro y Supersticiosa (MNBA).
1930 Integra el Salón de Pintores y Escultores Modernos, realizado en la Asociación Amigos del Arte de Buenos Aires.
1917 Realiza su primer envío al Salón Nacional con tres óleos: El collar de Venecia (1914), Retrato del escultor español
1925 Se presenta en el Salón Oficial con cuatro obras: Retrato de mi discípulo, Cuaraghy Rayhí (La hija del sol), El amigo fiel y Estudio.
1931 Lleva a cabo la primera muestra individual en Amigos del Arte. Participa del Salón Nacional con el óleo que le hace al
1884 Nace en Buenos Aires el 4 de enero. Hijo de Miguel Calixto Victorica Peralta y de Manuela González Rivadavia Argerich. Estudia en el Colegio Lacordaire, mientras toma sus primeras lecciones de arte con el profesor Ottorino Pugnaloni. 1901 Ingresa en la Academia de la Sociedad Estímulo de Bellas Artes, donde permanece hasta 1906. Fueron sus maestros Ernesto de la Cárcova, Angel della Valle, Reinaldo Giudice y Eduardo Sívori.
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Cronología Ana Canakis
E. Madariaga (1912) y Cabeza de estudio. Lleva a cabo la decoración del despacho del titular del Ministerio de Obras Públicas de la Nación, y concreta una exposición en L’eclectique, París.
1926 Integra la lista de artistas admitidos en el Salón Nacional con el óleo El expatriado, por el cual obtiene el Segundo Premio.
1918 Regresa a Buenos Aires. Expone nuevamente en el Salón Nacional tres obras: Impresión sobre mi madre, Franchise (MNBA) y Autorretrato. Seguirá presentándose en el mencionado salón, en reiteradas oportunidades a lo largo de toda su carrera artística.
1927 Dos óleos, Don B.Q.M (Benito Quinquela Martín) y Doña C.G.R. (Catalina González Rivadavia), confirman nuevamente su presencia en el Salón Oficial. Participa del IVº Salón Anual de Santa Fe con el óleo de 1924, Cabeza de Estudio.
1911 Después del fallecimiento de su padre, viaja a Europa con una beca oficial que le permite continuar sus estudios en el Viejo Mundo. Pasa por España y hace viajes cortos a los Países Bajos, Suiza e Italia. En París asiste al taller de Désiré Lucas, alumno de Bouguereau y representante de la corriente académica finisecular. Visita los museos y copia las obras de los grandes maestros.
1922 Muere la madre. Instala su taller en la Vuelta de Rocha, Pedro de Mendoza 2087, en la antigua propiedad de los Cichero, donde también habían recalado Lacámera y Quinquela.
1929 Participa del Nuevo Salón, del VIº Salón Anual de Santa Fe y del XVº Salón de Acuarelistas, Pastelistas y Grabadores de Buenos Aires; en este último, con el Retrato del señor Blas Molina.
1923 En el Salón Nacional presenta dos óleos: Retrato del Sr. Orlando Stagnaro y Supersticiosa (MNBA).
1930 Integra el Salón de Pintores y Escultores Modernos, realizado en la Asociación Amigos del Arte de Buenos Aires.
1917 Realiza su primer envío al Salón Nacional con tres óleos: El collar de Venecia (1914), Retrato del escultor español
1925 Se presenta en el Salón Oficial con cuatro obras: Retrato de mi discípulo, Cuaraghy Rayhí (La hija del sol), El amigo fiel y Estudio.
1931 Lleva a cabo la primera muestra individual en Amigos del Arte. Participa del Salón Nacional con el óleo que le hace al
1884 Nace en Buenos Aires el 4 de enero. Hijo de Miguel Calixto Victorica Peralta y de Manuela González Rivadavia Argerich. Estudia en el Colegio Lacordaire, mientras toma sus primeras lecciones de arte con el profesor Ottorino Pugnaloni. 1901 Ingresa en la Academia de la Sociedad Estímulo de Bellas Artes, donde permanece hasta 1906. Fueron sus maestros Ernesto de la Cárcova, Angel della Valle, Reinaldo Giudice y Eduardo Sívori.
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poeta boquense Bartolomé Botto. Participa del VIIIº Salón Anual de Santa Fe con las obras Adolescente y Cabeza de estudio.
1943 Con la obra Navidad gana el Premio Comisión Nacional de Bellas Artes en el XXº Salón Anual de Santa Fe.
1932 Se hace acreedor al Primer Premio por su obra Francine (MES), en el ya clásico Salón de Primavera.
1946 Recibe el Primer Premio Adquisición en el IIº Salón Municipal de Otoño de Artes Plásticas con el óleo El precursor (MES). Expone en la Galería Peuser. Se presenta en el Salón Nacional con el óleo El profesor Pascual Fittipaldi.
1933 Se presenta con Un médico (MJBC) en el Salón Nacional. 1934 Nuevamente en el Salón Nacional con Retrato del Dr. Carlos Müller. 1935 Un año después, con El secretario (MES). 1936 Otra vez en el Salón Anual con Autorretrato. 1940 Participa del XVIIº Salón Anual de Santa Fe, con Surprise. 1941 En el Salón Nacional obtiene el Gran Premio Adquisición con el óleo Cocina
Foto dedicada a Fortunato Lacámera, 1934
bohemia (MNBA). La Agrupación Impulso orgniza un homenaje al pintor. 1942 Invitado de Honor del XIXº Salón Anual de Santa Fe. Exposición retrospectiva de sus obras en el Centro Argentino de Ingenieros. Expone en el Décimo Salón de Arte de La Plata. Participa del VI Salón Anual de la Asociación Estímulo de Bellas Artes. - 88 -
Gobernación Manuel S. Mainar. Expone sus obras en la Sociedad Hebraica Argentina. Realiza una muestra en la Galería Antú y otra en el Ateneo de Quilmes. También expone sus óleos y dibujos en el Ateneo Popular de La Boca. 1950 Realiza una exposición retrospectiva de sus obras en la Galería Peuser.
1947 Fue invitado a participar en la primera edición del Premio Palanza. Integra, como miembro de número la Academia Nacional de Bellas Artes. Obtiene el Gran Premio Martín Rodríguez Galisteo en el XXIVº Salón Anual de Santa Fe con el óleo Otoño. Expone sus obras en las Salas I, II y III del Museo Rosa Galisteo de Rodríguez, Santa Fe.
1952 Integra el envío argentino a la Bienal de Venecia. Viaja a Bolivia. Obtiene el Gran Premio de Honor en el XXIXº Salón Anual de Santa Fe por la obra Jesús Nazareno. Expone en la Galería Bonino. Se lleva a cabo un homenaje al pintor en la Sociedad Argentina de Artistas Plásticos. Carta desde Roma, 03-02-1953
1953 Viaja a Roma, donde permanece una temporada pintando los distintos escenarios que ofrece la ciudad; también visita Florencia. A su regreso, nueva exposición individual en la Galería Bonino.
1948 Expone en la Galería Argentina. 1949 Participa del VIIIº Salón de Arte de Mar del Plata y obtiene el Primer Premio de Pintura Ministro de la
1951 Expone por primera vez en la Galería Bonino. Viaja a Chile. Expone Obras de la primera época en la Galería Serra. Inaugura una nueva modalidad del Salón Nacional, exponiendo diecisiete pinturas como artista invitado. Expuso en el Instituto Tecnológico del Sur (Bahía Blanca).
Junto a Anatole Saderman
1954 Participa de la Primera Exposición de Arte Sacro Moderno realizada en Buenos Aires en el mes de octubre; con la obra Fuente de vida, obtiene el Premio de - 89 -
Honor de Pintura: una medalla de plata realizada por Luis Aquino. Expone sus obras en la Asociación Estímulo de Bellas Artes y en la Galería Alcora. Jorge Larco publica su trabajo monográfico sobre el artista. Expone en la Galería Bonino. 1955 Fallece en Buenos Aires el 9 de febrero.
poeta boquense Bartolomé Botto. Participa del VIIIº Salón Anual de Santa Fe con las obras Adolescente y Cabeza de estudio.
1943 Con la obra Navidad gana el Premio Comisión Nacional de Bellas Artes en el XXº Salón Anual de Santa Fe.
1932 Se hace acreedor al Primer Premio por su obra Francine (MES), en el ya clásico Salón de Primavera.
1946 Recibe el Primer Premio Adquisición en el IIº Salón Municipal de Otoño de Artes Plásticas con el óleo El precursor (MES). Expone en la Galería Peuser. Se presenta en el Salón Nacional con el óleo El profesor Pascual Fittipaldi.
1933 Se presenta con Un médico (MJBC) en el Salón Nacional. 1934 Nuevamente en el Salón Nacional con Retrato del Dr. Carlos Müller. 1935 Un año después, con El secretario (MES). 1936 Otra vez en el Salón Anual con Autorretrato. 1940 Participa del XVIIº Salón Anual de Santa Fe, con Surprise. 1941 En el Salón Nacional obtiene el Gran Premio Adquisición con el óleo Cocina
Foto dedicada a Fortunato Lacámera, 1934
bohemia (MNBA). La Agrupación Impulso orgniza un homenaje al pintor. 1942 Invitado de Honor del XIXº Salón Anual de Santa Fe. Exposición retrospectiva de sus obras en el Centro Argentino de Ingenieros. Expone en el Décimo Salón de Arte de La Plata. Participa del VI Salón Anual de la Asociación Estímulo de Bellas Artes. - 88 -
Gobernación Manuel S. Mainar. Expone sus obras en la Sociedad Hebraica Argentina. Realiza una muestra en la Galería Antú y otra en el Ateneo de Quilmes. También expone sus óleos y dibujos en el Ateneo Popular de La Boca. 1950 Realiza una exposición retrospectiva de sus obras en la Galería Peuser.
1947 Fue invitado a participar en la primera edición del Premio Palanza. Integra, como miembro de número la Academia Nacional de Bellas Artes. Obtiene el Gran Premio Martín Rodríguez Galisteo en el XXIVº Salón Anual de Santa Fe con el óleo Otoño. Expone sus obras en las Salas I, II y III del Museo Rosa Galisteo de Rodríguez, Santa Fe.
1952 Integra el envío argentino a la Bienal de Venecia. Viaja a Bolivia. Obtiene el Gran Premio de Honor en el XXIXº Salón Anual de Santa Fe por la obra Jesús Nazareno. Expone en la Galería Bonino. Se lleva a cabo un homenaje al pintor en la Sociedad Argentina de Artistas Plásticos. Carta desde Roma, 03-02-1953
1953 Viaja a Roma, donde permanece una temporada pintando los distintos escenarios que ofrece la ciudad; también visita Florencia. A su regreso, nueva exposición individual en la Galería Bonino.
1948 Expone en la Galería Argentina. 1949 Participa del VIIIº Salón de Arte de Mar del Plata y obtiene el Primer Premio de Pintura Ministro de la
1951 Expone por primera vez en la Galería Bonino. Viaja a Chile. Expone Obras de la primera época en la Galería Serra. Inaugura una nueva modalidad del Salón Nacional, exponiendo diecisiete pinturas como artista invitado. Expuso en el Instituto Tecnológico del Sur (Bahía Blanca).
Junto a Anatole Saderman
1954 Participa de la Primera Exposición de Arte Sacro Moderno realizada en Buenos Aires en el mes de octubre; con la obra Fuente de vida, obtiene el Premio de - 89 -
Honor de Pintura: una medalla de plata realizada por Luis Aquino. Expone sus obras en la Asociación Estímulo de Bellas Artes y en la Galería Alcora. Jorge Larco publica su trabajo monográfico sobre el artista. Expone en la Galería Bonino. 1955 Fallece en Buenos Aires el 9 de febrero.
Exposiciones
IVº Salón Anual de Santa Fe. Museo Rosa Galisteo de Rodríguez, 1927 VI Salón Anual de Santa Fe. Iº de la Sociedad de Acuarelistas, Pastelistas y Grabadores. Museo Rosa Galisteo de Rodríguez, 1929 XVº Salón de la Sociedad de Acuarelistas, Pastelistas y Grabadores de Buenos Aires, 1929 Miguel Carlos Victorica. Asociación Amigos del Arte, mayo de 1931 VIIIº Salón Anual de Santa Fe. PinturaEscultura-Grabado. Museo Rosa Galisteo de Rodríguez, 1931 Exposición de Pintura Argentina. Salón Clayton, julio de 1932 Miguel Carlos Victorica - Troiano Troiani. IXº Exposición Hotel
Castelar, 1 al 15 de setiembre de 1932 La pintura de M.C.Victorica. Museo Municipal de Bellas Artes, 5 al 20 de noviembre de 1938 XVII Salón Anual de Santa Fe. PinturaEscultura-Grabado. Museo Rosa Galisteo de Rodríguez, 1940 Homenaje al artista pintor Miguel Carlos Victorica por haber obtenido el Gran Premio de Honor en el XXXIº Salón Nacional de Bellas Artes. Organizado por Impulso, 19 de octubre de 1941 M.C.Victorica. Invitado de Honor XIXº Salón de Santa Fe, 1942 Exposición Retrospectiva de las obras del pintor Miguel Carlos Victorica Gran
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Premio Nacional de Pintura de 1941 Centro Argentino de Ingenieros, 10 de noviembre al 10 de diciembre de 1942 XXº Salón Anual. Pintura-EsculturaGrabado. Museo Rosa Galisteo de Rodríguez, Santa Fe, 1943 II Salón Municipal de Otoño de Artes Plásticas. Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, mayo de 1946 Exposición de M.C.Victorica. Salón Peuser, 24 de octubre al 9 de noviembre de 1946 Exposición Miguel Carlos Victorica. Salas I, II y III. Museo Rosa Galisteo de Rodríguez, Santa Fe, 30 de agosto de 1947 Exposición de las obras del concurso Premio Palanza. Academia Nacional de Bellas Artes, octubre de 1947 XXIVº Salón Anual de Santa Fe. Pintura, Escultura, Grabado y Dibujo. Museo Rosa Galisteo de Rodríguez, 25 de mayo de 1947 Miguel Carlos Victorica. Galería Argentina, 18 al 31 de mayo de 1948 Obras de Artistas Argentinos Contemporáneos. Galería Van Riel, 10 al 22 de mayo de 1948 VIIIº Salón de Arte de Mar del Plata. Museo de Bellas Artes, 5 de febrero al 31 de marzo de 1949
Exposición de Miguel Carlos Victorica. Ateneo de Quilmes, 7 al 21 de mayo de 1949 Victorica, pinturas, dibujos. Sociedad Hebraica Argentina, 17 al 28 de junio de 1949 Exposición Miguel C. Victorica. Galería Antú, 25 de julio al 6 de agosto de 1949 Óleos y dibujos de Miguel Carlos Victorica. Ateneo Popular de La Boca, LXXXº Exposición de Arte, 13 al 26 de agosto de 1949
F.Lacámera, B.Quinquela Martín y M.C.Victorica. 100ª Exposición de Impulso, 10 al 24 de setiembre de 1949 Exposición de M.C.Victorica. Galería Peuser, 29 de mayo al 14 de junio de 1950 Homenaje a Miguel C. Victorica. Galería Bonino, 28 de mayo al 11 de junio de 1951 Exposición Miguel Carlos Victorica. Instituto Tecnológico del Sur. Biblioteca Rivadavia, Bahía Blanca, provincia de - 91 -
Buenos Aires, 21 al 28 de setiembre de 1951 Victorica. Obras de su primera época. Galería Serra, 9 al 20 de octubre de 1951 XXIXº Salón Anual de Santa Fe. Museo Rosa Galisteo de Rodríguez, 25 de mayo de 1952 Homenaje al pintor Miguel C. Victorica. Sociedad Argentina de Artistas Plásticos, 9 de setiembre de 1952 Miguel C. Victorica. Galería Bonino, 1952 Miguel C. Victorica. Galería Bonino, agosto de 1953 Miguel C. Victorica. Galería Alcora, 3 al 22 de mayo de 1954 Miguel C.Victorica. Galería Bonino, Nº 44, junio de 1954 Miguel C. Victorica. Asociación Estímulo de Bellas Artes, 1º al 14 de setiembre de 1954 Exposición Póstuma de Miguel Carlos Victorica. Sociedad Argentina de Artistas Plásticos. Salón Peuser, 24 de marzo al 7 de abril de 1955 Obras de Victorica. Muestra Homenaje. Sociedad Hebraica Argentina, 20 de abril al 7 de mayo de 1955 Miguel Carlos Victorica. Exposición de homenaje en el XXXIIº Salón Anual de
Exposiciones
IVº Salón Anual de Santa Fe. Museo Rosa Galisteo de Rodríguez, 1927 VI Salón Anual de Santa Fe. Iº de la Sociedad de Acuarelistas, Pastelistas y Grabadores. Museo Rosa Galisteo de Rodríguez, 1929 XVº Salón de la Sociedad de Acuarelistas, Pastelistas y Grabadores de Buenos Aires, 1929 Miguel Carlos Victorica. Asociación Amigos del Arte, mayo de 1931 VIIIº Salón Anual de Santa Fe. PinturaEscultura-Grabado. Museo Rosa Galisteo de Rodríguez, 1931 Exposición de Pintura Argentina. Salón Clayton, julio de 1932 Miguel Carlos Victorica - Troiano Troiani. IXº Exposición Hotel
Castelar, 1 al 15 de setiembre de 1932 La pintura de M.C.Victorica. Museo Municipal de Bellas Artes, 5 al 20 de noviembre de 1938 XVII Salón Anual de Santa Fe. PinturaEscultura-Grabado. Museo Rosa Galisteo de Rodríguez, 1940 Homenaje al artista pintor Miguel Carlos Victorica por haber obtenido el Gran Premio de Honor en el XXXIº Salón Nacional de Bellas Artes. Organizado por Impulso, 19 de octubre de 1941 M.C.Victorica. Invitado de Honor XIXº Salón de Santa Fe, 1942 Exposición Retrospectiva de las obras del pintor Miguel Carlos Victorica Gran
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Premio Nacional de Pintura de 1941 Centro Argentino de Ingenieros, 10 de noviembre al 10 de diciembre de 1942 XXº Salón Anual. Pintura-EsculturaGrabado. Museo Rosa Galisteo de Rodríguez, Santa Fe, 1943 II Salón Municipal de Otoño de Artes Plásticas. Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, mayo de 1946 Exposición de M.C.Victorica. Salón Peuser, 24 de octubre al 9 de noviembre de 1946 Exposición Miguel Carlos Victorica. Salas I, II y III. Museo Rosa Galisteo de Rodríguez, Santa Fe, 30 de agosto de 1947 Exposición de las obras del concurso Premio Palanza. Academia Nacional de Bellas Artes, octubre de 1947 XXIVº Salón Anual de Santa Fe. Pintura, Escultura, Grabado y Dibujo. Museo Rosa Galisteo de Rodríguez, 25 de mayo de 1947 Miguel Carlos Victorica. Galería Argentina, 18 al 31 de mayo de 1948 Obras de Artistas Argentinos Contemporáneos. Galería Van Riel, 10 al 22 de mayo de 1948 VIIIº Salón de Arte de Mar del Plata. Museo de Bellas Artes, 5 de febrero al 31 de marzo de 1949
Exposición de Miguel Carlos Victorica. Ateneo de Quilmes, 7 al 21 de mayo de 1949 Victorica, pinturas, dibujos. Sociedad Hebraica Argentina, 17 al 28 de junio de 1949 Exposición Miguel C. Victorica. Galería Antú, 25 de julio al 6 de agosto de 1949 Óleos y dibujos de Miguel Carlos Victorica. Ateneo Popular de La Boca, LXXXº Exposición de Arte, 13 al 26 de agosto de 1949
F.Lacámera, B.Quinquela Martín y M.C.Victorica. 100ª Exposición de Impulso, 10 al 24 de setiembre de 1949 Exposición de M.C.Victorica. Galería Peuser, 29 de mayo al 14 de junio de 1950 Homenaje a Miguel C. Victorica. Galería Bonino, 28 de mayo al 11 de junio de 1951 Exposición Miguel Carlos Victorica. Instituto Tecnológico del Sur. Biblioteca Rivadavia, Bahía Blanca, provincia de - 91 -
Buenos Aires, 21 al 28 de setiembre de 1951 Victorica. Obras de su primera época. Galería Serra, 9 al 20 de octubre de 1951 XXIXº Salón Anual de Santa Fe. Museo Rosa Galisteo de Rodríguez, 25 de mayo de 1952 Homenaje al pintor Miguel C. Victorica. Sociedad Argentina de Artistas Plásticos, 9 de setiembre de 1952 Miguel C. Victorica. Galería Bonino, 1952 Miguel C. Victorica. Galería Bonino, agosto de 1953 Miguel C. Victorica. Galería Alcora, 3 al 22 de mayo de 1954 Miguel C.Victorica. Galería Bonino, Nº 44, junio de 1954 Miguel C. Victorica. Asociación Estímulo de Bellas Artes, 1º al 14 de setiembre de 1954 Exposición Póstuma de Miguel Carlos Victorica. Sociedad Argentina de Artistas Plásticos. Salón Peuser, 24 de marzo al 7 de abril de 1955 Obras de Victorica. Muestra Homenaje. Sociedad Hebraica Argentina, 20 de abril al 7 de mayo de 1955 Miguel Carlos Victorica. Exposición de homenaje en el XXXIIº Salón Anual de
Santa Fe. Museo Rosa Galisteo de Rodríguez, 25 de mayo de 1955 Miguel C. Victorica. Galería Van Riel, Sala V, julio de 1955 Victorica. Exposición Nº 62 (Homenaje). Galería Bonino, 1955 Cuatro pintores en la Colección Arena. Victorica-Daneri-Spilimbergo-Soldi. Galería Van Riel, 1955 Pintura Argentina. Colección Domingo Eduardo Minetti. Exposición Nº 83. Galería Bonino, 1956
Exposición de Miguel Carlos Victorica. Asociación Gente de Arte de Avellaneda, 13 de abril al 7 de mayo de 1957 M.C.Victorica. Exposición-Homenaje. Dirección General de Cultura del Ministerio de Educación y Justicia, 1957 Exposición en homenaje a Miguel Carlos Victorica. Salón Peuser, 14 al 28 de agosto de 1958 Primera Exposición de Arte Sagrado. Jockey Club de la Provincia de Buenos Aires, 23 al 30 de diciembre de 1958. Exposición Sudamericana de Artistas Plásticos Desaparecidos. Museo Municipal de Bellas Artes Juan B. Castagnino, Rosario, 5 al 18 de setiembre de 1959. Miguel C.Victorica. Galería Bonino, junio de 1960 Muestra-Homenaje en el V Salón IKA. Museo Provincial de Bellas Artes Emilio Caraffa, Córdoba, 12 al 26 de setiembre de 1963 M.C.Victorica. Museo de Bellas Artes Juan B. Castagnino, Rosario, 18 de octubre al 7 de noviembre de 1964 Colección Kohen. Galería Van Riel, 27 de setiembre a 9 de octubre de 1965 16 Obras de una Colección Argentina. Galería Galatea, 14 al 29 de abril de 1967 - 92 -
Homenaje a Miguel Carlos Victorica y Fortunato Lacámera. Galería Magenta, 23 de setiembre al 6 de octubre de 1967 Exposición Inaugural (Colectiva). Galería Feldman, 5 al 20 de diciembre de 1968 Panorama de la Pintura Argentina I. Fundación Lorenzutti, Salas Nacionales de Exposición, 15 al 30 de abril de 1969 Victorica. Óleos - dibujos - manuscritos. Galería Rubbers, 9 al 27 de junio de 1970 Homenaje 25 Aniversario Naciones Unidas. Exposición Colectiva. Galería Perla Marino, 20 de octubre al 19 de noviembre de 1970 Miguel C. Victorica. Galería Perla Marino, 13 de abril al 3 de mayo de 1971. Pintura Argentina - Promoción Internacional. Fundación Lorenzutti, Museo de Bellas Artes de Santiago, Santiago, Chile, setiembre de 1971 Miguel Carlos Victorica. Dibujos manuscritos. Galería Rubbers, julio de 1972 Exposición Colectiva. Galería de Arte El Mensaje, agosto de 1975 Miguel Carlos Victorica. Óleos, acuarelas, dibujos. Galería Aria di Roma, 16 de abril de 1977
Exposición Colectiva. Museo Municipal de Bellas Artes de Tandil, 7 de diciembre de 1977 El Paisaje. Galería de Arte América, 31 de julio al 19 de agosto de 1978 Miguel Carlos Victorica. Óleos - pasteles - dibujos. Galería Sagazola, 2 al 20 de octubre de 1978 Exposición-Homenaje al pintor argentino Miguel C.Victorica. Museo Nacional de Bellas Artes de La Boca, 30 de noviembre hasta el 18 de diciembre de 1978 M.C.Victorica - Marcos Tiglio. Galería Vermeer, 30 de junio al 19 de julio de 1982. Exposición Homenaje “4 Maestros de la Pintura Argentina”. M.C.Victorica E.Daneri - M.Tiglio - F.Lacámera. Galería Feldman, 15 de octubre de 1982 Bases de una pintura nacional. Museo Provincial de Bellas Artes, La Plata, 15 al 30 de octubre de 1983 Pintura Argentina en el Ministerio de Educación de la Nación. 18 al 30 de noviembre de 1983 Obras Maestras del Patrimonio del Museo Sívori. Museo Municipal de Artes Plásticas Eduardo Sívori, 20 de marzo al 31 de mayo de 1984 50 Años del Museo. Museo Municipal de Artes Plásticas Eduardo Sívori, setiembre de 1984
Miguel Carlos Victorica. Homenaje en el centenario de su nacimiento. Galería Vermeer, 13 de junio al 2 de julio de 1984 Exposición Colectiva. Galería Sur, 1984. M.C.Victorica. Galería Centoira, 9 al 26 de setiembre de 1987 Exposición Colectiva. Galería Verbo, 30 de noviembre al 20 de diciembre de 1989 Exposición de su patrimonio artístico e histórico. Banco de la Provincia de Buenos Aires. Palais de Glace, 31 de octubre al 23 de noviembre de 1990 - 93 -
Pintores Argentinos Siglos XIX y XX. Galería El Socorro, 1º al 30 de agosto de 1991 Pintura Argentina 1900-1924. Museo Provincial de Bellas Artes Timoteo E. Navarro, Tucumán, 1992. M.C.Victorica. Galería Klemm, abrilmayo de 1994 100 Obras maestras 100 Pintores argentinos 1810-1994, IIº Bienal Konex, Museo Nacional de Bellas Artes, setoct 1994 La colección Costantini en el Museo Nacional de Bellas Artes, MNBA, 1996. Victorica. Centro Cultural Recoleta/Museo Sívori, mayo de 1999. Arte Sacro Argentino. Pontificia Universidad Católica Argentina. Pabellón de las Bellas Artes, abril-mayo-junio de 2003. Autorretratos y Retratos. Pontificia Universidad Católica Argentina. Pabellón de las Bellas Artes, 2 de julio al 2 de setiembre de 2003 Miguel Carlos Victorica (Bolivia, Chile, Perú). Galería Bonino, 12 al 24 de mayo, s/a 23 Obras expone Victorica. Impulso, 14 de setiembre, s/a 18 Cuadros de Miguel Carlos Victorica. Escuela República de México, 19 de octubre al 4 de noviembre, s/a
Santa Fe. Museo Rosa Galisteo de Rodríguez, 25 de mayo de 1955 Miguel C. Victorica. Galería Van Riel, Sala V, julio de 1955 Victorica. Exposición Nº 62 (Homenaje). Galería Bonino, 1955 Cuatro pintores en la Colección Arena. Victorica-Daneri-Spilimbergo-Soldi. Galería Van Riel, 1955 Pintura Argentina. Colección Domingo Eduardo Minetti. Exposición Nº 83. Galería Bonino, 1956
Exposición de Miguel Carlos Victorica. Asociación Gente de Arte de Avellaneda, 13 de abril al 7 de mayo de 1957 M.C.Victorica. Exposición-Homenaje. Dirección General de Cultura del Ministerio de Educación y Justicia, 1957 Exposición en homenaje a Miguel Carlos Victorica. Salón Peuser, 14 al 28 de agosto de 1958 Primera Exposición de Arte Sagrado. Jockey Club de la Provincia de Buenos Aires, 23 al 30 de diciembre de 1958. Exposición Sudamericana de Artistas Plásticos Desaparecidos. Museo Municipal de Bellas Artes Juan B. Castagnino, Rosario, 5 al 18 de setiembre de 1959. Miguel C.Victorica. Galería Bonino, junio de 1960 Muestra-Homenaje en el V Salón IKA. Museo Provincial de Bellas Artes Emilio Caraffa, Córdoba, 12 al 26 de setiembre de 1963 M.C.Victorica. Museo de Bellas Artes Juan B. Castagnino, Rosario, 18 de octubre al 7 de noviembre de 1964 Colección Kohen. Galería Van Riel, 27 de setiembre a 9 de octubre de 1965 16 Obras de una Colección Argentina. Galería Galatea, 14 al 29 de abril de 1967 - 92 -
Homenaje a Miguel Carlos Victorica y Fortunato Lacámera. Galería Magenta, 23 de setiembre al 6 de octubre de 1967 Exposición Inaugural (Colectiva). Galería Feldman, 5 al 20 de diciembre de 1968 Panorama de la Pintura Argentina I. Fundación Lorenzutti, Salas Nacionales de Exposición, 15 al 30 de abril de 1969 Victorica. Óleos - dibujos - manuscritos. Galería Rubbers, 9 al 27 de junio de 1970 Homenaje 25 Aniversario Naciones Unidas. Exposición Colectiva. Galería Perla Marino, 20 de octubre al 19 de noviembre de 1970 Miguel C. Victorica. Galería Perla Marino, 13 de abril al 3 de mayo de 1971. Pintura Argentina - Promoción Internacional. Fundación Lorenzutti, Museo de Bellas Artes de Santiago, Santiago, Chile, setiembre de 1971 Miguel Carlos Victorica. Dibujos manuscritos. Galería Rubbers, julio de 1972 Exposición Colectiva. Galería de Arte El Mensaje, agosto de 1975 Miguel Carlos Victorica. Óleos, acuarelas, dibujos. Galería Aria di Roma, 16 de abril de 1977
Exposición Colectiva. Museo Municipal de Bellas Artes de Tandil, 7 de diciembre de 1977 El Paisaje. Galería de Arte América, 31 de julio al 19 de agosto de 1978 Miguel Carlos Victorica. Óleos - pasteles - dibujos. Galería Sagazola, 2 al 20 de octubre de 1978 Exposición-Homenaje al pintor argentino Miguel C.Victorica. Museo Nacional de Bellas Artes de La Boca, 30 de noviembre hasta el 18 de diciembre de 1978 M.C.Victorica - Marcos Tiglio. Galería Vermeer, 30 de junio al 19 de julio de 1982. Exposición Homenaje “4 Maestros de la Pintura Argentina”. M.C.Victorica E.Daneri - M.Tiglio - F.Lacámera. Galería Feldman, 15 de octubre de 1982 Bases de una pintura nacional. Museo Provincial de Bellas Artes, La Plata, 15 al 30 de octubre de 1983 Pintura Argentina en el Ministerio de Educación de la Nación. 18 al 30 de noviembre de 1983 Obras Maestras del Patrimonio del Museo Sívori. Museo Municipal de Artes Plásticas Eduardo Sívori, 20 de marzo al 31 de mayo de 1984 50 Años del Museo. Museo Municipal de Artes Plásticas Eduardo Sívori, setiembre de 1984
Miguel Carlos Victorica. Homenaje en el centenario de su nacimiento. Galería Vermeer, 13 de junio al 2 de julio de 1984 Exposición Colectiva. Galería Sur, 1984. M.C.Victorica. Galería Centoira, 9 al 26 de setiembre de 1987 Exposición Colectiva. Galería Verbo, 30 de noviembre al 20 de diciembre de 1989 Exposición de su patrimonio artístico e histórico. Banco de la Provincia de Buenos Aires. Palais de Glace, 31 de octubre al 23 de noviembre de 1990 - 93 -
Pintores Argentinos Siglos XIX y XX. Galería El Socorro, 1º al 30 de agosto de 1991 Pintura Argentina 1900-1924. Museo Provincial de Bellas Artes Timoteo E. Navarro, Tucumán, 1992. M.C.Victorica. Galería Klemm, abrilmayo de 1994 100 Obras maestras 100 Pintores argentinos 1810-1994, IIº Bienal Konex, Museo Nacional de Bellas Artes, setoct 1994 La colección Costantini en el Museo Nacional de Bellas Artes, MNBA, 1996. Victorica. Centro Cultural Recoleta/Museo Sívori, mayo de 1999. Arte Sacro Argentino. Pontificia Universidad Católica Argentina. Pabellón de las Bellas Artes, abril-mayo-junio de 2003. Autorretratos y Retratos. Pontificia Universidad Católica Argentina. Pabellón de las Bellas Artes, 2 de julio al 2 de setiembre de 2003 Miguel Carlos Victorica (Bolivia, Chile, Perú). Galería Bonino, 12 al 24 de mayo, s/a 23 Obras expone Victorica. Impulso, 14 de setiembre, s/a 18 Cuadros de Miguel Carlos Victorica. Escuela República de México, 19 de octubre al 4 de noviembre, s/a
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Se termin贸 de imprimir en julio de 2007 en Talleres Trama, Buenos Aires, Argentina
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Victorica