fu n d
SUMARIO OPINION
ac ió n
4
■ Paloma López
Dignidad, solidaridad y cohesión social: Razones para implntar un salario mínimo europeo ■ Juan José Castillo
La soledad del trabajador globalizado: Reflexiones sobre los retos de la sociología en el siglo XXI
INDICADORES
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■ La dimensión del gasto público.
Gasto público y política fiscal
TENDENCIAS
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■ Miguel Ángel Purcalla
"Deslocalización de empresas: problemática y alternativas"
si n d i c al d
s enero 2008 63 o i d u e e st
SINDICALISMO UTIL ACTUAR PARA TRANSFORMAR LA SOCIEDAD l sindicalismo sólo puede ser concebido como sujeto de cambio social. De ahí que el sindicalismo está obligado a actuar y está obligado a actuar con un fin determinado: el sindicalismo está obligado a actuar para transformar la sociedad. Ese es su gran desafío, hoy como ayer; lo que el sindicalismo tiene que asumir de manera inequívoca si no quiere perder su propio sentido, su propia razón de ser.
E
Ahora bien, como toda acción, la acción que emana del sujeto sindical tiene que tener los objetivos claros, pero también debe contar con estrategias definidas, y para esto último, para definir correctamente la estrategia sindical, es preciso interpretar correctamente cuáles son las claves que configuran la sociedad actual en su actual complejidad, saber dónde se sitúan los intereses de los trabajadores y trabajadoras, identificar qué formas adopta el conflicto general. A partir de ahí, la estrategia sindical tiene que bascular sobre la capacidad de iniciativa, sobre el incremento cualitativo de las propuestas, sobre la definición de una nueva perspectiva de participación sindical en el establecimiento de las relaciones laborales, en el establecimiento de las condiciones de trabajo, en el establecimiento de los criterios sobre los que debe sustentarse el modelo de sociedad; en definitiva, una estrategia para intervenir en todo aquello que determina las condiciones de vida del conjunto de la clase trabajadora, y para que esa intervención se salde ganando en equidad, ganando en igualdad, garantizando el efectivo ejercicio de cuanto configura la condición de ciudadanía, aumentando y afianzando el propio protagonismo sindical.
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En función de todo ello el sindicalismo tiene que abordar también sus propios retos como sujeto, sus retos organizativos, empezando por su elemento nuclear, del que el sindicalismo cobra su fuerza y su legitimidad: la organización y cohesión de la propia clase trabajadora, para lo que la participación es un factor inexcusable a la vez que esencial, y para lo que se que precisa también de la unidad de acción del sindicalismo de clase, de tal modo que no se parta de una fractura siempre indeseable, aunque pueda ser coyuntural y esporádicamente inevitable. En el terreno laboral, lo primero que constatamos es la fragmentación y diferenciación del colectivo trabajador, tanto en su ◗◗◗
EDITORIAL 2■
vinculación con el empleo como en las condiciones en que se desempeña el trabajo. Esas condiciones de empleo y de trabajo fragmentadas inciden en la acción colectiva de los trabajadores y, por tanto, suponen el primero de los retos que el sindicalismo debe afrontar. Y debe hacerlo imprimiendo una nueva orientación a la Negociación Colectiva, una orientación que le permita revitalizar todo su potencial a través de la configuración del convenio colectivo de sector como la auténtica e inequívoca instancia completa de regulación de las relaciones de empleo y de trabajo en su ámbito, y desdeñando, por tanto, orientaciones o líneas de interpretación mas económicas que regulativas. Se trata de un planteamiento que conlleva una repercusión importante respecto de la estrategia sindical en la empresa y al papel de la sección sindical dentro de ella, y que habrá que ir definiendo, pero hay que incorporar esa dimensión al sindicalismo en su elaboración cotidiana, comenzando por abordar desde la propia negociación colectiva una revisión de los ámbitos de negociación, de los funcionales ante todo, pero también de los territoriales, prestando especial atención a los procesos de segregación de empresa al objeto de la que negociación colectiva dé respuesta a espacios actualmente desprotegidos, sabiendo que este giro radical tiene implicaciones que no podemos obviar en la medida en que se dan en un contexto globalizado, lo que proporciona una dimensión supranacional y transnacional de las relaciones laborales en
el que, precisamente, juega un papel muy importante el modelo de negociación colectiva, que tiene que ir poniendo las bases para que éste mire hacia fuera y no actúe exclusivamente en función de la empresa, el sector o el país en el que se negocie. Dicho de otro modo: el sindicalismo tiene que impulsar su propia capacidad de negociación más allá de las fronteras nacionales; también su propia capacidad de movilización Y para afrontar esta perentoria necesidad en las mejores condiciones, se requiere de un movimiento sindical fuerte a nivel global, y que tiene que ser capaz de articular, igualmente, propuestas y respuestas locales. El sindicalismo por tanto tiene ante sí el desafío de articular su auténtica dimensión transnacional, lo que influye, de manera determinante, en cómo debemos concebir las organizaciones sindicales de carácter nacional. Una concepción que debe bascular sobre el principio de la confederalidad; y es que, efectivamente, confederalidad no es sólo ni principalmente el conjunto de normas o reglas por el que se vinculan distintas organizaciones entre sí; confederalidad es, ante todo, representación general de los derechos e intereses de los trabajadores, partiendo de su diversidad, defendidos y promovidos desde un programa compartido e inspirado en valores que identifican al sindicato y lo diferencian de otras organizaciones sociales o ◗◗◗ políticas.
❛❛ El sindicalismo tiene que impulsar su propia capacidad de negociación más allá de las fronteras nacionales; también su propia capacidad de movilización Y para afrontar esta perentoria necesidad en las mejores condiciones, se requiere de un movimiento sindical fuerte a nivel global, y que tiene que ser capaz de articular, igualmente, propuestas y respuestas locales.
La progresiva injerencia del mercado en la prestación de servicios básicos, así como la consideración especulativa de otros, singularmente de la vivienda, hacen que el poder adquisitivo de los salarios se vea significativamente mermado, en una espiral creciente que el sindicalismo debe atajar, sin duda, a través de una negociación colectiva que permita la recuperación del poder adquisitivo; pero no es menos cierto que una posición ofensiva por parte del sindicalismo debe tener como objetivo comprometer al Gobierno en la profundización del Estado del Bienestar en nuestro país. Es ahí donde también tiene mucho que decir el sindicalismo de clase, reforzando la acción general, es decir, su vertiente sociopolítica, haciendo del diálogo social una prioridad real, con contenidos sustantivos, promoviendo negociaciones y, eventualmente, acuerdos que incidan, configurándola como un derecho, sobre la garantía efectiva en el acceso a bienes y servicios básicos para el conjunto de
❛❛ La utilidad del sindicalismo reside de manera casi exclusiva en su capacidad para responder a intereses sociales de carácter general, y para ello tiene que reforzar su propia capacidad para captar los intereses y las necesidades de aquellos a los que representa; capacidad para presionar, negociar y acordar; capacidad para unir voluntades políticas y sociales; tiene que situar la participación en el centro del discurso y de la práctica sindical.
la sociedad y, significativamente, para sus sectores más vulnerables al riesgo de pobreza y exclusión social, no desde una concepción asistencial, sí desde la concepción de cohesión y equidad que está en la base del modelo social europeo. Por eso el sindicalismo no puede mirar hacia otro lado cuando se plantean políticas desfiscalizadoras que, a la postre, no sólo están cambiando servicio por mercado, sino que, además, imposibilitan que se acometan otra serie de inversiones necesarias para compensar los graves déficit que aún existen en nuestro país y que son determinantes para garantizar la sostenibilidad de los servicios públicos y los sistemas de protección social en la medida en que lo son para garantizar la sostenibilidad del propio crecimiento económico. Efectivamente, en España se ha abierto camino un modelo de competencia basado en la presión sobre el factor trabajo, lo que significa el desplazamiento del debate sobre competitividad de su verdadero centro de gravedad, que siendo, efectivamente, la empresa, no es el vínculo con el factor trabajo a la baja lo que la determina, sino la capacidad de las empresas de generar valor añadido. Esto es, medidas que favorezcan la modernización y el reforzamiento del tejido productivo, inversión tecnológica, formación, redes comerciales, producto, mercado, es decir, aspectos centrales que tienen que ver en lo sustantivo también con la organización del trabajo. La centralidad que debe adquirir el impulso a la economía productiva frente a la excesiva financiarización actual y, en este marco, el impulso también a un modelo de competitividad que revierta en una efectiva reducción de las desigualdades sociales y en el cuidado y preservación del medio ambiente, no son asuntos ajenos al sindicalismo, que debe, por el contrario, situar como un elemento estratégico, la participación sindical en los procesos de innovación, que además debe vincularse a los nuevos desafíos que se han de producir en el seno de las empresas, y que exigen de éstas espacios de participación en materia de organización del trabajo. Se trata, en definitiva, de que los trabajadores perciban la utilidad del sindicato; sin embargo, es importante que entendamos bien qué se quiere decir con “utilidad”. La utilidad del sindicalismo reside de manera casi exclusiva en su capacidad para responder a intereses sociales de carácter general, y para ello tiene que reforzar su propia capacidad para captar los intereses y las necesidades de aquellos a los que representa; capacidad para presionar, negociar y acordar; capacidad para unir voluntades políticas y sociales; tiene que situar la participación en el centro del discurso y de la práctica sindical. Dicho con mayor rotundidad: sólo puede haber sindicato si se hace sindicalismo, y no se puede hacer sindicalismo a espaldas de los trabajadores o a pesar de ellos.■
EDITORIAL
El sindicalismo debe, en paralelo, afrontar un nuevo desafío, también vinculado a la fragmentación de la clase trabajadora, y que no puede ser resuelto íntegramente a través de iniciativas que incidan en el entorno laboral, como es el modelo social sobre el que se articula el entramado laboral.
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OPINION 4■
■ Paloma Lopez Economista de la Fundación Sindical de Estudios
Dignidad, solidaridad y cohesión social: Razones para implantar un salario mínimo europeo. La cuantía del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) para el año 2008 se ha establecido en 600 euros mensuales, lo que supone un incremento del 5,15% respecto a la establecida en 2007. Con carácter general el SMI queda fijado en 20 euros al día, 600 al mes y 8.400 al año. Para los trabajadores eventuales y temporeros cuyos servicios a una misma empresa no excedan de ciento veinte días, el salario será de 28,42 euros por jornada. Por último, para los empleados de hogar la cuantía establecida es de 4,7 euros por hora trabajada. Evolución poder adquisitivo del SMI: gobierno PP, gobierno PSOE Hasta mediados del año 2004, año tras año, el salario mínimo interprofesional (SMI) perdió de manera progresiva poder adquisitivo. Tras el cambio de Gobierno se pone en funcionamiento una estrategia de dignificación del SMI, acercándose así a una de las reivindicaciones históricas de CC.OO. En la anterior legislatura las revisiones del SMI se realizaban en función de la inflación prevista para el siguiente año, que de manera sistemática era inferior a la inflación real, por lo que las desviaciones entre la inflación prevista y la inflación real llevaron a la acumulación de una importante pérdida del poder adquisitivo para el SMI.
S.M.I. mensual (14 pagas) 1-I-2000 1-I-2001 1-I-2002 1-I-2003 1-I-2004 1-VII-2004 1-I-2005 1-I-2006 1-I-2007 1-I-2008
424,80 433,45 442,20 451,20 460,50 490,80 513,00 540,90 570,60 600,00
AUMENTO
I.P.C.
2% 2% 2% 2% 6,6% 4,5% 5,4% 5,5% 5,2%
3,6% 3,5% 3,0% 3,0% 3,4% 3,5% 4,2%
Fuente:MTAS. Elabor. Propia
En los últimos cuatro años de gobierno popular, el salario mínimo subió tan sólo 35,7 euros, lo que representa una subida acumulada del 8,4 por ciento. En el año 2004 el gobierno del PP aprueba una subida del SMI de 9,3 euros mensuales. Con la llegada al poder del gobierno actual, en el 2004 se vuelve a producir una segunda subida del salario mínimo de 30,3 euros, es decir, en el año 2004 la subida que se refleja en el SMI es superior a la experimentada los tres años anteriores. A partir de entonces, el salario mínimo empieza a recuperar parte del poder adquisitivo perdido con subidas superiores al IPC. INCREMENTO S.M.I. En euros
En %
Período 2001-2004 (I Semestre)
35,7
8,4%
Período 2004 (II Semestre) -2008
139,5
30%
PERÍODO
Fuente:MTAS. Elabor. Propia
Así, durante esta legislatura el S.M.I. se ha incrementado un 30 por ciento lo que representa 139,5 euros más al mes frente a los 35,7 euros de incremento durante el gobierno del partido Popular (8,4 por ciento).
Durante la última legislatura de gobierno del P.P los trabajadores que tenían como referencia el S.M.I. perdieron poder adquisitivo en un 5%. Simplemente para mantener el poder adquisitivo, en el año 2004 el S.M.I. se tendría que haber situado en 483 euros frente a los 460 euros en que estaba fijado, es decir, los trabajadores disponían de 22 euros mensuales menos que en el año 2000. De hecho, los trabajadores con SMI en 2003 tenían un salario con una capacidad adquisitiva equivalente a la de 1975.
El poder adquisitivo del salario mínimo está garantizado hasta 2008. Pero a partir de ese momento, el futuro es incierto. El Gobierno se comprometió a modificar la regulación de esa renta, de forma que por ley tuviera que revalorizarse todos los años según la evolución real de los precios y no de la prevista, como ocurre ahora (2%). La intención es garantizar el poder adquisitivo del SMI independientemente del partido que gobierne, ya que, a medida que la inflación sube, los trabajadores -especialmente los de menor renta- pierden poder de compra si el salario mínimo no evoluciona de igual forma. ◗◗◗
El SMI y el salario medio. La Carta Social Europea. A pesar de la recuperación del poder adquisitivo, con importantes incrementos del SMI en estos cuatro últimos años, el SMI español está todavía lejos del objetivo marcado por la Carta Social Europea: el SMI debe representar al menos el 60% del salario medio. Durante el período 2000-2003, los exiguos incrementos (2% anual) del salario mínimo español hicieron que éste se alejara todavía más del salario medio, alejándose del objetivo de la Carta Social Europea. El salario mínimo creció a un ritmo menor que el salario medio de la industria, construcción y los servicios, así en el 2000 el SMI suponía el 34,3% del salario medio bruto y en 2003 esta proporción se había reducido hasta el 32,6%. La baja proporción del SMI sobre el salario medio en España refleja una mayor desigualdad en la distribución salarial entre trabajadores. A partir del año 2004 esta evolución se invierte y desde entonces el salario mínimo gana peso sobre el salario medio bruto, llegando a representar el 35,4% en el año 2006. Si el salario medio mantiene, el crecimiento anual medio del último periodo (3,6% anual) se puede estimar1 que el SMI se sitúe en el entorno del 36,6% del salario medio bruto en 2008. Si el cálculo se realiza con el salario neto de cotizaciones sociales e IRPF este porcentaje se eleva hasta el 43%, es decir, 17 puntos por debajo del objetivo del 60% del salario neto, recogido en la Carta Social Europea. El SMI en Europa Si analizamos el SMI de España en relación con otros países europeos se observa que España tiene uno de los salarios mínimos más bajos de la UE (sin considerar las últimas ampliaciones). El SMI español sólo se sitúa por encima del portugués en el año 2007, de los ocho países que lo establecen en su ordenamiento jurídico. SALARIO MÍNIMO EN EUROPA Salario bruto en euros equivalente a 12 pagas anuales (2007) País Luxemburgo Irlanda Reino Unido Holanda Bélgica Francia España Portugal Media UE
1 GTC. CC.OO. “Estudio empleo 2007”.
SMI 1.570 1.403 1.361 1.301 1.259 1.254 666 470 1.160
La media de la UE-15 es de 1.160 euros, teniendo en cuenta que no se incluyen los países que no contemplan un salario mínimo interprofesional, como son los casos de Alemania, Austria, Italia, Suecia o Dinamarca, frente a los 666 euros de España. Tras las recientes ampliaciones de la UE y la intensificación de los procesos de deslocalización interna, el debate acerca de la necesidad de establecer un salario mínimo europeo ha tomado nuevo impulso. Este debate tiene su origen en el Dictamen de la Comisión, de septiembre de 1993, sobre una retribución equitativa. En 20 de los 27 países de la UE existe un salario mínimo legal, pero las diferencias son abismales: desde los 1.570 euros de Luxemburgo a los 92 de Bulgaria. La existencia del salario mínimo responde fundamentalmente a dos motivaciones: justicia social y ordenación de la competencia. Desde el punto de vista de la justicia social, el salario mínimo tiene como objetivo garantizar a todos los trabajadores una retribución equitativa, susceptible de permitirles unas condiciones de vida dignas, tal y como exigen varias Constituciones nacionales y la Carta de Derechos Sociales Fundamentales. A finales del año 2007, El Parlamento Europeo criticó que los salarios mínimos en algunos países de la UE está fijado a un nivel "muy bajo" y pidió en todos los Estados miembros uno que sea "digno". En el informe parlamentario se rechaza el recurrente argumento sobre las posibles consecuencias negativas para la creación de empleo y pide a los países de la UE "mayores esfuerzos para combatir la pobreza y la exclusión social", la Eurocámara apostó por establecer "un salario mínimo digno" en todos los Estados miembros. Además de rechazar el argumento de que "la instauración de un salario mínimo disuade la creación de empleo por parte de los empresarios" consideraron "vital" que los trabajadores puedan acceder a "una red de seguridad que les garantice unos ingresos mínimos". En muchos Estados miembros la brecha entre ricos y pobres va en aumento; hay 78 millones de europeos que viven por debajo del umbral de la pobreza, y en la U.E. el 8% de los trabajadores son trabajadores pobres. El aumento del SM tendría un efecto positivo en términos de lucha contra la pobreza, especialmente en lo que se refiere al grupo de trabajadores con salarios por debajo de la línea de pobreza El SMI en España (570,6 euros mensuales con 14 pagas año 2007) está demasiado próximo a lo que se considera el umbral de la pobreza, situado en 528,9 euros al mes. Cuando, además, el perceptor del SMI tiene personas o familia a su cargo, entran inmediatamente a formar parte del colectivo de españoles que se hallan por debajo del umbral de la pobreza. La necesidad de implantar un salario mínimo europeo suficiente se justifica por razones de dignidad, solidaridad y cohesión social. La declaración de 2010 como Año Europeo de la lucha contra la pobreza y la exclusión social, recuerda que éstos son "valores básicos" de la UE, que también consagra "los derechos fundamentales de todas las personas, independientemente de su origen étnico, edad, sexo, discapacidad, orientación sexual y religión".■
OPINION
En el momento de plasmar en el papel esta decisión surgieron las discrepancias. La CEOE se desmarcó de la medida, que en teoría había contado con el respaldo de la patronal y los sindicatos, con la excusa de que consideraban inflacionista incluir una cláusula de revisión en el salario mínimo.
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OPINION
■ Juan José Castillo Universidad Complutense de Madrid
LA SOLEDAD DEL TRABAJADOR GLOBALIZADO: Reflexiones sobre los retos de la sociología en el siglo XXI (1)
6■
Introducción: el origen y los objetivos de esta reflexión. Muchas veces, a lo largo de mi vida, he recordado al inefable personaje de Molière que descubría, a sus cuarenta años, que se había pasado la vida hablando en prosa sin saberlo. Para regocijo o desesperación, vaya usted a saber, del Maestro Filósofo que le entrenaba. Y quizá es el caso, para uno mismo, cuando pretendo fechar dónde y cuando comienza uno a escribir, a la par que investigaciones sociológicas fundadas en estudios concretos, reflexiones, muchas veces paralelas, sobre el oficio mismo de sociólogo, sobre sus límites, sobre sus preocupaciones y, a veces, desesperos. Quizá haya sido siempre así por la influencia de grandes maestros, como Pierre Vilar o Pierre Bourdieu. De Alfonso Ortí o de Ángel de Lucas. Ahora bien, si ha ponerse una fecha precisa, un punto de ruptura real, esa debe ser, sin duda 1993, cuando se celebra en Ciudad de México el I Congreso Latinoamericano de Sociología del Trabajo. Hace, pues unos catorce años. La pregunta a la que debí responder entonces, por encargo de los organizadores era, ni más ni menos, “¿A dónde va la sociología del trabajo?”. Desde entonces, y hasta hoy mismo, los diversos momentos de esa reflexión han ido apareciendo publicados, en todas las ocasiones, después de ser sometidos a un debate público amplio, y en muchas de ellas, precisa-
“El mayor logro del hombre es conseguir determinar las circunstancias y que éstas lo determinen lo menos posible. El mundo en su totalidad aparece ante nosotros como un gran bloque de piedra ante un arquitecto, que sólo se merece este nombre cuando consigue de esta masa natural que le ha presentado azarosa un diseño elaborado por su mente con la mayor de las economías y lo dota de finalidad y solidez”.
Johan Wolfgang Goethe: Los años de aprendizaje de Wilhem Meister, Madrid, Cátedra, 2000, p. 482
mente, ante un público latinoamericano. Para que el lector pueda recomponer ese devenir, esa evolución, ese desgarro a veces doloroso de quien no evita poner(se) en cuestión, junto con la ciencia social a la que dedica sus esfuerzos y su vida, remito a las referencias bibliográficas, donde he procurado recoger, además de referencias actuales de fácil acceso, las referencias originales de publicación. Y, claro está, debo pedir disculpas al lector por esta primera entrada autorreferente, porque, de otro modo debería dedicar mucho más espacio (y tiempo) del que los organizadores me han generosamente otorgado, a la reiteración de argumentos que, creo, son hoy en día, en gran medida, compartidos por nuestra comunidad científica. Más aún, por esa comunidad de práctica transformadora que utiliza y se nutre de los avances de la sociología (2) Por otro lado, los argumentos que siguen pretenden ser una reflexión sobre la sociología, o sobre el mundo en que vive y actúa (o debiera actuar) la sociología. Pero, son también una evaluación de la propia obra, de la corriente científica en la que se ha visto embarcado quien escribe y les habla. Parafraseando a Marx, de mí fabula narratur. Con la consecuencia de que, en ocasiones las críticas son, ante todo, autocríticas. Avances y discusiones de este argumento los he presentado, tomando como referencia el libro El trabajo recobrado. Una evaluación del trabajo realmente existente en España (2005), en distintas sedes tanto en América Latina como en Europa, y de todas ellas he podido aprender tanto ◗◗◗
❛❛ Se puede hoy partir de la generalización de la fragmentación de los procesos productivos y del obrero colectivo, de la generalización y universalización de las externalizaciones, la terciarización, la pulverización y dispersión en todo el ancho mundo de los centros de trabajo, mientras la concentración del control empresarial va en aumento.
1.
Los argumentos que se desarrollan en el presente texto se presentaron por primera vez, en forma concentrada, como ponencia magistral, en el V Congreso Nacional de la Asociación Mexicana de Estudios del Trabajo, AMET, en Oaxtepec, Morelos, 17-19 de mayo de 2006. Versiones sucesivas se discutieron en París, en la reunión organizada por el grupo Genre, Travail, Mobilités, de la Universidad de París-X, Nanterre, el 20 de noviembre de 2006, a la par que se presentaban los resultados de la investigación El trabajo recobrado, como “un défi sociologique, un enjeu politique”. Y en Córdoba, en el Instituto de Estudios Sociales Avanzados de Andalucía, el 2 de febrero de 2007, donde el argumento central fue “la evolución, situación actual y perspectivas de la Sociología del Trabajo”, como marco de nuestra propuesta, como organizadores del área de Sociología del Trabajo del IX Congreso Español de Sociología, Barcelona, septiembre de 2007. Pero vale la pena subrayar que estas reflexiones son continuación de otros debates que, en lo más reciente, se presentaron, para limitarnos a los últimos años, en Buenos Aires, en el Séptimo Congreso Nacional de la ASET, la Asociación Argentina de Especialistas en Estudios del Trabajo, 10-12 de agosto de 2005, como “teoría e investigación concreta: la sociología del trabajo hoy”. Y, meses más tarde, en el IX Coloquio Nacional de Sociología de Colombia, en Calí, 19-21 de octubre de 2005, como “retos y perspectivas de la sociología: el trabajo recobrado”.El autor agradece los comentarios y debates suscitados en estos foros, que han ayudado a presentar aquí, por escrito, los argumentos centrales de esos debates.
2.
Dejo ahora esta referencia en este estado indeterminado, pero tengo en mente, especialmente, los debates abiertos por Michael Burawoy, desde 2004, en torno a la ‘sociología pública’. Veáse, por ahora, en español, Burawoy, 2004.
Nuestro argumento, en breve: de A la búsqueda del trabajo perdido a El trabajo recobrado. En un reciente y brillante artículo de Tim Strangleman, que aborda “los futuros sociológicos y la Sociología del Trabajo”, el enfoque practicado por nosotros de llevar a cabo una sociología de la sociología, contextualizando las producciones, los límites, la capacidad de ver, o el ‘mayor grado de conciencia posible’, para decirlo como Lucien Goldmann, es el nervio y la espina dorsal de un argumento que se continúa en un conjunto de publicaciones del mismo autor. La última de las cuales sigue, también, un camino o sendero que hemos transitado recientemente, y que compartimos con el autor: el análisis y desmontaje de las obras, ‘éxitos de aeropuerto’, que configuran una maraña que impide más que facilita la comprensión de las transformaciones sociales contemporáneas (4). Este abordaje se puede ahora resumir, para no repetir argumentos que hemos ido desplegando en trabajos anteriores, en el estudio de la evolución conjunta del objeto de investigación, el trabajo y los y las trabajadoras, y de las ciencias que de analizarlo se ocupan. Y, para ello es necesario utilizar la perspectiva de la sociología de la ciencia; la crítica interna de los límites de los paradigmas dominantes (“lo que un hombre ve, otro lo pierde”); los programas ‘impuestos’ por la demanda social de investigación; la dominación y la exclusión provocada por el prevalecer de temas, argumentos, idiomas de publicación, destinatarios de los estudios… Basándonos en las investigaciones llevadas a cabo en la comunidad científica internacional desde, al menos, finales de los setenta, y primeros años ochenta, y más inmediatamente, en nuestra propia investigación y la de nuestro grupo, y, especialmente en los resultados recogidos en El trabajo recobrado, se puede hoy partir de la generalización de la fragmentación
de los procesos productivos y del obrero colectivo, de la generalización y universalización de las externalizaciones, la terciarización, la pulverización y dispersión en todo el ancho mundo de los centros de trabajo, mientras la concentración del control empresarial va en aumento (5). Y los rasgos de esta nueva división internacional del trabajo nos permite poder afirmar que la soledad del trabajador, eso sí, globalizado, es ya una construcción, aparentemente, técnico-productiva, y se olvida que se trata de una construcción social. En efecto, si la división del trabajo analizada en los textos de clásicos como Marx o Babbage, llevaban a la individualización del trabajador, como una política empresarial que buscaba su aislamiento; y basta recordar que la política de organización del trabajo de Taylor, a quien se puede citar en extenso sobre el asunto(6), era tratar de dejar al trabajador sólo ante la dirección: prohibición de trabajar juntos, ya no sólo en equipo sin permiso de la dirección; dispositivos de aceleración de la producción como las primas individuales, etc.; la nueva división internacional del trabajo, que incrementa la división del trabajo, para empezar, entre ‘empresas’, o, mejor, habría que precisar entre centros de trabajo que muestran una auténtica pulverización empresarial, de centros de trabajo y, consecuentemente de obreros y obreras hasta los hogares.
❛❛ La nueva división internacional del trabajo, que incrementa la división del trabajo, para empezar, entre ‘empresas’, o, mejor, habría que precisar entre centros de trabajo que muestran una auténtica pulverización empresarial, de centros de trabajo y, consecuentemente de obreros y obreras hasta los hogares.
Y el aislamiento, la soledad, es aún más fácil, cuando los obreros y obreras hablan distintas lenguas, tienen distintas culturas, pueden utilizar distintos recursos para poner en valor su fuerza de trabajo, o, simplemente, para defender derechos que la Organización Internacional del Trabajo considera “decentes”. Pronto se trasladarán los fragmentos de un proceso de trabajo, o se subcontratarán, a lugares donde esa decencia se decline mejor y más alto, del lado empresarial, de los grandes beneficios a corto plazo. La investigación publicada sobre lo que hemos llamado el trabajo fluido permite hacer un balance interpretativo que vaya más allá de lo que hoy parece un nuevo determinismo sociológico: como la degradación y aislamiento de los ◗◗◗
3.
Congresos de Argentina, Colombia, México o París. Y, en España, Murcia, Albacete, Madrid, Córdoba, y pronto, en junio de 2007, el Seminario Internacional Complutense, organizado por nosotros, “Trabajo y vida a comienzo del siglo xxi: agendas de investigación”; y, en septiembe de 2007, el Congreso Español de Sociología en Barcelona. Veáse la nota 1.
4.
Tim Strangleman: “Sociologigal futures and the Sociology of work”, en Sociological Research Online, vol. 10, issue 4 (2005), http://www.socresonline.org.uk/10/4/strangleman.html [consultado e impreso en diciembre de 2006] Y, del mismo autor, “The nostalgia for permanence at work?. The end of work and its commentators”, The Sociological Review, 55:1, 2007, pp. 81-103. Valga decir aquí, por brevedad, que una buena parte de las reflexiones que articulan esta ponencia se ha llevado a cabo con ocasión de la preparación del Seminario Internacional Complutense, que tendrá lugar en junio de 2007, “El trabajo y la vida a comienzos del siglo XXI: problemas y agendas de investigación”. Entre los balances y reflexiones críticas vale la pena destacar la de Paul Stewart, editor de la revista Work, Employment and Society: “Work, employment and society today”, WES, 18:4, 2004, pp. 653-662.
5.
Remitimos al lector a las referencias bibliográficas, para no hacer pesado este texto. Y, al menos, a nuestro artículo de síntesis “Contra los estragos de la subcontratación, trabajo decente”, publicado en Sociología del Trabajo, n. 54, primavera de 2005, pp. 3-37.
6.
Veáse mi texto “El taylorismo hoy, ¿arqueología industrial?, Arbor, n. 483, marzo 1986, pp.9-40.
OPINION
de investigadores confirmados, como de estudiantes y personas comprometidas con la aplicación de los hallazgos sociológicos. En contextos, y con problemas sociales, académicos y políticos muy distintos y enriquecedores (3)
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OPINION
trabajadores existe en todo el mundo, deben ser, o parecen ser, también para los grandes gurús de las ciencias sociales, situaciones inevitables.
8■
Investigando sobre la sociedad de la información y los procesos de fabricación y desarrollo de programas informáticos, hemos podido, en nuestra propia investigación, y en contraste con la investigación internacional, poner en cuestión algunas de estas novedades teórico-interpretativas (7).
Y, sin embargo, los marcos interpretativos parecen cada vez más florecientes en nuevas palabras (¿nuevos conceptos?) que inundan las bases de datos: trabajo inmaterial, trabajadores del conocimiento, equipos virtuales, redes, clusters…
Y las preguntas que nos hemos hecho, para el argumento que aquí desarrollamos, son: ¿Qué hay de nuevo en las teorías sociológicas actuales que nos facilite la interpretación de la realidad?; ¿qué hay de conceptual, de teórico, en ciertas categorías que parecen dominar el firmamento sociológico?. Y ello con un objetivo último: avanzar en la reflexión sobre la propia sociología hoy, sobre su voluntad y destino de buscar el dar cuenta de la ‘interna trabazón de la realidad’, para, de este modo, poder hacer más factible la intervención en el mundo en que vivimos. ¿Qué podemos aportar los sociólogos contra la soledad del trabajador globalizado?. Mirando hacia atrás, para ver lo porvenir. Para poder aportar una mínima respuesta fundada, esta situación actual de la práctica y de la teoría sociológica, nos obliga, y, desde luego, no sólo como deber moral (es decir, de política de la ciencia social), sino como necesario recurso para avanzar en la comprensión, a practicar, una vez más, una sociología de la sociología. Por ejemplo, analizar y tratar de explicar y dar sentido, a la incesante repetición de marcos teóricos, paradigmas, esquemas..., que se venden como vino nuevo en odres viejos (o al revés), con sólo cambiarlos de nombre: donde antes distritos, hoy clusters; donde antes gobierno estratégico de los sistemas productivos, hoy governance. Y así tantos. Y todo para que las tranquilas aguas académicas no se agiten ni muevan. Ni, mucho menos, el mundo y la vida de trabajadoras y trabajadores. Las relaciones sociales parecen no existir. Y, desde luego, la relación capitaltrabajo parece haber pasado a mejor vida, sustituida por la “creación de su propio empleo”, por los “autónomos por cuenta ajena”, y otros velos discursivos tupidos y distorsionantes. Por más que hoy encontremos en la literatura científica artículos hasta sobre los distritos virtuales, pretendiendo in-
❛❛ Y el aislamiento, la soledad, es aún más fácil, cuando los obreros y obreras hablan distintas lenguas, tienen distintas culturas, pueden utilizar distintos recursos para poner en valor su fuerza de trabajo, o, simplemente, para defender derechos que la Organización Internacional del Trabajo considera “decentes”.
novar en el abordaje y explicación de las redes de pequeñas empresas, de los sistemas o vías de organización de la producción que tienen ya una tradición centenaria en las ciencias sociales, uno no deja de tener la sensación de que en la teoría se pasa de la tragedia a la comedia. No es que siquiera se aluda a los clásicos de la investigación de la producción en red, sino que se pasa olímpicamente (o se descubre lo mismo...) en relación con la larga etapa de investigación italiana, pongamos por caso, y que puede fechar sus comienzos a mediados de los años setenta del pasado siglo. Y mucho menos a todo el despliegue de publicaciones, investigaciones, colecciones de libros, revistas y avances realizados, luego, en los años noventa. Ni siquiera parecen haber leído a Michael Porter cuando llenan las páginas de revistas de clusters, como si fuera un nuevo descubrimiento. Conglomerados de empresas, o procesos de producción y trabajo, de los que, también, parecen haber desaparecido las relaciones sociales (8), y el trabajo vivo. Y, sin embargo, la trama teórico-interpretativa estaba ya constituida en sus fundamentos desde los primeros años noventa. En España, por ejemplo, es en 1990 cuando se celebra un magno congreso internacional, organizado por la revista Sociología del Trabajo, con la colaboración y participación de las homónimas francesa e italiana, Sociologie du Travail y Sociología del Lavoro. Y con la participación de autores vinculados a Stato e Mercato, y de Work, Employment and Society, su director y fundador Richard Brown. El tema era, precisamente, “Las pequeñas empresas en el contexto europeo: ¿neofordismo o especialización flexible?”(9). ◗◗◗
7.
Se trata de “Organización y división del trabajo en el trabajador colectivo de la producción de software: el trabajo fluido en la sociedad de la información”, que forma parte del proyecto “Escenarios de vida y trabajo en la sociedad de la información”, financiado por el MEC.
8.
Porter, 1990, p. 131, era, al contrario bien consciente de que las relaciones entre fragmentos productivos eran lo más importante en la reconstrucción, análisis y fomento de redes productivas, partiendo, como es lógico, de la investigación existente, y especialmente la italiana: “a nations’s competitive industries are not spread evenly through the economy but are connected in what I term clusters consisting of industries related by links of various kinds”, y sigue el ejemplo de Italia.
9.
Los principales resultados se publicaron en un número especial, fuera de colección, en 1991, de Sociología del Trabajo, bajo el mismo título: “¿Neofordismo o especialización flexible?”.
❛❛ Y las preguntas que nos hemos hecho, para el argumento que aquí desarrollamos, son: ¿Qué hay de nuevo en las teorías sociológicas actuales que nos facilite la interpretación de la realidad?; ¿qué hay de conceptual, de teórico, en ciertas categorías que parecen dominar el firmamento sociológico?.
Y si se ha de poner un punto, provisionalmente constitutivo, a nivel internacional, de cierre de un paradigma, ese momento está en el Congreso Mundial de Sociología de Montréal, celebrado en 1998, y en cuyas sesiones, para debatir sobre estos mismos planteamientos teóricos y sus límites se reunieron autores de la talla de Gary Gereffi, Michael Storper, Jorge Carrillo o Juan José Castillo, entre otros (10). Nuestro punto de partida, que ya hemos venido planteando en distintos estudios desde los primeros años noventa, se plasma en un marco teórico, fundado en muy distintas investigaciones empíricas (11). Y tiene, por plantearlo de manera muy esquemática, lo que, en la investigación se ha hecho de manera concreta y compleja, tres momentos o perspectivas; tres criterios de enfoque o abordaje prioritarios; y tres problemas prioritarios de investigación. Tres momentos: 1) estudiar lo real; 2) estudiar las tendencias que se detectan en lo real; y 3) estudiar las políticas de transformación de lo real. Tres criterios de enfoque: 1) estudiar, como objetivo, el proceso concreto y completo de producción y las vivencias e interpretaciones de los actores sociales implicados; 2) estudiar ese, o esos procesos en su inserción territorial, local, regional, nacional o internacional; y 3) conceder un peso importante a la cultura industrial, las relaciones de trabajo, las expectativas y vivencias, más allá de las constricciones que podríamos aún llamar estructurales.
Punto de partida que entronca con el mainstream, el marco de análisis actual en nuestra comunidad científica, que se apoya en trabajos muy semejantes a los que hemos desarrollado en nuestro equipo: como la división del trabajo entre empresas (Grimaldi y Torrisi, 2001); los problemas de gobierno estratégico de las redes de empresas, (Gereffi et alii, 2005; Sturgeon, 2004); la evolución de la división del trabajo (Cappelli, 2001; Cusumano, 1992; Beirne, Ramsay y Panteli, 1998), etc. Esta literatura fundamenta el hecho de que aquello que formaba el núcleo central de la “nueva división internacional del trabajo” (Fröbel et alii, 1980), basado en la externalización de trabajo descualificado, se dobla, hoy en día con la posibilidad, y la realidad, desde luego, por ejemplo en el sector de la producción de software, de la externalización de trabajo cualificado, de trabajo inmaterial, de tareas que antes se consideraban sólo realizables en los países centrales (13). Las políticas sobre el trabajo: fabricando trabajadores aislados, solitarios. Las políticas de ‘descolectivización’ del trabajador colectivo, ese trabajador aislado, solitario, pero mundializado, es el producto de largos años de políticas sobre el trabajo. Esas políticas empresariales o gerenciales se han presentado, y muchas veces en los Tratados, aparentemente sociológicos, como una ‘organización científica’, y mucho menos como una política organizativa, orientada a terminar con la resistencia en el trabajo de los asalariados. Michael Burawoy supo presentar esta matriz ideológica, de toma de partido en las relaciones de producción, como la idea orientadora de la corriente principal de la sociología industrial o del trabajo a lo largo de muchos años (14). Es más, basta volver a ojear hoy cualquier manual de “historia” de la sociología del trabajo organizativo, para ◗◗◗
10. No pretendemos, en esta ocasión, sino ilustrar el argumento de la ignorancia teórica, o de la ‘recreación’, del descubrimiento del Mediterráneo, de estos marcos interpretativos, fuera del contexto social, científico y político en que fueron creados. Para una evolución y discusión crítica, remito a los distintos artículos que a lo largo de los años noventa publiqué como contribución y participación en numerosos debates, congresos y reuniones científicas. Remito en especial a “Distritos y detritos industriales…”, una ponencia presentada en el encuentro internacional organizado, en Poitiers, en 1993, por Arnaldo Bagnasco y Charles Sabel. 11. Un balance de los mismos puede consultarse en los trabajos recogidos en Castillo, 1994, “¿De qué postfordismo me hablas?”, pp. 365-391; y en Castillo, 1998, “La cualificación del trabajo y los distritos industriales: propuestas para una política del trabajo”, pp. 177-199. 12. Ver, entre las últimas aportaciones, la obra editada por Schmitz, 2004, Local enterprises… 13. May, 2000; Mir, 2000; Nicholson y Sahay, 2001. 14. Michael Burawoy, Manufacturing consent, 1979.
OPINION
Tres problemas prioritarios de investigación: 1) el gobierno estratégico de las redes de empresas, de la división del trabajo entre empresas; en suma, quién orienta y manda en las opciones y las posibilidades que ofrecen mercado e instituciones. 2) Cómo se construyen, en estos contextos dispersos de la producción actual, los marcos sociales que posibilitan, facilitan o dificultan la acción social, organizada o espontánea. Y, 3, ¿cuáles son las policy options, las opciones de políticas razonables y razonadas, de crear entornos donde los círculos virtuosos de sinergias y recursos públicos y privados, puedan dar origen a distritos, clusters, desarrollos locales endógenos, que permitan garantizar una opción de desarrollo tanto personal como institucional y regional sostenible, y que transite por la via alta (12).
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encontrarse siempre a Taylor, y a otros ‘pioneros’, como los primeros sociólogos del trabajo. La ‘restricción de la producción” (restriction of output) es la obsesiva y redundante pregunta que subyace a estos planteamientos. Irónicamente, pero con un fundamento de ruptura epistemológica enormemente válido, Burawoy, y tantos otros después de él, se planteará, como base de sus novedosas aportaciones, la pregunta “¿por qué los trabajadores trabajan tanto?”. Justo lo contrario de quienes se inquietan y escriben libros sobre por qué los trabajadores trabajan tan poco, dedicando sus esfuerzos ‘científicos’ a imaginar formas de vencer esas resistencias en el trabajo.
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El caso es que, y anuncio la tesis que sostendré como final de mi presentación, la sociología estaba ya contribuyendo a crear un mundo como el presente, en el que lo que se ha construido socialmente se acaba presentando como algo ‘natural’ e inevitable. Incluso por lo que pasa por la sociología más conocida. O la que más se vende...
Las relaciones sociales parecen no existir. Y, desde luego, la relación capital-trabajo parece haber pasado a mejor vida, sustituida por la “creación de su propio empleo”, por los “autónomos por cuenta ajena”, y otros velos discursivos tupidos y distorsionantes.
Por supuesto, las ciencias sociales también han contribuido, en corrientes no dominantes, a poner en evidencia lo que se estaba construyendo. Y, en más de una ocasión la literatura o la creación artística, han puesto el dedo en la llaga, describiendo con lucidez el mundo hacia el que nos dirigía una política del trabajo que marcaba, también, y muy especialmente, la vida de las personas. Baste recordar para los años veinte del siglo XX, y como ejemplo, Un mundo feliz, A brave new world, de Aldous Huxley. O más tarde ¿Sueñan los androides con ovejas mecánicas? de Philip K. Dick, de la que parte la película de Ridley Scott, Blade runner. Ficciones que llegaban con su extrapolación a detectar mejor las tendencias de las sociedades modernas que los sesudos (y poco legibles…) Tratados de sociología. Y que han sido muy utilizados como fuente de inspiración e interpretación por avezados científicos sociales, como es el caso de Antonio Estevan en España, que recordaba para entender la primera oleada de fragmentación empresarial, de división acelerada del trabajo entre empresas, y de las consecuencias que ello tenía para los trabajadores, a ese aislado fabricante de ojos de Blade Runner, que, a algunos de nosotros nos recordaba la primera incursión en los distritos industriales valencianos del juguete, y aquella fantasmagórica empresa que fabricaba, únicamente, ojos de muñeca… Metáforas e interpretaciones que encontrábamos luego magníficamente utilizadas por un gran científico social, David Harvey, en su The condition of postmodernity de 1989 (15). Ahora bien, el lector atento de los títulos de los artículos mas prodigados en las revistas, tanto de sociología, como de organización o de gestión empresarial, alzará la mano para llamar la atención hacia el hecho de que una constante, o casi una moda, hoy como hace treinta años, es la insistencia en organizar la producción (o decir que así ha de hacerse…), tanto en la industria, como en los servicios, o las áreas más avanzadas de las tecnologías de la información, bajo el paraguas del ‘trabajo en grupo’. Ya se llame ‘trabajo en equipo’, e incluso ‘equipos virtuales’. Y ello en abierta contradicción aparente con lo que acabamos
15. David Harvey, La condición de la postmodernidad, Buenos Aires, Amorrortu. 16. Alain Wisner, 1979, en español. El informe original es de 1974.
de afirmar: las políticas de individuación como mainstream de las políticas empresariales de organización de la producción. Y, contraviniendo las más elementales reglas del análisis históricamente situado, se buscarán precedentes en lo que en los años setenta del siglo XX estuvo en la primera plana de las agendas de reforma de la organización de la producción y se llamó “nuevas formas de organización del trabajo”. El contexto social y de situación de la capacidad de negociación de los trabajadores llevó, a finales de los sesenta, y prácticamente durante toda la década de los setenta, tal y como analizamos ampliamente en un libro editado, por primera vez, en 1988, Las nuevas formas de organización del trabajo, a una serie de transformaciones de gran calado, tanto organizativo, como institucional, y tanto a nivel nacional como supranacional. Pocas fueron, sin embargo, las voces, los estudiosos o estudiosas que vieran más allá de los cambios en la tendencia a la individuación y aislamiento de los trabajadores y trabajadoras. Dejándose deslumbrar por las conquistas, efectivas, pero sin el calado necesario como para operar un cambio, real, de tendencia. Un punto de inflexión que no terminara llevándonos a la extremada situación de pulverización actual de los trabajadores colectivos en, prácticamente, cualquier área de la producción de bienes y servicios.Uno de ellos fué, sin duda, el maestro Alain Wisner, en un luminoso texto de 1974. Wisner, analizando desde dentro el significado y potencia de las llamadas ‘nuevas formas de organización del trabajo’, y en filiación directa con las aportaciones tayloristas, prevenía de lo que había de blanco y de negro en esas nuevas implantaciones, de sus posibilidades y limitaciones (16). La idea o la imagen, muchas veces poco definida, del llamado, también hoy ‘trabajo en grupo’, en equipo, etc., tan prodiga en la literatura internacional, también pare◗◗◗
❛❛ El núcleo central de la “nueva división internacional del trabajo” (Fröbel et alii, 1980), basado en la externalización de trabajo descualificado, se dobla, hoy en día con la posibilidad, y la realidad, desde luego, por ejemplo en el sector de la producción de software, de la externalización de trabajo cualificado, de trabajo inmaterial, de tareas que antes se consideraban sólo realizables en los países centrales ce contradecir lo que decíamos al principio de este epígrafe. Más bien induce a pensar en la posible emergencia de un trabajador ‘colectivo’, o al menos de un trabajador “en pequeños colectivos”, con todas las características positivas para el trabajo que a lo largo de los años se le han venido atribuyendo. Y, aunque los mejores análisis muestran “los problemas reales de los equipos virtuales”, también este es un recurso argumental utilizado hasta la saciedad: hoy en día no sería preciso el que las o los obreros estén situados cara a cara, para que pueda darse el trabajo en equipo (17).
Es decir se dividirá la producción en miríadas de centros, empresas, lugares de trabajo, trabajadores ‘por cuenta propia’... Mónadas cada vez más individuales, aisladas, con menos posibilidades de defender ya no un salario decente, sino ni siquiera la reproducción de su capacidad de trabajo. El resultado no es sólo la individuación, sino, como correlato ‘inevitable’, la intensificación del trabajo. Y el trabajo en grupos que hoy se siga practicando en estos contextos, y que llevan aún consigo el marchamo de organización antitaylorista, se identifica, en la mejor investigación como una necesidad de eliminar las rigideces del taylorismo para lograr una mayor entrega de trabajo, una mayor intensificación del trabajo. Lo que define como ‘neotaylorismo’ (18). Y que en un estudio ejemplar y de referencia se analiza y argumenta como team taylorism, taylorismo de equipo (19). Donde se combinan las políticas de personal, la gestión de la calidad total y la organización espacial para aislar, intensificar y degradar el trabajo (20). ◗◗◗
Por nuestra parte, basándonos en distintas investigaciones, tanto de los años setenta, como de los ochenta, y habiendo iniciado un programa de trabajo sobre ‘la división del trabajo entre empresas’, avanzamos una hipótesis interpretativa en 1984 que se ha revelado, con posterioridad, enormemente explicativa de las transformaciones en la organización productiva de las empresas, la ‘pulverización’ empresarial a la que asistimos hoy en día. En 1984 escribíamos, en un artículo publicado en la Revista Española de Investigaciones Sociológicas, que luego sirvió de prólogo al libro del mismo título, Las nuevas formas de organización del trabajo: viejos retos de nuestro tiempo, que el discurrir de las políticas de despliegue de nuevas formas de organización del trabajo, corría en paralelo, y era una fuente potencial para facilitar la descentralización productiva. Hoy vemos aquel argumento con meridiana claridad: las nuevas formas de organización, las que luego serán en va-
❛❛ Las políticas de ‘descolectivización’ del trabajador colectivo, ese trabajador aislado, solitario, pero mundializado, es el producto de largos años de políticas sobre el trabajo.
17. Ver Hughes y otros, 2001; Pruijt, 2003 y Linhart, 2001 y 2006. 18. Veáse el matizado argumento para tiempos recientes, de Pruijt, 2003. Y conviene recordar que también en plena efervescencia de las ‘nuevas formas de organización del trabajo’, autores como Benjamín Coriat, para el caso de la Renault francesa, pusieron de relieve esta intensificación. 19. Baldry,Chris y otros, 1998, “Brigth satanic offices…”, p. 168, “The rise of team taylorism”. 20. Veánse las referencias bibliográficas sobre distintas publicaciones en este contexto. Y el libro editado por Juan José Castillo, Paul Stewart y Jean Pierre Durand, Teamwork in the automobile industry… 1999.
OPINION
rias empresas emblemáticas ‘Unidades Elementales de Trabajo’, identificaban los distintos fragmentos que podrían ser ‘autónomos’ en la producción, en el proceso de producción global. Así se tramaron las grandes líneas de lo que luego será la introducción de la relación cliente-proveedor dentro de la empresa (el mercado, frente a la jerarquía). Todos los fragmentos han de responder de su gestión, etc. etc. Pero, sobre todo, cada uno de ellos, si no cumplía unos requisitos de rentabilidad determinados podían, ahora sí, y de forma masiva para cualquier ‘producción’ (se hará tanto para los hospitales, como para los automóviles, la banca, los seguros, la atención al cliente –es un decir…-) ser dado a hacer a terceros, para utilizar la vieja jerga. O la más ‘moderna’: se practicará el outsourcing, el offshoring, el nearshoring, el rightsoring…
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el avance y consolidación de (cada vez más) desarrollados “sentidos comunes científicos”. Llámense teorías, paradigmas, estilos de conocimiento, o comunidades epistémicas.
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❛❛ Esas políticas empresariales o gerenciales se han presentado, y muchas veces en los Tratados, aparentemente sociológicos, como una ‘organización científica’, y mucho menos como una política organizativa, orientada a terminar con la resistencia en el trabajo de los asalariados. Los retos actuales de la sociología. “Por el hecho de que la verdad del mundo social es una baza de luchas [tanto] en el mundo social como en el mundo sociológico, cuya vocación es la producción de la verdad sobre el mundo social”, los avances científicos se acaban por constituir en una lucha interminable. La cita de Bourdieu (2001:221) recoge, sintéticamente, la necesidad permanente de poner(se) en cuestión, de acompañar siempre la práctica sociológica con una ‘sociología de la sociología’. Ahora bien, esa reflexividad sobre el propio oficio sólo puede tener toda su eficacia cuando encarna en colectivos, cuando se ejerce como algo reflejo, incorporado (21). Nosotros seguimos argumentando, como sociólogos, con la idea expresa o sobreentendida, de que nuestra labor se puede sintetizar en que tratamos de explicar “la interna trabazón de la realidad”, qué es lo que hace que el mundo, o nuestra pequeña parcela de él, funcione o vaya por donde va.
Y, sin embargo, como hemos mencionado con algunos ejemplos relevantes para la explicación fundamental que nos ocupa en este argumento, sobre la “soledad del trabajador”, sobre la fragmentación y la individuación, sobre la ruptura de los nexos, vinculaciones y relaciones que tramaban la capacidad de acción del obrero colectivo, vemos (y no sólo en Europa, o en España, o en América Latina) que la sociología sigue generando muchas digresiones, repeticiones, olvido de tradiciones de investigación, vueltas atrás en la formulación de los problemas de investigación, que se desligan de los ‘verdaderos’ problemas sociales. Vemos que se fabrican cada vez más éxitos de ventas, “marcas”, que no contribuyen un ápice a la mejora de nuestro entendimiento “de lo que pasa en el mundo” (22). Pero si a la mayor gloria académica. Tan sólo a eso. Puede que algunos sociólogos tengamos una aspiración para nuestra profesión demasiado alta, o demasiado exigente sobre el papel que las ciencias sociales tienen en la construcción y transformación de la sociedad. Puede. Pero esa es mi convicción. Que nos incumbe una responsabilidad, como colectivo, por supuesto. No sólo en explicar el mundo en que vivimos, sino en su génesis y despliegue actual. Y, claro está, en su posible re-construcción y organización. Sin menoscabo, por supuesto, de lo que nos concierne como ciudadanos de cada concreto lugar, y, ante todo, del mundo. Me explico: a lo largo de los últimos veinticinco años se han ido produciendo en nuestras sociedades grandes transformaciones y modificaciones. Unas capila◗◗◗
Pensamos que así la sociología contribuye a romper con las falsas explicaciones, rompe el velo de la dominación, que se oculta tras argumentos tecnológicos, inevitables, de mercado, de mundo “globalizado”: en suma, fuera del alcance de la intervención de los actores sociales, de la discusión informada por los estudios de las ciencias sociales, lejos, por tanto de las opciones, lejos de la posibilidad misma de distintas políticas. Creemos, además, que si esos saberes-explicaciones se ‘socializan’, esto es se hacen sentido común compartido por la mayoría, para decirlo como Antonio Gramsci, terminan por hacerse fuerza social. Lo que está por ver en más de una ocasión. Pero, si aplicamos a la comunidad científica esos criterios, podríamos, provisionalmente, decir que nos regimos por
❛❛ Y, en más de una ocasión la literatura o la creación artística, han puesto el dedo en la llaga, describiendo con lucidez el mundo hacia el que nos dirigía una política del trabajo que marcaba, también, y muy especialmente, la vida de las personas.
21. Bourdieu, 2001, p. 220: “collectifs qui l’ont incorporé, au point de la pratiquer sous le mode du reflexe ». 22. La copla de Lole y Manuel continuaba “por dios que no entiendo na; el cardo siempre gritando y la flor siempre callá”.
OPINION
res, otras fundamentales. Unas de gran alcance, otras que como rizomas se han ido introduciendo en la sociedad hasta hacerla saltar en pedazos, literalmente. Y de muchas de ellas, para seguir el aspecto más iluminador de El nuevo espíritu del capitalismo [1999], una reflexión sobre nuestra propia práctica nos puede mostrar como hemos sido incapaces de interpretar correctamente “ciertos microcambios preñados de consecuencias” (23). Siendo aún más precisos, suscribo la afirmación sobre la responsabilidad de la sociología en la (no) construcción de otro mundo posible: “La sociología representó un papel al mismo tiempo pasivo y activo en el proceso de “desrepresentación” de las clases sociales [pasivo: por su continuada pérdida de interés a medida que perdían representación en la sociedad. Y lo mismo puede decirse del trabajo, de aspectos específicos del mismo, de grandes problemas sociales, etc.]”. “Activo, en la medida en que la sociología contribuye también al trabajo de selección y de representación de lo socialmente pertinente [y con ello contribuyó también a la desaparición de las clases]” (24). Desde mi propia perspectiva, que, obviamente, comparten muchos, he defendido que para poder dar cuenta, y construir, El trabajo del futuro, es necesaria una triple orientación (p.4): a)
La interdisciplinariedad real en la investigación sociológica.
b)
La investigación concreta como “teorización aplicada”, y
c)
El contraste y validación de los resultados de investigación con los actores sociales.
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❛❛ Se dividirá la producción en miríadas de centros, empresas, lugares de trabajo, trabajadores ‘por cuenta propia’…Mónadas cada vez más individuales, aisladas, con menos posibilidades de defender ya no un salario decente, sino ni siquiera la reproducción de su capacidad de trabajo. Hoy y aquí enfatizo más el segundo aspecto. Porque “los estudios del trabajo directo proveen una oportunidad para construir estudios empíricos enraizados en el terreno, de grano fino, sobre la conducta institucional en conjunción directa con el trabajo más teórico que encontramos más frecuentemente en las más importantes áreas del análisis organizacional”. Y, sobre todo, “podemos empezar a ver como el análisis del trabajo tecnológicamente informado puede proporcionarnos el vehículo para reconsiderar algunos de los conceptos clave para nuestra comprensión de conceptos tales como información, trabajo de la información y sociedad de la información”(25) Como medio y paso para discutir, poner en común, avanzar, en nuestra práctica sociológica, sigo pensando que nada mejor que presentarnos los sociólogos “manos a la obra”, es decir explicar y discutir la trastienda de la investigación, la cocina de la investigación, como ya he argumentado en detalle en otro lugar, en coincidencia con otros colegas (26) Como decía Georges Friedmann al presentar un clásico latinoamericano, Huachipato y Lota, la obra de Torcuato di Tella y otros (1966) “es bueno (…) que el andamiaje de la investigación sea visible”.
❛❛ Las nuevas formas de organización, las que luego serán en varias empresas emblemáticas ‘Unidades Elementales de Trabajo’, identificaban los distintos fragmentos que podrían ser ‘autónomos’ en la producción, en el proceso de producción global.
Y eso es lo que he venido a hacer aquí. A tratar de plantearlo con vosotros y vosotras. Hoy en día nos encontramos, así lo planteo como punto de partida, ante una gigantesca contradicción: todos los despliegues de las antes llamadas ‘fuerzas productivas’, las redes, internet, las posibilidades de comunicación, el posible despliegue de mejores condiciones de vida y trabajo para todos, una globalización tan anunciada, ◗◗◗
23. Boltanski y Chiapello, 2002 [1999], p. 31. Las NFOT como forma de conseguir mayor intensificación y disponibilidad de los trabajadores, p. 349 y ss.; cap. IV “La reconstrucción del mundo del trabajo”, 299-362. 24. Boltanski y Chiapello, 2002, p. 407. 25. Heath y otros, 2000, p. 315. 26. Especialmente en Sociología del trabajo: un proyecto docente, 1996. Y En la jungla de lo social: reflexión y oficio de sociólogo, 2003. Los otros colegas son Catalina Wainerman, cuyo libro La trastienda de la investigación, editado en Buenos Aires, es un referente. Y Miguel S. Valles, que ha publicado reflexiones muy coincidentes. Con ellos preparamos un proyecto colectivo bajo el título de otro libro clásico sobre el tema, de 1964, Sociologists at Work (2007).
OPINION
Frente a ellos, las ciencias sociales, además de los ciudadanos, deben, con la ética de la responsabilidad científica, continuar la búsqueda de la verdad y la felicidad (28). Mostrar que el “solitario camino” al que se fuerza a los obreros mundializados es una construcción social dañina y destructora. Y que, como tal construcción social, puede invertirse.
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❛❛ Sobre la “soledad del trabajador”, sobre la fragmentación y la individuación, sobre la ruptura de los nexos, vinculaciones y relaciones que tramaban la capacidad de acción del obrero colectivo, vemos (y no sólo en Europa, o en España, o en América Latina) que la sociología sigue generando muchas digresiones, repeticiones, olvido de tradiciones de investigación, vueltas atrás en la formulación de los problemas de investigación, que se desligan de los ‘verdaderos’ problemas sociales. produce simultáneamente, porque así se diseña, obreros y obreras, trabajadores más solitarios, más aislados, con menos capacidad de acción colectiva, de socialización. Y esa situación no es siquiera el ‘saco de patatas’ que juntaba a los campesinos franceses, sin vínculos entre ellos, en la famosa metáfora de Marx. No es, tampoco, un paraíso perdido… de la noche a la mañana. Sino el producto de políticas económicas, sociales, productivas. Es el producto de luchas. Perdidas unas, ganadas parcialmente otras. La “morada feliz” de la que se ha expulsado al trabajo, parece haber sido en las narraciones de muchos sociólogos el ‘antes’, los años de Taylor, Ford y Keynes, los “treinta gloriosos” de la postguerra mundial de 1945. Esa morada que hoy ya no parecen habitar sino algunos escogidos, es a la que nos remiten los bienpensantes, a los que defendemos la posibilidad de un mundo diferente. No ese paraíso perdido, sino un mundo donde el trabajo y la vida puedan llamarse decentes, dignos (27). Para esos bienpensantes (que piensan poco…), quienes defienden, quienes defendemos, que una reorientación de las líneas maestras de la sociedad es posible, dicen: “derraman unas lágrimas” por un imposible, y esas lágrimas se secaran pronto.
Renovemos de una vez por todas, los viejos paradigmas, demasiado usados, demasiado gastados, de los determinismos tecnológicos, de las nuevas tecnologías, de las manipulaciones nominales que quieren cambiar el mundo transformando las palabras, lo precario en contingente (29). Contra la soledad del trabajador globalizado el papel que le cabe a la sociología, la tarea gigantesca y prometedora, no puede sino ser colectiva. Aquí apenas he esbozado un aire de la primera de las etapas con las que Walter Benjamin identificaba la buena prosa: “un estadio musical en que es compuesta”. Y nos quedan por hacer “el estadio arquitectónico, en que es construida”. Y, sobre todo, “el estadio textil en que es tejida” (30). La Sociología del Trabajo que hoy necesitamos es la que se hace con y para los actores sociales, se funda en la historia, en la política de reconstrucción de un país, tiene el horizonte del mundo, de los pueblos que ahora llevan la peor parte en la división internacional del trabajo. Por imperativo científico. Pero sobre todo, por supuesto, político y ciudadano. Sociología del Trabajo, n. 61, otoño de 2007, “Trabajo y vida: veinte años de Sociología del Trabajo”, pp. 31-53. Resumen: En este texto, apoyándonos tanto en la investigación empírica, teóricamente fundada, de los últimos años, en nuestro propio Grupo de Investigación en Ciencias Sociales del Trabajo de la Universidad Complutense de Madrid, como en la investigación de la comunidad científica internacional, así como en la reflexión sobre la práctica publicada a lo largo de los últimos diez años, proponemos algunas respuestas a los retos planteados, algunos puntos de partida para plantear cuestionamientos de las líneas principales de la investigación existente, y también, o sobre todo, una agenda de investigación para el inmediato futuro (y más allá): esto es preguntas que buscan respuestas urgentes, tanto en la sociedad como en el colegio invisible de las y los científicos sociales. ◗◗◗
27. Hodson, Dignity at work; OIT, 2006; Juan José Castillo, “Contra los estragos…”, etc. 28. Goethe, Meister, p. 10. 29. Todo el último párrafo esta inspirado en Max Weber, La ética…, p. 103, y la cita de Milton Paraíso perdido. E inspirado libremente en Thomas Kemple, editor de Weber, y en el texto del propio Weber citado en la bibliografía. 30. “El trabajo de una buena prosa comporta tres estadios: un estadio musical, en el que es compuesta; un estadio arquitectónico en el que es construída; y, finalmente, un estadio textil, en el que es tejida”. Walter Benjamin: Sentido único, 1928 [p.124].
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Gasto público y política fiscal En los últimos tiempos la política fiscal está en el lar de unas cuentas públicas favorecedoras del centro de atención de la vida pública espadesarrollo y del crecimiento económico ñola, debido a las diversas ofertas que los sostenible a la par que duradero. partidos políticos de cara a las próximas elecciones, están publicitando. Como es evidente, el diseño de una El gasto público en España Por ello se hace necesario analizar determinada política fiscal no es ha ido creciendo estas ofertas de bajadas fiscales simple, tiene importantes implicaa un ritmo mucho más intenso con una mirada diferente, para ciones para el resto de sectores centrar en ellas el foco de atención de la economía y la sociedad. que en el resto de las consecuencias que se de los países europeos ocultan detrás de estos atractivos Así a nivel económico, los imanuncios, y su relación y efectos puestos afectan tanto a las deci(en España en 1970 representaba que tienen con el Gasto Público. siones de consumo de los ciudael 22,1% del PIB, mientras danos, como a temas como el que en 2005, según datos Como es sabido, el Estado finanahorro e inversión de los agentes cia sus actividades, fundamentaleconómicos, a la vez que influye estimados por la mente, a través de tributos. El uso de decisivamente en la eficiencia de la Comisión Europea, se situó los impuestos y la forma de obtenerestructura productiva nacional. próximo al 40,4% del PIB). los constituyen la política fiscal. Los impuestos se utilizan también como mecaA nivel social, los impuestos son básicos nismo para alcanzar una mejor redistribupara la redistribución económica y la equición de la riqueza, e incluso para controlar las dad, de la misma forma que para incentivar acexternalidades u otras imperfecciones que surgen en tividades medioambientalmente sostenibles o soalgunos mercados. cialmente responsables.
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La cantidad de recursos obtenidos mediante tributos, es decir, a través de la presión tributaria, guarda relación con el nivel de gasto público que el Estado lleva a cabo, y el Gasto Público, a su vez, se relaciona con las responsabilidades y obligaciones que la sociedad en su conjunto crea que son oportunas, asignándolas al Estado. El sistema impositivo es, por tanto, uno de los principales reflejos de la relación entre Sociedad - Estado, enmarcando las obligaciones y derechos de cada uno. Los impuestos, sin embargo, no son la única fuente de financiación del Estado. Existen otras fuentes de ingreso para hacer frente a los gastos necesarios que un País tiene: • Otras fuentes son el endeudamiento (interno o externo) • Incluso la emisión de dinero. • La implicación directa del Estado en algunos sectores económicos mediante empresas públicas, • La imposición de royalties sobre los recursos naturales constituyen también otras fuentes de ingreso diferentes de la imposición. Cada uno de estos modos de financiación tiene sus propias ventajas e inconvenientes, pero al final, con vistas a largo plazo, un adecuado a la vez que saludable sistema tributario fundamentado en las actividades y rentas desarrolladas en el interior del país, constituye la piedra angu-
GASTO PÚBLICO Y CRECIMIENTO En la actualidad, existe cierta aceptación generalizada en el mundo desarrollado de que la globalización económica y la desregulación de los mercados de capitales y del comercio, provoca necesariamente que los países deban reducir sus cargas fiscales (muy especialmente sobre los factores móviles como el capital) y reducir su gasto público como única vía de mantener su competitividad. Esta afirmación tan categórica y simplista, no está exenta de polémica tanto desde un punto de vista político como económico. En el fondo de esta polémica se continúa con el eterno debate del papel que debe desempeñar el sector público en la economía, qué intervenciones debe realizar, qué funciones (asignativa, distributiva o de estabilización) debe asumir, qué coste se justifica para dichas intervenciones y, en definitiva, definir los niveles óptimos de gasto e ingreso público para las sociedades desarrolladas. Estos aspectos son núcleos fundamentales de definición del Estado que quiere configurarse, es por ello que plantear en uno o en otro sentido es planificar el futuro de un País. El gasto público en España ha ido creciendo a un ritmo mucho más intenso que en el resto de los países europeos (en España en 1970 representaba el 22,1% del PIB, mientras que en 2005, según datos estimados por la Comisión Europea, se situó próximo al 40,4% del PIB). Entre las causas que explican este fenómeno destacan, entre otras, el escaso peso del sector público a ◗◗◗
INDICADORES
■ LA DIMENSION DEL GASTO PÚBLICO
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INDICADORES 18 ■
principios de los ochenta; el aumento de las cargas sociales impuestas por la necesidad de dar cobertura a la generalización del estado del Bienestar, en especial a lo relativo a la autonomía de las regiones; y la crisis económica de principios de los noventa fueron las causas para revitalizar el crecimiento del mismo.
na, pues las cifras son parecidas para la mayoría de los países, situándose entre 2 y 3%.
Cada estado de la Unión Europea tiene un modelo de estado de bienestar social propio, una estructura de gasto específica, un sistema impositivo diferenciado y un contexto social, económico, demográfico y político con características propias, por lo que hay que ser muy cauto a la hora de llevar a cabo comparaciones simplistas .
La conclusión es simple: no existe correlación negativa entre un alto gasto público y la competitividad global. Lo que sí importa es la eficiencia con la que el Estado recauda y gasta el dinero público.
Uno de los argumentos más escuchados contra el gasto público es que éste limita el crecimiento de la economía. La explicación parece simple: el gasto del gobierno proviene de los impuestos que paga el sector privado. Estos impuestos reducen la capacidad de los privados de invertir y/o consumir, afectando el crecimiento. Por tanto, lo óptimo sería que el Estado fuese lo más reducido posible. Con cifras de la OCDE para 21 países industrializados, la comparación del gasto público per cápita con el crecimiento del PIB per cápita, lo primero que sorprende es que el gasto público en ningún caso es menor al 35% del PBI, rango en el que se sitúan (hasta el 40% del PIB) Australia, EEUU, Suiza , Japón, Canadá y España.
Entre los que están más abajo, entre 1 y 2%, encontramos a países con alto gasto público (Finlandia) y bajo gasto público (Suiza y Japón).
Centrándonos en el núcleo del asunto: El nivel de presión tributaria es sólo uno de varios elementos que determinan la situación económica. Existen otros más importantes como son: • la calidad de las instituciones, en particular la administración pública y el Poder Judicial; • la seguridad de la propiedad; • la probidad y espíritu público de los gestores políticos (tan en cuestión en la actualidad); • la estabilidad de la moneda; • la calidad de la educación, salud e infraestructura y
El rango superior, más del 55% del PIB, lo encabeza Suecia, seguida de Dinamarca y Francia.
• que no haya una regulación arbitraria de las actividades económicas.
Entre ambos se sitúan Reino Unido, Noruega, Alemania, Italia, Austria, Bélgica y Holanda.
Por tanto, poner el acento en un solo elemento, en este caso la presión tributaria es un error muy frecuente.
En América Latina es otra cosa: son pocos los que superan el 20% del PIB,
GASTO PÚBLICO Y ESTADO DEL BIENESTAR
Al comparar el gasto público con el crecimiento del PIB per cápita 1995-2004, no se encuentra correlación algu-
El gráfico que aparece a continuación, muestra el nivel de cobertura de las necesidades por parte del Gasto público en España respecto al resto de países de la UE-15. ◗◗◗
COBERTURA GASTO PÚBLICO EN ESPAÑA (UE-15=100) 0 Servicios Generales Defensa Nacional
20
40
60
80
100
120
140 1990 1995
Orden Público y
2000
Asuntos Económicos
2003
Protección del Medio Vivienda y Asuntos Sanidad Servicios Recreativos, Educación Protección Social TOTAL
❛❛ Al comparar el gasto público con el crecimiento del PIB per cápita 1995-2004,
Si bien el nivel de cobertura del gasto público español es bajo, debe llamarse la atención sobre un hecho significativo, tal como se contempla en las investigaciones del profesor Lagares (1988):
no se encuentra correlación alguna, pues las cifras son parecidas para la mayoría de los países, situándose entre 2 y 3%.
• en 1976 el grado de cobertura de las necesidades públicas en España era del 43%. • A partir de este año se inició una tendencia claramente alcista que situó dicha cobertura en un 51,1% (en 1981) • un 58,2% (en 1986), • para alcanzar finalmente en 66,57% en 1990. Por tanto, en un período de 15 años se produjo un incremento de casi 24 puntos. • Posteriormente, a lo largo de la década de los 90 el grado de cobertura se mantuvo en España entorno al 67% • y es a partir del año 2000 cuando experimenta un pequeño descenso, situándose en 64,90% de cobertura de las necesidades para el año 2003. MARCO ACTUAL EN LA ESPAÑA DEL 2008 Analizado todo lo anterior, podemos observar cómo todos estos temas se reflejan en nuestro País a través de los Presupuestos Generales para el 2008, que nos dan una visión clara del tipo de Estado que se propone.
Los Presupuestos Generales del Estado (PGE) de 2008 - Los PGE de 2008, recoge una rebaja del IRPF de casi 2.300 millones de euros y se asienta sobre una previsión de crecimiento del 3,3% del PIB. De estos 2.300 millones de euros: 1.000 corresponden a la nueva deducción por nacimiento o adopción de hijo, 348 a la también nueva medida por alquiler de vivienda, y 939 millones a la deflactación de la tarifa del IRPF y a la elevación de los mínimos personales y familiares y de la deducción por rendimientos del trabajo. - A las medidas fiscales se añade la entrada en vigor de la segunda parte de la rebaja del Impuesto sobre Sociedades que bajará el tipo del 32,5% al 30%. - Prioridades de las cuentas: crecimiento económico y mejora de la productividad, mediante la inversión en capital humano y tecnológico y en infraestructuras; la protección social; la ayuda oficial al desarrollo, el reforzamiento de la estabilidad presupuestaria y la mejora de los servicios públicos. - El Gobierno contará con un límite de gasto de 152.560 millones de euros, el 6,7% más que este año, en tanto que los ingresos del Estado crecerán el 4,2%, hasta 158.756 millones de euros. - Gasto: las principales partidas se destinarán a capital humano y tecnológico educación e I+D+i-, con 10.510 millones, el 16,4% más que en 2007. - El gasto social se incrementará el 6,8%, hasta los 157.000 millones de euros, de los que 86.040 millones se destinarán a pensiones (el 7,4% más), 2.106 a complementos para pensiones mínimas (con un aumento del 16,6%), 871 millones para dependencia (sube el 118%) y 1.369 millones a políticas de vivienda (el 9,7% más). - En los servicios públicos el Gobierno se gastará 1.564 millones de euros para Justicia, el 7,8% más, además de 8.872 millones en Seguridad Ciudadana, el 9% más, y otros 8.500 millones en Defensa, partida que crece el 5,5% “para mejorar el diseño del ejército profesional”.
INDICADORES
Podemos observar que para el gasto público en su conjunto se sitúa, en el caso español, en el 66,57% en 1990 y en el 64,90% en 2003, claramente alejados de la media comunitaria (UE-15=100).
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TENDENCIAS 20 ■
■ Miguel Ángel Purcalla Bonilla Profesor Titular de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social
Deslocalización de empresas: problemática y alternativas (1) La problemática planteada por la deslocalización El término «deslocalización empresarial» significa, en una primera aproximación, el cierre, total o parcial, de una empresa y su traslado al extranjero; dicho de otra forma, implica la transferencia de la producción de un enclave nacional a otro extranjero, con el fin de ampliar el mercado (deseo de penetrar en nuevos mercados, ante la atonía de la demanda interna en los países de origen), de reducir costes de mano de obra y de importar, para satisfacer el consumo nacional, bienes y servicios anteriormente producidos a nivel local.
ses ha dejado sentir sus efectos en cuatro sectores de la industria española: fabricación de coches, elaboración de componentes para automóviles, siderurgia y electrónica de consumo. Como ejemplos de lo que se acaba de decir, basta indicar que BMW tiene una planta de producción en Rusia; FIAT tiene una en Polonia y una en Rusia; FORD tiene una en Rusia; GENERAL MOTORS una en Hungría y tres en Polonia; el grupo PSA tiene una planta en la República Checa; RENAULT tiene una planta en Eslovenia y otra en Rumanía; TOYOTA tiene una planta de producción en Polonia y otra en la República Checa; o, en fin, que VOLKSWAGEN tiene una planta en Bosnia, una en Eslovaquia, una en Hungría, una en Polonia y tres en la República Checa.
El fenómeno de la globalización supone, desde la perspectiva sociolaboral, una deslocalización de empresas y una paralela relocalización de centros de producción. De este modo, la deslocalización no consiste tanto en crear Todo ello genera una quíntuple problemática: nuevas fábricas en otros lugares distintos al de origen (lo que no siempre es factible, ni tampoco tiene por qué ser lo A) De un lado, la pérdida sustancial de puestos de trabajo más habitual), cuanto en contratar en otro país a ciertos que son el sustento de muchas familias en nuestro país. trabajadores o subcontratistas para que desarrollen allí su Algo que afecta, especialmente, a la miríada de contratistarea, sin necesidad de que el tas y subcontratistas que decentro neurálgico de la emprependen de las multinacionales y sa se desplace ni un milímetro. que contratan y despiden de Sólo así puede explicarse que acuerdo con la evolución de la el control de las cámaras de demanda, operando como Esta pérdida de empleo, canalizada en España seguridad de los bancos gineamortiguadoras de las fluctuabrinos sea ejercido por “guar- a través de los despidos colectivos con base en ciones coyunturales. Esta pérdias” que físicamente se en- expedientes mediáticos de regulación de dida de empleo, canalizada en cuentran en África septentrio- empleo (o en el más silencioso, o cuando España a través de los despinal; que la gestión de los bille- menos así lo parece, del procedimiento dos colectivos con base en extes de Swissair se efectúe des- concursal), ya está viviendo un nuevo capítulo, pedientes mediáticos de regude Bombay; que los principalación de empleo (o en el más siel del «deslocalizador deslocalizado» les centros de datos transfronlencioso, o cuando menos así lo terizos de empresas europeas parece, del procedimiento conse localicen en Jamaica, Barbados o Filipinas; o que varias cursal), ya está viviendo un nuevo capítulo, el del «desloempresas telefónicas europeas localicen sus centros de calizador deslocalizado»: con este retruécano me refiero a atención al cliente, por ejemplo y sin ánimo exhaustivo, en lo que está sucediendo en países como Marruecos, que Marruecos. desde la década de los 90 fue receptor de empresas del sector textil (Kindy, Nike, Puma), y ahora ve cómo las emEn este orden de ideas, los anuncios de (y en muchos capresas referidas se marchan al sudeste asiático y a China, sos la ejecución de) deslocalizaciones no son privativas de porque los costes sociales de estos países son inferiores la industria (aunque sean los casos más «mediáticos» en a los marroquíes, pero también la tecnología y la creativiEspaña -Samsung, Volkswagen, Lear, Moulinex, Levi dad e innovación empiezan a ser mejores. Strauss, Philips, Valeo, Sony, Delphi, Fagor y un largo etcétera-), sino que afectan también a los servicios; y ya no Lo anterior no hace sino corroborar que la deslocalización sólo conciernen a los empleos poco cualificados, sino no sólo depende de los costes laborales y de protección también a los altamente profesionalizados en muy diversocial, sino también del sistema fiscal, del funcionamiento sos sectores (informático, automoción, finanzas, consulde los tribunales, de los costes de la inversión, de la comtoría, biotecnología, etc.). A guisa de empleo y en pleno siplejidad tecnológica de los procesos implicados (variedad glo XXI, la «huida» de las multinacionales hacia otros paíy calidad), de las normas laborales y medioam◗◗◗
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Este trabajo ha sido realizado en el marco del proyecto de investigación Empresa, cambios organizativos y nuevas tecnologías, financiado por el Ministerio de Educación y Ciencias, convocatoria 2004-2007, ref. SEJ2004-07538-JURI.
❛❛ La deslocalización no sólo depende de los costes laborales y de protección social, sino también del sistema fiscal, del funcionamiento de los tribunales, de los costes de la inversión, de la complejidad tecnológica, normas laborales y medioambientales, ausencia o presencia de corrupción en las administraciones públicas, infraestructuras, precio de la energía. bientales (“banderas de conveniencia”), de la ausencia o presencia de corrupción en las administraciones públicas, de la dotación de infraestructuras, del precio de la energía, de la formación de la mano de obra, de la proximidad a fuentes de materias primas o a grandes mercados, de la amplitud y dinamismo del mercado interno, etcétera. De esta forma, las empresas pueden escoger a discreción el lugar de inversión, de producción, de cotización y de residencia, y muchos empresarios se aprovechan de la baja presión fiscal de los Estados “pobres” al tiempo que disfrutan de los elevados niveles de vida de los Estados “ricos”, pagando los impuestos donde les resulta menos gravoso. En suma, la estrategia de las grandes empresas (entidades industriales y comerciales, instituciones financieras) pasa por el desplazamiento de fábricas a países con salarios bajos, trasvasando fondos y contabilidades, eludiendo fiscalidades y legislaciones incómodas, aplastando a rivales locales y consiguiendo cifras de beneficios superiores a muchos presupuestos nacionales. B) Paralelamente, la deslocalización mundial de la producción y la movilidad transnacional de las empresas está acarreando una cierta dosis de «desnacionalización» de los sistemas jurídico-laborales, pero ello no ha de justificar, a mi modo de ver, un desmantelamiento de los sistemas de garantías creados por el Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social a lo largo del siglo XX, a través de propuestas «desreguladoras» (debilitamiento de la norma imperativa estatal), de propuestas reductoras de la capacidad de actuación de los sujetos colectivos o de la recuperación de amplios espacios normativos a la unilateralidad de las decisiones empresariales. C) De otro lado, la presión añadida que estas prácticas deslocalizadoras reportan sobre el mantenimiento del poder adquisitivo de los salarios y de las condiciones de trabajo. Ejemplo de ello lo encontramos en Alemania, donde casi un centenar de empresas (entre ellas, algunas multinacionales) han planteado a los trabajadores la ampliación
D) El escaso incremento de las inversiones directas en el extranjero por parte de empresas españolas (capitales que son exportados, no siempre con fines especulativos –reducción de costes para abastecer el mercado de origen-, sino para comprar o para crear empresas o filiales en el extranjero –ampliando sus actividades en mercados emergentes-), y el paralelo decremento de las inversiones extranjeras en España. Las inversiones directas en el exterior son, pues, aquellas inversiones realizadas de un país a otro, que comportan el control de la gestión de una empresa por parte de otra empresa residente en el primer país, realidad que muchos países han estimulado mediante políticas de atracción de capital exterior. Nuestro país debe tender, pues, hacia esa política tanto de captación inteligente de inversiones extranjeras, cuanto de exportación de bienes y servicios sin pérdida de capital humano. E) Por último, plantea la marginación de los trabajadores sin cualificación y de los obreros especializados, progresivamente sustituidos por procesos automatizados, robotizados e informatizados, que incorporan programas de software (como por ejemplo la tecnología de control numérico –CNC- o la tecnología de control programable –PLC-), que controlan el hardware eléctrico de procesamiento. Estos trabajadores engrosan las listas de los despidos colectivos (flexibilidad numérica o externa) y las jubilaciones anticipadas y forzosas, y el paralelo fortalecimiento de una élite de trabajadores estables, fidelizados y cualificados, predispuestos al reciclaje continuo y a la adaptación a las modificaciones técnicas. En este sentido, está claro que, para muchos ciudadanos, lo que hace años era un trabajo “para toda la vida”, hoy en día no es más que un trabajo ocasional y precario, y el que ayer tenía una profesión de futuro puede ver transformadas sus capacidades, de la noche a la mañana, en conocimientos sin valor. Las posibles alternativas a la deslocalización A la vista de la problemática señalada, algo hay que hacer. Así, la protección eficaz de los trabajadores se consigue de dos maneras: directamente, mediante el establecimiento de condiciones laborales consideradas justas y dignas; e indirectamente, impidiendo que las empresas compitan sobre costes laborales. Ahora bien, la deslocalización está afectando gravemente a ambos vectores, pues la fijación de condiciones laborales justas y dignas no interesa a muchos países en vías de desarrollo, que prefieren no regular la cuestión ni cumplir los estándares internacionales a cambio, precisamente, de ofrecer un perfil más atrayente para los «inversores» (rectius, especuladores) por sus bajos costes laborales. Sin embargo, siendo una estrategia interesante para la propia empresa «deslocalizante» (que conserva sólo un núcleo de trabajadores en el país de origen), la implantación de las multinacionales en los países menos desarrollados suele comportar, junto al efecto positivo de la modernización de su aparato productivo y de la adquisición ◗◗◗
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del tiempo de trabajo bajo la amenaza de la deslocalización; o en Francia, donde importantes empresas amenazan con deslocalizar su producción si no se revisan (es decir, se rompen para permitir una mayor jornada laboral) los acuerdos colectivos vigentes desde hace unos años sobre la jornada semanal de 35 horas.
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de un know-how, unos efectos perversos conocidos: pérdida de control político sobre sectores económicos estratégicos, desestabilización y reestructuración del tejido productivo local, y abandono posterior del territorio por parte de las empresas para instalarse en otro que se aprecie como más rentable. Por todo lo anterior, debemos plantearnos las posibles alternativas para afrontar los efectos negativos del fenómeno creciente de la deslocalización (pues como tal no puede prohibirse, dada la libertad de empresa en el marco de las economías de mercado); dicho de otro modo, se trata de reseñar las respuestas jurídicas racionales que sean compatibles con la exigencia de competitividad y productividad propias del mercado económico global. En mi opinión, seis son las respuestas y líneas de actuación posibles: A) La primera alternativa es la de diseñar e imponer eficazmente un Derecho del Trabajo supranacional, una regulación común a todos los operadores jurídicos del mercado global, evitándose con ello el dumping social que rastrean y utilizan las empresas, y estableciéndose condiciones laborales justas en todos los países, siempre que los contenidos de esa regulación común resulten adecuados a tal fin (ejemplo: técnicas de coordinación y armonización en la UE). No obstante, ante las dificultades para implantar a nivel mundial una normativa internacional única, la fijación de derechos laborales mínimos (a modo de orden público internacional) que deben observarse por todos los países (estándares OIT), impide que, aunque no todos los países tengan las mismas condiciones de trabajo (cosa impensable por irreal a día de hoy), algunos las establezcan a unos niveles tan bajos que rompan el mercado y provoquen competencia desleal. Junto a ello, la implementación de buenas prácticas y códigos de conducta, medidas peculiares de soft law, no debe tampoco desdeñarse.
❛❛ La estrategia de las grandes empresas pasa por el desplazamiento de fábricas a países con salarios bajos, trasvasando fondos y contabilidades, eludiendo fiscalidades y legislaciones incómodas.
Como se sabe, en el ámbito europeo existe un marco comunitario de referencia para hacer frente a las diferentes dimensiones que suelen presentar las deslocalizaciones y, en general, a las reestructuraciones empresariales (despidos colectivos, dificultades o insolvencia de las empresas, cambios en la composición del accionariado y en la titularidad de las empresas, cambios en la actividad y en la organización de las mismas). Este marco de referencia está compuesto, en esencia, por varias Directivas: 75/129/CEE, modificada en 1998, sobre despidos colectivos; 2001/23/CE del 12 de marzo de 2001, sobre traspaso de empresas; 2002/74/CE, sobre insolvencia del empresario; 94/45/CE, sobre comités de empresa europeos (modificada por Directiva 97/74); 2002/14/CE, sobre un marco de información y consulta a nivel nacional (de acuerdo con esta Directiva, todas las empresas con, al menos,
❛❛ En Alemania, donde casi un centenar de empresas han planteado a los trabajadores la ampliación del tiempo de trabajo bajo la amenaza de la deslocalización; en Francia, importantes empresas amenazan con deslocalizar su producción si no se revisan los acuerdos colectivos vigentes desde hace unos años sobre la jornada semanal de 35 horas.
50 trabajadores -o centros con al menos 20 trabajadoresestán obligadas a informar y consultar a los representantes de los trabajadores en cuanto a los avances de la empresa, los cambios en la organización del trabajo y las tendencias del empleo); y 2001/86/CE, sobre implicación de los trabajadores en la sociedad anónima europea. Además, las empresas con una determinada dimensión (es grupo de empresas de dimensión comunitaria aquel en que concurran las siguientes condiciones: a) que emplee 1.000 trabajadores o más en el conjunto de los Estados miembros; b) que comprenda, al menos, dos empresas del grupo en Estados miembros diferentes y c) que, al menos, una empresa del grupo emplee 140 trabajadores o más en un Estado miembro y que, al menos, otra de las empresas del grupo emplee 150 trabajadores o más en otro Estado miembro), tienen que constituir Comités de Empresa europeos. Actualmente hay unos 600 ya constituidos, esto es, un 40% de empresas y grupos de dimensión comunitaria ya tenían comité de empresa europeo en el año 2003. Disponen de facultades de información (al respecto, ver las sentencias TJCE de 29 de marzo de 2001, asunto Bofrost, y de 13 de enero de 2004, asunto Kühne&Nagel) y consulta de los miembros de dicho comité en caso de circunstancias excepcionales que afecten considerablemente a los intereses de los trabajadores, especialmente en caso de deslocalización, de cierre de empresa y de establecimiento o de despidos colectivos. A nivel de la UE, pues, son un adecuado mecanismo para actuar ante las decisiones deslocalizadoras de las empresas europeas. Sin embargo, en España sólo 5 de las 37 empresas que podrían tener Comité de empresa europeo lo han constituido (Grupo Repsol YPF, Roca Radiadores, Grupo Praxair, GE Power Controls Ibérica y Altadis). Este tema está ahora en fase de revisión, pues la directiva reguladora de la materia (94/45, de 22 de septiembre) será, de seguro, objeto de una futura revisión, y desde fuentes sindicales se indica que sería conveniente in◗◗◗
❛❛ A la vista de la problemática señalada, algo hay que hacer. Así, la protección eficaz de los trabajadores se consigue de dos maneras: directamente, mediante el establecimiento de condiciones laborales consideradas justas y dignas; e indirectamente, impidiendo que las empresas compitan sobre costes laborales.
corporar la facultad de negociar de dichos comités, así como que se garanticen una serie de medios (formación, recurso a expertos, frecuencia de las reuniones, creación de comités ejecutivos), que se extiendan las facultades de información y consulta a los casos de concentraciones, fusiones y adquisiciones de empresas en el nivel comunitario, y que se refuercen las sanciones en caso de incumplimiento de las obligaciones empresariales de información y consulta. Con todo, es lo cierto que los Comités de empresa europeos y las empresas o grupos de empresas han acordado textos y documentos, tales como códigos de conducta, programas de acción o acuerdos a nivel europeo, es decir, han dado un paso más allá de las facultades de información y consulta que únicamente les reconoce la Directiva. En el ámbito mundial, la CIOSL (organizada en tres niveles regionales (2)) y las Federaciones Sindicales Internacionales (FSI, desde enero de 2002, pues antes se denominaban Secretariados Profesionales Internacionales) están propiciando la conclusión de acuerdos mundiales en el seno de las empresas multinacionales, especialmente sobre la gestión de las reestructuraciones(3). Hasta el momento se han concluido este tipo de acuerdos en 32 multinacionales, trece de los cuales fueron concluidos en 2002 y 2003. Los temas más abordados en los mismos son los derechos sindicales, el derecho a la negociación colectiva, los derechos de información y consulta, la igualdad de oportunidades, la salud y seguridad, el salario mínimo y la prohibición del trabajo infantil y del trabajo forzoso. Al respecto se ha señalado que son más útiles y eficaces que los códigos de conducta, pues en los mismos suelen contemplarse cláusulas de aplicación, con lo que se puede verificar su cumplimiento en las distintas plantas de las empresas.
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B) La segunda alternativa imaginable para frenar los crecientes procesos de deslocalización, es la implantación de una tasa impositiva sobre el volumen de negocios del tráfico de divisas y sobre los eurocréditos en bancos no europeos (la llamada Tasa Tobin). En efecto, el daño económico causado por las oscilaciones especulativas de los tipos de cambio puede reducirse notablemente con un tipo de impuesto sobre el tráfico de divisas (inversiones especulativas) y sobre los créditos como el propuesto por el economista norteamericano James Tobin (gravar con un 1% dichas operaciones), hoy un tanto olvidado. Entre otras ventajas, esta tasa reportaría fuentes de ingresos que se necesitan con urgencia para apoyar a aquellos países subdesarrollados que no pueden resistir el ritmo de los mercados globales. Además, creo que es necesario y urgente que a una economía globalizada se aplique una fiscalidad globalizada, de forma que es dable imaginar hasta tres tipos de impuestos: una fiscalidad sobre el conjunto de las transacciones financieras internacionales (Tobin tax); una fiscalidad sobre los beneficios de las empresas multinacionales (sin que sean permisibles las prácticas de reducciones enormes del impuesto de sociedades, como ha hecho algún país de la UE –Irlanda-); y una fiscalidad sancionadora, que obligue a la devolu◗◗◗
ORIT (Organización Regional Interamericana, con sede en Caracas), ORAF (Organización Regional Africana, con sede en Nairobi) y ORAP (Organización Regional de Asia-Pacífico, con sede en Singapur).
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Junto a lo anterior, es claro que a las empresas que pretendan deslocalizarse se les puede exigir que cumplan con una serie de condiciones y requisitos: por ejemplo, establecer mecanismos de anticipación y transparencia para prever los cambios, y de consulta y negociación con los representantes de los trabajadores para tratar de paliar (no sólo con indemnizaciones por despido colectivo superiores a la legal, sino también mediante un plan social con medidas efectivas de recolocación) los efectos de la decisión deslocalizadora; aplicar el principio de responsabilidad social con todos los interesados, incluidas las subcontratas; realizar un esfuerzo real de formación para garantizar la empleabilidad y recualificación de los trabajadores (que a fin de cuentas son los grandes afectados por la pérdida de puestos de trabajo); establecer medidas de apoyo a la reindustrialización del territorio (por ejemplo, Fondos de Promoción del Empleo, con presencia institucional y gestión tripartita –agentes sociales y Administración-); obligar a las empresas a la devolución de las ayudas recibidas en caso de incumplimiento de las condiciones; o la formalización (como promueve la CIOSL) de acuerdos mundiales en el seno de las multinacionales, especialmente sobre la gestión de las reestructuraciones.
La FSI agrupa diversas federaciones corporativas.
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En esta línea positiva de acuerdos marco internacionales, deben traerse a colación los cinco acuerdos suscritos por Union Network International (UNI) con empresas de los sectores de servicios inmobiliarios, venta al detalle y telecomunicaciones. Estos acuerdos marco no constituyen una negociación colectiva en el sentido tradicional, y no suplantan tampoco a la negociación colectiva nacional y local, sino que contribuyen a fijar unas condiciones mínimas basadas en los principios y derechos fundamentales en el trabajo (libertad sindical y negociación colectiva, especialmente, como ha sido el caso del acuerdo entre UNI y Carrefour).
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Escenario exigible, el recién indicado sobre la inversión en I+D, que se presenta poco halagüeño en el caso de España, pues según Eurostat el déficit comercial español en alta tecnología equivale, él sólo, a casi la mitad del que registra toda la UE (10.300 millones de euros, de un déficit total europeo de 23.100 millones). Por si esto no fuera suficiente, resulta que estamos en el furgón de cola de inversión en I+D, pues España invierte el 0,96% de su PIB en I+D, tan sólo por delante de Portugal (0,84%), Grecia (0,67%), Lituania (0,48%) y Chipre (0,26%), y muy por detrás de socios comunitarios, como Suecia (el líder: 4,27%), Finlandia (3,49%), Alemania y Dinamarca (2,49%), Francia (2,40%), Bélgica (2,17%), Eslovenia (1,52%) o Chequia (1,33%).
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❛❛ A nivel de la UE, pues, son un adecuado mecanismo para actuar ante las decisiones deslocalizadoras de las empresas europeas. Sin embargo, en España sólo 5 de las 37 empresas que podrían tener Comité de empresa europeo lo han constituido (Grupo Repsol YPF, Roca Radiadores, Grupo Praxair, GE Power Controls Ibérica y Altadis).
ción de ayudas y al pago de ciertas sanciones a empresas que se deslocalicen dentro de un plazo desde su implantación. Un tímido, aunque diverso al expuesto, avance fiscal al respecto en el marco de la UE, ha sido el planteado por la Directiva 2003/48, de 3 de junio, sobre tributación de las de las rentas derivadas del capital y de rentas del ahorro en forma de pago de intereses, que pretende armonizar las disposiciones de los países miembros en orden al gravamen de los rendimientos generados por capitales constituidos por renta no consumida (inversiones reales, inversiones financieras, participación en fondos propios de sociedades, cesión a terceros de capitales propios en operaciones de crédito que devenguen intereses). C) La tercera alternativa pasa por el éxito de la glocalización (proceso de globalización que ha impulsado los procesos de desarrollo endógeno, basados en un fortalecimiento de las estrategias relacionales -productivas, tecnológicas y de intercambio- y de sus redes incardinadas en los entornos territoriales locales –clústers regionales, distritos industriales-), como una de las fórmulas para consolidar el mantenimiento de puestos de trabajo y de estándares sociales dignos, porque no está nada claro que los escenarios laborales precarios e inseguros fomenten la creación de empleo, pues las economías avanzadas no pueden competir, por mucho que flexibilicen sus sistemas de relaciones laborales, en ciertos sectores –ejemplo: textil- con países donde los salarios son excesivamente bajos (Indonesia lidera esta deplorable realidad de salarios ínfimos en el sector textil). Por ello, el escenario natural de las economías avanzadas es el de la producción especializada, ligada a la tecnología de vanguardia, la alta cualificación laboral y la inversión masiva en I+D en contextos locales.
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A este propósito, recuérdese, en primer lugar, que la media europea de inversión en I+D supone el 1,99% de su PIB (lejos todavía del objetivo del 3% marcado en el Consejo Europeo de Barcelona), mientras en EEUU es del 2,80% y en Japón es del 2,98%. Y, en segundo lugar, que la Ley de Presupuestos Generales del Estado para 2005 ha previsto un incremento del 16,3% para inversión pública en I+D, lo que supone una cifra total cercana a los 5000 millones de euros; previsión que debe saludarse, pues la Comisión Europea ha reclamado recientemente a los Estados miembros un mayor esfuerzo económico en la inversión en I+D (4). En este orden de ideas, aunque no hay que desconocer que los sistemas productivos locales tienen un futuro limitado, ya que la globalización estimula la centralización y concentración del capital y los mercados, de forma que los cambios que genera la reestructuración de las regiones están condicionados por el proceso de globalización y, por tanto, por la estrategia de las grandes empresas multinacionales, que controlan tecnológica y comercialmente a las pequeñas y medianas empresas, no es menos cierto que el trabajo no es global, sino que en general es local y regional, y es el capital y la organización de la producción lo que puede adjetivarse de global. De esta forma, la glocalización ha fomentado, en primer lugar y con carácter general, el desarrollo de los clusters (aglomeraciones geográficas de firmas empresariales, dotadas de una coherencia económica y social), cuyos miembros se relacionan entre ellos en tres diferentes niveles: verticalmente (vínculos, transacciones, cooperación), ◗◗◗
❛❛ Creo que es necesario y urgente que a una economía globalizada se aplique una fiscalidad globalizada, de forma que es dable imaginar hasta tres tipos de impuestos: una fiscalidad sobre el conjunto de las transacciones financieras internacionales (Tobin tax); una fiscalidad sobre los beneficios de las empresas; y una fiscalidad sancionadora, y al pago de ciertas sanciones a empresas que se deslocalicen dentro de un plazo desde su implantación.
Vid. EUROPEAN COMISSION (Final Report January 2005): Five Year Assesment 1999-2003. Research and Technology Development in information society, consultado en: europa.eu.int/comm/dgs/information_society/evaluation/pdf/5_y_a/ist_5ya_final_140105.pdf.
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horizontalmente (competencia) y espacialmente (proximidad, ambientes culturales e institucionales compartidos). Y, en segundo lugar y como una variante o modalidad específica de cluster, la consolidación de los distritos industriales (entidades socioterritoriales caracterizadas por la presencia activa, en un área territorial determinada, de una comunidad de personas y de una agrupación de empresas industriales), cuyos tres aspectos distintivos son: - Concentración de producción y actividades innovadoras en el ámbito geográfico –pequeñas áreas, como el caso del Levante español- y a nivel sectorial –especialización-. - Entorno social y cultural común (background). - Organización de vínculos entre actores pertenecientes o no al negocio, en redes formales e informales (networks económicos e institucionales, como conjunto de valores comunes que distinguen el ambiente local). La creación de clusters regionales puede ser, así las cosas, un medio eficaz para atraer y asentar empresas, aumentar la competitividad regional, prevenir los efectos económicos, sociales y territoriales negativos de las reestructuraciones industriales e impulsar la cohesión económica y social del territorio. Para esta tarea es esencial, como ha señalado Zufiaur, el reforzamiento y la mejora de la cooperación entre las empresas implantadas en la región; aprovechar las oportunidades de mejora de las capacidades tecnológicas que ofrecen la constitución de clusters; la integración en red de las relaciones entre clientes, subcontratistas y proveedores, lo que favorece la constitución de conexiones más estrechas entre agentes socioeconómicos y entre las autoridades locales y regionales; la inserción de las empresas en redes trasnacionales que permitan el acceso a nuevos mercados; el desarrollo de experiencias, como las producidas en los distritos industriales italianos, de movilidad de los trabajadores dentro del cluster; o de formación profesional de los mismos, como demuestra la experiencia en torno a la máquina herramienta en Elgoibar (Guipúzcoa). A propósito de la glocalización, entiendo que el teletrabajo transfronterizo implementado por empresas “glocales” está muy unido a las prácticas de deslocalización del trabajo desarrolladas por las empresas multinacionales. En efecto, el teletrabajo transfronterizo conlleva la desaparición de las fronteras geográficas y permite que las empresas puedan incorporar profesionales de todo el mundo, sin que medie vinculación laboral formal (en modalidad de subcontratación –arrendamientos de servicios- o de teletrabajadores autónomos –a los que les sería de aplicación, llegado el caso y aplicando los criterios del artículo 11 de la Ley 20/2007, de 11 de julio-, la consideración de autónomos dependientes). Tras las primeras experiencias de teletrabajo transfronterizo, la OIT viene realizando un seguimiento sobre las condiciones de trabajo y las medidas de protección social de los teletrabajadores, apuntando divergencias importantes entre una mano de obra central y una mano de obra periférica. Por su parte, el Parlamento Europeo ha remarcado con claridad que las nuevas áreas de trabajo basado en las nuevas tecnologías, como es el caso del teletrabajo, desplazan la prestación de servicios fuera de la empresa a través de la disgregación geográfica y temporal, lo que dificulta su control y su propensión a constituirse como “trabajo no declarado”.
❛❛ La glocalización ha fomentado, en primer lugar y con carácter general, el desarrollo de los clusters (aglomeraciones geográficas de firmas empresariales, dotadas de una coherencia económica y social), cuyos miembros se relacionan entre ellos en tres diferentes niveles: verticalmente (vínculos, transacciones, cooperación), horizontalmente (competencia) y espacialmente (proximidad, ambientes culturales e institucionales compartidos). En el caso del sector textil, el Banco Mundial ya ha indicado que, en el año 2010, la mitad de la producción mundial del textil se concretará en China, país en el que el precio/hora de trabajo es actualmente de 0,23?, mientras en Indonesia es de 0,10? y en Marruecos (el gran perjudicado, pues actualmente ocupa a 200.000 personas en el sector textil) es de 0,54?. A ese factor (bajo coste de mano de obra), China tiene el «atractivo» para los inversores de su facilidad exportadora (su devaluada moneda, el yuan, toma como referencia al dólar, que está como hemos visto en grave crisis como referente mundial) y su especialización tecnológica en dicho sector. Viéndole las orejas al lobo, no debe extrañar que las instancias administrativas busquen fórmulas de apoyo al sector textil nacional. Es el caso, por ejemplo, del plan de competitividad diseñado en Cataluña el 8 de febrero de 2005, que ha supuesto una inyección económica por parte del Departament de Treball i Industria de 10.490.000 euros, destinados a medidas de apoyo para la transformación y modernización de las empresas textiles catalanas (investigación, innovación, ayudas directas, consolidación de las Pymes, recursos humanos –formación profesional ocupacional y continua-, etc.); o, a nivel estatal, del plan de apoyo creado por Orden TAS 3243/2006, que establece una serie de medidas de apoyo a la modernización y mejora de la competitividad del sector textil y de la Confección (formación continua, incentivos económicos a las empresas para el mantenimiento del empleo de los trabajadores mayores de 55 años, e incentivos a las empresas para la recolocación de trabajadores excedentes de dichos sectores). D) La cuarta alternativa sería, para algunos, la rebaja generalizada de los costes de trabajo (salarios y coste del despido, en especial). Sin embargo, no creo que deba aceptarse este planteamiento, pues al margen de otras consideraciones que no hacen ahora al caso (pérdida de poder adquisitivo de los ciudadanos, reducción de la demanda interna, disminución de la calidad de vida), un descenso de los salarios incidiría negativamente en la productividad del trabajo y en la precariedad aún mayor del empleo, al margen de la dudosa utilidad práctica ◗◗◗
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BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
El Banco Mundial ya ha indicado que, en el año 2010, la mitad de la producción mundial del textil se concretará en China, país en el que el precio/hora ?, mientras en de trabajo es actualmente de 0,23? ? y en Marruecos (el gran Indonesia es de 0,10? perjudicado, pues actualmente ocupa a 200.000 ?. personas en el sector textil) es de 0,54?
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(igual que la decisión de abaratar el despido), cara a evitar deslocalizaciones, de una medida de tal índole.
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Por el contrario, entiendo que la clave en este caso está en una política inteligente de transferencia de tecnología, no en la reducción de costes del trabajo. En efecto, la implementación de instrumentos de transferencia tecnológica, tales como los contratos tecnológicos, los convenios de cooperación y de I+D, la compra/importación de bienes y equipos, la incorporación de capital humano (movilidad), las alianzas estratégicas (joint ventures), las licencias de patentes, los servicios cientifico-técnicos y la creación de empresas (spin-off y start-up), es el camino a seguir en este mundo globalizado en el que discurren nuestros días.
- (1999): “Globalización y Derecho del Trabajo. Realidad y proyecto”, Cuadernos de Relaciones Laborales, núm. 15.
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E) La quinta alternativa pasa por la potenciación de la autonomía colectiva, a través del diálogo social y la negociación colectiva básicamente, y su presencia en el escenario sociolaboral globalizado. Negociación colectiva que, en los niveles territoriales correspondientes (europeo, estatal, autonómico), con carácter sectorial preferentemente (pues el convenio de empresa, con todo su protagonismo contractual, adaptativo y flexible para las exigencias específicas de la empresa –sin duda lo tiene en orden a la productividad y a la eficiencia-, no representa por sí sólo, ni siquiera cuando es un convenio de empresa de grupo, una respuesta colectiva adecuada por parte de los trabajadores a los efectos de una economía globalizada), debe presentar una regulación que no fomente ni consienta la fragmentación, la dispersión y la desprotección de los intereses de los trabajadores como grupo social. Otro planteamiento podría abocar, aún más, a la devaluación social de los derechos de los trabajadores (vía atomización de la negociación y, por supuesto, vía individualización de las relaciones laborales –una suerte de retorno al oscurantismo insolidario del pacto ad hoc civilista-), esto es, a la conocida race to the bottom o tendencia gradual a la disminución de los estándares sociales. Ligado a ello, debe prohibirse en el nivel normativo la utilización de la deslocalización como amenaza en los procesos de negociación, o como presión para evitar la elección de representantes de los trabajadores. F) La sexta alternativa es la potenciación de los contenidos del plan social en el seno del procedimiento de despido colectivo. Me refiero a la necesidad de dotar de efecto útil a la intervención de los trabajadores en el proceso negociador de dicho plan, con la incorporación de auténticos compromisos de recolocación de los trabajadores afectados, arropados a su vez por una serie de incentivos fijados, a la sazón, por las Administraciones competentes (bonificaciones de cotización y desgravaciones y subvenciones fiscales).
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OBSERVATORIO SOCIOLABORAL fse@fundacionsindicaldeestudios.org
www.fundacionsindicaldeestudios.org.
Edita: Fundación Sindical de Estudios
Presidente: Rodolfo Benito Valenciano
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28012 Madrid
Publicaciones: Adela Crespo Alvarez
TENDENCIAS
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