Medicina e historia nº 3 2014

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Nº 3 – 2014 – QUINTA ÉPOCA

R EVISTA DE E STUDIOS H ISTÓRICOS DE LAS C IENCIAS DE LA S ALUD

Alberto Chalmeta Tomás: una vida rota Javier Puerto

Historia del médico rural en Ourense: lluvia de conflictos y el paraguas colegial Roberto Fernández Álvarez

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REVISTA DE ESTUDIOS HISTÓRICOS DE LAS CIENCIAS DE LA SALUD

MEDICINA e HISTORIA Nº 3 – 2014 – QuiNta Época REVISTA DE ESTUDIOS HISTÓRICOS DE LAS CIENCIAS DE LA SALUD publicación trimestral FuNdada eN 1964 Fundación uriach 1838 centro de documentación de Historia de las ciencias de la Salud polígono industrial Riera de caldes avda. camí Reial 51-57 08184 palau-Solitá i plegamans (Barcelona-españa) www.fu1838.org fundación-historia@uriach.com Director de la publicación: dr. Juan uriach Marsal Soporte Válido con la ref. SVR nº 479 dep. legal: B-27541-1963 iSSN: 0300-8169 © de la edición: Fundación uriach 1838 Reservados todos los derechos. el contenido de la presente publicación no puede ser reproducido, ni transmitido por ningún procedimiento electrónico o mecánico, grabación magnética, ni registrado por ningún sistema de recuperación de información, en ninguna forma, ni por algún medio, sin la previa autorización por escrito del titular de los derechos de explotación de la misma. prohibida su venta.

S4 S Alberto Chalmeta Tomás (Catarroja, Valencia 1897 - París 1987?) Catedrático de Farmacia práctica de la Universidad Central:

una vida rota Javier Puerto

S 17 S Historia del médico rural en Ourense: lluvia de conflictos y el paraguas colegial Roberto Fernández Álvarez, David Simón Lorda, Martín Menéndez Rodríguez, Mª Carmen Fernández Álvarez, Mercedes Adelaida Hernández Gómez, Yolanda Cruz Alonso

Portada: Laboratorio de práctica de operaciones de la Facultad de Farmacia de Madrid, grabado del libro Curso de práctica de operaciones farmacéuticas, 1876 (Ricardo de Sábada García del Real). Fondo Biblioteca Fu1838.

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Alberto Chalmeta Tomás (Catarroja, Valencia 1897-París 1987?) Catedrático de Farmacia práctica de la Universidad Central: una vida rota Javier Puerto*

Primeros años y formación

ratorio de Química orgánica de la Facultad de Farmacia de la universidad central, dependiente de la Junta para la ampliación de estudios (Jae), dirigido por antonio Madinaveitia9.

ació el 10 de abril de 1897 en catarroja (L’Horta, país Valencià) un pueblo muy cercano a Valencia, que vivía de la pesca en La albufera, la agricultura y un pequeño comercio de escobas y telas1.

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procedía de una larga raigambre valenciana. Su padre, alberto chalmeta y esparza, natural de carlet (Valencia) ejercía allí como médico. Se había licenciado en Medicina y cirugía en la universidad de Valencia con sobresaliente y premio extraordinario y también estudió la carrera de derecho2. Su madre, Filomena tomás, natural de Valencia, ejercía las labores del hogar.

poco después, acaso por mediación de Madinaveitia, obtuvo la tutoría –el apadrinamiento, dice él– de obdulio Fernández y pudo presentarla en la Facultad de Farmacia de la universidad central, en febrero de 1930 y defenderla, con el resultado de sobresaliente, el 20 de marzo de 193010. Figura 1: alberto chalmeta tomás.

era el mayor de cuatro hijos: alberto, Ricardo, Josefina y ceferina.

lente a nuestros catedráticos) Henri Hérissey (1873-1959)7 junto a quien publicó, su tesis francesa8. La realizó físicamente en el laboratorio de Química analítica del profesor Bougault.

obtuvo el título de Bachiller, en el instituto General y técnico de Valencia el 1 de julio de 1912.

durante el mismo año, antes de la lectura de su tesis en Francia, aparece entre los colaboradores del labo-

Según alguno de sus biógrafos3, su padre, en lo político, era de ideas republicanas (aunque probablemente conservadoras); en lo temperamental de carácter fuerte y autoritario. Hizo saber a sus hijos su intención de pagarles los estudios sólo si se dedicaban a su misma profesión.

antes también consiguió una pensión de la diputación provincial de Valencia y luego de la Facultad de Farmacia de Madrid y de la Junta constructora de la ciudad universitaria. durante su estancia parisina conoció a cécile –cuyo apellido desconozco, pues las colaboraciones con su marido las firmaba con el apellido familiar– farmacéutica también, convertida en su esposa y colaboradora científica.

en Farmacia se licenció, en la universidad central, el 4 de diciembre de 19235 y en ciencias Químicas, en la universidad de Valencia, el 14 de junio de 1926, en éste último caso con sobresaliente en todas las asignaturas, menos Mineralogía, Zoología y Botánica superadas con aprobado y Química General, notable6.

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ese mismo año publicó también su texto, “Microsublimaciones”, en donde se ocupa de la determinación de la cafeína y teobromina en productos vegetales y en formas farmacéuticas y sugiere el empleo del método en determinaciones médico-legales11. el 1 de noviembre de 1930 pidió y obtuvo una pensión de la Jae para irse a parís durante ocho meses12.

alberto chalmeta tomás se licenció en Medicina, en la universidad de Valencia, el 27 de julio de 1919, con la calificación de sobresaliente4.

efectuó su tesis doctoral en la Facultad de Farmacia de la universidad de la Sorbona de parís, bajo la dirección del profesor agregado (equiva-

el tribunal estaba compuesto por José casares Gil (presidente), obdulio Fernández, José Rodríguez y antonio Madinaveitia, (vocales) y d. Nicasio Luengo, secretario.

a juzgar por el devenir de los hechos, en ese tiempo debió de obtener una auxiliaría en la Facultad de Farmacia de la universidad central13. Figura 2: tesis doctoral de chalmeta, leída en la Facultad de Farmacia de la universidad central.

el 11 de agosto de 1931 se convocó, a oposición, la cátedra vacante de Farmacia práctica y Legislación


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relativa a la Farmacia y prácticas para los alumnos en la preparación de medicamentos y despacho de recetas, en turno de auxiliares14. por orden de 24 de diciembre15, firmada también por domingo Barnés, a propuesta del consejo de instrucción pública, quedaba formado el siguiente tribunal: José Giral pereira, presidente; eduardo esteve y Fernández caballero, antonio Madinaveitia, todos catedráticos de la Facultad de Farmacia de Madrid; enrique Soler y Batlle de la Facultad de Farmacia de Barcelona y Florencio Bustinza, que no era todavía catedrático. como suplentes, carlos puente y Sánchez, catedrático de la Facultad de Farmacia de Santiago, José García Vélez, de la de Granada, obdulio Fernández y Juan cuatrecasas, en ese momento catedrático de la Facultad de Medicina de la universidad de Sevilla. en 1932 renunciaron, José García Vélez, porque quería presentarse a la oposición16, y José Giral17. en su sustitución, fue nombrado como presidente, obdulio Fernández18. de resultas de la prueba se le nombró catedrático de Farmacia práctica y Legislación relativa a la Farmacia, de la Facultad de Farmacia de la universidad central, el 14 de enero de 193219.

en ese año de 1932 la Fue (Federación universitaria de estudiantes) solicitó del decano la posibilidad de dar clases nocturnas para obreros. el decano aceptó con la condición de limitar sus actividades al local de la asociación de alumnos. en realidad se ocuparon las aulas y se organizaron actos de educación política, no científica. ante esa situación protestó la asociación oficial de estudiantes de Farmacia y la Junta, por unanimidad –sin voto alguno discrepante– acordó cerrar las clases24.

Figura 3: antonio Madinaveitia, catedrático de Química orgánica.

dar las lecciones por explicadas a los alumnos que persisten en la huelga; la Junta lo rechaza22. como hombre inteligente que era, se desembaraza de la docencia de la Legislación Farmacéutica en cuanto puede. Hace resaltar la conveniencia de que la profese alguna persona capacitada, a poder ser un jurisconsulto y no un farmacéutico, puesto que “la legislación farmacéutica no es más que la aplicación a la Farmacia de las orientaciones jurídicas del momento”23.

Sus actividades como catedrático antes de la guerra civil

cuatrecasas le defiende. asombrosamente, a los representantes estudiantiles les considera legitimados para imponer la huelga a sus compañeros, pero jamás a los profesores. No es por insultos e increpaciones –añade– como se atraerán el amor de los profesores.

Nada más tomar posesión de la cátedra, la Junta de profesores de la Facultad de Farmacia de la universidad central, a petición de su decano, obdulio Fernández, le nombra Vicesecretario de la Facultad20.

el representante estudiantil se opone frontalmente a chalmeta y se ofrece a mostrar muchos telegramas de farmacéuticos felicitándoles por su postura. Rechaza la visión de la huelga como forma de presión para reducir el contenido de las asignaturas25.

en realidad actuó muy pocas veces como tal. Las relaciones con el Secretario, Rafael Folch, se deterioraron enseguida. también con alguno de sus otros compañeros y con los alumnos. debía ser un hombre de carácter fuerte cuyo principal amigo fue Madinaveitia y alguno de los otros profesores republicanos. el 21 de noviembre de 1932, en pleno conflicto entre los alumnos y Madinaveitia21, chalmeta propone

en marzo de 1933 estalla un conflicto entre la profesión farmacéutica y los drogueros a causa de la venta de especialidades farmacéuticas fuera de las oficinas de Farmacia. Los alumnos de la Facultad organizaron un comité de huelga y empezaron a faltar a clase. argumentaban la absoluta pérdida de función de la profesión farmacéutica si continuaban los hechos. en marzo de 1933 pidieron la dimisión de obdulio Fernández como decano. chalmeta salio rápidamente en su defensa. alegaba la falta de conocimiento oficial de los hechos por parte de la Junta de Facultad; la lejanía de los asuntos objeto de la protesta de los meramente universitarios, y la mala preparación de las últimas generaciones de farmacéuticos, debidas a las continuas huelgas y las presiones ejercidas para suavizar los exámenes. Él, personalmente, había seguido con las clases. al ver la inasistencia de los alumnos las había suspendido, junto con las prácticas.

como es natural, no se hacía muy popular entre los alumnos. Figura 4: obdulio Fernández, decano de la Facultad de Farmacia de la universidad central durante la ii República.

el 11 de abril de 1933, a petición de obdulio Fernández, le nombran

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vocal en el comité de plantas Medicinales. Seguramente fue el dulce para el rato amargo siguiente. el representante estudiantil, en su historia de la huelga, señala como chalmeta, en obediencia a las indicaciones del decano, comenzó las clases. Se queja de su actitud. en ella prevaleció la opinión de unos pocos estudiantes a la de la mayoría; chalmeta fue insultado y silbado –según los representantes de los alumnospor su talante provocativo y contestó con otro insulto de mayor calibre. por ello, la Junta General de la asociación oficial de estudiantes de Farmacia y luego la asamblea estudiantil pidió: 1º que no examine por que no se fían de su rectitud en los exámenes y que examine un tribunal en donde se juzgue con justicia. 2º que se abra un expediente y, una vez confirmada su responsabilidad el claustro y la representación escolar imponga la sanción correspondiente. en definitiva una declaración de guerra en toda su plenitud y un deseo de sanción para el profesor, impuesto por los mismos alumnos: verdaderamente asombroso26. en la siguiente Junta de Facultad, el decano, de acuerdo con el Ministro, decide prolongar el curso académico. chalmeta pregunta por los hechos delictivos ocurridos y se muestra partidario de seguir con el expediente académico abierto en su contra. obdulio Fernández indica que el tema está en manos del Ministro y es él quien debe decidir27. Sólo un profesor, José Rodriguez, hizo constar en acta que de esa manera quienes realmente resultaban castigados eran los profesores, no los alumnos, causantes de todo el revuelo. el 5 de mayo de 1934, la Junta felicitó a Rafael Folch por haber sido designado consejero de Sanidad. a continuación propuso, para idéntico cargo, a chalmeta en sustitución del decano. después de una breve discusión fue aceptado por la Junta de Facultad28.

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en ese mismo año vuelven las “buenas relaciones” con los alumnos. el representante estudiantil se queja del rigor de muchas disciplinas en la Facultad madrileña. Lo presenta como un elemento de discriminación económica entre los aspirantes a farmacéuticos. Quienes tienen posibles se van a otras facultades más benevolentes y quienes no, deben apechugar y, en ocasiones, no acabar sus estudios. chalmeta reacciona con la petición de volver a poner en vigor el reglamento mediante el cual se impide el cambio de expediente entre facultades. La Junta hace suyas sus intenciones. el decano indica la apertura de gestiones con las demás facultades para evitar esos casos29. en febrero del año siguiente, las dificultades son con los miembros del claustro a consecuencia de la discusión sobre los presupuestos. el catedrático de Farmacia práctica pretendía la división de todo el dinero, en partes iguales, entre los distintos catedráticos y que estos lo gastaran a su libre albedrío. No quería que se tuviese en cuenta desde la Junta de Facultad, como se venía haciendo, las necesidades diferentes de unas y otras cátedras. Rafael Folch (catedrático de Historia de la Farmacia) se manifestó herido por una afirmación de chalmeta y llegó a presentar la dimisión, aunque no fue aceptada por el resto de los compañeros. por intermedio de Madinaveitia las cosas continuaron como siempre30. en mayo de ese mismo año el roce es con un personaje más próximo a su ideología. cuatrecasas pide un pequeño incremento en sus clases para acabar el temario. chalmeta advierte sobre cómo un retraso en el comienzo de los exámenes –por pequeño que fuese– repercute mucho en los de los últimos cursos. espera no verse obligado a examinar en una época tan avanzada como el año anterior31. en septiembre de 1935, quien le iba a suceder en la cátedra tras su expulsión de la universidad, eugenio Sellés, presenta un proyecto de cursillo sobre la formación integral del farmacéutico. Lo dividía en tres epígrafes: formación personal, organización de su trabajo científico y organización comercial.

La Junta de Facultad propuso a chalmeta y González para informar sobre el mismo32. en la próxima reunión dieron cuenta del asunto. Sellés fijó en quince el número de lecciones a impartir con el siguiente programa: El éxito. Consideraciones generales aplicadas al doble aspecto científico-comercial del farmacéutico. Sus factores= factores subjetivos: educación intelectual y arte de estudiar. Educación deontológica= factores objetivos: orientación social-profesional= factores complementarios: organización comercial. Contabilidad= prácticas y visitas. González y chalmeta se limitaron a exponer sus planes de manera objetiva, pero no quisieron manifestar su opinión (lo cual, evidentemente, es una forma de criticarlos). Madinaveitia se manifestó proclive a esa clase de enseñanza, pero consideró poco serio el encomendárselas a personas que, aún mereciéndole toda clase de respetos, no han aportado con sus publicaciones en la materia garantías suficientes para apoyar la decisión de la Junta. a su postura se adhirieron varios profesores de muy diversas ideologías, entre ellos Folch. Giral añadió la necesidad de poder elegir entre distintos aspirantes. por fin, se le sugirió a Sellés que de dichas enseñanzas como vía de ensayo en el seno de la Academia de Farmacia33. en diciembre de 1935 se manifiesta favorable a impartir las enseñanzas necesarias para acceder al cuerpo de Farmacéuticos titulares en las Facultades de Farmacia, por sí mismas o compartiendo su docencia con la escuela de Sanidad34. Lo mismo fue defendido por otros compañeros en esa y en Juntas posteriores. en enero de 1936, entre los cursillos de la Facultad se propone uno de Legislación. en realidad versaba sobre la defensa en caso de guerra química. Lo darían chalmeta, Madinaveitia y adolfo González35. a principios de ese año hubo un nuevo incidente en la cátedra de Mineralogía, a consecuencia de una huelga general, resuelto con alguna ruptura de materiales.


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La Junta se plantea la manera de resolver el asunto. castro (catedrático de Microbiología) quiere dejarlo en manos de las autoridades universitarias. chalmeta, con su diplomacia habitual, se manifiesta partidario de hacerles volver a pagar la matrícula; de esa manera los desperfectos causados se compensarían mediante una derrama sobre el precio inicial. Repite sus argumentos: a su modo de ver, lo que los alumnos pretenden es el que se disminuya el número de lecciones y que después se les examine con benevolencia por que lo que procede hacer atendiendo a la segunda función es el examinar con todo el programa y en el mismo día y hora que se verifican en tiempos de normalidad, es decir, con las mismas condiciones o si cabe con más rigor ya que es evidente que no se puede aprobar a un alumno sin garantías suficientes. cuatrecasas (catedrático de Botánica) piensa lo mismo, aunque advierte la imposición de la superioridad de no dar clases con ocasión de elecciones. Madinaveitia considera mejor castigo la suspensión de los exámenes de junio, pues está dispuesto a sacrificarse, pero no a examinar en malas condiciones. chalmeta se adhiere a su postura36.

Sanidad. Su relación con los alumnos fue constantemente tensa. Siempre lo ha sido con los profesores de su materia –tal vez la más importante y una de las más difíciles de la Facultad de Farmacia–. en su caso se vio acrecentada por la malísima relación con la asociación oficial de estudiantes de Farmacia, una organización de carácter conservador, muy implicada en los problemas profesionales. La mayoría de los profesores republicanos tuvieron problemas con ella y chalmeta de manera especial, pues pidieron abrirle expediente. Él se mostró beligerante de manera persistente y siempre atribuyó las huelgas al deseo estudiantil de disminuir la extensión de los programas y la severidad de los exámenes, sin pararse a pensar si había algo de real en sus continuas reivindicaciones, postura muy similar a las de Madinaveitia y cuatrecasas, mientras el resto del claustro, aunque partidarios de mantener el orden académico y esencialmente autoritarios, como era habitual en la época, se mostraron mucho menos beligerantes. con sus compañeros tampoco mantuvo excelentes relaciones. apoyó

siempre al decano; se puso continuamente de parte de Madinaveitia, pero tuvo roces con muchos de los demás. provocó uno de los intentos de dimisión, durante la ii República, del secretario, Rafael Folch, hombre muy conservador pero concienzudo y leal en el ejercicio de sus funciones e incluso con cuatrecasas, muy cercano a sus ideas, tanto que se exilió nada más acabada la contienda civil. La imagen parece la de una persona muy seria en sus convicciones científicas o políticas y, acaso, excesivamente intransigente o falta de mano izquierda.

La Farmacia Moderna esta revista profesional fue fundada por Luis Siboni Jiménez (18411936)38 y Ángel Bellogín y aguasal (1841-1920)39 el año 1890. alberto chalmeta la adquirió, en 1935, a Modesto Maestre ibáñez (1883-1936), asesinado por la represión republicana en Madrid, junto a su mujer y el portero de su casa,

en marzo siguen con los intentos de reorganizar el curso tras los incidentes estudiantiles. como el gobierno de la universidad había dejado el caso en manos de las Juntas de Facultad, chalmeta propone, y se aprueba por unanimidad, examinar en junio, de todo el programa y a la suerte37. evidentemente esa postura de dureza se vio interrumpida por otro acontecimiento más duro todavía: la guerra civil. Las actas de la Junta de Facultad se interrumpen y no se reanudan hasta la sesión celebrada los días 2 y 3 de octubre de 1944, con otros protagonistas, pero curiosamente, en el mismo libro. en definitiva desde su llegada a la Facultad de Farmacia de la universidad central se observa una especial protección hacia él del decano, obdulio Fernández. Gracias a iniciativas del mismo fue nombrado vicesecretario, vocal del comité de plantas Medicinales de españa y consejero de

Figura 5: La Farmacia Moderna cuando fue adquirida por chalmeta.

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quien le intentó defender cuando un grupo de milicianos se lo llevaban40. esta circunstancia, en nada relacionada con chalmeta y no utilizada jamás en su contra, no le hubo tampoco de ser propicia tras la Guerra civil. en el primer número de 1935 explicó la intención de su adquisición, efectuada con el deseo de reunir todos los trabajos realizados por investigadores farmacéuticos que actualmente se esparcen por las revistas de Química, Medicina, Física y Ciencias Naturales en donde pasa desapercibido el carácter farmacéutico del autor, para mantener ante la sociedad el prestigio científico que tuvo la profesión en épocas ya pasadas, y de otro lado, evitar que el nivel intelectual de nuestros estudiantes quede petrificado al terminar sus estudios por encerrarse en una farmacia rompiendo toda relación con el mundo exterior, y sobre todo, queremos impedir que sea cierta la frase de que el farmacéutico es el único profesional que al salir de la Universidad no piensa en aumentar su cultura, sino por el contrario, se apresura a perder los pocos o muchos conocimientos que en ella adquirió. La revista constaba de una parte científica y otra profesional. La segunda se diferencia poco del resto de las publicaciones de la época; edita noticias relacionadas con el quehacer profesional y artículos de fondo sobre los incidentes y la legislación relacionada con la Farmacia, la mayoría de las veces firmados por el propio chalmeta. La parte científica se inició con un artículo de antonio Madinaveitia; se publicaron trabajos de José cuatrecasas, Francisco Bustamante Romero, Román casares, Jesús Vázquez, José Giral, Ramón San Martín casamada, carmen tello, una conferencia de Willstätter, según los apuntes tomados por uno de los asistentes –de quien no se facilita la filiación–, Florencio Bustinza, enrique otero, aurelio Gámir, María castillo y otros, además de muchas publicaciones del propio chalmeta, varias de ellas firmados junto a su esposa cecile. en el poco tiempo de publicación, la revista intentó lo señalado por su

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Figura 6: primer número de La Farmacia Moderna tras ser adquirida por chalmeta.

propietario en el primer número bajo su dirección: servir para dar a conocer a investigadores farmacéuticos, consagrados o no, en muy diversas ramas del saber. además, parece un gran instrumento curricular para el propietario y sus familiares, además de cumplir con las pautas tradicionales de la prensa profesional farmacéutica.

Sus actividades como catedrático durante la guerra civil. La Facultad de Farmacia de Madrid durante la guerra. durante el verano, como es bien sabido, se produjo la sublevación franquista y estalló la contienda entre españoles mortalmente enfrentados. Gracias a su declaración en el juicio militar sumarísimo de depuración y a las de otros depurados de distinta ideología a la suya, (las cuales en varios casos pueden tomarse como delaciones) podemos saber cómo se desarrolló la actividad académica durante la guerra con bastante exactitud.

La sublevación militar cogió a obdulio Fernández fuera de Madrid, de vacaciones en su Burgos natal, con lo que se presentó inmediatamente a los sublevados41. Quedaron como decano accidental, José casares Gil y en calidad de Secretario accidental, Rafael Folch andreu. al llegar los primeros heridos de la contienda, el profesor auxiliar Juan Gomis y los ayudantes eliseo Gastón de iriarte y Joaquín González Mateo, sugirieron a las autoridades académicas el formar una sección de sueros y vacunas con destino a los hospitales de sangre. de esa manera pretendían evitar la incautación de los laboratorios de la Facultad y dotarse de documentos de identidad y avales imprescindibles en la capital en esos momentos iniciales de terror. a quienes trabajaban allí les daban unos brazaletes sellados y un volante de trabajo, indispensables para moverse con seguridad por la capital, más aún a quienes no podían obtener certificados de adhesión a la República por su militancia derechista. de esa manera se protegieron, además de los mencionados, Ángel


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Santos, Santiago Álvarez calatayud, ayudante de clases prácticas de Mineralogía, Guillermo Folch Jou, Ramón portillo, el presidente de los estudiantes católicos y muchos más42.

el 28 de agosto cesaron a casares Gil y Folch andreu en sus cargos temporales. en sus puestos nombraron a chalmeta, Secretario de la Facultad, y a Madinaveitia decano44.

en esos primeros días se evitó la quema del convento de San antón, gracias a las llamadas telefónicas efectuadas por Rafael Folch al secretario de José Giral, presidente del consejo de Ministros. Mediante las mismas le encarecía a advertirle que, de quemarse San antón, ardería también la Facultad.

Según la declaración citada de Santiago Álvarez calatayud, los nuevos responsables designaron un comité formado por varios farmacéuticos: carlos Lagunilla Leca y antonio Zapata díaz, farmacéuticos de filiación comunista; María teresa cantera e ignacio Rodrigo, farmacéuticos socialistas y quizá algún otro, quienes designaron a chalmeta director del laboratorio de Sueros y Vacunas. inmediatamente depuró de elementos derechistas el centro y los dejó privados de trabajo y documentación, con

el presidente del gobierno abortó esa intentona anarquista lo cual, en palabras de Rafael Folch, prueba que si el Gobierno hubiera querido se hubieran evitado los demás43.

lo cual hubieron de esconderse en sus casas y su situación personal se hizo mucho más difícil, incierta e insegura. al acercarse las tropas sublevadas a Madrid por primera vez, los responsables de la Facultad y cuatrecasas, salieron hacia Valencia. Ángel Santos aprovechó para habilitar los laboratorios de Química Biológica. Los dedicó a realizar análisis clínicos. de esa manera deseaba, además de seguir efectuando una labor sanitaria, poder volver a facilitar volantes de trabajo, mediante los cuales remediar la angustiosa situación de los profesores menos comprometidos con el Frente popular. el 7 de agosto de 1939, el profesor auxiliar de la Facultad de Farmacia, Ángel Santos Ruiz, en declaración jurada ante el juzgado instructor expone: En el comité marxista de depuración, intervinieron directamente, entre otros que no recuerdo, la Ayudante María Teresa Cantera, y un tal Rodrigo, farmacéutico, quedando como Jefe de Sueros y Vacunas Don Alberto Chalmeta Tomás (que fue nombrado Secretario de la Facultad)45. Rafael Folch en su declaración jurada ante el juzgado instructor escribe: Desde aquella fecha mi actuación en la Facultad fue prácticamente nula pues incompatible con las ideas rojas sostenidas por los nuevos Decano y Secretario, señores Madinaveitia y Chalmeta, respectivamente, dejé casi en absoluto de visitar la Facultad. Hay que consignar que durante mi actuación y la de D. José Casares no actuaba Comité alguno por lo menos abiertamente o que yo lo supiera, pero sí desde el 29 de agosto, Comité del Frente Popular formado por los antiguos alumnos señores Zapata y Lagunilla apoyados por otro miliciano de graduación, señor Carabot de Porras….

Figura 7: Fachada de la Facultad de Farmacia de la universidad central, actualmente sede de la Real academia Nacional de Farmacia.

Respecto a la situación de mis compañeros algo se deja entrever en lo anteriormente consignado. Hay, sin embargo, que hacer resaltar que aparte de Don José Giral que es desgraciadamente de sobra conocida, los señores Madinaveitia, Chalmeta y Cuatrecasas aceptaron nombra-

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A los pocos días se marchó a Valencia el Sr. Madinaveitia y desde entonces tuvo que dedicarse accidentalmente del Decanato, de un modo forzado, Don César González único catedrático que quedaba. {En realidad quedaban más catedráticos en Madrid, como veremos luego a través de un informe del propio Chalmeta}.

Figura 8: Laboratorio de Farmacia práctica,situado en la antigua Facultad de Farmacia, en donde profesó chalmeta (archivo del Museo de la Farmacia Hispana).

mientos del Gobierno marxista así como los cuatro son los únicos de esta Facultad cuyos nombres aparecieron en la Gaceta de la República para confirmarles el cargo de catedrático en plenitud de todos sus derechos46. estas manifestaciones pueden ser consideradas como delaciones, hay que leer, sin embargo, la declaración del propio chalmeta. Según su testimonio, el decano accidental, José casares Gil y Rafael Folch, preparaban por su cuenta inyectables con destino a los hospitales de sangre. Madinaveitia y él estuvieron de acuerdo en que la fabricación de inyectables no podía continuar recayendo sobre la Facultad y solicitamos de Farmacia Militar que nos diese los productos y ampollas necesarios, entregándoles nosotros los inyectables que fabricásemos con ellos. El claustro me encargó la dirección del laboratorio y una comisión me encargó de seleccionar de entre el excesivo número de farmacéuticos los que debían continuar trabajando {subrayado en rojo por el juzgado militar}. en la declaración de chalmeta, parece que el laboratorio fue una contribución de la Facultad al gobierno republicano y la suya una actividad racionalizadora, impulsada por el claustro. Nada era así. el claus-

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tro jamás se reunió y el comité que luego nombró a chalmeta, fue designado por los nuevos decano y Secretario. Los vencedores –que antes fueron perseguidos– se encargaron de subrayarlo. el 23 de marzo de 1937, por orden de la Junta de defensa de Madrid, los laboratorios disponibles de la Facultad y el personal competente, quedan bajo su mando. el 2 de agosto pasan a depender del Ministerio de defensa, concretamente de la delegación de centro y dentro de ella de la Subsecretaría de armamento47. en palabras de chalmeta, tampoco exactas, aunque en este caso es más normal que no se mantuviese al tanto de las disposiciones oficiales en momentos tan comprometidos, en los primeros días de noviembre, al acercarse las tropas nacionales a Madrid, los obreros del laboratorio y parque de Farmacia Militar se negaron a trabajar en su local, situado en la calle Embajadores por lo que su director hubo de pedir al Decano que permitiese trasladar a la Facultad la sección de inyectables del parque. El Decano accedió y se instalaron los obreros en nuestro laboratorio y los farmacéuticos militares en el de Química Orgánica.

Los obreros se consideraron dueños de la facultad, tomaron también el laboratorio de Química Inorgánica y amenazaron con incautarse de todo el edificio si se les ponía inconveniente para algo. Realizaron una intensa propaganda comunista mediante un periódico mural y gran número de carteles. Luché contra esto dirigiendo mis quejas primero a sus Jefes que se declararon impotentes para corregirlo y luego al Delegado de los obreros. Como no conseguía nada arranqué toda la propaganda que había por las paredes y di orden al portero de comunicar que la había quitado yo personalmente. Finalmente aprovechando el anuncio de exámenes de septiembre de 1937 y la normalización de la enseñanza, solicité el traslado de dicha sección de inyectables a otro local, no consiguiéndolo hasta mediados de 1938. a finales de 1936 o principios de 1937, en su ausencia, unos artificieros exigieron, mediante oficio de un jefe, un laboratorio de la Facultad para preparar estopinas48. Se instalaron en el laboratorio de Química Biológica donde estuvieron varios meses hasta que consiguió que la subsecretaria de armamento les trasladase a lugar más apropiado. En estos laboratorios funcionaron anteriormente una sección de análisis clínicos para los hospitales (análisis químico y Química Biológica) y otra de análisis químico a las órdenes de la Junta Delegada de Defensa de Madrid. Fueron dirigidos por los profesores Auxiliares señores Santos y Portillo. Estas secciones fueron languideciendo, con poco trabajo y desaparecieron al ser llamados a quintas. {No sé si Ángel Santos fue llamado a quintas, pero sí que estuvo encarcelado por sus antecedentes políticos, aunque logró librarse sin más problemas irreparables.}


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Al crearse las comisiones depuradoras del personal, protesté ante todo el mundo y en especial ante el sr. Cuatrecasas que se pudiera destituir a alguien por sus ideas políticas. De esta Facultad no se destituyó a nadie. igualmente se manifestó disconforme –según su testimonio– con la creación de comisiones encargadas de dictaminar sobre la adhesión al régimen de los solicitantes de documentos académicos49. La labor del decano y Secretario desde este momento fue nula. en Madrid la Facultad suspende la docencia. pese a ello, chalmeta continuó sus labores de Secretario y césar González de decano accidental, ante la marcha del decano Madinaveitia, junto al Gobierno, primero a Valencia y luego a Barcelona. parece haber una contradicción, pues he señalado que chalmeta se fue a Valencia y lo volvemos a encontrar al poco tiempo en Madrid. Él mismo nos lo aclara en su declaración ante el tribunal depurador: A fines de 1936 fui trasladado a Valencia por el Ministerio de Instrucción pública, prometiéndome que allí se pondrían laboratorios a la disposición de los catedráticos para que pudiesen dedicarse tranquilamente a investigar; como esto no se realizó nunca me volví a Madrid50. Posteriormente hice diversos viajes a Valencia para ver a la familia y adquirir productos para el Centro de Estudios y Experiencias. Por más que en repetidas ocasiones solicité viajar al extranjero para ver la organización antigás de otros países, traer libros y modelos de detectores y aparatos desimpregnación, no me lo permitieron nunca51.

Figura 9: Laboratorio de Farmacia práctica,situado en la antigua Facultad de Farmacia, en donde profesó chalmeta (archivo del Museo de la Farmacia Hispana).

para poder solicitar cualquier certificado –tanto de estudios, como títulos– los solicitantes debían acompañar a su instancia una documentación mediante la cual se demostrase su lealtad y adhesión al Régimen.

en la Facultad de Farmacia se formó una comisión encargada de informar sobre los títulos y certificaciones académicas que hayan de expedirse por la Secretaría de la Facultad de Farmacia de Madrid52.

ante la vaguedad de lo expuesto, el representante de la Fete propuso una especie de reglamento en la sesión de 4 de agosto: la instancia había de llegar avalada por una entidad política o sindical antifascista. Si no perteneciera a ninguna, deberá presentar certificación de dos individuos pertenecientes a ellas, garantizándole o avalándole y que, a su vez, las organizaciones a que pertenezcan respondan de la lealtad al Régimen de los firmantes. Si no pudiera presentar ninguno de los certificados anteriores, presentará memoria muy breve de su actuación y relaciones, así como domicilio y residencia en los últimos cinco años y una fotografía para que esta Comisión pueda investigar u ordenar la investigación del peticionario para garantizar su lealtad al Régimen.

La misma estaba formada por el decano accidental, césar González Gómez, el representante de la Federación provincial de trabajadores de la enseñanza (Fete) de Madrid, Laureano poza Juncal y el representante de la Federación universitaria escolar (Fue), Baudilio Barros Villar.

césar González, de manera muy diplomática, se opuso al tercer punto. Se mostraba conforme con hacer cumplir las formalidades gubernamentales pero, amparándose en la imposibilidad de conseguirlo, se negaba a convertir la comisión en una entidad depuradora de posturas con-

trarias al Régimen Republicano. La discrepancia de pareceres no fue a más: amparándose en la constitución de una comisión centralizada de estas cuestiones para todas las facultades en la universidad, la comisión de Farmacia cesó en sus funciones el 3 de noviembre de 1937 y, aunque dio numerosas certificaciones a quienes cumplían los requisitos, nunca se convirtió ella misma en certificadora de opciones políticas personales. el 5 de octubre de 1939, don césar González Gómez fue rehabilitado sin imposición de sanción. Se le repuso en su cátedra, una vez revisado su expediente de depuración53. en el archivo General de la universidad complutense de Madrid se conservan numerosos avales a solicitantes de documentos en la Facultad de Farmacia. en los mismos, diversas organizaciones políticas y sindicales certifican que quien solicita los certificados es persona afecta al Régimen con anterioridad al dieciocho de julio de 193654. el 10 de julio de 1938, chalmeta, como Secretario de la Facultad de Farmacia, informa de la situación del claustro académico. Siete docentes se encuentran en territorio enemigo: obdulio Fernández Rodríguez; Francisco de castro; Jesús Goizueta díaz; Manuel Martínez pacheco; Ricardo Montequi díaz-plaja; Rafael Roldán

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Guerrero y Ramón casares. en zona leal permanecen: Ramón portillo, José cuatrecasas, Manuel López Figueiras, Fidel e. Raurich; césar González –decano accidental– antonio Madinaveitia; Natividad Gómez; alberto chalmeta; Luis pérez albéniz; Juan Bautista Gomis; Salvador Rivas Godoy; Ángel Santos Ruiz y Rafael Folch andreu55. (No menciona a José casares Gil –el futuro decano al implantarse la dictadura tras la derrota republicana– pues ya estaba jubilado y había logrado pasarse de zona). en cuanto a la actividad académica durante la guerra, expone: Se han realizado unos exámenes en enero de 1937 en donde sólo podían participar los alumnos con dos o tres asignaturas para acabar la carrera y en servicio de guerra y otros en septiembre del mismo curso para alumnos de los tres primeros cursos. Según su testimonio, se manifestó contrario pues suponían una recompensa a los alumnos que apoyaban al gobierno. Los exámenes se celebraron en Valencia; juzgué los de Análisis químico y Farmacia práctica. Se retiraron todos los alumnos en el segundo ejercicio de Análisis y en el primero de Farmacia. En septiembre se realizaron en Madrid, ante tribunal. Actué como presidente de los de Técnica Física y Química inorgánica, juntamente con los profesores auxiliares. Hubo unanimidad en las calificaciones y se realizaron como era habitual. En Madrid sólo se condujo como un exaltado de escasa moralidad el Conserje Victoriano Carmona Pérez. Puede decirse que me dediqué a procurar que los Centros en los que estuve se mantuviesen al margen de la lucha, para lo cual impedí la propaganda roja, no perseguí a nadie por sus ideas y luché constantemente para conseguir no tener comisario político que pudiese alterar el ambiente de Paz y de Justicia que había conseguido. en Farmacia no hubo destitución alguna y en el centro de estudios y experiencias, dirigido por él, casi todos pertenecían a Falange y cuatro eran camisas viejas. por lo menos desde abril de 1937, alberto chalmeta fue director del

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centro de experiencias y estudios del Batallón de Guerra Química, con el grado asimilado de comandante. entre mayo y octubre de 1938 fue director de la escuela Nacional de Sanidad.

Las responsabilidades políticas el asomarse a esta página de la historia de españa es un trabajo sólo apto para historiadores dotados de un estómago fuerte. Las indignidades, las barbaridades, los actos atroces efectuados en ambos bandos no tienen justificación alguna. Los farmacéuticos, acaso por ser la mayoría de pensamiento político conservador, sufrieron muchísimo más el llamado “terror rojo”, del cual ahora no suele hablarse demasiado, fundamentalmente los miembros de la academia Nacional de Farmacia, varios de cuyos académicos fueron asesinados56. chalmeta ocupó cargos y dejó a algunos miembros del claustro fuera del relativo resguardo de un trabajo en la Facultad. en sus declaraciones no se lo perdonaron. La represión franquista fue más amplia, más sistemática e igual de bárbara. chalmeta salió con vida, pero con una vida deshecha. para entender el porqué de esa bestial revancha podemos acudir a diversos tratados históricos57, pero para intentar comprender la especial atención a maestros y profesores universitarios puede leerse el artículo de Ángel cruz Rueda, publicado primero en el semanario El Popular de cabra (córdoba) y luego recogido en un libro titulado Por España, crónicas patrióticas, prologado por Federico García Sanchos y dedicado Al Excmo. Sr. General Jefe del Ejército del Sur D. Gonzalo Queipo de Llano y Sierra, salvador de Andalucía. Homenaje del autor58. chalmeta permaneció en Madrid. No quiso o no pudo intentar el exilio. en sus palabras, Se presentó a la autoridad el 28 de marzo de 1939, a las once de la mañana, antes de la liberación de la ciudad; se entregó al comandante de la bandera de Requetés congregada en el local del servicio

(supongo se refiere al Batallón de Guerra Química), de la cual formaba parte un tercio de falangistas constituidos por el personal del centro. el día 29 ante el teniente coronel señor pinilla, al que entregué todas las dependencias del centro en perfecto estado y con la documentación completa. También me presenté al coronel señor Izquierdo. el día 31 en la Facultad de Farmacia ante el catedrático señor Montequi, que venía a poner en marcha los laboratorios para el Ejército nacional. El día 2 de abril hice entrega de la secretaría de la Facultad al catedrático señor Folch. El día 5 en el ministerio de Educación Nacional. Su peregrinación, como vemos, fue tremenda. No encontró entre sus compañeros sed de venganza, pero tampoco, paz, piedad, ni perdón, lo que reclamaba azaña para todos los españoles al final de la guerra. especialmente dura debió ser su entrevista con Montequi o Folch y, desde luego, el segundo no la menciona para nada en su propia declaración ante el tribunal de depuración política. chalmeta ya se lo imaginaba. entre las personas que pudieran avalarle menciona, en la Facultad de Farmacia, un solo funcionario administrativo, el cual permaneció allí durante toda la contienda: Luis Nieto Sánchez Grande, conserje y portero. para luego, como vimos, tratar de justificar toda su actividad en la misma, con especial cuidado de subrayar que no intentó perjudicar a los profesores de derechas emboscados en ella. (de eso sí se encargaron en desdecirle). en el centro de estudios menciona a los camisas viejas de Falange, Francisco Moll carbo, Julio San Román y a tomás Reyero Martínez. en lo referente a su comportamiento político, adujo que en la Facultad de Farmacia no hubo destitución alguna y en el centro de estudios y experiencias del Batallón de Guerra Química casi todos pertenecían a Falange y cuatro eran camisas viejas. admitió no haber hecho nada para sumarse al movimiento nacional, pero sin ayudar a los republicanos más que con la contribución obli-


Alberto Chalmeta Tomás: una vida rota

gatoria de todos los funcionarios y destinada a hospitales. declaró no haber pertenecido nunca a partidos políticos y haber suscrito, en diversas ocasiones, las hojas para la readmisión de funcionarios, así como su adhesión al comité Nacional de defensa –aunque añade– con motivo de la sublevación comunista. ¿por qué se quedó en Madrid? Él escribe: tenía escondido en mi casa a mi padre D. Alberto Chalmeta Esparza, inspector municipal de sanidad de Catarroja, que hubo de huir del pueblo para que no le asesinaran y fue declarado desafecto al régimen. en cuanto a la aceptación de los diversos cargos, se ampara en esa circunstancia familiar, en la obligatoriedad de hacerlo y además vinieron a solicitármelo el Comandante Mejías y el comisario Hernández y aunque aduje mi desconocimiento del tema no tuve más remedio que aceptar. La declaración no fue nada heroica, como es absolutamente natural. (Se trataba de un hombre luchando por su vida. en cualquier país con un estado de derecho, todo inculpado está autorizado a mentir en provecho propio; más cuando está en juego la subsistencia vital). pero además nos sume en la duda profunda de si en realidad su comportamiento, puesto en evidencia por los profesores derechistas a quienes no había facilitado la vida, se debió a la necesidad de proteger a su padre, con lo cual se comportó con dureza en donde era más conocido, pero defendió a personas de distinta ideología (o de la misma, que en estos temas ya uno no sabe quién es quién, ni lo que defendió ni pensó) en el Batallón de lucha química, en donde no podían ponerle en evidencia por sus actos. para el tribunal militar no hubo dudas. estaba compuesto por el coronel, césar Mateos Rivera, en calidad de presidente, el capitán Ramón Lázaro de Medina, vocal ponente, y Gabriel García Marco. el 26 mayo 1939 celebraron proceso sumarísimo. afortunadamente para la conciencia de sus compañeros, (aunque ni se enteraron, ni luego le echaron una mirada, ni muchísimo menos una mano) ignoraron todo lo referente a

su actuación en la Facultad de Farmacia. Se fijaron en que fue director del centro de estudios y experiencia del Batallón antigás, asimilado con el título de comandante. Sin saber cómo (al menos el investigador que esto escribe) llegaron a la conclusión de que expulsó de dicho batallón a algunas personas de derechas que en él se encontraban ocultadas. No sé si no se enteraron de que esa supuesta expulsión se dio en la Facultad de Farmacia, no en el Batallón en donde había un regimiento de falangistas. en realidad no les importaba demasiado. decidieron que había cometido un delito de auxilio a la rebelión según el código de Justicia Militar. por eso digo que no les importaban nada las formas. podían haberle acusado de cualquier cosa pero, de un delito de ayuda a la rebelión militar... precisamente los juzgadores eran quienes se habían levantado militarmente contra un Gobierno legítimamente constituido. La paradoja y el cinismo, se veían elevados a categoría sádica. acaso por eso se pide insistentemente, en la actualidad, la revisión de esos juicios militares en donde no se guardó ningún cuidado formal (tampoco lo hicieron los tribunales populares y mucho menos las checas, con lo cual se puede hablar tranquilamente de asesinatos y penas aleatorias en uno y otro bando). La condena fue de quince años de reclusión temporal e inhabilitación absoluta durante la condena.

ellos republicano notorio– esperaba de manera ostensible el paso del cortejo de Franco delante de la casa familiar para saludarlo, públicamente, brazo en alto. Si juzgamos por lo escrito en la declaración de chalmeta no le costaría demasiado, aunque también deseara, profundamente, la liberación de su hijo. chalmeta fue internado en el penal de ocaña. a él se destinaban los penados mayores de 23 años y menores de treinta, con penas menos graves, pero mayores de dos años60. Su condena alcanzaba hasta 1954. en el archivo General de la administración figura un chalmeta tomás, alberto, encuadrado en el Sindicato Vertical de industrias Químicas, como director técnico de los Laboratorios profidén S.a. desde el 1 de diciembre de 194961. Según los mismos autores citados, al recuperar su libertad siguió inhabilitado durante otros siete años para ejercer su profesión; debía presentarse regularmente en comisaría y carecía de documento nacional de identidad y pasaporte. Si eso fue cierto, nos indicaría que fue liberado hacia 1942, coincidiendo con alguno de los indultos franquistas para disminuir la ocupación de las cárceles. tal vez aquí sirvieron los buenos oficios del oficial franquista de catarrosa.

Se confirmó el 29 de mayo. cesó por separación definitiva de su cargo de catedrático el 22 de noviembre de 1939 (Boe del 18/Xii/1939).

pese a encontrar ese trabajo, siguió alejado de cualquier cargo público y desde luego no recuperó su cátedra. para mantener a la familia con decoro, vendió unas tierras heredadas de su padre y adquirió una licencia de dos taxis en Madrid62.

a partir de aquí la documentación permanece casi en silencio porque todavía no puede consultarse.

Según sostienen algunos de sus biógrafos, no podía constar en nómina y carecía de prestaciones sociales.

algunos autores señalan que fue condenado a muerte59. No están en lo cierto. Según ellos, su hermana Josefina, médica pediatra, consiguió la intermediación de un oficial franquista natural de catarrosa para evitar su fusilamiento y convalidarlo por una condena de treinta años. Se equivocan también, al menos en la gravedad de las condenas, a juzgar por los documentos del archivo General de la administración.

una vez muerto Franco fue jubilado por Real orden de 9/i/1976. Se le reconocieron los efectos pasivos acumulados durante el tiempo que estuvo separado del servicio hasta la fecha en que cumplió los setenta años de edad. Lo mismo sucedió con los trienios, menos el lapso temporal pasado en prisión, pues la pena llevaba inherente –al parecer del abogado del estado–, la accesoria de inhabilitación63.

por una fuente oral saben que su padre, de avanzada edad –y según

en esa época vivía en la Glorieta de Ruiz Jiménez nº 2, de Madrid.

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como tenía una edad avanzada y ya carecía de obligaciones para con sus hijos, vendió cuanto tenía en Madrid y se fue con su esposa a vivir a parís en donde murió, al parecer a una avanzada edad. Francisco Giral señala la saña con que se le persiguió y se le apartó de la cátedra. cuando regresó a españa, en 1976, y solicitó su reposición en la cátedra para dar testimonio de la Universidad en el exilio, se sintió en la obligación de pedir consejo y permiso a varios representantes del exilio interior. por razones de afinidad republicana lo hizo con antón oncea, adolfo Miaja y alberto chalmeta. Giral sí le considera afiliado a un partido republicano, supongo que izquierda Republicana o a la agrupación formada por él mismo, aunque señala su falta de relevancia en la vida política antes de la sublevación franquista64.

Chalmeta y la Real Academia de Farmacia

Figura 10: discurso de entrada de chalmeta en la academia Nacional de Farmacia, publicado en sus anales.

alberto chalmeta ingresó, como académico de número, el año 1935. el aceite de chaulmoogra65 fue el título de su discurso de ingreso, leído el 8 de enero de ese año. Fue vicepresidente 3º de la institución entre 1936 y 1939. debido al curioso proceso de depuración seguido por la Real academia, en donde se mezclaron los elementos políticos y la reforma de la institución hacia un modelo más similar al de las otras academias, en puridad, a chalmeta no se le depuró. La mecánica establecida obligaba a los académicos a solicitar su depuración y manifestar el interés por continuar en la institución. chalmeta estaba suficientemente ocupado con otros asuntos de mayor calado y encarcelado. Nunca se recibió la solicitud de continuidad y, por tanto, quedó fuera de la nueva academia. por consiguiente sería inexacto decir que fue depurado y expulsado y ofendería a la ética el no señalar lo injusto de la situación planteada.

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Figura 11: ilustración del texto sobre el aceite de chaulmoogra, publicado en La Farmacia Moderna.


Alberto Chalmeta Tomás: una vida rota

Notas: * catedrático de Historia de la Farmacia (ucM), miembro de la Real academia de la Historia; de la Real academia Nacional de Farmacia.

28). LaJFFuc, sesión del 5 de mayo de 1934.

1). RoLdÁN GueRReRo, R. (1958-1963), Diccionario Biográfico y Bibliográfico de autores farmacéuticos españoles, Madrid, gráficas Valera, tomo i, p. 758-762; toMÁS GaRRido, G. M. (1974), Historia de la Facultad de Farmacia de Madrid (1845-1945) contribución a su estudio, tesis doctoral inédita, dirigida por Guillermo Folch Jou, Madrid, universidad complutense, p. 539543; BeNet i BeNet, a., RodRÍGueZ-coRteLLeS, S. (1997), La necessitat de la revisió en la Historià de la Farmacia: el cas del catedràtic chalmeta, Butlletí de la Societat d’Amics de la Història i de la Ciencia Farmacèutica Catalana, any Vi, nº 16, p. 132-136.

30). LaJFFuc, sesión del 9 de febrero de 1935.

2). archivo General de la administración (aGa) educación (5).1 31/15609.

37). LaJFFuc, acta de la sesión celebrada el 25 de marzo de 1936.

3). BeNet i BeNet, a., RodRÍGueZ-coRteLLeS, S. (1997) Op. cit.

38). RoLdÁN GueRReRo, Rafael (1976) Diccionario biográfico… Op. cit. t. iV pág. 516.

4). aGa, (5).1 31/15609. 5). aGa (5) 20 32/14250. Muchas de las asignaturas las cursó como alumno no oficial. obtuvo una matrícula de Honor en Higiene, asignatura conmutada con la cursada en la licenciatura de Medicina. Le pusieron notable en Físico Química y en Química orgánica aplicada a la Farmacia y en las demás asignaturas obtuvo aprobado. 6). aGa (5) 20 32/14042. 7). Su biografía puede verse en la web de la Société d’Histoire de la pharmacie. 8). HeRiSSeY, H. cHaLMeta, a. (1928), Sur le dosage des sucres réducteurs et, en particulier, du glucosa, para les liqueurs cupro-alcalines en présence d’acide cyanhydrique, Journ. De Pharm. et Chim., Viii, 8, p. 393; según Rafael Roldán se trata de la tesis, presentada en Francés en parís y en castellano en Madrid, con lo cual sería doblemente doctor. 9). Memoria de la JAE correspondiente a los cursos 1926-7 y 1927-8, Madrid, Jae, 1929 p. 246-248 y 344-345. 10). cHaLMeta toMÁS a. (1932). Valoración de los azúcares reductores por los líquidos cupro-alcalinos en presencia de ácido cianhídrico, tesis presentada por… para aspirar el grado de doctor en Farmacia en febrero de 1930, Madrid, establecimiento tipográfico de a. Marzo. aGa (5) 20 32/15122 (título de doctor).

29). LaJFFuc, sesión del 4 de julio de 1934. 31). LaJFFuc, sesión del 21 de mayo de 1935. 32). LaJFFuc, sesión del 26 de septiembre de 1935. 33). LaJFFuc, sesión del 19 y 22 de octubre de 1935. 34). LaJFFuc, sesión del 3 de diciembre de 1935. 35). LaJFFuc, sesión del 15 de enero de 1936. 36). LaJFFuc, acta de la sesión celebrada el 23 de marzo de 1936.

39). RoLdÁN GueRReRo, Rafael(1958-1963) Diccionario biográfico… Op. cit. t. i, pág. 333. 40). RoLdÁN GueRReRo, Rafael (1975) Diccionario biográfico… Op. cit. t. iii, pág. 173. 41). FeRNÁNdeZ y RodRÍGueZ, obdulio (1973) Recuerdos de una vida, Madrid: talleres gráficos vda. de c. Bermejo. 42). Los datos proceden de las declaraciones ante el tribunal de depuración de alberto chalmeta aGa (5).1 8 21/20523, en donde también están las declaraciones inculpatorias de Juan Bautista Gomis el 5 de agosto de 1939 y de Santiago Álvarez calatayud. 43). declaración escrita de Rafael Folch andreu ante el tribunal de depuración que le declaró libre de toda sospecha el 17 de agosto de 1939. aGa 31/5707. 44). orden Ministerial del Ministerio de instrucción pública y Bellas artes del 27 de agosto de 1936, firmada por Francisco Barnes, Gaceta de Madrid de 28 de agosto de 1936, nº 241, pág. 1520-1521 . 45). archivo General de la universidad complutense de Madrid (aGucM), d1868 oficio dirigido desde el juzgado instructor al decano de la Facultad de Farmacia el 7 de agosto de 1939.

11). cHaLMeta toMÁS, a. (1930), Microsublimaciones, Anales de la Sociedad Española de Física y Química, t. XXViii, año 28, p. 1407.

46). oteRo caRVaJaL, Luis enrique (dir.) NuÑeZ dÍaZ-GaLaRt, Mirta; GÓMeZ BRaVo, Gutmaro; LÓpeZ SÁNcHeZ, José María; SiMÓN aRce, Rafael (2006) La destrucción de la ciencia en España. Depuración universitaria del franquismo, Madrid: ucM, pág. 305-306, aGa 31/05707.

12). archivo de la Junta para la ampliación de estudios Jae, 35-496.

47). aGucM, d-1868.

13). del expediente personal de alberto chalmeta tomás, en el aGa, se me ha permitido consultar lo referente a su depuración política, pero no el personal pues no lo consideran público hasta el año 2027. aunque me lo facilitaron, me advirtieron que no lo consultara y creí obligado seguir sus indicaciones.

48). artificios destinados a inflamar la carga en las armas de fuego.

14). orden de 11 de agosto de 1931, firmada por domingo Barnés, Gaceta de Madrid, 14 de agosto de 1931, nº 226, p. 1230-1231; 1240, en donde se fijan las condiciones de admisión. 15). orden de 24 de diciembre de 1931, Gaceta de Madrid, 8 de enero de 1932, nº 8 p. 216-217 16). orden de 22 de enero de 1932, Gaceta de Madrid, 25 de enero de 1932, nº 25, p. 631 17). orden de 28 de enero de 1932, Gaceta de Madrid, 30 de enero de 1932, nº 30, p. 762 18). orden de 12 de febrero de 1932, Gaceta de Madrid, 14 de febrero de 1932, nº 45, p. 1131-1132 19). orden de 14 de octubre de 1932, Gaceta de Madrid, 25 de octubre de 1932, nº 299, p. 551 20). Libro de actas de la Junta de Facultad de Farmacia de la universidad central (custodiadas en la Secretaría de la Facultad de Farmacia de la ucM). LaJFFuc, sesión del 12 de noviembre de 1932. 21). pueRto, Javier (2011) antonio Madinaveitia y tabuyo (Madrid, 1890-México d.F., 1974). en antonio González Bueno, Guillermina López andújar, María dolores cabezas López, carmen Martín Martín, Juan esteva de Sagrera, Homenaje al Prof. Dr. José Luis Valverde, Granada: Sociedad de docentes universitarios de Historia de la Farmacia de españa, 2011, pp.619-718. 22). LaJFFuc, sesión del 21 de noviembre de 1932. 23). LaJFFuc, sesión de 1 de diciembre de 1932. 24). LaJFFuc, sesión de 17 de diciembre de 1932. 25). LaJFFuc, sesión 25 de marzo de 1933. 26). LaJFFuc, sesión de 11 de abril de 1933 27). LaJFFuc, sesión del 13 de mayo de 1933.

49). aGa (5).1.8 21/20523. en el archivo General de la administración, de alcalá de Henares, se me permitió consultar el expediente de depuración del catedrático, de donde proceden la mayor parte de las informaciones, pero no el expediente personal que, según la Ley en vigor, no puede ser consultado, ni siquiera con la autorización de algún pariente cercano, hasta 2027. 50). Sobre esta intentona puede ser aclaratorio el testimonio de Gonzalo Rodríguez Lafora, referido a Francisco tello. LaFoRa, G. R. (1959) en memoria del profesor Francisco tello, Revista IBYS, año Xii-nº2, pág. 198-203. “Así cuando al principio de nuestra guerra civil, el ministro comunista de Instrucción Pública, invitó a Tello, como a otros hombres de ciencia de Madrid, a trasladarse gratuitamente a la famosa Casa de la Cultura de Valencia (triste remedo de la creada por Lunacharski durante la revolución rusa), y que pronto dejó de cumplir su promesa de independencia que había ofrecido dicho ministro a los intelectuales españoles invitados”. 51). aGa (5).18 21/10523. 52). Las actas de la comisión, en libro aparte, se conservan en la Secretaría de la Facultad de Farmacia de la ucM. empezó a funcionar el 17 de julio de 1937. 53). aGucM, d-1868 comunicación del 4 de agosto de 1939 del director General de enseñanzas Superior y Media al decano de la Facultad de Farmacia. 54). aGucM, d-1883. 55). aGucM, d-1868, cit. por cLaRet MiRaNda, Jaume (2006) El atroz desmoche. La destrucción de la Universidad española por el franquismo, 19361945, Barcelona: crítica, pág. 294. 56). pueRto, Javier (2012) Historia de la Real Academia Nacional de Farmacia, Madrid: Real academia Nacional de Farmacia. 57). uno bastante reciente y muy esclarecedor es el de GÓMeZ BRaVo, Gutmaron (2009) El exilio interior. Cárcel y represión en la España franquista 1939-1950, Madrid: taurus. 58). cRueZ Rueda, Ángel (1937) Depuraciones, en Por España, crónicas patrióticas. Granada: antonio prieto, pág. 208-211. Ángel cruz Rueda, natural de Jaén, era director del instituto de Segunda enseñanza de cabra (córdoba) y

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premio Nacional de Literatura en 1929. en su artículo Depuraciones, escribe: Aparte de las acciones de guerra, la nota de actualidad en la retaguardia es el comentario a las depuraciones que se realizan en la Administración española y en especial entre los funcionarios dependientes de Instrucción Pública. El número del ABC sevillano del día 26 de junio de 1937, dedicó su artículo de entrada al trascendental asunto. Afirmaba que acaso donde produjo más estragos la propaganda revolucionaria fue en el Magisterio. La tendencia atea y antiespañolista señoreaba desde la Universidad a la escuela. En gran número de pueblos reconquistados se comprobó que “el cabecilla que dirigía los grupos revolucionarios, responsables de tanto crimen y de tanta ruina, era el maestro”. El anónimo articulista advierte con lealtad: “Había sus excepciones, naturalmente. No ya individuos aislados, sino instituciones beneméritas de profesores, exaltados patriotas y buenos católicos, supieron mantenerse firmes frente a la corriente arrolladora de la revolución, y por contraste con el caso anterior en no pocas ciudades el maestro católico y patriota fue la primera víctima”. El Estado ordenó la revisión del personal dedicado a la enseñanza pública, valiéndose para ello de cuatro Comisiones de nombramiento irrenunciable y sin gratificación o dietas para sus componentes, aunque tengan su residencia en lugar distinto de la capital en que se celebran sus reuniones. Nada de automóviles requisados; hay juzgadores de esas Juntas que viajan a su propia costa en los del servicio público y que se pagan asimismo el modesto hotel o fondita; respondo de ello. Luego, se pregunta en el editorial de referencia si los resultados corresponden a las esperanzas y si “secunda el civismo de las gentes llamadas a informar la intención irreprochable” de las Comisiones. Afirmamos rotundamente que no siempre y con eso no revelamos secreto grande ni chico; lo que tratamos de conseguir, en la medida de nuestras fuerzas, es remediar el mal. Hay gentes sinceras, pero abundan las que no lo son. En privado muestran que conocen la mala vida y milagros de los pícaros con título académico; y con su firma dicen…lo contrario. Y las Juntas han de atenerse, sobre todo, a esas pruebas. Las injusticias, si existen, se deberán a los falsos delatores y a los “defensores” falsos. Unos y otros deben ser castigados ejemplarmente. Así, el caballeroso funcionario injuriado o calumniado, en este aspecto, tendría su reparación; y el mal funcionario, la sanción debida, como debieran tenerlaya en su día la tendrán- los ineptos y los que carezcan de vocación por la enseñanza. ¿Qué la depuración “debe hacerse con un criterio de selección que nunca, será bastante riguroso?” así lo desea todo desapasionado. Mas que los demás ciudadanos no sean cobardes ni embusteros. Porque de esta suerte no se redime a España. Todos nos reímos de los que, sin creencias, pretenden “borrar su pasado llenando el aula de crucifijos y estampitas y organizando sin ton ni son ceremonias religiosas tan faltas de fervor como sobradas de teatralidad” o de los que se han disfrazado con diversos hábitos y han adornado las solapas con medallas o lazos nacionales, a modo de salvoconducto; todos sabemos que una mal entendida indulgencia “sería de fatales resultados para el porvenir de nuestra Patria”; mas hay que predicar y dar trigo; que es un sofisma de los

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vulgares, aún entre gentes que se tienen por letradas, lo de generalizar para una profesión, oficio o clase lo que es imputable a unos individuos. El que tragaba grava de las carreteras, el matasanos, el explotador de los libros de texto o el que se vengaba con la papeleta de examen, el que ganaba cien con el medicamento que le costaba diez, el que enredaba el pleito para aumentar la minuta, etc., etc., nada tienen que ver con la ingeniería, con la medicina, con la cátedra, con la farmacia, con la abogacía…Esos son…apestados, a los cuales es necesario separar de la sociedad, por lo menos. Los honrados no se sentirán ofendidos y resplandecerá más aún el sacerdocio de las profesiones. Había mala hierba en el Magisterio de las diversas enseñanzas, pero también héroes y mártires. Ahora mismo, la Orden de la Presidencia de la Junta Técnica del Estado, del 15 de junio (B.O.E., del 18) y otras disposiciones hacen que los catedráticos de Institutos contribuyamos- relativamente-, sobre todo los que tenemos cargos de responsabilidad, más que los millonarios a sostener las cargas de la Patria, para lo cual no debe omitirse sacrificio alguno; “bien pequeño”, reza la disposición; pero conviene que se enteren los que presumen y los pudientes o muy ricos que se quejan de vicio porque entregaron a regañadientes unos miles de pesetas o de duros… Depuremos bien, para que algunos interesados no se rían de las acusaciones o de la impunidad y se queden luego realizando su labor, mientras otros no perores son castigados; mas se debe reconocer que no todos son así y que la austeridad es practicada por muchos catedráticos y maestros humildes. No todo es uno y lo mismo, por fortuna para España. 59). BeNet i BeNet, a., RodRÍGueZ-coRteLLeS, S. (1997) Op. cit., pág. 135. 60). RodRÍGueZ teiJeiRo, domingo (2011) Las cárceles de Franco, Madrid: catarata, pág. 59. 61). información dada por los profesores antonio González Bueno y Raúl Rodríguez Nozal. el laboratorio profiden S.a., estaba situado en la calle Granada nº 6 de Madrid. aGa, Sindicatos {(06) 26.37}, legajo 34/14315. 62). esta información fue ratificada en público por d. alejandro Sos, hijo del geólogo represaliado Vicente Sos Baynat, quien le conoció durante su infancia y estaba en su casa cuando llegaron a entregarle la recaudación. aseguró también que tenía un carácter extremadamente ordenado durante el congreso El exilio científico republicano. Un balance histórico 70 años después, organizado por Josep L. Barona el 5 y 6 de noviembre de 2009, en Valencia. 63). aGa. (5).18 21/10523; informe del abogado del estado de 2 de abril de 1976 (esta parte de la documentación personal, como forma parte del expediente de depuración, sí me ha sido posible consultarla). 64). GiRaL, Francisco (1994) Ciencia española en el exilio (1939-1989), Barcelona, anthropos/ceRe, págs. 52, 53, 303. 65). cHaLMeta, alberto (1935) el aceite de chaulmoogra, Anales de la Real Academia Nacional de Farmacia, año iV, nº 3, pág. 1-30.


Historia del médico rural en Ourense: lluvia de conflictos y el paraguas colegial Roberto Fernández Álvarez, David Simón Lorda, Martín Menéndez Rodríguez, Mª Carmen Fernández Álvarez, Mercedes Adelaida Hernández Gómez, Yolanda Cruz Alonso.

Introducción ste trabajo constituye un estudio rigurosamente inédito sobre la historia del médico rural en la provincia de ourense a lo largo del siglo XX. en nuestro trabajo pretendemos reconstruir y analizar las características del ejercicio de la medicina rural en la época comprendida entre el año 1900 y el 1975 en la provincia.

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La documentación sobre la realidad asistencial del médico y la medicina rural durante el siglo XX es escasa. Los trabajos con intención histórica y longitudinal son en su mayoría biografías y autobiografías de doctores que vivieron parte de esta etapa. estas obras adolecen de una comprensible subjetividad. Sin embargo resultan de gran utilidad, pues mucha de la información que contienen, tras el ejercicio de la comparación y contraste, permite sacar factor común a la realidad del médico rural de este período. La bibliografía secundaria sobre la historia de la medicina en Galicia en la etapa estudiada es también poco abundante. destacan, por su utilidad para nuestro trabajo, los estudios de carro otero,1 ponte Hernando y García Guerra.2 Y con respecto a la historia de la sanidad en la provincia de ourense, destaca la obra de Simón Lorda, principalmente centrada en la historia de la psiquiatría por un lado,3 y de la guerra civil y la represión franquista por otro.4 La fuente bibliográfica más importante para la elaboración de este trabajo ha sido la de los boletines del colegio oficial de Médicos de la provincia de ourense, de los que se conservan los números comprendidos entre abril de 1931 y enero de 1939, con periodicidad mensual hasta 1936, y variable a partir de esta fecha. por último, las fuentes primarias del estudio, tal y como explicaremos,

han sido, por un lado la documentación relacionada que obra en los archivos consultados y por otro, las fuentes orales obtenidas a través de entrevistas con pacientes mayores e informadores clave que vivieron en primera persona las singularidades de la medicina de la época.

Planteamiento del estudio La justificación de nuestro trabajo estriba en el hecho de que la historia del médico rural en general, y los problemas laborales con que se enfrenta en el escenario real de su actividad, en particular, son cuestiones que no han sido por el momento suficientemente estudiadas. a día de hoy, no existe en la bibliografía ningún tratado, ensayo o revisión profunda que aborde la historia de la medicina rural en nuestro emplazamiento y los que existen en el ámbito del estado español, no comparten nuestros objetivos ni metodología. El objetivo del estudio es conocer los principales conflictos laborales con los que se enfrenta el médico rural, y cómo los aborda. La metodología que empleamos es, fundamentalmente, de tipo cualitativo, incorporando técnicas de búsqueda y localización de información, análisis documental y técnicas conversacionales.5 Para la búsqueda de la información hemos recurrido a bases de datos documentales y a los principales buscadores de archivos y fuentes bibliográficas relacionadas con el tema. Hemos utilizado el programa de gestión de base de datos de la Rede de Bibliotecas de Galicia. Hemos utilizado el programa de búsqueda de la Biblioteca universitaria de Santiago de compostela, rastreando los fondos

de las bibliotecas de todas las Facultades, resultando especialmente útiles los volúmenes localizados en la Biblioteca Xeral y en la Facultade de Medicina. Hemos indagado en los recursos disponibles de la fundación uriach, haciendo uso del buscador de la Biblioteca Histórica, del archivo, y del Servicio de publicaciones, que pone a disposición monografías y artículos especializados de contenido accesible en la red a través de la revista Medicina e Historia. Se ha consultado, asimismo, el buscador de la Biblioteca Nacional de españa, y a través de ella el listado de todos los libros publicados en el estado en relación con la materia. también hemos hecho uso de los recursos disponibles en el portal del consejo Superior de investigaciones científicas (cSic), destacando por su utilidad para nuestro trabajo el acceso libre a los volúmenes de la publicación periódica Asclepio, Revista de Historia de la Medicina y de la Ciencia; así como Cuadernos de Estudios Gallegos. Hemos rastreado también las publicaciones indexadas en la base de datos teSeo, pubmed y en el Índice Médico español a través de los motores de búsqueda de estas instituciones. Se ha completado la búsqueda con los instrumentos de descripción archivística e inventarios de los archivos visitados, así como con la revisión manual de libros de actas y otros documentos no catalogados, además de los archivos personales o familiares de médicos rurales. en cuanto al análisis documental, hemos consultado fuentes y documentación histórica del archivo Histórico provincial de ourense, archivo del iltre. colegio oficial de Médicos de ourense, archivo de la diputación provincial de ourense,

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Roberto Fernández Álvarez

archivos Municipales de allariz, Xunqueira de espadañedo, pontedeva y Rairiz de Veiga, archivo del colegio oficial de Farmacéuticos de ourense, archivo del Museo etnolóxico de Ribadavia; archivos familiares de médicos de los municipios de allariz, Luintra, esgos, Saviñao (Lugo), Leiro, oimbra, arnoia, Blancos y Viana do Bolo. en lo referente a las fuentes orales, para consultarlas hemos entrevistado a pacientes mayores que nos narrasen historias de vida centradas en las experiencias de enfermedad. La muestra fue, para este trabajo, de 24 pacientes. el ámbito de estudio fue la provincia de ourense. Los criterios de inclusión fueron: haber nacido y crecido en la provincia, tener una edad mayor o igual a 70 años y ausencia de diagnóstico de deterioro cognitivo. obtenemos así testimonios de pacientes nacidos entre el año 1916 y 1941. el muestreo, fue de tipo intencional, no probabilístico, buscando a los pacientes con mayor voluntad y capacidad narrativa. el tamaño muestral se estimó de acuerdo con dos variables: saturación necesaria para recoger todo el universo discursivo y aparición redundancia –número suficiente de sujetos como para que se empiece a repetir el discurso.– Se han incluido, en calidad de informadores clave, entrevistas a seis médicos rurales jubilados, de las cuales todas excepto una se han realizado en el propio domicilio del facultativo (tabla 1). en cuanto al material y métodos: la mayor parte de las entrevistas se realizan en pacientes que acuden para consulta al centro de salud y en internos de residencias geriátricas de la provincia. La captación se produce en el primer caso a través del propio entrevistador, y en el segundo la realiza un contacto de la residencia que propone a internos con buenas capacidades cognitivas. Se realiza a los pacientes una entrevista semiestructurada, semidirigida, individual que combina contenidos de opinión y de narración de hechos. La técnica de recogida de datos es la grabación en audio. participan tres entrevistadores: un médico de familia, investigador principal y con experiencia docente en técnicas de entrevista clínica y dos

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Tabla 1. Relación de médicos ourensanos informadores clave AÑO DE NACIMIENTO

MEDICO

PLAZA DE TITULAR

Ramón travieso González (Ramón tG),

1930

esgos

Sergio García Ferrera (Sergio GF).

1926

a Mezquita

José María Vázquez pérez (José María Vp)

1931

carballeda de avia

Ramón de la Fuente Galván (Ramón de la FG),

1929

Blancos

Hermenegildo González Fuentes (Hermenegildo GF).

1929

oímbra

Miguel Gago García (Miguel GG),

1925

Viana do Bolo

enfermeras entrenadas. el análisis de la información se realizó mediante la técnica de análisis del contenido, y fue supervisado por un investigador experimentado. Se procedió a la codificación de la información en unidades temáticas.

Resultados y discusión La búsqueda de empleo es el primer obstáculo laboral al que se enfrenta el facultativo durante todo el período, pues por un lado casi siempre existe un problema de exceso de médicos –lo que se llamó la plétora médica– en relación al número de plazas convocadas por los ayuntamientos, que ofertan las menos posibles por motivos de ahorro. a las fuerzas médicas corporativas les interesa que se reduzca el número de licenciados. plantean la reducción de facultades de medicina y la limitación de número de admitidos en las mismas. en los años treinta se habla de la plétora médica, en un país, españa, con 22.000.000 de habitantes en 1932, y 20.000 facultativos en ejercicio. uno por cada 1.100 habitantes. Francia: en 1928 uno por cada 1.554 habitantes. una ponencia de la época sobre la plétora médica que reproduce el Boletín oficial del colegio de Médicos de ourense6 dice “Pocos son los que se deciden por la carrera de médico con verdadera vocación; cada día son menos los hijos de los médicos que siguen la misma profesión que sus padres, porque la mayoría han visto todas las dificulta-

des, incesante trabajo, sin la suficiente compensación económica. En cambio los jóvenes de la clase media, atraídos por el nombre y las ganancias de algunas celebridades médicas, aumentan sin cesar los cursos de nuestras Facultades de Medicina. Por si esto no fuera suficiente, se ha puesto de moda en las mujeres la profesión de médico, y son ya muchas las que nos van desalojando de puestos que siempre han sido nuestros.” el ponente propone: “(...)que no se deben dedicar a la carrera de Medicina sin verdadera vocación, y en igualdad de condiciones deben tener alguna preferencia los hijos de los médicos.” en algunos medios se tiñe de dramatismo la información sobre la abundancia de licenciados en medicina. en ourense la publicación del órgano colegial reproduce un artículo de Gaceta Médica Española, en 1933: “En los comedores de Asistencia Social de Madrid presentáronse médicos en demanda de raciones... Acuden a nuestros colegios compañeros que mendigan un donativo, un empleo, una limosna. ¡Somos tantos!”7 Y en esta situación de relativa desproporción entre la oferta y la demanda, todavía intervendrán elementos ajenos al currículum para seleccionar al candidato. el caciquismo en la provincia y su repercusión en la vida laboral es una de las quejas más documentadas. el médico colisionaba con intereses ilegítimos en sus primeros escarceos laborales, y cuando era un foráneo, sin padrinos ni contactos en la provincia, todavía resultaba más patente.


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como ejemplo podemos describir la provisión de la plaza de Leiro en 1932, a la que concurren 13 licenciados de Galicia y algunos más de otras regiones, algunos con una nutrida ficha de méritos, otorgándose la plaza, en palabras del dr. José Vallejo (uno de los aspirantes que dirige su protesta al colegio de médicos) “al único concursante con una ficha de méritos negativa, es decir sin una sola puntuación, burlando así lo legislado en las normas de un Reglamento vigente, alegando no entender de ‘puntuación ni de fichas ni de méritos’ como por el secretario se hizo constar en el acta (...).”8 La disputa acaba en el juzgado contencioso-administrativo de ourense, que emite una sentencia cuya fundamentación aporta información relevante: “(…) considerando que los méritos de D.S. y de D.V. Son inferiores a los de D. Castor Sánchez García, y apareciendo D.J. (el titular nombrado ilegalmente) con un engarce de ceros en la ficha expedida por la Dirección General de Sanidad, absoluta negación de méritos, no obstante lo cual obtuvo el nombramiento de médico titular con grave lesión del derecho de los demás concursantes y recurrentes y quebrantamiento manifiesto de las disposiciones legales que rigen la materia objeto del presente pleito”, y falla: “(…) revocamos los acuerdos del citado ayuntamiento de Leiro (…) declarando la obligación en que se halla incurso dicho ayuntamiento de nombrar para dicha plaza al recurrente D. Castor Sánchez García por ser el que conforme a las bases del concurso aparece con el mayor número de méritos.”9 Hasta 1934, en que el reglamento de los Médicos de asistencia pública domiciliaria centralizará las oposiciones en Madrid, el concurso-oposición para otorgar las plazas en propiedad se convocará para cada ayuntamiento por separado. el tribunal estará presidido por el director provincial de Sanidad, y formarán parte de él los doctores que designe el colegio de médicos, los titulares en activo del propio municipio y un funcionario municipal, casi siempre el secretario. en estas condiciones, las afinidades personales, familiares o locales están a la orden del día. además, es habitual que los evaluadores se tomen poco en serio su función.

Figura 1: tripulación de un buque alemán, primer destino profesional del dr. Sánchez García en 1914 (en la foto asomando por el salvavidas), más tarde titular de Leiro. (tomada del archivo particular de la familia de castor Sánchez García).

en 1933 el entonces director provincial de Sanidad –dr. García Boente– recrimina este hecho a la vez que aprovecha para hacer una crítica general al estamento de los titulares, por entonces muy molestos con el gobierno. así, con ocasión del concurso-oposición para la plaza de titular del ayuntamiento de Xunqueira de espadañedo, y por haber faltado a la cita con el tribunal los dos titulares del pueblo, recomienda al colegio que los nombramientos recaigan “(...) en personas de solvencia moral y científica y que demuestren algo de espíritu de sacrificio por la clase, especialmente por los médicos titulares, de cuya mala situación todos saben lamentarse y pocos se sienten propicios a colaborar para su emancipación(...).”10 el médico de la segunda mitad del siglo ya ha de acudir a opositar a la capital de españa, lo cual otorga más garantías de ecuanimidad, pero todavía los nombramientos para contratos temporales siguen estando adulterados. el dr. Ramón de la FG explica su primer contacto laboral a finales de los años cincuenta, procedente de Madrid: “Cuando yo llegué había un baremo en la dirección general de Sanidad. Yo tenía el título de diplomado en Sanidad, especialista en cirugía, en traumatología... destacaba sobre la mayoría de compañeros. Recién llegado aquí murió un compañero y me dijeron que fuese a solicitar la plaza. Me dirigí al jefe provincial de Sanidad (el Dr. J.). El me respondió ‘esa plaza ya está

dada y a usted sólo le queda el derecho al pataleo’, me puse de pie y le dije ‘como jefe de Sanidad le respeto, ahora bien, si tuviese usted mi edad ahora mismo nos partíamos la cara’... Fue una reacción espontánea... Otro facultativo, el Dr. G., fue a ocupar la disputada plaza, pues su padre, también del gremio, había estudiado con el Dr. J.”. al poco tiempo llamaron a Ramón para ofrecerle una plaza en a Gudiña, y posteriormente ocupó la plaza de Blancos. estas disputas por las plazas en interinidad son frecuentes, y abundan las acusaciones más o menos explícitas de enchufismo, como la que tiene lugar en 1960 por una plaza en la capital donde se da prioridad a un colegiado con escasos méritos pero que ejerce el cargo de vocal de Falange española y JoNS en el colegio médico y su padre el de representante de médicos titulares. Las desavenencias de los médicos con los ayuntamientos constituyen, sin duda, la fuente de conflicto más importante, sobre todo en la primera mitad de siglo. el problema hunde sus raíces en tiempos lejanos. el dr. Rubén García Álvarez ya nos aporta información sobre los pleitos de Mandianes, un médico rural del siglo XVi, con el concejo de Ribadavia, el cual a duras penas hacía frente a las deudas contraídas con el galeno, al que hacía promesas durante las epidemias de peste que luego incumplía en las etapas de remisión. el autor concluye que “Su finalidad (la del Concejo) era, por lo demás, la de

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Roberto Fernández Álvarez

siempre: obligar a este excelente profesional a que abandonase la villa a fin de sustituirle por algún galeno adicto al Concejo, deudo o familiar de alguno de los que lo constituían”. Y se permite Rubén García dar una recomendación como corolario: “Como entonces, como ahora, como siempre, hay un recurso infalible para desarticular esas bajas habilidades maniobreras: la competencia profesional, la conducta noble, veraz y eficiente, desplegada, sin distinciones, en beneficio de todo semejante que sufre.”11 La situación descrita se mantiene, con pocas variaciones, durante siglos. en la primera mitad del siglo XX se endurece la batalla del titular por conseguir emanciparse del poder local y pasar a depender del estado, así como para reglamentar las retribuciones y derechos pasivos, y para erigirse en la autoridad indiscutida de la sanidad local. a comienzos del siglo, vigente la ley de Sanidad de 1885, la dirección General de Sanidad, además de la juntas de Sanidad Nacional, provinciales y municipales, los directores provinciales de Sanidad y los subdelegados, se encargaban de que los ayuntamientos tuvieran titulares para la asistencia a los pobres; pero la autoridad consistorial todavía los elige, nombra y cesa a su antojo. el galeno ha de cuidarse de no incomodar, contradecir o hacer sombra al alcalde, por el riesgo de represalias en forma de despido o de suspensión de los honorarios. el “cacique señor local, degradada representación del feudalismo”12 retrasa los pagos al facultativo y lo somete a sus exigencias y arbitrariedades. en 1904 la instrucción de Sanidad, crea el cuerpo de Médicos titulares, transformando a éstos en funcionarios públicos, pero dependientes de los ayuntamientos, atribuyéndoles el cargo honorífico de inspectores Municipales de Sanidad. en 1907 se nombran los primeros tribunales para opositar al cuerpo de titulares, con lo que la estabilidad laboral quedará asegurada, pero la subordinación a los poderes locales continúa pues la alcaldía todavía tendrá potestad para suspender el salario, imponer castigos, demorar pagos alegando déficit presupuestario y, en suma “hacer imposible la vida al médico titular”, como reiteradamente se señala.

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esta situación evolucionará muy lentamente, y aunque a la altura de los años treinta ya es el director provincial de Sanidad quien nombra a los titulares, en cuestión de cese no será el ministerio (de Gobernación) competente para resolver los expedientes que los ayuntamientos incoen contra los titulares, siendo competencia exclusiva de las corporaciones municipales la resolución de los mismos. además, el ayuntamiento, aunque tiene obligación de cubrir las plazas de médicos que tenga vacantes, se muestra reticente en el cumplimiento. La Real orden de 3 de febrero de 1930 preceptúa que las corporaciones municipales comuniquen a la inspección provincial de Sanidad las posesiones y ceses de los titulares, acto que omiten con frecuencia, según les advierte en 1930 el gobernador civil de la provincia de ourense –médico de formación– , Vicente Varela Radío: “Son muchos los Ayuntamientos de esta provincia que no cumplen lo tan clara y terminantemente preceptuado en la citada disposición, con grave quebranto de la organización de los servicios benéfico-sanitarios municipales (...) exigiré responsabilidades y aplicaré sanciones a los señores alcaldes y secretarios que no cumplan o permitan que quede sin cumplir lo ordenado.”13 Sólo nueve consistorios responden a estas advertencias y únicamente dos de ellos acuerdan la provisión de las plazas vacantes. La esperanza de que la República otorgase a los médicos rurales el estatus de funcionarios del estado se frustra, con gran indignación de los órganos corporativos. Los debates arrecian en foros profesionales, en las instituciones gubernativas y también a nivel parlamentario. en el año 1931, una carta de a. Lerroux dice que “Los sanitarios rurales, médicos, veterinarios, farmacéuticos, practicantes, profesionales, han de tener autoridad moral y legal para ello (para ejecutar las reformas necesarias), capacidad demostrada; independencia económica, laboratorios, eficacia; es decir, carácter oficial y amparo de la ley.”14 en los años treinta la asociación Nacional del cuerpo de Médicos titulares inspectores Municipales de Sani-

dad se encargará, a través de sus activos representantes, de tensionar con los gobiernos las viejas reivindicaciones de los titulares, aunque primeramente ha de vencer la tendencia ancestral de éstos al aislamiento, la pasividad y la falta de entusiasmo en la defensa de los intereses colectivos – en contraste con la intemperancia que muestran cuando se dirimen cuestiones individuales–. desde su constitución, la asociación de titulares se muestra muy activa en la demanda de la creación del ministerio de Sanidad – la Generalidad catalana dispone tempranamente del departamento de Sanidad Higiene y Beneficencia–, para desde ahí, cimentar un nuevo estatus para el médico rural afirmado sobre dos pilares: independencia –económica y profesional respecto del poder político local, adquiriendo la naturaleza de funcionario del estado–; y autoridad, como jefe único de la Sanidad local en el que recaerá la decisión, tramitación y substanciación de las cuestiones municipales. La presión de los titulares, así como su influencia política –alineados especialmente con el partido Radical– va resultando fructífera. La creación del estamento de médicos de asistencia pública domiciliaria (apd), se acompaña de un reglamento donde se estipula que será el director provincial de Sanidad quien haga los nombramientos. con el cambio de estatus también mejoran las condiciones económicas. Se añaden a los emolumentos las percepciones por el cargo de inspector Municipal de Sanidad, la acumulación de la plaza de practicante o matrona y la percepción de quinquenios. además de, por supuesto, las generadas en la actividad privada. pero la ley de coordinación Sanitaria de 1934, que incluía en sus bases, entre otras normas, el pase al estado del médico titular, fue parcial y temporalmente suspendida por otra publicada en la Gaceta de 28 de diciembre de 1934. aunque la vigencia de la suspensión finalizaba a los cuatro meses, al término del plazo el reglamento de la Ley de coordinación no había sido desarrollado. Hay en esas fechas cerca de un millar de vacantes sin proveer en propiedad. Los ayuntamientos las cubren a discreción con interinos a los que nombran y destituyen a su criterio y si-


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guen demorando los emolumentos a los facultativos. contra la aplicación de esta ley está la poderosa unión de Municipios españoles, que pretende seguir manteniendo el estatus, además de eludir la deuda millonaria que mantienen con sus sanitarios. La asociación de Médicos titulares, transformada en asociación de Médicos apd, se dirige a través de su representante nacional, antonio ossorio, al presidente de la República en 1936, para seguir pugnando por la fórmula “reiteradamente propuesta y cada vez más arraigada entre los Médicos Titulares de pasar íntegramente al Estado en forma análoga a como se hizo con los maestros, redimiéndose radicalmente del vergonzoso caciquismo rural.”15. pero si el consistorio se muestra arbitrario en su relación con el facultativo y díscolo en el cumplimiento de sus obligaciones administrativas, todavía más perezoso es en el abono de honorarios debidos al titular que, como funcionario municipal le corresponden. Los doctores ganan menos que los funcionarios locales de igual categoría –secretarios municipales, interventores, arquitectos–. tampoco gozan de beneficios como el pago de quinquenios que sí tienen los demás, incluidos directores de bandas, guardias y ordenanzas. La redacción del Boletín del colegio de Médicos de ourense expone gráficamente lo que ocurre en la provincia: “Aunque existe algún Municipio que reconociendo lo útil y necesario de nuestros penosos servicios sepa corresponderlos cual merecen retribuyéndolos adecuadamente, creemos que esos mirlos blancos deben de ser muy contados, pues por aquí, desgraciadamente, ni que se busque con la linterna de Diógenes, aparece uno”16. La puntualidad de las corporaciones en el pago de las pensiones de jubilación pactadas con los titulares tampoco es mayor. Las demoras alcanzan a veces extremos luctuosos. así, en 1922 el ayuntamiento de pereiro de aguiar decide dotar con 500 pesetas anuales la jubilación del médico camilo cerviño. Se llega al año 1930 sin que éste percibiese ninguna cantidad. Se decide entonces en el pleno municipal pagar en concepto de atrasos la cantidad de 2.500 pesetas, lo cual tampoco se materializa.

el asunto acaba en los tribunales, que mandan al ayuntamiento pagar las cantidades debidas hasta su finiquito. cuando se ordena la ejecución del veredicto el galeno ya había fallecido, pero tampoco sus herederos logran cobrar, pues el concejo desoye la sentencia firme. tal y como escriben los doctores Manuel Bouzo y ubaldo Álvarez en ourense, 1931: “Hay corporaciones que adeudan a su médico titular, según quejas de los mismos, todos los (haberes) correspondientes al año en curso y parte de los del anterior; otras, a pretexto de una revisión de acuerdos, retienen legítimos haberes de sus médicos y créditos reconocidos a los mismos manteniendo de este modo en suspenso los correspondientes pagos; otras alegan la falta de ingresos, no obstante lo cual abonan sus haberes a los demás funcionarios y sólo el médico deja de percibirlos.”17 el director general de Sanidad, Marcelino pascua da, en los años treinta, otros enfoques a este espinoso asunto y, aunque reconoce que la morosidad es intolerable y que denota una mala gestión de los consistorios, desliza también ciertas acusaciones que inflaman aún más los ánimos de asociación de Médicos titulares: “Quizá a veces ello (la falta de fondos) sea mero pretexto y el motivo efectivo resida en maniobras caciquiles contra el médico, los cuales el propio pueblo de la localidad no debiera tolerar. Quizá también en algunos casos se trata de represalias contra médicos que fueron a su vez, en tiempos más o menos lejanos, verdaderos caciques (...).”18 por estas fechas los débitos se multiplican, y también a título individual los doctores responden. el titular de trasmiras, argimiro portela, solicita del colegio que se le designe abogado y procurador para emprender litigio contra el ayuntamiento, que le debe ocho meses de salario. Víctor Bouzo, titular de coles hace una queja que se traslada al gobernador, lo mismo ceferino armesto paz, de a Gudiña. argimiro Fernández carbajo entabla contencioso con el ayuntamiento de Baños de Molgas; se le debe un total de 8.129 pesetas. el concejo de a Rúa debe tres trimestres al dr. José Vila, además de honorarios por reconocimiento y vacu-

nación de quintos del reemplazo de 1932; etcétera. en la tabla 2 podemos ver algunos ejemplos de morosidad municipal en los años treinta. el colegio médico se implica en los problemas de impago. Se dirige a las autoridades, desde el director provincial de Sanidad hasta el gobernador. incluso contrata los servicios de un abogado propio, figura que se estrena en el colegio en 1932, bajo la presidencia del dr. Manuel peña Rey. La asociación de Médicos titulares adosa a veces elementos funestos a su arsenal reivindicativo: “Y la tragedia ha surgido al fin. Un médico titular de la provincia de Almería, perseguido, acosado, hambriento, en momento de legítima defensa, ha dado muerte a su Alcalde.”19 al estallar la guerra civil, el impago de los ayuntamientos, esquilmados por los costes de la contienda, se acentúa, y con ellos se muestra de nuevo comprensiva la autoridad. aunque una orden de 12 de mayo de 1938 dispone que los Gobernadores civiles vigilen el puntual pago de los haberes a los médicos y demás funcionarios sanitarios, no se establece garante alguno del los mismos; los procedimientos de embargo, quedan suspendidos. La orden dicta que “en las actuales circunstancias no es aconsejable emplear (el embargo) en razón de la situación de las Haciendas Municipales, y la imposibilidad que existe de destacar el número de comisiones necesarias que intervengan los fondos de las corporaciones morosas (...).”20 en esta coyuntura las vindicaciones de la clase médica quedan definitivamente aplazadas, y la emancipación del médico rural no llegará hasta los años cuarenta, con la Ley de Bases de 25 de noviembre de 1944, en cuyo título preliminar se establece que “Incumbe al Estado el ejercicio de la función pública de Sanidad. En la consecución de los fines de esta función será ayudado por las Corporaciones públicas, Organismos paraestatales y del Movimiento y por las entidades particulares, bajo la ordenación, inspección, vigilancia, disciplina y estímulo de los Organismos sanitarios dependientes del Estado”, que en la práctica se traduce en la asunción de la categoría de funcionario del estado, por parte del galeno.

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Sin embargo, todavía quedarán facultativos cuyas pensiones de jubilación dependen de la normativa anterior y en pleno año 1951, antonio Hermógenes López Lloves (18781957), que fue apd en coles, denuncia: “Reiteradamente vengo reclamando del ayuntamiento de Coles la jubilación mensual que me corresponde, a razón de 5000 pesetas anuales, recibiendo como contestación estridente ‘NO HAY DINERO’, y así llevo dieciséis meses en tan lamentable estado, sin ver la manera de poder cobrar, observando para más inri, como a todos los demás empleados se les paga puntualmente.” en la segunda mitad del siglo, la corporación ha perdido gran parte de su poder sobre los titulares, lo cual va en favor de una mejor colaboración de cara a solucionar los problemas de la comunidad. además es una época en la que son muchos los titulares que ocupan los sillones consistoriales. Sin embargo, el alcalde, nombrado por el gobernador entre los afectos al régimen, es una figura de gran autoridad, y su influencia en la sanidad local seguirá siendo incuestionable durante muchos años. preside invariablemente las juntas municipales de Sanidad, y las de Beneficencia, donde el médico es vocal nato; emite el preceptivo informe sobre el galeno, favorable o no, cuando éste trate de ocupar plaza interina o en propiedad; además se encarga de construir, dotar y mantener los edificios que serán hogar y dispensario del médico del pueblo. pero las parcelas de poder están divididas. Nadie librará al alcalde de caer, tarde o temprano, en manos de su ancestral adversario cada vez que enferme, lo cual lo convierte en una potencial víctima, si no de sus humillaciones, sí al menos de sus tarifas, sobre todo cuando sabe que quien haya de peritarlas, llegado el caso, estará de parte del facultativo. en los años sesenta el dr. Sergio GF sitúa la siguiente anécdota: “En cierta ocasión el alcalde me ofendió y cuando vino a mi consulta yo, en venganza, le cobré en exceso... me pidió un recibo, me pagó y al día siguiente fue a Ourense a denunciarme al gobernador, el cual se puso en contacto con el presidente del colegio de médicos, que era gran amigo mío... éste le dijo al gobernador: ‘que le dé las gracias al médico

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porque pudo haberle cobrado doble, así que aún le perdonó la mitad’.” La normativa laboral, en muchos de sus aspectos, fue otra diana de la lucha corporativa para mejorar las condiciones de trabajo. el galeno de la segunda mitad de siglo, ya independizado de la soberanía municipal, tiene como objetivo otras conquistas. La primera es la libertad de residencia, tratando de soslayar la obligación de vivir en la misma población donde ejerce. Los directores provinciales de Sanidad tenían capacidad para flexibilizar la norma, y el presidente del colegio de Médicos, la de influir en la atenuación de las sanciones a quien no la cumpliese. así lo razonaba con este último el dr. Ramón de la FG en los años sesenta: “Aunque parezca un disparate, está la plaza mejor atendida viviendo yo en Xinzo (Xinzo de Limia,Ourense, donde Ramón tenía su clínica privada) que viviendo en el pueblo (Blancos, donde tenía la plaza, a pocos kilómetros de Xinzo), pues en Blancos no hay farmacia, con lo cual el paciente tiene que ir a buscar las medicinas a Xinzo. Si me llaman a ver a un enfermo llevo de Xinzo una medicación de urgencia y se la aplico para el momento y al día siguiente ya va con la receta.” así pues, trabajó en Blancos con ejercicio libre en Xinzo de Limia, donde residía. cuando pasaba visita en la consulta privada de Xinzo eran muchos pacientes de Blancos que acudían a su clínica, mejor equipada que la del pueblo. otro de los frentes abiertos contra la normativa será la lucha para acabar con la disponibilidad permanente. a finales del período estudiado el titular tratará de llegar a acuerdos con los colegas para disfrutar de libranza los fines de semana, de modo que, organizados los compañeros de la comarca, sólo haya de quedar uno o, a los sumo, una pareja, atendiendo la totalidad del área comarcal en sábado y domingo. a esta situación sólo se podrá aspirar cuando las comunicaciones, tanto de alerta (telefonía), como de transporte (mejoría de las carreteras, vehículos a motor), lo permitan: no antes de los años setenta. pero también esta circunstancia provocaba el enfrentamiento entre

compañeros. por un lado, el titular que ya tenía la residencia en el pueblo donde trabajaba, aunque saliese ganando la libranza, no se beneficiaba tanto de centralizar las guardias como el que vivía en la cabecera comarcal y ejercía en la periferia, que estaba obligado a pasar el fin de semana fuera de su casa para atender la eventual urgencia. por otro lado, abandonar sus pacientes, aunque sólo fuese por dos días, en manos de otro galeno –en el cual podían descubrir cualidades de eficacia resolutiva o de amabilidad en el trato que no encontraban en su médico de cabecera– suponía un riesgo de fuga de clientela. este temor, que mostraban especialmente los profesionales de perfil menos afianzado, fue obstáculo organizativo durante años. también hay que mencionar la resistencia de los poderes municipales, que ven como su ayuntamiento pierde la disponibilidad asistencial permanente obligando a sus habitantes a ampliar la distancia de desplazamiento. No obstante, con el correr de los tiempos esta conquista sería inevitable. al principio se hizo a modo de acuerdos privados ante los cuales la autoridad hacía la vista gorda; así lo cuenta el dr. Ramón de la FG: “Yo propuse que los domingos quedase uno o dos de guardia. Pero temían que si un enfermo era visitado por otro médico se perdiese el cliente (...). La comarca de la Limia fue pionera en las guardias, pero claro, no oficialmente... a la chita callando.” Y más tarde, ya interviene la jefatura provincial para regularlo. Hermenegildo GF relata que “Aquí se oponían los dos titulares de Verín, a veces andaban con la amenaza `que os denunciamos, que no vivís en el pueblo´, pues aunque en teoría había que vivir en el pueblo, casi todos vivíamos en Verín. Míguez (Luis Rodríguez Míguez, último director provincial de Sanidad) nos reunió a todos y nos organizamos, salvo aquellos que no quisieron entrar. Los demás buscamos un piso y empezamos haciendo los fines de semana para todos los ayuntamientos excepto Verín... Poníamos un fondo entre todos y nos daba para pagar el piso, tener nuestras cenas, y aún nos sobraba dinero...” corrían los años setenta; y a partir de entonces fueron cada vez más los profesionales y las comarcas que se adhirieron a esta


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Tabla 2. Ejemplos de ayuntamientos morosos en la provincia de Ourense* AYUNTAMIENTO

MÉDICO ACREEDOR

AÑO

DEBE (en pesetas)

piños de cea

Manuel pousa Fernández

1932

885

amoeiro

Justo Melón Builla

1932

tres trimestres de 1932

porqueira

Benito Rodríguez Rodríguez

1932

tres trimestres de 1932

Baños de Molgas

argimiro Fernández carbajo

1932

8.129

Vilar de Barrio

José Barreiros Blanco

1936

1.500

Laza

aurelio Vila oterino

1936

4.112

padrenda

camilo Quiroga alvarez

1936

182

San Xoán de Río

celedonio Rodríguez arias

1936

1.050

Ribadavia

casiano Feijoo Bermúdez

1936

1.150

Ribadavia

tomás Vidal Mojica

1936

1.150

cortegada

argimiro ogea domínguez

1936

1.050

Larouco

Juan Martínez Neira

1936

4.900

c. de Valdeorras

Julio alonso estévez

1936

1.090

cualedro

José antonio taboada

1936

2.800

Nogueira de Ramuín

José Barreiros Blanco

1936

800

Rairiz de Veiga

José peralta Méndez

1936

4.894

Melón

antonio pereira Feijoo

1936

1.487

Melón

Fidel castro Viso

1936

1.487

Lovios

antonio Lorenzo Rodríguez

1936

1.050

paderne

Benjamín docasar Garza

1936

8.690

Villamarín

aser Rodríguez Novoa

1936

2.850

Vilariño de conxo

Juan F. Gómez Sierra

1936

9.900

trasmiras

argimiro portela Martínez

1936

4.450

*tomado de Boletín oficial de la provincia (Bop) libros de 1932 y 1936.

fórmula, todavía más ventajosa si tenemos en cuenta que no pocos titulares eludían las guardias –también con el consentimiento no explícito de la dirección– pagando a otros por hacerlas, normalmente a compañeros jóvenes, recién licenciados y en desempleo. La rivalidad entre compañeros, en una época en que la principal fuente de ingresos del galeno es la consulta privada, es una constante durante todo el período, aunque se va atenuando a medida que se van reforzando los emolumentos fijos provenientes del estado, y aligerando los variables que proceden de la clientela. Y en efecto, el ambiente que se respira es de competencia y desconfianza mutua. así se confirma en un artículo firmado con iniciales y titulado “nuestro enemigo, el médico”,

publicado en el boletín del colegio oficial de ourense en 1933. “Cada médico es un guerrero, siempre armado contra algún otro médico o contra todos; en cualquier actuación privada o pública, lo mismo en la cabecera del enfermo que en el seno de cualquier academia, puede advertirse el tono acerbo, incisivo, belicoso a veces, con que se mantienen las relaciones interprofesionales.”21 Los métodos y artimañas para ensalzar el arte propio y denigrar el del compañero son práctica frecuente desde tiempo inmemorial, y los médicos que trabajaron en la primera mitad de siglo las conocen. “Desde usar palabras altisonantes hasta un simple ademán para desprestigiar la intervención de un compañero; los que visitan en ausencia del titular y ven un `foquito de bronconeumonía´ y que les alumbra para que-

darse con el enfermo; el que es llamado como sustituto del titular y sigue visitando al enfermo después del regreso de aquel (...) El sugerir curación de enfermedades incurables, el de mirar a rayos innecesariamente, el de desdeñar las medicinas dadas por otro médico y meter al enfermo en gastos de adquirir otras. También la de aquellos médicos que son llamados cuando la enfermedad es irreversible y dan a entender que se hubiera curado si lo hubiesen llamado a él...”22 Son frecuentes las quejas por competencia desleal y, aunque el importe de las minutas y la cuantía de las igualas está fijado de antemano, en todo momento hay galenos que entablan guerras de precios para ganar clientela. el titular de amoeiro, dr. J., informa al colegio médico de que otro colegiado del mismo muni-

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castrador de cerdos, sentar plaza en cualquier lado (…).”25

Figura 2: carta al presidente del iltre. colegio de Médicos de ourense, denunciando competencia desleal por parte de un compañero, año 1953 (tomado del archivo del iltre. colegio de Médicos de ourense. expedientes de médicos fallecidos).

cipio “hace igualas por un ferrado y medio de centeno, cuyo valor no llega a las 60 pesetas, cuando la iguala mínima autorizada es de 120 pesetas.”23 Más frecuentes son los conflictos territoriales como una modalidad de competencia consistente en buscar la clientela en el distrito donde ejerce otro. el galeno no puede profesar su arte en un partido que no es el de su residencia cuando no lo permita el reglamento. Los partidos sanitarios podían ser “abiertos” o “cerrados” según fuera libre el ejercicio en ellos de cuantos licenciados lo desearan, o estuviera limitado a la autorización previa del Médico Titular, modelo que se impuso precisamente para limitar la competencia y favorecer el que todos los municipios tuviesen su facultativo, pues nadie aceptaría una plaza donde la clientela estuviese absorbida por competidores transfronterizos. Los médicos tratarán de protegerse del “continuo visiteo” de los compañeros de municipios limítrofes, que a veces abren consulta en la oficina de farmacia –negocio a medias con el farmacéutico– y de la creación de nuevas plazas, que a veces intenta el propio ayuntamiento por iniciativa propia o de fuerzas vivas que se enfrentan al titular. ello suscita protestas como las que manifiesta enérgicamente José Ferreiro caneiro (1896-1975) en 1946, con motivo de la creación de una nueva plaza en su ayuntamiento a la medida de otro compañero que quería trasladarse.24 especial relevancia tuvo, por su intensidad, duración y alcance personal, la rivalidad abierta

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entre el titular de allariz, dr. R. y el del municipio limítrofe de Xunqueira de ambía, dr. F. donde el segundo denuncia reiteradamente la intrusión del primero en su distrito para realizar consultas de enfermos cuya atención corresponde al titular y el segundo acusa al primero de incompetente, alcohólico y absentista. el colegio no sanciona a ninguno de los dos. Les conmina a mantener la compostura, sobre todo en público, y exhorta al de allariz a negarse a atender pacientes del primero si no es en presencia de éste. el colegio de Médicos está, pues, facultado para intervenir haciendo cumplir el reglamento y sancionando a los entrometidos, pero al tratarse de acciones contra colegiados, la contundencia de sus actuaciones no siempre es la que los denunciantes desearían. el dr. p. sufrió la intromisión de un médico de otro ayuntamiento, sobre el cual reprocha al presidente del colegio de ourense, a finales de los años cincuenta, y tras varias denuncias: “(…) Perdona que te lo diga, pero estoy perdiendo la fe en el Colegio, pensaba que una de sus misiones fundamentales era reglamentar el ejercicio de la profesión. Bien comprendo que la nuestra es una profesión liberal, pero no anárquica. Comprendo perfectamente que cada uno tenga clientes en donde pueda, incluso igualados, lo que no me cabe en la cabeza es que un compañero vaya a poner un consultorio enfrente de otro, en un pueblo en el que ya sobra uno, y siendo de otro municipio venga como un intruso, como un vulgar

La institución colegial se limitará a enviar advertencias, más o menos formales, a los denunciados, como la que el presiente del colegio, casimiro diz Lois, en 1955, remite a uno: “he recibido quejas de algún compañero de ese partido en las que manifiesta que varios colegiados tienen igualas en ayuntamientos distintos al de su residencia, contraviniendo lo dispuesto en el artículo 80 del reglamento de Organización Médica Colegial (…) será preciso que si tiene Vd. o algún otro de los compañeros a quienes también escribo, tienen igualas fuera de su ayuntamiento las liquide rápidamente, y al mismo tiempo procuren cuando les llaman en distrito de otro compañero avisarle para que no pueda tener quejas ni reclamaciones.”26 Sin embargo, el cumplimento de este imperativo es imposible en la práctica, pues cursar aviso al titular de la zona ante cualquier requerimiento, y con el estado de dispersión de las aldeas y de subdesarrollo de las comunicaciones, no es realista. además la cuestión es compleja, pues es un hecho que los pacientes buscan a veces una segunda opinión en los doctores de las demarcaciones limítrofes, o bien, directamente, prefieren ser atendidos por otro que no sea su médico de cabecera, por no confiar en él lo suficiente, o por desavenencias personales. el dr. Vicente García carrasco (1922-2007), titular de a Veiga, pone el dedo en la llaga, escribiendo en el año 1955: “(…) tenemos que pensar que no siempre los abusos son de parte del público (…) pues ganándose la confianza de la gente –por sus obras– es como (el médico) sostiene una clientela y no queriendo aislarla para no atenderla (y que otros no la atiendan) y sí cobrarle(…).” La competencia se lleva también al terreno de la consulta privada, donde el médico se publicita sacando a relucir todos los méritos posibles bien mediante placas rotuladas, bien mediante cuartillas timbradas que entrega a los pacientes con las prescripciones; publicidad que en determinados casos incurre en la exageración y en alguna ocasión en la falsedad o el engaño. para regularla se crea en el colegio de Médicos la


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comisión de censura, que se encarga de revisar las solicitudes de publicidad de anuncios relativos al ejercicio profesional o establecimiento de clínicas o consultorios. el dr. antonio García Valcárcel, en artículo publicado en 196427 y como presidente de dicha comisión, recomienda a los colegiados no recurrir a prácticas de competencia desleal, y hace una descripción sucinta de las más frecuentes: utilizar reclutadores de clientes, hacer crítica pública o ante extraños de las actuaciones de compañeros, descubrimiento innecesario de errores, rebajar sus méritos con frases insidiosas. también recomienda reducir los textos y dimensiones de los anuncios; incluso desaprueba la publicidad indirecta a través de notas de sociedad aludiendo a asistencia a congresos, viajes de estudios, etc. El farmacéutico, otra de las autoridades fácticas del pueblo, mantiene a veces una tensa relación con el facultativo en las oportunidades en que ambos compiten en el mismo terreno. en los años treinta, una colaboración en La Voz de la Farmacia, denuncia el intrusismo de los médicos en la actividad farmacéutica en la provincia de ourense, afirmando que en varios casos “son los dueños o padres de los dueños de las pseudofarmacias”, o establecimientos donde se venden especialidades farmacéuticas ilegalmente o recurriendo a “prestatítulos”, que serían licenciados que se avienen a avalar estas prácticas con su titulación a cambio de dinero. Se menciona el caso de celanova, donde “el subdelegado ha girado una visita a la droguería del Sr. Pontanilla, hombre aficionado a las intrusiones en farmacia, pues que ya fue denunciado más de una vez sin que se le castigase, y en dicha visita le han recogido, entre otras cosas, cocaína, láudano, antipirina y muchas más: hasta unos cincuenta productos. ¡¡una farmacia!!”28 por otro lado está la incursión del farmacéutico en las funciones del médico. en casi todos los ayuntamientos hay testimonios de como el boticario, y a veces el mancebo de botica, venden directamente medicamentos a los clientes bajo prescripción propia e incluso administran inyectables, vacunan o hacen curas. No

obstante estas funciones suelen ser toleradas y hasta bendecidas por el facultativo, que se ahorra un trabajo adicional; además el titular de farmacia suele autolimitarse para no poner en su contra al facultativo, pues la batalla entre médico y farmacéutico rurales es desigual, dada la dependencia del segundo respecto a las preferencias, decisiones y, dado el caso, caprichos del primero. así lo señalan los boticarios con indignación en 1931: “¿No es irritante, no es afrentoso que el farmacéutico cobre una mezquindad de 133 pesetas en concepto de titular y en cambio el médico, por igual concepto 2.200?”. “Nuestra despensa está a merced del médico rural que es el que dispone de la llave”, dice otro. “¡Desdichado del pobre farmacéutico que ose a tales médicos llevarles la contraria en cuestiones políticas, religiosas, sociales, profesionales y locales! Desde ese momento no verá entrar en su oficina ni una sola receta de las de pago ni que signifique el más pequeño ingreso pecuniario. En cambio no le faltará a diario un cúmulo de recetas con prescripciones en cantidad y calidad exorbitantes que, por estar comprendidas en la iguala, se despacharán a costa de ella, con la agravante de que el enfermo tira gran parte del medicamento, que casi siempre le sobra.”29 el médico de la segunda mitad de siglo, que usa específicos casi en exclusiva, encuentra otra razón de controversia en el hecho de que a veces

el farmacéutico no se ajusta a sus indicaciones. por este motivo el titular de Xunqueira de ambía, dr. F. lo acusa de entregar a los pacientes del Soe medicamentos distintos a los que él prescribe, lo que entonces era una gravísima falta. pero no será este el principal motivo de disputa entre boticario y galeno. el primero percibirá un riesgo para su negocio cuando el segundo tenga a mano mediaciones en su consulta de las que hará entrega al paciente. puesto que no todos los pueblos disponían de farmacia, ello a veces se paliaba gracias al botiquín que albergaba el propio médico, el cual en circunstancias de especial aislamiento estaba autorizado para la venta por la Jefatura provincial de Sanidad. a veces el déficit se suplía mediante existencias de ciertos productos farmacéuticos (antibióticos, sueros, material de curas…) en la tienda del pueblo, adquiridos con descuento por el tendero en las farmacias limítrofes.30 Manuel Limia pérez (1903-1958), que fue médico de la Sociedad constructora Ferroviaria y del Seguro de enfermedad, solicita tal botiquín en los años cincuenta para la zona intermunicipal de campo de Becerros (Verín), dado que la farmacia más distante está a 15 kilómetros, y ello supone gran pérdida de horas de trabajo a los obreros del ferrocarril. aunque la instalación de botiquines estaba regulada, los trámites eran engorrosos y los listados de medicamentos, al

Figura 3: estampa del dr. José Rivera Lorenzo, titular de allariz, década de 1940. (tomada del archivo particular de la familia de José Rivera Lorenzo).

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menos a partir de la década de 1950, eran obsoletos “por ser la disposición muy anterior a la introducción de antibióticos y otros medicamentos como terapéutica moderna”,31 dice Limia pérez. pero estas prácticas no gustaban al gremio de los farmacéuticos, que pugnaban contra tales licencias o denunciaban a los facultativos si carecían de ellas o si ofertaban medicamentos excluidos de estas autorizaciones. en los años cincuenta, cuando la farmacia más cercana a ayuntamiento de Baltar estaba en Xinzo de Limia, y el facultativo disponía de un stock en su consultorio con medicamentos que eran propiedad del boticario, sucede lo siguiente, narrado por el titular de Baltar, José campo Lage: “…habiéndose practicado una inspección y registro en mi domicilio por una comisión de Farmacéuticos (acompañados de un agente de policía) me fueron incautados varios medicamentos que tenía allí depositados, y los que eran propiedad del Farmacéutico Doña E., la que me había constituido un depósito para atender las necesidades de urgencia que se pudieran presentar, ya que la farmacia más cercana está a la distancia de QUINCE QUILÓMETROS de mi residencia (…).”32 Y es que el médico precisa disponer no sólo de medicaciones de urgencia sino también para ciertos procesos crónicos en los que la dificultad de traslado del paciente o sus familiares impediría que fuese atendido de manera adecuada. No se puede descartar, no obstante, que en ocasiones este tipo de inspecciones respondiesen a la existencia de casos en los que el afán de lucro del titular y del farmacéutico cómplice primasen sobre los fines humanitarios. a partir de estas fechas, en plena efervescencia de medicamentos específicos y de visitas de delegados de laboratorios, el galeno provisiona sus vitrinas con muestras gratuitas destinadas a suministrar experimentalmente a los pacientes; en casos puntuales habrá doctores que cobren por ellos contraviniendo los principios de la ética y de la legalidad vigente. otras veces pueden ser víctimas de erradas sospechas o falsas acusaciones. tSF, nacida en oímbra en 1936, y que fue auxiliar del médico del pueblo en los años cincuenta, recuerda que éste era “muy honrado a pesar

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de que su temperamento era muy fuerte. Tenía muestras de medicinas que le dejaban los viajantes y se las daba siempre a los pobres, lo cual le trajo problemas con la farmacéutica, que lo denunció por venderlas, cosa que no era cierta.” en las segundas jornadas del seminario de estudios farmacéuticos del Noroeste de españa, de 1967, los farmacéuticos arremeten contra esta práctica, surgiendo voces que proponen que los medicamentos facilitados por los delegados farmacéuticos, bien con fin de experimentación o como obsequio para que los use el médico en su persona o en su familia, se canalicen a través de las oficinas de farmacia.33 a lo largo de todo el siglo XX, y de forma creciente, se va implantando una nueva forma de competencia –a veces calificada de intrusismo–, gravosa para el médico, pero inevitable, que es la venta sin receta de productos farmacéuticos de dispensación libre u otc (over the counter), hecho denunciado, ya en 1933, en el Boletín oficial del colegio de Médicos de la provincia de orense, alegando “los enormes estragos que en la salud pública y en la economía del médico ocasionan la generalidad de los anunciantes de específicos (publicitando sus productos) sin reparos de conciencia y sin respeto a la vida del enfermo, con leyendas muchas veces falsas o exageradas; no pocos de ellos incidiendo en la delincuencia (...).”34 El paciente es otro de los frentes abiertos del galeno. el médico a menudo se considera explotado y trata de “no hacer el primo entre los egoístas campesinos y tomar las necesarias medidas para el porvenir del pobre Titular, que no tiene en el medio rural más que explotadores de su sudor.” esto escribe el titular de arnoia en 1944.35 La percepción de explotación proviene en gran medida, de la cuantía de la iguala. La iguala rural, aquí llamada abinza, abiñanza o abiñenza –posiblemente por extensión del término que se aplicaba a la contribución que se pagaba a los curas en las aldeas–,36 era un contrato de prestación de servicios que ligaba al médico titular con las familias que la suscribían, y según el cual éstas recibían del facultativo la atención sanitaria para todos sus miembros a cam-

bio de una cuota que solía ser anual. en nuestro medio siempre fue una forma de pago precaria; por un lado la escasa liquidez del campesino hacía forzoso el pago en especie: una cantidad de cereal estipulada que el doctor recibía y debía luego vender para obtener moneda. por otro lado ese emolumento, no rentable para el facultativo, lo era menos en el contexto de nuestro ámbito geográfico, con domicilios dispersos, alejados e inaccesibles, cuya visita obligada –y a veces por patologías banales– entraba en las condiciones de la iguala. Hermenegildo GF reconoce que él las utilizaba y cobraba, y resume así su importe: “tres tegas (cada tega o ferrado se corresponde con unos14 kg, con variaciones geográficas) de centeno al año los del valle, y eso suponía el pago de los servicios médicos para todo el año. Los más alejados –donde no llegaba la carretera– pagaban cuatro. Y los partos aparte... una miseria.” aun a pesar de este modesto importe, había muchas familias que vivían al borde de la indigencia pero que no reunían todos los criterios para obtener la consideración de “pobres de solemnidad” y ser incluidas en las listas de beneficencia. para éstas incluso la exigua cantidad de un ferrado de pan era una elevada exigencia, y eludían suscribir igualas, confiando la salud a los designios del destino. también los vecinos adinerados tendían a quedar excluidos por iniciativa propia –los servicios de pago eran más esmerados que los igualatorios– y por resistencia del galeno, que prefería cobrar por acto. eran estos los que, al enfermar, tenían que hacer frente a la minuta del galeno, no siempre de buen grado. pero aunque a veces el cliente se resiste a aceptar las tarifas, no resulta fácil eludir el pago. La morosidad está penalizada mediante disposiciones que tratan de garantizar que los honorarios se hagan efectivos. el Reglamento del colegio de Médicos de ourense de 1930 en su artículo 24 dice: “Ningún colegiado aceptará la asistencia de un cliente si le constare no haber sido abonados los honorarios al que anteriormente le hubiere tratado. Igualmente procederá si se trata de personas o entidades a quienes el Colegio hubiera hecho objeto de algún apercibimiento como


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consecuencia de la realización de acciones o procedimientos perjudiciales para la clase médica.” Y había colegiados que cumplían este precepto a rajatabla. iMM (Beariz, 1927) cuenta que, a finales de los años treinta “Yo tenía una tía que estaba muy mal y mi padre fue a llamar al médico pero él dijo que ‘bueno, pues estará mal, pero no te la voy a ver, porque en esa casa no me pagan la abinza (iguala)...’ mi padre, en paz descanse, le dijo: ‘¿entonces dejará usted morir a una mujer con cinco hijos que caben debajo de un cesto?’ pero el médico dijo que no iría y no fue. Entonces fue a buscar a otro que era particular, que vivía en Doade y también se le negó a ir, pues no le correspondía pero al rato, pensándolo mejor, dijo ‘espera por mí, que voy aparejar el caballo’, y fue y la salvó.” No obstante, nuestro campesino es conceptuado como un buen pagador. pocas veces regatea los honorarios médicos y siempre los satisface. Las excepciones a esta regla son pocas. Hermenegildo GF dice que: “Yo operé muchas veces a crédito y la gente pagaba cuando podía, y por regla general pagaba siempre. Sólo recuerdo una vez que un hombre salió recién operado diciendo que `ía facer a barba’, y no volvió.” el perfil que más se destaca del “mal pagador” se corresponde, paradójicamente, con el llamado “vecino pudiente”, que niega su pago al facultativo alegando razones de ineficacia, incumplimiento o abuso. a veces se impone la actuación contra clientes morosos. en 1958, por ejemplo, hay un arbitraje del colegio aprobando la minuta de d. José castiñeiras Nieves, médico de cartelle, cuyo cliente le adeuda un total de 8.500 pesetas por 50 visitas a domicilio, aprobando la factura el colegio en atención a “la distancia recorrida de veinte kilómetros por malos caminos, en caballería, siendo de cuenta de Vd. la locomoción.” el colegio de Médicos se involucra, por tanto, en esta materia, peritando y realizando la tasación de facturas cuando se le solicita –casi siempre a favor del colegiado–. incluso se erige, en el año 1932, en cobrador de morosos, confeccionando una lista de clientes que no pagan, y

girándoles el recibo correspondiente, para destinar el 80% de lo cobrado al médico acreedor y el 20% al colegio de Huérfanos.37 por lo demás, la relación del facultativo con el paciente durante todo el período estudiado, se caracteriza por una clara asimetría en el reparto de papeles. el rol de la dignidad y la autoridad corresponde casi siempre al facultativo. La insatisfacción del paciente del campo –a menudo analfabeto– con los servicios sanitarios no se canalizará casi nunca por conductos oficiales o judiciales. como mucho, se limitará a rechazar las prescripciones del galeno si no son de su agrado o, en situaciones extremas, al –muy excepcional– recurso de tomar la justicia por su mano. pero el cliente rural no siempre es iletrado y manso. Hay una minoría de vecinos influyentes o ilustrados que recurren a la denuncia cuando el titular incurre en irregularidades. La vía es la reclamación ante el colegio de Médicos y/o ante la dirección provincial de Sanidad. Recogemos un caso sucedido en los años veinte y que tiene como elemento de controversia la morfina, presente en uno de los expedientes del colegio de Médicos de ourense y que hace referencia al dr. L., que ejerció en Boborás en la primera mitad del siglo XX. denuncia los hechos el párroco del pueblo en carta dirigida al colegio Médico y al jefe provincial de Sanidad “por el proceder abiertamente inmoral del médico, en donde es público y notorio que este señor recetó y sigue recetando la morfina de forma abusiva (…) Actualmente hay una mujer (…) que está en estado de morfinismo que creo decirse ‘agudo’. Está completamente esclavizada por este señor, y sólo por el suministro de la morfina. Se inyecta diariamente. Cuando por estar ausente el médico no tiene la morfina se la ve medio alocada (…). C., que también abusaba de la morfina, cuando se le administraron los últimos Sacramentos le habían inyectado morfina, pero luego comenzó a gritar: ¡fuera la morfina! Varias veces (…). B. que también se inyectaba morfina llevaba una vida amargada, y sobre todo porque últimamente, por incomodos con el médico no le era fácil adquirirla (…).”38 ignoramos si los

hechos responden a la realidad o al deseo de dirimir desavenencias personales. en el año 1965, por citar un ejemplo muy posterior, un paciente instruido denuncia en carta al colegio médico las irregularidades cometidas por el titular del pueblo: “…el citado doctor olvida con demasiada frecuencia sus deberes profesionales y humanitarios (…) se ausenta con frecuencia durante varios días de su domicilio, con lo que el pueblo de V. se encuentra totalmente falto de asistencia facultativa (…) A los hechos anteriormente expuestos hemos de añadir que el Dr. L. vende a sus enfermos productos farmacéuticos de los laboratorios de especialidades farmacéuticas que le envían como MUESTRAS GRATUITAS. El procedimiento que utiliza es el de raspar la leyenda ‘muestra gratuita. Prohibida la venta’, cobrándolas luego a precios abusivos,”39 y se citan varios vecinos que atestiguan la veracidad de estos hechos. No hay datos de que el facultativo fuera sancionado. pero si los castigos del colegio oficial de Médicos se caracterizan por su tibieza, los del director provincial de Sanidad no son especialmente despiadados. en 1951 un titular de la provincia es auditado por la dirección provincial por sus actitudes indecorosas como “estado de embriaguez habitual, conducta irrespetuosa para con la sociedad en general, y para las autoridades en particular, faltas en el servicio de asistencia a los enfermos y faltas de auxilio a la Administración de justicia.” Y se reconoce que “existe (en el pueblo) un ambiente francamente hostil al citado (colegiado) al menos entre las personas que ejercen cargo de autoridad.” pero teniendo en cuenta atenuantes como “el haber padecido un tifus exantemático que le produjo una sordera que le obliga a hablar casi a gritos,” y otras circunstancias, se le aplica la sanción mínima consistente en una amonestación. es infrecuente que el paciente recurra al enfrentamiento verbal e insólito que eche mano de la agresión física. como dice el dr. Sergio GF, “al médico entonces se le tenía un gran respeto... era intocable.” a pesar de todo, a veces los doctores son vícti-

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mas de agresiones, y éstas tienen lugar por parte del paciente o sus familiares, como la perpetrada en 1965 sobre el médico celso López puga (1909-2001) fue apd en Vilar de Barrio y de Barbadás, y denunciada por éste, resuelta en juicio de faltas a favor del colegiado e impuesta la pena máxima al agresor. El intrusismo profesional es otra de las mayores preocupaciones laborales del médico, a juzgar por la relativamente abundante producción documental a que da lugar. el galeno denuncia la actividad de sanadores, curanderos y atadores; pero sobre todo la de aquellos prácticos que actúan alevosamente y con riesgo para la salud de los enfermos. también impugna la intromisión del practicante, del farmacéutico, e incluso del veterinario o del albéitar. el problema hace reaccionar, si bien no con la contundencia deseada por los galenos, a las autoridades gubernativas: en abril de 1933 el gobernador civil de ourense, Juan González Rodríguez, publica una circular para facilitar la formación de los expedientes en la persecución del intrusismo médico, e insta a los alcaldes a que presten en todo momento su auxilio oficial a los instructores de expedientes por intrusismo “facilitando o aun haciendo ellos mismos si fuere preciso, las citaciones de presuntos intrusos, testigos, etc.”40 en ciertos casos el intruso es un personaje conocido y con una formación superior al nivel medio del labriego. así, en los años cincuenta, el titular de Xunqueira de espadañedo pone en conocimiento del colegio de Médicos que “existe un caso declarado de intrusismo en la Medicina en la persona del Oficial actual del Ayuntamiento, don A., conocido por los apodos de ‘el relojero’ y ‘el doctor’. Durante los cuatro años que como Médico de Asistencia Pública Domiciliaria he desempeñado en propiedad dicha plaza pude comprobar de modo inequívoco y sin duda alguna sus intromisiones en la Medicina y Farmacia, siendo quizás uno de los más descarados casos de intrusismo en la provincia…”41 otras veces el intrusismo incide plenamente en el terreno de la medicina pero no se limita a él. el médico de Baltar, José campo Lage (1901-

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Figura 4: Queja de un médico de Rairiz de Veiga (ourense) por intrusismo del practicante en 1963 (tomado del archivo del iltre. colegio de Médicos de ourense. expedientes de médicos fallecidos).

1959), se manifiesta en similares términos escribiendo en octubre de 1948, en carta dirigida a la autoridad colegial: “hace un año arribó a este municipio procedente del de Blancos y antes del de Sandianes un sujeto llamado V. dedicado al ejercicio ilegal de la medicina el cual se hace pasar por médico ante el público y receta toda clase de específicos estafando y amenazando la salud del vecindario (…) Lo sucedido fue que el Juez (examinando las pruebas aportadas) y la propia confesión de los hechos (por el acusado), el cual reconociendo los hechos en escrito dirigido al Sr. Juez en el que empieza diciendo que no es médico pero que lo mismo se dedica a curar que a dar clases de ¡Religión!, Gramática, Matemáticas, etc, etc, debido a sus muchos conocimientos adquiridos en Francia, Alemania, Brasil, en Norteamérica, y otras repúblicas americanas (…) Siendo su verdadero oficio el de pelar cogotes, no se explica cuando adquirió tanto conocimiento y en especial tanta ciencia médica (…).” La denuncia se salda, según escrito del gobernador civil, con la incautación del material médico y quirúrgico en posesión del intruso y su expulsión de la provincia. pero en general, lo que se llama intrusismo responde a menudo a una búsqueda natural y espontánea de recursos en una época en que la medicina oficial, por sí sola, no puede responder a todas las necesidades de salud, por ser insuficiente, inaccesible o ineficiente. cada ayuntamiento, casi cada parroquia, tiene su menci-

ñeiro, partera, osteópata o entendido en males y remedios, y cada uno de ellos puede ser considerado un intruso, y denunciado. Son incontables las denuncias documentadas en la provincia: chandrexa de Queixa, Xinzo de Limia, Montederramo, Baltar, allariz... Sin embargo, las relaciones del médico rural con el curandero son más complejas. en la primera mitad del siglo, aunque la formación universitaria y el nivel de conocimientos del galeno lo distancian mucho del perfil profesional del sanador popular, casi siempre persona sin estudios, sus métodos (cataplasmas, ventosas, purgantes, normas higiénicas y abundante fitoterapia) no se diferencian tanto, y todavía menos difieren sus resultados. Los pacientes hacen referencia a doctores cuyos tratamientos se basaban fundamentalmente en hierbas medicinales o remedios caseros. abundan ejemplos como el de Ldp, nacida en allariz en 1924, la cual cuenta que una de sus hermanas enfermó con 14 años (1941). Se dolía de una pierna, la derecha, cojeaba, comía mal, y aclara: “Vino a verla el médico a casa varias veces y mandaba que le pusieran encima de la ingle migas de patata calientes, pero la niña fue empeorando hasta que al cabo de un mes murió.” en el otro lado de estos remedios más o menos ineficaces que ambos – médico y sanador– compartían, estaban las habilidades de masoterapia, así como manipulación y reducción de fracturas, que inclinan la balanza


Historia del médico rural en Ourense: lluvia de conflictos y el paraguas colegial

de la época a favor de los atadores o compoñedores, variedad profesional de curanderos especialistas en huesos. además eran más baratos, pues solían cobrar “la voluntad”, es decir, la cuantía con que el paciente quisiera recompensarle. en este contexto de paridad en los resultados pero diferencia en los precios sólo la ley, que no las preferencias del paciente, daba ventaja al facultativo, y de ahí que éste buscase reiteradamente el auxilio de aquélla mediante denuncias. a partir de la década de 1950, aunque el curanderismo se mantiene muy vivo como práctica en el rural, los avances diagnósticos y terapéuticos conducen a un desequilibrio entre la medicina científica y la popular, a favor de la primera. La población comienza a admitir la superioridad del facultativo y la clientela del aficionado sólo se sostiene por su mayor accesibilidad, en cuanto a precio, cercanía y a veces trato, y por la pervivencia de su éxito como manipulador de huesos y tendones. pero no siempre son curanderos y profanos los que demandan su parte en el oficio –y en el negocio– de la curación. Los practicantes también se creen con derecho a hacer lo que la ley sólo concede a los médicos. en 1932, el colegio oficial de Médicos de ourense informa: “Por esta secretaría ha sido denunciado el mes pasado un practicante residente en Condado (Santa María de Melias, ayuntamiento de Coles, Ourense), por ejercicio ilegal de la Medicina y repartir unas tarjetas prometiendo la curación de numerosas enfermedades.”42 en estos casos es más difícil valorar el grado y naturaleza del intrusismo, pues curar, a fin de cuentas, también es trabajo de enfermería. así, en mayo de 1933 el subdelegado de Medicina de allariz abre expediente contra el practicante de Maceda, don p., por intrusismo. pero el título de practicante se consideró como atenuante para su intromisión en la profesión de médico, y se acuerda aconsejar al inspector provincial de Sanidad la imposición de una multa de 250 pesetas. Y más difícil será de sancionar si además de sanitario es una persona con influencia política o social en el pueblo. JM caneda Fernández (19262007) denuncia intrusismo en su ac-

tividad en Rairiz de Veiga en el año 1962, alertando “…de la actividad que viene ejerciendo el practicante titular interino del referido ayuntamiento quien se dedica al intrusismo de la medicina, lesionando gravemente los intereses del recurrente. El citado practicante, apoyado en que es teniente alcalde, maestro y que tiene cierto ascendiente sobre la comarca, y muy particularmente en dos parroquias, no sólo se dedica a la consulta en su casa y visita domiciliaria y asistencia a partos distócicos, sino que, sin contar para nada con el médico titular, traslada enfermos a especialistas amigos suyos de la capital (…).”43

Conclusiones, limitaciones y utilidad del estudio a la luz de lo expuesto podemos destacar las siguientes conclusiones: 1.- La vida laboral del médico rural está marcada por numerosos roces y conflictos con todos aquellos elementos –sujetos o instituciones–, que intervienen de forma directa o indirecta en su actividad. La direccionalidad de sus contiendas es tanto vertical –dirigida hacia quienes ocupan el plano superior de la autoridad local o provincial, o el plano inferior de la clientela y prácticos del curanderismo–, como horizontal –dirigida hacia sus compañeros y otros agentes de salud–. Las disputas con la superioridad y con los iguales son más intensas que aquellas que sostiene con los pacientes, pues en todo el período, el paciente rural tiende a mostrar actitudes de sumisión. 2.- el intrusismo es un problema de gran relevancia y producción documental durante el período estudiado, y es practicado fundamentalmente por curanderos y osteópatas. Sin embargo, aunque abundan las denuncias, la relación del médico con estos personajes es compleja. en la primera mitad de siglo la actividad pleitista del titular es mayor, ya que el menciñeiro es un competidor real, que obtiene resultados equiparables a los del médico. en la segunda mitad de siglo la medicina científica se adelanta a la profana y el cliente comienza a abandonar las consultas de los sanadores.

3.- el colegio Médico actúa a modo de adalid de los intereses corporativos y escudo de las hostilidades. Su postura es de tibieza cuando se trata de sancionar infracciones de colegiados. también se muestra cauteloso cuando ha de arbitrar diferencias entre compañeros. La actividad del colegio en asuntos de tasación de tarifas no muestra la misma imparcialidad, peritando siempre a favor del colegiado aun en el caso de situaciones de probable abuso. Su implicación también es decidida cuando se trata de defender los intereses del médico rural ante las irregularidades cometidas por las corporaciones municipales o los clientes morosos. En cuanto a las limitaciones más importantes del trabajo, éstas proceden de la relativa escasez de información. puede detectarse una etapa oscura desde el punto de vista documental que abarca sobre todo el primer tercio del siglo XX, paliada en parte por los datos presentes en el archivo del iltre. colegio oficial de Médicos de ourense. tampoco es posible establecer comparaciones fiables con las conclusiones de otros tratados y revisiones sobre esta materia por la carencia de éstos. En cuanto a la utilidad del estudio, podemos decir que el acercamiento a los principales problemas laborales que han interferido la actividad asistencial del médico rural puede ayudar a orientarnos para, en el presente y en el futuro, tratar de evitarlos. el intrusismo, el caciquismo, los localismos, la deslealtad profesional, el corporativismo y la dependencia política del funcionario son elementos a extinguir de la práctica asistencial; como también lo es la sumisión del paciente a la autoridad del facultativo. podría resultar útil, asimismo, emprender estudios sobre la presencia de estos elementos perniciosos en la práctica sanitaria actual para ver en qué aspectos se ha evolucionado y en cuáles no. La reconstrucción de los hechos pretéritos podría ayudar a autoridades, gestores y profesionales sanitarios a identificar las señales de alerta ante un eventual retroceso en la evolución de la Sanidad, y así tomar otros caminos.

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Notas:

1). carro otero, X., Materiais Para Unha Historia da Medicina Galega, Vol. 1, consellería de Sanidade e Servicios Sociais, Xunta de Galicia; 1998.

21). Nuestro enemigo, el médico. Boletín Oficial del Colegio de Médicos de la provincia de Orense. año XV. 15 de mayo de 1933. Nº 172. p. 1.

2). García Guerra, d., La Facultad de Medicina de Santiago en el siglo XIX, Santiago de compostela: Fonseca, textos Históricos Nº 8; 2001.

22). Lara JM. op. cit., p. 134.

3). Simón Lorda, d., Locura, Medicina y Sociedad (1875-1975), ourense: Fundación “cabaleiro Goás”; 2005. 4). Simón Lorda, d., Médicos Ourensáns Represaliados na Guerra Civil e na Postguerra. Historias da “longa noite de pedra”. Santiago de compostela: Fundación 10 de Marzo; 2002.

23). carta del dr. J. al presidente del colegio. archivo del iltre. colegio de Médicos de ourense. expedientes de médicos fallecidos. 24). carta de José Ferreiro caneiro al presidente del colegio. archivo del iltre. colegio de Médicos de ourense. expedientes de médicos fallecidos. 25). carta del dr. p. al presidente del colegio. archivo del iltre. colegio de Médicos de ourense. expedientes de médicos fallecidos.

5). alía Miranda, F., Técnicas de Investigación para Historiadores. Las Fuentes de la Historia. Madrid: ed. Síntesis; 2005.

26). carta de casimiro diz Lois a alfonso paz Gallego. archivo del iltre. colegio de Médicos de ourense. expedientes de médicos fallecidos.

6). plétora Médica (trabajos encargados a los colegios de Bilbao, Valencia y Salamanca). Boletín Oficial del Colegio de Médicos de la provincia de Orense. año XV. 15 de Junio de 1932. Nº 161. p. 43.

27). García Valcárcel, a., deontología y publicidad. Boletín Informativo del Colegio Oficial de Médicos. orense. año 1. Septiembre - octubre. 1964. Nº 1.

7). Meditación. Boletín Oficial del Colegio de Médicos de la provincia de Orense. año XVi. 15 de noviembre de 1933. Nº 178. p. 13. 8). carta de José Vallejo Ramos al presidente del colegio. Boletín Oficial del Colegio de Médicos de la provincia de Orense. año XV. 15 de diciembre de 1932. Nº 167. p. 31. 9). archivo familiar de castor Sánchez García. documentos oficiales. 10). García Boente, JL., inspección provincial de Sanidad de orense. Boletín Oficial del Colegio de Médicos de la provincia de Orense. año XVi. 15 de octubre de 1933. Nº 177. p. 23. 11). García Álvarez, R., La aventura ribadaviense del doctor Mandianes. Un médico rural del siglo XVI. depósito Rubén García. Museo etnolóxico de Ribadavia.

28). Sánchez Brunete, c.c., colegio de orense. el intrusismo en esta provincia. La Voz de la Farmacia. 1931. pp. 30-31. 29). Gallo, Z., el clamor del farmacéutico rural. La Voz de la Farmacia; 1931. p. 285. 30). Rodríguez troncoso, M., Un médico rural en el siglo XX (en las montañas de León). Historia autobiográfica. Vigo: ir indo edicións; 2009. 31). carta de Manuel Limia pérez al presidente del colegio. archivo del iltre. colegio de Médicos de ourense. expedientes de médicos fallecidos. 32). escrito de José campo Lage al presidente del colegio. archivo del iltre. colegio de Médicos de ourense. expedientes de médicos fallecidos.

12). Lara, J.M., De la Vida Médica Rural. dos Hermanas, Sevilla: imprenta díez; 1945.

33). Magdaleno Laca, F., Muestras médicas. Ponencias presentadas y conclusiones aprobadas en las segundas jornadas del seminario de estudios farmacéuticos de noroeste de España. colegio oficial de Farmacéuticos de asturias. oviedo. 1967. 37-40.

13). Álvarez Ruiz, u., Vacantes e interinidades. Boletín Oficial del Colegio de Médicos de la provincia de Orense. año XiV. 15 de septiembre de 1931. Nº 152. p. 22.

34). La crisis médica y su patogenia. Nuestro enemigo el anunciante. Boletín Oficial del Colegio de Médicos de la provincia de Orense. año XV. 15 de junio de 1933. Nº 173. pp. 21-23.

14). política Sanitaria. Respuesta de a. Lerroux a la carta de d. Ricardo carbo. Boletín Oficial del Colegio de Médicos de la provincia de Orense. año XiV. 15 de mayo de 1931. Nº 148. p. 11.

35). archivo del iltre. colegio de Médicos de ourense. expedientes de médicos fallecidos.

15). asociación oficial de Médicos a.p.d. Junta provincial de orense. Boletín Oficial del Colegio de Médicos de la provincia de Orense. año XiX. 15 de junio de 1936. Nº 209. p. 15.

37). Boletín Oficial del Colegio de Médicos de la provincia de Orense. año XV. 15 de octubre de 1932. Nº 165.

16). prólogo a las publicaciones del instituto provincial de Higiene de Valladolid. Boletín Oficial del Colegio de Médicos de la provincia de Orense. año XV. 15 de Febrero de 1932. Nº 157. p. 8. 17). Bouzo M, Álvarez Ruiz u. La situación de la clase. Quejas y peticiones. Boletín Oficial del Colegio de Médicos de la provincia de Orense. año XiV. 15 de Noviembre de 1931. Nº 154: 1-7. 18). declaraciones del director de Sanidad ante los problemas que plantean los médicos titulares. Boletín Oficial del Colegio de Médicos de la provincia de Orense. año XV. 15 de Junio de 1932. Nº 161. p. 23. 19). asociación oficial de Médicos titulares i. M. de S. exposición al excmo. Sr. presidente de la República. Boletín Oficial del Colegio de Médicos de la provincia de Orense. año XVii. 15 de abril de 1934. Nº 183. p. 23. 20). Gobierno de la Nación. Ministerio del interior. orden de 12 de mayo de 1939. Boletín Oficial del Colegio de Médicos de la provincia de Orense. año XXi. 1 de enero de 1939. Nº 216. p. 19.

36). Franco Grande XL. Diccionario Galego-Castelán.Vigo: Galaxia; 1982.

38). denuncia del párroco de pazos de arenteiro a L. archivo del iltre. colegio de Médicos de ourense. expedientes de médicos fallecidos. 39). denuncia contra el dr. L. ante el colegio de Médicos. archivo del iltre. colegio de Médicos de ourense. expedientes de médicos fallecidos. 40). circular publicada por el Gobierno civil de orense para facilitar la formación de los expedientes en la persecución del intrusismo en Medicina. Boletín Oficial del Colegio de Médicos de la provincia de Orense. año XV. 15 de mayo de 1933. Nº 172.p. 20. 41). escrito del dr. F. al presidente del colegio. archivo del iltre. colegio de Médicos de ourense. expedientes de médicos fallecidos. 42). Noticias. Boletín Oficial del Colegio de Médicos de la provincia de Orense. año XV. 15 de diciembre de 1932. Nº 167. p. 33. 43).denuncia de J.M. caneda Fernández ante el colegio de Médicos. archivo del iltre. colegio de Médicos de ourense. expedientes de médicos fallecidos.

NORMAS PARA LA ADMISIÓN DE ORIGINALES Se considerarán para su evaluación trabajos originales que no hayan sido publicados en otros lugares. tras la revisión realizada por el comité de redacción, la Fundación uriach dará cuenta del resultado de la misma y comunicará la fecha de publicación de los que resulten aceptados. asimismo, una vez publicados, se entregarán a los autores 20 ejemplares de la revista y una remuneración de 200 €. Los trabajos deben estar centrados en Historia de las ciencias de la Salud y han de ser presentados en lengua española, en formato electrónico, con una extensión no superior a los 80.000 caracteres con espacios incluyendo notas bibliográficas, además de iconografía complementaria.

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