13 minute read

DEL INICIO DE LA PESCA INDUSTRIAL DE TÚNIDOS A LA CREACIÓN DE LA FUNDACIÓN

LOS INICIOS

La pesca comercial de túnidos venezolana se inicia con palangreros japoneses, de la zona del Océano Pacífico, y adquiere una alta significación en el Pacífico Oriental Tropical, después de la 2da Guerra Mundial. Venezuela se incorpora en la actividad atunera a mediados de la década de los 50, se acondicionan algunas naves, y se inicia un proceso exploratorio y comercial con las operaciones de la nave BOSSO MARU, barco contratado por la empresa venezolana “Productos Mar” (actualmente AVECAISA).

En 1959, se constituye una empresa mixta venezolana-japonesa para la extracción de atunes en el área del Caribe y zonas adyacentes, conformada entre otras embarcaciones por los palangreros “SHOYO MARU” y “ALTAMAR III”. La captura anual es para la época, de aproximadamente 2000 toneladas, manteniéndose desde 1960 hasta 1968.

En 1975, se dan los primeros cambios importantes para la estructura de la flota atunera nacional, incorporándose algunos buques del tipo cañeros en la zona del Mar Caribe y Océano Atlántico; así como algunos cerqueros en el Océano Pacífico.

RÉGIMEN DE GESTIÓN DE LOS RECURSOS APROVECHADOS

Los túnidos son vistos como una unidad de organismos cuya forma y constitución anatómica, fuertemente hidrodinámica, los hace veloces nadadores y les permite recorrer extensas regiones del océano; desde las aguas bajo jurisdicción de una nación (zona marítima adyacente a la costa a hasta la zona económica exclusiva) y hasta las aguas no jurisdiccionales contiguas (Alta Mar o de otros países). Esta característica de ser recursos altamente migratorios y ampliamente distribuidos les impuso un carácter de recursos de libre acceso y propiedad común; por lo que debieron ser sometidos a un régimen convencional cooperativo de conservación y ordenación que rigiera la actividad pesquera sobre los mismos. Para ello fue necesario establecer acuerdos multilaterales que promovieran la conservación y el ordenamiento pesquero necesario para un aprovechamiento responsable y sostenible de los mismos.

Estos acuerdos se fueron concretando progresivamente, siendo el más antiguo el denominado “Convención de 1949” y que dio origen a la Comisión Interamericana del Atún Tropical (CIAT) y que pasó a regir el aprovechamiento de estos recursos en el área denominada en lo sucesivo como Océano Pacífico Oriental (OPO).

Entre los objetivos de esta Comisión se establecía el estudio de los atunes y las poblaciones de peces que sostengan sus pesquerías, así como el monitoreo de las actividades pesqueras que se realicen, a los efectos de mantener y aumentar las poblaciones de atunes tal que se permita una pesca máxima constante. Todo ello basado en investigaciones científicas, la colaboración de las embarcaciones y de las personas dedicadas a esta clase de pesca que faenan en el Área del Acuerdo.

VENEZUELA EN EL OCÉANO PACÍFICO ORIENTAL

A pesar de haber iniciado actividades atuneras en 1959, no es hasta 1973 que Venezuela incursiona experimentalmente por primera vez con un buque atunero en el área del Océano Pacífico Oriental (OPO); siendo a partir 1975 que tenemos una presencia ininterrumpida en el Área del Acuerdo hasta el presente. La incorporación en esa zona pesquera, de algunas unidades atuneras del tipo cerco, generó una referencia real de la oportunidad para nuestro país; lo que permitió plantearse una participación más activa en el área y significó la garantía de contar con materia prima pescada por una flota de bandera venezolana para ser suministrada a la demanda nacional de la industria conservera y para consumo fresco.

A partir de 1979, se inicia un desarrollo sostenido de la actividad atunera, al definirse como válida la figura de arrendamiento con opción de compra de las unidades pesqueras; política que permitió incorporar en el corto y mediano plazo, barcos de gran calado para la pesca de atunes. Así mismo, otra política que se propulso fue la puesta en vigor de la Ley de Privilegios e Hipotecas Navales del año 1983 (Gaceta Oficial Nº 32820); la cual permitió dar en garantía hipotecaria las naves pesqueras, ya que anteriormente solo era permitido la prenda naval en grado once. Estos dos cambios fueron fundamentales para la formación y consolidación de la flota atunera en el país; en virtud de la errada interpretación de la Ley de Navegación (Gaceta Oficial Nº 21.479) de 1944, que impedía operar en zonas de nuestra jurisdicción o en altamar con bandera distinta a la venezolana por considerar a los barcos pesqueros como de cabotaje. Estos cambios hacen más flexible las condiciones de operación al permitirse: arrendar, fletar o arrendar con opción de compra; ante la imposibilidad de adquirir unidades por la vía del financiamiento bancario. Los resultados de la política logran una consolidación de la flota en los años 86 al 87.

Hasta 1987, la participación de Venezuela en la zona del Océano Pacífico Oriental (OPO) fue muy activa y sostenida; con lo que se había adquirido el perfil de país atunero; con una de las flotas más importantes operando en la zona y a pesar de la condición de ser un país no ribereño de esa zona. Esta participación permitió la consolidación de los elementos técnicos para la captura, el procesamiento de atún y, además, lograr la preparación de personal para las distintas y complejas facetas del negocio del atún, apoyado por las instalaciones de recepción que garantizaban el negocio.

Para el año 1991, Venezuela se adhiere formalmente a la Comisión Interamericana del Atún Tropical (CIAT). Entre las motivaciones que llevaron al país a adherirse a esta Comisión estaba el interés de seguir participando en la pesquería de túnidos en el Área del Acuerdo y, lo más importante, ratificar un Derecho Histórico que le da a Venezuela el pescar en esa área no siendo país ribereño.

La dinámica de crecimiento de la flota atunera venezolana se mantuvo estable desde mediados de los noventa hasta la primera parte de los años 2000, posterior a lo cual la flota volvió a crecer (2001-2006) para luego detenerse y mostrar un retroceso sostenido; el cual inició con la transferencia de parte de la flota a Panamá (principalmente). Al presente, la flota se ve afectada por disminución del número de barcos pescando y aumento de los que permanecen en puerto por diversas causas. En el 2009, del total de barcos activos registrados, un 95,99% estuvieron pescando y 4,01% en puerto; es decir, teníamos 21 barcos pescando, con una capacidad activa de 29.403 m3 de 30.629 m3 registrados. En el periodo de 2010-2012 bajamos a un 76.56% pescando y aumentamos a 23,44% en puerto; es decir, bajamos a 17 barcos activos pescando con una capacidad promedio de 23.205 m3 de 30.308 m3 en el registro. En el periodo de 2013 a 2021, la proporción se ha mantenido en los alrededores de 79,64% pescando y un 20.36% en puerto, fluctuando la cantidad de barcos activos entre 12 a 15 y la capacidad activa promedio en 20.063 m3 de 28.956 m3 en el registro. En 2022, la proporción se ubicó en un 74,64% pescando y 25,36% en puerto; es decir, han operado 15 buques con una capacidad de 21.588 m3 de 28.924 m3 registradas. Más recientemente, la flota ha disminuido aún más en número por la pérdida total (hundimiento) de dos unidades, una incendiada y otra que fuera colisionada.

SURGIMIENTO DE LA OBSERVACIÓN A BORDO

Una de las modalidades de la pesca de cerco sacaba provecho de una asociación entre individuos adultos de atún Aleta Amarilla (Thunnus albacares) con manadas de delfines que iban en la superficie; lo cual fue utilizado como un posible indicador para la detección de los cardúmenes y proceder a enviar el helicóptero para la evaluación más precisa. Con el auge de esta modalidad de cerco, el incremento de la mortalidad incidental de delfines se incrementó ostensiblemente y propició que la Comisión Interamericana del Atún Tropical (CIAT), en 1976, incorporara a sus objetivos el mantener las poblaciones de delfines sobre niveles que garantice su supervivencia a perpetuidad y trabajar para disminuir la muerte incidental de los mismos en la pesquería. Éste antecedente abre la puerta a que posteriormente se firmara un acuerdo específico para el trato de esta materia específica, que se mencionará más adelante.

En 1979, La CIAT comienza el monitoreo a bordo de las actividades en las embarcaciones pesqueras atuneras, con personal calificado y entrenado, que son tradicionalmente conocidos como “Observadores Científicos a Bordo”. Ya para el año siguiente, los barcos cerqueros atuneros venezolanos que laboraban en el Área del Acuerdo comenzaron a colocar de forma voluntaria a estos observadores científicos en sus embarcaciones.

Durante una reunión especial de la CIAT, realizada en la ciudad de La Jolla (California - Estados Unidos) del 21 al 23 de Abril de 1992, se firma el Acuerdo para la Conservación de Delfines (denominado como Acuerdo de La Jolla - Apéndice 2 de la 50va Reunión de la CIAT); el cual tenía como finalidad la disminución gradual de la mortalidad incidental de delfines en las pesquerías de atunes del Océano Pacífico Oriental (OPO), estableciendo un Límite de Mortalidad de Delfines (LMD) anual a ser cumplido. Esto propició que todos los barcos, con capacidad de acarreo superior a 400 toneladas en el Registro Regional de Buques y que faenen en el Área del Acuerdo, debían llevar un observador durante cada viaje de pesca (100% de observación). Venezuela se adhiere al acuerdo ese mismo año de la firma.

Este acuerdo es revisado y actualizado posteriormente, dando origen a un nuevo acuerdo multilateral jurídicamente vinculante denominado Acuerdo sobre el Programa Internacional para la Conservación de los Delfines (APICD), el cual entra en vigor en febrero de 1999. Con la entrada en vigor de este nuevo acuerdo, las Partes miembro son facultadas para tener su propios Programas Nacionales de Observadores hasta con un 50% de cobertura; ya que el otro 50% lo deberá llevar el Programa de Recolección de Datos y Bases de Datos de la CIAT.

Ante la posibilidad que abrió el APICD, a que las Partes miembros del acuerdo pudiesen llevar su propios programas nacionales de observadores a bordo, nace la Fundación para la Pesca Sostenida y Responsable de Túnidos (FUNDATUN), con el aval de la Asociación Venezolana de Armadores Atuneros (AVATÚN).

La iniciativa permite diseñar un Programa de Monitoreo, utilizando las experiencias ganadas en sendas visitas a los programas llevados desde la sede principal de la CIAT (La Jolla - California - Estados Unidos) y de México (Ensenada -  Baja California - México), para posteriormente establecer bajo un acuerdo firmado con el Organismo Nacional de la Ordenación Pesquera de la época, el Servicio Autónomo de los Recursos Pesqueros y Acuícolas (SARPA), el programa de monitoreo a bordo de las embarcaciones pesqueras de bandera venezolana que operan en el Área del Acuerdo, en conjunto con la CIAT-APICD, que pasará a denominarse Programa Nacional de Observadores de Venezuela (PNOV). Este programa conjunto fue presentado en la 22va Reunión y aprobado en la 23va Reunión del Panel Internacional de Revisión (PIR) del APICD; siendo autorizado por la CIAT e iniciando actividades en enero del año siguiente (2000). Debido a la dinámica del funcionamiento que implica un programa de monitoreo de este tipo, era recomendable que fuese llevado por una institución independiente al Organismo Nacional de la Ordenación Pesquera; pues debe brindar las garantías necesarias para poder realizar el monitoreo los 365 días del año y ser un mecanismo ágil para brindar el apoyo necesario a un personal de observación que requiere rápidas respuestas a traslados, compensaciones económicas, así como eventualidades que se puedan presentar.

LA FUNDACIÓN PARA LA PESCA SOSTENIDA Y RESPONSABLE DE TÚNIDOS (FUNDATUN)

Los facultades de tener su propios Programas Nacionales de Observadores que abrió el APICD preparó el camino para que un 22 de junio de 1999, con el aval de la Asociación Venezolana de Armadores Atuneros (AVATÚN), se decidiera la constitución de una fundación civil sin fines de lucro, con personalidad jurídica y patrimonio propio, con la capacidad de realizar todos los actos jurídicos que fuesen necesarios para el cabal cumplimiento del objeto de su creación. Ésta queda cabalmente registrada el 30 de Junio de 1999, al ser inscrita en la Oficina Subalterna de Registro Público del Municipio Chacao (actual Oficina Registro Público del Municipio Chacao), donde quedó anotada bajo el Nº 37, Tomo 18 del Protocolo Primero.

La Fundación nació orientada a contribuir y promover el desarrollo de la pesca sostenible y responsable en el país, desde una efectiva aplicación de criterios que han ido evolucionando en tal sentido. El propio logo de FUNDATUN reflejó los dos aspectos que, para la época en que nace la institución, eran los asuntos más importantes contenidos en las dos convenciones a las que pertenece el país y que le dieron origen; las cuales tenían que ver con la conservación de los delfines y el aprovechamiento sostenible de los túnidos. Desde el inicio, La Fundación se orientó a ser una organización de calidad y con trabajo en equipo; enmarcada en el proceso de transformación constante de la actividad pesquera, principalmente la atunera; con el compromiso y la responsabilidad de realizar una labor para la sostenibilidad de los recursos pesqueros, aplicando conocimientos y tecnologías de vanguardia.

Su diseño del Programa Nacional de Observadores de Venezuela (PNOV), bandera institucional principal y también próximo a superar también las dos décadas y media, ha permitido trabajar para:

1. mantener el monitoreo del 100% de la flota venezolana que pesca en el Océano Pacífico Oriental (OPO), en conjunto con la CIAT;

2. preparar personal profesional para la tarea de la observación científica a bordo;

3. capacitar a capitanes y personal de marinería de las embarcaciones sobre las normas que rigen la actividad pesquera atunera en el Área del Acuerdo;

4. procesar la información de la observación a bordo y detectar los incumplimientos a las normas de cualquiera de las dos convenciones a las que pertenece el país en el OPO;

5. preparar los informes técnicos derivados de todos los aspectos que se detallan en la observación para ser remitidos a todas partes involucradas.

Durante una trayectoria ininterrumpida, que ya supera las dos décadas y media, los resultados exitosos no solo se han restringido únicamente a las actividades de la Observación a Bordo, sino que se han complementado con una amplia divulgación de las actividades y del conocimiento pesquero mediante un Programa de Difusión de Asuntos Pesqueros y Ambientales que, abanderado por la publicación de su Boletín COFA convivencia pesquera y apalancados en las redes sociales, se ha proyectado en los últimos años con mucha fuerza ante la opinión nacional e internacional; que en el caso del Boletín se trata de una publicación técnico-divulgativa que ya supera los 24 años de publicación.

This article is from: