Pensando en los cambios de nuestro tiempo desde una Organización Social Alberto Croce, ep Julio de 2013
En los últimos tiempos vengo sintiendo con mucha fuerza grandes cambios de contexto que están haciendo y exigiendo de nosotros una especial adaptación a los mismos. Pero confieso que tengo dificultades para identificarlos y entenderlos correctamente. Vivo los cambios intensamente pero no llego a interpretarlos suficientemente. Eso me lleva a sorprenderme cada vez frente a las nuevas situaciones que se generan. Mi experiencia y participación en numerosas redes hace que pueda constatar que somos muchos los que atravesamos por situaciones similares. Es por eso que pensé en compartir estas reflexiones que pueden servir para aportarnos algunas claves. No las pensé desde un lugar teórico o abstracto. Me pareció importante hacerlas y compartirlas desde el lugar desde donde las vivo cada día: la dirección de la Funación SES. Por tanto, se trata de reflexiones “situadas”, que tendrán elementos que para otros compañeros y otras compañeras serán poco útiles, pero que servirán para entender algunas de las preguntas que me hago y las respuestas que intento dar. Ojalá sea así y estas páginas aporten elementos para seguir pensando y cuestionando la propia práctica en estos tiempos intensos de cambios y de cambios intensos. Constato que hoy nos está costando bastante más que en otros momentos llevar adelante algunos proyectos porque la realidad ha cambiado mucho. A veces, por nuestro propio accionar – con resultados queridos o no- otras veces por el accionar de otros –conocidos o no. Creo que, en esta situación, como decía más arriba, un buen punto de partida es reflexionar desde el lugar específico en donde me toca hoy estar parado. Desde allí elevar la mirada y mirar primero para adentro y luego, alrededor. La consideración de la propia realidad puede darnos la posibilidad de ver qué hemos aprendido o estamos aprendiendo y ponerlo en juego para esta reflexión. La reflexión será sincera y buscará ser honesta. Ojalá esto se note al finalizar su lectura.
Comienzo diciendo que veo a Fundación SES hoy un tanto “devaluada” respecto de los comienzos. Seguro esto tiene que ver con muchas cosas… Creo que es importante interpretarlo bien. Voy a tratar de hacerlo a partir de algunas situaciones que me van a servir de disparadores, de claves de interpretación. Tomaré en cuenta dos cuestiones específicas que pueden ayudarme en este derrotero: La situación de la Semana por los Derechos de la Juventud, que Fundación SES viene impulsando ininterrumpidamente desde los últimos 7 años, Y la articulación de las Organizaciones Sociales argentinas, en la que hemos puesto especial énfasis desde la misma creación de nuestra Fundación, allá por el 1.999. Avda. de Mayo 1156 Piso 2 C1085ABO Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina. Tel/fax (54 11) 4381 4225 / 4381 3842 info@fundses.org.ar www.fundses.org.ar
En ambas veo ciertos elementos similares que “afectan” directamente al corazón de SES. En las dos encuentro situaciones muy contradictorias: En el caso de la Semana es una acción “muy exitosa” aún hoy, pero ha cambiado y va cambiando mucho respecto de las primeras intenciones y realizaciones. En el caso de la articulación de Organizaciones, estamos presidiendo la Red Encuentro con fuerte reconocimiento de sus miembros y, a la vez, con situaciones de dificultades grandes respecto de otros espacios de articulación a los que pertenecemos. Quiero poder analizar estos procesos para tratar de sacar enseñanzas de ellos. Desde su fundación, SES hizo una apuesta por fortalecer las redes. Este era uno de sus principales aportes. Y, a partir de este fortalecimiento, fortalecer las mismas organizaciones que las integraban. Era como uno de los aportes fundamentales que la Fundación hacía al proceso de cambio social, más allá de otros como la visibilización del trabajo de las organizaciones, la formación del liderazgo organizacional y el aporte de recursos cuando era posible hacerlo. En sus comienzos, a partir de la cooperación que recibíamos sobre todo de AVINA, tuvimos recursos para desarrollar estas intencionalidades. Fondos para lo que entonces llamábamos “el Desarrollo Local”. En todos los casos, juntos con los recursos para hacer acciones, contábamos con recursos para reunirnos, visitar las organizaciones, difundir lo que hacían, capacitar a sus referentes… Y lo hicimos durante varios años y lo hicimos bien. Tenemos sobrados testimonios de haber logrado cosas importantes al respecto y agradecimientos sinceros de compañeros y compañeras del interior del país. Nuestras “bases de sustentación” de esta estrategia –que así la llamábamos- era una red de organizaciones locales distribuidas por buena parte del territorio nacional. Impulsábamos que ellas “liderasen” redes locales de organizaciones más pequeñas tejiendo una red que, en algún momento, alguno de sus integrantes bautizó como “espacio SES”, haciendo alusión a una realidad que entendíamos que iba más allá de la institucionalidad de la misma Fundación pero que tenía cierta visibilidad externa propia y, de alguna manera, original. Externamente, muchos externos a este “espacio” reconocían que el mismo tenía algo que ver con SES o, directamente, le “pertenecía”. Desde su origen y en la intuición fundacional, no quisimos tener “sucursales” sino impulsar el desarrollo de organizaciones en sus territorios. Esto nos potenciaba claramente y, además, posibilitaba cierta “liviandad” institucional, importante cuando hablábamos de sustentabilidad y sostenibilidad. En el escenario en el que nos movíamos aparecían para la institución dos tipos de relaciones claramente diferentes: Por una parte, quienes estaban asociados a nosotros como “socios” y, por otra, otras organizaciones con quienes teníamos otra relación diferente y, hasta cierto modo, más de pares, habida cuenta que en el “espacio SES” claramente ejercíamos una suerte de liderazgo. En temas de juventud pasaba algo más o menos similar. Por una parte promovíamos que nuestras organizaciones asociadas y miembros del espacio desarrollaran, incluyeran o promovieran la generación de organizaciones juveniles. En un primer momento, los primeros Avda. de Mayo 1156 Piso 2 C1085ABO Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina. Tel/fax (54 11) 4381 4225 / 4381 3842 info@fundses.org.ar www.fundses.org.ar
años, visualizábamos a estas organizaciones como grupos de jóvenes. Y así tratábamos de apoyarlos con proyectos que tuviesen lo que habíamos definido como tres componentes con distinto nivel de combinación:
Formación de liderazgo Armado de Redes Juveniles Apoyo económico para realizar proyectos concretos.
Dedicamos mucho tiempo, recursos y esfuerzos para avanzar en estas líneas de trabajo. Los proyectos como el “Sistema de Formación de Liderazgo” o el “Ombú” estaban claramente orientados con esta intencionalidad. Y fueron, a mi manera de ver, exitosos en sus logros. En los primeros años de SES, en el período que fue de 1999 al 2003/4, el país vivía la eclosión de la crisis social más dura que recordemos. “El infierno”, decía por entonces Néstor Kirchner. El Estado había colapsado y los temas sociales no tenían destino ni rumbo. La necesidad de trabajar desde las organizaciones era muy fuerte y casi la única alternativa. Con apoyo, sobre todo, de la cooperación internacional y también con algunos fondos empresarios locales y externos. En los 90, los modelos de management institucional habían querido ser presentados como la propuesta para construir ONGs exitosas. La idea del “Sector Social” o el “Tercer Sector” era la que daba marco teórico a la construcción del organizacionismo social. Fundación SES, que no estaba totalmente exenta de esos posicionamientos, sin embargo buscó desde el comienzo otros referentes ideológicos y teóricos, como, sobre todo, el Foro Social Mundial y el marco de la Educación Popular. En ese sentido, desde el comienzo, aparecía como una “rara avis” en el mundo de las organizaciones de su tipo. Por un lado, apoyada por una fundación internacional poco conocida por entonces, como AVINA, sobre las que había serias desconfianzas por parte de muchos y gran envidia de parte de muchos más. Pero, por otro, una organización que no terminaba de “adaptarse” al entonces generalizado contexto de miradas neoliberales que campeaban en los espacios dominados por la hegemonía y el pensamiento único. Así las cosas, comenzó lo que hoy se conoce en espacios militantes como la “década ganada”. Pero no fue una década ganada desde el principio… se pasó por etapas duras y complicadas y los avances fueron dándose de a poco. Los primeros años fueron años de “sorpresa”. Muchos de los que formábamos el “espacio SES” veíamos que medidas que se iban tomando coincidían felizmente con sueños que parecían sepultados por las derrotas de los 90. De pronto aparecían en los escenarios provinciales, nacionales y regionales como resurgiendo de las cenizas. (Estas líneas no buscan detenerse en el análisis de estos logros sino analizar la situación de SES, por ello no puntualizaré cada uno de ellos que, afortunadamente, han sido muchos.) En aquellos primeros años de esta década, desde Fundación SES fuimos haciendo cambios importantes a la conceptualización institucional. Dejamos de hablar de “oportunidades” para hablar de “derechos de los jóvenes” y empezamos a visualizarnos más como promotores de derechos. Pasamos “de la asistencia a la promoción de derechos”, como escribimos en un afiche institucional en el que presentábamos nuestro “Decálogo”. Estos Avda. de Mayo 1156 Piso 2 C1085ABO Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina. Tel/fax (54 11) 4381 4225 / 4381 3842 info@fundses.org.ar www.fundses.org.ar
cambios nos llevaron a cambiar hasta nuestra imagen institucional. Nos centraríamos, sobre todo, en “todos los jóvenes”. También empezamos a hablar con más fuerza de la “incidencia en las políticas públicas” cambiando el lenguaje también en este punto. Poco a poco, más que “incidir” comenzamos a hablar de “participar” y acompañar, alejándonos de la imagen extendida de organizaciones que tienen que monitorear al Estado, por la de organizaciones que proponen, acompañan las políticas, las impulsan y participan. Un cambio muy grande que nos permitió logros importantes: La propuesta y “aceptación” de programas como el “Todos a Estudiar” para luchar por la reinclusión educativa, en el Ministerio de Educación de la Nación y la propuesta de creación del programa de “Jóvenes con Más y Mejor Trabajo” del que participamos activamente en sus comienzos y creación, por citar algunos de los más importantes. Nuestra relación con el Gobierno Nacional se fue fortaleciendo progresivamente tal como nos lo habíamos propuesto. Esto fue, sin duda un gran logro. Sin embargo, no logramos algo similar en las provincias en las que también desarrollábamos acciones. Quizás porque allí eran nuestras asociadas las verdaderas protagonistas. Como fuera, esto es una debilidad que aún tenemos, más allá de situaciones puntuales que podemos también identificar. Estos nuevos contextos hicieron que SES comenzara a trabajar en dos dinámicas que veíamos por entonces como complementarias. Lo que llamábamos “la estrategia local” y “la estrategia de incidencia”. Aunque nos esforzábamos, no siempre fue fácil lograr que ambas siguieran caminos comunes y, no pocas veces, la incidencia nos fue alejando de la posibilidad de profundizar las acciones “locales”. Poco a poco -¿causa o consecuencia?- los fondos que recibíamos tenían más que ver con las acciones para la incidencia que con las acciones del trabajo local. Esto provocaba que no pudiéramos financiar como hubiéramos querido, más procesos a nivel local. En esos tiempos, también y acompañando estos procesos, fuimos reflexionando sobre procesos que alimentaban estos caminos. En particular rescato todo lo que fuimos haciendo respecto de la “perspectiva de escala”. Estos aprendizajes nos llevaron a convertirnos en una de las pocas instituciones que pudo teorizar sobre algo de lo que se hablaba bastante pero sobre lo que no había conocimientos medianamente sistematizados. Y esto nos hizo encarar una manera particular de actuar que nos fue diferenciando de otras organizaciones más o menos similares. Todos estos elementos fueron haciendo que, al promediar la “década ganada” (20092010), si bien la red que SES había generado en sus comienzos seguía adelante, muchas de las acciones que realizábamos ya eran con otros actores y organizaciones. Esto nos generó algunas tensiones que creo que fueron inevitables. Por una parte, muchos de nuestros originales asociados crecieron mucho y se fortalecieron en sus territorios como organizaciones referentes. Por otra parte, aparecieron nuevas organizaciones que venían de la mano de las nuevas acciones territoriales desarrolladas en el marco de los programas que tenían que ver con las acciones de incidencia. Los recursos necesarios para sostener un trabajo similar en cada territorio no estaban claramente ya a nuestro alcance. La primera “exclusividad” de asociación local, que planteábamos los primeros años, ya no era posible –ni conveniente- de sostener-
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Hasta esos años, SES tenía capacidad para organizar eventos, más o menos importantes y de visibilidad, en los que convocaba gran cantidad de participantes. En general, en el marco de programas que nos lo permitían. Tanto fue así que desarrollamos una línea de “eventos” al interior de la Fundación que evaluamos como muy exitosa. Si bien no dejamos nunca de hacer algunos eventos, estos también fueron cambiando en los últimos años. Sobre todo respecto de sus temáticas y orientaciones, a la luz de los cambios generales que estamos analizando. Analizar lo sucedido con el área de Protagonismo Juvenil, en el que está involucrado especialmente el proyecto de la Semana por los Derechos de la Juventud, es bien sintomático para analizar el proceso. Hacia el 2005-2010 visibilizábamos en Argentina una cantidad de organizaciones juveniles o que trabajaban con jóvenes, de distinto desarrollo o potencialidad. SES tenía contacto con varias de ellas en distintas partes del país. A nivel nacional, el espacio de participación juvenil más orgánico era el de la Plataforma Nacional de Juventud (como se llamaba por entonces). Estaba integrada por organizaciones como el Movimiento Scout, la OAJNU, algunas juventudes políticas y otras de origen eclesial. SES se propuso integrarse y lo logró. Luego impulsó que se sumaran a la misma distintas organizaciones juveniles con las que teníamos contacto, como APDENA de Gualeguaychú, Jóvenes Solidarios de Mar del Plata, ETIS de Buenos Aires… por citar solo a algunas. El proceso culminó con la elección de Nahuel Gieco, de APDENA, como presidente de la Plataforma y con un cambio de orientación de la misma. Al poco tiempo, la Plataforma asumía también la presidencia del Foro Latinoamericano de Juventud (FLAJ) SES, por su parte, había impulsado la creación de la Semana por los Derechos de la Juventud, cuya primera edición tuvo lugar en 2007. La idea original era crear un espacio de encuentro y de articulación para las organizaciones juveniles que les permitiera a las mismas trabajar juntas, conocerse y sumar en propuestas y causas comunes. Los primeros años esto fue claramente posible. De la Semana llegaron a participar más de 100 organizaciones juveniles de distinto tamaño y desarrollo. Desde la coordinación de la misma hasta en su desarrollo en Chapadmalal, la Semana era un territorio de organizaciones juveniles que se encontraban, discutían compartían. Adolescentes y jóvenes y, sobre todo, dirigentes de estas organizaciones. Sin embargo, a partir del 2010 (?) las cosas comenzaron a cambiar notable y abruptamente El fallecimiento de Néstor Kirchner el 28 de octubre, un día antes de comenzar la edición de la Semana de aquel año, marcó un hito importante en cuanto al lugar de los jóvenes y la participación política argentina. Para algunos fue el momento en el que muchos jóvenes se volcaron abiertamente a la participación partidaria, sobre todo en las organizaciones políticas como “La Cámpora”, el “Movimiento Evita”, los “Descamisados”… por citar algunas. Para otros, sólo fue el momento en el que esto se puso en evidencia porque el proceso, en realidad, venía de poco (¡poco!) tiempo atrás. Como sean las cosas, la participación juvenil en organizaciones juveniles del tipo de las que participaban en la Plataforma comenzó a debilitarse. La Plataforma, que debió ser el espacio natural que asumiera el liderazgo de la Semana y se apropiara de la misma, se debilitó extremamente al punto de estar hoy al borde de su desaparición, si es que ya no lo hizo… Fundamentalmente, las organizaciones que participaban de la Plataforma comenzaron a sentir que ya no tenía mucho sentido apostar a ese tipo de espacios de organización juvenil. Muchos de sus líderes Avda. de Mayo 1156 Piso 2 C1085ABO Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina. Tel/fax (54 11) 4381 4225 / 4381 3842 info@fundses.org.ar www.fundses.org.ar
pasaron a militar decididamente en las estructuras sociales y partidarias, y no pocos se convirtieron en funcionarios públicos en distintos espacios y rangos. La realidad cambió y… Fundación SES se quedó a cargo de la Semana, cada vez más, asumiendo riesgos y responsabilidades en soledad, mientras mantenía la convocatoria a sumar otros actores a colaborar en su organización, diseño y realización. Sin embargo, la Semana no dejó de ser considerada un evento valioso y, de hecho, en forma progresiva, distintos organismos públicos y programas la visualizaron como un espacio que valía la pena apoyar, política y financieramente. Hoy, casi el 70 u 80% de la semana se sostiene con participación y fondos que provienen de estos programas, sobre todo, nacionales. A SES, estos cambios le requieren repensar y repensarse. Porque son varios los factores que están interviniendo en los mismos. Pero volveremos sobre esto un poco más adelante… Con los espacios organizacionales sucedieron cosas semejantes pero no iguales. Desde un comienzo, procuramos que las organizaciones asociadas a SES fortalecieran su participación en campos como la inclusión educativa, la inclusión laboral y económica y la participación política y protagonismo de los jóvenes. Fuimos bastante exitosos en esto. Las organizaciones desarrollaron muchos programas –con SES y por su cuenta- que tenían estos objetivos como metas. Sin embargo, así como hubo un cambio importante en las formas de participar de los jóvenes, también los hubo respecto de la participación de las organizaciones. Por una parte, a medida que el Estado se fue recuperando primero, y fortaleciéndose después, hubo una mirada de desconfianza creciente a lo actuado por el “Sector Social” durante los 90. Las organizaciones sociales no logramos que hubiera un reconocimiento suficientemente positivo a todo lo hecho y, en el mejor de los casos, se vio como un mal menor de un momento de destrucción del Estado Social pero que ya no tenía mucho sentido impulsar desde lo público. A esto hay que sumarle que muchas organizaciones fueron perdiendo interés en la vinculación con el Estado tal como lo iba proponiendo el gobierno de Néstor primero y Cristina, después. No pocas de las organizaciones más importantes o se vinculaban con la oposición de manera muy nítida o aportaban más a la misma que a los procesos de cambio que se proponían desde la conducción del Estado. En los últimos años, en el que la tensión política fue creciendo más y más en Argentina (¿podemos colocar como un hito la resolución nº 125 del 2008?) y en América Latina, el posicionamiento de unos y otros se fue haciendo cada vez más explícito e indisimulado. Algunas organizaciones, como Fundación SES, nos fuimos vinculando más al proceso impulsado por el gobierno nacional y visiblemente apoyando y acompañando políticas y medidas. Otras fueron optando por ponerse en el lugar de las fuertes críticas y, no pocos de sus dirigentes, pasaron a constituirse en candidatos de la oposición en cargos importantes. Incluso, algunas importantes fundaciones comenzaron a apoyar lo que después fue la “coalición cívica” y sus líderes sociales se transformaron en sus dirigentes nacionales. En este contexto, hablar de articulaciones resultaba muy complejo y, los antiguos encuentros y reuniones se hicieron cada vez más imposibles de realizar a la manera como se hubieran hecho hasta el 2008 y algún tiempo después. Otro elemento que es importante no olvidar aquí es que al crecimiento nacional y regional que se verificó en las variables económicas, que la misma CEPAL ha destacado en Avda. de Mayo 1156 Piso 2 C1085ABO Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina. Tel/fax (54 11) 4381 4225 / 4381 3842 info@fundses.org.ar www.fundses.org.ar
sus últimos estudios, hay que sumar el impacto de la crisis financiera internacional que podemos ubicar a partir del 2008 con la quiebra de importantísimas entidades financieras de alcance global. La crisis impactó –e impacta aún- en muchos aspectos. Uno de ellos y que tiene mucha importancia para lo que venimos hablando, es la crisis de la cooperación internacional y sus impactos respecto de América Latina. Si bien veníamos constatando una importante caída en los recursos que desde el Norte se aplicaban al financiamiento de proyectos sociales del Sur, a partir de entonces los impactos fueron progresivamente crecientes. Muchas organizaciones internacionales “se retiraron” de América Latina y las grandes “fuentes de recursos” como la Unión Europea, fueron desactivando progresivamente los que destinaban para estos lares. Desde los gobiernos de la región, y en lo que nos interesa particularmente aquí, el gobierno de Argentina, comenzó a destinar mayores fondos para que se siguieran impulsando algunas acciones que eran llevadas adelante por organizaciones sociales. Hay diversidad de miradas y poca investigación sobre estos datos: Algunos pensamos que el Gobierno acrecentó notablemente los fondos que comenzaron a recibir distintas organizaciones y movimientos sociales. Otros piensan que no, aunque no desconozcan que hay organizaciones que sí han recibido recursos públicos de manera creciente. En todo caso, lo que sí es indiscutible es un cambio de formato en la manera de asignar estos recursos. En general, los que provienen del sector público tienen una aplicación muy directa en acciones con poco o casi nada de posibilidad de fortalecer institucionalmente a las organizaciones que llevan adelante los diferentes programas a los que se asignan los recursos, salvo excepciones importantes pero muy poco extendidas. Esta situación hizo que muchas organizaciones fueran convirtiéndose en ejecutoras de programas o proyectos del Estado. Un ejemplo, también controvertido, es el del que se conoce como “Banquito de la Buena Fe”. Muchas organizaciones lo valoran extremadamente por que les ha permitido realizar importantes acciones territoriales y de fortalecimiento local, y otras sienten que se han metido en un problema grave cuando intentaron participar de su dinámica… Otro elemento para sumar al análisis tiene que ver con un aspecto que también está relacionado a la mejora relativa de la situación económica general. Me refiero a lo que sucede con los “integrantes” de las Organizaciones Sociales. Cuando comenzamos, allá por el 1999, había mucha desocupación y, a nivel de base, muchas organizaciones comunitarias eran sostenidas por compañeros y compañeras que, literalmente, no tenían trabajo. Las organizaciones eran, además de un espacio de colaboración, un lugar de identidad y de pertenencia, en un clima de desolación. El tiempo pasó y cuando comenzamos el 2010, la realidad había cambiado muy sensiblemente. Entre la creación de puestos de trabajo y la articulación de políticas públicas, como las Cooperativas de “Argentina Trabaja” –por ejemplo- ya no era tan común que en los barrios la gente estuviera “desocupada”. Esto hizo que muchas organizaciones de base se quedaran con poca o ninguna militancia voluntaria. La mejora generalizada resultó un nuevo desafío para las “organizaciones de base”. Por otra parte, al fortalecer lo público, miles de compañeros, jóvenes y adultos, comenzaron a ser contratados por el Estado que retomaba funciones, asumía responsabilidades y requería de “trabajadores” para llevar adelante las nuevas iniciativas. A partir del 2008, muchos compañeros y compañeras que formaban parte de los Avda. de Mayo 1156 Piso 2 C1085ABO Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina. Tel/fax (54 11) 4381 4225 / 4381 3842 info@fundses.org.ar www.fundses.org.ar
equipos de SES comenzaron a trabajar en espacios públicos con distinto nivel de responsabilidades y lo que nos llevó a tener que renovar progresivamente nuestros propios equipos. En una lista “rápida”, más de 25 compañeros hicieron este recorrido, ocupando cargos desde Directores de Programas Nacionales, Municipales, Técnicos de programas y hasta candidatos a cargos legislativos para las próximas elecciones. Los espacios de militancia social se volvieron espacios “laborales con militancia”, lo que provocó no pocos cambios en la naturaleza de los espacios sociales. Hoy, los espacios de las organizaciones son claramente más “mixtos” y, al menos en las que apoyan al gobierno, es posible encontrar en casi todas ellas, integrantes que son militantes sociales y también desarrollan alguna actividad desde lo público en forma simultánea, siendo rentados, de alguna manera, por ambos espacios. Las “organizaciones sociales” de hoy son bastante diferentes de lo que eran 10 años atrás. Estos cambios deben ser considerados con mucha atención por nosotros porque hacen a nuestra propia misión institucional y, de alguna manera, la configuran. Todo esto impacta también en la construcción de las redes y plataformas que estas organizaciones integran. Sin duda, como lo confirma el nuevo proyecto que la UE ha aprobado a la Mesa de Articulación de Redes y Plataformas de América Latina, es necesaria una nueva configuración del sector de organizaciones sociales y, especialmente, debe mirarse de una manera nueva la relación con el Estado y la construcción de lo público en estos nuevos y complejos contextos en los que desarrollamos nuestras actividades e iniciativas. En el caso de Fundación SES debemos preguntarnos –y respondernos- qué implica hoy trabajar con y por todos los jóvenes. Esto hace a nuestra identidad institucional y a lo que le da sentido a nuestra organización. Y es necesario hacernos estas preguntas mientras hacemos lo que hacemos para redescubrir nuestra propia misión y perspectiva. La primera pregunta sería considerar si sigue siendo necesario ocuparse de la cuestión de los jóvenes en estos nuevos contextos. Sobre todo, si tiene sentido y utilidad hacerlo desde una organización como SES. Y, además, si es posible… No son cuestiones simples de responder. La situación de la juventud (y de los y las adolescentes) no es la misma de cuando comenzamos hace más de 13 años… Eso es muy claro. Políticas como la Asignación Universal por Hijo, el Plan Conectar Igualdad, los cursos de inclusión laboral del “Jóvenes con Más y Mejor Trabajo”, la posibilidad de votar a los 16 años… cambiaron el escenario en muchos aspectos. Sin embargo… Seguimos con problemas muy importantes respecto de la Escuela Secundaria y su capacidad de dar respuesta a intereses y necesidades de los jóvenes y a las exigencias de la sociedad sobre la misma. Miles de adolescentes y jóvenes menores (800.000? 600.000? siguen sin terminar sus estudios secundarios y afuera de la escuela estando en edad de estar en la misma). Laboralmente, hay mucha mejor inclusión de los jóvenes que en aquel entonces. El crecimiento económico lo hizo posible. Pero sin una buena educación en el sentido más completo e integral del término, el ingreso por trabajo no “saca” de la pobreza estructural. Allí Avda. de Mayo 1156 Piso 2 C1085ABO Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina. Tel/fax (54 11) 4381 4225 / 4381 3842 info@fundses.org.ar www.fundses.org.ar
hay una deuda importante sobre la que hay que seguir trabajando si no se quiere que el Proyecto Nacional y Popular se encuentre con una barrera que lo detenga irremediablemente. Hay que tener muchísimo cuidado y prestar atención a los problemas del narcotráfico, la trata de personas y otras operaciones mafiosas, que afectan a nuestros barrios más pobres y tienen a los adolescentes y jóvenes como víctimas más fáciles. En algunas zonas (periferia de Rosario?) la situación es ya de una gravedad alarmante. La violencia institucional que golpea fundamentalmente a los jóvenes, como afirma la Campaña Nacional a la que Fundación SES ha adherido, habla también de vulnerabilidades actuales muy peligrosas. La salud sexual y reproductiva de los adolescentes y jóvenes también está en riesgo. Si bien se han aprobado las leyes que exigen que una educación que considere estas cuestiones, una buena parte de la sociedad es reacia a la implementación de las mismas y esto genera situaciones muy dolorosas y complejas que atentan contra la vida de miles de ellos y ellas, sobre todo, ellas… La cuestión de las adicciones, por ejemplo, el alcoholismo juvenil, y las situaciones de violencia cotidiana, también son un tema que está afectando a los jóvenes de manera bastante descontrolada. Por otra parte, la otra cara de la moneda es que es muy ingenuo pensar que un país se pueda transformar positivamente sin reconocer, impulsar y apoyarse en sus generaciones jóvenes como motor y potencia de cambio. Nos preocupa todo lo malo que puede pasarle a los jóvenes… pero nos preocupa más que no contemos con ellos – con cada uno de ellos- para lograr los cambios que soñamos. No hay Proyecto nacional y Popular si en el mismo cada uno de los jóvenes y adolescentes de la patria no tienen un lugar desde el que aportar y construir el sueño colectivo de ser pueblo. Por lo que venimos diciendo, está claro que es necesario y fundamental ocuparse de estas cuestiones. Entonces, nos toca la pregunta: ¿Y qué se puede o debe hacer para encarar estas cuestiones? En primer lugar, creo que tenemos que tener conciencia de que la cuestión que nos ocupa es pasible de abordajes diversos. Por su magnitud, tiene que tener perspectivas de escala, esto es, ser tema de políticas públicas. No es una cuestión aislada o focalizada. Estamos hablando de miles y miles de adolescentes y jóvenes. No hay aquí casi espacio para “planes piloto” que puedan llegar a tiempo. Hay que actuar. Sin embargo, también hay que tener en cuenta que el trabajo “cuerpo a cuerpo”, “tú a tú” es fundamental también. Los mejores resultados que conocemos tienen que ver con fuertes relaciones personales jugadas en el territorio, casi siempre con el protagonismo de los mismos jóvenes cercanos a los jóvenesobjetivo de estas acciones. Como hemos venido diciendo pero es importante reafirmar aquí, no empezamos de “0” desde muchos sentidos. Por un lado, hay un cúmulo de experiencias de trabajo, programáticas, acciones… que nos permiten delinear rumbos más o menos eficaces de acción. Por otra parte, en estos últimos años se ha hecho mucho trabajo en la dirección correcta. Ha y que profundizarlo, expandirlo y darle más impulso. También es necesario recordar que sin un proyecto nacional que dé el marco adecuado para desarrollar estrategias de inclusión social fuerte para adolescentes y jóvenes, las acciones programáticas se vuelven insignificantes y hasta distractoras. Por ello creemos que estamos en un momento adecuado para trabajar en Avda. de Mayo 1156 Piso 2 C1085ABO Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina. Tel/fax (54 11) 4381 4225 / 4381 3842 info@fundses.org.ar www.fundses.org.ar
revertir las situaciones que planteábamos párrafos arriba. Algo que hemos aprendido en América Latina es que “las verdaderas políticas de juventud tienen lugar en los ministerios de educación, de trabajo, de salud… más que en los departamentos de juventud.” Por tanto, es necesario trabajar allí, donde se diseñan, de gestionan, se financian, se desarrollan, se monitorean y se evalúan. Seguimos entendiendo que es fundamental que los adolescentes y jóvenes puedan acceder a una “buena educación” y, en su momento, conseguir trabajos decentes, como plataforma fundamental para poder incluirse social, ciudadana y políticamente a la comunidad. Miles y miles de jóvenes han vuelto a creer que la participación política es un camino potente de transformación y están militando activamente en distintos movimientos y agrupaciones. Los jóvenes “militantes” ven hoy más interesante, valioso, eficaz, potente… este tipo de militancia que la que se produce en otro tipo de organizaciones. Muchos movimientos sociales se han transformado consciente y activa en agrupaciones políticas de distintos partidos y hacen su militancia desde esa condición. Comparativamente con otros países del planeta, la participación juvenil es un dato que nos ubica entre los que podemos mostrar con mayor orgullo –y originalidad- en medio de tanto desánimo generalizado. Sin embargo tenemos que admitir también que grandes grupos de jóvenes siguen estando indiferentes a este tipo de debates y no se involucran. Tanto en los sectores medios-altos, como en los sectores más bajos. Allí tenemos aún desafíos grandes y abiertos si queremos avanzar en el Proyecto Nacional y Popular. La pregunta que nos toca en este momento es, ¿Se pueden hacer estas cosas desde Fundación SES? ¿Tiene sentido? ¿Es el mejor lugar? Aquí nos enfrentamos con una cuestión básica a la que adscribimos claramente: Hay una responsabilidad fundamental del Estado respecto de estas cuestiones que no debe reemplazarse ni ocultar. No estamos hablando de cuestiones de solidaridad. Hablamos, por una parte, de derechos de ciudadanía de personas (los jóvenes y adolescentes) y, por otra parte, de la necesidad de liderar el proyecto de Nación. Por ambos lados, el Estado, a través de sus instituciones, organismos y políticas, tiene que hacerse cargo de estas cuestiones. Ninguna ONG ni podría ni debería ocupar este lugar. Por Escala y por incumbencia. ¿Entonces? Estamos en un punto “crucial” de este debate. Un debate que, por supuesto, excede a Fundación SES y está en el corazón de muchas tensiones actuales referidas a esta cuestión. ¿Las organizaciones sociales somos una rémora de un pasado neoliberal llamadas a desaparecer con el fortalecimiento del Estado o somos un actor social dinamizador que mejora la capacidad del Estado para hacerse buenas preguntas, identificar las necesidades y derechos populares y poder plasmar la vocación transformadora en buenas políticas y eficientes desarrollos de las mismas? Apostemos por un momento a esta segunda posibilidad. ¿Cómo ser efectivamente un ·”actor social dinamizador…”? Lo primero que creo es que la misma existencia de una organización no la transforma en aquello que debemos ser. Para poder ser un “actor social dinamizador” hay que proponérselo y trabajar en consecuencia. También se puede ser una “consultora”, una “ejecutora de programas públicos tercerizados”, una “bolsa de trabajo”, una “empresa social”, “un grupo de amigos”… En medio de una situación de gran confusión generalizada, no pocas Avda. de Mayo 1156 Piso 2 C1085ABO Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina. Tel/fax (54 11) 4381 4225 / 4381 3842 info@fundses.org.ar www.fundses.org.ar
organizaciones se hacen pocas preguntas y tratan de seguir “existiendo” como pueden… sufriendo cambios profundos en su razón de ser y en sus objetivos institucionales. Afortunadamente, no es el estado ni el propósito de todas! Otra manera de hacernos la misma pregunta es: ¿Cómo puede una organización como SES ayudar al Estado y a la Sociedad ha poner en su foco la cuestión de los jóvenes en los términos que la venimos tratando? Se me ocurren algunas respuestas… Lo primero, casi una obviedad, es tener lo más clara posible la situación de los jóvenes y adolescentes. Para ello es importante desarrollar investigación y sistematización. Por supuesto no se trata de inventar cada vez la rueda… pero es necesario tener información actualizada que contribuya a precisar lo mejor posible de lo que estamos hablando. No necesariamente estos estudios tienen que hacerlo las organizaciones. Aquí se puede trabajar con las Universidades, por ejemplo. Un actor al que no hemos tenido suficientemente en cuenta años atrás pero que en los nuevos contextos tiene que ser un actor cercano a todo lo que venimos diciendo en las últimas páginas. Nos introducimos a otra de las acciones en las que podemos ayudar y de hecho lo hacemos con bastante eficacia: facilitar la articulación de distintos actores y sectores. Más que otros actores, las Organizaciones podemos ayudar en este sentido. Relacionar Universidades, Sindicatos, Movimientos Sociales, Empresas, Centros de Investigación y Organismos Públicos de distintos niveles… Las llamadas “Mesas Intersectoriales”, que cada vez aparecen más claramente instituidas en diferentes programas e iniciativas de políticas públicas, no pocas veces han sido dinamizadas e impulsadas desde nuestras organizaciones. En general, y por nuestra participación en redes que trascienden nuestro primer alcance (local, regional, nacional, internacional) las organizaciones contamos con miradas un tanto más amplias que la de otros actores locales con los que interactuamos cotidianamente, incluidos los funcionarios públicos. Aquí podemos hacer otro aporte que entiendo es muy importante: Vincular, aprender, posicionar… políticas públicas en marcos más amplios que los propios inmediatos. Comprender que los procesos son, en general, más extensos que los que se ven a primera vista y entender sus dinámicas y posibles consecuencias, así también como valorar más fuertemente los logros que se van alcanzando con las políticas que se implementan. Otro aporte tiene que ver con la continuidad de los procesos en los que estamos involucrados. Los funcionarios públicos, en general, tienen un tiempo acotado en la función que les toca ocupar. Los cambios son frecuentes. Cuando les va bien en lo que hacen, suelen ser “ascendidos” a responsabilidades mayores. Cuando les va mal, muchas veces deben dejar la gestión. En cualquier caso, se producen discontinuidades importantes sobre las que las organizaciones sociales podemos contribuir a minimizar el impacto negativo. Esto exige una importante madurez democrática que no siempre es la experiencia que nos toca comprobar. Uno de los problemas más importantes al que debemos enfrentarnos es que estas discontinuidades no pocas veces están exentas de rupturas entre líneas políticas internas o externas, o incluso por intereses menores. En estos casos, el cambio de responsables implica el desconocimiento más o menos brutal de lo que se ha hecho hasta el momento y se pretende “volver a empezar”. No siempre esto es negativo. Muchas veces los cambios generan nuevas oportunidades. Sin embargo, organizaciones que tienen buena relación con el coordinador de un programa o el director de un área de gobierno, son miradas con desconfianza por los Avda. de Mayo 1156 Piso 2 C1085ABO Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina. Tel/fax (54 11) 4381 4225 / 4381 3842 info@fundses.org.ar www.fundses.org.ar
nuevos que asumen y hay que empezar otra vez a recorrer el largo y trabado camino de ganar confianzas y de comprobar la voluntad de colaboración y la expertiz que se tiene respecto de distintos temas. La continuidad en los procesos, en los temas, en los campos de trabajo, posibilita “expertiz”, “conocimientos”, “saberes” que las organizaciones transforman en propuestas de acciones y políticas. El aportar las mismas a los responsables del Estado y sus equipos es parte fundamental de ser un “Actor Social Dinamizador”. No pocas veces, dichos responsables vienen de organizaciones que tienen esas expertices y justamente por ella ocupan los cargos públicos, en reconocimiento a su potencialidad y conocimiento. Pero otras veces, el aporte se hace desde “fuera”. Aquí también hemos aprendido que es necesario saber desprenderse de las autorías de las ideas y propuestas, si se quiere aportar real y sosteniblemente a las políticas. Una organización que pretendiera proteger el “reconocimiento” a sus aportes de manera muy ostensible, pondrá en riesgo el mismo, hasta la posibilidad de que sea descartado por más valioso que pudiera significar. La política exige poder mostrar resultados y, por lo general, lo que se lleva adelante tendrá su “marca de orillo” en la que podrá olvidarse quién fue el que propuso originalmente la iniciativa… Por último, en un listado que no busca ser exhaustivo porque no podría serlo, quisiéramos referirnos al aporte que implica levantar la bandera de una causa y plantarla en medio del espacio público de la sociedad y, por tanto del gobierno, que es finalmente su mandatario. A las Organizaciones nos ha tocado la tarea histórica, inmensa y hermosa, de marcar y correr hitos en cuanto a los derechos de los pueblos y de los ciudadanos. En muchos casos –no todos- han sido las Organizaciones Sociales quienes han contribuido a ampliar estas fronteras de derechos, como ya hemos afirmado anteriormente en otros escritos. Desde la manera de entender los derechos humanos y sus incumbencias, afirmar los económicos, sociales, culturales y naturales, su integralidad e indivisibilidad, sus alcances en referencia a grupos numéricamente minoritarios, en descubrir y proponer nuevas perspectivas y peculiaridades de los mismos… tenemos un lugar de aporte fundamental al que es importante reafirmar. Estamos convencidos, cada día más, que nuestras sociedades no serían mejores, más abiertas, más democráticas, más respetuosas… sin la presencia activa de organizaciones sociales que asuman este lugar propositivo y “profético” respecto de las transformaciones pendientes. Los actores políticos tienen la gran responsabilidad de tomar estas banderas, hacerlas políticas públicas y “llevarlas a la victoria”, si me permiten parafrasear a Eva Perón.
En la reflexión que venimos haciendo es legítimo preguntarnos en esta instancia, cuando nos focalizamos en los “cómo”, sobre la cuestión del financiamiento, aunque lo hagamos de manera muy sucinta. Las Organizaciones Sociales como las nuestras, estamos hoy en tiempos en donde esta militancia se hace desde espacios que son rentados. No es que todo lo que se hace se haga en forma rentada ni mucho menos. Pero quienes hoy estamos en las organizaciones sociales como Fundación SES tenemos una base de trabajo rentado que nos permite hacer lo que estamos haciendo, incluso lo que hacemos como “voluntariado” y no se paga.... ¿Desapareció el voluntariado? No, sin duda. Aunque debamos afirmar también que ha cambiado bastante. Pero no es nuestro tema en estas líneas. Sostener una organización social, “sustentarla”, exige recursos. Hoy, las Organizaciones Sociales estamos atravesando una compleja situación al respecto, como hemos dicho más arriba en estas páginas. Algunas estábamos acostumbradas a recibir recursos Avda. de Mayo 1156 Piso 2 C1085ABO Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina. Tel/fax (54 11) 4381 4225 / 4381 3842 info@fundses.org.ar www.fundses.org.ar
de la cooperación internacional que, o bien ya no se reciben o se reciben bajo formatos muy diferentes a los que en otro tiempo se podían constatar. Todo esto nos lleva tener que hacernos nuevas preguntas y a buscar nuevas alternativas. Desde las redes en las que participamos, estos temas comienzan a abrirse de manera más clara y explícita. Nosotros, desde hace años, venimos ya planteando la cuestión. No como una mera preocupación por los recursos, preocupación que por supuesto tenemos como todas las otras organizaciones, sino, y además, desde una perspectiva diferente. Nuestra pregunta es sobre qué responsabilidad le cabe a la Sociedad en su conjunto respecto de la existencia de las Organizaciones Sociales. Y, si le cabe alguna, cómo transfiere esta responsabilidad a su mandatario, el Estado, para garantizar la existencia, fortalecimiento y sostenibilidad de quienes trabajan en el campo social. Hemos afirmado, junto con algunos compañeros, que las Organizaciones Sociales, en su conjunto, deben ser miradas como un “bien público” para nuestras sociedades. Como ya hemos dicho, nuestras sociedades se empobrecerían notablemente si no contáramos con las mismas. Las “Organizaciones Libres del Pueblo”, como se las llamó en otro momento histórico, no son un apéndice molesto a los propósitos del Estado de llevar adelante un Proyecto Nacional y Popular, sino un actor que, sumado al proceso de manera decidida, se transforma en uno de los dinamizadores y catalizadores más fuertes de este proyecto. Hace poco, David Cameron, primer ministro de la Gran Bretaña y presidente del Panel de Personas Eminentes convocadas por el Secretario de las Naciones Unidas para definir la Nueva Agenda para el Desarrollo 2015, afirmaba que el Sector Privado (o sea el empresariado) era el actor que posibilitaría el desarrollo que el mundo necesita. O sea, repetía desde el púlpito más alto al que podía acceder, el credo neoliberal de los ricos del mundo. Nosotros creemos que no es así, que son los pueblos los actores fundamentales de los cambios. Que, como ayer no más afirmaba el presidente Evo Morales: “Es tiempo de los pueblos y no de las colonias”. Desde esta perspectiva, las Organizaciones Sociales tenemos el derecho pero también el deber de ser manifestaciones claras de los intereses y necesidades de nuestros pueblos. Si lo somos, debemos ser consideradas como “bienes públicos” y, como tales, poder acceder a los recursos que nos permitan realizar con verdadera calidad nuestro compromiso. Somos conscientes, claro, de que hay muchas cuestiones que deben tenerse en cuenta y muchos riesgos que hay que minimizar o disolver… pero la cuestión de fondo es una cuestión de principios y nosotros la sostenemos: la existencia de las organizaciones sociales incumbe al conjunto de la sociedad (Estado incluido) y no puede quedar al arbitrio ni de las corporaciones privadas, ni de los organismos internacionales. Lo demás es agenda abierta a discutir, a reflexionar y a encontrar los mejores y más adecuados caminos. Y en esos debates debemos participar activamente. Pero hay más, el contexto actual nos lleva a considerar a las Organizaciones Sociales, no solamente en perspectiva local o nacional, sino también regional. No habrá verdadera integración regional sin el aporte activo de las Organizaciones construyéndola en conjunto con los otros actores. Por tanto, nos animamos a afirmar que estamos ante un Bien Público Regional, que tiene que ser tenido en cuenta en los procesos de integración que hoy encarnan, para nosotros, el MERCOSUR, la UNASUR y la CELAC.
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Hemos recorrido un extenso camino a lo largo de estas páginas. He intentado, no sólo hacerme preguntas, sino también arrimar algunas respuestas. Como todas, son opinables. Seguramente concitaré el acuerdo de muchos compañeros y compañeras y la crítica y el desacuerdo de otros y otras. De eso se trata, mantener un debate abierto que nos permita clarificar lo presente y el futuro más inmediato. La dinámica de la realidad es tal que, probablemente, al poco tiempo de escribir estas páginas, sienta que hay muchas cosas que deberían decirse de otra manera y relativizar algunas de las afirmaciones que hasta aquí he hecho. Estas páginas no tienen más pretensiones que aportar a un debate que ya está presente y abierto y que no puede ser abordado livianamente. Espero que, sobre todo, nos sirva a quienes hoy integramos los equipos de Fundación SES. Ojalá pueda aportarles también a las otras organizaciones que caminan con nosotros y quienes, desde el Estado, ¡nuestro Estado!, asumen las responsabilidades de liderar los procesos de transformación y garantizar los derechos de todos y todas.
Alberto César Croce Director Ejecutivo de Fundación SES
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