Breves nociones de urbanidad

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ESTRACTADo\S DE VARIOS A UTO RE:!i

y

DISPUESTAS

E~

FOR!tH DE CATECJS)IO,

DE l.A.

NUEVA GRANADA

SUEVA EOICJON CORR:&JIDA J AUlJJiSTADi'\.

BOGOTA, IMPRENTA DE 'FRASClSCO T ÓRR:Ei .\MA \' •.\

1853.

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¡Quod muntts reipublicll! majus meliusve offerrc Jlosmnws, 1fllam si

docemus atqu.e crudimu.s

juvenil¡ km! -C1c 11 DB Dl'l·

¡Qué mayor beneficio, qué servicio mas importante poderoo3 h ~ccr á \a República, que el de enseñar i dirijir Jajuventudl CICERO~·

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DOSP1L1IIR1SSOIIRE EST1 NUEVAEDICIO~.

--·····Hace veinte años que hallándome de Gobernador de Bogotá, redacté estas Breves nociones de Urbanidad ~ara la enseñanza u e las niñas en el Colejio de la Merced. -Iui léjos estaba yo de pensar entónres, que este bello rlantel qu.e acababa ·~.e crear en mi fervoros.o celo por U educac10n de las muas, reumendo fondos 1 proporcio~ando rentas sin gravar al Tesoro nacional, ni pensionar ~los particulares, había de presentarse en 1853, implorando .la caridad pública para sostenerse, despues de haber tenido una existencia desahogada i tan brillante como Provechosa. Pero así habia de suceder. Cuanuo los falsos apóstoles de la civilizacion han desorganizado i anarquizado las enseñanzas profesionales, han entregado á la ignorancia la direccion de las escuelas primarias, reduci~s hoi á esqueleto, i han minado locamente las condiaones de existencia de la sociedad civil; i cuando basta la elijion santa que heredamos de nuestros mayores i que es el consuelo, la garautla i el solo medio de instruccion Para estos pobres pueblos, se halla amenazada i afiijida en 8 Us ministros, i en sus hijos, ¿cómo babia de escaparse de la rapacidad de unos i de la presuntuosa ignorancia de ttros, ese pequeño monumento de nuestra naciente civi'~acion 1

La educacion de las niñas exije hoi,mas que en ningun Otro tiempo, una atencion especialisima. En el embate ~f los vicios i de los malos instintos que amagan tornar ~ país á la barbarie, la Providencia nos presenta, en llestras esposas i en nuestros hijos salvándose de la ~0 l'l'npcion jeneral, una esperanza, un medio de salud e ara el porvenir. Es un hecho grave, trascendental i elnsolador, que con escepcion de aquellos lugares á donde d· favoritismo gubernativo ha mandado, durante los últimos le~ al'íos, de Gobernadore s ó Jefes políticos hombres Profundamente inmorales i corrompidos, la mujer ha ganado, en vez de perder, en.moral i cultura,- consecuencia

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4 natural del interes que se ha tomado en instruirla i meJOrar su condicion. Importa, pues, redoblar nuestros esfuerzos en tan santo i patriótico objeto. Nada significa que el mas cínico libertinaje diga, como hace poco lo repitió un viejo solteron, que todas las 1lwjeres son iguales delante clel hombre. No. La mujer modesta, entendida en las haciendas domésticas, piadosa, en una palaurn , la mujer bien educada iuspimrá mas respeto i amor i ejercet·á una influencia mas benéfica en la sociedad i en la familia, que una mujer inculta i pervertida. La buena e_ducacion dá á las niñas una fuerza prodijiosa para resisttr l~ seduccion, para pensar en el porvenir i para ejercer una mtluencia benéfica en los destinos de la patria. Cuando Francklin solicitaba de Luis XVI el reconocimiento de la independencia de los Estados Unidos, el Monarca frances le preguntó si los americanos tenían medios i elementos para ser independientes: el virtuoso Francklin le contestó: "Serémos independientes porque nuestras mujeres lo quieren ... La patria de Washington es el país en donde las niñas son mejor i mas jcneralmente educadas. El conocimiento que me han dado mis viajes por la Nueva Granada, me ha persuadido que la educacion que se dá á las niii.as, no corresponde con las necesidades, los recursos i las circunstancias especiales de las localidades. Las niñas deben educarse teniendo presentes el destino, los t!~beres i la3 ocupaciones á que las llama la posicion de sus familias. ¿De qué le servirá á la hija de un campesino en el interior de la Nueva Granada, que se le enseñe idiomas, flsica i jeometría? Por otra parte, los pad1es en Jo jeneral carecen de medios, i algunos basta de voluntad, para enviar sus hijas á las escuelas, temerosos del riesgo siempre creciente á que están espuestas yendo quizá de grandes distancias á los poblados, ó estando recomendadas en ellos á personas desidiosas; todo lo cual pre_se~ta la necesid&d de que terminen Jo mas pr~~to su aprendi7.aJe. Pienso asi que la enseñanza de las ntnas debe distribuirse en trea clases, á fin de que sea positiV 3 • Útil i provechosa, renunciándose en este punto á toda idea de igualdad democrática, que si, en abstracto, es Jaudable, carece de objeto práctico, i no consulta ni los iote-

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5 reses de la sociedad, ni los de la familia. La existencia de la escala social es un hecho necesario i tan conforme á la naturaleza como la clasiii.carion de los animales i de los vejetales' en jéneros, especies i familias . El'isKÑANZA JENERAL.-Lectura, escritura, doctrina cristiana, catecismo de historia sagrada, reglas principales Ue la aritméti.ca, costura, bordado sencillo, economía do~éstica i ejercicios jimnásticos. A esta enseñanza deben hrnitarse las escuelas públicas i privadas de las niñas en los lugares pequeños, cuyos habitantes están consagrados esc]usivamente al cultivo de la tierra. ENsEÑANZA ESPECIAL.-Los ramos de enseñan;;a uniVersal, i ademas gramática castellana, dibujo lineal, toda ~specie de bordados, flores de mano, proporciones i fracciones decimales, historia i jeografía de la Nueva Granada i urbanidad. En las escuelas de las cabeceras de cnnton, puede adoptarse la enseñanza de estos ramos. E~sEÑ.HIZA suPEnton.-Los ramos que comprenden las Llos enseñanzas anteriores, i ademas jeometría, jeograf1a astronómica, física, política i descriptiva de las cinco partes del mundo, idiomas inglés i francés, música 1 nstrumental i vocal, elementos de fisica, historia autigüa, griega, romana i del bajo Imperio. Estos i algunos otros tamos, cuya enseñanza está indicada por las circunstancias b~peciales Ele las provincias, pueden aprenderse en cursos ten distribuidos en los colejios provinciales. Conviniendo con los ueseos d~ algunos compatriotas, he revisado este traLadito, que, apesar de la prisa con que lo redacté, fué bien recibido del público, i se han hecho de él diversas ediciones aún fuera de la República. Si en el hombre la buena crianza es el mejor pasaporte ~n el mundo, para la mujer cuyo destino es agradar, es~~ular á la virtuu, hacer estimable el honor i formar los abitos sociales, es una necesidad indispensable. Todos reconocen esta verdad, i hasta en Inglaterra es admitido proverbio frances de que "Los hombres hacen las eyes, i las mujeres las reputaciones... Apesar de esto, Yo no he visto una obra destinada especialmente á dar reglas de Urbanidad á las Señoritas, pues todas las que se han publicado en Europa, se contraen á los hombres;

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pero prescin diendo de esto, siempr e es cierto que tales obras deben acomod arse á los usos, á las costum bres i hasta al clima mismo de cada vueblo . Este fué puntua lmente el trabajo que empren dí en 1833, i que hoi aparece coll notable s reform as i variaci ones, efecto del mayor cuidado con que lo he visto i de las modificaciones que ha tenido nuestra socieda d desde aquella fecha. Enseña r Urbani dad no es simplem ente, como algunos piensan , dar reglas para tomar ciertas actitud es i ejecuta r ciertos movimientos. Esto, me atrever.~ á decirlo, es l.ll corteza de la civilidad. El objeto esencial de la urbanidad es el ejercicio de las virtude s sociales, prescri tas por la moral, ó por la costum bre, de 1nndo r¡ue se aument su encanto i su aprecio , se haga ma~ agrada ble el que e las practiq ue, i adquie ra mayor amenidad el trato entre \a> jentes. Una buena accion, un obser¡uio, un servi('io , \a limosna misma pierden su mérito si se rjecuta n fuera J;· tiempo 6 de una manera incivil; miéntra s que la negativ a de un favor hecha con agrado , deja muchas veces satisfech O al que lo pide. Las reglas de \a urbanid ad deben enseña rse teórica i práctic amente . Aprend iéndola s de memor ia, ,;e fijan ordenadam ente en las niñas, i con La práctic a de las institutoras, se hace natural el uso de los precep tos, porque como muchas veces se ha dicho: "no bai mejor maestro, que el cjemvl o, ni mejor discípulo que el instinto de imi~ tacion. " Este tratado, puede llenar tl primer objeto, 1 aunque no tuviera por otra parte mas ven \.aja que uni!orm ar los usos sociales en un país como el nuestro , en r¡ue todO es heteroj énco, empeza ndo por el hombre i acaban do por el clima; yo bcndec ir[a al. cielo por haberm e otorgad o In dicha de haber coutnb mdo en algo á la cducacion de lt1 juventucJ. Bogotá , 19 de abril de 1853 .

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BREVES NOCIONES DE URBANIDAD.

Acomodulas para la enseñanza de las Señoritas ¡le la Nueva Granalla.

uc::olT DE LA

!,a

URDA~ID.til E~

JB<ERAL.

P. ¡Qué es urbanidad? l\. Es la expresion i ejercicio agradable de las 'irtndes sociales. P. ¿En qué consiste esencialmente el espíritu de la tlr·banidad ? R. En hacer aquellas cosas que quisié1·amos se hiciesen con nosotras. P. ¿ Bas lar·á para que bagamos una cosa el que ~l'll agradable á los ojos de los demas? R. No: es pt·eciso, además, que no nos degrade a llucstr·os propios ojos: el decoro nos obliga á conforlllar nuestras acciones con nuestros deberes. P. Qué entendeis por decoro? R. Es una virtud moral, po1· cuyo medio se hacen l~ cosas de manera que pat·ezcau bien a nuestros 0Jos i á los de los demás. El decoro de una Señorita

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lo constituyen el respeto de sus deber·es, el rl'cnto, el conocimiento de los buenos usos sociales, i el juste temor de la censura pública i del desagrado de s11 familia. P. En qué se distingue la vet·dadera mbanidad de la falsa i bastarda? H. En que la primet·a es fácil, sencilla i natural, i In segunda afectada, violenta i forzada. l'. Con quién debe Pj<'rcitarse la urbanidad? H. Con toda clase de personas, pero mui especinl· mente con los ancianos, con los sacerdotes, con los cstránjeros, con los señoras i con los sefures que estén constituidos en alguna autoridad ó empleo.

DE LA L!Ml'IEZA , MODESTIA I AFABlJ.lDA D.

P. Cuál es la base fundamental ue la urbanidad ? B.. La moral crh;tiana, porque sin \irtud no hui agr·udo, ni atractivo ni mérito posith·o . P. Cuáles son los r·asgos caractei'Ísticos de la urbanidad en la mujer? B. La limpieza, la modestia i la afabilidad. P. Pot· qué la urbanidad nos pr·escribe la limpieza ? R. Porque el desaseo mole~ta !a \ista i el olfato de nuestros seml'jantes, es indicio de ~um n desidia i flojedad, manifiesta 1a falta de consiclcmcioll por· lus personas á quienes nos presentam os, i (]t'mucstm, en fin, el poco aprecio que tenemos de nosotras misma~, i aun de nuestm propia existencia. P. Pues qué, el nseo coutribuye á conservar lf\ belleza i prolongar la existencia de la mujer? B. S[, porque él mantiene la docilidad de loS miembros, la S\lnvidad de la cutis, una tez hermosa, brillo en los ojos, pureza en la dentadura i todo el cuerpo en el vigor mas completo.

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P. Cómo conseguirá, pues, una señorita el man-

tenerse aseada? R. Bañándose diariamente la cara i las mano~ dos veces por lo ménos, i todo el cuerpo con tanta frecuencia como sea posible, peinándose todos los días precisamente, i mudúndose el vestido interiot· i cxtel'io¡· cada dos ó tres, á lo mas, si es frío el temperan1ento, i si es cálido, con mas frecuencia. Para una señorita es tan indispensable un baño en la casa , como un espejo, ba dicho una respetable matrona . P. Qué eutendeis pot· modestia? U. Es la ' 'it'tud que modera, templa i regla las acciones extcmas, conteniendo á la mujer en los lím ites de su estado: sin modestia pie•·den mucho de su mérito los mas bellos dotes del cuerpo i del espíl'itu. P. Cómo debe ejercitar una señorita esta virtud ? R. Procurando agradar menos á la vista que al espíritu i al corazou. P. No es lahet·mosuraloqueespecialmentecauth a los COI'azoncs? R. No pot· cierto, si ella no está sostenida pot· la ll1odestia, el bueu juicio i la vit'tud. Las que funda n su gloria i su mérito en la hermosura, deslumbrarán Por un momento á un jóven inconsiderado; pem desPues se hacen ridículas, porque aquella cualidad Pronto se marchita. Por eso ha dicho Fenelon, que no hai diferencia entre una mujer hermosa i una fea , que un corto número de años. ¡ Infeliz la niña que Cifra su dicha i su o1·gullo en el fujitivo pl'ivilejio:de t1na belleza que una enfermedad puede hacet· de~a­ Pnrecer mañana! P. En qué se distingue la verdadera :modestia de la falsa? ll. En que la primera nace de los afectos que

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tienen su asiento en un corazon inocente i sincero, í la segunda consiste en aquella ridícula afectacion de bajar la cabeza i los ojos como para convidar á los presentes á que rejistreu los atractivos de la mujer, ó en hacer la voz mucho mas delicada ó delgada de lo natural, ó, en fin, en dar finjidas escusas i protestas de ignorancia, que quieren hacet• entender que se sabe lo que se ignora . p. Qué es afabilidad? R. Es una dulzum agr·aclable en la conversacion i en el trato. P. En qué extremos suele tocarse cuando no se ejercita con prudencia esta dote? R. En cumplimientos exesivos, en impertinentes lisonjas, en la frivolidad, i en una locuacidad insufribie. P. Cómo se evitarán estos defectos? R. Huyendo de todo artificio i usando de disc¡·ecion. La verdadera prudencia aconseja á la mujer que hable poco, que desconfie de sí misma i no use de maneras ó discursos artificiosos. Importa sobre todo no confundir la familial'idad con la llaneza, el humor festivo con el atm·dimiento i la agudeza con la mordacidad. En las miradas que son tambien parle del le~guaje, debe igualmente set· mui cit·cunspecta una senorita . Con sobrada frecuencia una mimda libre aniquila un crédito ó disipa una ilusion i un afecto.

LECCIOlT S.a DEL MODo DE PRESENTARSE UN.\ SEÑORITA.

~. Serán conveni.entes cualquiera hora i cualquier tJ'«Jepara que se deJe vet· una seiiom? R. No ciertamente: la seiiom que se presenta por la mañana, sin habe1·se bañado, yestido ¡ pei!Hldo,

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11 inspil·a mu i ma las ideas á los que la miran. El saludable uso ele madrugar dá tiempo sobt·ado para aquellas ocupaciones indispensables. P. I cuá l es el vesticlo decente que ella debe usar? R. El mas sencillo l aseado, pot·que es el que satisface mas al buen gusto, como nos lo manifiestan las estatuas que han quedado de las mujeres griegas i I"OlllallaS. . P . I no se cree que sin lujo no puede figurarse Jamas? R. Así lo piensa la vanidad; pero el buen juicio rechaza esta opiniou . El fausto arruina las familias distinguidas i las encamina á la cotTupcion; i en las pet·sonas de humilde nacimiento, exita la pasion á una pt·onta fortuna que no se puede adquit·ir sin p:.>caclo, como dice el Espít·itu Santo. Además, t·etrae del mntrimomio á los homi)l'eS de juicio. P. 1 qué direis de las prácticns de pintarse el rostro i nbnltarse el cuet·po ó apretado exesivamente pot· IYIE'dio del corsé para presentarse con elegancia i atraer la atencion en las concurrencias? n. Que la primera deforma i aruina la piel, i ex ita el desprecio de todos. El m·t·ebol en una pálida mujel' e~ como "una alegre sonrisa en la cara de un inválido." 1 la última es perniciosa á la salud, porque comprime el estómago i las entrañas, obstruye su nerion i el mo' imiento dt>l comzon i de los pnlmot:c>, i en usa desmayos, toses, consuneiou i otros males. Hai adl·más, en todo esto mncho de supe1·chería indigna de una señorita que no debe aspil·m· á se1· querida ~ino por sus cualidades naturales, por la nobleza de sus SPntimientos i el cultivo de su espíritu, no esponiéndose á dar i á recibir cha5cos i desengaños lnui amargos.

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12 DE LAS l'UNCIO::'> ES llELIJlOSAS.

P. Con qué vestido asistiréis á las funciones t·cIijiosns? R. Con el mas honesto i sencillo: el negro pnrecc mas aparente, i es mui laudable la costumbre de cubrit· con velo el rostro para sustmerlo en alguu modo de las miradas libres de la juventud. Se han ele evitar todos aquellos adomos profanos poco correspondientes á la sublime austeridad de la Relijion, pero no por esto se ha tle lleYat· el peor vestido, ó el mas desaseado, co1~1o h:Jct>n algunas señoritas cuando van por la ma iíana á los templos. P . Cómo estaréis en la Iglesia? R. Con el mayor recojimiento c~mpostura: la oracion ó la lectura de libros devotos serán mis ocupaciones en la Casa del Señor: no conversaré con nadie, no mil'aré para todas direcciones, i mucho menos aun cambiaré de lugar sin justo motivo. Cuidaré así mismo de no aparcntat· una compunsion ridícula ni ejercer áctos ele hipocresía no menos vitupemble que la indevociou . P. Qué lugm· tonuwéis? R. El que esté desocupado, sin abri•·mc paso por la fue rza, ni saltat· po1· encima de los concurrentes, porque esto viene mui mal con el recato de una señora,'i suele causar disgustos ó risotadas.

UCC!Oll 5.a DE Lii.S VISITAS .

P. Cuantas especies hai de visitas? R. Dos: unas de pura atencon i otras de tonfianza . P. Cuando se deben las primet·as?

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R. Cuando recibimos parte de un nuevo enlace,

del nacimiento de un hijo, de la mudanza ele habitacion, ó cuando tenemos que COI'I'esponder á estos actos de atcncion, ó cuando se hallaren enfermas ó cu cualquiem otra desgracia las personas que nos han favo1·ecido con ellos; ó, en fin, cuando hemos concurrido á un baile ó convite ú que se nos ha invitado. Tambicn aconsejan la buena crianza i la hospitalidad, que las señoras visiten á las de su clase que por primera vez Yienen de otro país ó provincia al lugar de nuestra 1·esidencia. Esta oficiosidad, aunque no se estila en las ciudades de Europa, recomienda el cal'áctcr hospitalario de los granadinos Todas estas Yisitas deben ser cortas, i cuando ocu1'1'a algun impedimento para hacel'las, se llena este deber de atenciou con una boleta ó car·ta de visita, de la cual tambien se usa cuando no se encuentra en casa <i la pe1·sonn que se busca. Deben remitiJ·se ó dejarse tantas boletas cuantas personas deseamos visitar. P. Qué llora es competente para esta clase de visitas? R. En Bogotá puede serlo de las once de la mañaña á las dos de la tal'tle, i en los demas lugnl'es se obsel'vará el nso establecido. P. Cómo os introducireis en la casa? n. A la llegada me haré anuneinr por unloscriado, amos en seguida entraré, saludaré primemmente á de la casa, i despues á las demas pe1·sonas, continuando po1· las e]{· mas distincion, cla1·é la mano á mis iguales é infe1·io1·cs con quienes tuviere amistad, i espc1·aré á qne me la e;,..tiendan Jos superio1·es. P. Qué asiento tomaréis? . R. El que se hallare vacante, ó aquel que se me lUdiqne, pero agua1·daudo á que se hayan sentado los de casa. P. l vos como os sentaréis?

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B. Dejando el cueqJO en sn posicion natural, des· causando los pies en tierra, i sin tener mui unidas ni separadas las piemas: el vestido debe cubrir el pié hasta el zapato i llO quedar levantado ó doblado hócia a tras· i ha de ponerse much:> cuidado en no h:~cer uing~na especie de movimiento que moleste la vista de los demás. La postura masó ménos decente de una mujer basta en ocasiolles para decidir ó las jentes en favor ó en eont1·a suya. P. 1 si váis á casa de un enfermo, solicitaréis que se os deje verlo? R. Es imprudente tal pretension, lo mismo que la de insta¡· pam que se apliquen al enft'l'mo los medicamelltos que indique. La civilidad solo exije la oferta de nuestros servicios. P. 1 cómo recibiréis en vuestm casa á las personas que os visiten? U. Si son señoras, saldré á recibirlas hasta la puerta de In sala, las iutroduri1·é i daré asiento; i si son señores, le~ saludaré de palabra i con un u lijera inclillacion de cabeza. i los convidaré á que se sienten, teniendo cuidado ele no lJrinclar la silla que acdba de desocupm·sc, si bai otm en la sala. P. De qué modo tmtaréis á las personas que vayan á vuestra casa? R. Afable i cortezmeute. Todos los que van á nuestra casa tienen de•·eeho á nuestras atenciones: es prrci~o ser induljcnte con ellos, escusar sns faltas de civilidad i alejm· toda ocasionó motivo de desagradarlos . .1\'o debe mostrarse C{tle la visita rs importuna o quita el tiempo, ni regañarse á los domésticos. Manifestaré iuteres por la sálud de la persona i la de su familia, i si tuviéscmo? que barer algun obsequio ó fa''or,lo verificaremossm prctenciouesisin humillar la delicadeza de la persona. Ultimameute, cuidaré de no

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15 hacer pt•eferencias odiosas ó que pueden sm· mal interPretadas, cuando hai m uellas pm·sonas en nuestra casa. P. Qué llat·eis cuando se despidan? lt Las acompañaré hasta la salida, excusándome con las personas que quedan en la sala. P. Isi sois vos la queteneis que despediros, cuando esteis en visita, cómo os conduciréis? R. Me levantat·c del asiento i me despediré del Propio modo i con el mismo órden que saludé á las Personas á mi entrada. P. I será conveniente que en todos estos actos se dé indistintamen te la mano á los hombres como ahora commienza á estilarse? R. De ninguna manera: esta es una pl'Ueba de confianza que solo puede darse á personas mui allegadas pot· la amistad ó el parentesco, i nunca usarse con las demas, señaladamente con los jóvenes. Unu Señorita debe evitat· toda familiat·idad con ellos, para gue jamas llegue el caso de que le falten al respeto, o de que se fot·men sospechas, aunque sean inmerecidas, contra su honor. P. Qué pt·ecauciones tomat·eis ántes de hacer una Visita? R. Recojeré noticias exáctas de las personas que concurren á la casa, de sus cualidades mot·ales i de sus conexiones, i no me intl'Oducit·é en ninguna sociedad en que no halle jentes á quienes personas respetables manifiesten su estimacion i apt'ecio, d P. I admitiréis en vuestt·a casa á cualquiera que ese e visitaros? ll.. No por cierto. La prudencia i el trato europeo han introducido la costumbre loable de ser presentada ror persona de confianza la C{tle quiere visitarnos, i a Pt'esentacion no se hace sin el pet·miso del Jefe de

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16 la familia que no lo concede sin estar cerciorado de las buenas prendas del sujeto de que se trata. P. Qué visitas llamais de confianza? R. Las que se hacen á los parientes inmediatos en los días de descanso. P. Cómo os manejaréis en ellas? R. Siempre con recato i con decoro; la llaneza no debe existir ni dentro de las paredes dvu1ésticas. P. I si en estas visitas se os invita á ir al paseo ó á otra casa, ó á asomaros al baleon ó ventana, aceptaréis la invitacion? R. No iré al paseo ú otm casa sin el permiso de mi madre; pero sí pouré estar en el hr.lcon ó ventana, aunque me cuidaré mucho de no conversar con los que pasan )101' la calle, porque este acto compromete sériamente el buen nombre de una srñorita. P. 1 no deberéis visitm· á las que llamais vuestras amigas, con la misma confianza que á vuestros parientes? B. La prudencia aconseja que no, po1·que es muí raro encont1·ar una amiga verdadera: la historia inmortaliza a mil madres animosas, á mil hijas obedientes i á mil esposas he1·oicas; pero no se halla en ella un rasgo que celebre la amistad de dos mujeres. I~os wrcladcros amigos de una señorita, los mas antiguos i mas fieles, son sus padres para quienes la vida es menos apreciable que la felicidad de su hija. 1'\unca debe dMsc ~l título de amigas á aquellas conflclentas, cuyas ¡·elaciOnes clcstmye á menudo la rivalidad ó la envidia de que sicrop1·e son víctima las niñas candorosas i confiadas . P. Srgun esto, obrm·án bien las madres que envían ó dejan solas á sus hijas en semejantes Yisitas? R. Es nna grande imp1·udencia el hacerlo.

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P. ¿I qué dirémos del uso de fumm· que se ha in-

troducido en las visitas, i en otras especies de soctedades? R. Que debe desterrarse absolutame nte de la~ l'euniones de personas delicadas, porque afea la cam de una seilorita, le da mal olor en la boca, la pone la necesidad de escupir con frecuencia i ensuciar .os salones, i por último, el humo daiía las pinturas llos muebles ele casa.

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LEO~IOll

S.a

DE LA CO:>;\El,tSACION.

P. ¿Cuál debe set· la convcrsacion de una sciíora.

R. Culta i modesta, esmerándose mas en hacer brillar el talento de los <lemas que el suyo: sus frase>. deben ser puras i castizas, i empleadas con oportunidad: los objetos se han de tocm· lijeramentc Sin profundizarlos demasiado, pot·que el hablar ll'lucho sobt·e un mismo asunto fatiga la atenciou: debe hu irse tanto de la mm·muracion que es propia de nécios ó envidiosos, como de la adulacion é insípidos cumPlimientos que sientan mal en la boca de una señot·a. ~a mas perfecta discresion debe dirijir sus concepto~ 1 palabras. P. A quién miraréis cuando estéis hablando? R. A la persona á quien dü·ija la palabra, pO!'C[UL ~s propio dejente rústica hacerlo al cielo raso, al suelo 1l á otros objetos. P. En que casos usaréis de bufonadas? R . En ninguno; pero [ni las aplaudiré en otros, Particularm ente la de remedar, pot·que es una ofensa ~echa á la persona á quien se remeda. Los bufones 0 ~raciosos habituales, son por Jo comuu jente baja, 1'Um i villana. Digo lo mismo de los embusteros i 2

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lb chismosos que son la polilla de las familias i el opro· bio de la so<.:ictlacl. P. Será bien recibiuo que lo que decimos en uua convc¡·sacion, lo apoyemos con ju¡·amento? . R. ~ó, i los que tal hacen son personas de mul mala euucacion, por lo méno~. P. Cuándo aclucirlis curntos, anecdotas i iligre· sioncs? R. l\Iui rara vez, i es p:-eciso que vengan muí apelo, que sean cortos i que se tenga gracia para re· ferirlos, procurándose evitar las expresiones fastidio· sas de me entiende 1J.? Qur! dice U.? etc: Jo mismo que la risa i toda demostrncion de que celebramos nuestra aguueza i gracia. P. Co1~10 debe ser vuestra accion? R. Sencilla i natural: es un resabio insufrible el de ciertas personas que se acercan tanto á aquella con quien hablan, que la molestan con sus movimientos, ó le salpican la cara de sali\ a. P. Será decente que en la conversacion os ocu· peis de vos misma? R. Esta es una vana puerilidad indigua de una señorita, aún cuando se emplée el mayo¡· artificio para e1lo, como si alguna to1ja aeusaeiones contra sí par~ vindicarse, ó manifiesta repugnancia en elojiarse, o usa por último de una finjida humildad. P. Como os conduciréis con la persona que os habla? ~· La miraré modestamente á la cara, porque es sena! de desprecio el tener fijada la vista en un mueble de 1~ casa, ?ivertirnos con algun juguete, cantar entre dientes, o sih ar, leet· un papel ó un libro cuan· do la per~ona ~os está dirijiendo la palabra. P. I Sl os dice alguna cosa que no esté de acuerdo con vuestra opinion, qué haréis? R. Ante todus cosns me cuidaré de no interruJll·

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19 . PH·la, ni por éste, ni por algun oti'O motho, i nunca Usm·é de las expresiones de V. no me enticmle: U. se C(¡uivoca:'no es asi, etc.; sino que emplearé las de

no estoi segura, pero creo: yo seria de opinion: tal 'lie.; no me he explicado con claridad: perrlóneme U. Pero .... ú ott·as semejantes, en que manifieste comPostura, nobleza i dignidad. P. I deberá cortarse toda dis))uta en una conver8acion? ll. Sí: porque ella produce altercados, irrita el alllot· propio, i sostituye á la amenidad de una conVe¡·sacion, el desagrado i aún la disco¡•dia. l 1 ara evit;¡r esto no deben tratarse cuestiones de partido, ni ~'.enturarse expresiones que puedan mortificar directa tndircctamentc á los p1·csentes. Tampoco debe halarse á ninguno de su profesionó ne~ocios, porque es Vulgaridad que á pocos gusta i suele molestar, pnes que ~ll una comersacion de rect·eo se desea descansar de los trabajos habituales, ocupándose de asuntos diversosi ll.gradar. P. I qué diréis de las apuestas que se hacen para Sostener una opinion? l"Q.:n.. Que una señorita no debe propoucl'las, ni adltirlas. P. Cuando algun nécio hable en términos dudosos, ó se rie en una sociedad , deberéis pensar que sois vos e1Objeto de la risa? lt Nó, porque la persona fina rara vez piensa que ~e ocupan de ella, i si lo piensa nunca Jo da á entenf er . •So lo el que es desp1·eciable, ha dicho Roche0llcauti, se cree desp1·eciado." <l P. Qué haréis si delante de vos se dicen palabras e sentido doble, ó couocidameute indecentes? t' ll. En el primer caso manifestaré que no las en~endo i ni me enfadaré ni me reiré: i en el segundo le retiraré, si puedo, i si no, demostrare en mi aire

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frio i rfjido el desprecio con que oigo semejantes pu· labras. ·¡ P. De qué medio usaréis para hacet·os respeta!: · R. De cierto grado de seriedad exterior en las Jll 1' radas i ademanes: una continua sonrisa en el sem· blante, es indicio vehemente de superficialidad. Tarn· bien se ha de distinguir la edad i categoría de Jos sn· jetos con quienes se trata. A un obispo, pot· ejemp~o, no se ha de hablar lo mismo que á una señora, 111 {J tlna señora lo mismo que á un militar ó un literato: P. Podrá revelarse en una conversaciou, por mll 1 de confianza que sea, el sect•eto que se nos ha confiado1 R. No por cierto, pero ni tampoco aquellas cosas que báyamos oido en otras t·euniones, aún cuando uo se nos haya encargado el secreto. La señorita indis· creta siempre está metida en laberintos i averigua· ciones desagradables, i en donde quiem es recibidll con desconfianza i cautela. P. En conclusion, poclt·éis hacerme un breve resú· roen de las principales reglas de la comm·sacion? R. La primera de las reglas de la couversacion es prestar una constante i reflexiva ateucion al asunto que se trate. . Las personas distraídas suelen salir c<Jll algun adefecio, i son incapaces de seguir una con ver· sacion, cuya cla>e está en sabet· edificar sobre las fra· ses i ocmrencias de los contertulios. Cuando se hallan pt·esentes extt·anjeros debelJ10 5 ~abiar el idioma que todos entiendan, prefiriendo slCmpre el nacional á no ser que no lo comprendo el extranjero, pues ~ntónces debemos hablarle en el suyo si lo poseemos. No es prudente entrar en conversacion con perso· nas que no conocemos: cuando la necesidad lo e::dje, no debemos salir del campo de las jeneralidades, coúl 0 la estacion buena ó lhtviosa etc.

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21 Debemos abstenernos de hablar del mérito de nues~:as familias, pt·ocurando mas bien elojiar con finura i tscrecion el de las personas presentes. No hai que citat· textos, ni usar de términos rebusCEdos, ni en fin, tratar de pasar por persona instt·uida n una tertulia el ente mas ridículo des pues del buon, es el que lá echa de docto." Conviene dirijir alternativamente la palabra á to(1os los concurrentes, á fin de evitar distinciones i Preferencias siempre odiosas . A.unque la lisonja es uno de los medios de agrada¡· en sociedad, debe ser fina i nunca directa: comPrendida i no pronunciada. Es noble i discreto en ~easioues contestat· con un cumplimiento lisonjero, .ua pulla ó un sarcasmo. «La lisonja requiere cono('~llliento profundo del corazon humano i mui espeetal del carácter de la persona á quien se dirije." ~o~ cumplimientos son moneda corriente en la buena el Ctedad, i á nadie le falta trueque para volver i queat· en paz. Es preciso sin embargo no prodigados. son insoportables en una reuniou, 1 1Los preguntones so tlismo que las personas que de todo se asombran, e Ud miran i se entusiasman . ~h '' Eu grades concurrencias no bai que decü· ni muo bueno ni mucho malo de nauíe." u u buen surtido de 1 Para conym·sm· vale mas tener •echos, que de principios. tr Si fuere atacada en su honot• una persona de nuestro !~precio, la defenderemos con toda moderaeion i a¡~taremos de que se hable de ott·acosa, para evitar ercaclos desagradables. nrl.>or último, tener paciencia i disimular el aburricotento, son sacrificios que exije la sociabilidad en 01 Pensacion de los goces que nos proporciona.

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UO:!Olt '/ ,a DEL JIIDDO DE COJ\IER.

P. Cuando fuéreis invitada á comer en casa ajellll á qué bom concurriréis? R. A la hora precisa que se me hubiese indicadO· Tan molesta puede ser la anticipacion, como el re· tardo. La misma exactitud debe habf'l' de nuestra parle para no hacer aguardar demasiado á los con· \oidados á nuestra casa. P. Dadme algunas reglas para la comida? • R. Al acercamos á la mesa esperaré á que el clueno ó señora de la casa me señale el n iento que he de ocupar, i dejaré que las personas de mas considera· cion se sienten las primeras . No me UlTimaré ni me separaré mucho de la mesa, procurando no incomo· dar con los brazos al vecino, ni poner los codos sobre la mesa, sino apoyándome lijeramcnte en las muñe· CU'l i teniendo el cuerpo derecho. No desplegaré 111 servilleta ántes que lo haya hecho el durño de la ca58· Pondré el vaso á la det·echa del plato, i el pan á la izquienla, i cortaré éste en pedacitos iguales para comer la corteza juntamente con la miga, Il e,·and 0 cada pedacito con dos dedos á la boca. Los criadoS deben servir pot· el lauo izquierdo, a fin de poder t.o· mar natmalmente con la derecha lo que presenten· .o se ha ue comet· con precipitacion ni con lcntit~d, m llenarse la boca demasiado, 1Ü hablarse mien~ tt·as no se haya pasado el bocado. Aguardaré 1111 turno pa1·a que se me sirva, i si se me presenta algull plato comun, nunca escojeré los meJores bocadOS· Llevaré la comida á la boca con la mano derecha~ usando del tenedor ó de la cuchara serrun la mayor 0 menor solidez del manjar. La sal¡ la pimienta se.h.all de toma r con la cucharita destinada á este serv1C 10 •

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~3 . o POl' su defecto, con la punta del cuchiJll) ];mpio, pero de ninguna manera con los dedos . ~o es cosa regul.at· oler los manjares, ni dejar la cuchara ó el tenedor 1 el cuchillo fuera del plato, desptles de haberme serVido de ellos, ni echar por el suelo los huesos, mondaduras de ft·utas ó cosas semejantes, pues éstas se ponen á la orilla del plato. Las pepas de frutas no han de escupirse, sino sacarse con dos dedos de la boca. Debe cuidal'se de que no se manchen las manos, Ui se embadumen los labios i mas aún de meter l_a cuchara ó el trinche sucio en el plato comun, o de tocar los alimentos con los dedos, ó de limpiar el plato con nn pedazo de pan. En fin, procuraré manücstar en mis acciones i en mi com et·sacion, decencia, cnltum i asco. P. Qué haréis si encoutrais en la comi,Ja alguna Cosa sucia, como un pelo, m1a mosca ele . .> R. No la eusetiaré á nadie, sino que la st·pararé á un ludo con di~imulo. P. Cómo contestaréis á la person:l c¡ue os brinda \In plato? . R. Si deseo tomar ele él, loacepta:·émodcstameute, ¡ ue no, lo ¡•ehusal'é, dando las gracias en ambos casos. P. Sct·á hícn visto que se ponga de pié una señorita Pnra alcanzar algo de la mesa? R. Ni en los hombt·cs es tolerable este uso, pues en semejante caso debe ordenarse á un criado que t~niga lo qnc se desea, ó pedido co1·tesmente al ve~Jno, si cerca de él estuYierc, P. Deberá una seiiot·i ta tt·inchar ó servir de aquellos lllntos que requim·cn para ello alguna fuei'Za ó destreza? It Nó, porque este servicio lo prestan los amos rle la casa ó los criados, segun el uso adoptado en la fa~ilia. Lo mas que se practica á veces es, que las 'len oras de la casa sin·an los postres, ó que obsequien

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cun una rMmzana ú otra fruta semejante á la persona que se haya con'. idado,i con quien se tenga confianza. ' . Será cortés instar é importunar á alguno para que tome lo que no quiere? n. La mayor iuchilidad es esta, pues se trata de obligar á una persona á que coma lo que quizá perju· tlica ¡j su salud i aun a su vida. p. Cómo usaréis de la bebida? R . A una señorita se debe ofrecer el licor, pero no comidal'la í comprometerla á que beba . l\Jas si hai algun imprudente que lo haga, no beberé teniendo la hocn llena i sin haberme limpiado los lábios: tomaré la copa por la parte mas inmediate al pié, uo beberé mucho, ni mui apt·isa,ui mui despacio, i tendré entretanto la Yista fija en el vaso. Lo propio practicare cuando beba agua, poniendo cuidado de no mojar el mantel al llenar el ,·aw, s1 es que el vecino no me hace este servicio. P. Si algun plato ó toda la comida estuviere mala, lo manifestaréis de palabra ó con vuest1·as acciones? R. l\le abstendré siempre de ello, porqlle la civilidad aconseja que no se vitupere, sino que por el contrario, se aprecie cualquir obsequio que se nos haga. P. 1 cuando algunas pet·sonas coman en vuestra casa, elojiaréls los platos ó vinos que se l~s sin·au? IL ~o parece mui modesto el elojio, así como tampoco es oportuno el ' 'ituperio porque, sino se puede trata r bien á un convidado dei)e l'$t'llS!Irse el comite. 1 • Qué regla tendreis pm·a que la comida no daüe :i vuestra salud? R. No ~om~r de aquellos alimentos que sabemos por exper1~ ncm nos son nocivos, ni comer ó beber hasta la saCiedad. El ex eso en la comida i en la bebida debilita i agota las facultades dijestivas, aumenta la masa de la sangre, acelera el cons\lmo vital, pro-

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en fln, el embotamiento de las facultades inte-

1ectuales.

P. Cuándo os levantaréis de la mesa? Cuando lo haga el dneilo de la casa? P. I si en la familia hai la costumbre loable de dar ~t·acias á Dios des pues de la comida, la acompañaréis n.,esto acto relijioso? · R. Con muchísimo gusto, porque es un deber de la criatura tributar las gracias á su Ct·iador por lo · beneficios que de él recibe.

R.

UCCIOlt S.a DEL l'ASEO.

P. Cómo debe andar una señorita en la calle o

en el

paseo?

R. Con un paso regular que no sea lento, ni preciPitado: el cuerpo debe it· derecho, evitando todo cout~neo, i observando donde se pisa para evitar la caída. 110 se ha de fumar, ni cantar, ni mirar atrás, ni hacer <tdeman alguno que pueda ser mal interpretado. En la marcha de una señorita debe descubrirse el pudor, Us¡ como en sus miradas la decencia. P. Qué vestido llevaréis? R. El mas honesto 1 conforme con Jos usos del tiempo . Siempre será el mejor el que me dieren mis Padres. P. Por qué parte de la calle debeis andar? 11. Entre nosotras no hai regla fija en este punto; Pero seria bueno que todas conserváramos la derecha en la acera por donde pasásemos . P . Qué lado daréis á vuestra madreó á una señora ele mas edad que vos? B.. El de la pared, i sin acercaTme tanto á ella que

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la incomode, ó separándome de modo que no oiga lo que me hable. P. Si un caballero os brinda la mano para pasar una acequia i subil· una escalera, ó el brazo para conduciros, aceptaréis su oferta? R. Sí, í le daré atentamente las gracias, pero procuraré no sep~rarme de mi madre, á la que es regular que otro senor haya hecho este mismo acto de atencion, pues de' lo contrar·io, yo no la dejaré sola, porque la buena crianza dicta que cuando vaya un solo caballero se coloque en medio de las dos. P. Cómo responderéis á la persona qúe os saluda? R. De un modo atento i cortés, i si se detiene en el camino, haré yo lo mismo, siemlo señora distin· guída.

DE LAS :REO/IONES I TERTULIAS .

P. Cómo entraréis en una re un ion? R. Del propio modo que á una visita, saludando atentamente i con la preferencia debida á los dueños de casa, i luego á los concunentes. P . Cuál será el objeto oportuno de vuestra conversacion? R. No ha de ser ni mui doméstico, ni mui sobresaliente: el primero á nadie intet·esa i fastidia á muchos i, el segun_do suele hacet· pasar po~ rid(cula i pedante a una senorita. La bachilleria es insufrible en el bello sexo. L~ misma baronesa de Stael, apewr de sus talentos l de su erndiciou, fué despt·eciada de Bonaparte, por haberle hablado con un llOCO de vanidad i de presuncion . . P . Cuál será vuestro porte en los juegos i diver· SIOIH'S7

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R. :\Iodesto i reservado: jumas debe mostrat·se un aire risueño á lo croe no es honesto. P. 1 si se os im-ita á tocar ó cantar, qué haréis? . R. Me prestaré con ,iovialidall á ello, si poseo Siquiera medianamente estashabilidades, i mi madre lo pet•mite. De lo contrario me escusaré modestamente pm·a no set· objeto de censuras i chacotas. P. A quienes debeis dirijir la palabm? R. A las personas que estén inmediatas á mí, pero nunca lo haré al oído. Una señorita cuchichera enfada en una reunion i da muestms de mala crianza. P. I si alguna persona quisiere hablaros secretamente? n. Lo resistiré con dignidad, especialmente si es hombre el que Jo pretende. P. Qué haréis si os presentan algun obsequio? --¡r.---Lo aceptaré, siendo ele poca cousideracion i me lo permitiere mi madre: daré de un modo afable las grncias, i no lo regalaré á otra persona, ni ménos lo fli'I'Ojaré. P. Cómo snldreis de la sala de reunion cuando tuviéreis necesidad? H. Acompai'iada de mi madre ó de una señora de t~ono:.-iua respetabilidad i virtud. ~. n~ qué modo satisfaréis ciertas necesidades nnturales, como escupir, estomud;11·, etc. etc.? R. La jente cultn escupe siempt·e en el pañuelo, procurando disimular este acto que, no por ser natu l'al, deja de desagradar á quien lo presencia. Al estornudar, lo mismo que al bostezar, me cubriré la cara con el pañuelo; i para sonarme lo hm·é con el menor ruido, i al tiempo de guardar el pañuelp, no Jo estregaré ni miraré dentro .

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LEOOiOll ! O. DEL BAILE .

P. Qué opinais del baile? R. Que aunque, en opinion de algunos, es un pasatiempo tontoi frívo;o, sinembargo, admitido como está en la sociedad, debe usarse de él con decencia i cultura . P . Cómo os presentaréis en él? R. En un traje honesto 1 llevando las manos cubiertas con güantes. P. Con quien bailm·eis? R. Con la persona que me cite, prévio el consentimiento de mi madt·e, á no ser que tenga un comprometimiento anterior; pero me cuidaré mucho de desairar á nadie, ó de comprometerme con anticipacion para mas de una pieza, i menos aun de usar de engaños para escojer de compañero al que mas me guste, ó de hailat· todas las piezas con una misma pet·sona. Para salil' de conflictos i evitm· que la diversion se convierta en sinsabor, preferiré abstenerme de bailar en toda la noche bajo pt·etesto ele indisposicion que sin eluda tendré en el alma. P. En qué bailes tomaréis parte? R. En los que sepa ejecutar con regularidad. Un bailm·in ó bailarina bisoños son la mofa de la concurrencia, i sirven de obstáculo para adelantar las contradanzas ú otro baile semejante.

UCC!Oll1 L DE LA COD.RESPONDENCU. El'ISTOLAO..

P. A q11ienes <1ebe escribir una señorita? R. Si es soltera solamente á sus padres, parientes mui allegados, ó amigas, cuando estuvieren ausentes . Si casada, á su marido i á todas artuellas personas á quienes deba hacerlo con algun objeto importante i

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preciso. La lijcreza en escribiL· cartas ha causado i causa mas daño á la mujer, que todos los defeetos juntos crue pueda tener . Esta es una de las eircunstancias gntYes de la vida de una señorita, en que necesita el consejo de sus padres . P. Cómo pl'incipiaréis una cm·ta? R. Por la fecha, despues se pondrá el nombre de la persona á quien se dil·ije, i seguidamente trataré del asunto que la motiva, i la concluiré con las expresiones de atcncion:- - Deseo á U. salud: --Soi de U. atenta servidora, ú otras equivalentes, i pondré la firma entera sin usar de iniciales. P. Cómo debe ser el estilo epistolar? R. Natural i sencillo i poco acepillado, porque la dureza i la afectacion son tan violentas en una carta como en una conve1·sacion. Nada de monólogos, de admimciones i de interjecioncs; nada ele pedantería, ni de pretenciones. Las mejores cartas son comunmente las que el autor ha estt·ito con mas facilidad. Las que se dirijan á personas ocupadas ó felices, deben ser cortas. P. Segun eso no de he pone~·se cuidado al esct·ibirlas? R. Esto no se deduce de lo que hé dicho . La manc¡·a de escribir desaliiiada i descuidada demuestm mucha falta de respeto : aun escribiendo al amigo mas íntimo se requiere alguna atencion, tanto al asunto como al estilo, por sct· así debido á nosotros mismos, i al amigo con quien nos correspondemos. ' . Convendrá un mismo estilo á todo jénero de cartas? R. No: el de las de uu hijo á un padre debe ser sencillo i respetuoso; el d ',ru de este á aquel, amigable i cariüoso: el de las de pésame, sentimental i discreto: el de las de enhorabuena placentero i cortés; 1 en fin, el de los amigos, suave, lleno de franqueza i de amenidad; pero sin exajeraciones ni superlativos, como: me he alegrado tantísimo -mi querirlisima,etc.

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P~

Qué modelos escojcreis para escribir vuestras cartas? R. Entre los antígüos las ue Plinio i las de Cicrron; i entre loB moderno!! las de LorJ Chesterfiel, las de madama Sevigñé, 1 las de santa Tet·esa ile Jesus. P. De qué tamn.üo debe ser el papel para este jénero <le escritos? R. Elquesellarnn de cartas,cuandohayan <le rscribirse estas: pnra los billet~s,bastará un medio pliego doblado, i ni aquellas ni estos deben prineiplarse mui arriba: el marjen es yn poco us:Hlo entre nosotros. P. Cómo debe ser vue~tru letra? R. Clara i bien formada, procurando imitar las pautas españolas; i evitanilo los errores de ortografía, no rn~nos que los borrones i garambainas que hacen inintelijible la carta. A lns pe1·sonas presentes se les juzga por sus maneras, i á las ausentes por sus cartas. Los errores ortogrM1cos en una carta, dan una triste idea de quien la escribe. P. Como la cerraréis? R. La buena eilucncion aconseja que sea en medio pliego separado, i dejándola de modo que teuga ocho dedos de lonjitud i cuatro de latitud: el sobrescrito debe comenzarse cerca de la m!tad, i debe ponerse de manera que coincida (!011 la cet·rudura, la que puede hacel'·se con lacre ó cou oblea. l·. Toda carta debe contestarse? R. Así lo ordena la chilidad; pu·o nna scüorita no debe haccl'lo sin el consrntimiento i dircccion de sus padt·cs, ó por medio de ellos mi~mos. En esto, Jo repetiré siempre, no ha! ' éxccpcion ni cabe disimulo.

u:o:ou 12,

ORSlillY .\C!O)<ES

JE~ERALES.

1'. Cuál es el medio de parecer mas cortés en la

sociedad?

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R.. El de complace•· en todo aquello que no rcpruebL

la moral, i que lo permitan nuestro estado i nuestras cil·cunstancias. P. Cómo obtendréis este conocimiento? . R. Oyendo los consejos é instruccion de mis pudres l preceptores, i tomando por mode:o á aquellas señoras que son mas celebradas por la propiedad de sus acciones i la elegancia de sus modales; pero sin pretender imitarlas sct·vilmente, pues muchas veces los t·asgos, los movimientos ait·o,;os que sientan bien á una persona, son insoportables eu otra. El buen sentido debe hacernos reconocer las discrepancias que hai entt·c el modelo i una misma, para poder Imitar con acierto, P. Cuáles son los defectos que se oponen á la urbanidad bien entcndida,i que debe C\itar una señot·ita?R. El encojimiento i lallesemoltura: el primero es hijo de una cducacion monji) i apocada;i la segunda nace uel descuido con que las madres tratan á las hijas, [:lermitiéndolcsintimidad irocecon toda clase dcjentes. P. Cuáles son las personas de cuyo trntointimodebetnos alejarnos para no contraer malos hábitos sociales? R. t.o Las de couuucta vituperable ó equivoca, que aunque aparentemente tienen porte fino, cat·ecen del recato i honestidad sin los cuales lma señorita no Puede ser verdaderamente c01·tés: 2. 0 Las que son Qfectadas i supuestas en sus movimientos i acciones, t cuyas maneras teatrales i empalagosas las hacen ostignntes á la sociedad; i a.o las que por falta de buena Crianza son completamente estt·aiias á los finos usos Sociales, carecen desua\ idad en ws modales,de cultura en su lenguaje, de nobleza en sus sentimientos, de delicadeza en sus accionesi de dignidad en su persona. P. Puede haber dentro de nosott·os mismos algun obstáculo que es preciso superar para ser amables i corteses?

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n.

S! por cierto: la frivolidad ó dureza del cat·ac· ter. Un carácter lijel'o i frívolo es causa del a desigual· dad en el trato, de la indiscreciou en las palabras , de la inconstancia en los afectos i de mil áctos de atm·dimiento que comprometen gmveme nte una señorita. Semejan temente un cm·áeter ríspido ó cHs· colo ocasiona disgustos ó sinsabores,acibara Jos goces sociales i repele las buenas relaciones para caer Juego en las de jentes de poco valer . Las lecciones que se nos dan en la juventud , los frecuentes consejos de nuestros padres, los buenos ejemplos i alguu esfuerzo de nuestra parte corrijcn mucho un mal carácter. ·Esta es la grande obm de la educaciou que le vale el título de segunda naturale:;;a, i pm· esto cree nuestro prcceptot· que ninguno la ha definido mejor que Sé· ueca diciendo que la ed?tcacion es la formacion de

los buenos !tábitos.

P. Qué cualidades son, por último, indispensables paz·o. d ejercicio de la urbanidad? R. La tolerancia i la induljencia. La primera es una \ittud social que uos hace sohrcllevm· sin desa· ¡ll'llU•) las diferencias de opiniones, la singulari dad i éstmnzg ancia de los gustos, la rudeza en las maneras, i la impropiedad del lenguaje. La segunda es una sublime 'irtud del cristianismo que pet·dona las inju· rias i ofensas que se nos hacen . Es preciso advertir, sine:ubar~o, que tolerar las opiniones no es apoyar· las, ni adular á todos los partidos, como hacen los Ladulaqucs; asi como perdonar las ofensas, no es humillal'llos delante de Jos ofensores . Podemos i debemos set·vit'les i hnccrles bien como jente cristiana i bien nacida , sin que sea necc~ario entrar en fami· liaridades con ellos. La DIGNillAD rEnsoNu es un sentimiento que debemos conset·var en todas )as circunstancias de la vida.

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