Medios Impresos II GABRIEL ALFONSO ARÉVALO CAMELO
MEDIOS IMPRESOS II – TALLER CINCO CENTRO DE DISEÑO - MEDIOS IMPRESOS II
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Colombia un país de lectores? Es indudable que Colombia ha venido dando pasos significativos en el ámbito cultural y apunta a volverse uno de los países latinoamericanos más relevantes en lo referente a libros y literatura. El pasado Hay Festival en el que se congregaron importantes nombres literarios nacionales e internacionales como Giovanni Quessep, Laura Restrepo, Fernando Vallejo, Salman Rushdie y Junot Díaz entre otros, dan muestra del interés que existe por parte de escritores renombrados de asistir a un evento que se ha ido posicionando como uno de los grandes encuentros en la región. La misma feria del libro de Bogotá con el paso de los años se ha ido posesionando como una de las más importantes de América Latina. En Colombia existen revistas literarias de renombre y otras más pequeñas, que hacen esfuerzos significativos por sobrevivir e impulsar la cultura hacia delante. Escritores cuyas obras hacen parte del canon de la literatura universal han nacido en nuestra tierra, y una nueva horda de escritores jóvenes ha proliferado en las últimas décadas. En mi viaje del 2007 por Paraguay, Uruguay, Argentina y Brasil, pude constatar que hay un profundo respeto por Colombia no sólo como país que produce grandes escritores, sino como emporio editorial. Colombia es uno de los países en donde más libros se imprimen anualmente a nivel latinoamericano. Incluso en los Estados Unidos, que se precia de tener una industria editorial amplia, y en donde cada semestre se inaugura cientos de maestrías o talleres universitarios de escritura creativa, se le da un enorme crédito a Colombia como país generador de literatura importante. Lo mismo se puede decir de Europa. Todo lo anterior es muy positivo y debe ser objeto de satisfacción para el país. Pero si hiciéramos un análisis más a fondo cabría preguntarse ¿qué tanto se lee en realidad en Colombia y qué tanto acceso tiene un colombiano promedio a los libros? A mediados de diciembre del 2008 compré en la librería Borders del centro de Filadelfia la novela "The sun also rises", del premio nobel norteamericano Ernest Hemingway, a un precio de quince Dólares (US $15.oo). Viajé a Colombia para la navidad y en la librería Biblos de Bogotá compré la novela El amor en los tiempos del cólera, del premio nobel colombiano Gabriel García Márquez, a un precio de cuarenta y cuatro mil pesos ($44.000.oo), es decir casi un tercio más cara con relación a la obra de Hemingway que había comprado unos días antes en los Estados Unidos, de acuerdo a la tasa representativa del mercado imperante al 20 de diciembre que era de dos mil ciento sesenta y siete pesos ($2.167.oo) por Dólar (US $1.oo). ¿Cómo explicar que el precio de dos libros similares sea tan disímil? Si comparamos el ingreso per cápita de los colombianos: seis mil setecientos Dólares (US $ 6.700), con el de los norteamericanos: cuarenta y cinco mil ochocientos Dólares (US $45.800), es posible darse cuenta de que la diferencia es aún mayor, en vista de que un norteamericano común tiene una capacidad de compra siete veces mayor a la de un colombiano promedio. Lo anterior suscita las siguientes preguntas. ¿Por qué son tan caros los libros en Colombia? Y ¿Qué tanto afecta éste fenómeno el hábito de lectura en los colombianos?
Siendo Colombia un país productor de papel y existiendo varias empresas que se dedican al negocio de la impresión de libros, no habría por qué pensar que un libro fuera tan costoso. Cuarenta y cuatro mil pesos ($44.000.oo) por El amor en los tiempos del cólera es inadmisible si se tiene en cuenta que el salario mínimo del 2008 estaba en cuatrocientos sesenta y un mil quinientos pesos ($461.500.oo), es decir, prácticamente una décima parte del salario mínimo. La literatura y la impresión de libros se han vuelto un negocio descomedido, claro, esto no es un secreto, éste fenómeno ha ocurrido en todo el mundo y no es de ahora sino de unos buenos años para acá. La literatura dejó de estar en manos de intelectuales, literatos y puristas de la lengua y pasó a estar en manos de comerciantes a quienes lo único que les importa son los números. Las editoriales quieres ganar un mayor margen sobre un libro, así sea uno de esos libros de leer y tirar a la basura, así como las librerías han ido aumentando gradualmente el porcentaje que se ganan en las ventas, sobre todo ahora en que el fenómeno global de las librerías de cadena se impuso en Colombia, y las librerías pequeñas y especializadas donde el librero sabía de libros y de cultos, han ido cerrando sus puertas. No cabe duda de que lo anterior tiene un impacto negativo. En la medida en que los precios de los libros suban y se mantenga arriba, bajarán los lectores. Es imperativo que la industria considere razones diferentes a las comerciales y sea consciente de que "tienen en sus manos la cultura de un país", o por lo menos una rama muy importante de ella. Si los impresores bajaran sus precios y las librerías sus porcentajes las editoriales podrían bajar el precio final beneficiando a los millones de colombianos para quienes un libro nuevo es un bien suntuoso, un lujo que pocos se pueden dar. Si los libros bajan de precios se desestimula la piratería y se fomenta la compra. Las impresoras, editoriales y librerías pueden ganar el mismo dinero o incluso más del que ganan en la actualidad, porque el número de ventas se dispara al volverse el libro un artículo de venta masiva. Así haya eventos significativos como los del Hay Festival, sigue quedando la sensación de que la literatura es para una ínfima minoría. El debate queda abierto. Invito a los lectores a dar su opinión y ampliar este artículo con información y datos que sean conducentes. Eduardo Bechara Navratilova escarabajomayor@gmail.com
NETIQUETAS Es esencial para los usuarios reconocer su responsabilidad respecto del acceso a los servicios y ordenadores vía Internet. Cada usuario es el último responsable de sus acciones cuando accede a los servicios disponibles. Internet o La Red no es una única red de ordenadores. Por el contrario, se compone de miles de redes individuales que permiten el paso de información a su través. Cada una de estas subredes utiliza una política y procedimientos particulares, por lo que acciones permitidas en una subred pueden ser controladas o incluso prohibidas en otras subredes. Es responsabilidad de cada usuario seguir
las normas establecidas en cada subred, la mayoría de las cuales suelen ser indicadas al comienzo de la comunicación. El uso de la red no es un derecho, es un privilegio que puede ser temporalmente revocado por una conducta abusiva. En este sentido existe una especie de código de buena conducta que ha de ser aceptado por los usuarios de Internet. El conjunto de normas que componen este código es usualmente denominado Netiquetas (proviene de Net Etiquete, etiqueta de la red). En realidad, las netiquetas no han sido impuestas por nadie: surgen del sentido común y de la experiencia. Las personas que llevan mucho tiempo navegando por Internet han ido asumiendo unas pautas de comportamiento que facilitan que su uso sea más fácil, rápido y satisfactorio. Desde sus orígenes, Internet se basa en una especie de solidaridad informática: cada persona aporta lo que desea de forma gratuita a la red y utiliza la información o programas proporcionados por otros. Para que este intercambio pueda llevarse a cabo, se han aceptado ciertas normas de comportamiento no escritas, aunque pueden encontrarse en la propia red algunos conjuntos de normas o consejos para una utilización adecuada de la misma. Evidentemente, la propia naturaleza de la red impide establecer un conjunto universal de normas. Existen varias colecciones de netiquetas, cada una de las cuales concede mayor importancia a unos aspectos concretos, si bien coinciden en los aspectos esenciales. En lo que sigue intentaremos reproducir un conjunto básico de consejos a seguir para un correcto comportamiento en Internet. Los Diez Mandamientos de la Informática No debe utilizar el ordenador para dañar a otra persona. No debe interferir en el trabajo con el ordenador de otras personas. No debe entrometerse en los archivos de otras personas. No debe utilizar el ordenador para robar. No debe usar el ordenador para dar falso testimonio. No debe utilizar software por el que no ha pagado. No debe utilizar recursos de otras personas sin autorización. No debe apropiarse del trabajo intelectual de otras personas. Deberá pensar siempre en las consecuencias sociales del programa que escribe. Debe utilizar el ordenador siempre con consideración y respeto
DICCIONARIO PARA MENSAJES DE TEXTO Para ahorrar espacio y tiempo, todo se abrevia en la pantalla del celular. En el mundo existen más de 3 mil millones de celulares. Cada vez es más frecuente el uso abreviado del lenguaje en las pantallas de celular. Tanto, que la Real Academia de la Lengua no descarta adoptarla. -Friend ns vms aki a ls 8. Tngo l depre. - Xq? N t procups reqerda k tq. - Ya toy Ok. Bsit2. - K bn. Yo toy zzz. srt. ¿Entendió? Si su respuesta es no, es mejor que se vaya actualizando y acostumbrando porque así es la jerga de los jóvenes que se comunican a través de celular, una tendencia que cada vez asumen más personas. No es una broma. El director de la Real Academia de la Lengua (RAE), Víctor García de la Concha, dijo que las academias deberán estudiar la viabilidad de regular el lenguaje de los mensajes que circulan por celular e internet como parte de una nueva edición de la ortografía. Así, es posible que la conversación que usted no entendió al empezar esta nota (en la que una amiga le dice a la otra que la espera a las 8, porque tiene la depresión y la otra la anima diciéndole que la quiere mucho) sea perfectamente válida. "La RAE tiene conciencia de que la lengua es del pueblo y es callejera, hay que dar respuesta a todas las personas que escriben en internet o que utilizan los mensajes de celular", dice de La Concha. Sería el surgimiento de una nueva lengua repleta de abreviaturas y con una velocidad inusitada, pues cada 90 segundos se envían un millón de mensajes de texto, según la Asociación de Usuarios de Internet. El hecho no deja de sorprender. Mientras los amigos de estos cortos mensajes que irrumpen sin horario en las pantallas de cerca de 3 mil millones de celulares que hay en el mundo -según la agencia de telecomunicaciones de Naciones Unidas- ya tienen su propio diccionario, los filólogos aseguran que en dos generaciones desaparecerán 4 mil lenguas tradicionales. El nuevo diccionario ya tiene registrados 11.364 términos en orden alfabético y en varios idiomas y sus creadores siguen esperando nuevas propuestas. ¿Por qué este auge? La ausencia de minutos y de dinero para comprar un plan de celular hace que esta sea su forma de comunicación con el mundo y el limitado número de caracteres que permite escribir, los haya obligado a ser recursivos con el idioma y a inventar ese lenguaje. Por supuesto, los malentendidos no faltan. Esta semana, un cruel ejemplo se conoció en Ankara (Turquía) donde la falta de caracteres en un mensaje causó un asesinato y un suicidio. Un hombre que peleaba con su mujer quiso escribirle que "cuando te quedas sin argumentos...", pero por error del destino, o mejor, por error de un pulgar le dijo
"cuando te follan...", lo que desató una pelea de marca mayor en la que ella resultó asesinada. En España, los maestros ya detectaron este tipo de abreviaturas a la hora de contestar exámenes y, la Universidad Iberoamericana de Ciudad de México llamó la atención porque los universitarios de ese país utilizan a diario solo 200 palabras.
Razones para crear nuevos lenguajes Sonia López, linguista y jefe de la carrera de comunicación social de Eafit, dice que este nuevo lenguaje es un fenómeno de economía linguística. "Seguramente un purista dirá que deben escribir con ortografía, pero yo creo que son excelentes estrategias que los profesores deberían aprovechar para explotar las habilidades comunicativas de los jóvenes", dice López. Cléobulo Sabogal, de la Academia de la Lengua Colombiana, sostiene que no hay ninguna amenaza con este nuevo sistema. "Si se usan esos signos, hay que tener en cuenta que es por brevedad y por facilidad, pero en los centros de estudio no se van a admitir errores de ortografía -dice-. Es como cuando se usaba el telegrama, que se eliminaban las preposiciones, pero esto no se extendía a la vida normal".11.364 Es el número de términos que se emplean en los mensajes de texto. Consúltelos en www.diccionariosSMS.com, de la Asociación de Usuarios de Internet El Tiempo Abril de 2008
INTERNET CAMBIA LO FORMA DE LEER... ¿Y DE PENSAR? Internet ya es para muchos el mayor canal de información. Cada vez es superior el tiempo empleado en navegar, ya sea para leer las noticias, revisar el correo, ver vídeos y escuchar música, consultar enciclopedias, mapas, conversar por teléfono y escribir blogs. En definitiva, la Red filtra gran parte de nuestro acceso a la realidad. El cerebro humano se adapta a cada nuevo cambio e Internet supone uno sin precedentes. ¿Cuál va a ser su influencia? Los expertos están divididos. Para unos, podría disminuir la capacidad de leer y pensar en profundidad. Para otros, la tecnología se combinará en un futuro próximo con el cerebro para aumentar exponencialmente la capacidad intelectual. Uno de los más recientes en plantear el debate ha sido el ensayista estadounidense Nicholas G. Carr, experto en Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), y asesor de la Enciclopedia británica. Asegura que ya no piensa como antes. Le sucede sobre todo cuando lee. Antes se sumergía en un libro y era capaz de zamparse páginas y páginas hora tras hora. Pero ahora sólo aguanta unos párrafos. Se desconcentra, se inquieta y busca otra cosa que hacer. "La lectura profunda que solía suceder de forma natural se ha convertido en un esfuerzo", señala Carr en el provocador artículo Is Google making us stupid? (¿Está Google volviéndonos tontos?), publicado en la revista The Atlantic. Carr achaca su desorientación a una razón principal: el uso prolongado de Internet. Está convencido de que la Red, como el resto de medios de comunicación, no es
inocua. "[Los medios] Suministran el material del pensamiento, pero también modelan el proceso de pensar", insiste. "Creo que la mayor amenaza es su potencial para disminuir nuestra capacidad de concentración, reflexión y contemplación", advierte Carr, a través del correo electrónico. "Mientras Internet se convierte en nuestro medio universal, podría estar re adiestrando nuestros cerebros para recibir información de manera muy rápida y en pequeñas porciones", añade. "Lo que perdemos es nuestra capacidad para mantener una línea de pensamiento sostenida durante un periodo largo". El planteamiento de Carr ha suscitado cierto debate en foros especializados, como en la revista científica online Edge.org, y de hecho no es descabellado. Los neurólogos sostienen que todas las actividades mentales influyen a un nivel biológico en el cerebro; es decir, en el establecimiento de las conexiones neuronales, la compleja red eléctrica en la que se forman los pensamientos. "El cerebro evolucionó para encontrar pautas. Si la información se presenta en una forma determinada, el cerebro aprenderá esa estructura", detalla desde Londres Beau Lotto, profesor de neurociencia en el University College de Londres. Y añade una precisión: "Luego habría que ver si el cerebro aplica esa estructura en el modo de comportarse frente a otras circunstancias; no tiene por qué ser así necesariamente, pero es perfectamente posible". Lo que queda por ver es si esta influencia va a ser negativa, como vaticina Carr, o si va a ser el primer paso para integrar la tecnología en el cuerpo humano y ampliar las capacidades del cerebro, como predice el inventor y experto en inteligencia artificial Raymond Kurzweil. "Nuestras primeras herramientas ampliaron nuestro alcance físico, y ahora extienden nuestro alcance mental. Nuestros cerebros advierten de que no necesitan dedicar un esfuerzo mental (y neuronal) a aquellas tareas que podemos dejar a las máquinas", razona Kurzweil desde Nueva Jersey. Y cita un ejemplo: "Nos hemos vuelto menos capaces de realizar operaciones aritméticas desde que las calculadoras lo hacen por nosotros hace ya muchas décadas. Ahora confiamos en Google como un amplificador de nuestra memoria, así que de hecho recordamos peor las cosas que sin él. Pero eso no es un problema porque no tenemos por qué prescindir de Google. De hecho, estas herramientas se están volviendo más ubicuas, y están disponibles todo el tiempo". Oponer cerebro y tecnología es un enfoque erróneo, según coincide con Kurzweil el profesor John McEneaney, del Departamento de Lectura y Artes lingüísticas de la Universidad de Oakland (EE UU). "Creo que la tecnología es una expresión directa de nuestra cognición", discurre McEneaney. "Las herramientas que empleamos son tan importantes como las neuronas de nuestros cráneos. Las herramientas definen la naturaleza de la tarea para que las neuronas puedan hacer el trabajo". Carr insiste en que esta influencia será mucho mayor a medida que aumente el uso de Internet. Se trata de un fenómeno incipiente que la neurología y la psicología tendrán que abordar a fondo, pero de momento un informe pionero sobre hábitos de búsqueda de información en Internet, dirigido por expertos del University College de Londres (UCL), indica que podríamos hallarnos en medio de un gran cambio de la capacidad humana para leer y pensar. El estudio observó el comportamiento de los usuarios de dos páginas web de investigación, uno de la British Library y otro del Joint Information Systems
Comittee (JISC), un consorcio educativo estatal que proporciona acceso a periódicos y libros electrónicos, entre otros recursos. Al recopilar los registros, los investigadores advirtieron que los usuarios "echaban vistazos" a la información, en vez de detenerse en ella. Saltaban de un artículo a otro, y no solían volver atrás. Leían una o dos páginas en cada fuente y clicaban a otra. Solían dedicar una media de cuatro minutos por libro electrónico y ocho minutos por periódico electrónico. "Está claro que los usuarios no leen online en el sentido tradicional; de hecho, hay indicios de que surgen nuevas formas de lectura a medida que los usuarios echan vistazos horizontalmente a través de títulos, páginas y resúmenes en busca de satisfacciones inmediatas", constata el documento. "Casi parece que se conectan a la Red para evitar leer al modo tradicional". Los expertos inciden en que se trata de un cambio vertiginoso. "La Red ha provocado que la gente se comporte de una manera bastante diferente con respecto a la información. Esto podría parecer contradictorio con las ideas aceptadas de la biología y la psicología evolutivas de que el comportamiento humano básico no cambia de manera súbita", señala desde Londres el profesor David Nicholas, de la Facultad de Información, Archivos y Bibliotecas del UCL. "Hay un consenso general en que nunca habíamos visto un cambio a esta escala y rapidez, así que éste podría muy bien ser el caso [de un cambio repentino]", añade, citando su ensayo Digital consumers. Se trata de una transformación sin precedentes porque es un nuevo medio con el potencial de incluir a todos los demás. "Nunca un sistema de comunicaciones ha jugado tantos papeles en nuestras vidas -o ejercido semejante influencia sobre nuestros pensamientos- como Internet hace hoy", incide Carr. "Aun así, a pesar de todo lo que se ha escrito sobre la Red, se ha prestado poca atención a cómo nos está reprogramando exactamente". Esta alteración de las maneras de buscar información y de leer no sólo afectaría a los más jóvenes, a los que se les supone mayor número de horas conectado, sino a individuos de todas las edades. "Lo mismo les ha sucedido a maestros, profesores y médicos de cabecera. Todo el mundo muestra un comportamiento de saltos y lecturas por encima", precisa el informe. Carr insiste en que una de las cuestiones clave es el modo de lectura "superficial" que va ganando terreno. "En los tranquilos espacios abiertos por la lectura de un libro, sostenida y sin distracciones, o por cualquier otro acto de contemplación, establecemos nuestras propias asociaciones, extraemos nuestras propias inferencias y analogías, y damos luz a nuestras propias ideas". El problema es que al impedir la lectura profunda se impide el pensamiento profundo, ya que uno es indistinguible del otro, según escribe Maryanne Wolf, investigadora de la lectura y el lenguaje de la Tufts University (EE UU) y autora de Cómo aprendemos a leer (Ediciones B). Su preocupación es que "la información sin guía pueda crear un espejismo de conocimiento y, por ello, restrinja los largos, difíciles y cruciales procesos de pensamiento que llevan al conocimiento auténtico", señala Wolf desde Boston. Más allá de las advertencias sobre los hipotéticos efectos de Internet sobre la cognición, científicos como Kurzweil dan la bienvenida a esta influencia: "Cuanto más confiamos en la parte no biológica (es decir, las máquinas) de nuestra inteligencia, la parte biológica trabaja menos, pero la combinación total aumenta su inteligencia". Otros discrepan de esta predicción. La mayor dependencia de la Red conllevaría que el usuario se vuelva vago y, entre otras costumbres
adquiridas, confíe completamente en los motores de búsqueda como si fueran el grial. "Lo utilizan como una muleta", señala el profesor Nicholas, que recela de que esa herramienta sirva para liberar al cerebro de las tareas de búsqueda para poder emplearse en otras. Carr va más allá y asegura que el tipo de lectura "vistazo" beneficia a las empresas. "Sus ingresos aumentan a medida que pasamos más tiempo conectados y que aumentamos el número de páginas y de los elementos de información que vemos", razona. "Las empresas tienen un gran interés económico en que aumentemos la velocidad de nuestra ingesta de información", añade. "Eso no significa que deliberadamente quieran que perdamos la capacidad de concentración y contemplación: es sólo un efecto colateral de su modelo de negocio". Otros expertos matizan bastante el pronóstico de Carr. El experto en tecnología Edward Tenner, autor de Our own devices: how technology remake humanity (Nuestros propios dispositivos: cómo la tecnología rehace a la humanidad), se suma a la crítica de Carr pero añade que no tiene por qué ser irreversible. "Coincido con la preocupación por el uso superficial de Internet, pero lo considero como un problema cultural reversible a través de una mejor enseñanza y un mejor software de búsqueda, y no como una deformación neurológica", explica desde Nueva Jersey (EE UU). "Sucede como con la gente que está acostumbrada a los coches y a las tumbonas pero entiende la importancia de hacer ejercicio". En definitiva, científicos como Kurzweil destacan el potencial de Internet como herramienta de conocimiento. "La Red ofrece la oportunidad de albergar toda la computación, el conocimiento y la comunicación que hay. Al final, excederá ampliamente la capacidad de la inteligencia humana biológica". Y concluye: "Una vez que las máquinas puedan hacer todo lo que hacen los humanos, será una conjunción poderosa porque se combinará con los modos en los que las máquinas ya son superiores. Pero nos mezclaremos con esta tecnología para hacernos más inteligentes". El País. Abel Grau. Octubre 10 de 2008
ORTOGRAFÍA: MALA COMUNICACIÓN No es lo mismo revólver que revolver. Pero eso a los jóvenes de hoy, a la hora de escribir, parece tenerlos sin cuidado. Hay consenso entre los padres de familia, los profesores y expertos en la lengua acerca del desprecio de la juventud por la ortografía. El problema no se limita a las tildes, que para muchos alumnos son "una mamera", sino a la confusión con la C, la S y la Z, y el uso de la H. "Escriben cosas como 'eso no se ase' o 'ay situaciones', lo cual es terrible en un universitario", señala la docente Marina Camargo. El problema continúa cuando empiezan a trabajar como profesionales. "Pueden tener un MBA y todavía no saben qué es una palabra aguda o esdrújula", afirma Fernando Ávila, autor de Gramática para Dummies. "Algunos escriben todo en mayúscula para no tener que poner las tildes", algo que se usaba en los tiempos de la máquina de escribir, pero que hoy está mandado a recoger.
La mayoría cree que este problema ha sido ocasionado por el chat, el mensaje de texto y el e-mail, medios con los cuales los jóvenes abrevian palabras: escriben 'k' en lugar de 'que' y emplean símbolos como TKM para decir 'te quiero mucho'. No obstante, los expertos consultados opinan que la red no es la culpable, aunque algo puede incidir. Para ellos, los jóvenes saben reconocer el contexto en el que hablan y ajustan el código a cada situación, de la misma manera en que una persona de hace 50 años escribía un telegrama diferente a una carta. Además, señalan que esa forma de escribir los diferencia de los adultos. "Por eso no debería alarmarnos la manera como escriben por Internet. Lo preocupante sería que presentaran un texto formal de la misma manera en que escriben un chat", dice María Bernarda Espejo, docente e investigadora del Instituto Caro y Cuervo. Las nuevas tecnologías influyen pero de otra manera. Una es el mal uso del corrector de ortografía del procesador de palabras, herramienta en la que se recuesta hoy casi todo el mundo para corregir un texto. Ávila señala que esta ayuda es maravillosa en ciertos casos, por ejemplo, cuando la persona escribe 'ilución' y no 'ilusión'. Pero en otros, puede pasar por alto una tilde que cambia el sentido de toda la frase, porque reconoce el vocablo como correcto (como en el caso de 'médico' y 'medicó'). Lo mismo sucede con palabras homófonas que se escriben diferente, como 'casa' y 'caza' (en español americano). Una investigación del Ministerio de Educación en la que tomaron una muestra de los relatos suministrados por estudiantes a un concurso de cuento mostró que "los estudiantes dejan la revisión de sus textos al computador, por lo cual incurren en errores de contexto que distorsionan el sentido", afirma Mónica López, directora de calidad del Ministerio de Educación. Aunque hay una correlación entre la mala ortografía y no leer, el problema de los estudiantes de hoy tampoco se debe sólo a la falta de lectura porque "para una correcta ortografía se necesita también tener memoria gráfica. Hay muchos que no la tienen y son buenos lectores", enfatiza el profesor Cleóbulo Sabogal, jefe de información y divulgación de la Academia Colombiana de la Lengua. Tal vez lo que más ha incidido en la mala ortografía de hoy es que la enseñanza de las normas ya no se hace de manera tan insistente como en épocas pasadas. Según Rosa Julia Guzmán, directora de la maestría en pedagogía de la Universidad de la Sabana, con la metodología constructivista, mediante la cual el sujeto construye el conocimiento, se forjó "una tendencia a no enseñarla porque el profesor, erróneamente, supone que el niño la va a aprender solo", afirma Guzmán. Agrega que los docentes no saben cómo se enseña el tema. "Lo único cierto es que no es un asunto de simple repetición", explica. Por último, el estudio del Ministerio de Educación mostró que la escritura se está viendo como un producto final y no como un proceso, lo que implica que los jóvenes de hoy no revisan sus textos para reescribirlos sino que los entregan de una vez. Según López, los resultados del estudio del concurso de cuento servirán para poner correctivos y poner más énfasis en el aula de clase, pues el estudiante debe conocer los límites de las
herramientas de corrección de las nuevas tecnologías. Y entender que, más que un irrespeto con el lector, el problema de no escribir con las normas ortográficas es que el sentido del mensaje que quieren enviar podría tergiversarse y ponerlos en aprietos. Revista Semana 21 de Febrero de 2009
Kmo les va? + o -? Kmo les va? My bn o no? Kmo da d preza escrbr largo vdd o no? Le ? pra sbr. No s pk se scrbe ahra así. S k así s scrbe + o - + rpdo. Est s apnas un ejm d lo mal que s scrb hoy. Textos como este no son extraños en la comunicación de los jóvenes y de algunos adultos de ahora. La buena ortografía, algo de lo que uno se sentía orgulloso no hace muchos años, se está acabando con el uso de algunas funcionalidades que ofrece Internet, como las herramientas sociales, los chats y otras. También por los mensajes de texto en los celulares. La gente joven, para que le rinda escribir mensajes a sus amigos por las herramientas mencionadas, ha transformando el español y también otros idiomas, en algo que muchas veces se hace difícil de leer y entender, a menos que se esté en esa onda. Por esta razón, el Ministerio de Educación debe obligar a los colegios a reforzar las clases de ortografía. De lo contrario, la buena ortografía se va a perder y no será extraño que en el futuro muchos jóvenes cometan tremendos errores de escritura en sus hojas de vida, cerrándose, por supuesto, posibles puertas de empleo. Porque, la verdad sea dicha, no hay nada más horrible y desagradable que leer algo mal escrito o con mala ortografía. Se podría entender que para ser más eficiente en el uso de muchas de las nuevas formas de comunicación que han nacido gracias a Internet y las tecnologías móviles se haga necesario usar palabras abreviadas o pésimamente escritas, pero la columna vertebral que representa la buena ortografía en la vida de un buen profesional nunca se debe confundir con estos nuevos dialectos de comunicación. La globalización que se está generando por Internet y sus nuevas funcionalidades han hecho que muchas de las reglas de antes estén cambiando radicalmente. Las murallas personales de privacidad se están reduciendo mucho. Esto se demuestra con lo que sucede en Facebook y otras redes sociales. Muchas veces, aunque no se quiera, se la vulneran a terceros ya que les publican fotos sin su autorización; igualmente, suministran en el ciberespacio datos que violan su privacidad. Todo esto está haciendo que la gente cambie. Se está perdiendo la forma de ser de las personas. No importa qué tanto se navegue por Internet ni cuántas redes sociales se usen o se accedan, es importante siempre recordar quién es uno, dónde nació y cómo es su forma de ser. Esos son factores que hacen que las personas de distintos países sean así, diferentes. Estos son rasgos que no se deben perder. La buena ortografía tampoco. Dicho lo anterior, m dspdo de uds sprnd que td sto cmbe. Bna smna.
Guillermo Santos Calderón Diciembre 6 de 2009