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EDICIÓN
ECONOMÍA
EDITORIAL
REPUBLICA D
Isaac Rosa
FOBIA 2
Heterodoxia
espués de años repitiendo que en España no había una mayoría de monárquicos, sino de juancarlistas, ahora que el rey se va descubrimos que no, que el juancarlismo no era para tanto: que lo que de verdad hay aquí son republicanófobos. Gente que tiene miedo a una república, que prefiere ni intentarlo, que elige lo malo conocido y que me quede como estoy. Solo así, desde esa republicanofobia, desde esa inquietud por lo que pudiese traer una república, se entiende el argumentario que estos días manejan tantos, y que convierte el debate democrático sobre la forma de Estado en un debate tramposo: «mejor una monarquía sueca que una república norcoreana o siria»; «mira cómo acabó la de 1931»; «imagínate una república presidida por Aznar»; «bastantes problemas tenemos ya como para abrir ese melón»… El argumentario lo usan los monárquicos, sí, pero sobre todo quienes dicen teEditorial
ner «alma republicana», pero cuando les preguntas te dicen que no, que mejor lo dejamos, que no es el momento, para qué vamos a meternos en ese berenjenal. ¿A qué tienen miedo los republicanófobos? ¿Qué calamidad podría traernos una república? ¿Que se hundiese la economía y millones perdiesen el trabajo? ¿Un empobrecimiento generalizado? ¿Malnutrición infantil? ¿Corrupción sistémica? ¿Inestabilidad política? ¿Un jefe de Estado con cuentas en Suiza, amistades peligrosas y patrimonio dudoso? Es decir: ¿de verdad piensan que una república puede ser más calamitosa de lo que ya lo ha sido esta monarquía parlamentaria? ¿Tienen fantasía suficiente para imaginar una ruina económica, social y política mayor de la que nos ha traído el sistema actual? Y sin embargo, reconozcámoslo: la republicanofobia es una realidad. Que después de tantos escándalos, con el deterioro imparable del rey y su familia en los Editorial
últimos años, todavía sean más los partidarios de la monarquía que de la república; y que haya bastado un leve maquillaje abdicatorio y rejuvenecedor para que aumente su respaldo, demuestra que ese miedo a la república está ahí, de fondo, y es muy fuerte. Lo saben los antirrepublicanos (no confundir con los republicanófobos), que estos días cargan las tintas para alimentar el temor ciudadano a que un cambio de sistema traiga inestabilidad, caos, enfrentamiento. Y lo saben también aquellos republicanos que estos días, en un movimiento táctico, evitan hablar de república, incluso nombrar la palabra, para a cambio hablar de democracia, capacidad de decisión, referéndum, con cuidado de no asustar a los asustadizos republicanófobos. Lo saben también los monárquicos, la corte política y mediática del todavía príncipe. Algunos de ellos incluso coquetean con la posibilidad de convocar un referéndum, con la seguridad de ganarlo y así legitimar a Felipe VI y a la monarquía por mucho tiempo. Cuidado, republicanos, que estamos pidiendo un referéndum, y como nos lo den tenemos un problema. De la republicanofobia tienen culpa los antirrepublicanos, que llevan décadas agitando el coco de la república fallida, violenta y guerracivilista. Pero también tenemos parte de responsabilidad los republicanos, que durante años no hemos hecho suficiente pedagogía republicana, y nos hemos conformado con una nostalgia tricolor muy identitaria pero más bien inofensiva. Sí, la experiencia republicana de 1931 es parte de nuestra memoria democrática, y así será siempre. Pero su evocación no nos ayudará a traer una república en 2014. Y créanme que lo digo con dolor. El reto es ser capaces de construir un proyecto republicano donde quepan todos, también quienes no se reclaman de esa tradición, quienes prefieren la rojigualda a la tricolor, quienes no son monárquicos, incluso pueden ser antimonárquicos, pero no por ello acaban de decirse republicanos. Heterodoxia
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La raíz
IDEOLÓGICA DEL
MALTHUSIANISMO S
e me considera un «tecno-optimista» en lo
relacionado con las posibilidades que la Sociedad tiene para resolver sus acuciantes problema energéticos, demográficos, medio-ambientales y de todo tipo. O dicho de otra forma, que pienso que esos problemas podrían arreglarse, en gran parte, «técnicamente» contradiciendo, por ejemplo, la idea de Jospeh A. Tainter de que «cualquier inversión en complejidad, sea del tipo que sea, sólo acelerará el colapso», es decir, que las actividades de los científicos y técnicos en tratar de resolver los problemas de la «Civilización Industrial» están llamados al fracaso, pues hace ya mucho tiempo que estamos en los «rendimientos decrecientes» científicos y, de alguna manera, la «Civilización Industrial» está «condenada» y si seguimos intentando solucionar sus problemas por medios técnicos sólo aceleraremos más el proceso. Todo ello apoyado en el «incontrovertible» análisis de J.A. Tainter en la caída de las civilizaciones en el pasado, como las que he comentado en otro post previo 8
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Efectivamente, según esa definición no tengo más remedio que considerarme «tecno-optimista» en toda regla, es decir, creo que el Hombre, desde su origen, ha subsistido por medio de la resolución «técnica» de sus problemas, eso, de hecho, ha condicionado la forma de nuestro esqueleto, nuestra piel, nuestra habilidad para manejar objetos, la forma (indefensa y a «medio hacer») en que nacemos, etc...Por que, como dirían los filósofos el Hombre es un «ser-para-la-técnica», y eso nos permitió «salir de Olduvai» y ocupar cada rincón del planeta sin ser muy rápidos corriendo, sin tener garras y dientes fuertes, sin poder volar, sin poder desplazarnos por los árboles, siendo débiles físicamente bajo cualquier punto de vista, pero teníamos la capacidad de desarrollar «técnicas» y transmitirlas a través de nuestra cultura. La invención de la agricultura y la ganadería son frutos «técnicos», como la creciente complejidad de los artilugios que hemos fabricado, y que ha permitido vivir cada vez más personas sin la constante amenaLa raíz ideológica del Malthusianismo
Thomas Malthus za de la subsistencia, hasta la situación actual donde nunca en la historia ha habido menos porcentaje de la población humana amenazada por el hambre, y es un hecho que la población mundial obesa ha superado, y con mucho, a la desnutrida; aunque esto no es bueno de por sí, si indica que en realidad «sobran» alimentos en el mundo, y mucho. Por otra parte no quiero negar la tremenda complejidad de los retos a que nos enfrentamos, producto tanto de nuestro desquiciado sistema de consumo en Occidente, como de la gran población que alberga la Tierra. En particular en el tema energético, lecturas como el blog «The Oil Crash» me han servido como un aldabonazo de alerta de la ya muy urgente importancia de estos temas, que siempre he considerado importantes, pero ahora entiendo mejor el sentido de la urgencia de los pasos que debemos dar todos juntos en el futuro; sin que eso sea incompatible con la idea de que una gran parte de la solución o minimización de La raíz ideológica del Malthusianismo
los efectos adversos de esa dinámica de reducción de recursos debe provenir de remedios técnicos, aunque también pienso que no serán suficiente y los aspectos de ahorro y conservación serán también, imprescindibles, pero para eso se debe contar, creo, con la voluntad de los individuos, pues los sistemas de racionamiento y en general las estrategias «top-down» promovidos por las élites «bien-intencionadas» suelen haber acabado, en el pasado, en desastres o tener el efecto contrario al buscado. En primer lugar voy a detenerme un poco en algunas de las ideas más inquietantes sobre las perspectivas del futuro de la Humanidad y su posicionamiento sobre el papel de la tecnología en ese proceso.
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os efectos de una Sociedad Agraria
a perspectiva de J.A. Tainter es, para mí, una de las más peligrosas derivas del movimiento conservacionista, pues implica la asunción de que no debemos ya tratar de abordar los problemas de sostenibilidad tecnológicamente (científico-técnicamente), y además ve muy poco probables las posibilidades de un proceso de reducción del consumo y la natalidad. Por todo ello, hemos de prepararnos para un «colapso» completo de la «Civilización Industrial», como todas las que lo han prededido Siguiendo la lógica de Tainter, todos los intentos en desarrollar la fusión nuclear, desarrollar las energías renovables, estudios del efecto invernadero, legislaciones y sistemas de limitación de emisiones de CO2, etc...están condenados al fracaso, pues consumiremos más y más recursos económicos y, por tanto, energéticos y de todo tipo en geneal en estas tareas, y esto sólo acelerará el «inevitable» colapso, que de todas formas va a suceder tarde o temprano. La Teoría de Olduvai (de Richard C. Duncan) va incluso más lejos y llega a decir que, cuando se «acabe» el petróleo, en la cuesta abajo en nuestra «rodada» (como dice el tango de Gardel) no nos vamos a quedar, por ejemplo, en el tipo de sociedad de principios del siglo XVIII, en la llamada Revolución Agrícola del siglo XVIII, con el sistema Norfolk de cultivos o las mejoras en ma-
quinarias (tiradas por animales) como las ideadas por Jethro Tull (un agrónomo muy famoso aunque ahora la gente sólo conoce al grupo de música de los 70’s que usó su nombre), que pudieron aumentar los rendimientos de las cosechas un 100% sin usar ni un gramo de fertilizantes o plagicidas o maquinaria con combustibles fósiles, no, sino que vamos inevitablemente a acabar como clanes dispersos de cazadores-recolectores de la Edad de Piedra, iguales a los de la Garganta de Olduvai. Para R.C. Duncan, la Civilización actual, tal y como la conocemos no es más que un «pulso» de petróleo, y cuando el petróleo se «acabe», el colapso es inevitable hasta acabar, como he comentado antes, en grupos reducidos (clanes) y dispersos de cazadores-recolectores viviendo al modo de los «homínidos de Olduvai», habremos de olvidar, por tanto, todo lo que sucedió desde el Neolítico hasta el siglo XX. Yo, la verdad no sé cómo calificar esta «teoría», para no ser muy «radical» en mi juicio, creo que se trata de una hipótesis como mínimo «atrevida» y creo que no soporta la mínima revisión histórico-antropológica, (tengo retenidas en la mente palabras algo más fuertes, pero me las voy a callar). Este tipo de teorías (como la de Olduvai de R.C.Duncan) parte, además, de la idea de que la tecnología consiste únicamente en «artefactos» o «combustibles»,
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ignora el hecho de que la tecnología es sobretodo «software», puro ingenio humano, en el sentido de que las cosechas aumentaron en el Norte de Europa, desde los tiempos de los romanos al siglo XVIII, en 3 ó 4 veces su rendimiento aún antes de usar un sólo gramo de fertilizante, plagicida o maquinaria, simplemente por la observación y estudio minucioso de los efectos de la rotación de cultivos, las mejoras en el arado, el uso mucho más eficiente de los animales de tiro, estabulación del ganado, la selección de los granos de las cosechas y del ganado, la combinación de diferentes especies vegetales para enriquecer en nutrientes la tierra y evitar los períodos de barbecho, etc....Sólo por poner algunos ejemplos del mundo rural, pero esto es así en todos los campos del saber humano: perfeccionamiento de los molinos de viento en Holanda, aprovechamiento de energía hidráulica en molinos, mejoras en diseño de barcos trans-oceánicos a vela, etc... La deriva obvia de aceptar este tipo de teorías, que podemos llamar del «colapso inevitable» como válidas consiste en que el movimiento por la sostenibilidad se convierte en un «survivalismo» (usando un anglicismo), un asunto de prepararse quasi-individualmente, o en comunidades muy muy pequeñas, para lo «inevitable», es decir, buscar estrategias de supervivencia (survival) puras y duras.
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Por tanto, ¿para qué presionar a los políticos para presidente Harry Trumman del 18 de Marzo de 1947 acelerar la investigación en la fusión nuclear, en las , con las conclusiones de los informes, decía: mejoras de ahorro en energía y recursos, en la mejora «Existe la ilusión de que la Nueva Alemania que ha de los transportes públicos, en las energía renovables, quedado tras las anexiones puede ser reducida a un en la eficiencia energética de los edificios, en la educa- «estado pastoril«. Eso no puede hacerse salvo que exción medio-ambiental, en el menor despilfarro-consu- terminen o trasladen 25.000.000 de personas fuera mo, etc....? si NADA de eso sirve ya para nada, sino sólo del país». Evidentemente Trumman no iba (no podía) para acelerar el desastre, si dentro de poco no habrá ni permitir eso, y más cuando el comunismo empezaba gobierno, ni estructuras «complejas» ni nada similar. a verse como una alternativa viable en muchas zonas Por consiguiente la única estrategia «racional» es cen- de Europa Occidental por las penurias de la posguetrarse en buscar un trozo de tierra que sembrar, un rra, por ello, al final se decidió enterrar el Plan Mortecho, algunos animales, un pozo con agua y uno o genthau y lanzar el Plan Marshall, con el objetivo mejor varios Kalashnikov y prepararse para un futu- de re-industrializar el país, única manera de evitar ro de comunas agrarias cuasi-aisladas hostigadas por un desastre humanitario y así frenar al comunismo en bandas de desesperados de las Europa. que hay que defenderse a tiros Es el Estado el que debe educar Como nota al margen diré que para que no nos roben nuestros a los niños desde muy pocos lo que nos está aplicando Alemedios de vida. años, alejándolos de las familias mania a nosotros en la actuaEl medio-Oeste de los USA está lidad es una suerte de «Plan lleno de individuos que pienMorgenthau» crediticio, para san exactamente esto, con auténticos arsenales para que no volvamos a ser una «amenaza crediticia» a las defenderse del «caos» y los «saqueadores», de hecho finanzas europeas. El efecto está siendo bastante deyo diría que esperan fervientemente esa especie de vastador «Juicio de Dios», porque hay que tener en cuenta que Afortunadamente el proyecto «agrarista» no se llevó Apocalipsis significa en griego «revelación», pues en a cabo en Alemania, pero donde sí se llevó a cabo sisla Escatología de los primeros cristianos era un suceso temáticamente fue en Camboya en 1975, en la «Utopositivo, fervientemente esperado, para acabar con el pía», por fín hecha realidad, de los Jemer Rojos, que «mal» y separar el «grano» de la «paja», y ahora el fe- decidieron establecer una sociedad agraria totalmente nómeno mental es similar. igualitaria, y para eso enviaron a toda la población de Las herejías milenaristas del medievo europeo está las zonas urbanas, a trabajar al campo, sin métodos llenas de esa misma idea = Waldenses, Tanchelmi- modernos de cultivo ni jerarquías organizativas. tas, Taboritas de Bohemia, Pastoreaux, Dolcinianos, Creo que todo el mundo se equivoca al juzgar los moFlagelantes radicales, Fraticelli, los seguidores de los tivos de Pol-Pot, en realidad él lo hizo pura y exclusivafalsos emperadores «dormidos», etc...A quien quiera mente por el «Bien» de la población; lo hicieron pues más información sobre esta temática de al Edad Me- lo importante, para los Jemer, no es el Ser Humano en dia le recomiendo el magnífico libro del autor Norman sí, lo importante, es el Bien Supremo, que no es otros Cohn «En Pos del Milenio». que la «Igualdad», a la que, desgraciadamente, la ya Ideas tan antiguas como el mundo, de hecho es ahora corrupta naturaleza de las personas «aburguesadas» quizás uno de los períodos de la Historia donde me- no pueden aspirar por sí mismas y deben ser obliganos «apocalipticismo» y «profetas» del mismo hay, das «a ver la luz» en los campos de arroz. aunque «haberlos haylos». Se trata de la simplificación social llevada a su máximo Pero para pensar en un futuro así, en una sociedad extremo en nombre del mayor bien a que el Hombre post o no-industrial, aparte de pensar si es «inevi- puede aspirar: «La Igualdad», sólo posible sin división table» o «buena», hay que pensar en el efecto que del trabajo, sin jerarquías, sin complejidad, pues cualtendrá en la población un futuro casi o exclusivamen- quier división del trabajo trae, inevitablemente la diste agrario tras la caída de la «Civilización Industrial»: tinción y la jerarquía. En 1947 el ex-presidente americano Hebert Hoover El resultado fue muertes por malnutrición, por enferfue enviado a Alemania para verificar las posibilida- medades «normales» fácilmente curables, por falta de des de poner en marcha el que se denominó «Plan higiene básica, por mortalidad infantil y en los partos, Morgenthau», cuyo nombre proviene del secretario etc....se ha calculado que murieron del orden de 3 midel Tesoro de USA Henry Morgenthau, y que preten- llones de personas de una población total de 8 millodía convertir a Alemania en un estado agrícola para nes siempre y evitar así que pudiese convertirse en el fu- Y las muertes no se debieron apenas a ejecuciones, turo una vez más en una amenaza para la paz mundial. sino a la imposibilidad de nutrirse medianamente Evidentemente Hoover llevaba a un nutrido equipo de bien o de dar una sanidad de lo más básica cuando los expertos en agricultura, en desarrollo, etc...para hacer médicos y las enfermeras estaban recogiendo arroz y el estudio que se le había pedido, y así en su carta al las potabilizadoras y los hospitales estaban cerrados, 12 Heterodoxia
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pues había desaparecido cualquier rastro de «Sociedad Industrial» salvo para fabricar armas. En realidad la población de Camboya se enfrentaba a un exterminio casi total si los vietnamitas no invaden el país en 1979, que, por cierto, casi supone una guerra total entre Vietnam y China, auténtica defensora de la «Utopía Jemer». El «experimento» Jemer es una secuela de la serie de experimentos, comenzados por Mao, al que consideraban su «padre intelectual», que pretendía «cambiar el Ser Humano» desde arriba (top-down) y por coj****, pues Mao había llegado a la conclusión de que el Ser Humano, nacido en su familia, tiende a desarrollar conductas «burguesas» en cuanto deja de trabajar con las manos o hay la mínima jerarquía en el trabajo, por ello es el Estado el que debe educar a los niños desde muy pocos años, alejándolo de las familias y además es necesaria una siempre renovada «Revolución Cultural» sobre los «aburguesados», es decir, los técnicos, intelectuales, artistas,
médicos, profesores de universidad, etc...los cuales, desde 1966 a 1976, fueron ferozmente perseguidos en China por la «Guardia Roja», enviados a los campos o asesinados, por su falta de compromiso con el ideal igualitario. Se calculan que fueron varios millones los muertos, no sólo por los asesinatos, sino por el efecto nefasto que en el desarrollo económico y la cobertura sanitaria, tuvieron estas medidas, como había ocurrido antes con el «Gran Salto Adelante» Con todo lo anterior quiero insistir en que sin una «Civilización Industrial», sin una compleja división del trabajo con médicos, enfermeras, hospitales, fabricación de medicinas, fertilizantes, transporte, electricidad, etc... el efecto inmediato es una mortandad en masa que dejaría en pañales a la Peste Negra de 1348, y yo, por mi parte, estoy firmemente convencido que merece la pena intentar, por todos los medios, que no ocurra nada parecido a esto en el futuro en ninguna parte del Mundo, y además creo que es más que
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probable evitarlo si nos ponemos manos a a obra y se da a los científicos y técnicos medios suficientes para buscar la manera de evitarlo; es decir, si se invierte fuertemente en «complejidad». Respecto al modelo económico de la sociedad, creo que se debe buscar por todos los medios posibles, la forma de distribuir mucho mejor la riqueza, al menos retomar el ideal social-demócrata «de verdad», pero sin el crecimiento de instituciones «parásitas» con su «clientelismo» normalmente asociado, y para ello es necesario una mayor participación de las personas (sociedad civil) en el proceso y menos «partitocracia». Ojalá pueda ser posible una economía más basada en el mundo de las cooperativas que en el de las grandes empresas, y a lo mejor hay que ir a medidas como la propuesta por John Stuart Mill en el famoso capítulo sobre el «Estado Estacionario» de su libro «Principios de Economía Política» en el que proponía que no se pudiese dejar en herencia más de una cantidad de dinero que permitiese una vida «digna» a los herederos, pero nada de inmensas fortunas y propiedades, que anulaban, de raíz, el principio de «igualdad de oportunidades» por el que tanto clamaban los liberales de esa época (completamente distintos a los neo-liberales que sólo parecen buscar un mundo cada vez más estamental y oligopólico). Pero en cualquier caso creo que los sistemas de producción que funcionan son los auto-organizados, los sistemas centralizados de planificación resultan, necesariamente ineficaces a la hora de proveer necesidades complejas. La URSS fue un caso paradigmático de derroche de recursos y de contaminación, teniendo, por ejemplo, que importar trigo de Europa, USA y Canadá, a pesar de haber sido siempre el «granero de Europa» (por Ucrania), perdiéndose una parte muy importante de las cosechas por los deficientes sistemas de almacenamiento, distribución, reparto de fertilizantes y semillas, etc...un auténtico desastre organizativo, entre otras cosas, por la ausencia total de incentivos en los participantes en el proceso, y que al final era incapaz de proveer las necesidades más básicas de la población sin ayuda externa.
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Las raíces de las ideas Malhusianas
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reo que es preciso investigar no sólo las ideas, sino su historia, cómo se generaron, al objeto de identificar el «sentido» oculto de las mismas, porque en muchos casos da una idea del «proyecto de sociedad» de los que las defienden. Es público y notorio que el reverendo Thomas Malthus escribió su archi-famoso libro «Ensayo sobre el principio de la población» (1798) como una respuesta «contundente» a las tesis de «utópicas» de William Godwin, en particular su libro llamado «Disquisición sobre la justicia política y su influencia en la virtud y felicidad de la gente» (1793), escrito en ese ambiente de explosión de ideas y optimismo (para muchos) que fueron los años posteriores a la Revolución Francesa Godwin, en ese libro, defendía que el Hombre, todas las personas, se deben dirigir hacia la liberación de las condicionantes sociales que los oprimen, y el instrumento de la liberación no puede ser otro que la razón, teniendo en cuenta que este largo camino sólo puede hacerlo cada persona por sí solo, de tal forma que el proceso de desarrollo de su raciocinio, de análisis interiorizado, mostrará a cada individuo la realidad de la esclavitud en la que vive y la manera de obrar para que cada vez más prevalezca la justicia y una vida mejor para todos. En el mundo del trabajo Godwin ya resalta la importancia del «ocio», como método «liberador», y dice que en realidad, la necesidad de esfuerzo y horas de trabajo podrían ser muchísimo menores, pues una inmensa cantidad de ese trabajo se dedica a sostener la «holganza» de otros (los ricos), y sólo una parte muy pequeña del trabajo realizado va a parar al propio obrero. Manifestando ya ahí su defensa de la necesidad de un reparto de las riquezas mucho mayor, y por tanto, decía, más justo. Voy a parar aquí la descripción de las ideas de Godwin, que en realidad, como puede entenderse, son mucho más extensas y complejas, pues las que he descrito son suficientes, creo, para describir los motivos que pusieron en marcha la «campaña» Malthusiana. Creo que ya se puede ver claro por donde van a desarrollarse los contra-argumentos Malthusinos a las tesis de Godwin: Según Malthus, dado que los pobres, los obreros, no son más que «bacterias en una placa de Petri» (usando el lenguaje biologicista moderno), en el caso de que se hiciera un mayor reparto de la riqueza, ésto originaría «inevitablemente» y de inmediata un incremento sostenido de la población (el crecimiento de las bacterias es directamente proporcional al alimento: dB/dt = AxB, siendo A el alimento y B el nº de bacterias, pues los seres humanos igual), de tal forma que cualquier incremento en los salarios, o en la riqueza de los po-
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bres (al final alimentos) sería inmediatamente «invertido» en la procreación de más y más niños, más y más población, dado el «enfermizo» e incorregible afán reproductor de los pobres, se produciría, por tanto, un crecimiento demográfico mucho mayor que el de los recursos alimentarios, y al final, tendremos una inevitable hambruna y un colapso total de la sociedad, que afectaría tanto a los antiguos ricos como a los pobres Hay que decir que la famosa «paradoja de Jevons» es del mismo «linaje intelectual», y deriva de ésta misma lógica Malthusiana. Hubo otras «leyes universales» de este tipo, que yo llamo «Leyes de Hierro» como la «Ley de Hierro de los Salarios» del aristócrata David Ricardo y todo el resto de «Leyes de Hierro» de las últimas décadas, como las de Tainter y Duncan. Según todas estas «Leyes de Hierro» son inútiles los repartos de riqueza (Malthus) o las mejoras en eficiencia (Jevons), Malthus y Jevons nos han «enseñado» que somos «bacterias en una placa de Petri» y destruiremos cualquier mejora en la redistribución o en la eficiencia del uso de los recursos o de productividad, tanto por la mayor reproducción como el siempre mayor consumo (o consumismo) generalizado de los pobres. Igualmente los «Incrementos de Complejidad» sólo traerán un desastre mayor y más rápido (Tainter dixit) y tras agotar hasta la última gota todo el petróleo (como bacterias que somos) volveremos a «Olduvai» y no hay nada que podamos hacer para evitarlo (also sprach Duncan). Para Malthus, por tanto, la pobreza y la miseria de la clase trabajadora es una consecuencia «inevitable»
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de la propia dinámica de la población, es una Ley Natural insoslayable, es decir, aunque se detrajese toda la riqueza a las clases adineradas, en poco tiempo el aumento de la población de los pobres que eso conllevaría, haría que de nuevo, hubiesen agotado todos los recursos y volverían a estar en la misma situación de mera subsistencia o peor aún, pues después de terminarse el efecto positivo de esa «inyección» de recursos (overshoot), vendría una hambruna generalizada y el verdadero colapso. Es exactamente la misma lógica del Dr. Garrett Hardin y su «Ética del bote salvavidas», si los ciudadanos de los países occidentales permitimos que los «nadadores» en la miseria de los países pobres se suban a nuestro «bote salvavidas» de riqueza, acabaremos todos hundidos, por ello el mejor comportamiento «ético» es dejarlos que se ahoguen en la miseria y el hambre, que era exactamente lo mismo que decía Malthus. Por tanto, dada la «inevitable» situación de miseria de los obreros es preciso preservar la riqueza de los poderosos, pues sería inútil y pernicioso cualquier otra cosa para el conjunto de la sociedad, la misión de los poderosos es, entre otras cosas, poner las condiciones «pasivas» para una correcta regulación «natural» de la población (miseria, pobreza, «leyes de pobres», mano dura, etc...), y esto lo hicieron bastante bien los ricos británicos, y uno de los ejemplos más claros fue la Gran Hambruna Irlandesa de 1845, donde no se tiene noticia de que ni un solo terrateniente británico permitiese a la población irlandesa alimentarse de los inmensos trigales que gozaban de buena salud, mientras la cosecha de patatas se hundió por el tizón, asimismo la Corona Británica no hizo abso-
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lutamente nada, sólo esperar la «regulación natural» de las poblaciones, como diría F. Hayek ó G. Hardin, pues no hay mejor combinación que la de pobres+católicos para justificar dejar morirse de hambre a todos Es la misma «lógica» o «linaje de pensamiento» que los que se oponen y se han opuesto a la «Revolución Verde» y otras «catástrofes ecológicas», la de aquellos que esperan, ansiosos, la «Gran Mortandad» post-industrial, como medio de «limpiar» la Tierra. Otros que sostienen este «linaje de pensamiento “ fatalista son Hobbes y Herbert Spencer, de los que ya he hablado en otros artículos y de su influencia en la «visión del mundo» actual. Como ya he dicho en otros artículos, la lógica interna de este modo de pensar es la completa destrucción del ideal Humanista, que defiende la posibilidad del mejoramiento interior y exterior del Ser Humano, heredera de la ética cristiana (no protestante) de la «justificación por las obras» que hace posible la perfección personal del Hombre, por sus propios medios, por su siempre creciente capacidad de discernir el Bien del Mal; tal y como lo expresó magníficamente Erasmo y otros humanistas. Porque la Predestinación protestante establece una división infranqueable, una «falla» esencial entre los seres humanos, de tal forma que la sociedad queda fatalmente dividida entre los elegidos («triunfadores», «winners») y los condenados («perdedores», «losers»), porque en la lógica católica «Mediterránea» nosotros ganamos o perdemos, son circunstancias de la vida, contingentes, pero en el universo predestinacionista tu «eres» (en esencia) un «ganador» o un maldito «perdedor», y eso NO es una situación vital contingente, sino la manifestación clara y definida de tu «destino», decidido por un Dios inmisericorde allá en el mismo Principio de los Tiempos. Pero, ¿a dónde queda en este esquema la lógica de la redención de Cristo, con su pasión y muerte cuando ya está decidida la suerte de TODA la humanidad desde inicio del universo?¿No queda eso ya como una «comedia»? En este linaje de ideas el Ser Humano en su mayoría, salvo la minoría de los «elegidos», claro, queda reducido al extenso rebaño de los «condenados», a los cuales no debemos dedicar ningún tipo de «caridad», «ayuda» o «consideración», pues sería, de hecho, contravenir los designios divinos, expresado tanto en su forma teológica, como en las Leyes Naturales, que son parte, también, de su Obra. Según estos principios, hay una absoluta coherencia entre la teología predestinacionista y las «Leyes Naturales» (como la Ley de la Población del sacerdote Malthus y las otras «Leyes de Hierro») que podemos observar, pues ambas (la Revelación y la Ley Natural) son de origen divino. Evidentemente las sociedades no son entes homogéneos, y el ideal Humanista no ha dejado de ganar fuer16 Heterodoxia
za, incluso en las sociedades calvinistas anglosajonas, como fue el caso de Godwin, muy «contaminado» por los ideales del otro lado del Canal de la Mancha, y esto es así en gran parte porque el mensaje Humanista está cargado de sentido y de esperanza para toda la Humanidad, en vez de la «ferocidad» y elitismo pesimista del ideario predestinacionista, porque sin esperanza nada puede siquiera intentar resolverse. Las ideas de Malthus, recogidas en los escritos de David Ricardo, auténtico «padre» de la Economía tal y como la conocemos nosotros, llevó al famoso escritor inglés Thomas Carlyle a llamar a la Economía, «la Ciencia Lúgubre» («The dismal science») pues los argumentos de la Ecomoía se basaban en las condiciones de escasez, hambrunas, rendimientos decrecientes, control preventivo de la natalidad, etc..que tanto hemos oído hablar a tantos escritores que se han basado en las ideas de Ricardo, entre ellos Marx. Carlyle encontraba todo esto desesperanzadoramente triste y también «interesado», lo cual es del todo cierto. Al final todo esto, creo, se reduce en gran parte al «combate» de ideas que reproduce la «eterna» diatriba entre el Humanismo de Erasmo y el Predestinacionismo de Lutero, éste último defiende la naturaleza «intrínseca y radicalmente corrupta« de la naturaleza humana, con un destino ya definitivamente descrito y «marcado», del que deriva «lo mejor» del Malthusianismo reaccionario apocalíptico. La diatriba Godwin-Maltus es otra etapa de ese eterno enfrentamiento, que sigue muy vivo.
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A vueltas con la energía
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s tiempo de volver brevemente al problema de la energía, aunque es sólo un caso particular del cúmulo de retos al que tenemos que enfrentarnos, y en el cual tenemos que trabajar por buscar una solución lo mejor posible, tratando de evitar un posible «colapso» en algunas partes del Mundo, pues un colapso total y absoluto, para mí, es más que improbable, porque evidentemente no vamos a agotar «hasta la última gota» de petróleo, carbón y gas, no creo que a nadie se le ocurra seriamente pensar en algo así; pero sí podemos tener un agravamiento de los problemas económicos y sobretodo la posibilidad de una carestía de los alimentos potencialmente muy problemática en algunos países pobres, así como el impacto, que parece cada vez más severo, del cambio climático. En una entrevista, en Septiembre del año 2010, realizada a Stephen Hawking y a Brian Cox, a la pregunta de cual es el reto científico principal a que se enfrenta la Humanidad en las próximas décadas ambos no dudaron en la respuesta: la producción eléctrica por fusión nuclear, y creo que hay pocas personas en la comunidad científica que piense de forma diferente. Brian Cox piensa que sin esta tecnología «nuestra especie se encontrará en grave peligro para el fin de este siglo», quizás sea tan necesaria incluso antes... He escuchado recientemente entrevistas a algunos de los máximos responsables del programa mundial de desarrollo de la tecnología de fusión nuclear para la producción de energía, como el profesor Steve La raíz ideológica del Malthusianismo
Cowley, director del centro experimental de Culham en UK, el cual se muestra absolutamente convencido de que la fusión nuclear es YA una tecnología viable y sólo resta demostrarlo en una planta como la que está construyendo el ITER en Cadarache, el Sur de Francia, y que el motivo del interminable retraso es la falta de recursos económicos para acelerar el proceso. En España el físico Francisco Castejón del CIEMAT es igual de tajante en este asunto, y dice que si los políticos que toman las decisiones «de verdad» apostasen por acelerar el desarrollo de esta tecnología, los plazos se acortarían mucho más. Más abajo incluyo un video con una entrevista a este científico donde habla del problema de la central de Fukishima, de los problemas de las centrales nucleares por fisión, del peak-oil y de la viabilidad de la fusión, sobre la que no expresa la más mínima duda, y en lo que a él respecta y a la comunidad científica que representa, que la generación por fusión NO es ya un problema tecnológico, sino de recursos (económicos) a invertir en el desarrollo. Creo que merece la pena que veais el vídeo, es bastante instructivo y el mensaje es contundente. Yo pienso que cuando científicos como estos, todos de primera fila, hablan de forma tan tajante, con tanta seguridad de la viabilidad de esta tecnología no se me ocurre pensar que lo hacen para «coger subvenciones», «vivir de la mamandurria» ni nada de eso, creo que son personas archi-profesionales, muy seguras de lo que hacen y que pueden afirmar eso de frente y Heterodoxia 17
abiertamente ante el resto de la comunidad científica Para mí sería el equivalente de los Oppenheimer, Fermi y Einstein cuando aseguraron a F.D.Rossvelt que si invertía suficientes recursos en el Proyecto Manhattan, en pocos años tendría una bomba atómica; sólo que en el caso de la fusión hay mucho más camino avanzado que en la bomba atómica antes de que empezase el Proyecto Manhattan. Es verdaderamente triste que se esté acometiendo recortes en este campo debido a la crisis de la zona Euro, que se estén revisando los presupuestos, alargando los plazos, escatimando recursos, cuando no creo que exista en el Mundo ningún otro proyecto igual de importante para la especie humana en su conjunto, como igualmente afirma Hawking y Cox. De hecho desde el punto de vista económico es ya una verdadera aberración que no se active más ese desarrollo, pues el déficit energético le costó a la UE «sólo» 400.000 millones de euros en 2008, y se estima que las necesidades de infraestructuras para poder cumplir con el compromiso de energía renovables en 2020 equivale a 1 billón (trillion en USA) de euros. Supongo que los intereses de las empresas energéticas pesan en el proceso... En encuestas del Eurobarómetro el 82% de los europeos reconoce que la forma en que se produce y consume la energía tiene un impacto negativo en el clima, es decir la inmensa mayoría de los europeos reconoce ya el efecto perverso del cambio climático, y el 50% reconocen el cambio climático como uno de los mayores problemas mundiales y afirma que es necesario tomar acciones YA, todo esto contrasta con la actitud de los políticos, y con el propio movimiento ecologista al respecto. 18 Heterodoxia
Por ejemplo Ecologistas en Acción se manifiestan en contra de del ITER al que consideran «una fantasía de alta tecnología peligrosa y cara», y yo creo que antes de hacer el cúmulo de afirmaciones que figuran en ese artículo deberían hablar con los científicos involucrados en el proceso (como el dr. Castejón), considerar las alternativas realistas que hay y el impacto real de aplicarlas, porque, por ejemplo, en el caso de la fusión NO hay residuos radiactivos de larga vida, sino otros de vida corta, en muy pequeñas cantidades que no presentan, ni remotamente, los problemas de manejo de las centrales nucleares convencionales, que pueden gestionarse de manera simple, y que no tienen riesgos intrínsecos en la operación (por ejemplo de explosión o de fusión de barras de combustible, etc...) como muy bien explica el dr. Castejón y toda la comunidad científica. Creo que lo que es una verdadera fantasía es pensar en el sostenimiento de una sociedad compleja como la nuestra, con 7.000 millones de personas, sólo con energías renovables, bueno, si de lo que se trata es de volver al «agrarismo» (y su precio en vidas), o de una solución sólo para Occidente, que es quien puede financiar las grandes inversiones en renovables (con su pobre TRE: Tasa de Retorno de la Energía), bien, pero creo que hay que pensar en el resto de la Humanidad también, y buscar la manera que una tecnología renovable o quasi-renovable (como la fusión) pueda ser viable para los países en desarrollo, pues de lo contrario gastarán más y más CO2 (del carbón), por mucho que quieran los ecologistas, y sólo retrasaremos algo el problema de agotamiento de los recursos energéticos. Evidentemente esta confusión en el seno del movimiento por la sostenibilidad es lo que está haciendo La raíz ideológica del Malthusianismo
que los políticos no sientan ninguna presión por el desarrollo de la generación de energía por fusión, y no tengan el mínimo reparo en hacer los recortes que hagan falta en su desarrollo, pues nadie le va a pedir cuentas por los retrasos, y de hecho hay una buena parte del movimiento conservacionista que está en contra de gastar esos 10.000 millones de euros, 4.500 millones de la UE, en este proyecto, por ser un «despilfarro» (ver enlace al artículo de Ecologistas en Acción), cuando, cuando, por compararlo con otro esperpento, se trata de menos de la mitad de lo que, sólo en España, le han «inyectado» a Bankia (23.500 millones) y que vamos a pagar con nuestro sudor y sólo para el enriquecimiento de unos cuantos. Creo que hay que pensar en el futuro energético en términos de fusión nuclear, en plantas muy distribuidas, y buscar un vector de alta energía a partir de la electricidad (¿H2?) para poder usarlo en el transporte, además, por supuesto, del uso de energías renovables, las mejoras sustanciales en eficiencia en todos los procesos, reciclaje al máximo, el ahorro y la limitación voluntaria del consumo, reforzando la educación, pues los impactos medio-ambientales del consumo evidentemente no sólo son energéticos, suponiendo que pudiésemos solucionar esto, y los problemas de agotamiento de recursos no son exclusivos de la energía, aunque una fuente de energía sostenible y abundante aliviaría mucho los problemas, pero en ningún caso acaba con ellos. No soy un experto en absoluto en estos campos e ignoro si hay suficientes metales para construir una red eléctrica masiva para una futura «sociedad eléctrica», supongo que habría que usar aluminio y cobre, pero también investigar otros vectores energéticos, transmisión inalámbrica de electricidad (¿laser?) por decir una «burrada», es decir, en suma dedicar a muchos cerebros a solucionar estos problemas, porque siempre vamos a tener nuevos problemas que resolver, y no tienen porqué faltar soluciones.
La raíz ideológica del Malthusianismo
Conclusión
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reo que hay una parte no despreciable del movimiento por la sostenibilidad fatalmente «contaminado» por el «doomerism» (apocalipticismo) pesimista Malthusiano, su «agenda» ideológica y su pobre concepto del Hombre, que lleva a buscar sólo soluciones individuales o quasi-individuales, con la renuncia a realizar un verdadero esfuerzo necesario en la solución de los problemas que tenemos encima, tanto en nuestros países como para la Humanidad en su conjunto, y además estoy convencido de que las soluciones a estos problemas deberán ser, en una parte muy importante, de naturaleza tecnológica, aunque estoy de acuerdo que no sólo de esa naturaleza, como he repetido «ad-nauseam». Creo que el campo de la generación por fusión nuclear es una excelente oportunidad para paliar gran parte de los problemas energéticos del futuro y, para mí, es una verdadera aberración que sea precisamente el movimiento ecologista el que se oponga a su desarrollo, cuando debería ser el máximo interesado en su implantación. Los recursos que se están dedicando son verdaderamente irrisorios comparado con los beneficios que obtendremos y los peligros a los que tenemos que hacer frente como especie. Desde aquí no puedo hacer otra cosa que un llamamiento a todo el que lea este post a apoyar al desarrollo de la generación de energía de fusión nuclear en cualquier ámbito posible, en presionar, en lo posible, a nuestros electos en este campo (no es fácil), en extender la idea de que es algo absolutamente vital para nuestro futuro, y por supuesto continuar sensibilizando a todos con el problema de la energía, de los recursos y del medio-ambiente, en la reducción personal del consumo (energético y de todo tipo), y en tener un comportamiento orientado a la conservación del medio-ambiente en todo momento. Heterodoxia 19
LIBROS
PUTOS Nuestra breve selecci贸n de los libros que nadie quiere leer
El holocausto español El capital en el siglo XXI Piketty, Thomas
Para el autor, cada país, en relación con su historia y su compromiso democrático, responde de manera diferente a una ley básica del capitalismo de mercado que estimula la concentración de la riqueza en los sectores más favorecidos. El trabajo de Piketty cuestiona la relación óptima entre desarrollo e igualdad sugerida por Simon Kuznets y destaca el papel de las instituciones políticas y fiscales en la evolución histórica de la distribución de la riqueza.
Paul Preston
Odio y exterminio en la Guerra Civil y después La represión durante la guerra y en la inmediata posguerra contada por el más prestigioso hispanista de la actualidad. Durante la Guerra Civil española, cerca de 200.000 hombres y mujeres fueron asesinados lejos
El arte de tirarse pedos
Pierre-Thomas-Nicolas Hurtaut Ensayo físico-teórico y metódico de 1751 Prólogo de Antón Ventolín Ilustraciones de José María Lema Colección Funfunfito (recomendada de 0 a 144 años) Es en el mundo social donde el pedo puede tener sus mejores desarrollos, ya sea para iniciar una conversación, para hacer callar a un contertulio fatigoso o como salida triunfal en una disputa dialéctica. Hay que ser claro: el pedo es un acto de afirmación existencial solo al alcance de aquellos que han conquistado su libertad más allá de los prejuicios sociales. (Extracto del prólogo de Antón Ventolín)
Amanece, que no es poco (La serie) José Luis Cuerda
Prólogo de Jordi Costa Epílogo de José Luis Cuerda Antes de que nadie tenga la tentación de decir aquello de «segundas partes nunca fueron buenas», hemos de avisar que los textos que aquí presentamos se escribieron con anterioridad a la película Amanece, que no es poco: son el primer desarrollo del esbozo original de lo que acabaría siendo una de las películas más aclamadas del cine español contemporáneo. Este volumen contiene los cinco primeros capítulos de lo que iba a ser la serie de televisión Amanece, que no es poco. Son guiones que comparten localizaciones y personajes con la película pero que tienen una trama diferente, un desarrollo de los personajes muy distinto y están atravesados por una mala leche y un humor negro que dista lo suyo de la película que finalmente llegó a las pantallas. Compartiendo con nosotros una parte de sus archivos, José Luis Cuerda nos descubre un aspecto desconocido de su trabajo, algo que a buen seguro hará las delicias de los creyentes —y los escépticos— de la única religión sin dios ni amo. Esta edición cuenta además con un prólogo de Jordi Costa («Retorciéndole el pescuezo a la lógica») y con un epílogo de José Luis Cuerda («Alrededores del amanecer»), ambos redactados para la ocasión. 22 Heterodoxia
del frente, ejecutados extrajudicialmente o tras precarios procesos legales, y al menos 300.000 personas perdieron la vida en los frentes de batalla. Además, un número desconocido de hombres, mujeres y niños fueron víctimas de los bombardeos y los éxodos que siguieron a la ocupación del territorio por parte de las fuerzas militares de Franco. En el conjunto de España, tras la victoria definitiva de Libros Putos
los rebeldes a finales de marzo de 1939, alrededor de 20.000 republicanos fueron ejecutados. Muchos más murieron de hambre y enfermedades en prisiones y campos de concentración, donde se hacinaban en condiciones infrahumanas. Otros sucumbieron a las condiciones de los batallones de trabajo. A más de medio millón de refugiados no les quedó más salida que el exilio, y muchos perecieron en los campos de internamiento franceses. Varios miles acabaron en los campos de exterminio nazis. Todo ello constituye lo que a mi juicio puede llamarse el «holocausto español». El propósito de este libro es mostrar, en la medida de lo posible, lo que aconteció a la población civil y desentrañar los porqués.
Precariado. Una carta de derechos Guy Standing
Traducción de Andrés de Francisco En su libro El precariado. Una nueva clase social, Guy Standing introducía el concepto de «precariado» como una clase masiva emergente a la que se le han negado derechos políticos, civiles, sociales y económicos, y caracterizada por una creciente desigualdad e inseguridad. De una naturaleza cada vez más global, el precariado se ha convertido en un fenómeno social, reivindicado por movimientos como Occupy Wall Street o el 15M. Pero esta masa no es una simple víctima, es también un agente dinámico de cambio social. El autor nos habla de la importancia de redefinir nuestro contrato social alrededor de las nociones de libertad asociacional, agencia y comunes. Un texto indispensable, no solo porque pone al día el marco teórico desarrollado en su libro anterior, sino porque ofrece un detallado programa político para acabar con las desigualdades extremas que la gloLibros Putos
balización neoliberal ha generado. Su concepto y sus conclusiones han sido admiradas extensamente por pensadores de la talla de Noam Chomsky o Zygmunt Bauman, y por muchas destacadas figuras del activismo político. Esta carta de derechos es un regalo para aquellos que aspiran a forjar una nueva sociedad, en la que el trabajo humano tenga significado y los derechos de los trabajadores sean totalmente respetados.
En deuda
David Graeber Una historia alternativa de la economía Ganador del premio Bread and Roses for Radical Publishing 2012 Todo libro de economía hace la misma aseveración: el dinero se inventó para dar solución a la complejidad creciente de los sistemas de trueque. Esta versión de la historia tiene un grave problema, no hay evidencia alguna que la sustente. Graeber expone una historia alternativa a la aparición del dinero y los mercados, y analiza cómo la deuda ha pasado de ser una obligación económica a una obligación moral. Desde el inicio de los primeros imperios agrarios, los humanos han usado elaborados sistemas de crédito para vender y comprar bienes, antes incluso de la invención de la moneda. Es hoy, transcurridos 5000 años, cuando por primera vez nos encontramos ante una sociedad dividida entre deudores y acreedores, con instituciones erigidas con la voluntad única de proteger a los prestamistas. En deuda es una crónica fascinante y pertinente que viene a desmontar ideas encastradas en nuestra conciencia colectiva y superarlas conociendo cuál es la verdadera historia de la economía.
Colapso
Jared Diamond Por qué unas sociedades perduran y otras desaparecen Jared Diamond se pregunta cómo unas sociedades han desaparecido sin apenas dejar huella de su evolución han alcanzado una próspera civilización material y cultural. Después de su clásico Armas, gérmenes y acero, Jared Diamond se pregunta cómo unas sociedades han desaparecido sin apenas dejar huella de su evolución han alcanzado una próspera civilización material y cultural. El punto de partida es una rigurosa investigación de los casos de culturas que no han perdurado: historias trágicas como la de los mayas, los habitantes de la isla de Pascua, los indios anasazi en Norteamérica; historias menos terribles como la de Islandia o de Japón, culturas que han sabido reaccionar con éxito a desafíos ambientales; historias de vencedores y vencidos, como el caso de la República Dominicana y de Haití, y finalmente, historias aún abiertas como las de China o Australia, que están buscando soluciones innovadoras a sus desafíos ecológicos y sociales. Heterodoxia 23
UtopĂa, complejidad y colpaso
UTOPÍA
COMPLEJIDAD Y COLAPSO
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uando uno va siendo un poco mayorcito, puede volver la vista atrás y reflexionar sobre los «mitos» del pasado que lo acompañaron en su vida, puede contemplar la «mitología social» de su-s época-s, por ejemplo en la visión que se tiene, en particular, del futuro, a largo plazo, de la Humanidad en su conjunto. No uso el término «mitología» en el sentido negativo de poco o nulo grado de veracidad (soporte científico) que tenga o se le dé a una idea, aludo a «mitología», en modo genérico, al conjunto de ideas y símbolos que se reúnen en un determinado «discurso» que tratan de explicar el futuro discurrir de la sociedad, en un campo, el de las Ciencias Sociales donde, hay que decirlo siempre y con toda claridad NADA está ciertamente determinado, porque los sistemas tan terriblemente complejos como son las sociedades humanas, acopladas entre sí, la complejidad las hace esencialmente indeterminables, en el sentido científico (experimental) y reduccionista del término, y los muchos y variados intentos «proféticos» del pasado, tenidos a sí mismo como «científicos», han fracasado bastante 26 Heterodoxia
estrepitosamente, en algunos casos porque los sistemas sociales, usando una analogía con el Principio de Incertidumbre de Werner Heisenberg, se ven influidos por las observaciones que se hacen sobre ellos y los sucesos que se desencadenan por esas mismas observaciones, como fue, por ejemplo el caso de las «profecías» de Marx y su «inevitable» e «inminente» Revolución Universal del Proletariado; y esto no es nada negativo, al contrario, significa que los sistemas sociales, tienen una característica que, en cierto modo, los acerca al comportamiento de los sistemas vitales : tienen cierto grado de adaptación. En este artículo pretendo analizar algunas teorías explicativas generales sobre aquello que precipita el colapso de las Civilizaciones, haciendo una crítica sobre las mismas. Empezaré mi artículo, en particular por el género cinematográfico, que es el que recoge, de manera visual y resumida, muchos de los «mitos» (de nuevo en el sentido respetuoso y amplio del término) sobre el devenir de las sociedades, en particular de la sociedad occidental, en forma de utopías y, sobretodo, distopías. Utopía, complejidad y colpaso
Las Distopías de los 70’s y 80’s
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esde mediados de los años 70’s e inicios de los años 80’s cuando yo era niño pero ya acercándome a la adolescencia, recuerdo que aparecían, con mayor frecuencia (comparado, por ejemplo, con finales de los 80’s o durante los 90’s) películas que trataban de las situaciones post-apocalípticas, es decir, de la vida de los supervivientes tras una debacle a escala mundial, la mayoría de las veces producidas por una guerra nuclear, y en otros casos por otra de tipo media-ambiental (agotamiento de los recursos, calentamiento global, contaminación, etc...). Hubo una gran cantidad y variedad de filmes que trataban esta dinámica post-colapso: la serie de Mad Max, Nueva York 2012 (¡vaya casualidad!), la serie de El Planeta de los Simios (la antigua), El Día Después, Soylent Green, La Fuga de Logan, las películas de zombis, etc... No creo que sea una casualidad la proliferación de ese tipo de películas en esa época, como tampoco, creo, sea casualidad el surgimiento de un fenómeno tan distópico como el Punk en esa misma época donde su «ideología» queda resumida por la frase «No Future», ideario pesimista, desesperado y auto-destructivo, que contrasta fuertemente con el magnífico despliegue de las utopías de la década de los 60’s, tipo «New Age», que, suponían, se iba a inciar una nueva época de bondad, meditación y cambio espiritual; indudablemente, pensaban, entrábamos en una auténtica Edad de Oro del Hombre, estábamos ya iniciando la andadura en la «Era de Acuario», como en la famosa canción, esa del parque, de la película «Hair», aunque esta película en particular se hizo en 1979, en realidad provenía de un musical de 1967, y toda la temática hippie y la historia transcurre en los años 60’s.
Utopía, complejidad y colpaso
Independientemente de la situación particular de España, creo que, en general, había como un cierto desencanto en esa época, la Crisis Mundial, iniciada y agravada, aparentemente, por los 2 shocks petroleros de 1973 y 1980, no parecía tener fin, con su secuela de desempleo e inflación y en caso de USA, que era el país productor de filmes por excelencias, la derrota del Vietnam era un agravante psicológico en ese ambiente, y además el enfrentamiento nuclear a gran escala entre USA y la URSS parecía no sólo probable, sino inevitable a no muy largo plazo, y los informes del Club de Roma y otros de la época, acrecentaban el miedo de que, aunque nos librásemos de un «infierno nuclear», la nueva amenaza sería de recursos, medio-ambiental y poblacional. El optimismo de los 60’s parecía cosa del pasado, al menos en el universo fílmico anglosajón. Es curioso observar como, en los apocalipsis fílmicos de los últimos años, no se usa el fenómeno de la guerra nuclear como desencadenante del exterminio de la mayor parte de la Humanidad, sino que ahora predominan los problemas climáticos, las amenazas alienígenas (como en los años 30’s y 50’s), las enfermedades, los meteoritos, y las profecías Mayas. En cambio en los 70’s y 80’s el terror nuclear era la base de la mayoría de los sucesos apocalípticos. Unas preguntas que se me ocurren: ¿de verdad ha pasado el peligro de una guerra nuclear?¿cuantos miles de cabezas nucleares siguen existiendo?¿cuantas veces pueden destruir la Humanidad al completo? Bueno, vamos a dejarlo. En esa época el pensamiento sobre el peligro nuclear era verdaderamente obsesivo, al menos así lo perci-
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bía mi susceptible mente infantil, y corrobora este hecho la forma en que están redactados muchos ensayos de escritores y la forma de entender el futuro de la Humanidad o incluso de otras posibles civilizaciones extra-terrestres, hasta el punto de establecerse presuntas «leyes» universales al respecto. Me viene a la cabeza el caso del libro del escritor Isaac Asimov: «Las Civilizaciones Extraterrestres» (1979). No voy a hacer una descripción detallada del ensayo, sólo mencionar que en él se hacía un estudio, pretendidamente «científico» (?) de la cantidad probable de civilizaciones que puede albergar nuestra galaxia, y estimaba que podían existir, nada más y nada menos que unas ¡530.000! civilizaciones «tecnológicas», es decir, con tecnologías similares a la nuestra o más avanzadas.
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Ante un número tan elevado de esas civilizaciones, como estimaba Asimov, la primera pregunta que surge, es : ¿porqué no hemos encontrado el mínimo rastro de ellas de ninguna de las maneras posibles: señales electromagnéticas, restos de sus «visitas», etc...?, ¿por qué está todo tan «silencioso» hasta para los más potentes sistemas de detección actuales? Asimov da su propia respuesta a la pregunta anterior = no vemos rastro de ninguna civilización extra-terrestre porque éstas tienen una duración muy breve, se auto-destruyen en guerras; y la razón última de ésto es que las especies vivientes que llegan a desarrollarse hasta generar una civilización necesariamente lo han hecho a través de un proceso de selección natural, que lleva implícito la necesidad de «lucha» o «competición» por los recur-
sos escasos con otras especies y su medio, y entre los propios grupos de la especie (lucha intra-específica) lo cual, necesariamente lleva aparejado un comportamiento agresivo que permita realizar, con éxito, esa competencia, y esto es algo que debe estar genéticamente determinado pues es un aspecto esencial para la supervivencia de las especies. Ni que decir tiene que la mayoría de los Biólogos son Hobbesianos: Konrad Lorentz, Jacques Monod, etc... Siguiendo el argumento de Asimov, la evolución tecnológica, llevado a un determinado punto de «arranque», es muy rápida, y, evidentemente, mucho más que cualquier cambio genético posible a gran escala, y dado que los mecanismo esenciales (genéticos) de agresividad están intactos, una vez que esa especie ha acumulado la capacidad de desplegar una gran cantidad de energía para conformar su civilización, hará, con toda seguridad, un uso de esas mismas energías para desarrollar armas; desencadenándose, también necesariamente, una «carrera armamentística» entre los poderes rivales, y pasado determinado «umbral» energético, esas armas tendrán la capacidad de destruir completamente la Civilización, y, además serán, por tanto inevitablemente usadas en la lucha despiadada por el poder y los recursos (que son lo mismo), y las civilizaciones terminan, así, auto-destruyéndose, antes, incluso, de que pueda desarrollar exploraciones inter-estelares a gran escala. Asimov no se centra mucho en el tema del agotamiento de los recursos o la destrucción medio-ambiental producto del desarrollo tecnológico, quizás porque en esa época no estaba tan de moda, y prefiere un argumento mucho más «evidente» y dramático, como es el de la guerra total.
Utopía, complejidad y colpaso
Para mi en general todo el libro tiene una argumentación extraordinariamente débil y muy poco o nada «científico», lo veo más como un auténtico ensayo de «ciencia-ficción», y uno de los contra-argumentos más fáciles que tenemos a mano, que se le puede ocurrir a cualquiera es que, aunque las civilizaciones sean muy breves, deberían perdurar probablemente algunos siglos o décadas emitiendo señales electromagnéticas al espacio, como llevamos haciendo nosotros desde finales del siglo XIX, y 530.000 civilizaciones simultáneas en una sola galaxia (la nuestra) son muchas, y aunque sea en cortos intervalos, ¿no deberíamos haber escuchado «algo» ya de algunas de las más cercanas? O a lo mejor es que la Vida, o mejor las formas superiores de la misma, son sucesos muy extraordinarios que requieren de unas condiciones verdaderamente excepcionales, como las que tenemos nosotros en la Tierra, donde estamos en una zona templada de la órbita de una estrella bastante estable, tenemos un satélite de un tamaño y a una distancia especial que permite una estabilización magnífica del eje polar, de tal forma que hay una extraordinaria estabilidad del flujo energético proveniente del Sol en las diferentes regiones del planeta; nuestro planeta es sólido y genera un calor interno que contribuye a la estabilidad de los sistemas; además, en las órbitas externas del Sistema Solar hay 2 grandes planetas: Júpiter y Saturno, que actúan «barriendo» la gran masa de asteroides y «escombros» espaciales que, de otra forma, caerían con mucha más frecuencia a la Tierra, imposibilitando un desarrollo más continuado de los mecanismo de selección natural, aunque, en determinados momentos, tras muchos millones de años, la «destrucción creativa» de determinados grandes impactos de meteoritos han supuesto un avance en la evolución, pero no es lo mismo que esto sucediese cada pocos años, etc..... Es decir, la Tierra reúne un muy elevado número de características que lo hacen ser, aparentemente, un fenómeno estadisticamente bastante «raro», y aunque, efectivamente, puede haber muchos otros planetas con vida, creo que las hipótesis de Asimov son optimistas en exceso. Por mi parte creo que el argumento de Asimov está, en gran parte, copiado (o re-formulado que queda mejor) de una de las mejores películas de ciencia-ficción que he visto nunca, y cuyo nombre es «Planeta Prohibido»
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El Planeta Prohibido y los monstruos del «Ello»
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oy a contar el argumento de esta película, espero que todos los que estáis leyendo este texto hayáis visto la película, y si no, saltaos este apartado, pues creo que si no se ha visto, se debería ver sin conocer el argumento, claro. Esta película es una adaptación bastante libre de la obra de Shakespeare «La Tempestad» (de nuevo, como describo en mi texto anterior sobre la Propiedad Intelectual aparece la larga cadena de copia, de una copia , de una copia, etc....), en la que una nave de una futura «Federación de Planetas Unidos» (los USA ya no son estados, ahora son planetas) es enviada al planeta Altair IV para investigar la desaparición de una nave, de esa misma Federación, unos 20 años antes. En el citado planeta sólo viven el ya maduro Dr Morbius (Walter Pidgeon) con su extraordinariamente atractiva hija Altaira, que luce una exigua minifalda durante toda la película, y que no había visto ningún hombre joven en toda su vida. Según parece, la anterior nave, de nombre Belerophon, fue destruida por una fuerza desconocida cuando intentaba abandonar el planeta, que en el pasado fue habitado por una civilización extraordinariamente avanzada: Los Krell, con una inteligencia mucho más desarrollada que la humana, y que, en el subsuelo del planeta, habían construido una «máquina» impresio30 Heterodoxia
nante, con una potencia estimada de unos 9.200 reactores termonucleares de fusión. La hija del Dr Morbius se siente cada vez más atraída por el capitán de la nave, interpretado por el actor Leslie Nilsen (película que hizo antes de convertirse en el «payaso» oficial de Hollywood), lo cual detecta claramente el citado Dr. Morbius, que se siente cada vez más molesto y perturbado por los nuevos visitantes En el curso de los días empiezan a ocurrir sucesos extraños, se produce un robo en la nave por algo que parece un animal muy extraño que no llegó a ver nadie. Posteriormente se produce un nuevo ataque contra la nave por un ser que es invisible, y sólo parcialmente visible cuando atraviesa el campo de fuerza de protección de la nave, que no consigue detenerlo, ni tampoco las armas de los tripulantes, matando ese monstruo, a varios miembros de la tripulación y desapareciendo de modo instantáneo cuando parecía que iba a matarlos a todos. Ante la amenaza de morir todos, el médico de la tripulación de la nave usa la «máquina educadora» de los Krell (artefacto que servía para incrementar los conocimientos y el intelecto de esos seres) y poco antes de morir, debido a su uso (no era apto para intelectos sub-desarrollados como los humanos), desentraña el misterio = los Krell habían construido una máquina Utopía, complejidad y colpaso
inmensa que hacía posible que se pudiesen materializar todos los deseos individuales, de tal forma que la inmensa máquina construida estaba presta a satisfacer los deseos de todos los Krell, pero esos individuos, pacíficos y totalmente ignorantes de las guerras, no habían tenido en cuenta la capacidad de los seres inteligentes de generar profundos deseos inconscientes destructivos..., y de su propia máquina para atenderlos El monstruo que atacó a los tripulantes de la nave era uno de los monstruos del «Id», que es el nombre latín del «Ello» que es, en la terminología de Freud como se designa la porción instintual de la mente del Hombre (arqueocéfalo), allí donde se generan los deseos tanto de Vida (eróticos) como de Muerte (tanáticos), que luego son «filtrados» por el «Yo» consciente, según las «normas» y «reglas» asentadas en el «Super-Yo» que es conformado por la Cultura. En latín a estas subdivisiones de la mente humana las llamaba Freud: Id, Ego y Super Ego. El «Ello» inmerso en el subsconsciente, como aparece en el dibujo de más arriba, es donde se generan no ya los «deseos» elaborados, sino las «pulsiones», las tendencias primordiales de los deseos, antes de ser «modulados», «corregidos» o «reprimidos», y siempre censurados por el «Yo» antes de llegar a la consciencia. Según Freud es en el sueño, donde bajan las energías de la «censura» del «Super-yo» cuando esas pulsiones se hacen «alegorías», en eso que llamamos «sueños», y es durante el sueño del Dr. Morbius, en nuestra película, cuando el monstruo del Id empieza a atacar a la tripulación de la nave, desencadenado por los ocultos odios del Dr. Morbius hacia la tripulación y en particular al capitán, que percibía como una auténtica amenaza a su hija y a su «statu-quo» en «su» planeta Al usar, el Dr. Morbius, individuo especialmente inte-
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ligente, la «máquina educadora» de los Krell 20 años antes, la máquina de los Krell lo identificó como un Krell más, y de ahí que ésta sólo hiciese aquello para lo que estaba programada: hacer realidad sus deseos, pero es que, como pintó Goya muchas décadas antes de nacer Freud : «El sueño de la Razón produce monstruos», sí, los monstruos del Id. Los pobres Krell, los inmensamente inteligentes y pacíficos Krell, en su búsqueda de la «Felicidad» para todos, habían construido la «Máquina Definitiva» aquella que iba a satisfacerlos sin límite los deseos de todos, El Mundo Feliz por fin, como si fuese el verdadero sueño Ilustrado hecho realidad, pero no contaron con el «inconsciente» allí donde residen los fantasmas insomnes y los diablos eternos, que no son más que la cara perversa de nosotros mismos, porque lo verdaderamente terrorífico es lo «cercano» (siniestro) como en tantos y tantos cuentos populares y relatos de ficción. Mi padre, que es quien me enseñó lo poco que sé sobre el psicoanálisis, lo escribió una vez: «...el «sentido» ya lo hemos dicho reiteradamente, no es otra cosa que la INTENCIONALIDAD profunda y más o menos consciente del hombre, es decir, la expresión fáctica de su Deseo. Expresión de su deseo hecha jeroglífico en el sueño, a causa de la censura, y racionalización ideológica, es decir, IDEA, a causa de la represión de la Cultura, en la realidad de la vigilia. Por ello el «sentido», en el contexto de la comunicación, que no es más que inter-seduccción existencial sellada por la ideología, ingresa en la categoría fundamental de nuestra condición alienada: el SINTOMA» (las mayúsculas son suyas). Impecable resumen de las ideas de Freud, en su inimitable estilo preciso, conciso y denso.Desde
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luego podría decirse que esta película es también una crítica al carácter siempre ambivalente e inesperado de la tecnología y sus «consecuencias imprevistas», la Ciencia y sus «buenas intenciones», así como a los atajos del «bienestar» por encima de todo, es decir, una crítica a la sociedad moderna. ¿No somos acaso nosotros un poco parecidos a los Krell? Quizás me he desviado un tanto de la trayectoria del texto, pero creí necesario describir, las bases de uno de los fundamentos claves que sostiene lo que podríamos llamar la «inevitabilidad Hobbesiana» de la auto-destrucción de las civilizaciones, de forma más elaborada de como lo hizo Asimov.
2001 Una Odisea del Espacio y el advenimiento de la Conciencia
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o recuerdo exactamente la edad que tenía cuando vi esta película, debía tener alrededor de los 8 ó 9 años, lo cierto que me impactó profundamente, sobretodo el principio de la misma, aquel mundo extraño, para mí, de los primeros primates y el proceso de Humanización, estuve varios días verdaderamente «alucinado» con la película, y deseando que mi padre me hablara de lo que se sabía sobre esa época de los inicios de la Humanidad. En esta película, obviando la presencia de un «mensajero» interestelar (monolito negro en la película) que es el que transmite algo así como la «Conciencia» a esos homínidos primitivos, vemos que la tesis fundamental de Arthur C. Clark es que el proceso de advenimiento de la conciencia está indisolublemente ligado al de la herramienta, y no cualquier herramienta, sino a las armas, pues eso era la primera herramienta que descubrió el primer homínido: un arma, un hueso, en primer lugar usada para matar tapires y poder comer carne en abundancia, y a continuación e inmediatamente se usa para matar a otros individuos de la misma especie, al líder de una banda rival que ocupaba una charca. La presencia del arma, en esta teoría, precede al desarrollo de cualquier comunicación simbólica, y es
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más, el despliegue de la agresividad asesina no es el producto de una extrema agresividad natural de los homínidos, sino producto del arma, de la tecnología, esos proto-hombres matan «porque pueden», como dijo Kennedy ante la pregunta de porqué íbamos a ir a la Luna: «Porque podemos». La Voluntad de Poder agresiva no como resultado de las fuerzas interiores «primitivas», sino como resultado de la conciencia y su hija: la tecnología. Según esto, la Humanidad no empieza la andadura de su desarrollo intelectual como entes pacíficos recolectores de frutas, hierbas, etc...sino directamente matando, es así, de hecho, una variación del «Mito Hobbesiano» no basado en la inmensa e incontenible agresividad instintual humana «de origen» (genética) sino en que la propia inteligencia es la causa última del despliegue agresivo inevitable, producto de su tecnología. En contraste Freud, en su libro «Totem y Tabú» (1913) establece una analogía entre el desarrollo afectivo y mental de las personas individuales y las de nuestra especie en su conjunto, pues supone que la «universal» experiencia del «Complejo de Edipo» y el desarrollo psicodinámico del individuo es el reflejo de una génesis «histórica» por la que ha pasado toda la especie humana, que, de alguna manera, ha quedado «impresa» en su código genético (filogenia). Así expone la tesis de que la innata e inmensa agresividad del Hombre precede al advenimiento de la Conciencia, y que, de hecho la Conciencia, y su hija la Cultura, nacerían como una necesidad adaptativa de supervivencia de la especie, al actuar ésta como un medio para «reprimir» las pulsiones asesinas de los proto-hombres, y no, primordialmente como una adaptación al medio «natural», sino una adaptación al medio «humano» interior tan agresivo. Al tiempo que la Conciencia, nacería la Cultura, cuyo primer acto fundacional es el universal «Tabú de Incesto» presente en todas las sociedades humanas, aquel que entierra la mítica rivalidad del grupo, de la «horda primitiva», donde el «asesinato del padre» fue un suceso real y repetido, origen de la construcción mental por la que pasamos todos en el «Complejo de Edipo», ese que, una vez superado, abre el paso desde el «Principio del Placer» al «Principio de Realidad» por la represión de la Cultura. Creo que Freud ha sido uno de los pensadores más importantes de la Humanidad, que sus aportaciones son impresionantes, pero en la tesis descrita con anterioridad, cuando da el paso de lo «psicológico» a lo «antropológico» creo que «se pasó». No me imagino un tal mecanismo «Lamarckiano» que permita imprimir en el código genético todo un meta-relato como es el complejo de Edipo desde una serie de sucesos «históricos» dramáticos, ni creo que la Conciencia y la Cultura sea así sólo ese mecanismo descrito de «contención» de la agresividad intra-grupal, sino que es, Utopía, complejidad y colpaso
en primer lugar, se trata de un mecanismo adaptativo al medio circundante, y la Conciencia, coetánea con el Lenguaje Simbólico, el principal mecanismo adaptativo humano, transmitido por medio de la Cultura, también fundadora de los límites morales de los individuos.
El origen del Mito del Caos y la Barbarie
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hora, volviendo a las distopías fílmicas de los años 70’s y 80’s (Mad Max y las otras) observamos que, tras el apocalipsis, se produce una disolución de la «civilización» y una vuelta a una barbarie casi absoluta, donde sólo quedan algunos grupos minúsculos que aún conservan una forma de comportamiento moral y ético que recuerda al de la civilización destruida (la nuestra), mientras la inmensa mayoría de los supervivientes están inmersos en un caos de barbarie y destrucción donde sólo impera la ley del más fuerte, sin ningún freno ético al ejercicio indiscriminado del asesinato. El ser humano, liberado, tras la destrucción, del freno impuesto por la represión de la Civilización (Cultura) y en un entorno de escasez, vuelve, necesariamente, al pillaje, al caos y la violencia más absoluta. Porque, claro, esa y no otra es la «verdadera» Naturaleza Humana. El mito de Thomas Hobbes de «la guerra de todos contra todos» (Bellum omnium contra omnes) de su famoso libro Leviatán (1651), al que ya he hecho mención anteriormente, describe que el hombre es inherentemente agresivo y proclive a la violencia indiscriminada, los sucesos recientes, cuando Hobbes escribió ese libro, de la Guerra de los 30 años, no hacían más que confirmar sus ideas. Pero esta idea de Hobbes estaba firmemente asentada en los presupuestos teológicos de la Reforma, pues el famoso intercambio epistolar (diatriba) de Lutero con Erasmo, versaba precisamente sobre esto. A la carta de Erasmo «De Libero Arbitrio», donde manifestaba que el Hombre era libre para hacer el Mal y también el Bien y que omnisciencia divina no equivalía a pre-destinación, contestó Lutero con «De Servo Arbitrio», porque en el fondo de la teología de la salvación «por la sola fé» Luterana, está la imposibilidad de redención del hombre por sus obras, que no significan nada, dada la naturaleza «intrínsecamente corrupta» (según Lutero) del hombre, del que no puede surgir nada bueno, pues el hombre NO puede ser libre para escoger entre el Bien y el Mal, dado su infecta inmersión en el Pecado desde la Caída. La Predestinación y la inevitable maldad intrínseca del Hombre son categorías indisolubles en la teología protestante, y conforman la «forma» en la que se estructuran los relatos «heroicos» en su expresión, por Heterodoxia 33
ejemplo, fílmica norteamericana, de lo que ya me he ocupado en anteriores textos, y, creo, esto explica la peculiar forma «paranoide» que adquieren muchos de los mitos post-apocalípticos, que se asientan en su peculiar noción de Hombre. Los mitos culturales no explican cómo «es» el Hombre (los Otros), pero sí como se lo percibe desde el seno de la Cultura. Por otro lado la ideas de Hobbes también sirvieron para justificar el despotismo, ya que, dada la naturaleza quasi-demoníaca del Hombre, éste debe estar sujeto con fuerza por la Autoridad, justificando la entrega de cada vez más poder al Estado como único garante de la Paz por medio del monopolio de la fuerza.
Los Mitos modernos del Colapso
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esde siempre ha intrigado a los historiadores, filósofos y en general a cualquiera con mínima inquietud cultural, las caídas o colapsos de las Civilizaciones, desde Platón y su Atlántida hasta los recientes estudios de Jared Diamond o Joseph A Tainter decenas de historiadores han establecido sus propia explicación sobre la caída de Imperios y Civilizaciones, en ocasiones sobre casos particulares (como Gibbon con el Imperio Romano) y en otros como intentos de una explicación aplicable para la mayoría de los casos, como es el caso de J.A. Tainter. La elaborada teoría de Tainter se podría englobar en una nueva serie de teorías sobre el colapso civilizatorio basados, directa o indirectamente, en la disponibilidad de los recursos, y en particular de la energía. Esta nueva corriente, deriva de las alarmas emitidas por un elevado número de científicos, desde los años 60’s, sobre el curso insostenible de nuestra sociedad industrial actual, desde King Hubbert y su «Peak-Oil» pasando por los trabajos del Club de Roma, en particular el famosísimo informe de 1972 «Los límites del Crecimiento» donde alertaban de la imposibilidad material de un crecimiento continuo (exponencial) en un mundo de recursos finitos y hacía una simulación matemática de la probable evolución, en un futuro, de la población, los recursos y el medio-ambiente. Este movimiento hizo que se iniciase toda una «floresta» de predicciones, a cada cual más apocalíptica, de raíz Neo-Malthusiana, algunas de ellas absolutamente demenciales en su afán catastrofista, como fue el caso del célebre libro «The Population Bomb» (1968), escrita por el «científico» entomólogo americano Paul R. Ehrlich, que vendió 3 millones de libros en los primeros años de su publicación y que contenía «lindezas» como las siguientes: «La batalla por alimentar a la Humanidad ha terminado. En los años de la década de 1970 cientos de millones de personas morirán de hambre a pesar de cualquier programa de ayuda alimentaria en que nos embarquemos desde ahora. En esta tardía fecha, nada 34 Heterodoxia
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puede prevenir un substancial incremento de la tasa de mortalidad en todo el Mundo» Casi nada. Aunque respecto a los USA me gustan las siguientes «predicciones»: «...Antes del año 2000 unos 65 millones de americanos van a perecer de inanición..» «...Los Estados Unidos no podrán sostener una población superior a 150 millones de habitantes...» (bueno ahora «sólo» tiene algo más de 300 millones y es capaz de alimentar a otros tantos con sus exportaciones alimentarias Parece el guionista de «Soylent Green» Había que limitar la población «como sea» según ese autor, que proponía, entre otras cosas, que las autoridades dosificaran anti-conceptivos en las redes de agua potable o en la comida, para que fuesen consumidos de forma obligatoria, pues era de la máxima urgencia conseguir un crecimiento negativo de la población. En fin, abogaba por el establecimiento de un Ministerio de Población con el encargo de «...tomar cualquier medida que sea necesaria para conseguir un tamaño poblacional adecuado en los Estados Unidos...». Asusta sólo pensar la clase de «medidas necesarias» que pueden llegar a hacer falta. El tal Erhlich no sólo tiene nombre de Obersturmbannführer SS, sino que tiene ideas un tanto parecidas (estoy exagerando, lo sé). Una de las anécdotas más famosas de Ehrlich fue su apuesta, con varias personas, de que Inglaterra desaparecería antes del año 2000. Aún más famosa es la apuesta con el economista Julian L Simon respecto a la prevista evolución del precio de cinco metales raros (cromo, niquel, estaño, cobre y tungsteno) en 10 años, si en ese período el valor combinado de esos metales subía de 1.000 dólares, Simon pagaría, y si no, lo haría Erhlich; pues éste pensaba que el crecimiento poblacional haría subir muy rápidamente el precio de esos metales. Este es el cheque que Erhlich envió a Simon:
En realidad el precio combinado de los metales había bajado a casi la mitad del día en que hicieron la apuesta en vez de subir. Esto no quiere decir que todo lo que decían las personas como Erhlich es falso o que no hay que preocuparse por lo que está ocurriendo con los recursos y el medio-ambiente, pero la lección de Erhlich debe servir para extender la modestia a la hora de establecer predicciones o «profecías», lección que, yo mismo, debo aprender, dada la naturaleza compleja, como ya Utopía, complejidad y colpaso
he dicho, de todos los fenómenos de los que hablamos. Hay un tipo especial de abuso de predicción que yo llamo el «Lotka-Volterraísmo», método de «predicción», actualmente en auge, que consiste en usar las famosas ecuaciones de Lotka-Volterra que describen el desarrollo de las poblaciones de presas y depredadores (p.e. conejos y zorros) en un determinado entorno, ecuaciones que se modifican , sustituyendo a las «presas» con recursos, energía, dinero etc... y los «predaqdores» somos nosotros, de esta manera se usan para hacer las correspondientes predicciones sobre los que le va a suceder a la Especie Humana. En contrapunto al «Lotka-Volterraísmo» veamos lo que está ocurriendo en la actualidad con las tasas de natalidad de las poblaciones humanas mundiales.
La tasa mundial de fertilidad, expresada en niños por mujer, no ha dejado de disminuir en los últimos 40 años (línea naranja en gráfico anterior), de hecho en 2010 esa tasa de fertilidad era de 2,56, lo cual se considera inferior a la necesaria para el sostenimiento de la población a escala global, aunque en sociedades como las occidentales, con una muy larga longevidad, el valor mínimo sería de 2,1, es necesario un valor mayor en sociedades no tan ricas, y es por ello que el crecimiento futuro de la población mundial se deberá al incremento de la esperanza de vida, y no a la natalidad. Los seres humanos se mueven en un universo simbólico y cultural, y lo que ha ocurrido en las últimas décadas es que las personas no se comportan como los conejos de Lotka-Volterra, los insectos que estudiaba el entomólogo Erhlich o las bacterias de la «Placa de Petri» que tanto gusta decir a muchos, y es que precisamente la reducción, en su mayor parte voluntaria, de la natalidad, que se observa en las últimas décadas, es consecuencia de la mejora de las condiciones de vida, es decir, de la mayor disponibilidad de recursos y no al contrario; y así el decrecimiento población, al contrario que en los conejos, los saltamontes o las bacterias de la placa de Petri, se da en las sociedades ricas, a rebosar de recursos, en mayor medida que en las pobres, aunque es una tendencia GLOBAL y continua, que se está produciendo sin tener que usar los métodos «expeditivos» propuestos por Erhlich. Ahora bien, si es lo suficientemente acelerada como para evitar un colapso, yo no lo sé, espero que sí. Heterodoxia 35
Joseph Tainter y los rendimientos decrecientes de la Complejidad
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l antropólogo e historiador Joseph A. Tainter escribió en 1988 el famoso libro «El Colapso de las Sociedades Complejas» donde este autor hacía un análisis detallado de las civilizaciones de Harappa, Ur, Minoica, Olmecas, Mayas, Chaco, Imperio Romano Occidental, Imperio Bizantino, etc...Con la idea de buscar un «patrón» una causa-resumen que pueda servir de explicación válida sino para todos los casos, sí al menos para la gran mayoría de los colapsos (entendido como fin acelerado) de las anteriores civilizaciones o imperios. Tras un estudio detallado de los casos de colapso civilizatorio, llega a la conclusión de que son los «rendimientos decrecientes» del incremento de la «Complejidad» de las estructuras socio-político-económicas de las Civilizaciones las que llevan, al final, al colapso de las mismas, entendiendo que una sociedad «Colapsa» cuando: «...experimenta una rápida y significativa reducción de su nivel previo de complejidad socio-política», y el ejemplo en que más se detiene, como antes hicieron muchos autores, es el del Imperio Romano, que usaré, yo también, como ejemplo principal para explicar esas ideas a los lectores. Para Tainter, la Complejidad es una tendencia natural de las sociedades humanas en su afán de resolver problemas («problems-solving strategies»), de tal forma que si pensamos, por ejemplo, en una tribu o sociedad donde todos son campesinos, habría que pensar que para los individuos de esa sociedad sería beneficioso que uno de ellos se dedicase a la medicina, creo que en general estarían satisfechos si alguien adquiriese la formación y las habilidades para dedicarse a curar a los individuos enfermos, y para eso, es evidente que una especialización es mucho mejor que dedicarse sólo un rato en los tiempos libres, es seguro que los individuos estarían dispuestos a dedicar parte de los frutos de su trabajo para que ese médico pudiese dedicarse a tratar sus dolencias cuando estuviesen enfermos. Igualmente podemos pensar en otras profesiones, como por ejemplo herrero, alfarero, etc...En general el beneficio global de la sociedad se incrementa con la especialización, pues el trabajo de esos individuos es mucho más eficiente si se dedican a formarse y a desarrollar una determinada labor (profesión) en exclusiva, comparado con el caso en el que sólo lo hacen temporalmente y distanciado en el tiempo. Tainter entiende el crecimiento de la Complejidad social en ese sentido, en el aumento del número de profesiones, roles y especialidades que una sociedad experimenta, asociado, inevitablemente, a un crecimiento de la jerarquización, pues el crecimiento de la complejidad lleva aparejado el crecimiento de las labores de coordinación, control y planificación sobre cada una de las partes y sobre el conjunto, debido al gran incremento en los flujos de información que se requiere manejar. 36 Heterodoxia
Tainter pone el ejemplo de que en las sociedades de cazadores-recolectores el número de roles sociales era de unas pocas docenas, mientras que en las modernas sociedades industriales el número de «personalidades sociales» (roles/especialidades) se estima en superior a 1.000.000. Pero como puede suponerse, el incremento de complejidad de una sociedad no es gratuito, para que se produjese la división del trabajo, en el Neolítico, fue necesario la existencia de excedentes alimentarios, y en general de recursos, para que algunos no tuviesen que trabajar como campesinos, pastores o recolectores. El incremento de la complejidad requiere de un creciente flujo de recursos hacia los sucesivos roles que la van integrando, así, para el crecimiento de complejas organizaciones burocrático-políticas de gestión, es preciso que exista un sostén en el aparato productivo que permita mantenerlos. Para Tainter el crecimiento de la complejidad es una tendencia buscada por la propia sociedad, como se ha dicho antes, como método de «resolver problemas», pues la manera que tienen las diferentes sociedades de resolverlos, la que se ha usado en casi todos los casos, es el incremento de la complejidad, es decir, el destinar mayor cantidad de «especialista» a abordar los problemas que se les va presentando a la sociedad, pues los problemas se presentan continuamente, y es que el propio desarrollo de la sociedad hace que se tengan como «problemático» algo que antes no se lo consideraba.
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La inversión, que hace la sociedad, en complejidad, es, a la postres, según Tainter, un proceso económico, y como todos estos procesos, están sujetos a la «Ley de los Rendimientos Decrecientes» de David Ricardo (padre de la economía neo-clásica), es decir, que pasado un determinado nivel, el incremento de una unidad de «inversión» o «gasto» en ese ámbito, obtiene un beneficio que es menor que los que se tenían hasta la fecha en las inversiones realizadas anteriormente, es decir, ha disminuido el rendimiento de la inversión en ese proceso. Tainter expresó esto usando una gráfica del incremento del nivel de complejidad y los «beneficios» obtenidos por la misma.
Utopía, complejidad y colpaso
En la gráfica se describe cómo al principio la «inversión» en complejidad origina un crecimiento elevado de los beneficios en la misma (antes del punto C1), pero a partir de un determinado nivel (punto C2-B2), el incremento de la complejidad (punto C3-B1) obtiene unos beneficios que son equivalentes a los que se tendrían con un nivel de complejidad mucho menor (punto C1-B1), y sin embargo al ser la complejidad mucho mayor, la inversión en recursos que se hace es también mucho mayor, y en vez de resolver un problema, hemos creado otro más grave. Para explicar la Ley de los Rendimientos Decrecientes usaré un ejemplo del ámbito sanitario: para incrementar la esperanza de vida de la población desde los 35-40 años que se tenía principios del siglo XX hasta digamos 70 años, fueron necesarias una serie de pocas medidas sanitarias más bien simples y económicas: higiene y cuiados en el parto, higiene personal en general, potabilización adecuada del agua, antibióticos básicos (penicilina y sulfamidas), control sanitario básico de los alimentos, atención sanitaria básica generalizada y poco más. Ahora pensemos en lo que se requiere para hacer crecer la esperanza de vida desde los 70 a los 85 años, es decir, 15 años en vez de los 30-35 años del párrafo anterior, y el proceso es varias veces más costoso: carísimos tratamientos de enfermedades degenerativas, lucha contra el cáncer, métodos de diagnóstico muy avanzados, procedimientos quirúrgicos nuevos, investigaciones a largo plazo en regeneración de tejidos, costosos tratamientos crónicos, hiper-especialización de los cuadros médicos, cobertura total y gratuita. etc...
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La medicina que tiene que lidiar con edades avanzadas se enfrenta al reto de fallos degenerativos multi-orgánicos, que hace que todo sea mucho más complejo y costoso comparado con el reto de salvar individuos jóvenes Esto es extensible, en general a los diferentes campos de la economía, y aunque el mérito de la tecnología ha sido precisamente ese, el conseguir salvar los sucesivos obstáculos que presenta la Ley de los Rendimientos Decrecientes, lo ha hecho a base del uso cada vez más intensivo de la energía, con la inversión de cada vez mayores cuotas de recursos energéticos en el proceso. Según Tainter, en el pasado, sociedades como la del Imperio Romano, donde el cambio tecnológico era muy lento o con impacto prácticamente inexistente en la esfera socio-económica, no podían librarse de los efectos perversos de esa Ley, al no poder desarrollar, con la requerida velocidad, los cambios tecnológicos que hubiesen necesitado. En el inicio de su expansión todo eran beneficios para los ciudadanos del Imperio Romano, con cada nueva conquistas una inmensa riada de recursos afluían hacia dentro del Imperio en forma de esclavos, tierras de labor, oro, etc...El interior del Imperio vivía en una atmósfera de prosperidad creciente y las subsiguientes inversiones en «Complejidad», es decir, en más soldados, más funcionarios para 38 Heterodoxia
administrar los nuevos territorios, más estructuras burocráticas, más barcos de guerra, etc... eran positivos, pues eran los cimientos para las futuras expansiones que iban a aportar más y más riquezas para todos y sobraban los recursos para financiar esas nuevas estructuras. En este ambiente una de las preocupaciones de los soberanos era la de procurar entretenimiento a los ociosos, y en ocasiones levantiscos, habitantes de la ciudad de Roma, y toda una inmensa super-estructura compleja se organizó para este fin, una de las cuales puede verse hoy día: El Coliseo, pero había muchas más, y empleaba a un número considerable de personas y recursos. Pan y Circo devorador de una inmensa cantidad de recursos del resto del Imperio. Pero los «rendimientos decrecientes» también llegaron a las conquistas, a medida que las legiones romanas conquistaban más y más territorios hacia el Norte, éste se hacia menos atractivo, la tierra era cada vez menos productiva (para los métodos agrícolas de la época), casi todo el territorio eran bosques impenetrables, y no había ciudades ni vías de comunicación, los inviernos durísimos hacían que la economía fuese aún más de mera superviviencia, y el estar lejos del «Mare Nostrum» alargaba los períodos en los que se podían enviar contingentes militares con velocidad, las dispersas poblaciones Utopía, complejidad y colpaso
eran extremadamente pobres, dispersas y belicosas. En medio de todo esto, tras el desastre del Bosque de Teutoburgo en el 9 d.C., con la pérdida de 3 legiones al completo, los romanos abandonaron la idea de ocupar permanentemente los territorios entre el Rhin y el Elba, poniendo fin a la expansión romana en Germania, y dedicándose, a partir de entonces, a una actitud más bien de contención en esa frontera. Casos similares ocurrieron en el resto de las fronteras del Imperio, en Escocia, el Danubio, en las provincias Africanas y en el Este, llegándose a la máxima extensión de las fronteras en los tiempos del emperador hispano Adriano , alrededor del 125 d.C., cuyo objetivo, como emperador, fue ya la estabilización de las fronteras, ejemplificado en la construcción del Muro de Adriano en el Norte de Inglaterra, y en otras zonas de las fronteras, síntoma de que no se pretendía ya ir más allá de modo permanente. Pero el complejo sistema socio-político creado por las conquistas seguía ahí, en parte por inercia y en parte porque cada vez iba a ser más necesario debido a las amenazas crecientes que se iban a cernir sobre las extensas fronteras del Imperio, por parte de las tribus bárbaras, que buscaban las riquezas del Imperio, mejores tierras en las que vivir, más recursos por su creciente crecimiento demográfico o simplemente huían de la Utopía, complejidad y colpaso
presión de otros pueblos (por ejemplo los desplazamientos provocados por la emigración de los Godos desde el sur de Suecia hacia las fronteras del imperio romano). Un ejemplo claro fueron las guerras llamadas Marcomanas, en las que el emperador Marco Aurelio y su hijo y sucesor Cómodo, tuvieron que enfrentarse a una serie de pueblos, entre los que destacan los Cuados, Marcomanos y Sármatas en el Limes germánico y danubiano entre 165 - 189 d.C., que en multitud de ocasiones rebasaron las fronteras imperiales, ocasionando severas derrotas a los romanos y llegando a amenazar ciudades importantes en la misma Italia como Aquilea. Todo esto fue una muestra de la avalancha que iba a sufrir el imperio en el siglo III y por último en el siglo V. La «solución» aportada por el imperio para solucionar estos problemas fue la de profundizar en la «Complejidad», es decir, mayores contingentes de soldados «profesionales», crecimiento de los sistemas burocráticos orientados al control del territorio y a la recaudación de impuestos, impuestos cada vez mayores para poder sostener todo el «aparato» necesario, de tal forma que los historiadores estiman que en el siglo IV los gastos de defensa (soldados, construcciones, aparato administrativo, etc...) eran del orden del 80%90% del presupuesto estatal imperial. Heterodoxia 39
La otra gran «herramienta» de los emperadores para obtener recursos con los que financiar el sostenimiento del orden imperial, fue la reducción de la ley (contenido en plata) de las monedas, lo cual equivale a nuestra moderna «máquina de imprimir billetes». Tainter incluye este gráfico de la disminución del contenido en plata del denario:
A cada nueva crisis en las fronteras o de enfrentamientos internos entre aspirantes al trono, la opción más «fácil» en manos de los emperadores era ir empobreciendo la moneda, y como se ve a partir de inicios del siglo III la tendencia cae en picado. Este fenómeno de emisión de moneda originó, pues, el efecto que podía preverse, una muy fuerte inflación, que como suele suceder, beneficiaba más a quien más tenía que solía atesorar la monedas de oro, que no bajaban de valor, mientras que los más pobres, que sólo manejaban las monedas envilecidas, veían empobrecer sus minúsculos ahorros y salarios en cada nueva devaluación, disparando un auténtico caos económico al que añadir al caos en las fronteras y al caos de los usurpadores. Diocleciano, hombre de acción, acostumbrado a mandar y a que se le obedeciese en todo, pero con nulo conocimiento de la dinámica económica, promulgó el llamado «Edicto de Precios» (301), que dictaba los precios máximos para nada menos que 1300 productos (los básicos que sustentaban la economía), así como el coste de la mano de obra para producirlos (salarios), además de otras consideraciones como: a) Doblar el valor nominal de las monedas de cobre y de bronce existentes. b) Condena a muerte a los especuladores que osen alterar el valor de las monedas, y que consideraba los verdaderos causantes de la inflación y no la política de emisión de moneda de él mismo. c) Prohibición a los mercaderes a llevarse sus productos a mercados donde el precio fuera mayor (extranjero). d) Pena de muerte para quien acaparase bienes y los retirase del mercado para evitar los efectos del Edicto. e) El precio del transporte no podría usarse como excusa para incrementar el precio de los productos. El edicto está lleno de amenazas y urgía a delatar y 40 Heterodoxia
colaborar con el imperio contra quien lo contraviniese, pero el efecto fue absolutamente negativo, se produjo una contracción inmediata de la producción y del comercio, nadie quería comerciar en esas condiciones, y los que lo hacían usaban con frecuencia el trueque o lo hacían a precios «de mercado» desobedeciendo el Edicto, con la subsiguiente espiral de delaciones, tumultos, algaradas, etc... Entre otras cosas porque el emperador, orgulloso de haber «solucionado» el problema de la inflación y la generación de riqueza por medio del «dinero» siguió con su frenético aumento de la masa monetaria, agravando aún más los problemas. Se estima que la inflación alcanzó el 100% a finales del año 301, por el efecto combinado de la ausencia de bienes y del aumento de la masa monetaria, un auténtico record para el inflacionista Imperio Romano. Según parece, evidentemente por otras causas, el presidente de Irán Mahmud Ahmadineyad está siguiendo una política un tanto «Diocleciana», en la actualidad, culpando a especuladores y cambistas del problema de hiper-inflación que está empezando a sufrir ese país, aunque ya se sabe que el problema de fondo es del embargo que está sufriendo ese país. El Edicto no llegó a aplicarse ni durante un año, dados los desastrosos efectos de su promulgación, y ya no volvió a intentarse nada parecido, por lo que los sucesivos incrementos de recursos para sostener la «Complejidad» tuvieron que provenir del crecimiento de la presión impositiva y de los medios coercitivos para obtenerla. A todo esto el estado se «vacunó» contra su propio abuso de las monedas, de tal forma que no aceptaba las monedas de bajo valor (sin plata) sino sólo las de alto contenido en plata u oro, o bien en bienes, lo cual empujó a muchos a la servidumbre por la imposibilidad de pagar los impuestos.
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Diocleciano aumentó muchísimo el número de funcionarios al objeto de actualizar, con mucho mayor frecuencia, los censos, tanto de personas como de bienes, al hacerlos quinquenales para todo el imperio (antes no tenían una periodicidad fija) y dedicando muchos más recursos a la misma para que fuesen exhaustivos. Se han hecho estimaciones comparativas entre la burocracia romana de esa época y la de la dinastía Song de China, de tal forma que A.H.M. Jones estimaba que en esa época había un funcionario por cada 5.000 habitantes en el imperio romano, mientras en China la proporción era de 1 por cada 15.000. Además el ejército durante la República y los primeros siglos del Imperio era de alrededor de los 300.000 hombres, mientras que desde Diocleciano y durante los siglos posteriores, se estima que constaba de unos 600.000 hombres, siendo además un sector especialmente privilegiado de la sociedad. pues de ello dependía la continuidad del emperador. El cronista Lactancio afirmaba que «había más personas gastando el dinero de los impuestos que pagándolos». Es una exageración pero resalta una opinión que no debía ser minoritaria en le época. Tainter señala, pues, que ante las crecientes amenazas exteriores la respuesta tomada por el imperio romano, para protegerse y sobrevivir, fue el recurso a una mayor complejidad, pero al ser una economía limitada en recursos, ese gran acaparamiento de recursos por parte de la super-estructura burocrática y de seguridad originó un empobrecimiento general de la población, y una crisis económica crónica, llevando, progresivamente, a un mayor número de personas a apartarse del «sistema», de tal forma que un gran número de personas se hicieron siervos o clientes de señores poderosos, comenzando un tipo de relaciones que serían proto-feudales, y es que estos señores tenían suficiente fuerza e influencia para enfrentarse con éxito a las demandas impositivas « del Estado, estableciéndose una seria «crisis de legitimidad» del propio estado, que perdió así la capacidad de enfrentarse a las invasiones del siglo V que precipitaron su caída y el establecimiento de un tipo completamente distinto de organización social mucho más simple, donde los roles, principalmente quedaron definidos en 3 categorías: Los que oran (oratores), los que guerrean (bellatores) y los que trabajan (laboratores), desapareciendo el resto de divisiones burocráticas y administrativas del imperio, junto con casi todas las ciudades y los grandes ejércitos, es decir, una inmensa simplificación de las estructuras que permitió un ahorro considerable de recursos. Tainter expone que la sociedad occidental capitalista ha podido ir superando el problema de los «rendi-
mientos decrecientes» de la complejidad a base de un «subsidio» constante de recursos proveniente del exterior. En los inicios del capitalismo fueron los descubrimientos geográficos y la conquista de nuevos territorios, que aportaron una gran cantidad de nuevos recursos (metales preciosos, especias, nuevos productos agrícolas, grandes poblaciones en régimen de semi-esclavitud y/o servidumbre, etc...) que tuvieron un efecto similar a los de los comienzos del imperio romano. Tainter habla de estos «subsidios» como de «suerte», pues según él, comportamiento de las sociedades europeas, a partir del Renacimiento, con sus continuas guerras y bancarrotas de los estados, haciendo recaer el peso de todas estas luchas sobre los mismos campesinos, era uno de los casos claros de civilización llamada al colapso, pero esa misma competición bélica les impulsó a la mejora científica y técnica, al manejo cada vez más hábil de la materia y la energía, pero que no habrían prosperado sino hubiese sido por la «suerte» (?) de los subsidios exteriores (nuevos imperios oceánicos). Con posterioridad, a partir del siglo XVII, la ciencia y la tecnología han tenido cada vez más peso en ese crecimiento de los rendimientos que han posibilitado un crecimiento continuo y cada vez más acelerado de la Complejidad, de tal forma que el uso de combustibles fósiles, a partir de la 2ª mitad del siglo XVIII, que dio origen a la Revolución Industrial, ha incrementado ese «subsidio» energético exponencialmente, y ha permitido la extrema complejidad de nuestra sociedad actual, donde, por ejemplo, en USA trabajan en el sector agrícola del orden de sólo el 3% de la población activa, suficiente para alimentar al país y exportar, además, una cantidad impresionante de productos agrícolas, mientas que a principios del siglo XX la población agrícola era más del 50%, todo ello gracias a la gran automatización de ese sector y al incre» mento del rendimiento de los cultivos por el uso de abonos, todo ello posible sólo gracias a la disponibilidad de petróleo económico que permitió la motorización y la síntesis de abonos a gran escala. La mayor parte del empleo se concentra ahora en el sector servicios, en actividades que hace 150 años no existían o en muy poca cuantía. Pero en la actualidad estamos inmersos en una era de «Rendimientos decrecientes» también en el aspecto energético, en particular en el caso del petróleo la problemática es claramente visible. Los yacimientos donde el petróleo era de muy buena calidad y se extraía muy fácilmente (los «low hanging fruits» como dicen los anglosajones) ya se han
había más personas gastando el dinero de los impuestos que pagándolos
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agotado, y para sostener la producción es preciso ir a yacimientos donde cada vez es más costosa la extracción del petróleo, costosa en el sentido energético del término, para evitar la distorsión del valor del dinero en el análisis. Lo que se conoce como TRE (Tasa de Retorno de la Energía) decreciente, los ejemplos de las plataformas a alta profundidad (como la tristemente famosa Deep Water Horizon) o la extracción de las arenas bituminosas, etc... son pruebas de esta tendencia. A ello se une un crecimiento brutal de la demanda, sobretodo debido a la incorporación de los países más poblados del planeta a la globalización: China e India, habiéndose convertido China en la actualidad en el primer consumidor de energía del mundo. Por último la producción de petróleo en el mundo, reconocido ya por la propia IEA, no ha crecido significativamente desde el año 2005, es decir, todo apunta a que hemos alcanzado el «Peak-Oil» pronosticado por Hubbert, mientras que la demanda sigue subiendo, razón por la cual los precios del petróleo rondan en la actualidad, y a pesar de la crisis económica en que nos encontramos, los 110 $/barril, cuando en el año 2002 costaba del orden de 20$/barril, es decir, en 10 años se ha multiplicado por más de 5 veces. Tainter tiene una visión pesimista de las posibles «salidas» ante las amenazas de colapso que encontramos en nuestra civilización, pues la solución que sugiere la propia dinámica de la sociedad, como ha ocurrido siempre (o casi siempre) es invertir en más complejidad, más investigadores, más estudios sobre cambio climático, más científicos e ingenieros estudiando las temáticas energéticas y medio-ambientales, e implementando un conjunto de regulaciones y controles burocráticos que se harán sólo a través de un fuerte subsidio energético a esa mayor complejidad, y teniendo en cuenta la menor disponibilidad energética y los «rendimientos decreciente» que también se aprecian claramente en el mundo científico-técnico, hace que este autor considere que hay pocas salidas «indoloras» a la evolución actual de nuestra sociedad, y los incrementos de complejidad sólo acelerarán el colapso. Básicamente apuesta por una «simplificación», más o menos catastrófica de nuestra sociedad en el futuro.
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Otra perspectiva de la Complejidad
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a llegado el momento de hacer una crítica a la teoría de Tainter anteriormente descrita, que retiene ideas y conceptos interesantes pero que, en gran parte, no comparto, y para comenzar voy a hablar un poco de la Complejidad, para en el siguiente apartado abordar una crítica más detallada a las ideas de Tainter. El incremento de la Complejidad no es un fenómeno sólo de las sociedades humanas; pues al tratar de reconstruir el devenir del Universo parece que, en su origen, el universo era más «simple» de lo que es ahora, iniciándose, según se cree, como una «sopa» de partículas a una temperatura inimaginable, que se expandió en forma de partículas bastante simples, predominando el Hidrógeno como elemento químico, luego por agregación (asimétricas) se produjo la formación de estrellas y supernovas, y es en el seno de éstas donde se dieron las potentísimas reacciones nucleares de fusión que son necesarias para la aparición de elementos químicos de mayor peso atómico que el H: O, N, C, S, P, Fe, etc... entre ellos los necesarios para la vida en la Tierra. Además del incremento de la complejidad por los nuevos elementos químicos a partir de las estrellas de 2ª generación, se va produciendo una mayor complejidad en la distribución de la materia, que se agrupa en forma de galaxias, donde se crean zonas de acumulación de polvo, en las que nacen las estrellas, y también otros cuerpos celestes, como los planetas, cometas, asteriodes, etc....que se asocian en sistemas planetarios Y parece existir también una tendencia a la complejidad molecular, y en particular en lo relativo a los componentes básicos que formarán la vida, sirva como demostración los experimentos de Stanley Miller, basados en las ideas de Oparín, en que se simularon las probables atmósferas «primordiales» de la Tierra de hace unos 4.500 millones de años, donde predominaba el metano, amoníaco, oxígeno, nitrógeno y agua (líquida y vapor) y a las que se le hicieron pasar corrientes eléctricas (simulando rayos de tormentas), a los pocos días se encontraron en el líquido formado gran cantidad de aminoácidos y otros compues-
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tos complejos esenciales para la Vida. Este experimento se ha repetido en multitud de ocasiones por infinidad de laboratorios por todo el mundo con resultados similares Por otro lado si ahora miramos al desarrollo de la Vida, nos encontramos con que el incremento de la Complejidad ha sido una constante en su desarrollo; pues al principio podríamos pensar que la vida consistía en meras moléculas auto-replicantes, en la frontera entre los inanimado y la vida propiamente dicha, pero que se fue desarrollándose, ganando cada vez más en complejidad, por ejemplo: el salto a la célula eucariótica ya supone un incremento cualitativo de complejidad muy grande comparado con los virus y bacterias. Posteriormente las células eucariotas se asociaron formando organismos pluricelulares, al principio muy simples y poco diferenciados, pero con el tiempo esta asociación se transformó en verdaderos tejidos y órganos diferenciados que daban ya al organismo pluricelular una complejidad interna muy grande cua-
litativamente muy diferenciado de las unidades celulares que lo forman, considerándose una unidad muy diferente de la suma de sus partes, que es lo que diferencia a los Sistemas Complejos. Por otro lado puede trazarse un incremento de la complejidad también en las estructuras del sistema nervioso (cerebro) de las diferentes especies, y no sólo de los homínidos. En investigaciones realizadas en multitud de especies, entre mamíferos y aves, analizando las huellas internas en los cráneos, producidas por las circunvoluciones cerebrales, se ha visto que todas las especies, sujetas al igual que el Hombre a la presión selectiva, han incrementado la complejidad de sus cerebros en el curso de su evolución, evidentemente como estrategia adaptativa de supervivencia (proceso de encefalización). Ni que decir tiene que esa (el incremento de la encefalización) ha sido la tendencia de las sucesivas sub-especies de homínidos en los últimos millones de años hasta llegar al Homo Sapiens, y su espectacular
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expansión por todo el mundo hace unos 40.000 años (primera «globalización»), desde su «cuna» en Africa Se podrá argüir, a la postre, que como vamos derechos a la auto-destrucción eso «demuestra» que la inversión en complejidad no «sirve». Lo cual sería una frase antropocéntrica llena de fantasías y supuestos «morales», y que no tiene nada que ver con la dinámica de la vida, o si se quiere del propio Universo. Teilhard de Chardin, más bien en un arrebato un tanto místico, definió este proceso como «Ley de Complejidad Conciencia», poco más que una observación que no puede establecerse, desde luego, como «científica», pero que tiene visos de ocurrir, al menos en lo que conocemos del Universo. Según esta apreciación, el objetivo del Universo parece ser poder «mirarse a sí mismo». Para concluir, por tanto, por lo que conocemos, al observar el propio Universo, y más detalladamente los sistemas vivos, observamos una tendencia a la Complejidad como estrategia adaptativa muy exitosa. complejidad de las estructuras físicas, complejidad de las estructuras mentales, complejidad de las estructuras sociales, asociado a un crecimiento continuo de la gestión de la información. La información es aquello que nos hace, porque los organismos vivos en sí no son «nada», en el sentido de que yo, por ejemplo, ya he renovado varias veces todos los átomos que componen mi organismo, y sin embargo sigo siendo «yo». La vida no se asocia a la «materia» o la «energía» que usa, esos elementos son a la vez necesarios y transitorios en ella, no la «constituyen», en cambio lo sustancial es el «orden complejo» o dicho de otra forma «la información» que es lo que, en el fondo, de verdad, constituye a los seres vivos.
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No deberíamos llamarle siquiera «materia viva» sino «información viva» auto-organizada, ya que la materia que conforman los seres vivos, sus células, está cambiando contínuamente, los átomos son distintos, pero sostienen los «nuevos» y «viejos» átomos, unas relaciones definidas entre ellos, junto con la energía que permite los cambios en el conjunto. Dialéctica de cambio continuo, todo es a la vez nuevo y viejo. En esta complejidad creciente, el conjunto es mucho más que las partes, la vida se organiza en la debilidad de las partes, pero en cambio el conjunto es mucho más resistente que cada una de sus partes, que, de hecho, están así construidas para la degradación y la renovación continua, al contrario de los sistemas «mecánicos» del Hombre. Por tanto la «inversión en complejidad», a pesar de su supuesto «coste energético», como por ejemplo el que acometen los mamíferos superiores desde su origen al tener que cuidar y enseñar sus «técnicas» a sus crías, hasta muchos años después de nacer, ha sido, por el contrario, una de las estrategia más exitosa de supervivencia que han tomado las especie vivas, en particular el ser humano, donde el cuidado de las crías se sostiene hasta casi la edad adulta, y creo que sustentar este tipo de afirmaciones como base de todas las «decadencias» no se sostiene tampoco para las civilizaciones. No obstante en el siguiente apartado haré una crítica mucho más contundente a la teoría de Tainter. Utopía, complejidad y colpaso
Crítica a la teoría de Tainter
a) Las ideas de los colapsos de las civilizaciones por los «rendimientos decrecientes» no son originales de Tainter, ya Marx sostuvo esa misma afirmación respecto al fin «profetizado» del sistema capitalista, así como respecto al paso del «sistema esclavista» al «feudal» (fin del Imperio Romano), y cuyo argumento, creo, Tainter toma, al menos en gran parte, del de Marx. Marx igualmente pensaba que el sistema esclavista en el Imperio Romano funcionó bien al principio cuando los esclavos llegaban a «riadas» y eran algo «económico», pues se podían tener muchos fácilmente, y se roturaron nuevas tierras, etc...Ahora bien, con el fin de las conquistas, ya no había la misma aportación de esclavos que antes, y esta economía esclavista inició la senda de los «rendimientos decrecientes», ya que los esclavos requerían de una coacción y vigilancia continua para que su rendimiento no fuese irrisorio, tenían tendencia a sabotear las herramientas, a huir, eran muy poco productivos y problemáticos, por eso, los grandes propietarios, a partir de los siglos I y II d.C., fueron, poco a poco, usando cada vez más el sistema de «colonato», permitiendo que agricultores libres cultivasen la tierra a cambio de un arriendo, sistema que era mucho más eficiente ya que había un «incentivo» para la productividad de los colonos que
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no tenían los esclavos: al menos retenían una parte del fruto del propio esfuerzo. Estos hombres libres, además, podían contribuir a la defensa del territorio, y en particular de los intereses compartidos de los nobles y de ellos mismos, cosa que no podían hacer los esclavos por razones obvias; de ahí se siguió una feudalización que hizo inevitable el enfrentamiento con el poder imperial que asfixiaba a los propietarios y campesinos, a impuestos para el sostenimiento de su ejército y burocracia. Como veis se parece bastante a a teoría de Tainter, no creo que pase nada por usar la referencia de Marx en los escritos, la «caza de brujas» ya terminó hace muchos años. b) La tesis del «subsidio» exterior de los países colonizados a Europa, que menciona Taimter, fue sostenida en primer lugar por Rosa Luxemburgo, y posteriormente en multitud de escritos, por Lenin, como explicación última a porqué no se había producido ya el colapso del capitalismo industrial europeo, tal y como había predicho Marx que sucedería. Creo que, por integridad intelectual Tainter debería haber mencionado a estos autores. c) Tainter en este escrito, «explica» la supervivencia de la sociedad capitalista europea ante los continuos enfrentamientos bélicos y bancarrotas de los estados de los siglos XV al XIX, donde no sólo hubo un incre-
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mento de la complejidad, sino un crecimiento general de la población, de los niveles de vida y un fortalecimiento de los estados europeos, llegando a dominar el Mundo, muy lejos del esperable «colapso». Tainter a la hora de mencionar las «causas» de este éxito, aparte de usar la ya mencionada del «subsidio» exterior de los nuevos territorios colonizados, repite muchas veces nada más y nada menos que la «suerte» como, probablemente la razón principal. Toda la explicación del auge europeo que describe este autor, es como una especie de «balbuceo» explicativo, saltando de causas a causas, perdido completamente en la cronología y las secuencias causales, para terminar hablando de «suerte», lo cual deslegitima completamente el análisis. Yo cuando un historiador o antropólogo se «refugia» nada más y nada menos que en la «suerte» para tendencias pluri-seculares en el tiempo, para mí es como si, al estudiar la Edad Media, un autor se «refugiase» en las hazañas del Cid para explicar la decadencia de Al Andalus, ya puede servir cualquier cosa. Y si ha existido ese «subsidio» exterior a los pueblos europeos, ¿ha sido por pura «suerte»?, ¿por qué no han recibido ese «subsidio» los chinos, o los árabes, los turcos, los germanos antiguos y tantas otras civilizaciones que han existido? ¿Las febriles exploraciones y embajadas de los venecianos, genoveses, pisanos hacia el Este; las exploraciones de Castilla y Portugal por la costa africana en plena Edad Media, las políticas mercantilistas y aventureras de las repúblicas comunales italianas, de Barcelona, etc... todo eso es «suerte»? He de reconocer que me costó seguir leyendo las ideas de este autor una vez que leí esta afirmación tan absolutamente gratuita, diletante y poco «profesional». d) Igualmente Tainter considera las guerras como una de la causas fundamentales del desarrollo científico-técnico de Europa, que a la postre consigue sostener el desarrollo, como ya he dicho, gracias a la «suerte» y al «subsidio» que menciono antes. Yo más bien creo que la guerra es una consecuencia, entre otras cosas, de las rivalidades mercantiles que conllevan el propio proceso de desarrollo económico en esos tiempos, aunque, como en todos los fenómenos complejos, la propia guerra introduce un «feed-back» en la necesidad de innovar, pero este «feed-back» no está presente en otras sociedades muy belicosas, y Tainter debería preguntarse porqué. e) Tainter presupone que el desarrollo científico-técnico sucede en virtud del crecimiento de la «Complejidad» que es «subsidiada» por la energía (a través de impuestos u otras exacciones), el cual, por tanto, lo realizan una serie de «especialistas» que realizan las «investigaciones» y los «avances» técnicos. Pero nada más lejos de eso el caso de los impresionantes avances económicos y tecnológicos que se suceden en la Edad Media, desde el arado de vertedera (hardware), la rotación trienal de cultivos (software), los arneses 46 Heterodoxia
para poder usar los caballos como tiro de arados, e infinidad de otras invenciones hechos por los mismos campesinos o trabajadores, no cosa de «filósofos» (como pensaba Aristóteles que eran todas las invenciones), pues para inventar y solucionar toda esa serie de problemas prácticos hay que «mancharse las manos». Tainter debería haber leído a Lewis de Munford o Lynn White. La «inteligencia» está muy democráticamente distribuida, y lo que ocurre en esa época (E.Media) es un gran cambio de paradigma en cuanto a la aproximación a la resolución de los problemas de la producción entre otras cosas por el gran cambio de paradigma de la estructura de la tierra o mejor dicho, de los beneficios de la misma. No, los avances fundamentales en la Edad Media, esa que hizo posible un fuerte aumento demográfico en los países europeos y el crecimiento de una tecnología sin parangón en el resto del Mundo, no fue obra de una compleja super-estructura de especialistas «subsidiados energéticamente» por medio de impuestos o exacciones masivas, sino la consecuencia de una forma distribuida de enfrentarse a los problemas por parte de quienes trabajaban o vivían en ese medio, que podían beneficiarse de los beneficios que obtenían cuando las implementaban, contrariamente a la creencia popular, fruto de la «propaganda» de la Ilustración, de la servidumbre y cuasi-esclavitud brutal y asfixiante de la Edad Media, que en nada se parecía a la realidad en grandes zonas del Continente. f) Creo que Taniter mete en el mismo «saco» todos los tipos de «Complejidad», lo cual es absolutamente falso. Usando un símil de la medicina, creo que confunde las estructuras «complejas» con otras que son «cancerosas», es decir, éstas últimas aquellas que crecen «alocadamente» obedeciendo sólo a sus propósitos internos, en la persecución de sus propios fines como individuos asociados, y olvidándose de su pretendida función en el e cuerpo social. Es por eso que no es comparable, por ejemplo, el levantisco, ambicioso y corrupto ejército tardo-romano, con el conjunto de las instituciones científico-técnicas de los últimos siglos. Por ejemplo: como señala Tainter, entre el año 235 y el 284 d.C. en el Imperio Romano se sucedieron nada menos que 26 emperadores «legítimos», mientras hubo, además, unos 50 «usurpadores», a una media de 1 insurrección militar por año, promovido por el juego de intereses internos de diversas facciones del ejército. Bueno, yo a la institución «ejército romano» de esa época no la considero «problem-solving» sino más bien «problem-causing» y su lucha de este período (que es casi la norma y no la excepción), no se dirige a la defensa de las fronteras y a conseguir la paz en el interior del imperio, sino a obtener una porción cada vez mayor de la «tarta» de las riquezas generadas por el pueblo. Y no me creo que esa «inversión en complejidad» sea buscada por la sociedad romana, sino una corrupción, una auténtica degeneración Utopía, complejidad y colpaso
(cancerosa) de una institución básica del Estado, que le acabó quitando legitimidad al propio estado y acabaría precipitando su ruina, nada que ver con la «Complejidad». En España recientemente podemos también dar lecciones de instituciones corruptas, degeneradas y «problem-causing» sin recurrir necesariamente al concepto de «Complejidad». g) Tengo también problemas con la definición exacta de «Complejidad», en el conexto social, por ejemplo: cuando yo era niño, a finales de los años 70’s, aún había, en mi pueblo, una gran cantidad de profesiones que han desaparecido en la actualidad: talabarteros, zapateros, aguadores, carboneros, lateros, herradores, cosarios, afiladores, etc... con una gran cantidad de conocimientos, saberes y técnicas que se han perdido, al menos localmente. En esa época en el ayuntamiento trabajaban, calculo yo, menos de 10 veces el número de los que trabajan ahora.- ¿Se ha dado un incremento de complejidad entre las profesiones del pasado y las profesiones burocráticas del presente? ¿no será Utopía, complejidad y colpaso
en cambio que se ha «simplificado» en exceso todo? No estoy nada seguro de que sea un paso a una «mayor complejidad», o más bien es que no entiendo muy bien en qué sentido Tainter usa ese término. Bueno, esa es mi opinión respecto a las teorías de Tainter, que, supongo no serán compartidas por muchos de los lectores, inquietos, como yo, por el futuro de nuestro planeta y nuestra sociedad, pero es mi opinión y no puedo dejar de decirla, pues creo que existen muchos otros argumentos para una defender la necesidad de la «sostenibilidad», sin tener que entrar en una suerte de teorías reduccionistas de la Historia. Por otro lado tenía pensado abordar las ideas de otros autores que han tenido sus propias ideas sobre el devenir histórico como Ibn Jaldun, el «padre» de la Sociología, pero me temo que me he alargado en demasía y el texto está siendo ya de por sí demasiado extenso. Por último creo que debo hacer algunas recapitulaciones para no confundir el sentido de este texto. Heterodoxia 47
Conclusiones
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í, yo también creo que «a todo cerdo le llega su San Martín» y a nuestra generación le va a tocar de lleno una crisis profunda, y desde luego que va a ser «de las gordas», como ha ocurrido en, creo, todas las generaciones pasadas, pues mis padres conocieron la guerra y la posguerra y el «decrecimiento» subsiguiente, viniendo ya de un pasado muy precario, con todos los miedos y necesidades que acompañaron a ese período. Sí, no creo que estemos en las puertas de un apocalipsis, de un colapso «Mad Maxiano», donde en pocos años nos veremos en un mundo irreconocible, luchando todos contra todos por la supervivencia. No, más bien creo que irá acabando, cada vez más aceleradamente, una inmensa cantidad del despilfarro en el que vivimos y habrá que adaptarse a lo que viene, en un retroceso de varias décadas, pero que, creo, muy muy lejos de la «Garganta de Olduvai» que claman algunos Sí, el despilfarro está empezando a disminuir, y sólo puedo decir que hace poco más de 30 años, en mi casa, en mi pueblo, efectivamente no se producían apenas basuras. Los desperdicios alimentarios se los llevaba una mujer (Inés «la de Frasco») para los cerdos, no se usaban embalajes de plásticos, el pan se traía en una talega, los huevos en un canasto y la leche en una lechera, las botellas de vidrio se devolvían, y la carne y los garbanzos se envolvían en papel de estraza que también se comían los cerdos de la Inés. Ahora, en Europa se tira a la basura del orden del 50% de los alimentos que se producen, suficientes para alimentar varias veces a todos los hambrientos del mundo, y desde 2006 la UE prohíbe alimentar el ganado con la comida sobrante, además de fijar estándares alucinantes para la comida, como la de no ser admisible para la venta pepinos que no sean completamente rectos, y locuras semejantes, como recoge el documental que adjunto. Esto tiene que terminar y los burócratas de la UE son los primeros que tienen que darse cuenta. Sí, ya no iremos todos los años a las Seychelles o a Méjico por 100 euros el billete, no cambiaremos de coche cada 4-5 años, de móvil todos los años o antes si sale un nuevo i-phone, eso ya lo sé.
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En el hospital donde me han operado del tobillo me han dado unas muletas (no sé de quien eran, ni me importa) y me han dicho que debo devolverlas, de lo cual me alegro, cosa que haré con mucho gusto en cuanto pueda. Las medicinas ya no serán 100% gratuitas para los pensionistas, como no lo han sido desde hace varias décadas en Suecia, país modélico por su protección social, pero también por su racionalidad, pues por un precio simbólico se evita un despilfarro inmenso de medicinas que, en muchos casos, ni se toman. Aunque espero, y hay que luchar por ello, que ese precio siga siendo eso, simbólico (bajo)....pero que exista. Ya no se tomará el coche para ir a dos manzanas de la casa de uno, el consumo de gasolina en España está por debajo del de 1997, ha bajado ¡un 20,8%!, y en gasóleos un 15,3% desde 2007 (según la AOP = Asociación Española de Operadores de Productos Petrolíferos), en cambio el consumo actual de cemento en España está en los niveles de hace 50 años, después de la locura especuladora patria. Por fuerza, cuando vaya subiendo el descontento se tomarán medidas para limitar las importaciones, pues de algo tendremos que comer y en algo tendremos que trabajar al haberse terminado la «anestesia» del crédito y no dejar de subir el descontento. Además el propio mercado lo acabará haciendo. En un estudio realizado en Australia se identificó que los productos contenidos en una cesta de la compra «tipo», los productos que allí había habían recorrido de media 70.000 Km: soja de Argentina, peras de Chile, maíz de USA, etiquetas con papel finlandés, plástico de envoltorios de Indonesia, peces de Vietnam, conservas de Marruecos, etc....Todo esto es una locura vedaderamente insostenible, y la re-localización llegará más temprano que tarde. Creo que los sistemas sociales tienen una cierta capacidad de adaptación, y más en las sociedades avanzadas como la nuestra. Entre otras cosas porque el Miedo es un hábil maestro, y los poderosos son muy sensibles a él, se me ocurren múltiples episodios históricos donde se han evitado catástrofes y se han tomado medidas que han mejorado la vida de las personas o al menos mitigado el sufrimiento: Utopía, complejidad y colpaso
• Una de la causas por la que no se cumplieron las profecías de Marx es porque el muy aristócrata y conservador canciller Otto Bismarck era sensible a la verosimilitud de los augurios marxistas, y entendió que las mejoras de las condiciones de vida de los trabajadores eran necesarias si se quería conservar el orden establecido; por tanto había que dejar de ganar un poco para dar estabilidad al conjunto y de ahí el inicio del Estado del Bienestar, con los primeros seguros de desempleo, enfermedad y jubilación. Lo cual fue imitado pronto por el resto de los países desarrollados.
• Ante la propuesta de Mac Arthur de usar, en una primera fase, unas 26 bombas nucleares contra los chinos en Manchuria, en la Guerra de Corea, Trumman optó por su dimisión fulminante, al considerarlo, según sus palabras: «el hombre más peligroso de los EEUU».
Sí, contrariamente a lo que piensa Tainter, creo que necesitamos más científicos y técnicos que se enfrenten a lo problemas que sufrimos, que busquen nuevas fuentes de energía, que nos ayuden a mejorar los aspectos medio-ambientales, que sean buenos comunicadores para que la mayoría de las personas, cada vez más conectadas gracias a Internet, también entiendan la magnitud de los problemas a los que nos enfrentamos y aporten un cambio de actitud necesario, aparte de contribuir a que los efectos perniciosos de las limitaciones al crecimiento sean los mínimos y más equitativamente repartidos. Necesitamos una Sociedad Civil fuerte, que sea capaz de alzar su voz y defender los intereses de la mayoría, Utopía, complejidad y colpaso
• Hitler estaba loco, y disponía de un arsenal de gases venenosos mucho más letal y abundante que el resto de los países aliados, y algunos de los más fanáticos oficiales de la SS le pidieron repetidamente que los usara contra el Ejército Rojo cuando la avalancha ya fue insostenible, a lo que Hitler se negó, por puro instinto de supervivencia. Este tipo de sucesos explican en gran parte porqué no nos hemos destruido ya en un apocalipsis nuclear.
• Roosvelt (y la oligarquía económica de USA de la que formaba parte su familia) en 1933 tenía 2 opciones: enviar al ejército Federal a disparar contra las continuas y multitudinarias manifestaciones, como en las escalinatas de Odessa del «Acorazado Potemkin» pero multiplicado por 1.000, o iniciar el New Deal, que no fue ningún milagro pero consiguió al menos paliar los efectos devastadores de la Depresión entre los más pobres. En repetidas ocasiones dijo algo así como: «no he iniciado una senda socialista, simplemente he salvado el capitalismo».
ejerciendo un necesario contra-poder, y necesitamos poder controlar lo que se hace con nuestros impuestos con el máximo nivel de detalle que queramos saber y de manera pública e instantánea, que para eso está Internet. Para prevenir así el crecimiento de aparatos clientelares, parasitarios y extractivos como el ejército y la burocracia tardo-imperiales. Bueno creo que ya he hablado demasiado, en otro momento volveré a retomar estos temas, creo que por el momento es suficiente sabiendo que el tema es, desde luego, «inagotable». David
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Ni putas ni sumisas
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PTS NI SMI SAS
N
i putas ni sumisas es el título de un libro de la francesa-argelina Fadela Amara que se convirtió en un fenómeno social que dio lugar a un grupo feminista con el mismo nombre. Un nombre perfectamente adecuado; las mujeres siempre nos encontramos en esas, entre putas y sumisas. Y si hay quien cree que eso está superado que lea los periódicos de estas dos últimas semanas en las que nos hemos visto entre el libro Cásate y sé sumisa y el manifiesto francés No toques a mi puta, de los autodenominados 343 cabrones. En cuanto al primero, reconozco que no he pasado del título, ni falta que me hace. Reconozco que cuando me llegaron los ecos de un título semejante lo primero que pensé es que se trataba de una secuela de Las 50 tonterías de Grey, algo tipo sadomaso light. Luego me enteré de que era una cosa escrita por una escritora católica y que edita un señor arzobispo que gusta de vestirse con faldas y puntillas y no de cuero, como sería lo esperable. Estoy convencida de que fue ver la palabra «sumisa» en el título y el arzobispo corrió a editar el libro en cuestión. ¡No nos vamos a asustar ahora de las cosas que le gustan a los sacerdotes en cuestiones sexuales, por favor, si llevamos siglos sufriéndolo! La Iglesia católica parece un club de señores con gustos sexuales digamos… no mayoritarios y que llevan varios siglos intentando arrancar de sus placeres a la gente, 52 Heterodoxia
aunque nunca han renunciado a darse gusto ellos mismos. Yo le diría al arzobispo que debería tratar de superar sus obsesiones, hasta el Papa lo ha dicho. A los hombres de la Iglesia católica está claro que les gustan las mujeres sumisas, aunque me temo que sus mentes complicadas las imaginan poderosas y dominantes, razón de que finalmente hayan encontrado mucho gusto en quemarlas. La literatura eclesiástica al respeto no deja lugar a dudas. Comenzamos por San Pablo, primer obsesionado con la sumisión femenina. Seguimos con el medieval Malleus Maleficarum, ese bonito manual de torturas que a la iglesia le sirvió para quemar y torturar a miles de mujeres en unos juicios sado-sexuales en los que se contabilizaba cada orgasmo que ellas hubieran tenido con diferentes demonios; en los que se narraban con detalle las posturas y los placeres y en los que, al final en todo caso, ellas –participantes sin consentimiento de la orgía– eran castigadas con la hoguera, casi siempre por el mayor delito que consistía, ¡ay amigos!, en «enfriar» el pene; lo peor, ya lo sabemos. El Maleficarum funcionó un par de siglos hasta que fue modernizado en el XVII por cualquiera de los libros que el clérigo Ludovico Sinistrari dedicó a narrar con todo lujo de detalles la manera de buscar las marcas del diablo que, qué casualidad, se esconden en los geni-
tales de las mujeres. Sinistrari nos ilustra acerca de la manera de rebuscar cuidadosa, lenta y detenidamente en esos genitales en los que la marca demoníaca puede encontrarse si se busca bien. No nos vayamos a creer que ese rebuscar cuidadoso tenía nada de placentero para ellas, ya que se hacía con hierros candentes y tenazas varias. Además, el final es conocido: a ellas se las quema. Lo malo de las relaciones entre mujeres y demonios, tan completas y variadas que hacen empalidecer al Kama Sutra, es que siempre acaban con la mujer quemada. Siglos y miles de mujeres quemadas es el resultado de la obsesión de la iglesia con la sumisión femenina y el pene frío. Pasado un tiempo, la Iglesia dejó de quemar a las mujeres y se conformó con las confesiones, de las que también existen buenos manuales muy explícitos. Preguntar a las feligresas por la calidad y cantidad de los tocamientos o por los detalles exactos de sus sueños húmedos, que son, naturalmente, los sueños de los propios sacerdotes, es un clásico cinematográfico y literario bien conocido. Lo bueno de esto es que al final ya no se quemaba a nadie, bastaba con unos avemarías. Un avance, sin duda. Así que los hombres nos quieren sumisas pero nos imaginan poderosas, cosa que les llena de miedo. Además, las sumisas resultan finalmente muy aburridas. De modo que, para combatir el aburriNi putas ni sumisas
miento que les producen las sumisas y casadas, los hombres siempre pueden recurrir a las otras mujeres, a esas que imaginan transgresoras y divertidas, a las putas. Y a éstas está dedicado el manifiesto de los 343 imbéciles. Más allá de lo evidente, es decir, más allá de la cuestión de la prostitución, el manifiesto trata con su título de mofarse de dos luchas históricas a favor de los derechos humanos. El título de este manifiesto imbécil hace referencia a ese otro manifiesto que en los años 80 publicó SOS Racisme con el lema ‘¡No toques a mi amigo!’ y en el que se denunciaba la represión contra los inmigrantes ilegales y el racismo. También se supone que quiere burlarse del manifiesto feminista que 343 intelectuales francesas firmaron en 1971 declarando haber abortado, algo por entonces ilegal. Esa fue una manifestación responsable y comprometida en la lucha por un derecho humano básico de las mujeres, el derecho al aborto. Está claro que la lucha por los derechos humanos pone de los nervios a estos imbéciles que ven amenazados sus privilegios de señoritos de clase alta con trabajos en los que se gana mucha pasta.
Ni putas ni sumisas
El manifiesto de los imbéciles no es un manifiesto a favor de las prostitutas, faltaría más. Véase la diferencia entre «No toques a las putas» y «No toques a mi puta». Yo firmaría un manifiesto que llevara por título la primera frase. Lo dirigiría a las autoridades que han decidido combatir, no la prostitución, sino su visibilidad. Y con tal objetivo, se dedican a multar a mujeres que hacen lo que pueden para escapar de la pobreza y a las que pretenden poner a disposición no sólo de los puteros, sino también de los proxenetas; a estos no se les multa, sino que se les ofrecen todo tipo de facilidades para que abran sus «negocios». Pero esa es otra cuestión. «No toques a mi puta» no dice nada más que eso: no toques lo que es mío, no toques mi derecho; el de los hombres a tener una puta, se entiende. ¿Y ellas? A ellas también les gusta, dice el texto del manifiesto. Claro que sí, tiene que gustarles; gustarles ser putas, gustarles ser sumisas, porque sobre ese imaginar que nos gusta han construido ellos la única masculinidad que conocen, esa que no es capaz de disfrutar con una mujer libre e igual que ellos. Van a tener que ir acostumbrándose.
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MENSAJE EN UNA BOTELLA
Q
Antonio Turiel Martínez
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uerido lector, Siento de verdad que tengas que leer estas líneas. Has llegado aquí porque estás desesperado, y porque necesitas entender. Entender qué es lo que ha pasado. Entender por qué tu vida se ha ido al garete, y por qué todo el mundo parece estar volviéndose loco. Probablemente aparte de una explicación buscas un consuelo, y quizá también una solución. Yo no podré darte ninguna de esas dos cosas, o quizá sí pero no de la manera que te imaginas. Y sin embargo soy la última cosa que te queda. Soy tu última esperanza. Y soy muy poca cosa en realidad. Lo primero sería entender qué ha pasado. Por qué tu mundo se ha desmoronado. Sí, ya lo sabemos, la economía va mal, el paro aumenta, hay disturbios en la calle y cada vez más recortes y menos prestaciones por parte de las cada vez más inoperantes y vacías instituciones, pero eso es lo que los economistas llaman el «cuadro macroeconómico». Seamos sinceros, a ti lo que te preocupa es lo tuyo: qué va a ser de ti y de tu familia. El cuadro microeconómico. Y tienes razón; todas esas zarandajas llenas de siglas (PIB, IPC, IBEX35...) y de expresiones extrañas (tipos de interés, deuda soberana, hacer default o suspensión de pagos...) no tienen en realidad la más mínima importancia. Son nombres con los que la gente importante y los telediarios quieren cartografiar el desastre. Pero, en realidad, por más que llenen el telediario de repuntes, aversión al riesgo de los inversores, reducción del déficit, balanza de pagos o de otras cosas esotéricas lo cierto es que están como tú. No tienen ni idea de qué es lo que está pasando. Estamos todos en un barco que se hunde y el capitán está tan aterrado e impotente como nosotros. Así que lo primero y más justo es explicarte por qué está pasando lo que está pasando, con palabras sencillas, sin entrar en grandes explicaciones teóricas ni hacer indigestas ensaladas de datos. Yo no puedo darte los detalles exactos de la evolución de las cosas porque no los tengo ni creo que se puedan tener, pero sí que te puedo dar las líneas generales de por dónde han ido e irán las cosas y, créeme, hasta
Mensaje en una botella
ahora se están cumpliendo muy bien. En realidad, el curso general de los acontecimientos es muy simple. Es tan simple que los niños y los viejos lo entienden con dos o tres frases. El problema somos el resto de la población, los que estamos en la edad adulta y con la responsabilidad de hacernos cargo de la sociedad; y como asumo que tú estás ahí tendré que usar algo más que dos o tres frases. Unas cuantas más, de hecho. La cosa es evidente, pero estamos educados para que el concepto sea inaceptable, así que como un ordenador que falla nos reiniciamos continuamente en busca de otra explicación, de algo que case con nuestros esquemas mentales. Porque la simple y llana verdad es inaceptable. Y esa simple y llana verdad es que el crecimiento, el crecimiento en general, ya sea de la economía, de la población, del bienestar, etc ya no es posible. No sólo ya no es posible, es que estamos condenados a decrecer durante un tiempo, durante una laaarga temporada. No
Mensaje en una botella
por elección, no por conciencia y todas esas cosas que dicen los grupos ecologistas, no. Decrecemos porque no queda más remedio. A la fuerza.
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atención a un detalle fundamental. Mientras nuestro progreso material se aceleraba también lo hacía nuestro consumo de materias primas, de todas las materias primas: petróleo, carbón, gas, uranio, hierro, cobre, aluminio, oro, plata, estaño, litio, cobalto, fosfatos... Porque nuestro progreso era material y se basaba en la materia; necesitábamos más materiales para cons¿Alguna vez te planteaste por qué crecíamos? ¿Por truir cada vez más cosas, cada vez mejores. Estábaqué la economía crecía -el PIB aumentaba cada año, mos tan seguros de que siempre iríamos a mejor que decían? ¿Por qué la población crecía? ¿Por qué nues- montamos un sistema económico y financiero basado tro nivel de vida mejoraba? Todo esto pasaba porque en el crédito. Crédito viene del latin credere, creer; el teníamos muchos recursos; no sólo muchos, sino que que concede crédito cree que el que lo recibe podrá cada año teníamos más. Hemos tenido más comida, devolverlo; no sólo eso, sino que podrá devolver más más agua, más energía, más coches, de lo que recibe, que podrá más electrodomésticos, ... No sólo Estábamos tan seguros de abonar un interés. Es decir, más, sino cada vez mejores, y han que siempre iríamos a mejor que no sólo podrá generar la aparecido cosas nuevas y más mara- que montamos un sistema e- riqueza suficiente en el futuro, villosas: ordenadores potentísimos conómico y financiero basado sino que además lo hará a un que caben en una maleta, teléfo- en el crédito. ritmo creciente, creciente de nos inteligentes que van en nuestro una manera muy rápida (los bolsillo y nos indican en el mapa dónde estamos y a matemáticos dirían exponencial), un porcentaje cada dónde vamos, medicamentos que curan males antes año. El problema es que cuando la deuda ya es muy incurables, aviones que nos transportan de una a otra grande hasta un pequeño porcentaje implica increparte del mundo, tomates en invierno y naranjas en mentar en muchos millones la deuda total. Pero en fin, verano... Bien es verdad que una parte de la Humani- nuestro sistema económico ha funcionado así durandad, la mayoría de hecho, no ha tenido jamás acceso a te más de un siglo y de vez en cuando requiere hacer tales maravillas, pero para los que hemos vivido aquí tabla rasa -las crisis-, se reinicia pero después vuelve a ha sido un tiempo glorioso. Un sueño de progreso funcionar. Pero esta vez no. continuo y rápido que ha durado muchas décadas, hasta el punto que casi ha desaparecido la memoria de un mundo pasado donde las cosas iban más lentamente y la vida era más difícil. Crecíamos, cada vez éramos más poderosos, la gente tenía trabajo, se compraban casas (a veces con piscina y todo), dos coches, varios ordenadores y se iba a la Rivera Maya en verano y a Praga por Semana Santa. Llegó un momento en que pensamos que todo esto era fruto de nuestra inteligencia y nuestro esfuerzo, y pensamos que teníamos garantizada la continuidad de estas cosas, que teníamos derecho a ellas. Pero no prestamos
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Mensaje en una botella
¿Qué falló? Mensaje en una botella
Fallaron los recursos. El planeta es finito; grande, pero finito, así que la cantidad de materiales que hay en él es finita. Este problema no es demasiado grave con respecto a los metales si se usan de manera que se puedan reciclar (aunque como nunca se puede reciclar al 100% siempre surgirían problemas en el muy largo plazo), pero es crítico con las materias energéticas porque se queman en su uso, se consumen y nunca más pueden volverse a utilizar: sólo quedan las cenizas. Así que tal manera de hacer las cosas sólo puede durar un tiempo, hasta que se acaben el petróleo, el gas, el carbón y el uranio que proporcionan más del 90% de toda la energía que se consume en el planeta Tierra. Así que a principios del siglo XXI, con reservas de estos combustibles para varias décadas, decían, teníamos que empezar a pensar verde y poco a poco irnos pasando a las energías renovables. Eso decían. Pero era mentira.
Por razones profundas que tienen sus raíces en la Geología y en la Física, resulta que no se puede extraer el petróleo, el carbón, el gas y el uranio a la velocidad que nos dé la gana. Bueno, sí que se puede, pero haciendo las cosas de manera tan brutal y gastando tanta energía que al final el combustible recuperado no nos daría tanta como la que hemos gastado, y entonces no tiene sentido hacer minas de ese tipo. Por tanto, si queremos ganar energía en la extracción, sacar más energía que la que empleamos en nuestras minas y perforadoras, hemos de aceptar que no siempre saldrá lo mismo, no siempre tendremos la misma cantidad de energía. Un geólogo muy reputado, un tal Marion King Hubbert, estudió esto en los años 50 del siglo pasado y llegó a una conclusión: cualquier pozo o mina sigue una cierta curva de producción; al principio se extrae poco cada año; después, va aumentando durante los años hasta llegar a su máximo o cenit; y después, inexorablemente, disminuye. Con más tecnología se puede mejorar la eficiencia y aumentar el ritmo de subida durante un tiempo, pero a costa de acelerar el ritmo de bajada después. El caso es que la producción de materias primas no es constante. Al principio sube y sube rápidamente, exponencialmente, al igual que los intereses de nuestras deudas, al igual que nuestro PIB. Pero tarde o temprano llega a su techo, a su máximo, a su cenit. Y malas noticias: aunque varía de unos minerales a otros, eso pasa típicamente cuando se ha extraído más o menos la mitad del recurso. A partir del cenit la producción va bajando, al principio muy poco a poco, hasta el punto de parece que la producción, simplemente, se ha estancado; pero después la caída se acelera y la producción decae muy rápido, exponencialmente. Y aunque nunca llega a desaparecer del todo, en la práctica al cabo de pocos años, pocas décadas a lo sumo, la producción es tan marginal que en la práctica no podemos contar con ella, sobre todo si queremos mantener lo que tenemos. Heterodoxia 57
Esencialmente nuestro problema es de crédito, de creer en una determinada cosa. Muy bien, creamos otra, otra muy diferente.
Nuestra economía que debe crecer exponencialmente para poder pagar nuestras deudas que crecen exponencialmente. Esto fue lo que pasó, querido lector. El cenit de producción del petróleo fue en 2005, el del carbón en 2011, el del uranio en 2015 y el del gas natural en 2025. Este blog está lleno de datos y referencias que avalan lo que digo, no tienes por qué tomar mi palabra por cierta. Compruébalo. Posiblemente cuando leas este artículo habrán pasado algunos años, y si la información está aún accesible podrás verificarlo. Quizá las fechas finales bailen de unos años, pero eso no cambia nada. Cuando yo escribí esto, el 25 de Agosto de 2011, las principales fuentes de energía del planeta estaban mostrando síntomas de agotamiento, de final de un ciclo. Del final del crecimiento. A fin de cuentas, ¿no es dejar de crecer parte de un proceso natural? Cuando somos niños crecemos y crecemos hasta llegar a adultos, y ahí paramos de crecer. Y eso es lo sano y lo saludable; ¿qué pasaría si creciéramos sin cesar? Pues con nuestra sociedad pasa lo mismo; de hecho es análoga a un ser vivo. Al principio nos regíamos por las reglas del cowboy que sólo ve ante sí extensas praderas por recorrer y conquistar. Pero ahora somos muchos, somos 7.000 millones de habitantes en este planeta y sólo tocamos a un pañuelo de tierra cultivable, a un cuadrado de 40 o 50 metros de lado por persona en esta roca aislada en medio del espacio. Ya no podemos tener la econo58 Heterodoxia
mía del cowboy que no puede abarcar los límites con su vista, sino la de la nave espacial Tierra en la que todo se recicla y se regula para garantizar la supervivencia de sus tripulantes. ¿Lo hicimos? ¿Cambiamos del modo «verdes praderas» al de «nave espacial»? No, claro que no. Décadas de enseñanza económica en las grandes facultades no permitían que nuestros expertos económicos, los asesores de las grandes corporaciones y los Gobiernos, pudieran entender un concepto en el fondo tan sencillo y evidente. Encima, las grandes y complejas instituciones que hemos creado tienen mucha inercia y estaba, cómo olvidarlo, esas deudas que teníamos, esos créditos que se basaban en que creíamos que podríamos generar riqueza y, no sólo eso, crecer para poder pagar el interés. Así que desde que hacia 2005 se empezó a hacer patente que en nuestro gigantismo estábamos empezando a comprimirnos bajo la bóveda celeste del Planeta Tierra hemos estado trampeando y jugando a hacer algo mientras perdíamos el tiempo pretendiendo que lo ganábamos. En 2008 la compresión fue tan fuerte que el sistema hizo crack y por un momento se habló de refundar el capitalismo, de cambiar las reglas, de repensarlo todo; por un momento hubo miedo de que todo se hundiese y por eso se habló de cambiarlo todo. Pero la inercia mental, la imposibilidad de aceptar que no podamos seguir creciendo, la identificación falsa del crecimiento económico con el propio bienestar, hizo que al final Mensaje en una botella
creásemos más deuda para salir del hoyo de 2008. Es decir, creímos que en el futuro generaríamos más riqueza y la cogimos prestada del futuro para tapar los agujeros de hoy. Sin darnos cuenta que hicimos más grandes los agujeros del mañana. Querido lector, si has llegado aquí posiblemente has perdido tu trabajo, o tienes miedo de perderlo próximamente. Si aún lo conservas prácticamente con seguridad te han reducido el sueldo; si ha pasado el tiempo incluso te lo habrán bajado varias veces mientras los precios de las cosas básicas subían. El caso es que no estás pasando un buen momento, y en tu familia las cosas no están mucho mejor. Cuando esto escribo, en Agosto de 2011, anticipo que este otoño será complicado, será un otoño negro: se aplicarán más recortes, veremos más caídas de las bolsas, la recesión de las grandes economías será inminente y habrá más tensión en las calles. Estamos esperando la nueva tormenta y el daño que dejará tras de sí. Para ti, querido lector, eso formará parte quizá de tu pasado, y tú ya sabrás cómo habrá acabado todo... si es que se puede decir que haya acabado nunca. Porque la realidad es que esta crisis económica no puede acabar; busca en el blog, lee los datos. No acabará hasta que no volvamos a encontrar un nuevo suelo firme donde asentarnos; de momento sólo podemos esperar caer y caer. ¿Quiero decir eso que no hay esperanza? No, por supuesto que no. Pero tenemos que comprender que
tenemos que cambiar. Toda la sociedad ha de cambiar. Porque tenemos que organizarnos de otra manera, dejar de ver la cubierta de nuestra nave como la pradera inacabable que hace tiempo que dejó de ser. Habrá quien te diga que estamos abocados al apocalipsis y la destrucción total. No les hagas caso. Es el típico caso de profecía autocumplida: si creemos que todo se irá al garete entonces todo se irá al garete. Pero si comprendemos lo que pasa, si entendemos que el problema no es el partido A o B, ni el dirigente Fulanito o Menganito, sino la concepción misma del sistema económico, estamos a tiempo de revertir la situación. Esencialmente nuestro problema es de crédito, de creer en una determinada cosa. Muy bien, creamos otra, otra muy diferente. Tenemos medios técnicos para proporcionar energía sin basarnos en combustibles fósiles y el uranio. No podremos producir tanta energía de manera sostenible (las grandes instalaciones industriales de hoy en día sólo pueden mantenerse gracias a los combustibles fósiles), seguramente a largo plazo no podremos producir ni el 10% de todo lo que consumimos hoy en día, pero probablemente eso es más que suficiente. Pero tenemos que prepararnos ordenadamente para ello, hemos de organizarnos. Y antes de pensar en energía, pensemos en aquello que realmente necesitas tú y tu familia, querido lector. De momento agua, comida y dónde cobijarte. Tener un trabajo, un trabajo digno con el cual mantenerte y contribuir al
mantenimiento propio y de tu comunidad. Y hablando de la comunidad y de tu propio interés en realidad, tenemos que mantener limpias nuestras calles y nuestra agua para evitar que proliferen las infecciones. Tenemos que ser capaces de producir medicamentos simples, como los antibióticos, para poder tratar las enfermedades más comunes; algunos los podremos derivar directamente de las plantas, como hacíamos antaño. Tenemos que preservar la energía en primer lugar para mecanizar el campo y aumentar su productividad, pero hemos de cultivar de manera sostenible, sin esquilmar los terrenos. Tenemos que organizar la producción de los bienes necesarios pero no malgastando nada, ni materiales ni energía. Hemos de mantener las casas calientes en invierno y frescas en verano pero sin atosigarlas con humos tóxicos. Hemos de enviar a nuestros hijos a las escuelas para que aprendan a vivir en un mundo diferente del actual, y a nuestros enfermos a hospitales lo más dignos y adecuados que podamos. Tenemos mucho trabajo que hacer. Necesitamos muchas manos. Deja de lamentarte por lo que has perdido y trabaja por lo que necesitamos ganar entre todos. Quizá te preguntes qué fue de mi en concreto. Si tuvimos suerte, quizá conseguimos, yo junto con otros locos que intentamos concienciar a la sociedad, que mucha gente, la suficiente, leyera y entendiera este mensaje, y actuara en consecuencia. Sé que es poco probable, pero como es lógico tenía que intentarlo: por eso envié este mensaje dentro de esa botella. Quizá no pudimos evitar que la degradación económica y societaria continuara, pero a pesar de ello yo tuve suerte, en este caso en singular, y pude adaptarme en mi entorno y sobrevivir. 60 Heterodoxia
Quizá no y hace tiempo que estoy muerto; espero que no, la verdad, porque quiero conocer a mis nietos. En todo caso, poco importa lo que me pasó o pasará a mi. Ahora se trata de saber qué te pasará a ti, querido lector, y a tu familia. Sé valiente y escribe tu propia historia.
Mensaje en una botella
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62 Heterodoxia
La utop铆a de la inclusi贸n
La UTOPÍA DE LA INCLUSIÓN
El Problema
Primera Parte
N
o hay como volver la vista atrás para valorar las tendencias que sigue el mundo, de forma lenta pero hasta ahora claramente definida. En 1999, en la llamada batalla de Seattle, conocimos la existencia de los antisistema, que nos dijeron debíamos valorar como un anacronismo, un sedimento del pasado, radicales que no aceptaban de buen grado que habíamos, por fin, alcanzado el fin de la historia. Una década y media después, el grupo de antisistema sigue engordando a derecha e izquierda, y de repente recordamos que la política y la sociedad no son un mero apéndice de lo único importante: la economía. En estos años hemos sido sacudidos por una crisis económica descomunal, de proporciones desconocidas hasta ahora ¿verdad? Según datos del Banco Mundial nuestro PIB por habitante ha pasado de La utopía de la inclusión
26.927 dólares en 2007 a 24.817 dólares en 2012, a precios constantes. Hemos perdido casi un 8% de muestra renta media, volviendo a la que teníamos en 2002. Sin embargo en ese año se decía que «España va bien», y hoy por el contrario nadie se atrevería a afirmar semejante cosa. ¿Por qué estamos tan mal ahora con el ingreso promedio que hace una década no nos parecía para nada inadecuado? Aceptando que había cierta dosis de demagogia en la afirmación de que las cosas iban bien, hay que reconocer que no existía la sensación de drama nacional que ahora percibimos por doquier. La respuesta a esta aparente paradoja es sencilla, se trata de la desigualdad. Según Thomas Piketty, autor del libro de moda, si la distribución del ingreso es tremendamente desigual, lo es todavía más la riqueza. Dado que usamos riqueza (tierra, edificios, dinero, máquiHeterodoxia 65
nas) para producir aquello que necesitamos para sobrevivir y para el disfrute de la vida, el que esta esté acaparada en unas pocas manos plantea un problema enorme, poniendo en riesgo la propia supervivencia de la sociedad y de la mayoría de sus individuos. El mercado de trabajo es la institución encargada de solventar esta dificultad. A través del empleo conseguimos el ingreso que nos permite sobrevivir y disfrutar de la vida. El objetivo de la política económica no es por tanto producir lo necesario para el bienestar de los individuos, y repartir entre ellos los costes y beneficios de la producción, sino alcanzar el pleno empleo, que todo el mundo disponga de ingresos y nadie sea excluido. Planteadas las cosas de esta forma, el único objetivo racional es el crecimiento de la actividad económica, por dos razones, el crecimiento de la población hace necesaria más actividad económica para dar empleo a más gente, y el crecimiento de la productividad hace innecesarios cierto número de empleos para el mismo nivel de producción. Esta sencilla exposición, muestra el principal problema de nuestra civilización, la razón por la cual continuamos por este camino pese a los muy razonables avisos de que este rumbo nos conduce de forma inexorable al desastre, y a pesar de que tal y como hemos explicado en otro artículo los rendimientos decrecientes en la extracción de recursos naturales son la causa profunda de esta crisis. El problema es que los sistemas de precios tienden a asignar a los recursos el coste de su extracción, es decir, no valoran en sí el recurso, y la necesidad de conservar, extraer tasas razonables para permitir la renovación de los recursos renovables, o proceder a la sustitución preventiva
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de los no renovables. Son por tanto insostenibles. Sin embargo, el más leve amago de enderezar el rumbo hacia la sostenibilidad será combatido a izquierda y derecha con denuedo. La política del crecimiento es innegociable, y los terribles problemas sociales que aquejan ahora a nuestro país se mostrarían como la prueba palpable de los males que nos esperan si nos alejamos de «la senda virtuosa». El problema no tiene solución dentro de este paradigma, pero eso es porque el problema está mal planteado. Toda sociedad tiene que desarrollar actividad económica, para producir aquello necesario para sobrevivir y para que sus miembros disfruten de la vida. Para lograr eso habrá que repartir los costes y beneficios de la producción. El problema, por tanto, no es la producción, sino que nuestro sistema socioeconómico sólo es capaz de aparentar levemente que reparte los costes y beneficios de forma justa y equitativa cuando existe el crecimiento. Es preciso replantear el problema, adoptar un nuevo marco institucional que no necesite crecer para dar la oportunidad a sus miembros de acceder a una vida buena, en la medida en que también contribuyen al bienvivir general.
La utopía de la inclusión
Mercado de trabajo, exclusión, expansión y colapso
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a creación del mercado de trabajo, institución insólita en la historia de la humanidad, es uno de los temas centrales de la obra La gran transformación, del científico social Karl Polanyi. Según Polanyi, a finales del siglo XVIII, el proceso de mercantilización de esferas de la vida social (en particular la tierra, con el cercamiento de campos comunales) que habían quedado hasta entonces al margen del mercado, dio lugar a una crisis política, a la que se respondió con medidas paliativas redistributivas, a través de subsidios a los pobres, a los que se garantizaba una especie de renta básica. La retirada de estas medidas habría concluido el proceso de mercantilización del trabajo, una de las tres mercancías ficticias necesarias para el funcionamiento de un mercado autorregulado: «Es evidente que trabajo, tierra y dinero no son mercancías en el sentido de que, en lo que a estos tres elementos se refiere, el postulado según el cual todo lo que se compra y se vende debe haber sido producido para la venta es manifiestamente falso. En otros términos, si nos atenemos a la definición empírica de la mercancía, se puede decir que trabajo, tierra y dinero no son La utopía de la inclusión
mercancías. El trabajo no es más que la actividad económica que acompaña la propia vida –la cual, por su parte, no ha sido producida en función de la venta, sino por razones totalmente distintas- (…). La tierra por su parte es, bajo otra denominación, la misma naturaleza que no es producida por el hombre. Finalmente, el dinero real es simplemente un signo del poder adquisitivo que, en líneas generales, no es en absoluto un producto sino una creación del mecanismo de la banca o de las finanzas del Estado.» Fuera del mundo rural ese proceso de mercantilización del trabajo habría seguido otras estrategias, pero siempre bajo el mismo principio de exclusión, es decir, dejar al individuo en un estado de necesidad en el que su única opción era buscar un patrón. El estado colaboró a través de diversas medidas disciplinarias, que dieron lugar a la conocida interpretación de Michel Foucault de la obra Panóptico, del filósofo liberal Jeremy Bentham, como punto de partida de lo que Foucault denominó sociedades disciplinarias. Es preciso recalcar que las interpretaciones de Polanyi o Foucault, pese a estar bastante alejadas de ese poso Heterodoxia 67
indefinido de conocimiento que se va sedimentando con el tiempo en el inconsciente colectivo, son las interpretaciones más aceptadas por los historiadores contemporáneos. Citaré ahora al historiador de la Universitat de Valencia Carles Sirera, y su artículo, La falacia del economista productor
Por último, citaré al filósofo y estudioso de las relaciones laborales Andre Gortz, en su obra Metamorfosis del trabajo
«Desde los trabajos de Maxine Berg sabemos que hubo un crecimiento sostenido de 1700 a 1850 fundado, principalmente, en la mejora de El salario al rendimiento, que, en efecto, hubiela producción agraria y que el Verlag System fue ra sido la forma más racional económicamente, capaz de atender al incremento del consumo se reveló originalmente impracticable. Porque sin rápidos crecimientos ni una rápida prolifepara los obreros de finales del siglo XVIII, el ración de la industria o la maquinaria. De igual «trabajo» era una habilidad intuitiva, integrada modo, la industria algodoneen un ritmo de vida ancestral ra británica se proveía de al- La industria naciente tuvo que y nadie habría tenido la idea godón cultivado por esclavos recurrir, a fin de cuentas, al de intensificar y prolongar su y los contratos de trabajo se trabajo de los niños como la esfuerzo con el fin de ganar consideraban una compra- solución más práctica. más. El obrero «no se preventa de la fuerza laboral y, guntó cuánto podría ganar en consecuencia, si el trabaal día rindiendo el máximum jador decidía abandonar el trabajo, se le encarposible de trabajo sino cuánto tendría que tracelaba por deudas por no haber indemnizado al bajar para seguir ganando los dos marcos y mepatrón por su incumplimiento de contrato. En dio que ha venido ganando hasta ahora y que resumen, se forzó a la gente a trabajar más y a le bastan para cubrir sus necesidades tradicioproducir más y se usó al Estado para disciplinales. nar a la población con el fin de que entendiesen «La repugnancia de los obreros a cubrir día tras que, racionalmente, tenían el imperativo de tradía una jornada de trabajo entera fue la causa bajar y, si no querían, serían castigados por ello. principal de la quiebra de las primeras fábricas Como puede observarse, la ley de la oferta y la […]. demanda fijaba los salarios.» «Para cubrir sus necesidades de mano de obra estable, la industria naciente tuvo que recurrir, a fin de cuentas, al trabajo de los niños como la solución más práctica. Porque, como lo señala Ure, «es prácticamente imposible, pasada la edad de la pubertad, transformar a las personas procedentes de ocupaciones rurales o artesanales en buenos obreros fabriles. Después de que se ha luchado durante un tiempo para vencer sus hábitos de dejadez o de indolencia, o bien renuncian espontáneamente a su empleo, o bien son despedidos por los capataces por falta de atención».»
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La utopía de la inclusión
Esta coacción para trabajar más, aunque a la larga habría tenido el efecto de mejorar las condiciones de vida del conjunto de la población, habría adquirido su propia lógica autónoma, destructiva, desprovista ya de la racionalidad que podía justificarla en un pasado: el aumento de la producción, en una época donde la escasez de la producción era un problema. En los tiempos actuales esta lógica continúa alimentada por el miedo a la exclusión, la ansiedad por el estatus, y sobre todo la capacidad de las empresas para disciplinar a sus empleados, seleccionando y premiando a los que disponen de mayor capacidad para sacrificar sus propios intereses en favor de los de la organización. En definitiva, las técnicas disciplinarias, la Vigilancia y Castigo de Michel Foucault, mantiene su vigencia, a pesar del tiempo transcurrido, y es tanto más imperceptible en cuanto lo hemos integrado y normalizado en nuestra vida como algo natural, un deber ser, y no algo creado y fabricado. Por razones obvias, las sociedades basadas en los principios de exclusión y disciplina permiten una rápida expansión de las fuerzas productivas. El riesgo es no saber cuándo parar, quizás, dominados por las propias instituciones que hemos creado, podemos sobreexplotar el medio natural, con terribles consecuencias. La historia de Roma nos ofrece un buen ejemplo de esto, no exento de cierta ambigüedad. Sabemos que tras la fundación de la ciudad sobrevienen una serie de crisis de deudas y disturbios sociales, que habrían dado lugar a una serie de instituciones inclusivas, como los tribunos de la plebe, leyes que moderaban el poder de los acreedores y tierras comunales, como último recurso para los proletarios (los que sólo son propietarios de su propia prole). La situación daría un vuelco tras la II guerra púnica, donde se capturan numerosos esclavos y se hacen cuantiosos botines. Los patricios se hacen con las tierras comunales, y se forman grandes latifundios cultivados por mano de obra esclava, contra los que no pueden competir los pequeños agricultores, que quedan excluidos (en las economías esclavistas no parece fácil la inclusión a través del salario). Con el tiempo se produciría una crisis de erosión, por la intensa tala de bosques en busca de nuevas tierras. Según el antropólogo Ronald Wright en su Breve historia del progreso «Varias inundaciones llevaron tal volumen de tierra de las colinas hacia los estuarios, que se formaron alrededor de Roma los pantanos donde se crío el paludismo endémico, y quedaron encenagados los puertos de Ostia y Paestum.» Crisis ambiental que habría sido apenas una leve molestia en el ascenso de Roma, dada la facilidad para importar trigo de las provincias exteriores. Se fundan La utopía de la inclusión
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nuevas ciudades en esas provincias, donde se reparten tierras a los veteranos del ejército, pero a pesar de ello es necesario desarrollar instituciones redistributivas centralizadas, como el famoso reparto de pan (ley annona) o incluso de monedas (en ocasiones especiales, como el ascenso de un nuevo emperador, se reparte «la limosna»). Las instituciones políticas, seguramente no por casualidad, también se centralizan. Finalmente, como sabemos, todo se vendría abajo. Sobre las razones de la caída hay mil argumentos, Graeber incide en la escasez de metales preciosos (que perduraría durante toda la edad media, hasta «el descubrimiento» de América), por el comercio con Asia, la ausencia de nuevos botines y el declive de los yacimientos que se habían explotado intensivamente gracias a la abundancia de esclavos. Escasez que habría hecho cada vez más difícil mantener un ejército formado en su mayor parte por mercenarios, y del que hacía tiempo habían desaparecido los hijos de los campesinos libres que antaño formaran su columna vertebral. Wright, por el contario, habla de nuevas crisis ambientales, esta vez alrededor de todo el arco mediterráneo. «Los trabajos arqueológicos han revelado en Italia y España una erosión grave, que indica una gran intensidad de las actividades agrícolas en tiempos imperiales, seguida del colapso demográfico y el abandono de las tierras hasta bien entrada la edad media. «Mientras el Imperio iba empobreciendo los
suelos cultivables de la Europa meridional, Roma exportaba su carga medioambiental a las colonias en función de su dependencia de los cereales del norte de África y del Oriente Próximo. Las consecuencias pueden verse hoy en esas mismas regiones. Antioquía, la capital de la Siria romana, está sepultada bajo unos 9 metros de sedimentos que han bajado de las colinas deforestadas, y las impresionantes ruinas libias de Leptis Magna se alzan en medio de un desierto. Los antiguos graneros de Roma están ahora llenos de polvo y arena.» Dado que ejército y producción agrícola eran la base de toda la sociedad, estas explicaciones son bastante razonables, y quizás pudieron reforzarse mutuamente. Luego están los economistas, que confunden causa con efecto, para vendernos su propaganda, retorciendo un poco los hechos, para que encajen en sus ideas preconcebidas. Lo interesante de la historia es que las instituciones excluyentes pueden ser la base de una sociedad estable basada en la expansión: roturar nuevos campos, capturar nuevos botines, capturar esclavos para trabajar en el campo y en las minas. Al mismo tiempo, la propia circunstancia de la exclusión sirve de motor para el crecimiento, la zanahoria que una vez sea alcanzada logrará al fin la inclusión de todos. Sin embargo, este marco institucional no puede lidiar con el estado estacionario, y eventualmente puede colapsar.
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Georgescu-Roegen y las sociedades campesinas rumanas. La racionalidad de la inclusión
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omo veremos, no ocurre lo mismo con otro tipo de sociedades. Según cuenta Oscar Carpintero en su libro sobre el economista rumano, Georgescu-Roegen dedicó dos artículos a exponer sus estudios y reflexiones sobre las sociedades campesinas rumanas sobrepobladas. El término sobrepoblada es definido como aquella economía en la que la productividad marginal del trabajo es cero. En estas economías, los factores tierra y capital son limitativos, es decir, sus productividades son positivas y constantes, pero añadir un trabajador adicional al proceso productivo no incrementa el producto. En una economía en la que se den esas condiciones, la regla de maximización del beneficio no conduce a maximizar el PIB, según demostró Georgescu-Roegen, hecho que concuerda con el marco institucional empírico observado en estas economías. Según indicó en su texto Teoría económica y economía agraria: «Los visitantes de tierras de abundancia con frecuencia señalan en reproche que la gente de los países pobres gozan de mayor ocio que ellos. Parecen ignorar el hecho de que en países estrictamente sobrepoblados la gente no tiene alternativa. En estos países el ocio es impuesto por condiciones geográfico-históricas, y no es el resultado de escoger una alternativa entre más ocio y más ingreso real, como es el caso de las economías avanzadas. En una economía estricLa utopía de la inclusión
tamente sobrepoblada, el ocio no es propiamente hablando un bien económico, porque no tiene otro uso que como ocio. Su valor, entonces, no puede ser otro que cero… [Por eso] regular la producción a través de la maximización del beneficio es probablemente lo peor que puede sucederle a una economía sobrepoblada porque aumentaría el ocio no deseado a la par que disminuye el producto nacional.» En estas economías se desarrollan instituciones inclusivas «Con un excedente de mano de obra, cada uno lucha por establecer un sólido derecho a una parte del producto nacional. Esto lleva a un patrón social que puede denominarse «partición del empleo». Varias personas desempeñan un trabajo que técnicamente requiere sólo una persona pero cada una insiste en ser considerado como empleado a tiempo completo por temor de ver desplazado su derecho.» En un artículo posterior, Georgescu-Roegen analizaría los principios que rigen las comunidades campesinas, descubriendo que se rigen por dos reglas muy simples. Primero: Sólo el trabajo crea valor. Segundo: Existe igualdad de oportunidades para que todos trabajen, pero no igualdad de ingresos para todos. Es decir, quien cultiva la tierra tiene derecho a recoger Heterodoxia 71
sus frutos, pero esto no implica que sea propietario, el derecho al trabajo es independiente de la propiedad. La tierra es para ser utilizada no para ser poseída a través de la exclusión de uso por otros. Esto enlaza con el argumento anterior sobre las economías sobrepobladas. Si se aplicase el principio de productividad marginal al trabajo, el resultado sería un nivel de empleo menor que cualquier otro, y se impediría la igualdad de oportunidades para trabajar. El derecho al trabajo es independiente de que exista demanda efectiva de empresas o agentes. Es evidente que una condición necesaria para que uno pueda elegir su tiempo dedicado al mercado, por el lado de la producción y del consumo, es tener garantizado que no te quedarás sin tu silla, por mucho que esta puede verse reducida, en función de tu mayor o menor esfuerzo. Quizás esto explica la compulsión por el acaparamiento en nuestra sociedad, y que no existan otras formas alternativas de estatus, excepto la acumulación de bienes materiales.
La urgente necesidad de una economía inclusiva
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i existe La Proa del Argo, y blogs como el de mi compañero de asociación, Jordi Llanos, La economía del Dr. Pangloss, o el de Antonio Turiel, The Oil Crash, es por la misma razón por la que asciende Le Pen en Francia, y otros nacionalismos por todo el globo, o lo que llaman «izquierda radical», en tantos otros lugares. Es el fracaso de la política del crecimiento, y de los partidos políticos «no radicales», que la avalan, los conservadores, liberales y socialdemócratas, así como el de sus brazos armados ideológico-académicos, la economía neoclásica y neokeynesiana (es de justicia excluir a los postkeynesianos, puesto que no tienen ninguna influencia política, aunque tampoco creo que sean la solución, si bien en cuestiones como el dinero estoy más cercano a sus planteamientos). ¿De verdad España va a crecer? Tenemos un 25% de paro, con lo que eso implica para el consumo, y no somos capaces de tener un superávit en la balanza de pagos, y lo poco que crecemos lo hacemos a través del crédito externo. Entonces, ¿qué pinta España en un mercado mundial? Si la economía mundial no termina de recuperar las tasas de crecimiento anteriores, sólo podremos exportar reduciendo las exportaciones de otros, es decir, empobreciendo al vecino. En esas
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condiciones, ¿realmente el capital extranjero va a reindustrializar nuestro país? No se lo cree nadie, pero vamos a firmar un tratado de libre comercio con EEUU para que por ejemplo Amazon arruine a los libreros españoles, una empresa que no paga un duro de impuestos, lo que a su vez llevará a nuevos recortes sociales, o subidas de impuestos a los ciudadanos. ¿Se puede crecer sin aumentar el consumo de energía? No. Como bien sabía Frederick Soddy, la energía es para nosotros un factor limitativo ¿Realmente se van a invertir los 53 billones de dólares hasta 2035 que dice la Agencia Internacional de la Energía que son necesarios para mantener el suministro de energía? Y realmente ¿»Sólo» es necesaria esa inversión? La cantidad es similar a lo que se viene invirtiendo en la actualidad, pero la producción no sube, está estancada en volumen, y desciende en términos de energía neta. La utopía de la inclusión
Y si conseguimos el milagro de lograr el suministro de energía necesario para la economía del crecimiento ¿Vamos a crecer cuando nuestro país se llene de insectos tropicales transmisores de enfermedades desconocidas para nosotros? ¿Cuándo suframos eventos climáticos extremos como sequías e inundaciones? ¿Cuándo todo tipo de especies animales y vegetales raras empiecen a reproducirse como setas en los nichos ecológicos que hemos vaciado, capturando toda la biomasa del planeta para nuestra alimentación? No. Pasará como con la energía nuclear, que iba a ser la puerta de entrada a un progreso desconocido y tras más de medio de siglo de investigación no sabemos que hacer con los residuos nucleares, y ahora tenemos que destinar incontables recursos a gestionarlos, precisamente cuando los recursos empiezan a escasear. El crecimiento de ahora es el desastre de mañana, porHeterodoxia 73
que nuestro crecimiento es antieconómico, tiene más costes que beneficios, pero no contabilizamos los costes, e incluso algunos costes los contabilizamos en el haber, y no en el debe. Cuantos antes terminemos con esa política suicida mejor. No hay que tener miedo a problemas ficticios como el desempleo, lo único que hay que hacer es adoptar instituciones inclusivas, que permitan a todos participar libremente en los costes y beneficios de la producción, y gozar de los segundos en relación a su participación en los primeros. La inclusión es además una cuestión ética, no se puede justificar moralmente excluir a alguien por el simple hecho de que no hay demanda para su trabajo, ya que el derecho a la dignidad de las personas debe primar sobre la racionalidad económica. En la segunda parte de este artículo, detallaré algunas de las muchas posibilidades que existen para comenzar a desarrollar esa economía inclusiva.
Segunda Parte
La Soluci贸n
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n la primera parte de este artículo realizamos una breve descripción de uno de los problemas centrales de nuestra sociedad: el problema de la inclusión. En nuestra sociedad no existe el derecho a participar en los costes y beneficios de la producción, quedando esta condicionada a la demanda de empresas y agentes, y de forma indirecta al crecimiento económico. Es complicado polemizar una realidad tan sólidamente sedimentada en nuestros hábitos y en nuestro día a día, hasta el punto que pocos se atreverían a cuestionar lo que puede llegar a parecer el orden natural de las cosas. Nada más lejos de la realidad, tal y como mostramos, si bien el trabajo siempre acompañó al hombre en su relación con el medio natural y en la búsqueda de su sustento, la creación del mercado de trabajo es un suceso histórico, nada natural, más bien al contrario, el resultado de una gran coacción. Otras sociedades, en el pasado, institucionalizaron el derecho a la inclusión, tradicionalmente a través de los bienes comunes, y lo hicieron porque es tanto racional como sostenible. El problema no es sólo todo el sufrimiento que provoca la exclusión, imposibilitando la satisfacción de necesidades humanas básicas, sino que la solución indirecta a este problema, a través del crecimiento económico, se ha convertido en un móvil en sí mismo. De esta forma, problemas ficticios como producir más bienes en un mundo con abundancia de bienes, se convierten en centrales, por sus consecuencias sobre el bienestar de las personas. Es así como entramos en una lógica perversa, según la cual no se pueden resolver los proble-
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mas reales, como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, o el agotamiento de materias primas, puesto que están condicionados por problemas ficticios. El problema no se puede resolver, puesto que está mal planteado, necesitamos replantear el problema. Es preciso entender que la economía está para servir al ser humano y no el ser humano para servir a la economía. A continuación valoraremos algunas alternativas que se presentan como solución, o cuando menos como paliativo de este problema. Reducción del tiempo de trabajo: La evolución a partir de las instituciones existentes es, aparentemente, la solución más sencilla, natural y menos traumática. Esta es la principal ventaja de la reducción del tiempo de trabajo. Entre sus inconvenientes se encuentra que es tan sólo un paliativo, ya que no institucionaliza el derecho a participar en la economía, sino que se trata de una medida política que trata de garantizar el acceso al mercado de trabajo a más ciudadanos. Es una medida que puede encontrar resistencia por parte de los trabajadores, cuando la reducción de tiempo va acompañada de la correspondiente reducción proporcional en el salario, y de los empresarios, por la previsible dificultad para compensar la reducción de jornada de ciertos trabajadores con habilidades específicas. Por último, debería complementarse con medidas redistributivas para aliviar la pérdida de poder adquisitivo en los escalafones salariales más bajos, como por ejemplo un Renta Básica de Ciudadanía.
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En los Países Bajos se está implementando, con cierto éxito, una política de reducción de jornada laboral que ha contribuido a que este país tenga el número medio de horas de trabajo más bajo de entre los países ricos, junto con una tasa de desempleo muy baja (por debajo del 4% en 2009) y una tasa de actividad muy alta (casi el 80% de la población en edad de trabajar). Se está consiguiendo dando facilidades legales (protección frente al despido) a los trabajadores que quieran reducir su jornada o tomar una excedencia temporal, junto a facilidades para poder diferir sus ingresos, a través del ahorro o de préstamos a bajo interés, de periodos de la vida laboral en los que se trabaja más horas, a periodos en los que se trabaja menos. Cada trabajador holandés dedica 500 horas menos al año a su empleo que los americanos. A pesar de reducir un espectacular 14% la longitud de la jornada en el periodo 1980-2000, las horas trabajadas por cada persona en edad de trabajar han aumentado, fruto de un espectacular incremento de la tasa de actividad. La clave para una reducción más rápida del tiempo de trabajo podría estar en incentivar también a los empresarios, por ejemplo reduciendo las cotizaciones que paga el empleador cuando un trabajador reduce voluntariamente su jornada, o dando facilidades formativas, para evitar la escasez de ciertas habilidades.
Renta Básica de ciudadanía
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e debe evitar confundir la renta básica con la propuesta de subsidio para pobres que recientemente están comenzando a enarbolar tanto PP como PSOE. La renta básica es universal, se concedería a todo aquel que tenga derecho a la ciudadanía, sea rico o pobre, trabaje o no trabaje. Entre sus ventajas se cuenta que el coste de gestión es prácticamente nulo, ya que no hace falta un funcionario que compruebe que quienes reciben la prestación cumplen los requisitos, y que no fomenta la economía sumergida, al ser compatible con el trabajo, como si lo hace el subsidio para pobres. Es también, al igual que la reducción del tiempo de trabajo, un paliativo, ya que podría institucionalizar (idealmente debería quedar fijada constitucionalmente, intentando que quede al margen de los caprichos del partido en el poder) el derecho a participar en los beneficios de la producción, pero no en sus costes. El trabajo, pese a tener su vertiente negativa como actividad heterónoma, satisface necesidades humanas básicas, como la participación o la identidad, y está fuertemente arraigado en nuestra cultura el ganar el sustento mediante el trabajo en lugar de recibirlo pasivamente. Es una medida con un coste elevado, dar 450 euros a cada español supondría recaudar y redistribuir 20.000 millones de euros cada mes. Si tenemos en cuenta que los menores de edad deberían recibir una cantidad menor, y que se solaparía con otros subsidios, como las pensiones, el coste terminaría siendo significatiLa utopía de la inclusión
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vamente menor, si bien seguiría siendo alto, aunque ni mucho menos inasumible, como muchas veces se plantea. Por otro lado, es preciso reseñar que el importe redistribuido no es «el coste» de la medida, la política redistributiva implica que habrá unos ganadores y unos perdedores, pero lo que se redistribuye no se pierde.
Garantía Pública de empleo
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a garantía pública de empleo supone que el estado se convierta en empleador de último recurso, garantizando un empleo, aunque sea de pocas horas y por un salario básico, a todo aquel que esté dispuesto a trabajar y no encuentre un empleo en el mercado. Se trata de una propuesta del post-keynesiano Hyman Minsky. No cabe duda que, al igual que la Renta Básica, puede tener un coste alto, aunque menor que esta, y posiblemente es muy complicado encontrar una ocupación útil para tantas personas, en el lugar donde los desempleados se encuentren, y de las características adecuadas a las habilidades y formación de estos. Tras la crisis financiera en Argentina en el año 2002, y la grave situación económica a la que esta dio lugar, se desarrolló una experiencia en este país, en la que el estado actuó de forma similar a un empleador de último recurso. A través del denominado Plan Jefes de Hogar se dio trabajo a dos millones de personas, el 5% de la población argentina, y el 13% de la fuerza laboral, con un coste aproximado del 1% del PIB. La garantía pública de empleo resuelve el problema de la inclusión, lo convierte en una cuestión política, por encima de consideraciones económicas. Si bien es cierto que puede dar lugar a un cierto grado de «socialismo» jerarquizado indeseable, esto dependerá en gran medida de la participación ciudadana y de la descentralización de la gestión.
Bienes comunes
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os «comunes» son la forma que adoptó la inclusión en las sociedades tradicionales, como las sociedades campesinas rumanas que estudió Georgescu-Roegen, y de las que hablamos brevemente en el artículo anterior. La teoría económica postula la privatización de la propiedad comunal como remedio universal a «la tragedia de los comunes», una racionalización del destino de estos bienes, basada en unos presupuestos de partida tremendamente restrictivos, y que pronostica que la regla de la maximización del interés individual, al contrario que con los bienes privados, dará lugar a un menor bienestar colectivo. Estas ideas han quedado completamente desacreditadas merced al trabajo de diversos investigadores de la corriente institucionalista, entre los que destaca Elinor Ostrom. Aunque sería muy extenso resumir aquí su trabajo, y no conozco en profundidad el 78 Heterodoxia
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mismo, baste decir que la idea clave es «la capacidad institucional», capacidad que requiere voluntad para cooperar, y tiempo para desarrollarse a partir de la experiencia, y que hace referencia a la capacidad de la comunidad propietaria, para reconocer y darse cuenta de si las reglas de juego y los hábitos de pensamiento y de comportamiento son los adecuados para el mantenimiento «sostenible» del recurso, y en el caso de no serlo cambiar dichas reglas. Esta capacidad puede implicar distintos elementos, como nos cuenta la propia Ostrom en su artículo Capacidad institucional y solución al dilema de los recursos de propiedad común: «En la Cuenca Occidental del condado de Los Angeles, en el sur de California, los usuarios conjuntos de un rpc han formulado durante varios años una solución al dilema (el agotamiento y contaminación del acuífero) de su uso. Su solución no es puramente privada, ni tampoco ha sido impuesta externa y coactivamente. Implica el desarrollo de la capacidad de comunicación, del reparto de los costes y del control y el uso y la adaptación de la capacidad de aportar información, del establecimiento de acuerdos y de la aplicación de los mismos.» La utopía de la inclusión
Cabría la tentación de resumir sus conclusiones diciendo que lo que hace falta para gestionar eficazmente los comunes es democracia, algo de conocimiento, y mucho sentido común. Los bienes comunes resuelven, en teoría, el problema de la inclusión, pero que exista un modelo exitoso de gestión de los acuíferos, pesquerías, bosques y otros recursos, sin pasar por su privatización o por el monopolio estatal, no implica que a través de ellos podamos hacer participar fácilmente a toda la población en los beneficios y costes de la producción. Esos bienes comunes ahora no existen, por lo tanto habría que ir creándolos de forma paulatina, seguramente con bastantes dificultades, y su explotación tradicional generalmente estaba asociada a actividades de escasa productividad. Pongamos el ejemplo que seguramente nos viene a todos a la mente: la agricultura urbana. No sería muy difícil promover la aparición de huertos comunitarios en esas franjas de tierra abandonada que nos encontramos en numerosas ciudades, reconvertir algún jardín poco lustroso, e incluso alguna azotea, con la ayuda de algunas macetas o jardineras. Un ejemplo exitoso y reciente de desarrollo de la agricultura urbana lo encontramos en Cuba. Es Heterodoxia 79
bien sabido que la caída del bloque soviético sumió en una profunda depresión a la isla, cuya economía estaba orientada a la exportación al resto de países socialistas, y que dependía en gran medida de las importaciones que realizaba de ellos, en particular de combustible y alimentos. A consecuencia de la crisis, y la situación de desabastecimiento que esta creó, la población comenzó a producir sus propios alimentos, al principio de forma espontánea, y más tarde con la colaboración del gobierno. La experiencia ha sido un éxito, y en el año 2002 la producción de hortalizas había ascendido a 3.345.000 toneladas, partiendo de un nivel de 140.000 en 1997. Por su parte la producción de fruta pasó de 550.000 toneladas en 1997 a 3.082.300 en 2002. Es
intereses afectados, por ejemplo el sector de transporte y distribución de alimentos (parte de la producción sería autoconsumida y distribuida entre pequeños grupos de familiares y amigos, reduciendo los intermediarios y las comisiones correspondientes). Existe otra alternativa que resuelve el problema de la inclusión, la socialización completa de la producción, pero no la consideraremos. Quizás ninguna de estas políticas sea una solución sencilla al problema que nos ocupa, quizás no haya una solución ideal para todas las naciones y regiones, y cada una de ellas deba buscar el acuerdo que mejor encaje en su cultura, pero es probable que la solución al problema tome elementos de cada una de ellas. El factor determinante puede ser la sinergia y refuerzo entre ellas, junto con instituciones políticas más cercanas y deliberativas.
Hacia una economía inclusiva
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mucha comida. Considerando un consumo anual de 675 kg de comida, que es lo que consumimos los españoles en 2013 (aunque gran parte serían «alimentos para el alma» como cerveza, vino o pequeños lujos como el agua embotellada), daría para alimentar casi a 10 millones de personas. Los cubanos nos dan una cifra a la que podría aspirar a llegar, tendencialmente, la productividad de este tipo de agricultura, y es de 20 kg/m2/año. Una parcela de 10 m2, poco más de un cuadrado de 3x3 metros, podría llegar a producir 200 kg de comida al año. Parece mucho, pero si lo valoramos en dinero es muy poco. A un precio de mercado de 2 €/kg (bastante alto, los precios hoy en un punto de venta en el barrio de Pueblo Nuevo en Madrid oscilaban entre 0,50 €/ kg para el melón, y 2,70 para los kiwis, la mayoría de hortalizas valía algo más de 1 €/kg) son tan sólo 400 euros al año. Para alcanzar una renta de 450 €/mes, lo que se supone es un renta básica (muy básica y suponiendo que existe un acceso universal y gratuito a sanidad y educación), cada trabajador tendría que disponer de 135 m2, por encima de la media cubana, que he estimado en 117 m2 en el año 2005. Un problema adicional sería la competencia que esto introduce en el resto del sector agrícola, y el resto de 80 Heterodoxia
s evidente como la Renta Básica Universal y el Empleo Público Garantizado, lejos de ser opciones excluyentes, pueden funcionar conjuntamente, reforzándose. Por ejemplo, se podría exigir a los ciudadanos que lleven un cierto tiempo cobrando únicamente la renta básica, participar en los programas de empleo público, contribuyendo de esta forma también por el lado de los costes. Al mismo tiempo, la participación en los programas podría estar condicionada a la existencia de ocupaciones útiles, evitando de esta forma que el empleo público termine convirtiéndose en «cavar hoyos» ¿Y quién mejor para determinar lo que es útil y lo que no que la propia ciudadanía? El empleo público garantizado podría ser gestionado por asambleas ciudadanas auxiliados por funcionarios profesionales, de forma similar al presupuesto participativo de Portoalegre. La robustez moral de este sistema es evidente, existe un ingreso mínimo garantizado, y puede conllevar la obligación de trabajar, pero condicionado a que tus propios vecinos encuentren ocupaciones útiles. Adicionalmente podrían existir programas nacionales de empleo, con un salario ligeramente mayor, que por una parte ayudasen a solventar la problemática de las labores que son necesariamente intercomunitarias, y que por otro lado permitiesen emplear a aquellos que pertenecen a comunidades más pobres, con más desocupados, y con menos posibilidades de ser empleados en su comunidad. No es necesaria mucha imaginación para ver el potencial de estas políticas para desarrollar los bienes comunes. Las comunidades tendrían incentivos para desarrollarlos y mejorarlos y así emplear a aquellos que no encuentran acomodo en el mercado. Pequeños huertos urbanos, talleres de reparación (incluso fabricación, dadas las nuevas tecnologías disponibles) podrían desarrollarse y florecer de forma relativamente rápida. Llegar a institucionalizar un sistema de trabajo de último recurso basado en la explotación de La utopía de la inclusión
bienes comunes sería una forma muy robusta de garantizar la inclusión. Al mismo tiempo, tal y como argumenté en el programa «Vida Verde» de Radio Exterior de España, la Renta Básica, el Empleo Público Garantizado, y los bienes comunes, podrían ir institucionalizando una red de seguridad, que permitiría a los individuos reducir libremente su tiempo de trabajo en el mercado, con la seguridad de no quedar, en el peor de los casos, desamparados. Esta reducción del tiempo de trabajo podría realizarse en todos los niveles salariales, dada la existencia de un amplio programa de redistribución. La reducción del tiempo de trabajo favorecería todo tipo de actividades autónomas, en particular el desarrollo interno de las personas, la creación de sus propios valores y significados, de forma distribuida y no jerarquizada como hasta ahora. Favorecería también actividades autónomas de contenido estrictamente económico, se suelen mencionar los cuidados, pero podrían intercambiarse todo tipo de servicios, con la ayuda de bancos de tiempo, e incluso monedas locales. Esta actividad económica autónoma podría llegar a ser un complemento importante de la renta del individuo, de mayor peso cuanto menor sea la renta obtenida en el mercado, sirviendo de elemento redistribuidor, junto con la renta básica. Si bien la inclusión debería tener valor en sí misma, seguramente habrá quien pregunte ¿cuánto cuesta? El coste financiero de una Renta Básica o de un programa de Empleo Público Garantizado oscila entre el 1-15% del PIB, aunque el coste real para un país es difícil de estimar, dado que en realidad estamos redistribuyendo ese importe, no destruyéndolo. Se supone que los impuestos necesarios para realizar esa redistribución crean una distorsión, y que eso hace que el PIB no crezca un cierto importe que sí crecería sin esa intervención ¿Y a quién le importa? cabría preguntarse. Una vez resuelto el problema de la inclusión, el crecimiento deja de ser una necesidad. La gran cuestión, que desgraciadamente pocos se plantean, es ¿cuánto cuesta lo que no valoramos? Uno de los problemas más graves que enfrentamos es sin duda la grave alteración de la biosfera que estamos provocando como consecuencia de los cambios en los usos del terreno: de bosques a monocultivos, y de estos a terrenos urbanos. Esto está provocando una transición de fase de la biosfera, «con sorpresas desagradables a nivel local y global». Las condiciones de nuestra vida en este planeta están amenazadas, ni que decir tiene que la economía, nuestro sustento, y el capital que nos facilita el disfrute de la vida, mucho más. La agricultura urbana permitiría recuperar usos ancestrales de la tierra, convertir monocultivos en dehesas, y dehesas en bosques, pero este sencillo propósito se encuentra con un obstáculo insalvable: el precio. Nuestros sistemas de precios no valoran que un bosque sirve de cobijo a la biodiversidad, a los poliniLa utopía de la inclusión
zadores, que frena y reduce la erosión y que actúa de sumidero de CO2. Dado que todo esto no tiene precio, no es económicamente rentable cultivar alimentos en las ciudades y recuperar usos tradicionales de la tierra. Tenemos un grave problema cuando nuestro sistema económico asigna un coste cero a lo que nos es más preciado, pero eso ya lo sabemos, dada la insostenibilidad de los sistemas de precios.
Sostenibilidad y trabajo, más allá de la hegemonía del mercado
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l pilar más importante de los que sostendrá la sociedad del futuro es sin duda el nuevo concepto, que debe surgir, sobre el trabajo. En este blog hemos argumentado que son necesarios cambios radicales en los mercados de dinero (cuando hablamos de la historia monetaria, del pensamiento económico de Frederick Soddy, y de su reforma monetaria) y tierra o recursos naturales (cuando hablamos de Henry George). A posteriori he descubierto que, junto a los cambios en el mercado de trabajo que estamos proponiendo ahora, este programa tiene una marcada inspiración (no buscada, accidental) en la obra de Karl Polanyi. Lo que estamos proponiendo son rupturas radicales en cada uno de los mercados que Polanyi definió, en su obra La Gran Transformación, como mercancías ficticias: «Es evidente que trabajo, tierra y dinero no son mercancías en el sentido de que, en lo que a estos tres elementos se refiere, el postulado según el cual todo lo que se compra y se vende debe haber sido producido para la venta es manifiestamente falso. En otros términos, si nos atenemos a la definición empírica de la mercancía, se puede decir que trabajo, tierra y dinero no son mercancías. El trabajo no es más que la actividad económica que acompaña la propia vida –la cual, por su parte, no ha sido producida en función de la venta, sino por razones totalmente distintas- (…). La tierra por su parte es, bajo otra denominación, la misma naturaleza que no es producida por el hombre. Finalmente, el dinero real es simplemente un signo del poder adquisitivo que, en líneas generales, no es en absoluto un producto sino una creación del mecanismo de la banca o de las finanzas del Estado.» La gestión de los recursos, como parte de la adaptación a la vida en nuestro planeta, tendrá que hacerse sobre la base del conocimiento que tenemos de los mismos, con la debida prudencia respecto a la incertiHeterodoxia 81
dumbre que indudablemente nos acompañará, dado el desconocimiento que todavía tenemos respecto de muchos de los procesos que se dan en la biosfera. El dinero y el trabajo son creaciones humanas, por lo tanto deben democratizarse, como corresponde a una sociedad que tiene presente que la causa de la libertad no está cerrada. El proceso puede entenderse como una ampliación de derechos, en el caso del trabajo hablaríamos de derechos productivos. Cada una de estas tres reformas es importante, pero sin duda la del trabajo reviste especial dificultad, por implicar hábitos de pensamiento y de conducta arraigados en el pensamiento del conjunto de la ciudadanía. Por otro lado, si bien cada una de ellas es importante por separado, es evidente que también aquí encontramos elementos de sinergia y refuerzo entre ellas. El elemento central de la gestión prudente de los recursos es una reforma fiscal sostenible que en palabras de Herman Daly incluye al menos estos dos elementos: «1. Sistema de fijación de límites máximos e intercambio de derechos mediante subasta para la explotación de los recursos básicos. Límites biofísicos máximos a escala de acuerdo con la fuente o el sumidero que los limite, el que sea el más restrictivo. La subasta captura las rentas de la escasez para una redistribución equitativa. El comercio permite la asignación eficiente para los mejores usos. «2. Reforma fiscal ecológica—cambiar la base imponible desde el valor añadido (capital y trabajo) sobre «aquello a lo que se añade valor», es decir, el flujo entrópico de recursos extraídos de la naturaleza (agotamiento), a través de la economía y, de vuelta a la naturaleza (contaminación). Internalizar los costes de las externalidades así como aumentar los ingresos más equitativamente. Apreciar lo escaso en la contribución de la naturaleza que previamente no tenía precio.» Es evidente como esta medida tiende a hacer que valoremos de una forma distinta los usos de la tierra, el bosque destruido para crear tierras de cultivo, los
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insumos utilizados en forma de fertilizantes, combustible y pesticidas, todo ello pasa a ser ahora la base de los impuestos, y entonces pasa a tener sentido, también por precio, la agricultura urbana y la reparación y reciclaje de objetos, frente a su disposición en vertedero. Ello a su vez da sentido a las políticas en torno al trabajo que acabamos de definir, da valor a la producción local de alimentos mediante la creación y mejora de bienes comunes, a la recuperación y gestión de bosques y al reciclaje mediante el empleo público garantizado, por poner tan sólo unos ejemplos. La nueva fiscalidad permite reducir los impuestos al trabajo, y ello a su vez permite potenciar las actividades autónomas con contenido económico, como el intercambio de servicios semi-profesionales. Sin impuestos al trabajo la distinción entre economía sumergida y economía legal desaparece, y sin impuesto al valor añadido el valor de los servicios disminuye, siendo más accesibles. Todo ello es aplicable desde el primer momento desde una base nacional, sin necesidad de acuerdos internacionales, ya que la reducción de impuestos al trabajo permite atraer capital, en lugar de expulsarlo. Encontramos, por tanto, la base para un proyecto de internacionalización, que se puede construir superando las fuerzas coactivas de la globalización. La reforma monetaria, por su parte, permite financiar, dentro de un límite, mediante los derechos de señoreaje, actividades que no son rentables, en el sentido de no dar lugar un nuevo flujo monetario que pague los intereses. Esto nos permite disponer de financiación para actividades que crean valor a muy largo plazo, o que mejoran el capital natural que no es valorado por el mercado, ya que sostiene servicios medioambientales que no tienen precio. Estas medidas, tienen sentido por sí mismas, como mejora de la calidad de vida de las personas, además de solucionar nuestros problemas de sostenibilidad. Se puede comparar el nuevo marco institucional resultante con los que hemos vivido bajo el capitalismo y el socialismo, atendiendo tanto a las formas de integración (reciprocidad, redistribución, intercambio) como a las mercancías ficticias de Karl Polanyi. El resultado es el siguiente: Si añado la reciprocidad como forma de integración en la nueva sociedad es porque la liberación de tiem-
La utopía de la inclusión
po de trabajo indudablemente dará lugar a comportamientos autónomos con significado económico que se pueden englobar dentro de esta forma de integración. Es el caso del conocimiento y la información, por ejemplo, al que se puede contribuir de forma completamente altruista (tenemos el ejemplo cercano de la Wikipedia) esperando que otros hagan lo mismo, y así salir todos beneficiados. La razón de añadir esta tabla al final de esta reflexión es volver a hacer hincapié en que no existen sólo dos tipos de sociedades, «capitalistas» y «socialistas», ni estamos en la mejor de ellas. Por el contrario, existen infinitas formas de vida colectivas, atendiendo a los criterios expresados en la tabla, o a otros muchos que podrían citarse. En nuestras manos está elegir el más adecuado, para nosotros y para nuestros hijos. No hay determinismo, y todos podemos contribuir al cambio.
Jesús Nácher Fernández
La utopía de la inclusión
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Esa Mentira Llamada
AUTO MOVIL
S
i hay algún producto que simboliza a la sociedad industrial es el automóvil particular. Se han escrito ríos de tinta sobre ese hijo de la fabricación en masa y parece un tema redundante y muy trillado, pero el análisis de este fenómeno nos puede arrojar pistas sobre quien en realidad es la sociedad industrial. El coche es una síntesis de los principios sobre las que durante los últimos ochenta años se ha erigido todo esto. Desde el punto de vista estrictamente económico el automóvil particular es un muy mal asunto tanto desde el punto de vista microeconómico de su propietario como desde el punto de vista macroeconómico . Es un activo que se deprecia aproximadamente un treinta por ciento de su valor durante su primer año de vida. Normalmente un vehículo particular tiene un período de amortización de unos diez años, que se corresponde con un 10% anual. El propietario es penalizado severamente el primer año en una clara indicación de que lo que se valora no es el servicio de transporte que el aparato presta si no su condición de «nuevo». Solo con sacarlo del concesionario el vehículo pierde casi un tercio de su valor,
al parecer lo importante del coche es su «virginidad», una pésima inversión: apostar a la virginidad de algo. En segundo lugar el vehículo particular es un activo con una rata de utilización extremadamente baja. Esto quiere decir que la mayoría del día se encuentra aparcado y nadie lo utiliza. Esto sería como si las aerolíneas comprasen aviones que solo hiciesen el vuelo Madrid-Barcelona de la mañana y luego estuviesen todo el día aparcados esperando el vuelo de regreso de la tarde, con el agravante de que el parking también hay que pagarlo. Imagínese una naviera con decenas de barcos aparcados en los muelles esperando a ser utilizados o una red de ferrocarriles operada con el mismo criterio, la ruina estaría asegurada, pero las personas constantemente adquieren coches inmovilizando su capital o asumiendo cuantiosos créditos solo para utilizarlo un par de horas al día. Solo hay que ver las calles repletas de coches sin utilizar. En tercer lugar los costes de operación son bastante altos, para alguien que consuma un depósito medio a la semana la factura del combustible a precios del 2012 puede llegar a los 3.000 €/año, llegando a igua-
Una pésima inversión: apostar a la virginidad de algo
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Esa mentira llamada automóvil
lar la depreciación de un coche cuyo valor nuevo sería de 30.000 €. Es decir al agregar el combustible el coste de operar el vehículo se duplica. A esto debemos agregar los costes de revisiones, seguros e impuestos. Supongamos para el mismo coche de 30.000 Euros un seguro anual de 1000€. En este caso consideramos un seguro a todo riesgo, podríamos suponer un seguro obligatorio pero para el análisis la diferencia de coste es irrelevante ya que con solo un seguro de responsabilidad civil el usuario asume el riesgo por lo que debería provisionarlo. Luego agregamos 300 €/año en revisiones, 150 €/año en impuestos y un juego de neumáticos nuevos cada dos años que representan otros 500 €/año. Finalmente los costes de inversión y operación de este vehículo particular suponiendo una vida de de diez años serían: Depreciación Combustible Seguro Revisiones Impuestos Neumáticos
3000 €/año 3000 €/año 1000 €/año 300 €/año 150 €/año 500 €/año
En total los costes anuales de operar un vehículo con un precio de compra de 30.000 € durante diez años son aproximadamente unos 8.000 €/año considerando que durante esos diez años el coche no requerirá reparaciones, ni cambio de batería, ni circulará por autopistas de peaje ni su conductor será multado ni tendrá que pagar intereses cercanos al 10% anual si ha financiado el vehículo. Ocho mil Euros/año son 667 €/mes.
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Un análisis coste-beneficio racional concluiría en que la mayoría de las personas deberían decidirse por no tener coche particular, vivir en la ciudad e ir y venir del trabajo en transporte público. Una diferencia de alquileres de hasta 600 €/mes entre la ciudad y el extrarradio no justificaría el uso del coche particular como medio de transporte. Si se quiere ir de vacaciones o salir fuera el fin se semana, así como se contrata un hotel y un boleto de avión, así mismo se alquilaría un coche. En todo esto no hemos tomado en cuenta el tiempo perdido en embotellamientos, el gasto de una plaza de parking ni la contaminación producida. Seiscientos Euros al mes utilizados principalmente en ir y venir del trabajo arroja un promedio de casi 17 Euros en cada trayecto, el transporte público cuesta dos. En el área macroeconómica el transporte por carretera tampoco es la solución que más ventajas aporte a la economía, ni desde el punto de vista de la productividad ni desde el punto de vista energético. El gasto en automóviles no contribuye a la formación de capital fijo en la sociedad, es simplemente algo que se va gastando con el tiempo. Por otra parte la red de carreteras si contribuye pero su vida útil es muy limitada y tienen considerables gastos de mantenimiento. Digamos que si el gasto anual en vehículos a motor de cualquier país desarrollado fuese invertido en una red ferrocarriles, al cabo de los años dispondrían de una red muy tupida que llegaría hasta el último rincón tal como hoy hacen las carreteras, con la diferencia de que las vías férreas duran siglos y no decenios como sucede con las autopistas y la eficiencia energética sería varias veces mayor. En este sentido el gasto anual se iría acumulando en buena parte como stock de capital fijo y no como una masa de vehículos que si nadie hace nada a los diez años se encontraría inoperativa.
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Un corredor de tren de dos vías tiene la misma capacidad de transporte que una autopista de cinco canales por sentido. Una autopista de dos carriles por sentido cuesta un promedio de seis millones de Euros/ km, una vía doble de ferrocarril que permita circular a 200 Km/h tiene un coste promedio de 10-12 millones de Euros/km, cuesta el doble y transporta cinco veces más. Por el lado energético el ferrocarril vuelve a ganar por goleada: consume un 20% de la energía que consume un camión transportando la misma carga a las mismas distancias, cosa que se ve reflejada en la diferencia de costes medios entre los 1-2 Euros por container standard de 40 pies y kilómetro del camión y los 0,4-0,5 del tren. Funcionando con electricidad, el ferrocarril puede utilizar casi cualquier tipo de energía disponible: petróleo, gas, nuclear, viento, hidroeléctrica, etc. El coche requiere un tipo muy específico de carburante, cosa que coloca al sistema de transporte en una posición de baja resiliencia, esto posee importantes implicaciones geoestratégicas. En una sociedad racional la principal opción de transporte debería ser la marítima, bien sea aprovechando ríos navegables o mediante un sistema de puertos de cabotaje. La segunde sería el tren y la última el transporte con camión o coche. Si se hubiese invertido todo lo que se ha invertido en el automóvil en trenes y puertos seguramente hoy dispondríamos de una red bastante tupida. Solo los trece millones anuales de coches vendidos en el mercado europeo suponen 800.000 mil millones de Euros al año, sin contar ventas de combustibles, seguros, neumáticos y todo lo que tenga que ver con el coche particular. Algunos autores estiman que los costes externos (accidentes, emisiones de CO2, contaminación, mitigación del ruido y saneamiento del paisaje) son en el caso del tráfico por carretera cuatro veces superiores a los del tren. ¿Entonces por que vivimos en la sociedad del automóvil y no en la sociedad del tren o del barco?, como siempre la historia aporta datos interesantes. Durante los años 30 y 40 del pasado siglo se fundaron dos empresas de transportes en los USA, la National City Lines y la Pacific City Lines. Estas empresas se formaron con capital aportado por la General Motors, Standard Oil, Neumáticos Firestone, Camiones Mack y la petrolera Phillips. En esos años la National y la Pacific se dedicaron a comprar las redes de tranvías públicos en más de cien ciudades norteamericanas para acto seguido cerrarlas, no dejando opción a quien quisiera transportarse mas que ir en autobús o comprar un coche preferiblemente marca General Motors con neumáticos Firestone y abastecido en una gasolinera de la Standard Oil. En 1947 la fiscalía de los Estados Unidos les acusó de conspiración y fueron a juicio. En 1951 fueron condenados definitivamente en una corte de apelaciones, a cada empresa involucrada se le condenó a pagar la astronómica 88 Heterodoxia
multa de 5.000 dólares más 1 dólar a cada directivo a título personal. Esto santificó la destrucción del transporte público y el modelo fue exportado al resto del mundo bajo la atenta mirada de los ejecutivos de estas empresas. Poco más de treinta mil dólares fue el precio a pagar por destruir las redes de tranvía en los Estados Unidos. Con el tiempo se percataron de que todo esto tenía un lado psicológico, mucho más efectivo para imponer el coche como medio de transporte que la ardua tarea de comprar tranvías y desguazarlos. Luego vino Le Corbusier y sus acólitos del Urban Renewal a separar el lugar de vivir del lugar de trabajar legándonos esa maravilla industrial conocida como Ciudad Dormitorio. Acabada la segunda guerra mundial el fenó-
meno comenzó a tomar proporciones serias, las personas animadas por los cambios de zonificación, por la industria de la construcción, el sector automotriz y de equipamiento del hogar comenzó un éxodo masivo hacia la vida en el campo, el resultado es lo que hoy conocemos como Suburbia, tal como fue bautizada por James Kunstler. Buscaban la libertad, pero cada vez se encontrarían más atrapados en una simulación industrial de una supuesta vida en el campo. Nunca accedieron a ese idílico paraíso (que en realidad nunca existió) a la vez que perdieron la vida en la calle y eso les aisló más que nunca. El fenómeno se originó en los USA y se extendió como reguero de pólvora, de pronto ese era el ideal de todos: la casita en las afueras. Solo algunas ciudades Europeas con gran tradición
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resistieron esto mientras que especuladores y fanáticos del Urban Renewal se hacían con el espacio que iba quedando libre destruyéndolo y encareciéndolo hasta hacer imposible que nadie pudiese vivir allí. Hoy día en muchos lugares el coche es indispensable en vista a la insistencia de separar el lugar del trabajo del lugar de vivir y a los claramente deficientes sistemas de transporte público que conectan Suburbia con el centro de las ciudades. Estos sistemas nunca serán rentables ni suficientes ya que se deben dimensionar para transportar un considerable volumen de personas dos veces al día, estando el resto del día a baja utilización. El problema central es que a las personas se les ha obligado a vivir lejos de su trabajo a la vez que el fenómeno ha producido importantes aumentos del PIB del que todo el mundo saca tajada: fabricantes de coches, petroleras, empresas de construcción, el estado, los ayuntamientos y las grandes superficies comerciales. Todo un sistema de producción de beneficios creado alrededor del desperdicio de vivir lejos de donde se trabaja. Luego vienen las caras preocupadas de políticos y líderes de opinión ante el irresoluble problema de los atascos, la contaminación atmosférica y el ruido. Nadie habla sobre el verdadero impacto en la salud de todo esto. Es verdad que en muchos lugares el coche es absolutamente necesario, el sistema se encuentra diseñado para que así lo sea, pero también es verdad que el mismo aporta otras cosas intangibles a su propietario que no tienen nada que ver con el transporte tales como sensación de libertad y afirmación de su ego. En algunas culturas el coche es un objeto inanimado al que se «quiere».
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Es innegable la asociación del coche a la «libertad de ir a donde me apetezca» muy propia de los norteamericanos. Dentro del coche las personas se creen libres como el viento. Nada más falso, en realidad el coche es un mecanismo de fijación del individuo al sistema. Como mucho puede andar varios cientos de kilómetros antes de repostar, para lo que hay que tener dinero y por lo tanto ingresos, requiere que exista una red de gasolineras, que esas gasolineras sean abastecidas, que exista una red de grúas en caso de algún problema técnico, requiere de carreteras en buen estado, de vigilancia de tráfico. Ir «libre» en coche requiere que muchísimos sistemas funcionen de forma correcta al mismo tiempo y esto inequívocamente no es signo de libertad. En realidad el que se desplaza en coche va enteramente atado al sistema, no puede ir más lejos que unos cientos de kilómetros sin necesitarle, pero mientras conduce se imagina que es libre, libre como el viento, libre de las cuotas del coche, del seguro, de los gastos…libre. Otro uso del coche es el obvio y comentado hasta la saciedad engrandecimiento del ego. Solo decir que muchas personas con el YO debilitado por la cultura y el sistema educativo ven en el coche una buena salida a su problema. Un aspecto poco comentado es que dentro del coche todo es perfecto, aséptico, el conductor lo controla a placer. No es como la calle: sucia, con manchas, basura, ajetreo, un cierto deterioro, el ruido, la gente con sus gritos, sus problemas, empujones y olores. Dentro del coche todo es «perfecto», silencioso, estático, limpio, controlable, entendible. Nada como estar separado de los demás, de ese mundo sudoroso tan humano y caótico y aislarse en una burbuja de perfección tecnológica, nada como estar en comunión con la fría máquina que obedece al instante sin discutir, sin argumentar, sin patalear. Nada como la soledad perfecta que la exacerbación del individualismo produce en el interior del coche, dentro de esa coraza que protege al conductor del exterior. A lo mejor él quisiera ser parte de ese mundo perfecto que tanto le han prometido si se portaba bien, pero que no ve por ninguna parte.
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Un ejemplo extremo de la cultura del coche es la sociedad alemana. Es poco conocido que en Alemania el 55% de las personas utilizan un nombre propio para referirse a su coche. También existe el culto semanal de invertir la mañana del Sábado o del Domingo limpiando el coche en una ceremonia que implica limpiar hasta el más recóndito agujero, pasarle un cepillito a todos los recovecos de las llantas de aleación, utilizar varios sprays específicos para limpiar tapicerías, alfombras, techos, neumáticos y maleteros finalizando con un escrupuloso encerado y pulido de la carrocería. Una especie de acto sexual con el coche hasta dejarlo inmaculadamente limpio. Luego en la tarde el orgulloso propietario lo saca a dar una vuelta por la autopista mientras disfruta de su libertad, de su aislamiento y de la perfección que existe dentro del vehículo donde todo se encuentra escrupulosamente limpio, los bordes son claramente definidos, cada cosa está en su lugar y el climatizador ronronea suavemente mientras se desplaza a gran velocidad dentro de su mundo perfecto. El alemán medio siente que su coche es una extensión de su ser, le irrita que alguien se apoye en él cuando se encuentra aparcado, el simple tocar el coche de atrás cuando se está aparcando se considera una ofensa mayúscula en la que debe intervenir la policía ya que para gran cantidad de personas eso es un choque. Es común que las personas dejen ostensiblemente las llaves de su coche sobre mesas de reunión y escritorios con la clara intención de mostrar la marca. Esta actitud transmite muchísimas cosas sobre la relación con el coche que esta cultura posee y que hace palidecer a la norteamericana o a cualquier otra. En muchas culturas intensamente industriales se quiere más al coche que al vecino o al amigo o a los familiares. Este guión o alguno parecido lo podemos ver en casi cualquier lugar del mundo desarrollado. Esa mentira llamada automóvil
Todo esto no es más que un pequeño ejemplo de cómo la sociedad industrial va generando negocios que suben el PIB en base a desperdiciar todo tipo de recursos. En este caso se convence a las personas o se les coacciona suavemente mediante distorsión de precios y proyectos de zonificación urbana a vivir lejos de donde trabajan causando un problema irresoluble que es el cómo mover cientos de miles de personas al mismo tiempo dos veces al día. Paralelamente se les persuade de que el aparato que les ofrecen para su transporte es parte de su vida, aprende a amarlo, a considerarlo parte de sí mismo, a depender de él y a defenderlo a capa y espada. Aprende a comprometerse emocionalmente con el aparato y no con las otras personas mientras el despilfarro de recursos y la locura prosiguen impasiblemente. En Europa se producen 1.500 coches cada hora durante las veinticuatro horas del día, los 365 días del año.
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Es común que las personas dejen ostensiblemente las llaves de su coche sobre mesas de reunión y escritorios con la clara intención de mostrar la marca
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