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ISSN 0120-0216
Lorena Perdomo
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Ilustración de Lorena Perdono
Consejo Editorial Luciano Mora-Osejo ()א Valentina Marulanda ()א Heriberto Santacruz-Ibarra Lia Master Marta-Cecilia Betancur G. Carlos-Alberto Ospina H. Andrés-Felipe Sierra S. Carlos-Enrique Ruiz Director Carlos-Enrique Ruiz Tel. +57.6.8864085 http://www.revistaaleph.com.co e-mail: aleph@une.net.co Carrera 17 Nº 71-87 Manizales, Colombia, S.A. Diagramación: Andrea Betancourt G. Impresión: Jerónimo & Gregorio Matijasevic Arte Nuevo, Manizales Col. matijasevic@outlook.com
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Contribución de F.J. de Caldas a la fundación de la geografía de las plantas Darío Valencia-Restrepo
Resumen
E
s posible demostrar que Francisco José de Caldas concibió, antes de su encuentro con Alexander von Humboldt en la Presidencia de Quito durante varios meses de 1802, los fundamentos de la fitogeografía o geografía de las plantas. Aunque el prusiano ha sido reconocido mundialmente como fundador de esta nueva disciplina, artículos internacionales recientes vienen reconociendo, en forma tardía, la contribución del neogranadino al respecto. Las anotaciones que Caldas incluyó junto al trabajo de Humboldt que publicó en el Semanario de la Nueva Granada, en 1809, muestran que aquel tenía un mejor conocimiento de las condiciones del trópico andino. Por lo tanto, es plausible pensar que las observaciones y deducciones de Caldas, obtenidas a partir de sus muchos viajes por la Nueva Granada, hayan sido útiles para Humboldt en las conversaciones y excursiones que debieron compartir, así no haya recibido ningún crédito por parte de este último. Con base en la memoria fitogeográfica que Caldas envió a José Celestino Mutis en 1803, puede afirmarse que Caldas estaba consciente de haberse ocupado de una nueva ciencia o disciplina. Revista Aleph No. 185. Año LII (2018)
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Introducción Más de dos siglos después de sus importantes aportes a la geografía de las plantas, Francisco José de Caldas viene recibiendo por fin un merecido reconocimiento en destacadas publicaciones de carácter internacional, entre las cuales se cuenta con dos libros y cinco artículos, todos ellos de la última década. En buena medida ello ha sido posible por la recuperación en España de importantes láminas fitogeográficas de Caldas, un logro de Mauricio Nieto-Olarte. Un bello libro de este, en el cual figuran como coautores Santiago Muñoz Arbelaez, Santiago Díaz-Piedrahita y Jorge Arias de Greiff, incluye aquellas láminas y muchas más (Nieto-Olarte, 2006). El presente artículo está dividido en seis partes, a saber: una primera que muestra el trabajo independiente de Humboldt y Caldas al respecto; en una segunda se describe el encuentro de los dos naturalistas y su aproximación a la geografía de las plantas; las principales publicaciones de ambos personajes son discutidas en la parte tercera; la cuarta parte incluye comentarios de diversos autores sobre la relación entre Humboldt y Caldas; de particular interés son los créditos internacionales que ha venido recibiendo el neogranadino, lo cual es objeto de la quinta parte; y, en la última, aparecen varias conclusiones. Este artículo se basa en una conferencia del autor, pronunciada el 21 de marzo de 2018 en Bogotá en la sede de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, como parte de la primera sesión del Seminario de Estudios Caldasianos, una iniciativa de dicha Academia para conmemorar los 250 años del natalicio de Caldas. El seminario se lleva cabo durante el primer semestre de 2018 e incluye seis seminarios académicos y nueve conferencias divulgativas sobre la vida y obra del neogranadino.
1. Comprobación del trabajo independiente de los dos naturalistas En 1799, Humboldt y Aimé Bonpland están en pleno viaje por el océano Atlántico con destino al Nuevo Mundo, visitan la isla Tenerife en las Canarias y escalan el pico Teide. En la Fig. 1 se presenta una lámina con fitogeografía del pico. Pueden distinguirse, entre otras, las fajas correspondientes a laureles y palmas. Aunque esta lámina fue impresa después de 1799, los datos muestran que Humboldt se ocupaba de la geografía de las plantas antes de su llegada a América.
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Figura 1. Una fitogeografía del pico Teide. Publicada en 1817 en Geographiae plantarum lineamenta.
Es importante señalar que Humboldt se ayudó de datos del pico proporcionados por el francés Auguste Broussonet, quien estuvo en las Canarias entre 1801 y 1804. La información sobre este apoyo procede de un artículo de la profesora Concepción Sanz-Herráiz, de la Universidad Autónoma de Madrid (Sanz-Herráiz, 2016, pág. 7). No puede olvidarse que Carl Ludwig Willdenow fue el primero en establecer las bases para la geografía de las plantas en un trabajo publicado en 1792, y que ese autor fue mentor de Humboldt. En la edición inglesa de ese libro, Willdenow señala (Willdenow, 1811, pág. 402): By the History of Plants, is to be understood the influence of Climate on Vegetation; the changes which it is probable plants undergo from the Revista Aleph No. 185. Año LII (2018)
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revolutions of our globe; their dispersion over its surface; their migrations; and, lastly, the means persued by Nature for they preservation. Y luego habla de las zonas cálidas, templadas, frías y muy frías, se refiere a la latitud y la longitud, y considera los cambios de vegetación que se producen por las montañas. Por su parte, Caldas escribió una “Memoria sobre la nivelación de las plantas que se cultivan en la vecindad del ecuador”, fechada en Quito el 6 de abril de 1803 (Caldas, Memoria sobre la nivelación de las plantas que se cultivan en la vecindad del ecuadeor, 1803). Fue enviada con dedicatoria a José Celestino Mutis. Nivelar en este contexto tiene un sentido topográfico pues relaciona vegetación con altitudes. Caldas informa que la Memoria la elaboró en 1802 y que fue fruto de su viaje de Popayán a Quito en 1801. Así consta en un informe del 30 de septiembre de 1808, escrito en Santafé, el cual figura como la carta No. 125 del libro Cartas de Caldas (Bateman, 1978, pág. 275). Una lectura de dicha Memoria pone de presente que Caldas era consciente de haber observado un fenómeno de la naturaleza pues escribe en el primer párrafo de la misma que está ante una nueva disciplina: “Esta ciencia, de que apenas existe el nombre…”; y en el último párrafo de la misma se refiere a un proyecto muy ambicioso: “¿Qué diremos de la nivelación de todas las plantas que produce nuestro suelo? Estoy seguro de que pasarán muchas generaciones antes que la Botánica pueda señalar los límites a que está confinado cada
Figura 2. Primera lámina de una nivelación de Santafé a Quito. Tomada de La obra cartográfica de Francisco José de Caldas (Nieto-Olarte, 2006, pág. 148)
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vegetal.” (Caldas, Memoria sobre la nivelación de las plantas que se cultivan en la vecindad del ecuador, 1803). En sus viajes de 1801 y años anteriores, Caldas efectuó una nivelación de varias plantas entre Santafé y Quito. Ese trabajo está presentado en cuatro láminas, la primera de las cuales se muestra como Fig. 2. En la parte izquierda puede verse los puntos correspondientes a Santafé y el cerro Guadalupe; y se observan también los términos superior e inferior del trigo. Es necesario precisar que las láminas hacen parte de la Memoria antes indicada, o sea, solo son conocidas por Mutis en 1803.
2. Encuentro de Caldas con Humboldt y su aproximación a la geografía de las plantas Los dos naturalistas se encuentran en Ibarra, Audiencia de Quito, hoy Ecuador, el 31 de diciembre de 1801. Después del encuentro, Caldas acompañó a Humboldt y Bonpland varios meses en la Audiencia de Quito. Gracias a que compartió habitación con Bonpland, pudo conocer mucho material de los expedicionarios. Discuten mucho sobre el método hipsométrico desarrollado por Caldas, pero no se conoce bien qué hablaron sobre la geografía de las plantas. Pero existe una clave en la siguiente referencia de Hermann A. Schumacher en su libro (Schumacher H. A., 1884, pág. 154), traducido por Ernst Guhl en la parte relativa a Caldas (Schumacher, 1986, pág. 33), después de haberse referido a la geografía de las plantas a la luz del texto de Caldas sobre el proyectado viaje a Quito (Caldas, F. J. de, 1816, pág. 314): En forma semejante debe tratarse la zoología, y también se ha considerado la posibilidad de elaborar un mapa zoológico de la Nueva Granada. “El barón (de Humboldt) me habló de un científico que había empezado a trabajar en ese sentido, pero no me acuerdo de su nombre”. Caldas se refería a C. G. Zimmermann, con su Specimen zoologiae geographiae de 1777. En realidad, se trata de Eberhard August Wilhelm von Zimmermann, uno de los primeros en estudiar la distribución geográfica de los animales en su libro Specimen Zoologiae geographicae. La cita de Schumacher permite pensar que Caldas y Humboldt discutieron aspectos centrales de lo que hoy se conoce como biogeografía. En efecto, si el prusiano le facilita al neogranadino un libro sobre zoogeografía, con seguridad discutieron también Revista Aleph No. 185. Año LII (2018)
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sobre fitogeografía, pues las plantas eran para ellos de mayor interés en ese momento. Es necesario señalar que la visión de Humboldt al respecto era más holística que la de Caldas, pues éste dio preferencia a las plantas que tuviesen un valor económico en lugares específicos, aunque su deseo era extender la observación a la Nueva Granada. Es decir, estaba apuntando hacia una geografía económica. Pero debe precisarse que su fitogeografía del cerro Imbabura, que muestra 30 plantas, no se limita a las de valor económico. Humboldt tenía una visión totalizadora de la naturaleza, con un interés en buscar relaciones en el interior de la misma, así como analogías entre lugares muy diferentes. Por ello, al considerar la Tierra o la biosfera como un organismo vivo, el prusiano ha sido señalado como un precursor de la hipótesis Gaia sugerida por James Lovelock. Así escribe Humboldt en Cosmos: La naturaleza es para la observación reflexiva una unidad dentro de lo complejo; unión de lo diferente en forma y combinación; expresión de las cosas y de la fuerza de la naturaleza como unidad vital. Los Andes se constituyeron en un verdadero laboratorio para Humboldt. Sus considerables alturas, así como su gran biodiversidad, facilitaban el estudio de las zonas de vida para las plantas. A lo que había que agregar la estabilidad del clima con la altitud, algo muy diferente a lo que ocurre en las zonas templadas. Un artículo de dos profesoras de la Universidad Autónoma de Madrid señala que esas montañas le permitieron al prusiano expresar de la mejor manera su pensamiento fitogeográfico (Gómez-Mendoza & SánzErráiz, 2010): La alta montaña equinoccial era un ámbito por descubrir para la ciencia, un observatorio idóneo porque en un espacio reducido se manifiestan tendencias que regulan la distribución de los seres vivos sobre la superficie de la tierra, un ejemplo perfecto para mostrar los diversos términos de su Ensayo sobre la Geografía de las plantas. Sin embargo, Caldas también estaba consciente de haber encontrado un fenómeno general de la naturaleza: la distribución de la población vegetal como función de la altitud. Vale la pena señalar que en algunas de sus láminas también incluye la variación de las plantas con respecto a la latitud, tal como se muestra en la Fig. 3. Así se expresa el neogranadino en la Prefación al trabajo de Humboldt que publicó en el Semanario de la Nueva Granada: “Humboldt se limita a las alturas, y nosotros, después de establecer los términos precisos
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a que está reducida cada especie bajo del ecuador, nos atrevemos a señalar la latitud hasta donde se extiende su existencia…”.
Figura 3. Una lámina de Caldas que muestra la nivelación de la cinchona. Tomada de La obra cartográfica de Francisco José de Caldas (Nieto-Olarte, 2006, pág. 128)
En este caso la lámina va desde un grado 30 minutos hasta 2 grados latitud sur. Otra diferencia importante con los trabajos de Humboldt es que las láminas fitogeográficas de Caldas no se limitan a una montaña en particular, o la comparación de montañas en la misma lámina, sino a grandes regiones andinas, sobre todo en lo que hoy es Ecuador. Para terminar esta segunda parte, se muestran en la Fig. 4 láminas elaboradas por Caldas y por Humboldt. Es muy difícil la comparación de los dos dibujos, pues la reproducción de la lámina de Humboldt es prácticamente ilegible. Se sabe que la correspondiente al neogranadino es de 1802 y la correspondiente a Humboldt es de 1803. Es entonces bien posible que la lámina del Imbabura sea la primera fitogeografía elaborada y conocida entre nosotros. Cabría también preguntar algo de interés para el presente Seminario de Estudios Caldasianos: ¿Puede la lámina de Caldas ser la primera elaborada y conocida en el Nuevo Mundo? Revista Aleph No. 185. Año LII (2018)
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¿Cuál es el primer perfil fitogeográfico elaborado y conocido de Humboldt? ¿El que se presenta en la imagen?
Figura 4
3. Publicaciones del prusiano y el neogranadino Humboldt publicó en 1805 la versión francesa de su ensayo sobre la geografía de las plantas (Humboldt A. v., Essai sur la géographie des plantes, 1805) y en 1807 la versión alemana (Humboldt A. v., 1807). La portada de esta última se presenta en la Fig. 5. Obsérvese que el título no dice Ensayo sino Ideas. Como se analizará más adelante, es plausible que Caldas aportara al trabajo de Humboldt sobre la geografía de las plantas; conviene entonces buscar si el prusiano dio algún crédito al neogranadino. Escribe Humboldt en la edición alemana (Humboldt A. v., 1807, págs. 162-163):
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Figura 5. Portada de la edición alemana sobre la geografía de las plantas.
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Una posible traducción de lo anterior: Durante mi expedición, he realizado en las cumbres de los Andes una gran cantidad de observaciones sobre el punto de ebullición del agua. Intentos similares del señor Caldas (un joven de Popayán, dedicado con celo incansable a la astronomía y a la descripción de algunas partes de la naturaleza) los daré a conocer en mi cuaderno de viaje. Esta es la única cita sobre Caldas en dicho libro y, como se ve, no se refiere al tema del libro. Algo similar aparece en la edición francesa de 2005. Otras tres publicaciones que se consideraron no mencionan a Caldas o lo hacen para referirse a temas ajenos a la geografía de las plantas. Queda entonces bien claro que Humboldt ignoró totalmente la colaboración que Caldas pudo brindarle con respecto a una ciencia en trance de fundación. Por su parte, Caldas no menciona en su Memoria sobre la nivelación de las plantas… que haya conversado con Humboldt al respecto. Tampoco hay referencia en sus cartas a discusiones con Humboldt o Bonpland sobre dicho tópico. Además, debe destacarse que el neogranadino nunca mencionó en sus cartas, antes de su encuentro con Humboldt, lo relativo a la geografía de las plantas ni tampoco que estaba efectuando nivelaciones al respecto, algo muy curioso pues bien se sabe que Caldas era muy comunicativo y en forma constante mencionaba su trabajo. Seguramente se debió a que empezó a considerar importante lo que hacía al respecto solo después de conocer que el prusiano estaba también ocupándose del mismo tema. Pero el neogranadino rinde homenaje a Humboldt con lo que publica en el Semanario de la Nueva Granada. En efecto, a partir del 23 de abril de 1809 aparece allí el trabajo de Humboldt sobre geografía de las plantas, basado en una traducción de Jorge Tadeo Lozano a partir del francés. Además, Caldas Revista Aleph No. 185. Año LII (2018)
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incluye un Prefacio y unas extensas Notas en las cuales hace observaciones y correcciones a datos del prusiano (Caldas, Semanario de la Nueva Granada, 1849, págs. 339-355), lo que indica su mayor conocimiento de las condiciones tropicales. Se muestra en la Tabla 1 un caso con grandes discrepancias suyas con relación a los datos de la zona en la cual puede hallarse la cinchona, pero señala que confía en la buena exactitud de sus datos (Caldas, Semanario de la Nueva Granada, 1849, pág. 346).
Tabla 1. Discrepancias de Caldas con algunas mediciones de Humboldt
Pero es muy revelador que el neogranadino no publique su Memoria de 2003. Ello pone de presente que Caldas no muestra preocupación por la prioridad en el establecimiento de una nueva ciencia conocida como geografía de las plantas, ni tampoco sobre la primicia en la publicación respectiva. En otro escrito comenta (Caldas, Memoria sobre el plan de un viaje proyectado de Quito a la América septentrional, 1966, págs. 309-310): No soy el zoilo de este grande hombre, detesto el vicio de deprimir los trabajos ajenos, pero es preciso decir la verdad, y creo que los geógrafos posteriores tendrán que corregir bastante, no en los lugares que haya examinado este viajero célebre, sino en los que estén levantados por puras relaciones. Siento esta mezcla, y deseo que en su publicación se separe con alguna nota lo dudoso de lo cierto. De otro modo no podremos conocer los progresos que ha hecho la geografía con este viaje alrededor del mundo. Nosotros distinguiremos, o hablando con verdad, no presentaremos en este ramo sino lo cierto, lo que hayamos visto por nuestros propios ojos, y no dudo que haremos dar un paso a nuestra geografía, que aún está en la cuna.
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Termina esta tercera parte con el extracto de la importante carta que Caldas dirige a Mutis con fecha 21 de abril de 1803 y cuyo número es 80 (Bateman, 1978, pág. 219): El señor Barón de Humboldt, que partió ha dos meses de Guayaquil, remitió a manos del señor Marqués de Selva Alegre un cañón de lata, que contenía unas memorias sobre la Geografía de las plantas. Esto no sé por qué motivo lo retuvo en su poder mucho tiempo, y no me la entregó para su remisión por mi mano, según la voluntad del mismo Barón. Yo la he detenido quince días para tomar una copia y ha venido ahora acompañada de una friolera mía, casi en el mismo género, que espero la reciba usted con bondad... el más reconocido de sus discípulos que besa su mano… La “friolera mía” es nada menos que su Memoria sobre la nivelación de las plantas, un trabajo que permite calificar a Caldas como precursor entre nosotros de la geografía de las plantas.
4. Comentaristas se refieren a la relación entre Caldas y Humboldt En primer lugar, Margarita Serje (Serje, págs. 83-97) traduce al inglés lo que escribe un autor, que no identifica, en la edición del Papel Periódico Ilustrado correspondiente al 1 de enero de 1887. En esencia, el texto afirma que lo relativo a la geografía de las plantas fue hallazgo de Caldas y que Humboldt se apropió de la idea. La afirmación no tiene ningún fundamento porque, como ya se documentó, los dos personajes trabajaron en ambos campos antes de su encuentro en Ibarra. Por su parte, Jorge Arias de Greiff, al referirse a la publicación de Humboldt en 1805, escribe al terminar su ponencia de la Tercera Jornada Caldas (Valencia-Restrepo, 2016), celebrada en el Parque Explora de Medellín el pasado 31 de marzo (Arias de Greiff, 2016, págs. 100-101): ¿Por qué ese afán, antes de realizar el trabajo de preparar sus manuscritos, en ocasiones con consulta o encargándole el asunto a otros investigadores como Oltmans para la astronomía y Kuhn para la botánica? Varios años pasaron antes de que aparecieran en las librerías las primeras ediciones de su obra. ¿No será que la idea era de Caldas o que la conversación con el payanés le revivió olvidadas ideas de los días de su periplo a pie atravesando los Alpes en su viaje a Italia, años atrás? No se me ha podido desvanecer esa sospecha. Revista Aleph No. 185. Año LII (2018)
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De mucho interés es el comentario sobre la prisa de Humboldt. Y controvertible el contenido de la segunda pregunta de la cita, pues se ha mostrado en este artículo que es muy probable que Humboldt conociera de la geografía de las plantas antes de su encuentro con Caldas. John W. Appel, en su libro A Scientist at Work in Nueva Granada (Appel, 1994, pág. 28) señala que Caldas y Humboldt “debieron” tratar el asunto, pero no cita ninguna fuente. Y hace el siguiente comentario (Appel, 1994, págs. 31-32): Finalmente, la noción de que Caldas era un competidor tiene sus méritos. Es cierto que ambos desarrollaban al mismo tiempo sus ideas con respecto a la geografía de las plantas y a la vez coincidían en muchas otras áreas de interés. Además, Caldas era más metódico y cauto en sus operaciones. Humboldt tendía a aceptar en mayor medida comentarios de segunda mano y mantenía notas sobre una mucho más amplia variedad de tópicos. Santiago Díaz-Piedrahita escribe (Díaz-Piedrahita, 1997, págs. 48 y 51): Lo interesante es que Humboldt se sorprendió al encontrar en la América colonial un joven cuyos trabajos pueden opacar sus descubrimientos… Caldas también se vio sorprendido al ver cómo Humboldt prestaba tanta importancia a un tema que para él obvio… Un artículo de Karl S. Zimmerer incluido en el libro Mapping Latin America contiene un comentario de mucho interés (Zimmerer, 2011, pág. 129): Varios colaboradores latinoamericanos eran patriotas criollos influidos por el pensamiento de la Ilustración que más tarde participarían en el movimiento independentista contra el colonialismo español. Un científico criollo en particular, José de Caldas, había efectuado mediciones y formulado ideas similares acerca de la variación del ambiente en las montañas como función de la elevación “vertical”. Los hallazgos atribuidos a Humboldt claramente no comprendían contribuciones científicas completamente originales ni creaciones que trascendieran el contexto, pero probablemente no constituían el tipo de transferencia de información que exija describirlo como “derivado” o “prestado”. Para terminar este apartado se menciona cómo el geógrafo español Pablo Vila se sorprende por la premura de Humboldt para publicar su ensayo sobre fitogeografía, al tiempo que señala los aportes de Caldas al respecto, tan des-
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conocidos en la posteridad. Intentando una reivindicación del neogranadino, sostiene el doble origen de la nueva ciencia al calificarlo como eurocriollo (Vila, 1960, págs. XVI-XX).
5. Créditos internacionales a Caldas Esta parte del artículo pone de presente cómo se ha venido reivindicando internacionalmente el trabajo de Caldas sobre la fitogeografía. Ello permite sostener que el trabajo más importante de Caldas es el relacionado con la geografía de las plantas y no, como se cree comúnmente, el relacionado con la hipsometría. Lo confirmarían un artículo publicado en la Revista Internacional de Estudios Humboldtianos (Gómez-Gutiérrez, 2016) y el presente artículo. A continuación, se incluyen citas y comentarios de cinco artículos y dos libros. Las citas de los dos libros son de gran autoridad y se presentarán a continuación. Stephen Jackson, en una Introducción de 46 páginas incluida en el libro Essay on the Geography of Plants (Humboldt A. v., Essay on the Geography of Plants, 2008, págs. 12-14), reconoce en forma convincente que Humboldt y Caldas tuvieron un intercambio beneficioso para ambos. Sigue una cita in extenso de esa Introducción, ya que ella constituye una de las más claras reivindicaciones de Caldas como contribuyente a la fundación de la geografía de las plantas: Humboldt was joined in route to Quito by Francisco José de Caldas, a self-taught naturalist and astronomer from Popayán, whose ingenuity and knowledge impressed Humboldt. Caldas spent several weeks with the party. Although he had no formal training in botany at the time, he knew vegetation and was interested in the patterns of vegetation in relation to altitude and climate. He was also intimately familiar with the geography of the región, having climbed many of the peaks to measure their altitude. Humboldt and Bonpland taught Caldas the formal elements of botany, and Humboldt briefed him extensively on scientific developments and current knowledge in Europe. Caldas, like Forster, Willdenow and Goethe, is an important figure in the development of Humboldt’s Essay. Humboldt’s ideas concerning plant geography were very well developed by the time he met Caldas. However, they spent several weeks together, during which Caldas exchanged his knowledge of the vegetation, climate, and geography of Revista Aleph No. 185. Año LII (2018)
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central Andes for Humboldt’s conceptual ideas on plant geography and his (and Bonpland’s) of plant classification. These discussions, and the excursions they took together in the región, may well have cristallized Humboldt’ decison to use the Andes as the ideal región to illustrate his ideas (e.g., in the Chimborazo profile). Cabe destacar que más adelante Jackson reconoce que los estudiosos europeos y norteamericanos se han olvidado, hasta hace poco, de los logros intelectuales de Caldas y de sus contribuciones a los trabajos del barón (Humboldt A. v., Essay on the Geography of Plants, 2008, pág. 13, Nota 20). Por su parte, Malte E. Ebach, Senior Lecturer de la Universidad del Nuevo Gales del Sur, en Australia, y editor del Journal of Biogeography, publicó en 2015 un libro sobre la historia de la biogeografía (Ebach, 2015). En dicha publicación, cuya portada se ve en la Fig. 6, se cita ocho veces a Caldas. Una reseña del libro (Linder, 2016) comienza de la siguiente manera: This is quite a remarkable little book, covering the early history of the research field now known as biogeography. This runs from the time of the first publications that could be considered to be on biogeography, in the late 18th century, to the coining of the word “biogeography” in the late 19th century. This book is indeed a very useful new addition to any collection of books on biogeography, and it is quite unlike any other book on biogeography that I have had the pleasure to read. It approaches the investigation of the history of biogeography from a rather unusual angle—looking at what the biogeographers did, rather than what they said they did—and so it opens a new perspective on the development of this science. It is a wonderfully iconoclastic work, which demolishes any concept of a gloriously unified research field that might have sprung, in its essence
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fully formed, from the brain of the super-ancestor, the mythological Father of Biogeography. Instead we are shown a world remarkably similar to the modern world, divided among different research paradigms, each with its protagonists. And also a world in which the interactions among the individuals were also singularly modern. Señala el autor del libro en las páginas 110 y 111, tal como se muestra en la Fig. 7, que el cartógrafo Caldas empleó secciones transversales, pero con mayor efecto, y que las mismas son precisas e intricadas. Continúa con una traducción de un aparte de la Memoria de Caldas.
Figura 7
Más adelante escribe que sus perfiles fitogeográficos son sorprendentes. Ebach compara los perfiles fitogeográficos de Caldas con los de GiraudSoulavie para indicar que los suyos tienen muchos más datos, sobre todo barométricos, de altitud y de longitud, y que ambos perfiles están dirigidos a cultivos importantes y a las condiciones geográficas en donde se encuentran. Sostiene que Humboldt al parecer adoptó los métodos de Caldas y Giraud-Soulavie en cuanto a las secciones transversales. Después de citar un aparte del libro de Appel ya mencionado, el autor agrega que Caldas estaba ya haciendo fitogeografía, y lo que hizo Humboldt fue solo refinarla para definir tipos de vegetación natural, en vez de plantas comerciales. Ver la Fig. 8.
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Figura 8
Ebach establece algo importante en la Nota 10 de la misma página 111, tal como puede verse en la Fig. 9: el trabajo previo de Humboldt fue meramente un preámbulo a la geografía de las plantas y no incluyó una metodología, ciertamente no un perfil fitogeográfico. Esta afirmación de Ebach permitiría responder una pregunta hecha antes: el primer perfil humboldtiano elaborado y conocido pudo ser el que aparece en la Figura 4. Termina esta última cita al comparar el Tableau de Humboldt y el perfil fitogeográfico de Caldas, con el fin de comentar que son muy similares en cuanto a su construcción y que apuntan a una coincidencia. Sin embargo, argumenta que la idea del perfil fitogeográfico tuvo un atractivo universal.
Figura 9
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Para continuar con otros autores, se menciona un libro que cita 16 veces trabajos de Caldas o escritos sobre él (Schiebinger, 2005). En el libro aparece un artículo de Lafuente y Valverde, dos investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, de España, que destacan las montañas de los Andes como el más grande laboratorio del planeta, porque es allí donde la naturaleza ha experimentado con todas las formas de hibridación y aclimatación. Opinan que la teoría biográfica de Caldas exigió apartarse de un pensamiento con visión bidimensional o plana del territorio, con el fin de pasar a una visión del territorio como una estratificada topografía tridimensional. Concluyen que este cambio de pensamiento recapituló el alejamiento de un punto de vista botánico e imperial para pasar a una apreciación criolla de la biogeografía (Lafuente, 2007, pág. 144). En el mismo libro, otro articulista señala lo siguiente (Cañizares-Esguerra, 2007, pág. 152): A pesar de que Humboldt pudo llegar a la América española con una agenda científica enmarcada por los escritos de Karl Willdenow y los Forsters, se encontró con una intelligentsia local obsesionada por la descripción de las ricas variaciones ecológicas en forma acorde con sus políticas. Humboldt aprendió a leer los Andes como un laboratorio natural para el estudio de la geografía de las comunidades de plantas, en parte porque los estudiosos locales de la América española habían desarrollado esta idea por décadas (sino por siglos). Más adelante comenta lo ya citado de Vila sobre el origen eurocriollo de la nueva ciencia, de la siguiente manera: A partir de nuestro más cuidadoso análisis, Caldas surge simplemente como un precoz discípulo de un conocedor viajero europeo. Caldas fue claramente el “junior member” de la llamada asociación eurocriolla (Cañizares-Esguerra, 2007, pág. 151). Dos catedráticas españolas de la Universidad Autónoma de Madrid publicaron un artículo (Gómez-Mendoza & Sánz-Erráiz, 2010) que se refiere con detalle a la publicación del trabajo de Humboldt en el Seminario del Nuevo Reino de Granada y, en particular, menciona la revisión hecha por Caldas: Eso no obsta para que se permita corregir equivocaciones y añadir algunas notas y lagunas motivadas sin duda por “la rapidez que exigía Revista Aleph No. 185. Año LII (2018)
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su largo viaje”, mientras que el propio Caldas había podido seguir los pasos de los viajeros europeos con más detenimiento, siéndole comunes muchos lugares. Más adelante, las autoras del artículo reconocen que el trabajo del neogranadino es en parte paralelo y complementario del de Humboldt: Caldas escribía además lo que llamaba en carta a Mutis “una friolera” suya, que se reprodujo después de su muerte; es este un escrito en parte paralelo y complementario del de Humboldt: Memoria sobre la variedad de las plantas que se cultivan en la vecindad del Ecuador. Dos coautores colombianos escriben con Malte E. Bach en 2015 un artículo en el Journal of Biogeography (Gonzalez-Orozco, Ebach, & Varona, 2015) en el cual señalan que proporcionan evidencia para sostener que el trabajo científico de Caldas es importante para entender el desarrollo de la geografía de las plantas en América Latina hacia fines del siglo XVIII. Esto escriben en el resumen del artículo: Between 1801 and 1810, the Colombian cartographer, astronomer and botanist Francisco José de Caldas (1768–1816) produced a series of maps showing phytogeographical regions of taxon distributions drawn in three-dimensions across landscapes in the Andean region of present-day Ecuador. However, until the late 1990s, his phytogeographical maps remained unpublished and his methods largely unknown. To create his maps, Caldas generated three-dimensional topographic profiles showing the elevation, maximum and minimum limits of distribution for single species and taxon regions delimited according to latitude, illustrating the geographical extent of each phytogeographical region. Here, we provide evidence to argue that Caldas’ scientific work is important for understanding the development of plant geography in late 18th century Latin America. Con seguridad, González-Orozco y Varona suministraron información a Ebach, editor de la mencionada revista sobre biogeografía, lo cual preparó el camino para la ya vista y tan significativa reivindicación internacional de los aportes de Caldas por parte del mismo Ebach. Finalmente, un artículo de Gómez-Gutiérrez publicado en la Revista Internacional de Estudios Humboldtianos tiene en su Epílogo los siguientes comentarios (Gómez-Gutiérrez, 2016, págs. 45-46):
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A Humboldt, por su parte, a mi manera de ver, se le olvidó Francisco José de Caldas… El presente texto busca ordenar los fundamentos de esta interpretación. Y también la mayoría de los historiadores han dejado por fuera de sus consideraciones a quien se podía postular como el gestor simultáneo del concepto de la fitogeografía o geografía de las plantas, en la historia de la ciencia. En el mismo Epílogo, el autor cita al romanista y germanista Tobías Kraft cuando este pregunta: “¿Omitió Humboldt deliberadamente a Caldas en sus sucesivas exposiciones de la Geografía de las plantas?” Y contesta el autor del artículo: “…o se trata más bien de un ejemplo emblemático del distanciamiento y las dificultades de difusión de las ideas americanas desde lo que varios historiadores han llamado la periferia.”
6. Conclusiones En años recientes, Caldas viene recibiendo unos merecidos créditos internacionales con respecto a su trabajo sobre la geografía de las plantas, en especial por parte del libro de Malte C. Ebach. El artículo de González-Orozco, Ebach y Varona afirma que el trabajo científico de Caldas es importante para entender el desarrollo en América Latina de la geografía de las plantas hacia fines del siglo XVIII. El perfil fitogeográfico del cerro Imbabura, de Caldas, es el primero elaborado y conocido entre nosotros. Se requiere más estudio para señalar que dicho perfil puede ser el primero elaborado en el Nuevo Mundo. Con su pronta edición de 1805, Humboldt quiso tener la prioridad en publicación. Caldas publica el trabajo de Humboldt y en forma inexplicable no menciona lo que él había hecho al respecto antes de su encuentro con el prusiano. Humboldt desconoció la plausible contribución de Caldas a su geografía de las plantas en el trópico. Un aporte original de Caldas lo constituye la concepción de sus principales láminas fitogeográficas: no muestran una montaña sino un vasto espacio de los Andes. Esas láminas no son perfiles o cortes verticales sino dibujos que con perspectiva dan idea del contorno topográfico de las montañas Revista Aleph No. 185. Año LII (2018)
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Jorge Arias de Greiff:
científico-librepensador y la institucionalidad de la “beatería”1 Carlos-Enrique Ruiz
… es necesario que tengan los jóvenes de ambos sexos para el logro de los fines que se proponen los gobiernos, una educación pública eficaz, gratuita, igual, sabia y sostenida. Francisco José de Caldas (Cf. “Semanario del Nuevo Reino de Granada”, 1808) Para comprender la condición humana nos hará falta una definición de la historia mucho más amplia de la que se utiliza convencionalmente. Edward O. Wilson (Cf. “El sentido de la existencia humana”, 2014)
E
n el mundo científico y académico se dan personalidades de diverso talante, pero son pocas las que llegan a ser referentes, estimadas por su rango intelectual, científico o artístico, de tal modo que los estudiantes y en general la comunidad académica puedan reconocerlas en condición de paradigmas. Es el caso de Jorge Arias de Greiff, un ingeniero civil, de la estirpe de artistas y científicos, astrónomo heredero de Tales de Mileto,
1 Lección de ofrecimiento del homenaje al Prof. Jorge Arias de Greiff. Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Bogotá, jueves 27 de octubre/2016. Congreso Internacional del Bicentenario de Francisco José de Caldas. Bogotá, 27-29 Oct./2016. Centro de eventos, Biblioteca Luis Ángel Arango.
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Aristarco, Eratóstenes, Copérnico, Galileo, entre otros; portador de la ciencia moderna que fundaron Kepler, Descartes, Newton… Historiador, también heredero de Heródoto y de los clásicos disidentes, ajeno a las ortodoxias imperantes en cada época, casi siempre las mismas, con religiones y caudillos. Indagador, de inagotable deseo de conocer y saber, con la premisa de librepensador a la manera de un Sócrates contemporáneo, y de un Baruch Spinoza. Como sus tíos más reconocidos: León y Otto de Greiff, ha tenido la pasión de la música, melómano siempre y ejecutante del corno francés, con partitura a mano, en grupo que conformaron jóvenes, por los años 50 del siglo pasado, en el barrio Chapinero de Bogotá. Fue acunado por su mamá Leticia, en especial cantándole la “Plegaria de Elizabeth” del Tannhäuser de Richard Wagner. Y complementa su ingreso temprano a la música con los cuartetos 11 y 16 de Beethoven, la sinfonía inconclusa de Schubert, como también las sinfonías 5ª, 6ª y 7ª de Beethoven, unas oberturas de Wagner, los Maestros Cantores de Nürenberg, fragmentos de Parsifal y La Valkiria. De Gustav Mahler conserva el gusto por “La canción de la Tierra” y las sinfonías 4ª, 5ª y 9ª. Y la ópera es su fortaleza mayor, con programa semanal que hasta hace poco tenía en la emisora de la Universidad Tadeo-Lozano, incluso con entonada lectura de argumentos. Se empinó en la vida fortalecido en el espíritu, en mayor grado por la educación adquirida, en primaria y bachillerato, en el “Gimnasio Moderno”, institución pionera en el modelo de “Escuela Activa” de Giner de los Ríos, Montessori, Decroly, Freinet y Nieto-Caballero, con la característica de aprender haciendo y pensando, que le permitió desde los primeros años escolares incorporar en su vida un método de trabajo basado en la observación directa de la naturaleza y la reflexión sobre lo observado, con escrituras y diálogos, tutoriado por profesores estimulantes, con recia formación pedagógica y disciplinar, como don Manuel Piquero y don Miguel Fornaguera, ambos propiciadores de excursiones para aprender de la naturaleza. Experiencia que lo capacitó para estar activo con las manos, haciendo y deshaciendo desde las nimias curiosidades hasta la elaboración de soluciones efectivas. Manos regidas por la curiosidad y el pensamiento, desplegado en iniciativas y dudas. Tuvo en Matemáticas, en el mismo Gimnasio Moderno al profesor franco-suizo Henry Yerly, en Química al profesor francés Leo Lanau-Vergne, ambos luego docentes en la Universidad Nacional. Con esa formación básica, Arias de Greiff realiza “sobrao” –como dice él- la carrera de ingeniería civil. Aptitud desplegada en la capacidad científiRevista Aleph No. 185. Año LII (2018)
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ca, en el ejercicio de la racionalidad y de la argumentación, la destreza en la investigación, ceñido al gusto permanente por la música, con capacidad de aprender por sí mismo, no sujeto a dogmatismos y cuadrículas magisteriales. Poseedor de una memoria abrumadora, que conserva en la lucidez de sus actuales 94 años. Como alumno del programa de Ingeniería Civil en la Universidad Nacional de Colombia acentuó aficiones por la matemática, los ferrocarriles (locomotoras, la curiosidad mayor), los aviones, el espacio celeste. Y al incorporarse temprano a la docencia en la misma institución asume asignaturas en especial de matemáticas, física y el cálculo numérico, llegando a ser el primer profesor ocupado de la Mecánica Celeste, disciplina que le llevó a la dirección del Observatorio Astronómico Nacional que ejerció por más de siete lustros. No tiene aficiones marcadas por la literatura, pero si tuvo acceso, temprano en la vida, a obras clásicas, pero con sus aplicaciones a la meticulosa indagación en fuentes primarias y su capacidad lógica, ha desplegado una escritura sobria y precisa. Pero no deja escapar oportunidades para ejercer la crítica con cierto aire de humor, ironía y hasta sarcasmo. Ha analizado, por ejemplo, la tradicional expresión de “patria boba”, identidad de la primera década del siglo XIX, prolongada en lo simbólico en el tiempo, que con la debida justificación transforma en la expresión: “historia boba de la patria”, que lo condujo a comprender e insistir en el recurso de la ciencia para contribuir a reparar las “cojeras de la historia”. Y devela en sus estudios y análisis la “engañosa artificiosidad” en el tratamiento de la historia y de la ciencia, en veces con artificios de mitos, al amparo del que reconoce como “desahogo de prepotentes”, en la consideración de “centro y periferia”, que por demás califica a estas categorías como “torpes engendros de los imperialismos de hoy”. Su punto de vista al respecto del tratamiento que se daba a la historia entre nosotros lo expuso en los siguientes términos: … asuntos tan complejos que deben ser entendidos, no simplemente narrados, exaltados o justificados… ¿y por qué historia justificativa? ¿No será ello la patentización del complejo de culpa de los españolísimos criollos de la nobleza blanca o cuasi blanca y de los historiadores de la patria muchas veces sus descendientes directos? Todo ello debe ser repensado, replanteado, dejando a un lado imaginarios independentis-
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tas de delirante gloria inmarcesible que automáticamente llevan a una horrible noche tanto inventada como ocultada. (Cf. “Nuevas miradas a la Independencia”, Rev. Credencial No. 211, julio 2007) Revisa el proceso de la Independencia, a partir de la migración peninsular y el surgimiento de enfrentamiento, acudiendo a fuente primaria como en el caso de informe secreto presentado al rey de España en 1823, en el cual se cuenta de esa confrontación entre “indolentes y engreídos criollos” acaparadores de tierras a costa de los indígenas, y los “peninsulares de medio pelo”, con la complicidad en el saqueo a los aborígenes. En ese rastreo encuentra que en los antepasados de Francisco José de Caldas hay un 85% de varones con origen peninsular: “chapetones casados con criollas de abolengo payanés”, estas igualmente descendientes en proporción similar de chapetones y criollas linajudas. Por otra parte, considera que la confrontación entre el absolutismo y el liberalismo, en España y América, quedó oculta por la “beatería esencialista, simplista y ahistórica, de las historias oficiales de las independencias”. Mención especial merece su hallazgo del manuscrito original de carta de Caldas a Humboldt, del 17 de noviembre de 1802, en los archivos de este en la Biblioteca Alemana del Estado, en Berlín, a la cual le faltaban el nombre del destinatario y la firma de Caldas, por haber sido mutiladas, pero Arias de Greiff la identifica al considerar la caligrafía, la fecha y el lugar de origen, sin que hubiese descartado que esa mutilación fuese debida al mismo Humboldt, a quien califica de “bárbaro” en el manejo de manuscritos. Resultado que obtuvo al atender invitación de la Academia Alemana de Ciencias, en Berlín, después de haber participado en la “XIII Asamblea General de la Unión Astronómica Internacional”, realizada en Praga en 1967. Carta que da a conocer en el facsímile del manuscrito autógrafo, al año siguiente del hallazgo, con la transcripción moderna y artículo introductorio, en el Boletín de la Sociedad Geográfica de Colombia (No. 99, Vol. XXVI, 1968). Carta que había sido reportada en fragmento en obra de Hermann Schumacher en 1984, con versión al español por Paz-Urrutia no auténtica y con equívocos. De igual modo, en los archivos del barón descubre el manuscrito que Caldas le entregó a Humboldt con las Observaciones astronómicas hechas en Timaná y en Popayán, entre 1795 y 1799, que comparte en registro facsimilar en el Apéndice 2 de su obra “La Astronomía en Colombia” (1993), y en el Apéndice 3 de la misma obra recoge otro facsímil de original encontrado en los archivos Revista Aleph No. 185. Año LII (2018)
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de la Universidad Javeriana, con el listado de instrumentos y libros elaborado por Humboldt en Quito (1802) para que fueran adquiridos con destino a Caldas, aprovechando los recaudos de dinero acopiados en Popayán para ese fin. Su capacidad exploratoria en temas y problemas lo lleva a participar de un grupo de profesores ocupados de la historia, polarizado entre las ciencias naturales y las ciencias sociales, en el cual consigue la comprensión de identidad en ambos campos por la ciencia, con el criterio de la historia de la ciencia ser siempre social.(*) Igual con la dicotomía de ciencias duras y ciencias blandas, al establecer que estas, en tanto ciencias sociales, tienen complejidad mayor. En la Introducción de su libro “La Astronomía en Colombia” de manera categórica fija la posición: En rigor de rigores la expresión ‘Historia Social’ es un pleonasmo; toda historia verdadera es total, es el progreso de las sociedades humanas, es entonces social… Por lo demás, ‘Historia Social’ no es más que una ‘moda’, una de tantas, que para despistar genera el academicismo conservador anglosajón. (Cf. “La Astronomía en Colombia”, Ed. Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales; Colección Enrique Pérez-Arbeláez No.8, Bogotá 1993) Su ubicación en el campo de la historia social de la ciencia tuvo un antecedente como de veinte años de estudio y meditación, con incursión previa en teóricos de la historia en obras de Leo Koffler, Carol Kosic, Antonio Gramsci, Josep Fontana, Eric Hobsbawm, Pierre Vilar, Ciro Cardoso y Héctor Pérez-Brignoli. Su salto a la historia de la ciencia lo lleva a trabajo intenso en archivos de diversos lugares: en el Museo Naval de Madrid, con aplicación en el archivo central de la Marina Real, donde se hizo a valiosa documentación sobre la Expedición Fidalgo y temas relacionados con Francisco José de Caldas. Igual escudriñó archivos en la Universidad de Harvard, en Quito, en Berlín, La Habana… y por supuesto en varias ciudades de Colombia (Bogotá, Medellín, Popayán…) En esos preparativos incursiona también en el estudio del marxismo, con los ya referidos Hobsbawm y Gramsci, y con la obra del propio Marx, sobre (*) Cfr. Jorge Arias de Greiff (coautor). Historia social de la ciencia en Colombia. Ed. Colciencias, Bogotá 1987
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la cual anota que en ella no habla en forma categórica sino en condicionales. Por otra parte, aclara que Marx estimó que los bienes de producción deben ser comunitarios, pero quien puso en práctica esa orientación los asumió para el Estado. Y lo que ocurrió fue que sus ejecutores tomaron esos estudios de manera radical y dogmática, llegándose al colapso por todos conocido en los regímenes que adoptaron el esquema. También observa que a Marx se le ve de acuerdo con la lente que se tenga; así, señala, “Marx es un sociólogo para los economistas, filósofo para los sociólogos y economista para los filósofos”. Es de anotar la manera como Arias de Greiff aborda el estudio de los problemas dándoles vuelta, con miradas desde distintos puntos, lo que le permite obtener consideraciones y análisis diferentes a los consagrados en la historia formal. En sus apreciaciones involucra la palabra “beatería” para significar el modo inflexible, reverencial y acartonado como se han tratado los acontecimientos de la historia y sus personajes, lo que no deja de ser un manejo superficial, sin que esos tratadistas penetren en lo sustantivo. E interpreta que lo “hagiográfico” es un eufemismo para referir la “biografía beata”. Los conocimientos teóricos no limitan en Arias de Greiff las observaciones sobre maneras que se han tenido de ocultar o desconocer salidas en falso de personajes de la historia y de acontecimientos que demandan tratamiento cuidadoso con apoyo en indagación en fuentes primarias. Así, en su estudio sobre la vida y la obra de Julio Garavito, valora sus contribuciones, en especial en los campos de la Geodesia Astronómica, la Mecánica Celeste y el movimiento de la Luna en su órbita, pero señala las limitantes en sus actitudes como “hijo de la regeneración, de la ideología conservadora, centralista, unanimista, integrista y retardataria”, en sus palabras, lo que le llevó a cometer errores al desconocer, incluso, contribuciones de Albert Einstein, en el propósito de reconstruir el mundo físico. Mente científica nublada la de Garavito como consecuencia de la ideología política señalada. Pero resalta, entre otras, los desempeños de Garavito como formador de matemáticos en los ingenieros civiles, con mayor aplicación a la astronomía, permitiendo capacitar número significativo de ingenieros astrónomos. Jorge Arias de Greiff consiguió que la “Unión Astronómica Internacional”, en su Asamblea de Praga (1967) acogiera su propuesta de asignar un lugar en el lado opuesto de la Luna con el nombre “Cráter Garavito”, que tiene un diámetro de 80 kilómetros, localizado en el hemisferio sur, en reconocimiento al sabio colombiano Julio Garavito-Armero. Revista Aleph No. 185. Año LII (2018)
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Considera, asimismo, que José Celestino Mutis (“un espíritu que la Ilustración había traído a América”) ha sido un “personaje inflado en Colombia”, parte de la “beatería”. Y le atribuye mañas para ser designado por la corona, por ejemplo, astrónomo en la medida que tuviese a su lado quien lo fuera, llamando la atención por la manera como se autodenominaba “oráculo del reino”. Por iniciativa de Mutis se creó la “Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada” (1783), que no dispuso proyecto cartográfico alguno, el cual fue asumido luego por Caldas, en la condición de geógrafo. En cuanto a Francisco José de Caldas considera que le faltó formación matemático-científica para poder consolidar sus hallazgos, incluso estima que Humboldt se aprovechó de ellos, como en el caso del trabajo publicado por el prusiano de manera apresurada al regresar a Europa intitulado “Ideas para una geografía de las plantas”, quizá con las ideas de Caldas tomadas de sus conversaciones. La limitación científica de Caldas la resalta en su descubrimiento de la proporcionalidad entre la temperatura de ebullición del agua (con abandono del barómetro) y la presión atmosférica, en tanto altura de la columna de mercurio, de un cierto lugar, para la medición de alturas en las montañas, el cual le presentó a Humboldt, quien le anotó con intencionada desinformación los supuestos hallazgos de Saussure, con el valor de una constante. Humboldt toma la tabla de Caldas que correlaciona aquellos dos factores, ordenándolos para acierto de manera creciente, lo que Caldas no hizo. Es decir, una oportunidad perdida por el payanés, cuestión que pudo resolver utilizando una ecuación de segundo grado, anota Arias de Greiff. Es de recordar que Caldas se inspiró en Sigaut de la Fond (profesor de física y química, París, s. XVIII) y en las experiencias de Heberden con la idea de medir la altura de las montañas con utilización del termómetro, en las cuales observó incongruencia puesto que no consideraron la variación de temperatura con el momento del clima en cada uno de los puntos de la montaña. Y en su propia meditación Caldas asevera: … el calor del agua hirviendo es constante a igual presión atmosférica, si se obra sobre una agua pura y en vaso conveniente; es menor este calor cuando se disminuye la presión, y es proporcional a esta. ¿No es este el más bello método para determinar tanto la presión atmosférica como la elevación de los lugares, con tanta exactitud como lo puede hacer el barómetro y quien sabe si libre de los efectos de las atracciones del calibre de los tubos, de la pureza del mercurio, de la forma y diámetro de la cubeta que siempre afectan a este?
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(Cf. “Sobre el origen del sistema de medir las montañas y sobre el proyecto de una expedición científica” (1802, probablemente). En: “Obras completas de Francisco José de Caldas. Ed. Universidad Nacional de Colombia, Bogotá 1966) En los estudios de Arias de Greiff sobre la vida y la obra de Caldas también se asoma el señalamiento de la “beatería caldasiana”, por aquellos que insisten en que el abogado que devino hombre de ciencia (luego “Coronel Ciudadano”, en las guerras civiles), tuvo solo equipos de su propia construcción, lo cual fue en sus comienzos, y luego accedió a equipos avanzados para la época. También despeja lo errado del supuesto que habita el lugar común de haber sido Caldas un producto de la formación que le impartiera Mutis. De sus pesquisas por archivos los rescates que ha hecho son de singular significación. Está el caso del historial y la obra del primer antecesor, el tatarabuelo, de su estirpe materna en llegar a Colombia, Carlos Segismundo de Greiff, militar, ingeniero, matemático, cartógrafo, políglota sueco nacido en 1793 y muerto en Remedios, Antioquia, en 1870, con formación académica que le condujo a participar en la elaboración del mapa de Suecia (1821) y viene a Colombia en 1826 para trabajar en la condición de ingeniero en minas de Antioquia, con vinculación a empresas del sector en Anorí. Refiere Arias de Greiff que esta personalidad de múltiples vocaciones trazó un camino a Murindó (reconocido como “camino de Don Carlos”), en los años 40 del siglo XIX, que le dio a Medellín salida al mar, aprovechando la navegabilidad del río Atrato, y asimismo propuso la construcción de un canal interoceánico, con beneficio de aquella vía fluvial. Trabajo que lo condujo a elaborar mapa que reposa en la Biblioteca Luis Ángel Arango. Se desempeñó como “Agrimensor Oficial de la Nación”, nombrado por el presidente de Colombia, cargo que le condujo a estudiar la geografía del Departamento de Caldas, y en especial elabora mapa del territorio de Chinchiná, salvaguardado en el Archivo Nacional, asimismo elaboró otro mapa que muestra la posesión de tierras en Caldas por parte de cinco familias. Testimonios que consigue publicar en el Boletín de la Sociedad Geográfica de Colombia, en 1970 (Cf. Vol. XXVII, No. 102; pp. 131-151) Otra de sus pesquisas con profunda vocación ha sido sobre la “Expedición Fidalgo”, en especial en lo que tiene que ver con el archipiélago de San Andrés y Providencia, con sacada a luz de documentos como el mapa de Santa Catalina y Providencia, de 1809, del Archivo General de la Nación; el “DeRevista Aleph No. 185. Año LII (2018)
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rrotero de las islas Antillas” de 1826 en la Biblioteca Nacional de Colombia; el “Derrotero de la Expedición Fidalgo” de 1891 en la Biblioteca Luis Ángel Arango, y la “Colección de documentos inéditos sobre la geografía y la historia de Colombia” (un tomo dedicado a la Costa Atlántica con algunos documentos de la Expedición Fidalgo), de 1891, en la misma Luis Ángel Arango. Capítulo también de resaltar en la obra de Arias de Greiff es su encuentro con la “Astronomía precolombina” o, más bien, con la “Etnoastronomía”, lo cual ocurrió con unos primeros conocimientos de comunidades indígenas cuando, recién egresado de ingeniero civil fue a dar a Tierradentro para levantar planos y hacer trazado de acueductos, pero su interés mayor por la época eran la orografía y los nevados, con especial interés en acercarse al nevado del Huila. A mediados de los años ochenta prepara un proyecto, con Elizabeth de Reichel-Dolmatoff, para el congreso de iberoamericanistas realizado en la Universidad de los Andes (1985); alcanzan algo de financiación y con Gloria Triana visita la comunidad Puinave en Inírida, y con Juan Mayr accede a la Sierra Nevada, en especial a la comunidad de los Kogui, para indagar sobre temas relacionados con la Astronomía. En esa aproximación descubre que a los indígenas no les interesa la secuencia temporal de las estrellas sino su posición en el horizonte, con identificación de grupos, por ejemplo, de las Pléyades, de la “Cruz del Sur”, y “Las tres marías”, que están saliendo o poniéndose, al igual que el conocimiento de la salida y puesta del Sol, en relación con las épocas de lluvias, de sequías y de las siembras. Asociado ese conocimiento en las comunidades indígenas a sus propias cosmogonías y a los rituales relacionados con los cuerpos celestes, incluidos el Sol y la Luna, para controlar, activar o mitigar las fuerzas de la naturaleza. Y alcanza a comprender la no pertinencia de referirse a esos conocimientos en términos de “ciencia”, puesto que más se trata es de “vivencias cotidianas”. (*) La constante preocupación del maestro Arias de Greiff por los temas de la educación lo lleva a recordar de manera frecuente el mensaje del presidente considerado por él como el mejor de toda la historia de Colombia, Alfonso López-Pumarejo, que dirigió en 1935 al Congreso de la República, en el cual enuncia la determinación del Gobierno en la necesidad de hacer de la educación el primer deber del Estado con fortalecido ambiente popular, bajo la ur(*) Cfr.: Jorge Arias de Greiff, Elizabeth Reichel D. (Comps.). Etnoastronomías americanas. Ed. Universidad Nacional de Colombia, Bogotá 1987; 279 págs.
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gencia de formar ciudadanos que habiten el país, lo aprovechen y fortalezcan en forma debida. En cuanto a la Universidad Nacional de Colombia, determina la creación de departamentos científicos de compartir en todas las facultades, fortalecerla como un “conjunto moral” y despliegue de actividades en deportes, conciertos, exposiciones, como atmósfera de cultura determinante. En esa idea integradora de Universidad, el presidente López-Pumarejo enunció también su papel en la formación del “espíritu de sociedad, de convivencia y sujeción a una disciplina seria y elástica, que forme su carácter.” Y asimismo hay que recordarlo por la creación del campus universitario en Bogotá, la “Ciudad Blanca”, la “Ciudad Universitaria entre prados y jardines”, que congregó unidades dispersas, para despliegue del “espíritu universitario”, en tanto “espíritu de sociedad”. (Cf. “Mensaje presidencial al Congreso de 1935”. Mensajes Presidenciales 1934-1938, Imprenta Nacional, Bogotá 1939). Por otra parte, es de no olvidar, López-Pumarejo fue el primer expositor en la “cátedra libre”, con asistencia apoteósica en el “Salón de Grados”, creada por los estudiantes en la Universidad Nacional, con Miguel Abadía-Méndez, presidente (1926-1930) al final de la hegemonía conservadora. Cátedra a la cual los estudiantes, herederos de la rebelión de Córdoba, llevaron conferencistas nacionales, para el fomento de la ‘cultura general’. Con este asidero, Arias de Greiff enuncia la responsabilidad primordial de la Universidad en la formación de profesionales idóneos, capaces y honrados, sin olvidar que fungió de rector en la Universidad Nacional de Colombia, unos meses de 1972, en los cuales afrontó con firme y argumentada oposición, incluso con intervención en el Congreso de la República, un intento de mala reforma que impulsó el gobierno de aquel entonces. La situación actual la ve compleja y expresa que hay que “despotrerizar a Colombia”, en un país donde los ganaderos poseen del orden de 40 millones de hectáreas, algo así como el 35% del territorio nacional, y aprovechar las ventajas comparativas que tenemos por el Sol y el agua. Parte de una propuesta del exministro de Agricultura, Juan-Camilo Restrepo, para sugerir que una tercera parte de los potreros debe dedicarse a la producción de alimentos, otra tercera parte a regenerar bosques con especies nativas de maderas finas, con aprovechamiento sostenible, lo cual pudiera permitir que Colombia en 30 o 50 años llegase a ser una potencia maderera, y la tercera parte restante dedicarse a la ganadería no de potrero sino con el ganado en establos alimentado con forraje, que también permitiría ocupar mano de obra en la cosecha del mismo. Revista Aleph No. 185. Año LII (2018)
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Propuesta sensata para un gobernante con ascendiente en las comunidades y capacidad de riesgo para poner en marcha un programa de esa naturaleza. Jorge Arias de Greiff es personalidad de asombro, en múltiples matices, científico que devino historiador, pero ante todo por su recia personalidad, con independencia de orientación y de criterios, con todos los honores de la Universidad Nacional de Colombia, de respetabilidad nacional e internacional por su singular obra, la cual merecería recogerse como “Obra Completa” en compromiso conjunto de la Universidad Nacional de Colombia y la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Sería el mejor homenaje en vida al ilustre y destacado académico. Discúlpenme que concluya esta intervención con las siguientes palabras, en honor del científico y académico, Maestro Don Jorge Arias de Greiff, escritas al amparo de la suite “Los Planetas” de Gustav Holst (1874-1934), en interpretación de la Filarmónica de Nueva York (1971), con la dirección de Leonard Bernstein: El ahora endilga esperanza en medio de lo rudo del camino congraciado con la luz del mediodía. Almenas de colores vierten sonido en imágenes por la comprensión del mundo desde el marco de esta ventana hasta la puesta del Sol en lo cíclico de los crepúsculos. Diálogo de miradas reconforta el espíritu de los silencios en cada amanecer cuando las estrellas ocultan los candiles.
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Pasos de sigilo emprenden la retirada de las lunas y el porvenir atisba en los cristales.
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Anexo PUBLICACIONES de Jorge Arias de Greiff (1958-2012/16) Ref.: http://www.accefyn.org.co/sp/Arias_DeGreiff.htm ______________. 1958. La cámara Schmidt. Ingeniería y Arquitectura. Bogotá.12(142). ______________. 1959. Nociones sobre cohetes y los viajes al espacio. Ingeniería y Arquitectura. Bogotá. 13(159): 20-24. ______________. 1960. Nonograma para diseño de las vigas de rotura por el método de Whithey. Ingeniería y Arquitectura. Bogotá. 154. ______________. 1961. Nonograma para la fórmula de Hazen-Williams. Ingeniería y Arquitectura. Bogotá. 14(158): 13-14. ______________. 1962. La rotación de la tierra y la nueva definición del segundo. Ingeniería y Arquitectura. Bogotá. 14(165): 14-23. ______________. 1963. Matrices rotacionales en astronomía. Ingeniería y Arquitectura. Bogotá. 15(169): 22-30. ______________. 1964. El potencial gravitacional de la tierra. Rev. Acad. Colomb. Cienc. Bogotá. 12(46): 141-145. ______________. 1965. Garavito y la astronomía. En: Centenario de Julio Garavito Armero, pp. 29-34. Publicación del Ministerio de Obras Públicas. Bogotá. ______________. 1967. Aplicaciones del cálculo electrónico en la mecánica celeste. Memorias del I Congreso de Cálculo Electrónico. Bogotá. ______________. 1967. Empleo de funciones bibarmónicas en la resolución del problema de valor en el contorno. Memorias del I Congreso de Cálculo Electrónico. Bogotá. ______________. 1967. El sistema de constantes astronómicas de la Unión Astronómica Internacional. Memorias del III Congreso Colombiano de Física. Bogotá. ______________. 1967. Una carta de Caldas a Humboldt. Archivos. Academia Colombiana de Historia. 1: 310-325. También en: Boletín de la Sociedad Geográfica de Colombia. Bogotá. 26(99): 141-146. ______________. 1968. Itinerario de Humboldt y Bonpland. Boletín de la Sociedad Geográfica de Colombia. Bogotá. 26(100): 253-258. ______________. 1969. El diario inédito de Humboldt. Rev. Acad. Colomb. Cienc. Bogotá. 13(51):393-398. ______________. 1969. El mapa de Humboldt del Río Magdalena. Rev. Acad. Colomb. Cienc. Bogotá. 13(51): 399-401.También en: Boletín Cultural y Bibliográfico. Bogotá. 13(1): 46-48.
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______________. 1969. Introducción a la astronáutica. Anales de Ingeniería. Bogotá. 77(764): 51-54. ______________. 1970. El hombre en la luna. Revista de las Fuerzas Armadas. Bogotá. 20(69): 249-253. ______________. 1970. Algo más sobre Caldas y Humboldt. Boletín de la Sociedad Geográfica de Colombia. 26(101): 3-15. ______________. 1970. Notas biográficas de Carlos Segismundo von de Greiff. Boletín de la Sociedad Geográfica de Colombia. 26(102): 131-132. ______________. 1971. El mapa de la provincia de Antioquia. Boletín de la Sociedad Geográfica de Colombia, No. 103, pp. 218-220. ______________. 1972. Las leyes de los planetas. Anales de Ingeniería. Bogotá. 80(773): 73-76, Primer Trimestre. [Lectura realizada en la sección final de la Academia de Ciencias en 1971]. ____________. 1973. Zea en el Jardín Botánico de Madrid. Boletín de Historia y Antigüedades No. 700, pp. 209-215.. _____________. 1974. Algunos documentos, desconocidos unos y poco conocidos otros, pertenecientes a don Francisco de Caldas. Boletín de Historia y Antigüedades No. 704, pp. 187-200. ______________. 1976. Los trabajos científicos de Jorge Juan. Rev. Acad. Colomb. Cienc. Bogotá. 14(55): 5-7. _____________. 1979. Zea, redactor del Semanario de Agricultura y Artes. Boletín de Historia y Antigüedades No. 724, pp. 95-105. _____________. 1980. Aspectos inéditos de la vida y obra de Caldas. En: Las bases moleculares de la vida y la enfermedad, pp. 33-45. Fundación OFA, Bogotá. ______________. 1981. Palabras del presidente de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Rev. Acad. Colomb. Cienc. Bogotá. 15(57): 77-78. _____________. 1982. Apuntamientos para la historia del apostadero de Marina de Cartagena de Indias. Boletín de Historia y Antigüedades No. 743, pp. 963-986. ______________. 1983. Apuntamientos para la historia del apostadero de Marina de Cartagena de Indias. Boletín de Historia y Antigüedades. Bogotá. 743: 963-986. _____________. 1984. La exploración hidrográfica de San Andrés y Providencia. Boletín de Historia y Antigüedades No. 744, pp. 143-155. ______________. 1985. La ciencia en Colombia: historia, práctica y aplicaciones. Ciencia y Tecnología. Bogotá. 3(4): 16-17. ______________. 1985. La ingeniería nacional y la astronomía. (A propósito de nacimiento de Jorge Álvarez Lleras). Anales de Ingeniería. Bogotá. 93(828): 6-8. También en: Rev. Acad. Colomb. Cienc. Bogotá. 16(62): 153- 155. Revista Aleph No. 185. Año LII (2018)
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______________. 1986. El cometa Halley. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá. 63 pp. ______________. 1987. Etnoastronomía americana. En: J. Arias de Greiff & E. Reichel (eds.), Memorias del Simposio de Etnoastronomía y Arqueoastronomía Americana. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá. 279 pp. ____________. 1988. Tres Virreyes del Mar. . Boletín de Historia y Antigüedades No. 760, pp. 163-171. _____________. 1989. Un momento estelar en la Ingeniería Mecánica colombiana. Boletín Cultural y Bibliográfico del Banco de la República No. 21, pp. 52-72. ______________. 1993. La astronomía en Colombia. Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Santafé de Bogotá. Colección Enrique Pérez Arbeláez Vol. 8. Santafé de Bogotá. 200 pp. ____________. 1994. Prólogo al Tomo II de La ruta de Humboldt. Colombia y Venezuela, pp. 17-19. Villegas Editores, Bogotá. _____________. 1994. Francisco José de Caldas y Thenorio. En: Francisco José de Caldas, pp. 11-21. Molinos Velásquez Editores, Bogotá. _____________. 1994. Caldas, inquietudes, proyectos y tragedias. En: Francisco José de Caldas, pp. 37-53. Molinos Velásquez Editores, Bogotá. ______________. 1996. La recepción inicial de la relatividad en Colombia. En: O. Restrepo & J. Charum. (eds). Memorias del I Coloquio sobre Ciencia, Tecnología y Cultura. Bogotá. ______________. 1996. A los dos siglos del nacimiento de Carlos Segismundo Von de Greiff. Boletín de Historia y Antigüedades. Bogotá. 83(792): 211-224. Reproducido en el volumen: “Ensayo de una memoria sobre un nuevo método de medir las montañas por medio del termómetro” (varios autores). Darío Valencia-Restrepo, editor académico. Ed. Universidad de Antioquia, Medellín 2016; pp. 99-113 ______________. 1996. El método de Caldas para medir la elevación de las montañas. Rev. Acad. Colom. Cienc. Bogotá. 20(76): 63-69. ___________. 1999. Encuentro de Humboldt con la ciencia de la España americana. Diálogos Inesperados. En: Diálogos Científicos, Vol. 8, No. 2, pp. 25-35. Tübingen. ___________. 2001. Caldas y Humboldt. Credencial Historia, No. 134, pp. 9-14. ____________. 2001. Humboldts Begegnung mit der Wissenschaft in Spanischen Amérika. Transfer inzwei Rictungen. En: Alexander von Humboldt – Aufbruch in die Moderne, pp. 170-178. Alemania. ___________. 2001. El explorador. Semana, No. 987, pp. 36-37. ___________. 2003. La Expedición Fidalgo y San Andrés y Providencia. Credencial Historia, No. 161, pp. 3-5.
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____________. 2003. Las Cortes de Cádiz y la Emancipación. Boletín de Historia y Antigüedades No. 823, pp. 669-688. ____________. 2004. Repensando la identidad nacional. Boletín de Historia y Antigüedades No. 827, pp. 767-772. ___________. 2006. Antecedentes de la Facultad de Ciencias. En: G. Cubillos (ed.), Facultad de Ciencias, pp. 15-58. (con C. H. Sánchez) ____________. 2006. Un cartagenero en Trafalgar. Boletín de Historia y Antigüedades No. 832, pp. 13-29. ___________. 2007. Una nueva mirada a la Regencia, a las Cortes de Cádiz y al proceso separatista. Anuario de Historia Regional y de las Fronteras, pp. 197-209. Bucaramanga. ___________. 2007. Nuevas miradas a la Independencia. Credencial Historia, No. 211, pp. 3-7. ____________. 2009. Julio Garavito, vida y obra. Confama-Metro de Medellín, 75 pp. (reimpreso 2010). ___________. 2009. El proceso separatista. Guerras civiles en el ámbito de la Monarquía Española. . Boletín de Historia y Antigüedades No. 846, pp. 502-520. ___________. 2010. La escuela náutica de Cartagena. Boletín de Historia y Antigüedades No. 832, pp. 13-29. _____________. 2011. La Astronomía en la Ingeniería. Anales de Ingeniería No. 918, pp. 52-53. ____________. 2012. El vacilante avance de los ferrocarriles nacionales. En: Orígenes de la industria en Colombia. Credencial Historia, pp. 59-74. ____________. 2016. Caldas y Humboldt. En volumen: “Memorias – Tercera jornada Francisco José de Caldas, bicentenario de su muerte; Medellín, 31 de marzo/2016” (varios autores). Evento auspiciado por la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Darío Valencia-Restrepo, editor académico. Ed. Universidad de Antioquia, Medellín 2016; pp. 97-101
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Divertimentos y espejismos, solo si cuidamos el lenguaje
Carlos-Alberto Ospina H.
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n su reciente libro Divertimentos y espejismos, Andrés Calle-Noreña (Universidad de Manizales, 2017), profesor titular de la Universidad de Manizales, explora los códigos de la música, la pintura y el lenguaje verbal. Dado que tal tarea la emprende apelando a las herramientas de la semiótica y la lingüística, debe extrañar que yo haya aceptado el honor de presentar el libro sin ser experto en esas disciplinas. Eso tiene una explicación. Andrés no utiliza el entramado técnico especializado de la semiótica y la lingüística, sino que en Divertimentos y espejismos ellas deben “rebajar sus pretensiones de explicación y objetivación, ante las realidades de todo lo que merezca llamarse ‘lenguaje’ ”, como bien lo expresó Javier Domínguez en sus palabras escritas –esas sí autorizadas- de presentación del libro. Lo anterior significa que Andrés pone la música y la pintura contra las tablas del uso comunicativo del lenguaje verbal. Y en ese forcejeo con la especificidad de cada una de las artes mencionadas y con los mensajes que el ser humano quisiera hacer visibles, su autor descubre que “hay puentes y también fronteras” (p.11). Y moviéndose entre puentes y fronteras se inclina más por descubrir los puentes que comunican las diferentes artes, que las fronteras que las separan. Y puedo afirmar ahora que ese Revista Aleph No. 185. Año LII (2018)
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interés común por el lenguaje como vía de acceso al mundo humano, real e imaginado, es el que me vincula como lector a Divertimentos y espejismos. Algo más, el libro no presenta una tesis, ni demuestra hipótesis. Se propone plantear, dice su autor, un problema de problemas que es de interés de la filosofía, la ontología, la semiótica, la lingüística, la epistemología y la estética. El autor mismo fue consciente de “lo desbordante y pretencioso” de tal propósito, para decirlo con sus propias palabras, pero él mismo lo encontraba “congruente con la necesidad de recurrir a la complejidad” (p. 85) de los numerosos códigos que crea el hombre para comunicar y expresar su estar en el mundo, en medio de las cosas y de los demás hombres, el conjunto de todo cual constituye nada menos que el problema de los problemas, “la cultura humana” y sus infinitas formas de expresión. Para tranquilidad de Andrés Calle, ese es el problema que a él lo inquieta en su libro y lo recorre de la mano de la mención de algunos ejemplos tomados de la pintura, la música y el lenguaje verbal, pero no se mete en las honduras de las disciplinas que menciona, aunque acude al apoyo de varios de sus conceptos. No de otra manera hubiese podido definir el centro de su estudio, cual es “tratar de entrar desde los códigos y los signos en estos campos cruzados, en estos divertimentos y espejismos; en los que un arte remite al otro; en que un código se transpone en otro y el lenguaje verbal dice de todos y de sí mismo; en que una sensación se transduce en otras; y se crean y recrean metalenguajes y se hacen fluir y permanecer las unidades de sentido de las culturas” (p. 32). El mundo es un hervidero de vida, de acontecimientos y amasijo de cosas en busca de modos reconocibles de aparecer. Antes que él asuma una forma determinada es el puro medio ambiente, el entorno desde donde pareciera que lo moviera siempre la voluntad de salir, de manifestarse y expresarse, una de cuyas formas privilegiadas de brotar a la presencia es el hombre. Por medio de éste a la vez el mundo habla, su lenguaje se hace imagen o palabra, porque sólo los hombres consiguen el alumbramiento del mundo, mientras que los animales no lenguajean; para usar palabras de Maturana y Varela, citadas en la obra (cfr., p. 35). Por otra parte, de cada rincón de la tierra brotan diferentes maneras de pensar y de figurarse el mundo, vale decir, diversos modos de escucharlo, diversas miradas dadas a él, diferentes relaciones con él, distintas culturas. Quizás sea ésta una de las razones por las cuales Andrés afirme que las “producciones del pensamiento y el arte no son cosas distintas”
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(p. 88), o que “el pensamiento tiene que ver con transducciones entre imágenes y palabras, con todas las posibles expresiones del contenido o de las ideas” (p. 53). Dice el filósofo alemán Boris Groys (en su libro Volverse público) que “el hombre interroga el mundo y es interrogado por él”, por ello la vida humana puede describirse como un diálogo sostenido con el mundo, de suerte que está determinada por las creencias y los presupuestos filosóficos que conforman sus interrogantes. Si creemos que Dios fue el creador, le formulamos preguntas y esperamos respuestas diferentes a quienes creen que el mundo es una realidad material en transformación; si creemos que el ser humano es solo racional intentamos participar de este diálogo de manera diferente a cuando recordamos que también es un cuerpo deseante. Pero el mundo no es sólo el empírico, también la imaginación humana construye mundos a la medida de expectativas, ilusiones, temores y esperanzas de individuos y pueblos. Con esos mundos igualmente dialogamos, formulamos preguntas y damos respuestas diferentes. Habida cuenta de todo esto hay –afirma Andrés Calle- “pueblos que se definen en su cultura y en su práctica cultual como devotos de la representaciones icónicas de manera abigarrada, como los hindúes e iconoclastas”, otros del lenguaje poético, otros del concepto, u otros “centrados en la lectura de un libro, con representaciones solo alfa numéricas y con una concepción abstracta de Dios, como los musulmanes” (p. 81). Es de esta manera como las culturas se enriquecen, el pensamiento se hace más profundo y penetrante y el arte más atrevido. Así, entonces, “la comunicación y la realidad dependen de las miradas, de las escuchas, de las aproximaciones, y de la interrelación política de los intérpretes, de la trayectoria de los pueblos” (p. 89), para ello juega un papel crucial la creatividad, la pasión por la analogía, por la metáfora, por la institución de nuevos códigos, la propuesta de nuevas correlaciones y transposición de signos. Que lo narrado pueda ser llevado a música, que ésta a la pintura; que la comunicación sináptica se transforme en figura, que el pensamiento en imagen, que la imagen en concepto, que los sueños transiten a la representación pictórica o cinematográfica, no son más que menciones ejemplares del infinito número de posibilidades de transposiciones a que nos conducen los divertimentos de Andrés Calle en su libro. Pero es llamativo su intento por acercar la pintura y la música. Aquélla es una de las artes que claramente usa signos lingüísticos o imágenes con valor Revista Aleph No. 185. Año LII (2018)
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de íconos, mientras que a la música la podríamos considerar el arte de lo prelingüístico, que brota del sonido y el silencio más que de la palabra. Ella más bien se instala en el medio ambiente que vive del reposo-movimiento de todos los seres que lo constituyen; medio sin el cual no habría propiamente mundo, ni experiencia del tiempo, ni del movimiento, tan consustanciales a la forma musical. El autor aclara que su alusión a la música busca acentuar la posibilidad de que haya transposiciones de código entre el lenguaje verbal y las formas musicales, pero muy a propósito para sacar provecho como divertimento, como espacio abierto de libertad y creatividad, por ejemplo en lo original, nuevo e irrepetible que acontece en la improvisación, particularmente experimentado con las improvisaciones del jazz. Los espejismos vienen de la pintura, quizás por su inocultable carácter ilusorio y engañoso como los espejos, pero este sentido se aplica a Platón, quien había comparado el arte imitativo con un espejo que duplica las cosas del mundo, mientras que en Hamlet, quien ante sus ojos mostró a Claudio su crimen, el espejo más que ilusión es reflejo real de lo que somos y nos insta a “cambiar la vida” tal como nos interpela el arte. Que el pensamiento privilegia el concepto, la lógica y la proposición enunciativa; que la pintura recurre a los recursos de la arquitectura como el claro oscuro y la perspectiva; mientras que la música, se dice, es la arquitectura de los sonidos, en tanto que la arquitectura comparte con la música ser instalación en el entorno; que la poesía les da raíces a todas las artes, etc. Todas esas interrelaciones, entre referencias y transposición de códigos y formas, son empeños de expresión y comunicación que vienen de la totalidad de lo que hay, de contextos infinitos. No obstante esa enorme riqueza de modos de anunciarse no es suficiente para hacer manifiesto todo el contenido del mundo físico y mucho menos del humano, o, para expresarlo con un afortunada imagen de Umberto Eco, son como galaxias expresivas de mucha riqueza que se correlacionan con nebulosas de contenido. Para finalizar es oportuno aprovechar los divertimentos y espejismos de Andrés Calle para pensar en lo que somos actualmente. Andrés constata, con cierto optimismo, que “es un hecho que con las posibilidades de inter conexión, los usuarios sí tienen más contactos que los que nunca antes pudo tener ningún sujeto de una comunidad mediana, o dentro de una familia extensa, de una colectividad de fe, de una etnia densamente tejida” (p. 83). Y se pregunta si incide el que la cultura se distancie de la literalidad.
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En la actualidad mantenemos un “diálogo” a través de internet muy diferente a las conversaciones que sostuvimos con el mundo a través de la religión, la filosofía, el arte y la ciencia. Acudo de nuevo a Boris Groys para recordar que si hoy queremos saber algo actuamos como usuarios de internet, si queremos responder a algo actuamos como proveedores de contenidos. Y ese diálogo es regulado por Google, que ocupa el lugar de la religión y la filosofía. Google, por ejemplo, define la pregunta legítima como la pregunta por el significado de una palabra individual y la repuesta legítima a esta pregunta como los contextos accesibles en los que aparece esta palabra. Google sustituye la potencialmente infinita proliferación de contextos del mundo por un motor de búsqueda finito. La suma de todos los contextos que se muestran es considerada aquí como el verdadero significado de la palabra. Lo que da que pensar la nueva situación, en la que las palabras son sacadas de su contextos y convertidas en unidades, en nubes de palabras que estamos recibiendo como respuestas a nuestras preguntas, es si acaso no estamos llegando al final de un largo proceso iniciado por Platón, quien liberó las palabras de su sujeción a las gramáticas de las narrativas mítico poéticas para defender la noción de la verdad como si ese fuese el verdadero sentido de las palabras individuales: “la justicia”, “la bondad”, “la belleza”, en últimas, “la idea”. Pero estamos dejando de lado algo muy definitivo para el mundo humano: que la gramática es el medio a partir del cual se organizan los códigos en estructuras significativas necesarias para que se muestren las distintas miradas sobre el mundo. Ella es algo así como el soporte material en virtud del cual los contextos se salvan del peligro de convertirse en mera y única ficción subjetiva, por lo tanto, los puntos de vista que con ella salen a flote resultan relevantes para comunicarnos, para nuestra búsqueda de la verdad y el conocimiento, o para que se enriquezcan o puedan ser enriquecidos con la imaginación. Por eso si las palabras son arrebatadas de ese soporte, quedan como los datos, los bits, que ahora recibimos, o como imágenes que solo muestran más datos, y nada que pueda ser narrado. Por ello -afirma Groys- la liberación de las palabras individuales de sus vínculos sintácticos convierte la casa de la lengua en una nube de palabras. El hombre se queda lingüísticamente sin hogar. A través de la liberación de las palabras, el usuario de la lengua se embarca en una trayectoria necesariamente extra lingüística. En lugar de ser un cuidador de las palabras, como sugiere Heidegger, el hombre deja de hablar en el sentido tradicional del término y en Revista Aleph No. 185. Año LII (2018)
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cambio deja que las palabras aparezcan o desaparezcan en diferentes contextos, en una práctica completamente silenciosa, puramente operacional, extra o metalingüística en las que ya poco importa si dicen o no dicen algo o, como acontece ahora, si es verdad o mentira lo que ellas enuncian y más bien se convierten en piezas de manipulación y mero divertimento efectista. Por lo que se ha dicho, se podrán dar cuenta de que el libro de Andrés Calle se nos ofrece como una provocación a meternos en estos vericuetos. Ello significa que fue exitoso su esfuerzo de llevarnos a plantear nuevas preguntas y a asomarnos a ámbitos que siempre han estado ahí, pero, en nuestro caso, permanecen un tanto inexplorados todavía. Por eso mismo expreso mis agradecimientos a su autor por ofrecernos la oportunidad de seguirlo en sus suscitaciones y a ustedes los invito a entrar, con la lectura de Divertimentos y espejismos, en ese interesante juego.
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Debate entre la poética
humanista y la emergencia de una poética objetivante Graciela Maturo
Resumen
N
o es novedoso decir que el mundo atraviesa una profunda crisis, y que esa crisis, multifacética y prolongada, tiene su centro en Occidente. Intentaré asomarme a un campo que alcanza relevancia entre las expresiones artísticas de nuestro tiempo: la expresión poética, que en los últimos años aparece como lugar de resistencia ante ciertos cambios culturales y/o como reflejo de éstos. Enfocaré ejemplos de la poesía argentina del siglo XX a través de la generación del 40 -en general considerada como una generación emblemática de la poética humanista- para contrastarlos con una poética que llamo objetivante, surgida acaso como doble efecto de la traducción de poetas de habla inglesa -los autores mismos reconocen su influencia- y de la creciente imposición de la tecnociencia en la vida corriente y en el lenguaje de la época. Mi intención es situarlos en el panorama cultural y filosófico de la segunda mitad del siglo, y las primeras décadas del presente, examinando en sus expresiones la presencia del sujeto y el sentido, o su negación, como signos de una polémica más amplia que se perfila actualmente en ciertos círculos como Verdad/ Posverdad. Revista Aleph No. 185. Año LII (2018)
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La poética humanista en la poesía occidental La poética humanista ha vertebrado la poesía de Occidente, desde los poemas de Safo y Píndaro, en la Grecia antigua, hasta recientes manifestaciones poéticas de autores hispanoamericanos. Hablo de sus principales constantes, más allá de los cambios epocales y la evolución de los géneros, o la aparición de nuevos géneros. Podríamos sintetizar tales constantes, formalmente, en los aspectos fónicos y musicales del verso, que se han mantenido en lenguas neolatinas hasta las primeras décadas del último siglo, y nunca han desaparecido totalmente; además, ha sido permanente en el discurso poético – hoy reconocido como tal- la presencia de un sujeto que aparece como hablante lírico, y una variedad de temas y tópicos que giran alrededor de la vida humana y su sentido último, lo cual confiere a ese discurso el carácter de una actitud filosófica sui generis, un discurso y no un mero devaneo carente de intencionalidad. El lenguaje, exigido musicalmente, tiende a implantar en la expresión poética un nivel simbólico de amplias connotaciones, el cual va creando, ciertamente, una tradición del lenguaje poético mismo. Un doble impulso de sedimentación e innovación rige esa tradición de la poesía, que conforma ámbitos a menudo determinados por la órbita idiomática, aunque es notorio que sus fuentes, como las de otras constantes de la cultura occidental, se hallan en la Antigüedad griega. A ellas se fueron sumando las tradiciones de otros pueblos autóctonos dentro de la vasta órbita reconocida como Occidente. No obstante tal diversidad, la poesía mantuvo rasgos generales de fondo humanista e incluso religioso, teniendo como telón de fondo la triangulación hombre-mundo- Dios que ha sido base de la cultura universal, y una especial valoración de la palabra. El humanismo teándrico desplegado entre los siglos XII y XVII, luego continuado en la poesía, respaldaba tácita o expresamente una poética que cabe calificar de humanista. Hablamos de un humanismo teándrico, y en consecuencia no meramente humanista: tal humanismo se ha diferenciado de las culturas teocéntricas del Oriente al generar una cierta dinámica entre el hombre y lo sagrado, en móvil equilibrio que fue manifestando un quiebre a lo largo del último siglo. . Primero fue proclamada la “muerte de Dios”; luego vino, en consecuencia, el “desencantamiento del mundo”, señalado por Max Weber; en tiempos recientes parecería que se intenta dar muerte al hombre, en un mundo sin sentido, poblado de objetos y aparatos.
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El tema del sujeto poético suele ser considerado por teóricos de la poesía, algunos de ellos surgidos entre los poetas mismos, así como por filósofos y psicólogos. Trataré de rodear el tema tomando en cuenta la concepción heideggeriana del lenguaje y de la Poesía, sin obviar mi deuda con otros maestros y mi propia experiencia del poetizar. (No necesito aclarar que mi incursión en la Filosofía no es la de un especialista. Me conformaría con llamar la atención sobre temas que otros podrán tratar con mayor rigor filosófico e instrumental).
Consideraciones sobre el tema del Sujeto humano Ante todo diré algunas palabras, sin pretensión de especialista, sobre el sujeto mismo, pues entiendo que la expresión poética forma parte del proceso de su constitución; más aún, la promueve y conduce. Tengamos presente que René Descartes (1596-1650), considerado el iniciador de la filosofía de la Modernidad -aunque en las Confesiones de San Agustín aparece ya configurado un sujeto-autor que sostiene la primera persona verbal- ha objetivado al sujeto como sustancia espiritual. Para el filósofo, que estableció las nociones de res extensa y res cogitans, el hombre es concebible como una cosa pensante. (Algunos filósofos actuales piensan que es injusta la categorización de Descartes como filósofo puramente racionalista, y hasta que su texto sobre “las pasiones” podría ser considerado como una Séptima Meditación, pero internarnos en tales especulaciones excedería nuestras posibilidades.) Más tarde Gottfried Leibniz (1646-1716) planteó el tema de las mónadas (monás, palabra que en la Grecia antigua correspondía a la unidad) para designar unidades subjetivas individuales, cerradas e indivisas. Los conceptos de subjetividad y mónada vinieron a nombrar lo que para los antiguos era el alma, ánima, relacionado con anemós, ruah, viento, soplo. También ha sido utilizado para designar esa subjetividad el concepto de persona (máscara), que fue desplegado por la filosofía cristiana. Edmund Husserl (1859-1938), creador de la Fenomenología, modificó la noción cartesiana de sujeto racional reemplazándola por la de conciencia, que corresponde al sujeto del conocimiento en sus diversas etapas: fenoménico, eidético, noético. Sabemos por sus estudiosos y traductores que Husserl desarrolló una verdadera egología o monadología, una teoría de la plenificación del hombre que culmina en la autoconciencia. El sujeto personal, en su pensamiento, se constituye a través de experiencias de auto-conocimiento y Revista Aleph No. 185. Año LII (2018)
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auto-afección, pasando de la subjetividad a la intersubjetividad, que también es afirmada como constituyente. Las elecciones éticas, la responsabilidad, estarían en la cima de esa conformación de la persona. (Jean- Luc Marion sostiene, sin embargo, que Husserl pensó desde sus primeras obras en una base irracional para ese concepto racional del sujeto). Suele señalarse que Husserl no constituye ontológicamente al sujeto trascendental sino que lo considera como centro de un conocimiento que conduce a la autoformación. Su discípula Edith Stein, tiende un puente entre la monadología y la mística cristiana. El hombre se revela como un ser a la vez finito y eterno, abierto al conocimiento de lo dado en el mundo y también de lo infinito desconocido. El sujeto existencial se proyecta desde su ser encarnado a la experiencia del mundo, pero alcanza también, en ocasiones, la experiencia de lo incondicionado, a partir del reconocimiento de esa dimensión constitutiva de su interioridad. La filosofía post-moderna ha cuestionado la noción de sujeto personal, en unos casos por aceptación de la otredad del Ser en el hombre, en otros por la anonadación que genera el imperio de la técnica y la uniformización niveladora que de ella emana.
Referencia a la concepción de Martin Heidegger sobre el Ser y el Lenguaje Ahorraré, ya que son bien conocidos por ustedes, datos referentes a la evolución del tema filosófico del sujeto, y me limitaré a recordar -ya que es fundamental a mi planteo- que Martin Heidegger (1889-1976), ha abordado de modo singular el tema del sujeto. Aunque siempre eludió tal denominación, replanteó la Filosofía como un pensamiento sobre el Ser, y ha considerado al hombre como un Dásein o ser-ahí, que se desenvuelve en la dimensión del tiempo. Heidegger reconoce a la Modernidad - en la cual subsiste la tradición metafísica occidental - como el tiempo del olvido del Ser. Su obra Ser y Tiempo (1927) es una de esas obras que revierten el mapa del pensamiento filosófico, reformulando dos grandes temas: la subjetividad y el lenguaje. Aunque el filósofo parte de la consideración del hombre en su relación con el Ser, su pensamiento produce de hecho un “descentramiento” con relación a la metafísica clásica y moderna, a la que acusa de “cosificar” al Ser, al pensar como causa a un ente superior, ya sea Dios, la naturaleza o la materia. Esa entificación del Ser se traduce en la Modernidad en la creación de un
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mundo “objetivo” que abarca al sujeto del conocimiento. Para Heidegger es importante subrayar una diferencia ontológica entre Ser y ente, pero también una copertenencia apropiadora, que confiere su dignidad particular al hombre: es el único entre los entes que se proyecta hacia el Ser; se halla destinado a constituirse en “pastor del Ser”.1 Por otra parte, el filósofo niega la esencia como algo sustancial; la esencia no es concebida como algo independiente del Dasein (Ser-ahí) que la realiza. Es decir, el hombre requiere estar en el mundo de los entes para realizarse y significarse. En el pensamiento de Heidegger Sein y Dasein se co-implican. El filósofo nos ha revelado que el hombre es aquel ente donde el Ser acontece, pero no de una manera absoluta sino siempre en una situación finita, por la particular historicidad del ente. El análisis del Dasein descubre la contingencia de su ex –sistir, como lo dice el Padre Ismael Quiles. Al hombre le es dado el lenguaje como vía de comunicación intersubjetiva, pero más profundamente éste adquiere otra misión: conformar el ámbito propicio a la relación del hombre con lo sagrado. Alétheia -‘desocultamiento’- es el modo que asume la proximidad de la verdad en el estar-en-el-mundo. Heidegger viene a decirnos que al constituirse la existencia mediante la comprensión de sí, puede alcanzarse la comprensión del Ser mediante el lenguaje. El habla, pues, es también un existenciario, una modalidad constitutiva del Dásein, y no meramente un instrumento. Se es humano por el habla. Esa consideración del lenguaje condujo a Martin Heidegger a una especial revaloración de la Poesía, zona privilegiada del Lenguaje. La filosofía de Heidegger tiene la característica de ser un camino de retorno al origen, que por ser tal privilegia la palabra del poeta. Como lo recordara desde hace muchos años Hugo Mujica, Heidegger se volvió hacia Heráclito y Empédocles, a Homero y a Píndaro, también a Trakl, Stefan George, Mörike, Silesius y Paul Celan; pero a partir de 1935 el “poeta de la poesía” sería para él Friedrich Hölderlin. A partir de él elaboró la teoría del poeta como heraldo del Ser e instaurador del lenguaje originario.2 1 Martin Heidegger: Ser y Tiempo. Trad. esp. de José Gaos, México, 1951. 2 Hugo Mujica: La palabra inicial, Biblos, Buenos Aires, 2010.
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Heidegger abre en el discurso filosófico una dimensión ontológica del habla. Afirma que el Ser acontece en el lenguaje, es decir, es Lenguaje que se revela en la palabra poética como palabra originaria y plena. El Lenguaje habla por sí mismo. Vale decir que el poeta, más que hablar por el lenguaje, deja hablar al lenguaje.
La experiencia poética de Lo abierto y el borramiento (ocasional) del sujeto personal Sabemos que toda gran poesía supera la dimensión de lo inmediato y temporal para remontarse a un plano que Rainer María Rilke ha denominado Lo abierto (das Offene). Esta famosa expresión, tematizada por Heidegger como ámbito ineludible de la palabra poética, es inherente a esa palabra que se distingue netamente de los lenguajes racionales, del habla de la cotidianidad y de la mera habladuría. El profesor Cerezo Galán apunta sin embargo una diferencia entre la concepción de lo abierto en Rilke y en Heidegger. En el poeta, lo abierto vale como la totalidad de lo presente, como el espacio ilimitado de las funciones entitativas y del libre ejercicio de la entidad. Para Heidegger das Offene significa el horizonte trascendental, abierto por el Ser como posibilitación del desvelamiento de todo ente.3 La idea de lo abierto se conecta con el advenimiento del Ser, esa noción de lo Ereignis que es traducida como Acontecimiento. El acontecimiento instaura la coapropiación del hombre y el Ser. Y ello se cumple privilegiadamente en ciertos momentos de la poesía. Dice Heidegger: Poeta es aquel vidente que percibe a través de las presencias la ausencia que las sostiene y las revela: la ausencia de la cual toda presencia es testimonio 4 La mirada poética abre la realidad del mundo. Algunos teóricos de la Poesía en el siglo XX han sostenido la ficcionalidad del yo lírico; sería una creación del poeta, alejada de su yo empírico. Por mi parte me he sentido alejada de estas categorías, y próxima de fenomenólogos como Käte Hamburger: pienso que aun cuando se presente configurado míticamente, el yo poético – y con mayor extensión el sujeto literario - transparenta y universaliza al hombre real. Pero dejemos esto indicado, pues no ha sido el asunto de este breve trabajo. 3 Pedro Cerezo Galán: Arte, verdad y ser en Heidegger. Fundación Universitaria Española, Madrid, 1963. 4 Martin Heidegger: Arte y poesía. Trad. esp. de José Gaos, FCE, México, 1973.
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Octavio Paz, gran lector de Heidegger, afirma - como lo han hecho otros poetas de distintas épocas - que el poeta no es el dueño del Lenguaje.5 ¿Quién habla por boca del poeta? La noción de Ser-que-acontece-en-el-lenguaje es leída cristianamente por Julius Stenzel cuyo libro concluye con esta frase de San Juan de Patmos: ‘´O logos sarx egéneto. El Verbo se hizo carne”.6 (Me pregunto si Heidegger ha conocido esta obra, pues creo que no la ha mencionado) Los románticos admitieron esa noción del Verbo que habla por boca del poeta, y que puede permitirnos actualizar la idea del profetés. Pro-femí significa hablar por boca de otro, en lugar del otro. Víctor Hugo mencionaba la bouche d’ ombre. Por su parte Gerard de Nerval admitía, más profundamente, moi c ‘est un autre, frase que fue retomada por Rimbaud. Por su parte, Julio Cortázar, en un temprano artículo que firmó como Julio Denis (1941), veía con nitidez la doble vía ofrecida a los poetas por Rimbaud y Mallarmé7 (aunque más adelante modificó un tanto su posición en relación con Mallarmé, descubriendo en él su faceta mística). El poeta moderno reconoce, en ciertos casos, que aborda un territorio común a la Poesía y a la Mística. Es innegable que en algún momento del ejercicio poético se produce la deconstitución del yo. Oscar del Barco, en su espléndida lectura de la poesía de Juan L. Ortiz, hace notar ese descentramiento del sujeto personal, y señala – en coincidencia con Stéphane Mallarmé - que la poesía no es otra cosa que la consumación del sacrificio del sujeto poético en la conquista del absoluto.8 Como lo señalara Miriama Widakowich, se abren dos caminos diferentes: uno es la vía apofántica de ciertas escuelas orientales, seguida por Meister Eckhart, con el acento en el silencio y la prescindencia de la imagen, vía que intenta reproducir Mallarmé en el blanco de la página.9 Según René Schürman y John D. Caputo (1995) el pensamiento del último Heidegger se incli5 Octavio Paz: El mono gramático. Editorial Seix Barral, Barcelona, 2001. 6 Julius Stenzel: Filosofía del Lenguaje. Traducción castellana Revista de Occidente. Madrid, 1935. 7 Julio Denis (Julio Cortázar): Rimbaud. En Huella, Nº 1, Buenos Aires, 1941. 8 Oscar del Barco: Poesía y ética. Alción, Córdoba, 1996. 9 Miriama Widakowicz - Weyland: La nada y su fuerza. Un ensayo sobre mística comparada. Ediciones Distal, Buenos Aires, 1982.
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naría hacia esa mística del abandono, la Gelassenheit.10 El otro, más propio de la latinidad, (y del Catolicismo frente a la Reforma), busca lo Absoluto a través de las imágenes del mundo. Es la vía seguida por Dionisio Areopagita, Plotino, San Isidoro de Sevilla, también por los poetas: San Juan de la Cruz y Leopoldo Marechal. Estimo que el poetizar de Juan L. Ortiz pertenece a esa vía, que valoriza la imagen en la relación hombre-mundo. No pienso que el sujeto personal haya quedado abolido en esa épica sagrada, la guerra santa de que habló René Daumal. Por el contrario, entiendo que es el sujeto personal, dotado de memoria y de una determinada capacidad valorativa, el que da cuenta del advenimiento del Ser en su palabra. Quiero ejemplificar esta actitud en el poema “El gozante” del poeta salteño Manuel J. Castilla.
La permanencia del sujeto personal y axiológico Entiendo que hay muchos motivos para pensar que el sujeto personal, ese sujeto reafirmado en elecciones del que han hablado Husserl y Mounier, -aunque debilitado y cuestionado por la presencia-ausencia del Ser - nunca es abolido totalmente en las experiencias límite. El éxtasis, la belleza, lo sagrado, percibido como anticipación de la muerte del yo personal, cierra las posibilidades del Dásein. A partir de esta experiencia se visualiza el estado de “caída” de la existencia inauténtica, y al mismo tiempo, se abre la posibilidad total de la existencia auténtica. Es a nuestro entender el sujeto racional y axiológico constituido el que permite apreciar y asimilar el encuentro del sujeto-yo con un Otro, o su transformación en Otro; su tarea es visualizarlo, interpretarlo, situarlo en la historia personal como un momento de la existencia auténtica. El centro ya no se halla en el sujeto cartesiano, tampoco en la conciencia pura de Husserl, sino en un especial entrecruzamiento del hombre con el Ser, que es propio de la vida mística, y del poetizar. Hay un sujeto que ejerce la precomprensión, y una verdad que se desoculta, desborda hacia el sujeto o le habla como en enigmas, por decirlo en palabras de Leopoldo Marechal.11 Esa convicción es la que prevalece generacionalmente en los grupos del 40, herederos del Humanismo. 10 Caputo, John-Schürman, Reiner: Heidegger y la mística, Paideia, Córdoba, 1995. 11 Leopoldo Marechal: Descenso y ascenso del alma por la Belleza. Edición definitiva. Citerea. Buenos Aires, 1965.
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Se da el encuentro coapropiador -dice Heidegger- del Ser-que-aconteceen-el-lenguaje y el sujeto que escucha, comprende e interpreta desde su finitud histórica, a través de la articulación significativa de la palabra. Con plena conciencia de que apenas nos hemos aproximado a tan rica y difícil problemática, me inclino a sostener una dialógica interna al lenguaje, que va más allá de la conciencia subjetiva. El poetizar no solo piensa el Ser; se entrega a él amorosamente por la mediación de la imagen, y hace lugar a su acontecer en el lenguaje; la reflexión que lo acompaña, especular y argumentativa, da cuenta de ese acontecer. En el seno mismo de la palabra poética se da el paso de un sujeto a otro, de un discurso a otro, sin fronteras claramente delimitadas entre el Ser que se revela en la palabra, y el yo personal que lo acoge y lo apropia. Ambos se hacen perceptibles, ante todo al autor – que es en definitiva quien hace suyo el texto, y lo firma – luego al lector, que en alguna medida revive el combate sagrado del poema.
La poética de la tecnociencia La crisis cultural de Occidente tiene complejas y múltiples raíces, y en gran medida puede ser vista como implosión, como autodestrucción endógena y degradación de los valores instituidos por una gran tradición de cultura. Tal vez sea el concepto de persona el más alto aporte que ha brindado al mundo la cultura occidental, en medio de importantes novedades científicas y técnicas, a lo largo de un fuerte período de cambios llamado Modernidad. Debería recordarse que, simultáneamente con la creación de la Tecnociencia y de la Máquina, Occidente trajo consigo el aporte de la concepción personal, que -teóricamente- hace del hombre el sujeto moral de la Historia, el dueño de los instrumentos, y el responsable de los límites del proceso civilizatorio más audaz en el devenir de la humanidad. Sin embargo, el último siglo transcurrido mostró que muchas de estas afirmaciones filosóficas y literarias estaban lejos de coincidir con la realidad fáctica, donde por el contrario, empezó a marcarse un proceso creciente de deshumanización con la sumisión a realidades técnicas, agobiantes e impersonales.. Hemos dado el nombre de poética de los objetos o de la tecnociencia a una corriente menor - cuantitativa y estimativamente- representada por algunos poetas de los años 50 en adelante, anticipados por el cuarentista Alberto Girri (1919- 1991). Autor de 30 libros de poesía, traductor de Eliot, Wallace Stevens, William C. Williams, Robert Frost, tomó de ellos y lo difundió, un Revista Aleph No. 185. Año LII (2018)
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estilo prosaico, objetivante y directo, al que dio en llamar Poesía de Observación, giro que es título de uno de sus libros.12 Intenta Girri en esta fase de su producción, posponer el sujeto-autor, anular al yo en medio de una cierta nivelación dentro de un mundo invadido por objetos. Esto ha sido rescatado por poetas de los años 80 como Bellesi, Fondebrider, Carrera y otros, y nuevamente lo es en la actualidad por algunos grupos. Leeré un ejemplo de este poetizar objetivante, al que consideramos un reflejo de la época: “Poesía de observación” del libro de igual título. Sin duda, el sujeto -sin ser nombrado- sigue presidiendo esta poesía de observación. Pero no es ya el sujeto guiado por la intuición y el sentir, el sujeto contemplativo, próximo a la simbolización y en consecuencia al atisbo del sentido, y menos aún al encuentro místico con el Ser, ni es tampoco, siquiera, el sujeto reflexivo. Es un locutor frío que se limita a hacer un inventario del entorno visible.. Más que examinar la moderada influencia de esta figura en la poesía de algunos jóvenes actuales, me interesa vincular esa corriente poética minoritaria a conceptos como Tecnociencia, Cibernética, Aldea Global, propios de la planificación tecno-económica que viene rigiendo el mundo desde hace algunas décadas, recordando que la Filosofía, en la 2ª. mitad del siglo XX, hizo de la Técnica una de sus preocupaciones más urgentes. Friedrich Nietzsche había llevado a su extremo una crítica a la civilización occidental que ya tenía antecedentes de varios siglos, y pensadores religiosos como Guénon o Guardini hicieron la crítica de la Modernidad. A mediados de siglo fue Martín Heidegger quien enunció la gravedad de una situación que se acentuaría considerablemente después de su muerte. E hizo, a la par, una original lectura de ese tiempo de oscuridad y sometimiento al que atribuye la condición de preludio de un tiempo final de revelación y armonización de lo dispar. Tomaré un trabajo de exégesis heideggeriana y reflexión en su mismo sentido como lo es Pensar la técnica. Filosofía del hombre contemporáneo. del Padre Héctor Delfor Mandrioni13 por su valor como síntesis del pensamiento filosófico sobre el tema. 12 Alberto Girri: Poesía de Observación, Sudamericana, Buenos Aires, 1973. 13 Héctor D. Mandrioni: Pensar la técnica. Filosofía del hombre contemporáneo. Guadalupe, Buenos Aires, 1990.
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Mandrioni dedica un importante capítulo de este libro a examinar la cuestión del “ser o esencia de la técnica”, y por supuesto concede la mayor relevancia en el tema a Martín Heidegger. Luego de mencionar dos conferencias que tratan este asunto: “La cuestión de la Técnica”, 1953, y “La Técnica y el Giro”, publicada en 1962, elige para este desarrollo otro escrito titulado “Identidad y Diferencia” (Identität und Differenz, 1957). Partiendo de la identidad- ya establecida por Parménides- entre el Ser y el Pensar, Heidegger instala la noción de coapertenencia que los vincula. Mandrioni cita a Heidegger:: “…el rasgo distintivo del hombre consiste en que, por su cualidad de ser pensante, está abierto al Ser (…) Lo que domina al hombre es su apertenencia al ser (…) el hombre y el Ser están transapropiados el uno al otro. Se pertenecen mutuamente.”14 Señala a su vez que, para que esta situación sea asumida efectivamente, se hace preciso un salto, un cambio de nivel que rompa con la representación habitual del hombre como animal rationale, el cual en los tiempos modernos se ha convertido en “sujeto para sus objetos” (ibídem) A partir de ese marco surge la particular consideración que hace Heidegger acerca del momento en que la Técnica ha llegado a prevalecer en el pensamiento y la vida de los hombres. Sigue comentando Mandrioni: “De este texto se puede inferir la totalidad y universalidad del hecho técnico, desde el momento en que incide sobre el hombre, la naturaleza y la historia. Pero de este hecho omnipresente no es propiamente el hombre el autor. (…) En la Técnica ve Heidegger una manifestación del Ser”.15 Y esa manifestación, negativa y privativa de aquellos valores que distinguen lo humano, es denominada con la expresión das Gestell, que Mandrioni traduce como Im-posición, aunque sigue utilizando en el libro la palabra alemana. Incluye más adelante esta otra cita: “En lo Gestell reina un extraño encuentro de dependencia por un lado y de atención por otro” (…) “La Técnica, entendida como Gestell, es solo un preludio de lo que es Ereignis o sea el acontecer coapropiador del Ser y el hombre”. Con esta consideración, indica el autor al que venimos siguiendo, Heidegger daría fin a la noción moderna del hombre como sujeto que piensa el Ser en tanto
14 Mandrioni: op. cit. p.169 15 Mandrioni, ibid, p.171
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mero objeto, señalando con impar originalidad “ese ‘primer centelleo de la coapropiación’ que aparecería, precisamente en lo Gestell”.16 Alejándose de lecturas negativas, que pueden ser simplificadoras, Mandrioni lee la obra de Heidegger desde un cristianismo que entrecruza el Mal y el Bien; y atribuye a lo Gestell una significación metafísica de insondable ambigüedad. Heidegger ha acuñado el término das Gestell, traducido al español como dispositivo o Imposición, pero también como maquinaria, sistema, engranaje,17 para denominar una entidad que adquiere rango metafísico y que estaría avanzando sobre la vida humana tanto como lo han percibido artistas y escritores de estos tiempos. Autores como Kafka, Beckett, Dürrenmatt, o los argentinos Sábato, Marechal, Di Benedetto, han mostrado la irrupción de la Técnica, el engranaje, el ruido, en la vida humana y lo interpretan como una acción maligna, desestabilizadora. Ernesto Sábato publicaba, en 1951, su ensayo Hombres y engranajes. Quizás quería en parte justificar su abandono de la ciencia física, tan reprochado por sus colegas. Pero su ensayo se propone una visión histórica de la decadencia de Occidente, de la cual hace responsables a la razón exacerbada, la ciencia cuyo devenir se divorcia de la ética y de la consideración de lo humano, y el culto del dinero. El mendocino Antonio di Benedetto, que se ha convertido en figura-símbolo de estos tiempos a causa de la prisión y tortura sufridas en 1976, también tuvo una profunda intuición de la época adviniente, como lo muestran sus novelas y en particular El silenciero. Es la segunda de una tríada de grandes novelas del autor; Zama, El silenciero y Los suicidas. Zama conlleva una imagen esencial del hombre americano, postergado en la Historia, siempre en espera de reconocimiento y atención por parte de la Europa colonizadora. El silenciero,18 sin embargo, encierra una rebelión frente a la Europa tecnificada, que expande su poder sobre el mundo en una etapa oscura a partir de los años 70. En esta obra Di Benedetto se encarna una vez más en su personaje, un escritor de provincia, el “hombre que vive a orillas del zanjón” como 16 Mandrioni, ibid. p.174. 17 Véase Ernesto Sábato: Hombres y engranajes. Reflexiones sobre el dinero, la razón y el derrumbe de nuestro tiempo. Emecé, Buenos Aires, 1951. 18 Antonio Di Benedetto: El silenciero, Troquel, Buenos Aires, 1964.
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se ha autodefinido, que vive la invasión progresiva del “ruido”, ascendido a entidad invasora y maligna. Innegablemente el novelista intuye y anticipa la etapa oscura de la técnica, como lo hacen contemporáneamente García Márquez y otros autores hispanoamericanos. También Leopoldo Marechal, con su “Poema de Robot” (1965), contribuye a esa condena de la robótica y la mecanización. Es precisamente la etapa de concentración del poder y tecnificación de la vida ordinaria que anunciara Heidegger unos años antes, y cuya denuncia extremara Ernesto Sábato. Dentro del juego de ocultamiento y develación propio del Ser, la etapa del más profundo ocultamiento alcanzaría la máxima tensión, con la diferencia a favor de Heidegger de haber considerado también, siguiendo el rumbo profético juanino, que esa etapa de oscuridad sería el inicio de una alétheia, de incalculables efectos sobre la humanidad. Heidegger habló, como lo puntualiza Mandrioni, de la necesidad de un salto metafísico por parte de los hombres del tiempo que vivimos. En la perplejidad de considerar ciertas líneas del poetizar, tal como se presentan en las últimas generaciones argentinas, nos preguntamos: ¿Se producirá en algunos de estos poetas, - acaso con la mediación de ciertos críticos - una toma de distancia hermenéutica que haga posible el salto cualitativo? ¿O permanecerán atados al lazo férreo que actualmente los hace parte de la maquinaria, el engranaje, el laberinto sin salida?
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Dos cuentos
Gabriela-Mercedes Arciniegas
Mujer de sal
M
e dices, amado mío, que no mire hacia atrás, que no me detenga en lo que se destruyó para siempre. Que olvide esta ciudad que, en una sola noche, murió a golpes de fuego. Que ella no nos ha dado más que dolor y sangre. Y yo te diría que el dolor y la sangre siempre han sido míos, y que con ellos comenzó cada instante de dicha que conozco en la vida. En dolor y sangre viniste a mí por primera vez. Vinieron mis hijas. Yo te diría… Pero no. Mujer necia, yo no hablo. He callado por días. Callé cuando quisiste calmar a una turba de hombres enloquecidos, ofreciéndoles a nuestras preciosas hijas. Callé cuando las rechazaron, diciendo que preferían violar ángeles. Callé cuando salimos huyendo antes de la madrugada y tú decías “no mires, no mires, no mires, olvida, olvida la ciudad de la llanura.” La ciudad de la llanura… Fue aquella que los viajeros contemplaban desde lejos y se detenían sedientos, y la veían bañada en rocío de joyas, anhelante como una novia antes de
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la boda, y pensaban que se entregaría sólo a ellos. Miraban su piel tersa como la de una fruta que hubiese madurado en ese día para que sólo ellos la probaran. Tú y yo, que vivimos años dentro de sus muros, conocíamos sus entrañas. Mis pies caminaron cada día por la humedad sanguinolenta de sus calles. Respiré su hedor a crueldad de fiera, a escalofrío de perseguido, a perversión y rapiña. Me mezclé con la gente. Tuve mis manos en sus manos. Pasaba rozando los cuerpos que se erguían entre corazas de perfume, telas brillantes y piedras finas, o los que se arrastraban vencidos, con la ambición destrozada incendiando sus lágrimas. Aprehensivos todos, heridos, dolientes, sobreviviendo por el engaño, aún los más pequeños. Las mujeres del mercado, el viejo que quiso venderme collares, el niño que corrió a esconderse, ¡cuántas veces no me dejé robar, con la esperanza de encender alguna sonrisa en ellos! Hasta que llegó esta noche, la que acaba de cerrarse, la que de repente se engalanó con un manto de estrellas fugaces, y las multitudes salieron a ver los diamantes que cortaban el cielo, que caían lentos, claros, hialinos, brillantes, nuevos. Limpios, limpios, limpios. Y sonrieron los de la ciudad de la llanura. Y por un solo instante, bajo la luz de la lluvia de estrellas, sus rostros se llenaron de maravilla y de inocencia. Fue entonces cuando un gigantesco alarido estremeció las calles. Los diamantes celestes azotaban la ciudad, convertidos en bólidos de fuego. Los techos se abrieron como flores de humo. Las vísceras de quienes se habían envuelto en sedas y perlas rodaban entre llamas como serpientes de ceniza. Se deshicieron, lavados por el fuego, los cuerpos invisibles de esclavos que alguna vez se habían atrevido a soñar. Gritos de agonía subieron más allá de las nubes ardientes. Y tú y yo y nuestras hijas escapamos antes de que todo el cielo estallara. Que no me pierda en lo que ya se fue, me dices, amado mío, y tus palabras son sabias. Tan sabias, que el ruido del viento se las lleva. Mi piel se cristaliza, se vuelve dura, transparente, siento mi propio sabor salado y callo, porque siempre he callado. No me mires. No intentes acariciarme. Ya no soy tuya. No soy de nadie. Ellos sonrieron una vez, y mi cuerpo es una piedra hecha de lágrimas.
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Tránsito Si una persona quiere estar bien servida, tiene que pagarle lo que es a la gente que es y eso lo entendía doña Eugenia, porque doña Eugenia era toda una señora. Esos hijos suyos parece que se hubieran ganado los apellidos en una tómbola. Apenas faltó ella, echaron a don Crisóstomo, a Lucerito, que yo le enseñé a cocinar, a Jesusa, disque por vieja, y recibieron a esa brinconcita para todo, que fue ella la que no sabía ni siquiera ajustar las varillas que cuñaban el tapiz de la escalera, y salieron rodando y son de cobre fino, pesado, y yo ni las vi, porque antes don Crisóstomo les sacaba brillo que relampagueaban de lo relucientes y ahora nada. Sólo me di cuenta de que había pisado en liso, que me iba de cabeza y esas varillas saltando detrás. Dicen que cuando la gente no se da cuenta, le pasa esto y así debe ser, porque me encontré andando por toda la casa sin que nadie me viera y al otro día oí a don Luis Fernando decirle a alguien por teléfono que se había muerto Tránsito, el ama de llaves, y esa soy yo, y mientras tanto uno para arriba y para abajo por toda la casa sin poder enderezar nada, sin poder hacer que nadie limpiara, ni limpiar nada uno. Chicles en los tapices, colillas por todas partes. Polvo como para enterrar un muerto. Y estaban volviendo los ratones y la brinconcita esa echó veneno y guardó el veneno – ese que se llama Rasputín, o algo así – en cualquier parte, donde cualquiera lo confunde. Y los manteles de lino que doña Eugenia había traído de Italia, los guardaron sin lavar y sin rellenar los dobleces ni envolverlos en papel de seda azul, aunque ahí estaba, yo lo dejé ahí. Los cubiertos de plata sí están en el cajón, pero nunca los cuentan, aunque saben que la brinconcita esa tiene novio y lo entra a la casa. Las nueras de doña Eugenia no tienen ni idea de manejar una casa decente, qué van a saber, si ni siquiera saben qué es eso, y tampoco aprenden porque no son como doña Eugenia que a mí sí me hacía caso. Don Luis Fernando y don Jaime, en vez de hacer que subieran de posición, se dejaron arrastrar para abajo. Están los cuatro quedándose aquí mientras sale la sucesión, se la pasan sentados tomando whisky, sin poner nada debajo de los vasos, usando los platos de Sevres como ceniceros. Si yo fuera de las que lloran, andaría gimiendo por los corredores como dice la gente que hacen las ánimas en mi situación. Pero yo lo que siento es que tengo que hacer algo para que las Revista Aleph No. 185. Año LII (2018)
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cosas no sigan así. Y yo lo que tengo es voluntad, porque a mí nadie me ha ayudado nunca. Entonces uno hace fuerza. Hace fuerza hasta que le duele. La semana pasada pude enderezar el retrato del finado que está en la sala. Eso fue la semana pasada. Eso fue antes de que apagué por primera vez todas las luces que dejan encendidas, porque ellos es como si la energía se las regalara el Niño Dios. En estos días pude voltear la llave del aparador, dejarla caer y empujarla por debajo, así dejan quieta la vajilla de Sevres, aprovechando que la brinconcita esa no aspira debajo de ningún mueble. Esto me puso feliz, y estaba feliz hasta hoy. Les cuento. Yo jamás fui de las que se meten detrás de las puertas a escuchar lo que dicen los señores. ¡Ni más faltaba! Lo que pasa es que, ahora que uno flota por aquí y por allá y que tiene que cuidar la casa más que nunca… Estaba pensando en el café que preparaba Lucerito y preguntándome qué harían con la cafetera, mientras ellos se pasaban el frasco de instantáneo, y oí a Jaime hablando de esta casa. - Es vieja, pero el terreno vale mucho – dijo -. La constructora se encarga de la demolición y nos da dos apartamentos del edificio que construya en el lote. - ¿Nos dan el penthouse? – preguntó la mujer de él, o la otra, la que se estaba pintando las uñas y dejaba el algodón empapado de removedor encima de la mesita de camino crespo. - Hay dos penthouses. Es una torre grandísima. No iba a escuchar más. ¿Para qué escuchar más? Menos mal que la gente en mi situación es rápida. Lo único que nos hace inútiles son esas manos de trapo que tiene la mayoría de los fantasmas, pero yo había ejercitado las mías. Son casi como las tenía antes, desde chiquita para hacer oficio, porque a mí no me ayudó nunca nadie. La brinconcita, como era de esperar, había dejado el talego con el Rasputín, o como se llame, en el estante de los detergentes. Es de papel. Fácil. Lo más difícil es llevarlo hasta la azucarera, que no se vea flotando en el aire. Esperar a que nadie esté mirando, sólo eso, porque ruido, la gente como yo, no lo hace. Abrirlo… No importa romperlo. Un poquito en la azucarera… No… Mucho
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más… Así… Revolviendo cuando nadie vea…Como siempre, metieron la cuchara mojada… Un trisito en cada taza mientras miran los planos... Esa precisión no la tienen las de ahora para servir las cosas, ni siquiera voltean las orejas de los pocillos para el mismo lado, eso se acabó. Ya puedo retirarme y esperar. Se están tomando el tintico con mucha gana y con harta azúcar, están trasnochados. Con repetición. Muy bien, así es más seguro. La casa parece suspirar alrededor. Gime un poco el entablado que pronto voy a dejar como un espejo, susurran las cortinas que voy a ensartar al derecho. Las cosas son agradecidas, eso lo decía todo el tiempo doña Eugenia. Cuando estemos solas ellas y yo, me lo van a agradecer toda la vida. Toda, toda la vida.
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Carátula Revista Aleph No. 1 (1966)
Notas
La Masonería (por: Jorge Mora-Caldas). Etimológicamente viene de los vocablos latinos MASSO AS, ARE que significa amasar, edificar, o arte de construir. El origen de la masonería es muy remoto, se cree que los principios fundamentales de la Institución se establecieron en la época de Salomón. Salomón, tercer Rey de los judíos, hijo de David y de Bethsabé, nació en Jerusalén entre los años 1033 a 1016 a.C. Algunos historiadores creen que, a éste personaje se debe la importante actitud en la organización inicial de la masonería, así no sea él, el fundador, pero él fue quien mandó construir y estuvo al frente de la organización de los trabajos del célebre templo de Jerusalén, para reunir en las ceremonias a los judíos. Esa construcción requería gran número de obreros a quienes dar una conveniente organización y procurar que, tanto en la distribución de los trabajos como en el pago de los jornales hubiese orden, para evitar sensibles equivocaciones como lo requería y lo dispuso el Rey Salomón, en
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una clasificación de tres grados o grupos: a) Los aprendices; b) Los compañeros y c) Los jefes o maestros, señalando a cada grupo sus atribuciones y deberes que les incumbía y los salarios correspondientes, proporcionando a cada uno de los que formaban los tres grupos, una marca o distintivo mediante el cual podían diferenciarse, reconocerse entre sí según su grado y jerarquía. Gracias a ese orden, los trabajos pudieron culminar para gloria de Jehovah. Esa acertada clasificación permitió adoptar como símbolo la Escuadra, el Nivel y la Plomada. En la masonería moderna esos grados corresponden a los estudios, culminando con un cuarto grado sobre filosofía. Se sabe que varios de los generales romanos fueron masones y propagadores también de las bellas artes de su país. Muchos años después se supo que en la Gran Bretaña existían varias logias masónicas y que en 1717 se unificaron en una sola gran logia masónica. En Europa, los centros más importantes de la masonería estaban en Londres,
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París, y Edimburgo, en Escocia, fundadas en el año de 1721. En Alemania se fundó en 1780. La masonería no ha sido aceptada por la jerarquía católica, anatematizándola en varias ocasiones. Una de las excomuniones más funestas fue la de Benedicto XIV que en 1742 renovó Clemente XII, dicha excomunión determinó además una serie de persecuciones. Para superar esa grave situación se invocó los Derechos Humanos y se permitió el ingreso a la masonería de personas con distinto modo de pensar, y tanto que, ingresaron destacados personajes entre ellos Jorge, Príncipe de Gales, fue nombrado Gran Maestro de la Logia Masónica y se pudo entonces organizar la logia masónica en España en los años 1794 y 1795. La Masonería según su definición y significado universalmente aceptados y contenidos en los códigos de las principales autoridades masónicas, es una Institución filantrópica y progresiva, que tiene por principios fundamentales la tolerancia mutua, el respeto de sí mismo y de los demás y la libertad absoluta de pensamiento y de conciencia. Trabaja para el mejoramiento moral y material de la humanidad y lucha incansablemente contra la ignorancia y en favor de la educación, de la salud y del bienestar de la comunidad. La masonería es una entidad sin ánimo de lucro, tiene su constitución, sus reglas y sus ritos que se cumplen en las logias que aunque distantes y de distintos grados, armonizan y dependen de la gran Logia. No cree en la inmortalidad, en las apariciones ni en lo milagros y a
Jesús lo considera como el personaje fundador del cristianismo. Para ingresar a la masonería se requiere una ponderada hoja de vida, que la persona sea sana, sin vicios, honrada y con nobles propósitos éticos y de servicio a la comunidad. Su ingreso se hace en una ceremonia que se realiza en la Logia correspondiente, donde debe prestar juramento para cumplir las normas de la institución y la constitución y leyes de la República. La masonería se ha extendido a los distintos continentes, pero en América es donde más se ha desarrollado. En Estados Unidos de Norte América, las logias principales están en Nueva York, en Kentucky y en Georgia, donde han creado escuelas, colegios, universidades, fundaciones y centros de salud para la gente pobre. En Hispanoamérica existen logias de la masonería en México, Costa Rica, Haití, Santo Domingo y en Colombia desde 1804. En América del Sur, existen logias en el Perú, en Chile, en Brasil, Argentina y Uruguay En el siglo XII, los Rosacruces de Escocia fundaron una Sociedad secreta constituida por varios filósofos herméticos, con la finalidad de propagar las ciencias ocultas como las magias, las apariciones, los ruidos, el espiritismo, la inmortalidad del alma y otros sofismas para los católicos y cristianos. En 1958, siendo yo Presidente del Directorio Liberal departamental (en Nariño, Col.) y Jefe único del Partido en Colombia Carlos Lleras Restrepo, me correspondió coordinar por segunda vez la Convención Liberal departamental, la última, con el doctor Álvaro García-HeRevista Aleph No. 185. Año LII (2018)
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rrera, miembro de la parte ejecutiva de la Dirección Nacional Liberal, abogado bogotano, internacionalista, embajador, escritor y Maestro de la Logia Masónica de la ciudad capital de Colombia. Hijo de Laureano García Ortiz, abogado, escritor y ministro de Marco Fidel Suárez, quien escribió la magnífica obra titulada “El General Santander, hombre de las leyes”, publicada en Bogotá. En 1979 me obsequió un ejemplar con una bonita dedicatoria. Ese evento nos acercó llegando a ser amigos. Estuve dos veces en su casa, nos entrevistamos en Bogotá y un día me hizo presentar la solicitud a la Logia, con mi hoja de vida la que fue aceptada y en otro viaje que hice a Bogotá, me acompañó Álvaro a la Logia, donde me recibieron juramento, pero la distancia, no me permitía estar cerca de esa Institución y los importantes cargos públicos que debía desempeñar con eficiente entrega, no me dejaban tiempo,. Tiempo después me autorizaron, formar un triángulo, pero el ilustre doctor Ignacio Rodríguez-Guerrero, murió y los otros dos amigos, el doctor Alberto Casas Almanza decidió radicarse en Bogotá y Omar De la Rosa Martínez, lamentablemente también falleció, por lo cual me desconecté de la masonería pero espiritualmente la acompaño en la realización de las buenas obras en favor de la humanidad. Pasto fue fundada el 24 de junio de 1537 por Sebastián de Belalcázar, sobre el Valle de Atriz, ha sido y es una ciudad teológica y clerical. Es una ciudad bonita, de gente buena y acogedora; su clima es frío., 14º como temperatura
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media. Con el plan vial que está en su culminación se tornará más interesante y son admirables la cantidad de nuevos edificios que se ha construido. Ha dado destacadas figuras como juristas, escritores, literatos, periodistas, músicos, poetas, pintores y amantes de la cultura. Las anotaciones anteriores las hago con fundamento en las que he conservado desde las épocas que estuve cerca de la Masonería, toda vez que no se consiguen libros, no son bien vistos en las librerías por los católicos y cristianos como ha ocurrido con muchos libros, algunos destruidos y otros que poco se recuerda, como las magníficas obras de José María Vargas-Vila a quien considero uno de los más ilustres literatos que ha dado Colombia. De las 48 obras que alcanzó a escribir, tengo actualmente en mi biblioteca veinte de ellas. A la iglesia católica le hace falta actualizarse. El pontificado cree que los sacerdotes son por naturaleza eunucos, sin embargo, en muchas partes aflora la pederastia que causa escándalo para la sociedad. A propósito recuerdo al ilustre Arzobispo de Bogotá, Manuel José Mosquera, hermano de Tomás Cipriano, cuatro veces Presidente de Colombia, quien publicó en París en 1842, en la Imprenta de Bruneau, el libro titulado “Doctrinas ortodoxas sobre el matrimonio de los clérigos mayores” y han transcurrido 166 años sin que esa Institución religiosa decida acabar con el falso celibato; considera el matrimonio como sacramento y la unión después del divorcio como un adulterio y no acepta los tres casos en que la ley le permite a la mujer el aborto, anotando que el dueño de la vida de los seres humanos es Dios.
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Reseña del libro “Historia mínima de Colombia”, de Jorge-Orlando Melo (por: Alejandro Gaviria). Hay en el libro cierto pudor, cierta reticencia interpretativa. La historia es pudorosa, suele ocultar sus fechas esenciales, escribió Borges. Oculta también sus principales mecanismos, podríamos adicionar. Melo presenta los hechos de manera escueta. Pero tampoco podemos decir que esta historia de Colombia es mínima en interpretaciones. Que las hay, las hay. Quiero, como un acicate, como una invitación a su lectura, proponer once tesis implícitas en el libro, once ideas fundamentales para entender a nuestro país. 1. Desde la introducción, se pone de presente la importancia de la geografía. Este énfasis recuerda las ideas de Engerman y Sokoloff (para usar una referencia conocida para los historiadores económicos). También las ideas de Jared Diamond. Somos en parte producto de nuestra geografía endemoniada que nos ha alejado del mundo y de nosotros mismos, sugiere Melo. Si quisiera ilustrar este libro, poner un grabado en la portada, usaría el paso del Quindío de Humboldt. Nuestra geografía explica la tensión centro-regiones, el aislamiento y la idea recurrente en el libro de unas islas de prosperidad, seguridad o salubridad en medio de un océano de pobreza, violencia o enfermedad. 2. El libro también enfatiza la importancia del legado colonial. Una triple importancia en mi opinión: institucional, sociológica y económica. De la colonia heredamos un poder
central teórico e ineficaz, una cultura transaccional (la idea de que las leyes son negociables), una sociedad jerárquica, las disputas absurdas por títulos, ritos y ceremonias, una propiedad de la tierra concentrada, una distribución de la población en las altiplanicies orientales, en últimas, una nación escindida, sin unidad. 3. Desde la colonia, pero más en la república, la colonización ha sido un motor de cambio, una oposición al legado colonial, una fuerza transformadora. La colonización antioqueña, en particular, fue transformadora en muchos sentidos: cambió el mapa de la demografía, la política, la economía, así como la importancia relativa de los poderes regionales. 4. Implícitamente al menos, el libro es escéptico sobre el poder bogotano o, mejor, sobre el poder de los criollos santafereños y los políticos capitalinos, etc. Caucanos, santandereanos, tolimenses, antioqueños y boyacenses han gobernado a Colombia. Para decirlo de manera provocadora, el libro sugiere que aquello de “los mismos con las mismas” es una caricatura sin mucho sustento, que no subraya lo esencial. 5. El libro enfatiza también el papel de los letrados en los primeros momentos de la República, el dominio abrumador de los abogados que tanto molestaba a Bolívar, el hecho de que los jefes de Estado no fueron terratenientes o empresarios sino libreros. Pero los letrados, paradójicamente, estaban dispuestos a torcer las ideas y la ley en medio del fragor político: Revista Aleph No. 185. Año LII (2018)
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“la derrota en la concepción propia era identificada como un desastre para el país”. Los letrados se creían, por lo tanto, con licencia para cambiar las reglas y adoptar formas de lucha eclécticas. La violencia y el fraude nunca se descartaron. 6. El libro también postula que Colombia padeció de una excesiva ideologización, una suerte de fragor político casi obsesivo, en el siglo XIX, en los años 20 del siglo pasado, en las luchas guerrilleras de mitad de siglo, en las posteriores luchas de los años 70. En los años cuarenta, “la pugna entre liberales y conservadores fue, más que un enfrentamiento político por el triunfo electoral, una guerra santa por modelos sociales diferentes”. Lo mismo puede decirse de muchas de las revoluciones del siglo XIX. Incluso de las locuras religiosas de las guerrillas en su comienzo. 7. El Frente Nacional no solo trajo exclusión política, creó también un equilibrio extraño, un Estado atrofiado en el cual coexistían cierta estabilidad macroeconómica y un reformismo tímido, pero al mismo tiempo unas poderosas redes clientelistas que siguen operando en la actualidad. 8. El libro, en el espíritu de Bushnell, tal vez, es optimista y escéptico al mismo tiempo, tiene un enfoque que yo quisiera llamar liberalismo sosegado. Quiero rescatar dos ideas del libro sobre el liberalismo. Primero, el optimismo sobre el liberalismo del XIX habida cuenta de las transformaciones de las finanzas públicas,
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el crecimiento inusitado de las rentas locales y los avances innegables hacia una sociedad más abierta. Y segundo, el optimismo sobre el liberalismo reciente, en particular los avances lentos, pero firmes hacia una sociedad laica. “Colombia, un poco inadvertidamente, se convirtió en una sociedad laica”. 9. El conflicto histórico, centrado en las luchas ideológicas, en las guerras santas, fue transformado esencialmente por el narcotráfico. El narcotráfico reveló y acentuó las debilidades institucionales, volvió la justicia inoperante y dio origen a una epidemia sin precedentes de crimen violento. Las guerras santas se convirtieron en guerras por las rutas y el mercado. 10. La historia de Colombia puede verse como la búsqueda evasiva de la unidad nacional. Ser colombiano, pareciera sugerir el libro, sigue siendo, después de todo, un “acto de fe” (para usar las palabras de Javier Otárola, otro de los letrados bogotanos que habitan la realidad y la ficción). 11. La violencia ha sido nuestro gran fracaso histórico. Pero no es una maldición y tampoco podemos decir que ha obedecido siempre a las mismas causas. Pero la culpa principal viene de quienes promovieron, por décadas, la violencia como vehículo de cambio social. Ref.: http://agaviria.blogspot.de/2018/04/resena-de-historia-minima-de-colombia.html?spref=tw
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La percepción de la totalidad (por: Luis Camargo, desde Barcelona). La Fira per la Terra es uno de los eventos populares más importantes que se celebran en Barcelona. Cumple 23 ediciones, las últimas tienen más de 100.000 visitantes y se ha convertido en un catalizador de movimientos sociales muy importante. Los participantes firman La Carta de la Tierra a manera de compromiso y cada año, al renovar la participación han de presentar un informe de las acciones realizadas en favor de esa iniciativa. La Carta es la declaración ecológica internacional más consistente que se ha generado en el siglo XXI y define una serie de propósitos a realizar para hacer sostenible nuestra vida en el planeta, desde el punto de vista social, humano y ecológico. Plantea algo nuevo: una relación integral entre nosotros y el planeta y en consecuencia también que la protección medioambiental, los derechos humanos, el desarrollo igualitario y la paz son interdependientes e indivisibles para lograrla. Estos ideales razonables, parecen lejanos de nosotros como individuos, ya que asumimos que son los estados los que se dedican a ellos como administradores del común. Así, queda en evidencia una limitación general para entrar en las formas de pensamiento global que estos tiempos exigen. La realización de los ideales que plantea la Carta ha ido emergiendo poco a poco, desde el sentido común y como una respuesta natural a las necesidades humanas de estos tiempos. Surge desde las bases en forma de auto-organización y en movimientos sociales que son la
respuesta dinámica a las necesidades sociales humanas que los estados, por su propia naturaleza estática, tienen dificultad en asimilar. Así nos encontramos frente a uno de los fenómenos más significativos de estos tiempos, la posibilidad de pensar globalmente y actuar localmente desde formas asociativas, activadas por necesidades reales, con el pulso del presente. En el caso de la Fira, pequeñas asociaciones e individuos generan múltiples iniciativas que van desde la alimentación, las energías renovables, la salud, los derechos humanos y de los animales, los oficios tradicionales, las iniciativas sociales, hasta la espiritualidad. Un tejido que cada año suma nuevas e interesantes iniciativas y que pueden ser el pulso de estos tiempos en una ciudad de referencia en movimientos sociales como es Barcelona, a partir de mi trabajo como fotógrafo por más de 15 años de la percepción que tengo como propuesta de convocatoria. Este contacto con el presente parece ser más valioso de lo que hemos supuesto, puesto que nutre el gran negocio de estos tiempos, la minería de datos. Una lectura en tiempo real de los pensamientos y emociones de los habitantes del planeta, instrumentada como herramienta política y de mercadeo, y basada en el elemento conector más poderoso de la cultura humana, el lenguaje. No es gratuito el cambio de nombre de Google a Alphabet. La relación consciente de las culturas humanas con la totalidad ha emergido en varios momentos de la historia, tal vez los más brillantes de ella. En el siglo Revista Aleph No. 185. Año LII (2018)
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XX esto vuelve a suceder con la teoría de la relatividad y la física cuántica, que descubren elementos que nos conectan de ésta manera y nos aproximan al viejo ideal de imitar la naturaleza desde la ciencia. Uno de esos elementos es la geometría fractal que en un lenguaje visual deja vislumbrar una relación armoniosa y coherente entre las partes y la totalidad. Esta nueva geometría se basa en un principio presente en la naturaleza, la auto-semejanza que puede ser descrita así: “La parte es como la totalidad, la totalidad es como la parte”, una relación de la que deriva toda la complejidad natural . Los símbolos no son ni más ni menos que resúmenes de un contacto que tenemos con la realidad natural desde hace miles de años y han llegado a nosotros de alguna manera monopolizados por las religiones. La idea es dar visibilidad al tejido social que constantemente desarrollamos en nuestras relaciones y en nuestro trabajo cotidiano, pero que usualmente no logramos percibir, por un sentimiento de aislamiento que está fomentado por el sistema a través del discurso de los medios masivos, del ejercicio de poder a través del temor (“Dividir para reinar”, lema de base en el patriarcado). La idea es dar visibilidad a las diferentes iniciativas que son referentes potenciales de construcción hacia el cambio por un nuevo país, que han de arraigar, pues de lo contrario el sueño de cambio puede convertirse fácilmente en un frustración colectiva, algo que es preferible evitar. Para ello aporto mi obra plástica, imágenes que pueden dar tan-
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gibilidad a una percepción más real de las relaciones que construyen el tejido social en que vivimos. Espero que otros desde distintos ámbitos puedan aportar elementos, experiencias, perspectivas e ideas a estas ágoras Sobre todo cuando estamos frente a una oportunidad para darle forma al vínculo que nos une, algo sobre lo que muchos personas trabajamos actualmente y de lo cual tenemos evidencia año tras año en la evolución de la Fira, que ha sido la inspiradora del concepto. Así, en el IES Verdaguer a la luz de estos símbolos contemporáneos, os invito a esta primera Ágora “Reconociendo el tejido”, a fin de compartir los planteamientos, procesos y experiencias de las personas y colectivos convocados, que ofrecen sus experiencias en la búsqueda de la construcción de un nuevo tejido social más coherente. Ejemplos actuales de esta suerte de “fractal” que, estamos tejiendo desde hace tanto tiempo de forma inconsciente y que podemos hacer consciente a través del diálogo. Puede ser que ésto facilite integrarlo en nuestras proyecciones hacia la realización del mundo en el que queremos vivir. El recorrido de todos estos años en el desarrollo de un concepto que pudiera describir la curiosa relación que el agua me ha ofrecido y que se ha convertido en mi obra plástica deja un tejido de relaciones que se han construido invariablemente en relación con esa misma pregunta acerca del hipnótico movimiento del elemento del que procede la vida. Como ser humano he asumido este proceso como una alternativa para relacionarme con el mundo, básicamente,
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apelando a las confirmaciones que el sentido común pudiera hacer brotar el diálogo con las diferentes búsquedas de otras personas involucradas en las disciplinas más dispares. Es curioso, pero siempre ha existido en mi la certeza de que todo se debía integrar y puede ser que eso esté a punto de ser precipitado como un hecho real, básicamente por el hecho de que así lo creamos. Éste por supuesto es un viaje personal, como todos los viajes, lo que tiene de valioso es poderlo compartir y vivenciar lo que puede hacer emerger en otros en el recorrido de sus propios laberintos. Un viaje personal que se imbrica en el viaje común. Es curioso poder pensar
que finalmente se trata de un proceso subjetivo, una vivencia interior, todo esto que trato de objetivar para poderlo transmitir, para idealmente pasar del mío al nuestro, una identidad alojada y lentamente gestada a lo largo de las generaciones humanas, e inscrita en memorias biológicas, cuerpo, lenguaje y cultura. ADICIONALES: Las formas de organización a nivel local ha sido la forma original de desarrollo humano y son las que nos ha traído al actual estado de desarrollo que tenemos en el globalizado siglo XXI. La energía más poderosa en el planeta, la voluntad humana.
Patronato histórico de la Revista. Alfonso Carvajal-Escobar ()א, Marta Traba ()א, José-Félix Patiño R., Bernardo Trejos-Arcila, Jorge Ramírez-Giraldo ()א, Luciano Mora-Osejo ()א, Valentina Marulanda ()א, José-Fernando Isaza D., Rubén Sierra-Mejía, Jesús Mejía-Ossa ()א, Guillermo Botero-Gutiérrez ()א, Mirta Negreira-Lucas ()א, Bernardo Ramírez ()א, Livia González, Matilde Espinosa ()א, Maruja Vieira, Hugo Marulanda-López ()א, Antonio Gallego-Uribe ()א, Santiago Moreno G., Rafael Gutiérrez-Girardot ()א, Eduardo López-Villegas, León Duque-Orrego, Pilar González-Gómez, Graciela Maturo, Rodrigo Ramírez-Cardona ()א, Norma Velásquez-Garcés ()א, Luis-Eduardo Mora O. ()א, Carmenza Isaza D., Antanas Mockus S., Guillermo Páramo-Rocha, Carlos Gaviria-Díaz ()א, Humberto Mora O. ()א, Adela Londoño-Carvajal, Fernando Mejía-Fernández, Álvaro Gutiérrez A., Juan-Luis Mejía A., Darío Valencia-Restrepo, Marta-Elena Bravo de H., Ninfa Muñoz R., Amanda García M., Martha-Lucía Londoño de Maldonado, Jorge-Eduardo Salazar T., Ángela-María Botero, Jaime Pinzón A., Luz-Marina Amézquita, Guillermo Rendón G., Anielka Gelemur ()א, Mario Spaggiari-Jaramillo ()א, Jorge-Eduardo Hurtado G., Heriberto Santacruz-Ibarra, Mónica Jaramillo, Fabio Rincón C., Gonzalo Duque-Escobar, Alberto Marulanda L., Daniel-Alberto Arias T., José-Oscar Jaramillo J., Jorge Maldonado ()א, Maria-Leonor Villada S. ()א, Maria-Elena Villegas L., Constanza Montoya R., Elsie Duque de Ramírez, Rafael Zambrano, José-Gregorio Rodríguez, Martha-Helena Barco V., Jesús Gómez L., Pedro Zapata, Ángela García M., David Puerta Z., Ignacio Ramírez ()א, Nelson Vallejo-Gómez, Antonio García-Lozada, María-Dolores Jaramillo, Albio Martínez-Simanca, Jorge Consuegra-Afanador ()א, Consuelo Triviño-Anzola, Alba-Inés Arias F., Alejandro Dávila A. Revista Aleph No. 185. Año LII (2018)
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Colaboradores Enrique Pérez-Arbeláez (1886-1972). Botánico, Ph.D. en Alemania. Creador del “Herbario nacional colombiano” y del “Jardín Botánico José Celestino Mutis”. Profesor/investigador de la Universidad Nacional de Colombia. Autor de 37 libros, con un total de 110 publicaciones. Entre sus más significativas obras está el volumen de “Plantas útiles de Colombia”. Como singularidad realizó estudio, en 1952, sobre las fuentes alimentadoras del Acueducto de Manizales. Darío Valencia-Restrepo. Ingeniero-Matemático-Humanista, Académico de Ciencias, con desempeños en los rectorados de la Universidad Nacional de Colombia y la Universidad de Antioquia. Profesor/investigador de la UN, Doctor h.c. de la misma. Consultor. En los años recientes se ha destacado en la investigación sobre la vida y la obra de Francisco José de Caldas, con publicación de valiosos trabajos, y promotor con la Academia Colombiana de Ciencias (ACCEFyN) de eventos para exaltar la memoria del científico-prócer. Carlos-Alberto Ospina H. Máster y Ph.D. en Filosofía, con énfasis en Estética; profesor titular e investigador de la Escuela de Filosofía de la Universidad de Caldas. Ensayista. Graciela Maturo (n. 1928). Poeta, ensayista, profesora/investigadora de la Universidad de Buenos aires, con amplia y calificada obra. Gabriela-Mercedes Arciniegas. Escritora en los géneros de poesía y cuento; traductora. Jorge Mora-Caldas (n. 1928). Jurista e historiador; ocupó altos cargos de la carrera judicial y en la rama del Control. Autor de numerosos informes y libros técnicos sobre Hacienda Pública. Entre sus obras más recientes cabe destacar: “Reminiscencias” (1994), “Función fiscalizadora del Estado” (2006), “Introducción al estudio de la música” (2008), “Memorias y Epistolario” (2014), “Los libros, aporte bibliográfico, las bellas artes e investigaciones históricas” (2014). Luis Camargo. Artista visual colombiano, radicado en Barcelona, con investigaciones holísticas en la comprensión de la vida y del mundo, con eje en la Cultura y elementos de la física cuántica. Lorena Perdomo. Alumna con estudios avanzados en la Escuela de Artes Plásticas de la Universidad de Caldas, originaria del departamento del Huila.
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Contenido
Conservacionismo en Caldas /manuscrito autógrafo/ /Enrique Pérez-Arbeláez/
1
Contribución de F.J. de Caldas a la fundación de la geografía de las plantas /Darío Valencia-Restrepo/
5
Jorge Arias de Greiff: científico-librepensador y la institucionalidad de la “beatería” /Carlos-Enrique Ruiz/
26
Divertimentos y espejismos, solo si cuidamos el lenguaje /Carlos-Alberto Ospina H./
43
Debate entre la poética humanista y la emergencia de una poética objetivante /Graciela Maturo/
49
Dos cuentos: “Mujer de sal” y “Tránsito” /Gabriela-Mercedes Arciniegas/
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N O TAS
/La masonería (por: Jorge Mora-Caldas)/ Reseña del libro “Historia mínima de Colombia”, de Jorge-Orlando Melo (por: Alejandro Gaviria)/ La percepción de la totalidad (por: Luis Camargo)/
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Colaboradores
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