Mi salón de clases, características de los niños El recinto donde realicé mi primera jornada de observación y prácticas, y a donde pretendo regresar a lo largo del tercer semestre, fue el segundo grado grupo “A” a cargo de la educadora Josefina Huerta Márquez con un grupo de 31 alumnos entre niños y niñas que al final del día son quienes hace posible gran parte de mi intervención como futura docente. La edad de estos niños se encuentra entre los 4 y 5 años de edad correspondiente al grado en el que se encuentran estos 31 menores. El clima del aula que propicia la educadora titular es pacífico y da pie a poder realizar situaciones didácticas, teniendo en cuenta el
tiempo que ella lleva tratando con el mismo, es decir,
conoce actitudes y reacciones de los niños al tratar las diferentes actividades con ellos. Acercarme a ellos con el afán de conocerlos, no me llevó a un 100%, vamos ni en un 50% llegue a conocerlos, aun apoyándome en sus evaluaciones diagnosticas permitidas por la docente que las realizó y siendo presente de algunas entrevistas que se les realizaron a padres de familia y alumnos pude percatarme de algunas actitudes y comportamientos de niños que pudieron e infirieron en mis prácticas iniciales, pues recurrentemente asistían fuera de su lugar de trabajo, que ellos mismos se asignaban cada mañana, y con frecuencia alteraban el orden establecido desplazándose por el salón sin que alguien pudiera detenerlos. A ellos les correspondía mi adecuación curricular, pues presentaban algunos síntomas que la educadora titular hacía referencia a un Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), pero no habían podido ser evaluados por que no se contaba con el personal necesario y especializado para realizarlo, les costaba trabajo convivir con los demás, y constantemente sus juegos terminaban en una pelea. Así mismo también se podían observar niños a quienes la convivencia y el relacionarse con los compañeros de clase les era indiferente, y preferían
permanecer solos, pues al preguntarle por sus amigos jamás sabía que responder, y siempre prefería trabajar individualmente. Dentro de esta revisión de documentos, se encontraban familias conformadas solamente por madres solteras, niños viviendo con sus abuelos o con un padrastro o madrastra, y estos mismos educandos eran identificados por un comportamiento agresivo, en la actividad de juego. Lo que me llamó constantemente la atención, es que no era un golpe, era una mordida su reacción de defensa. Por otro lado existía un caso en especial, una alumna, Ximena (caminar erguido y torpe poca habla, y coordinación en sus movimientos) a los cuales les tomaba más tiempo la realización de las actividades y constantemente pedían ayuda para realizarlos, se desesperaba fácilmente cuando los ejercicios implicaban actividad donde pusieran en práctica la motricidad fina o gruesa, cualquiera que fuese. De ahí en más los demás niños solo necesitaba que las actividades fueran de interesantes para ellos, pues trabajaban a un ritmo similar, diferenciándose por el estilo y práctica de cada uno de ellos que por ende es comprensible. Por ello el ambiente de aprendizaje se situó en quien aprende y en el contexto, analizar que es lo que viven para comenzar a entender por qué lo están haciendo.