¿ESTABILIDAD O CRECIMIENTO? Por: Lic. Víctor Zamora, Asesor en temas económicos en el Senado de la República; Lic. José Antonio Bolívar Bustillo, Coordinador de Asesores del Senador Ernesto Ruffo Appel en la Comisión de Asuntos Fronterizos Norte del Senador de la República.
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a historia económica del siglo XXI contrasta significativamente con la del siglo pasado, y el principal factor para diferenciarlas es una mayor estabilidad política, social y económica. Quienes vivimos parte de aquella centuria con una edad suficiente para captar los dramas familiares y sociales, seguramente recordaremos cuando los precios de los bienes se disparaban de un momento a otro, convirtiendo en una verdadera hazaña la subsistencia diaria de las familias mexicanas. O peor aún, cuando miles de familias y empresas perdían su patrimonio debido a que el monto de los créditos se convertía en impagable de un momento a otro. También conocimos verdaderos magos de la economía. Por un lado, empresarios y ciudadanos honestos haciendo milagros con el mermado poder adquisitivo, y por otro, “gurús” de la economía que determinaron “fortalecer” al peso asignándole un valor por decreto, o que lograron convertir la excesiva inflación de los precios en cantidades menos escandalosas, mediante la fórmula mágica de borrarle tres ceros a nuestro antiguo y ya muy golpeado peso, para dar lugar al “nuevo peso”. Hacia finales del siglo anterior dio inicio un periodo de estabilidad que, de alguna manera, se ha mantenido hasta nuestros días, con tasas de interés e inflación fijas y con reglas del juego cada vez más claras y sobre todo más justas para todos. Comparado con el panorama descrito al inicio de este artículo, el periodo actual de estabilidad podría considerarse como un mundo ideal, si lo comparamos con el popular dicho “en tierra de ciegos el tuerto es rey”. Sin embargo, la realidad es que estamos lejos del nivel deseable, muy lejos de nuestro potencial económico y mucho más lejos de las economías desarrolladas. Si bien es cierto que ya no sufrimos, al menos hasta el momento, crisis abruptas que generen quiebras masivas, también es verdad que no hemos sido capaces de generar las condiciones para crecer a un ritmo cercano a nuestro potencial real, y que a su vez se traduzca en un mayor desarrollo social. Esto se traduce en un fracaso, sobre todo considerando la riqueza de recursos naturales y humanos con que contamos,
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Gaceta de la Frontera Norte
así como el nivel creciente de gasto y deuda públicos que actualmente se registran y que no se han visto reflejados en un mayor dinamismo económico. En 2013, por ejemplo, el ritmo de crecimiento fue lento, de apenas 1.4% en términos reales, con un ritmo de gasto público lento para ser el primer año de gobierno de la actual administración. En 2014 se esperaba un mayor dinamismo con expectativas de 3.5 a 3.9% anual; sin embargo el crecimiento fue de apenas 2.4%, con un ritmo más dinámico en el gasto público a costa, inclusive, de una mayor deuda pública, pero que no tuvo efectos visibles en la economía. Para 2015 se pronosticaba un crecimiento de hasta 4.2% (SHCP, CGPE 2015); sin embargo ya se han hecho ajustes en las previsiones ante la realidad del contexto económico actual, con el riesgo de que el crecimiento sea menor al de 2014, hasta un piso de 2% real anual. Según lo observado hasta ahora, el crecimiento del primer trimestre de 2015 fue de 2.6% real anual, por debajo de lo esperado; mientras que en el segundo trimestre fue de 2.2% real anual, para acumular un crecimiento de apenas 2.4% en el semestre. Si consideramos el crecimiento respecto al trimestre inmediato anterior, en el primer trimestre el avance fue de apenas 0.4% con cifras desestacionalizadas, mientras que en el segundo trimestre la economía creció tan sólo 0.5% respecto al trimestre precedente. Por otra parte, lo que sucede con el tipo de cambio es evidencia de nuestra vulnerabilidad. La cotización ha llegado a niveles de 17.50 pesos por dólar, cerrando paulatinamente la diferencia que existía respecto a la paridad peso-euro. Lamentablemente esto aún no termina, pues a la fecha el Banco de México ha realizado, sin muchos éxito, varias subastas de importante cuantía para detener la caída del peso.