Arquitectura mudéjar en la comarca de Guadix
tapa dura:Maquetación 1 15/04/09 14:50 Página 1
Arquitectura
mudéjar
en la comarca
de
Guadix
Arquitectura mudéjar en la comarca de Guadix
José Manuel Gómez-Moreno Calera
Las fotografías de este libro han sido realizadas por José Manuel Gómez-Moreno, excepto las abajo indicadas. Cuando en una misma página aparecen varias se concretan con una letra según orden de lectura: ADR Comarca de Guadix: 37(a), 39, 58, 63, 71(b), 73, 75, 81, 82, 85, 103, 111, 113, 118(b), 131, 132(a), 142(b), 143, 146(b), 149, 152(a), 155, 157, 167, 169(a), 171(b), 176 Torcuato Fandila García de los Reyes: 54, 91, 104, 110(b),128, 158(b), 161, 169(b), 171(a), 189
© de la edición: Centro de Iniciativas Turísticas de la Comarca de Guadix © del texto: José Manuel Gómez-Moreno Calera © de las fotografías: los autores © de los planos: Estudio de arquitectura de Joaquín Valverde Bocanegra (Adap. Antonio López Marcos) Diseño y producción: DSIGNUM Estudi Gràfic, s.l. (Barcelona) ISBN: 978-84-935722-3-5 Depósito legal: B-24429-2009 Centro de Iniciativas Turísticas de la Comarca de Guadix Ctra. de Murcia, s/n (Antigua Azucarera) 18500 Guadix (Granada) Tfno.: 958 66 50 70 Fax: 958 66 51 91 e-mail: info@guadixymarquesado.com http://www.guadixymarquesado.com El Centro de Iniciativas Turísticas de la Comarca de Guadix desea mostrar su agradecimiento al Obispado de Guadix-Baza por permitir la reproducción de los planos que ilustran este libro, pertenecientes al Inventario de Bienes Inmuebles de la Diócesis de Guadix, redactado por el arquitecto D. Joaquín Valverde Bocanegra.
FINANCIAN:
PROMUEVEN: MINISTERIO DE MEDIO AMBIENTE Y MEDIO RURAL Y MARINO
FEOGA-O
A todos los personajes y artífices que hicieron posible este patrimonio, a Carlos Asenjo Sedano y a todos aquéllos que me ayudaron a conocerlo, a los que velan por su conservación, para que no cejen en el empeño, y a toda la buena gente que ha amado y ama esta tierra.
El autor
Índice
Introducción
5
1. Identidad histórica de la España mudéjar y definición del arte mudéjar
7
1.1 Identificación histórica de los mudéjares: sociedad mudéjar y arte mudéjar 1.2 Definición de arte mudéjar y premisas básicas de reconocimiento
9 10
5. Estudio tipológico de los edificios mudéjares 5.1 Arquitectura religiosa: iglesias parroquiales, ermitas, arquitectura conventual
77
5.1.1 Tipologías arquitectónicas y su correspondencia con las armaduras
77
5.1.2 Problemas en torno a la cronología y la evolución constructiva y decorativa de las iglesias
2. El arte mudéjar en el antiguo Reino de Granada
13
3. Guadix y el arte mudéjar
23
80
5.1.3 Las ermitas y sus singularidades
83
5.1.4 La arquitectura conventual: el caso de Guadix como único exponente
84
5.2 Arquitectura civil, pública y privada: los palacios accitanos
3.1 Guadix tierra mudéjar: peculiaridades geográficas, históricas,
75
84
25
5.2.1 Arquitectura pública
84
3.2 Perfiles artísticos del Guadix mudéjar. Consideraciones generales
31
5.2.2 Arquitectura civil privada: los palacios accitanos
86
3.3 Artífices y promotores del mudéjar accitano
35
5.2.3 Los baños islámicos y su perduración en época cristiana
88
económicas y sociales de la comarca
4. Técnicas, materiales y sistemas constructivos 4.1 Elementos de albañilería
39 41
6. Catálogo de edificios mudéjares 6.1 Guadix ciudad
91 93
4.1.1 El muro y sus aparejos
42
6.1.1 Arquitectura civil pública
93
4.1.2 Elementos de soporte aislados: pilares, columnas, pies derechos
44
Antigua Lonja y Pósito
93
4.1.3 Arcos
44
Real Pósito
94
4.1.4 Portadas
47
Antiguo Hospital Real
94
4.1.5 Torres
51
4.1.6 Aleros y cornisas
52
Arco de la Imagen
96
4.1.7 El enlucido de los muros y su problemática
55
Puerta de San Torcuato
96
56
4.2.1 Algunas particularidades previas de la carpintería de armar accitana 4.2.2 Las techumbres en el mudéjar accitano. Tipologías y terminología
96
6.1.3 Arquitectura civil privada. Huellas mudéjares en la arquitectura
4.2 Techumbres y armaduras. La carpintería de armar o carpintería de lo blanco: concepto y ámbito
6.1.2 Arcos y puertas
doméstica y señorial
98
El Palacio Episcopal y Curia
99
56
Palacio de Peñaflor o de los Pérez de Barradas
102
59
Palacio de Villalegre o de los Fernández de Córdoba
105
6.1.4 Arquitectura religiosa
108
4.2.2.1 Techumbres planas
59
4.2.2.2 Armaduras de paños
61
Iglesia del antiguo convento de Santo Domingo
108
4.2.2.3 Artesonados y otras variantes
62
Iglesia del antiguo convento de San Francisco
112
4.2.3 Elementos complementarios de las armaduras y su adorno
62
Monasterio de Santiago
115
4.2.4 Policromía
68
Iglesia de Santiago
116
72
Iglesia de Santa Ana
122
4.3. La cerámica arquitectónica
Arquitectura mudéjar en la comarca de Guadix
Antigua Iglesia de San Miguel
124
Iglesia de la Magdalena
125
6.2 Las iglesias del Marquesado del Cenete
129
Albuñán
129
Aldeire
133
Alquife
136
Cogollos de Guadix
137
Dólar
139
Huéneja
141
Jérez del Marquesado
143
La Calahorra
148
Lanteira
151
6.3 Valle del Zalabí
153
Alcudia
154
Exfiliana
156
6.4 Valles de los ríos Alhama y Fardes
156
Beas de Guadix
156
Cortes
159
Fonelas
162
Graena
163
La Peza
166
Paulenca (Guadix)
168
Purullena
170
6.5 Comarca de los Montes
172
Gobernador
172
Huélago
174
Moreda
177
7. Bibliografía
181
8. Glosario terminológico esencial
189
9. Planos
195
Agradecimientos
221
Introducción La provincia de Granada ofrece un panorama artístico muy rico y diverso, como absolutamente diversa es su propia geografía y paisaje. Pero a pesar de esa importancia patrimonial, el peso monumental e institucional de Granada capital ha eclipsado a otros espacios culturales colaterales, considerados de forma apriorística periféricos o de segundo orden. Este es el caso de la zona norte de la provincia y, en concreto, de Guadix y su comarca. Aquellos que hemos tenido la suerte, por vocación y obligación, de conocer este territorio, entendemos que uno de sus más claros signos de identidad es el conjunto de su arquitectura mudéjar y en particular de sus techumbres de madera. El elenco de armaduras y alfarjes que cubren numerosos templos y edificios civiles, como las iglesias de Galera, Cortes de Baza, Graena, Beas de Guadix; las de Santo Domingo, San Francisco o Santiago en Guadix; o la de Santiago, el Palacio de los Enríquez, el colegio de la Presentación y el antiguo Ayuntamiento de Baza, son de una belleza y riqueza que dejan sorprendidos a entendidos y profanos; y sólo se han mencionado las más representativas. Fuera de este conjunto, los edificios de la catedral de Guadix, las antiguas colegiatas de Baza y Huéscar o la iglesia de Puebla de Don Fadrique son de una categoría y personalidad tales, que constituyen por si mismos centros de irradiación y experimentación artística de gran trascendencia. Tampoco tiene parangón posible, y es obra pionera del Renacimiento en España, el castillo-palacio de La Calahorra. Y centrándonos en Guadix y su conjunto histórico, qué decir del conjunto de palacios y casas solariegas que descuellan en su casco urbano, con la alcazaba como puente de mando, su propia singularidad urbanística o el contraste que en él ejerce su barrio de las cuevas y, en general, el hábitat troglodítico tan peculiar de esta zona, que terminan por configurar un espacio social y cultural excepcional. Pero aunque carecieran de ese valor de privilegio, seguirían constituyendo un objeto principal de análisis y de conocimiento. Solamente abarcando la totalidad de los fenómenos culturales de un territorio, podremos comprender el pulso y los perfiles de su cultura artística como fenómeno de identidad social. Se da el caso, además, de que en muchas localidades, y más en las poblaciones rurales, las modestas iglesias parroquiales y las obras que en ellas se conservan son de los pocos hitos de continuidad histórica que permiten establecer la obligada relación entre pasado y presente.
Este libro pretende, pues, ofrecer una amplia panorámica de una de estas parcelas o rincones artísticos de la zona norte de Granada como es su patrimonio mudéjar, centrándonos en Guadix y su comarca como unidad territorial y administrativa. Pretendemos con ello ofrecer unas bellas imágenes, como demostración palpable de lo afirmado, al tiempo que profundizar en los factores de identidad, características generales y el estudio individualizado de cada uno de los edificios que lo integran. Hemos de aclarar, como premisa previa, que es el primer estudio que intenta abordar este tema de forma monográfica. Solamente el libro de los profesores Henares Cuéllar y López Guzmán Arquitectura mudéjar en Granada, que supuso un primer avance; mi tesis doctoral sobre La arquitectura religiosa en la crisis del Renacimiento; contados estudios de edificios concretos (las iglesias de Fonelas, Moreda o la ermita de Huéneja); y, sobre todo, la ingente aportación documental de Asenjo Sedano, salvaban este panorama del olvido y desconocimiento casi total. El estudio y conocimiento de la arquitectura, y en el caso concreto de la mudéjar, exige el empleo de un vocabulario específico y de unos conceptos que, en principio, no todos los lectores tienen que conocer. Por ello, se ha considerado oportuno incluir un pormenorizado capítulo dedicado a las técnicas constructivas, los elementos concretos y la particularidad de las armaduras y techumbres mudéjares, con abundantes gráficos e imágenes explicativas. Al final también se incorpora un glosario de términos más usuales y, acompañando a todo el texto, se aporta un amplio repertorio de imágenes que, en sí mismas, constituyen un discurso paralelo de indudable deleite.
Zaragoza. La Seo. Muros exteriores con decoraci贸n mud茅jar.
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Identidad histórica de la España mudéjar y definición del arte mudéjar
Toledo. San Vicente. Ă bside de la iglesia.
Teruel. Iglesia de San MartĂn. Detalle de la torre.
Identidad histórica de la España mudéjar y definición del arte mudéjar El mudéjar es la aportación artística más genuinamente hispana y una de nuestras mayores contribuciones a la cultura universal. Solamente los dos siglos que preceden al período románico, con el arte visigodo, el prerrománico asturiano y el mozárabe, adquieren, asimismo, rango de exclusividad artística, pero con un desarrollo mucho más limitado en el espacio, en el tiempo y en cantidad de obras equiparables. Exceptuando los señalados, todos los estilos artísticos que se desarrollan en España a partir del siglo XI proceden de fuera, ya sea de allende los Pirineos, del Mediterráneo o, en los últimos tiempos, del otro lado del Atlántico. Otra cosa es que aquí se dieran con personalidades y aportaciones propias y diferentes a otros territorios. Es pues el arte mudéjar el que, sin constituir exactamente un estilo, nos caracteriza e identifica de una forma singular y diferente. Su extensión y continuidad en el tiempo se ajusta a una palabra y un concepto hoy muy en boga como es el «mestizaje» social y cultural, que tantos y tan peculiares ejemplos ha dado en España, en general, y en Andalucía en particular, como forma de riqueza patrimonial. 1
1.1 Identificación histórica de los mudéjares: sociedad mudéjar y arte mudéjar El término mudéjar procede del árabe mudayyan, que significa «aquél al cual se le ha permitido quedarse» o «sometido». Esta denominación se aplicó a los musulmanes españoles que permanecieron en los distintos reinos cristianos conforme avanzaba la Reconquista, conservando su religión, lengua y costumbres, a cambio de pagar unos tributos especiales. Para entender el origen histórico de la sociedad mudéjar hay que remontarse al momento de la llegada del islam a la península Ibérica en el año 711. Tras la invasión y el rápido sometimiento, se implanta un nuevo orden político sobre unas bases de gran permisividad. Esta política de conveniencia determinó la continuidad de la estructura socio religiosa anterior, formada por hispano romanos cristianos, judíos y visigodos, a la que se unieron un amplio y heterogéneo conglomerado de pueblos islámicos, procedentes de oriente y del norte de África, con sus propios perfiles étnicos, sociales y culturales. Tras la llegada del invasor, la aristocracia visigoda y algunos hispanos resistentes se refugian en las regiones montañosas del norte (Asturias, Cantabria, País Vasco y Alto Aragón) y desde allí comenzarán la llamada Reconquista. Los ocho siglos que duró ese
período histórico no fueron de confrontación continua y absolutamente contrapuesta entre cristianos y musulmanes, sino que hubo episodios de enfrentamientos esporádicos junto a largas etapas de convivencia y comunicación comercial, más o menos consentida. Es precisamente en este reflujo o conquista hacia el sur, de amplios territorios ganados al islam, cuando aparecen los mudéjares como conjunto sociocultural y, algo más tarde, el arte mudéjar como aportación específica, sin que las dos denominaciones tengan una coincidencia exacta en el significado del término. Ante el rápido avance de los cristianos y la necesidad de mantener y abastecer grandes espacios de territorio ganado a los musulmanes, se les permitió a los vencidos permanecer en su tierra o incluso repoblar con ellos otros lugares, conservando sus tradiciones, idioma, propiedades y religión, ya que su natural pacífico y gran laboriosidad hacían, no ya posible, sino necesaria, su presencia en determinados ámbitos, sobre todo rurales, o ligados a oficios más o menos concretos, entre otros, el de la construcción. Incluso se dio el caso de algunas ciudades (como Sahagún o Teruel) y comarcas que con el tiempo se repoblaron con estos mudéjares, donde no habían quedado inicialmente tras la conquista, y allí surgirá un arte mudéjar descollante. Estos mudéjares, junto con los judíos, convivirán con los cristianos en los distintos territorios de los reinos hispánicos de forma muy desigual, viviendo normalmente cada grupo étnico-cultural en barrios y grupos separados, entre los que surgían ocasionalmente algún enfrentamiento, sobre todo contra la comunidad judía (estos conflictos con los judíos también se dieron en al-Andalus, en concreto uno grave en la Granada zirí del siglo XI). Las aljamas, juderías y barrios de exclusividad cristiana son una realidad indudable y, aunque no faltaron los matrimonios mixtos, estos eran mal vistos por las comunidades recíprocas. En realidad, más que de una convivencia debemos de hablar de una coexistencia, más armónica y equilibrada durante la Edad Media, y que empieza a quebrarse con la llegada de los Reyes Católicos y el final de la Reconquista.
1
Tras la conquista del Reino de Granada se inician diversos movimientos de rebeldía y beligerancia ante la violación de las capitulaciones pactadas con gran parte de las ciudades y territorios. Los levantamientos son rápidamente sofocados, entre otros el de Guadix de 1490. Pero es tras la primera rebelión mudéjar en Granada capital, el 1 Para un conocimiento más amplio sobre la problemática del arte mudéjar, su definición y aspectos más sobresalientes se incluye un índice bibliográfico, en el que se ofrece un elenco de las publicaciones más importantes.
9
Arquitectura mudéjar en la comarca de Guadix año 1499, cuando se va a obligar a los mudéjares a bautizarse o a salir del Reino, pasando en este momento a ser moriscos o cristianos nuevos. La primera expulsión u obligación de recibir el bautismo fue exclusivo de este territorio, paradójicamente el último en ser conquistado. Años más tarde seguirán otras políticas de bautismo forzoso en los reinos de Valencia, Castilla, León y Aragón. La política contemporizadora, ante la nula asimilación real de los moriscos a la religión y costumbres cristianas, se acaba con el advenimiento de Felipe II. En este momento se produce una nueva vuelta de tuerca más en el Reino de Granada, cuya presión se hace insufrible para esta minoría, y explota la rebelión de 1568 y la deportación subsiguiente a otros territorios peninsulares. Por fin, la expulsión general de España se produce en 16091610, con lo que, al menos oficialmente, la sociedad primero musulmana, luego mudéjar y al fin morisca quedaba erradicada de España. Cuando se afirma que los reyes cristianos fueron menos permisivos que los musulmanes, ha de saberse que en al-Andalus el fenómeno presenta una evolución algo parecida, pues tras un primer momento de convivencia, paulatinamente se fue acentuando la presión sobre las minorías mozárabes (cristianos en territorio islámico) hasta prácticamente desaparecer con la llegada de los almohades, cuyo grado de intolerancia los erradicó. Una de las últimas comarcas en islamizar fue precisamente las Alpujarras, ya en el siglo XII, y luego fue también una de la más difíciles de cristianizar. Un hecho claro y decisivo que condicionó el desarrollo posterior del arte mudéjar fue la utilización de los edificios islámicos para usos cristianos, tanto de las mezquitas, que pasaron a ser iglesias, catedrales o ermitas, como la continuidad, ampliación y enriquecimiento de los principales palacios islámicos, siendo los casos más representativos los de la Aljafería de Zaragoza, los alcázares de Sevilla y de Córdoba, y la Alhambra de Granada. Algunos de los reyes castellanos se vistieron y recibieron a las embajadas rodeados del lujo oriental y vestidos a la usanza moruna, y, en general, se entendía que un palacio o un vestido especialmente lujoso era el oriental, como así lo demuestran la enorme cantidad de piezas de arte suntuario procedente de los panteones reales y de los mausoleos de príncipes cristianos, amén de las noticias que nos ofrecen los numerosos relatos de la época. En resumen, a lo largo de los siglos XI-XV se dio, normalmente, en todos los territorios conquistados al islam, una clara aceptación social de los musulmanes y, sobre todo,
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del propio arte hispanomusulmán o andalusí, lo que será más adelante un condicionante esencial para la aparición y desarrollo del llamado arte mudéjar.
1.2 Definición de arte mudéjar y premisas básicas de reconocimiento El arte mudéjar no es fácil de definir, pero en su acepción más amplia se puede considerar como el arte desarrollado en territorio y para las comunidades cristianas en el que en su proceso creativo, elementos estructurales o repertorios decorativos manifiesta unas más o menos explícitas influencias del arte musulmán. Ampliando un poco este concepto, hay que aclarar que el arte mudéjar partió, en sus inicios, de elementos y técnicas tanto de tradición islámica como cristiana, para producir un arte peculiar y diferente a las culturas que lo nutrieron. No es por tanto un arte islámico puro, ni un arte cristiano hecho en ladrillo, yeso o madera, con adornos de origen musulmán; no es tampoco un arte o estilo puramente estético, ni solamente constructivo o artesanal. Su origen y desarrollo tuvo lugar en los reinos cristianos a partir del siglo XII y con una mayor intensidad en los tres siguientes, pero tuvo una clara prolongación en el siglo XVI en determinados territorios, como es el caso del antiguo Reino de Granada. El arte mudéjar se origina en Toledo y en algunos ámbitos rurales de León, para extenderse paulatinamente por Castilla, Aragón, Extremadura, Andalucía y Canarias, principalmente. También en Hispanoamérica aparece este arte, sobre todo en el empleo de armaduras, pero de autores cristianos (los moriscos tenían prohibido emigrar a América). Esa dispersión geográfica, la permanencia en el tiempo (mezclado con el románico, gótico y renacimiento), los cambios que se producen en las fuentes de inspiración, diferentes en cada momento y lugar, y su propia capacidad de evolución, motivaron una gran diversidad de formas estructurales, técnicas y ornamentación que impiden una caracterización de estilo monolítico. Aunque todavía está muy lejos de aclararse entre los especialistas la legitimidad del término y sus fronteras, y en nuestro caso de la arquitectura mudéjar, se suele recurrir a cuatro conceptos básicos de identidad. a) Utilización sistemática de muros de albañilería (ladrillo, solo o unido a mampostería o tapial), cubiertas de madera con adornos de lacerías que, en algunas zonas y edificios, están complementados con adornos en yeso y cerámica.
Identidad histórica de la España mudéjar y definición del arte mudéjar b) Desarrollo de algunas tipologías y sistemas constructivos específicos de herencia islámica, más visibles en la arquitectura civil que en la religiosa. c) Inclusión de repertorios decorativos, empleando formas y técnicas específicas, que son las que más claramente denuncian su progenie islámica. d) Aplicación de procedimientos y formas de organización del trabajo propias de las cuadrillas musulmanas. En esta cuádruple relación (estructura-ornamentación, materiales-técnica, espacio-volumen y sistemas de trabajo) se basa la caracterización del arte mudéjar. El resultado es, ciertamente, un arte eminentemente ecléctico (lo que ahora está tan de moda como el arte de fusión), pero con una personalidad específica. La pervivencia de lo musulmán se manifiesta no sólo en estos matices o condicionantes, sino también, y lo veremos de forma destacada en la carpintería accitana, en lo concerniente a la sensibilidad especial que muestran a la hora de enfrentarse a un edificio u obra concreta. En pocas culturas se ha realizado un arte tan rico y tan bello con unos materiales y posibilidades tan limitadas, tanto es así que se ha venido arrastrando el tópico de que el arte mudéjar se impuso principalmente por su baratura, aunque esto es relativamente cierto. Conviene insistir en el origen de los ejecutores del arte mudéjar. En principio, se puede afirmar que la arquitectura mudéjar fue obra tanto de mudéjares como de cristianos que aprendieron este sistema de trabajo, técnicas y repertorios. Sí es cierto que en los primeros siglos la mano de obra era en su mayoría mudéjar, para ya en el siglo XV se empieza a decantar hacia un amplio colectivo cristiano. Igualmente, es un hecho contrastado que la implantación de la arquitectura mudéjar en una ciudad o comarca coincide con la existencia de un colectivo importante de mudéjares. Pero no es menos cierto que su desarrollo no se produjo exclusivamente donde había comunidades mudéjares y que en territorios de fuerte implantación de los mismos (como en el Reino de Valencia) no hay apenas arquitectura mudéjar. En todo caso será decisiva, en este sentido, la aptitud de los patrocinadores, ya fueran civiles o eclesiásticos, que recurrieron a esta técnica y estética para cubrir sus necesidades: una iglesia, un convento, un palacio, una torre, unas carnicerías o un ayuntamiento. Por último, existen claras evidencias de que muchos promotores e incluso algunos maestros mayores, preferían a los alarifes o trabajadores mudéjares (o moriscos a partir del XVI) en obras de albañilería por inspirar más confianza su destreza en estos trabajos específicos.
Otro aspecto clave son los patrocinadores del arte mudéjar. ¿Quiénes encargaron estas obras de arquitectura mudéjar, por qué y en qué circunstancias? La mentalidad medieval de los gobernantes y dignatarios cristianos respecto al arte mudéjar fue tan compleja, que difícilmente sería equiparable el sentir del rey Pedro I al remodelar su alcázar sevillano, con el del arzobispado sevillano cuando se enfrenta a la necesidad de levantar las diversas iglesias parroquiales y rurales, construcciones ambas que coinciden en el tiempo. Por lo tanto, la relación patrocinio-obra debe establecerse con dos referentes como son jerarquía-uso. Esta circunstancia ha derivado en la acotación por algunos autores (Terrasse y Lambert) de dos áreas o niveles de desarrollo de la arquitectura mudéjar. Un mudéjar aristocrático o cortesano presente en los palacios o capillas impulsadas por reyes, magnates y prelados, y casi siempre usado como un arte de importación; y un mudéjar popular utilizado como arte de pervivencia local, que estaría nutrido por el mayor número y mayor diversidad de edificios y tipologías, y en el que el componente regional es fundamental.
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Justo en el territorio de este estudio no es defendible esta premisa sobre el arte popular como un arte autóctono, porque todo prácticamente vino de fuera. En todo caso, se debe rechazar que fuera el pueblo llano el que impeliera este arte, como una especie de revolución popular frente al arte oficial, sino achacable a las estructuras civiles y eclesiásticas, responsables de los planes municipales, áulicos, diocesanos o conventuales.
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Granada. Vista general desde la ermita de San Miguel Alto.
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El arte mudĂŠjar en el antiguo Reino de Granada
Granada. Patio de la Casa del Chapiz.
El arte mudéjar en el antiguo Reino de Granada Antes de entrar a analizar el caso concreto de la comarca de Guadix es conveniente plantear al menos una panorámica general del mudéjar en todo el territorio del antiguo Reino de Granada (Almería, Málaga y Granada), en la provincia de Granada e incluso en toda la diócesis de Guadix-Baza, ya que lo aquí estudiado es parte de una adscripción administrativa más amplia. El arte mudéjar en el antiguo Reino de Granada va a ser un episodio tardío respecto al resto de España. Tanto es así, que en bastantes estudios generales sobre el mismo, no se suele incluir el granadino, o a lo sumo, se alude a la herencia de elementos concretos, como puede ser la pervivencia de las armaduras y poco más. Incluso en estudios parciales, como la cerámica, tampoco se contempla lo granadino, y al referirse a «lo granadino» se incluye el mudéjar malagueño o el almeriense, que coinciden en el tiempo y en algunos de sus desarrollos. Tras la conquista del Reino de Granada en 1492 surge la necesidad de reorganizar todo el territorio, levantar nuevos edificios y acomodar otros para acoger a las nuevas instituciones y cubrir las necesidades de la nueva sociedad. Así se va a producir una febril actividad constructiva durante el siglo XVI, que se irá incrementando paulatinamente, tanto en calidad como en cantidad, hasta quebrarse en la fecha trágica de 1568. Ese año, la presión social y los nuevos posicionamientos políticos, van a llevar a la rebelión general de los moriscos, que hará quebrar el estado de convivencia anterior y motivará una crisis de gran repercusión en el orden económico y social y, por ende, en el artístico-constructivo. En las décadas anteriores, sin embargo, el gran esfuerzo que supone la reconstrucción general de los templos, la reordenación de las ciudades y la repoblación del territorio, va a exigir el empleo de un sistema aquilatado de trabajo y una eficacia del gasto a repartir. Es en ese punto en el que la técnica y operatividad de la construcción mudéjar se va a imponer como la elección más versátil y al mismo tiempo la más eficaz, dadas la experiencia acumulada en otras zonas y el medio social y productivo que se implanta aquí tras la conquista.
han aprendido el oficio—, van a ser los encargados de levantar casas, palacios, templos, conventos, alhóndigas y tantos otros edificios en todos los campos y usos de la arquitectura. En cuanto a las fuentes de inspiración y de formación del mudéjar granadino, cabría destacar su diversidad. Por un lado, debemos señalar, en algunas áreas y edificios muy concretos, la influencia directa de elementos y repertorios islámicos medievales, ya fueran almohades o meriníes (torre de la iglesia de Santiago de Málaga), ya del propio reino nazarí (como en las Alpujarras y las casas moriscas de Granada), o el caso de la cerámica doméstica o la taracea, y otras manifestaciones ya desaparecidas, como los tejidos de seda, alfombras, metales, etc. Pero en la mayoría de los casos, la arquitectura mudéjar va a ser importada de otros territorios, mezclándose con lo autóctono. Aunque parezca un poco extraño, hay en el Reino de Granada mucha más influencia del arte que se estaba haciendo en Andalucía occidental o en el área toledana, incluso en Levante, que el arte autóctono de los nazaríes, que queda como un elemento residual y muy concreto en las áreas indicadas.
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Empezando, quizá, por su manifestación más amplia como programa perfectamente organizado, debemos referirnos a las iglesias parroquiales. Se puede afirmar que bien de forma total o complementaria —sobre todo en las armaduras—, el modelo de templo mudéjar se mantendrá hasta bien entrado el siglo XVI para la reconstrucción de las humildes mezquitas musulmanas, que fueron sistemáticamente convertidas en templos cristianos tras la conquista.
Se puede considerar que pese a las trascendentes y singulares obras que los estilos internacionales dejaron en Guadix y a las grandes obras de las instituciones dominantes, la arquitectura preponderante en términos cuantitativos, y, en cierta medida, la más específica de nuestra cultura del siglo XVI, es sin duda la mudéjar.
Estos espacios, con muros blancos y enlucidos, hechos de ladrillo y tapial o mampostería, cubiertos por armaduras de madera, más o menos complejas y decoradas de ricos lazos y variada policromía, serán la elección preferente según unas tipologías que de forma aparentemente aleatoria se van a extender por las diferentes comarcas. Aunque el control correspondiera a los maestros mayores de los obispados, las soluciones constructivas serán convenientemente interpretadas por unos experimentados albañiles que redactarán condiciones y dirigirán directamente estas obras ajustadas a las técnicas tradicionales del mudéjar.
Tanto en la arquitectura religiosa como en la civil y la militar nuestra arquitectura va a ser en gran medida deudora de la experiencia mudéjar. Numerosas cuadrillas y operarios mudéjares y luego moriscos —una vez bautizados unidos a los cristianos que
Tanto en Almería como en Málaga, pero de forma absolutamente intensa en Granada capital y en su provincia, casi todas las iglesias parroquiales serán de este tipo, siendo las primeras en ofrecer cambios significativos y adoptar las cubiertas above-
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Granada. Vista desde San Miguel con diferentes templos enfilados: El Salvador, mezquita y centro cultural islámico moderno, San Nicolás, San José y la Catedral.
Granada. Parador de San Francisco. Antiguo pabellón nazarí reformado a principios del siglo XVI al modo mudéjar.
El AlbaicĂn de Granada conserva numerosos vestigios de arte mudĂŠjar. Vista desde el Peinador de la Reina, en la Alhambra.
Arquitectura mudéjar en la comarca de Guadix dadas, la de Santa Mª de la Alhambra, en la capital, y la de Almuñécar en la provincia, y estamos hablando de iglesias de las últimas décadas del siglo XVI. Casos aislados como la iglesia de Alhama, pionera de las construcciones parroquiales y hecha en estilo gótico, o la de Cádiar, la única abovedada en la Alpujarra en el siglo XVI, no son sino excepciones a la regla. En la zona de Guadix la implantación de la arquitectura internacional (gótica o renacentista) será aún más tardía, ya que, salvo el caso frustrado de la iglesia de San Miguel de Guadix (iniciada a mediados del siglo XVI), hasta la segunda mitad del siglo XVII no se construiría la iglesia parroquial de Dólar, la primera abovedada y ya en estilo barroco. Poco antes se había hecho la iglesia de la Concepción e iniciado la de San Torcuato, que también quedó como proyecto inconcluso. Más al norte, los grandes templos, como la colegiata de Baza, o los dependientes entonces de la diócesis toledana (Huéscar y Puebla de Don Fadrique), serán los únicos hechos con buenas fábricas de cantería y abovedados. Complemento indispensable de estas iglesias mudéjares serán las portadas y las torres, de tan especial valoración en el mudéjar. Respecto a las portadas, coincidirán, igual que en Guadix, unas de tradición clasicista y labradas en piedra, reservadas normalmente a los templos principales y dando al lugar de mayor proyección urbana (plaza o calle principal), con otras de ladrillo y al modo de tradición mudéjar. Las torres, por su parte, son un digno exponente de la versatilidad mudéjar, si bien en el Reino de Granada generalmente adoptan un modelo mucho más sobrio que en Aragón, Toledo o incluso en la zona de Andalucía occidental. En Guadix la sobriedad de las torres será aún mayor. La herencia directa de antiguos alminares conservados (Árchez y Salares en la Axarquía malagueña, o San José y San Juan de los Reyes en Granada), no se reflejará en las torres mudéjares, salvo en Santiago de Málaga. Otros ejemplos, como las torres de las iglesias de Santa Ana o San Bartolomé de Granada, responden a criterios de la propia creatividad y exquisita sensibilidad de sus respectivos alarifes, hechas en fechas tan tardías como los años 1550-1568. La mayoría de las restantes serán un simple prisma con cornisas apenas molduradas que separan los distintos cuerpos y un campanario rematado en tejado sencillo, con algunas apariciones esporádicas, en las de la zona granadina, de albanegas de cerámica en los campanarios. Independientemente de la complejidad estructural e incluso del momento de su construcción, es común a estas iglesias, como indisoluble complemento arquitectónico, las
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techumbres de madera. Esta es, sin duda, la más clara y fecunda herencia de la tradición mudéjar. No hay otra provincia que en su totalidad presente un conjunto equiparable en cantidad, variedad y riqueza como la carpintería de lo blanco de los edificios civiles de Granada y las religiosas de las Diócesis de Granada y Guadix-Baza.2 Así, cuando se habla de que la elección mudéjar tiene como mejor argumento de aplicación la baratura y sencillez de las obras, la contemplación de sus complejos lazos y la exuberancia cromática en tantas iglesias, palacios y edificios civiles, nos demuestra que la sobriedad del gasto no eximía del interés por el resultado estético. Se puede decir que no hay mejor relación calidad-precio —empleando una expresión actual— que la que ofrece esta excepcional carpintería. En cuanto a la arquitectura conventual, la mayoría de los edificios que se levantan hasta el tercio central del siglo lo harán casi siempre con los mismos procedimientos, ya fuera en sus iglesias o en los claustros, dormitorios, refectorios, etc. De nuevo las armaduras, galerías arqueadas de ladrillo, patios, dormitorios y demás elementos, muestran la misma tradición medieval. Es Granada, una vez más, la que presenta un mayor número de conventos con estructuras parcial o totalmente mudéjares, con un factor específico de mayor repercusión como fue el que algunos de ellos contaron previamente con estructuras palatinas nazaríes: es el caso de Santa Isabel, Zafra, Santa Cruz la Real, Santa Paula o San Francisco de la Alhambra. En Baza, el convento de la Presentación ofrece magníficas techumbres, mientras que San Jerónimo se hará al estilo gótico. En el Guadix del siglo XVI todos serán mudéjares. Por último, en la arquitectura civil podríamos decir lo mismo o más aún. Unas veces serán los edificios o palacios de tradición internacional (góticos, renacentistas o barrocos) los que sigan aplicando techumbres de madera como solución de nobleza y exotismo. Otras veces serán casas de tradición popular, pero con claras herencias islámicas, las que perpetúen el sistema, y, en los casos más claros de herencia islámica, las casas moriscas del Albaicín, verdaderas traslaciones de las formas de vida y conceptos domésticos, aunque introduciendo repertorios y elementos de procedencia cristiana. Las casas moriscas de Granada son, sin duda, uno de los más extraordinarios legados culturales de esta sociedad plural y compleja que surge tras la conquista. Aún más, numerosos edificios correspondientes a la arquitectura edilicia o municipal, como carni2 Según el estudio estadístico realizado por NUERE MATAUCO, E. «Distribución de techumbres de madera en España».
MĂĄlaga. Iglesia de Santiago. Torre del siglo XVI.
Granada. Santa Ana. La torre es una de las mĂĄs bellas obras del mudĂŠjar granadino.
Granada. Antigua Madraza nazarĂ y Ayuntamiento cristiano. Sala de los Caballeros Veinticuatro. Siglo XVI.
El arte mudéjar en el antiguo Reino de Granada cerías, pósitos, alhóndigas y demás construcciones para uso urbano, siguen las mismas premisas, aunque en muchos casos hayan desaparecido con posterioridad. Un ejemplo destacado de esta simbiosis arquitectónica es el antiguo Ayuntamiento de Granada, creado sobre lo que había sido la madraza yusufiya de época nazarí, y a la que en la década de 1510-1520 se le añadió la sala de Caballeros Veinticuatro con una de las armaduras más espectaculares de la provincia. En Guadix el ejemplo más significativo es la Lonja. En cuanto al empleo de materiales y repertorios decorativos mudéjares, en Granada y su diócesis serán bastante frecuentes los paños de azulejería en las capillas bautismales, las capillas mayores e incluso en algunos campanarios. Igualmente estuvo muy presente en los patios y viviendas, tanto de tradición cristiana como en la casa morisca, e incluso en conventos y monasterios encontramos solerías y altares con aplicación de estos paneles cerámicos de tan vivos coloridos y complejas tramas geométricas. En las casas moriscas y en la Alhambra, el trabajo de yeserías se mantendrá en plena vitalidad y será una de las herencias más directas de lo nazarí, en su carácter conceptual y en el decorativo. Se puede decir que la decoración basada en los repertorios de yeserías arquitectónicas será exclusiva de la arquitectura civil. En Guadix y su comarca, por el contrario, no hay apenas restos cerámicos que podamos señalar como herencia directa (salvo el chapitel de Santiago y otras evidencias documentales) y de yeserías nada queda a la vista. Si es que llegó a haberlas o han desaparecido o estarán camufladas o escondidas en alguna casa del viejo Guadix.
bido al momento tan tardío de su conquista, y con una rápida evolución social, en realidad este arte fue obra tanto de mudéjares (en nuestro caso de moriscos) como de cristianos viejos. Al adoptar mayoritariamente nombres cristianos es muy difícil saber su origen. Solamente conocemos algunos nombres, la mayoría de las veces de oficios menores, como arrieros, ladrilleros, peones, etc. que nos remiten claramente a una pertenencia morisca. No obstante, sabemos que hubo maestros de gran influencia y responsabilidad que eran moriscos, como el maestro Francisco de las Maderas, a cuyo cargo estuvieron las obras de reparación y reforma de la Alhambra en lo concerniente a la llamada entonces «casa real vieja», es decir, los antiguos palacios nazaríes.
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Este momento de intensa actividad y de mutuo beneficio se va a romper drástica e irremisiblemente en 1568. Ya se ha señalado que la rebelión morisca supone la gran crisis del sistema, trayendo como consecuencia su expulsión del territorio y la repoblación con familias procedentes de otras provincias. La aplicación de los modelos mudéjares para la arquitectura se irá perdiendo y quedará reducida a la construcción de las modestas iglesias rurales; también algunas viviendas de la llamada arquitectura popular se mantendrán en uso, pero es muy arriesgado defender que esta arquitectura tenga un carácter mudéjar. Una última cuestión conviene tener en cuenta en este capítulo, porque concierne a todo el mudéjar del Reino de Granada, es la procedencia étnica de los artífices. De-
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Guadix. Vista de la Alcazaba.
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Guadix y el arte mudĂŠjar
La Calahorra. Su castillo-palacio y la mole de Sierra Nevada contrastan fuertemente con el modesto caserĂo.
Guadix y el arte mudéjar Una vez visto de forma general el perfil que presenta el arte mudéjar en el antiguo Reino de Granada, conviene trazar las características específicas que ofreció en la comarca de Guadix, tanto en cuestiones meramente artísticas, constructivas y urbanas, como en las histórico-sociales que las hicieron posibles.
3.1 Guadix tierra mudéjar: peculiaridades geográficas, históricas, económicas y sociales de la comarca El primer valor de singularidad de la comarca de Guadix es su propio paisaje. Pese a estar tan cerca de otras comarcas de Granada, de Jaén o de Almería, se puede decir que, en sí misma, constituye un territorio diferente; una unidad geográfica con personalidad y contrastes muy variados. Guadix y su entorno inmediato, constituyen una gran sorpresa y un impacto único para el que los contempla por primera vez. Por su parte, el Marquesado del Cenete ofrece una configuración orográfica muy diferente y originalísima. Es una inmensa explanada, tan amplia como dura, que se arrima a Sierra Nevada en busca del sustento hídrico indispensable, salvo La Calahorra y Alquife que se cobijan en unos pequeños cerros para que les sirvan de defensa y amparo. Esta llanura que, por comparación a su entorno encrespado, parece una depresión, se alza por encima de los 1.200 metros sobre el nivel del mar; es una altiplanicie de clima riguroso. Más cerca, el Valle del Zalabí se alarga y da vida a Exfiliana y Alcudia, de nuevo sobre una vega que ha sido un vergel, gracias a las derramas del agua que le llegan del Cenete. Más al oeste, los ríos Alhama y Fardes de nuevo acogen poblaciones que parecen brotar de dentro de los cerros; antaño algunas de ellas eran verdaderos poblados troglodíticos. Hacia el norte, Gor, con su bosque que dio buena madera, y Gorafe, uno de los espacios geográficos e históricos (especialmente rico en restos prehistóricos) más sorprendentes que, a diferencia de la mayoría, en vez de encaramarse en la montaña, se hunde en una garganta escarpada.Ya en los Montes, el paisaje se torna más homogéneo y abierto, más de secano, pero no exento de personalidad. Desde el punto de vista histórico, de sobra es conocida la importancia de Guadix en tiempos de la cultura romana, alcanzando el grado de supremacía administrativa respecto a las restantes ciudades de la zona, incluyendo a Granada.Tras el intermedio que sucede a la caída del Imperio Romano, Guadix alcanza de nuevo el nivel de ciudad (madinat) prestigiosa bajo el islam, durante el imperio almorávide, y se refuerza en época nazarí, quedando la impronta de ambas civilizaciones tanto en el subsuelo como
en paisaje rural y urbano de la comarca. Aún faltan muchos datos para establecer un verdadero mapa urbano de la Iulia Gemela Acci romana y de la Wadi-As islámica, pero se aprecia de forma sustancial que estas dos ciudades afloran constantemente en el entramado urbano actual, por más que los cambios hayan sido apreciables. Entre las herencias más sustanciales que pudieron condicionar la evolución urbana de Guadix hay que señalar la presencia y dominio visual que ejerce la alcazaba. A pesar de las importantes reparaciones y mutilaciones sufridas con el tiempo, sigue siendo el más fuerte testimonio del pasado islámico. Como también lo son las numerosas fortificaciones y restos constructivos de diferente carácter que siguen punteando el paisaje rural. Igual cabría decir de los topónimos que a cada paso nos encontramos por toda la zona; unos derivados de la toponimia romana y los más, añadidos durante la Edad Media musulmana o adaptada en aquel tiempo.3 La propia configuración de Guadix y la de muchos de los pueblos guardan testimonios de su pasado medieval en diversas formas de urbanismo, viviendas, baños, cultivos y demás tradiciones, inclusos étnicas, a pesar de que el territorio fuera totalmente repoblado a partir de 1571 por familias procedentes de otras provincias.
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El tiempo que va de la conquista de Granada y su Reino a la expulsión de los moriscos de 1571 es una de las etapas más intensas y complejas en cuanto a modificaciones sociales, artísticas y urbanas, de toda nuestra historia, quizá salvando las últimas décadas del presente más inmediato. En el caso de Guadix, los cambios que se van a producir desde el punto de vista institucional, poblacional y de renovación constructiva, son claves para el desarrollo del arte mudéjar. Las pautas históricas principales son las siguientes: 1º) 1489-1490 Conquista de la ciudad por capitulación en 1489. 2º) 1490-1500 Primera rebelión mudéjar en la ciudad de Guadix y el traslado a barrios de la periferia. Primera repoblación cristiana de Guadix. 3º) 1500-1568 Segunda rebelión y bautismo forzado de los mudéjares en toda la comarca, sino han de salir expulsados: surge el problema morisco. Implantación de los nuevos pobladores. Una sociedad fuertemente diversificada, con unos núcleos de cierto predominio de población cristiana, prácticamente reducida a la ciudad de Guadix, y el resto del territorio mayoritariamente morisco; en el caso del Marquesado aún con mayor persistencia de sus signos de identidad. 3 Para toponimia, véase los trabajos de ASENJO SEDANO, C. Toponimia y antroponimia de Wadi As, s. XV y ALBARRACÍN, J. y otros. El Marquesado del Cenete…
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Arquitectura mudéjar en la comarca de Guadix 4º) 1568-1571 Rebelión morisca de 1568 y expulsión del territorio, algunos quedan ocultos en el barrio de las cuevas o en espacios rurales marginales. 5º) A partir de 1571 se asientan nuevos pobladores cristiano viejos venidos de diferentes zonas, siendo el contingente giennense uno de los más importantes. Las nuevas comunidades de repobladores buscan nuevas señas de identidad. Surge una sociedad y economía de supervivencia en difícil crecimiento. Se profundiza en la búsqueda de raíces devocionales cristianas (san Torcuato), creación de numerosas ermitas y hermandades de culto. Éstas son las referencias y sucesos que marcan los hitos históricos que generaron los principales cambios y que tuvieron una clara repercusión en lo arquitectónico y lo urbano. En un primer momento, tras la conquista mediante unas capitulaciones muy ventajosas, a finales de 1489, Guadix apenas cambia, si no es por la presencia de una guarnición al cuidado de la ciudad, ya que la Vega y la capital granadina seguían siendo musulmanas. Pronto, ya en 1490, surge un intento de sublevación —todavía mal conocido— ante la cual se expulsa a los mudéjares de los recintos amurallados, no sólo ocurrió en Guadix, sino también en Almería, Baza y Almuñécar, y se les traslada a barrios periféricos más fáciles de controlar y así evitar que en un levantamiento se pudieran hacer fuertes intramuros. Surge la primera morería, como espacio urbano particular, en la zona de Santa Ana. Al mismo tiempo, se necesita cristianizar la ciudad y se fundan las primeras iglesias y se establecen los primeros repobladores cristianos dentro de Guadix. Este movimiento de gentes se conoce bien por las numerosas evidencias documentales dejadas, pero los cambios constructivos que hubiera no han dejado una huella tan clara.4 Resulta particularmente interesante, a efectos de una primera organización eclesiástica, saber que se fundan un número importante de iglesias, ya que la primera acción fue cristianizar las mezquitas de los barrios y ya es sabido que en las ciudades islámicas el número de mezquitas fue mayor que el de parroquias. Así surgen, fuera de las murallas, las iglesias de San Pedro, Santiago, Santa Ana, San Miguel, la Magdalena, y dentro de la antigua medina las de Santa Isabel, San Juan, Santa María la Mayor; en Granada ocurriría algo parecido, reduciéndose después notablemente el número de las parroquias en el Albaicín. También aparecen los primeros conventos de franciscanos y dominicos. Es, tras la segunda revuelta en Granada, en 1499, y por la presión que ejercían los recién llegados, cuando se impone la línea dura auspiciada por Cisneros y en este mo-
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mento implantada por los Reyes Católicos, obligando a los mudéjares a bautizarse o salir del reino. De esta forma, el último territorio en ser conquistado fue el primero en ser forzado a la conversión, precisamente por ser una sociedad más inestable. En este momento es cuando se inicia realmente la comunidad morisca y el conflicto de confrontación social. Se fundan las parroquias para su adoctrinamiento y control, los conventos van ganando competencias doctrinales y las oligarquías dirigentes empiezan a construir sus edificios de administración y representación. La fundación de las parroquias accitanas data de 1505, con una reducción de las iglesias a cuatro solamente, de las cuales, sólo la del Sagrario queda intramuros. Las tres restantes, Santiago, San Miguel y Santa Ana, lo hacen en los barrios periféricos, aunque las dos primeras muy cerca de la muralla. Posteriormente, ya en tiempos del obispo Martín de Ayala, se fundará la parroquia de la Magdalena, en la que había sido, desde la conquista, una ermita de gran devoción y profundas connotaciones históricas. Su creación tenía como finalidad reforzar el papel de acercamiento y convicción de la comunidad morisca que en esta zona era muy intensa. De esta forma quedó organizado diocesanamente el Guadix cristiano y así perdurará durante siglos. Hay que recordar que las parroquias eran algo más de lo que hoy entendemos por una iglesia destinada estrictamente a servir el culto y cubrir las necesidades sacramentales de sus feligreses; eran los centros administrativos por antonomasia de los barrios. A estas fundaciones se unieron, también, en fechas tan tempranas que se adelantan a las propias parroquiales, la creación de los conventos de San Francisco y de Santo Domingo, situados cada uno en uno de los flancos de la ciudad. El papel conferido a los frailes debía completar, por su mejor preparación y organización, la evangelización de la sociedad mudéjar y luego morisca, conscientes los monarcas de que el clero secular no contaba con esa base teológica y humana que los religiosos ofrecían.
4 Ante la imposibilidad de remitir a toda la bibliografía existente sobre el tema, se señalan los títulos más importantes. Ver en especial ASENJO SEDANO, C. Guadix. Estudio de una ciudad mudéjar; del mismo, Guadix la ciudad musulmana del siglo XV...; e, igualmente, Guadix: guía..., entre otras; ALMAGRO GORBEA, A. «El urbanismo de las morerías y de los núcleos urbanos mudéjares», p. 491; ESPINAR MORENO, M. Guadix y su entorno en el siglo XV; ESPINAR MORENO, M; QUESADA GÓMEZ, J. J. «Mezquitas convertidas en iglesias en las comarcas de Guadix y Baza» (1490-1501); FERNÁNDEZ SEGURA, FCO. J. Nueva Guía de Guadix. Encrucijada de culturas. Ofrece datos importantes sobre la conquista y este primer momento AA. VV. Actas del I Coloquio de Historia «V Centenario de la entrada en Guadix de los Reyes Católicos» (14891989). Sobre el problema general de la conquista es básico y libro de referencia por la actualización bibliográfica PEINADO SANTAELLA, R. G. (Ed.) Historia del Reino de Granada. Tº I.
Guadix y el arte mudéjar Desde el punto de vista político, serán el Cabildo Municipal (ayuntamiento) y el gobierno político (corregimiento) los encargados de velar por la defensa, control y servicio de las necesidades ciudadanas. Ellos serán los promotores de los servicios vinculados al buen funcionamiento de la ciudad, y así harán de la plaza del Corregimiento, de las Palomas o de la Constitución, su centro logístico y de desarrollo concejil, creando en su entorno los edificios e instalaciones municipales más importantes, como las carnicerías, pescaderías, cárcel, pósito, lonja, el ayuntamiento y el corregimiento. De esta forma, Guadix se configura como una ciudad ajustada a los nuevos mecanismos e instituciones propias y habituales de las ciudades castellanas. Pero esta reorganización política se va a realizar sobre un entramado netamente medieval e islámico, de manera que los antiguos barrios y demarcaciones siguen siendo los ejes de estructuración urbana. Todavía hoy se percibe con cierta nitidez cómo el casco histórico de Guadix conserva su vertebración ancestral, que Asenjo lleva incluso hasta la época romana, con la identificación del cardo máximo y el decumano romanos, como serían la calle de la Concepción, en el eje norte sur, y la serie de calles Barradas, Ibáñez y doctor Oliva hasta salir a la calle de San Miguel en el eje este-oeste. Otra herencia de su configuración medieval es el perímetro de ramblas y calles despejadas que circunscriben lo que fue entonces el recinto amurallado. Así, el paseo de la catedral (debajo de la cual han aparecido restos de una torre) se continúa para quebrar en el torreón de Ferro; desde allí sube por la calle-rambla de San Miguel hasta bordear la alcazaba medieval y dejarse caer por la otra rambla de la plaza de Santiago y calle Ancha, para quebrar de nuevo por la trasera de la plaza de la Constitución-Palomas y cerrar el circuito en la esquina del Sagrario. En el extremo sur de esta cerca se encuentra todavía, como término eminente del urbanismo medieval, la antigua alcazaba. Esta fortaleza y algunos tramos de la muralla todavía emergen o están identificados en el tramo que baja por el paseo de la Muralla hasta llegar al torreón de Ferro. Precisamente la calle San Miguel, que corre por lo bajo de este lienzo, corresponde al foso o cava que suele bordear los exteriores de los recintos amurallados; igual podría decirse de la calle Ancha que viene a corresponder con el mismo concepto urbano de arrecife. La plaza del Osario recuerda el emplazamiento del antiguo macaber o cementerio musulmán y así podríamos mencionar más topónimos o elementos concretos que en nuestro trabajo nos parecen superfluos.5 Alrededor se fueron desarrollando o modificando los barrios o arrabales que surgieron también al amparo de los antiguos núcleos de expansión musulmana. Así se ge-
neró, como primer barrio de concentración mudéjar, el de Santa Ana, que todavía hoy conserva su calle de Santa Ana a modo de calle Real y, tras un quiebro, remata en el arco de la Imagen, la antigua salida hacia el Marquesado, Fiñana y la tierra de Almería. Desde esta calle y hasta la actual avenida Medina Olmos se generaron los barrios de mayor actividad comercial, como el barrio de los Gremios, y de señorío, y en su frontera con las huertas y predios que iban hasta el río, se erigió el convento de San Francisco. Asenjo Sedano y Henares Cuéllar han incidido en la circunstancia de que este convento, normalmente volcado en el cuidado y educación de los pobres se implantara en el barrio rico de Guadix, mientras que el de Santo Domingo, en la zona de la Magdalena y San Miguel, lo hiciera en uno de los más deprimidos.6 Este hecho, aunque cierto, hay que advertir que se produce por un azar de la historia, puesto que la fundación de ambos es en 1492, cuando todavía no hay una verdadera redistribución económica de Guadix.
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Al oeste de la ciudad, se organiza el barrio de San Miguel y el de la Magdalena, que de nuevo han conservado fuertemente sus valores urbanos de calles estrechas, casaspatio pequeñas que se han mantenido hasta tiempos no muy lejanos y últimamente se remozan o reconstruyen no con el criterio que sería menester. En su entorno se erigirá el convento de Santo Domingo, junto a la vía entonces más importante en el camino de Paulenca y Granada. Estos barrios limítrofes, a oriente y occidente, ya se ha comentado que fueron los más intensamente ocupados por los moriscos.
Mientras que los arrabales se van poblando, ya con moriscos, ya con cristianos nuevos, lo que había sido el centro urbano o medina de Guadix queda como centro de exclusión morisca y judía, porque en los aledaños de la mezquita mayor y luego catedral había estado en la Edad Media la judería que quedó extinguida en 1492. De la calle de Santa María hacia arriba se irá formando el Barrio Latino que es el que mayores evi5 Para este capítulo, consultar los trabajos de Carlos Asenjo Sedano que ha dedicado numerosas publicaciones a la recuperación histórica del Guadix musulmán, desde su obra más importante sobre el tema Guadix la ciudad musulmana del siglo XV..., hasta la más reciente Wadi As o Guadix: a la sombra de la mezquita. Un buen resumen de su pasado islámico se ofrece en AA. VV. Itinerario cultural de almorávides y almohades, pp. 398-402 y PINILLA, R.; ÁLVAREZ DE MORALES, C. The Encyclopaedia of Islam, vol. XI, págs. 14-15. 6 ASENJO SEDANO, C. Guadix la ciudad musulmana del siglo XV..., pp. 304-305; ASENJO SEDANO, C. Guadix: guía...; HENARES CUÉLLAR, I. Granada, Tº IV, pp. 572-574; HENARES CUÉLLAR, I.; LÓPEZ GUZMÁN, R. Arquitectura mudéjar granadina, p. 49.
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Arquitectura mudéjar en la comarca de Guadix dencias ha dejado de construcciones en las que la tradición mudéjar todavía hoy se percibe con nitidez. Queda por comentar el barrio de las cuevas. Aunque es posible que ya en época islámica o con anterioridad existiera algún tipo de poblamiento en este lugar, las crónicas árabes y la arqueología no encuentran rastros que permitan hablar de su existencia en época tan pretérita, al menos como asentamiento de una cierta importancia. Con la llegada de los cristianos y la primera expulsión de los mudéjares se inicia su primera ocupación importante y va aumentando paulatinamente, en las décadas siguientes, como lugar de refugio de las clases menos favorecidas. Así aparece reflejado en el Sínodo de Guadix y su vinculación a la parroquia de la Magdalena y la ermita de San Marcos. Su gran expansión, no obstante, se producirá tras la expulsión de 1571, al volver bastantes familias a ocupar estas cuevas, entremezcladas con los gitanos y otros grupos marginales.7 Recientemente, Garrido García ha cuestionado que la población fuera exclusivamente morisca, a través del estudio de los padrones parroquiales de la Magdalena y Santa Ana, dos de las implicadas en su control administrativo.8 Para el que desconozca este barrio y su importancia histórica, hay que decir que su extensión es casi la misma que la de los barrios edificados y que la población hasta no hace muchas décadas era la mitad de todo Guadix. No podemos rastrear las herencias mudéjares en cuanto a su identidad constructiva, ya que la tipología de estas cuevas no difiere de las de cualquier otro sitio, pero si se quiere identificar los espacios o las presencias de arte y cultura mudéjar en Guadix, este reconocimiento pasa por incluir este barrio y su peculiar desarrollo. Respecto a la comarca de Guadix, hay que resaltar que algunos de los pueblos fueron cedidos en señorío, siendo la mayor fractura administrativa y la de mayor incidencia histórica y económica la del Marquesado del Cenete. Se puede considerar esta subcomarca como la que más fuertemente conservó la impronta mudéjar-morisca hasta su expulsión en 1571. En la zona de los Montes también se crearon unos cortijos o aldeas cedidas en régimen de señorío a familias principales colaboradoras en la conquista, de las que han quedado más huellas en Moreda (municipio de Morelabor), Gobernador o Pedro Martínez. También podríamos señalar la cesión de Gor y Gorafe a Sancho de Castilla. La organización eclesiástica sigue los mismos esquemas que en otros territorios del Reino de Granada, con la implantación de una sola parroquia en cada población y una ermita en las aldeas de repoblación de la zona de los Montes, reduciendo de forma apreciable el número de lo que antes fueron mezquitas. Así, aparecen las parroquias
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de Alcudia, Cigüeñí (desaparecida en el siglo XVII), Cogollos de Guadix y Albuñán, Marchal y Purullena, Beas con los anejos de Alares y Muñana (desaparecidos), Cor tes y Graena, La Peza; Fiñana, Abla y Abrucena (adscritas ahora a Almería), Huéneja, Aldeire, Lanteira, Jérez del Marquesado, Dólar, Ferreira, Alquife, La Calahorra y Gor. La fundación de las parroquias de la zona de los Montes de Guadix fue tardía, en 1554, según acuerdo del sínodo del mismo año, en que se crearon las de Gobernador, Alamedilla y Moreda con sus anejos, y los curatos de Torres de Alicún y Don Diego (después Alicún de Ortega), y Diezma; la de Pedro Martínez fue erigida en 1564. Las de Exfiliana, y Gorafe (aneja a Gor) son mencionadas por Pedro Suárez como fundadas antes de este año, pero sin citar fecha exacta. Otras parroquias de fundación posterior son las de Benalúa, Fonelas, Polícar o Lugros. Hay que advertir que la antigüedad de las parroquias no implica la misma antigüedad estructural de sus iglesias, siendo este un error bastante común en reportajes y artículos de divulgación. Como también lo es que se siga diciendo que la iglesia fue antes mezquita, como si fueran edificios reconvertidos o reformados desde tiempos islámicos; otra cosa es que en su solar hubiera estado antes dicha mezquita. En la actualidad no hay ninguna iglesia en la que se haya identificado el más mínimo rastro de mezquita musulmana. La única identificable, en este entorno, es la ermita de Jesús Nazareno, de la cercana localidad almeriense de Fiñana. Dentro de este organigrama general, había dos zonas con unas especiales circunstancias administrativas. El Marquesado del Cenete pertenecía, desde 1491, al cardenal Pedro González de Mendoza, el cual lo cedió a don Rodrigo de Vivar y Mendoza y luego pasó a sus herederos, con todas sus rentas y diezmos. Los marqueses tenían la obligación de construir, mantener y dotar sus iglesias. Esta posesión fue protestada desde antiguo por los obispos accitanos, argumentando que no cumplían con sus obligaciones con el celo que eran obligados, lo cual originó, en 1526, un largo pleito que habría de durar hasta 1632. A pesar de ello, consta que las trazas y obras de algunas de las iglesias, como la 7 Para su conocimiento, son esenciales ASENJO SEDANO, C. Guadix: guía..., pp. 42-46; más amplio y argumentado en Guadix la ciudad musulmana del siglo XV..., pp. 321-341, y con una actualización muy reciente sobre el tema y bibliografía de referencia, PÉREZ LÓPEZ, SANTIAGO. «Las cuevas de Guadix: pasado, presente y futuro». 8 GARRIDO GARCÍA, C. J. «La organización de las comunidades moriscas urbanas en el reino de Granada: el caso de Guadix» e «Iglesia, moriscos y hábitat cuevero en Guadix: la erección de las iglesias de la Magdalena y San Torcuato (1560)».
La Peza. Puerta de la comarca de Guadix en el antiguo camino de Granada.
Arquitectura mudéjar en la comarca de Guadix de La Calahorra, Jérez del Marquesado y Dólar y algunas portadas, sin que sepamos el motivo concreto, corrieron a cargo del obispado, que con estos compromisos se sentía con más autoridad para reclamar su posesión. Esta actitud reacia a gastar los fondos de los nobles en la construcción y mantenimiento de las iglesias de su demarcación y el conflicto con la administración eclesiástica, se repitió en el vecino Marquesado de los Vélez, en Almería, en el que los Fajardo eran dueños y señores del territorio y manifestaron la misma permisividad con los moriscos que en el Cenete. En cuanto a la demarcación de los Montes, la fundación de las parroquiales fue muy tardía, en 1554, y se hizo depender la construcción y el mantenimiento de sus iglesias directamente del cabildo catedralicio y no de la contaduría. Dada la pobreza crónica de la catedral, sobre todo tras la crisis morisca de 1568, las iglesias de la zona, que en aquellos años eran modestas ermitas, tuvieron grandes problemas para su reedificación. Antes de hacer un mínimo balance general de la incidencia y carácter de la arquitectura mudéjar en Guadix y su comarca, conviene recordar que la población de este territorio, salvo en el caso de Guadix, era mayoritariamente morisca. No hay datos precisos sobre la población en las primeras décadas, pero en parte no es imprescindible para nuestro tema. Las primera cifras fiables se remontan a 1561 en que se estima la población de Guadix y su término en 936 vecinos cristianos viejos y 2.575 moriscos, mientras que en el Marquesado del Cenete la diferencia era aún más abismal, 67 cristianos viejos por 2.260 moriscos. Si las cifras que se barajan son de una fecha tan tardía como 1561, bastante alejada de la conquista, hay que suponer que la proporción de moriscos y cristianos viejos en las décadas anteriores sería aún mayor. Y en este sentido, ha de recordarse que la herencia islámica se prolongó hasta la rebelión morisca de 1568. La mayoría de los habitantes eran moriscos y casi ninguno entendía el castellano, ya que, en las visitas pastorales o de los prelados, las predicaciones y mandatos, después de dichas en castellano, tenía que traducirlas un intérprete al árabe, lo cual es claro indicio de la resistencia cultural y no sólo en cuestiones de vestimenta, baños u otras costumbres. Algunas noticias tomadas del Sínodo de Guadix de 1554 pueden ilustrar esto.9 La primera es el hecho de que el obispo Martín de Ayala quisiera seguir el ejemplo del reino de Valencia en el que se editó un catecismo titulado Doctrina cristiana en lengua arábiga y castellana para instrucción de los nuevamente convertidos. En el Sínodo de
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Guadix se mandó que los domingos y en cuaresma se juntaran a todos los «cristianos nuevos» en una iglesia «para predicarles en lengua arábiga, por no haber en todas las parroquias doctos que lo supiesen y pudiesen hacer». «Los domingos, esta lección [en referencia a la lectura de la doctrina] había de darla un cura o beneficiado en alta voz, cuasi cantada, de manera que lo puedan bien percibir», y como los moriscos «en muchos lugares no saben aljamía y pueden no entender lo que rezan en un domingo o fiesta, en cada mes, había de decirse la doctrina en arábigo». En la diócesis granadina el problema fue muy similar, incluso en pueblos muy próximos a la capital como Alhendín o La Zubia, entre otros. Teniendo en cuenta que las mezquitas se van a convertir en templos improvisados durante decenios y que la vestimenta e idioma de los moriscos siguen siendo los mismos de cuando eran musulmanes, a pesar de estar bautizados por cuestión de conveniencia o super vivencia en el territorio, ha de comprenderse que hicieran muy poco por acomodarse o adaptarse al nuevo status. Ya ha sido repetido por diferentes especialistas en el tema que la historia del Reino de Granada no acaba en 1492, sino en 1570 con la erradicación de los moriscos en este territorio.10 Cabría pensar que esta mayoría morisca, gobernada y controlada por la minoría cristiana, fuera un batallón siempre hostil y dispuesto a la revancha y la traición, y sin embargo no fue así. Aunque hubiera algunos monfíes o bandoleros dedicados al asalto y robo, en general el comportamiento de los moriscos fue pacífico, salvo en el momento de la rebelión y otros conflictos esporádicos. Sin embargo, eran muchos los cristianos viejos, y no sólo los envidiosos, los que no se fiaban de los moriscos y de hecho en su rebelión actuaron con especial fiereza. La involución era una amenaza latente y por todas partes se encontraban indicios de confabulaciones y conspiraciones. El que esta pobre gente, oprobiada y presionada en su propia tierra, permaneciera por tanto tiempo actuando de manera engañosa y en contra de su fe, no tiene otro motivo que su gran apego a la tierra, a su tierra, porque así lo entendían ellos. 9 Los textos que siguen han sido tomados de GALLEGO BURÍN, ANTONIO; GÁMIR SANDOVAL, ALFONSO. Los moriscos del reino de Granada según el Sínodo de Guadix de 1554, pp. 29, 30 y 55. 10 Para comprender el problema morisco, sus circunstancias sociales, históricas y humanas, es imprescindible C ARO BAROJA, J. Los moriscos del Reino de Granada. Más recientemente, vuelve a plantear el tema de la agresión cultural y social hacia la minoría morisca BARRIOS AGUILERA, M. Granada morisca la convivencia negada, con una bibliografía actualizada.
Guadix y el arte mudéjar En esta tesitura, se debe entender que si la población era morisca, sus trajes y costumbres eran al modo antiguo, también lo sería su forma de habitar y distribuir la vivienda. Tendríamos que hablar, por tanto, de una abrumadora superioridad de viviendas mudéjares o moriscas. Pero, a pesar de este dato, en lo ahora conservado, es demasiado aventurado identificarlas, como tampoco lo han sido en otras comarcas o en el propio Albaicín granadino, al faltar el más mínimo elemento de ornato para establecer su origen. Solamente las casas de un cierto nivel muestran elementos analizables y estos rasgos de identidad históricas indefectiblemente nos llevan a modelos llegados de fuera, como se verá en el estudio de las tipologías y el catálogo. No obstante, conviene adelantar que son muchos todavía los rincones, callejas, e incluso tradiciones artesanales, que entroncan directamente con el pasado islámico y el subsiguiente poblamiento morisco.11 3.2 Perfiles artísticos del Guadix mudéjar. Consideraciones generales A pesar de que en los últimos decenios se va aclarando bastante el panorama de la arquitectura religiosa y civil en la diócesis de Granada, por el contrario, en la de GuadixBaza quedan aún muchas incógnitas por resolver. Los numerosos trabajos elaborados por distintos autores y la aportación documental imprescindible del historiador Asenjo Sedano, no permiten aclarar todavía algunos aspectos decisivos para el desarrollo de la arquitectura en la zona. Se tienen datos concretos sobre edificios concretos, pero es muy difícil establecer el decurso histórico-artístico-productivo de la zona y sobre todo saber quiénes fueron los protagonistas esenciales en el diseño y control de esta arquitectura. La principal dificultad no es tanto la falta de documentación como lo desigual de la misma. Es decir, se tienen identificados bastantes de los albañiles, carpinteros y canteros que intervienen en la construcción de las iglesias realizadas en torno a los años 1545-1565, todas ellas pertenecientes a lo que convenimos en llamar iglesias mudéjares, pero casi nada de los anteriores y muy pocos de los posteriores.También se conoce el papel decisivo de Juan de Arredondo como director de las obras de la catedral accitana y su posible traza de las iglesias de San Miguel,Villanueva de las Torres y la portada de Alcudia. Antes que él, aparecen en Guadix figuras tan decisivas como Diego de Siloé, con su diseño de la catedral renacentista y la iglesia de Santiago. A finales del XVI será Juan de la Vega, maestro mayor de la Alhambra, el que detentará la dirección de las obras de la catedral y, junto a Caderas de Riaño, la continuación de la iglesia de San Miguel, ambas obras de nuevo abortadas.
Otros nombres aparecen, sobre todo en la construcción de la catedral en fechas anteriores y posteriores (Pedro Morales, maestro Andrea, Juan de Maeda, Juan de Orea, Pontones, fundamental los Riaño, entre otros), pero nos falta, sobre todo, conocer los tracistas que diseñaron los preciosos conventos de franciscanos y dominicos, las otras iglesias parroquiales, los palacios mudéjares de la ciudad, el Ayuntamiento y Corregimiento y sus alarifes, etc. A diferencia de Granada, en que Rodrigo Hernández y luego Hernández de Móstoles, Juan de Maeda, Juan de Orea, Ambrosio de Vico, entre otros, van a controlar los diseños diocesanos, o el protagonismo de Siloé y Machuca en las grandes empresas institucionales, en la diócesis de Guadix no está claro todavía el organigrama administrativo y el modo de funcionamiento del seguimiento de las obras.
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Es importante recordar para explicar el problema de la sobriedad de los templos e incluso de las viviendas accitanas la secular pobreza de la diócesis. En el momento de mayor actividad constructiva, la mayor parte de la población era morisca, con lo que pocas limosnas voluntarias se harían llegar para enriquecer estos templos. Posteriormente, viene la crisis tras la expulsión morisca y la difícil repoblación, profundizada por la quiebra económica y social de España en el siglo XVII. En general, ha de saberse que la comarca está lastrada por una dureza de clima y una tierra tan poco generosa que no han permitido grandes alardes constructivos, premisas que son básicas para comprender la evolución y la elección artística de los edificios de la zona.
A pesar de las grandes limitaciones, y aunque sea con un carácter de provisionalidad, a grandes rasgos, las primeras parroquias se van a establecer sobre las anteriores mezquitas, incluso en el caso de la catedral.12 La construcción eclesiástica más antigua parece ser la nave actual de la iglesia y las portadas del convento de San Francisco, posiblemente de la década de 1510-1520, por las soluciones que ofrece en elementos concretos. Igual cabe decir de la portada lateral de la iglesia de Santa Ana. Hacia 1530, o pocos años antes, se inicia la reconstrucción general de las iglesias (aunque anteriormente se hubiera hecho alguna obra o transformación puntual), y la actividad constructiva se va a ir incrementando y generalizando hasta el momento de la 11Al margen de otras referencias bibliográficas ya comentadas, pueden encontrarse muchos datos sobre herencias populares en SORROCHE CUERVA, M. A. Poblamiento y arquitectura tradicional en Granada. Patrimonio de las comarcas de Guadix, Baza y tierras de Huéscar. 12 ESPINAR MORENO, MANUEL; QUESADA GÓMEZ, JUAN JOSÉ. «Mezquitas convertidas en iglesias...»
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JĂŠrez. Esta iglesia es la que conserva mejor en el Marquesado su estructura original, anterior a 1560.
Guadix y el arte mudéjar rebelión de los moriscos. De este tiempo, que va de 1530 a 1568, pueden considerarse la mayoría de las iglesias parroquiales que subsisten actualmente. En Guadix, corresponden a este momento las de Santa Ana, Santiago, la Magdalena, Santo Domingo, capilla mayor de San Francisco, la torre de San Miguel y se había iniciado su nueva cabecera.También se levantan las ermitas de San Antón, San Marcos, San Lázaro y San Sebastián. En la comarca son de este período (con importantes salvedades respecto a reformas o ampliaciones), las iglesias de Cortes, Graena, Beas, Jérez del Marquesado, Paulenca, la nave de Purullena, las estructuras originales de Marchal, Alcudia, Exfiliana, Gobernador, Alquife (la nave y armadura antes del traslado), y parte de las de Cogollos de Guadix, La Calahorra, Moreda, La Peza, Gor y Alamedilla; debemos incluir, asimismo, la portada y armadura de Fonelas, aunque la iglesia sea una reconstrucción de 1919-1922. Una referencia esclarecedora de la lentitud de la reconstrucción de las iglesias son las noticias que aporta el famoso pleito del Marquesado del Cenete. En 1550 solamente se habían renovado o construido nuevas las iglesias de Dólar, Alquife y Jérez, y se había empezado la de La Calahorra (luego tardaría casi cien años), habiendo de entender que las restantes seguían siendo las antiguas mezquitas, a juicio del obispo «viejas para caerse e apuntaladas e pequeñas».13 Fuera dejo otras que, construidas en este momento, fueron rehechas completamente, o casi, en un momento posterior, como es el caso de las de Lopera, Diezma o Gorafe. De todas las iglesias citadas, la gran mayoría se construyeron acordes con la tradición de la arquitectura mudéjar, de muros de cajones con encintado de ladrillos y cubiertas de armadura, incluyendo los templos conventuales. Solamente dos iglesias escaparon a esta dictadura mudéjar: la iglesia de San Miguel de Guadix y la trazada para Villanueva de las Torres en 1565, las cuales se verán más ampliamente en las tipologías arquitectónicas. Tendríamos que esperar a la segunda mitad del siglo XVII para poder encontrar la primera iglesia parroquial abovedada, Dólar, y, aún después, se siguieron haciendo con armaduras nuevas iglesias (Aldeire, Moreda) y se ampliaron o restauraron otras. El levantamiento de los moriscos de 1568 es, sin duda, un suceso que marcó de manera decisiva el devenir histórico del antiguo Reino de Granada. En la comarca de Guadix, aunque la destrucción directa de las iglesias fue menos intensa que en otras zonas, su repercusión fue igualmente traumática, pues la deportación general (aunque de hecho no lo fuera del todo) y una deficiente repoblación motivarán un estado de crisis que tardaría bastante tiempo en despejarse. Los edificios afectados directamente fueron los de
La Calahorra, Aldeire, Jérez del Marquesado, Albuñán, Cogollos de Guadix, La Peza (más la de Fiñana, ahora en Almería).14 Con todo, el territorio quedó arrasado y sus iglesias estragadas en lo más necesario, según queda reflejado en diferentes documentos de la época. Los templos que estaban a medio hacer cuando se produce la rebelión quedaron claramente afectados y la mayoría de las obras paralizadas. Como muestra del deterioro económico y moral, podemos citar una carta dirigida por el cabildo de la Catedral de Guadix al rey, en 1585, en que dibuja un panorama francamente desolador, fiel expresión del estado de la comarca y del fracaso de la repoblación realizada a partir de 1572: Después que por causas tan justas V. Magestad mandó retirar los moriscos deste Reino, quedó esta tierra tan estragada, así porque como hijos y naturales della con su industria cultivavan los campos y bega, como porque el Real de Su Magestad tuvo aquí su asunto la mayor parte de la guerra, de cuya causa los árboles frutales y morales con que se cría la seda que es la principal Renta deste Reino están tan perdidos que no se puede significar más de remitirnos a lo que B. Magestad entiende y sabe, por lo que toca a sus Rentas reales, por lo que cada día van cresciendo más las necesidades y la población está tan mal asentada que con la poca experiencia que tiene cada día va en mayor diminución; a V. Magestad suplicamos mande proveer de remedio y dé nueva gente con que esta tierra se restaure, que estamos ciertos que viniendo personas que sepan trabajar y entender lo que conviene para beneficio de la hacienda con facilidad se reparará todo lo perdido con el favor de Dios...
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12 de junio de 1585.15
13 En VILLANUEVA RICO, Mª C ARMEN. «Un curioso pleito..., pp. 1159-1160. Recoge estas noticias, con ligeras variantes, ESPINAR MORENO, M. «Mezquitas convertidas en iglesias...», p. 780, y repiten argumentos del mismo tenor ALBARRACÍN, J. y otros. El Marquesado del Cenete. Historia, toponimia y onomástica..., pp. 256-258. 14 Para las consecuencias directas de la rebelión en la circunscripción de Guadix, ver GARRIDO GARCÍA, C. J. «Iglesia y repoblación...», p. 60. RIVAS HERNÁNDEZ, M. A. «Repercusiones del levantamiento morisco de 1568 en la Diócesis de Guadix-Baza y Alpujarra»: nuevos datos para su estudio», en Actas V Centenario de la entrada en Guadix de los Reyes Católicos (1489-1989), Guadix, 1989, pp. 69-77. 15 A.H.D.GU. LIBRO 2º DE ACTAS C APITULARES, FOL. 236V-237R.
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Graena. Iglesia parroquial. Armadura obra del carpintero BartolomĂŠ Meneses.
Guadix y el arte mudéjar La reacción para solucionar el problema fue detraer fondos de las fábricas y beneficiados de todas las iglesias para remediar a las más afectadas. Esta circunstancia es la que explica que iglesias como la de Alamedilla,Villanueva y otras de la comarca de los Montes estuvieran reclamando continuamente su reconstrucción y denunciando su estado precario. Posteriormente a estas fechas y ya en el siglo XVII, o en adelante, se ampliaron muchas de las citadas anteriormente, y se construyeron total o prácticamente las de Ferreira, Huéneja, Albuñán, Lanteira, Aldeire, Moreda, Gor, Alquife, Dólar, etc. Hay iglesias que actualmente están cubiertas con armaduras, pero son mucho más tardías, y otras, que no estándolo, sus cuerpos pertenecen al periodo estudiado, aunque están tan desfiguradas que hemos optado por excluirlas. Entre las primeras tenemos las de Benalúa, Darro, Lugros, ermita de San Marcos de La Peza o los Villares (ésta conserva los tirantes de una armadura oculta); entre las segundas están las de Marchal (con planta similar a la de Purullena, muy ampliada y reformada, a la que sirvió de modelo), Polícar, Gor o Ferreira.
3.3 Artífices y promotores del mudéjar accitano Está claro que los representantes políticos y eclesiásticos que llegan a Guadix después de la conquista lo hacen con la intención de reorganizar la ciudad y controlar a la sociedad mudéjar y morisca, a la cual se teme y se odia; igual sucede al contrario, producto de la confrontación histórica y la desconfianza que planea sobre esta sociedad en conflicto. El problema es que ha habido un bando vencedor y otro derrotado y esto condicionará la evolución de los hechos. Las personas que detentan el poder en la comarca de Guadix son, en cierta medida, herederos y sucesores de los conquistadores castellanos, que se establecen en Guadix y su territorio y quieren hacer valer sus derechos y deben levantar edificios para satisfacer las nuevas necesidades. Como la arquitectura mudéjar estaba plenamente implantada en los territorios de origen de los repobladores y de sus representantes políticos y religiosos, estos van a adoptar los mismos repertorios artísticos, sin diferencia apreciable si no es de matiz. En el caso de las iglesias, hay que entender que la opción de los obispos y promotores eclesiásticos por las soluciones mudéjares va a ser consecuencia de la necesidad de reconstruir la mayoría de los templos y con una clase obrera en la que la labor de cantería era prácticamente lo exótico, no lo normal.
No hay datos suficientes para averiguar por qué para los conventos se va a elegir, igualmente, los modelos mudéjares, cuando, en otras zonas de Andalucía, al menos se matizaba con la presencia de una capilla mayor de cantería y abovedada, para darle un mayor carácter de cristiandad occidental al templo (Córdoba o Sevilla). Hay que tener en cuenta la modestia económica de estas fundaciones y que solamente con el paso de los años se fue ganando en poder económico, pero, aún así, los promotores y patrocinadores siguen eligiendo la obra mudéjar. La arquitectura y, sobre todo, la carpintería mudéjar, con ese repertorio de fantasía cromática y complejidad visual, representa un modelo de riqueza más evidente que las propias bóvedas góticas o renacentistas y allí pondrán en sus arrocabes los escudos de sus benefactores: los Pérez de Barradas y los Mendoza. Las capillas mayores se cubren con el mismo tipo de estructura que ellos tienen en sus propios salones palatinos.
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Pero, ¿quiénes son los encargados de ejecutar este programa constructivo de Guadix y su comarca? Son muchas las carencias todavía sobre su conocimiento, y es en el campo de la arquitectura diocesana donde más referencias tenemos, pero incluso en los pocos que se han encontrado de edificios civiles, vuelven a aparecer algunas coincidencias de artífices.Ya se ha comentado la dificultad de establecer la separación entre artífices moriscos (los mudéjares desaparecen como condición jurídica en 1500) y cristianos viejos.
Sí cabe decir que se tienen algunas noticias, en el caso del ámbito granadino, de que los promotores estimaban que estaban mejor cualificados los albañiles y carpinteros moriscos.16 De entre ellos cabe destacar al albañil Francisco Centeno, de origen castellano, puesto que en Arévalo (Ávila) estaba enclavada su familia, responsable de las iglesias de Santiago de Guadix y de Jérez del Marquesado del Marquesado y tracista de otras más modestas (La Calahorra y la antigua de Dólar, al menos); también tuvieron una importante actividad Baltasar de la Hoya (antigua iglesia de Lopera, La Calahorra, Purullena, cimientos de Alcudia), Francisco Roldán (la Magdalena. Alquife, Alcudia, Cogollos), Juan García (monasterio de Santiago, iglesia de Fiñana) o Ambrosio de Villegas (las iglesias de la Magdalena, monasterio de Santiago, Cortes, Marchal, portada de ladrillo de la de Jérez, antigua iglesia de Dólar, la de Fiñana).
16 Puede servir de referencia y resumen de esta cuestión LÓPEZ DE COCA C ASTAÑER, JOSÉ ENRIQUE. «El trabajo de mudéjares y moriscos en el Reino de Granada», pp. 123-126.
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Arquitectura mudéjar en la comarca de Guadix Ya en el siglo XVII el más activo será Jacinto de Villalba que terminó la iglesia de La Calahorra, junto con Domingo Martínez, y construyó y dio las condiciones de la de Lanteira, aparte de hacer algunas tasaciones de otras iglesias. Albañiles con obras sueltas hay muchos y no podemos citarlos a todos, pero queremos señalar la presencia de un tal Damián de Vandelvira, que junto al maestro Francisco, hacían la primitiva iglesia de Fonelas en los años 1545-1560. Entre los carpinteros, sobresale el buen hacer de Bartolomé Meneses, autor de las armaduras de las iglesias de Santa Ana de Guadix, Palacio de Villalegre, casa de Hernán Arias-casa Visconti,Alcudia (desaparecidas, salvo la de la capilla bautismal), Alquife, Cortes, Graena y Moreda (más otras que desconozcamos); Juan García (no confundir con el albañil del mismo nombre, monasterio de Santiago, junto con Meneses e iglesia de Gor); Gaspar Ruiz (capilla de los Lujanes en el convento de San Francisco); Felipe Sánchez (la Magdalena) y Juan de Urrutia o Ratia que hizo la carpintería de la residencia del obispo de Beas, y años más tarde, en 1572, las espléndidas armaduras de la iglesia de Fiñana. Hay otras armaduras, como las de San Francisco, Santo Domingo o el propio Santiago de Guadix (posible obra de Cristóbal de Xerez) o la preciosa armadura de la capilla mayor de Beas que por el momento son anónimas. En algunos nombres de los que aporta la documentación se aprecia claramente su estirpe morisca e incluso en un primer momento aparece la mención de moro, por mudéjar, como es el caso de la picota que en 1495 hizo Alonso Lorenço ayudado por Cortezo, «moro». Años más tarde, aparece Hamete Caçin haciendo la fuente que había en la plaza mayor o de la Constitución.17 Otros nombres sueltos de moriscos en labores de la edificación se pueden identificar en obras de Guadix, como Alonso Romí que murió, en 1556, cuando trabajaba en los cimientos de la torre de la catedral y Hernando el Jazí y Lorenzo Rotailí a los que se les pagaban unos hornos de ladrillo, en 1559, para las obras de la catedral.
17.. ASENJO SEDANO, C. Guadix la ciudad musulmana del siglo XV..., p. 314.
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Cortes. Iglesia parroquial. Escudo del obispo Martín Pérez de Ayala.
Guadix. Iglesia de San Miguel. Escudo del obispo Antonio del Águila.
Guadix. Santo Domingo. Pechina de la armadura de la nave con retratos.
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TĂŠcnicas, materiales y sistemas constructivos
Guadix. Palacio de PeĂąaflor. Aparejo mixto de cajones de mamposterĂa (abajo) y tapial (arriba) encintados de ladrillo.
Técnicas, materiales y sistemas constructivos En el mudéjar accitano, de los cuatro materiales básicos aplicados en la construcción (ladrillo, madera, yeso y cerámica), los que van a tener una mayor presencia son el ladrillo y la madera, y todo lo que supone la obra de albañilería, con la aplicación de morteros, tapiales y mampostería. La cerámica queda como referencia esporádica y concreta en remates de tejados y poco más; la que se empleara en interiores, como pavimentos y zócalos de azulejería, toda se ha perdido. Las fábricas de muros fueron generalmente de albañilería, indistintamente para obra mudéjar o cristiana, siendo en todo caso la carpintería el elemento más genuinamente mudéjar de esta comarca. El estudio, por tanto, de los materiales y formas constructivas que a continuación se ofrece puede servir tanto para el conocimiento más preciso de lo que fue la obra mudéjar, como para todo el panorama arquitectónico de Guadix y su comarca, donde la cantería es apenas un episodio puntual y concretado en elementos singulares, mientras que la albañilería es su eje vertebrador por excelencia. 4.1 Elementos de albañilería El ladrillo. Es el elemento fundamental en la construcción mudéjar e incluso la referencia básica de medida a la hora de establecer las condiciones de los edificios. El ladrillo, bien sólo o acompañado de la piedra o el tapial, constituye su elemento básico en lo estructural y en lo decorativo. Fue utilizado tanto para levantar los muros como para elaborar los diversos motivos ornamentales, unas veces formando cuerpo con los anteriores y otras superponiéndose a los mismos. Hasta tal punto el ladrillo es básico en la técnica constructiva que incluso se va a imponer como elemento de medida habitual a la hora de determinar el grosor de los muros, despiece de los encintados de los mismos, anchura y grosor de los arcos, pilares, cornisas, etc. Las medidas solían ser: los cimientos 5 ladrillos de grosor; por encima de los cimientos tendrían tres ladrillos, que es la anchura normal de los cuerpos de iglesias y torres; en algunas partes altas de campanarios, pequeñas habitaciones como sacristías, etc., la medida era de dos ladrillos; en todos los casos son ladrillos puestos a lo largo. Muchas veces también se utilizó como referencia al hacer los arcos, que podían ser de uno, uno y medio o dos ladrillos de altura de rosca. Según las funciones de los ladrillos, estos eran de diferente forma y recibían distintos nombres: el de labor, la rasilla y el mazarí. El ladrillo de labor era el más común, macizo y de un tamaño que suele ser en Granada y en esta comarca de 30 x 15 x 4 cm
(o 28 x 14 x 4 cm); era de hechura más basta, de arcilla porosa, muy rojiza (en algunos edificios casi granates) y con bastantes impurezas, aunque la calidad dependía del lugar de donde se extrajera el barro para cocerlo e incluso el punto de cocción. El ladrillo de rasilla era más fino y estaba mejor terminado; fue empleado para los adornos y para pavimentos, por lo que exigía una cochura más depurada y menos impurezas. En tercer lugar estaba el ladrillo mazarí, que era la tableta o baldosa empleada también para pavimentos, andenes, voladizos y otras obras en que se exigía una pieza de mayor envergadura. El tapial o la tapia. Este elemento y sistema de construcción es muy antiguo, aunque en España se generalizó a partir del siglo XI, durante el período de las taifas o reinos islámicos de al-Andalus. Se denomina muro de tapia o tapial al formado por una mezcla de tierra, grava, cal grasa y, a veces, cantos rodados más o menos grandes y que también puede llevar alguna materia vegetal, todo ligeramente húmedo y apisonado. Su construcción se realiza con encofrados o tableros de madera que se disponen verticalmente para poder prensar la mezcla y así se va subiendo sucesivamente. En realidad, el nombre de tapial se refiere a los tableros que sirven para hacer el encofrado y la tapia sería la obra terminada, pero se ha extendido el término tapial, de forma habitual, a fin de evitar la confusión con la acepción más extendida actualmente de tapia, como pared o muro de un cercado. Las capas exteriores se hacían más ricas en cal y una vez retirados los encofrados de madera se enlucía o revocaba con mortero fino para formar una costra de protección.
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En la arquitectura andalusí, el tapial se utilizó como material exclusivo para murallas y torres, y así están hechas, por ejemplo, la alcazaba de Guadix (aunque hay zonas de cal y canto o tapial con mampostería) o las cercas y torres de la Alhambra y del Albaicín de Granada. Sin embargo, en la arquitectura mudéjar sirvió para rellenar los llamados cajones o grandes huecos que van quedando en los muros entre los ladrillos. Las proporciones de los materiales que integraban las tapias estaban perfectamente determinadas en las condiciones de las obras. Así, en los contratos conocidos las tapias habían de llevar cinco espuertas de tierra, una o dos de arena y una de cal. Una operación obligada, para que madurara y se apagara esta tapia era meter la mezcla de cal y arena en agua unos días antes de usarlas. Mortero. El mortero o argamasa era utilizado para unir los ladrillos, rellenar la mampostería en los cimientos, revocar las paredes y demás obra de unión o de cierre. Era el equivalente, en su uso, a lo que llamamos mezcla en el lenguaje coloquial actual.Tam-
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Arquitectura mudéjar en la comarca de Guadix bién estaban estipuladas de acuerdo a normas fijas, aunque con ligeras variaciones según los edificios documentados. Así pueden oscilar entre tres espuertas de arena y dos de cal, a dos y dos y algo de tierra. Lógicamente, cuanta más fuerza se necesitaba en la mezcla se echaba menos tierra y más cal. Mampostería. En la obra mudéjar accitana sirvió para realizar los cimientos, rellenar los cajones más bajos —para evitar los efectos de la humedad por capilaridad—y, en edificios concretos, y sobre todo los más tardíos, para rellenar los cajones en lugar del tapial. Así aparecen, por ejemplo, en las iglesias de Huéneja, Aldeire o Exfiliana. Cantería. La obra de cantería estuvo muy restringida en la arquitectura accitana y no sólo en la de tradición mudéjar, sino en general, para todas las parcelas de la edificación. Prácticamente es la catedral, partes del sagrario, las arcadas del Corregimiento y las de la plaza de la Constitución, las únicas fábricas en que se emplea de forma sistemática la piedra de sillería para la construcción de muros, pilares, arcos y bóvedas. Para el resto, incluso en fechas ya avanzadas, será la fábrica de albañilería la utilizada sistemáticamente, ya fuera para iglesias, conventos, palacios o viviendas de tipo popular. Solamente algunos elementos determinados recibirán el complemento de la piedra entallada o esculpida, como algunas portadas, contadas cornisas, escudos nobiliarios, las columnas de los patios, algunos pretiles de remates de torres, como en Santiago, Jérez del Marquesado, y poco más.
Cerámica. Igual cabe decir de la cerámica, tan abundante en otros territorios, incluso en la diócesis y ciudad de Granada. En nuestro caso, de lo poco realizado la mayor parte se ha perdido con el tiempo. Su aplicación fue frecuente en los caballetes de los tejados, con las habituales tejas vidriadas y los remates de jarras para engastar las cruces de las torres, como en la iglesia de Santiago. Estas jarras debieron ser bastante comunes en el pasado y todavía hoy se mantienen, aunque renovadas, en algunos edificios, como en la parroquial de Graena, palacio de Villalegre y algunas casas particulares. Otra aplicación de la cerámica o ladrillo vidriado fue en los chapiteles de las torres, de los que se conservan el de la iglesia de Santiago, con su cerámica original, y el de Jérez que la perdió hace tiempo. Otras torres los tuvieron pero actualmente no existen. 4.1.1 El muro y sus aparejos
Madera. Es el elemento de cubierta por excelencia en Guadix y también fue usada para la obra de albañilería, en forma de puntales, agujas y tableros para los cajones y muros de albañilería, las puertas, ventanas, barandas, coros, etc. Tendrá más adelante un estudio específico.
El aparejo es la forma de disponer los distintos materiales para construir un muro. En la arquitectura accitana ya se ha visto que el más común es el de cajones encintados de ladrillo, o el ladrillo en exclusiva cuando se trataba de hacer partes concretas que necesitaban un mayor esmero o trabajo de detalle (fachadas, campanarios, portadas, pilares). Las formas de colocar los ladrillos para levantar los muros, ya fuera de cajones o todo de ladrillo, han sido muy variadas en cada época, cultura y partes a construir. En la arquitectura mudéjar andaluza, en la granadina y en concreto en Guadix, la disposición más habitual, hasta constituir un sello característico de época, es el llamado aparejo inglés o a la inglesa. Consiste en la disposición de las hiladas de ladrillo una con todos de perfil o canto (a soga) y la siguiente todos de frente o testa (a tizón), alternativamente.
Yeso. En la comarca de Guadix no existe ninguna capilla, iglesia o edifico civil del periodo mudéjar que presente cubiertas, portadas, placas o cualquier otro adorno de yeso (atauriques o lacerías talladas), como material único o en aparejo mixto. No hay o no se han conservado arcos o celosías de yeso como para considerar su presencia de forma significativa. Tampoco hay bóvedas decoradas con este material, frente a la abundancia de obras de este tipo en el mudéjar toledano o de Andalucía occidental. El yeso, en todo caso, se usará como material complementario en la construcción para unir ladrillos, la sillería, enfoscados o de otras formas habituales en la construcción tradicional, pero obviando su vertiente ornamental.
Otro elemento de identidad es el grosor de los tendeles o capa de mortero que queda entre dos hiladas consecutivas. Los muros mudéjares y de la arquitectura de los siglos XVI-XVII se caracterizan por tener los tendeles muy gruesos, casi de la misma altura del ladrillo, dejando un llagueado muy característico. En algunas partes como en arcos, portadas o cornisas, este ladrillo se hacía «de junto», es decir, sin apenas mortero entre hilada e hilada, dando una terminación más elegante y fina, completados con ladrillos aplantillados. Esta forma de levantar los muros de ladrillo y el grosor de los tendeles difieren claramente del sistema moderno, que suelen ir todos a soga (habitual en el muro llamado de ladrillo visto), o como mucho con el característico apa-
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Técnicas, materiales y sistemas constructivos rejo a soga y tizón puro, llamado aparejo flamenco, y los tendeles son muy finos, con muy poca mezcla entre las hiladas. Tan extensivo fue el aparejo a la inglesa, que si nos encontramos un muro de ladrillo y éste no tiene esta disposición podemos asegurar que ese muro no es antiguo. A veces, el conocimiento de estas particularidades, como la altura de los tendeles, la calidad de los morteros, son fundamentales para fechar la obra o parte de la misma, a falta de otro documento que lo certifique. El ladrillo puede aparecer formando todo el paramento del muro, o, más habitualmente, unido a otros materiales que abaratan y agilizan su realización. No existe una norma fija, pero suele ser frecuente que si el muro va a recibir una mayor filigrana ornamental, trabajo de detalle, en paramentos de reducido tamaño o necesitados de mayor resistencia, el empleo del ladrillo será exclusivo. Así lo vemos tanto en los pilares como en los arcos, dinteles, recercados de ventanas y vanos en general. Igualmente algunas torres son enteramente de ladrillo, o en su defecto, los campanarios y las espadañas.También son todas de ladrillo algunas fachadas (palacio de Peñaflor), algunas capillas mayores (San Francisco o San Miguel) y las galerías-solanas de los palacios y casonas o algunas portadas. Si el muro va a quedar liso o con un enlucido o blanqueado que lo cubra, lo normal es que se utilice el aparejo mixto de cintas y rafas de ladrillo (machones o pilastras verticales y bandas horizontales) que dejan entres sí unos cajones o recuadros rellenos de tapial o mampostería. Considerando que el sistema es siempre el mismo y bastante repetitivo, he preferido utilizar la expresión de «cajones encintados de ladrillo» para agilizar las descripciones.
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Estos aparejos mixtos, en la arquitectura diocesana granadina fue normal el hacerlos, en las primeras décadas del siglo XVI, con los cajones rellenos de tapial, para a mediados del siglo imponerse el de mampostería. En Guadix, por el contrario, fue bastante más frecuente el de tapial, incluso en fechas avanzadas, pero también en obras ya del siglo XVII se pueden encontrar los cajones de mampostería, por darle mayor consistencia y durabilidad al muro. Así los vemos en iglesias como Exfiliana, Aldeire, Huéneja o Facerretama. La inercia de tipologías y técnicas mudéjares fueron muy grandes en Guadix. Casi hasta el siglo XIX, los muros de cajones encintados de ladrillo, alfarjes de madera, patios con columnas y vigas de madera, fueron el modo habitual que definió la vivienda
Esquema de construcción del aparejo de cajones de tapial encintado de ladrillo. Dibujo: Javier Gómez-Moreno
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Arquitectura mudéjar en la comarca de Guadix accitana, igual que ocurrió en las renovaciones o ampliaciones de las iglesias rurales. Esta circunstancia, y la ausencia en la mayor parte de los casos de datos concretos, dificultan sobremanera establecer la evolución y cronología de muchos edificios. En los pocos contratos conocidos de iglesias de la zona (de la obra civil hay muy poco y de obras puntuales) se indica escrupulosamente la forma de realizar los muros con cajones encintados de ladrillo y su distribución sobre las paredes y partes del edificio. Es el caso de las rafas, que debían tener cinco ladrillos, en las bandas más anchas, y tres, en las más estrechas; las cintas debían tener tres hiladas, que era lo normal en la zona.
4.1.2 Elementos de soporte aislados: pilares, columnas, pies derechos
Se puede afirmar que no hay elementos de soporte aislados que sean específicos o exclusivos en la comarca de Guadix, aunque sí tenemos algunos de ellos muy extendidos y que dotan a los edificios de una personalidad propia. En cuanto a los pilares, los más extendidos y originales son los de las iglesias de tres naves de Santiago y Santa Ana, en Guadix, y la de Jérez del Marquesado, así como de la antigua Lonja. Presentan un núcleo cilíndrico al que se añaden dos medias columnas al hilo de los arcos formeros para recoger la caída de los arcos doblados que soportan. Parecen proceder de la iglesia de San Juan de los Reyes, que los tiene idénticos, si es que se confirma la antigüedad de dicha iglesia, de hacia 1520; parecidos, aunque algo más simplificados, también los tiene la iglesia parroquial de Béznar, en el Valle de Lecrín, de 1520-1530. Otros pilares más sencillos son los de la iglesia de Huéneja, simples rectángulos achaflanados en las esquinas, y los de Cogollos de Guadix, cilíndricos y de ladrillo visto. En todos los casos, los pilares son enteros de ladrillo, incluso en Santiago, a pesar de que Siloé, en el proyecto original, indicara que debían ser las basas de piedra. Los pilares torales son de formas variadas. Los más antiguos son de medias columnas con su retropilastra y capitel de cardina gótica (Santiago, Jérez del Marquesado) o con unos diedros escalonados (Santa Ana), para más adelante generalizarse los de pilastra toscana; hay otros que se limitan a la simple continuidad del arco sin adorno alguno (San Francisco, Cogollos de Guadix). En la arquitectura doméstica y palatina no es frecuente el soporte de pilar exento. En la calle Torno de las Monjas n.º 14 hay una casa que los tiene octogonales de tipo toledano y muy altos. Lo normal es que las casas tengan como soporte columnas en la
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planta baja y pies derechos en las galerías o corredores de las superiores. Una solución que puede considerarse tipología característica de pilares en Guadix son los que soportan las galerías arqueadas de las torres palatinas y señoriales, con la forma habitual de sección octogonal y de módulo muy recortado; no es exclusivo de aquí, pero sí claramente identificativo. Columnas aisladas no existen como soportes en las iglesias, son un elemento exclusivo de la arquitectura civil; pero los patios de los palacios y casonas accitanas ofrecen un repertorio variado de ellas. Las más antiguas son muy estilizadas, a veces hasta parecer en sus fustes columnas nazaríes. Suelen ser de orden corintio simplificado, de las llamadas de moñas, propias del último gótico y abundantes en Sevilla, Córdoba y Levante; de este tipo son las del palacio de Villalegre y uno de los costados del patio del monasterio de Santiago. La otra variante son las de orden toscano, en algunos casos producto de sustituciones o reformas posteriores.Toscanas y estilizadísimas son las del palacio de Peñaflor. Soluciones originales encontramos en la casa n.º 12 de la calle del Álamo, con esbeltos fustes y capiteles de un jónico muy sobrio. Los pies derechos son de uso normal en las viviendas domésticas de tradición popular o en los corredores y galerías altas de algunos palacetes; también los tiene la última galería del monasterio de la Concepción. Su forma es la normal, de fustes ya cuadrados, achaflanados o circulares y zapatas encima, que pueden ser de tracería gótica, acanto, cartón abierto, gallones y demás adornos que coinciden con los canes de las armaduras y alfarjes. Muchas de las casas han perdido estos pies derechos o los tienen embebidos en los muros, producto de reformas posteriores en las que se solía ganar espacio cerrando los corredores. Este tipo de soporte es común en la arquitectura de tradición mudéjar y la popular de herencia cristiana, sin distinción de estilo.
4.1.3 Arcos
En el mudéjar accitano el tipo de arco habitual es el apuntado y el de medio punto para la arquitectura religiosa, mientras que en la civil suelen ser de medio punto, carpaneles o escarzanos. No existen los de herradura, ni de herradura apuntada, y mucho menos los lobulados u otras formas de herencia directa de lo islámico. El arco apuntado aparece de forma sistemática en los templos más antiguos para los arcos torales y en las capillas laterales (San Francisco, Santo Domingo, Santa Ana, Beas, Cogollos
Guadix. Iglesia de Santa Ana, con los pilares mĂĄs caracterĂsticos de la comarca.
Guadix. Palacio de Villalegre. Capitel del patio.
Guadix. Palacio de Villalegre. ArquerĂas del patio sobre columnas.
Técnicas, materiales y sistemas constructivos de Guadix). Su inercia es bastante grande (capilla bautismal de Cortes) e incluso lo van a aplicar en obras tardías como un elemento retardatario en ampliaciones, como la de la iglesia de La Peza (arco toral y capillas laterales posiblemente del siglo XVIII) o Alcudia. En la iglesia de Santiago se da la circunstancia de que, habiendo sido indicado por Siloé que fueran todos de medio punto, a la hora de realizarlos, Centeno los hizo apuntados en las capillas laterales, claramente retardatarios, mientras que en las capillas cercanas al arco toral los hizo alabeados. En la arquitectura civil los tenemos de medio punto, escarzanos y carpaneles en los patios del palacio de Villalegre y Peñaflor, dejando los de medio punto para las plantas bajas y los rebajados y deprimidos para las superiores. Los de las galerías son característicos por su forma de medio punto y unas pilastrillas que bajan como formando alfices. 4.1.4 Portadas
No se encuentran en Guadix portadas que podamos considerar herencia directa de lo islámico o de lo más cercano en el tiempo, como es la arquitectura nazarí.Tampoco cabe hablar de fachadas monumentales, ni en la arquitectura religiosa ni en la civil, no ya de herencia mudéjar sino clasicista, salvo el caso de la portentosa fachada principal de la catedral. En realidad el único argumento para considerar mudéjares a estas portadas es el uso del ladrillo y la directa inspiración en modelos muy frecuentes en otras regiones de mudejarización anterior, como Andalucía occidental, sobre todo. El modelo es bastante sobrio, con alguna variante, consistente en un enmarque rectangular, que sobresale ligeramente del muro, en cuyo frente se abre un arco apuntado, las más antiguas, o de medio punto. Los esquemas más sencillos de las primeras son las de Beas y Cogollos de Guadix, en esta última la parte baja está mutilada. De medio punto son algunas portadas algo más tardías, igualmente sobrias, como las de Paulenca y Purullena; también debió tenerla la de Alcudia y otras, pero han desaparecido con el tiempo. Con pilastrillas de flanqueo las tienen la de los pies de Santa Ana, la de Jérez del Marquesado y la reconstrucción historicista de la de Alquife. En algunas de estas iglesias convive la portada sencilla de ladrillo y otra monumental de piedra de tradición renacentista. Su inclusión aquí no tiene más sentido que el de formar parte de los edificios de tradición mudéjar. Con dicha portada principal de
inspiración clasicista, intentan dotar a los modestos templos rurales y urbanos de una cierta nobleza, sin que sepamos por la documentación cuál fue el motivo de esta distinción, porque no siempre se corresponde con la categoría del templo. La más antigua, y obra de singular interés, es la lateral de la iglesia de Santa Ana, herencia directa del palacio de La Calahorra, con sus sencillos motivos de vegetación, candelieri, aletones y heráldica real y episcopal. Por el mismo tiempo debieron hacerse las de la iglesia y convento de San Francisco, con esquema gótico de arco conopial, por todo adorno. Le siguen en el tiempo las de Graena, Fonelas y la más monumental, la de Jérez del Marquesado; las dos primeras fruto de la propia creatividad de Cristóbal Nuño. Su cuerpo bajo, amplio y potente se completa con otro superior más reducido, con aletones vegetales y candelieri propios de la época; no falta en éstas y en las restantes la heráldica episcopal como patente de patrocinio, muchas veces el único elemento, amén del estilístico, que tenemos para fechar dichas portadas.
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La de Jérez del Marquesado es la estrella de las portadas del Marquesado, presidida por la imagen de la Inmaculada y en cuyo friso se quiso dejar patente su homenaje y dedicación, con la fecha del 6 de diciembre de 1541. Del mismo tiempo, y muy elemental, es la de Santo Domingo de Guadix, con sus balaustres y los canes con la antorcha en la boca (emblema de los dominicos). Punto y aparte merece la portada principal de la iglesia de Santiago, la joya de las portadas renacentistas de la comarca y una de las más notables del renacimiento granadino, por su monumentalidad, exotismo y el minucioso trabajo de la talla en piedra. Así lo demuestran la perfecta interacción que ofrecen la fantasía del grutesco, los variados repertorios decorativos y la fusión de símbolos religiosos y heráldicos que la presiden. Muy poco conocida y mucho más austera, pero interesante, es la otra portada, dando al callejón trasero, hecha toda de ladrillo, pero con columnitas muy estilizadas. Dos interesantes portadas cierran el ciclo de las renacentistas, en un esquema más depurado, pero no exento de originalidad, en las iglesias de Cortes y Alcudia. Fueron labradas en las mismas fechas, 1560-1562, y por dos canteros seguramente hermanos (Juan y Pedro de Riaño), y sin embargo, no tienen apenas puntos de conexión entre sí, ni estructural ni decorativa. La de Alcudia consta que fue trazada por Juan de Arredondo y su diseño, plenamente clasicista, denota estar muy influenciado por la capilla de San Torcuato de la catedral. La de Cortes, obra orgullosa en un entorno de absoluta
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Cogollos de Guadix. Iglesia parroquial. Portada del siglo XVI.
JĂŠrez del Marquesado. Portada lateral de la iglesia. 1541.
Guadix. Iglesia de Santa Ana. La portada lateral es la mĂĄs antigua de la comarca.
Guadix. Palacio de Villalegre. Portada y escudos herรกldicos.
Técnicas, materiales y sistemas constructivos austeridad, destaca por la potencia de las columnas dóricas, las puntas de diamante del friso, las guirnaldas enrolladas en los fustes y el frontón curvo, a modo de una guirnalda más. Es una caprichosa y heterodoxa interpretación de los modelos clásicos. Tenemos que remontarnos a finales del siglo XVI para ver una nueva portada monumental, como la de la iglesia parroquial de Fiñana, excluida del catálogo, pero que debe tenerse en cuenta en el conjunto de portadas accitanas porque hasta no hace tanto tiempo perteneció al obispado de Guadix. Ya en el siglo XVII, cabe destacar la portada de la iglesia de la Magdalena, de 1621, barruntando ya las novedades del primer barroco, como el alargamiento y la descompensación excesiva de los cuerpos, así como la presencia de mutilos en las pilastras. En las portadas de iglesias del siglo XVII en adelante desaparece cualquier huella formal o estilística de tradición mudéjar y, o bien se reduce a un simple arco sobre la pared, o se monumentaliza con un mínimo esquema de apilastrado toscano que dote al templo de una cierta dignidad. Portadas como las de las iglesias de La Calahorra, Lanteira, la de los pies de Cogollos de Guadix o Albuñán, son buenos ejemplos de esta serie, siempre hechas en ladrillo enlucido. Más originalidad, y estilos más tardíos, muestran las de Aldeire, pertenecientes a un período poco fecundo en el arte accitano, como es la segunda mitad del siglo XVII, pero que aquí muestra originalidades dignas de resaltar. Igual cabe decir de la portada de Moreda, recompuesta con sillares posiblemente anteriores y entablamento curvo, una vez más libre interpretación de los albañiles de la época, con poco dominio de la corrección estilística pero con mucho oficio. Difíciles de fechar por su sencillez son las portadas de los pies de Beas o la de Gobernador, simples arcos de medio punto con grandes dovelas de piedra. Cierra el capítulo de portadas monumentales diocesanas la que ostenta la iglesia de La Peza, del siglo XVIII y en la que, la presencia de dos potentes estípites, denuncia caprichos propios del pleno Barroco, pero siguiendo con la tradición de la arquitectura en ladrillo. Un conjunto mucho menos amplio, pero que debe recogerse para completar este panorama, es el de las portadas de carácter civil. Los palacios y caserones accitanos son, por lo común, austeros hacia el exterior y mucho más en las portadas, reducidas a los encuadres de las puertas, con lo que se pretende dotarlas de un cierto aire de pretensiones aristocráticas. Como es habitual, estas portadas presentan esquema de vano
o puerta adintelada, frente al vano arqueado que hemos visto emplear sistemáticamente en los templos. La más antigua es la casa nº 12 de la calle del Álamo, con resabios goticistas en sus cardinas y columnitas de flanqueo. Justo al lado vemos otra portada, con fecha de 1563, mostrando ya los modelos del clasicismo renacentista en su orden de apilastrado toscano. En la calle Barradas n.º 10 hay otra portada de ladrillo, con medias columnas de flanqueo y entablamento, modesta pero interesante por su originalidad. Sencillos esquemas de dinteles sobre jambas, más o menos complicados, serán una solución común, muchas veces recompuestos y otras de carácter intemporal. Son el caso de la portada de sillares almohadillados de la casa n.º 5 de la calle Gloria y tantas otras, ya más modernas, con elementos de referencia claramente barroca, que remiten a remodelaciones posteriores realizadas en edificios antiguos.
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Se cierra este apartado con la referencia a los palacios de Villalegre y de Peñaflor, por su carga de representación aristocrática. En el primero, aunque su portada vuelve a ser un simple esquema adintelado de recercado moldurado, la piedra sube hasta enmarcar el balcón, y dos enormes escudos heráldicos de los Fernández de Córdoba se encargan de exhibir de forma ostentosa el linaje de sus propietarios. El otro gran palacio accitano iniciado en el XVI, el de Peñaflor, ofrece un simple vano con potente dintel adovelado de ladrillo en una enorme fachada toda de ladrillo, pero sin más signo de referencia ornamental que cuatro escudos heráldicos en la parte alta.Tanto uno como otro, y los muchos de los caserones de Guadix, muestran sus características torres con galerías, su elemento más personal, así como la heráldica, que no falta en casas incluso de aparente austeridad. Sería imposible recoger todos los edificios y casas con escudos heráldicos en sus fachadas o portadas, pertenecientes a una nobleza de más pretensiones que poderío económico, salvo contadas excepciones, y que buscó hace tiempo nuevos lugares de asiento fuera de Guadix. 18 4.1.5 Torres
Las torres de las iglesias accitanas no destacan precisamente por ser su elemento más vistoso dentro de la tradición mudéjar. Por el contrario, y aunque no sean originales de esta tierra, las torres-galerías de los palacios y casonas son los elementos más peculiares y pintorescos de su caserío. Es una constante, en las casas con cierta preten18 ASENJO SEDANO, C.; ASENJO FENOY, Mª D. Nobleza y heráldica en Guadix.
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Arquitectura mudéjar en la comarca de Guadix sión de nobleza, el disponer en lo alto, ya fuera como remate de la vivienda, a modo de solana, o coronando una torre de poco desarrollo vertical, una galería de arcos de ladrillo sobre pilares octogonales, de reducida altura y enmarcada por un hendido sobre el muro y pilarillos que descienden por las enjutas a modo de alfiz. En cuanto a las torres eclesiásticas, raramente presentan sus muros elementos de adorno que rebasen lo estrictamente funcional. Su configuración repite constantemente una forma muy similar, consistente en un prisma desnudo, simples vanos para iluminar las escaleras, y encima el campanario, separado por una fina cornisa o moldura. Los campanarios ofrecen uno o dos vanos para campanas, de medio punto sin concesión alguna al ornato, cenefas o alfices, a diferencia de lo que encontramos en algunos notables ejemplos de la vecina diócesis granadina. Una excepción sería la de la iglesia de Santiago, que debió contar con albanegas cerámicas, ahora macizadas, y en la de Jérez del Marquesado también se debió copiar esta idea, pero las albanegas quedaron vacías.También los chapiteles de estas iglesias son algo diferente al remate a cuatro aguas del resto. La escasa documentación que podemos manejar demuestra que la mayoría de las torres actuales corresponden a un momento posterior a las primeras construcciones de las iglesias, en las que se hizo simplemente espadaña o una torre más reducida. En este sentido es bastante clarificador el que, en las condiciones de la iglesia de Purullena, se diga que había de hacerse un cuerpo bajo de torre, pero que en principio no rebasaría el tejado de la iglesia y se utilizaría provisionalmente como sacristía. De nuevo la penuria económica impondría criterios de restricción que se fueron solventando con el paso de los siglos, y sobretodo en el XVIII, el de mayor avance económico y renovación arquitectónica. En Guadix ciudad, torres del XVI son: la de Santa Ana, con reforma posterior al menos en el campanario; la de Santiago, dispuesta a eje con el templo y en la cabecera, con el bello complemento de su chapitel cerámico y la jarra donde engasta la cruz; la de San Miguel, con el escudo de Antonio del Águila por todo adorno; la de la Magdalena, sobria y reparada, pero conservando su armadura original; la de San Francisco no está documentada, pero los leves elementos de ornato y la chapuza de los vanos de su campanario hacen sospechar de una construcción bastante más tardía. No diferirán las torres conventuales posteriores o pertenecientes a la arquitectura barroca, como las de San Torcuato o la Concepción, que repiten el mismo modelo de fábrica de ladrillo.
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Fuera del casco histórico de Guadix se encuentran alguna variedad y no precisamente en las torres de tradición mudéjar. Las más antiguas, como la de Beas, Jérez del Marquesado, la primitiva de La Peza, y la de Graena, parecen ser del XVI pero no resultan claros los documentos al respecto. Su sello de identidad sigue siendo la de extrema sencillez de un prisma liso, con una fina moldura que lo separa del campanario, y ausencia de cualquier atisbo de ornato. Las torres restantes fueron construidas en el siglo XVIII, o después, como lo fueron también las tribunas de los coros a los pies de los templos. Solamente se adelanta a esta fecha la de Lanteira, de la segunda mitad del XVII y que se destaca por la originalidad de su azotea almenada, aunque hoy haya perdido parte de su visión primitiva. Es precisamente el conjunto de las torres dieciochescas, o algunas de ellas, el elemento más notable de contraste en volumen y verticalidad respecto a la sencillez de los templos. Sería el caso de las de La Calahorra, Albuñán, Huéneja, Alcudia, Moreda, Aldeire, la segunda de La Peza (estas dos últimas más tardías y ya neoclásicas) y la de Cogollos de Guadix, verdadero faro del Marquesado, cuya impresionante mole vertical asombra a propios y extraños y resulta inexplicable en un templo tan achaparrado como éste. Algunas de estas torres muestran claros atisbos de monumentalidad y así tenemos la de La Calahorra, con recuadros de frontones en los vanos de la cara principal, y sobre todo la de Cogollos de Guadix, ya mencionada, con pretensiones de rivalidad con la de la propia catedral. También son posteriores las de Purullena o Alquife, pero de difícil fechación, y la de Huélago, ya moderna. En Cortes, Gobernador o Fonelas una simple espadaña cumple las funciones litúrgicas para llamar a los fieles.
4.1.6 Aleros y cornisas
Las fachadas de los edificios y las torres tradicionalmente se han rematado en cornisas o aleros, en su encuentro con los tejados, que, al mismo tiempo que las defienden del agua, las hermosean. Los aleros, elementos volados del tejado sobre canes o soportes de madera, son poco frecuentes en el mudéjar accitano, reduciéndose a las casas de carácter más modesto. El modo habitual de rematar las fachadas en Guadix y enlazar con los tejados fue mediante cornisas. Es, precisamente, la forma diferente de resolver las cornisas de algunos de los edificios, junto con las modificaciones o reparos detectados en las armaduras, uno de los elementos más clarificadores para comprobar las numerosas intervenciones y modificaciones sufridas a lo largo de su existencia.
La Peza. Iglesia parroquial. En primer plano la torre del siglo XVI y al fondo la del XVIII.
Guadix. Iglesia de Santiago. Torre con el chapitel del siglo XVI.
JĂŠrez del Marquesado. Detalle de las cornisas de la iglesia.
Técnicas, materiales y sistemas constructivos El tipo de cornisa más antigua en usarse en Guadix fue la de ladrillos en esquina (llamada «pico de gorrión») que proviene de un uso medieval y es muy común en otras zonas. La disposición más frecuente, y así aparece especificada en las condiciones de las pocas obras documentadas, como en Purullena, era la de «un ala de cuatro vuelos de ladrillo, los dos de cuadrado y los dos de esquina», en clara alusión a la disposición de las dos hiladas centrales con los ladrillos dispuestos al sesgo, formando a la vista como unos dientes de sierra, y la superior e inferior al hilo de la pared, volando ligeramente cada hilada sobre la inmediata inferior. En la arquitectura civil, es más frecuente esta cornisa en las casonas y viviendas más sobrias, y en muchos casos, es producto de rehabilitaciones modernas. Por citar algún ejemplo, las encontramos en las fachadas laterales del palacio de Villalegre, lateral de la casa del Arco de la Imagen, casas de la calle Concepción y en las iglesias de Santa Ana y Santiago. Casos como los de la iglesia de San Francisco, con la nave con cornisa de ladrillos en esquina, mientras que la capilla mayor, otras laterales y la torre rematan en cornisas molduradas, y no todas iguales, manifiestan añadidos posteriores en momentos diferentes. Nuevas diferencias comprobamos entre la torre (en esquina) y nave (moldurada) de la iglesia de la Magdalena. Fuera de Guadix, son numerosas las iglesias que, bien en parte o en todos los tejados, las presentan. Así son las de las iglesias de Paulenca, como valor de autenticidad, la nave de Purullena, Gobernador y las torres de Graena y Jérez del Marquesado. Las de La Peza aunque parecen antiguas no lo son y lo mismo ocurre en la capilla de los Dolores de Moreda, en Alquife o en Cogollos de Guadix, en las que se puede observar como no están perfectamente en esquina sino ligeramente sesgadas, algo que no se hacía en el XVI y además tienen una sola fila. Otras cornisas algo posteriores son las que ofrecen unas ménsulas formadas unas veces por piedra tallada y otras por ladrillos pegados por la parte plana, en los que se talla el canto, y dan una imagen de cornisa ondulada. El origen está tanto en las cornisas clásicas como en su interpretación de época almohade, que se extendieron por la Andalucía occidental y de allí debió pasar a nuestra provincia. Este tipo es más frecuente en la diócesis de Granada o en el área sevillana que en la de Guadix, pero tampoco faltan aquí ejemplos, aunque más simplificados. Así son las cornisas de las torres de Santa Ana y San Miguel, en su variante más moderada, aunque en el primer caso se observa una mutilación de la más antigua y encima otra moldurada. El cuerpo que alberga la escalera del convento de Santiago y el que corre por la calle Puerta Alta, son igualmente de mensulones.También los tiene el convento de la Concepción, pero
en la iglesia cambian a los de tacos, característicos del siglo XVII y XVIII; encima de las portadas muestra burdas reconstrucciones modernas. Mensulones muy finos también podemos ver en las iglesias de Cortes y la cabecera de Alcudia, aunque por reconstrucciones posteriores, al menos en el segundo caso. En los palacios y casonas los tiene la torre de la casa n.º 10 de la calle del Álamo, mientras que la fachada lo hace con ladrillos en esquina. Otra variante de cornisa es la realizada a base de disponer hiladas de ladrillo en saledizo, formando molduras de mayor o menor rigor clásico. Fueron bastante frecuentes a partir de mediados del XVI y se repiten en los siglos siguientes, alternando con otros modelos de cantería o bien rellenando los propios ladrillos de yeso o mortero para simular su perfil clásico en gola. Cornisas molduradas hay en numerosas iglesias, unas originales y otras producto de modificaciones posteriores: nave de la Magdalena, cabecera de San Miguel, Albuñán, nave de Graena, Aldeire, Huéneja, La Calahorra y Lanteira. También las tienen los palacios de Villalegre y Peñaflor, por citar los edificios más destacados.
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En el siglo XVII se van a alternar las de molduras de nacela o gola con otras de ladrillos en saliente, pero con unos tacos, una veces pareados y otras sueltos, a trechos, más o menos grandes y separados. Molduradas con tacos son los de la fachada y laterales de San Torcuato, la capilla nueva del Rosario en el convento de Santo Domingo, iglesia de la Concepción. También lo es el de la casa de los Barthe (calle Santiago n.º 6), que pasa por edificio mudéjar del XVI, pero en el que no queda apenas nada visible de ese siglo, sino simplemente la inercia de la estructura de ladrillo y cajones.
4.1.7 El enlucido de los muros y su problemática
Una cuestión interesante es la del enlucido o revocado de los muros. El estado actual de las iglesias y de las casas muestra a la vista, en algunos casos, sus aparejos exteriores, sin ningún tipo de cubrición. En otros, un simple blanqueo deja trasparentar dicha estructura, mientras que en otros una gruesa costra de enlucido lo oculta todo. Afortunadamente, en Granada y su provincia no ha calado, al menos por ahora, la perniciosa costumbre de rozar o picar los muros interiores para dejar la piedra o el ladrillo visto, que tanto daño está causando a la conservación y a la propia identidad histórica de estos edificios. En el pasado, el interior de los templos y de los palacios se en-
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Arquitectura mudéjar en la comarca de Guadix lucía y revocaba, para protegerlos y darles una vista más armoniosa y decente. Por poner sólo un ejemplo, en el contrato de la iglesia de Santiago se especifica que había de darse no una sino dos capas de tratamiento a dichas paredes. Así se dice: «Otrosí, se ha de xaharrar de cal y arena toda la dicha iglesia por dentro con todo lo demás, e luego lo han de enluzir de cal y arena blanca de La Peça, que quede labado de trapo, y las dos tapias en alto sobre el suelo de la iglesia que sea de cal y arena, y por de fuera ha de xaharrar y enluzir todas las tapias, el enluzido conforme al enluzido de la iglesia mayor (catedral), y toda la albañería revocada de cal y arena.19 Según estos datos, y por lo conocido en la diócesis de Granada, cabe deducir que las iglesias quedaban por dentro revocadas y enlucidas, es decir con su costra de mezcla fina y blanqueadas, mientras que por fuera se revocaban los cajones y los tendeles, para dejarlos fuertes y regulares, mientras que los ladrillos quedaban vistos. En algunos casos, todo el exterior quedaría enlucido, especialmente si los muros se hacían de mampostería (Alquife) e incluso en otros del mismo tipo de aparejo mixto de cajones encintados de ladrillo, como en el monasterio de Santiago. Por último, debo señalar como hecho curioso, que en las condiciones de la iglesia de Lanteira se indica que los muros serían de mampostería, enlucidos en el interior y hacia fuera se debían dejar imitando un despiece de sillares, como si fuera de cantería; actualmente está simplemente enlucida de blanco. 4.2 Techumbres y armaduras. La carpintería de armar o carpintería de lo blanco: concepto y ámbito Al margen de todo el mérito y valor que tengan los elementos constructivos de albañilería, y sus complementos, sin duda, el elemento de más elevado interés y personalidad de la arquitectura mudéjar accitana son las techumbres, y en particular las armaduras que cubren iglesias y palacios. Es verdaderamente sorprendente el contraste que ofrece la modestia de las estructuras, salvo contadas excepciones, con la riqueza de las techumbres que, además, en numerosos casos se complementan con una vivísima y notable policromía. Al abordar este apartado debo aclarar para el profano el significado de dos términos fundamentales: carpintería de armar y carpintería de lo blanco. La primera hace refe-
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rencia a la utilizada para realizar cubiertas más o menos complejas. De esta manera se distinguiría de la carpintería destinada a otros fines, andamios, cimbrados, ebanistería o para la elaboración de otros objetos de funciones diversas. En segundo lugar, el término carpintería de lo blanco califica el trabajo realizado por carpinteros especializados en el arte de labrar maderas «en blanco», que en el pasado hacía alusión a las blanqueadas o trabajadas con azuelas y escuadradas para su ensamblaje mediante el empleo de cartabones que determinaban el adorno de la lacería. Eran carpinteros de lo blanco tanto los que hacían estas armaduras como los ebanistas que hacían muebles. Se distinguían de los carpinteros de lo prieto, encargados de hacer obras industriales de madera (norias, carros, etc.) o los fabricantes de instrumentos.
4.2.1 Algunas particularidades previas de la carpintería de armar accitana
El primer aspecto que hay que aclarar es el de los operarios que intervinieron en la realización de las armaduras y techumbres. Por un lado, la madera era servida por los aserradores y carreteros, que debían de poner a pie de obra el material. En general, los carpinteros contrataban solamente la ejecución física de la techumbre y sus herramientas —lo mismo que ocurría con la obra de albañilería— y el promotor debía poner los materiales. La madera utilizada era la de pino, procedente de Huéscar o de Baza, esporádicamente la de Gor, que era muy solicitada tanto en esta comarca como en general para toda Granada, junto con la de la Sierra del Segura, que más o menos supone la misma demarcación. Por otro lado, estaban los carpinteros, es decir los ejecutores directos de las armaduras. La nómina conocida es reducida, pero en todos los casos nos encontramos con artífices muy experimentados y cuya procedencia, de nuevo, nos es desconocida. Ni sabemos su origen étnico, es decir, si eran cristianos viejos o moriscos, ni tampoco si procedían del Reino de Granada o de otras partes. Para otras zonas de Granada y aquí no sería excepción, la carpintería mudéjar no hereda ni los modelos ni, segura19 GÓMEZ-MORENO C ALERA, J. M. «Documentos inéditos sobre la construcción...», p. 230; también en ASENJO SEDANO, C. Arquitectura religiosa y civil..., p. 73. Documentación original en el A.H.D.Gu. Leg. 3.700. Igual aparece en los contratos de las iglesias de Purullena o La Calahorra. Ver apéndice documental n.º 1.
Técnicas, materiales y sistemas constructivos mente, los artífices del arte nazarí anterior, salvo contadas excepciones en las viviendas moriscas y en elementos muy concretos. En general, tanto los tipos de cubiertas y techumbres, como los propios carpinteros —y por supuesto las tipologías de los templos— proceden de fuera y vinieron junto con el resto de repobladores, que buscaban aquí nuevas perspectivas laborales. Y estos recién llegados eran, igualmente, tanto cristianos viejos como mudéjares o moriscos. Un segundo operario que aparece vinculado a la carpintería de armar es el pintor. En este caso está claro que tanto los modelos estéticos como la procedencia étnica es claramente cristiana. El elemento islámico queda reducido a la aplicación de una filigrana en el agramilado de los pares y encintados que imitan la taracea, en algunos casos, pero la tablazón, aliceres y ruedas de lazo reciben la decoración renacentista, que en estos momentos se convierte en el repertorio habitual de los relieves, portadas, retablos y toda la obra ornamental de la época: el grutesco, los rosetones y las guirnaldas vegetales serán los encargados de dotar a estas obras de un perfil estilístico específico. Vistos los protagonistas de la ejecución de la carpintería, se deben aclarar otros conceptos, imprescindibles para poder entender el valor funcional y ornamental que encierran estas techumbres. En primer lugar, debemos considerar los tres componentes que se conjugan en la ejecución de una techumbre: la estructura, el lazo y el color. Por estructura entendemos los maderos que se encargan de resolver la funcionalidad y estabilidad de la techumbre y de soportar las tejas de la cubierta; constituyen el soporte físico material de la misma. El lazo es un elemento complementario y específico de la tradición islámica y que luego pasó a la mudéjar. Está formado por los maderos estructurales, otros que les sirven de refuerzo (apeinazado) y unos terceros que simplemente adornan y se colocan sobrepuestos a los anteriores, creando los complicados juegos geométricos de las lacerías. En las techumbres ataujeradas los lazos son simplemente ornamentales. Por último, por color entendemos toda la policromía o complemento pictórico que en algunas ocasiones se extiende por todos los maderos y rincones de las cubiertas y alfarjes hasta convertirlos en paraíso onírico de caprichosa fantasía. Ya el arquitecto y tratadista Vitruvio, en tiempos del emperador Octavio Augusto, establecía los principios que debía cumplir la buena arquitectura, diciendo que un edificio debía ser a un tiempo funcional, sólido y bello. Lo mismo podríamos aplicar, en
nuestro caso, a la carpintería mudéjar, es decir, debía ser útil, sólida y hermosa. La asociación, de manera absoluta y armónica, de las estructuras, los lazos y la policromía, unas veces colaborando la pintura y el trabajo de las maderas en su esencia visual, otras, contraponiéndose para crear unos efectos de puro capricho inmaterial, es una de las características más peculiares y específicas del mudéjar, la cual deriva claramente del arte islámico. Pero hay algo más. La dimensión y cuidado artístico de las techumbres no obedece sólo a una cuestión puramente visual o estética, sino a una jerarquía que viene regida por su dignidad aristocrática, puesto que habrán de cubrir las distintas dependencias de las iglesias, casas y palacios, y a cada una corresponde una función y rango. En los casos en que una iglesia tenga una sola nave, la parte de la armadura más rica será la que cae encima del altar mayor. Si la iglesia ya tiene una capilla mayor y nave separadas, la armadura de la capilla mayor será más rica que la de la nave, y así sucesivamente. En los palacios, la techumbre más lujosa será la del salón principal y en su defecto la de la escalera, es decir, los lugares de paso y de estancia de los señores de la casa.
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Un aspecto imprescindible en cualquier estudio de carpintería mudéjar es establecer las diferencias tipológicas o morfológicas que pueden presentar, es decir, la división entre alfarjes, taujeles, armaduras de par y nudillo, de limas, ochavadas, cupulares, etc. Por tedioso que pueda parecer este nomenclátor, es esencial a la hora de clasificarlas y describirlas. Otro apartado, complementario con el anterior, lo constituyen los elementos particulares que integran las techumbres, con más o menos persistencia o continuidad, como son los tirantes, cuadrales, canes, piñas, pechinas; también lo es la decoración que complementa la estructura que puede ser la simple tablazón sobrepuesta, los juegos de lacería o apeinazado de las maderas o el complemento de la policromía, que marcaría el nivel de mayor exquisitez en la carpintería mudéjar. Habría otro asunto a valorar en estas armaduras, y es la capacidad del maestro ejecutor a la hora de resolverlas. Aunque en los contratos se dejaba perfectamente estipulado el tipo de trabajo, nunca se desciende a pormenores tan exactos que no pueda el carpintero mostrar su propia capacidad a la hora de resolver el proyecto. Incluso muchas veces dejó su propio sello, que en el caso de Guadix hay uno que es especialmente peculiar, en concreto los pares alarozos dobles. Un ejemplo de esa habilidad y, por otro lado, del afán de crear diferencias sutiles, que suelen pasar desapercibidas, lo tenemos en la armadura de la nave de la iglesia de Santo Domingo. Se da la circunstancia de que las cuatro pechinas en las que descansa el ochavo de un
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Graena. Iglesia parroquial. Pechina o cuadrante de la armadura apeinazado y policromado.
Cortes. Iglesia parroquial. Pechina o cuadrante de la armadura apeinazado sin policromar.
Técnicas, materiales y sistemas constructivos lado y el otro no son iguales en la cabeza y en los pies. Mientras que una lleva las ondulaciones más escalonadas y un lóbulo más elevado en el centro, la de enfrente presenta las ondulaciones más horizontales y un arco conopial en el centro; de esta segunda forma son las cuatro pechinas de la armadura de la capilla mayor. Las del fondo repiten la misma diferencia, pero cruzadas respecto a las de la cabecera. Y no comento aquí la curiosidad de los retratos que aparecen en los tondos de su borde. Los carpinteros del mudéjar nunca dejarán de asombrarnos por su capacidad de inventar y complicar lo fácil como alarde de pericia. Y todo ello, teniendo en cuenta que muchos de los operarios que realizaron estas cubiertas eran analfabetos. En el caso de Guadix es menos conocido, pero en la diócesis de Granada son numerosos los albañiles, carpinteros, canteros o pintores que en estos años aparecen que no podían firmar por no saber. Esta circunstancia demuestra que el oficio lo aprendían en el taller, a base de operaciones rutinarias y con el manejo exacto de sus serruchos, cepillos, garlopas, gramiles (fresadoras), y sobre todo, con los cartabones de armar y de lazo, que eran los instrumentos básicos que servían para resolver los complejos ensamblajes.
Guadix fue en los edificios civiles, para las habitaciones y galerías de los patios, mientras que en las iglesias suelen emplearse para los pisos de las torres, o en los coros y tribunas. En los palacios principales se reservó la armadura de limas para lugares principales como las escaleras o la sala principal (llamada entonces cuadra). En cuanto a los coros de las iglesias, la mayoría corresponden a una época tardía, normalmente del siglo XVIII, ya que anteriormente la tribuna, o lugar destinado al acompañamiento musical, se ubicaba en el área del altar mayor. La aparición en el XVIII de órganos más grandes, y de un mayor protagonismo del grupo de cantores, va a hacer necesaria la ubicación de estos coros a los pies del templo, y en ellos se seguirá la tradición de resolverlos mediante alfarjes con grandes jácenas y canes muy voluminosos.
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4.2.2.1 Techumbres planas
Los alfarjes accitanos suelen ser bastante sobrios y repetitivos en sus soluciones formales. De los más antiguos conservados son el coro de la iglesia de San Francisco y los de la antigua escolanía y oficinas del ala izquierda del palacio episcopal, en ambos casos, de las primeras décadas del siglo XVI. También los de algunas torres, como los de la iglesia de Jérez del Marquesado. Es característico en los mismos el empleo de canes lobulados (San Francisco, Hospital Real) de tracería gótica (Palacio Episcopal, torre de Jérez del Marquesado) y el adorno de labor de menado, con alfardones hexagonales alargados y chillas con estrellas de ocho puntas. Los alfarjes del antiguo Hospital Real eran muy antiguos y conservan la huella de sus canes lobulados, de dos tipos diferentes, pero la tablazón y las propias vigas han sido profundamente renovadas, como todo el edificio; igual ocurre con los de la torre de la iglesia de San Miguel y otras muchas torres. Los alfarjes que se encuentran en las casas y palacios son generalmente de jaldetas, los más costeados con sus vigas apoyadas en canes sencillos, ya de cartón abierto (palacio de Villalegre), de perfil lobulado (Hospital Real, palacio de Peñaflor). Muchos de ellos han sido renovados con el paso del tiempo. Alfarjes de coros de especial interés, por el buen trabajo de la madera y los canes que los adornan, son los de Beas, La Calahorra, Dólar (con encintados tallados en el arrocabe), La Peza o Aldeire (magnífico y muy amplio y con tribuna del mismo tipo).
Alfarjes. Son las techumbres horizontales, formadas por unas vigas maestras, muy grandes en algunos casos, llamadas jácenas, sobre las que se disponen otras, en perpendicular, de menor escuadría (jaldetas o viguetas) y encima se coloca la tablazón. Las jácenas o el orden principal de vigas pueden llevar unos canes en el encuentro con los muros, como refuerzo. En general se utiliza para forjados de piso o techos que van a disponer de una habitación encima. La aplicación más frecuente de los alfarjes en
Colgadizos. Se denomina techumbre en colgadizo aquella que, presentando la forma de un alfarje, tiene uno de los apoyos (estribo y solera) más alto que el opuesto. Su empleo es habitual en las naves laterales o en algunas capillas. En realidad son alfarjes inclinados y suelen ofrecer su misma ornamentación. Aunque en el pasado fueron muy frecuentes, y más en otras zonas, en Guadix se conservan pocos de los originales, al haberse renovado muchas de las cubiertas y existir pocas iglesias de tres naves.
Una última cuestión previa es el sello especial de algunas de las armaduras accitanas a la hora de resolver los faldones de los extremos. Es decir la forma particular de componer los pares alarozos o pares centrales, duplicando dicho par y rompiendo la continuidad o alternancia de calle y cuerda que suele ser la disposición normal. Este hecho se produce siempre en los faldones de las armaduras de limas moamares, en un caso de las de lima bordón y no aparece en las ochavadas. Aunque coincide en algunas de las armaduras de las hechas por Bartolomé Meneses no es exclusivo suyo.
4.2.2 Las techumbres en el mudéjar accitano. Tipologías y terminología
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Cortes. Iglesia parroquial. Armadura ochavada. Elementos principales.
Graena. Iglesia parroquial. Armadura con labor de menado y algunas de sus partes.
Guadix. Santa Ana. Ejemplo de armadura con par alarozo o doble y con el cabo del almizate apeinazado.
Guadix. Antiguo Hospital Real. Elementos de su alfarje.
Técnicas, materiales y sistemas constructivos Ejemplos antiguos pueden ser los de la iglesia de Santa Ana y Jérez del Marquesado (ésta con algunos trozos rehechos). Los de las naves laterales y capillas de la iglesia de Santiago son de este tipo, pero en su mayor parte están rehechos, o los de Huéneja. Taujeles. El taujel es la techumbre plana decorada de lazo, en la que los maderos o vigas de soporte quedan por encima y la parte vista se clava por abajo. Suele ser la más lujosa y ornamentada, pero en Guadix apenas se utilizó o no se han conservado. Podemos señalar como ejemplo casi excepcional el de una de las salas bajas del palacio de Peñaflor, con una decoración muy rutinaria de estrella y aspa. 4.2.2.2
Armaduras de paños
Las armaduras de paños suelen presentar unas tipologías muy repetitivas, tanto en Guadix como en el resto de los territorios del mudéjar. En todo caso, en esta zona faltan las de tipo cupular o de más de tres paños, que sí aparecen en la diócesis de Granada o en otras zonas, aunque son pocas las que existen.Tampoco hay iglesias del tipo llamado del gótico mudéjar levantino, ni cubiertas, por tanto, de colgadizos completos, que sí tuvieron una amplia difusión en el primer mudéjar de la diócesis granadina (San José, San Cecilio, San Matías, parte de San Miguel, Loja, Motril, Ugíjar) y luego pasaron a Almería (la de Santiago en la capital y la de Santiago de Vélez Blanco). De par y nudillo e híbridas. Es la armadura más simple, y en Guadix se empleó en algunas iglesias, pero en su forma mixta de par y nudillo en la cabeza, para entestar en el arco toral, y de limas u ochavada a los pies. Es por tanto, un tipo de armadura que aparece en las iglesias de nave y capilla mayor separada por arco toral. Se suelen reforzar con tirantes dobles, siempre que su longitud lo exija. Del tipo puro de par y nudillo hay una en la escalera de la casa n.º 14 de la calle Torno de las Monjas, aunque es fruto de una reforma posterior a su ejecución. De las del tipo de par y nudillo en la cabeza y limas a los pies hay algunas variantes, ya que las más antiguas son de limas moamares, características del siglo XVI, mientras que en el siglo XVII y en adelante se impondrán las de lima bordón. De las de par y nudillo en un lado y lima moamar en los pies tenemos las de Alquife, Cogollos de Guadix (originalmente pudo ser de limas moamares pura), Moreda (capilla de la Santa Cruz), las tres del XVI, pero, en su estado actual, producto de modificaciones más tardías. Del tipo de par y nudillo, en la cabeza, y lima bordón a los pies son las de Albuñán (originalmente sería de lima bordón pura), La Peza y Huélago, todas del siglo XVII en adelante. Por último, hay algunas armaduras
que son de par y nudillo y ochavadas. En este caso, se trata de algunas de las que cubren las capillas mayores que suelen presentar el ochavo sobre el testero del altar mayor y la zona de par y nudillo en el arco toral. Así son las de las iglesias de Santa Ana en Guadix y la de Jérez del Marquesado. Lima bordón completa. Armaduras de limas son aquellas que tienen forma de una gran artesa, con cuatro faldones, y en los encuentros o ángulos de dos consecutivos se disponen una o dos vigas que rompen la continuidad de los pares. Esta viga es la llamada lima. Si la lima es una sola, es decir, impar, se denomina lima bordón; si son dos reciben el nombre de limas moamares.
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Aún invirtiendo el orden cronológico, se tratará primero las armaduras de limas más simples, que son las de lima bordón. Éstas se generalizaron en Guadix (y en toda Granada) sobre todo a partir del siglo XVII, y se caracterizan por la tendencia a reducir al máximo sus elementos esenciales de estructura y ornato; todas tienen labor de jaldetas como adorno de la tablazón, aunque algunas llevan un paño de apeinazado en los cabos. Tienen armaduras de lima bordón la capilla mayor de La Peza, la torre de la iglesia de la Magdalena de Guadix, la nave de la parroquial y la ermita de la Presentación de Huéneja, la ermita de San Andrés de Dólar y la ermita de San Torcuato en Facerretama. Casos excepcionales son las de Lanteira y la de Gobernador. La primera, por la riqueza de su policromía y el apeinazado del almizate de la capilla mayor; la de Gobernador por la singularidad de su estructura, tan sencilla a los pies, mientras que en la cabeza dobla los pares de los faldones y el paño del almizate presenta medallones con heráldica y flores policromadas. Por su propia esencia estructural no existen, al menos en Guadix, armaduras de lima bordón en un extremo y ochavadas en el otro. Tiene armaduras de lima bordón, en este caso, ocultas y reducidas a sus elementos funcionales, la catedral de Guadix y también las deben tener las cubiertas de los conventos abovedados. Otra armadura curiosa de lima bordón reforzada simplemente con unos nudillos rudimentarios es la que tienen las torres del palacio de Peñaflor y otras torres de arquitectura civil y religiosa. De limas moamares completa. Es la armadura de cuatro faldones o en artesa, en que los faldones se quiebran en dos pares o limas que discurren paralelos entre sí. Es el tipo más extendido entre las armadura accitanas y la más utilizada en el siglo XVI, ya fuera de limas moamares en los cuatro ángulos o de limas moamares y ochavadas en
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Arquitectura mudéjar en la comarca de Guadix el extremo que cae sobre el altar mayor. La labor de estas armaduras es normalmente de jaldetas, aunque las más ricas llevan labor de menado e, incluso, policromía. Ejemplos destacados los encontramos en las naves centrales de las iglesias de Santiago, Santa Ana y Jérez del Marquesado, así como en las naves de la Magdalena y La Calahorra; las capillas mayores de Cogollos de Guadix y Huéneja (rehecha); capillas bautismales de Cortes y Alquife; el coro alto del convento de Santiago y el cuerpo de la portada principal de la iglesia de Santiago. En la arquitectura civil, las ofrecen las cuadras o salas principales de los palacios de Villalegre y Peñaflor, y las torres del mismo palacio de Villalegre, armaduras éstas de especial interés y antigüedad. De limas moamares y ochavadas. Sería una variante de la anterior, pero uno de los faldones extremos se quiebra en tres paños para dotarla de mayor dignidad y carácter ornamental. Se emplearon normalmente en iglesias de una sola nave y sin capilla mayor, al menos originalmente. En todos los casos, el ochavo coincide con la cabecera, para resaltar la importancia del altar mayor. Ejemplos destacados de estas armaduras son los de la nave de la iglesia de San Francisco, Graena (de las más ricas por su policromía), Cortes, Purullena (en esta iglesia ha de advertirse que ahora está a los pies, pero es porque, en el siglo XVII, se invirtió su orientación), Aldeire y Fonelas (recompuesta en el siglo XVII y rehecha en el XX).
igual tamaño) son las de la capilla mayor de Beas, capilla de los Dolores de la iglesia de Moreda, la de la antigua capilla del Rosario del convento de Santo Domingo y las escaleras de la antigua escolanía del palacio episcopal y la del palacio de Villalegre. 4.2.2.3
Artesonados y otras variantes
Este tipo de techumbre es, por definición, la que presenta labor de artesones y es, por un lado, poco frecuente en la arquitectura accitana y, por otro, la única de origen netamente cristiano u occidental, más concretamente del renacimiento italiano. Artesonados puros prácticamente no los hay en esta comarca, lo más parecido a un artesonado se puede ver en la casa nº 12 de la calle del Álamo, tanto en la planta baja, con delicada policromía aunque muy oscura, y en las habitaciones de la planta alta, de muy buena labra. Una cubierta de artesón (faldones inclinados) y al mismo tiempo decorada con artesonado es la del coro alto del monasterio de Santiago. Por último, se debe señalar por excepcional, tanto en riqueza como en su configuración, la de la capilla mayor de la iglesia de Santiago, formada por un arco de cupulitas alveoladas y el fondo con tres paños de artesones y una gran charnela arriba, seguramente trazada por Diego Siloé que una vez más nos dejó aquí una obra extraordinaria y su impronta magistral.
Ochavadas y octogonales u ochavas. Son las más ostentosas y ornamentadas, y, la mayoría de ellas, están policromadas. Están configuradas con ocho faldones y un almizate octogonal; todas ellas son, aunque no se suele especificar, de limas moamares o dobles limas en los quiebros de cada paño. Las ochavadas son las que, al tener planta rectangular, los dos faldones laterales son más largos y los faldones extremos se quiebran en tres, apoyando las que ocupan los ángulos en pechinas o cuadrantes triangulares. Las ochavas u octogonales regulares son las que se levantan sobre una planta cuadrada y tienen, por tanto, los ocho faldones iguales. El agruparlas en un sólo apartado se debe a que, en realidad, son iguales en su traza y composición. Estas armaduras suelen cubrir las capillas mayores, escaleras o alguna estancia principal y no suelen llevar tirantes, salvo el caso excepcional en Guadix de la capilla mayor de la iglesia de San Francisco.
Independientemente de la tipología que presenten las armaduras y alfarjes, hay otros elementos, unas veces estructurales y otras simplemente ornamentales, que las complementan y ayudan a diferenciarlas, tanto en lo que se refiere a su configuración como a su decoración, más o menos sofisticada. En algunos casos es muy importante su diferenciación y caracterización estilística, porque en esos pequeños detalles estriba la principal diferencia entre ellas y puede ser el único elemento, a veces, para su aproximación cronológica.
Ochavadas y delicadamente policromadas son las armaduras de la nave y de la capilla mayor de la iglesia de Santo Domingo, la de la capilla mayor de San Francisco (con un tirante doble y apeinazado), la de la capilla bautismal de Alcudia y la escalera del monasterio de Santiago. Ochavas u octogonales regulares (con los ocho faldones de
Tirantes y cuadrales. Son unas vigas exentas y horizontales, extendidas sobre el borde superior del muro, que refuerzan la estabilidad de la armadura (para evitar que los muros o las esquinas se abran por el peso de las maderas y del tejado); suelen estar reforzados con unos canes que quedan solapados por debajo de sus arranques. En
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4.2.3 Elementos complementarios de las armaduras y su adorno
Beas de Guadix. Iglesia parroquial. Armadura ochava de la capilla mayor.
Arquitectura mudéjar en la comarca de Guadix Guadix, la gran mayoría de los tirantes son dobles, normalmente apeinazados, mientras que los cuadrales suelen ser simples, aunque hay excepciones, como los de la capilla mayor de Cogollos de Guadix, los de Aldeire y en la ermita de la Presentación de Huéneja. El apeinazado de los tirantes puede variar no sólo entre las diferentes armaduras sino en la misma estructura. También puede dejar los apeinazados libres o estar tapados algunos zafates con unas tablillas que pueden ir pintadas, como es el caso de Purullena, Lanteira o la de Gobernador, con todas las calles entre los pares decoradas con guirnaldas pintadas, aunque algunas muy recientes y toscas.
este tipo los canes de los coros de Cogollos de Guadix, Beas o La Peza (estos dos de orden doble), del siglo XVIII. En la armadura de la nave de la iglesia de Santiago de Guadix encontramos unos canes dobles, en los que el inferior muestra un repertorio variado de diferentes máscaras, monstruos y tipos rudos, con una fantasía verdaderamente notable. La armadura de la iglesia de la vecina población de Fiñana los tomaría como modelo, con magistral trabajo, y también muestran un gran parecido los de la iglesia de Guadahortuna, obra del carpintero Gabriel Martínez y pintada por Dionisio de Ávila, pintor procedente de Guadix.
Los canes o asnados son pequeñas vigas cortas que se solapan por debajo de los tirantes o jácenas. Arrancan del muro y rematan en un adorno que varía según el estilo dominante en el momento de su realización. Una variante de los canes son las zapatas, que es el madero corto horizontal que se coloca sobre los pies derechos o soportes exentos de madera. Suele tener una decoración similar a la de los canes y su empleo es generalizado en las galerías superiores de la arquitectura civil (patios, algunas azoteas) y como refuerzo en algunos coros. Los motivos que adornan canes y zapatas suelen ser bastante repetitivos y obedecen a motivos de estilo, más que las propias lacerías de las armaduras.
Los canes de cartón abierto, de perfil en S o moldurados son más tardíos y se inspiran en la cartela o ménsula manierista. Su aparición se produce en torno a 1560 y se van a extender hasta principios del XVII, aproximadamente, aunque en algunas armaduras, fundamentalmente las más modestas, perduran hasta el XVIII, como es el caso de Huélago. Así los tienen las armaduras, entre otras, de la iglesia de la Magdalena de Guadix, Cortes, Albuñán, Huéneja, La Calahorra, Moreda (nave y capilla de la Santa Cruz), el can superior de Fonelas y la ermita de San Andrés de Dólar; también la armadura del salón principal y alfarjes del zaguán y habitaciones inferiores del palacio de Villalegre. Avanzado el siglo XVII va a aparecer un can que es una ligera evolución del anterior, con un perfil más quebrado y presencia de galloncitos o recuadros en el frente. Es el caso de las armaduras de Lanteira, La Peza, capilla bautismal de La Calahorra o la ermita de la Presentación de Huéneja. En el siglo XVIII algunos coros y zapatas de casonas y palacios van a presentar motivos más complejos con perfiles en Y o quebrados.
Los más antiguos son los de decoración de tracería gótica o recortes enlazados, junto con los de perfil lobulado. De los primeros hay más y aparecen en las techumbres de las primeras décadas del siglo XVI. Así los tienen los tirantes y cuadrales de las armaduras de las iglesias de Santa Ana, Alquife, Cogollos de Guadix, Gobernador, Graena, Jérez del Marquesado, Purullena, canes inferiores de Fonelas, así como el salón principal del palacio de Peñaflor y los alfarjes del palacio episcopal. Lobulados, por su par te, son los de San Francisco (con doble orden de canes), alfarjes del palacio de Peñaflor y los del antiguo Hospital Real, como edificios más representativos. Aunque algunas de las techumbres citadas han sido restauradas, ampliadas o renovadas posteriormente, nos dan las claves para fecharlos. Le siguen en el tiempo los canes con decoración de acanto, muy abundantes en la zona de Granada y su diócesis pero menos frecuentes en Guadix, porque el de tracería avanzó bastante en el tiempo y pasó casi inmediatamente al de cartón abierto, también denominado de perfil moldurado. De acanto son los canes de la armadura de la iglesia del antiguo convento de Santo Domingo (de tipo doble), la capilla mayor de Cogollos de Guadix, los superiores de la iglesia de Santiago o los de Aldeire, aunque estos parecen muy tardíos, igual que ocurre con los de la ermita de San Torcuato en Facerretama; igualmente son de
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Arrocabes y aliceres. El arrocabe es la banda o friso que recorre la parte baja de la armadura en su encuentro con la pared. Suele dividirse en varias franjas o frisos horizontales, denominados aliceres, mediante molduras finas llamadas tocaduras. El número de aliceres en cada armadura puede oscilar entre dos o tres, dependiendo de la envergadura y los niveles de canes bajo los tirantes. Dichos aliceres pueden ir lisos o decorados con pinturas. Una particularidad de estos arrocabes es que pueden estar dispuestos tanto en vertical como con un ligero acuesto o inclinación hacia arriba para recibir y tapar el arranque de los faldones. Inclinados son, por ejemplo, los de las armaduras de San Francisco, Santo Domingo, Santa Ana, Santiago, capilla mayor de Beas, Cogollos de Guadix, Gobernador, Graena, Jérez del Marquesado y Purullena. En el caso de ir armaduras policromadas, el arrocabe y sus aliceres son de los elementos más vistosos en cuanto a riqueza formal y cromática de motivos. Al estar normalmente los arrocabes inclinados, en el encuentro con los tirantes presentan una
Técnicas, materiales y sistemas constructivos garganta o hendidura para quedar encastrados. Precisamente este detalle es el que denuncia algunas veces que la armadura ha sido reformada, porque deja a la vista dicha garganta, mientras que en los canes repuestos, o en los antiguos que no se han reformado, no se ven. Es el caso de las iglesias de Fonelas o Cogollos de Guadix.
maderas y su forma de trabarse. La forma más sencilla de ensamblar las maderas es la labor de jaldetas, que consiste en disponer sobre los pares de los faldones o alfarjes un segundo orden de tablas perpendiculares a las anteriores, llamadas cintas. De esta forma se originan unos recuadros sobre los que se dispone la tablazón.
Pechinas y cuadrantes. En las armaduras ochavadas o las octogonales regulares, los rincones suelen estar decorados por unos paños triangulares, unas veces inclinados y otras horizontales, que suelen llevar adornos de lacería, abanicos o paños plegados. El termino cuadrante es utilizado por algunos autores para los de forma horizontal. De este tipo, tenemos ejemplos notables en Graena, Cortes, capilla antigua del Rosario de la iglesia de Santo Domingo y nave de San Francisco de Guadix; ya más sencillas, o rehechas, son las de las escaleras del palacio de Villalegre, antigua escolanía del palacio episcopal, capilla de los Dolores de Moreda (muy originales dos de ellas), escalera del monasterio de Santiago de Guadix, capilla bautismal de Alcudia (rehecha) o Fonelas. De las del tipo inclinado, más lujosas y complicadas, debemos citar las de las capillas mayores de los antiguos conventos de San Francisco y Santo Domingo, y en la nave de esta última; las de la capilla mayor de la iglesia de Beas son de las de pergamino, con la particularidad y elemento curioso de arrancar de un pajarito (perdido en algunas de ellas).
Estas armaduras son las más simples y así son la mayoría, ya porque lo fueron originalmente o producto de las modificaciones o reparaciones sufridas con posterioridad. Se pueden citar los ejemplos de la Magdalena, Albuñán, Aldeire, Cogollos de Guadix, Cortes, Gobernador, Huéneja, Huélago, La Calahorra, Lanteira o Moreda (la de la capilla de los Dolores con reparos bien chapuceros). Llevan también jaldetas la mayoría de los coros, así como los zaguanes, techos o galerías de los patios de las casas de tradición mudéjar o las de carácter popular; así lo son, igualmente, las armaduras y alfarjes de los palacios de Villalegre y Peñaflor, el antiguo Hospital Real, etc. De jaldetas es la armadura de la nave de San Francisco de Guadix, pero con paños de apeinazados en los faldones y almizate.
Piñas de mocárabes y pinjantes. Algunas armaduras presentan en el almizate unas piñas de mocárabes u otros adornos pinjantes, ya solos o formando grupos de dos o cuatro, que cuelgan del centro de una rueda o estrella de lazo de ocho, por lo común. Piñas de mocárabes tienen las armaduras de las iglesias de Santiago, capillas mayores de San Francisco, Santo Domingo, Santa Ana, Jérez del Marquesado, la de Beas (la que mejor conserva su carácter cromático original) y la escalera de la antigua escolanía del palacio episcopal. Otras muchas las tuvieron pero las han perdido, siendo sustituidas por discos o polígonos pintados, como en la Magdalena. Pinjantes diferentes presentan los almizates de las iglesias de La Peza o Aldeire. Hay un caso excepcional en cuanto a estos mocárabes y es el de la armadura de la nave de la antigua iglesia de San Francisco de Guadix, que en vez de disponer una piña de mocárabes lo que tiene es una bovedita. Esta solución, es posible que proceda del área toledana, donde fue bastante frecuente. Labor de las maderas: jaldetas, menado, apeinazado y ataujerado. Quedaría por reflejar las diferentes decoraciones que presentan las armaduras en cuanto a la labor de las
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Labor de menado. Consiste en la disposición en las calles de las armaduras y alfarjes de unos hexágonos alargados (llamados alfardones) alternando con unas estrellas de ocho puntas (denominadas chillas). Suelen acompañar a armaduras más costeadas y ornamentadas y en Guadix suelen estar policromadas. Así son las armaduras de las naves de Santiago, Santa Ana, Graena, Jérez del Marquesado, o el caso de Purullena, muy diferente a las otras y con decoración de alvéolos, que hacen sospechar en una rehabilitación más tardía al siglo XVI. Presentan labor de menado los alfarjes más antiguos del palacio episcopal y el del coro de la iglesia de San Francisco.
Labor de apeinazado. Es la disposición trabada de los maderos principales (pares y nudillos) con otros más cortos, a fin de reforzar y decorar al mismo tiempo las techumbres, con motivos de hexágonos, triángulos o estrellas, quedando al mismo nivel de los pares o nudillos; también suelen ir apeinazados los tirantes dobles. Esta labor de apeinazado puede ocupar toda la superficie de la armadura, sólo el almizate o simplemente unos paños del propio almizate o de los faldones. En relación a la tipología, las ochavadas y ochavas suelen ser apeinazadas completas, cuando no ataujeradas. Así son las armaduras de la capilla mayor de Santo Domingo, nave central de la iglesia de Santiago, las capillas mayores de Santa Ana e iglesia de Jérez del Marquesado, las escaleras del monasterio de Santiago y de la antigua escolanía del
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Guadix. Palacio de Peñaflor. Tirantes agramilados y pares de papos lisos.
Guadix. Palacio episcopal. Armadura de la escalera con piña de mocárabes.
Gobernador. Iglesia parroquial. Armadura de jaldetas.
Guadix. Iglesia de Santiago. Detalle de la armadura de la nave con triple alicer y canes dobles.
Arquitectura mudéjar en la comarca de Guadix palacio episcopal o la capilla bautismal de Alcudia. En las armaduras más sencillas, lo normal es que el apeinazado se reduzca a los extremos (cabos) del almizate. Armaduras de limas, ochavadas u octogonales que lleven algunos paños de apeinazado, sobre todo en los cabos o extremos del almizate, son tan numerosas que me obligan a obviar su elenco completo. Hay además que reseñar que pueden presentar diferentes motivos, desde los más simples, que consiste en una trama repetitiva de una estrella alternada con un aspa (Albuñán, Fonelas, nave y capillas mayores de Cogollos de Guadix y La Peza, por ejemplo); otras veces formado por una trama de estrellas de ocho y crucetas (nave y faldones de la capilla mayor de la iglesia de Santa Ana, capilla mayor de Jérez del Marquesado, Alquife, ermita de San Andrés de Dólar); y otras, con figuras más complejas, siempre geométricas. En algunos casos, las ruedas de lazo pueden llevar los netos de los zafates o polígonos principales macizados, es decir, tapados por tablillas que pueden estar decorados con pinturas. Ejemplos destacados de este tipo son los del almizate de la capilla mayor de Lanteira, Aldeire, ermita de la Presentación de Huéneja, o los paños de los pies de La Calahorra y La Peza que son prácticamente idénticos. Es frecuente que en una misma armadura, si van los paños de apeinazado en los cabos y el centro del almizate, puedan presentar diferentes soluciones o dibujos. Ataujeradas son aquéllas que presentan una decoración sobrepuesta a la tablazón, de manera que los pares estructurales quedan ocultos. Acostumbran a formar tramas de mayor capricho y complicación; en algunos casos se puede confundir con las apeinazadas completas.Todas las ataujeradas están, asimismo, policromadas (salvo la de la escalera del palacio de Villalegre), con lo que se acentúa su carácter de superior riqueza ornamental. De este tipo son la ya mencionada del palacio de Villalegre, la de la antigua capilla del Rosario de Santo Domingo, que le sirvió de modelo, pero en la que la pintura la eleva a obra maestra, la de la nave de la misma iglesia, la de la capilla mayor de San Francisco o la de la capilla mayor de la iglesia de Beas. Agramilado o perfilado. Una de las labores más características y peculiares de la carpintería de lo blanco son unas finas incisiones paralelas que se realizan en el papo o cara inferior de las maderas, tanto de los pares, nudillos y tirantes, como de los apeinazados o ataujerados. Esta labor, llamada perfilado o agramilado, y gramiles a las herramientas con las que se realizaba dicho adorno, tiene como función el romper la monotonía y macicez de los maderos y es una más de las sutilezas que identifican ese sentir específico de lo islámico. Los pares o maderas perfiladas resultan más estilizadas, menos pesadas y, además, al irse cruzando las maderas entre sí, forman bandas
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ornamentales solapadas y entrelazadas. Este es uno más de los complejos ejercicios de pura especulación geométrica que caracteriza la ornamentación musulmana. Aunque en otros lugares y tiempo este agramilado fue normal tanto en las armaduras como en los alfarjes, en el caso de Guadix, los alfarjes suelen llevar el papo en limpio. Por el contrario, prácticamente todas las armaduras, independientemente de su características estructurales y grado de elaboración, presentan estos agramilados. El número de incisiones y anchura puede variar, pero lo más frecuente es que lleven cuatro, cinco (menos habitual) o seis. En Guadix, en el siglo XVI, el tipo más extendido es el que consiste en unas finas hendiduras pareadas hacia los extremos que dejan una banda más ancha en el centro; dicha banda puede estar decorada con un verduguillo o moldura convexa, la cual, de estar pintada, suele imitar la labor de la taracea (Santa Ana de Guadix, Alquife, Beas, Graena, Purullena). Otras veces, aparecen dos bandas hacia los extremos y otra justo en el centro. A partir del siglo XVII se suele utilizar la de cuatro o seis incisiones (Albuñán, Huéneja, Aldeire, La Peza, etc.). La ausencia de dicho agramilado es señal inequívoca de una reparación moderna, ya que en el pasado nunca se dejaban estas maderas lisas.
4.2.4 Policromía
Para comprender palmariamente la importancia que tiene la policromía en la carpintería de lo blanco podemos contemplar la diferencia que existe entre la armadura de la antigua capilla del Rosario en la iglesia de Santo Domingo y la de la escalera del palacio de Villalegre. La primera debió hacerse a mediados del siglo XVI y cuando se contrató la del palacio de Villalegre, en 1565, se indicó que por todo y en todo debía hacerse igual a la del convento pero sin policromar. La contemplación de las dos, la primera con una delicada aplicación de color y dorados en los lazos, florones, angelitos y la leyenda del arrocabe, contrasta con la frialdad y rutina que ofrece la segunda que quedó sin pintar. Al quedar todo en el color de la madera y, además, su regular estado de conservación y el del propio palacio, en rehabilitación en este momento, hacen que se pierda su geometría y pasen desapercibidos estos complementos, que en la de Santo Domingo les imprime su carácter de protagonismo esencial. En la palatina sólo vemos una maraña de líneas; en la dominicana se ordena y aclara el firma-
Técnicas, materiales y sistemas constructivos mento lígneo, ya que gracias al color, cada elemento ocupa su papel específico, de primer plano o de fondo, y la armadura gana en claridad temática y profundidad visual. El color es materia intrínsecamente complementaria con la propia filigrana de la lacería en la carpintería mudéjar, lo que ocurre es que muchas veces no se llegó a completar por motivos económicos o de otra índole. En la policromía conviene valorar diversos factores en su desarrollo. Por un lado, estaría el color, tanto de fondo como el empleado para las figuras y los adornos. Por otro, la temática de los motivos representados, que suelen oscilar desde lo puramente geométrico a la presencia de la más fantástica decoración figurativa, pasando por la heráldica y la epigrafía, de presencia muy esporádica pero no carente de valor de representatividad. En tercer lugar, tendríamos el lugar ocupado por dicha policromía, porque sigue un orden o cadencia bien definida. La aplicación cromática más sencilla y elemental es la que encontramos en los perfilados o agramilados de los pares y maderas en general. Suele ser de carácter geométrico y más concretamente lineal, con colores contrastados que van del blanco al negro, pasando por el rojo anaranjado, verde o azul. Tienen como función resaltar el valor geométrico de la armadura; ya se comentó antes que un motivo habitual es el de unas franjas alternas blancas y negras, pintadas al sesgo, que imitan la labor de la taracea o incrustaciones de maderas. Complementario con lo anterior, en muchas ocasiones, los paños de apeinazado se suelen completar con motivos florales o geométricos, formando entrelazados o penachos (Alquife, Lanteira). El paso siguiente lo constituirían las armaduras que llevan policromía tanto en pares, nudillos y apeinazados, como en el fondo de las maderas o tablazón. En este caso los fondos ya muestran los motivos más representativos de la figuración renacentista, como son los grutescos, candelieri, flameros y la vegetación propia de esa flora y fauna tan fantásticamente grotesca. Aunque el fuerte contraste y el valor de fascinación del colorido de esta carpintería son netamente mudéjares, los motivos representados, e incluso sus artífices, no tienen nada que ver con la tradición islámica, desapareciendo el característico ataurique o vegetación abstracta de la tradición andalusí. En todo caso, es el arrocabe el espacio que suele llevar un conjunto más pleno y caprichoso de motivos, ya que la linealidad de los aliceres o frisos superpuestos se prestan a recibir, como en ningún otro lugar, todo este mundo onírico y caprichoso.
En ocasiones, no muchas ciertamente, el complemento cromático va a ser el soporte del testimonio de los mecenas de algunas de estas armaduras y del espacio que protegen. Así vemos algunos escudos heráldicos en las armaduras de las capillas mayores de Santo Domingo o San Francisco. La primera fue la capilla enterramiento de los Mendoza-Luján, la de San Francisco de los Pérez de Barradas, en ambos casos alternando con los escudos propios de cada orden específica, dominica o franciscana.También ostenta escudo heráldico central y escudetes con los cuadrantes de sus armas el paño del almizate de la armadura de Gobernador, en este caso de los Molina y Acosta.
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A modo de simple elenco se debe citar algunas armaduras, ya sea por su riqueza o complejidad o por la originalidad de los motivos. Por su armonía y estado de conservación, en contraste con la extrema modestia estructural de los templos, deben ser resaltadas las armaduras de Graena y la de la capilla mayor de Beas. La primera por la viveza de su colorido y estado de conservación; la segunda, porque sus lazos plenamente originales, como no hay otros en la comarca, se ven completados por una suave policromía y centrada por una piña de mocárabe de las más auténticas de las conservadas. La de Purullena, aunque muy restaurada, es también digna de mención, así como las de Lanteira, en las que ya se ha destacado la rareza de los motivos. Lugar preeminente como conjunto merecen las armaduras de las iglesias de San Francisco, la de la nave de Santiago, y el conjunto del antiguo convento de Santo Domingo. Delicada y minuciosa en el detalle, la de la antigua capilla del Rosario, y de enorme impacto visual las de la nave y capilla mayor, tanto por la frescura del grutesco, la variedad de color y figuras, como por la presencia de unos rostros masculinos, ya de guerreros, ya de hombres rudos o cabezas frailunas en las pechinas de la nave. También está pintada la de Jérez del Marquesado, con motivos similares a la de Graena, aunque ahora está tan sucia y deslucida que apenas permite su contemplación; una buena restauración la pondría de nuevo en valor. En cuanto a la policromía en la carpintería de la arquitectura civil, solamente podemos señalar un caso admirable, aunque un tanto oscurecido por el tiempo, en una sala baja de la casa nº 12 de la calle del Álamo, con unos motivos florales, cadenetas, candelabros, rostros y demás flora y fauna ya vista, pero aquí con nuevos tratamientos y novedades. Aunque toda esta explosión de figuras y color pueda parecer veleidad y antojo aleatorio del pintor, los ritmos y colores están bastante ajustados a normas fijas, sobre todo en su relación entre las figuras y los fondos, que suelen alternar entre el azul
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Guadix. Palacio de Villalegre. Armadura de la escalera.
Guadix. Iglesia de Santo Domingo. Antigua capilla del Rosario.
Guadix. Santo Domingo. Detalle de la armadura de la capilla mayor con el escudo de don Fernando de Mendoza. Purullena. Iglesia parroquial. Detalle de la armadura con apeinazado de lazo.
Arquitectura mudéjar en la comarca de Guadix verdoso y el rojo anaranjado (minio o azarcón se denominaba en el siglo XVI), es decir, un color cálido alternando con otro frío. Así podemos observarlo en los fondos de calles con labor de menado o de apeinazado (Santiago, San Francisco, Santo Domingo de Guadix o en las parroquiales de Beas, Graena o Jérez del Marquesado) e igual ocurre en los fondos de los aliceres, que suelen alternar uno rojo y otro azul, o franjas de los dos colores, alternas, en el mismo friso, formando unos ritmos verdaderamente curiosos. Por su parte, las figuras van jugando de nuevo con colores diferenciados, desde la grisalla (negro, gris y blanco), blanco puro, rojo, dorado o azul, siempre buscando el mayor contraste entre el fondo y la figura. Poco sabemos respecto de los pintores que decoraron estas armaduras, porque la mayoría de las policromadas lo fueron antes de 1545 en que no hay apenas documentación. No obstante, debieron ser talleres y oficiales relacionados con la pintura de caballete o religiosa de la zona, no teniendo nada que ver con un oficio que derivara de la tradición mudéjar. Quizá uno de los más destacados, en ausencia de otros nombres, debemos considerar a Dionisio de Ávila, que en Guadix pintó retablos (el de San Cosme y San Damián del convento de Santo Domingo, Gor, Purullena), un crucifijo e imagen de la Virgen en Cortes, diversos cuadros y el catafalco del emperador de la catedral de Guadix. En la diócesis de Granada está documentada su participación en la armadura y coro de la iglesia de Guadahortuna, con un trabajo magnífico de grutescos y escudos del arzobispo Guerrero, y en las desaparecidas de las iglesias de Laroles y Canjáyar (actual diócesis de Almería), en las Alpujarras. 4.3
El elemento más común de cerámica, que todavía se conserva, es el de la presencia de tejas vidriadas en los caballetes de los tejados, pero de nuevo mal documentadas, salvo las de la iglesia de Alcudia que se le compraban a Melchor Hernández en 1558. Por último señalar una tradición no exclusiva de Guadix, pero que aquí conserva algunos testimonios interesantes, como es el remate de jarras sobre los tejados de las torres para engastar las cruces, como ahora lo vemos en la iglesia de Santiago, palacio de Villalegre, torre de la Magdalena o en la de Graena, aunque sean producto de reposiciones más tardías. También la tuvo la capilla circular de San Torcuato de la catedral, vidriada en verde y con máscaras y otros caprichos, eliminada en una reciente restauración por su estado de deterioro. Hay otros muchos ejemplos en la arquitectura doméstica pero son todos modernos.
La cerámica arquitectónica
Bien poco es lo que queda de cerámica arquitectónica que se pueda relacionar con el mudéjar accitano. Si bien en Granada capital y su diócesis el complemento cerámico fue muy abundante en interiores, altares, capillas bautismales, pavimentos, albanegas de los campanarios, incluso en las pilas bautismales de las zonas rurales más apartadas (Alpujarra, Guájares, Costa),20 en Guadix es bien poco lo que se ha conservado. Aunque debió de haber más elementos de los ahora visibles, lo que podemos incorporar a nuestro elenco es simplemente la presencia de la pila o aguamanil de la sacristía de la iglesia de Beas, verdadera reliquia en su género, hecha de barro vidriado y estampillado y con presencia de iconografía. Seguramente fue práctica común en la época el hacer estos recipientes, pero no ha quedado otro rastro que el mencionado.
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Interesante, no obstante, es la existencia casi milagrosa del chapitel de la iglesia de Santiago, de nuevo un elemento de singular valor en la tradición mudéjar, ya que no sólo se conserva estimablemente bien, sino que está perfectamente documentado. Así debieron ser otros chapiteles, como el de la iglesia de San Miguel, para el que se compran azulejos al ceramista granadino Antonio Tenorio, la de Jérez del Marquesado y posiblemente otras iglesias que los han perdido.
20 Sobre este tema, el único trabajo específico es GÓMEZ-MORENO C ALERA, J. M. «La cerámica arquitectónica en el mudéjar granadino».
Guadix. Santo Domingo. Armadura de la nave y su riqueza cromรกtica.
Guadix. Santiago. Ejemplo de iglesia de tres naves.
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Estudio tipol贸gico de los edificios mud茅jares
Cortes. Iglesia parroquial. Ejemplo de iglesia de una nave.
Estudio tipológico de los edificios mudéjares 5.1 Arquitectura religiosa: iglesias parroquiales, ermitas, arquitectura conventual No cabe duda de que el corpus o elenco de arquitectura religiosa, y en particular de las iglesias, es el que ocupa un lugar más destacado y extenso en el mudéjar accitano. Conviene, por tanto, al iniciar este capítulo precisar cuáles fueron sus tipologías y formas estructurales más comunes, y, al mismo tiempo, relacionarlas con las armaduras y la carpintería en general, porque la disposición de la planta condicionó en numerosas ocasiones la forma de las techumbres.También intentaré aclarar el problema que se deriva de las numerosas transformaciones que han sufrido la mayoría de las iglesias de ámbito rural, ya que puede confundir el análisis que se haga respecto a su morfología original. Aunque en otras zonas suelen manifestarse claras diferencias entre los templos diocesanos, las ermitas y las iglesias conventuales, en nuestro caso no se aprecian apenas, salvo las que se derivan de la capacidad económica de sus patrocinadores. Como, además, el medio social y el ambiente cultural es plenamente homogéneo y los recursos siempre escasos, la elección va a ser sistemáticamente la de los templos de albañilería y cubiertos de armaduras, hasta bien avanzado el siglo XVII. La arquitectura gótica o renacentista no aparece más que en la catedral, y hay que tener en cuenta que hasta el siglo XVIII el edificio catedralicio era la mezquita ampliada con un cuerpo gótico; el proyecto renacentista estaba simplemente empezado y todo el edificio en alberca. Solamente hubo dos intentos de fajarse de este férreo esquema y en ambos casos el intento fue fallido. El primero fue la reconstrucción de la iglesia de San Miguel. Fue dirigida, y seguramente trazada, por Juan de Arredondo, el cual planteó un templo de gran envergadura y ambición, con pilares clásicos, abovedamientos, un crucero y cúpula sobre el mismo. La revuelta morisca de 1568 dio al traste con el que hubiera sido el templo más clasicista de la zona.21 No menos importante, pese a su modestia, es el proyecto de iglesia para Villanueva de las Torres. Las condiciones de la obra y traza debieron ser también de Arredondo, en las que se advierte un templo de radical novedad, a base de arcos de piedra y bóvedas de casco de ladrillo, muros de mampostería y con cantería en las esquinas. Lo extraño es el bajo precio puesto a esta obra (500 ducados), por más que sus dimensiones fueran reducidas; de nuevo la rebelión morisca la sorprendió apenas sacada de cimientos y en 1628 todavía los vecinos reclamaban su continuación.22
Antes de ver las tipologías se debe advertir que, a diferencia de otras zonas, incluso de Andalucía occidental, y como ocurrió en la diócesis de Granada, no se encuentran aquí capillas funerarias que supongan una continuidad con las del mudéjar medieval. Las características qubbas o capillas cupuladas islámicas, con cubiertas de ladrillo o adornos de yeso, de algunas iglesias sevillanas, cordobesas o toledanas, aquí no existen. A lo sumo, veremos alguna capilla particular o bautismal, cubierta con armadura que no se deben encuadrar en esa tradición concreta.
5.1.1 Tipologías arquitectónicas y su correspondencia con las armaduras
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Aunque en su estado actual las morfologías de las iglesias accitanas presentan diversas variantes, en su origen fueron bastante más parecidas entre sí. Los dos tipos más frecuentes fueron las de planta de cajón rectangular, en algunos casos con capilla mayor diferenciada por arco toral, y la iglesia de tres naves, separadas por machones o pilares, en los primeros tiempos circulares y acordes con una forma bien determinada y constante.
a) Iglesia de nave rectangular simple. A este tipo corresponden muchas de las iglesias de carácter rural, pero otras que ahora no lo parecen lo fueron así inicialmente, como es el caso de la del convento de San Francisco. Quizá los ejemplos que quedan más claros, y en su estado casi original, sean las iglesias de Cortes, Graena, Gobernador, Fonelas, ermita de la Presentación de Huéneja y la ruinosa de Paulenca. Pero otras muchas repitieron el mismo esquema, aunque en algunos casos pudieran variar el remate de la cabecera en forma ochavada, como fue el caso de Marchal, Purullena o Exfiliana, las tres modificadas y ampliadas posteriormente. Las iglesias de Albuñán, Aldeire, Alquife y Cogollos de Guadix fueron originalmente de una nave, siendo las capillas mayores y las laterales actuales producto de ampliaciones posteriores; en el caso de Alquife se reconstruyó en el siglo XVIII, aprovechando parte de los materiales y, sobre todo, la armadura antigua. La de Fonelas aún es más reciente, construida en 1919-1922 y también aprovechando la armadura y la portada. Las únicas dependencias que rompían la cua21 GÓMEZ-MORENO C ALERA, J. M. La arquitectura religiosa..., pp. 432-434; ASENJO SEDANO, C. Arquitectura religiosa y civil..., pp. 83-97. 22 ASENJO SEDANO, C. Pueblos e iglesias..., pp. 246-253.
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Arquitectura mudéjar en la comarca de Guadix dratura de la planta eran las capillas bautismales y las sacristías, algunas de las cuales se colocaron en los bajos de la torre, con la particularidad de que algunas de estas torres no se llegaron a hacer completas, en un primer momento. Las carencias económicas eran tan grandes que obligaba a estas estrategias de ahorro.
las modificaciones sufridas posteriormente, o la de Albuñán, de lima bordón, pero de nuevo eliminado su faldón de la cabeza al añadirle la capilla mayor. De la iglesia de Cogollos me ocuparé posteriormente, cuando comente las cronologías, porque es un claro ejemplo de ampliaciones y modificaciones sucesivas.
Las iglesias que nos pueden ofrecer una más clara referencia de su configuración original son la primitiva de Paulenca, actualmente en estado de ruina, y la de Cortes. En el caso de la de Cortes, esta pequeña parroquial presenta un gran interés por conservar su apariencia casi original, como el suelo y gradas de altar de ladrillo, la reja de la capilla bautismal, la armadura, la sencilla espadaña, incluso el portalón de acceso y las gradas. Por tanto, nos puede servir como claro ejemplo de la práctica constructiva del XVI en los humildes ámbitos rurales. Su estructura y complementos ornamentales presentan el mínimo indispensable para las necesidades de culto y funcionales propios de una parroquial, pero con la contradicción aparente de una portada desmesurada y de una categoría que contrasta con el resto. Especialmente interesante es que conserve la solería original de ladrillo como pavimento de la iglesia y altar mayor, ya que así lo estuvieron todas las iglesias, e incluso la catedral, en los primeros siglos. Era la forma más barata y funcional para poder abrir las fosas y proceder a la inhumación de los cadáveres de los parroquianos.También es evidente la insalubridad del procedimiento, lo cual motivó que a finales del siglo XVIII se sacaran, no sólo de los templos, sino de las poblaciones. En la mayoría de los templos restantes, las adiciones posteriores o la renovación de sus altares, imágenes, etc., desfiguran el carácter original, aunque no han perdido, por lo general, el sencillo carácter rural y de sobria arquitectura que antaño poseyeron.
b) Iglesias de una nave y capilla mayor diferenciada. Este tipo de estructura la presentan las iglesias de la Magdalena, Santo Domingo de Guadix y San Francisco (después de su ampliación), Alcudia, Beas, Huélago, La Calahorra, Lanteira, La Peza y Moreda. Sería una variante de la tipología anterior y se va a aplicar en algunos templos a los que se les pretendía dar un tamaño algo mayor que las anteriores: la presencia desde el principio de una nave y la capilla mayor les confería algo más de monumentalidad, pero no siempre implicaba la presencia de unas armaduras más costosas. Es el caso de las dos de Guadix: la Magdalena y Santo Domingo. Mientras que la primera es muy sobria y sencilla, tanto en su estructura como en las techumbres, la de Santo Domingo, originalmente de una nave y capilla mayor, presenta unas armaduras magníficas, ochavadas y ochavas y todas cuajadas de lacerías. De limas moamares eran originalmente las de Alcudia y ochavada la de la capilla mayor y decorada de lazo, posiblemente del tipo de la de la iglesia de Beas, la más original de todas. Las de Lanteira, la última levantada según el modo tradicional, son de lima bordón. La iglesia de La Calahorra, trazada en el XVI, se termina y amplia en los siglos siguientes, quedando la armadura de la nave principal y el restos está abovedado.
Esta iglesias suelen llevar armaduras de limas o de limas y ochavadas, según los casos. Ejemplos de estas últimas son las iglesias de San Francisco, Cortes, Graena y la reconstruida de Fonelas. La de Gobernador es de lima bordón, pero se apeinaza en el cabo del almizate y se duplican algunos pares para resaltar la zona del altar y recibir los escudos de la familia patrocinadora.También es ochavada aunque más tardía la de la nave de la iglesia de Aldeire, a la que, además, se le añadió una cabecera abovedada. En las iglesias ochavadas en planta, la armadura se resolvía de la misma forma, como hoy se puede ver solamente en la de Purullena, teniendo en cuenta que se invirtió la orientación en el siglo XVII. En otros templos, las armaduras originales se hicieron de limas, ya moamares en las más antiguas, o de lima bordón en las del siglo XVII en adelante. De las primeras serían las de Alquife y Cogollos, en las que se aprecia claramente
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También han cambiado las de Huélago y la de Moreda, en este segundo caso quedando, lo que fue la primera iglesia, a modo de crucero o capillas anejas, casi a mitad del nuevo templo. La de La Peza también ha sufrido intensas modificaciones, pero conserva armaduras de lima bordón en nave y capilla mayor. La de Huélago y la ermita de San Torcuato, en Facerretama, son pequeñísimas, pero se permitieron contar originalmente con una capilla mayor y nave casi de igual tamaño y cubiertas en ambos casos con una armadura lima bordón cortada por el arco toral; en la de Huélago se hizo posteriormente otra capilla mayor abovedada. c) Iglesia de tres naves con capilla mayor diferenciada. Fue esta tipología menos frecuente que las anteriores, pero presenta el interés de constituir un grupo muy homogéneo y con el mayor grado de monumentalidad de las levantadas en su tiempo.Tres solamente fueron los templos parroquiales que en el siglo XVI se levantaron con tres naves y una capilla mayor bastante reducida: Santa Ana, Santiago en Guadix y la parroquial de Jérez del Marquesado.Ya en el siglo XVII, se levantaría la iglesia de Huéneja, de tres naves se-
Estudio tipológico de los edificios mudéjares paradas por pilares rectangulares y capilla mayor cuadrada; salvando las distancias, repetiría el modelo de Fiñana. Las armaduras son de lima bordón en la nave y limas moamares en la capilla mayor, pero rehecha, y en las naves laterales tiene simples colgadizos. La de Alcudia, antes comentada, no entraría en este grupo, porque, aunque actualmente tiene tres naves, es producto de modificaciones posteriores. La singularidad de las iglesias de Santa Ana, Santiago y Jérez merece un comentario algo más amplio que el resto. Las tres repiten un mismo modelo, posiblemente llevado a Guadix desde Granada, siguiendo un modelo introducido por Rodrigo Hernández.23 Una cuestión de no menor importancia queda por resolver, decisiva para establecer el hilo cronológico y matizar las posibles influencias de este proyecto; la iglesia de Santa Ana presenta un claro paralelismo con la de Santiago, salvo matices de un cierto arcaísmo, como los arcos apuntados en la separación de las naves, pero está todavía por documentar si su construcción tiene lugar antes, como quiero pensar, al mismo tiempo o después que la de Santiago. No se conocemos hasta ahora el momento exacto de su inicio, pero lo que queda claro es que ambos templos corresponden a un mismo tipo y momento constructivo, y en las dos el modelo deriva del introducido por Rodrigo Hernández. Hay que advertir que la iglesia de San Juan de los Reyes presenta los arcos apuntados y es, por tanto, más parecida a la de Santa Ana y por ello pudo ser la primera en construirse. Aparte de la propia tipología, el elemento más personal de este tipo de templos y que luego se extendió a la antigua Lonja, en la calle Ancha, son los pilares, con un machón circular y columnas adosadas que se prolongan en un arco doblado y de intradós biselado. El origen de este pilar, como el de otros modelos de la arquitectura mudéjar granadina, todavía por determinar, es una derivación del gótico simplificado, ya que se acerca más al concepto medieval de machón o soporte integrado en el desarrollo continuo establecido por el binomio pilar-arco, que a la singularidad con que la columna se expresa en el ritmo renacentista o incluso a las iglesias columnarias tan características del quinientos español. Sea como fuere, lo que nos interesa es destacar que este modelo de pilar granadino y su prolongación en el arco responde a un diseño de gran sencillez y de propia expresividad, suma de pervivencias y de propia experimentación; es un caso aislado sin apenas consecuencias fuera de su propio contexto. El gran mérito de la iglesia de Santiago, que la hace destacar sobre el resto de las de su tipología, es la presencia de unas sutilezas deudoras del genio de Siloé, su tracista,
y sus complementos de índole conmemorativo y de clara estirpe renacentista, como el retablo (desaparecido), la portada y los escudos del obispo, que vendrían a completar un edificio tan ecléctico como atractivo estéticamente. El modelo de Siloé para la iglesia de Santiago tendrá su inmediata consecuencia en la parroquial de Jérez del Marquesado, la cual también construyó Francisco Centeno, pero sin las sutilezas de las naves laterales en curva ni las capillas, ya que las actuales son posteriores. A pesar de ofrecer las tres iglesias accitanas un mismo esquema estructural, existen algunas diferencias de matiz que conviene tener en cuenta. Sería el caso, por ejemplo, de la forma de los arcos formeros, es decir, los que van separando las naves, en la de Santa Ana son apuntados (como en San Juan de los Reyes), mientras que en la de Santiago lo son de medio punto los de las naves, para volver a ser apuntados en las capillas hornacinas, menos las que se encuentran en la zona curva; en Jérez son todos de medio punto. Otra diferencia es la disposición de las ventanas que iluminan la nave central, en el caso de Santiago y Santa Ana perfectamente dispuestas sobre el eje de los pilares, mientras que en Jérez, a pesar de tener cuatro arcos, como la de Santiago, solamente se abrieron dos ventanas en cada lado, pero sin promediarlas respecto a los pilares, sino con el muro exterior de cierre. Se da así la circunstancia de que dichas ventanas no caen ni encima del pilar ni sobre el arco. Estas iglesias quedaron bastante oscuras, por lo que con el tiempo se abrieron en Jérez y Santa Ana amplias ventanas a los pies, en sustitución de los óculos que seguramente tuvieron originalmente. En la iglesia de Santa Ana las estrechas ventanas del presbiterio fueron abiertas después de 1940 para darle algo más de luz, ya que estas cabeceras (las tres) son muy oscuras. Igualmente, son diferentes las capillas mayores, ochavadas en Santa Ana y Santiago y cuadrada en Jérez, lo cual motivó que también las armaduras fueran diferentes, al margen de la novedad que representa la de Santiago, como ya se ha comentado en las armaduras y se verá en el catálogo.
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Otro elemento extraño y específico de estas iglesias es la forma de rematar los pilares y el arranque de los arcos; las imágenes que acompañan a esta explicación espero que la hagan más comprensible. Aparentemente son iguales, pero justo en el encuentro entre el pilar y los arcos en los de un lado el chaflán llega hasta el arranque del arco, mientras que los pilares del lado contrario rematan en una forma cú23 GÓMEZ-MORENO C ALERA, J. M. «Un nuevo proyecto de Siloé: la iglesia de Santiago de Guadix».
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Arquitectura mudéjar en la comarca de Guadix bica y así los arranques achaflanados de los arcos se originan un poco más arriba. Por otro lado, el chaflán del arco interior, en el caso de los arranques cúbicos, termina en una ménsula ochavada, mientras que en los pilares curvos la mensulita presenta un ángulo en el arranque del chaflán. Esta anomalía o capricho ornamental se da exclusivamente en las tres iglesias accitanas, ya que, en San Juan de los Reyes, son todos de la forma cúbica en el arranque. Este detalle de hacer diferente lo que parece igual, es una más de las herencias de tradición mudéjar, por cuanto siempre se busca lo distinto, lo innovador dentro de lo aparentemente rutinario, hasta en los pequeños detalles. Nunca dejarán de sorprendernos los caprichos de los artífices cuando se les deja vía libre a su imaginación, aunque sea en aspectos nimios. Terminando este apartado, decir que las armaduras en los tres casos son de limas moamares en la nave central, más complicada y rica en la de Santiago, mientras que en las laterales llevan simples colgadizos.Tanto la de Jérez como la de Santiago son policromadas, aunque en las laterales de Santiago ahora no se aprecian.
5.1.2 Problemas en torno a la cronología y la evolución constructiva y decorativa de las iglesias
Vistas las tipologías conviene comentar, aunque sea brevemente, la dificultad de encuadrar cronológicamente muchos de estos templos: Primero, porque faltan muchos datos y, segundo, porque las evidencias demuestran que prácticamente todas han sufrido modificaciones, ampliaciones o mermas, respecto a su estado original. Si queremos ser precisos hay que especificar qué parte se hizo en cada momento. Ya se ha hecho referencia en apartados anteriores a las iglesias de Alquife y Fonelas, la primera, reconstruida posiblemente en el siglo XVIII, aprovechando la armadura, y al poco tiempo añadida la nueva cabecera. En la de Fonelas, construida en los años 1919-1922, se aprovechó la armadura y la portada, haciendo que parezca mucho más antigua de lo que en realidad es. Pero abriendo el abanico y poniendo otros ejemplos bien representativos, citaremos los casos de Albuñán, Moreda, La Calahorra, Aldeire, Purullena o el más complejo: el de la iglesia de Cogollos de Guadix. La iglesia de Albuñán se levanta en el siglo XVI, pero su estado de deterioro obligó a reconstruirla y hacer la armadura en la década de 1620-30. Posteriormente, en el siglo XVIII, se le añadió la capilla mayor y para ello se desmontó el faldón de la armadura para entes-
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tar directamente con el arco toral. Posteriormente se añade una nueva capilla bautismal, la sacristía, la torre y las capillas laterales de la izquierda y sus camarines; así la iglesia no ha parado de crecer. La de Moreda es un caso más complicado, ya que la primitiva iglesia del siglo XVI, muy modesta, se modifica y repara continuamente en el siglo XVII, para ya en el XVIII levantar una iglesia nueva en la que la antigua queda a modo de crucero. La de La Calahorra no parece que haya sufrido tantos cambios, pero también ha tenido una vida un tanto azarosa. Las primeras trazas y condiciones se dan en 1547 y se empiezan las obras. En 1558 se dan nuevas condiciones y se eliminan algunas partes levantadas, pero se avanza poco y la rebelión morisca frena por el momento su construcción. En la década siguiente se coloca un colgadizo provisional y en este estado precario estaba en 1591, cuando la visitó el arzobispo granadino Pedro de Castro. En la primera mitad del siglo XVII se terminan de levantar los muros y se hacen las armaduras, para, en el siglo siguiente, hacer una obra de reforma muy importante, según el gasto realizado, posiblemente algunas capillas laterales y levantar la torre. En un momento indeterminado se hizo la cúpula actual de la capilla mayor. La de Aldeire se puede ahora afirmar que se construyó en la segunda mitad del siglo XVII, lo que es el cuerpo de la iglesia, y en el siglo siguiente se añadió la cabecera y posteriormente la torre. Su armadura es de las más tardías, aunque no desmerece respecto a las otras del XVI, en tamaño y buena labra; también es buena obra de carpintería el enorme coro, con su tribuna para el órgano. Purullena es un caso más sencillo, pero al mismo tiempo más original, puesto que la iglesia de una nave y cabecera ochavada se amplió en el siglo XVII por los pies primitivos, con una capilla mayor cuadrada, por lo que se invirtió su orientación y ahora se entra por la antigua cabecera ochavada; la torre se terminaría en fecha indeterminada, así como las capillas añadidas a la derecha. La de Ferreira es otro caso de modificación intensa en el siglo XX, pero sus estructuras murales son las originales. La de Gor es otra iglesia cuyos muros de la nave lateral son los antiguos de la iglesia del XVI, pero todo también muy modificado. La construcción de la iglesia de Cogollos de Guadix es la más compleja y con un grado de sofisticación constructiva y evolutiva que roza lo inaudito. El primer templo, de hacia 1530, es la parte superior de la nave principal; a este momento corresponde parte de la armadura actual y la portada lateral, aunque mutilada, con su arco apuntado.
Cogollos de Guadix. Su iglesia parroquial ha sufrido numerosas reformas y ampliaciones a lo largo de los siglos.
Huéneja. Ermita de la presentación. Capilla barroca de San José.
Cortes. Esta iglesia es la única que conserva la antigua solería de ladrillo.
Estudio tipológico de los edificios mudéjares Años después, en el siglo XVI, se añadiría la capilla mayor, cuya armadura muestra canes de acanto, frente a los anteriores que son de tracería gótica. Posteriormente, en fecha desconocida, pero a partir del siglo XVII, se amplia la nave hacia los pies, como se demuestra por el encaje de las rafas de ladrillo del exterior, en la zona que hay ahora un ciprés; por dentro también se aprecia el añadido, por el alargamiento de la armadura y porque resulta desmesuradamente larga para su anchura y altura. Así pues, al principio, esta iglesia era del tipo de las de Cortes, Graena o Paulenca. La portada de los pies, con un sencillo esquema toscano, también refuerza este argumento. Luego se haría la enorme torre, a mediados del siglo XVIII, por el mismo tiempo que su exótico retablo mayor.Ya en el siglo XIX o principios del XX se amplía de nuevo con la nave lateral actual. Aparte se observan en la armadura ampliaciones y reformas apreciables. Otro caso de especial interés en el carácter evolutivo de los templos ha sido la cuestión del adorno pictórico, que no tiene que ver con el antiguo enlucido que se hacía en el siglo XVI o XVII. Ya se ha comentado en el capítulo anterior que era normal que las iglesias y edificios del XVI, una vez levantados sus muros, recibieran un revocado o jaharrado más basto y encima se le daba otra capa más fina, de nuevo con arena blanca y cal para que quedara con el efecto del blanqueado. La restauración de la iglesia de San Francisco permite apreciar algunos matices muy interesantes. En esta iglesia, parece que la capa más antigua fue simplemente un lavado de cal sobre el que aparece un mortero de yeso moreno que consideran los restauradores que sería del XVII, según han podido comprobar en otras intervenciones en edificios de estas mismas características. En todo caso, en las muchas catas realizadas, han aparecido suficientes evidencias, aunque muy deterioradas, de que a finales del siglo XVII y/o principios del XVIII algunas zonas de la iglesia, sobre todo las paredes que van bordeando los arcos de las capillas y algunos fondos de las mismas, recibieron una decoración pictórica de motivos vegetales formando penachos o guirnaldas. Estos mismos ramajes vegetales y florales aparecen en algunos otros puntos, como en los laterales de la capilla de la Inmaculada Concepción. Pero no sólo ha sido en San Francisco. En otras iglesias han aparecido o había pinturas de época barroca, sobre todo del XVIII o incluso del XIX, como en la iglesia de la Magdalena o la Concepción de Guadix, o las de Dólar, Purullena, Beas, La Peza, Albuñán, la ermita de Huéneja o la capilla sacramental de Jérez del Marquesado. Es un hecho comprobado el que a finales del siglo XVII y en el XVIII se va a extender la moda de decorar las embocaduras, los fondos de capillas, altares o paredes enteras con pintura mural, sin discriminación de categoría o de que el ámbito fuera rural
o urbano. La mayoría de las veces, fue una operación de ornamentación y enriquecimiento de estos edificios, en línea con la obsesión decorativa que se alcanzará, en el Barroco pleno, en los ámbitos eclesiásticos y palatinos. La mayoría de estas pinturas fueron posteriormente suprimidas y, las más de las veces, ocultadas por la realización de retablos en madera, como se está comprobando cada vez con mayor asiduidad en restauraciones o acondicionamientos recientes. 5.1.3 Las ermitas y sus singularidades
Si difícil es establecer la cronología de las iglesias aún lo es más el poder hacerlo respecto a las ermitas. Su construcción muchas veces a expensas de la devoción e impulso popular, hace que no queden apenas rastros documentales, salvo el caso paradigmático de la ermita de la Presentación de Huéneja, cuyo conocimiento hoy es posible gracias al estudio preciso de Miguel Ángel Rivas. Como, además, sus estructuras son muy sencillas y pertenecen casi a la herencia popular, muestran una clara inercia a través de los siglos. Eso, unido a su fragilidad endémica, hace que la mayoría se hayan o reconstruido o desaparecido con el tiempo. Aún así, cabe afirmar que las ermitas de mayor fuste mostraron los mismos materiales y formas constructivas que los templos parroquiales.
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Así lo demuestran los pocos casos que se han conservado, como la mencionada ermita de la Presentación, la de San Antón en Guadix, la de San Marcos de Dólar, la de San Torcuato en Facerretama o la de San Gregorio de La Calahorra, citando las de mayor envergadura e importancia constructiva. Ermitas hubo muchísimas, muchas más que templos parroquiales, por supuesto. Unas fueron y son más amplias y ambiciosas, como las mencionadas, y otras se reducen a simples casetas o poco más, como podemos ver en tantos pueblos de la comarca; paradigmático sería el caso de La Peza, con sus cinco ermitas. Todas ellas, invariablemente, presentan planta de una nave o de cajón, con alguna capilla aneja, a lo sumo, como en la de la Presentación de Huéneja; las cubiertas fueron siempre de armadura o de simples rollizos de madera, aunque algunas las hayan perdido con el tiempo. De ellas destacan las de Huéneja, que incluso tiene coro, la de San Andrés de Dólar y la de Facerretama, las tres con sus armaduras de lima bordón y paños de apeinazado; la ermita del Santo Marcos Criado de La Peza, pequeña por demás, se permite tener su armadura de lima bordón, formada por simples maderos toscos y una tablazón lisa.
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Arquitectura mudéjar en la comarca de Guadix En algunos casos se van a heredar modelos atávicos en modernas construcciones, con empleo de muros de ladrillo o armaduras de madera, como es el caso de la ermita de San Hermenegildo de Alquife, la de San Antón de Guadix o la nueva de la Virgen de la Cabeza en Exfiliana.
5.1.4 La arquitectura conventual: el caso de Guadix como único exponente
Hablar de arquitectura conventual mudéjar en la comarca de Guadix sería demasiado pretencioso. Solamente en Guadix encontramos estas instituciones y las más antiguas que pueden enmarcarse en el siglo XVI son los conventos de San Francisco y Santo Domingo, y los monasterios femeninos de Santiago y de la Concepción. Los demás, el colegio de San Torcuato, San Agustín y San Diego (luego de la Presentación), quedarían ya fuera de nuestra obra por ser más tardíos. En los pueblos, tan pobres como son, no han recibido la atención de fundaciones religiosas, salvo el caso esporádico y fugaz de un beaterio en Lanteira. No existe en Guadix, a diferencia de Granada, herencias directas de la arquitectura nazarí en cuanto a casas o palacios que se reutilizaran en los edificios conventuales. Tampoco en su tipología vamos encontrar herencias estructurales u ornamentales que no sean las mismas que vemos en las iglesias y en otros lugares o comarcas. El convento de Santo Domingo ha desaparecido, el de San Francisco está en una lamentable ruina y apenas ofrece elementos de referencia que podamos destacar. El monasterio de la Concepción se fundó en 1558 y tiene un patio del siglo XVI y algunas armaduras sencillas, así como la actual entrada, que se enmarca dentro de las características sobrias del XVI accitano, con portada clasicista, hornacina avenerada y, arriba, una galería arqueada típica de la zona. Aún así es difícil estimar su estructura original, porque sufrió un devastador incendio en 1677, después del cual hubo de reconstruirse gran parte del convento y de la iglesia. El único edificio que puede ofrecer unos elementos suficientes de análisis sería el de las clarisas de Santiago, fundado por don Gaspar de Ávalos y del que se tienen algunos documentos que lo relacionan, en lo constructivo, con las fábricas y artífices mudéjares de la ciudad. Su capilla ha sido secularmente la iglesia del mismo nombre, con la cual comunica a través de sus dos coros. Aún con las limitaciones ya expresadas, se puede afirmar que las fábricas de conventos y monasterios no difirieron del resto de las construcciones del XVI. La obra de al-
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bañilería y cubiertas de madera se hicieron habituales y sirvieron para resolver los problemas de habitabilidad y organización de los edificios conventuales. Los muros de cajones encintados, las torres (San Francisco o la Concepción), las portadas, en su caso, no muestran diferencia alguna respecto al resto de la arquitectura diocesana o incluso civil. De los patios, sí podemos señalar que aparece una más clara vinculación castellana o de tradición cristiana, ya que suelen ser columnados y con arquerías, en lo conservado, como los de la Concepción y Santiago, el de mayor interés. Estos patios centran las estancias conventuales y articulan la vida de la comunidad, sin que en ellas apreciemos elementos de monumentalidad especial. Solamente en las escaleras y en algunas de las dependencias principales aparecen techos de madera, pero de gran sencillez. 5.2 Arquitectura civil, pública y privada: los palacios accitanos 5.2.1 Arquitectura pública
Desgraciadamente el elenco de edificios de arquitectura civil pública que podemos integrar dentro de la tradición mudéjar es muy reducido, casi podríamos decir que se trata simplemente de algunos ejemplos residuales (lonja, pósito, arco de la Imagen, puerta de San Torcuato), que impiden establecer una tipología de las construcciones edilicias. Son precisamente los menos mudéjares, como el ayuntamiento y la casa del corregimiento, los que presentan una más clara unidad de concepto. Ambos vinieron a flanquear los dos lados menores de la plaza mayor de la ciudad, fuertemente remodelada y rematada en su configuración actual historicista a partir de 1940. Ofrecían una estructura muy similar, de larga crujía en dos plantas, con galería arqueada arriba para presenciar las fiestas; la del ayuntamiento la perdió en el siglo XIX para hacer un salón. De todo ello, lo único conservado es la arquería o balconada del actual ayuntamiento que anteriormente perteneció al corregimiento, terminada en 1606, y que estaba al otro lado de la plaza. Aunque en estos edificios sus techos y cubiertas debieron ser armaduras o alfarjes, que presupongo de cierta categoría, a tenor del que todavía hoy luce el antiguo Ayuntamiento de Baza, no es suficiente para encuadrarlos dentro de las tipologías mudéjares. Por otro lado, es dable pensar que los establecimientos dependientes del cabildo municipal, como eran las carnicerías, pescaderías, mataderos, etc., serían sencillos edificios de muros de cajones encintados y techos de madera, sin más ostentación ni pretensiones que las meramente funcionales. Dentro de los edifi-
Beas de Guadix. Ejemplo de iglesia con una nave y capilla mayor separada.
Arquitectura mudéjar en la comarca de Guadix cios de patrocinio regio, tendríamos el antiguo Hospital Real, tan modificado que los alfarjes que hoy luce son solamente unos residuos testimoniales. El único edificio con mínimos elementos de tradición mudéjar, y con las limitaciones derivadas de su parcial recuperación, es la Lonja, obra de mediados del siglo XVI, que viene a demostrar la validez del modelo mudéjar extendido en Guadix a partir de los proyectos de las iglesias de Santa Ana y Santiago. La fachada que se ha rescatado hace pocos años no es sino el mismo esquema que ofrecen las arquerías de las naves de dichos templos. Así, los pilares circulares, con medias columnas adosadas que reciben el arco doblado, sirven aquí para configurar un edificio que debía corresponderse con el modelo de Lonja abierta, característica de la arquitectura y tradiciones comerciales aragonesas y levantinas. De todas formas, la inspiración más cercana debió ser la propia Lonja de Granada, que originalmente también lucía grandes arquerías sobre pilares entorchados.
5.2.2 Arquitectura civil privada: los palacios accitanos
En la arquitectura doméstica accitana, el mudéjar se reduce a la presencia de algunos elementos constructivos propios de esta tradición, como la cerámica, hoy muy perdida, la carpintería y el empleo sistemático de la obra de albañilería. El espíritu organizativo de estas viviendas y de los palacios es la característica casa-patio, muy extendida en los reinos cristianos en la Edad Media. Los orígenes, tanto de la vivienda cristiana como de la casa andalusí, derivan de la tradición mediterránea que se remonta, a su vez, hasta la antigua Grecia o Roma y más allá a la civilización Mesopotámica. La vivienda andalusí y luego morisca, sobre todo la de corte aristocrático, tan importante en Granada, no las encontramos ni en Guadix ni en los pueblos de la comarca, o al menos yo no las he identificado. Asenjo cita algunas casas en la calle del doctor Oliva y en otros puntos, con restos de arcos de yeso y adornos al modo islámico, pero desconozco si se conservan actualmente.24 Por su parte, Miguel Ángel Rivas cataloga una casa de Huéneja como «casa morisca», para después en su comentario considerar que se trata de una vivienda de época nazarí, de los siglos XIV o XV.25 Solamente un rastreo o conocimiento exhaustivo y directo del interior de las viviendas de la comarca permitiría una catalogación o conocimiento más amplio. Así pues, la herencia mudéjar queda limitada a la importación de elementos sueltos
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unidos a modelos tipológicos que habían sido desarrollados en otras partes, más que a estructuras de propia evolución autóctona. En los pueblos todavía hay numerosos edificios que podemos considerar ancestrales o correspondientes a la arquitectura popular, los cuales pueden parecernos con sabor moruno, pero sería excesivo intentar catalogarlos o clasificarlos como una tipología específica de herencia mudéjar. Caso diferente son los baños, cuyos restos, cada vez más conocidos, se convierten en elementos de notable interés, en cuanto a esta herencia, y que serán mencionados en el apartado siguiente. Interiormente tanto los palacios como los caserones y viviendas accitanas más modestas han guardado una estructura común, mientras que en los exteriores es en donde se puede observar alguna diferencia. En general los exteriores de los palacios principales no son nada ostentosos, salvo en la escala volumétrica y la constante presencia de unas torres-galerías airosas que flanquean la fachada principal. Quizá estas galerías, de arcos sobre pilares y enmarques a modo de alfiz, todo labrado en ladrillo, son el sello más personal de la arquitectura señorial accitana. El tamaño y disposición de estas galerías puede variar, desde dos a cuatro vanos, pasando por la galería longitudinal que puede quebrar en un ángulo, hasta la torre exenta, pero nunca con un desarrollo vertical excesivo. El segundo elemento de referencia son los escudos nobiliarios, grandes o pequeños, que advierten de la ocupación ideológica y social de la calle y de la ciudad. El tercero son las portadas, más o menos monumentalizadas, pero nunca de una riqueza desbordante, que enuncian una presencia de prestigio, con soluciones de arte clásico o clasicista. Aún así, muchas casas principales carecen de ellas, empezando por el palacio de Peñaflor que se conforma con un simple dintel adovelado de ladrillo. Ha de tenerse en cuenta que, aunque se consideren «palacios» los de Villalegre y Peñaflor, en realidad son caserones más grandes que lujosos, con el agravante de que ambos están en plena rehabilitación y sin un sólo mueble de los que poseyeron antaño. En el caso de las viviendas más modestas, las fachadas se tornan más sobrias, desnudas de cualquier elemento aristocrático, y con unos vanos o ventanas reducidas en número y tamaño; en algunas de las casas, las mencionadas típicas galerías arqueadas es el único 24 ASENJO SEDANO, C. Guadix: guía..., pp. 69, entre otras. 25 RIVAS HERNÁNDEZ, M. A. Huéneja en la historia..., pp. 218-221.
Guadix. Palacio de Peñaflor. Galería del patio.
Arquitectura mudéjar en la comarca de Guadix elemento de antigüedad que se manifiesta al exterior y en muchos casos tan transformadas que hay que adivinarlas. Traspasada la puerta y el portal o zaguán, siempre reducido, llegaremos al patio, elemento nuclear de todas las viviendas, grandes o pequeñas. A pesar del frío invernal de Guadix, la referencia siempre es la del patio con fuente o alberca (o la tienen o la han tenido), en los que unos pórticos, normalmente adintelados, lo rodean el patio, formando corredores con acceso a las habitaciones. Tampoco faltan en las casas de Guadix los pozos que sirvieron para proveer a los particulares, ya que el subsuelo de Guadix, a muy poca profundidad es muy rico en agua. Finas columnas o pies derechos, capiteles de fina labra o zapatas, jácenas de madera y alfarjes, que cubren los corredores y las habitaciones, integran su lenguaje y elementos de identidad. La sala principal se manifiesta por la presencia de una techumbre más ostentosa y si es en los palacios principales, Villalegre o Peñaflor, se llegará a la disposición de una armadura de limas en la planta noble. En ocasiones, la vivienda tendrá una tercera planta; en este caso, quedará como almacén, granero o desván, y suele ser más reducida en altura que las inferiores. Se da la circunstancia de que los dos principales palacios ya mencionados tenían arquerías en sólo dos crujías del patio; en el palacio de Villalegre, aunque en el proyecto original había de llevarlas en los cuatro lados, las dos últimas se hicieron hace menos de veinte años. Esto da a entender que, como ocurre otras veces en los conventos o incluso pasó en la plaza de la Constitución o de las Palomas, los palacios fueron creciendo paulatinamente y según las necesidades o posibilidades de sus propietarios, dignificando solamente parte del edificio, sin pensar en el carácter unitario o cerrado de la arquitectura de los centros o edificios mayores. Algunas de estas casas tenían buenos sótanos para almacenaje de viandas, con sus bodegas e incluso lagares. No existen muchos cascos históricos, de la envergadura y características históricas de Guadix, que posean en la actualidad tantos edificios de arquitectura doméstica del siglo XVI al XVIII, aunque exteriormente (y aún en el interior en muchos casos) no lo parezca. Verdaderamente no hay grandes palacios, como los que se pueden encontrar en otros pueblos de Andalucía occidental o en Granada, pero el tono medio de la vivienda tradicional en el Barrio Latino, Santiago o Santa Ana, es de una uniformidad asombrosa. Estas casas y palacios siempre han sido organismos vivos; estructuras
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ocupadas secularmente por familias que han ido creciendo y adaptando continuamente las viviendas a sus gustos y necesidades. En muchas de ellas se fueron cerrando las galerías, mutilando habitaciones o cercenando escaleras y armaduras, intentando ganar más espacio al convertirse en casas de vecinos. Así han llegado al momento presente en un estado de gran contraste, algunas mejoradas en sus condiciones de confort, pero sin perder personalidad y autenticidad, otras con remodelaciones tan intensas que han perjudicado su esencia, cuando no mutilado o hecho desaparecer del todo su valor histórico inicial. Sería de desear, pero no es tarea fácil, que este conjunto no se perdiera bajo la presión especulativa y de unas pretendidas mejoras de bienestar. En el catálogo pormenorizaré algunas de estas viviendas que merecen ser destacadas como ejemplos de recuperación y conservación. En los pueblos de la comarca existen otras huellas o herencias mudéjares en formas diversas, la mayoría de los casos entremezcladas con las propias de la arquitectura popular. Algunos adarves o casas con un carácter de ancianidad notable se ven en pueblos como Huéneja, Jérez del Marquesado, Lanteira, Aldeire, Dólar o Ferreira; también algún pasadizo aislado en Lanteira o Albuñán. En general estas herencias son más visibles en el Marquesado.
5.2.3 Los baños islámicos y su perduración en época cristiana
El baño (hammam, en árabe) era un elemento consustancial con el barrio en el mundo islámico medieval como es bien sabido. No era sólo un edificio destinado a la higiene corporal, sino también lugar de purificación espiritual, centro de ocio y de relación entre los ciudadanos; al mismo tiempo, eran un buen negocio para sus propietarios. Tras la conquista, y en una sociedad fuertemente islamizada a pesar de la conversión forzosa, los baños siguieron en uso por algunas décadas. En los textos y documentos posteriores a la conquista son numerosas las referencias respecto a su existencia y mantenimiento. Una vez más es Asenjo Sedano quien nos da noticias de la existencia en Guadix de un baño que había en el solar donde después de levantaría el monasterio de Santiago y su pertenencia a don Rodrigo de Mendoza.26 En las poblaciones rurales, los baños 26 ASENJO SEDANO, C. Guía de Guadix, pp. 125 y 131.
Estudio tipológico de los edificios mudéjares de tradición musulmana se mantuvieron hasta mediados del siglo blación era mayoritariamente morisca.
XVI,
ya que la po-
Su uso se prohibió ya en la fecha tardía de 1566, a pesar del ardoroso alegato que en su defensa formuló el morisco Francisco Núñez Muley. Estos edificios tenían un uso intensivo y sus construcciones eran sólidas, pero nada sofisticadas, por lo que requerirían numerosas reparaciones e incluso reconstrucciones. Es el caso de los baños de Aldeire, documentado, pero en otros casos debió de ocurrir algo parecido. No se puede considerar, por lo tanto, que exista una tipología de baño mudéjar, sino la continuidad de una práctica y uso de este establecimiento básico en la tradición islámica. Dependiendo de la disponibilidad inicial del solar, los baños presentan diferentes salas anejas unas a otras y con puertas de comunicación, muy estrechas y bajas. Las diferentes salas o bait estaban abovedadas y tenían luceras o claraboyas de iluminación, cuya especificidad no me parece necesario detallar en un libro como el presente.27 Baños o restos de los mismos se conservan en muchos de los pueblos del Marquesado, en los que su uso queda constatado en época morisca (Aldeire, Dólar, Ferreira, Huéneja, Jérez y Lanteira). En el Sínodo de Guadix se alude expresamente a los baños de Alcudia y las perniciosas ceremonias que en ellos se celebraban.28 El de La Peza perduró un tiempo, asociado a la antigua mezquita convertida en iglesia parroquial.29 Con mucho más motivo, cabe pensar en la presencia de baños en localidades en las que se conserva incluso su carácter de balneario, como en Alicún o Graena, que han dado lugar a barrios que giran en torno a estas instalaciones, pero sólo el topónimo se conserva de lo que pudieron ser las construcciones musulmanas o mudéjares.
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27 Para su conocimiento específico en la zona y una caracterización en la provincia de Granada, remito a: RIVAS RIVAS, J. C. Los baños del Marquesado del Cenete; VÍLCHEZ VÍLCHEZ, C. Baños árabes; MARTÍN CIVANTOS, J. Mª. Ruta de la herencia árabe. 28 Para estudiar el uso de los baños por los moriscos y la consideración negativa, prácticamente demoníaca, que tenían a juicio de las autoridades cristianas, en MARTÍN DE AYALA, Sínodo de la diócesis de Guadix, fols. LX y CCI, y GALLEGO BURÍN, A.; GÁMIR SANDOVAL, A. Los moriscos del Reino de Granada..., pp. 62-64. 29 ESPINAR MORENO, M.; QUESADA GÓMEZ, J. J.; SÁEZ MEDINA, J. «La villa de la peza...», y ESPINAR MORENO, M.; QUESADA GÓMEZ, j. j. «Mezquitas convertidas en iglesias...», p. 781.
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Graena. Detalle de la armadura.
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CatĂĄlogo de edificios mudĂŠjares
Guadix. Plaza de la Constituci贸n o de las Palomas.
Catálogo de edificios mudéjares 6.1 Guadix ciudad 6.1.1 Arquitectura civil pública
Guadix ofrecía una imagen muy clara de ciudad islámica a finales del siglo XV y en las primeras décadas del siglo XVI. Además, fue general la implantación de los modelos mudéjares, tanto para edificar los nuevos edificios como en la organización de la ciudad. También, el peso del pasado medieval, e incluso el romano, se hizo sentir e influyó de manera decisiva en la nueva ciudad, algunas de cuyas herencias han llegado hasta nuestros días de forma bien visible. Es el caso de las iglesias, los conventos y muchas de las casas antiguas, que todavía se conservan y muestran elementos de la tradición mudéjar en forma de estructuras y, fundamentalmente, en la carpintería. Sin embargo también es cierto que, como contrapunto, los edificios institucionales más relevantes se hicieron acordes con el estilo internacional que identificaba a los dominadores cristianos. Así surgieron, primero la catedral, que empezó renovando su primitiva mezquita en estilo gótico y luego renacentista; bien entrado ya el siglo XVI, se edificó el Ayuntamiento, el Corregimiento y el intento de regularización de la Plaza Mayor, pero en un entorno claramente medievalizado por el peso de lo islámico y por el perfil de la arquitectura funcional introducida por los nuevos pobladores. Antes de esta irrupción de los modelos internacionales cristianos, sería precisamente la plaza de las Palomas o de la Constitución uno de los entornos con mayor carácter mudéjar en las primeras décadas del siglo XVI. Dicha plaza, en la Edad Media islámica tuvo un funcionamiento principalmente mercantil, pero tras la conquista lo fue perdiendo hasta convertirse en centro fundamentalmente administrativo y de representación política. Además del Ayuntamiento y Corregimiento, se fueron levantando en sus inmediaciones la cárcel, el pósito y otros edificios de dependencia municipal (arquitectura edilicia), como carnicerías, matadero, pescadería, alhóndigas o el fiel de la balanza. También se implantan algunas tiendas y negocios, aunque menos que en la época medieval, y, por supuesto, la picota para los ajusticiamientos públicos. Desde muy pronto, y al modo de las principales ciudades castellanas, se le quiso dar carácter y configuración de plaza mayor porticada, distribuyendo tiendas a las que se les obligaba a habilitar delante unos portales con arcos y pilares de ladrillo, a cambio de gozar de algunos privilegios. Algunas torres de la muralla que corría por su costado izquierdo sirvieron para alojamiento de algunas de estas nuevas instalaciones.
La imagen de Guadix en ese momento debió ser ciertamente la de una ciudad castellana medieval y los edificios reseñados se enmarcaban en la tradición mudéjar, sin más pretensiones de calidad arquitectónica ni aristocrática, salvo el Ayuntamiento y el Corregimiento, los cuales, uno frente al otro, representaban los valores más claros de los nuevos dominadores. Ambos contaban con balconadas y galerías a lo clásico (anterior el del Ayuntamiento que el del Corregimiento, que se terminó en 1606), pero en las estructuras interiores de nuevo recurrían a la obra de albañilería y techumbres de madera como soluciones de funcionalidad y conveniencia constructiva; sin mayor ostentación, pero con dignidad. Luego vino el intento de regularizar y monumentalizar la plaza con la construcción de unas arquerías en el costado norte que hasta tiempos bien recientes no se vio completada con la regularidad actual. Respecto a los edificios oficiales o institucionales, los incendios sufridos en la Guerra Civil, la posterior restauración, así como la sustitución de los viejos edificios ha hecho que prácticamente todos ellos hayan desaparecido. Las últimas casas más antiguas se derribaron hace dos décadas y en sus cimientos aparecieron los restos de murallas y otros elementos medievales que están en estudio actualmente.
Antigua Lonja y Pósito
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Unidos en la historia y en su estructura física, el Pósito y la Lonja son ahora un pálido testimonio del Guadix mudéjar. Lejos de su apariencia original, pero suficientemente reconocibles, se encuentran en la calle Ancha, una de las más importantes desde el punto de vista comercial del Guadix contemporáneo. Esta calle ocupa la lisa o foso que discurría paralela a la muralla islámica medieval. Fue bastante renovada y dignificada a finales del siglo XIX y principios del XX, como es fácil percibir en sus edificios, que reflejan los gustos decimonónicos y de un modernismo moderado. Tanto el Pósito como la Lonja son hoy sólo dos fachadas, incompletas, sin correspondencia interna con la estructura arquitectónica primigenia. El descubrimiento de la antigua Lonja ha sido una sorpresa, puesto que a finales del siglo XIX había sufrido una remodelación en la que sus potentes arquerías habían quedado ocultas. Su recuperación tiene un alto interés por cuanto testimonia la influencia de las prácticas comerciales y estructuras tardomedievales, importadas, sobre todo, desde las ciudades del antiguo Reino de Aragón y que se repiten en Granada.
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Arquitectura mudéjar en la comarca de Guadix Las lonjas eran establecimientos creados para realizar transacciones comerciales, reuniones y tratos de mercaderes y, en ocasiones, para la banca. En el pasado unían otras diferentes funciones que se fueron deslindando en edificios diferenciados, como la alhóndiga (alhorí, cilla, pósito) o almacén de trigo, el fiel u oficina para controlar los pesos y medidas y la propia lonja. Solían tener una vinculación municipal, por tanto, edilicia, y también fue frecuente su asociación a la banca y mercaderes. No es, por tanto, casual que en Guadix se encuentren juntos la lonja y el pósito. Lo visible actualmente son tres grandes arcos de medio punto, doblados y con el intradós biselado en los cantos, que apoyan en pilares circulares y medias columnas a los costados. Están labrados en ladrillo, con las mensulitas y capiteles de los arcos interiores bien tallados, dispuestos con gracia y con un perfecto despiece del ladrillo. Los arcos y pilares son similares en todo a los de la iglesia de Santiago y la parroquial de Jérez. En el interior se pueden observar sencillos alfarjes de jaldetas. Los investigadores y arqueólogos Manuel Gómez-Moreno González y su hijo Manuel Gómez-Moreno Martínez alcanzaron a verla por las fechas de su remodelación en 1895 y la describen así: «Hay otra casa grande que tuvo abajo tres arcos y encima tiene esculpido un escudo de Carlos V entre dos columnas jónicas, con su cornisa y remate, formado por una medallita, bichas y jarro; a los lados hay dos escudos de Guadix y una inscripción donde consta que la ciudad mandó hacer este edificio, el cual se acabó en 1563. El estilo es de Siloé».30 Aunque la fecha indique la finalización en 1563, su realización debió ser anterior, por la presencia del escudo del emperador Carlos V, posiblemente de los años 1530-1550.
Real Pósito Adosado al anterior, se encuentra calle arriba, el antiguo almacén de trigo y granos que servía para regular los precios o prestarlo a los labradores y ciudadanos en tiempos de escasez. La parte inferior fue reformada y adaptada para tiendas, pero la superior muestra el característico aparejo de ladrillo con cajones de tapial, al modo habitual en las construcciones históricas de Guadix. Una pomposa placa y escudo, labrados en piedra, lo documenta en una fecha bastante tardía que muestra la inercia de la técnica constructiva tradicional mudéjar, pero el edificio debió ser anterior. La inscripción dice así:
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HIZOSE ESTA OBRA REINANDO FERNANDO VI. DE ORDEN DEL ILUSTRÍSIMO SEÑOR MARQUES DEL CAMPO DE VILLAR, DEL CONCEJO DE SU MAJESTAD, SECRETARIO DE ESTADO GRACIA Y JUSTICIA, SU PRESIDENTE GENERAL DE POSITOS DEL REINO. AÑO DE MDCCLIX (1759). Debajo se encuentra una inscripción honoraria romana, copia de un original que está perdido, donde reza: FAVSTINAE AUGVSTAE ANTONINI AVG[usti] PII F(i)L(iae) COL(onia) IVL(ia) GEM(ella) ACCIS En la original no había nada bajo este texto, pero en la copia está escrito con otra grafía más moderna y menor incisión: INVENTVS AÑO MDCCLIX. Por dentro no queda nada visible que permita precisar hasta qué punto lo actual es una reforma o la reconstrucción total del edificio. No obstante, queda claro en la observación de las ventanas superiores que los balcones enrejados debieron abrirse en un momento posterior, ya que cortan los cajones de tapial claramente.
Antiguo Hospital Real Actualmente constituye una oficina del INEM y está casi totalmente reformado respecto a su estructura primitiva. Consta de un patio, con pilares cilíndricos y vigas metálicas, con lo que ofrece como único elemento de su pasado un sencillo alero de ladrillos en esquina, más los alfarjes del zaguán y de algunas de las habitaciones. Siempre se ha creído que este hospital ocupó el solar de la antigua sinagoga judía, aunque las excavaciones realizadas no han identificado ningún resto de la misma, pero sí elementos romanos interesantes. Los alfarjes son los elementos más destacados de su pasado mudéjar aunque han sido, igualmente, muy renovados. Están constituidos por grandes jácenas, apoyadas en 30 Archivo del Instituto Gómez-Moreno de la Fundación Rodríguez-Acosta, Leg. CXI, fol. 53v.
Guadix. Antiguo p贸sito.
Arquitectura mudéjar en la comarca de Guadix canes lobulados, siendo diferentes los superiores a los del zaguán en el juego de lóbulos, y tablazón del tipo de jaldetas, sin adorno alguno. En la escalera se han encontrado restos de una pintura muy tosca con imágenes de carácter sagrado, quizá un santo sin identificar. El exterior es muy sobrio, con una fachada principal, ahora enlucida, con una portadita con arco liso y medias pilastrillas de ladrillo visto. La pequeña fachada lateral que da a la placeta de Villalegre ofrece un claro muestrario de reformas y remodelaciones, al quedar absurdamente descarnado actualmente, con un arco o puerta cegada inferior y nichos que flanquean un balcón central, en el segundo piso.
6.1.2 Arcos y puertas
En el Guadix medieval hubo varias puertas urbanas, exteriores e interiores, de las cuales solamente perduran, de las reconstruidas en siglos posteriores, el arco de la Imagen en el barrio de Santa Ana y la puerta de San Torcuato. Tanto una como otra carecen de cualquier sentido de identidad con las puertas fortificadas medievales nazaríes, pero conservan el testimonio de su antigua ubicación, en las salidas hacia el este y el norte, Almería y Baza; de las puertas de Paulenca o Granada simplemente los topónimos nos permiten reconocer su presencia en el pasado, o la llamada puerta Alta, cuyo emplazamiento coincidía con la esquina del palacio de Peñaflor.
Arco de la Imagen Es el único resto visible de la que fuera la Bab al Tullir, también denominada en los documentos como puerta de Fiñana que permitía la salida de este arrabal medieval que se extendía hacia el este. Ya en época cristiana, después la primera rebelión, se habilitó aquí la morería para poder establecer un mejor control sobre la población morisca. Este arco conserva su función como puerta o frontera donde arrancaba el camino hacia el Marquesado del Cenete y Almería. A pesar de su clara modestia estructural, las mutilaciones sufridas y la evidente reconstrucción, conserva el encanto de estos encuadres urbanos sencillos pero plenamente pintorescos. El nombre nos remite a la colocación de una imagen sagrada en época cristiana, al modo que solía hacerse para testimoniar las nuevas devociones.
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La puerta se reduce a un sencillo arco de herradura, hecho en ladrillo, cobijado bajo un pequeño pasadizo. Conserva algunos elementos visibles que permiten relacionarla con la época nazarí, fundamentalmente por su cara externa (dando a la calle de la Imagen). Es el caso de la piedra encastrada en el ladrillo como clave del arco, posiblemente para ostentar la característica llave, hoy perdida, que aparece en otras puertas del perído. También resulta interesante la presencia en las albanegas, de nuevo hacia el exterior, de un curioso aparejo de ladrillos, alternos dos a dos, unos tendidos y los otros de canto, solución que se puede ver en la torre de San Sebastián de Ronda o en los alminares de Árchez y Salares, que pertenecen al perído nazarí. No obstante, todo el arco ha sido rehecho, como lo denuncian la forma algo achatada, la modernidad de las impostas, así como la curvatura y el aparejo, que no concuerdan con lo medieval. Es posible que los elementos señalados fueran respetados como herencia de su primera morfología. Lo que hubiera por arriba ha desaparecido y solamente un tejadillo, a modo de pasadizo, recuerda el carácter de paso cubierto que debió tener en su día.
Puerta de San Torcuato En este mismo emplazamiento hubo, en el Guadix islámico, una puerta llamada la BibBazamarín o segunda Puerta de Baza, al estar en la salida del arrabal hacia la ciudad vecina. En el siglo XVI se levantó esta otra, ya con un carácter más político y decorativo que castrense. Aún así, no carecía de su correspondiente doble portalón de cierre, según testimonian los huecos de engaste de las puertas en la parte alta de su interior. En los siglos siguientes sufrió diferentes restauraciones y reformas, habiendo sido remozada recientemente. En su disposición y utilidad se funden valores de ornato público, de énfasis encomiástico y de connotaciones religiosas, ya que dentro hay una pequeña capilla, habilitada en 1593, en conmemoración de haber sido testigo esta puerta de la llegada a Guadix de los restos del santo evangelizador, tomando el nombre actual. La puerta ofrece al exterior un paño liso con arco de medio punto que emboca un pequeño pasadizo, en cuyo costado se encuentra la pequeña puerta para subir a la capilla. Sobre la clave ostenta el escudo Imperial de Carlos V, a la izquierda el de la ciudad y a la derecha el del corregidor Pedro Chacón, debajo del cual se encuentra la placa que conmemora la primera construcción, con la inscripción:
Guadix. Arco de la imagen.
Arquitectura mudéjar en la comarca de Guadix MANDO HAZER ESTA OBRA GUADIX, SIENDO EL ILLUSTRISIMO DON FRANCISCO CHACON GOVERNADOR DE ESTA CIUDAD, TENIENDO POR SU ALCALDE MAYOR LLLICENCIADO [SIC] JUAN ALVAREZ DE TOLEDO, ACABOSE Aº IDLIII [1553]. En la pequeña bóveda que cubre el pasadizo hay otra placa alusiva a su reconstrucción en 1741, con el escudo del regidor y la inscripción: AÑO DE MDCCXLI, SIENDO CORREGIDOR DE ESTA CIUDAD DE GUADIX EL SEÑOR DON FRANCISCO PEÑUELA DE MIRANDA SE RECONSTRUYÓ ESTA PUERTA [se han desarrollado las abreviaturas]. Rodean esta inscripción y la bóveda unas pinturas sencillas y dos medallones que remiten a una nueva restauración, de hacia 1880-1890. El balcón de la fachada interior serviría en días señalados para celebrar la misa pública, abriendo sus postigos a modo de camarín urbano. 6.1.3 Arquitectura civil privada. Huellas mudéjares en la arquitectura doméstica y señorial
En el estado actual de nuestros conocimientos es muy difícil establecer un corpus o catálogo de arquitectura doméstica mudéjar. La observación, sobre todo del exterior de los edificios, y un parcial conocimiento de los interiores demuestran herencias claras mudéjares, pero también notables modificaciones. De todas formas hay que advertir que la perduración de formas y elementos de tradición mudéjar fue muy grande y hasta tiempos recientes. Por ello nos limitaremos a ofrecer una valoración global de este interesante conjunto que todavía constituyen las muchas casas nobiliarias (caserones, palacetes) que pueden contemplarse diseminadas o concentradas, según las zonas, en el casco histórico de Guadix , dejando para el final el estudio individualizado de aquéllos palacios que merecen un comentario especial. En el estudio tipológico ya se señaló cuáles son los elementos más característicos de estas viviendas pero no estará de más resumirlos ahora. Al margen de la presencia de
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una arquitectura monumental cuya ostentación es más volumétrica y heráldica que suntuosa, son las casas aparentemente modestas y muchas de ellas desgraciadamente en mal estado las que siguen dando a Guadix ese cierto aire de nobleza y un especial sabor pintoresco. Las más características son las que presentan fachada lisa, enlucida, de dos o tres cuerpos, con portada noble, en piedra o ladrillo, y con el escudo de hidalguía. Por arriba una o dos torres con galería abierta, de arcos y pilares rechonchos, todo de ladrillo y formando un rehundido sobre la vertical, ofrecen la estampa más tópica y característica de estas viviendas señoriales guadijeñas; tanto es así, que en algunas de las casas es el único elemento de antigüedad que se deja ver hacia el exterior. Por dentro, pasado el zaguán, la casa se organiza al modo castellano tradicional, en torno a un patio central porticado, ya cuadrado o ligeramente rectangular, por lo común con dinteles o carreras de madera sobre columnas toscanas o de las corintias estilizadas, de tradición bajo medieval, llamadas de moñas. Significativas por su monumentalidad o por el estado de conservación (algunas recientemente restauradas) son las casas existentes en las calles de Santa Ana, Gallo del Viento, San José, del Cristo de Limpias, la Gloria, Santiago, Concepción, del Cotarro, del Álamo, plazas de Oñate, Carrasco, Pachecos, Mendoza, Villalegre y Conde de Luque. Algunas merecen una especial atención, al menos en su exterior. Se puede empezar por la plaza y calle del Álamo. En la plaza un primer palacete con portada dieciochesca nos recibe con su balcón protegido por un airoso tejaroz, con sus garruchillas para subir o descargar el grano y un escudo en el dintel. Enfrente, en el arranque de la estrechísima calle Marmolillo, constituyendo el inicio de un desfiladero urbano, vemos dos viviendas con sus torres características de ladrillo arqueadas, correspondientes a casonas del siglo XVI, heridas por los años, pero denunciando nobleza y carácter. La de la izquierda presenta una interesante portada renacentista, de cantería, con sobrio esquema de apilastrado toscano y un pequeño cuerpo superior trapezoidal, de estirpe serliana; en Granada los empleo, muy parecidos, Juan de Maeda. En el friso ostenta una cartela con la inscripción SOLI DEO HONOR ET GL[ori]A, debajo, en el arquitrabe, las inscripciones IN D[omi]NO COFIDO y más abajo la fecha de 1563. Calle arriba, la vista se nos pierde en un quiebro tras el cual podremos ver la casa n.º 14, en origen del siglo XVI, con balconcillo abierto al exterior y que dentro esconde algunas sutilezas como la armadura de par y nudillo de su sencilla escalera.Vol-
Catálogo de edificios mudéjares viendo hacia abajo, la calle del Álamo se ensancha para mostrarnos el palacete ya comentado y la casa nº 12, mostrando una portada labrada en piedra, de las más antiguas de Guadix, como lo denuncia la presencia de unos capitelitos e impostas góticos, con cadeneta vegetal característica, un valiente dintel adovelado y encima balcón que vino a mutilar, seguramente, un segundo cuerpo hace tiempo desaparecido; a los lados, escudos de Castilla-León, con el Toison, y otro de cruz florlisada. En el interior, un patio muy renovado muestra columnas con capiteles de un orden compuesto muy simplificado sobre finos fustes de mármol. La escalera presenta una bonita baranda de claraboyas, labrada en piedra, y sus habitaciones ofrecen magníficos artesonados en la planta alta, mientras que la sala baja principal tiene un alfarje con bonitas pinturas de motivos renacentistas.
Ros (antes del Palacio) o en la plaza de Santa Luparia, por citar algunas, ofrecen huellas mudéjares, más o menos camufladas o entreveradas con la tradición castellana, pero todas con su galería de arcos. Algunas casas merecen una mención especial por su estado actual de conservación y las rehabilitaciones que han experimentado en los últimos años. Sería el caso de la nº 6 de la calle San José, enfrente hay otra en la plaza de Oñate (con buena portada y balcón de piedra de un Renacimiento ya avanzado), calle Gloria nº 5, plaza de los Pachecos o la que se rehabilita junto al arco de la Imagen, un caserón magnífico en un rincón encantador.
El Palacio Episcopal y Curia Más abajo, en la plaza del Conde Luque y en la calle Mendoza, podemos rastrear otros restos de arquitectura mudéjar en patios, portalones y galerías, aunque todo muy reformado en los siglos siguientes. Especial sabor tiene la calle Mendoza, un estrechamiento que comunica la plaza del Conde Luque con la de Villalegre. Los números 4, 5 y 6 tienen portadas de distinción señorial y escudos; la nº 6, dignamente restaurada al exterior, está coronada por una doble solana, una adintelada, a lo rústico, la otra la habitual de arquerías sobre pilares de ladrillo, y en los tejados los característicos remates de jarras cerámicas. La casa nº 8 tiene un patio con columnas toscanas, zapatas y escudos, todo ello recientemente rehabilitado. La de la esquina opuesta, ya en la plaza del Conde Luque nº 1, tiene alfarjes con policromía moderna. Estas casas y el entorno nos evocan la antigua presencia de algunas de las familias más ilustres de Guadix que participaron en la conquista, como los Benavides, los Mendoza (de cuya familia era el adelantado don Pedro Mendoza fundador de Buenos Aires) y la del propio Conde Luque, todas sobrias hacia fuera, pero conservando sus interiores en torno a patios como centro de vivencia y frescor. Más edificios del XVI encontramos en el eje que constituyen las calles doctor Oliva, Ibáñez, Barradas y sus adyacentes, unas más o menos renovadas y algunas en una penosa ruina. Aquí podemos encontrar diversas casas, algunas con apariencia humilde, pero por dentro con patios, de nuevo con pilares o columnas, vigas de madera, galerías y evidencias de su anterior prestigio, dentro de una modestia general. También en la calle Concepción, hay una, cerca de la catedral, en proceso de rehabilitación, y más adelante, la nº 11, restaurada con sumo gusto. Otras casas interesantes encontramos en las calles de Villalta, Magistral Domínguez, callejón del Cotarro, Santisteban, Carlos
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Este palacio es un edificio construido en el siglo XVI, pero que ha sufrido numerosas reformas a lo largo de los siglos. La configuración actual responde a una reforma muy intensa y ampliación llevadas a cabo por el obispo Fernández del Rincón a finales del siglo XIX y principios del XX, y otra más reciente en los años 40, como el cuerpo anejo hacia el oeste que llega hasta rematar en el palacio de Villalegre. El resultado es un edifico historicista hacia el exterior, mitad neogótico mitad neorrenacentista de no mal efecto, que remata en su costado colindante con la catedral en un pequeño pasadizo para el paso directo de las dignidades catedralicias.
Es en el ala izquierda del interior donde podemos encontrar las huellas más claras de su pasado mudéjar y algunos elementos reconocibles de su antigua estructura del XVI. Es el caso de las arquerías de uno de los frentes del patio, de estructura de ladrillo, con los característicos resaltes sobre los soportes formando como alfices; la galería superior abierta con arcos escarzanos sobre finas columnas, sin apenas éntasis ni declive hacia arriba, así como la baranda de claraboyas, resultan de un marcado arcaísmo. Los alfarjes de algunas de las habitaciones del ala izquierda ofrecen alfarjes con labor de menado, de alfardón y chilla de ocho. Lo más interesante es la escalera de la antigua escolanía, con baranda de madera que se ancla en un pilar y escalones de piedra adornados con motivos renacentistas de grutescos. El techo es una bella armadura ochava, con almizate decorado con una estrella de ocho en el centro y una gran piña de mocárabes, original en su solución de huecos ochavados rodeando el florón central. A pesar de las renovaciones que se aprecian en su tablazón y en las pechinas, es una pieza destacable.
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Guadix. Casa nยบ 12 de la calle ร lamo. Artesonado.
Guadix. Casa en plaza de los Pacheco.
Guadix. Casa junto al arco de la imagen.
Guadix. Palacio Episcopal. Armadura de la escalera.
Arquitectura mudéjar en la comarca de Guadix Palacio de Peñaflor o de los Pérez de Barradas Este palacio, por su propia monumentalidad, el caprichoso balcón esquinero que parece querer volar, y su emplazamiento privilegiado, determinan uno de los rincones más sugestivos y pintorescos de Guadix. Perteneció a los Pérez de Barradas, marqueses de Cortes y Graena, familia linajuda y con ramificaciones de nobleza que llegó a la ciudad cuando la conquista y colaboró con los reyes de España en multitud de empresas militares y de gobierno. En el siglo XIX recibieron nombramiento de marqueses de Peñaflor, con categoría de Grandeza de España, nombre con que ahora se conoce al palacio, aunque actualmente es de propiedad municipal.31 Su morfología es consecuencia de una serie de construcciones y remodelaciones que abarcan desde siglo XVI al XVIII, en lo fundamental, como lo manifiesta claramente tanto el exterior como el interior. Las fachadas visibles en la actualidad son dos que corresponden a la principal y otra lateral dando a sur, sobre la plaza de Santiago. La principal es extremadamente sobria, organizada mediante un paramento central liso, con una puerta adintelada sin adorno alguno, encima tres balcones con rejería carcelera y ya debajo del alero cuatro blasones de piedra constituyendo su único ornato y alusión nobiliaria. Los costados avanzan ligeramente para rematar en sendas torres, con amplias galerías de arcos sobre pilares ochavados, que ofrecen el sello característico de la arquitectura señorial accitana.Toda esta fachada está realizada de ladrillo, con aparejo inglés, pero con la particularidad de ser el llamado «inglés antiguo», en el que las hiladas se superponen una a tizón y dos a soga seguidas; es el único caso que recordamos haber visto de este tipo en Guadix. Adosado a la torre izquierda se encuentra otro cuerpo que se añadió en un momento posterior, como lo delata una junta abierta en toda la vertical. En la parte baja de este muro hay un gran arco de descarga, ahora ciego. Más a la izquierda, y a modo de bisagra, se encuentra uno de los elementos más vistosos y originales de Guadix. Se trata de un balcón volado sobre el rincón de la fachada colindante, el cual debió añadirse en el siglo XVIII. Finas columnas y pilares de madera sostienen arcos como escarzanos o medios arcos, todo caprichoso y único. Unos balaustres de madera torneados a modo de baranda completan este palco privilegiado para contemplar el caserío, la vega de Guadix y a nuestros pies, la bella silueta de la iglesia de Santiago, con su portada renacentista y el chapitel mudéjar. El costado izquierdo del edificio recorre lo que fue la muralla medieval y va dibujando salientes y retranqueos, con
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muros ya enlucidos o con el aparejo característico de cajones encintados de ladrillo, en este caso rellenos de mampostería. El interior está organizado en torno a un patio rectangular que se alarga hacia el fondo desde el zaguán. Presenta arquerías sobre columnas toscanas en dos de los frentes, correspondientes a las dos fachadas descritas. Los arcos son deprimidos rectilíneos, rehechos modernamente de hormigón, con roscas finísimas que en los superiores llegan a fundirse con las vigas de la cubierta. En las enjutas lucen heráldica de los Pérez de Barradas y alianzas, con escudos de piedra muy blanca. En el rincón del fondo se encuentra una escalera, cubierta con cúpula elipsoidal y sencillos adornos lineales en resalte, de estilo barroco. La ligereza de los soportes y la delgadez de los arcos hacen de este patio un espacio absolutamente diáfano y elegante, si estuviera rehabilitado. Las habitaciones que abren a estas galerías conservan techumbres de madera, en su mayor parte alfarjes de tipo de jaldetas o a veces de doble orden de vigas. Uno de ellos es apeinazado, con labor de estrella y aspa, todo muy menudo. Las habitaciones anejas a la que tiene el balcón tienen igualmente alfarjes, con canes lobulados y escudos pintados en el arrocabe. La armadura más monumental es la que corresponde al salón principal, dando a la fachada y sobre la puerta. Es de limas moamares y tres tirantes apeinazados, con canes de tracería gótica. Toda la tablazón es lisa y el almizate lleva solamente una apeinazado funcional recto, sin adorno alguno. Los faldones menores llevan los característicos pares alarozos duplicados, habituales en la comarca. Sin embargo, los pares no están agramilados, algo bastante infrecuente y que pudiera deberse a una reposición posterior o a otro motivo que se desconoce. En todo caso, las pinturas del arrocabe y los barnices resultan poco afortunados y tampoco son del XVI. Por toda la parte alta de la sala corre un friso pintado, parcialmente perdido, con una leyenda en letra gótica que repite el lema: «EL MUNDO Y ESTA SON DE LA MISMA CONDICIÓN»; debe tratarse de la leyenda específica de la familia. La puerta de este salón y algunas otras del palacio ofrecen cierta calidad, con cuarterones alargados y recuadros hendidos, de estilo manierista. Las torres están cubiertas con armaduras toscas de par y nudillo. Este edificio es actualmente de propiedad municipal y alberga en los últimos años una escuela taller que ha permitido su recuperación.
31 Todos los datos históricos proceden de ASENJO SEDANO, C. Arquitectura religiosa y civil..., pp. 263-266.
Guadix. Palacio de Pe単aflor.
Guadix. Palacio de Pe帽aflor. Detalle del patio desde el sal贸n principal.
Catálogo de edificios mudéjares Palacio de Villalegre o de los Fernández de Córdoba Este monumental caserón, de robusta estampa, perteneció a una rama menor de los Fernández de Córdoba, familia que arraigó de forma importante en la ciudad y poseyó un rico patrimonio en forma de bienes rústicos y urbanos. El edificio actual ocupó el solar de un antiguo palacio de época nazarí, propiedad de Hernán Valle de Palacios, morisco secretario del Zagal, que tras la primera rebelión mudéjar de 1490 fue desplazado a la morería de Santa Ana. Fue Juan Fernández de Córdoba el que levantó, al menos en parte, lo principal del palacio a mediados del siglo XVI. En el siglo XVIII lo habitó el Marqués de Villalegre, con lo que el edificio y la plaza pasaron a tomar ese nombre. Con el tiempo pasó a ser cuartel de la Guardia Civil y en los últimos años casa de vecindad, hasta que el Ayuntamiento lo adquirió para usos propios. En la actualidad se encuentra en proceso de rehabilitación.32 Como es fácil deducir por los pocos documentos conocidos y lo visible en el edificio, su construcción fue lenta y se prolongó a lo largo del siglo XVI, sin que llegara a terminarse hasta época bastante reciente. Su apariencia externa es sobria, pero no carente de monumentalidad por la potencia de las dos torres de flanqueo, que de forma airosa presiden su fachada. Su planta define un amplio cuadrángulo presidido por un patio de moderadas dimensiones, en torno al cual se levantan las dependencias en dos plantas, más los torreones ya indicados. Sus muros laterales muestran la fábrica habitual de cajones de tapial encintados de ladrillo, mientras que en la principal se emplea el ladrillo en exclusividad para poder jugar con más elegancia con los vanos y portada. La disposición de las ventanas en el costado norte, sin respetar la distribución de cintas y rafas del ladrillo, indica que su apertura se realizó con posterioridad a la primera fábrica, la cual debió ser mucho más cerrada que en la actualidad. El elemento más destacado del exterior es la potente fachada, toda labrada en ladrillo sobre un zócalo de sillería añadido recientemente. Se articula en aparente simetría, con una portada central y balcón encima, todo de cantería, como complemento de prestigio, y dos pisos que se alargan en los laterales para constituir sendas torres esquineras. La simetría es aparente porque la portada y el ventanaje están ligeramente desplazados hacia la derecha, como buscando el quedar vistos desde la plaza que se extiende delante. La portada es adintelada, con moldurajes clásicos y en el dintel se superponen las fechas de 1592, que alude a la finalización de la portada, y la de 1946 que debe corresponder a la reparación sufrida tras la guerra civil. Sigue encima un
paño de sillería y justo debajo del balcón de forja corre el lema de la familia: DEXTE(RA) DOMINI FECIT VIRTUTEM / DEXTERA DOMINI EXALTAVIT ME. El balcón luce un recercado de piedra moldurada, sencilla cornisa y florón de remate. A su lado, blasonan la fachada sendos escudos heráldicos enormes, con yelmos plumeados, máscaras y encintados manieristas de cueros enrollados acogiendo las armas de los Fernández de Córdoba y alianzas; en el escudo de la izquierda se puede ver el mismo lema de debajo del balcón. En las esquinas destacan las consabidas torres de triple arquería de ladrillo a cada lado sobre pilares ochavados. En el interior se distinguen unas buenas armaduras de limas apeinazadas. Sus tejados, con cumbreras de cerámica vidriada, rematan en jarras de cerámica donde engastan las cruces y veletas.
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Por un zaguán, de moderado tamaño y con un buen alfarje, se pasa al interior de un agradable patio de medianas proporciones. Está ahora rodeado en los cuatro lados por doble galería de arquerías de ladrillo sobre finas columnas y capiteles de mármol de los del tipo llamado de moñas o simplificación del corintio, propias de la arquitectura de finales del siglo XV y primeras décadas del XVI; los capiteles esquineros ostentan blasones heráldicos en ambas plantas. Los arcos inferiores son de medio punto y los superiores escarzanos, en ambos casos con el característico resalte de ladrillo a modo de pilarillo que rompe la continuidad de los paños. La arquería opuesta a la portada y la del lateral derecho se construyeron recientemente para uniformar la estructura. Las estancias de la planta baja se cubren con alfarjes sencillos con labor de jaldetas, cuya viguería apoya en canes de cartón abierto.
Se accede a la segunda planta por una escalera, dispuesta en el rincón izquierdo opuesto a la entrada, cubierta con una bella armadura. Dicha armadura es ochava, ataujerada y adornada con lazo de diez (el llamado lazo lefe) apoya en pechinas planas, también de lazo. En el centro de las ruedas de lazo aparecen florones y en los bordes del almizate cabezas de angelitos apenas visibles en la oscuridad; una cadena de dentellones recorre la base de la armadura por debajo del arrocabe, que queda sin decorar. Consta que esta armadura, al igual que las restantes del palacio, salvo las de las torres, fue contratada en 1563 con el carpintero Bartolomé Meneses, según unas pormenorizadas condiciones. En ellas se estipula que habría de ser igual a la de la capilla del Rosario de la iglesia de Santo Domingo. Efectivamente, su forma y ornato es idéntico, no así el complemento cromático, ausente en este caso. Su apariencia, mucho 32 Ibidem, pp. 247-255.
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Guadix. Palacio de Villalegre. Estado del patio en 1985.
Guadix. Palacio de Villalegre. Fachada.
Arquitectura mudéjar en la comarca de Guadix más plana y sobria, demuestra el valor fundamental que el complemento cromático adquiere en la valoración final de la carpintería mudéjar. Los corredores llevan simples alfarjes, al igual que las salas laterales, muchas de ellas con elementos repuestos y hoy en espera de restauración. Interesante es la sala principal, dando a la fachada del palacio, con una especie de tribuna en el fondo norte que se corresponde precisamente con la disimetría de la fachada. Cubre la estancia una buena aunque sobria armadura de limas moamares, con dos tirantes dobles sobre canes de cartón, cuadrales simples, y el almizate apeinazado en los cabos; los faldones y el resto del almizate llevan decoración de jaldetas. El tramo del extremo izquierdo se completa con otra pequeña armadura de par y nudillo. 6.1.4 Arquitectura religiosa
Iglesia del antiguo convento de Santo Domingo Esta iglesia es prácticamente lo único que se conserva del que fuera antiguo convento de Santo Domingo que unido al de San Francisco constituyeron la avanzadilla evangelizadora del Guadix mudéjar y luego morisco. Su fundación es muy antigua, pues aunque se suele datar en 1500, ya Münzer en 1494 comenta su existencia y que un año antes los Reyes Católicos habían concedido unas casas y tierras para su establecimiento. Su primer emplazamiento fue intramuros de la ciudad antigua, pero al poco tiempo pasaron al lugar actual.33 La construcción del convento e iglesia se prolongó a lo largo del siglo XVI, debido, como tantas otras veces, a la lentitud con que se allegaban los recursos extraordinarios que procedían de familias patrocinadoras. El templo actual debió estar configurado originalmente por la nave y la capilla mayor, separadas por arco apuntado, a las que se le fueron añadiendo capillas laterales (entre otras la antigua capilla del Rosario) que hicieron que las obras continuaran durante décadas, enriqueciendo, pero al mismo tiempo importunando, el regular servicio del culto. Todavía en 1597 se mencionaba la iglesia sin terminar. En todo caso, el templo, en su estructura fundamental, debía estar casi acabado a mediados del siglo XVI, o poco después, pues los elementos constructivos y el estilo de la portada, armaduras y los arcos apuntados así lo denuncian. Para la magnificencia del templo fue de especial importancia el patrocinio de su capilla mayor por parte de los Mendoza, cuyos escudos ostenta el arrocabe de la armadura. A esta familia perteneció Pedro de Mendoza, fundador de Buenos Aires.
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Durante el período Barroco la iglesia se fue adornando y enriqueciendo con altares y retablos, amén de la nueva capilla del Rosario, obra de finales del siglo XVII y principios del siguiente. Lamentablemente, de lo que fuera el convento apenas ha quedado referencia documental y ninguna física. Cuando la invasión francesa sufrió un primer expolio y más tarde, tras la Desamortización de Mendizábal del siglo XIX, fue derribado el convento y sólo se conservó la iglesia. En sus costados podemos ver ahora una antigua fábrica de harinas, también abandonada, y un jardín hoy en estado selvático. La iglesia sirvió hasta 1955 para diferentes fines de carácter civil, entre ellos almacén de trigo. En ese año fue restaurada y habilitada para servicios religiosos (quedando en la fachada una placa alusiva a ello), y a partir de 1958 pasó aquí la parroquia de San Miguel por el mal estado de aquel templo. Es, por tanto, casi milagroso el poder contemplarla en el estado actual. Morfología. La iglesia se ajusta a los modelos mudéjares que se aplicaron en Guadix, como son la sencillez estructural y la continuidad y blancura de sus muros, que contrastan con la riqueza y variedad de las armaduras, su elemento más preciado. En sí mismas son un verdadero tesoro y piezas de exquisita sensibilidad y admirable adorno, tanto por la variedad de sus lacerías como por el encendido cromatismo y originalidad de motivos. Hacia el exterior se manifiestan unos muros muy restaurados y enlucidos que apenas dejan adivinar la estructura interna. En el lateral izquierdo se identifica y sobresale la capilla nueva del Rosario, con su cuerpo ochavado y el camarín adosado, con portada de acceso independiente desde la calle y que permite contemplar su interior. Encima se habilitaron las habitaciones parroquiales, con una galería de arcos apilastrados de neto carácter historicista pero de agradable efecto. La portada de la iglesia es bastante sobria, hecha de cantería y de un severo clasicismo, con pilastras rematadas en finos balaustres que enmarcan el arco de medio punto con un querubín en la clave. En el segundo cuerpo vemos una hornacina con una imagen moderna y a los lados los canes o perros característicos de los dominicos, con antorchas en la boca, y amorcillos en los extremos, sosteniendo el escudo de la orden. El hastial a la derecha de la portada remata en una modesta espadaña triple, también moderna.
33 Todas las noticias históricas del convento proceden de ASENJO SEDANO, C. Guía de Guadix, pp. 92-100; del mismo, Arquitectura religiosa y civil..., pp. 157-164. Otras noticias y breve descripción ofrece FERNÁNDEZ SEGURA, F. J. Nueva Guía de Guadix, pp. 210-212.
Catálogo de edificios mudéjares En el interior nos encontramos con un espacio estructurado en tres naves y capilla mayor exenta, abierta por arco apuntado. Los arcos laterales son también apuntados y comunican ahora con las naves laterales. Originalmente este templo contaba con una sola nave, la central actual, a la cual se le fueron adosando sucesivamente diferentes capillas para enterramientos y hermandades (del Santísimo, del Santo Sepulcro, del Rosario, de San Cosme y San Damián, de las Angustias). El aspecto actual es pues producto de una ampliación moderna en que se comunicaron estas capillas para habilitar más espacio. La nave derecha parece toda reconstruida y ensanchada respecto a las dimensiones originales. Al presbiterio se accede por arco apuntado sobre pilastras lisas e impostas molduradas a lo clásico. Los arcos de comunicación con las naves laterales son igualmente apuntados y lisos, pero sobre jambas sin moldurar. Armaduras. Elemento destacado, como ya se ha resaltado, son las armaduras que cubren el presbiterio, la nave central y la antigua capilla del Rosario, magníficos exponentes de la carpintería de lo blanco que manifiestan vivamente la perfección que alcanzaron los laceros granadinos en el siglo XVI. La del presbiterio es ligeramente rectangular y ochavada, totalmente apeinazada y el almizate adornado con una gran piña de mocárabes. Las pechinas son colgantes y con labor de «pergamino» y en el centro rematadas en un elegante arco conopial. Toda la armadura se adorna con variados motivos renacentistas de guirnaldas vegetales, fruteros, máscaras sobre fondos que alternan colores azules, rojos y pardos, al modo habitual. Líneas, igualmente rojas, azules y blancas, resaltan el perfilado y geometría de los pares y peinazos. El arrocabe está adornado con fantásticos grutescos de figuras pechudas que rematan en frondosos tallos ensortijados; en los centros de los cuatro frentes destacan los escudos de don Fernando de Mendoza (sobre el arco toral y el altar mayor) y doña Constanza Luján (en los lados) como patente del patronazgo inicial de esta capilla. La armadura de la nave es parecida a la de la capilla mayor en cuanto a su planteamiento decorativo y forma de las pechinas, pero es mucho más amplia, ataujerada y está reforzada por cuatro pares de tirantes apeinazados sobre dobles canes de acanto. La pintura que la decora es igualmente efectista, restaurada en gran parte y con algunos repintes en el almarbate o friso superior del arrocabe que desentona con lo anterior. Los motivos característicos del grutesco renacentista se completan en las ruedas de lazo del almizate con escudos de la orden dominicana, en los extremos, y en el centro un florón. Especial interés tiene el adorno de las pechinas, porque en los frentes aparecen medallones con retratos de personajes, los de la cabecera de tipo profano y los de
los pies de aspecto frailuno, mientras que la superficie de los pliegues ondulados recibe una menuda labor de encintados a modo de encaje bellísimos. Se da la circunstancia, de nuevo curiosa, de que las pechinas de un lado y las del otro no son iguales, ya que una lleva un lóbulo en el centro, mientras que la de enfrente lo hace con un arco conopial, como las de la capilla mayor; a los pies se repite la misma alternancia, pero a la inversa. El arrocabe se adorna con tres aliceres superpuestos recorridos por motivos de dragones, fruteros y guirnaldas vegetales, alternando los fondos azules y rojos. Unos tirantes de hierro sobrepuestos a los de madera denuncian los movimientos sufridos por esta armadura y su delicado estado.
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La tercera armadura a destacar es la de la antigua capilla del Rosario, a la izquierda del arco toral. A pesar de su limitado tamaño, esta bellísima armadura es una pieza excepcional dentro del mudéjar accitano, solamente comparable con la de la parroquial de Beas. Su forma es ochava, toda cuajada de lazo de diez (lazo lefe) y con una policromía delicada que refuerza sus líneas geométricas y matiza los fondos de los zafates. El arrocabe se adorna con finos grutescos, una inscripción latina dedicada a María, y los faldones con florones dorados en los sinos de cada rueda alternados en los bordes del almizate con cabecitas de querubines; el centro del almizate luce un gran florón dorado. Su pequeñez y el exquisito gusto con que está hecha la elevan a obra ejemplar en su género. Debió construirse a mediados del siglo XVI y en todo caso antes de 1563, puesto que ya hemos visto que es citada como modelo para hacer la armadura de la escalera del palacio de Villalegre. Es bastante probable que la hiciera el propio Bartolomé Meneses que hizo también la palatina. A los pies de la iglesia se encuentra el coro, estructurado por un sencillo alfarje de madera con cinco grandes jácenas sobre canes dobles
Capilla nueva del Rosario. Otra pieza destacable, aunque fuera del contexto mudéjar, es la capilla nueva del Rosario, cuyo acceso se encuentra a la izquierda de los pies. Su estructura responde a otro tiempo y otra sensibilidad artística mucho más expansiva y ajustadas a gustos occidentales del Barroco. Tiene dos tramos, el primero englobado posteriormente en la nave lateral y el siguiente ya es la capilla propiamente dicha, con planta ochavada y un pequeño camarín al fondo. Las paredes de esta capilla se adornan con apilastrados angulares lisos y capiteles jónicos, determinando una clara tensión vertical que nos lleva a la cúpula de media naranja. El retablo que enmarca el camarín presenta un doble cuerpo, uno más amplio,
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Guadix. Santo Domingo. Armadura de la capilla mayor.
Guadix. Santo Domingo. Detalle de la armadura de la nave.
Guadix. San Francisco. Vista del coro y armadura de la nave.
Guadix. San Francisco. Armadura de la capilla mayor. Detalle
Arquitectura mudéjar en la comarca de Guadix y otro en escala menor, ambos con columnas muy estilizadas y estriadas, como corintias, pero con un querubín ocupando casi todo el capitel, y los fustes adornados con drapeados que enfundan sus extremos. Remates de frontones partidos y grandes ramajos vegetales rodean el arco del camarín y un cuadro arriba con la Aparición de la Virgen del Rosario a santo Domingo y una santa Dominica (quizá Santa Catalina). En el camarín en estos momentos hay una imagen de san Miguel moderna, pero bien compuesta, tallada por Amadeo Ruiz Olmo en 1947. El interior del camarín está decorado con sencillas pinturas barrocas y apilastrados imitando labor de jaspes. En la parte alta de esta capilla hay unos lienzos de temas dominicanos: Virgen mediadora entre Cristo y santo Domingo y san Francisco, Milagro del santo, La Virgen del Rosario en Lepanto, Confesión de santo Domingo y san Pío V (impulsor del rezo del rosario). Esta capilla tiene un acceso directo desde la calle, por un lateral, con portada y hueco tripartito, para convertirla en capilla urbana, muy al gusto de la piedad barroca. Su construcción se considera de finales del siglo XVII y principios del XVIII, bajo el patrocinio de los obispos fray Clemente Álvarez (1675-1688), el cual costeaba la ampliación de un cuarto y escalera del convento, e iniciaba la capilla nueva del Rosario, quedando como testimonio sobre la embocadura del camarín su referencia: D. Fr. CLEMENS ALVAREZ LOPEZ O.P. EPiscoPUS GUADICENsis . Poco después, el también dominico fray Pedro de Palacios (1693-1700) contribuiría a su ornato. En todo caso, el estilo del retablo parece algo más tardío, recordando en su adorno al transparente de Narciso Tomé en la catedral de Toledo y también se aprecian otras reformas y adornos posteriores, incluso del siglo XIX. Dirigía las tareas de ornato en los años 1690 el dominico fray Francisco Castillo. Salvo los cuadros ya reseñados, todas las imágenes, pinturas y ornamentos que tenía este convento y su templo desparecieron en los diferentes eventos históricos pasados (Guerra de Independencia, Desamortización, Guerra Civil), siendo las obras actuales modernas y con un valor eminentemente devocional, ligadas a prácticas festivas (La Piedad de Baza, antiguas devociones como el Sangrado Corazón, San José, Inmaculada, la mayoría obras de Amadeo Ruiz Olmo).
había pertenecido al caudillo nazarí Hamete. Desde el principio la dotación y pretensiones de este convento fueron bastante ambiciosas, ya que los Reyes Católicos siempre mostraron una gran confianza en los métodos de adoctrinamiento y persuasión de la orden franciscana para la conversión de los mudéjares. Pronto debieron iniciarse las obras del nuevo convento, ya que los elementos visibles demuestran una construcción muy antigua, de las primeras décadas del siglo XVI.Tanto la modesta portada de la iglesia y la del convento, con decoración que desarrolla formas heredadas del último gótico, como la armadura de la nave de la iglesia, demuestran una realización en torno a los años 1510-20 o con anterioridad. Así pues, podemos estar hablando de la primera iglesia de Guadix y una de las más antiguas de toda la provincia, en el despegue del mudéjar granadino. Inicialmente debió contar sólo con la nave principal, para añadirle sucesivamente la capilla mayor y otras varias laterales, hasta alcanzar la configuración actual. El coro, por afinidad de estilo y las necesidades propias conventuales, pertenece a este primer momento. La inscripción del año 1664 en una de las jácenas, conservada parcialmente, no se refiere a este coro sino a un altar particular que habría debajo. Años después se haría la torre, posteriormente modificada en el campanario. A lo largo del siglo XVI y en los siguientes, algunas de las principales familias accitanas fundaron diversas capillas y altares, con lo que el convento fue ganando prestigio y riqueza artística. Que estas capillas no corresponden a un plan inicial regular en su distribución lo demuestra el que salvo las dos que se encuentran arrimadas al arco toral, las cuales presentan en la embocadura sendos arcos apuntados de similar factura y amplitud, las restantes —todas en el lateral izquierdo— presentan arcos con diferente luz y flecha (anchura y altura); esta circunstancia nos hace sospechar que se trata de realizaciones sucesivas. Este mismo lateral debió contar incluso con más capillas, ya que debajo del coro se dibujan levemente en la pared sendos arcos de medio punto ahora cegados. Asenjo Sedano documenta la realización de una armadura ochavada, con sus paños de lazo y chillas en las calles, y solada de ladrillo con escalones adornados de alizares verdes en 1530 para la capilla de los Lujanes.34 Varias lápidas, fuera de sus emplazamientos originales (una fechada en 1567 y otra en
Iglesia del antiguo convento de San Francisco 34
Este convento fue mandado edificar por los Reyes Católicos en 1490, pero la fundación real no tuvo lugar hasta diciembre de 1491. Los monarcas cedieron una finca que
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SEDANO, C. Arquitectura religiosa y civil..., pp. 141-142 documenta la realización de una armadura ochavada, con sus paños de lazo y chillas en las calles, y solada de ladrillo con escalones adornados de alizares verdes en 1530 para la capilla de los Lujanes. Ofrece muchos datos también en Guía de Guadix pp. 116-124.
ÅSENJO
Guadix. San Francisco. Armadura de la nave.
Arquitectura mudéjar en la comarca de Guadix 1602), y otros escudos heráldicos sobre los arcos de acceso a las capillas, nos ofrecen referencias de la nobleza patrocinadora presente antaño en este templo. Por su parte, la capilla mayor pertenecía a la familia de los Pérez de Barradas, constando que don Fernando de Barradas y Figueroa costeó el retablo mayor, contratado en 1593 con el ensamblador y escultor Gabriel de Freila y los pintores Juan Antonio de Aguilar y José del Olmo. Nada queda del mismo. En esta iglesia radicaban, asimismo, varias cofradías. En 1598 estaban ya constituidas la de Nuestra Señora del Rosario y la de la Limpia Concepción de María, advocación que se adelanta al auge concepcionista que tienen lugar en el siglo XVII. En 1606 aparece la cofradía de Nuestra Señora del Carmen y la de San Diego. De estas devociones han quedado huellas importantes de dos de ellas en sendas capillas: la de la Concepción, que estuvo representada por una de las imágenes de mayor calidad estética de las existentes en Guadix, como es la Inmaculada de José de Mora (actualmente en el Museo de la catedral), y, al lado de ésta, la dedicada a la Virgen del Carmen. El Barroco supone un momento de especial esplendor para el convento, incorporando numerosas imágenes, retablos y otras obras hasta alcanzar, posiblemente, el mejor tesoro artístico de la ciudad. Se amplían y enriquecen las antiguas capillas, al tiempo que se incorporan otras nuevas como simples hornacinas en el costado derecho, al impedir una mayor profundidad la presencia del claustro del convento en ese lado. El paulatino crecimiento del templo y la pertenencia a personas o colectivos distintos motiva que se aprecien no sólo diferencias estructurales y dimensionales de las capillas, sino una decoración muy variada en las mismas. Morfología. Consta la iglesia de una nave, amplia y larga, y capilla mayor diferenciada por un arco toral apuntado y pilastras sin adorno alguno. La estructura de los muros, según se puede observar en el exterior, es del tipo tradicional de cajones de tapial encintados de ladrillo; este tapial y el mortero empleado para la obra son especialmente pobres en cal, lo cual ha motivado una alta disgregación, acentuada por la humedad. La capilla mayor tiene una mayor calidad constructiva, ya que en sus muros se ha empleado con exclusividad el ladrillo, con el aparejo normal, del llamado tipo inglés con los tendeles muy finos. Esta diferencia de aparejo es uno de los argumentos que nos hace pensar que no fuera del mismo tiempo de la nave y se añadiera algún tiempo después, al ser promovida por la familia Pérez de Barradas ya comentada. En las capillas laterales se observan cortes entre una y otras e, incluso, en la de la Virgen del
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Carmen (la primera junto al arco toral del lado izquierdo) se aprecian remiendos que denuncian haber sido rehecha en distintos momentos. Armaduras. Como en otros templos de la comarca, son las armaduras el elemento más notable, la de la nave por su antigüedad y originalidad y la de la capilla mayor por su riqueza ornamental. La de la nave es un enorme artesón, resuelto con limas moamares a los pies, mientras que junto al arco toral se ochava en tres paños sobre pechinas planas, las cuales reciben sencilla decoración de lacería. Este detalle reforzaría la sospecha de que la capilla mayor fuera añadida posteriormente. Los faldones y el almizate presentan labor de jaldetas, pero se rompe esta continuidad y sobriedad en el tramo central, con un paño cuadrado de lacería y centrado por una bella cupulita de mocárabes, acompañándose en las alfardas con sencillos apeinazados. En los cabos del almizate se vuelve a apeinazar con sendos paños de lazo. El faldón de los pies presenta la particularidad ya vista en Santa Ana y otras iglesias de la comarca, con los pares alarozos duplicados o pareados. Esta armadura está reforzada con seis pares de tirantes dobles, también apeinazados, siendo diferente el primero cercano al arco toral, con mayor decoración y presencia de un sogueado alusivo a la orden franciscana; otro argumento para pensar que en un primer momento el altar mayor estaba debajo. Los canes en que apoyan son dobles y de perfil polilobulado, indicio claro de antigüedad en la zona. La madera está en su mayor parte en su color, con esa bella tonalidad rojiza que ofrecen los pinos procedentes de la Sierra de Segura o de Huéscar. Solamente se aprecian unos leves toques de policromía para resaltar las líneas del arrocabe, tirantes, canes y apeinazados. En el paño central se advierten cuatro sinos octogonales con el escudo de los franciscanos (las cinco llagas pintadas en rojo sobre blanco) muy desdibujado. Una cuestión interesante respecto a la posible progenie de su anónimo carpintero es la particular morfología que presentan los canes, con el perfil lobulado, así como la forma de resolver el paño central del almizate, con una cúpula de mocárabes, ya comentada, lo cual parece indicar una posible procedencia toledana o de su área de influencia. En Granada capital hay pocos ejemplos de estos canes, el más antiguo y de mayor calidad es el de la sala de los Caballeros Veinticuatro de la antigua Madraza y Ayuntamiento de Granada. La capilla mayor se adorna con otra armadura, que por corresponder al espacio principal del templo recibe una mayor decoración y complejidad estructural. En
Catálogo de edificios mudéjares este caso se trata de una armadura ochavada, toda ella apeinazada, desarrollando estrellas y crucetas en su trama principal, mientras que el almizate dibuja dos amplias ruedas de ocho; una gran piña de mocárabes cuelga en el centro. El efecto caprichoso de esta armadura queda resaltado por la presencia de una delicada policromía que resalta las líneas de los lazos y ocupa el fondo de los zafates con penachos florales; el arrocabe ofrece, en los laterales, los escudos de la familia Pérez de Barradas. Hoy está todo muy oscurecido por el paso del tiempo y la suciedad acumulada. Las pechinas en que apoyan sus ochavos son diferentes dos a dos, presentando los característicos pergaminos ondulantes, las dos que entestan con el muro del fondo, y las otras dos con una forma muy original de escamado de colores. Se refuerza la armadura con un solo tirante, también apeinazado, con canes dobles, cosa no habitual en Granada en estas armaduras ochavadas. El coro. Está ubicado a los pies y es otra bella estructura lignaria. En este caso se trata de una alfarje de seis gruesas vigas o jácenas de papo liso y contrapares perfilados, formando cinco calles con labor de menado, a base de alfardones lobulados y chillas estrelladas. Las jácenas apoyan en canes también de lóbulos, pero más sencillos que los de la armadura de la nave. Lleva adorno pintado en los chaflancillos de alfardones y chillas de bandas imitando la taracea. En las paredes laterales, y juntándose a los extremos del coro, se dispusieron posteriormente sendas tribunas, a modo de grandes repisas sobre semibóvedas, que debieron añadirse en el siglo XVIII para la instalación de los órganos. En el arrocabe del lado derecho aparece una inscripción cortada que seguramente se prolongaría por donde hoy están las tribunas antes comentadas, con la siguiente leyenda: ISQVIERDO REJIDOR Y COREO MAIOR DE ESTA CIVDAD/SU MUJER Y HEREDEROS. AÑO DE 1664. La presencia de esta inscripción ha hecho considerar que todo el coro fuera de esta fecha, pero es del todo imposible por las características estructurales y ornamentales del mismo y la propia temática de la inscripción. El fragmento, con toda seguridad, remite a una dedicación como enterramiento del altarcapilla que está justo debajo y no a la construcción del coro. Capilla mayor y capillas laterales. La capilla mayor presenta una planta ligeramente rectangular y está actualmente decorada con un retablo neobarroco moderno. Este retablo oculta otro pintado en la pared, de menor envergadura, que presenta columnas y pilastras descargando un arco que embocaría seguramente una hornacina u otra pintura central, todo muy tosco, pero parece antiguo. Como ya se ha adelantado, la es-
tructura inicial de la iglesia, con una sola nave y capilla mayor diferenciada, se vio ampliada paulatinamente con tres capillas en el lado izquierdo, más otras dos cegadas en la actualidad debajo del coro; por su parte, en el lado derecho, hay cuatro nichos de poca profundidad (prácticamente el grueso de los muros), cerrados con medios puntos y que albergan altares e imágenes, y una capilla amplia lindando ya con el arco toral. Las dos capillas más amplias, que se adosan junto al arco toral, vienen a constituir como un falso crucero al ser su desarrollo y embocaduras más amplias. Las capillas más interesantes, por su adorno actual, son: la de la Inmaculada con retablo mural, a modo de trampantojo, posiblemente del siglo XIX, pero con repintes posteriores y hoy en franco deterioro; la dedicada a la Virgen del Carmen, remodelada y adornada a finales del siglo XIX, con un camarín moderno cuya modesta armadura se ha hundido, con solería de ladrillos esmaltados de blanco, azul y verde, formando un sencillo alicatado; enfrente, otra capilla con arco apuntado de acceso, como las restantes, y cúpula deprimida y ciega con adornos de guirnaldas rostros que cubren otra decoración en grisalla anterior; la presencia de mutilos y la decoración denuncia una ejecución del siglo XVII. Más abajo, en este mismo lateral de la nave, hay simples hornacinas, una de ellas con el escudo franciscano de los brazos cruzados sobre su arco.
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Torre, portada y otras dependencias. A la derecha de la capilla mayor se encuentra la antigua sacristía, con planta rectangular y cubierta con una bóveda de medio cañón deprimida, con lunetos y adornos de penachos vegetales en los arranques, todo del siglo XVIII. A la izquierda de los pies se encuentra la torre, remetida respecto a la línea de fachada y tapado su cuerpo bajo por una vivienda de la propia iglesia. Por encima sobresale otro cuerpo, con ventana de esquema toscano y adornada con extraño frontón trapezoidal y arriba el campanario, con dobles vanos para las campanas. Aunque mantiene la tradición constructiva mudéjar de la arquitectura accitana, esta torre es claramente posterior a la construcción de la iglesia. Tanto su complexión pesada, como la claras incorrecciones constructivas que se aprecian en la disposición de las cintas y rafas de ladrillo, o los propios arcos del campanario, uno más ancho que otro y resueltos con una torpeza impropia de los magníficos albañiles del siglo XVI, son buena prueba de ello.
Monasterio de Santiago Fue fundado por don Gaspar de Ávalos en 1538, como el primer cenobio femenino de Guadix. En las condiciones fundacionales se estableció que los servicios litúrgicos
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Arquitectura mudéjar en la comarca de Guadix fueran atendidos, como continúa en la actualidad, por la iglesia parroquial de Santiago. El edificio se levantó en el solar de lo que había sido una terma romana y posteriormente baño islámico (hammam), el cual en época cristiana perteneció al marqués del Cenete, obteniendo por su uso pingües beneficios hasta que fue cerrado hacia 1523. El monasterio fue construido entre 1540 y 1560 por los maestros Juan García, hasta 1550, y Ambrosio de Villegas para la continuación. Su fábrica es la de tradición mudéjar, como se puede observar en los muros de cajones encintados de ladrillo. En las condiciones se establecía que debían seguirse los mismos preceptos y mezclas de materiales para morteros y tapiales que se utilizaron para la iglesia de Santiago. En su exterior dominan los muros de albañilería blanqueados, con potentes aleros de ladrillos doblados, como mensulones, en los cuerpos del coro alto y partes interiores. El ingreso se realiza por el callejón trasero de la iglesia de Santiago, al fondo del cual se encuentra una portadita de ladrillo, con una hornacina rematada en una amplia venera y presidida por una Inmaculada en relieve con su enrallada. El interior está organizado en torno a un amplio patio rectangular, con dobles galerías de arcos de ladrillo, de medio punto la inferior y escarzanos la superior, que apoyan sobre finas columnas de mármol. Se da la particularidad de que una panda o lateral del patio tiene los capiteles de tipo corintio estilizado, al modo de los que se utilizaron en Granada a principios del XVI, mientras que los restantes son toscanos. Es pieza destacable el artesonado del coro alto, con menudo trabajo de artesones hexagonales enlazados. La escalera, por el contrario tiene armadura de lazos y el coro bajo un simple alfarje. En otras habitaciones hay, igualmente, buenos techos de madera. Diversas imágenes, entre otras varias inmaculadas y niños jesús, así como pinturas de desigual mérito y otras obras de carácter suntuario, completan un patrimonio oculto de cierta riqueza.35
Iglesia de Santiago Este templo es seguramente uno de los más espléndidos ejemplos de la capacidad creativa y voluntad de fusión cultural de los artífices mudéjares y de aquéllos, que no siéndolo, tuvieron que enfrentarse a obras de esa especie. Su mayor grado de novedad y monumentalidad se debió a la presencia en su diseño de Diego de Siloé, el artista más decisivo, junto con Machuca, de la escuela del renacimiento granadino. Proceso constructivo y presencia de Diego Siloé. Esta iglesia fue una de las cuatro parroquiales creadas en Guadix tras la conquista y la forzada cristianización de los mudé-
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jares, junto con las de Santa Ana y San Miguel, además de la propia parroquia de la catedral (Sagrario). Después de una inicial adaptación para el culto de la antigua mezquita islámica, de la cual se desconocen datos precisos en cuanto a su morfología, en 1533 se inicia la construcción de templo actual. La elección de Siloé para realizar su traza se debió a que don Gaspar de Ávalos lo erigió como panteón familiar. Era don Gaspar hijo de don Rodrigo de Ávalos, uno de los conquistadores de la ciudad, y fue obispo de Guadix (solamente dos años 1525-1528), luego arzobispo de Granada (1528-1542) y más tarde de Santiago de Compostela(1542-1545); al mismo tiempo fundó un monasterio de religiosas clarisas anejo al mismo y con el mismo nombre, que todavía existe. Según se desprende de su testamento, su intención inicial era ser enterrado en esta iglesia, pero a la postre, como dejó ordenado que si fallecía estando en Santiago de Compostela pedía ser enterrado en dicha catedral, se hizo así y aquí quedaron enterrados algunos de sus familiares. De esta forma, queriendo otorgarle una mayor suntuosidad a esta iglesia, encargó su proyecto, el retablo, la portada principal y un cenotafio al genial arquitecto y escultor Diego de Siloé. La presencia de Siloé explica algunas soluciones estructurales absolutamente novedosas que no se encuentran en ningún otro templo mudéjar. Las obras fueron subastadas en 1533 y contratadas con Francisco Centeno en la cantidad de 1.280 ducados, el cual levantó la iglesia con una cierta celeridad.36 En 1544 se contrataba el chapitel de la torre y dos años más tarde Rodrigo de Gibaja tasaba la portada de cantería, una de las joyas de este templo. En este año de 1546 estaba la estructura prácticamente terminada. En los años siguientes se realizaron obras complementarias de vidrieras, puertas, cajones, barandas, libros, ropas y demás objetos de servicio litúrgico. Respecto al autor o autores de las armaduras, tan importantes y de tanta calidad en este templo, nada se sabe. A la hora de abordar el proyecto, Siloé decide aplicar un esquema eminentemente práctico, introducido en Granada por el maestro mayor Rodrigo Hernández en las 35 Son referencias para su estudio: ASENJO SEDANO, C. Guía de Guadix, pp. 131-133; del mismo Arquitectura religiosa y civil..., pp. 111- 124; FERNÁNDEZ SEGURA, F. J. El cardenal Gaspar de Ávalos y el monasterio de Santiago de Guadix; ÁLVAREZ DEL CASTILLO, Mª A. «Datos para la fundación del convento de la Concepción. Orden de Santa Clara», Actas del I Coloquio de Historia..., pp. 147-156. 36 Fue tal la afinidad de Centeno con esta obra que el obispo Antonio Guevara le concedió ser enterrado en esta iglesia, luego confirmado por Antonio del Águila, en la nave central, junto al tercer pilar. Afirmación realizada en su testamento A.H.D.Gu. Leg. 3.700.
Catálogo de edificios mudéjares iglesias de San Juan de los Reyes y, más modestamente, en la de Béznar (valle de Lecrín). Este mismo modelo habrá de repetirse con ligeras variantes en la iglesia de Santa Ana de Guadix, en ésta de Santiago y en la parroquial de Jérez del Marquesado. Se trata de una estructura articulada en tres naves, separadas por robustos pilares circulares y medias columnas, enfiladas con la nave, y una reducida capilla mayor ochavada. La de Santiago presenta, además, cuatro capillas laterales a cada lado en el proyecto original, mientras que en las demás han sido añadidas con posterioridad. Las cubiertas son las tradicionales armaduras de madera. Si bien el modelo de tres naves, salvo la forma de los pilares, fue bastante repetido en otras partes de Andalucía, Siloé introdujo en la iglesia de Santiago varias novedades estructurales y algunos elementos de calidad artística que la hacen excepcional. Entre las novedades, cabe destacar: el remate en curva de las naves laterales, con las últimas capillas abiertas mediante arcos alabeados, las cuales crean un efecto escenográfico único en nuestra arquitectura mudéjar; la preciosa y originalísima armadura del presbiterio, dividida en dos zonas a cual más suntuosa y original; la disposición de la torre, con su chapitel cerámico como remate, detrás de la cabecera y a eje con la nave central, determinando una composición de total simetría, algo no habitual en estos templos. Los elementos complementarios de aristocracia monumental serían: la monumental portada principal, la más suntuosa de cuantas se realizaron en las parroquiales granadinas, y el retablo mayor, desgraciadamente perdido, pero del cual quedan imágenes suficientemente significativas para recuperar su configuración. El cenotafio no llegó a realizarse o al menos no queda constancia de su existencia. Descripción y análisis. El exterior de este templo es uno de los más expresivos de la arquitectura mudéjar granadina, cuya observación impresiona ya sea desde la plaza o desde el mirador junto al palacio de Peñaflor. Los muros blancos enjalbegados y los tejados quebrados muestran la complejidad y forma diferenciada de las distintas dependencias; las tejas vidriadas dibujan ríos de color en los caballetes de los tejados y, en la cabecera, a modo de espolón o mástil de proa, se yergue la torre, con su picudo chapitel cerámico. La sobriedad estructural de esta torre, a modo de un alto prisma liso con el habitual aparejo de cajones de tapial encintados de ladrillo, solamente se ve alterada por un campanario, que debió tener paños de cerámica en las albanegas o triángulos laterales, (ahora enlucido), de la manera que están muchas iglesias de la zona de Granada. Por el contrario, es pieza única por su antigüedad y estado de conservación el chapitel, forrado de azulejos azules, blancos y negros con aristas en verde, formando zigzag (azu-
lejos denominados en su tiempo mostagueras). La cruz está engastada en una jarra de cerámica, elemento y solución que fue habitual en las torres guadijeñas y que todavía se puede ver en la de la iglesia de Graena.37 El testero de los pies queda oculto por el monasterio de las monjas clarisas, por lo que se habilitaron dos portadas en los costados, una frente a la otra. La primera y principal se levanta dando a la plaza y otorgándole un especial aire de monumentalidad aristocrática. La segunda en el callejón trasero, por el que se accede al monasterio. Merece la pena adentrarse en este callejón para ver esta portada, porque al mismo tiempo que podemos cotejarla, veremos una bella panorámica de la torre y el palacio de Visconti que se vislumbra en la plaza frontera. Está toda ella hecha en ladrillo muy rojo, con arco de medio punto, flanqueado por columnas estilizadas de capitel dórico y fuste con amplias acanaladuras. El entablamento se reduce a un friso liso y cornisa moldurada. Todo ello es sencillo pero original, por rehuir del esquema mudéjar habitual en otras portadas secundarias.
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Portada principal. Sin duda la joya de este exterior es la portada principal que se abre a la plaza. Tan clara es su monumentalidad e intención de dominio que el cuerpo que la cobija hubo de elevarse sobre el resto de las capillas colaterales, para darle suficiente altura y cuenta con una cornisa de triple hilada de ladrillos en esquinilla, frente al resto que lo hace solamente con dos. Esta misma solución se repetiría por los mismos años en la iglesia de Jérez, realizada en 1541. No se conoce su autor, pero pudiera tratarse de Cristóbal Nuño, el cantero más activo en la diócesis en obras de este tipo, o de algún maestro procedente del Levante, pero solamente son meras hipótesis; queda descartado Rodrigo Gibaja porque fue su tasador.
Presenta un cuerpo inferior con arco de medio punto flanqueado por dobles pilastras corintias sobre pedestal con tondos muy perdidos; entre las pilastras se disponen dos hornacinas aveneradas superpuestas. El entablamento es clásico, recorriendo su friso, al igual que las pilastras, un elegante y caprichoso grutesco. Encima se dispone un segundo cuerpo mucho más libre y original, con una hornacina central orlada por una 37 Para la terminación de la torre y realización del chapitel debe consultarse ESPINAR MORENO, M. «Documentos y noticias de Guadix. Notas sobre el chapitel de la iglesia de Santiago (1544)». En el contrato, muy minucioso, aparece el desglose de las piezas cerámicas, la forma de pegarlas y la indicación de los azulejos que habían de decorar las albanegas del campanario que hoy no existen. Lo publica también ASENJO SEDANO, C. Arquitectura religiosa y civil.., pp. 75-78.
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Guadix. Iglesia de Santiago. Portada principal, Detalle de los grutescos.
Guadix. Iglesia de Santiago. Portada principal.
Catálogo de edificios mudéjares bella guirnalda de frutas y hojarasca, medias columnas acanaladas y frontón recto de remate. A los lados el ornato se dispara en una y mil fantasías de abigarrada composición, con candelabros, angelotes, dragones, monstruos y máscaras, los cuales dan cobijo a dos medallones con bustos, seguramente, de los apóstoles Pedro y Pablo. Se completa la portada con grandes escudos del obispo Antonio del Águila y el de Carlos V, coronándola, como testimonio del patrocinio político y religioso; sobre los escudos episcopales aparece el emblema imperial de las columnas de Hércules. Todas las molduras, basas, perfiles y demás elementos de esta portada están recorridos por dentículos, hojitas, contarios, facetas, rosetas, frisos de ovas y dardos y un sinfín de motivos propios del repertorio ornamental renacentista. Entremezclado con toda este alucinante repertorio, cabe identificar un Santiago peregrino en la parte baja de la pilastra derecha del cuerpo inferior, con el habitual bordón, calabaza y zurrón, y la concha dispuesta a modo de nimbo, el cual parece recibirnos disimuladamente.
chinas, penden sendos medallones ovalados con escudos de la familia Ávalos, flanqueados por ángeles tenantes que soportan el capelo cardenalicio de don Gaspar; aunque ya se dijo que no fue enterrado aquí. El testero de los pies queda plano y en la nave central se abren dos amplias ventanas enrejadas de los coros, alto y bajo, del monasterio de Santiago, que desde su fundación se determinó que los servicios religiosos se cumplirían en esta iglesia. La misma asociación se repitió en Granada, ya que la primitiva iglesia de los santos Justo y Pastor sirvió de capilla al monasterio de la Encarnación, renovada su regla bajo la prelatura, igualmente, de Gaspar de Ávalos y del que fue una de sus primeras abadesas la propia hermana del cardenal, Isabel de Ávalos.
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Interior. Originalidad de las naves y capillas laterales. Una vez en el interior podemos ver la diafanidad y claridad estructural de la iglesia. Se dispone en tres naves, de moderada longitud, separadas por unos pilares que se repiten en las iglesias de Santa Ana, la parroquial de Jérez y en la antigua Lonja de Guadix. Presenta un núcleo cilíndrico y medias columnas adosadas para descargar los arcos formeros de medio punto. Los pilares no tienen capiteles, pero sí unas pequeñas ménsulas para establecer el tránsito entre la forma circular y la cuadrada del arranque de los arcos doblados; dichos arcos tienen un doble chaflán que los dota de una cierta airosidad. Se da la curiosa circunstancia de que el arranque de los arcos no es igual en un lado que en otro, ya que tienen forma cúbica los de la derecha y mensulitas ochavadas en el arco interior, mientras que en el lado derecho el pilar es cilíndrico y las mensulitas, por el contrario, son angulares. La configuración de pilares y arcos aparece perfectamente reflejada en las condiciones de Siloé, pero no las anomalías ya dichas. Las naves laterales ofrecen cuatro capillas a cada lado, las tres últimas de cada testero abiertas con arcos apuntados, creando un efecto ciertamente contradictorio respecto a los de la nave central y toral, anomalía que puede deberse a la inercia de Centeno en el uso de arcos de tradición gótica, ya que Siloé especificaba que se hicieran de medio punto.
Pero lo más sorprendente es la solución dada por Siloé a las naves laterales en su encuentro con la zona de la cabecera y las capillas adyacentes. Efectivamente, en vez de rematar en un testero plano, como es lo normal, en este caso dibujan en planta un cuarto de circunferencia, de manera que el arqueamiento de la pared hace que nuestros ojos converjan hacia el arco toral y el presbiterio. La siguiente novedad la tenemos en los arcos de acceso a las capillas en este tramo curvo. Normalmente, los arcos y soportes de acceso a las capillas, al estar en un muro plano, son paralelos entre sí y adoptan un trazo regular y uniforme. Pero, en este caso, al disponerse los arcos en un muro curvo, adopta la forma denominada en torre cavada o arco alabeado, más ancho en el arranque que en la cabeza. También las jambas se adornan con un baquetón que se quiebra en lo alto para convertirse en ménsula a modo de imposta. Soluciones parecidas utilizaría Siloé en el arco toral de la catedral de Granada, y con otra resolución, pero con el mismo fin de crear obras de especial originalidad para resaltar estas capillas, aparece en la propia catedral de Guadix, en el arco de acceso a la capilla redonda de San Torcuato (llamado arco en viaje o esviaje). Esta particularidad no aparecía indicada en las condiciones iniciales contratadas por Francisco Centeno, pero no cabe pensar que las introdujera el albañil, sino el propio Siloé. Debido a la oposición de la iglesia a que se colocara el túmulo de los Ávalos en medio del presbiterio, con lo que importunaría el normal desenvolvimiento de la liturgia, se decidió ubicar en estas capillas dichos mausoleos. Con esta maniobra sutil, Siloé consiguió alargar el presbiterio, o al menos su dimensión conmemorativa, articulando las dos capillas de manera que parecen querer abrazarse con la del altar mayor, incluso con su forma ochavada.
El arco toral es también de medio punto y descansa en medias columnas, con delicados capiteles de piedra adornados con motivos de cardinas y pequeñas veneras encima. En los ángulos que forman el arco toral y los testeros de la nave central, a modo de pe-
Armaduras. Siguiendo con el capítulo de novedades, otro caso particular ocurre con las armaduras. Lo normal es que en las iglesias mudéjares de este tipo la capilla mayor se cubra con una armadura ochavada o en su defecto con una bóveda de crucería.
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Arquitectura mudéjar en la comarca de Guadix Pero aquí se eligió una solución diferente y que vuelve a plantearnos el protagonismo de Siloé y su gusto por soluciones afines a edificios con fines funerarios, pero en este caso sin abandonar la obligada cubierta de madera. En vez de emplear una estructura de herencia mudéjar, Siloé diseña una armadura, de nuevo única, que integra soluciones propias de la carpintería con otras inspiradas en sus bóvedas de cantería. Así, realiza un primer arco artesonado, a modo de embocadura, formado por boveditas cuadrifoliadas, recorridas por un cordoncillo moldurado, soportadas sobre cuadrados de lados curvos y florones. Este mismo motivo lo vemos en la armadura de la capilla mayor de la iglesia de Santa Isabel la Real (aunque cambiando las rosetas por simples pinjantes) y la del crucero de la iglesia de la Merced (actualmente en uno de los pabellones junto al aparcamiento del Generalife), ambas de Granada. Pero mientras que en las anteriores toda la armadura sigue el mismo esquema, en la de Santiago el fondo está formado por tres paños (que se corresponden a la forma ochavada de la capilla) divididos en casetones con los fondos adornados con grandes flores. Los peinazos o largueros de este artesonado son en realidad como los nervios de una enorme concha, que arranca en la parte superior de una preciosa charnela. Todo tan simple como genial en cuanto al resultado final. El arrocabe o friso sobre el que apoya presenta una rica guirnalda renacentista de grandes dragones y máscaras que acogen los blasones de la familia Ávalos y alianzas. La elección de esta concha o venera no es sino una alusión simbólica a Santiago Apóstol, al cual está dedicado el templo, cuyo símbolo más característico es la concha de peregrino.Ya hemos visto cómo aparece en la portada, con su venera; nuevas conchas se ven en los capiteles del arco toral y también la poseía de forma bastante ampulosa el retablo mayor que se cobijaba, precisamente, bajo esta armadura. Es fácil deducir que esta reiteración no es producto de la casualidad. Los paralelos de esta armadura son fáciles establecerlos con otras obras hechas de cantería, con ligeras variantes, como la capilla mayor de San Jerónimo de Granada, la iglesia de la Villa de Montefrío o la de Iznalloz (entre otras), todas ellas obras de Siloé. La nave central se cubre con una magnífica armadura de limas moamares, reforzada con pares de tirantes que descansan en canes dobles. Los motivos de estos canes son de gran originalidad, ya que arriba ofrecen el característico acanto, pero abajo se suceden diversas máscaras humanas y monstruos que constituyen una curiosa fauna. El almizate y faldones están todos apeinazados y enriquecido su efecto visual con una contrastada policromía de exquisito gusto. Bandas blancas, rojas y negras refuerzan el
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efecto lineal de los pares y apeinazados, mientras que, con los mismos colores y el dorado, se dibujan en los fondos diversidad de candelieri, guirnaldas florales y rosetones. Tres grandes piñas de mocárabes doradas penden de las ruedas de lazo que generan el adorno del almizate. El arrocabe es triple, por causa de los dobles canes, y ostentan de nuevo frisos caprichosos de grutescos a base de grisalla y alternando los fondos azules y rojos. Esta armadura estaba muy deteriorada en el siglo XIX, por lo que debió de ser restaurada y repintada, sobre todo en los papos o partes exteriores de pares y apeinazado, y ahora su estado y efecto es espléndido.38 Las naves laterales y capillas se cubren con simples alfarjes en colgadizo, en su mayor parte restaurados y con una simple decoración que imita a la taracea en los papos de los pares. Aún así, al establecerse una pendiente continua entre la nave central, las laterales y las capillas, su efecto piramidal resulta elegante, y aún se resalta más su delicadeza en los abanicos que forman al llegar a la cabecera. Las dos primeras capillas, las que se encuentran en el tramo curvo, difieren de las anteriores y ostentan pequeños ochavos apeinazados. También tiene una armadura de lazo, en este caso de limas moamares, la capilla que corresponde con la portada principal. Antiguo retablo mayor y otras obras. Completaba con dignidad este templo un buen retablo de estilo renacentista que presidía su altar mayor. Había sido diseñado también por Siloé. Tenía tres calles, divididas en banco y dos pisos, rematando los laterales en unos grandes aletones y separando las calles unas amplias pilastras decoradas con relieves de grutescos. Los encasamientos presentaban esculturas en relieve con pasajes de la vida de Cristo. Desgraciadamente fue destruido en la pasada Guerra Civil, al tiempo que se perdió todo el tesoro artístico de esta iglesia. Por una puertecita ubicada a la derecha de la capilla mayor se pasa a la antigua capilla de ánimas, ahora aneja a la sacristía. Hace pocos años aparecieron en los lunetos de su bóveda unas pinturas murales, del siglo XVIII, con diversos personajes (los tres centrales eclesiásticos por identificarlos las mitras y capelo) expiando sus culpas en el Purgatorio. Pinturas de este tipo debieron ornamentar el resto de las capillas, pues fue 38 En MADOZ, P. Diccionario geográfico-estadístico-histórico..., p. 201, poco antes del año 1850, se dice textualmente: «La parroquia de Santiago..., consta de tres naves, la principal ruinosa por haberse desprendido del muro algunos de sus tirantes». En la descripción de la iglesia realizada por Gómez-Moreno González y Martínez en 1895, debía estar ya reparada y destacan de ella las hermosísimas pinturas, pero dicen que las armaduras laterales (los colgadizos) tenían «viguetas y recortes en las tablas, todo ello cubierto de pinturas», cosa que ahora no existe.
Guadix. Iglesia de Santiago. Armadura de la capilla mayor.
Guadix. Iglesia de Santiago. Interior.
Guadix. Iglesia de Santiago. Canes dobles de la armadura de la nave.
Arquitectura mudéjar en la comarca de Guadix práctica habitual en el siglo XVIII el dotar a los templos de un mayor decorativismo. La mayoría de este tipo de pinturas han desparecido debajo de los enlucidos actuales o al ser picadas, con el tiempo, por su deterioro. Las obras de arte actuales son casi todas recientes, algunas hechas por escultores de prestigio, que intentan recuperar antiguas devociones, como el Crucificado, (antiguo el Cristo de la Luz), moderno pero bien tallado, acompañado de la Inmaculada y Santiago, la de la Virgen de las Lágrimas, la de la Consolación o el Nazareno (llamado popularmente el Llavero); el San Juan, muy repintado, es de las pocas imágenes antiguas, y otras esculturas de procesión que se han realizado con motivo del reciente auge de las hermandades de Semana Santa.
Iglesia de Santa Ana Aunque hasta el momento no hay muchos datos documentales sobre su construcción, su referencia más directa es la iglesia de Santiago, a la que debe preceder en algunos años. Al principio sirvió de parroquial la primitiva mezquita, con las modificaciones pertinentes y para la cual se realizaría la interesantísima portada lateral en la década de 1510-1520. Como bien señala Asenjo Sedano, esta parroquia se encontraba en lo que fue morería o barrio morisco en el siglo XVI, aunque en realidad muchos moriscos siguieron poblando el casco histórico de Guadix a pesar de la expulsión muy temprana del mismo.39 Hacia los años 1520-1530 se debió iniciar el templo actual, siendo las únicas noticias conocidas la compra de una capilla en 1527 junto al arco toral. Los libros de fábrica indican, a partir del año 1545, algunos elementos complementarios, como el coro, y otras tareas menores, lo cual indicaría que el edificio estaba ya finalizado. En estos años aparecen trabajando el albañil Francisco Roldán y el carpintero Bartolomé Meneses. Entre otras reformas apreciables, en los siglos siguientes se abrieron dos capillas laterales a la derecha, en la zona de los pies, se levantó el coro actual, y después de 1940 se realizaron importantes obras de consolidación y se abrieron las estrechas ventanas del presbiterio. En su visión exterior destaca la presencia de unos muros blanqueados en los que se observa el característico aparejo del mudéjar accitano, de encintados y pilares de ladrillos con largos cajones de tapial. En la cabecera se yergue una torre de un único cuerpo prismático y de muros lisos y encima el campanario, con simples vanos para campanas; la presencia en la misma de dos cornisas diferentes, una inferior, más anti-
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gua y propia del XVI, con canecillos a base de ladrillos doblados y tallados, y encima otra, simplemente moldurada, indica una remodelación más o menos moderna. Primitivamente debió contar con un chapitel parecido al que hoy se conserva en la iglesia de Santiago. Cuenta el templo con dos portadas de muy desigual mérito y estilo. A los pies se abre una muy sencilla y restaurada, toda de ladrillo, constituida por un arco apuntado y medias columnas en los extremos. La portada lateral, sin embargo, es una obra notable y puede considerarse una de las más antiguas de las renacentistas conservadas en la provincia de Granada. La presencia de los escudos del obispo García de Quijada y los Reyes Católicos la deben fechar no más tarde de 1515. En el cuerpo bajo muestra un arco de medio punto con pilastras cajeadas, que albergan los emblemas de los Reyes Católicos, y capiteles corintios muy arcaizantes, con la particularidad de ser diferentes entre si. Las enjutas se adornan con unos elegantes tallos enrollados, muy someros de relieve, y en la clave aparece el escudo muy gastado de fray García de Quijada, primer obispo de Guadix. En el friso aparece la leyenda AS / SANCTA ANA / ORA PRO NOBIS / AMEN (el amén, casi perdido fuera del friso, hasta ahora ha pasado desapercibido). En el centro campea el escudo de los Reyes Católicos y en los extremos las iniciales coronadas de Fernando e Isabel. El segundo cuerpo lo centra una pequeña hornacina avenerada, con restos de pinturas, entre pilastrillas y coronada por cruz, cuyo remate son dos cuernos de la abundancia invertidos; flanquean la hornacina unas aletas de estilizaciones vegetales. En los extremos del entablamento se yerguen dos espléndidos flameros. En lo más alto de la portada, se aprecia una inscripción muy borrada que dice: «mase iacome», que pudiera ser la firma de su artífice, presencia poco usual, por no decir única, en el arte granadino. Es interesante resaltar que los elementos ornamentales de la portada ofrecen claras reminiscencias de los repertorios decorativos del vecino palacio de La Calahorra, por lo que no es aventurado pensar que pudo ser realizada por alguno de sus artífices. Respecto a la autoría, Gómez-Moreno Martínez señala la posibilidad de ser un tal Jacome de Milán, cantero o marmolero, asentado en Granada en los años 15171522.40 39 ASENJO SEDANO, C. Arquitectura religiosa y civil..., p. 101.Todos los datos documentales sobre la construcción proceden de este autor. 40 GÓMEZ-MORENO MARTÍNEZ, M. Sobre el Renacimiento en Castilla..., pp. 68-69.
Guadix. Iglesia de Santa Ana. Armadura de la capilla mayor.
Arquitectura mudéjar en la comarca de Guadix El interior muestra una configuración de tres naves, la central más ancha y alta que las laterales y separadas por pilares circulares con baquetones adosados bajo los arcos formeros. Al tener solamente tres arcos en cada lado resulta más corta que las iglesias de Santiago y de Jérez, sus parientes tipológicas directas. Los arcos, al igual que el toral, son apuntados pero muy tendidos, de los llamados de cuarto de punto o tudor; los capiteles de los pilares torales son muy originales y diferentes a los de sus iglesias gemelas, con un despiece de molduritas escalonadas. Las cubiertas son de madera, con buena armadura ochavada en el presbiterio y labor de apeinazado con una ligera policromía y dorado posteriores. La de la nave es de limas moamares, reforzada por cuatro tirantes dobles sobre canes de tracería gótica y faldones y almizate con labor de menado (con alfardones o hexágonos muy estilizados y chillas o estrellas de ocho puntas). En las naves laterales hay colgadizos con igual decoración. Se aprecian leves aplicaciones de color en estas armaduras, concretadas en los perfilados de los pares y los canes. El coro presenta un alfarje sencillo de jaldetas, añadido posteriormente, sobre arcos escarzanos. A su izquierda está la capilla bautismal y junto a ella una curiosa bovedita de horno con lunetos, restos de una primitiva capilla ahora abierta. El presbiterio debía ser originalmente muy oscuro, por lo que en la restauración realizada en los años 40 se abrieron unas estrechas saeteras vidriadas. En el centro se abre un pequeño camarín presidido por una imagen moderna de Santa Ana. Casi toda la imaginería de la iglesia, retablos y altares son modernos, pero de lo antiguo es obra de gran calidad el Cristo a la columna, de principios del XVII y del círculo de Rojas, habiendo otras pinturas e imágenes de interés devocional, como el retablo e imagen de la Virgen de Fátima, Crucificado, San José, etc. Antes de 1936 tuvo un retablo del llamado Barroco atemperado, relacionado con el arte murciano, hecho por el entallador Jacinto Vergara en 1778.41
Antigua Iglesia de San Miguel Este templo diocesano —en este momento en vías de recuperación— constituye un caso excepcional en Guadix. El ambicioso proyecto original, seguramente trazado por Juan de Arredondo o Juan de Maeda, debía haber cambiado la férrea tradición constructiva mudéjar y la sempiterna presencia de armaduras como elemento de cubrición. Desgraciadamente, la rebelión de los moriscos de 1568, un frustrado intento de terminación a finales del siglo XVI y un nuevo episodio abortado en la segunda mitad del siglo XVII sólo dieron solución a la cabecera y así quedo, en estado provisional,
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hasta nuestros días. Una escuela taller, creada al efecto en los últimos años, tiene como misión el ir consolidando y saneando poco a poco el edificio. En realidad esta iglesia no correspondería al tema abordado en este libro, pero la presencia testimonial de la torre, único elemento aprovechado del primitivo templo, hace necesaria una mínima alusión. La parroquia de San Miguel se erigió en una anterior mezquita, la cual se adaptó al nuevo culto con los cambios necesarios. Asenjo sostiene que posteriormente, al igual que las restantes parroquiales, se levantó un templo mudéjar, del cual solamente quedaría en pie la torre, que todavía ostenta el escudo del obispo Antonio del Águila (1537-1546). No obstante, los datos que aportan los documentos no resultan claros y pudiera tratarse de obras de consolidación de la primitiva mezquita. Es ya a finales de la década de 1550-1560, terminados los templos parroquiales de Santa Ana y Santiago, cuando se decide renovar el de San Miguel, constando diversos pagos y compras de solares y casas. La inmediatez en el tiempo de esta reconstrucción es lo que me lleva a pensar que todavía existiera la primitiva mezquita. Entre los años 1558 y 1568 se pagaba a Juan de Arredondo la dirección de las obras, el cual las inicia explanando el nuevo terreno, hace el zócalo de piedra actual y comienza la cabecera, con el objeto de ir sustituyendo paulatinamente el antiguo edificio por el nuevo.42 La rebelión morisca obliga a detener los trabajos, que se retoman hacia 1580, bajo la dirección de los experimentados canteros Juan de la Vega (aparejador de la Alhambra) y Juan Caderas de Riaño. La mención de compras de piedra y ladrillos, así como la indicación de la forma que habían de tener los bolsores (dovelas) y los capiteles, demuestran que en ese momento ya se están volteando los arcos y bóvedas de la cabecera. Para la prosecución de los trabajos fue decisivo el patrocinio de la familia de los Fernández de Córdoba, cuya capilla mayor constituyeron como panteón familiar; recuérdese que por el mismo tiempo se hacía la portada de su palacio de Villalegre. Pero tampoco entonces se pudo alcanzar su resolución ya que hacia 1608 de nuevo queda el proyecto detenido. Hasta ese momento, la obra realizada debía ser el perímetro exterior de la cabecera y del cuerpo de la iglesia, la capilla mayor y seguramente los pilares torales, a falta de hacer parte de las bóvedas. Este hecho se deduce de una noticia aislada, de 1655, en 41 GARRIDO GARCÍA, C. «Algunos datos sobre el antiguo retablo en el altar mayor de Santa Ana», p. 26. 42 Datos documentales y referencias en ASENJO SEDANO, C. Arquitectura religiosa y civil..., pp. 83-96; del mismo Guadix: Guía..., pp. 85-92; GÓMEZ-MORENO CALERA, J. M. La arquitectura religiosa granadina..., pp. 432-434.
Catálogo de edificios mudéjares que Diego Sedeño, maestro de arquitectura y vecino de Guadix, protestaba porque «estando acabando las bóbedas de la yglesia de San Miguel de ella que estaban a mi cargo...», Juan Rodríguez Prieto, sin ser parte en la obra, la había mandado parar, cuando le faltaba adornar la cornisa de la nave mayor.43 Se estaban concluyendo, por tanto, los trabajos del crucero. Este dato se comprueba por las condiciones dadas en 1670 para seguir las obras, en las que se indicaba que la iglesia sólo tenía labrada la capilla mayor, por lo que se quería continuar enlazando el testero de los pies y la torre con la cabecera. A la postre no debió hacerse nada y quedó todo abortado en un proceso ya imposible de finalizar. Actualmente presenta una enorme cabecera, con una capilla mayor semicircular, la sacristía a su derecha y un transepto, formado por un amplio crucero y sus laterales angostos. El cuerpo de la iglesia, que debía contar con una nave central muy ancha y dos laterales más estrechas, quedó sin hacer, pero había de ser extremadamente corta, según parece por el zócalo de piedra que quedó definido perfectamente. Destacan en la cabecera la enorme altura de los pilares, de tipo dórico, y las bóvedas, que muestran ser hijas de diferentes padres. La de la capilla mayor posiblemente es la más antigua, dada su configuración mediante arcos cruceros que determinan amplios casetones. Nervios de refuerzo tienen también las bóvedas de la capilla aneja a la izquierda y los arranques de las naves laterales que han quedado vistos al exterior. El crucero se cubre con cúpula sobre pechinas deprimida y ciega, con refuerzo de pares de nervios que rematan en un medallón central, mostrando la ligera configuración elipsoidal de dicha cúpula. Los laterales del crucero se cubren con bóvedas de lunetos y adornos que nos hacen pensar en los últimos trabajos, de mediados del XVII. En el fondo del altar mayor hay tres arcos con resaltes de sillería, el central del tipo siloesco, ligeramente alabeado, que acogió un retablo manierista, desaparecido. Encima lucen los escudos de los Fernández de Córdoba, propietarios de la capilla, flanqueados por dragones. Estos monstruos son muy parecidos a los que el arquitecto Miguel Guerrero diseñó para el remate de la portada de San Jerónimo en la catedral de Granada. Teniendo en cuenta que dicho arquitecto realizaba la bóveda de la sacristía de la catedral por los años en que se terminó el retablo, 1635, no es muy atrevido el atribuírselos. Un elemento original entre las iglesias de la comarca es el zócalo de piedra sobre el que está fundada que motivó el que Asenjo lo considerara como restos de un edi-
ficio romano. Pero, el que el recorrido del zócalo se ciña exactamente a los cimientos de lo construido en la remodelación renacentista, incluyendo los retranqueos de la cabecera y sacristía, hace desechar tal aprovechamiento directo. Se trataría de organizar esta base con buena fábrica de cantería, al igual que se hizo en algunos templos granadinos avanzado el siglo XVI, pero que por razones de ahorro se cambió de proyecto más adelante. A partir de la moldura que corona el zócalo de cantería los paramentos exteriores se hicieron con aparejo de ladrillo, todo muy bien labrado, pero absolutamente monótono, sin una moldura, ni cornisa, ni contrafuerte o apilastrado que hubiera reforzado y alegrado estos muros. Solamente los vanos de medio punto y abocinados rompen su continuidad. La portada lateral se reduce a un arco de medio punto, sin ornamentación alguna, pero tiene una puerta con buenos herrajes de bronce, relacionados con los de la Magdalena, de finales del XVI o principios del XVII.
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Quedaría por comentar la torre, único elemento que nos permite introducir este edificio dentro del elenco de arquitectura mudéjar accitana. Se trata, una vez más, de un prisma todo hecho de ladrillo, con sólo una cornisa que marca la base del campanario y otra para el tejado, ambas de mensulitas de ladrillos doblados, al modo que aparece en la torre de la iglesia de Santa Ana. El lado que da a la calle de San Miguel tiene la parte baja de las esquinas achaflanadas y rematan en mensulitas del tipo característico que vemos en las iglesias relacionadas con Centeno, el pósito y la puerta de San Torcuato, a modo de repisa triangular en ladrillo tallado. En el plano frontal ostenta el escudo del obispo Antonio del Águila, labrado en piedra, repetido en muchas otras iglesias de la comarca. Por dentro tiene los pisos separados por alfarjes que imitan la labor de menado, pero se aprecia ser repuestos respecto a los que tuviera en el siglo XVI. La subida es una estrecha escalera de caracol.
Iglesia de la Magdalena Esta antigua parroquial se estableció, según Asenjo Sedano, en lo que había sido el reducto de la comunidad mozárabe durante la Edad Media, para más tarde ser ocupada por una mezquita llamada de los renegados. Ese carácter de rememoración histórica 43 A.H.D.Gu. Obras iglesias y reparaciones, Leg. 3.700.
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Guadix. Iglesia de la Magdalena.
Catálogo de edificios mudéjares fue el que impulsó a crear una ermita en la temprana fecha de 1490. También debemos saber que según la tradición oral, siempre siguiendo a Asenjo, aquí estuvo la primera catedral y, dado su sentido testimonial y emblemático, en su interior se guardaban los trofeos ganados a los musulmanes cuando la conquista de la ciudad.44 Años más tarde, el obispo Martín de Ayala decidió convertirla en parroquia para atender a una feligresía que iba en aumento y se extendía al vecino barrio de las Cuevas. A mediados del siglo XVI se construye el nuevo templo por el albañil Ambrosio de Villegas y el carpintero Felipe Sánchez que harían lo que hoy es la nave, el presbiterio y la torre. Posteriormente fue ampliada con capillas en su costado izquierdo y completada con la monumental portada principal.
Capítulo importante, como siempre en estos interiores, es la presencia de sendas armaduras para cubrir la nave y el presbiterio. La primera es de limas moamares con paños apeinazados en los cabos y centro del almizate, con la peculiaridad de ser diferentes entre sí, y faldones de jaldetas o lisos. Los tirantes son cuatro, dobles y apeinazados de lazo sobre canes de cartón abierto y en las esquinas cuadrales simples de refuerzo. La armadura de la capilla mayor es de par y nudillo entestando con el arco toral y de limas moamares sobre el altar, con el almizate entero apeinazado de estrella y aspa, faldones de jaldetas y un tirante doble, igual a los de la nave. Las características de los apeinazados y la forma de los canes indican una realización bastante tardía y claras muestra de reparos y repintes modernos.
Esta iglesia es la más modesta de las parroquiales históricas del Guadix mudéjar, pero no por ello carece de interés. Fuera de culto desde hace bastante tiempo, estuvo prácticamente en ruinas hasta que, recientemente, ha sido restaurada. Su imagen preside un barrio que guarda todavía esencias urbanas de su pasado mudéjar y población humilde, con calles estrechas y enrevesadas y, en las cercanías, la casa de los primeros obispos y el antiguo Ayuntamiento. Consta de una nave, capilla mayor, separada por arco de medio punto, y tres capillas en el costado izquierdo. Los muros son los característicos de cajones de tapial encintados de ladrillo para todo el buque del templo, con ventanas abocinadas de medio punto o tondos en la parte alta de los muros. La torre se levanta a la izquierda de la cabecera, sobre la sacristía, y es un cuerpo liso que remata en campanario con dobles vanos. En el interior del campanario conserva una pequeña armadura, de las de lima bordón, con almizate apeinazado de estrella y aspa, faldones lisos y cuadrales simples en las esquinas. Por fuera, podemos ver la típica jarra para engastar la cruz que, aunque repuesto modernamente, conserva tradiciones ancestrales en esta tierra. Los aleros de la torre son de ladrillo en esquinilla, mientras que los del resto del templo son moldurados de ladrillo enlucido y pintados de rojo, claro indicio de una restauración posterior.
En el siglo XVII la sobriedad exterior del templo se vio ligeramente monumentalizada con la realización de su portada lateral. Consta de dos cuerpos, el inferior, con arco de medio punto enmarcado por pares de pilastras, las interiores dóricas y las de fuera rematadas en mutilos, elemento característico de este momento; en el friso de su entablamento se lee: «ECCE MULIER Q ERAT IN CIVITATE PECCATRIX LUC[as]7».45 El segundo cuerpo es una hornacina avenerada y con charnela arriba, sobre la cual aparece otra inscripción: «ANNO DNI 1621»; dentro de la hornacina hay una imagen de la Santa Pecadora en piedra; se flanquea con pilastrillas rematadas de nuevo en originales mutilos y encima ático con el escudo del obispo Plácido de Tosantos. En los extremos del primer cuerpo, sobre la cornisa, ostenta pirámides rematadas en bolas. En general la portada destaca más por su originalidad que por lo acertado de su traza. A este respecto, se desconocen tanto su diseñador como el autor de la misma. Interesante, pese a su acentuado deterioro, son los herrajes de las puertas, con clavos piramidales y alguazas del tipo de las utilizadas en Granada hacia fines del XVI y principios del XVII en las portadas laterales de la Chancillería, Hospital de San Juan de Dios o Albolote y parecidas a las de la vecina iglesia de San Miguel.
Su interior es diáfano y sobrio, con nave rectangular que desemboca en un arco toral de medio punto con medias columnas de ladrillo enlucido y capiteles reducidos a una moldura de ovas y dardos. Las capillas laterales, que antaño albergaron retablos, están cubiertas con armaduras de colgadizo, las dos primeras, y bóveda de aristas la tercera. Esta última conserva restos de pinturas barrocas con hojarasca que acoge símbolos pasionales del siglo XVIII, algo toscas, pero siempre interesantes por mostrar tradiciones pictóricas y de culto.
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Tiene la iglesia otra puerta a los pies, que es un simple arco de medio punto de amplia rosca sin adorno alguno. A su izquierda, y formando esquina, se abre otra portada que da paso al antiguo cementerio, con estructura adintelada, pilastrillas de ladrillos
44 ASENJO SEDANO, C. Arquitectura religiosa y civil..., pp. 191-192. 45 La expresión «LUC7» se refiere al evangelio de san Lucas, en su pasaje de la Magdalena como mujer pecadora.
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Guadix. Iglesia de la Magdalena. Interior.
Guadix. Iglesia de la Magdalena. Detalle de la armadura.
Catálogo de edificios mudéjares toscanas, frontón recto y pirámides picudas en las esquinas. Perdida su función parroquial hace tiempo, en este momento está fuera de culto y se usa para diferentes actividades culturales.
6.2 Las iglesias del Marquesado del Cenete El Marquesado del Cenete (del árabe sened cuyo significado es declive, cuesta o terreno en pendiente) constituye una subcomarca dentro de la de Guadix, con unas peculiaridades geográficas, paisajísticas e históricas que le son específicas. La inmensa mole de Sierra Nevada preside este altiplano, uno de los más elevados de España, y hacia ella se encaminan ancestrales caminos y se encaraman la mayoría de los términos municipales. El patrimonio étnico y arqueológico es muy importante y se remonta a tiempos lejanos, siendo el conjunto de fortalezas y baños de época medieval uno de los más notables de la provincia.46 Tras la conquista pasó a ser señorío dependiente del gran cardenal Mendoza que, a su vez, lo cedió en 1491 a su hijo don Rodrigo de Vivar y Mendoza (uno de los bellos pecados del cardenal, en palabras de Isabel la Católica). A partir de este momento comienza la cristianización y reorganización del territorio, pero más en cuanto a la intención que a los hechos, porque la gran masa laboral y poblacional siguió siendo musulmana, aunque legalmente fueran moriscos, es decir, musulmanes bautizados. Esta cesión condicionó de forma decisiva su devenir económico, social e histórico y, lo que a nosotros nos interesa ahora, el arquitectónico, puesto que los marqueses controlaban todas las propiedades y las rentas, incluidas las eclesiásticas, con sus diezmos y obligaciones pertinentes. Aunque los marqueses estaban obligados al mantenimiento de los templos parroquiales y de los sacerdotes, parece que no atendían con demasiado celo estas necesidades y la renovación de los templos, pues a mediados del siglo XVI todavía seguían en pie la mayoría de las mezquitas adaptadas para el nuevo culto, habiéndose construido de nueva planta solamente las de Jérez, Alquife y Dólar, reparado o reedificado en parte las de Aldeire y Huéneja, y se había comenzado la construcción de la de La Calahorra. Esto motivó un largo pleito, no resuelto hasta 1631 y que ha arrojado alguna luz sobre las vicisitudes de estos templos.47 En cuanto a la herencia mudéjar en arquitectura, la mayoría de los pueblos conservan, aunque sean con carácter residual, algunos adarves, pasadizos, vetustas viviendas cubiertas con lajas de pizarra, callejones con trazado inverosímil, que testimonian hue-
llas claras del pasado islámico y morisco.48 Con todo, la herencia monumental más visible son las iglesias parroquiales, a pesar de haber sufrido la mayoría de ellas numerosas reformas y ampliaciones.Todas las iglesias de la comarca y ermitas fueron hechas inicialmente al modo tradicional que entendemos como arquitectura mudéjar, de muros de ladrillo y cajones y cubiertas de madera. La única que no responde a este esquema es la de Dólar, hecha ya en la segunda mitad del siglo XVII, de estilo barroco y cubierta de bóvedas. Este caso aislado no impidió que en edificios del mismo tiempo que el de Dólar (Aldeire o Lanteira) y, en algunas reformas posteriores de iglesias, se siguieran utilizando los mismos aparejos y las armaduras como soluciones habituales, hasta tiempos bien recientes.
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Aparte de algunas capillas o elementos concretos, el contraste estilístico y monumental más notable es el de algunas de las torres, añadidas en el siglo XVIII, de estilo Barroco o Neoclásico, como las de Aldeire, Albuñán, La Calahorra, y sobre todo, la de Cogollos, con su marcada verticalidad y tamaño, las cuales se enfrentan a la sobriedad y horizontalidad del mudéjar anterior. Albuñán
Esta localidad muestra, en su configuración urbana, una clara desvinculación con el pasado musulmán y aún de los primeros siglos de la modernidad, dado que la mayoría de sus calles son anormalmente anchas y despejadas. En la calle Chambado, con entrada por debajo de un curioso pasadizo, se ha creado un Museo Etnográfico, en el que se han reunido algunos aperos, cerámica y demás objetos relacionados con su tradicional actividad agropecuaria.
46 Sobre las herencias islámicas son imprescindibles: ALBARRACÍN NAVARRO, J. y otros. Marquesado del Cenete. Historia, Toponimia y Onomástica. Granada: Universidad, 1986; MARTÍN CIVANTOS, J. Mª. Poblamiento y territorio medieval en el Zenete. 47 Estas noticias se extraen del pleito del Marquesado del Cenete, pero ninguna estaba realmente terminada y de ellas solamente la de Jérez perduró en el tiempo, ya que las actuales restantes son reconstrucción posterior. VILLANUEVA RICO, Mª C. «Un curioso pleito...», p. 1159.También se hacen eco de este pleito ESPINAR MORENO, M.; QUESADA GÓMEZ, J. J. «Mezquitas convertidas en iglesias en las comarcas de Guadix y Baza...» y el libro citado en la nota anterior. 48 Muchos datos sobre herencias populares pueden estudiarse en SORROCHE CUERVA, M. A. Poblamiento y arquitectura tradicional en Granada. Patrimonio de las comarcas de Guadix, Baza y tierras de Huéscar.
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Arquitectura mudéjar en la comarca de Guadix Iglesia de Nuestra Señora de la Anunciación Esta parroquial presenta actualmente un aspecto unitario, aunque con dos partes bien diferenciadas: por un lado, la nave central, lo más antiguo y de carácter mudéjar y, por otro, la cabecera y la nave lateral, así como la torre, añadidas en los siglos siguientes y con una moderada ornamentación barroca. La primera parroquial, como fue habitual, se constituyó sobre la primitiva mezquita islámica, pero a mediados del siglo XVI ya contaba con un nuevo templo. Consta que en 1558 se pagaban fuertes partidas de ladrillos para su edificación y en 1564 se reparaban la torre, sacristía y cuerpo de la iglesia.49 A finales de este mismo siglo ya necesitaba una importante obra, la cual parece que se demoró o no debió ejecutarse con la solidez requerida, puesto que en 1622 se redactan las condiciones para realizar una nueva armadura, contratada por el escultor Miguel de Freila que por aquel entonces hacía el segundo cuerpo de la torre de la catedral accitana50. Todavía se retrasaría algunos años su ejecución51. Las obras debieron realizarse poco después, ya que en 1631 quedaban por hacer algunos remates, como puertas, ventanas, postigos, etc., cuyo pago reclamaba el carpintero Antonio Velázquez, corriendo con la obra de albañilería el maestro Morales. Por la configuración que ofrece la armadura actual, aunque con reformas posteriores, debe ser la realizada entonces. En las décadas siguientes, el incremento de la población, obligaría a ampliar el templo, adosándole en el siglo XVIII una capilla mayor, cubierta por una sencilla cúpula ciega. Está documentado que por el año 1715 se hacía la capilla bautismal y en 1720 la sacristía, que de nuevo requería trabajos en 1751, siendo entonces carpintero Salvador Guerrero y albañil Juan de Ariza. La original torre, con una desmesurada verticalidad, también corresponde a una obra tardía, en este caso de los años 1781-1785, en que se documenta el «costo que ha tenido la torre que se ha construido en dicha» iglesia, pagándose 65.250 ladrillos, 1.430 tejas vidriadas, 150 ladrillos vidriados y piedra de cantería. Estos datos demuestran que originalmente tendría un tejado o chapitel con tejas vidriadas que la dotarían de un vistoso efecto colorista. En el siglo XIX se debió ampliar con la nave lateral a la izquierda y sus capillas, más el camarín de la Virgen del Rosario. En el exterior, la iglesia ofrece sus muros enlucidos bajo una gruesa costra, salvo el blanqueo de las capillas laterales y el cuerpo bajo de la torre. En estas partes se observa la habitual fábrica de ladrillo y cajones de tapial; el campanario es sólo de ladri-
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llo. Tiene dos sencillas portadas, ambas de ladrillo enlucidas. La de los pies con pilastras lisas y cornisa muy sencilla; la lateral, moderna, con recuadro y arco rebajado. La torre es el elemento de mayor originalidad dentro de su modesta fábrica. Consiste en un alto y estrecho prisma, que contrasta con la horizontalidad del cuerpo de la iglesia. En ella se abre una ventana decorada con pilastras apoyadas en unos óvalos, decorados como si fueran unas máscaras humanas, y por encima soportan un fuerte entablamento; el cuerpo de campanas, muy alto, lleva simple vano a cada lado. Ya en el interior podemos comprobar su estructura de una nave, capilla mayor y otras capillas anejas, producto de adiciones paulatinas. La nave principal es rectangular, cubriéndose con armadura de par y nudillo en la cabeza y lima bordón a los pies; el almizate está apeinazado de estrella y aspa en los pies y otro paño que sería primitivamente el cabo superior. Se aprecia perfectamente cómo la armadura se reformó por este extremo para entestar con el arco toral, cuando se construyó la nueva capilla mayor, y se eliminaron las limas y faldón que debió tener originalmente. Los tirantes son dobles con apeinazado sencillo de estrella y aspa, alternadamente, y descansan en canes de cartón abierto en S con sogueado en el frente; todos los papos están agramilados. Al lado izquierdo se abre una nave lateral mediante arcos de medio punto sobre pilares lisos. La cabecera se adosa en forma de crucero, formando una planta de cruz latina de brazos reducidos. Se cubre dicho crucero por una cúpula ciega sobre pechinas, con nervios que arrancan de un cuadrifolio; los laterales llevan cañones con lunetos, peraltados; todo ello descansa sobre pilares toscanos. La capilla mayor está presidida por un retablo barroco, del siglo XVIII, con grandes estípites como soportes y el ático presidido por un gran lienzo de la Inmaculada. Encima aparece la fecha de 1802, único resto de la decoración pictórica que debió adornar esta capilla. En el lateral derecho hay otro retablo, parcialmente conservado, del mismo 49 Esta noticia y las siguientes, sin indicación expresa, proceden del A.H.D.Gu. Fábricas y Leg. 3699. Algunas de ellas son mencionadas en GÓMEZ-MORENO CALERA, J. M. iglesias..., pp. 19-29 50 Condiciones publicadas por ASENJO SEDANO, C. Pueblos e iglesias..., p. 23-24. 51 En uno de los informes del largo pleito entre la Marquesa del Cenete (entonces doña Mencia de Mendoza) y el obispado de Guadix, del año 1626, se afirma que «los vecinos están sin yglesia y Missa, necessitados de yr a buscarla a otros lugares, y ocassionados a no oyrla los dias de precepto, sin que los Obispos traten de hazerla...». La marquesa se escudaba en no costear la reparación, argumentando que dicha población y la de Cogollos no pertenecían al Marquesado. VILLANUEVA RICO, Mª. C. Un curioso pleito..., p. 1164.
Albuñán. Iglesia parroquial. Exterior.
Albuñán. Iglesia parroquial. Detalle de la armadura de la nave.
Albuñán. Iglesia parroquial. Interior.
Catálogo de edificios mudéjares tiempo. En los restantes altares y retablos se conservan esculturas y pinturas, algunas de interés y de cierta antigüedad, como la imagen de san Lucas, de principios del siglo XVII, la Virgen del Rosario o el Santo Entierro. Entre las esculturas modernas se encuentran las de los patrones: la Virgen del Carmen y san Francisco.
Aldeire
Su blanco caserío, con marcados aires serranos, muestra claras reminiscencias del pasado islámico y la consiguiente continuidad mudéjar. Sus baños, aunque de origen musulmán, fueron reconstruidos en 1529-1530 y funcionaron hasta 1566, con lo que tendríamos una aportación netamente mudéjar en un campo diferente al de la arquitectura religiosa. Constan de las salas habituales de agua fría, templada y caliente (al bayt-al barid, al-bayt al-wastany y al-bayt al-sajun, respectivamente), con las alcobas para las piletas del agua y entre ellas el emplazamiento del horno para calentar el suelo y el agua. Aunque se conservan de forma incompleta las bóvedas y faltan algunos muros, es muy interesante. De lo conservado, parece que en su mayor parte pertenece a la reconstrucción, puesto que consta que fueron destruidos al negarse a pagar los impuestos obligados para la construcción del palacio de La Calahorra. Es importante constatar el hecho de la renovación de este baño, que sirvió también para los vecinos de La Calahorra, y en época tan tardía, porque refuerza la peculiaridad y continuidad morisca, como reducto social islámico en la comarca.52
Iglesia de Nuestra Señora de la Anunciación Establecer la historia constructiva de esta iglesia no es tarea fácil, porque las reformas han sido varias e importantes y la documentación es muy parca, por no decir nula.Tenemos que acudir a la observación directa y el análisis de lo que se denominaría arqueología mural y de detalles para acerarnos a su complicada realidad. Aún así, y a pesar de las reformas y ampliaciones sufridas, el resultado final es el de un templo monumental y con un interior plenamente sugestivo, sobre todo por la calidad y el estado de conservación de su carpintería. No consta el momento de la construcción en el siglo XVI, pero en 1550 todavía servía la antigua mezquita adaptada para el culto cristiano. Cuando la rebelión morisca de 1568 fue saqueada e incendiada, sin que sepamos qué reparos se hicieron en los
años siguientes. Es consideración tradicional que la iglesia es del siglo XVI, pero del edificio actual lo más antiguo, es la nave que debió hacerse en la segunda mitad del siglo XVII, o al menos gran parte de los muros. En el siglo XVIII se añadiría la cabecera, constituida por un estrecho presbiterio, cubierto por cúpula y sendas dependencias laterales, que forman un transepto que no llega a sobresalir al exterior. Del mismo tiempo, o algo posterior, es la torre, como lo evidencia su estilo, la configuración tan vertical y la forma del campanario. Los muros exteriores, sobre todo el lateral izquierdo, demuestran, asimismo, las adiciones y superposiciones murales que se han producido sucesivamente. El testero original se ve cortado y unido con otro cuerpo de igual fábrica, pero más alto, como se puede ver en la cornisa, y, en el rincón siguiente, de nuevo se aprecian cortes de unión entre los diferentes cuerpos. Posiblemente la primitiva cabecera se remodeló y reconstruyó, en parte, para realizar el transepto y cúpula de diseño tan extraño y reducido. Pero hay más reformas posibles. La armadura principal debió rehacerse muy tardíamente, posiblemente a finales del XVIII o ya en el siglo XIX, puesto que en ella aparecen elementos decorativos y estructurales muy tardíos, aunque este hecho no es demérito, porque el conjunto de la carpintería es espléndido. De la misma época debe ser el coro, mientras que el órgano es obra de 1786.
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A pesar de su relativa modernidad, el empleo de muros con cajones, en este caso de mampostería, encintados de ladrillo y, sobre todo, el conjunto que forman la magnífica armadura, el amplio coro y la tribuna del órgano, son un buen ejemplo de la inercia manifestada en esta comarca por el arte mudéjar y la maestría alcanzada por los llamados «carpinteros de lo blanco» en las tierras de Guadix.
El exterior ofrece su construcción tradicional de albañilería, con dos portadas latericias. La lateral, con arco de medio punto, entre dobles pilastras finas, la más interior solapada con un recercado bastante extraño. Encima un entablamento muy moldurado soporta una hornacina central y remates laterales de pares de pirámides. La de los pies sigue un esquema similar, pero con pilastras sencillas y doble ventana, con una corona en las albanegas en vez de hornacina. La torre domina visualmente por su acentuada elevación. Se encuentra justo detrás de la cabecera, en el eje de la iglesia. Es un alto prisma liso sobre el que se levanta el campanario, muy esbelto, rematado en una cúpula y con 52 Sobre este baño y los de la zona, son fundamentales: RIVAS RIVAS, J.C. Los baños del Marquesado del Cenete; VÍLCHEZ VÍLCHEZ, C. Baños árabes, pp. 83-85; MARTÍN CIVANTOS, J. Mª. Ruta de la herencia árabe, pp. 31-32.
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Aldeire. Iglesia parroquial. Fachada de los pies.
Aldeire. Iglesia parroquial. Interior.
Alquife. Iglesia parroquial. Detalle de la armadura.
Arquitectura mudéjar en la comarca de Guadix las esquinas ochavadas y con pirámides en los rincones, todo al gusto de los arquitectos clasicistas de finales del XVIII. Su diseño pudiera deberse a Jacobo Ferro o Domingo Tomás, que trabajaban en la catedral de Guadix a finales del XVIII. En el interior podemos contemplar su amplia nave, cubierta por un poderoso artesón ochavado en la cabecera y de limas moamares a los pies. Los faldones y almizate son de jaldetas (tablazón lisa), con paños de lacería en los cabos y el centro del almizate. Los tirantes son dobles y apeinazados y descansan sobre canes decorados con hojas de acanto muy carnosas; imitan a los del siglo XVI, pero se ve claramente que son obra posterior por la forma de cortar las maderas y los adornos laterales.También demuestra su realización tardía la forma de resolver los tres faldones en la cabecera, puesto que el central lleva ocho pares y los dos laterales nueve, forma inusual en las armaduras mudéjares tradicionales. El coro se soporta sobre un buen alfarje de grandes vigas sobre canes dobles y la tribuna del órgano sobresale del mismo como una estructura independiente. De esta forma, la contemplación de esta serie de elementos lignarios constituye un deleite para los sentidos. La cabecera muestra un esquema clasicista, pero algo constreñido por su estrechez, con cúpula central ciega y dos capillas laterales con bóvedas de cruceros, todo sobre apilastrado toscano. Se debe destacar algunos enseres litúrgicos de interés, como son la pila bautismal de mármol rojo, realizada en 1755, y un banco-arcón con finos apilastrados jónicos, posiblemente del siglo XVII, de los característicos pertenecientes a las hermandades y cofradías para guardar las velas y otros objetos. El retablo mayor es moderno y alberga a la Virgen del Rosario, patrona de Aldeire, acompañada por el Sagrado Corazón y san José.
Alquife
Iglesia de Nuestra Señora de la Anunciación La primera iglesia de este lugar se construyó a medidos del siglo XVI. En el pleito del Marquesado se indica que era una de las pocas que estaban hechas y sin embargo, en años posteriores se subastó una obra importante, por 100 ducados, que estuvo a cargo del albañil Francisco Roldán y el carpintero Bartolomé Meneses. En el siglo XVII se informa que su estado era ruinoso y carecía de ornamentos.
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Asenjo Sedano afirma que este templo se encontraba en un lugar diferente, más cercano al cerro, y que el actual se debió reconstruir de nueva planta en el siglo XVIII, aprovechando la armadura. La reutilización de la armadura parece evidente por la forma de entroncar con el arco toral.También al exterior se comprueba esta reconstrucción en el encuentro del tejado del crucero y la nave, solucionado con un tejadillo, lo cual pudiera indicar un rebaje de la altura de la nave y la reconstrucción de la armadura y, de ello deviniera esa solución tan burda en el interior; por otra parte, las cornisas han sido rehechas enteras. En 1780-1781 se amplió el templo, añadiendo a la nave una cabecera —parecida a la vista anteriormente en Albuñán—, formada por un crucero, cubierto por una cúpula ciega sobre pechinas, con sus laterales correspondientes y la capilla mayor; también entonces se abrió la portada de los pies, dirigió esta obra el maestro Andrés López.53 Posteriormente sufriría nuevas reformas que se dilatan hasta el momento actual, como son la torre con su chapitel metálico, la pintura de la capilla mayor y los retablos, así como la portada actual. Su aspecto exterior muestra el conglomerado de volúmenes característico de estos templos, con una cabecera que domina sobre el resto. La torre resulta claramente moderna por su pequeñez y en ella solamente destacar la pequeña espadaña metálica con su esquilón, elemento presente en algunas de las iglesias de la comarca. La portada de los pies es reciente e imita a la de Jérez. Hacia el interior podemos ver su estructura de una nave y cabecera formada por un crucero y capilla mayor de poca profundidad. Dicha cabecera muestra un esquema clasicista, con apilastrado sencillo y cúpula sobre pechinas en el crucero. La modernidad estructural y el ornato de la cabecera contrastan con el mudejarismo de la nave, de paredes blancas y lisas y cubierta de armadura de madera. Dicha armadura, como ya se ha dicho, es la antigua salvo en el extremo del arco toral. Es de par y nudillo, con limas moamares a los pies, tirantes dobles con sencillo apeinazado y canes de tracería gótica. Muestra ligeros toques de policromía en los pares y en las lacerías de los apeinazados que forman unos reducidos paños en la cabeza y los pies del almizate. El faldón de los pies presenta los característicos pares alarozos o dobles en el centro, lo cual parece sello habitual del carpintero Bartolomé Meneses, uno de los más experimentados y activos de la época. La capilla bautismal se cubre, igualmente, con una pequeña armadura de limas moamares, de labra más tosca y rehecho su almizate. 53 Noticias procedentes del Archivo Parroquial. Su coste fue de 32.905 reales.
Catálogo de edificios mudéjares Las pinturas de este ámbito las realizó sobre el año 1940 Antonio Balboa Guerrero. El testero del altar mayor está presidido por una pintura mural de la Anunciación y debajo se encuentra el Cristo de la Buena Muerte, un bello crucificado obra del escultor Sánchez Mesa. Otra escultura, también moderna, pero que goza de gran devoción en Alquife, es san Hermenegildo, patrono de la localidad, obra de Eduardo Espinosa.
Cogollos de Guadix
Esta población y Albuñán no pertenecieron históricamente al Marquesado, pero se encuentran dentro del mismo enclave geográfico e igualmente sus iglesias muestran similitudes con las anteriores. En la población se encuentran todavía algunas casuchas y caserones que demuestran clara antigüedad y herencia ancestrales, pero, en general, la mayoría han sido renovadas. Destacable es un aljibe de época musulmana, recientemente rehabilitado.
Iglesia de Nuestra Señora de la Anunciación Esta iglesia ofrece un claro ejemplo de las ampliaciones y el enriquecimiento que, con el paso del tiempo, experimentaron muchos de estos templos rurales, inicialmente muy modestos. La primera construcción, en sustitución de la anterior mezquita, debió realizarse muy pronto, como lo testimonia la presencia en la portada lateral de un arco apuntado y los canes de tracería de la armadura de la nave. Poco más tarde, hacia mediados del siglo XVI, se realizaría la capilla mayor, ya que, a pesar de su arco toral apuntado, se aprecia que es un añadido a lo anterior y los canes de la armadura son del tipo de acanto. Más reformas y ampliaciones ha experimentado la iglesia y se aprecian en una observación atenta, aunque no estén documentadas. La primera es la ampliación de la nave principal, que creció hacia los pies en un momento indeterminado, pero posiblemente en el siglo XVII o XVIII. Efectivamente, en el muro exterior derecho, donde ahora hay un ciprés, se aprecia que una de las rafas, o pilares de ladrillo, está reformada y ensanchada para unir los dos tramos, aunque el actual blanqueado no permita apreciarlo con toda nitidez. También lo demuestra el que la nave resulta desmesuradamente larga y el que la armadura ofrece una decoración diferente en los pares de
la zona de la cabecera y la de los pies; aparte de ello, se aprecian cambios en la coloración de los pares que señalan que la armadura fue desmontada, ampliada y recompuesta. Incluso parece que el muro izquierdo, donde ahora hay una nave lateral, debió reconstruirse antes de la última ampliación, la de la nave lateral izquierda, porque los canes de la parte de la cabecera se observa que estaban más embutidos originalmente, ya que se distingue en sus costados el corte que habitualmente se hacía para encajar los aliceres del arrocabe. La portada de los pies, con un esquema sencillo toscano, corrobora una construcción posterior al siglo XVI. Un elemento de singular valor en esta iglesia es la torre, verdadera atalaya y faro de toda la comarca, que emula la de la catedral; su construcción debió realizarse en la segunda mitad del siglo XVIII. Por último, y también en fecha desconocida pero no más allá del siglo XIX, debió añadirse la nave lateral que hay a la izquierda. Aparte de lo dicho sobre la compleja construcción de esta iglesia, aún necesitó obras y reparaciones diversas en las armaduras, con atirantados de hierro, cuya reforma se comprueba igualmente en el exterior por los aleros, que son una imitación (sin conseguirlo) de los del siglo XVI, de ladrillos en esquina, amén de otras intervenciones menores.
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En su visión exterior, contrasta la horizontalidad y moderado volumen del templo con la verticalidad y lo aparatoso de la torre. Se puede afirmar que es la más pretenciosa de toda la comarca, si excluimos la de la catedral. Sus cuatro cuerpos, todos labrados en ladrillo, se superponen con afán de innovación. El de abajo es liso, el siguiente se compone con dobles columnas toscanas, extremadamente finas, y encima está el campanario, con apilastrado igualmente toscano; en el frente principal se superponen ventanas con adornos diferentes de chambranas toscanas y pirámides. Remata la torre en un cuerpo octogonal y lleva debajo de la cornisa unos apliques de enlucido con recortes a modo de festón y en el friso medias esferas cerámicas. Unas pirámides picudas ubicadas en las esquinas del chapitel hermosean esta obra. Viendo esta torre por dentro y por fuera hace pensar que todo el esfuerzo de su ejecución se volcó en el exterior, por su gran ostentación, mientras que el interior está prácticamente hueco; unos tablados toscos de madera van formando los pisos, y unas escaleras, cuyo ascenso constituye ahora un claro peligro, es todo cuanto encierra. La portada lateral, la más antigua, ofrece un arco doblado y apuntado. La terminación en pico de los laterales por debajo de las impostas resulta algo caprichosa, pero puede
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Gogollos de Guadix. Iglesia parroquial Exterior.
Catálogo de edificios mudéjares deberse a haber recortado las bandas que originalmente llegarían hasta el suelo, posiblemente por estar muy deterioradas. La portada de los pies es un simple esquema toscano que bordea un arco de medio punto, ligeramente deprimido. Es curioso que, actualmente, el lateral derecho exterior de la iglesia y la fachada de los pies estén blanqueados, mientras que el lateral izquierdo y la cabecera, que quedan menos expuestas a la vista, están en su forma de fábrica original, dejando ver al mismo tiempo los larguísimos cajones de la nave lateral. Ya dentro podemos apreciar la nave principal, muy larga y no demasiado alta, la capilla mayor abierta por arco apuntado, más otra nave adosada en el costado izquierdo, separada por pilares circulares de ladrillo, muy gruesos, y arcos de medio punto, en ladrillo visto. Las armaduras son elementos notables. La de la nave central es un gran artesón de limas moamares a los pies y par y nudillo en la cabeza, con sencillos paños cuadrados de lacería en el almizate y pares dobles apeinazados, en número de ocho, que apoyan en canes de tracería gótica. Los tirantes y canes, así como el adorno de los pares, con pequeños toques de color imitando la taracea, como ya se ha dicho, son diferentes en su terminación en las dos partes de esta nave. Ya se han comentado las recomposiciones y ampliaciones sufridas por la armadura, así como la presencia de unos tirantes de hierro de refuerzo. En la capilla mayor hay otra armadura cuadrada de limas moamares, cuadrales dobles en las esquinas y apeinazado en el almizate de estrella y aspa, sencillo y rutinario, pero de buen efecto; en este caso, los canes son de acanto renacentista. El coro, a los pies, es otro buen alfarje de madera. Por su parte, las armaduras de la nave lateral, son un alfarje y un colgadizo, ambos modernos. Otra obra notable en esta iglesia, por su exotismo y monumentalidad, es el retablo mayor, de estilo barroco, de hacia 1730-1760. Sobre la fecha de realización y autoría nada se sabe. Encima del cuadral izquierdo de la armadura aparece el escudo episcopal, con los borlones y el capelo, pero en el óvalo central falta el escudo específico. El capelo indica su pertenencia a una orden religiosa, por lo que pudiera tratarse del obispo fray Miguel de San José y Guevara, que ocupó la silla de Guadix-Baza en los años 1750-1757. Otro obispo muy benefactor de las obras de Guadix fue fray Bernardo de Lorca y Quiñones, que lo fue de 1773 a 1798, aunque el retablo parece algo anterior. El autor también es desconocido, pero se ve claramente que se trata de un maestro lejano a los modelos habituales en la retablística granadina. Tiene dos cuerpos a cual más extravagante, el primero con columnas que devienen en cascada de
angelitos sobre frondosa hojarasca, y hornacina central flanqueada por bellos estípites; el segundo con apilastrado y de nuevo con multitud de angelitos, hojarasca, quiebros de molduras y penachos, hasta rematar en el anagrama de María coronado por dos angelotes. Totalmente novedosa es la sustitución del dorado habitual por una variada policromía, aunque ésta parezca algo desvirtuada por las restauraciones sufridas. Su labor imitando jaspes y otros detalles parecen indicar una aplicación posterior a la realización del retablo, ya a finales del siglo XVIII o, quizá, en el siguiente. No existe otro similar ni de tan gran envergadura en la comarca, con la única comparación posible con el de Jérez, pero más moderado en su desarrollo y estilo. El tabernáculo central alberga la imagen de la Virgen de la Cabeza, cuya fiesta se celebra a finales de abril, y sobre él hay una escultura de san Miguel.
Dólar
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Antes de comentar la ermita, se describirá la iglesia parroquial de Dólar, la única que se puede considerar no mudéjar del Marquesado, aunque la de Ferreira la hayamos excluido también por sus profundas transformaciones. Esta iglesia fue la primera, y una de las pocas parroquiales de la comarca de Guadix, realizada acorde a los criterios de un Barroco moderado. Se da la circunstancia, además, de que por el mismo tiempo, o poco antes, se hacían las de Lanteira y la de Aldeire siguiendo la tradición mudéjar. Por una reclamación de gastos, sabemos que fue su constructor el albañil Diego Sedeño, el cual reclamaba deudas pendientes al administrador en el año 1689 y afirmaba que estaba haciendo la iglesia nueva de Dólar; la torre es de finales del siglo XVIII y la hacía Jacobo Ferro.54
En su interior encontramos elementos tan notables como un repertorio de adornos, inspirados en el vecino palacio de La Calahorra, mezclados con iconografía cristiana (san Juan, la Anunciación, etc.), una portada lateral con una composición curiosísima y de nuevo con representaciones mitológicas, el alfarje del coro con adornos preciosistas de encintados en el arrocabe, así como una hermosa cúpula sobre pechinas, con prolija decoración de encintados y rejillas, como cubierta de la capilla mayor. 54 Datos procedentes del A.H.D.Gu. Leg. 3.700. En el inventario de bienes artísticos, dirigido por Pita Andrade y que no llegó a publicarse, se recoge que los albañiles encontraron una fecha, estando reparando el tejado, en que se indicaba que la iglesia se había hecho en 1673.
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Cogollos de Guadix. Iglesia parroquial. Retablo.
Catálogo de edificios mudéjares Ermita de San Andrés Esta ermita, enclavada en las afueras Dólar, es un edificio de interés en el que destaca su buena armadura. En un informe redactado por el párroco de Dólar en 1930 se dice que dicha ermita fue construida hacia 1635-1645; también consideraba que la devoción debieron traerla los repobladores que vinieron tras la expulsión de los moriscos.55 Consta la ermita de una nave, de las llamadas de planta de cajón, cubierta con una armadura de lima bordón, cuadrales en las esquinas y tres pares de tirantes dobles y apeinazados sobre canes de cartón abierto; el tirante de la cabecera es especialmente ostentoso. La decoración es de jaldetas salvo los extremos del almizate que llevan apeinazado de estrella y aspa, formando dos bandas a los pies y un paño cuadrado en la cabeza. Según información oral de Ricardo Ruiz, hace años tenía decoración pintada en el arrocabe, de angelitos, eliminados en una restauración, pero se desconoce su tenor y antigüedad. El exterior, muy restaurado, así como la propia armadura, muestra la consabida fábrica de cajones encintados de ladrillo y espadaña sobre el hastial de la fachada.
Huéneja
Esta localidad cuenta con notables herencias de su pasado islámico, mudéjar y, al fin, morisco, como son algunas de sus calles en recodo, adarves, callejones sin salida, casas cubiertas con lajas de pizarra y patios con pies derechos de madera; los barrios de mayor carácter son el del Albaicín y el del Castillo. Miguel Ángel Rivas ha localizado, ente otras herencias mudéjares, tres hornos de los cuales uno todavía se conserva en parte.También ha estudiado una modesta casa morisca existente en la calle de Santa Ana.56
Iglesia de Nuestra Señora de la Anunciación57 Este templo sustituyó a la mezquita musulmana, con los necesarios reparos y adaptaciones. Para este templo, Ambrosio de Villegas hizo una portada en 1557, seguramente de ladrillo, que desaparecería posteriormente. Esta mezquita debió perdurar bastante tiempo, como se deduce por el ya citado pleito entre el obispo de Guadix y los marqueses del Cenete.58 La construcción de la nueva iglesia tuvo lugar bien entrado ya el siglo XVII. En un informe de 1626 se afirma que ya se estaba construyendo, mientras que la antigua estaba en ruinas y se decía misa en un alhorí (granero). Se acabó en 1634, fecha que aparece sobre la portada.
El exterior de la iglesia contrasta en volumetría y cromatismo con el entorno inmediato de casas encaladas de la población. Sus muros muestran una buena fábrica de cajones de mampostería encintada de ladrillo. Las portadas, a los pies y en el lateral, son simples arcos de medio punto. La principal está adornada con una hornacina entre pilastras, la cual alberga una Inmaculada de mármol, rematada con frontón partido y el escudo del obispo Araoz; debajo se lee la inscripción: SIENDO OBISPO DE GUADIX FRAI IVAN DE ARAOZ I FIA A[año] 1634. Las puertas las hizo el carpintero Andrés Hernández en 1644. La torre es obra posterior, de los primeros años del siglo XVIII, muy robusta y de muros lisos, con un potente campanario de dobles vanos, muy angostos y rehundidos, para alojar las campanas. El 4 de mayo de 1910 cayó un rayo sobre la torre destruyendo su chapitel, por lo que se hizo una cúpula de aspecto extraño que fue eliminada y vuelta a sustituir por un tejado a cuatro aguas hace pocos años.También en este tiempo se han eliminado los blanqueados que tapaban los muros.
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Consta la iglesia de tres naves, separadas por arcos de medio punto sobre pilares cuadrados y lisos y una capilla mayor, de planta cuadrada y separada por arco toral semicircular. Las paredes están todas enlucidas y su interior resulta diáfano y sobrio. Lo más destacable de su tradición mudéjar son las armaduras. La de la nave central es de las llamadas de lima bordón, con adornos de entrelazados solamente en los extremos y centro del almizate; lo más curioso y original es que los tirantes dobles son todos diferentes en su decoración de lacerías, algunos de ellos con apeinazado muy tupido. Los canes de los tirantes son de los de tipo de cartón abierto, característicos del siglo XVII. Las armaduras laterales son sencillos colgadizos, mientras que en la capilla mayor la armadura es de limas moamares, faldones lisos y almizate con lacerías de estrella y aspa y algunos toques de pintura en los pares, imitando labor de taracea. Por su aspecto y adornos, esta armadura parece de factura bastante reciente. La calidad de la madera de pino resalta especialmente en esta iglesia, por su limpieza y estado de conservación. 55 Noticia recogida por ASENJO SEDANO, C. Pueblos e iglesias..., pp. 105 y 107. 56 Para el conocimiento de esta localidad en su pasado medieval y mudéjar se remite a RIVAS HERNÁNDEZ, M. A. Huéneja en la historia. 57 De esta iglesia y de la ermita de la Presentación aporto un breve estudio en GÓMEZ-MORENO CALERA, J. M. La arquitectura religiosa granadina..., pp. 440-444. 58 VILLANUEVA RICO, Mª. C.- «Un curioso pleito...», pp. 1159 y 1164.
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Huéneja. Iglesia parroquial. Hornacina sobre la portada.
Huéneja. Ermita de la Presentación. Armadura.
Catálogo de edificios mudéjares El retablo mayor es moderno, imitando discretamente los de principios del XVII, de tipo clasicista. En 1852 Francisco Contreras, arquitecto y maestro mayor de obras, dio el diseño y condiciones para hacer el tabernáculo y adorno de la capilla mayor de Huéneja, aprovechando las maderas del retablo antiguo, el cual desapareció en 1936. El coro, ubicado a los pies, es de madera sobre zapatas de acanto.
Ermita de la Presentación59 Su origen y la devoción a la Presentación de la Virgen se remontan a la llegada de los repobladores cristianos tras la rebelión de los moriscos de 1568. Debió construirse entonces un edificio modesto, sustituido por el actual en las primeras décadas del siglo XVII. Su envergadura y riqueza supera ampliamente el tamaño habitual de las ermitas de la zona. Consta de una nave que integra el altar mayor y se cubre con una buena armadura de madera. de las de lima bordón y pares y faldones con motivos de jaldetas, salvo los cabos del almizate que ofrecen paños decorados con sencillos lazos de ocho con los zafates rellenos, parecidos a los de la parroquial y algunas de las armaduras tardías de la zona. Los tirantes son dobles, con original apeinazado dispuesto en forma simétrica que descansan en canes manieristas con gallones. Los cuadrales son, extrañamente, dobles, pese a ser las limas simples. Toda ella está agramilada, como de costumbre, y conserva algunos restos de policromía y dibujos preparatorios en los apeinazados para pinturas que no se realizaron. A los pies se encuentra el coro, consistente en un alfarje como suelo, con viguetas que apoyan en canes similares a los de los tirantes. En diferentes momentos se añadieron algunas capillas. La más interesante es la dedicada a san José, patrocinada por la familia Martínez Cañavate, cuyo escudo se encuentra en la clave del arco de acceso. Está decorada con pinturas murales dedicadas al Santo Patriarca y a la Virgen María, presididas por una cúpula con elegantes ángeles músicos; los arcos y paredes ostentan una profusa decoración vegetal. Todo ello está expresado con el encanto que le otorga su marcado carácter popular. Se fecha en el año 1739. En el costado derecho hay otra capilla más sobria, levantada en 1878, dedicada al Santo Sepulcro. La torre, rematada en un cuerpo ochavado, fue terminada en 1834. La portada actual es moderna. Obra de interés es el retablo mayor, de estilo barroco, realizado a mediados del siglo XVII, pero con reformas y añadidos importantes en 1944. Fue labrado por el escultor Cecilio López, abuelo del gran escultor José de Mora, y policromado por Ildefonso Ji-
ménez. Elementos destacables del mismo son la decoración entorchada de las columnas dobles y los robustos y fieros leones a los lados del altar; los remates y cresterías son añadidos modernos. Las esculturas que ocupan las hornacinas laterales fueron esculpidas entre 1939 y 1944 por el taller de Eduardo Espinosa Cuadros y representan a san Joaquín, santa Ana, san Juan Bautista y san Roque. El camarín está adornado con símbolos lauretanos y presidido por la imagen de la Virgen de la Presentación, obra posible del siglo XVIII, aunque restaurada en varias ocasiones.
Jérez del Marquesado
Esta localidad conserva un entramado urbano y numerosas casas que pueden considerarse herencia del pasado islámico y mudéjar. El caserío se ha ido renovando y modernizando, con lo que se han ido dignificado las viviendas, pero al mismo tiempo se han perdido algunos signos de identidad. Aún así, todavía son numerosas las casas que muestran su antigua estructura de muros, cubiertas, ventanales con postigos y puertas que denuncian una ascendencia muy pretérita. Su entramado urbano es delicioso de recorrer, con sus laberínticas calles, en las que nos encontraremos con rincones de verdadero encanto, como un antiguo torreón islámico, casas construidas ya con lajas de pizarra, ya con ladrillo, tierra u otros materiales, pero indefectiblemente blanqueadas y pulcras. Muchas ventanas y balcones conservan sus postigos de madera y sin cristales. Notable es en este sentido el contraste que ofrece la casucha en el arranque de la calle Herrería, con su balcón vetusto y casi milagrosamente sostenido por rollizos, junto al Ayuntamiento moderno. No menos atractivo es el entorno paisajístico, con sus famosos castañares y la mole de Sierra Nevada, con el llamado Picón de Jérez, al fondo.
Iglesia de Nuestra Señora de la Anunciación Esta iglesia es una de las más monumentales de la zona y conserva bastante bien su pleno carácter mudéjar, aunque con añadidos posteriores de estilo barroco que realzan aún más su valor artístico. Fue la primera y casi única construida con una mínima
59 Para su estudio es fundamental RIVAS HERNÁNDEZ, M. A. Ermita y culto de Nuestra Señora de la Presentación de Huéneja.
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Hu茅neja. Ermita de la Presentaci贸n. Exterior.
JĂŠrez del Marquesado. Iglesia parroquial. Exterior.
JĂŠrez del Marquesado. Iglesia parroquial. Interior.
La Calahorra. Iglesia parroquial. Interior.
Catálogo de edificios mudéjares dignidad en el Marquesado, allá por los años 1535 y 1550. Sus constructores fueron el experimentado albañil Francisco Centeno y el carpintero Miguel Ruiz, siguiendo el modelo de las iglesias de Santa Ana y Santiago de Guadix.60 Algunos elementos, como el chapitel de la torre, el coro y las capillas laterales se terminaron o modificaron años más tarde, introduciendo nuevos modelos estilísticos. También los retablos y altares son, en general, más tardíos, así como la desmesurada escalera de subida al coro, realizada recientemente. Los muros exteriores son los habituales de cajones de tapial reforzados por rafas (pilares) y cintas de ladrillos. La capilla Sacramental se hizo del mismo modo, pero con cajones de tapial y recorriendo la parte alta con un cordoncillo de inspiración franciscana. La cornisa de esta capilla es moldurada de ladrillo cortado y las del resto las características del siglo XVI, de doble fila de ladrillo en esquina. Valor especial tiene el contraste que ofrecen sus dos portadas. La de los pies es de tradición mudéjar, con arcos doblados y medias columnas, todo labrado de ladrillo. La lateral, por el contrario, es buena obra de cantería, de estilo renacentista, con elegantes columnas corintias que enmarcan el arco de acceso; en las enjutas campean los escudos del obispo Antonio del Águila y en el friso se lee su fecha: ANNO DNI 1541 DIE 6º DECENBRIS (Año del Señor de 1541, día 6 de diciembre). No es normal el incluir una inscripción con la fecha de forma tan concreta. Es posible que se quisiera referir a la dedicación a la Inmaculada, pero debería haber sido el día 8 que es el de su onomástica. Sobre el entablamento se encuentra una hornacina, presidida por una escultura de la Inmaculada en piedra, y a los lados dos ángeles sostienen unas cartelas con inscripciones prácticamente borradas. Las dimensiones de la portada y su ubicación en un lateral obligaron a elevar el testero que la acoge, solución similar a la vista en la iglesia de Santiago de Guadix. Es la portada más monumental y la única de estas características del Marquesado. La torre es un alto prisma que remata en un campanario y encima un chapitel puntiagudo de pizarra, con una espadaña de hierro encima. Este chapitel ha sido rehecho en diferentes ocasiones, una de ellas a finales del siglo XVI. Posiblemente, en origen tuviera tejas o ladrillos cerámicos de colores, al modo que hoy lo está la torre de Santiago con la que guarda un claro paralelismo, aunque en este caso el vano para las campanas sea sencillo.
Un vetusto portalón de madera con herrajes antiguos en la portada de los pies permite el acceso al interior. Éste se articula mediante tres naves separadas por pilares circulares y medias columnas adosadas como soporte de los arcos, en todo similares a los de las iglesias de Santiago y Santa Ana de Guadix. La capilla mayor es rectangular y está enmarcada por arco de medio punto sobre medias columnas muy estilizadas, con capiteles al modo gótico con ligeros adornos de cardinas. Las tres naves y la capilla mayor están cubiertas por armaduras, decoradas con lacería mudéjar y pinturas, aunque apenas perceptibles por la oscuridad y la suciedad y humos acumulados de siglos. La de la nave central es de limas moamares con dobles tirantes y con la tablazón decorada con labor de menado. Su tablazón ostenta motivos renacentistas de candelieri y guirnaldas vegetales, alternando sobre fondos azulados y rojizos, originalmente muy vistosos por su contrastado colorido. El arrocabe, igualmente, está recorrido con motivos propios de la fantasía ornamental del Renacimiento. Los tirantes dobles, y con sencillo apeinazado, descansan sobre canes de tracería gótica. La armadura de la capilla mayor es de mayor suntuosidad, de tres paños, con lazos decorativos en los faldones y el almizate, y una gran piña de mocárabes. Las naves laterales llevan alfarjes en colgadizo, con algunos paños rehechos de forma más rústica.
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El coro, dispuesto a los pies, es un alfarje rehecho modernamente, aunque conserva visualmente su carácter tradicional; no así su enorme escalera metálica de acceso. A su lado han aparecido restos de pintura con encuadres arquitectónicos y parte de la figura de san Lorenzo. Los altares de los laterales son reconstrucción moderna, de estilo historicista e inspiración neoclásica. El retablo que preside el altar mayor es Barroco. El cuerpo superior es el original y el inferior ha sido terminado en 2007, en sustitución de otro de ladrillo y yeso muy deteriorado. El camarín y la iglesia están presididos por la patrona de Jérez, la Virgen de la Purificación, conocida popularmente con el nombre de «la Tizná», por su intervención milagrosa al salvar la vida de unos niños
60 En su testamento, Centeno afirmaba: «Yten digo que la iglesia de Xeres a sido a my cargo, yo la tengo hecha e acabada conforme a la traça e condiçiones, y más de çiento cinquenta ducados que ay de demasías y en la torre..., y en el asiento de la portada y las pilas y otras demasías». A.H.D.Gu. Leg. 3.700. Publicado en GÓMEZMORENO CALERA, J. M. «Documentos inéditos sobre la construcción...», p. 231. Otros datos referentes a la construcción de esta iglesia pueden consultarse en ASENJO SEDANO, C. Pueblos e iglesias..., pp. 163-170. Manuel Gómez Cruz ha publicado una serie de trabajos sobre Jérez, siendo fundamental el resumen que se ofrece en GÓMEZ CRUZ, M. Jérez del Marquesado. Desde sus orígenes...
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Arquitectura mudéjar en la comarca de Guadix cuando les alcanzó un rayo en 1653; la imagen actual, moderna, sustituyó a la anterior destruida en la pasada guerra civil. Hay en esta iglesia, además, una bella escultura barroca de la Inmaculada y otras imágenes de interés devocional. Obra notable de este templo es la capilla barroca, ubicada en la nave lateral izquierda, añadida en la primera mitad del siglo XVIII. Tiene planta ochavada y se cubre por una cúpula sobre pechinas, todo decorado con delicados adornos de yesería tallada en resalte y toques de moderada policromía. Los temas y figuras son diversos, alternando ángeles músicos sobre los pilares, escudos de la orden dominicana y franciscana, más el de san Torcuato (báculo, palma y mitra) y el de la Esclavitud Mariana, en las pechinas, con unas cariátides como fantasmagóricas y pilastras recorridas por guirnaldas en el casco de la cúpula, con su linternita diminuta como remate. En el arranque del arco de ingreso están las virtudes de la Fe y la Esperanza, y por dentro, sobre la clave, un bonete en referencia a su promotor: el beneficiado de esta iglesia Blas Gómez, como se deduce de una cartela muy perdida a la derecha que lo testimonia. Faltan el retablo e imágenes originales que antaño completaron esta capilla. Originalmente debió tener un carácter mariano, quizá dedicada a la Virgen del Rosario o a la propia de la Purificación, pero luego ha asumido un sentido sacramental.
La Calahorra
Esta población cuenta entre su patrimonio con el famoso castillo-palacio, edificio de primer orden y pionero del estilo Renacentista en España, patrocinado por Don Rodrigo de Vivar y Mendoza, primer Marqués del Cenete. En su casco urbano se encuentran viejas casonas, un palacete con un escudo fechado en 1738, y calles con el encanto de el rancio sabor de antaño. La anchurosa plaza mayor acoge, frente a frente, al Ayuntamiento, con restos de arquitectura nobiliaria en su fachada, y a la iglesia parroquial.
Iglesia de Nuestra Señora de la Anunciación Es una de las más monumentales del Marquesado, ya que su primera estructura mudéjar fue ampliamente enriquecida con aportaciones barrocas, como la torre, varias capillas y retablos de cierto interés. A pesar de la aparente unidad constructiva, las noticias documentales nos aportan suficientes datos para hacernos una idea de los numerosos avatares ocurridos en su construcción. La iglesia fue trazada en 1546 por
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Francisco Centeno, el mismo albañil que realizara las de Santiago y Jérez, quedando en la subasta con la obra Simón de Moya, al cual, posteriormente, se le dieron nuevas trazas que suponían una ampliación respecto al diseño anterior.61 Poco después, en 1550, en el famoso pleito entablado entre la marquesa del Cenete y el obispado de Guadix, la marquesa declaraba que la iglesia tenía las paredes alzadas hasta la mitad.62 En 1553 Moya rehúsa seguir con la obra y se contrata de nuevo con el albañil Baltasar de la Hoya en 1558, demorándose durante algunos años su continuación y sorprendiéndole la rebelión de los moriscos a medio hacer y cuando tenían una altura los muros de cinco varas. Así se indica en 1591, por el visitador del arzobispo granadino Pedro de Castro, cuando pasaron por esta localidad en su visita pastoral para ir desde la Alpujarra a los Montes. Entonces se anota que la iglesia tenía 40 varas de largo por 10,5 de ancho (algo menos de la longitud actual y la misma anchura; la vara equivalía a 835 cm). Tenía dos capillas colaterales antes de la capilla mayor, de cinco varas de hueco, las cuales existen actualmente. Estaba la iglesia habilitada en la mitad de los pies, tabicado el resto y cubierta provisionalmente con unos colgadizos. Aún así, tenía en el altar mayor un retablo desaparecido en fecha desconocida, el cual dibujan y describen, resultando una obra de gran interés.63 En los inicios del siglo siguiente continúan los problemas de las cubiertas y el estado en precario, acusando el obispo a la Marquesa, en 1626, de negligencia, ya que la iglesia estaba «por todas partes apuntalada y para venir al suelo...». Sin embargo, ésta, replicó que el templo tenía hecho «un cuerpo de yglesia el mas fuerte, grande y suntuoso de todo el Obispado», y que lo apuntalado era sólo una techumbre. Al poco se repara este vicio y posiblemente se concluyera la nave y cabecera, en 1636, por el albañil Jacinto Villalba, y en 1642 a Domingo Martínez se le paga la cantidad de 14.000 reales, lo cual indica que era una obra de bastante importancia.64 La estructura de esta 61 Todas las noticias y las siguientes, con las trazas de la iglesia, subastas y reformas, salvo las que se indiquen en adelante, proceden del A.H.D.Gu. Libro de fabrica menor de 1544-1559 y Carpeta de obras y reparaciones, Leg. 3.700. Algunas son recogidas, como las condiciones de la obra y otras noticias, por ASENJO SEDANO, C. Pueblos e iglesias..., pp. 173-190. 62 Villanueva Rico, Mª. C. «Un curioso pleito...» p. 1159. 63 Archivo Histórico Diocesano de Granada. Fábricas, Leg. s.c. 64 A.H.D.Gu. Actas Capitulares Catedral (1634-1641), fol. 258.
La Calahorra. Iglesia parroquial. Exterior.
Arquitectura mudéjar en la comarca de Guadix iglesia era, entonces, de una nave y capilla mayor diferenciada, con dos capillas laterales, una a cada lado de la cabecera, cuya existencia y antigüedad se comprueba por la presencia muy retardataria de sendos arcos apuntados. La armadura debió hacerse en el siglo XVII, como lo demuestran sus elementos constitutivos. Llegado el siglo XVIII de nuevo va experimentar nuevas intervenciones. En 1702 el beneficiado de La Calahorra reclamaba la amortización de una deuda, porque había sido mayordomo de la fábrica, en cuyo tiempo «reedificó la obra de la iglesia de dicha Calahorra, para lo qual el obispo don Francisco Pedro Palacios (1693-1700) le avía librado ocho mil reales» y no siendo bastante, él había gastado mucha más cantidad.65 La cifra es bastante elevada e indica una obra de cierta envergadura, quizá de las cubiertas o parte de la armadura. También corresponden a este tiempo las capillas laterales de la izquierda y su adorno, así como el ostentoso y magnífico retablo del Santo Cristo. Por último, la torre es igualmente del siglo XVIII. Su estilo lo delata, así como la noticia de que en 1774 se libraba un dinero para acabarla y que hacía años que se había empezado.66 No acabarían aquí las obras y reformas, porque aunque no tengamos documentación expresa es manifiesto que la cúpula de la capilla mayor vino a sustituir una anterior armadura. Dos lápidas en la capilla mayor certifican diversas restauraciones sufridas en 1928 (solerías u ornato del altar mayor) y tras la guerra civil. Aún en el pasado año de 2007 se han reparado las cubiertas y muros de toda la iglesia y capillas. Toda la estructura es de ladrillo y cajones de tapial o mampostería, con unos paños muy amplios en la zona de los pies, uno de ellos decorado en la última restauración con unos extravagantes recuadros. Las portadas se sitúan a los pies y en el lateral derecho, con simples esquemas latericios. El exterior queda fuertemente marcado por la amplia torre. Consta de tres cuerpos, con pilastras en las esquinas, y en el tercero se erige el campanario rematado por un chapitel puntiagudo. Este campanario debió diseñarse más complejo, como lo demuestran sus arranques, pero a la postre se acabó de forma más modesta. El único adorno de la torre lo constituyen sendas ventanas en el frente principal, con apilastrados toscanos y frontones, el inferior recto y el de encima partido y curvo con remates de pirámides. La elevación de la torre y el 65 A.H.D.Gu. Actas Capitulares Catedral (1693-1706), fol. 401v-402. 66 En 1774 se concede dinero para proseguir y terminar la torre «que se está fabricando». En otro punto dice «hace años que ha dado principio la obra...». A.H.D.Gu. Leg. 3.700.
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La Calahorra. Dibujo de un retablo que había en 1591. Archivo Histórico Eclesiástico de Granada.
Catálogo de edificios mudéjares amplio volumen del templo se imponen sobre al menudo caserío de alrededor, pero siempre a la sombra del desafiante castillo que corona el cerro. La iglesia actual tiene una amplia estructura de nave rectangular y capilla mayor, separadas por arco de medio punto. La nave se cubre con armadura sencilla de limas moamares, labor de jaldetas y el almizate con paños apeinazados rectangulares en los cabos; los tirantes son cinco y dobles, con apeinazado sencillo de estrella y hexágono alargado; los canes son de cartón abierto en S. La disposición y trabajo de las jaldetas o maderos que soportan la tablazón manifiesta unas reparaciones o renovación casi total. En el lateral izquierdo de la nave se abren varias capillas, algunas con decoración barroca interesante pero feamente repintada. La primera de los pies, junto a la subida al coro, es la bautismal, cubierta con alfarje, cuyos canes nos acercan a las obras del siglo XVIII. Está presidida por una preciosa pila de mármol; aunque está documentada la realización en 1598 una pila de mármol por Damián de Pla, cantero de Olula, pienso que ésta es posterior, ya que la contratada no tenía gallones como la actual. La siguiente capilla tiene dos dependencias, una primera cubierta por cúpula sobre pechinas y detrás un pequeño camarín; está dedicada a la Virgen del Carmen. Son curiosos, aunque algo burdos, los adornos tallados en yeso que adornan su cúpula, en cuyos medallones ostenta símbolos marianos. La siguiente está dedicada a la Dolorosa, más sencilla y con acceso por arco apuntado. Enfrente se encuentra la capilla del Santo Cristo, el cual alberga un impresionante retablo, hecho de incrustaciones de mármol de diferentes colores, obra excepcional y de gran valor estético. Un escudo tan costoso, como el propio retablo, cuelga de la jamba izquierda. La capilla mayor se cubre con una cúpula elíptica que sustituyó en época desconocida a la cubierta de madera original. Hay en la nave otros altares y diversas imágenes, así como un retablo del siglo XVIII, con los característicos estípites. La capilla mayor tiene pinturas murales modernas y, asimismo, un retablo clasicista, también de pintura con la Anunciación, todo elaborado con la técnica del trampantojo o arquitectura fingida con efectos de perspectiva. El coro, a los pies y de madera, es también del siglo XVIII.
recónditos rincones y estrechas callejuelas; también algún esporádico pasadizo entre muros de lajas de pizarra, material extensamente utilizado en el pasado en toda la comarca. En claro contraste con lo anterior, la plaza mayor es muy amplia y en ella, en un extremo, encontramos el Ayuntamiento, con su amplia balconada de influencia castellana, y, enfrente, la iglesia, hito especialmente destacable en este recorrido por el mudéjar accitano.
Iglesia de Nuestra Señora de la Anunciación Fue esta iglesia una de las últimas construidas en la comarca de tipo mudéjar, junto con la de Aldeire, mientras que la de Dólar, levantada poco después, se hizo ya en estilo Barroco, como ya se ha visto antes. Tras la conquista, la primitiva mezquita pasó a ser iglesia y perduró en esa forma bastante tiempo. Entre 1547 y 1565 se hacían una serie de reparaciones y en 1626 se afirma que estaba arruinada y se decía misa en una ermita. La decisión de la construcción del nuevo templo se tomó en 1650 y en el mismo año se sacó a subasta. Existen dos redacciones distintas de las condiciones de la iglesia ligeramente diferentes. Posiblemente las primeras serían redactadas para sacarlas a subasta, mientras que las segundas, más precisas en cuanto a la obra de albañilería y eliminando la carpintería, es posible que fueran redactadas por el albañil Jacinto Villalba, vecino de Ferreira, al contratar la obra; incluso es posible que él mismo fuera el responsable de ambas condiciones.67
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Lanteira
Según el contrato, la iglesia sería de una nave y capilla mayor independiente, con sendas capillas junto al arco toral, y dos portadas, más la torre a la izquierda de la capilla mayor y sirviendo el piso inferior como sacristía y el siguiente para coro (ahora es, efectivamente una tribuna). Los muros serían de ladrillo y cajones en las primeras condiciones, pero en las segundas pasan a ser de mampostería, lo cual marca la diferencia con las iglesias anteriores (todas de cajones encintados) y como dato singular se indica que la iglesia, al exterior, debía quedar «enlucida y despesada de sillarería como si fuera obra de cantería, de modo que quien lo viere lo tenga por tal». Es notable esta disposición, porque contrasta con el aspecto de los paramentos mudéjares tradicionales.
Esta localidad, de remoto origen vinculado a la minería de la plata, de la que deriva el nombre (Argenteira), conserva una clara impronta de su pasado islámico, con restos de dos castillos y un fuerte. El casco urbano está muy cuidado y ofrece
67 Esta opinión, bastante posible, la expresa ASENJO SEDANO, C. Pueblos e iglesias..., p. 195, y aporta la trascripción (abreviando algunos párrafos y con pequeños errores) de las primeras condiciones. Extrañamente, a la hora de estudiar la iglesia la considera del siglo XVI. Los documentos de la construcción y de la primera iglesia se encuentran en el A.H.D.Gu. Leg. 3.700. Se reproducen ambas en el apéndice documental nº 4.
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Lanteira. Iglesia parroquial. Exterior.
Lanteira. Iglesia parroquial. Interior.
Catálogo de edificios mudéjares También es interesante la indicación de que la torre había de rematarse en una terraza y pretil con almenas, al modo que lo estaba la torre de la iglesia de Alcudia. En las primeras condiciones hay algunas diferencias con las segundas, ya que en éstas era algo más corta y más alta y los muros eran de cajones encintados de ladrillo, entre otras diferencias menores. La iglesia actual se ajusta a las condiciones dictadas, salvo en que en la capilla de la derecha no se especifica que fuera en forma semicircular y otros detalles y adiciones posteriores, como la nave lateral izquierda y salones parroquiales, que se añadirían en época posterior. Las cornisas y el tejado, con tejas planas de tipo romano, son reposiciones posteriores. Por último es de destacar que el contrato de la iglesia se remató en la nada despreciable cantidad de seis mil ducados. La apariencia actual del exterior es bastante sobria, con los muros enlucidos y encalados, en los que resalta el amarillo de la sencilla cornisa de la portada de los pies y la portada lateral, con su esquema toscano de pilastra y entablamento, hecha en ladrillo enlucido. La torre es robusta y algo baja, comparada con las del XVIII. Los muros son lisos y con simples molduras de separación entre el cuerpo bajo y el campanario con simples huecos dobles para las campanas. El remate es lo único más original, con una terraza con pretil en derredor y un templete en el centro para colocar unos esquilones. El interés del templo reside en el interior. Presenta una nave y capilla mayor separada por un amplio arco triunfal de medio punto. Las naves y capilla mayor son desmesuradamente anchas con respecto a su altura. Las paredes están enlucidas de blanco y solamente unas pinturas de ángeles y guirnaldas de entrelazados geométricos en el arco toral, así como una cenefa de cuadrifolios, modernas, que recorre toda la parte alta de la iglesia, matizan esta blancura. Lo más destacable de su arquitectura es la presencia de unas armaduras de sencilla traza, pero adornadas con una original policromía en los tirantes y frisos que la hacen obra única y con claras influencias de un manierismo tardío. Las dos armaduras de la nave y capilla mayor son de lima bordón y con labor de jaldetas en el almizate y faldones, salvo sendos paños de apeinazado en los cabos del almizate; en la capilla mayor el almizate es entero apeinazado con cuatro cuadrantes de lazo de ocho. Los tirantes son dobles, también apeinazados de lazo y sobre canes de cartón abierto, del tipo característico de los del XVII. Los paños de lacería de los almizates y de los tirantes van adornados con florones y cintas enlaza-
das con colores que alternan naranja fuerte (llamado azarcón en el siglo XVI, el actual color del minio), blanco y negro; la policromía es muy viva en la armadura de la nave y de especial delicadeza en la capilla mayor, tanto en el almizate como en los cuadrales. Los paños apeinazados de los almizates, tanto en la nave como en la capilla mayor, debieron estar originalmente con todos los netos de los zafates macizados con tablillas pintadas, mientras que ahora se conservan unos pocos. Estos elementos y sus filigranas le otorgarían un mayor esplendor a estas armaduras. Por su parte, los motivos que recorren los arrocabes y los laterales de los tirantes son especialmente novedosos, a base de grecas, cenefas vegetales, encintados geométricos y chórcholas, motivos que rompen con la tradición del grutesco renacentista, presente en la mayoría de las armaduras de la zona. Una necesaria restauración pondría en valor estas piezas de carpintería de especial relevancia por lo tardío de su ejecución y, sobre todo, por la originalidad de su policromía.
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A la derecha del arco toral se encuentra la capilla bautismal y a la izquierda una pequeña nave que se añadió posteriormente. El coro se encuentra a los pies y es de madera, reforzado con una columna de forja de finales del siglo XIX. Es de obra y madera y descansa sobre una columna de hierro. El altar mayor está presidido por el Cristo de las Penas, un crucificado de elevado interés artístico, de finales del siglo XVI y patrono de Lanteira, alojado en un retablo hecho hace diez años por Manuel Cuerva a imitación de los barrocos del siglo XVIII. Hay, además, una abundante imaginería moderna de interés estrictamente devocional. Una placa en el acceso a la nave lateral, otra en la fachada y un busto en la plaza, recuerdan al beato Medina Olmos, natural de la localidad y especialmente venerado en la comarca.
6.3 Valle del Zalabí Este municipio está formado por las poblaciones de Alcudia y Exfiliana, hoy prácticamente integradas en una sola continuidad urbana. En ambas podremos ver algunas huellas de urbanismo y viviendas con ciertas herencias morunas. Sus templos han sufrido importantes transformaciones estructurales y claras mermas en las cubiertas de madera originales, pero todavía hoy podemos encontrar algunos rasgos de su primitivo mudejarismo.
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Arquitectura mudéjar en la comarca de Guadix Alcudia
Iglesia de Nuestra Señora de la Anunciación Su proceso constructivo se inicia en 1545, año en que Francisco Heredia procede al derribo de la antigua mezquita, y se queda con la obra de la nueva iglesia el albañil Francisco Roldán, al cual ayudaron Ambrosio de Bonilla y Baltasar de la Hoya en abrir las zanjas y hacer los cimientos. En los años siguientes se levanta el templo. Las armaduras se contratan con el carpintero Bartolomé Meneses, el cual recibe pagos por este trabajo de 1554 a 1558. En este último año se hace constar expresamente el pago por la armadura de la capilla bautismal, único elemento de la carpintería antigua que se conserva. El maestro Roldán tuvo bastantes problemas en el cobro de la obra, porque tanto el arco toral como la propia iglesia resultaron deficientes, según estimación de los maestros tasadores. Concluida la estructura, entre 1560 y 1562, el cantero Pedro de Riaño hizo la portada principal, ajustada a unas trazas y condiciones dadas por Juan de Arredondo, maestro mayor de la catedral de Guadix en aquel momento; fue su costo de casi 274 ducados.68 Por su parte, el albañil Baltasar de la Hoya hizo otra portada, seguramente de ladrillo, la cual se le pagaba en 1560; es posible que por las chapuzas realizadas se le retirara el contrato a Roldán. Constaba entonces la iglesia de una nave, capilla bautismal anexa y capilla mayor. En distintos momentos se le fueron añadiendo distintos elementos y dependencias, como la torre con su airoso campanario, las dos naves laterales, la sacristía, con una bóveda amplia, y diferentes capillas. Según se desprende de las condiciones de la iglesia de Lanteira, la torre primitiva estaba rematada en una terraza y con almenas. En el siglo XIX sufrió dos incendios tras los cuales se rehicieron sus armaduras, pero con una estructura prácticamente funcional; entre 1983 y 1985 fue nuevamente restaurada toda la iglesia. En la actualidad cuenta con una estructura regularizada de tres naves separadas por pilares y capilla mayor independiente, de planta ochavada, y cubierta con techo octogonal de yeso, así como un pequeño camarín para la imagen del Cristo crucificado. Las condiciones de la armadura del XVI, que debía llevar pechinas, parecen indicar que la primitiva capilla mayor no era ochavada. Las cubiertas son aparentemente de madera, pero es un simple tablado que viene a evocar las antiguas techumbres. Lo más notable en cuanto a lo antiguo mudéjar es la preciosa armadura que cubre la capilla bautismal. Dicha capilla, de pequeño tamaño que casi pasa desapercibida, está cerrada
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por una buena reja de madera torneada y dentro guarda una exquisita armadura, ochavada y cuajada de lacerías mudéjares, con dos ruedas de lazo de ocho en el almizate; tanto las pechinas como las molduras sobre las que apoyan ha sido rehechas modernamente. El exterior de la iglesia resulta atractivo, ya que al estar aislada permite ver el escalonamiento de los tejados y aleros con que se cubren las diferentes dependencias que nos hablan de los muchos cambios habidos. La torre conserva restos en su base de pinturas simulando un despiece regular de ladrillos. Elemento de especial interés es la portada principal, una de las más elegantes de la comarca y que corresponde al Renacimiento pleno. Esta portada estuvo primitivamente en el lado derecho, el de la epístola, y deba al cementerio, pero en 1820 se decidió trasladarla al testero de los pies, sustituyendo posiblemente a la de ladrillo que había labrado Baltasar de la Hoya.69 Consta de dos cuerpos, el inferior con dobles columnas jónicas acanaladas, sobre plinto corrido, y arco de medio punto con recuadros y jambas cajeadas; la ménsula de la clave es de acanto y en las enjutas lucen sendos espejos. El entablamento presenta un original friso muy estrecho y convexo, —llamado pulvinato por la tratadística— y la cornisa es poco volada y sin dentículos. El segundo cuerpo, más reducido en anchura y también con apilastrado jónico, está mutilado y recompuesto en su panel interior. Así parece demostrarlo el que las molduras se corten por arriba, la posición de los escudos y la presencia del balcón ocupando todo el alto de este cuerpo. Dichos escudos, que pudieron estar originalmente a los lados, corresponden a los obispos Martín de Ayala (1548-1560) y Álvarez de Vozmediano (15601574). Se remata con frontón recto, muy somero de talla, y bolas. Flanqueando este cuerpo y sobre la cornisa inferior hay dos jarrones bulbosos. Los sillares que la forman muestran una fuerte descamación, característico de haber sido repintada varias veces y después limpiada. Esta portada ofrece un cambio sustancial respecto a las anteriores de la comarca, ya que ofrece un esquema netamente arquitectónico y el empleo ex68 Las abundantes noticias sobre pagos, tasaciones y condiciones de la portada, las publica ASENJO SEDANO, C Pueblos e iglesias..., pp. 31-46. Anterior a esta publicación ofrecimos algunas noticias y la valoración específica de la portada en GÓMEZ-MORENO CALERA, J. M. La arquitectura granadina..., p. 400. Otras informaciones sobre reparaciones y reformas, amén de los documentos citados, proceden del libro de Fabrica Menor de 1544-1559 y del Leg. 3.699. Las condiciones de las armaduras, no fueron publicadas por Asenjo, por lo que se incluyen en el apéndice documental nº 3. 69 A.H.D.Gu. Leg. 2.699.
Alcudia. Iglesia parroquial. Armadura de la capilla bautismal.
Arquitectura mudéjar en la comarca de Guadix clusivo del orden jónico. Esta circunstancia, la forma de articular el entablamento y la decoración de las basas, la ponen en relación directa con la capilla de San Torcuato de la catedral accitana, que por aquel tiempo hacía Juan de Arredondo.
6.4. Valles de los ríos Alhama y Fardes
En su interior, diversas imágenes, en su mayor parte modernas, mantienen vivas antiguas devociones, como la del patrón, san Buenaventura, y las de san Blas, san Antón, la Virgen de los Dolores o el Crucificado que preside su altar mayor.
Esta pequeña población se encuentra en el valle del río Alhama, en un agradable entorno natural y con unas calles de nuevo intrincadas y plenas de sabor antiguo. Una de sus riquezas históricas son las cuevas-refugio medievales. Enfrente de la iglesia hubo un caserón, hasta hace algunos años, residencia del obispo de Guadix, de la cual tenemos noticias por una intervención de los albañiles Baltasar de la Hoya y Maese Tomas, y el carpintero Juan Rutia, que hicieron la torre, caracol, lumbreras, atajos, mamperlanes, varios corredores, el cenador alto, suelos, postigos, verjas, etc. Dio los balaustres, puertas y ventanas el carpintero Diego el Sordo, en 1559, el mismo que hiciera la reja de la capilla bautismal de Cortes de Guadix.70
Exfiliana
Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción Este templo ha sufrido tales transformaciones que su pertenencia a la arquitectura mudéjar prácticamente se reduce al empleo de los tradicionales muros de ladrillo y cajones de mampostería y tapial. Lo más antiguo del templo es, seguramente el escudo del obispo Antonio del Águila (1537-1546) que aparece sobre la portada de los pies. Tanto por dentro como por fuera se aprecia una reconstrucción importante, como así lo manifiestan los aparejos de los muros y el encabalgamiento de las distintas dependencias. La nave debe ser lo más antiguo y remataba en ochavo. Después se añadió una capilla mayor, cubierta por una cúpula sobre pechinas, y más tarde se abrieron diferentes capillas anejas. La más original es la que se encuentra a la derecha, junto al arco toral, con un amplio arco de acceso y el camarín, al fondo todo ello labrado en ladrillo que remedan las obras de tradición mudéjar. El camarín está dedicado a la Virgen de la Cabeza, de la cual existen, curiosamente, tres imágenes en la localidad y goza de gran devoción en el Valle del Zalabí. La torre debió añadirse a finales del siglo XVIII o principios del XIX y todo el templo ha sido restaurado y dignificado en los últimos años. La primitiva armadura de la nave principal fue sustituida por una bóveda de medio cañón. El volumen exterior resulta airoso por la limpieza de los volúmenes y su ubicación, en lo alto de una plaza despejada. Especial significación tienen en este templo y la localidad las devociones a los santos mártires Pablo y Juan, patronos de Exfiliana, y la romería dedicada a la Virgen de la Cabeza.
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Beas de Guadix
Iglesia de Nuestra Señora de la Anunciación Su sencilla apariencia externa difícilmente hace sospechar el interés de algunas de las obras que guarda en su interior. El primitivo edificio, sin documentar, debió realizarse con anterioridad a 1540, como demuestra la disposición de arco apuntado de la portada lateral y del arco toral. Es precisamente la parquedad de datos documentales lo que corrobora una construcción muy temprana. Nada más sabemos de ampliaciones o modificaciones, las cuales son manifiestas, como la presencia de las capillas laterales, el coro, la portada de los pies y la torre. Respecto al techo actual de la nave es posible que se hiciera en 1865, ya que consta que entonces se hacía bastante obra en las cubiertas, aunque dejaron los tirantes que han quedado como testigos de la armadura anterior. Al exterior muestra sus muros desnudos y enlucidos, marcándose las dos portadas y la torre como elementos diferenciados. La portada lateral es de ladrillo y con arco apuntado, sin más adornos; la de los pies es un arco de medio punto con dovelas de piedra y una cornisa encima. En la esquina del hastial hay un reloj de sol, formado por un medio círculo de piedra. La torre es un prisma sobrio y sencillo que muestra un aparejo algo diferente al resto de la comarca. Aunque antigua, está toda parcheada, con huecos cerrados posteriormente, paños rehechos y el campanario reformado. 70 A.H.D.Gu. Libro de fábrica menor de 1559-1577. Estas noticias y un breve estudio de la iglesia se ofrece en GÓMEZ-MORENO CALERA, J. M La arquitectura religiosa..., p. 410.
Exfiliana. Iglesia parroquial. Exterior.
Beas de Guadix. Iglesia parroquial. Interior.
Beas de Guadix. Iglesia parroquial. Detalle de la armadura de la capilla mayor.
Catálogo de edificios mudéjares En el interior podemos apreciar una nave, capillas adosadas en el lateral izquierdo, y la mayor, a la que se accede por arco apuntado. Cubre esta capilla una bellísima y excepcional armadura ochava, verdadera perla de las armaduras accitanas, a pesar de lo deslustrado de su policromía. Está toda apeinazada, con los faldones adornados en su arranque por medias ruedas de 10, de las que parten enlaces absolutamente caprichosos y diferentes a todo lo que existe en la zona. El almizate está adornado por una rueda de ocho y una hermosa piña de mocárabes en el centro.Toda la superficie lleva una delicada policromía de estilo renacentista, algo deslustrada por el tiempo y las humedades. El arrocabe ofrece dos aliceres recorridos por guirnaldas de grutescos, mientras que los pares y apeinazados se refuerzan visualmente con un tratamiento que asemeja la labor de la taracea. Especial interés tienen, asimismo, las pechinas, en forma de grandes abanicos ondulados que arrancan de un curioso pajarito (algunos perdidos). La moderada elevación de la cubierta permite, como en ninguna otra armadura, visualizarla en todo su esplendor.
labrado en piedra franca y en forma de balaustre acanalado, con adornos de angelitos, máscaras y animales fantásticos, propios del grutesco renacentista; la copa, labrada en mármol y con gallones en su base, es posterior.
La nave resulta algo alargada y se cubre con un techo raso en tres paños que viene a imitar el dibujo de una armadura de par y nudillo que debió cubrirla originalmente. Solamente queda de aquella armadura los tirantes dobles con sus zapatas de lóbulos. A los pies se levanta un coro de buena madera, seguramente del siglo XVIII, y del mismo tiempo es el cancel que lleva la fecha de 1773. Debajo de la torre se aloja la capilla bautismal, con un alfarje sencillo, también policromado con florones y cintas. Sigue una capilla estrecha y al lado otra muy ancha, con acceso mediante un amplio arco y adornos manieristas en la rosca. El fondo está ocupado por un retablo de obra, con tres hornacinas coronadas con veneras, columnas corintias, remate central de medio punto y frontones partidos a los lados. Todo ello parece de la primera mitad del siglo XVII. La hornacina central está presidida por un bello Crucificado del estilo de Alonso de Mena.
Iglesia de Nuestra Señora de la Presentación71
En cuanto a otros elementos de ornato, en la capilla mayor se encuentra un modesto retablo barroco, mutilado en la parte superior, sobre restos de una pintura mural que antaño decoró el testero. En 1558 Juan de Moya y Francisco López hicieron un pequeño retablo del que no ha quedado nada. En esta capilla se encuentra la pila bautismal, una pieza renacentista extrañamente conservada ya que las otras documentadas de su época fueron todas renovadas en fechas posteriores. Es la más antigua de la diócesis accitana (en la iglesia mayor de Huéscar existe otra de mármol blanco, pero de talla muy somera). Lo primitivo y de mayor valor histórico es el pié,
Una última sorpresa guarda este templo en la sacristía como obra única. Se trata de un sencillo aguamanil, realizado en cerámica vidriada de color verdoso oscuro y formado por dos piezas. Una superior, para depósito del agua, con su grifito, y la inferior es la pila o lavabo, de forma rectangular. Ambas están decoradas con estampillados de estrellas, y aparece una cruz en resalte, en el centro de la superior, y un ecce homo en la inferior. Su presencia remite a viejas tradiciones artesanales de los ceramistas moriscos y debió ser un elemento bastante común en los otros templos, hoy desparecidos.
Cortes
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Esta pequeña iglesia es una de las más interesantes de la comarca, no tanto por su monumentalidad —dado su reducido tamaño y sencillez de esquemas estructurales y decorativos— como por haber mantenido sin apenas modificaciones su primitiva apariencia. Se puede considerar, por tanto, una pequeña reliquia arqueológica, en lo arquitectónico y en lo litúrgico. La modestia de la población y un entorno fuertemente ruralizado le han permitido mantener gran parte de los elementos originales, como el suelo, la reja de la capilla bautismal, las armaduras y hasta las gradas exteriores, todo ello con la marca y el deterioro que el paso del tiempo producen. La construcción de la iglesia tuvo lugar a mediados del siglo XVI. Aparecen partidas de piedra en 1549 y 1553 y pagos al albañil Ambrosio de Villegas a cuyo cargo estaba la obra; también se pagaban partidas de ladrillos, cal y otros materiales en los años siguientes; los ladrillos los servía Miguel Loaymar «texero vecino de Marchal». Las armaduras fueron realizadas por Bartolomé Meneses. Terminada la estructura, se contrata la portada con el cantero Juan de Riaño, que la ejecuta entre 1560 y 1562 y se le pagan por ello 230 ducados. Para el culto se aderezaron una cruz y dos cáli-
71 Esta iglesia ha sido estudiada anteriormente y valorada su importancia en GÓMEZ-MORENO CALERA, J. M. «Dos ejemplos de arquitectura mudéjar granadina...»; La arquitectura religiosa granadina..., pp. 413-415.
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Arquitectura mudéjar en la comarca de Guadix ces por Francisco Martínez platero, y Dionisio de Avila pintó un Crucifijo y una imagen de la Virgen. Por último, se paga en 1564 a Diego el Sordo, tornero, los balaustres para la reja de la capilla bautismal.72 El exterior del templo muestra su estructura sencilla de planta de cajón y la pequeña capilla bautismal a la derecha de los pies. Los muros, pulcramente blanqueados, muestran largos cajones de tapial encintados de ladrillo. El alero es de estrechos mensulones. Carece de torre pero tiene una pequeña espadaña de ladrillo con una campana. En la esquina derecha del testero de la cabecera se ve como se prepararon los ladrillos para una posible ampliación que no tuvo lugar. El elemento más monumental de la iglesia, y que contrasta con la simplicidad del resto, es la portada. Consta de un cuerpo bajo, abierto por un arco de medio punto con ménsula de acanto en su clave, con discos convexos radiados en las enjutas. A los lados tiene columnas dóricas, con sus retropilastras, sobre altos pedestales, cuyos baquetones del tercio inferior presentan una altura alterna. El friso del entablamento está recorrido por una fila de puntas de diamante con bolitas en sus ángulos. Sobre los extremos de la cornisa hay jarrones bulbosos, y, en el centro, una pequeña hornacina flanqueada por columnas de fustes encintados y aletones con roleo y motivos vegetales. Remata en un frontón curvo, formado por una moldura convexa, que resulta como una mera prolongación de los fustes de las columnas. En su estructura muestra las influencias del Renacimiento avanzado, valorando lo tectónico por encima del adorno vegetal y caprichos anteriores. El maestro ejecutor —que pudo no ser el mismo Riaño, sino un cantero subcontratado por él—, empleó los elementos estilísticos y los motivos del adorno con gran libertad y capricho, fuera de los modelos y reglas clásicas expresadas por la tratadística y lejos de la escuela granadina. Entre las originalidades hay que anotar la forma alternada de los baquetones de sus columnas, característicos de Vandelvira y de su escuela giennense, que en la provincia de Granada sólo encontramos en esta portada y en la de Guadahortuna. La puerta es la antigua, de tablas, con clavos de cuatro pétalos y alguazas de balaustre y aletas en S. En el testero de los pies, y sobre el arco ciego de una portada anulada, se encuentra el escudo en piedra del obispo Martín de Ayala (1548-1560).
Cortes. Iglesia parroquial. Portada. Dibujo: José M. Gómez-Moreno
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72 Noticias procedentes del A.H.D.Gu. Libros de Fábrica Menor de 1544-1559 y 1560-1566. La mayoría de estos datos y los siguientes son publicados, unidos con los de Graena, por ASENJO SEDANO, C. Pueblos e iglesias..., pp. 79-85.
Cortes. Iglesia parroquial. Detalle de la armadura.
Arquitectura mudéjar en la comarca de Guadix Ya en el interior, encontramos con una nave única y de dimensiones reducidas, que integra el altar mayor. Su planta es rectangular, con capilla del bautismo a la derecha de los pies, abierta por un arco apuntado. Se cubre la nave con armadura sencilla, bien conservada, de limas moamares que se ochava en la cabeza para dignificar el altar. Los faldones y el almizate llevan labor de jaldetas, salvo los cabos del almizate que se adornan con paños apeinazados de lazo.Tiene cuatro tirantes dobles, apeinazados, alternando dos a dos con diferentes dibujos. Los canes son bastante modernos en su concepción, ya que antes se habían hecho de tracería y en este tiempo solían hacerse de acanto. La decoración pictórica de los tirantes, a base de guirnaldas vegetales y encintados entrelazados, deben corresponder a una intervención posterior. Las pechinas, en la cabeza del ochavo, son planas, con fina decoración de lazo. La capilla bautismal, por su parte, es una habitación casi cuadrada y muy reducida. Se cubre con otra armadura ligeramente rectangular de limas moamares y almizate apeinazado, con los característicos pares alarozos doblados en dos de los faldones. Cierra esta capilla una reja de madera abalaustrada con un remate recortado, del siglo XVIII, pero que debe ser muy parecida a la realizada en el XVI por Diego el Sordo.
madura.73 La iglesia primitiva se encontraba en el Barrio Bajo, y se levantó en el segundo tercio del siglo XVI. Asenjo recoge diferentes partidas y los nombres de sus artífices. Así aparecen trabajando el maestro Francisco y Damián de Vandelvira, entre los años 1545 y 1560. Pocos años después se hacen algunos reparos por estar dañados sus muros. También aparecen pagos al cantero Cristóbal Nuño el cual labró la actual portada, en 1544.74 Lo que no aparece es el autor inicial de la armadura. Una vez terminada la iglesia sufrió diversas reparaciones en distintos años. En 1605 se hace una espadaña ya que se dice que «la iglesia de Fonelas tiene neçesidad de retejarse y de hacer donde se ponga la campana». Esta noticia parece contradecir la de Asenjo de haber sido construida una torre en el siglo XVI o puede que se encontrara arruinada. En 1636 se vio en el cabildo de la catedral una información por la cual «Pedro Bellón maestro de carpintería..., dize que en él fue rematada la obra de la yglesia..., y la tiene acavada...».75 Efectivamente la armadura presenta una extraña conjunción de elementos, aparte de su traslado en el siglo XX, que muestra la intervención sufrida entonces.
Fonelas
La iglesia actual es un rectángulo sencillo con la sacristía alojada detrás de la cabecera. Los muros son de cajones de mampostería y ladrillo, pero han dejado en la fachada unos enlucidos extrañísimos y lo han rematado con un zócalo de aplacados de piedra que imita la sillería. Los laterales están enlucidos y blanqueados. Los aleros son de mensulones de ladrillos en saledizo que es un remedo remoto de los del siglo XVI. La portada es su elemento más interesante. Está configurada por columnas de orden jónico que flanquean un arco de medio punto y en las enjutas los escudos del obispo Antonio del Águila (1537-1546). El entablamento se reduce a una simple cornisa sobre la que se yerguen, en las esquinas bellos flameros muy estilizados, en el centro una pequeña hornacina avenerada y a los lados aletas de roleos y adornos vegetales, muy del gusto del Renacimiento. Falta de lo original los plintos y el remate, que debió ser un frontón. Es obra discreta y restaurada, pero no deja de tener interés al ser la
Iglesia de Nuestra Señora de la Anunciación
73 VENTAJAS DOTE, F. «La parroquia de Fonelas durante 1919-1922...», recoge todo el proceso constructivo y el costo de la iglesia.
Por la apariencia actual de este templo, al margen de un cuestionable tratamiento reciente de la fachada, para nada parece tener menos de cien años. Esto es debido a que, a pesar construirse entre los años 1919 y 1922, su albañil, Juan Pérez, aprovechó del edificio anterior sus elementos más significativos como la portada y la ar-
74 Noticias documentales aportadas por ASENJO SEDANO, C. Pueblos e iglesias..., pp. 123-127; también la estudio en GÓMEZ-MORENO CALERA, J. M. La arquitectura religiosa granadina..., p. 416.
La escalinata de acceso y su vetusto portalón rivalizan en pintoresquismo y antigüedad con la solería de la nave, las gradas y la peana del altar, las cuales conservan la antigua disposición de ladrillos de rasilla y mamperlanes de madera. Aunque parcialmente renovada por el desgaste normal, nos remite a un verdadero atavismo de especial valor arqueológico, ya que así estuvieron primitivamente todas las iglesias para facilitar los enterramientos en el suelo. La baranda del altar también es de madera con balaustres torneados. Es de apreciar en el testero del altar mayor la presencia de una pintura de finales del siglo XVI del Santo Entierro.
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75 A.H.D.Gu. Libros de Actas Capitulares (1592-1595), fols. 119v. y 123, (1604-1609), fol. 86 v. y (1634-1641), fol. 258v.
Catálogo de edificios mudéjares única documentada de la zona que nos sirve para establecer paralelismos y atribuir a Cristóbal Nuño otras portadas en la comarca. La enorme espadaña que corona este testero es aportación moderna y de una cierta ampulosidad. En el interior, apreciamos de nuevo la sencillez de su estructura, de una nave que engloba el altar mayor, y la armadura recompuesta que la cubre. Dicha armadura es la del siglo XVI, con la reparación importante hecha en 1636 que se manifiesta claramente en los canes. Presenta una estructura ochavada en la cabecera, con un trabajo más elaborado en su tablazón y un más amplio arrocabe o friso de adorno, y de limas moamares a los pies. La decoración del falso arrocabe y el aparente apeinazado en los apoyos de los pares fueron añadidos en la construcción moderna. Los tirantes son dobles, apeinazados de lazo, y apoyan sobre canes dobles, con la particularidad de que los inferiores son de tradición gótica (los primitivos), reforzados en el siglo XVII por otros en forma de S. Los canes muestran las ranuras inclinadas en los laterales para alojar el arrocabe, pero éste se eliminó en la reconstrucción, salvo en la zona de la cabecera.
Graena
Iglesia de Nuestra Señora de la Anunciación Este reducido templo es otra joya del mudéjar accitano. Su construcción tuvo lugar entre los años 1530 y 1550, aunque el grueso de la obra estaba ya hecho antes de 1545. Se tienen pocos datos de sus artífices y esto es indicio de su construcción anterior al año indicado de 1545, en que empiezan a tenerse datos de los libros de fábrica. En cuanto a la armadura y la portada no hay datos concretos de sus autores, pero no es arriesgado atribuirlas a Bartolomé de Menes, la armadura, y a Cristóbal Nuño la portada, por coincidir con el estilo de ambos. La iglesia ha sufrido restauraciones en diversos momentos, la última en 1998, pero apenas ha sufrido modificaciones estructurales. Las más importantes son la adición de una capilla en el lateral derecho, unas habitaciones a la izquierda de los pies, una de ellas habilitada como capilla bautismal, el coro y el cuerpo de escaleras para subir a la torre, que permitió habilitar más espacio en las plantas interiores.
Si bien su historia constructiva es corta y modesta y su estructura, igualmente, sencilla, su contemplación interior es un verdadero disfrute para los ojos. Al exterior muestra unos muros enlucidos y blanqueados. La torre, detrás de la cabecera luce el aparejo tradicional de cajones de tapial encintados de ladrillo y remata en campanario liso, con dobles vanos. La cruz del tejado se engasta en una jarra de cerámica, al modo que lo estuvieron otras torres y hoy es una reliquia en esta iglesia y en la de Santiago de Guadix, aunque en este caso se trate de una reposición posterior al siglo XVI. Las cornisas de la torre son de ladrillo en esquina, así como las de las habitaciones añadidas, mientras que la iglesia las tiene de cornisa moldurada. La portada, dispuesta a los pies, tiene un arco central de medio punto, con ménsula de acanto en la clave, flanqueado por columnas dóricas y las correspondientes retropilastras. En las enjutas ostenta escudos del obispo Antonio del Águila (1537-1546) y en el friso se lee la inscripción: AVE MARÍA GRACIA PLENA. El segundo cuerpo está ocupado por un medallón con la Virgen y el Niño y unos elegantes aletones, rematados en máscaras y cabezas, propios del estilo renacentista.
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En el interior, observamos su nave, que integra el altar mayor, y una capilla lateral a la derecha, abierta con arco de medio punto y adornos de pinturas en el intradós. A los pies se dispone el coro, que debió añadirse en el siglo XVIII, consistente en un alfarje de madera, con grandes vigas y baranda de madera. A la izquierda de los pies tiene un cuarto, con la pila bautismal, otro de servicio y la subida al coro. Pero todo ello es extremadamente sobrio y funcional.
El elemento de principal valoración de este interior es su admirable armadura, cuya policromía es de las más ricas de la comarca, a cuyo buen efecto contribuye su reciente restauración. Su estructura es la característica de limas moamares a los pies y que se ochava en la cabecera para dignificar el altar mayor. Los faldones y almizate llevan labor de menado, con su alfardones de perfil conopial y estrellas de ocho. A los pies del almizate luce un apeinazado de un solo paño y el faldón del fondo está resuelto con el característico par alarozo o doble, que se ha visto en otras armaduras de Bartolomé Meneses. En la cabeza, la armadura se adorna con el ochavado y un más rico apeinazado en los faldones y almizate. Las pechinas son planas y de nuevo con lacerías. Se refuerza la armadura con tres pares de tirantes dobles sobre canes de tracería. Un complemento de especial virtuosismo y primor permite elevar a esta armadura a una categoría superior. Se trata de la bellísima policromía que la cubre por completo hasta hacerle perder todo carácter de materia física y funcional. Estilizados
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Fonelas. Iglesia parroquial. Detalle de la armadura sobre el altar mayor.
Fonelas. Iglesia parroquial. Detalle de la armadura a los pies.
Graena. Iglesia parroquial. Exterior.
Graena. Iglesia parroquial. Armadura.
Arquitectura mudéjar en la comarca de Guadix candelieri recorren los alfardones que se alternan con las rosetas de los fondos de las chillas; los motivos están pintados en tonos de grisalla o sepia, para destacar sobre los fondos, ya azules, ya rojos, al modo habitual. Los aliceres del arrocabe están recorridos por guirnaldas de monstruos alados, conchas, candelieri, encintados vegetales, máscaras y demás fantasías ornamentales del grutesco renacentista. Por su parte, los papos de los pares y apeinazados están recorridos por el típico motivo de bandas negras y blancas, a imitación de la taracea, que vivifican las maderas y lacerías que la adornan.
El exterior de la iglesia se muestra como un conglomerado de estructuras, ya que, aparte de las modificaciones sufridas, la casa parroquial se adosa al testero derecho. Los muros son de cajones de tapial encintados de ladrillo, en gran parte enlucidos. El elemento más destacado es la portada principal, una de las más originales de la comarca. Es de estilo Barroco, toda labrada en ladrillo, y en ella destaca la presencia de dos grandes estípites flanqueando el arco de acceso y más hacia afuera pilastras sobre altos pedestales.
En cuanto al ornato del templo, la capilla mayor está presidida por un Cristo crucificado, moderno. En la capilla lateral se encuentra una imagen de la Virgen del Rosario, moderna pero elegante y de buen porte, alojada en un retablito neogótico y en una capilla con un vistoso zócalo de cerámica moderno. Sobre este altar, en una urna, se guarda la cabeza de un antiguo Cristo.
El segundo cuerpo está centrado por un relieve en piedra de la Anunciación, con la fecha inscrita debajo de 1776; parece como reaprovechado. Lo enmarcan sendas pilastras y remate de frontón, muy puntiagudo. A un lado y otro de este cuerpo se encuentran pirámides y ya, en lo alto, debajo de la cornisa, una inscripción muy tosca con el siguiente tenor: a la izquierda «POR MANDADO DEL ILUSTRÍSIMO SEÑOR DON FRAY JUAN DE MO[NTE] I ALBAN OBISPO DE GUADIX Y BAZA SE ACABO ESTA OBRA AÑO D 1717; a la derecha: SE JEETO ESTA OBRA SIENDO MACO MARTINEZ DE VILCHEZ MAYORDOMO DE S M [ARCOS?]. Debajo aparecen los escudos del obispo Juan de Montalbán y Gómez (1707-1720). La presencia de los estípites resulta exótica y algo temprana para la fecha de 1717, por lo que quizás dicha portada no fuera realizada en este momento, sino en las reformas posteriores, incluso al colocar el relieve de 1776. En la arista derecha de la fachada hay dos relojes de sol, uno más antiguo y rudimentario y otro encima, más amplio, como para poder observarlo mejor.Tiene otra portada lateral, de ladrillo, formada por arco deprimido o carpanel. Curiosa es la presencia en este templo de las dos torres ya señaladas y el contraste constructivo e incluso de conservación. La más antigua, del XVI y de extrema sobriedad, está ubicada en el costado derecho. Tiene planta rectangular y está hecha con cajones encintados de ladrillo; las tejas de los caballetes son de
La Peza
Iglesia de Nuestra Señora de la Anunciación La construcción de este templo es otro ejemplo de la complejidad y diferentes vicisitudes ocurridas en la mayoría de los templos de la comarca. Un hecho evidente es el contraste de concepto arquitectónico y ornamental que se manifiesta entre la fachada principal y el interior, así como la existencia de dos torres, hechas en distintos momentos y de diferente estilo. La primera iglesia se levantó muy pronto, entre 1512 y 1515, en sustitución de la primitiva mezquita, que funcionó provisionalmente como templo.76 Era éste un edificio modesto, de una sola nave, que se vio afectada cuando la rebelión de los moriscos al incendiar la armadura77. En el siglo XVIII, no hay más documentación que la referente a la segunda torre, construida en 1792, por estar la primera en mal estado, pero las evidencias de lo existente en el resto del templo demuestra que es en ese siglo cuando adquiere el aspecto actual.78 Quizá el elemento más esclarecedor son las armaduras y el coro, cuya morfología y canes nos advierten de ser una obra tardía, ya del siglo XVIII o finales del anterior. En el Inventario Artístico de Granada se recogió la noticia de que la iglesia se amplió en el 700 (por 1700) y que las naves (por capillas) laterales se hicieron en 1768. El elemento más claramente identificable con ese momento es la portada principal, con estípites y una inscripción que la fecha en 1717, así como las armaduras ya mencionadas; la segunda torre, el coro, la tribuna y hasta la caja del órgano, todo del siglo XVIII.
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76 ESPINAR MORENO, M.; QUESADA GÓMEZ, J. J.; SÁEZ MEDINA, J. «La Villa de La Peza. De lo musulmán a lo cristiano». 77 Una noticia indirecta recogida por Asenjo, «se edifica una casa, a linde del edificio do se hace la iglesia nueva de Lapeza», parece indicar que se hacía una iglesia nueva en 1584, pero pudiera tratarse de la construcción de la capilla mayor o una reconstrucción parcial, para en los siglos siguientes ser ampliada y enriquecida ASENJO SEDANO, C. Pueblos e iglesias..., p. 203. 78 A.H.D.Gu. Leg. 3.700. Obras y reparaciones. Los profesores Henares Cuéllar y López Guzmán afirman que el arco toral fue realizado en el siglo XVIII, partiendo de una nave inicial, HENARES CUÉLLAR, I; LÓPEZ GÚZMÁN, R. Arquitectura mudéjar granadina, p 123.
La Peza. Iglesia parroquial. Fachada.
Arquitectura mudéjar en la comarca de Guadix cerámica vidriada. La más moderna, en la cabecera, se terminó en 1792 y muestra un alto cuerpo prismático de buena cantería y encima el campanario, ya de ladrillo, muy bien trabajado y ochavado, con remate de cupulín y linterna. El interior de la iglesia se organiza con una nave central y capilla mayor independiente, separadas por amplio arco de medio punto sobre pilastras. En los laterales aloja capillas, mejor distribuidas en el costado izquierdo, cuatro en la nave y dos en la capilla mayor, que a la derecha, con otras tres, el paso de la portada y los bajos de la torre antigua. Los arcos apuntados de las capillas resultan anacrónicos si consideramos que debieron realizarse en el siglo XVIII. De todas formas parece que no todas se harían al mismo tiempo. Las de la capilla mayor tienen restos de pinturas muy sencillas y de carácter popular, con una visión de gloria que sería la coronación de un tema ahora perdido, quizá una Natividad. Elemento destacado, como en todas estas iglesias, son las armaduras que cubren la nave y la capilla mayor. La de la nave es de lima bordón y labrada con jaldetas, sin más decoración que dos paños apeinazados del almizate, el más cercano al arco toral formado por cuatro sinos de lazo de ocho con otros cuatro pinjantes o piñas, adornadas con hojas solapadas, motivo muy diferente a las tradicionales piñas de mocárabes. Tiene tirantes dobles y apeinazados sobre canes manieristas con gallones en los frentes. La armadura de la capilla mayor es de lima bordón en la cabeza y de par y nudillo en el entronque con el arco toral, también de jaldetas, paño cuadrado apeinazado de estrella y aspa y dos tirantes, uno central doble y el otro simple, junto al arco toral. La observación atenta de las armaduras manifiesta claros movimientos e inclinaciones en la nave, así como aprovechamientos y reposiciones de gran parte de la tablazón. Otro tanto cabe decir del par simple de la capilla mayor, en el que se aprecian las escotaduras realizadas para apeinazarlo, o el faldón de la cabeza, que muestra diferentes separaciones entre los pares centrales y los extremos, chapuza que no cabe atribuirla a un carpintero antiguo. Todo ello hace pensar que esta armadura fue rehecha en tiempo indeterminado, aprovechando los elementos principales de las armaduras anteriores. El coro a los pies y la tribuna son del siglo XVIII, el primero con unas grandes vigas apoyadas en elegantes canes dobles de acanto. La tribuna conserva la caja antigua del órgano. Ambas muestran unos barandales de buenos balaustres torneados. Poseyó en el pasado este templo un gran retablo y numerosas obras de arte. Al lado del arco toral
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se encuentran una lápida y un cuadro, de 1990, que vino a sustituir otra pintura anterior, de finales del XVI, perdida en la Guerra Civil, que rememora la muerte y martirio a manos de los moriscos del Patrón de La Peza, el Beato trinitario Marcos Criado, muy venerado en la localidad.
Paulenca (Guadix)
Antigua iglesia parroquial A pesar del estado de ruina que presenta la antigua iglesia de este anejo de Guadix, el conocimiento y análisis de este templo resulta interesante porque permite comprobar, como en ningún otro, el sistema de trabajo de la tradición mudéjar accitana. Los muros descarnados, los cajones arruinados y las hornacinas abiertas en la pared dejan ver el esqueleto e interioridades. Al mismo tiempo, al no haber sufrido apenas ampliaciones, salvo la reconstrucción de la sacristía, nos ofrecen unos datos de primer orden en relación al estudio de la arqueología mural. Allí están también, y ya como un informe amasijo de maderas y tierra, los restos de la armadura, que en su momento se desmontaron y apilaron a los pies, en espera de algún milagro que los redimiera de su total desaparición. La construcción debió producirse en los años 1530-1545 como lo atestigua su tipología, los elementos constructivos y el escudo del obispo Antonio del Águila que campea sobre la portada. Otro dato indirecto demuestra esta construcción temprana y es el hecho de que se pusiera como modelo para hacer la portada y la pintura de la armadura de la iglesia de Purullena, contratada en 1545.79 Tiene la iglesia una estructura rectangular, con sólo un pequeño cuarto como sacristía, anejo a la izquierda de lo que fue su cabecera. Los muros son los consabidos de cajones de tapial encintados de ladrillo, pero, al estar descarnados los arranques de los muros, se puede apreciar la cimentación hecha sobre bolos de mampostería rejuntados con mortero. Encima se disponen los primeros cajones rellenos también de mampostería, para darle mayor consistencia y ya, a partir de la segunda tanda, se hicieron de tapial muy basto, de tierra con guijarros, hasta la cornisa. En las partes des79 ASENJO SEDANO, C. Pueblos e iglesias..., pp. 238-239.
Paulenca. Antigua iglesia parroquial. Exterior.
Purullena. Iglesia parroquial. Detalle armadura.
Arquitectura mudéjar en la comarca de Guadix carnadas, tanto de dentro como de fuera, se aprecian las improntas de los tableros de encofrado y encima los enlucidos de protección. La articulación de los cajones es, por otro lado, un alarde de sobriedad, al dejar un cajón a todo el largo de los testeros menores (cabeza y pies) y tres cajones en los laterales, cuyos pilares o rafas coinciden con los laterales de la portada lateral. El alero es el característico de ladrillos en esquina, ahora mutilado en su coronamiento al desmontarse el tejado. La portada, en el lateral derecho, formada por arco doblado de medio punto se resalta sobre la línea del muro con un paño rectangular, similar a la de Purullena. Encima, en piedra, ostenta el escudo del obispo Antonio del Águila, que la fecha entre 1537 y 1546. Un portalón, ya apenas en pie, muestras clavos de chapa adornados con filigranas en sus bordes y las alguazas puntiagudas. Había otra portada en el testero contrario a éste, cegada desde antiguo y de la que se ve su arco sencillo de rosca de ladrillo. Por dentro se aprecia la disposición del altar mayor en el fondo, a la derecha de la portada, y en él tres hornacinas vaciadas en el muro para completar un retablo del que quedan los tacos, ya medio descompuestos, encastrados en la pared; allí están también semienterradas las gradas de acceso. En el testero opuesto a la portada hay dos hornacinas, una con un adorno clasicista para altar; por el suelo y en el fondo se encuentran algunos restos de la armadura.
Purullena
Iglesia de Nuestra Señora de la Anunciación y San Martín Esta iglesia es otra más de las muchas que han sufrido cambios apreciables con el tiempo, para ganar espacio, no faltos de imaginación. En su estructura se aprecian dos fases fundamentales de construcción. La primera corresponde a la nave, realizada a partir de 1545 por el albañil Baltasar de la Hoya y los carpinteros Benito Hernández y Miguel Ruiz. Para su realización se dieron unas condiciones muy pormenorizadas y por tanto muy interesantes para el estudio de materiales y procedimientos; también se citan como modelo en algunos elementos las iglesias de Marchal y Paulenca, con lo que nos sirve, igualmente, para conocer noticias indirectas de aquéllas iglesias. Su planta había de ser igual a la de la iglesia de Marchal, salvo que aquélla era nueve pies más corta; la portada, por su parte, había de ser igual a la de la iglesia de Paulenca
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y la armadura estaría pintada con los mismos motivos que los de esta última iglesia.80 La orientación entonces era inversa a la actual, de manera que lo que hoy son los pies y entrada a la iglesia, en aquel momento era la cabecera, de ahí su forma ochavada. También corresponde al mismo tiempo la portada lateral. En 1673, de nuevo una noticia indirecta documenta la ampliación de la iglesia, añadiéndole la capilla mayor actual. La iniciativa partió de los alcaldes y vecinos que pretendían darle más capacidad y decencia, para lo cual se construyó, en los años siguientes, dicha capilla, pero en lo que era entonces el testero de los pies. El ampliarla por este lado se debería a que la cabecera original lindaba con la calle y, sobre todo, porque al ser ochavada era más complicado realizar la unión con la nueva capilla. De esta forma la iglesia cambió de orientación y la parte más rica de la armadura, la del ochavo de tres paños, quedó sobre la entrada, hecho anormal. Sobre la torre hay una noticia interesante, y que pudo ser moneda común en este momento, y es que se debía levantar hasta la altura del tejado y servir de sacristía, por el momento, y hacer una espadaña para dos campanas sobre las paredes de dicha sacristía. La torre actual es, por tanto, también posterior. El exterior muestra sus muros tradicionales de cajones y encintados de ladrillo. En el centro del lateral izquierdo se encuentra la portada del XVI, ajustada al modelo más sencillo de los templos mudéjares accitanos. Está hecha de ladrillo y forma un doble arco de medio punto, doblado, con el escudo del obispo Martín de Ayala sobre la clave. Otra portada se ha abierto modernamente en el ochavo de los pies con unos simples adornos de ladrillo. También es reciente el paño de azulejos, con la Virgen del Rosario, que hay a su lado. La torre es un cuerpo de ladrillo y cajones con campanario de dobles vanos y encima hay una espadaña de enrejado de forja que vemos en otras iglesias, como Alquife o Jérez. Ya en el interior, se puede ver la nave y capilla mayor, separadas por arco toral de medio punto sobre apilastrado toscano y sencillos encuadres de pintura moderna. A la derecha, junto al arco toral, hay una capilla, con bóveda de arista y adornos de finas molduras de yesería barroca y mascarones. Detrás se abre un pequeño camarín dedicado a la Virgen del Rosario. Más abajo hay otra junto al pie de la torre. La armadura que cubre toda la nave es el elemento más notable y de más clara tradición 80 Publica las condiciones y otros datos documentales ASENJO SEDANO, C. Pueblos e iglesias..., pp. 233-243.
Purullena. Iglesia parroquial. Interior.
Purullena. Iglesia parroquial. Tirantes y canes de la armadura.
Arquitectura mudéjar en la comarca de Guadix mudéjar. Es un gran artesón de limas moamares, en la parte que entesta con el arco toral, y ochavada a los pies. Tanto los faldones como el almizate están adornados con labor de menado, con una simetría absoluta y formados los alfardones por tableros recortados en tres arquitos. Lleva tres tirantes dobles apeinazados, los tres diferentes entre sí y el de los pies (antes en la cabecera) con los alfardones tablados y pintados; los canes son de tracería gótica. En los extremos del almizate lleva paños de apeinazado de lazo. Toda ella está policromada con motivos geométricos, del tipo de la taracea en los pares y papos de apeinazados, y finas guirnaldas vegetales recorriendo los centros de los papos de los tirantes y los perfiles lobulados de los alfardones; el tirante de los pies lleva candelieri y rosetas. El arrocabe, por el contrario, es completamente liso y sin policromar. Toda la armadura ofrece ahora un estado magnífico y de buen efecto. La proporción de algunos de sus elementos, estrechez excesiva del almizate, el motivo de los alfardones y la propia pintura, demuestran una intensa restauración o reconstrucción posterior al siglo XVI. El trabajo de los alfardones y la forma de distribuirlos es único en la comarca de Guadix y en toda Granada. La capilla mayor, cuadrada, se cubre con bóveda baída encamonada y el altar mayor está presidido por una pintura moderna (copia de la antigua perdida en 1936) conocida como el Cristo de los Milagros, de gran veneración en Purullena, aunque el patrón de la localidad es san Martín. A los pies se encuentra el coro, consistente en un alfarje de madera sobre gruesas vigas. Debajo del mismo, y en los laterales de la entrada, han aparecido restos de unas curiosas pinturas murales de carácter popular, en las que aparecen san Miguel y san Antón acompañados por los donantes de la obra, sobre una leyenda en parte perdida, en la que parece leerse: «..DO PINA Y MIGUEL SANCHEZ... DEZ POR SU DEVOCIÓN A...»; enfrente se encuentra san Juan Bautista y san Francisco. Están muy mutiladas al haberse rozado la pared para reforzar las vigas del coro y otros reparos. Son técnicamente muy flojas, de carácter y arte popular, pero tienen un claro interés devocional y antropológico; serían realizadas en el siglo XVIII.
6.5 Comarca de los Montes Gobernador
Iglesia de Nuestra Señora de la Anunciación Esta pequeña población de nuevo conserva una iglesia de encantador aspecto. Pese a sus reducidas dimensiones es otra verdadera joya del mudéjar accitano, muy valorada por sus parroquianos. Aunque no consta documentalmente, su construcción debió tener lugar en el siglo XVI, cuando esta localidad era una cortijada propiedad de los Molina. Surgió, como todas las aldeas de los Montes, primero como ermita y luego se consagró como iglesia parroquial en 1554, en tiempos del obispo Martín de Ayala. Por lo que se observa actualmente, aunque con algunas reparaciones y reformas en la armadura, la iglesia es del segundo tercio del siglo XVI. En 1595 los vecinos reclamaban que la iglesia tenía falta de todo y que estaba «maltratada y desolada», la campana suelta y colgada de un palo, porque no había campanario.81 En 1713 don Nicolás de Acosta, señor de Gobernador, solicita el poder hacer la sacristía, con la condición de poder pasar por ella a la iglesia. Acude Vicente Acero para que informe de ello y se concede, pagando la iglesia 800 reales y el resto los había de dar don Nicolás Acosta.82 Su exterior resulta poco notable en el fondo de una anchurosa plaza. Los muros están enlucidos y son muy bajos, apenas interrumpidos por una portada constituida por un arco de medio punto de amplias dovelas de piedra sobre imposta moldurada. A la izquierda de la fachada se encuentra la diminuta sacristía sobre la cual se encuentra una modesta espadaña. Ya en el interior, asombrosamente oscuro dada la única presencia de dos ventanucos, se puede contemplar la nave rectangular que integra el altar mayor. Se cubre con una armadura sencilla en su traza, pero con algunos elementos bastante originales en su ejecución. Es una artesa de lima bordón, cuyas maderas, finamente labradas, agramiladas y pintadas, imitan el trabajo de la taracea. Los tirantes son dobles, que refuerzan la estructura, se apoyan en canes de tradición gótica; tienen un apeinazado somero, pero sus calles están cubiertas por unas tablas con 81 Ibidem, p. 135. 82 A.H.D.Gu. Libro de Actas Capitulares (1706-1717), Leg. 3.010, fols. 530v., 564 y 570; y Cuentas de Fábrica Mayor, Leg. 1.097.
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Gobernador. Iglesia parroquial. Interior.
Arquitectura mudéjar en la comarca de Guadix elegantes guirnaldas renacentistas (algunas repintadas). Sobre el altar mayor se aprecia un bello paño apeinazado de lacería, con rueda de ocho en el centro, que acoge el escudo de los patrocinadores; los zafates macizos de alrededor alternan penachos vegetales con motivos heráldicos. Se da la circunstancia excepcional de que los pares centrales que suben hacia el paño de lacería en la cabecera, se duplican dos a dos en tres de los lados. En otras armaduras lo que se produce es la duplicación del par central del fondo (llamado par alarozo), pero aquí son dos y en tres de los lados; también resulta excepcional una armadura de lima bordón en tiempo tan temprano y compensada su sencillez con esta lacería tan interesante. Los canes de tracería la inscriben en el segundo tercio del siglo XVI, aunque se aprecian notables reparaciones en algunos pares, tirantes y, sobre todo, en la tablazón, particularmente en la zona de los pies. Es un templo con un especial encanto, debido a la sencillez de su espacio, modestamente ornamentado de imágenes, lámparas, altarcitos, y esa armadura que podemos admirar tan cerca de nuestros ojos. Hasta su pila bautismal es una rudimentaria copa de piedra sobre vástago cilíndrico, de la cual se afirma que tiene un origen romano y fue donada en 1690 por Francisco Ferrer.
Huélago
Iglesia de Nuestra Señora de la Anunciación Este templo es un buen ejemplo de la continuidad que la tradición mudéjar ha tenido en la comarca de Guadix. Antes de adquirir la categoría de parroquia fue primeramente una ermita modesta, la cual, en 1642, había quedado pequeña, por lo que en ese año solicitaban los vecinos sustituirla por un edificio más amplio.83 Las obras del nuevo templo se emprendieron inmediatamente, puesto que al año siguiente, en mayo de 1643, se rechazó una partida de madera que se había mandado para la obra de la iglesia por no ser idónea y se mandó que fueran un carpintero y un albañil que entendieran del asunto.84 Una inscripción ahora oculta indicaba su terminación en 1705, lo cual alarga de forma desmesurada la realización de un edificio tan pequeño; es posible que se reformara algo décadas más tarde. Lo construido entonces fue un cuerpo de iglesia que consistía en una nave muy reducida y una capilla mayor, también diminuta, separadas por un arco de medio punto, que constituyen la nave actual. En época
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bastante reciente, volvió a quedar pequeña, por lo que se añadió una nueva capilla mayor con una torre encima, de la cual carecía. El exterior es de extrema sencillez, con muros lisos enlucidos y portada de simple arco de medio punto a los pies. Los aleros presentan la curiosa disposición de cornisa moldurada en los pies y principios de los laterales, como pretendiendo cierta dignidad, para continuarse con aleros de simples canes en el resto de los laterales. En el muro derecho están adosadas las dependencias parroquiales, en cuyas paredes ostenta el escudo de los García de Arana y una espadaña, que sigue conservando las campanas. La torre, un prisma liso e igualmente enlucido, tiene los dobles vanos de tres de los frentes cegados y ha perdido la utilidad funcional para la que fue construida. La sobriedad y sencillez exterior del templo contrasta con el especial encanto de su interior, de un marcado carácter intimista. Con la última ampliación, la nave quedó dividida en dos partes por un arco de medio punto; en la pilastra izquierda se aprecia un comido, posiblemente de haber estado allí el púlpito, a pesar de la extrema pequeñez de la iglesia. Las cubiertas de los dos tramos son sendas armaduras de par y nudillo, en el entronque del arco, y de lima bordón a la cabeza y pies. Los faldones y almizate llevan labor de jaldetas y sendos paños de apeinazado en los extremos. Los tirantes, dobles y con somero apeinazado, apoyan en canes de cartón abierto. El coro también es de madera. La capilla mayor es de menor anchura y cuadrada. Se abre de nuevo con arco de medio punto y se cubre con cúpula ciega sobre pechinas. En los años sesenta del siglo XX se decoraron los arcos y las paredes del presbiterio con pinturas murales de carácter historicista, con motivos geométricos, guirnaldas y pasajes evangélicos inspirados en pintores clásicos. Así vemos en las pechinas los cuatro evangelistas, y en los testeros laterales la anunciación y el bautismo de Cristo, firmados por Juan Montes en 1964. El altar mayor está presidido por una buena imagen del Crucificado, obra moderna del escultor Antonio Barbero Gor. Esta tranquila localidad fue antaño tierra de señorío de los García de Arana y posteriormente de los Afán de Rivera.
83 Todos los datos históricos, salvo los que expresamente se indican, proceden de ASENJO SEDANO, C Pueblos e iglesias..., pp. 151-155. 84 A.H.D.Gu. Libro de Actas Capitulares (1641-1647), sesión del 2 de mayo de 1643.
HuĂŠlago. Iglesia parroquial. Interior.
HuĂŠlago. Iglesia parroquial. Detalle de la armadura.
Moreda. Iglesia parroquial. Exterior.
Catálogo de edificios mudéjares debemos entender que la primitiva iglesia se disponía a lo largo, cerrando la plaza por este lateral y comunicando por los pies con la casa señorial de los Benavides.
Moreda 85
Esta localidad, tras la conquista de los Reyes Católicos pasó a propiedad de don Juan de Moreda, apellido que le dio nombre, luego pasó a los Benavides y hasta no hace muchos años prácticamente todo el pueblo y su tierra pertenecían al Marqués de la Motilla.
Iglesia de Nuestra Señora de la Anunciación La parroquia de Moreda fue creada en 1554, junto con las otras de la zona de los Montes, sobre una modesta ermita anterior, construida hacia 1540. Al convertirse en parroquia se decidió ampliarla o hacerla de nuevo y así aparece indicado en el Sínodo de Guadix, de tiempos del obispo Martín de Ayala. Están documentadas las condiciones y realización de la armadura por el carpintero Bartolomé Meneses y la albañilería por Juan García. En las décadas siguientes sufrió numerosas reparaciones y así aparece en un informe de 1595 y en las actas capitulares de 1594, 1595, 1621, 1634 y 1636 en que se alude a reparaciones o al estado precario de la iglesia. Dadas sus reducidas dimensiones y lo modesto de su fábrica, era lógico que necesitara hacerse estos reparos y ampliaciones en distintos momentos. Una de ellas aparece expresamente mencionada en una lápida existente en la base de la torre, con fecha de 1628, en la que se puede leer: «MANDO EREGIR ESTA OBRA EL S. DON JUAN DE SAAVEDRA Y CÁRDENAS Y BENAVIDES S[eñor] DE LA BILLA DE MOREDA Y POÇOBLANCO SIENDO SU GOBERNADOR DIEGO MARTÍ[ne]Z. AÑO DE 1628.» Es posible que la capilla de los Dolores fuera lo añadido o reformado en aquel momento. Con el tiempo el edificio quedó pequeño para el número de vecinos, pero no fue hasta mediados del siglo XVIII cuando se procedió a su ampliación. Así, entre 1769 y 1774 se realiza prácticamente un nuevo templo, aunque conservando parte del antiguo mediante una operación bastante curiosa. Consistió en construir una nave, con presbiterio ochavado, cortando por la mitad la antigua iglesia, de la cual se aprovecharon la cabecera y los pies, para habilitar sendas capillas laterales, a modo de falso crucero. También se hizo entonces la torre, de la cual carecía la iglesia. De esta forma,
Lo que hoy podemos contemplar es un templo formado por dos estructuras solapadas, no exentas de cierto interés. Los muros están cubiertos con enlucidos rústicos que parecen ser de aparejo de mampostería, al menos en la capilla de los Dolores. La torre es un alto prisma con finas impostas a media altura y, hacia la plaza, el campanario ensaya unas modestas pilastrillas a los lados; su fábrica es de cajones encintados. La portada es un arco de medio punto con arranque de sillares almohadillados y encima presenta pilastras rematadas en pirámides que arrancan de cabezas de angelitos muy mutilados. Los sillares almohadillados de la base no concuerdan ni material ni estilísticamente con lo de arriba por lo que cabe pensar que pudieron ser aprovechados de la portada anterior, del XVI. La portada de la antigua casa de los Benavides muestra, igualmente, unos sillares de orden rústico.
6
En el interior encontramos la nave corrida, con las dos capillas laterales ya indicadas a modo de falso transepto. La nave se cubre con armadura muy tosca, de lima bordón a los pies y ochavada a la cabeza, todo con una absoluta rusticidad y lejos de los magníficos ochavos mudéjares tradicionales.Tiene tirantes simples, salvo el de los pies que es doble, algunos exageradamente combados, pero reforzados con atirantado metálico; los canes son de cartón sencillo. Los faldones y almizate carecen de cualquier adorno o apeinazado. En el faldón de los pies se aprecian pares agramilados y otros no, y entre los no agramilados están las limas; luego siguen dos tramos de faldones laterales perfilados y el resto de los pares tienen los papos lisos. Todo ello indica que debió rehacerse aún después del siglo XVIII.
A la izquierda de la nave se encuentra la capilla de los Dolores, la que fuera antigua capilla mayor. Su armadura, también rehecha en parte, es octogonal, con almizate apeinazado con rueda de lazo de ocho, y apoya en unas elegantes y originales pechinas, dos de ellas con adornos de lacerías mezcladas con cordones renacentistas. Enfrente se encuentra la otra capilla, presidida por la Santa reliquia de la Cruz de Cristo, de gran 85 Para el estudio de esta iglesia y de la historia de la población, es fundamental RODRÍGUEZ TITOS, J. MOREDA. A él se remite para un más amplio conocimiento. Algunos documentos fueron publicados anteriormente por ASENJO SEDANO, C. Pueblos e iglesias..., pp. 221-223 y GÓMEZ-MORENO CALERA, J. M. La arquitectura religiosa granadina..., p. 453.Todos los datos documentales proceden de estos estudios.
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Arquitectura mudéjar en la comarca de Guadix veneración en Moreda. Su armadura es de limas moamares sobre el testero del fondo, con tres bandas de apeinazado de lazo en el almizate y cuadrales simples en las esquinas sobre canes de cartón en S. El coro a los pies está constituido por un alfarje de madera. Las imágenes son en su mayoría modernas e igualmente los adornos de altares y retablos. Lo más interesante, por su exotismo, es la presencia entre el mobiliario litúrgico de dos pequeños retablos-hornacinas de estilo neomudéjar que proceden de la antigua capilla del Colegio Máximo de Cartuja.
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Moreda. Iglesia parroquial. Detalle de la armadura de la capilla de los Dolores.
Gobernador. Iglesia parroquial. Detalle de la armadura.
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Purullena. Iglesia parroquial. Detalle de la armadura.
8
Glosario terminol贸gico esencial
Glosario terminológico esencial Agramilado o perfilado: decoración de líneas incisas que se realiza en el papo de las maderas para aligerar su apariencia física y para posibilitar el juego de urdimbre solapada que se produce al cruzarse en los apeinazados. Albanega: término equivalente a la enjuta que se utiliza específicamente en la arquitectura islámica y mudéjar; ver enjuta. Aletones: elemento a modo de enorme S y con ornamentación variada, que enlaza por el exterior los dos cuerpos de una portada o fachada, para compensar la mayor anchura del cuerpo inferior respecto a la del superior. Alfarje: techo plano de madera, generalmente decorado, consistente en un tablado (tablazón) sobre vigas (pares o jácenas) y que en la mayoría de las ocasiones soporta un suelo en la planta superior. Alfiz: moldura o recuadro que a modo de dintel y sus dos soportes verticales van rodeando el arco de tradición musulmana. Alicer: tabla corrida que recorre el espacio que hay entre los canes en las armaduras con tirantes; si es de doble can el alicer es también doble. La suma de los aliceres, tocaduras, argeute, es decir, de todas las piezas que van desde la base de los faldones a la solera constituyen el arrocabe; en las armaduras sin tirantes equivale al arrocabe. También se denomina alicer, referido a la cerámica, al bordillo o azulejo en ángulo que sirve para forrar un escalón, alfeizar o arista de un panel. Almizate: paño horizontal central, más elevado que los asientos, de las armaduras de limas o de par y nudillo. Apeinazado: labor de entrelazado de las maderas en las armaduras y techumbres; tiene tanto función ornamental como de refuerzo. Ataujerado-da: estructura de carpintería en que los adornos de lacerías ocultan los peinazos o vigas de la estructura. Arco carpanel o deprimido: el formado por tres o cinco centros y que parece hundirse o queda más abierto en la parte central. Arco doblado: arco al que se le sobrepone a otro de mayor rosca y saliente en el intradós. Arco escarzano o rebajado: el que tiene el centro por debajo de la línea de impostas y resulta más bajo que el de medio punto.
Arco formero: el paralelo al eje longitudinal de la nave, y que la separa de otra. Arco toral o arco triunfal: el que precede a la capilla mayor; los pilares que lo soportan reciben el nombre de pilares torales. Armadura: cubierta o techumbre de madera de paños inclinados. Arrocabe: tabla o conjunto de tablas y junquillos decorados que recorre la parte alta de las estancias y marca la transición entre la pared y la armadura. Avenerada: con forma de venera o concha. Cabo: cada uno de los extremos de las armaduras, en especial referido al almizate. Calle y cuerda: en carpintería de armar, se denomina cuerda a cada uno de los pares o maderos principales y calle al espacio comprendido entre ellos. Can: pieza de madera en que apoyan las jácenas de los alfarjes o los tirantes de las armaduras. Suelen presentar adornos de diferente estilo según la época, de tracería (gótico), acanto o cartón abierto (renacentista y manierista) o de gallones (barroco). Can de cartón abierto: el que lleva un motivo como de pergamino, cuyo perfil adopta una silueta en forma de S ligeramente tendida hacia delante. Candelieri: término italiano que denomina el adorno en forma de candelabro o elemento abalaustrado, que suele coronar las portadas o formar parte de la decoración renacentista. Cinta: banda horizontal de ladrillo que refuerza las tapias en la obra de albañilería; se complementa con las rafas. En carpintería, es la faja o tabla clavada, en perpendicular, por encima de los pares para formar los adornos. Cuadrante: triángulo que se forma en los rincones de las armaduras ochavadas cuando estos son horizontales. Algunos autores los integran con las pechinas. Cúpula ciega: la que carece de linterna o apertura en su parte superior. Chapitel: remate de las torres o cúpulas en forma piramidal. Enjutas: espacio, normalmente triangular, que queda entre el arco y el dintel. Estípite: Elemento de soporte vertical con forma de pirámide invertida y lados entrantes y salientes. Es elemento característico del siglo XVIII.
191
Arquitectura mudéjar en la comarca de Guadix Faldón o gualdera: cada uno de los paños inclinados de la armadura, formado por los pares y la tablazón sobrepuesta. Los faldones menores en las armaduras rectangulares se denominan testeros.
Mutilo: ménsula o motivo pequeño saliente, en forma curva y con recuadros internos, que se extendió en los primeros tiempos del Barroco. Se suele emplear como remate de pilastras o en los frisos de los entablamentos.
Grisalla: motivos pintados en tonos exclusivamente blanco, gris y negro, que produce un efecto de especial valoración del volumen y el claroscuro.
Ochavado: estructura arquitectónica que adopta en planta ocho lados u octógono, con cuatro lados mayores y otros menores alternos. Por extensión se suele denominar ochavada a la estructura cuando se corta el plano de un cuadrado por líneas que forman chaflán en sus esquinas. Referido a la carpintería, se denomina así a la de ocho paños, seis iguales entre sí, más pequeños, dispuestos en los extremos menores y los otros dos más anchos; se corresponde con las armaduras de planta rectangular.
Grutesco: adorno formado por caprichosas formas animales, vegetales, seres fantásticos, telas, metalistería y demás motivos, que se enlazan creando bandas o cenefas de gran originalidad. Es adorno propio del Renacimiento, de inspiración romana. Jácena: viga maestra. Jaharrar: revocar o dar una capa de mortero de cal o de yeso a una pared. Jaldetas: decoración característica de las armaduras más modestas, consistente en unos recuadros formados por los pares y los verduguillos o cintas que cruzan perpendicularmente. Lacería: conjunto de figuras geométricas o lazos realizadas mediante el cruce de líneas que van formando estrellas o polígonos en la ornamentación arquitectónica. Su expresión específica sería decoración de lazo, unida al número de puntas de la rueda matriz de dicha decoración; suele ser la más frecuente la de 8. Latericio-a: hecho de ladrillo. Lazo: decoración geométrica en el arte musulmán y mudéjar. Ver lacería. Lazo lefe: es el entrelazado geométrico formado por ruedas de lazo de 10, uno de los más elegantes de la ornamentación mudéjar. Limas: maderos de mayor longitud que los pares y que en las armaduras forman los encuentros o quiebros de los distintos faldones. Si es simple o impar se denomina lima bordón y si son dobles limas moamares. Mampostería: obra hecha con piedras irregulares (mampuestos) de tamaño mediano. Menado: decoración característica de las armaduras, en que se disponen entre los pares y nudillos unos adornos de hexágonos alargados (alfardones) y estrellas de ocho puntas (chillas) en resalte sobre la tablazón. Morisco: musulmán obligado a bautizarse una vez terminada la Reconquista; también fueron llamados cristianos nuevos.
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Papo: aplicado particularmente en la carpintería mudéjar, la cara inferior o superficie de las maderas o vigas que miran al suelo. Par o alfarda: cada una de las maderas que van formando los faldones o paños inclinados de las armaduras. Par alarozo: el par del testero de una armadura que coincide con la hilera, en general el de la posición central. Pechinas: en la carpintería mudéjar, se denomina así al paño triangular, preferentemente si está inclinado, decorado con variadas filigranas, en el que apoyan los faldones menores de las armaduras octogonales u ochavadas. Pie derecho: por extensión es todo soporte exento, pero se aplica particularmente a los soportes de madera. Está formado por un poste, pilar o columna de madera rematado en una zapata o madero corto horizontal, con adornos o simples escotaduras en los extremos. Piña de mocárabes: adorno habitual en las armaduras mudéjares, consistente en un elemento colgante, formado por boveditas o prismas en cascada de laterales cóncavos a modo de estalactitas. El mocárabe es un elemento de neto origen islámico. Rafa: pilastra o banda de ladrillo, en disposición vertical, que se embute entre las tapias de la obra de albañilería para darle mayor consistencia. Se complementa con la cinta, que es la banda horizontal de ladrillo. Por definición genérica, es el macho que se infiere en la pared para reforzarla o reparar una grieta. Rosca: cara frontal del arco.
Glosario terminológico esencial Sino: centro estrellado de la rueda de lazo; el número de puntas es el que determina el número del lazo. Tapia, tapial: se denomina muro de tapia o tapial al formado por una mezcla de tierra, graba y cal, todo ligeramente húmedo y apisonado, que se construye con encofrados de madera. En realidad, el nombre de tapial se refiere a los tableros que sirven para hacer el encofrado y tapia a la obra terminada, pero se ha extendido el término tapial para evitar la confusión con la acepción más extendida actualmente de tapia, como pared o muro de un cercado. Tendel: capa de mortero que se extiende sobre cada hilada (de piedra o ladrillo). Tirantes: vigas transversales que van de pared a pared en la parte baja de las armaduras para evitar que con el peso se abran los muros; suelen ir por pares o pareadas y trabadas con maderas formando figuras geométricas. Por debajo suelen llevar canes. Tracería: labor característica del estilo gótico, consistente en combinaciones geométricas, principalmente recortes convexos y cóncavos enlazados. Venera: concha. Zafate: cada una de las piezas principales, normalmente alargadas y de forma hexagonal, que componen la rueda de lazo o los apeinazados.
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Aldeire. Iglesia parroquial. Vista del coro, tribuna y armadura.
9
Planos
Guadix. Iglesia del antiguo convento de Santo Domingo
197
Guadix. Iglesia del antiguo convento de San Francisco
198
Guadix. Iglesia de Santiago
199
Guadix. Iglesia de Santiago
200
Guadix. Iglesia de Santiago
201
Guadix. Iglesia de Santa Ana
202
Guadix. Antigua iglesia de San Miguel
203
Guadix. Iglesia de la Magdalena
204
Albuñán. Iglesia de Nuestra Señora de la Anunciación
205
Aldeire. Iglesia de Nuestra Señora de la Anunciación
206
Alquife. Iglesia de Nuestra Señora de la Anunciación
207
Cogollos de Guadix. Iglesia de Nuestra Señora de la Anunciación
208
Huéneja. Iglesia de Nuestra Señora de la Anunciación
209
Jérez del Marquesado. Iglesia de Nuestra Señora de la Anunciación
210
Jérez del Marquesado. Iglesia de Nuestra Señora de la Anunciación
211
La Calahorra. Iglesia de Nuestra Señora de la Anunciación
212
Lanteira. Iglesia de Nuestra Señora de la Anunciación
213
Beas de Guadix. Iglesia de Nuestra Señora de la Anunciación
214
Cortes. Iglesia de Nuestra Señora de la Presentación
215
Graena. Iglesia de Nuestra Señora de la Anunciación
216
La Peza. Iglesia de Nuestra Señora de la Anunciación
217
Purullena. Iglesia de Nuestra Señora de la Anunciación y San Martín
218
Moreda. Iglesia de Nuestra Señora de la Anunciación
219
Sección longitudinal (A-A’)
A
0
1
2
3
4
5m
A’
Planta
0
1
2
3
4
5m
Guadix. Iglesia del antiguo convento de Santo Domingo. 197
A
A’
0
Sección longitudinal (A-A’)
Guadix. Iglesia del antiguo convento de San Francisco. 198
1
2
3
4
5m
Planta
0
1
2
3
4
5m
B’
A
A’
Planta
B
Sección longitudinal (A-A’)
0
1
2
3
4
0
1
2
3
4
5m
5m
Guadix. Iglesia de Santiago. 199
Sección transversal (B-B’)
Guadix. Iglesia de Santiago. 200
0
1
2
3
4
5m
0
1
2
3
4
5m
Alzado de la fachada principal
Guadix. Iglesia de Santiago. 201
A
A’
Sección transversal (A-A’)
0
Planta
Guadix. Iglesia de Santa Ana. 202
1
2
3
4
5m
A’
0
1
2
A
3
4
5m
Planta
Sección longitudinal (A-A’)
0
1
2
3
4
5m
Guadix. Antigua iglesia de San Miguel. 203
Planta 0
Guadix. Iglesia de la Magdalena. 204
1
2
3
4
5m
A
A’
0
1
2
3
4
5m
Planta
Sección longitudinal (A-A’)
Albuñán. Iglesia de Nuestra Señora de la Anunciación. 205
A Planta Alzado lateral izquierdo
0
1
2
3
4
5m
Sección transversal (A-A’)
A’
Aldeire. Iglesia de Nuestra Señora de la Anunciación. 206
B’
A
A’
Planta B
Sección transversal (B-B’)
0
1
2
3
4
5m
Sección longitudinal (A-A’)
Alquife. Iglesia de Nuestra Señora de la Anunciación. 207
Sección longitudinal (A-A')
0
1
2
3
4
5m
11 12 1 2 10 9 3 4 8 7 6 5
B
A
A’
B’ Planta
0
1
2
3
4
5m
Cogollos de Guadix. Iglesia de Nuestra Señora de la Anunciación 208
Sección transversal (B-B')
0
1
2
3
4
5m
0
Sección longitudinal (A-A’)
1
2
3
4
5m 12 9
3 6
A
A’
Planta
0
1
2
3
4
5m
Alzado de la fachada principal
0
1
2
3
4
5m
Huéneja. Iglesia de Nuestra Señora de la Anunciación. 209
A
A’
0
Planta
0
Sección transversal (A-A’)
Jérez del Marquesado. Iglesia de Nuestra Señora de la Anunciación. 210
1
2
3
4
5m
1
2
3
4
5m
Alzado de la fachada principal
0
1
2
3
4
5m
Jérez del Marquesado. Iglesia de Nuestra Señora de la Anunciación. 211
0
Sección longitudinal (A-A’)
1
2
3
4
5m
B
A
A
Planta 0
1
2
3
4
5m
B’
La Calahorra. Iglesia de Nuestra Señora de la Anunciación. 212
Sección transversal (B-B’)
0
1
2
3
4
5m
A
A’
Planta
0
1
2
3
4
5m
Sección longitudinal (A-A’)
Lanteira. Iglesia de Nuestra Señora de la Anunciación. 213
B’
A
A’
Planta
B
Sección transversal (B-B’)
Sección longitudinal (A-A’)
Beas de Guadix. Iglesia de Nuestra Señora de la Anunciación. 214
0
1
2
3
4
5m
B’
A
A’ Sección transversal (B-B’) B Planta
0
Sección longitudinal (A-A’)
1
2
3
4
5m
Alzado de la fachada
Cortes. Iglesia de Nuestra Señora de la Presentación. 215
A
A’
Planta
Sección longitudinal (A-A’)
0
Graena. Iglesia de Nuestra Señora de la Anunciación. 216
1
2
3
4
5m
A
A’
0
1
2
3
4
5m
Planta
Alzado de la fachada principal
0
1
2
3
4
5m
Sección transversal (A-A’)
0
1
2
3
4
5m
La Peza. Iglesia de Nuestra Señora de la Anunciación. 217
B
A
A’
B’
Planta
Sección transversal (B-B’)
0
Sección longitudinal (A-A’)
Purullena. Iglesia de Nuestra Señora de la Anunciación y San Martín. 218
1
2
3
4
5m
B
A
A’
B’ Planta 0
1
2
3
4
5m
Sección transversal (B-B’)
Sección longitudinal (A-A’)
Moreda. Iglesia de Nuestra Señora de la Anunciación. 219
Agradecimientos Son innumerables las personas e instituciones que han hecho posible que este trabajo vea la luz y que desde hace muchos años han ayudado a desarrollar mis investigaciones. La deuda contraída con esta generosa comarca, en este sentido, es impagable y los que aquí se nombran son tan sólo algunos de ellos. Así debo destacar la actitud siempre abierta y generosa del Obispado de Guadix-Baza sin cuya colaboración este libro no hubiera sido posible. A D. Leovigildo Gómez Amezcua, al vicario general D. José Díaz Guijarro, al ecónomo D. Andrés Porcel Fernández, así como a otras dignidades y a los sacerdotes responsables de cada una de las parroquias. Quedo en deuda con todos, pero en especial con D. José María Hernández Ballesteros (iglesia de Santiago) y D. Manuel Millán Arjona (Jérez del Marquesado y Lanteira) que llevan años aguantando mi presencia reiterada en algunos de los templos que más admiro. Mi agradecimiento al resto de los párrocos con los que tuve contacto directo (D. Manuel Amezcua Morillas, D. Pascual Cabrera Gea, D. Salvador Cifuentes Hortal, D. Francisco Domingo Lorén, D. José María Porcel Fernández, D. Antonio Gómez Casas, D. Andrés Martínez, D. Damián Pérez Sánchez) y, en especial, a D. José Manuel Suárez Fernández, que amablemente me descubrió y enseñó el remoto lugar de Facerretama. Otras personas me han ayudado en algún momento o aspectos concretos, como D. José Cambil y Dña. Encarnación Beas (que me franquearon las puertas de algunas casas y palacios de Guadix), D. Jesús Miguel Casado, D. Miguel Ángel Rivas, D. Ricardo Ruiz y tantos otros cuya enumeración sería interminable, como los particulares que me abrieron las puertas de sus casas y me las enseñaron con la satisfacción que da el vivir en pequeños rincones detenidos en el tiempo (Dña. Mª Ángeles Lázaro, la familia Onieva Giménez, D. Antonio Ruiz y su mujer Marisa,…). Habría otras personas que no han tenido responsabilidad directa con este libro, pero que en momentos anteriores me aportaron noticias, ideas y dieron ánimos para seguir en esta tarea, como D. Santiago Pérez López, actual alcalde de Guadix, D. Francisco Javier Fernández Segura y D. José Carlos Rivas. Por último, mi gratitud al Centro de Iniciativas Turísticas de la Comarca de Guadix y, en especial, a D. Antonio López Marcos, mi interlocutor y colaborador directo y responsable de la edición de este libro.
Arquitectura mudéjar en la comarca de Guadix
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Arquitectura
mudéjar
en la comarca
de
Guadix