Adaptaciones 3º c

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Clรกsicos escolares EL CONDE LUCANOR

ADAPTACIONES DE 3ยบ ESO - C IES CANTELY Dpto. Lengua castellana y literatura


Cuento VIII

Lo que le pasó a un hombre al que le estaban operando los riñones Otra vez hablaba el Conde Lucanor con Patronio, su consejero y le dijo: − Ahora estoy necesitado de que me escuchen porque han venido una multitud de gente a mi casa para que les preste una cuadra para sus caballos durante un tiempo, creo que tendré que sacar mis caballos de la cuadra para dejarle una a cada uno. Me resultará muy doloroso pero tendré que hacerlo para salir del agobio y la penuria en que estoy. Patronio, os ruego que me digáis lo que debo hacer con este problema. − Señor Conde Lucanor -dijo Patronio- me parece que, os ocurre a usted con esa gente lo que le pasó a un hombre que le estaban operando los riñones. Y el conde le rogó que le contara lo sucedido. − Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, había un hombre enfermo al que le estaban operando los riñones. Cuando el médico tenía los dos riñones en la mano, un hombre se acercó y le pidió que le diera un riñon para su hija que se estaba muriendo.

Y usted, señor Conde Lucanor, si queréis perjudicaros para dejarle los


establos a toda esa gente, podréis hacerlo por vuestro capricho, pero no por mi consejo. Al conde le agradó mucho lo que le dijo Patronio, siguió sus consejos y le fue muy bien. Y como don Juan vio que este cuento era bueno, lo hizo poner en este libro y escribió unos versos que dicen así:

Si no te piensas bien a quién debes prestar, sólo muy graves daños te podrán aguardar

Gaspar Núñez Jiménez


Cuento XIII

Lo que le sucedió a una mujer que no debía confiar en un desconocido (Lo que le sucedió a un hombre que cazaba perdices) -Patronio, creo que me están robando dinero, pero no sé quién de mis empleados puede ser,¿cómo lo averiguo? -Señor conde-dijo Patronio-, una vez una mujer que era rica, llegaba a su casa de ir al mercado, y como iba muy cargada un hombre sabía que no le faltaba de nada, pues la ayudó a llevar los recados y se fueron conociendo ella poco a poco se fue enamorando de él sin saber que él solo la quería por su riqueza. Un día después de tanto tiempo conociéndose él decidió pedirle matrimonio y así tener la fortuna para siempre él también ella como estaba enamorada le dijo que sí. Al poco tiempo se casaron, los dos estaban contentos, él porque tenía riqueza y ella porque lo amaba. Un día ella fue a pasear sola, cuando volvió a casa se escuchaban ruidos ,ella subió y encontró a su marido llenando una bolsa con todo su dinero ,él se fue corriendo y ella murió de pena. El conde puso en práctica su consejo, poco a poco se dio cuenta de que algunos de los que trabajaban para él ,le robaban y los despidió. Así ya nadie le robaba.

Procúrate siempre muy bien aguardar del que al hacerte mal muestra pesar. Paula Gómez Losada


Cuento XVII

Lo que sucedió a un hombre con otro que lo convidó a comer Dos amigos estaban hablando cuando uno de ellos llamado Lucanor le pidió consejo a Patronio, el otro amigo: Ha venido un hombre y me ha dicho que hará una cosa muy útil para mí, yo creo que lo ha hecho por compromiso, pero a mí me interesa bastante aceptarlo. Por eso te pregunto a ti que sé que eres muy buen consejero. Lucanor, para que hagas lo mejor te contaré un cuento que te ayudará a decidir lo que hacer: “Había un niño, Jorge, que desde que salió la Play4 tenía muchas ganas de jugar con ella, pero sus padres no se la compraban. Un día un amigo suyo le dijo que se la habían regalado y que si quería ir a jugar con él a su casa. Entonces Jorge aceptó la invitación haciendo como si le hiciese un favor a su amigo para que no jugase solo. Días después, al ver sus padres que su hijo se lo pasó tan bien jugando a la Play4, decidieron comprársela”.

Por tanto, dijo Patronio, yo ofrecido y sin dudarlo mucho vaya tengas tú luego que pedírselo a él.

aceptaría lo que te han a ser que se arrepienta y

Lucanor hizo caso a Patronio, aceptó lo que le propusieron y le salió todo bien. Con esta historia aprendemos que: “Cuando tu provecho pudieras encontrar no debieras hacerte mucho de rogar” Juan Carlos Martín Muñoz

Cuento XXX


Lo que sucedió al Rey Abenabet de Sevilla con Romaiquía, su mujer Un día hablaba el conde Lucanor con Patronio, su consejero, de este modo: -Patronio, hay un hombre que siempre me está pidiendo que le ayude y que le favorezca con algún dinero. Aunque cada vez que lo hago me dice que me lo agradece, cuando me vuelve a pedir, si no le doy más, parece que olvida todo lo que antes le haya dado. Dame algún consejo tú que sabes tanto, sobre como actuar con él. -Señor conde Lucanor -dijo Patronio-, os está pasando como al rey Alejandro con su hija Helena.

El rey Alejandro tenía una hija de doce años muy caprichosa. Era viudo, ya que meses antes había muerto su esposa, la reina Carlota, por una enfermedad. La reina siempre le había dado todo lo que quería a su hija, la tenía muy consentida. El rey, al contrario, trataba de no complacerla en todo.

Al morir la reina, Helena aprovechaba la situación para sacarle a su padre todo cuanto quisiera: zapatos nuevos, un pony, una casa de muñecas enorme, peces de todo tipos para la alberca, un vestidor nuevo... Le compró hasta una fábrica de chocolate y chucherías.


Cuando su padre le decía a algo que no, ella se ponía a llorar como una magdalena y le hacía sentir mal diciéndole cosas como: no sabes hacerme feliz, ojalá estuviese mamá... Y entonces su padre siempre acababa cediendo.

Al cumplir la mayoría de edad, el padre con toda su ilusión le regaló un coche carísimo, pero ella esperaba una mansión en Marbella. Muy enfadada le empezó a gritar a su padre: ¡Ni en mis dieciocho años consigues hacerme feliz, no sabes complacerme! El padre a punto de llorar le gritó: ¡Basta! Y ella le respondió: ¡Nunca me has dado lo que quiero, eres un mal padre!

Señor conde Lucanor, aunque hagáis mucho por ese hombre, si veis que no agradece lo que hace por él, no sigáis ayudándolo ni os sentéis culpable por ello. Recuerde siempre esto:

"A quien no te agradezca lo que has hecho no sacrifiques nunca tu provecho."

Mirian García Moreno


Cuento XXXII

Lo que sucedió a un rey con los burladores que hicieron el paño (El timo de la estampita) Una vez un gran empresario llamado Lucanor le dijo a Patronio, su consejero : - Patronio, un hombre me ha venido a proponer un negocio muy importante, que me conviene mucho y con el que puedo ganar mucho dinero si invierto en él, pero me pide que no lo diga a nadie , ni con quien sea de más confianza , ya que podrían adelantarse y yo perdería tan buena oportunidad . Si no te lo cuento, ¿cómo me podrías aconsejar? - Señor Lucanor – respondió Patronio – me gustaría que usted supiera lo que le sucedió a un conocido al que estafaron. Este hombre al que conozco muy bien y sé que es buena persona y nada aprovechador , andaba paseando por la calle cuando se le acercó un muchacho que parecía discapacitado . Tenía en la mano un billete de 100€ y le preguntó si le cambiaba aquella estampita por otra de otro color, tenía muchas en la mochila como esa, y no quería tener tanta estampita repetidas. El hombre estaba explicándole que era dinero, pero el muchacho, insistía que eran estampitas, que las tenía repetidas y no le servían. Enseguida llegó una señora muy bien arreglada, que se acercó a ellos, curioseando lo que allí pasaba. El hombre le explicó a la señora y propuso llamar a la policía para que se hicieran cargo del muchacho y de la gran cantidad de dinero que se suponía que llevaba en la mochila. La señora dijo:

- No diga usted nada a nadie, esto lo podríamos solucionar nosotros. Precisamente vengo del banco, podríamos poner cada uno la mitad del dinero y cambiárselo a este muchacho. Le damos billetes distintos, nosotros nos hacemos del dinero y él contento de tener estampitas nuevas. Créame usted, es lo mejor. Seguro que él terminará rompiéndolos.


También puesta se puso la señora y tanta palabrería usó, que lo convenció. El hombre fue al banco, sacó prácticamente todos sus ahorros en billetes diferentes. Cuando llegó al lugar estaba el muchacho y la señora esperándolo, hicieron los cambios tan rápido que en cuestión de segundos el muchacho se fue por un lado y la señora por otro, y él se quedó allí con un sobre en la mano. Cuando el hombre miró en el interior del sobre vio que todo eran recortes de periódicos. Había cambiado todo su dinero por papeluchos, entonces se dio cuenta de que lo habían timado por confiar en unos extraños.

A quien te aconseja encubrir de tus amigos más le gusta engañarte que los higos.

Ana Escacena Alanís


Cuento XXXIV

Lo que pasó con un ladrón por necesidad Otra vez hablaba el conde Lucanor con Patronio, su consejero: -Patronio, mi amigo y pariente, de quien me fío y estoy seguro de que me ama verdaderamente, me aconseja que vaya a un lugar que no me gusta nada. Y me dijo que no me asustara, prefiero morir a que te hagan algún daño. Y ahora por favor aconséjeme. Antes te querría contar una historia que le pasó a dos amigos. -Señor conde -dijo Patronio-, un hombre estaba pasando una gran crisis y por esto, le pidió a su amigo y pariente que no tenía de qué quejarse económicamente, que le ayudara a lo siguiente: “Mañana llegará el camión blindado al banco de la calle de atrás, lo asaltaremos y nos iremos con todo el dinero sin un rasguño”, dijo el hombre. Su amigo aturdido y asustado le dijo que nunca lo había hecho y tenía bastante miedo. Él sin dudarlo ni un instante le dijo que antes moriría a que le hicieran daño, este terminó convenciéndolo, al día siguiente tuvo lugar el asalto, al instante de robar todo le sorprendieron por detrás y los dos fueron arrestados y nadie supo más de ellos.

Y a usted señor conde si no le gusta el hecho y considera que es peligroso, no os metáis en peligro por un pariente y amigo que os dice que antes moriría a que os hagan algún daño; porque poco os aprovecharíais usted de que muriera si usted después morirás igual. El conde tuvo este como un buen consejo y le hecho cuenta. "Nunca te metas en algo que no guste aunque tu amigo te dé seguridad" Pablo Jesús Rodríguez Jurado

Cuento XXXV


De lo que aconteció a un mozo que casó con una muchacha de muy mal carácter. Una vez más, hablando por skipe el conde Lucanor con Patronio, el amigo que siempre le aconseja, le dijo: -Patronio, uno de mis followers me ha contado que está intentando casarse con una mujer rica en tecnología y que casarse con ella le convendría mucho, si no fuera que es la mujer con más mal carácter del país y el mundo. ¿Podrías decirme que puedo decirle? -Señor Lucanor- dijo Patronio -si es capaz de hacer lo que hizo un zagal moro dile que se case con ella y si la respuesta es que no dile que ni se le ocurra. El conde Lucanor le pidió que le contara lo que había hecho aquel zagal. Patronio accedió y le dijo que en un pueblo había un hombre honrado que tuvo un hijo aficionado a la informática, pero no tenía mucho dinero ya que sus padres estaban en paro por causa de la crisis que le cogieron. Entonces decidió buscar pareja en Ydarling, una página que sirve para buscar pareja, y allí la conoció. Decía que tenía mucho dinero pero que tenía muy mal carácter, tanto que si el móvil se le quedaba pillado era capaz de matar a alguien y eso a él no le importó, solo le importaba tener el iphone 6 plus y el ordenador más potente que pueda existir. Así que decidió casarse con ella, aun sabiendo su fuerte carácter. Ella accedió ya que nadie querría casarse con ella En la boda el padre de aquel joven habló con el padre de la chiquilla y él le dijo que le había caído bien y que sentía mucho que aquel pobre niño se casara con su hija, ya que él sabe lo que era eso porque su mujer tenía el mismo mal genio. En la noche de boda, se fueron los recién casados a su nuevo hogar, prepararon la cena se sentaron a cenar cuando el de repente dijo: -¡Tarjeta visa! ¡Traénos a mi esposa y a mí una cocacola! Pero la tarjeta visa no lo hizo y el empezó a enfadarse y comenzó a gritar que le diera la cocacola, pero la tarjeta visa no lo hizo, y el muy enfadado comenzó a decir. -¡Serás traidora, tú que me diste tantas alegrías!-,y comenzó a romperla con unas tijeras. Se volvió a sentar, buscó a su alrededor y le dijo a un bolso de Chanel que había colgado que le trajera una cocacola, pero no lo hizo y volvió a decir: -¿Qué pasa dichoso bolso, que no has visto que hice con la tarjeta?¡Pues lo mismo haré contigo!-.y así fue, cuando acabó volvió a mirar a su alrededor y vio una tele de plasma curve de cuarenta y dos pulgadas, y le pidió lo mismo que lo anterior, un vaso de cocacola para él y su esposa, pero de nuevo, la tele se quedó quieta, él, rayado y enfadado y con los ojos inyectados en sangre, volvió a coger las tijeras y empezó a darle picotazos a la tele hasta destrozarla. Al ver la mujer que eso no era una cámara oculta y que decía que si otra cosa lo desobedecía le haría lo mismo comprendió que era algo serio.


El zagal se volvió a sentar y empezó a buscar en su alrededor y viendo que ya no había nada más miró a su mujer y le dijo: -Levántate y tráeme un vaso de cocacola.

La mujer corriendo se levantó y se la trajo. Luego le pidió que le trajera el postre y se lo trajo, y a media mañana llegaron los padres de la chavala y la madre y ella se fueron a dar una vuelta y se quedaron el padre y él. El padre, muy curioso en saber el por qué de su hija tan sumisa le preguntó al yerno que qué había hecho y él le contó todo, así que cuando volvió la mujer dijo: - Pero bueno no te he dicho que me traigas las llaves y no lo has hecho, ¡ahora verás! -,y empezó a estamparlo con el suelo, la mujer entre risas le dijo: - La verdad, Marcos,te has acordado tarde. Ya de nada te serviría destrozar toda nuestras tecnologías, tendrías que haber empezado antes, no ahora, que ya que te conozco. Así que tú, señor conde, ese follower quiere casarse con dicha mujer y es capaz de hacer lo que hizo este zagal, dile que se case. Si al principio no te muestras como eres, no podrás hacerlo cuando quieras.

Ana Mercedes Millán Rodríguez


Cuento XXXVIII

Lo que le sucedió a cargado de cayó a un puente

un hombre que iba ordenadores y se

(Lo que sucedió a un

hombre que iba

cargado con piedras en el río)

preciosas y se ahogó

Un día dijo el conde a Patronio que tenía muchas ganas de quedarse en un sitio en el que le darían mucho dinero, lo que le suponía un gran beneficio, pero tenía mucho miedo de que si se quedaba, su vida correría peligro: por lo que le pidió que le aconsejara qué debía hacer. -Señor conde -respondió Patronio-, para que hagas lo que creo más conveniente, me gustaría que supieras lo que le sucedió a un hombre que robó demasiados ordenadores y se cayó a un puente. El conde le preguntó a Patronio qué le sucedió. -Señor conde -dijo Patronio-, un hombre llevaba en un coche muchos ordenadores robados de alta gama. Tenía que pasar por un puente y como llevaba muchos ordenadores no pudo coger bien la curva por lo que se quedó colgando del puente. La gente que estaba en los coches de alrededor pedían ayuda y llamaron a los bomberos y a la policía. Estos le decían que se bajase del coche pero el no quería porque no quería quedarse sin el dinero que le daría la venta de esos ordenadores por lo que cayó del puente y murió.


A ti, conde Lucanor, aunque no dudo que te vendría bien recibir el dinero y cualquier otra cosa que te quieran dar, te aconsejo que si hay peligro en quedarte allí no lo hagas solo por tener mucho dinero. También te aconsejo que nunca arriesgues tu vida si no es en defensa de tu honra o por alguna cosa a la que estés obligado. Convéncete de que el hombre que vale aprecia mucho su vida y no la arriesga solo por dinero.

Al conde le gustó mucho la moraleja, actuó según esta y le fue muy bien. Don Juan vio que este cuento era bueno por lo que lo puso en su libro y escribió los siguientes versos:

A quien por codicia la vida aventura, la más de las veces el bien poco dura.

Actualmente podría equivaler a:

El que mucho quiere, poco abarca.

La avaricia rompe el saco.


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