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Foto: Huelga General 1901 - AGN

1880-1930 ORÍGENES DEL MOVIMIENTO OBRERO EN ARGENTINA

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staff

EL DÍA ES HOY

Editor Responsable Hugo Quintana

No es el fin de esta publicación analizar el momento que estamos viviendo los argentinos.

tar una investigación sensata y profesional, desprovista de ideologismos que tiñan los procesos históricos.

Lo que sí esta claro es que nuestro país enfrenta una profunda crisis institucional.

Conocer los procesos, las tendencias y las discusiones que rodearon la historia de nuestro sindicalismo desde sus orígenes hasta la actualidad, es nuestro cometido. Pretendemos una amplia difusión que llegue al conjunto de la sociedad. Para saber donde nos encontramos debemos saber de donde venimos.

El mundo sindical no es una isla dentro de la República Argentina, consecuentemente no ha podido escapar a los diferentes procesos de deterioro que desde hace largo rato azota a los argentinos. Sin duda, es la crisis de representación lo que más fuerte ha golpeado a las organizaciones sindicales. Numerosas demandas de inscripción gremial, insistentes reclamos de la C.T.A. por su personería, los recientes fallos de la Corte Suprema respecto de la libertad sindical y la ausencia de delegados gremiales en el 80% de establecimientos o instituciones, evidencian con claridad la necesidad de replantearnos el modelo sindical. El cambio suele producir posiciones encontradas; están los conservadores, para quienes las cosas están siempre bien y del otro lado los ultras para quienes todo está mal. En el medio, la franja más numerosa y sensata, comprende las necesidades de los tiempos y de los cambios necesarios e impostergables que nos debemos. Nuestra desinteresada intención es apor-

Desde hace muchos años resolvemos mal la tensión entre el corto y el largo plazo. Vivimos dominados por la urgencia, dejando de lado las cosas importantes. La recuperación del movimiento sindical argentino, que fuera modelo de organización en el mundo, es impostergable. Desprovistos de miserias personales caminaremos juntos hacia ese lugar. La historia nos juzgará. Un abrazo militante. Hugo Buisel Quintana

Coordinación General José Glinski Marcelo Steimberg Coordinación de equipo de investigación y selección de contenidos Federico Fuchs Gabriela Rodríguez Producción de contenidos y redacción Marina Kogan Diseño y producción visual Juan Furlino Equipo de investigación Tomás Ferreyra Paula Forteza Jimena Valdez Colaboraron en este capítulo Diego Boriosi Noemí Rial Alejandro Sehtman Fotografía Archivo General de la Nación Alem 246. Ciudad Autónoma de Buenos Aires 3


PP PRESENTACIÓN PEDAGÓGICA

Colección Sindicalismo y Sociedad

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Colección Sindicalismo y Sociedad presenta seis capítulos coleccionables sobre la Historia Organizacional del Sindicalismo Argentino, que se publicarán a lo largo de 2010 con frecuencia bimestral. El principal objetivo de esta colección es la divulgación del análisis sobre la organización del movimiento sindical, para instalar un debate necesario que aún se encuentra alejado de la sociedad: cuál es el modelo de organización sindical que necesita la Argentina. Se busca constituir esta Historia como un material de consulta y fuente de debate para la ciudadanía toda. En la constante búsqueda de claridad y precisión para la elaboración de un contenido que como todo entramado histórico y político muchas veces presenta complejidades, los capítulos están organizados en un eje temporal y periódico. Este primer capítulo aborda el surgimiento del sindicalismo argentino, entre 1880 y 1930. El segundo, abordará el peronismo y la consolidación nacional del sindicalismo. El tercero, tratará el período de la resistencia peronista y la posterior radicalización política de los años sesenta y setenta. El cuarto, la etapa de la transición a la democracia. El quinto, abordará las reformas neoliberales. Y por último, el sexto, será sobre el sindicalismo después de las reformas de mercado. La perspectiva histórica adoptada toma como eje conceptual los cambios en la estructura organizativa del sindicalismo argen-

tino organizada a partir de la cronología de los acontecimientos políticos, sociales y económicos más importantes del período. En esta línea, la historia del movimiento obrero argentino que decidimos contar parte del supuesto de que la sociedad, la política y la economía de un momento histórico determinado están mutuamente imbricadas y en dependencia mutua sin que ello implique la subordinación de una esfera a la otra. Los debates historiográficos han sido adaptados y adoptados en una narración que tiene fines de divulgación antes que académicos en un sentido restringido. Por ello, y para privilegiar una lectura ágil y sencilla, se prefirió omitir las referencias de fuentes en la narración e incorporarlos como información en la bibliografía final. A fines didácticos, el lector encontrará un relato principal sobre el período de cada capítulo, y secciones que se derivan de ese relato principal al tiempo que lo apoyan. La organización interna del relato principal será dada por las particularidades de cada período histórico, mientras que las secciones siguientes serán fijas. “Derechos de los trabajadores” busca retratar los reclamos y alcances de los trabajadores, y los principales cambios de la legislación laboral. En “Historias de vida” se encontrará una breve biografía de algunos de los dirigentes más importantes de cada período y en “Historia de un sindicato”, la historia de alguno de los sindicatos más relevantes. En “La intervención social de los

sindicatos” el objetivo es mostrar cómo las agrupaciones de los trabajadores intentan también mejorar la calidad de vida de los mismos, a través de servicios, actividades y redes solidarias. El diseño de la publicación busca ayudar a la cabal comprensión de cada período. La elección de la gama de colores responde, en este capítulo, a los colores utilizados por las corrientes ideológicas dominantes en el sindicalismo de la época: anarquismo, socialismo, sindicalismo y comunismo. Las fotografías fueron cedidas por el Archivo General de la Nación, que lleva adelante una tarea invaluable en la preservación de nuestro patrimonio cultural. Por ser este el primer número, no faltan algunas claves que serán útiles también en la lectura de los capítulos siguientes, como la estructura básica del sindicalismo y el significado de alguna de las siglas sindicales más conocidas y aún vigentes. Quienes hacemos la Colección Sindicalismo y Sociedad esperamos que la lectura de los capítulos les resulten a los lectores tan apasionantes como a nosotros su realización y que sean disparadores de un debate central que como sociedad todavía tenemos que darnos.


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COLUMNA

El trabajo y el Derecho: conquistas jurídicas de los obreros en el mundo y en la Argentina. Los primeros logros y su posterior consolidación NOEMÍ RIAL *

Durante la segunda mitad del siglo XVIII y el siglo XIX la sociedad europea sufre una radical transformación como resultado de la Revolución Industrial. Esta revolución fue lenta y produjo importantes efectos sociales. El principal, sin duda, fue el cambio de la titularidad de los medios de producción al disociarse capital y trabajo.El viejo modo de producción feudal resultaba inadecuado para las necesidades de desarrollo de las nuevas fuerzas productivas, resultando necesario un cambio en el modo de producción. Este cambio de titularidad de los medios de producción, llevará consigo otros dos cambios fundamentales: del taller artesanal se pasa a la fábrica. Ello traerá como consecuencia la división y especialización del trabajo, para reducir costos de producción, con disciplina y concentración humana. Surge así un nuevo modo de alienación, la alineación del trabajador en el proceso de producción. El segundo cambio se produce en la

constitución de la población trabajadora. Artesanos devenidos en obreros y campesinos venidos a la ciudad constituirán una nueva clase, sin propiedades, desarraigada y cuya única herramienta era enajenar su fuerza de trabajo a cambio de un salario. En el terreno del derecho, el triunfo de la ideología liberal, que partiendo de una valoración positiva del trabajo, a diferencia de otras épocas, declaró la libertad de la industria y el trabajo. Este principio se plasmó en la libertad de contratación, donde se consagra el dogma de la autonomía de la voluntad de las partes en la regulación del contrato individual del trabajo, y como consecuencia de ello se prohibían todo tipo de asociaciones obreras, en algunas legislaciones incluso tipificando toda forma de asociación como delito. La libertad jurídica formal significó el predominio de la parte económicamente más fuerte sobre el trabajador, y así se impusieron jornadas de trabajo extenuantes, bajos salarios, pésimas condiciones de higiene y seguridad, absoluta inestabilidad

en el empleo, abusiva utilización del trabajo de mujeres y menores,el sistema de pago por vales que debían cambiarse en establecimientos del empleador y una rígida disciplina, a través de la cual se pretendía someter a los trabajadores y evitar todo tipo de reclamo. La reacción de los obreros frente a esta situación fue tomar conciencia de la explotación en que estaban sumidos, asociarse para su autodefensa, y mediante el instrumento de la huelga, romper los moldes individualistas de los códigos civiles a través de una incipiente negociación colectiva. Mientras tanto, el Estado no intervenía en las relaciones laborales y cuando actuaba era para defender a los dueños del capital, reprimiendo huelgas y penalizando a los trabajadores. Es por ello, que durante el siglo XIX solo unas pocas leyes se dictaron y solo para proteger los grupos sociales más oprimidos como las mujeres y los niños. Es a comienzos del siglo XX con la constitucionalización de los derechos laborales

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(la constitución mexicana de 1917 y la constitución de Weimar de 1919 son una prueba de ello), que la intervención estatal se exteriorizará en leyes de protección al salario, la ley de accidentes de trabajo. Y normas sobre seguridad e higiene en algunas actividades especialmente. Por su parte, con la presión del movimiento obrero y los partidos políticos, los sindicatos logran su reconocimiento pleno. En esta etapa histórica se cambia la óptica de protección considerando al trabajador como un sujeto colectivo, en cuanto clase. Por su parte la negociación colectiva es reconocida por las constituciones como un derecho de los trabajadores frente a los empresarios y al Estado. Con ella se consolidan derechos pero sustantivamente, por su permanente actualización y su mayor adaptabilidad a los cambios en las relaciones laborales, producto de la incorporación tecnológica, del impacto de la economía en el mundo del trabajo. El convenio colectivo es la herramienta que incorpora institutos que luego la ley receptará y extenderá a todos los trabajadores. Aún hoy podemos afirmar que el rol protagónico de los sindicatos en la negociación colectiva ha permitido a los trabajadores defender sus conquistas en época de crisis y consolidarlas y superarlas en etapas de bonanza. La fijación de las remuneraciones por vía de convenios colectivos y acuerdos ha permitido la permanente movilidad ascendente del salario, en todas las épocas. En nuestro país, ha sido el convenio colectivo de trabajo el que incorporó institutos fundamentales como la jubilación. Fueron

los sindicatos ferroviarios los primeros en obtener el derecho a la jubilación, a través de sus convenios. Pero también gracias a las convenciones colectivas se logró establecer la responsabilidad del empleador frente al accidente de trabajo que permitirá más tarde el dictado de la primera ley de protección frente al accidente, la ley 9.688. También gracias a los convenios fue posible reclamar indemnizaciones por ruptura del vínculo laboral. Las indemnizaciones primero fueron reconocidas en convenios colectivos y luego plasmadas en la ley 11.729 para los empleados de comercio. Paulatinamente fueron extendidas en su aplicación a la mayoría de los trabajadores por la jurisprudencia laboral. Pero el derecho a la indemnización será definitivamente consagrado en la Ley de Contrato de Trabajo (20.744), sancionada en septiembre de 1974, para la mayoría de los trabajadores, aunque quedaban algunos colectivos laborales excluidos. Algunos ejemplos nos sirven para comprender cómo el derecho a la indemnización por ruptura de vínculo laboral por parte del empleador, que hoy nos parece tan establecido en nuestro país, fue el producto de la lucha de los trabajadores y sus organizaciones gremiales. Los trabajadores marítimos lograron que se reconociera ese derecho frente a la ruptura arbitraria del vínculo laboral con un acta acuerdo, que luego se incorporó definitivamente en todos los convenios de la actividad. Diferente suerte tuvieron otros trabajadores como los rurales o las trabajadoras de casas particulares, a quienes, sustentándose en las características diferentes de

la prestación laboral, por vía de estatutos especiales, se les otorgó derechos más limitados, que en algunos casos nos recuerdan aquello que señalamos cuando reseñáramos la situación de los trabajadores en la revolución industrial. Un talentoso ius laboralista italiano, Umberto Romagnoli, describe como nadie el crecimiento y la consolidación del sindicato, nos cuenta su historia y nos plantea los nuevos desafíos que debe abordar. Recuerda que “el recorrido de la vida laboral no podía no recabar la unanimidad de consensos. Lo importante es que el pueblo de los hombres vestidos de azul y con las manos encallecidas estuviera convencido de que aquel recorrido estaba dirigido a la obtención de la única forma de ciudadanía social que el derecho sindical y el trabajo podrían razonablemente prometer. La promesa resultó cumplida”. Pero también nos advierte que hoy necesita adecuarse a los nuevos desafíos fortaleciendo los vínculos con sus representados, para actuar en un mundo que social, cultural y económicamente ha cambiado. “Pero los únicos sujetos legitimados para proponer ideas que sirven para repensar la representación sindical no pueden ser sino los propios representantes y representados". *Experta en Derecho Colectivo de Trabajo. Adjunta regular de la Facultad de Derecho de la UBA. Fue asesora de sindicatos argentinos y de la Confederación General de Trabajo. Actual Secretaria de Trabajo de la Nación y representante gubernamental en la Organización Internacional del Trabajo (OIT).


Los comienzos del Movimiento obrero internacional

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NP NOTA PRINCIPAL

Noviembre de 1903. Grupo de trabajadores conduciendo la bandera

Los comienzos del movimiento obrero internacional

Si bien el primer capítulo de esta colección aborda los comienzos del movimiento obrero en Argentina, es necesario viajar hacia más atrás en el tiempo y cruzar el océano hacia el viejo continente para indagar en el origen, los motivos y reclamos, y las formas de organización de las primeras agrupaciones de trabajadores. De otro modo, no sería posible comprender cómo surgen este tipo de agrupaciones en un país como Argentina, que ha conformado parte de su identidad nacional a partir de la amalgama de ideas que muchos trajeron de sus países de origen, principalmente europeos, durante el período al que nos vamos a dedicar en este capítulo: 1880-1930. El movimiento obrero, la idea de trabajadores agrupados a partir de un conjunto de objetivos comunes, no puede pensarse desligado de la idea de trabajo moderno, tal como lo conocemos hoy. Las formas de trabajo fueron cambiando a lo largo de los siglos. Durante mucho tiempo, la esclavitud fue la forma natural de trabajo y una aceptada relación laboral. Por otro lado, hasta mediados del siglo XVIII, la vida estaba más concentrada en el campo que en las ciudades, no existían las fábricas ni la noción de “empleado” de la modernidad. El trabajo era rural o artesanal. No es sino a partir de la modernidad, con el estallido de la Revolución Industrial y la Revolución francesa, que se constituye lo que hoy conocemos por “trabajo”: el trabajo asalariado. El siglo XIX trae consigo la consolidación de la urbanización: las actividades comerciales se concentran en las grandes ciudades, que empiezan a ser lugar de desarrollo y deseo para muchos que hasta entonces vivían en el campo.

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Inglaterra La sociedad inglesa vive el proceso de transformación típico de una economía rural a una urbana. Las manufacturas incorporan tecnología y se modifica el modo de organización del trabajo para ubicar a los obreros, por primera vez, en un mismo lugar: la fábrica, que se instala en ciudades costeras. Londres no es solamente la capital política donde residen las autoridades reales y parlamentarias; también se pasean las jóvenes aristocráticas en busca de marido, o los comerciantes y empresarios concretan sus negocios. Es en este período que Inglaterra impone su dominio económico, a partir del desarrollo de las industrias metalúrgica y del ferrocarril. Gracias al imperialismo, es decir, gracias a que las potencias económicas comienzan a expandirse mediante la conquista de nuevos territorios, a través del comercio y de la colonización, y como parte de este proceso de cambio, el sistema capitalista se expande hasta constituirse en un fenómeno internacional.


NP NOTA PRINCIPAL

surge el movimiento obrero moderno en europa

En este contexto surge el movimiento obrero moderno que, a diferencia de los gremios medievales, en los que se establecía una relación jerárquica entre el artesano maestro y el aprendiz de cada oficio, los afiliados son iguales entre sí y se asocian porque pertenecen a un mismo sector productivo y son solidarios a un objetivo común: defender los intereses de la clase proletaria u obrera. De todos modos, las primeras formas organizativas del sindicalismo moderno (sociedades de socorros mutuos) se inspiran en aquellas antiguas experiencias. A comienzos del siglo XIX, tiene su auge el ludismo, un movimiento obrero cuyas acciones se basan en la revuelta espontánea y desorganizada. En 1812, sus seguidores, llamados “luddistas” en honor al líder del movimiento Ned Ludd, generan una ola de conflicto obrero destruyendo las máquinas a vapor de las hilanderías. A principios de la década del ‘30, en ocasión de los debates respecto de la reforma electoral, surge el cartismo, primero centrado en la ampliación del sufragio y luego dedicado con gran interés a la reducción de la jornada laboral. El movimiento es reprimido tras importantes conflictos y la presentación de dos petitorios en el Parlamento, el primero con un millón de firmas; el segundo con más de tres millones de firmas. Ya entonces aparece la tendencia reformista del sindicalismo inglés que se verá reforzada con la imposición del fabianismo (simpatizantes socialistas de la Sociedad Fabiana, muchos de origen intelectual, rechazaban el utopismo y la lucha de clases, y optaban por el pragmatismo) por sobre el marxismo como ideología proletaria. Esto se refleja tanto en los sindicatos surgidos luego de 1850, entre los cuales se destacan los mineros por su organización, como el nacimiento del Partido Laborista, con una estructura organizativa totalmente dependiente de los sindicatos y sus dirigentes. Su táctica política era la alianza con partidos burgueses (los liberales) y la obtención de legislación nacional regulatoria de los derechos laborales por los gobiernos. En Inglaterra, los obreros sindicalizados pasan de 500.000 en 1885 860.000 en 1890.

Francia En Francia, un grupo llamado sans-culottes (grupo urbano compuesto por pequeños burgueses y proletarios que, a diferencia de los nobles que vestían unas calzas llamadas culottes, visten pantalones, y de allí reciben el nombre: “sin culottes”) llevan a cabo los primeros reclamos obreros, que, aunque no son satisfechos, dan circulación a ideas “comunistas proletarias”. Habrá que esperar a las revoluciones de 1830 y 1848 para que los obreros convulsionen tanto a la Monarquía orleanista como a la Segunda República. Pero en ambos casos, la alta burguesía cerrará filas contra los proletarios “radicalizados”. De todos modos, las asociaciones obreras no atraviesan un período de constitución más formal en esos años ya que la Ley Chapellier, vigente entre 1791 y 1864, prohíbe las asociaciones obreras. Por otro lado, esa ley también consagra la libre contratación de la fuerza de trabajo, lo que implica una ruptura con el vasallaje, un tipo de relación laboral que intercambiaba protección a cambio de trabajo y sumisión entre miembros de distinta categoría. El miembro de mayor categoría era el “señor”; el de menor categoría era su “vasallo”. Recién con la caída del Segundo Imperio, en 1870 se produce la experiencia del primer gobierno obrero de la Comuna de París, salvajemente reprimido por las fuerzas del orden. Algunos de sus miembros se exilan en Argentina formando parte de los primeros intentos de organización sindical (por ejemplo el mulato Desiderio Job ).

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NP 1° de mayo de 1921 en el Puerto de Santa Cruz. Manifestación de trabajadores. Bandera “Viva el 1° de mayo Viva la solidaridad.”

Alemania En Alemania, el tardío desarrollo del capitalismo se compensa con su carácter vertiginoso que afecta también al movimiento obrero que recién tiene sus primeros intentos de organización en la década de 1850. En el plano ideológico, se dan los debates de la Primera Internacional Socialista. En 1863 se organiza la Asociación General de Obreros Alemanes, que poco después ya tiene diez mil miembros. Contra la opinión de Karl Marx que no quiere unirse al grupo de Ferdinand Lasalle, al que considera utopista, August Bebel y Wilhelm Liebknecht conforman con los lasallanos el Partido Socialista Obrero Alemán en 1875. Dos años después, el partido obtiene el nueve por ciento de los votos y al año siguiente es conferido a la ilegalidad. Así, el partido se apoya en el movimiento obrero, y pese a la política de “garrote y zanahoria” del canciller (se decía así porque reprimía a los obreros pero otorgaba beneficios sociales por parte del estado) se obtienen respuestas a algunas de sus demandas. Bebel, el líder socialdemócrata hasta la Primera Guerra Mundial, había sido el organizador de la primera huelga de tipógrafos. La particularidad del Partido Socialdemócrata alemán, a diferencia del socialismo francés o del italiano, o incluso del argentino, es que se trata de un partido obrero, integrado por obreros. Eso implica que los sindicatos alemanes cuentan con un partido hermano, con dirigentes compartidos. De todos modos, sindicato y partido son dos estructuras diferenciadas, ambas integradas por obreros que tanto en su vida social como individual están marcados “de la cuna hasta la tumba” por su pertenencia de clase.

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Panorama del Movimiento Obrero en América Latina entre 1880 y 1920


NP Panorama del movimiento obrero en América Latina entre 1880 y 1920 Los cambios producidos por la Revolución Industrial y el triunfo del capitalismo, que transforman la sociedad pre-industrial, rural y tradicional en una sociedad moderna, industrial y urbana, llegan también a América Latina. Es así que desde mediados del siglo XIX, los países de la región se integran a la División Internacional del Trabajo como exportadores de materias primas e importadores de manufacturas y capital. Por otro lado, a partir de esos años, y en parte por la fuerte depresión económica que se vive en Europa a fines de siglo, Latinoamérica recibe una gran cantidad de inmigrantes que también contribuyen a cambiar el aspecto y las costumbres de las ciudades que parecen, cada vez más, ciudades modernas. Aún así, la modernización es despareja y todavía conviven talleres y fábricas, estructuras pequeñas y otras mayores, con distinto tipo de equipamiento, diferentes relaciones entre obrero – patrón y diferentes cantidades de trabajadores. Esa diversidad de estructuras impide la pronta conformación de un sistema industrial autosustentable, es decir independiente de los países desarrollados. Talleres y fábricas producen manufacturas destinadas a consumo interno, como bienes textiles o alimenticios, pero también se dedican a abastecer la infraestructura de todo aquello que contribuya al desarrollo de la exportación de materias primas, como el trazado de ferrocarriles o

la industria de la construcción. La gran cantidad de inmigrantes es clave en la conformación de las primeras agrupaciones obreras latinoamericanas, ya que traen consigo no sólo años de experiencias en sus lugares de origen sino también ideas que serán de gran influencia en la nueva tierra. La primera corriente ideológica de más peso entre los trabajadores fue el anarquismo, para luego, hacia fines del siglo XIX, darle lugar al anarcosocialismo. La principal diferencia entre una y otra corriente es que mientras el anarquismo hace hincapié en la autonomía personal y propugna la importancia de la propiedad privada, el anarco-socialismo relaciona la libertad individual con la igualdad, y enfatiza lo comunitario y la ayuda mutua, además de postular una sociedad futura en la que no existiría la propiedad privada. Pese a las diferencias que presenta el movimiento obrero entre cada uno de los países latinoamericanos, se puede establecer una distinción más amplia entre dos regiones. En la primera, constituida por el Caribe y el norte de Sudamérica, no existe un movimiento sindical importante hasta después de la Primera Guerra Mundial. La segunda, conformada por los países del sur (Chile, Brasil, Argentina y México) se caracteriza por la hegemonía del anarco-socialismo y una actividad

! Grupo de huelguistas tratando de convencer a un chofer de que se pliegue a la huelga.

sindical intensa desde comienzos del siglo XX. En Chile, los primeros sindicatos aparecen en la primera década del siglo XX en Valparaíso y Santiago, mientras en el norte comienzan a actuar las “mancomunales”,

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Grupo de huelguistas tratando de convencer a un chofer de que se pliegue a la huelga.

1901

FORA

1908

COB

Argentina

Brasil

1909

FOCH

Chile

1918

FORA CROM

México

formadas por empleados de zonas mineras. En 1909 se funda la Federación Obrera Chilena (FOCH). En Brasil, en 1906, tiene lugar el Primer Congreso de Trabajadores, al que asisten 28 organizaciones de los estados más importantes de Brasil. Allí nace la Confederaçao Operária Brasileira (COB) que comienza a funcionar en 1908. En México, se forma el “Gran Círculo de Obreros”, que albergó a anarquistas y pequeños productores, y que es disuelto en 1880 por la imposibilidad de conciliar intereses entre obreros y patrones. Luego, la organización de obreros más importante es la “Casa del Obrero Mundial”, constituida en 1912 por artesanos y trabajadores de la Ciudad de México. De todos modos, por sus dimensiones como organizaciones y el peso simbólico de su ejemplo para otros países de la región respecto de la relación con el Estado, los acontecimientos más importantes del período, a nivel continental, son la fundación de la Federación Obrera Regional Argentina (FORA) en 1901 y la fundación de la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM) en 1918. En estos países, en esta época, también surge un importante nacionalismo, con matices diferentes en cada país: en algunos casos, como reacción a la gran cantidad de inmigrantes, y en otros, como

parte de la conformación de primerizas identidades nacionales. En Brasil y Argentina, pese a que más de la mitad de la burguesía industrial es inmigrante, se produce un tipo de nacionalismo que es al mismo tiempo antiobrero y xenófobo, que culpa a los extranjeros de interrumpir la paz y la armonía con sus prácticas. Es así que surgen en Argentina la Liga Patriótica y en Brasil la Liga Nacionalista. Por otra parte, en Chile o México, donde la tasa de inmigración es menor, el nacionalismo se ve fusionado a ideas anticapitalistas, como reacción a enclaves mineros de capital extranjero en ambos países. Las movilizaciones huelguísticas son muy activas en distintos sectores de Latinoamérica. Se pueden distinguir dos períodos de huelgas: el primero, entre 1900 y 1910; el segundo, entre 1917 y 1920, que se extiende a zonas donde hasta entonces no había habido huelgas, como Cuba, Colombia, Ecuador y Perú. La extensión y la intensidad que cobra el movimiento obrero se debe tanto al impacto de las noticias recibidas de la Revolución Rusa, de la Revolución Mexicana y de las insurrecciones en Alemania, Turquía e Italia, como al crecimiento de la industria a partir de la Primera Guerra Mundial.

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Argentina: Estado, inmigración y primeras formaciones obreras.

Hacia mediados del siglo XIX, en Argentina, la industria es incipiente y se desarrolla en torno a los oficios tradicionales como la alimentación, el vestido o las actividades artesanales, que se organizan en pequeños talleres o en el domicilio propio. Más adelante, el progresivo proceso de modernización consolidaría a la inmigración como un importante actor social y económico, frente a la escasez de mano de obra. La heterogeneidad de la estructura productiva local y de la fuerza laboral contribuye a que las primeras acciones obreras sean ideológicamente plurales y desagregadas en términos organizativos. Esta característica productiva responde a un modelo de desarrollo económico, social y político impuesto, no sin conflictos y tensiones, por un sector de la clase dirigente. Sus fundamentos jurídicoeconómicos y también ideológicos están plasmados en Las Bases o puntos de partida para la organización política de la República Argentina, de 1852 y en el Sistema Económico y rentístico de la Confederación Argentina, de 1854, ambos de Juan Bautista Alberdi. Será entonces entre 1853 y 1890 cuando tanto a nivel político como económico, y bajo un esquema de prueba y error, se conforma el sistema que políticamente se conoce como “república oligárquica” y económicamente como “modelo agroexportador”. En ese marco surgen las experiencias organizativas pioneras de la clase obrera. Con un fuerte peso de los sindicatos de oficio todavía cercanos al artesanado y con una clara orientación ideológica hacia el anarquismo que cada vez se vuelve menos individualista y apuesta, paradójicamente, por la organización, al menos en el plano sindical.

La mesa del Congreso de la Confraternidad Ferroviaria, en la inauguración del congreso anual. Octubre 1922.

PROCESO DE MODERNIZACIÓN

MODELO DE DESARROLLO IMPULSADO POR LA CLASE DIRIGENTE

PRIMERAS ACCIONES OBRERAS PLURALES Y DESAGREGADAS

ESTRUCTURA PRODUCTIVA HETERÓGENEA

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La primera entidad obrera de la que se tiene registro es la Sociedad Tipográfica Bonaerense, de 1857. Se trata de un caso paradigmático, ya que si bien en ese momento existían asociaciones mutuales (como la de zapateros) o sociedades de resistencia, la Tipográfica es el primer gremio que brinda servicios culturales y sociales. Por otro lado, su evolución también es un claro ejemplo del incipiente proceso organizativo de los trabajadores urbanos. En 1878 este sindicato lidera la primera huelga obrera, en la que se consigue una jornada de trabajo de 10 horas en invierno y 12 en verano, y le abre el camino a otros gremios, como los panaderos (Sociedad de Resistencia de los Obreros Panaderos, de 1887), los molineros, los albañiles, los sastres y los yeseros, que continúan la reivindicación de los derechos obreros. En 1872, existió un breve intento de lograr una internacional obrera bajo el modelo de la internacional socialista liderada por Marx y Engels. Se trata de la sección regional de la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT), que pocos años después se disuelve. A mediados de la década de 1870, en Córdoba, aparece la Unión de Artesanos. En Rosario, se organiza la Societá degli Operaii Italiani. Los reclamos de estos “sindicatos” incluyen la reducción de la jornada laboral, el aumento del salario, la reglamentación del trabajo nocturno, el descanso dominical y la protección de las mujeres y niños trabajadores. De todos modos, este período se caracteriza por el despliegue de la acción inorgánica. Si bien las huelgas son cada vez

PRIMERA ENTIDAD OBRERA SOCIEDAD TIPOGRÁFICA BONAERENSE

PROCESO ORGANIZATIVO DE LOS TRABAJADORES

PRIMERA ORGANIZACIÓN CON OBJETIVOS PROPIOS DEL SINDICATO MODERNO

Carros en huelga en las calles Defensa y Chile. Huelga General. 1902.

ver + pág. 35 más numerosas, la falta de solidaridad y cohesión entre los trabajadores les posibilita a los empresarios sacar provecho a través de vías aisladas de negociación. Es así que varias conquistas no logran perdurar en el tiempo. La persistencia del trabajo a destajo, del trabajo estacional y de las relaciones personalizadas obrero-patronal facilitan las estrategias de los patrones al momento de despedir a los obreros más rebeldes. “La conciencia de clase está en pañales”, relatará Jacinto Oddone, mili-

1871 SE CREA LA OFICINA DE TRABAJO

tante socialista de la primera hora. Otro suceso importante de la época, es que en 1871, bajo la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento (afiliado original de la Sociedad Tipográfica Bonaerense) se crea la Oficina de Trabajo.


La huelga: estrategia de lucha del movimiento obrero La huelga se fue convirtiendo en estrategia de lucha y en herramienta fundamental del movimiento obrero argentino. Había huelgas de distintos tipos: de solidaridad, reivindicativas o simbólicas, y se modificaban a lo largo del tiempo de acuerdo a la tendencia ideológica predominante en el sindicalismo, a la rama de actividad mayoritaria y a la estrategia gubernamental respecto de los trabajadores, que podía estar más centrada en la represión o en la negociación. Además de la función de presionar a las autoridades para que accedieran a las demandas de los trabajadores, la huelga fomentaba la solidaridad, y en consecuencia reforzaba la identidad de clase. Otro de los efectos simbólicos era la ruptura colectiva con un orden normal. Los días de huelga general masiva, cuando adherían los trabajadores del transporte, del puerto y de los servicios, eran días en los que la ciudad se paralizaba y las plazas se colmaban de militantes con banderas rojas y negras. En estos casos, la policía rodeaba a los manifestantes y era frecuente que estallara la violencia. Cuando la convocatoria era menor, los manifestantes marchaban, se reunían en torno a los oradores y expresaban sus protestas o demandas. Muchas de las huelgas del período fueron en solidaridad con reclamos de otros trabajadores (argentinos o del mundo, repudiando el accionar de otros gobiernos) o contra la acción del estado (la represión de protestas o legislación re-

presiva). En cierto sentido, la huelga general producía en el orden conservador argentino un efecto de inversión similar al carnaval. Este carácter contracultural era reflejado también por la prensa obrera o la actividad social proletaria. Existen etapas claramente diferenciables en el movimiento huelguístico argentino antes de la década del ´30. La primera abarcó las movilizaciones producidas entre 1888 y 1890, y las que se realizaron luego de la formación de la II Internacional entre 1891 y 1896. Se trató de un período de constitución de sindicatos por oficio y de formación de identidad obrera. La segunda etapa comenzó con la formación de la FOA y se extiende de allí en adelante. A pesar de que cuando surgió, la FOA anarquista tenía aproximadamente ocho mil afiliados, y los socialistas disidentes (UGT -Unión General de los Trabajadores- a partir de 1903) otros mil, en momentos de cúspide huelguística, como entre 1903 y mediados de 1904, el número de obreros movilizados pertenecientes a oficios en los que la FOA - Federación Obrera Argentina- Fed tenía representación sindical, ascendía a más de 70 mil. Esta cifra, de acuerdo a los censos de 1895 y 1914, representaría un 20% del total de trabajadores. Si a esto se suma que hacia abril de 1904, la UGT contaba con 32.893 afiliados, se puede afirmar que el movimiento obrero en general cobra mayor peso. Esta etapa está caracterizada por las huelgas generales y la organización concentrada por parte de la FOA o de la FORA, y de las otras centrales que se fueron dando. El inicio de esta oleada huelguística se relaciona con la sanción de la Ley de Residencia, proyecto de Miguel

Cané, que le otorgaba al poder ejecutivo facultades para expulsar a cualquier extranjero cuya conducta comprometiera la seguridad nacional o perturbara el orden público. Ya en el debate parlamentario se puso en duda su constitucionalidad. Al tiempo que la elite reaccionaba frente a las huelgas obreras, las manifestaciones se recrudecían. La finalización de esta etapa, en los años ´20 se vincula con las consecuencias de la represión iniciada contra el movimiento obrero en ocasión del Centenario, que legislativamente se manifiesta en la Ley de Emergencia Social, que permitía prohibir el ingreso de anarquistas, expulsar a los que ya se encontraban en el país, y prohibía la existencia de sus organizaciones además de penar la apología del delito y la portación de explosivos. Esta ley fue más exitosa que la Ley de Residencia como arma represiva contra la tendencia anárquica en el proletariado. Finalmente, en la década del ´20 se producen los levantamientos de la semana Trágica y La Patagonia Rebelde, que cambian la relación del gobierno radical con el sindicalismo, que antes era más condescendiente. Frente a una baja del movimiento huelguístico en los primeros años posteriores al golpe de 1930, comenzaron a crecer las huelgas reivindicativas que adquieren un cariz más político una vez desencadenado el nazismo en Europa (Celebración del 1° de Mayo de 1936). Primero los socialistas y luego los comunistas (que al principio se negaban a alinearse contra el Eje siguiendo las directivas del Comitern) impulsaron este tono más político que poco a poco se fue perdiendo.

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NP

Para la compresión cabal de este período es fundamental detenerse en el proceso del conformación el Estado Argentino, ya que de a poco se transformará en un actor importante en el desarrollo de las organizaciones de trabajadores. Más allá de las fechas que se enseñan como fundamentales en la conformación de la Argentina, como el 25 de mayo de 1810, o el 9 de julio de 1916, el Estado argentino como tal comienza su organización luego de la Batalla de Caseros de 1852, aunque la estatalidad recién se consolida a partir de la década de 1880 cuando se produce la federalización de Buenos Aires y la elite gobernante instala plenamente el orden conservador que se extenderá durante tres décadas. Como hemos visto, durante la “república oligárquica” entre 1853 y 1880, en las presidencias que se denominan fundadoras, con Urquiza, Derqui, Mitre, Sarmiento y Avellaneda, el poder central va concentrando las capacidades básicas que luego harán posible el funcionamiento del Estado: el control del territorio (interno), ser reconocido como una autoridad soberana (externo), una estructura funcional diferenciada (administración) y la internalización de una identidad colectiva (cultura nacional).

16 Primera imagen de la Casa de Tucumán

Batalla de Caseros 1852 Control del Territorio

PROCESO DE CONFORMACIÓN DEL ESTADO ARGENTINO

Federalización de Buenos Aires

Conformación de la estructura administrativa

Se instala la Elite Gobernante

Reconocimiento de la autoridad soberana

Internalización de la identidad Colectiva


NP

INVERSIONES EXTRAJERAS

MODELO AGRO EXPORTADOR

INTEGRA AL PAÍS EN LA DIVISIÓN INTERNACIONAL DEL TRABAJO MODERNIZACIÓN DE LA TECNICA

Pero el Estado no es meramente un aparato administrativo que responde a las necesidades de un grupo político, sino que, ante todo, es una relación social que expresa las condiciones históricas de desarrollo de un país y reproduce en su interior la conflictividad de los distintos sectores en disputa por la dominación política y social. En este sentido, el primer período de formación del Estado argentino, es entre 1880 y 1930, cuando nos encontramos, en el plano político, con el pasaje de la república oligárquica a la apertura democrático liberal que se produce con el triunfo del radicalismo en 1916. En esas tres décadas de “república conservadora” u “oligárquica” el poder está concentrado en el Partido Autonomista Nacional (PAN) que es virtualmente el partido único, en un sistema de voto cantado y frecuente represión a obreros anarquistas y socialistas. Durante 25 años, el líder re-

conocido es el General Julio A. Roca, que cuenta con el apoyo del poder militar y de los estancieros. En este período se consolida lo que se denomina el “modelo agroexportador”, que integra al país en la División Internacional del Trabajo. Los países de Europa se reservan el rol de productores de bienes industriales y a los países latinoamericanos se les asigna el rol de proveedores de alimentos y materias primas. El modelo agroexportador implica la modernización en técnicas de agricultura y ganadería, y la construcción de una extensa red ferroviaria. Las inversiones provenientes del extranjero son destinadas al desarrollo ferroviario, los puertos y los frigoríficos, lo que de alguna manera garantiza el buen funcionamiento del país en el rol de proveedor de materias primas que se le ha asignado. Las estancias y las granjas o chacras quedan en manos de la aristocracia argentina.

CONCENTRACION DE LA RIQUEZA Y EXCLUSIÓN DE LOS TRABAJADORES

Este modelo también genera una fuerte concentración de riqueza en pocas manos y la exclusión de la clase trabajadora. Es así que pese a que los actores sociales dominantes en esta etapa son las elites económicas y políticas asociadas a la producción agropecuaria, la clase trabajadora, desde su actividad en los sindicatos, también empieza a constituirse, a través de años de lucha y organización, en un actor con mayor peso. Al comienzo de este período el sindicalismo se desarrolla en medios artesanales que no son centrales para la estructura productiva pero, por otro lado, posee en algunos casos, un capital cultural específico que le da relevancia (tipógrafos, maquinistas ferroviarios). En el campo, la utilización de mano de obra no es tan intensiva como se espera en un modelo como este, pero la estructura de la tierra genera distintos grupos en el campesinado: rentistas, colo-

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Marzo 1929. Fábrica de la General Motors Argentina. Foto aérea de la planta. Hotel de Inmigrantes

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nos, arrendatarios y braceros. Alrededor de 1910, estos sectores protagonizan conflictos y huelgas para oponerse a las políticas gubernamentales (nacionales o locales) pero también atraviesan conflictos entre sí. Los arrendatarios forman una agremiación distinta de los intereses de los rentistas de la Sociedad Rural, que denominan la Federación Agraria. Pero cuando los braceros, el sector más proletarizado de la explotación agropecuaria, inician su plan de lucha, tampoco encuentran apoyo en las capas de medias del campesinado de la región pampeana y del litoral, que eran principalmente de origen inmigratorio. Es probable que la cuestión nacional también haya incidido en las características de la conflictividad

1880 / 1914 en el campo. Por ejemplo, durante los conflictos del centenario la represión se centrará en las comunidades de colonos y arrendatarios italianos. Por otra parte, los braceros, muchos de ellos “criollos”, se sienten desvalorizados socialmente frente a los inmigrantes, que son de gran influencia en la conformación del movimiento obrero, tanto en términos ideológicos como organizacionales.

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millones inmigrantes

Para tomar dimensión de la gran cantidad de inmigrantes, vale el dato de que entre 1881 y 1914, más de cuatro millones de personas arriban al país. A diferencia de otros países que atraían a más hombres jóvenes que llegaban solos, Argentina convoca a mayor porcentaje de grupos familiares que llegan en forma conjunta o separada, y también a mayor porcentaje de personas que declaran una ocupación específica. Es uno de los países que, además, tiene menores índices de retorno. En general, provienen de los países menos desarrollados de Europa, como Italia y España, y traen consigo la influencia ideológica de las corrientes internacionales que marcaron los primeros años de historia de nuestro movimiento obrero. El anarquismo es la corriente más importante. De todos modos, son los socialistas los primeros en intentar la agrupación de varias sociedades de oficios, en lo que se denomina una federación, hacia 1880. Los socialistas tenían una importante


NP influencia de la Segunda Internacional Socialista y de los socialdemócratas alemanes pero como el Partido Socialista se organiza en 1896 en torno de la figura del cirujano argentino Juan B. Justo, termina primando el interés por lo nacional. Vale recordar que los inmigrantes están fuera de lo que entonces es la política nacional, ya que tienen prohibido el voto. Es también por esta razón que la organización obrera se constituye como un ámbito de participación y acción directa muy atractivo. Esta es la razón del éxito de los anarquistas, en una población obrera predominantemente inmigratoria y propensa a la acción directa, mientras que los socialistas tenían una estrategia parlamentaria que necesitaba de la previa nacionalización.

La sociedad Argentina de Escritores realizó su primer Congreso Gremial en el palacio del Consejo Deliberante, con asistencia de numerosos hombres de letras. Abril 1936.

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La corriente sindicalista se caracterizaba por su apartidismo y su defensa de la acción directa y la organización sindical como estrategia política.

De todos modos, a medida que pasan los años, el movimiento obrero encuentra sus mayores manifestaciones en las ciudades, donde las propias necesidades del modelo amplían las actividades de servicios (telégrafos, teléfonos, medios de transporte, etc.) y el propio aparato administrativo del Estado nacional, provincial y municipal también se amplía, lo que favorece el surgimiento de los primeros gremios del sector público. Estos dos sectores, servicios públicos y estatales, tienen como consecuencia el desplazamiento de los anarquistas, más arraigados en los gremios de oficio, para dar lugar a sindicalistas en la conducción del movimiento obrero argentino. 19


DISCUSIONES

Los inmigrantes han sido de gran influencia en el surgimiento del movimiento obrero en Argentina, no solo por incorporarse al país como fuerza de trabajo sino también por las corrientes ideológicas que traían con ellos bajo el brazo y que han definido las tendencias de las agrupaciones.

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Anarquismo El anarquismo es una corriente de gran difusión a partir de la década de 1870, impulsada por dos referentes principales: Hector Mattei (creador del Círculo Comunista Anárquico y luego el Sindicato de Obreros Panaderos) y Enrique Malatesta (el intelectual más importante de este movimiento y referente de la tendencia anti-organizativa y revolucionaria). También hay figuras que militan en la tendencia más organizativa del movimiento como Pedro Gori y Antonio Pellicer Paraire. El anarquismo se inserta en la sociedad argentina a partir de la creación de instituciones de autodefensa de los trabajadores urbanos locales. Participa además en sociedades de resistencia, crea centros y círculos culturales, escuelas, bibliotecas y periódicos. A través de su influjo en trabajadores portuarios, conductores de carros, cocheros, marineros, foguistas, mecánicos, pintores, albañiles, yeseros, panaderos y peones se convierte en la fuerza contestataria más importante de la primera década del siglo XX. Ideológicamente, el anarquismo cree en la necesidad de un cambio cualitativo en la sociedad y por tanto considera que la lucha gremial era solo el primer paso. Respecto de la organización, se impulsa la acción directa y la huelga general. Los anarquistas son los promotores de siete huelgas generales entre 1900 y 1910, desde la Federación Obrera Argentina (FOA), fundada en 1894 y reorganizada en 1901, primero y la Federación Obrera Regional Argentina (FORA), denominada así a partir de 1904. En el noveno Congreso de la FORA, el anarquismo pierde el control en manos de los sindicalistas que pasan a ser la tendencia mayoritaria en el movimiento obrero. Por su parte, el anarquismo más radical resiste como sector minoritario organizado en la FORA del V Congreso.

Socialismo El primer antecedente del partido socialista argentino se encuentra en el Club Vorwarts, fundado en diciembre de 1882. En este grupo militaron algunos de los pioneros del sindicalismo argentino. En la década de 1890 comienza la organización partidaria, inspirada en la prédica de la II Internacional Socialista de 1895. En junio de 1896 se realiza el congreso constituyente donde se fusionan grupos como la Agrupación Socialista, Les Égaux y el Fascio Liberatori, además del Partido Socialista Obrero Internacional, que en 1895 cambia su nombre por el que será el definitivo de la agrupación partidaria: Partido Socialista Obrero Argentino. La orientación del partido no es marxista en sentido estricto sino más bien pragmática. Tiene como principal estrategia el acceso al poder por la vía parlamentaria, por eso pugnan por la nacionalización de los inmigrantes. Se concibe como un partido de vanguardia compuesto mayormente por intelectuales ilustrados. Esta situación motiva a que los obreros, inmigrantes y proletarios se sintieran más atraídos por el anarquismo y el sindicalismo como corrientes del movimiento obrero. En términos sindicales, el socialismo recién logra ser un actor central en la estructura organizativa del movimiento obrero argentino cuando en la decáda del 30 comparte el control de la CGT con los sindicalistas, aunque al ser electo Secretario General José Domenech, la balanza se inclina a su favor. También participa activamente de las principales organizaciones de tercer grado del sindicalismo argentino como la Unión General de Trabajadores (UGT) que compite con la FOA anarquista y en 1926 la Confederación Obrera Argentina (COA) que se opone a la Unión Sindical Argentina (USA) controlada por los sindicalistas.


Sindicalismo El sindicalismo se constituye como corriente hegemónica desde que toma el control de la FORA en el 9° Congreso en 1915, hasta que perdió el control de la CGT en 1935. Tiene incidencia en gremios de servicios o vinculados al modelo agro-exportador como ferroviarios, telefónicos o portuarios. Sin tener una base ideológica sólida, su inspiración europea fue la estructura organizativa de la CGT francesa, de 1906 y de la Unione Sindicale Italiana, de 1912. Los sindicalistas no rechazan la acción directa ni la huelga revolucionaria como principio, pero adoptan un cariz más pragmático y reivindicativo, que implica darle más importancia a la organización. A diferencia de los socialistas, no buscan tener un vínculo fuerte con ningún partido político, por más que algunos de sus referentes tuvieran simpatías por el radicalismo. Con el sindicalismo se consolida la figura del dirigente sindical profesional remunerado por su función, que trabaja para obtener reivindicaciones concretas para los trabajadores y que no evita, sino promueve, el contacto con el gobierno para lograrlas. La influencia del sindicalismo en la estructura organizativa del movimiento obrero argentino fue tan importante que continuó luego de su apogeo y explica, en parte, el tipo de la relación que tuvo luego con el peronismo.

Comunismo El comunismo nunca llegó a ser una corriente principal del sindicalismo argentino. Sin embargo, cobró relevancia a partir de mediados de la década de 1920, cuando el Partido Comunista se propuso el objetivo de conquistar los gremios. Tuvo incidencia gremial en los sectores más nuevos, producto del crecimiento y complejización de la economía argentina en las dos primeras décadas del siglo XX particularmente en sectores industriales como metalúrgicos, frigoríficos y en la construcción donde los salarios eran bajos y las condiciones de trabajo muy malas. Es una de las corrientes más radicales (junto con el anarquismo) y mejor organizadas (junto con el sindicalimo) en lo que se refiere al movimiento obrero pre-peronista. Ideológicamente, se alineó con la Rusia comunista, propiciando la acción política directa y la agitación revolucionaria. Organizacionalmente, poseía un núcleo militante algo reducido pero sumamente disciplinado y organizado en células autónomas que resultó muy eficaz en períodos de represión a la acción sindical.

SINDICALISMO

ANARQUISMO

SOCIALISMO

comunismo

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NP

1° de mayo

congreso nacional obrero

La participación de los inmigrantes en las primeras luchas también se observa en sus numerosas publicaciones (Gli Sportati, I Malfatori, Gli Inconosciuti, Gli Incendiati). Uno de los círculos más activos de la época está compuesto por social-demócratas alemanes. A partir de 1882, comienzan a reunirse en el Club Vorwarts, sede de numerosas asambleas, conferencias y congresos obreros, realizados en varios idiomas. Allí tienen lugar, en 1890, los preparativos del que se considera el último hito del período y la entrada simbólica a una etapa de mayor organicidad del movimiento: la primera celebración del 1° de mayo. Ese día, más que un festejo, fue un jornada de lucha, que respondió al llamamiento del Congreso Internacional Obrero de París de manifestarse en las calles en homenaje a los mártires de Chicago sentenciados a muerte en 1886 por haber luchado por la jornada de 8 horas. 22

El 1° de mayo de 1890, se presentó un petitorio al Congreso de la Nación que incluyó los siguientes puntos: 1. Jornada de 8 horas; 2. Prohibición del trabajo de menores; 2. Abolición del trabajo nocturno en general para mujeres y niños y en los hombres salvo en aquellas industrias que necesariamente lo requirieran; 3. Descanso ininterrumpido de 36 horas semanales; 4. Prohibición del trabajo a destajo; 5. Seguro de accidentes obligatorio a cargo de los empresarios y el Estado; 6. Creación de tribunales de obreros y patrones para la solución de conflictos entre ellos; 7. Prohibición de trabajos y sistemas de fabricación perjudiciales para la Salud; 8. Inspecciones sanitarias; 9. Inspección de talleres y fábricas por delegados designados por el Estado; 10. Prohibición del trabajo femenino en aquellas actividades perjudiciales para su salud. Sin embargo, los acontecimientos del primero de mayo pierden notoriedad ante los fenómenos políticos desencadenados por la revolución de 1890, que dan lugar a la Unión Cívica liderada por Leandro N. Alem, y que cuenta en un breve lapso con el apoyo de miembros desencantados de la elite gobernante como Bartolomé Mitre. Los excesos financieros (empréstitos para la construcción de los ferrocarriles), la crisis internacional y un estilo político que genera resistencia producen la caída del gobierno de Miguel Juárez Celman. Tras su renuncia, lo sucede su vicepresidente, ex defensor del proteccionismo industrial y habilísimo político, Carlos Pellegrini. Este hecho, sumado al nuevo auge de las exportaciones de productos primarios permite que la elite política y económica dominante pueda continuar con su hegemonía hasta el Centenario. Pero debe enfrentar nuevos desafíos: por un lado, el partido radical (Unión Cívica Radical desde el 26/06/1891) con su civismo y su lucha, incluso armada, por la pureza del sufragio; y por otro, el partido socialista, cada vez más influyente en los barrios obreros de la capital. Pero el desafío también es la nueva cuestión social que el desarrollo económico y las reivindicaciones del incipiente movimiento obrero van a instalar en la agenda pública, pese a las resistencias de la mayoría (con la excepción de los jóvenes reformistas) de los dueños del poder.


ARGENTINA Industria Argentina Entre los años 1895 y 1913 se percibe un cierto avance en la industria, mayoritariamente en aquellas ligadas a la exportación, el transporte, la construcción y el consumo local de alimentos, es decir asociadas con la producción agropecuaria o a la satisfacción de las necesidades básicas de la población. Para 1913, el sector manufacturero representa un 15% del PBI y está lejos de satisfacer la demanda interna, por lo cual se recurre a las importaciones. Son eventos de orden externo (la Primera Guerra Mundial o mejor dicho su conclusión y luego la Gran Depresión) los que impulsan el desarrollo de una incipiente industria que, al calor de esta protección y un mercado interno en expansión por el aumento de la ocupación, gana lugar en el dominante modelo agroexportador. Es así que para 1914 se perfila una nueva estructura social, con mayor importancia relativa de los sectores medios. A la vez, dentro de estas capas medias se produce

una diferenciación interna: surgen estratos de asalariados urbanos dependientes y crece la importancia de sectores ligados al comercio y a la industria; al mismo tiempo, aumenta la cantidad de obreros urbanos a expensas de los trabajadores rurales, los artesanos y los trabajadores sin ocupación definida Al concluir la Primera Guerra Mundial, la política económica se debate entre dos posturas. Los librecambistas, postura dominante hasta entonces, proponen mantener niveles bajos de aranceles al comercio exterior, confiando en el respeto

librecambistas

a la división internacional del trabajo y en las ventajas comparativas que posee la Argentina para producir alimentos, como la mejor forma de impulsar el desarrollo económico nacional. Los proteccionistas, por el contrario, plantean la necesidad de aplicar impuestos al comercio exterior para evitar la competencia de productos extranjeros en ciertos sectores de la economía que se busca desarrollar (especialmente, la incipiente industria nacional). Finalmente, se impone el criterio librecambista, y Argentina retoma el intercambio comercial sin establecer políticas de protección a la producción manufacturera nacional. 23

los proteccionistas


NP De todos modos, la industria continúa su desarrollo a partir de la década de 1920. El ingreso de capital extranjero (sobre todo norteamericano) fomenta una diversificación de la producción industrial y la demanda de importación de nuevos productos para abastecer a las flamantes industrias. De esta manera, la Argentina abandona paulatinamente su perfil exclusivamente agroexportador, manteniendo una economía más diversificada y abierta a la inversión productiva extranjera. Hasta la crisis de 1930, desde el campo político no se intenta sino prolongar el esquema productivo consolidado luego de la crisis de 1890: exportación de materias primas y mercado interno abastecido en su mayoría por importaciones, gracias en parte a la ventaja que adquieren nuevamente los precios de las exportaciones argentinas luego de la Primera Guerra Mundial.

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A partir del golpe de Uriburu, en 1930, la regulación del Estado en materia económica crece, más por necesidad que por convicción de las elites gobernantes, que intentan mantener el modelo preexistente a partir de la el Reino Unido sellada en el pacto Roca-Runciman de 1933. El Reino Unido es principal comprador de nuestras exportaciones y también la principal fuente de inversiones extranjeras hasta la Primera Guerra, cuando se lo reemplaza por los Estados Unidos, y surge así, la triangulación del comercio. En estos años se instala el modelo de industrialización sustitutiva de importaciones,

INDUSTRIALIAZACION

CRISIS DE 1930

REGULACION DEL ESTADO

TRIANGULACION DEL COMERCIO

CAMBIO EN LA ESTRUCTURA OBRERA

que tiene como consecuencia el desarrollo de políticas relativamente consistentes de intervención del Estado en la economía, y el retorno a la escena pública de la disputa entre industrialistas y libre cambistas. Este modelo impacta claramente en la estructura ocupacional Argentina que hasta entonces tenía tres pilares: el sector agrario (que tampoco fue tan demandante de mano de obra como se esperaba), el sector de servicios asociados a la exportación, la importación y la urbanización (ferrocarriles, teléfonos, comercio, etc.), y las actividades industriales de tipo artesanal. En esta etapa de transición la clase trabajadora cambia también en otro aspecto porque

El sindicalismo argentino pasa de ser internacionalista y anarquista, a ser reivindicacionista y sindicalista

se produce un reemplazo de la migración europea. Esto, sin duda, afecta al sindicalismo argentino que pasa de ser internacionalista y anarquista, a ser reivindicacionista y sindicalista, con una mayor presencia de nativos en sus dirigencias y sus bases. Incluso, al finalizar la década de 1930, con el predominio de los socialistas y los comunistas, se mantiene este cambio demográfico en el movimiento obrero argentino que ya cuenta con sindicatos por industria y estructuras organizativas más consolidadas.


E ESTRUCTURA BÁSICA DEL SINIDCALISMO

Estructura básica

del sindicalismo

Un sindicato es un modo de asociación de trabajadores fundada en la solidaridad entre quienes tienen una misma función en el proceso productivo. Los sindicatos son organizaciones diferentes de los partidos políticos; su finalidad se orienta a mejorar las condiciones laborales de sus miembros y a buscar, a través de la unidad de los trabajadores, el cambio social. Sin embargo, los partidos o tendencias políticas influyen en el sindicalismo para dotarlo de ideología. Entre sus mecanismos legítimos para la defensa de derechos de los trabajadores se incluye la huelga como forma de acción directa y los convenios colectivos. En sus orígenes, la estructura del sindicalismo argentino está marcada por un modelo productivo donde predominaban las actividades artesanales antes que industriales. Por eso son “sindicatos de oficios” y la primera central o federación toma el modelo del Sindicato de Oficios Varios. A medida que se amplía el espectro de actividades industriales

y de servicios, los sindicatos comienzan a agruparse por sector productivo y con el crecimiento del Estado también se instala la distinción entre gremios estatales y privados Aunque es una misma actividad puede haber ocasionalmente más de una asociación, lo normal en estos casos es que un sólo sindicato agrupe todos los trabajadores de un sector. Este esquema es denominado sindicato por rama de actividad y es el característico de algunos sindicalismos fuertemente organizados como el alemán en el siglo XX. En Argentina se impone este modelo en los años 1940 pero siempre convive con otros criterios de agrupamientos que persistieron por su importancia en los momentos fundadores. Además de la experiencia histórica, el cambio en los ciclos productivos tiene mucha importancia en las mutaciones que se produjeron y se siguen produciendo en la estructura organizativa del movimiento obrero argentino y mundial. Entonces, la evolución de la estructura de los gremios tiene

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que ver con los modos de producción. Cuando aparecen las industrias surgen los sindicatos por rama de actividad y se consolidan las primeras uniones y federaciones. El sindicato denominado Unión es aquel que tiene una organización unitaria, es decir que es un sindicato nacional, que tiene seccionales en las localidades en que se desarrolla una actividad determinada. Las autoridades son nacionales y en las filiales los dirigentes cumplen funciones de delegados de las estructuras centrales. En el período que nos ocupa una de las uniones más importante fue la Unión Ferroviaria (UF). Otra modalidad es la Federación, constituida por sindicatos de localidades o región que eligen sus propias autoridades y designan a los delegados o miembros de la federación. En algunos casos firman sus propios convenios provinciales o locales. En este primer período del sindicalismo argentino se destacan la Federación Obrera Marítima (FOM), sindicalista y afín al yrigoyenismo, la Federación de Empleados Telefónicos (FOET), también sindicalista dirigida por Luis F. Gay, la Federación Obrera de la Construcción (FONC) y la Federación Obrera de la Industria de la Carne (FOIC), ambas comunistas y la segunda liderada por José Peter. En las Uniones, las delegaciones o seccionales tienen mayor dependencia de los órganos centrales mientras que en las federaciones tienen mayor independencia. Muchas de estas uniones y federaciones siguen existiendo, aunque sus nombres pueden haberse modificado. Otras como la UF o la Fraternidad continúan con la misma denominación. Las uniones son organizaciones de primer grado, las federaciones de segundo y las confederaciones de tercero. Estas últimas agrupan a Federaciones como Confederación de Trabajadores de la Educación o la propia CGT. Es interesante mencionar que hasta la organización de la CGT, el mecanismo que primaba en las organizaciones de tercer grado para tomar decisiones eran los referéndum o compulsas. Luego se tiende a la elección de delegados para que representen a sus sindicatos en los Congresos o en la Comisión Directiva y que el 26

peso de cada uno dependa de la cantidad de afiliados cotizantes con los que cuentan. Este esquema sigue vigente hasta hoy. En un cuarto nivel se encuentran los agrupamientos internacionales como Confederación de Sindicatos Libres (sindicatos cristianos fundada en 1920) más tarde llamada Central Mundial de Trabajadores y cuya representación latinoamericana será la CLAT (Central Latinoamericana de Trabajadores). También está la CIOLS (Confederación Internacional de Sindicatos Libres), fundada recién en 1949, cuya central regional es la ORIT (Organización Interamericana de Trabajadores). Desde 2006 la CLAT y la ORIT se fucionaron en la Confederación Sindical de Trabajadores y Trabajadoras de las Américas (CSA-TUCA). A ellas adhieren las centrales nacionales. Este tipo de organizaciones tiene mucha importancia en los organismos internacionales como la Organización Internacional del Trabajo (OIT) donde la delegación sindical argentina tiene importancia desde su fundación. En los años 1930 el sindicalista Sebastián Marotta, del pequeño gremio de los linotipistas, es el representante de la CGT ante el organismo. Los mecanismos de democracia interna dentro de los sindicatos no están muy formalizados en las primeras décadas del sindicalismo argentino. De todos modos, surgen liderazgos con tendencias personalistas, como ocurriera principios del siglo XX, con Antonio Tramonti, Francisco Pérez Leirós o José Domenech. Sin embargo, existen sindicatos donde se produce un cambio periódico en el control de los organismos directivos, que llegan incluso a estar en manos de diferentes facciones ideológicas cada dos años, como el caso de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), situación que con el tiempo también se va modificando. Se torna habitual que los grupos más organizados “desembarquen” en sindicatos como lo hacen, primero, los sindicalistas con los sindicatos anarquistas; luego, en menor medida los socialistas con los sindicalistas y en los años 1930 los comunistas, transformando gremios que de oficios varios, como los albañiles, en la poderosa Unión Obrera de la Construcción (FONC).


CGT 1935

1

Cantid ad d e

SOIC - Sindicato de Obreros de la Industria del calzado

1935

FOET Federación de Obreros y Empleados Teléfonicos

FEC - Federación de Empleados de Comercio

dele gad os en la c on for

T en CG

FOM Federación Obrebra Marítima

Cámara Sindical de Cocineros

13

e la nd ció ma

El Comité Confederal de la CGT en 1935 estaba compuesto por una cantidad de delegados por sindicato que revela la importancia de cada uno de ellos en la época. En el gráfico se puede apreciar la distribución en forma proporcional. Había sindicatos con un delegado, con dos, con tres o con trece, como el caso de la Unión Ferroviaria.

3

2

UF - Unión Ferroviaria

ATE - Asoc. de Trab. del Estado

ATC Asoc. de Trab. de la Comunidad

FOMM Federación de Oficiales de Marina Mercante

UT - Unión Tranviarios UOT - Unión Obrera Textil

Sindicalismo Cuando se encuentre sindicalismo escrito en itálica es una referencia a la corriente ideológica, mientras que en tipografía normal se refiere al uso genérico de la palabra como agrupación de los trabajadores

ULMA - Unión de Linotipistas, Mecánicos y Afines

LF - La Fraternidad

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RELACIÓN CON EL PODER POLÍTICO

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A partir de mediados del siglo XIX, los trabajadores argentinos comenzaron un proceso que terminó por consolidarlos como clase, además de que desde comienzos del siglo XX fueron encontrando sus propias formas de organización y se convirtieron en un actor político que, por su importancia, no pudo ser ignorado por las diferentes administraciones del Estado. La relación entre los trabajadores, el Estado y la política partidaria fue centro de numerosos debates en las centrales obreras. Las posibilidades de la acción partidaria eran muy restringidas hasta la sanción del voto universal con la ley Sáenz Peña en 1912. Frente a la alternativa de total prescindencia de la “política burguesa” que postulaban los anarquistas y luego los sindicalistas, el socialismo proponía la vía de acción parlamentaria. Esta estrategia resultó en la elección en 1904 del primer diputado socialista de América Latina, Alfredo Palacios, y en los primeros avances en la legislación social propulsadas por el partido. El Partido Comunista, surgido como escisión del socialismo en 1918 al calor de la Revolución rusa, valorizaría también la acción partidaria pero, a diferencia de los socialistas, reivindicaría la agitación política con fines revolucionarios. La relación entre los sindicatos y los distintos gobiernos atravesaría numerosos altibajos. En su conjunto, este período fue de una alta conflictividad, en particular por el choque que implicaba la preeminencia del anarquismo en los sindicatos y de los conservadores en el gobierno durante la primera década del siglo XX.

El Estado argentino consideraba la cuestión de la organización de los trabajadores como un problema de orden público, y actuaba en consecuencia a través de la represión y el encarcelamiento de los militantes gremiales. La década de 1910 fue una de las más conflictivas de la historia del sindicalismo argentino, con más de 300 huelgas y un sinnúmero de conflictos laborales. La intervención de la policía era habitual, como así también la muerte de trabajadores que participaban de la protesta. A partir de la sanción de la Ley de Residencia el 22 de noviembre de 1902, la deportación de dirigentes y la declaración del estado de sitio se convirtieron en parte del repertorio habitual de la acción estatal. En 1909, con la Semana Roja, los conflictos alcanzaron su pico: durante los actos de conmemoración del Día Internacional del Trabajo, la policía comandada por el coronel Ramón Falcón reprimió a las masas que se desconcentraban, ocasionando la muerte de más de una decena de manifestantes. Luego, la policía cerró locales anarquistas y encarceló a sus dirigentes. La violencia desatada durante esas semanas culminaría con el asesinato de Falcón a manos de un joven militante anarquista, Simón Radowitzky. Como respuesta de la elite política ante estos sucesos, en junio de 1910 se sancionó la Ley de Defensa Social que impedía el ingreso de anarquistas al país, permitía su expulsión, prohibía sus organizaciones y castigaba hasta con pena de muerte la portación de explosivos y la apología del delito. Aunque su constitucionalidad fue cuestionada, estuvo vigente hasta 1921. Sólo la crisis generada por la Primera Guerra Mundial pudo poner coto a la

MEDIADOS DEL S. XIX

LEY DE RESISTENCIA

SEMANA ROJA

PRIMERA GUERRA MUNDIAL


acción sindical y reducir la conflictividad de esos años. Pese a la importante violencia estatal, cabe destacar que durante este período comenzaron a desarrollarse las primeras formas de intervención del Estado en las relaciones entre empleadores y trabajadores. En 1907 se creó el Departamento Nacional del Trabajo, otra demostración de la importancia que había cobrado “la cuestión social” para las elites. De la misma manera, se sancionarían las primeras leyes que regulaban las condiciones de trabajo y se darían las experiencias seminales en negociación colectiva. Durante la presidencia de Hipólito Yrigoyen, a partir de 1916, el radicalismo intentaría convertir al Estado en un agente de democratización, fomentando en particular la incorporación de las clases medias a la vida política. Parte de esa política de democratización también estuvo orientada a “domesticar” a las organizaciones sindicales. Ello se tradujo en una política de represión de los sindicatos más combativos y un acercamiento a los gremios de orientación sindicalista, más propensos a la negociación. Sin embargo, el desarrollo de la infraestructura del Estado en esta materia fue escaso, y no se buscaba establecer lazos duraderos. Con la Semana Trágica de 1919 y la influencia de la Revolución Rusa en el sindicalismo, el tibio acercamiento se vería parcialmente truncado y volvería a aumentar el nivel de represión estatal. Diversos cambios originados a partir de la presidencia de Marcelo T. de Alvear fomentaron que los sindicatos moderaran sus acciones. En primer lugar, por la parcial incorporación de los trabajadores a la vida política, que se tradujo en el desarrollo electoral del socialismo; en segundo, por el predominio del sindicalismo, relativamente moderado y negociador, y, en tercer lugar, por la fragmentación dentro del movimiento sindical. En este contexto, el nuevo gobierno radical mantuvo los lineamientos de la política sindical de Yrigoyen y las relaciones cordiales con la corriente mayoritaria dentro de la clase obrera. Es así, entonces, que hasta la década de 1930, existió una escasa institucionalización de las relaciones entre capital y trabajo. El aparato de represión estaba a la orden del día pero otras formas de intervención (como la mediación en conflictos laborales o la regulación del salario) fueron esporádicas y dic-

tadas por las necesidades coyunturales de los gobiernos. Aún en los gobiernos radicales, donde aumentó la acción estatal, existía una política deliberada de no crear estructuras duraderas de relación entre el Estado y los sindicatos. Separado de las luchas por el sufragio y escindido ideológicamente, el sindicalismo argentino no lograría unificar su accionar político detrás de un discurso que desafiara los límites del sistema político oligárquico (bandera que abrazaría el radicalismo) y buscara la expansión de la democracia representativa para darle cabida a la clase obrera.

Grupo de huelguistas detenidos en el puerto de Santa Cruz.

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semana trágica El período inicial del sindicalismo argentino fue pródigo en protestas obreras de gran magnitud. Esto ocasionó una importante cantidad de episodios de represión violenta por parte del Estado. Uno de los eventos centrales de la protesta sindical fue la llamada Semana trágica, de enero de 1919. Los sucesos que desencadenaron la Semana Trágica comenzaron en diciembre de 1918, con una huelga de los trabajadores de los talleres que la metalúrgica Pedro Vasena e Hijos poseía en el barrio capitalino de San Cristóbal. Los trabajadores reclamaban mejoras salariales y reducción de la jornada laboral. La huelga se prolongó durante más de un mes, hasta que la patronal solicitó la intervención de las fuerzas de seguridad. El resultado fue un violento enfrentamiento entre la policía y los trabajadores, en el que varios obreros resultaron asesinados. El funeral de los muertos en la contienda fue escenario de una renovada y multitudinaria manifestación sindical y dio lugar a un nuevo episodio de represión policial, que esta vez costó la vida a veinte trabajadores. Presionado por sectores conservadores de la elite social, por el Ejército y por las clases medias, el gobierno de Yrigoyen se mantuvo intransigente a las demandas obreras y permitió la acción de grupos paramilitares para llevar adelante violentas razzias en las que se mezclaron consignas nacionalistas, anticomunistas y xenófobas (en particular, antisemitas). Finalmente, el conflicto se aplacó con la intervención del Ejército y la Armada y el reconocimiento de algunas de las demandas de los trabajadores. Sin embargo, la violencia estatal promovió una ola de sindicalización, creación de nuevas organizaciones gremiales y aumento de la actividad huelguística, que duró al menos hasta comienzos de la década de 1920. Por otro lado, también se consolidaron las fuerzas conservadoras en la Liga Patriótica Argentina, que lograría poner límites al acercamiento entre los sindicatos y el gobierno. La Semana trágica fue un claro ejemplo de la política ambigua de los gobiernos de la época frente a las organizaciones de los trabajadores y sus protestas: si bien se reconocían algunas demandas, ese reconocimiento era parcial y sólo se lograba luego de una brutal represión a los trabajadores por parte de las fuerzas de seguridad. De esta manera, quedaban en evidencia los límites de la apertura democrática en un contexto de exclusión de gran parte de los obreros de la vida política nacional.

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Semana Trágica. Enero 1919. Cortejo fúnebre de las víctimas de la Casa Vasena, hacia el cementerio del Oeste (Chacarita), conducido por los compañeros de trabajo.


Día de un obrero

La jornada de los obreros comenzaba temprano en los conventillos, casas de pensión y departamentos ubicados en el Centro, donde vivían a una caminata del trabajo para evitar el precio prohibitivo de trenes y tranvías. Alrededor de las cuatro y media en verano, o a las seis en el invierno, los hombres se levantaban, se vestían y se marchaban sin hacer el menor ruido, y muchas veces sin desayunar, para no despertar a los niños. Más de la mitad iba a trabajar como jornaleros, peones o sirvientes; el resto lo hacía de carpinteros, albañiles, zapateros, sastres y empleados de comercio. Detrás dejaban pequeñas habitaciones de cuatro por cuatro, distribuidas alrededor de pequeños patios y corredores, con no más que una cama de dos plazas o algunos elásticos, una mesa de pino, bancos, sillas y algún que otro baúl viejo. En cada una se apiñaban hasta cinco o seis hombres solteros que se alternaban el uso de la cama, o bien una familia de seis o siete miembros, a los que a veces se añadían parientes para compartir gastos. Poco después comenzaba el ajetreo de las mujeres y los niños mayores: ponían agua o leche en el brasero, ubicado en una caja o repisa a la entrada o

adentro de las habitaciones y después se iban al mercado, o regateaban en la puerta del conventillo con los vendedores ambulantes, que ofrecían verduras o frutas. A las nueve, los niños partían a recorrer las calles en busca de algún trabajo, generalmente liando cigarrillos, o en fábricas de fósforos. Sus madres ya habían comenzado su trabajo a destajo, cosiendo, planchando, o trabajando para talleres de sombreros, botones y bolsas de arpillera, que invariablemente buscaban esta mano de obra barata y poco afecta a las protestas. A las once y media regresaban los hombres para comer de prisa un puchero aguachento o algún plato hecho con maíz. La tarde traía el bullicio a los conventillos: los numerosos niños de distintas nacionalidades gritaban, reñían y jugaban en el patio. A las tardecita volvían los hombres. Cenaban por lo general un guiso, y a las diez y media de la noche casi todo el mundo estaba en la cama. La rutina se repetía invariablemente todos los días, excepto durante los feríados religiosos y patrióticos. Entonces, los acordeones, violines y guitarras tocaban danzas y canciones del Viejo Mundo, que se acompañaban con una botella de vino, y ocasionalmente de caña.

Vivienda, ropa y alimentos constituían, en ese orden, el grueso de los gastos de los obreros, que solían resignar cantidad y calidad al ritmo de las sucesivas depresiones que abundaron en la época. Así, por ejemplo, una habitación de conventillo que en 1870 costaba cuatro pesos oro (20 por ciento del salario de un obrero no especializado), en 1890 pasó a costar ocho pesos. Si bien las autoridades dictaron normativas para evitar el hacinamiento, sobre todo después de la fiebre amarilla, los propietarios, en general miembros de la élite que habían abandonado esas casas por otras mejores o las habían construido ex profeso, se resistían a su cumplimiento. Por ello, el único progreso que se dio con el paso del tiempo vino de la mano del tendido del alcantarillado y las redes de agua, luz eléctrica y gas en el Centro de la ciudad, que beneficiaron mucho a los conventillos. Adaptación de: Scobie, James R. Buenos Aires. Del Centro a los barrios. 1870-1910, Solar Hachette 1977, pp. 186-199.

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I

INTERVENCIÓN SOCIAL DE LOS SINDICATOS

La intervención social de los sindicatos.

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Hacia fines del siglo XIX, la clase obrera desarrolló en Argentina una intensa actividad asociativa que no sólo consistía en la realización de reclamos conjuntos. Las agrupaciones también se dedicaban a actividades mutuales y solidarias en las que contenían a los obreros con el fin de brindarles una mejor calidad de vida. Si bien los sindicatos fueron el producto más robusto y duradero de esa actividad, las organizaciones surgidas en esa época se relacionaban también con otros aspectos de la cotidianeidad proletaria. A las sociedades de socorro mutuo y las cooperativas obreras, se sumaban numerosas organizaciones destinadas a brindar espacios de sociabilidad desde la educación hasta el esparcimiento y el tiempo libre: pocos aspectos de la vida existieron en los que las organizaciones partidarias y sindicales obreras no jugaran un papel central. Durante el período inicial del sindicalismo argentino estas asociaciones de variada índole coexistían con los gremios que cumplieron un papel fundamental en su mantenimiento y desarrollo. Así, se conformó un verdadero movimiento obrero, autónomo del Estado y, en buena medida, de los partidos políticos. El socialismo fue fundamental en este aspecto. Las primeras organizaciones socialistas, que tenían fines sociales antes que estrictamente gremiales, fueron centrales para el surgimiento del movimiento obrero. Como ejemplo de la imbricación entre diversos tipos de organizaciones, podemos mencionar el hecho de que en el local de la Agrupación Socialista funcionaron durante mucho tiempo el Comité Ejecutivo, las oficinas de La Vanguardia, la Biblioteca Obrera, la Aso-

Fábrica de medias.

ciación Obrera de Socorros Mutuos, el Circolo Socialista Italiano y numerosas sociedades gremiales vinculadas al socialismo. El socialismo se debatió siempre entre la autonomía (la aspiración de crear una sociedad paralela exclusivamente obrera) y el reformismo (la promoción y el reclamo de cambios paulatinos en las políticas estatales). La primera tendencia se evidenció en la promoción de la cooperación obrera. A partir de 1880, numerosas cooperativas florecieron bajo el ala del partido. El gran ejemplo de esta tendencia fue El Hogar Obrero, cooperativa creada en 1905 cuya función principal era otorgar créditos a sus socios, que la financiaban con sus aportes. La faceta más reformista del socialismo en este aspecto puede verse en su postura frente a la educación, ya que, además de crear “escuelas libres” propias, el socialismo fue un gran propulsor de la escuela pública gratuita como un espacio de socialización de los niños. El aspecto en el que se destaca el socialismo en materia de educación, sin embargo, fue en la creación de la Bibliotecas Obreras, de las cuáles llegó a tener más de 700 en la década de 1930. El comunismo era una escisión muy reciente del partido socialista, por lo que había heredado la tradición mencionada. Motivaba una


1880

Florecimiento de las Cooperativas

variedad de ofertas culturales y recreativas en las que la participación (y financiación) por parte de los militantes partidarios y sindicales era considerada como una obligación. Al igual que el partido socialista, el comunismo tuvo una activa política de fundación de bibliotecas sostenidas por los locales partidarios o sindicales, así como de la creación de una editorial propia, La Internacional. En ambas tradiciones ideológicas, existía una tendencia iluminista de acercar a los obreros a la cultura letrada y erudita, pero también de fomentar actividades sociales recreativas. En materia de educación, el Partido Comunista se encontraba con un dilema muy similar al del socialismo: a la tarea de crear escuelas autónomas, se sumaba el reclamo por la democratización del acceso a la educación pública y contra la educación religiosa. Todas las vertientes del movimiento obrero se preocuparon por la situación de los hijos de los trabajadores. En este aspecto, el comunismo y el anarquismo se destacaron por sobre las demás corrientes por la fuerte im-

1905

pronta militante que poseían sus organismos destinados a la niñez. Las Agrupaciones Infantiles Comunistas y los Pioners (versión comunista de los Boy Scouts) inculcaban las bases de la organización partidaria y sindical, y tenían demandas distintivas en torno a la protección de la niñez, además de una liturgia fuertemente politizada y proselitista. Los comunistas tenían, además, un órgano de prensa destinado a combatir a Billiken, revista que consideraban burguesa y nacionalista. La publicación infantil comunista se titulaba Compañerito. El movimiento obrero argentino desarrolló además una fuerte tradición organizativa en materia deportiva. Desde fines del siglo XIX, sindicatos, mutuales y organizaciones vecinales crearon instituciones deportivas amateurs. El Partido Comunista se distinguió en esta arena, fundando muchos de clubes que surgían a partir del sindicato o del grupo de fábricas en el que militan sus miembros: la Federación Deportiva Obrera (FDO), creada en 1924 llegó a tener cinco divisiones, un cuerpo de referís y un boletín propio.

HOGAR OBRERO

El anarquismo, por su parte, tuvo un proyecto de escolaridad original: la experiencia de las “escuelas libertarias”, dentro de las cuales existía una tendencia que defendía la ideologización de los niños y otra que proclamaba la autonomía de la educación frente a toda ideología, puesto que la consideraba el núcleo desde el que se construiría la nueva sociedad. Ese debate se desarrolla en la revista “La Escuela Popular”. Allí, se analizan las características ya aceptadas dentro del anarquismo, como el vínculo no autoritario entre educador y educando y la revalorización de la experiencia sobre la teoría, así como propuestas nuevas: el apoliticismo, el internacionalismo, la competitividad con las escuelas estatales, la formación moral, el cientificismo y el realzamiento de la individualidad. De esta manera, el anarquismo generó un proyecto de educación popular en los márgenes del Estado (al que buscó influenciar en este aspecto), que fue disolviéndose a medida que la acción de éste en este terreno se hacía más intensa. 33


DT DERECHOS DE LOS TRABAJADORES

Derechos de los trabajadores El sindicalismo luchó, a lo largo de toda su historia, por los derechos de los trabajadores. En este período se puede ver que gran parte de los logros alcanzados fueron iniciativas del socialismo, que creía que la vía de lucha de los trabajadores era la parlamentaria. Los principales reclamos de la época eran en torno a la reducción de la jornada laboral, los días de descanso y la legislación sobre los accidentes de trabajo. Se presentan aquí los números de leyes, la fecha de sanción y el tema principal de cada una.

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FECHA DE


H

HISTORIA DE UN SINDICATO

Los gráficos Los gráficos fueron los primeros en conformar un sindicato moderno en Argentina y los primeros también en organizar medidas de protesta que tuvieron muy buenos resultados. Fueron, también, un ejemplo de organización que pocos años después tomarían otros gremios. A mediados del siglo XIX, el desarrollo económico argentino provocó un aumento de la demanda de bienes culturales. En especial en la Ciudad de Buenos Aires, se multiplicaron las imprentas y las librerías. De la mano de Adolfo Cárrega, un tipógrafo de 22 años que había recogido los hábitos de la solidaridad mutualista durante sus estadías en Estados Unidos y en Brasil, los trabajadores gráficos, cada vez más numerosos, decidieron conformar una entidad corporativa. Es así que el 25 de mayo de 1857, nace la Sociedad Tipográfica Bonaerense, primera organización obrera de Argentina. A partir de ese momento, los gráficos conformarían la vanguardia del movimiento obrero durante más de medio siglo. En 1871, la Sociedad inaugura la primera biblioteca obrera, que en ese momento fue una de las doce bibliotecas públicas del país. En 1877, se organizó, en su seno, la Unión Tipográfica Bonaerense, primer sindicato moderno del país, que nació con el objetivo explícito de lanzar la primera huelga organizada por trabajadores argentinos, en respuesta a la decisión conjunta de las em-

ver + pág.14

presas de diarios de reducir el sueldo de sus empleados. Un periodista de la época retrataba la novedad de la experiencia: “tomada la decisión, los trabajadores no dejaban de preguntarse “¿Declararse en huelga? ¿Cómo se hace eso?””. Finalmente, el francés Gauthier tomaría la iniciativa de llamar a una asamblea de la que participaron más de mil tipógrafos. Un mes después, se podía decir que la huelga había resultado exitosa: se aumentaron los salarios y se redujeron las horas de trabajo diario. La Sociedad Tipográfica Bonaerense también creó el primer seguro de desempleo. La Caja de Parados era un fondo destinado a sacar de la miseria a los desempleados que surgieron debido a la difícil situación económica de principios siglo. Los gráficos de la Caja de Parados crearon el 12 de Junio de 1904 la Unión Gráfica que, el 3 de Mayo de 1907, se fusionaría con la Federación de Artes Gráficas dando origen a la Federación Gráfica Bonaerense. Otro de los ámbitos en el que los gráficos dieron los primeros pasos fue el de la nego-

ciación colectiva. La huelga general gráfica de 1906, que paralizó a la industria por casi 59 días, dio lugar, luego del trabajo de mediación ofrecido por una Comisión Mixta, al primer convenio colectivo de trabajo. Este mecanismo sería reiniciado cuatro veces, hasta 1919. El protagonismo de los obreros gráficos en los comienzos del movimiento obrero argentino se explica principalmente por el nivel educativo requerido por sus puestos de trabajo. El hecho de saber leer y escribir los convertía en una elite dentro del movimiento, capaz de seguir las novedades políticas y filosóficas. Como señala Ricardo Falcón: “(…) en una ciudad en la cual predominaban los extranjeros entre los trabajadores, el rol de la vanguardia en la forja del movimiento obrero le cupo al gremio de los tipógrafos, integrado mayoritariamente por argentinos de nacimiento”1

1 Falcón, Ricardo, “Los trabajadores y el mundo del trabajo” en Bonaudo, Marta, Nueva Historia de la Argentina. Liberalismo, Estado y Orden burgués (1852-1889), Sudamericana, Buenos Aires, 1999. Pg. 504.

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Historias de Vida

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Sebastián Marotta fue uno de los pioneros de la historia del movimiento obrero argentino por diversas razones. En primer lugar, su actividad sindical se realizó en los primeros sindicatos que surgieron, como el gremio de constructores de carruajes y luego el gremio de linotipistas. Por otro lado, fue uno de los introductores ideológicos del sindicalismo revolucionario, y luego figura emblemática de la corriente sindicalista durante sus años de apogeo y representante de esa tendencia en los primeros años de la CGT. Y finalmente, además de protagonista, fue historiador del movimiento obrero argentino. Su libro, El movimiento sindical argentino, es esencial aún hoy para comprender los orígenes y primeros desarrollos de nuestro sindicalismo. Según sus compañeros de ruta, Sebastián Marotta era, ante todo, un humanista. Dirigente sindicalista de primera línea, siempre se autodefinió como un simple trabajador gráfico. Fue un gran lector de Marx, y tanto el sinnúmero de notas escritas en los principales periódicos obreros como los tres tomos de su libro, demuestran que era además un gran escritor, que podía comprender con profundidad y lucidez la realidad social de su tiempo. Desde los 14 años, cuando se afilió al sindicato de Constructores de Carruajes,

Sebastián Marotta (1889 – 1979)

hasta los 80, dedicó toda su energía al desarrollo del movimiento obrero argentino, ocupando siempre roles claves en la dirigencia y representación sindical. Los miembros de la FORA recuerdan que en 1919, cuando adquirió el cargo de Secretario General, trabajaba

“La unidad e independencia de la CGT frente a los partidos políticos es un todo indivisible. No puede haber unidad obrera donde hay subordinación a fuerzas extrañas o los sindicatos son apéndices de partidos políticos. Salvemos nuestra organización, producto de tantos afanes generosos y afiancemos la independencia sindical en peligro.” Documento del año 1935 reseñado por Manuel Belnicoff en Vida Obra y Trascendencia de Sebastián Marotta. Juicios, semblanzas y anecdotario de un precursor del sindicalismo, de AA.VV, Editorial Palomino, Buenos Aires, 1971.


“En esta lucha tenaz de todas las horas, el proletariado escribirá páginas brillantes. En ella abundarán los héroes anónimos. Su contienda adquirirá caracteres de epopeya y fundamentará su derecho a existir como clase, a ser dueño de su vida, artífice de su destino.” Sebastián Marotta. El movimiento sindical Argentino. Su Génesis y desarrollo.

inclusive los sábados y domingos. Su accionar iba siempre de la mano de una concepción histórica y social, de una ética construida a lo largo de años de estudio. Su principal compromiso teórico e ideológico era con el sindicalismo revolucionario, en la línea de los sindicalistas franceses Hubert Lagardelle y Georges Sorel. Esto implicó un fuerte apego a la acción directa (huelga, boicot, sabotaje) como método para la mejora de las condiciones de los trabajadores, y el apoliticismo como única garantía de la unidad proletaria. Esta postura lo llevó a entrar en polémica con José F. Penelón, miembro del Comité de Propaganda Gremial del Partido Socialista, que se había propuesto comenzar a actuar en el ámbito sindical como entidad organizadora del movimiento obrero. En el debate relevado por el diario La Vanguardia entre 1916 y 1917, Marotta afirmaba fervientemente que la intromisión de la ideología en la acción sindical solo contribuiría a la división del movimiento obrero y que, por lo tanto, partido y sindicato debían permanecer estrictamente separados. En efecto, la unión y la autonomía sindical, eran sus principales caballos de batalla. Siempre participó enérgicamente de las iniciativas de unificación obrera, a través de

congresos internacionales, congresos locales de fusión sindical o campañas de unificación de trabajadores. Un ejemplo de su vocación y de su facilidad para arrimar voluntades fue su aporte al acercamiento entre la COA (Confederación Obrera Argentina) y la USA (Unión Sindical Argentina). La Comisión de Unidad de la que formaba parte era heterogénea y conflictiva. Marotta sostenía que la unidad solo debía ser alcanzada mediante la auto-convocatoria de los obreros. La lucha por la independencia del movimiento obrero lo llevó, por ejemplo, a oponerse fuertemente a la Ley 14.455 de Asociaciones Profesionales de Trabajadores sancionada en 1958 y que imponía sindicatos y centrales únicos. Para Sebastián Marotta era una muestra de paternalismo estatal y, por lo tanto, de desprecio hacia las capacidades propias del movimiento.

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Historias de Vida

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Francisco Pérez Leirós fue uno de los pioneros del sindicalismo argentino. Hombre siempre cercano al Partido Socialista, representó al gremio de los municipales, lo que manifestaba el peso creciente que tenían los trabajadores públicos en la estructura de nuestro país. También, por su actividad gremial, fue uno de los primeros dirigentes profesionales del sindicalismo argentino y su estilo de liderazgo a lo largo de varias décadas dio cuenta de una tendencia luego se iría generalizando. Francisco Pérez Leirós ingresó al Partido Socialista con apenas diecisiete años, en 1912. En 1916 fue el cofundador de la Unión Obreros y Empleados Municipales. Desde sus tempranos comienzos, y en la línea de lo que proponía el Partido Socialista, Perez Leirós concebía que la acción política y la acción sindical eran dos facetas de una misma lucha por la mejora de las condiciones obreras y, por lo tanto, debían ser concurrentes. Su propia experiencia ilustra esta convicción: su participación partidaria se conjugaba con un importante liderazgo en la Unión de Obreros y Empleados Municipales. Llegó a ser Diputado Nacional en cuatro ocasiones y a dirigir la COA (Confederación Obrera Ar-

gentina), la CGT (Confederación General del Trabajo) y la CTAL (Confederación de trabajadores de América Latina). Su labor en la legislatura fue inmensa. Se destaca su liderazgo en la sanción de las

“Constantemente me predicas el evangelio del “ahorro” y de la “abstinencia”. ¡Pues bien! Quiero manejar mi único bien, la fuerza de trabajo, como persona ahorrativa y razonable y abstenerme de tanta prodigalidad. Quiero no gastarla cada día, no invertirla en movimiento, en trabajo sino en la cantidad compatible con su duración normal y sano desarrollo.” Francisco Pérez Leirós, “Grandezas y miserias de la lucha obrera”

Francisco Pérez Leirós (1895 – 1971)


“Los tres males que en mayor medida han influido para detener al movimiento revolucionario, científico y constructivo, son la oligarquía, la demagogia y el zurdismo.” Francisco Pérez Leirós, “Grandezas y miserias de la lucha obrera”

leyes del sábado inglés (que establecía el descanso semanal del sábado por la tarde) y de la inembargabilidad de los sueldos, ambas proyectadas antes por Alfredo Palacios. Pérez Leirós intervino en un sinfín de discusiones sobre temas como el cierre de los comercios a las 20 horas, la reforma de la ley de jubilaciones ferroviarias, la creación de la Junta Nacional de Desocupación y la integridad del salario mínimo. Siempre siguió muy de cerca el cumplimiento de la legislación del trabajo, interpelando constantemente al Poder Ejecutivo. Más allá de su preeminencia a nivel nacional, Franciso Pérez Leirós desarrolló a lo largo de los años, un fuerte compromiso con el movimiento obrero internacional. En 1938, participó en la creación de la Confederación de Trabajadores de América Latina, de la que fue vice-presidente. Tuvo la oportunidad, en varias ocasiones, de viajar a países de América Latina, a Estados Unidos y a Francia en su función de delegado gremial, donde participó de congresos internacionales y tomó contacto con organizaciones obreras locales. Durante la guerra, llevó adelante acciones de solidaridad con la clase obrera europea en la lucha contra el fascismo. Mostró su férreo

apoyo en notas como “No hay que dar tregua al Nazi-Fascismo”1 y “La clase obrera no es neutral”2, e integró el Comité Central de ayuda a los países que luchan contra el nazi fascismo, organizado por la CGT. Su postura frente a los acontecimientos europeos, hizo que Pérez Leirós viera en el Peronismo los mismos peligros acarreados por el Fascismo. En el Mitín de la Unión Obrera Local realizado en el Luna Park el 25 de Agosto de 1945, describió a Perón como un agitador de masas. Estableció, también, un paralelo implícito con Hitler y Mussolini. Su principal preocupación era la disolución de la CGT N°2 de la que había sido Secretario General, la intervención de los sindicatos, la persecución y detención de los militantes obreros. Según 1 La Vanguardia, Domingo 23 de marzo de 1941 2 Argentina Libre, 27 de marzo de 1941

Pérez Leirós, para permitir el libre desarrollo del movimiento obrero, era imprescindible recuperar las instituciones de gobierno democráticas y republicanas. Estas opiniones explicarían su cercanía a la Revolución Libertadora. El gobierno militar lo designaría, luego, interventor en la Unión de Obreros y Empleados Municipales e integraría, desde 1955, la Comisión Directiva Provisoria en vistas de la “normalización” de la CGT.

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Las mujeres y el trabajo

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A comienzos del siglo XX, las mujeres argentinas estaban excluidas del derecho a voto, situación que no se modificaría siquiera con la sanción de la ley Sáenz Peña, que alcanzó solo a hombres argentinos nativos. Recién en 1926 la Ley 11.357 les permitió a las mujeres estudiar, profesionalizarse, comerciar o pleitear sin autorización del marido y manejar los bienes propios adquiridos con anterioridad al matrimonio. El anarquismo y el socialismo tuvieron un programa feminista. El socialismo estuvo orientado, como su política general, al plano legislativo y contó con el accionar pionero de mujeres socialistas y mujeres de socialistas como Fenia, Adela y Mariana Chertkoff (casadas con Nicolás Repetto, Enrique Dickman y Juan B. Justo), Sara Justo y Alicia Moreau. Sus organizaciones vinculadas con la educación y la formación de la mujer tuvieron una fuerte impronta de los intereses de mujeres profesionales o de clases medias. Además, en el seno de la UGT socialista, se creó la Unión Gremial Femenina liderada por Cecilia Baldovino, esposa de un importante dirigente obrero. Gra-


cias a estos vínculos y a la labor pionera de algunos hombres socialistas se lograron, importantes reformas legislativas, como la Ley 10.505 de 1918, iniciativa del senador socialista Enrique del Valle Ibarlucea, que reglamentaba el trabajo a domicilio, actividad cuya fuerza laboral estaba constituida en su mayoría por mujeres, niños y niñas. Los anarquistas fueron pioneros en la reivindicación de la libertad sexual y buscaron sacar a la mujer del yugo del hogar y el patriarcado (padre, marido, patrón, cura). Los libertarios pensaban que con mujeres emancipadas los hombres iban a tener menos ataduras a la hora de la revolución. Pero su mayor éxito fue en el control de natalidad, que daba a la mujer un mayor autonomía de decisión respecto de su propio cuerpo. Esta prédica logró que las mujeres argentinas de la época tuvieran en promedio menor cantidad de hijos que en el resto de América Latina, aún con métodos anticonceptivos no naturales bastantes rudimentarios. A pesar de que la información censal tiende a no ser del todo fiel con los datos sobre mano de obra femenina, se pude afirmar que llegó a haber un 15% de trabajadoras argentinas y un 13% de extranjeras en la industria de la

época. Las mujeres eran principalmente cigarreras, fosforeras, hilanderas, tejedoras o sastres. En 1904, durante una huelga de sastres, la prensa destacó el carácter enérgico, la acción y el buen discurso de las planchadoras. Poco a poco, con el surgimiento de actividades de servicios, aparecieron las vendedoras, telefonistas, empleadas de correo o administrativas (con amplia mayoría extranjera en este caso). También existía una minoría de mujeres profesionales que eran médicas, parteras, periodistas o actrices. Convivían extranjeras y argentinas, junto a luchadoras por la causa femenina como Cecilia Grierson. Pero en la mayoría de los casos, como la maternidad seguía siendo el rol prioritario de la mujer y, como no se contemplaba ningún régimen de licencias, la mayoría de las mujeres trabajadoras era soltera. Incluso cuando las mujeres querían seguir trabajando (algunas volvían a hacerlo cuando sus hijos estaban escolarizados) había empresas como Unión Telefónica que les negaban ese derecho. Durante la época, no se logró avanzar en temas como la co-administración de los bienes conyugales o la patria potestad y mucho menos en otros derechos más radicales

como el aborto que, como el voto, producían divisiones dentro de las propias "feministas". En la lucha por esa reforma fue importante la prédica de un incipiente movimiento femenino que tenía dos vertientes. Una más conservadora organizó el Primer Congreso Patriótico de Mujeres en el Centenario y luego participó de la rama femenina de la Liga Patriótica, que abogaba porque las mujeres moralizaran las costumbres obreras para evitar el caos social. La otra vertiente, más radical, reunía a militantes sufragistas como Cecilia Lantieri (Partido Feminista Nacional), Elvira Rawson o Adelia Di Carlo (Partido Humanista) y a intelectuales militantes de partidos de izquierda.

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Breve Historia de las Organizaciones de Tercer Nivel I y II 1.

2.

SOCIALISMO

ANARQUISMO

SINDICALISMO

COMUNISMO

1-Suma de afiliados del socialismo y el anarquismo al momento de la escisión. 2-Declarados por los dirigentes en el momento de la fundación de la central. 3-Desde 1935.

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Fuente: Elaboración propia a partir de Bilsky, Lobato, Marotta, Del Campo, Godio (Historia… 2000)

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Fue el primer intento organizativo de los obreros urbanos en Argentina, propulsada por los sindicatos de oficio más extendidos en la época. Algunos de los principales gremios de los primeros años fueron los de carpinteros y ebanistas, zapateros, panaderos, tipógrafos, cigarreros, el sindicato internacional de obreros y sindicatos de oficios varios de Santa Fe, Chascomús y Capital Federal. Luego de su segundo congreso, las diferencias entre la conducción socialista y la fracción anarquista llevan a su disolución. Fue la primera experiencia exitosa de organización en la que confluyeron el socialismo y el anarquismo, con predominio ácrata en la mayoría de las organizaciones pero con fuerte presencia institucional del socialismo. Mostrando la expansión del movimiento obrero, se incorporan numerosas organizaciones, incluyendo los primeros gremios del transporte y la industria. La conducción refleja el acuerdo entre anarquistas (mecánicos y anexos, gráficos y panaderos) y socialistas (marmoleros, carruajes y carros, albañiles y descargadores) En 1904, la FOA pasa a llamarse FORA, con predominio anarquista. Sería la central más fuerte y combativa de la primera década del siglo XX. Sin embargo, a lo largo de las primeras cuatro décadas del siglo XX, la represión estatal, las sucesivas rupturas y, finalmente, la incorporación de los trabajadores a la vida política nacional terminaron convirtiendo al anarquismo en una expresión menor dentro del movimiento obrero. En el quinto congreso, luego de la escisión del socialismo (que fundaría la UGT), la FORA consolida su perfil ácrata con una declaración de principios que consagra la devoción de la central por los postulados del comunismo anárquico. Luego de la asunción de una conducción sindicalista en el IX Congreso, los sindicatos anarquistas se reúnen bajo el nombre de FORA del V Congreso, reivindicando los principios adoptados en esa ocasión. En el 9º congreso de la organización, los sindicalistas nucleados en la CORA deciden fundirse con la FORA y logran controlarla. La FORA del IX Congreso sería la primera central de dimensiones verdaderamente nacionales, y la de mayor envergadura hasta el surgimiento de la CGT. Además de los bien organizados trabajadores, municipales, contaba con dos poderosos gremios de amplia implantación territorial que le proveían de su estructura nacional y de casi el 60% de sus miembros: la FOM (Federación Obrera Marítima) y la FOF (Federación Obrera Ferrocarrilera, que desde 1922 pasaría a llamarse Unión Ferroviaria) En 1902, el socialismo se separa de la FOA por las diferencias con la mayoría anarquista. Desde 1903, los socialistas crean su propia central, que criticaría el apoliticismo del anarquismo y apoyaría el accionar del Partido Socialista. Se destacan los gremios tradicionales de oficio, como ebanistas, marmoleros y constructores de carros, aunque el socialismo lograría dominar muchos de los sindicatos de la “elite obrera” de las primeras décadas del siglo XX: municipales, transporte y servicios. En 1909, el sindicalismo cobra suficiente fuerza para crear central propia con la ambición de amalgamar al movimiento obrero. La CORA absorbería también al socialismo (que fusiona la UGT en la estructura de la nueva central), parte de los sindicatos de la FORA y varios gremios autónomos. Ya hacia fines de la década de 1900, la FOM y la FOF, afiliadas a la CORA, mostraban su predominio. En 1922, se disuelve la FORA del IX Congreso. Los sindicalistas, junto con algunos gremios de la FORA del V, el socialismo y el comunismo fundan una nueva central. Debido a los fuertes debates entre las distintas vertientes, la unión es efímera, y gran parte del socialismo y el comunismo se retiran, dejando la conducción en manos del sindicalismo. El gran gremio de los ferroviarios, la Unión Ferroviaria, sería protagonista excluyente en la corta vida de la CORA (en dónde los telefónicos tuvieron también un papel importante) A instancias del otro gremio ferroviario, La Fraternidad , uno de los más importantes del período (y con la importante presencia de la UOEM, de empleados municipales), se crea una nueva central de orientación socialista con sindicatos que abandonan la USA (a la que la COA superará en tamaño). Hacia fines de la década de 1920, el comunismo abandonaría su política de búsqueda de la unidad del movimiento obrero para fomentar exclusivamente el clasismo, creando una agrupación propia para nuclear a los sindicatos controlados por el partido. Presente sobre todo en la industria, sus dos gremios bandera fueron el SOIM (Sindicato Obrero de la Industria Metalúrgica) y la FOIC (Federación Obrera de la Industria de la Carne) Luego de varios intentos fallidos, se logra conformar una central unificada. Primero va a tener predominio anarquista, luego socialista y finalmente una conducción compartida entre comunistas y socialistas, pero sin el líder de la UF, Domenech. Tuvo dos escisiones en su etapa fundacional: la CGT Catamarca, sindicalista, y la CGT Independencia, de tendencia socialista. Confirmando su posición dominante, la UF fue nuevamente protagonista central en la vida de la nueva organización.

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1850-1930

LĂ­nea de tiempo

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Archivos • Archivo del Movimiento Obrero, Fondos Sebastián Marotta y Francisco Pérez Leirós, Universidad Torcuato Di Tella.


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Fรกbrica de Medias. Huelga General 1901 - AGN

ORร GENES DEL MOVIMIENTO OBRERO EN ARGENTINA


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