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10 CLAVES DEL ESTILO BOND

10 DEL ESTILO BOND CLAVES

UN CLAVEL EN LA SOLAPA Y UN ASTON MARTIN EN EL GARAJE. SABER QUÉ PONERSE EN CADA OCASIÓN Y NO TENER MIEDO AL RIDÍCULO. TOMARSE LA MODA CON UN POCO DE HUMOR. ASÍ HAN SIDO LOS AGENTES 007.

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TEXTO IRENE CRESPO

1Elegancia aprendida. Conseguir que parezca que llevas cada día esmoquin. Incluso con un clavel rojo en la solapa. Vestir tanto en tonos pastel, en looks monocromáticos, como de traje negro. Un estilo para cada lugar. Para cada país. Escocés rudo, Sean Connery poco sabía de estilo y buenas maneras cuando consiguió el papel de James Bond. El director Terence Young le llevó enseguida a su peluquero y a su sastre y tras el lavado de imagen, lo pasearon por clubs y casinos londinenses para que se fijara en los modales y gestos de esa clase de británico refinado, miembro de la jet set internacional que parece haber nacido con el nudo de la corbata bien hecho. Connery, el primer Bond, aprendió su elegancia y la combinó con su socarronería innata, ese agente 007 de media sonrisa y trajes cosidos por Anthony Sinclaire que empezó en Agente 007 contra el Dr. No (1962) y se despidió en Diamantes para la eternidad (1971).

2Un buen traje es un arma. Es un escudo. Da poder. El esmoquin perfecto para la noche perfecta. Saber qué ponerse en cada situación y utilizarlo como cualquiera de los gadgets que Q, el maestro inventor del MI6, fabrica para él. Nadie pone en duda la masculinidad y la fuerza del personaje aunque se preocupe también, y mucho, por su aspecto.

3La clase. Doble abotonadura. Se dice que los productores de James Bond pensaron en Roger Moore para interpretar al personaje creado por Ian Fleming antes incluso de que lo interpretara Sean Connery. A este londinense de ojos azules no había que enseñarle a lucir un traje ni a empuñar un arma. La elegancia venía de serie, solo que se topó con los años 70, lo que se tradujo en chaquetas de grandes solapas y doble abotonadura, corbatas coloristas, pantalones ajustados y algo acampanados. Un estilo que aún hoy no se ha repetido o al menos no lo hemos visto en otros 007, aunque a Moore sí se le debe la predilección por una prenda que él lanzó y se quedó en los actores posteriores y también en la calle: el jersey de cuello vuelto que llevó al final de Vive y deja morir

Sobre estas líneas, el actor Roger Moore, fotografiado en 1968, con un cigarro y un martini en la mano. Elegancia innata pasada por el tamiz de los complicados años 70. En la página anterior, Sean Connery, apoyado en un Aston Martin, en una escena de Goldfinger.

El actor australiano George Lazenby, ataviado con las mejores galas escocesas, para su única película como 007, Al servicio secreto de su majestad.

(1973), la primera de las siete veces que encarno al agente. Un outfit que ya había llevado Steve McQueen en Bullitt (1968) y que volvería a enfundarse Daniel Craig como Bond en Spectre (2015).

4La importancia de los accesorios. ¿Podríamos incluir los coches como accesorios del personaje? Debemos. Han definido a cada uno de las encarnaciones del agente. El Sunbeam, los Aston Martin, el Ford Mustang, los BMW… También y, sobre todo, los relojes, que se han transformado en arma y le han permitido moverse por todo el mundo en hora y con mucha clase: los Omega de Pierce Brosnan y Daniel Craig, los Rolex de Sean Connery y Roger Moore, los Seiko también de Moore; el TAG Heuer de Timothy Dalton…

5Permítanse deslices horteras. Hay entornos y momentos que invitan, e incluso obligan, a relajarse con la etiqueta o la imagen esperada. Todos los agentes James Bond han tenido los suyos. Por ejemplo, el look playero de Sean Connery en Operación trueno (Thunderball) (1965): shorts (muy shorts) y camisa en rosa chicle como inicio de esos ‘deslices’ horteras. El propio escocés repetiría e incluso superaría ese conjunto con el jumpsuit o mono corto de felpa azul celeste que supo defender en James Bond contra Goldfinger (1964). Sin olvidar, el traje de esquí amarillo canario con botas rojas que escogió Roger Moore en La espía que me amó (1977). Y, por supuesto, George Lazenby, cuyo vestuario merece una reflexión y recordatorio exclusivos.

6George Lazenby y su propio armario. El australiano solo tuvo oportunidad de dejar su huella en el vestidor de 007 en una película: Al servicio secreto de su majestad (1969), entre dos Sean Connery. Pero le bastó para presumir de un giro de estilo fundamental en el personaje, más aún si de moda hablamos. Era finales de los años 60, pero el actor ya tenía puesta la mirada en los hippies 70. Se notó en esa elección de colores (naranjas y marrones), en las camisas con chorreras, los cortes de sus trajes y en las ganas de ponerle humor. Y hasta ironía. Tuvo que ser él, un australiano, el que se vistiera de gala como un escocés: camisa con babero y falda incluidos. Un look que ya hizo memorable su corto paso por la saga.

7Los detalles marcan la diferencia. El clavel rojo en la solapa del esmoquin blanco de Sean Connery, el gesto casi inadvertido con el que Daniel Craig tiende a abrocharse el botón de en medio en sus americanas de tres (ni el de arriba ni el de abajo), la camisa siempre un poco abierta de Pierce Brosnan… No son descuidos, no son inconscientes, James Bond piensa hasta el último detalle.

8Adiós a la corbata. El toque relajado de Timothy Dalton. Eran los años 80, bien entrados. Roger Moore ya tenía 59 años y decidió jubilarse de James Bond. Encontrar al siguiente agente 007 fue una odisea que acabó con un Timothy Dalton no muy convencido. Por eso quizá solo rodó dos películas (007: Alta tensión y Licencia para matar), aunque a él le debemos el regreso a un espía intenso, consciente de sus riesgos. Y por eso la etiqueta se relajó: se quitó la corbata, los trajes y sus solapas se ensancharon como mandaba la moda del momento. Aunque para él no había modas.

9Perfeccionar el look de verano. Pierce Brosnan le devolvió al agente 007 las ganas de risas y fiestas. Él era un icono de los 90 y contagió a su Bond de esa efervescencia, con el de Sean Connery como referencia más directa. Eligió a Brioni para que firmara todos sus trajes en las cuatro películas que protagonizó, desde GoldenEye (1995) a Muere otro día (2002). También el que quizá más ha calado, de lino en color crudo con camisa azul abierta, para veranear en Italia en El mundo nunca es suficiente (1999).

10 El triunfo de los grises. El británico Daniel Craig, el (pen) último James Bond, recuperó la seriedad del personaje de Fleming, su pesadumbre psicológica y la idea del traje como un escudo, como un arma de poder. Se alió con Tom Ford en las cinco películas (Casino Royale, 2006, la primera) que ha protagonizado para esos trajes y abrigos a medida en los que ni una arruga se atreve a colarse en plano. Juntos le dieron una vuelta intemporal al armario, apostando por toda la gama de grises y el azul marino. Así nunca falla.

EL CHAMPAGNE DE 007

Bollinger forma parte reconocible del legado de la saga Bond, a la que acompaña desde hace 40 años. Ahora, celebra con una edición limitada de su Millésimé 2011 el estreno de Sin tiempo para morir, la película número 25 del espía más famoso.

A la izquierda, el actor Roger Moore en el papel de James Bond y la actriz Lois Chiles, junto a una botella de champagne Bollinger en una escena de la película Moonraker (1979).

La edición limitada de Bollinger Millésimé 2011 se presenta en un sofisticado estuche, con apertura hidráulica y con los títulos de las 24 películas anteriores de la saga Bond. Su precio es de 180 €.

MÁS DE 40 AÑOS LLEVA EL CHAMPAGNE BOLLINGER al lado de James Bond, fruto de la amistad nacida en 1979 entre el CEO de la maison, Christian Bizot, y el productor de la saga, Cubby Broccoli. “Una relación que se basa, sobre todo, en valores compartidos, como la excelencia y la elegancia”, en palabras de Étienne Bizot, consejero delegado de la Société Jacques Bollinger.

Por eso, para celebrar el estreno de la 25º película de la saga 007, Sin tiempo para morir, Bollinger lanza un edición limitada de la última añada de uno de sus champagnes más especiales, Bollinger Millésimé 2011. Elaborado exclusivamente con pinot noir del Grand Cru de Aÿ, es la primera vez que la maison elabora un cuvée basado al 100% en este viñedo histórico. La cosecha de 2011 aportó unas uvas complejas, potentes y armoniosas que han dado como resultado un vino con carácter. Sus iniciales aromas tostados y torrefactos evolucionan con cada sorbo hacia notas de miel, caramelo y frutas amarillas.

Para tan destacada ocasión, la botella de Bollinger Millésimé se presenta con el número 25 en su parte frontal, mientras que en la caja figuran impresionados los títulos de todas las películas anteriores.

champagne-bollinger.com J. Parra

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