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MARQUÉS DE VARGAS Y PAZO DE SAN MAURO

VIÑEDOS EN CLAVE DE MUJER

Dos enólogas, Ana Barrón y Susana Pérez, son las responsables últimas de la calidad que exhiben los riojas de Marqués de Vargas y los albariños de su bodega ‘hermana’, Pazo de San Mauro. El prestigio internacional avala su trabajo.

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CUATRO GENERACIONES Y 180 AÑOS CONTEMPLAN en La Rioja los vinos Marqués de Vargas. Así que, cuando la enóloga y directora técnica Ana Barrón se autoimpuso como objetivo principal, al llegar a la bodega, “volver a los orígenes”, enfrentó un reto de indudable calado. Porque, por un lado, se trataba de conservar y potenciar el legado de una historia que se remonta hasta 1840, cuando Felipe de la Mata, VIII Marqués de Vargas, realizó las primeras plantaciones de viña en la Hacienda Pradolagar, cerca de Logroño; y que culminó en 1989, cuando Pelayo de la Mata construyó la actual bodega en el corazón de La Rioja Alta. Pero, a la vez, al fin y al cabo de una bodega se trata, de seguir haciendo magníficos vinos: recuperando el respeto a la tierra para mostrar en cada botella las señas de identidad de una lugar privilegiado.

Dice Barrón que “el vino se hace más en la viña que en la bodega”. Y en esto cuentan con ventaja, porque los viñedos –tempranillo, mazuelo, garnacha, graciano y maturana– se encuentran en pleno valle del Ebro, con un clima continental extremado de influencia atlántica y una topografía suave que permite producir vinos tintos equilibrados, especialmente indicados para envejecer en barrica. Si a eso se añade un mimado cuidado de las cepas –“como si de un jardín se tratara”– ; una agricultura sostenible, sin pesticidas y herbicidas, y una vendimia racimo a racimo, queda la maestría de Barrón para completar el proceso, y eso pasa por “interpretar el terreno, entenderlo y dejar que se exprese”; y acometer con la misma filosofía la crianza en barrica, para que la madera complemente, sin alterar, la personalidad original.

Bajo esa premisa, la bodega ha completado un porfolio relativamente corto de vinos de gran calidad que Barrón analiza para GENTLEMAN. Marqués de Vargas Reserva es el “buque insignia de la casa”, que “sabe y representa a La Rioja” y ofrece, además, esa elegancia intrínseca a la casa que encarna ahora su presidente, Pelayo de la Mata. Marqués de Vargas Gran Reserva, por su parte, es un vino de larga guarda que expresa la potencia de envejecimiento que confieren 24 meses en barrica y al menos otros 36 en botella. Y tanto Selección Privada como el top de gama de la casa, Hacienda Pradolagar, son vinos de parcela, frutos de una cuidada selección de uvas, de una elegante potencia y rotundidad. Por cierto, retada a elegir un momento, un maridaje y un vino, la directora técnica se decanta por Hacienda Pradolagar, para disfrutarlo en soledad y con una buena carne o un buen pescado. Formada en la Universidad Víctor Segalen de Burdeos II, la carrera de Ana Barrón ha estado ligada al mundo de la investigación y a la elaboración de grandes vinos, como demuestra su etapa como directora técnica de Remelluri durante más de 17 años. Su vocación de elaborar vinos de gran prestigio mundial se ve día a día recompensada por el reconocimiento internacional de Marqués de Vargas, premiada en numeros y prestigiosos certámenes y presente en los cinco continentes. Tesón, capacidad de trabajo y cierta tozudez en el trabajo hasta conseguir el objetivo previsto son, en su opinión, características que las mujeres enólogas pueden aportar a este universo. Ella es el mejor ejemplo.

TEXTO JUAN LUIS GALLEGO

EL SABOR DE LA TIERRA

Sobre estas líneas: Ana Barrón, enóloga de Marqués de Vargas, en la zona de barricas de la bodega.

VARIEDADES ANCESTRALES CONTRA EL CAMBIO CLIMÁTICO

HACIENDA PRADOLAGAR 2016

Variedades: 80% tempranillo, 20% mazuelo. DOCa: Rioja. Elaboración: Vino ‘de parcela’, del viñedo más antiguo de Marqués de Vargas, se elabora solo en añadas excepcionales y en número limitado de botellas (4.899, más 15 magnum y 5 jeroboam). Las uvas se recolectan en cajas de 10-12 kg. Las elaboraciones en los depósitos se adaptan a cada tipo de suelo, utilizando levaduras autóctonas de cada parcela. Madura 23 meses en barricas nuevas de roble francés. Nota de cata: La elegancia y precisión de la tempranillo y la generosidad y redondez del mazuelo se alían en este vino de larga guarda. Fino y potente a la vez que complejo, destaca un carácter balsámico y fresco con notas profundas de fruta roja y negra.

SANAMARO SOBRE LÍAS 2019

Variedades: 50% albariño y 50% loureiro. DO: Rías Baixas. Elaboración: Vino muy singular, procedente de las parcelas más antiguas de los viñedos La Fraga y Los Bancales. Se elabora tan solo en años de plenitud y la producción, en este caso, está limitada a 5.634 botellas. Se realiza una selección en finca y en bodega de los mejores racimos y una parte importante del coupage final hace su fermentación y crianza sobre lías durante 6 meses en pequeñas tinas de roble francés. Luego reposa en botella otros 6 meses. Nota de cata: Con cuerpo y estructura, conserva los aromas, intensos, varietales y minerales del viñedo. En boca es afrutado, amplio y sedoso, con recuerdos de frutos secos y flores blancas.

FILOSOFÍA GALLEGA

EL CÍRCULO PARECE HABERSE CERRADO DE LA MEJOR manera posible para la enóloga Susana Pérez. Nacida en Vigo, criada entre los viñedos de sus abuelos, comenzó su trayectoria en la zona del Levante español y el Priorat y regresó diez años después a su tierra para convertirse en la directora técnica de la bodega Pazo de San Mauro, un icono construido en 1591 unido siempre, como ella misma, al cultivo de la viña.

En 2016, Susana Pérez recibió el Premio Joven Alabriñense por su labor en el sector, todo un reconocimiento en una Denominación de Origen, como Rías Baixas, que no siempre ha contado con el merecido. “Entre todos, poco a poco, a veces desde minifundios poco mecanizables, pero con mucha constancia, hemos logrado situar el albariño en el mundo”, afirma. Su labor en Pazo de San Mauro tiene mucho que ver en ello, aunque ella prefiere hablar de una “labor de equipo” y de la influencia de otros muchos factores que determinan cada añada. El suelo, por supuesto, es uno de los más importantes. La bodega se encuentran en el Condado de Tea, la zona más meridional y soleada de las Rías Baixas, con un microclima excepcional de temperaturas suaves y abundantes lluvias. Allí, sobre bancales de canto rodado en la ribera del río Miño, crecen con una producción muy restringida las cepas de albariño, aunque también hay hueco para loureiro y godello. Todo ello da como resultado una madurez extra de la uva que, explica la enóloga, se traduce en vinos más complejos y ricos.

El vino Pazo de San Mauro es la tarjeta de presentación de la bodega, un 100% albariño de gran intensidad aromática y muy afrutado. Y el que elegiría Susana Pérez para disfrutar, por ejemplo, con comida oriental –por supuesto, con pescado y marisco también– en una mesa relajada y buena compañía. La otra referencia es Sanamaro, un vino singular con las mejores uvas albariño y loureiro recolectadas en las parcelas más antiguas del pazo.

Para una gallega criada entre viñedos, la sostenibilidad no es solo una tendencia, mucho menos una moda, sino que es parte intrínseca de la forma de entender el cultivo de la vid y la elaboración de los vinos. Sin necesidad de acudir a grandes palabras, Susana Pérez habla de una relación “racional” con la naturaleza, que entiende y se adapta al entorno y a las estaciones meteorológicas para reducir al mínimo la intervención exterior. “No solo es una cuestión de filosofía –dice la enóloga–, sino que repercute muy positivamente en la calidad del vino”.

Y otra peculiaridad de la tierra: ver a las mujeres “subidas en un tractor o marisqueando” nunca ha sido extraño en Galicia, donde, bromea Susana Pérez, no es raro hablar de “matriarcado”. Así que, en su caso, ser enóloga en su tierra es, como el vino, de lo más natural.

A la izquierda, Susana Pérez, en los viñedos de albariño de Pazo de San Mauro. Junto a estas líneas, la sede de la bodega, en un antiguo y tradicional pazo gallego, construido en 1591 en la localidad de Salvaterra do Miño.

UNA VISITA CON ARTE

Bodega Otazu es el viñedo con Denominación de Origen vino de Pago más al norte de España, a tan solo ocho km de Pamplona. Su concepto de enoturismo engloba historia, cultura, arte, naturaleza, terroir y emociones y, de hecho, le valió en 2020 el reconocimiento como Mejor bodega abierta al turismo. La experiencia Señorío de Otazu es la más completa e incluye la visita a los espacios de arte contemporáneo de la Fundación Otazu.

ENOTURISMO DE CINCO ESTRELLAS

Fundadas a comienzos de los años 90 en la localidad de Quintanilla de Onésimo, las Bodegas Arzuaga Navarro gozan de una situación privilegiada en la Denominación de Origen Ribera del Duero. El Hotel & Spa Arzuaga, de 5 estrellas, completa un proyecto enoturístico muy especial para descubrir los vinos de esta bodega y su entorno natural. PROPUESTAS PARA DOS

La bodega vallisoletana CEPA 21 se encuentra en el término municipal de Castrillo del Duero, en un lugar con vistas excepcionales y unas cuidadas instalaciones para que el visitante se sumerja en el apasionante mundo del vino. Aunque cuenta con experiencias para diversos públicos, destacamos en esta ocasión dos dirigidas a las parejas: Wine & Chocolate, que incluye una explicación sobre la armonía vino-chocolate; y Experiencia Aromática, con una cata de la gama completa de la casa con sus respectivos aromas.

UNA EXPERIENCIA DIFERENCIADORA

En 2015, Bodegas Solar de Samaniego emprendió una ambiciosa reforma en sus zonas de vinificación y crianza, conservando la relevancia patrimonial de su arquitectura industrial. Una puesta en valor de la elaboración tradicional de Rioja en depósito de hormigón para la que se alió con arquitectos, paisajistas y artistas como Guido Van Helten, autor de los monumentales murales que adornan las tinas. Su propuesta de enoturismo, que ha sido premiada, incluye un recorrido por el vino y sus fincas, sin olvidar la importancia que la creación literaria tiene en los orígenes de la bodega.

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