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YATES Las playas móviles
LAS PLAYAS MÓVILES
EL BEACH CLUB A BORDO, NUEVO MUST HAVE DE LOS ARMADORES, PERMITE ESTAR EN CONTACTO CON LA NATURALEZA DURANTE LA NAVEGACIÓN. INTERIORES CÓMODOS, BAR, CAMASTROS Y ÁREAS DESTINADAS AL WELLNESS COMPLETAN LA EXPERIENCIA.
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TEXTO FABIO PETRONE
EL BEACH CLUB ES LA ÚLTIMA TENDENCIA EN EL MUNDO DEL DISEÑO DE LA NÁUTICA DE SUPERLUJO. Hoy, independientemente del tipo de casco —rápido, lento, explorer, navetta o yate motorizado—, es uno de los elementos imprescindibles que los armadores piden para sus barcos, sobre todo para los grandes y muy grandes, es decir súper, mega o gigayates. La demanda de ambientes internos (cada vez más amplios para poder ser aprovechados y arreglados según los gustos del armador, casi como si fueran villas de lujo o casas de playa) ha obligado a los diseñadores a planear cascos más grandes, muy largos y extremadamente anchos, a veces altos, hasta de cinco o seis puentes. Dimensiones excepcionales, que a veces superan los 100 metros e impiden que los huéspedes disfruten por completo justo el elemento para el cual estas maravillosas demoras están destinadas: el mar. Para los puentes externos, a veces se piden jacuzzis de dimensiones diferentes y hasta verdaderas albercas con agua de mar para refrescarse y nadar. Sin embargo, es el beach club el elemento que acerca a los huéspedes al mar. Habitualmente se encuentra en la popa del barco, en la porción de casco que anteriormente los diseñadores destinaban al garaje de servicio: un espacio tan amplio que logra contener uno o más tender y todos los juguetes de la embarcación, incluyendo el centro de buceo. Con el garaje en la popa, esta tiene una función puramente técnica, siendo destinada a la botadura y al atoaje de los medios de servicio.
Así, el elemento que crea la verdadera unión entre los huéspedes a bordo y el mar es el puente de mando de la popa, llamado también deck, una plataforma que, a pesar de ser cada vez más larga, puede ser usada solo para uso recreativo, sobre todo para bajar o subir del mar.
Las primeras unidades que proponían una disposición diferente de la popa para poder disfrutar del mar fueron lanzadas en los primeros años del 2000, pero el fenómeno beach club se ha difundido solo en tiempos
Amplio beach club para el Wider 165 Cecilia que puede ser personalizado según los deseos del armador: desde el espacio para el submarino hasta el spa.
Arriba, Azimut S10 está destinado a la vida al aire libre con beach club y novedades para aprovechar del espacio de la bañera, del fly y de la proa. A la izquierda, el 48 Wallytender cuenta con amuradas abatibles en la popa para baños de sol.
recientes, tanto que se ha vuelto de vanguardia, sobre todo gracias a la tecnología. Dar un nuevo uso a los garajes, transformándolos en áreas bord de mer con bar, lounge y hasta un centro wellness o un gimnasio, no ha sido difícil; más bien, lo ha sido encontrar un nuevo lugar para guardar tender y juguetes de la embarcación y no afectar su posibilidad de uso y, al mismo tiempo, el espacio habitacional interior.
Repensar los barcos desde el punto de vista de la disposición ha implicado una profunda revisión de los planes, de los cálculos estructurales y de las instalaciones, porque para crear un garaje hay también que hacerlo accesible con aberturas y movimientos, hoy en día muy comunes en muchísimos yates. Así, las embarcaciones modernas se abren en la popa para que el beach club sea más accesible, y también en la proa para los garajes. Sin embargo, cada vez más a menudo, para resaltar la relación entre huéspedes y medioambiente externo, arriba de los grandes barcos se encuentran aberturas también cerca de las cabinas, sobre todo las del armador, llamadas
balcony. Se trata de verdaderas terrazas sobre el mar que se crean tras abrir una porción del casco, gracias a una trampilla y simplemente pulsando un botón. La interfaz es muy elemental, sin embargo, el mecanismo es muy complejo, ya que tiene que ser siempre eficiente y, sobre todo, seguro. Otras aberturas se encuentran a menudo donde los huéspedes disfrutan de la vida en común, es decir, en el puente principal, donde los yates habitualmente tienen su salón. En este caso se abren, volcándose las amuradas del barco, los costados que delimitan los pasillos externos del puente, creando una mayor superficie que se puede aprovechar junto a los espacios internos. Una solución de gran impacto estético y funcional, que a menudo se vuelve un factor de elección cuando la unidad se destina a servicio de chartering, un uso para el cual es prioritario tener amplitud y aprovechar los espacios comunes. Sin embargo, en los últimos tiempos, las aberturas y los movimientos se han dado también en barcos de dimensiones más pequeñas, a veces hasta en unidades de menos de 10 metros de eslora. A bordo de
En esta página, Seven Sins, el yate Sanlorenzo de 52 metros Steel: arriba del puente principal cuenta con una alberca con flujo de agua que permite nadar, además de un amplio beach club con garaje que se puede inundar para el tender.
Panam es el 40 metros full-custom Fuoriserie que actualmente CCN está construyendo. Tendrá escotillas de carbono que se pueden abrir y que descubren un beach club con una superficie de 53 metros cuadrados.
estas embarcaciones los huéspedes no tienen problemas de contacto con el mar, más bien de espacio interno, ya que es limitado, sobre todo en la anchura. En este caso, la solución técnica para poder obtener una superficie mayor implica derribar una porción de las amuradas del barco, en particular las de la popa. Sobre todo para barcos de más de 10 metros de largo y hasta los 24, no faltan soluciones más articuladas y costosas que logran transformar un casco casi en una plataforma, basadas en una tecnología refinada que garantiza eficiencia y confiabilidad. En los yates de dimensiones muy grandes, así como en los menos imponentes, los interiores que habitualmente se usan para las partes más expuestas al sol y al mar son del tipo free standing, que se pueden mover y modular según el gusto, como si se tratara de un verdadero beach club en la playa.
Esto incluye camastros, chaise longue, butacas y mesitas, a veces sombrillas y cortinas sujetadas a maderamen de carbono para proteger el área del sol, sin olvidar accesorios y confort de todo tipo, para que los días a bordo del barco sean verdaderamente inolvidables.
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