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FORMA Y SUSTANCIA
CREATIVIDAD DESENFRENADA Y PRODUCCIÓN CONTROLADA. LOS EQUIPOS DE DISEÑO POR UN LADO, ARTESANÍA Y TECNOLOGÍA POR EL OTRO. SOLO ASÍ UNA FIRMA PUEDE CRECER, MANTENIENDO EL MÁS ALTO NIVEL DE CALIDAD. NOS LO EXPLICA EL NÚMERO UNO DE FENDI: SERGE BRUNSCHWIG.
TEXTO GIULIA PESSANI
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“ITALIA ES EL PAÍS DONDE TODO SE HACE”. Y, en lo que respecta a la moda y los accesorios, se hace mejor que en el resto del mundo. No es casualidad que LVMH, el grupo de lujo más importante del mundo, haya invertido durante mucho tiempo dinero y energías para mejorar el tesoro escondido de Italia, la cadena de suministro, es decir, la cadena de pasajes artesanales y tecnológicos que lleva a la creación de cada producto, un símbolo de existencia y excelencia de las grandes marcas que brillan en los escaparates de Milán, Londres, Shanghai y Nueva York. Experto y apasionado defensor de este delicado equilibrio, Serge Brunschwig, presidente y CEO de Fendi, acaba de inaugurar la nueva fábrica de la firma romana (que forma parte de la galaxia LVMH, junto con Dior, Louis Vuitton, Bvlgari y muchos otros más). Fendi Factory, así se bautizó el sitio de producción, nace de la transformación y remodelación del histórico alto horno Brunelleschi de Capannuccia, en el corazón de la campiña toscana, cerca de Florencia. Arquitectura y paisaje se integran en armonía entre rincones de flora mediterránea, jardines colgantes, 700 olivos y grandes ventanales que donan luz a quienes trabajan, para crear un lugar de inspiración donde crear belleza rodeados por la belleza.
¿Qué significa Fendi Factory?
Una vuelta a los orígenes, donde dar visibilidad y centralidad al saber hacer. Cuando pienso en la historia de la marca, en la pequeña tienda de Adele Casagrande y Edoardo Fendi en Via del Plebiscito, en Roma, también veo el taller, la producción que se llevaba a cabo bajo los ojos de los clientes que compraban ahí. Este sitio de producción, en una escala diferente, tiene el mismo significado. Y lo usaremos como un escenario para la calidad.
Lidera una firma que tiene una personalidad muy fuerte y es parte del hub de lujo de LVMH, un grupo que cuida mucho la singularidad de cada marca. ¿Cómo y por qué se lleva a cabo este proceso?
Cada marca tiene una historia muy precisa, que está vinculada al saber hacer y a la personalidad de los fundadores. La historia de Fendi es una historia de personas y de una gran familia extendida: hablé de Adele Casagrande, que se casó con Edoardo Fendi, y juntos abrieron una tienda de artículos de cuero y pieles. Luego están las cinco hermanas ambiciosas, enérgicas e innovadoras que, en 1965, contrataron a Karl Lagerfeld, un alemán de 30 años desconocido en ese momento, que hacía alta costura en París. Fueron mujeres visionarias, fuertes, conscientes de tener algo precioso en sus manos y listas para explorar nuevas direcciones, para asumir riesgos. Fendi es esto: voluntad de aventura, de probar cosas nuevas.
El concepto de exploración es muy cercano al mundo del lujo...
Siempre me gusta explicar, a los que no lo saben, el origen de la palabra “lujo”. En francés todos pensamos en lux, luz en latín, pero no es correcto. Lujo viene de luxus, que significa pompa, abundancia... Pero también dislocación, esguince. Por lo tanto, representa un empujón para salir de la base o sede: un empujón causado por un exceso. Significa que lujo es hacer algo nuevo, doloroso (a veces), pero siempre arriesgado. Una ruptura. Después de todo, el lujo no puede ser lineal: una marca que hace las cosas de manera lineal, eventualmente se apaga, pierde atractivo e interés. En nuestra industria, mañana debe ser diferente de ayer. Pero debe saber utilizar el savoir-faire, que puede enriquecerse con la experiencia y las nuevas tecnologías.